CISOR y su Quehacer Sociológico

August 10, 2017 | Autor: Tito Lacruz | Categoría: Public Sociology, Sociología
Share Embed


Descripción

CISOR y su Quehacer Sociológico Por Tito Lacruz

Abriendo estas páginas con una reflexión personal, debo reconocer que mi formación y mi ética profesional le deben mucho, sin duda alguna, a la UCAB y a la Escuela de Ciencias Sociales, pero también existe una deuda no menor con CISOR, lugar en el cual finalmente desarrollé mi vocación como investigador social. Situación que seguramente comparten muchos de quienes hemos pasado por esta institución, donde de la mano de Alberto Gruson, conocimos lo que era el ejercicio profesional de la sociología. De manera más precisa, su ejercicio científico-profesional. Bien sabemos que no existe un canon definitivo sobre lo que sería el quehacer ideal de la sociología y seguramente, si lográramos reunir una cantidad significativa de sociólogos, frente a la pregunta sobre el quehacer real y esencial de la disciplina, probablemente tendríamos tantos acuerdos como desacuerdos. En todo caso, en el marco de estas reflexiones, cabe preguntarse sobre la naturaleza del quehacer científico-social1 cisorino, pregunta que obviamente encierra la noción de que existen quehaceres plurales de la sociología. En este orden de ideas, formación profesional y experiencia personal, la intención de estas páginas es abrir una reflexión sobre las diferentes formas en que los sociólogos ejercemos nuestro oficio y, posterior a ello, cómo este oficio se desarrolla en CISOR.

I.

Punto de partida: Las formas de la Sociología según Boudon y la Sociología Pública de Burawoy Boudon y la sociología cognitiva El sociólogo Raymond Boudon reflexiona en un artículo2 sobre las diferentes formas de

la sociología en la actualidad, un poco a la luz de algunas ideas contradictorias sobre la solidez de la producción científica de la disciplina, por un lado, y por otro lado, por algunos señalamientos que ponen en duda su carácter científico. ¿Cuál puede ser la cientificidad de

1 En este punto, especificamos lo de científico-social porque CISOR siempre se ha entendido como un centro para la ciencia social, no solamente para la sociología. 2

“La sociología que realmente importa”, Papers, N°72, pp. 215-226, 2004. Disponible en: http://ddd.uab.es/pub/papers/02102862n72/02102862n72p215.pdf

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

algunas reflexiones ‘sociológicas’ que responden más a criterios ideológicos que a criterios falsables? ¿Cómo entender algunas propuestas sociológicas que carecen notablemente de dato alguno? ¿No ha realizado la sociología un esfuerzo por el desarrollo de su instrumental metodológico como para desarrollar argumentos más sólidos desde una perspectiva científica? Boudon es fuertemente crítico de algunos trabajos originados desde la sociología que han contribuido a la idea de que ella está más cerca de un ejercicio narrativo de lo social que de su interpretación científica. Hace referencia a varios autores a modo de ejemplo porque sus obras han cobrado relevancia más por sus dotes narrativas que por su capacidad de dar cuenta exhaustiva de una realidad determinada. Ciertamente, los argumentos ‘absolutos’ que colocan a la sociología de manera definitiva de un lado (el ensayo social) o del otro (la ciencia social) pasan por alto algo usual en estas posiciones extremas: la existencia de una diversidad de prácticas sociológicas que sobrepasa a los absolutos. En esa tónica, Boudon se plantea el ejercicio de presentar cuatro tipos del quehacer sociológico contemporáneo: la sociología expresiva, la sociología cognitiva, la sociología descriptiva y la sociología crítica. Sin lugar a dudas la clasificación no pretende ser definitiva pues el fin de Boudon es traer el debate sobre la sociología más importante: la cognitiva. La sociología expresiva para Boudon es la que responde al tipo que brevemente hemos mencionado al inicio. Se trata de un quehacer de la sociología cuyo fuerte es la capacidad de expresar de manera efectiva y original algunos sentimientos o sensaciones que, en ciertas circunstancias históricas, fueron o son compartidos por gran parte de la población. En cierto sentido, se orienta a darle forma ‘textual’ a la cotidianidad de la gente, revelándole algo conocido por todos pero que nadie, hasta el momento, no había formalizado. Es de suponer que el éxito de esta sociología se mide en función de la calidad de la revelación y de su novedad expresiva, es decir, de expresar dicha cotidianidad antes que otros. Existe una especial tendencia de esta sociología a las revelaciones más oscuras y ocultas del ser social: la enajenación, la alienación, la soledad, la manipulación, el malestar y hasta de la hipocresía de un colectivo. Ahora bien, esta primera clasificación no implica que toda obra sociológica de ‘buena pluma’ se limite a lo expresivo. Ello no es más que uno de los rasgos de la sociología expresiva. Un caso interesante para introducir el segundo tipo, la sociología cognitiva, son precisamente los clásicos de la sociología que Boudon bautiza como el programa TWD: Tocqueville, Weber y Durkheim. Esta es la sociología que responde a la esencia científica de la disciplina, es decir, en

2

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

palabras de Boudon es el tipo de sociología que “explica un fenómeno dado entendiéndolo como la consecuencia de una serie de proposiciones compatibles entre sí y aceptables cada una de ellas, ya sea porque son congruentes con la observación o por otros muchos tipos de razones que varían de un caso a otro” (p. 218). Para Boudon no hay duda de que los trabajos de estos clásicos, más allá de sus diferencias metodológicas y teóricas, responden a esta idea de ciencia en tanto que disipan los enigmas y las dudas sobre el carácter de algunos fenómenos explicándolos mediante la derivación de una serie de proposiciones que aparecen como fácilmente aceptables. Pero esta sociología cognitiva no se limita a los trabajos de estos tres autores clásicos. Boudon, junto a Mohammed Cherkaoui, compilan algunos trabajos posteriores que responden a la esencia del programa TWD3. El valor, casi obvio, de la sociología cognitiva reside en que se constituye en la esencia científica de la disciplina, permitiendo su institucionalización y dotándole de legitimidad. Sin embargo, a pesar del gran valor que tiene este quehacer sociológico dentro de la disciplina en tanto que constituye su verdadero núcleo científico, como afirma Boudon, no es la más extendida: Como ha escrito Pareto, la gente suele preferir una teoría útil a una verdadera, y no por perversidad sino porque es más fácil advertir si una teoría nos resulta útil que juzgar si es verdadera o falsa. De este modo, la teoría nietzscheana sobre el origen del cristianismo es simple y útil en el sentido de que sirve bien a ciertos intereses ideológicos. La refutación de esta teoría por Weber es compleja y poco útil, en el sentido de que no sirve bien a ningún movimiento religioso ni antirreligioso. Podemos ir aún más lejos: el criterio útil/inútil tiende a dominar al criterio verdadero/falso. Una teoría falsa pero útil es percibida a menudo como verdadera, al menos mientras su falsedad no sea demasiado visible. Si además es una teoría oscura, incluso puede ser percibida como profunda (p.221)

El tercer tipo que presenta es la sociología descriptiva que apunta a profundizar en la descripción de las características de algunos fenómenos sociales para informar a la gente pero también, y principalmente, para apoyar o promover la idoneidad en la toma de decisiones públicas. Muchas veces se trata de sujetos bien conocidos por la población y la sociología (la urbanización, la pobreza, la migración, etc.) pero sobre los cuales existen pocas o insuficientes elaboraciones empíricas que permitan conocer el desempeño de estos fenómenos o hipotetizar sobre ellos. Boudon asocia esta sociología al ejercicio profesional de la consultoría. Como es de suponer, es la rama de la sociología con mayor expansión en estos momentos. Si bien es un quehacer sociológico que produce mucha información, pareciera no acumular tanta reflexión. Razón por la cual los aportes que se realizan al fortalecimiento de la disciplina en sí son pocos. 3

Central Currents in Social Theory. Londres: Sage, 1999. 8 vols.

3

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

De acuerdo al planteamiento de Boudon, la principal razón de ello estriba en que la sociología descriptiva responde a dinámicas externas de la disciplina, mientras que la sociología cognitiva responde a su lógica interna. Tanto es así que algunos desarrollos de la sociología descriptiva responden a la irrupción de algunos problemas sociales frente a los cuales los formuladores de políticas públicas requieren información. Dicha condición hace de la sociología descriptiva algo tan volátil como la ocurrencia de algunos fenómenos. Un ejemplo de ello pudiera ser el caso de un resurgimiento de estudios sociológicos sobre la religión, pero que responden más a la coyuntura del fundamentalismo actual y no a una comprensión sociológica del hecho religioso. Finalmente, el cuarto tipo de sociología es identificada por Boudon como la sociología crítica o militante, un quehacer sociológico cuyo fin es influenciar directamente a los procesos políticos. Este tipo, sobre el cual Boudon no elabora mayormente, pareciera encontrarse en una zona cercana a la sociología descriptiva con la cual puede confundirse. Esto es así porque en algunas ocasiones la labor del sociólogo descriptivo, más que dar datos para la toma de una decisión, pudiera orientarse a favorecer una causa política o una ideología. Planteado de otra manera, pasa de lo técnico a lo normativo. En este panorama de quehaceres sociológicos, Boudon llama la atención a la recuperación de la sociología cognitiva: Por regla general, debe reconocerse que hoy el género cognitivo basado en el programa TWD no está tan ampliamente representado en la sociología como los géneros expresivo, militante y descriptivo. Quizá ello pueda explicar por qué muchos sociólogos eminentes albergan la impresión de una disciplina en proceso de descomposición. (p. 224)

Burawoy y la Sociología Pública El sociólogo Michael Burawoy, de origen británico pero profesor en la Universidad de California y presidente de la ASA en 2004, ha publicado varios trabajos sobre la Sociología Pública4 la cual presenta como el esfuerzo de la disciplina para establecer un diálogo con el público más allá de la academia, un diálogo abierto en el que ambas partes profundicen su comprensión de los asuntos públicos. Dicha noción es una propuesta, o una advertencia quizá, frente al excesivo encerramiento académico de la sociología en función de la búsqueda de una

4

En particular reseñamos la versión en español del discurso realizado para la ASA en el año 2004: “Por una sociología pública”, Política y Sociedad, vol. 42, N° 1, 2005, pp. 197-225. Disponible en: http://burawoy.berkeley.edu/PS/Translations/Spain/ASA.Spanish.pdf. A diferencia de Boudon, Burawoy explícitamente se refiere a la sociología norteamericana, sin embargo sus observaciones, con cierto ajuste, pueden ser algo más universales.

4

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

sociología pura y de la excesiva tecnificación profesional en detrimento de sus aspiraciones al cambio social: La pasión primigenia de la sociología por la justicia social, la igualdad económica, los derechos humanos, la sostenibilidad del entorno, la libertad política o, simplemente, por un mundo mejor se torna en un esfuerzo por obtener credenciales académicas. El progreso se convierte en una batería de técnicas disciplinarias —asignaturas estandarizadas, bibliografías normalizadas, clasificaciones burocratizadas, exámenes continuos, reseñas de la literatura, tesis doctorales a medida, publicaciones evaluadas, el todopoderoso CV, búsqueda de trabajo, estabilización laboral y posterior politización de los colegas y de los sucesores para asegurarnos de que todo va según lo establecido. (p. 199-200)

Esta crítica no es nueva y es compartida por otros. Marinus Ossewaarde5 introduce su artículo recopilando varias citas de C. Wright Mills y Alvin Gouldner, más las suyas propias, que contienen una fuerte crítica hacia la ‘vieja’ sociología por haber eludido su lado público bajo los argumentos de la neutralidad ética. Incluso acusa a esta sociología de haber fallado en su responsabilidad para apoyar a la sociedad democrática. Aun cuando otros autores comparten el diagnóstico de Burawoy y la importancia de traer de vuelta la cara pública de la sociología, no piensan que la tarea inmediata sea el desarrollo de la sociología pública. Tal es el caso de David Boyns and Jesse Flectcher6 quienes argumentan que si bien el diagnóstico de Burawoy es correcto, no es del todo claro que la solución al problema de la invisibilidad pública de la disciplina sea el desarrollo de una sociología pública porque, al parecer, dicha invisibilidad es parte de un problema de incoherencia dentro de la disciplina, en tanto que ésta se ha fragmentado en múltiples partes que hacen difícil la construcción de una identidad compartida: “Dada la compleja y segmentada disposición actual de la disciplina, uno se pregunta qué será presentado a la audiencia pública por la sociología pública” (p. 14) Más allá de estas críticas, y siguiendo los argumentos que posteriormente desarrolla Burawoy, esta profesionalización de la sociología ha rendido sus frutos en tanto que se han desarrollado las herramientas conceptuales necesarias para la construcción del sentido científico de la disciplina. No obstante, su propuesta no es oponer la profesionalización de la sociología a su publicitación sino más bien trabajar en función de su complementación. Para

5

“Sociology back to the publics”, Sociology, Vol. 41, N°5, 2007, pp. 799-812.

6

“Reflections on public sociology: publics relations, disciplinary identity, and the strong program in professional sociology”, The American Sociologist, Fall/Winter 2005, pp.5-26.

5

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

exponer sus argumentos, Burawoy revisa la situación de la sociología norteamericana – la cual obviaremos a efectos de este texto – y realiza también una clasificación de los quehaceres de la sociología que luego contrastaremos con la propuesta de Boudon. La propuesta que hemos comentado de Boudon está en función de su relación con la cientificidad de las propuestas de cada una de los quehaceres sociológicos revisados (la cognitiva y la descriptiva) y también en función del tipo de diálogo que establecen con la sociedad (la militante y la expresiva), partiendo de una revisión del contenido y la calidad de los llamados clásicos. En el caso de Burawoy, donde el elemento central de su reflexión es la capacidad de diálogo con el público, existen paralelos y diferencias con la propuesta de Boudon. Su clasificación, la cual resumimos a continuación, responde a las nociones de la sociología pública, la profesional, la crítica y la práctica. La sociología profesional es el quehacer propiamente académico y científico de la disciplina. Es la sociología que suministra los métodos, los datos, las teorías y las orientaciones al resto de la disciplina, permitiendo la legitimidad y la experticia al resto de los quehaceres sociológicos (p. 205). Funciona mediante la organización por programas académicos y sus respectivos subprogramas: la sociología política, la de la religión, la de la estratificación, la de la cultura, la económica, etc. Así como presenta grandes aciertos en su evolución, esta sociología – y de hecho todas – no está libre de sus patologías: puede pecar de un puritanismo tal que la lleve al aislamiento de los problemas sociales reales y por tanto a su irrelevancia. Sin embargo, aplicando algunos argumentos de Bourdieu7, el campo científico no tiene una autonomía absoluta con respecto a su entorno social. Ciertamente algunos campos científicos tendrán mayor o menor autonomía pero ninguno pudiera aislarse del todo, por tanto el deseo de una “ciencia pura” o de una ciencia totalmente sumisa es casi una utopía: … es preciso salir de la alternativa de la “ciencia pura”, totalmente liberada de cualquier necesidad social, y la “ciencia servil”, sometida a todas las exigencias político-económicas. El campo científico es un mundo social y, como tal, ejerce coacciones, solicitaciones, etc., pero que son relativamente independientes de las coacciones del mundo social global que lo engloba (p. 75)

La sociología pública, la que establece el diálogo con la sociedad, es la que trasciende a la academia y se convierte en vehículo de una discusión pública sobre la naturaleza de la sociedad, en este caso norteamericana (p. 202). Dicha noción de la sociología recuerda, en cierta medida,

7

Los usos sociales de la ciencia, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2003

6

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

una reflexión de Peter L. Berger8 sobre el alcance y la pertinencia del conocimiento científico y el hecho de que la sociología, como toda ciencia, no es una práctica, sino una forma de comprensión, reflexión que realiza a sujeto de la relación entre sociología y trabajo social: La sociología no es una práctica, sino un intento por comprender. Indudablemente, esta comprensión puede ser de utilidad para el practicante. A este respecto, afirmaríamos que una comprensión más profunda de la sociología sería de mayor utilidad para el trabajador social y que tal comprensión evitaría la necesidad de que éste descienda a las profundidades mitológicas del “subconsciente” para explicar cuestiones que por regla general son totalmente conscientes, mucho más simples y, en realidad, de una naturaleza social. Pero no existe nada inherente a la empresa sociológica de tratar de comprender a la sociedad que lleve forzosamente a esta práctica [el trabajo social] o a cualquiera otra. (p. 16)

En este campo se pueden diferenciar dos tendencias complementarias: la sociología pública tradicional, orientada al público en general y quizá con un diálogo más pasivo, y la sociología pública orgánica, donde la producción está orientada hacia una conexión estrecha con ciertos públicos, más visibles y activos. Un ejemplo de la primera es el trabajo de David Reisman9 y de la segunda el trabajo de Purser, Schalet y Sharone10. La relación entre ambas sociologías públicas es perfectamente viable: “En las mejores circunstancias la sociología pública tradicional encuadra la sociología pública orgánica, mientras que ésta última fundamenta y dirige a la primera” (p. 203). La sociología pública orgánica procede de la vinculación que se establece entre algunos sociólogos con ciertos movimientos o actores sociales donde los primeros aspiran a traer los problemas o situaciones de los segundos dentro de la agenda pública. Una de las observaciones a tener en cuenta en referencia a la propuesta de Burawoy es la noción de público, que a veces se entiende como una noción amplia de la sociedad, otras veces como una noción más relacionada a la idea de audiencias. En todo caso, lo interesante de la propuesta de Burawoy es precisamente el hecho de subrayar la necesidad de que la sociología debe establecer una suerte de diálogo o de interacción de ideas con esos espacios de públicos, en los cuales se producen las dinámicas relacionadas a las identidades, la construcción del sentido colectivo, de la cohesión social y del cambio social.

8

Introducción a la sociología, México, Limusa, 2007.

9 The lonely crowd, 1950. La versión en español es: La muchedumbre solitaria. Un estudio sobre la transformación del carácter norteamericano, Paidós, 1964. 10

“Berkeley’s Betrayal: Wages and working conditions at Cal.” Presentado en la conferencia anual de la ASA 2004.

7

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

De hecho, desde la perspectiva de Burawoy, la relación entre estas sociologías públicas y sus diferentes públicos no está determinada por la existencia de éstos, sino más bien se puede pensar en una relación más fluida, donde el sociólogo puede incluso participar en la creación y visibilización de ciertos públicos y su transformación mediante la identificación y definición de categorías humanas, como sucedió en su momento con las mujeres o las personas con VIH Sida. La tercera categoría, la sociología crítica, surge precisamente como una reacción a la falta de dinamismo de la sociología profesional. Es el quehacer sociológico que examina y cuestiona los programas de la sociología profesional. El ejemplo más conocido de esta sociología es el trabajo de C. Wright Mills, La Imaginación Sociológica, pero también es el caso de la teoría feminista o de las teorías que buscan el reconocimiento de la multiculturalidad. Finalmente, la sociología práctica es el quehacer sociológico orientado en función de los intereses de un cliente, al cual le provee de soluciones a los problemas sociales que se presentan o buscan legitimar las soluciones ya tomadas. Burawoy resume las relaciones entre estas sociologías de la siguiente manera: La sociología crítica intenta hacer una sociología profesional reconocedora de sus prejuicios, de sus silencios, promoviendo nuevos programas de investigación erigidos sobre fundamentos alternativos. La sociología crítica es la conciencia de la sociología profesional en tanto que la sociología pública es la conciencia de la sociología práctica (pp. 205-206)

La sociología crítica y la profesional operan con audiencias académicas, mientras que la práctica y la pública con públicos extra-académicos; la profesional y la práctica operan con el conocimiento metodológico11, la crítica y la pública más con la reflexión discursiva. Como es de suponer en estos casos, estas clasificaciones no son sino tipos ideales que en la realidad suelen presentarse con formas mixtas que tienden más hacia una de las clasificaciones. Por ejemplo, la sociología profesional suele albergar sus derivaciones hacia la sociología práctica, por ejemplo, en el caso de la defensa de la investigación sociológica pura y su financiamiento, o hacia la sociología pública mediante la vulgarización de algunos libros de textos que facilitan la comprensión y el acceso al corpus de la sociología profesional. Por otro lado, al hablar de quehaceres de la sociología ello no implica que exista cierto determinismo que ubique definitivamente al sociólogo en una de estas clasificaciones. Burawoy coloca varios ejemplos de sociólogos que a lo largo de su carrera han transitado por varios tipos del quehacer sociológico. 11

Si bien Burawoy habla de conocimiento instrumental, creo que la noción metodológica es más apropiada pues incorpora la teoría con el método.

8

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

Ragnvald Kalleberg12 presenta una revisión complementaria del trabajo de Burawoy, apoyando la necesidad de una sociología pública pero estableciendo sus diferencias, que son menos que sus acuerdos, con Burawoy. Dentro de estas diferencias, cabe destacar un ajuste que realiza sobre la clasificación de éste. En tanto que la sociología es una disciplina académica, plantea Kalleberg, esta puede ser analizada como una combinación de diferentes actividades programáticas: programas de investigación que resultan en publicaciones científicas, programas de enseñanza y estudio, programas de difusión que involucran la difusión de ideas, programas expertos o profesionales que resultan en asesorías o mejoras para usuarios o clientes y, finalmente, programas de autogobierno que se expresan en la funcionalidad de ciertas instituciones como los departamentos universitarios, las asociaciones profesionales y las revistas académicas. Ello resulta en que el sociólogo académico, y en general todo académico, asume de manera conjunta cinco roles: investigador, profesor, difusor, experto y ciudadano académico. En palabras de Kalleberg, su relación con la propuesta de Burawoy es la siguiente: ¿Cómo se relaciona esta tipología con la de Burawoy? Algunos de estos tipos, yo pienso, son paralelos (la sociología profesional, la pública y la práctica), dos de sus actividades (profesional y crítica) pueden y deben ser integradas en un tipo de actividad y dos tareas (sociología como enseñanza y autogobierno) no se encuentran en esa tipología. (p. 388)

Kalleberg insiste en que la sociología crítica de Burawoy no es sino parte de la misma filosofía científica de la disciplina en cuanto a la reconstrucción de conceptos y tipologías adecuadas y la continua clarificación de las bases científicas de la disciplina. Kalleberg comulga con la afirmación de Burawoy sobre la necesidad de llevar un diálogo más fuerte y real entre la sociología y sus públicos, sin embargo rectifica la noción abstracta de público señalando que este no debe confundirse con clientes, usuarios o colaboradores: Estamos bajo la obligación de escuchar los contra-argumentos y eventualmente responder con mejores argumentos. Esto es diferente de cómo actuamos como clientes, usuarios y miembros de grupos de interés. Habermas articulaba la misma percepción cuando él define la argumentación y los públicos con referencia a la fuerza de los mejores argumentos, no la fuerza co-ordenadora del dinero, la autoridad formal o la tradición (p. 391, notas suprimidas)

12

“What is ‘public sociology’? Why and how should be made stronger?”, The British Journal of Soicology, Vol. 56, N° 3, 2005, pp. 387-393

9

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

Algunas reflexiones comparativas sobre los quehaceres de la Sociología No hay duda de que estas clasificaciones no son sino un artificio ilustrativo para traer a colación una reflexión final: la importancia de la cientificidad en el quehacer sociológico o la necesidad de que este quehacer dialogue con la sociedad. Simplemente nos apoyamos en la presentación de ambas clasificaciones para, primero, trazar un panorama básico de la sociología como oficio y, segundo, usarlo como punto de apoyo para reflexionar sobre el quehacer sociológico en CISOR. Es fácil identificar algunas conexiones sobre ambas clasificaciones. La sociología profesional de Burawoy es más “localizable” que la sociología cognitiva de Boudon por su asociación con los programas de enseñanza universitaria y de investigación. Sin embargo, ambas sociología son identificadas como el núcleo coronario de la disciplina y por tanto son las que dotan de instrumental teórico y metodológico, pero también de legitimidad, al resto de las sociologías. La noción de la sociología cognitiva pareciera aún más cerrada que la profesional porque precisamente Boudon la construye a partir del trabajo de los clásicos. De hecho, Boudon defiende la idea de que la sociología cognitiva debe responder a la dinámica interna de la disciplina y no a los ritmos externos a ella. La sociología pública de Burawoy pudiera abarcar a la sociología expresiva de Boudon, de hecho ambos autores identifican, con valoraciones diferentes, en este campo al trabajo citado de David Reisman. Burawoy tiene una valoración positiva de la publicitación de la sociología; Boudon critica cuando dicha publicitación se desprende de la capacidad de la sociología para “revelar el carácter enigmático de los fenómenos sociales” y termina cobrando su interés por su capacidad narrativa y no científica. Sin embargo la sociología pública de Burawoy es más que la sociología expresiva de Boudon. Burawoy valora expresamente a la sociología pública cuando esta se alimenta de la producción de la sociología profesional. La aspiración de Burawoy, que no es ciertamente el tema de la reflexión de Boudon, es que la capacidad científica de la sociología venga acompañada también de una capacidad de interacción con los diferentes públicos de la sociedad para el debate y la crítica. Ahora bien, la sociología pública orgánica de Burawoy tiene paralelos con la sociología militante de Boudon: la aspiración de incidir políticamente en los procesos de la sociedad. Finalmente, una sociología difícil de comparar es la sociología crítica de Burawoy; en principio, por su capacidad científica para realizar críticas a las bases de la sociología profesional, es una sociología que no está ajena del todo de la sociología cognitiva.

10

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

Por otro lado, según el contenido teórico que encierre, algunas de estas sociologías críticas tienen un eco en la sociología militante, por ejemplo aquellas asociadas a movimientos sociales como el medio ambiente o el feminismo. En un punto si hay total coincidencia: la esencia y la legitimidad del quehacer sociológico proviene de su carácter científico. Fuera de ello, la sociología pierde su forma. Por tanto, la excesiva instrumentalización, un error frecuente en muchas ciencias, distrae del fin interpretativo y revelador de la sociología, algo que Berger critica fuertemente en relación al uso de la estadística en la sociología: La prominencia de las técnicas estadísticas en la sociología estadounidense de nuestros días tiene, por tanto, ciertas funciones rituales fácilmente comprensibles en vista del sistema de gobierno dentro del cual tienen que practicar su profesión la mayoría de los sociólogos. En realidad, la mayor parte de los sociólogos poseen un conocimiento de la estadística un poco mayor que el de un libro de cocina… Los datos estadísticos en sí mismos no forman la sociología. Se convierten en sociología únicamente cuando son interpretados sociológicamente y colocados dentro de un marco de referencia que sea sociológico. (pp. 24-25)

II.

Punto de llegada: la Sociología en CISOR Revisando, a la luz de estas reflexiones, el diseño institucional de CISOR – sus

investigaciones, las relaciones con los clientes, su perfil formativo, sus desarrollos instrumentales y metodológico – resulta muy interesante redescubrir la integridad y complementariedad de este diseño, todo ello siempre orientado al fin de CISOR: “…hacer pertinentes, operativos y útiles los recursos de las ciencias sociales para su aprovechamiento por las organizaciones e instancias preocupadas por la dinámica social del desarrollo integral de Venezuela”. En una lectura superficial, pareciera que dicha finalidad fuera un modo de definirse simplemente como un centro de ciencias aplicadas. De hecho, al ver en unos lineamientos organizacionales expresiones como “CISOR como herramienta”, “la utilidad social de CISOR” y “la inserción social de CISOR”, su misión se revela en una forma algo más compleja, encerrando una especie de filosofía institucional de las ciencias sociales y de su relación con la sociedad, donde el diálogo con la sociedad, o su carácter público en términos de Burawoy, se establece mediante la operatividad y la utilidad de las herramientas de las ciencias sociales. La misión de CISOR siempre ha llamado la atención pues, a la usanza de los centros de investigación tradicionales, CISOR no se define estrictamente en orientación hacia el saber y la

11

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

ciencia, pero tampoco, por ejemplo al estilo de las organizaciones consultoras, no se define tampoco como una institución que apoya o presta servicios para alguien en particular (el cliente). Esto coloca a CISOR a cierta distancia de la sociología academicista convencional, criticada por los autores señalados, pero también de la sociología práctica e instrumentalizada. Es más, la misión de CISOR recuerda claramente la importancia de un compromiso público de las ciencias sociales y la necesidad de su articulación con los actores o grupos sociales, sin abandonar su esencia científica que la legitima. De hecho, traduce a su manera ese llamado realizado por Burawoy sobre la publicitación de la sociología. Por otro lado, CISOR comprende los elementos expuestos por Kalleberg sobre el análisis de los espacios científicos: el desarrollo de programas en el campo formativo propios de CISOR, pero también desde su relación con la Escuela de Ciencias Sociales; el componente de investigación-acción presente en muchos de sus proyectos; su vinculación con organizaciones de la sociedad civil y otros centros académicos lo cual le permite difundir sus trabajos, hoy en día bajo la forma de publicaciones; y su vinculación con espacios de autogobierno académico como la Asociación Internacional de Sociología, la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población UIESP/UISSP, el Comité Internacional de Cooperación para Investigaciones Nacionales en Demografía CICRED, y de la Asociación Venezolana de Estudios de la Población AVEPO, a lo cual habría que sumar su participación en espacios asociativos como SINERGIA y CESAP. Estas relaciones son evidencia de la inserción de CISOR dentro de un público académico, pero también extraacadémico. Expongamos un ejemplo de ello. Como parte de su filosofía de crear una comunidad de actores que giran en torno al tema del desarrollo social, CISOR puso en marcha su programa en Creatividad y Gerencia Social de Proyectos Participativos (GESOP) hacia los años 1982-83, el cual apuntaba a la cooperación de científicos sociales y promotores de proyectos para profundizar, sistematizar y comunicar sus capacidades de innovación práctica y organizacional partiendo de sus experiencias en el área social. Se trata de un programa no formal y que corresponde al estilo de la educación continua de adultos. La idea del gerente o promotor social se refería a aquellas personas que de una manera original y autónoma han impulsado organizaciones de carácter cooperativo y autogestionario en el campo social de la economía. No solamente abarcaba organizaciones propiamente económicas como cooperativas de producción, sino también organizaciones autogestionarias en áreas como el desarrollo comunitario, la educación, la salud o la cultura. De esta manera se lograba la articulación de un

12

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

conjunto de conocimientos organizacionales y gerenciales para procurar el desarrollo endógeno de las organizaciones, esto partiendo siempre de la sistematización de su propia experiencia. Otro elemento característico de la filosofía científica de CISOR ha sido el uso, digamos, mesurado de la estadística. Si bien CISOR ha sido pionero en el desarrollo de investigaciones mediante la aplicación de metodologías estadísticas avanzadas como el análisis estadístico multivariable, en particular el análisis factorial, el de correspondencias múltiples y las clasificaciones jerárquicas, ha sido meticuloso en ello y no ha ostentado del saber estadístico. Aun cuando se disponen de recursos computacionales adecuados para procesamientos masivos de datos, el uso de la estadística se caracterizó siempre por su mesura y estricta aplicación instrumental, es decir, en función de la explicación o descripción de un fenómeno y no como un fin en sí de la investigación. Un ejemplo de ello era el trabajo con la Encuesta de Hogares por Muestreo, cuyo procesamiento está orientado, primero, a la creación de categorías pertinentes para el análisis de los hogares y, segundo, para el análisis propio del comportamiento de los hogares y sus características. Análisis que por cierto tiene sentido luego del procesamiento y la observación de los datos de muchas ediciones de dicha Encuesta. Siendo CISOR considerada una de las instituciones con mejor desempeño y fortaleza en el análisis de la Encuesta, su experticia en ello no es casual: es un instrumento muy apropiado para el análisis de los comportamientos agregados de las dinámicas de los hogares venezolanos en torno a fenómenos como el empleo, los cambios poblacionales, las condiciones de trabajo y la educación. Ello de alguna manera deslastraba la aplicación de la estadística de muchas preciosidades técnicas, que en muchos casos eran sobreexplotadas haciendo de la estadística el centro de una investigación social, lo cual no debe ser. Y la estadística no era sino parte de un camino precedido de reflexión teórica y finalizado también en reflexión teórica. Esto le colocaba a la estadística un límite: podía dar cuenta de comportamientos pero no era la explicación en sí de los fenómenos sociales. El uso de la estadística como herramienta de una investigación social, la cual debía complementarse con la reflexión teórica propia del trabajo del sociólogo, era muy evidente en los estudios realizados con la EHM, donde todos los protocolos de reprocesamiento, cálculo y análisis estadístico eran acompañados de análisis conceptuales sobre temas como el bienestar social, la calidad de vida, las dinámicas del hogar, entre otras. Dentro de toda esta historia, cabe finalmente destacar la figura de Alberto Gruson, sobre la cual, más que un análisis tal como lo hemos venido realizando, se presenta como una reflexión personal, en tanto que uno de los elementos más interesantes y complejos de

13

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

entender en la relación profesional y personal con CISOR y Alberto Gruson ha sido la dinámica entre ambos, la institución y su fundador. Si bien parece obvia relación para quienes conocemos ambas figuras, en tanto que pudiera decirse que CISOR es la obra de Alberto Gruson y por tanto ambos son indisociables, en mi experiencia como investigador de CISOR y alumno de Alberto Gruson siempre he pensado que, a pesar de esta indisociabilidad, existen ciertos acentos y ciertas tonalidades entre CISOR y Alberto Gruson que los hacen, no fácilmente, diferentes. Indisociables pero diferenciados. La historia institucional del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales, puede entenderse como una coincidencia de intereses y proyectos que confluyen en la figura del Prof. Alberto Gruson, sobre la cual este último da testimonio en esta publicación. La revisión de los orígenes de CISOR, su vinculación con la Iglesia venezolana y con la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB – que para esa época estaba también en sus inicios – muestran que CISOR no fue un proyecto personal de Alberto Gruson, sino que en él coincidieron varias circunstancias que dieron lugar a su fundación. Ello obliga ver la perspectiva del quehacer sociológico sobre el cual hemos escrito en este texto, dentro de una perspectiva más dinámica e histórica que estática y circunstancial. Planteado de otra manera, en vez de preguntarse sobre qué tipo de quehacer sociológico se realiza en CISOR, la pregunta sería en su lugar cómo se ha construido este quehacer. Este libro es en gran parte una respuesta a esto. Si bien la vinculación entre CISOR y su fundador es estrecha, no se puede decir que CISOR sea una obra cuyo único autor sea exclusivamente Alberto Gruson. De hecho, si así fuera no habría esa dualidad institucional a la cual se hace referencia al inicio de estos párrafos entre CISOR y Alberto Gruson. Sin lugar a dudas, Alberto Gruson es el arquitecto de lo que hoy en día es, y ha sido, CISOR, y tampoco hay dudas de que es su principal impulsor. Tampoco se puede dudar de que CISOR, como proyecto científico-social, es posible gracias a su esfuerzo, puesto que el núcleo de la actividad intelectual y científica de CISOR es y ha sido Alberto Gruson. No es en balde que, cuando se menciona a CISOR, la asociación inmediata es a su figura y presencia. Sin embargo, una de las principales razones para insistir en que CISOR tiene su propia esencia, eso sí grusoniana, es que en cierta medida, CISOR ha sido un laboratorio: ha recibido y dado pero sobre todo ha formado. No es un simple centro de investigaciones, incluso es más que un centro que hace ciencia: es un espacio cuya institucionalidad radica en una manera de

14

CISOR y SU QUEHACER SOCIOLÓGICO

entender y hacer la ciencia social y, como resultado de esta particularidad, es un lugar de formación científica. Basta con pasearse entre los egresados de la Escuela de Ciencias Sociales de la UCAB, por las organizaciones de base de Caracas, por los círculos científicos interesados en el quehacer de la Iglesia venezolana, entre las personas que se han dedicado al estudio de la población, para darse cuenta de que el nombre de CISOR y Alberto Gruson han dejado su marca, pero también de que estos espacios se han alimentado y han encontrado en este Centro y su fundador un eco y un diálogo poco fácil de encontrar en Venezuela. La historia de CISOR es, sin duda, el relato institucional del proyecto científico y docente de Alberto Gruson; pero también es parte de la historia de aquellos quiénes siempre hemos creído en que los recursos de las ciencias sociales deben hacerse pertinentes, operativos y útiles para el desarrollo social.

III.

Referencias bibliográficas

Berger, P.L. (2007). Introducción a la sociología, México, Limusa. Boudon, R. (2004). “La sociología que realmente importa” en: Papers, Nº72, pp.215-226. Boudon, R. y Cherkaoui, M. (1999). Central currents in sociological theory. Londres: Sage. Bourdieu, P. (2003). Los usos sociales de la ciencia, Buenos Aires, Nueva Visión. Boyns, D. y Fletcher, J. (2005). “Reflections on public sociology: publics relations, disciplinary identity, and the strong program in professional sociology” en: The American Sociologist, vol. 36:1, pp.5-26. Burawoy, M. (2005) “Por una sociología pública” en: Política y sociedad, vol. 42:1, pp. 197225. Kalleberg, R. (2005). “What is ‘public sociology’? Why and how should be made stronger?” en: The British Journal of Sociology, Vol. 56:3, pp. 387-393. Purser, Schalet y Sharone. “Berkeley’s Betrayal: Wages and working conditions at Cal.” Presentado en la conferencia anual de la ASA 2004 Riesman, D. (1964). La muchedumbre solitaria. Un estudio sobre la transformación del carácter norteamericano. Paidós. Ossewaarde, M. (2007). “Sociology back to the publics” en: Sociology, vol 41:5, pp. 799-812.

15

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.