Ciervos y caballos en el arte rupestre atlántico: una interpretación etnoarqueológica.

July 3, 2017 | Autor: M. Santos Estévez | Categoría: Archaeology, Galician Studies, Rock Art (Archaeology), Iron Age, Etnography
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Descripción

37 XIX International Rock Art Conference IFRAO 2015 Symbols in the Landscape: Rock Art and its Context

Editores: Hipólito Collado Giraldo José Julio García Arranz

ARKEOS

INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE

CÁCERES (EXTREMADURA, SPAIN)

Symbols in the Landscape: Rock Art and its Context Proceedings of the XIX International Rock Art Conference IFRAO 2015 (Cáceres, Spain, 31 August - 4 September 2015)

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Ciervos y Caballos en el Arte Rupestre Atlántico: una Interpretación Etnoarqueológica MANUEL SANTOS-ESTÉVEZ

RESUMEN: El objetivo de este artículo es mostrar como el análisis estructural de la iconografía y del paisaje posibilita una aproximación al significado de algunos grabados rupestres. Se analiza la distribución en varias zonas con escenas de caza dentro del Arte Rupestre Atlántico. De este modo, se han detectado algunas constantes formales en la distribución geográfica, en el paisaje y en el diseño de los paneles. La presencia de estructuras formales similares en diversos sitios ocupados en la Protohistoria por comunidades del mismo grupo étnico, puede ser explicada por la existencia de un mismo ritual que tendría lugar en el entorno de dichos sitios rupestres. Este ritual pudo haber sido similar a los actuales curros, una vieja tradición relacionada con caballos salvajes. No es posible asegurar que los curros tengan un origen protohistórico, pero podemos utilizar el estudio de esta tradición para entender, al menos a nivel funcional, que está representado en los paneles con cudrúpedos en el Arte Rupestre Atlántico. PALABRAS CLAVE: Arte Rupestre Atlántico, Edad del Hierro, caballos, ciervos, “curros”. ABSTRACT: The aim of this paper is to show how the structural analysis of the iconography and of the landscape making possible an approach to the meaning of some rock engravings. The distribution of several zones with hunting scenes in Atlantic rock art will be analysed. In this way, some formal constants have been detected in geographical distribution, in the landscape and in design of panels. The presence of similar formal structures on several sites occupied in Protohistory by communities of the same ethnic group, can be explained by the existence of a ritual developed in these rock art sites. This ritual could be similar to actual curros, an old tradition related to wild horses. We don´t know if curros are the survival of a so ancient tradition, but we may use the study of that tradition to understand, at least at a functional level, what is being represented on the panels with quadrupeds in the Atlantic Rock Art. KEYWORDS: Atlantic rock art, Iron Age, horses, deers, curros. | ARKEOS 37 | 2613 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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En diversas partes del mundo, a lo largo del ciclo anual, se llevan a cabo fiestas tradicionales de alto contenido social y simbólico cuyos orígenes pueden rastrearse, en algunos casos, miles de años atrás. Obviamente, este tipo de actividades han experimentado transformaciones de mayor o menor importancia a lo largo del tiempo, por lo que, lejos de ser reliquias fosilizadas, han conseguido adaptarse a sucesivos cambios sociales y, de este modo, sobrevivir a lo largo de la historia. Muchas de estas tradiciones tienen a menudo forma de fiestas populares de carácter profano, como el Carnaval, en otras ocasiones son parcialmente cristianizadas, como San Juan o la Navidad. Una serie de fiestas tradicionales con una especial raigambre en Galicia son las conocidas como Rapa das Bestas o Curros. El primer nombre hace alusión a la costumbre de cortar el pelo a las bestas o caballos semisalvajes y el segundo alude a los cercados en los que se lleva a cabo dicha actividad. De forma muy sumaria, esta tradición consiste en conducir una manada de caballos hasta un lugar cercado en el que son desparasitados, marcados por sus propietarios y cortadas las crines. En torno a este acontecimiento anual se celebran fiestas de carácter profano y lúdico (Iglesias Fernández 1974, Lista et al. 2004, Pose Nieto 2003). Con la información arqueológica y textual de la que disponemos en la actualidad, no es posible concretar el origen histórico de esta costumbre. Este mismo problema lo encontramos en muchas otras tradiciones que, por ser fiestas populares, no suelen dejar testimonio en documentos escritos. Concretamente, los documentos más antiguos que hacen alusión a la Rapa das Bestas datan del siglo dieciocho (Cabada Castro 1992). Por otra parte, por su carácter escasamente material, los curros no dejan mucha información en el registro arqueológico, sin embargo, como veremos en este trabajo, las evidencias arqueológicas podrían ser mayores de lo que en principio cabría esperar. Uno de los objetivos de este artículo es defender el valor de la información etnográfica para interpretar el contenido de algunos paneles rupestres desde una óptica de la Arqueología del Paisaje. En este sentido, contamos con precedentes en los que, el estudio de antiguas tradiciones que han pervivido hasta épocas relativamente recientes, han ayudado a comprender distintos aspectos del registro arqueológico rupestre, tal y como sería el caso de algunos grabados podomorfos en el noroeste de Iberia (García Quintela y Santos Estévez 2000). Un segundo objetivo es tratar, a través de la arqueología, de aportar luz sobre el posible origen de la tradición de los denominados curros. En resumen, es un ejemplo de cómo la etnografía y la arqueología pueden funcionar como disciplinas complementarias y recíprocamente útiles.

La Cronología de las Escenas con cudrúpedos en el Arte Rupestre Atlántico La principal fuente de información en la que podemos encontrar algún indicio de prácticas relacionadas con el manejo de grandes cuadrúpedos, y que pudieran guardar cierta similitud con los curros actuales, la tenemos en el Arte Rupestre Atlántico, cuya cronología podría situarse entre el cuarto y el primer milenio a.C., aunque, a lo largo de tan dilatada cronología, esta | ARKEOS 37 | 2614 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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tradición rupestre ha experimentado transformaciones tanto iconográficas como estilísticas. En relación a las escenas con ciervos y caballos ya han sido publicados, con anterioridad, varios artículos que tratan en detalle la cronología de dichos motivos (Santos Estévez 2005, 2008:85-101). Por lo tanto, no vamos a entrar en detalles sobre la metodología aplicada para definir su marco cronológico, aunque, en todo caso, será necesario exponer los resultados relacionados con dicho tema para proporcionar un adecuado marco temporal a las escenas de cuadrúpedos del Arte Rupestre Atlántico. Para la datación de estas escenas disponemos de dos fuentes de información: los estudios sobre la cronología de la práctica de la equitación y las excavaciones arqueológicas en petroglifos. Las escenas de monta a caballo suelen formar parte con frecuencia de las escenas de caza de ciervos en el Arte Rupestre Atlántico, en las que ambos cuadrúpedos presentan una unidad estilística y una coherencia compositiva evidente; por lo que la datación de la práctica de la equitación puede ayudar a situar cronológicamente las composiciones de temática cinegética. Aunque la domesticación del caballo pudiera remontarse al IV milenio en las estepas euroasiáticas (Outram et al. 2009), no es hasta comienzos del segundo milenio a. C. cuando aparecen en Oriente Medio los primeros posibles indicios sobre la existencia de la monta de caballos, aunque esta última sea una posibilidad un tanto imprecisa. No es hasta el siglo noveno a. C. cuando aparecen, en la cultura Asiria, las primeras pruebas sobre la práctica de la monta del caballo y, por lo tanto, del uso de esta técnica en la guerra y el transporte, ya que es en este siglo, cuando la técnica de montar a caballo se desarrolla suficientemente como para permitir cierta velocidad y el uso de las riendas y las armas de forma simultánea (Drews 2004). Precisamente con riendas y armas es como aparecen representados los jinetes en los petroglifos atlánticos (Fig. 1). Sobre la cronología de la monta son de la misma opinión Anthony y Brown (2007) así como Gambari (2001) o Guilaine y Zammit (2002:231) que sostienen que la equitación no se habría documentado antes del primer milenio a. C. Es a partir de este momento cronológico cuando la práctica de la monta pasa a Europa, por lo que cabría esperar que esta técnica no hubiese sido introducida en la parte más occidental del continente europeo hasta el primer milenio a. C., lo cual es perfectamente coherente con la ausencia de representaciones de monta a caballo antes de esa fecha.

FIG. 1. Escenas de monta a caballo en el Arte Atlántico. Los jinetes usan riendas y armas.

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Del mismo modo, en el arte rupestre europeo, no se encuentran documentadas las escenas de monta antes de la Edad del Hierro, tal y como ocurre en los países escandinavos, Valcamonica o en varios puntos de la Península Ibérica (Royo Guillén 2005). En este sentido, es particularmente revelador el artículo de Fábregas Valcarce et al. (2011:41-6), en donde, a pesar de los esfuerzos de los autores, no consiguen encontrar documentación que pruebe la existencia de la monta a caballo antes del primer milenio a. C. La ausencia de evidencias sobre la existencia de la monta a caballo es especialmente relevante en documentos como la Ilíada, donde el caballo es un animal de guerra muy presente, pero solamente es utilizado como animal de tiro, nunca de monta. También llama la atención que en el siglo trece a. C. la caballería todavía no sea utilizada por los egipcios ni por los hititas en batallas como la de Qadesh en el siglo trece a. C.; de hecho, en la rica iconografía egipcia no se documentan representaciones de equitación antes del primer milenio a. C. Este mismo hecho sería aplicable a diversas culturas con abundante documentación escrita e iconográfica tales como la sumeria o la babilonia. Sin embargo, a partir de la Edad del Hierro, el número de representaciones de jinetes pasa de la total ausencia a una profusa presencia en el arte de este período. Esta explosión de representaciones de hombres a caballo parece estar reflejando el impacto social que debió generar la introducción de la monta en la primera mitad del primer milenio a. C., cuando asistimos a una profusión extraordinaria de este motivo en pinturas y grabados rupestres, esculturas, joyería, etc. (Fig. 2). Si en el Bronce Final es el carro uno de los elementos que marcan el estatus social del guerrero, tal y como aparecen por ejemplo, en las estelas de guerreo del sudoeste ibérico; a partir de los inicios de la Edad del Hierro parece ser la monta a caballo lo que pudo funcionar como distintivo de las élites sociales (Tirador García 2011). Posiblemente relacionado con esta circunstancia esté la implementación generalizada de fosos y piedras hincadas como parte del sistema defensivo en los asentamientos del noroeste ibérico, estrategias especialmente efectivas contra la caballería y no tanto contra la infantería.

FIG. 2. La monta del caballo en el arte rupestre europeo de la Edad del Hierro. Izquierda Naquane (Valcamonica) según Marchi (1997). Derecha: jinetes en Litsleby (Bohuslan).

Otra fuente cronológica son las excavaciones. La cronología tardía para las representaciones de la caza del ciervo en el Arte Atlántico viene corroborada por los resultados de las excavaciones realizadas en el petroglifo Os Carballos (Campo Lameiro) con una impresionante escena de caza de ciervos. Este petroglifo fue fechado entre los siglos octavo y cuarto | ARKEOS 37 | 2616 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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a. C. (Santos 2005, 2013), es decir, la primera Edad del Hierro, por lo que tendría una coherencia perfecta con los datos anteriormente expuestos para la cronología de la equitación. La contemporaneidad de ciervos y caballos en el Arte Atlántico parece demostrada tal y como ya se ha explicado. Por lo tanto, debemos concluir que la cronología más probable para las escenas de caza y acoso de manadas de ciervos sería la Edad del Hierro y más concretamente entre los siglos octavo y cuarto a. C., es decir, serían contemporáneos de las escenas de caza de ciervo y monta a caballo de otras regiones rupestres tales como Valcamónica o Escandinavia meridional.

El Paisaje y la Iconografía del Ciervo y el Caballo La caza de grandes cuadrúpedos en muchas sociedades tradicionales era interpretada, más que como una fuente para la obtención de recursos, como la más noble y apropiada actividad para el desarrollo de los valores heroicos, tal y como es expresado por Platón (Leyes VII 824a, trad. Pabón/Fdez. Galiano). Estas ideas las encontramos también en autores distantes en el tiempo como Jenofonte u Opiano en sus respectivos tratados sobre la caza de los siglos cuarto a. C y tercero d. C (Schnapp 1997). O en textos irlandeses de principios de la Edad Media, cuyo contenido parece estar relacionado con tradiciones orales anteriores a su puesta por escrito en el siglo cuarto d. C., refieren con frecuencia la caza del ciervo (Sterckx 2006); y en algunos casos también como prueba iniciática y de destreza, esta vez asociada con el acceso a la soberanía. En muchas sociedades premodernas y especialmente en sociedades donde la guerra juega un papel destacado desde un punto de vista social y simbólico, la caza se entiende como un proceso de aprendizaje y preparación para la guerra. Así, el futuro guerrero concibe la caza como una emulación del combate en el que persigue la acumulación de prestigio social. Asimismo, esta misma actividad puede funcionar como un rito de paso para la integración de nuevos guerreros, o simplemente como un rito de paso entre la niñez y la edad adulta. Sobre el tema de la caza en los petroglifos atlánticos, se han llevado a cabo trabajos que han definido una determinada estructura del paisaje y de la iconografía de los paneles con este tipo de escenas. En Santos (2008:85101) se describían dos conjuntos rupestres con representaciones de cuadrúpedos que seguían una misma distribución en el paisaje. Estos conjuntos eran los de Tourón (Ponte Caldelas) y el de Caneda/Fentáns (Campo Lameiro-Cotobade). Estos dos conjuntos se estructuraban en un sistema organizado en torno a dos cubetas próximas entre sí y con brañas o pastos naturales en su fondo; una de las cubetas se situada a una altitud superior; ambas cubetas estaban separadas por una distancia no superior a 3 km. En torno a las cubetas se disponían numerosos petroglifos con ciervos y escenas de monta, entre otros motivos (Fig. 3). En las cubetas superiores de ambas zonas: en los paneles de Nabal do Martiño (Tourón) y Chan da Lagoa (Campo Lameiro) vemos como una o varias figuras humanas a pie o a caballo irrumpen en medio de una manada de ciervos, lo cual parece provocar cierto desorden en el grupo de animales, tal y como se observa en Nabal do Martiño. En Chan da Lagoa, los | ARKEOS 37 | 2617 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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FIG. 3. Cubetas de Chan da Lagoa y Chan da Balboa. Las estrellas de mayor tamaño indican los principales petroglifos en torno a las brañas. La línea discontinua, la vía de tránsito entre ambas cubetas.

ciervos parecen estar siendo reagrupados o conducidos por jinetes que se sitúan en los márgenes de la composición. En este último sitio, un numeroso grupo de petroglifos aparecen en torno a una braña donde, con frecuencia, es posible observar en la actualidad grupos de caballos semisalvajes pastando en el fondo de la cubeta (Fig. 4). Por otro lado, en las cubetas inferiores, volvemos a encontrar sendos conjuntos de grabados dispuestos también en torno a brañas, aunque en este caso, la iconografía varía significativamente. Los jinetes dejan de formar parte de las escenas principales. A este respecto es significativo el panel de Pedra das Ferraduras, donde un grupo de humanos a pie acosan a una manada de ciervos. También una figura humana a pie se hace presente en el petroglifo de Laxe das Cruces en la cubeta inferior de Tourón (Fig. 5). Así mismo, en el espacio existente entre las cubetas superior e inferior, se observan otros petroglifos de menor entidad claramente asociados a la línea de tránsito que une ambas cubetas. Dicho tránsito se define por corredores naturales que discurren encajados entre colinas y laderas que facilita| ARKEOS 37 | 2618 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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FIG. 4. Nabal do Martiño y Chan da Lagoa, petroglifos de las cubetas superiores.

FIG. 5. Pedra das Ferraduras y Laxe das Cruces petroglifos de las cubetas inferiores con un gran ciervo.

rían una eventual conducción de cuadrúpedos y de este modo evitarían que éstos se dispersasen (Fig. 6). Aunque el significado original de estos petroglifos se nos escapa, quizás sea posible aproximarnos en parte a su sentido, o bien a alguna de las razones por las que pudieron haber sido realizados. Así, podríamos plantear, como hipótesis de partida, que parte de las estaciones rupestres más complejas estarían representando actividades que habrían tenido lugar en su entorno. En definitiva, una de las funciones de las estaciones rupestres de Tourón y Caneda-Fentáns, sería la de marcar y significar zonas donde tendrían lugar eventos sociales que involucrarían a guerreros y cazadores. El entorno natural en el que se encuentran los petroglifos son lugares apropiados precisamente para la caza y el pastoreo, por lo que pudiera plantearse una posible relación entre el contenido de los paneles y las actividades que pudieron tener lugar en su entorno. Esta relación parece expresarse en la circunstancia de que el mayor número de cuadrúpedos grabados se concentran en torno a las cubetas, y en que en las lugares de paso que comunican | ARKEOS 37 | 2619 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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FIG. 6. Zona de concentración de petroglifos de Chan da Balboa. Cubeta con pastos naturales cercados por colinas con un relieve que facilita la reunión de cuadrúpedos.

dichas cubetas la disposición de los animales se corresponde con el sentido de desplazamiento. En otras palabras, en las zonas llanas y en las cubetas, donde en principio se desarrollarían actividades de mayor intensidad es donde se concentra el mayor número de grabados y donde se encuentran las composiciones más complejas, mientras que en las zonas de paso la complejidad de los paneles es menor. En el resto de la zona, lejos de las cubetas, las representaciones de cuadrúpedos son casi inexistentes. Otra circunstancia que apoya la idea de la vinculación entre entorno e iconografía es la disociación entre el espacio rupestre y el doméstico. La ausencia de escenas domésticas tales como cabañas, escenas de cultivo, etc., es coherente con el emplazamiento de este arte, que se sitúa alejado de los asentamientos domésticos, generalmente en zonas inadecuadas para el cultivo. Se trata, en general, de suelos muy erosionados y pedregosos intercalados con pequeñas extensiones de pastos de monte conocidas con el término de brañas. Esta disociación entre lo rupestre y lo doméstico se ha visto reafirmado con los resultados de los estudios interdisciplinares llevados a cabo en Campo Lameiro (VV.AA. 2013). Los conjuntos rupestres mencionados no son un caso único. En el término municipal de Rianxo, en las Rías Baixas, fue posible documentar otro ejemplo claro de existencia de esta estructura espacial en la distribución de petroglifos con cuadrúpedos organizados en torno a dos cubetas. La estación de Rianxo no posee la complejidad iconográfica de Tourón o de Caneda/Fentáns, pero presenta una estructura espacial e iconográfica muy semejante. Una de las concentraciones de grabados se sitúa en una pequeña depresión o cubeta inmediata al mar en un lugar conocido como Os Mouchos, y una segunda concentración de gravados en torno a la cubeta de Os Campos situada en una cota superior con respecto a la anterior, tal y como ocurría en los casos anteriores.

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El conjunto de Os Mouchos, está formado por unas 18 piedras con cérvidos, combinaciones circulares y escenas de equitación. Si nos dirigimos hacia la braña de Os Campos, rodeada por más de veinte piedras grabadas, observaremos ciertas diferencias iconográficas con respecto a Os Mouchos. Efectivamente aparece un cuadrúpedo con una gran lanza clavada y los jinetes desaparecen de la escena. Una vez más encontramos dos estaciones rupestres próximas que repiten la misma estructura. Además de la estructura iconográfica el tipo de relieve es muy semejante: dos cubetas a distintas altitudes, separadas por 1,5 km y comunicadas por líneas de tránsito. Una misma estructura del paisaje arqueológico puede estar sugiriendo un mismo funcionamiento del paisaje rupestre. Una de las brañas sería el lugar de captación o agrupamiento de ciervos, los cuales podrían ser conducidos hasta una segunda cubeta donde tendría lugar la caza de un determinado miembro de la manada representado por un gran ciervo. Si comparamos las zonas de Tourón, Caneda/Fentáns y Rianxo podemos definir las seguientes características comunes: 1. Se organizan en torno a dos cubetas con brañas en el fondo. 2. Dichas cubetas se encuentran separadas entre sí por una distancia de entre 1 y 2 km. 3. Las dos cubetas se sitúan a distintas altitudes. 4. Las dos cubetas poseen buena comunicación a través de líneas de tránsito naturales que también pueden tener petroglifos. 5. En los petroglifos de la primera cubeta los animales grabados se disponen desordenados o moviéndose en direcciones divergentes. Aparecen humanos a caballo y a pie con los brazos extendidos. 6. En la segunda cubeta los animales aparecen moviéndose en direcciones convergentes, es decir, hacia el mismo punto. Las figuras humanas aparecen a pie y los ciervos pueden presentar lanzas clavadas. 7. Los petroglifos tiene una visibilidad abierta hacia el sur y cerrada al norte.

Paralelismos entre los Curros y Petroglifos con Cuadrúpedos No disponemos de evidencias que puedan datar en un período concreto de la historia el origen de los Curros o Rapa das Bestas, por lo que tampoco se puede asegurar que exista una relación directa entre dicha tradición y las posibles actividades que se puderon llevar a cabo en el entorno de los petroglifos con ciervos y caballos pero, en todo caso, hay que señalar que son observables significativas semejanzas entre ambos fenómenos. La primera de las semejanzas es la distribución geográfica. Con las únicas excepciones de las comarcas del norte, la gran mayoría de los curros tienen algún grupo de petroglifos cerca (Fig 7), esto es, la gran

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mayoría de las comarcas en las que hay petroglifos con escenas de ciervos y jinetes son comarcas donde se celebran curros en la actualidad. Por otro lado, comarcas donde existen caballos semisalvajes, pero no se celebran curros, los petroglifos con esta iconografía también están ausentes. Zonas de Galicia con amplios vacíos de petroglifos también son zonas con ausencia de curros en la actualidad. Concretamente, solamente 6 curros, de los 26 registrados, están fuera de la zona de petroglifos Atlánticos con cuadrúpedos. FIG. 7. Distribución de los curros en la actualidad y de los petroglifos con escenas con ciervos y/o caballos.

El segundo paralelismo destacable es el relieve y el tipo de paisaje en el que ocurren ambos fenómenos. Petroglifos y curros tienen lugar en espacios serranos. El desarrollo de la fiesta del curro se divide en tres fases. La primera fase, llamada “parada” tiene lugar el día anterior a la fiesta, los | ARKEOS 37 | 2622 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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caballos salvajes son reunidos en una cubeta o braña situada en una zona alta de la sierra. En la segunda fase, llamada “a baixa” los caballos son dirigidos por gente a pie y a caballo hasta una segunda cubeta situada a menor altitud. En la tercera y última fase se reúnen los caballos en un lugar cercado llamado “curro”. Es en este lugar donde tiene lugar la fiesta y donde los caballos son desparasitados, marcados y cortadas las crines. Por ejemplo, en Morgadáns (Gondomar) en el sudoeste de Galicia, se realiza la “parada”, en el lugar llamado San Martiño, situado en las laderas del monte Aloia, después se lleva a cabo la “baixa” hasta el curro en el lugar conocido como Fechaduras situado a 2 km de la “parada” (Fig. 8).

FIG. 8. Escenas del curro de Morgadáns. 1. Inicio del descenso desde la parada. Los hombres con los brazos extendidos y con la ayuda de palos dirigen la manada. 2 La baixa a través de un camino encajado entre laderas y colinas. 3 Llegada al curro.

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Si nos detenemos a observar la estructura del paisaje de la celebración del curro, vemos como guarda un claro paralelismo con la anteriormente descrita para las estaciones complejas con cuadrúpedos, donde identificamos dos cubetas, una a mayor altitud que la otra, separadas por una distancia no superior a 2 km, con un camino entre ambas que pueden presentar también algunos grabados (Fig. 9).

FIG. 9. Arriba, zona de Chan da Lagoa-Chan da Balboa, lo sombreado en rojo son las cubetas, la línea es la vía de tránsito entre cubetas y los puntos amarillos los petroglifos con cuadrúpedos. Abajo, el curro de Morgadáns con la cubeta superior o parada, el recorrido de la manada y el curro en la cubeta inferior.

La tercera coincidencia entre curros y petroglifos está relacionada con la iconografía. Hay que señalar que las escenas presentes en los paneles de los petroglifos, no se corresponden con el comportamiento natural de los ciervos. En primer lugar se observan numerosos ciervos macho compartiendo el mismo espacio con las hembras, cuando lo natural es que en cada manada solamente se encuentre un sólo macho y un amplio número de hembras, esto lleva a pensar que, muy posiblemente, los grupos de animales representados sean concentraciones provocadas por acorralamiento de forma intencional, de hecho, la presencia de humanos a pie y a caballo no es infrecuente en este tipo de escenas rupestres. Concretamente, las composiciones de los paneles recuerdan a las que podemos contemplar en el desarrollo de un curro, por ejemplo en Laxe das Cruces (Tourón), en la parte inferior del panel se observa un humano que | ARKEOS 37 | 2624 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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parece tener atado con un lazo a un pequeño ciervo, una figura semejante aparece en esta misma estación en Coto das Sombriñas. En Nabal do Martiño, también en Tourón, una figura humana con los brazos extendidos presenta unha postura que con frecuencia adoptan las persoas que conducen la manada en los curros durante la “baixa” (Fig. 10). Hay que destacar que, en la mayoría de los paneles, las figuras humanas a pie suelen estar en la parte baja de la composición, mientras que los jinetes suelen estar en las zonas altas de las composiciones. Es curioso constatar como esta misma disposición es observada en los curros durante la “baixa”, los mozos que van a pie están muy próximos a los caballos y extendiendo los brazos y con la ayuda de palos van conduciendo a la manada; cuando un caballo se escapa, los jinetes, que se disponen por zonas algo más alejadas y elevadas, son los encargados de rescatar a los animales y devolverlos al grupo. Tradicionalmente, la “baixa” era realizada exclusivamente por hombres de forma que, para los más jóvenes, servía también como rito de iniciación e integración en el mundo de los adultos. Por otra parte, no era una celebración exenta de cierto caracter sacral, en este sentido, los caballos dirigentes de las manadas, tal y como se documenta en Sabucedo (A Estrada), gozan de una especial protección por parte del santo, San Lourenzo, y son considerados en cierto modo sagrados (Cabada Castro, 1992:177-178). Mientras las yeguas tienen un dueño concreto, los machos son propiedad de San Lourenzo. En definitiva, podríamos considerar en las zonas de concentración de arte rupestre con escenas de ciervos y caballos, podrían haber tenido lugar actividades relacionadas con algo más que una mera caza de ciervos. Si seguimos el proceso de desarrollo de un curro en la actualidad y lo comparamos con la estructura de los conjuntos de grabados rupestres, podríamos plantear la posibilidad de que ambos fenómenos estuviesen relacionados con acontecimientos semejantes. En ambos casos, serían agrupados cuadrúpedos en una cubeta y, valiéndose de jinetes, los conducirían hasta una segunda cubeta, donde, en el caso de los petroglifos, se mataría un gran ciervo macho y en el caso de los curros se cortaría las crines a los caballos.

De Ciervos a Caballos Ahora bien, es evidente que, la principal diferencia entre los petroglifos descritos hasta el momento y los curros son los animales que protagonizan las escenas. Mientras en los petroglifos son predominantes los ciervos, en los curros son exclusivamente caballos. A este respecto hay que señalar que, dentro del Arte Rupestre Atlántico existen algunas excepciones. Podemos destacar la existencia de tres grandes composiciones donde los caballos sustituyen a los ciervos como protagonistas. Estos 3 paneles se sitúan en la costa sudoeste de Galicia y en la noroeste de Portugal. Se trata de los paneles de Outeiro dos Lameiros (Baiona), Pedra do Cazador (Oia) y Montedor (Viana do Castelo). En los tres casos están representadas escenas muy semejantes a las de un curro tal y como se desarrolla en la actualidad. El petroglifo de Outeiro dos Lameiros (Fig. 11), presenta un gran número de caballos que corren hacia a | ARKEOS 37 | 2625 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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FIG. 10. Estructura del paisaje del curro y de los petroglifos.

la derecha, la manada parece estar liderada por un jinete situado a la derecha de la composición; en esta escena también observamos un trisquel de seis brazos o hexasquel, varias figuras circulares de difícil interpretación y un escaleriforme. Esta última figura quizais podría ser interpretada como una valla, elemento siempre presente en los curros. En definitiva, la escena tiene presentes los elementos definitorios de un curro: una manada de caballos, jinetes que conducen a los animales y un vallado donde se retiene al grupo de cuadrúpedos.

FIG. 11. Panel de Outeiro dos Lameiros.

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Además de la iconografía, también en el emplazamiento de Outeiro dos Lameiros encontramos significativos paralelismos. Se sitúa en una cubeta perfectamente cerrada por las laderas de las colinas y con dos estrechas salidas hacia el este y oeste. Esta circunstancia lo convierten en un lugar óptimo para el control de manadas de caballos. Seguramente no por casualidad Outeiro dos Lameiros se encuentra en las estribaciones de la sierra de A Groba, donde tienen lugar diversos curros en la actualidad. ¿Cabría entonces plantear que en los inicios de la Edad del Hierro tenían lugar en el noroeste ibérico ciertas actividades similares a los curros que en unas comarcas tenían como protagonista al caballo y en otras al ciervo? ¿Qué relación existe entonces entre ambos cuadrúpedos que posibilita la sustitución de uno por el otro? Sobre la relación entre ciervos y caballos en las culturas indoeuropeas de la prehistoria tardía, existen diversos trabajos al respeto. Dichos estudios sostienen que pudo haberse producido una sustitución del ciervo por el caballo como símbolo en la iconografía de la Edad del Hierro en Europa Occidental en torno a la segunda mitad del I milenio a. C. Lorrio y Sánchez (2007) defienden esta posibilidad en el mundo celtibérico. En este mismo sentido Fredell (2010:64-65) observa también recurrentes sustituciones a lo largo de Europa Occidental del caballo por el ciervo y viceversa. Puede ser ilustrativo para el caso del Arte Atlántico la documentación de una posible representación de un caballo decorado con la cornamenta de un ciervo (Santos 2008:72) y que guarda estrechas semejanzas con el “cervallo” encontrado en la tumba de Pazyryk en Kazajstan datado en el siglo quinto a. C. (Deonna 1957; Lebedynsky 2001:199-200). Quizás una estrecha relación semántica entre ciervos y caballos no solo facilitó la sustitución de unos por otros en la iconografía, sino que también en algunas actividades rituales en las que estos cuadrúpedos jugaron un papel importante.

Conclusión A lo largo de este artículo se ha tratado de definir la relación existente entre los petroglifos atlánticos con ciervos y caballos de estilo Atlántico y la tradición gallega denominada Curros o Rapa das Bestas. Dicha relación se observa en tres niveles: distribución territorial, estructura del paisaje e iconografía. No existen datos suficientes que puedan demostrar una conexión directa entre ambos fenómenos. No es posible asegurar que los actuales curros sean una pervivencia de celebraciones que tuvieron lugar en la temprana Edad del Hierro, pero los paralelismo que se han señalado invitan a no descartar esta posibildad. En cualquier caso, la principal razón de este trabajo ha sido la de poner en relieve la importancia de la etnografía para comprender determinados aspectos arqueológicos e iconográficos. A modo se síntesis, creo que es posible afirmar que, aunque los curros actuales no sean una pervivencia de una tradición protohistórica, los hechos que tendrían lugar en el entorno de algunas sitios rupestres en la primera mitad del primer milenio a. C., pudieron haber sido muy similares a las que en la actualidad podemos observar durante la celebración de los curros. | ARKEOS 37 | 2627 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |

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