Cine latinoamericano en tiempos de rebelión

July 28, 2017 | Autor: S. Salazar Navarro | Categoría: Latin American Studies, Cinema
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Cine latinoamericano en tiempos de rebelión por Salvador Salazar

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ticas las industrias nacionales prácticamente desaparecieron. "Hay menos librerías, cines, cinéfilos y asistentes al teatro y salas de conciertos que hace 20 años. Países con tradición cinematográfica, como Argentina y México vieron reducir en tal lapso el número de salas y el de espectadores a casi la mitad" (Canclini, 2005). Incluso el término "cine latinoamericano" comienza a cuestionarse. Para Octavio Getino (Getino cit. por Sánchez Ruiz, 2007) se trata solamente de una convención. Entre las, aproximadamente, 11 mil películas producidas desde 1930 a 1996 en América Latina, 5 mil corresponden a México (46% del total), 2 700 a Brasil (25%) y 2 mil a la Argentina (18%). El 89% de la producción de películas se concentró en sólo tres países, correspondiendo el 11% restante a más de veinte repúblicas de la región, particularmente las que decidieron producir imágenes propias a través de diversas políticas de fomento. Ahí donde no hubo legislación proteccionista sobre la producción local ésta no existió, salvo como hecho aislado o casi excepcional (Getino, 1998: 50 cit. pot Sánchez Ruiz, 2007).

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Cinco siglos de subdesarrollo y diez años regidos por lo que el presidente ecuatoriano Rafael Correa denominó la larga noche del neoliberalismo dejan un continente exhausto y subsumido tanto en materia económica como cultural.

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Una brevísima caracterización del estado actual de nuestras cinematografías nacionales puede transitar por dos niveles. El primero, de tipo estructural, nos remite al análisis de fuentes cuantitativas, las cuales nos darán una perspectiva general de las producciones nacionales, y los mercados que influyen sobre estas industrias. El segundo nivel, superestructural, nos permitirá sistematizar ciertas claves ideológicas que manejan realizadores, productores y críticos vinculados al mundo del séptimo arte en América Latina. Ambos caminos nos describen la encrucijada en la que actualmente se encuentra nuestro cine: la senda del mercado, o su refundación como movimiento crítico y alternativo al orden hegemónico. Por último intentaremos identificar algunos de los principales retos que enfrentaría la refundación del nuevo cine, tarea medular para unas cinematografías que de no unirse, están condenadas al fracaso. Cinco siglos de subdesarrollo y diez años regidos por lo que el presidente ecuatoriano Rafael Correa denominó "la larga noche del neoliberalismo" dejan un continente exhausto y subsumido tanto en materia económica como cultural. Las estadísticas que presenta la UNESCO en su Informe sobre la cultura (2000) demuestran lo evidente: en materia de cine, el dominio foráneo en la región es apabullante. Según la fuente citada, Argentina es el país de América Latina que menos largometrajes importa. Sin embargo, entre 1994 y 1998, el 85% de las películas distribuidas dentro del territorio nacional fueron extranjeras. En este mismo período, Chile importó el 98%, México el 97, Perú el 99, y Ecuador y Colombia el 100%. El neoliberalismo incrementó de manera acelerada nuestra situación de dependencia. El antropólogo y filólogo Néstor García Canclini afirma que "la apertura de mercados y su desregulación no ha favorecido a la difusión de los bienes audiovisuales, ni diversifica las ofertas de cine, televisión o video como para ofrecer una visión más compleja y heterogénea del mundo" (Canclini, 2005). Como resultado de estas polí-

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Por otra parte existe una relación directa entre el desarrollo de la producción fílmica y los mercados. Los principales productores -Brasil, México y Argentina- monopolizan el mayor número de cinéfilos. Estas tres naciones "representan el 74% de los espectadores globales de la región, junto con el 75% de las salas y 83% de las recaudaciones" (Getino, 1998: 50 cit. pot Sánchez Ruiz, 2007). En general, "el consumo de cine en Latinoamérica sigue siendo un mercado dominado por Hollywood" (Sánchez Ruiz, 2005).

En general, el consumo de cine en Latinoamérica sigue siendo un mercado

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La industria audiovisual estadounidense ocupa el primer lugar en cuanto a ingresos provenientes de su exportación, con más de 60 mil millones de dólares al año. La mayor parte de las investigaciones estudian el cine de la región a partir de datos numéricos relacionados con la creación/consumo de productos audiovisuales. En cuanto a la teoría, el debate gira en torno a dos paradigmas establecidos. Por una parte, los defensores de la ideología neoliberal aplicada al mundo del séptimo arte, defienden un cine competitivo, abierto al mercado y a la larga succionado por una cultura global regida por los más fuertes. Por otro lado, sigue vigente la tendencia a luchar por leyes protectoras de las industrias y los mercados nacionales frente a la competencia extranjera. Sin embargo, tanto una como otra demuestran la hegemonía de un patrón de referencia mercantilista para abordar el fenómeno de la producción cultural. En la mayor parte de los casos se trata de una batalla en el terreno económico, lo que impide que la polémica trascienda las fronteras del capitalismo y empecemos a pensar en una

producción cinematográfica-ideológica que tenga como objetivo la superación del sistema. En el artículo anteriormente citado, Canclini abogaba por una "ecología cultural del desarrollo, donde el patrimonio histórico, las artes, los medios audiovisuales y los recursos informáticos sean parte de la continuidad identitaria, recursos para la participación ciudadana, el ejercicio de las diferencias y los derechos de expresión y comunicación" (Canclini, 2005). En este sentido el teórico mexicano Carlos Antonio Aguirre Rojas afirmaba que ante la globalización de la modernidad "se impone la reflexión sobre cómo habremos de construir las verdaderas condiciones del diálogo multicultural e intercivilizatorio que reclaman cada vez con más fuerza, la mayoría de los pueblos y sociedades del planeta" (Aguirre Rojas, 2003: 29). En fin, se trata ante todo de revertir el paradigma de la creación artística a la hora de pensar una sociedad que pretenda ir más allá del área de influencia del capitalismo. Vuelven los hornos: La historia del audiovisual recoge en la década del sesenta el nacimiento del Nuevo Cine Latinoamericano, un joven movimiento que reacciona contra los cánones establecidos, tanto en política, como en modos de hacer arte. En un principio fue el cuestionamiento al orden hegemónico, después vino la acción, la búsqueda de alternativas viables. El nuevo cine acompañó a las guerrillas latinoamericanas en sus gestas de libertad, y con infinita voluntad transformadora dotó de imágenes a un continente históricamente de espaldas a sí mismo. El cine de Glauber Rocha, de Sanjinés, de Pinos Solanas, de Lombardi, de Aristaraín, de Humberto Solás y Tomás Gutiérrez Alea, por citar algunos autores, constituyó un rompimiento no sólo en la estética, sino también en las maneras de hacer política, de cuestionar, indagar y proponer. El nuevo cine de los sesenta constituyó el primer gran triunfo de la creación alternativa en el campo audiovisual del área. Cuatro décadas después, la rueda de la historia recrea condiciones políticas similares. Signos alentadores en el horizonte político de la

4.La dominación carismática imperial. Nuestro cine ha de enfrentarse a lo que Max Weber nombra "dominación carismática del capitalismo", es decir, la "hegemonía en materia cultural e ideológica de los Estados Unidos" (Ramonet, 2002: 15). Nuestros audiovisuales deben contar con medios propios de comunicación -Telesur es un buen paso en este sentido-, llevando la lucha al campo de lo simbólico, de la cultura, planteando una estrategia centrada en la difusión de valores propios. 5.El respecto a las diferencias estructurales de las naciones que componen el área: es necesario potenciar el trato preferencial a los países menos desarrollados de la región. En este sentido, podemos extrapolar al cine aquella afirmación de Charles Fourier, la cual propone que una sociedad es siempre tan avanzada como el menos desarrollado de sus miembros. Son muchas también las fortalezas con las que cuenta este continente para la refundación de su cine. En primer lugar, el estado de necesidad impulsado por las características del momento histórico, que exige a gritos un cine liberador, que transforme e impulse, que piense y cuestione. Por otro lado, la democratización

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2.El economicismo: Toda fundación real ha de romper con los patrones económicos propios de la corriente neoliberal, que subordina el desarrollo cultural a las lógicas del mercado. En la mayoría de los casos, cuando se potencia un cine latinoamericano, este ha sido sinónimo

3.No se puede perder de vista la heterogeneidad propia existe en la producción cinematográfica actual. Por una parte esto constituye un rasgo positivo, teniendo en cuenta el potencial creativo desplegado por los realizadores. Por otra, puede detentar contra la unidad y la organización del movimiento, así como la dispersión de sus objetivos.

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1.Las industrias culturales nacionales dependientes del capital transnacional: Cualquier esfuerzo integrador en el área debe alejarse de las grandes fortunas vinculadas a los intereses foráneos. Con respecto a este tema, Robert Reich, secretario norteamericano de Trabajo durante el gobierno de Clinton, explica en su libro The Work of Nations (1991) que "la mundialización económica promovida con tanto éxito por las instituciones de Bretton Woods llevó a las clases más ricas a separar su interés del de la nación y, por eso mismo, a no sentirse interesados por sus vecinos menos favorecidos ni obligados en forma alguna hacia ellos. La ínfima minoría de los muy ricos ha formado una alianza apátrida en virtud de la cual el interés general se confunde con los intereses financieros de sus miembros" (Reich cit. por Teitelbaum, 2006).

de comercio intralatinoamericano y sus avances se han medido teniendo en cuenta el crecimiento del comercio intrarregional. Semejante cosmovisión resulta desfavorable en la práctica. De basarse la integración únicamente en el comercio, se validarían las diferencias estructurales entre las naciones del bloque, es decir, los países con mayores producciones serían los únicos beneficiarios de semejantes acuerdos, aumentando así la desigualdad, antítesis de la integración.

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región nos hacen pensar en un nueva oleada transformadora, similar en muchos aspectos a la que avivó, hace ya casi cincuenta años, la revolución cubana. En América Latina el fracaso estrepitoso de la praxis neoliberal ha desencadenado un resurgir de movimientos populares, que cuestionan la viabilidad de la modernidad capitalista como proyecto social: Crisis de gobernabilidad, crisis económica, deslegitimación del discurso capitalista. El cine de nuestro continente, que para ser cine continental ha de primero lograr la unidad, se encuentra ahora en la alternativa de refundarse como proyecto impulsor de un caos que cree nuevos órdenes; o desaparecer lentamente, si es que pretende seguir jugando las reglas que impone el mercado universal. La refundación del nuevo cine latinoamericano, heredero legítimo del movimiento popular anticapitalista de los años sesenta, ha de enfrentar sin dudas un conjunto de retos, entre los cuales podemos mencionar los siguientes:

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de las tecnologías. El uso de soportes digitales para la filmación y edición representan un abaratamiento considerable de los costos de producción, lo que permite que cada vez más ciudadanos puedan hacer cine y que este sea a su vez cada vez más independiente. La existencia de instituciones como la Fundación del Nuevo Cine y el Festival que cada año se convoca en La Habana constituyen espacios de convergencia para la búsqueda de nuevos espacios y la toma de decisiones en este sentido. Además, América Latina cuenta con

Fuentes bibliográficas: Aguirre Rojas, Carlos Antonio: Para comprender el mundo actual, una gramática de larga duración, Centro de investigación y desarrollo de la cultura cubana Juan Marinello, La Habana, Cuba, 2003. García Canclini, Néstor cit. por Ulloa, José Luis. Achican la memoria de América latina. Gaceta universitaria, Pasaje cultural, junio 2005. Sánchez R., Enrique E. Actualidad del Informe MacBride, a 25 años de su publicación. En Anuario Ininco / Investigaciones de la Comunicación, 1 (17), 2005.

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En este tiempo de rebelión continental nuestro cine debe crear sus propios mecanismos productivos y también, sobre todo, ha de pensar nuestra sociedad y nuestra historia.

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una sólida memoria histórica, reflejada en un audiovisual que cada vez más mira y denuncia el pasado, buscando claves para construir su futuro. En este tiempo de rebelión continental nuestro cine debe crear sus propios mecanismos productivos y también, sobre todo, ha de pensar nuestra sociedad y nuestra historia, proponiendo y no imponiendo soluciones, criticando, desmontando estructuras, promoviendo una cultura generalizada del debate. El cine, como la cultura toda, ha de ayudar a la construcción de una sociedad más justa y equitativa para nuestros pueblos.

___. Industrias culturales, diversidad y pluralismo en América Latina. Global Media Journal, versión en español. Volumen 4, Número 7, 2007. Ramonet, Ignacio. Propagandas silenciosas, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2002. UNESCO, Informe sobre la cultura (2000). Ediciones CINDOC, 2000.

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