Ciencia sin experiencia. Críticas de Feyerabend a la concepción semanticista de la base empírica

June 16, 2017 | Autor: Matías Aimino | Categoría: Filosofía de la Ciencia
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«Ciencia sin experiencia». Críticas de Feyerabend a la concepción semanticista de la base empírica * Matías Aimino Universidad Nacional del Litoral

1. Introducción En la concepción enunciativa de las teorías científicas, se denomina base empírica a la clase de enunciados que describen sucesos observables y que posibilitan la contrastación empírica de una teoría. En términos generales, es posible distinguir dos concepciones de la base empírica: (i) la semanticista sostiene que la significación empírica de estos enunciados es relativamente estable y depende de su vinculación con ciertas entidades extralingüísticas (datos sensoriales, vivencias elementales, cosas); y (ii) la pragmatista rechaza lo anterior y sostiene, en cambio, que la significación empírica de los enunciados observacionales está dada por el uso que se hace de los mismos o por el marco teórico que los contiene. La concepción semanticista de la base empírica es atribuida con frecuencia al empirismo lógico, y dicha atribución es parcialmente correcta, pero no puede hacerse extensiva a todos sus representantes. Dentro de esta corriente filosófica, la concepción pragmatista de la base empírica también tiene sus defensores, que cuestionan en particular la idea bastante difundida de que la experiencia constituye el fundamento firme de nuestro conocimiento. El caso más notable de la tensión entre semanticismo y pragmatismo en el seno del empirismo lógico es el debate sobre el lenguaje protocolar que se desarrolla durante la década de 1930, pero esta tensión signa incluso las críticas globales que, desde diversos frentes, desafían a esta corriente a partir de los años sesenta. En este trabajo indagaremos la concepción semanticista de la base empírica presupuesta en el modelo dual de lenguaje científico propuesto por Carnap, y la contrastaremos con la posición de Feyerabend, que se asienta en la teoría pragmática de la observación y en el principio de proliferación de teorías inconsistentes (pluralismo teórico). Pero antes, nos detendremos brevemente en el debate sobre los enunciados protocolares, por su relevancia para comprender algunos aspectos de las posiciones tratadas. Por último, intentaremos

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Publicado en Alby, J. C., López, D., Yuan, M. S. (eds.) Verdad, lenguaje y acción. Problemas filosóficos en torno al

conocimiento y la sabiduría, Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, 2014, p. 17-25.

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elucidar la provocadora afirmación, hecha por Feyerabend, de que es posible concebir una ciencia sin experiencia, y que esto no es absurdo ni contradictorio. 2. El debate en torno al lenguaje protocolar El empirismo lógico adhiere, en sus inicios, al supuesto de que los objetos del dominio observacional pueden establecerse con independencia de las teorías, y considera que tales objetos son los datos de los sentidos o las vivencias elementales, según se siga en esto una corriente psicológica de corte atomista o gestáltico. Feyerabend (1962) sostiene que este supuesto, cuando se combina con la exigencia de una ontología científica unificada, conduce a dos posibles alternativas: el instrumentalismo, que niega una función descriptiva al lenguaje teórico, o el reduccionismo, que afirma que la significación empírica de las teorías descansa sobre su posibilidad de traducción a enunciados acerca de la experiencia inmediata. Durante la década de 1930, sin embargo, el debate sobre los enunciados protocolares promueve el ascenso de una concepción pragmatista de la base empírica, que debilita el estatus de la experiencia. La posición de Carnap durante el debate es, al mismo tiempo, ambigua y receptiva. En (1932a), Carnap es consistente con una concepción semanticista de la base empírica, puesto que concibe el lenguaje protocolar como un registro de la experiencia inmediada, cuyos enunciados son irrevocables o no revisables, y lo distingue del lenguaje del sistema de la ciencia, que es revisable por definición. De este modo, Carnap presenta el lenguaje protocolar como una base firme y segura que sirve de fundamento a todo conocimiento ulterior, pero suscita el problema del acceso intersubjetivo a los enunciados protocolares. Neurath (1932) y Popper (1935) advierten esta dificultad y rechazan la no revisabilidad de los protocolos, argumentando que no hay un noli me tangere para ningún enunciado de la ciencia. Desde una concepción pragmatista de la base empírica, admiten que los datos sensoriales o la corriente de las vivencias pueden alentar a los científicos a aceptar o rechazar enunciados de protocolo, pero niegan que esto implique que la interpretación empírica del lenguaje protocolar proviene de la experiencia, esto es, de su relación con entidades extralingüísticas. Carnap es altamente receptivo con estas críticas y en (1932b) las interpreta como distintas posibilidades recíprocamente compatibles para estructurar el lenguaje de la ciencia: (i) en la primera forma de lenguaje, debida a Carnap, los enunciados protocolares residen fuera del lenguaje del sistema de la ciencia, tienen una forma lógica arbitraria y requieren de un conjunto de reglas especiales para ser traducidos al lenguaje del sistema; y (ii) en la 2

segunda forma de lenguaje, debida a Neurath y Popper, los enunciados protocolares se hallan dentro del lenguaje del sistema de la ciencia y no necesitan reglas de traducción. Feyerabend (1962) advierte que esta segunda forma de lenguaje no puede hacerse compatible con el instrumentalismo ni con el reduccionismo porque, de lo contrario, ningún enunciado científico tendría significación empírica. Sin embargo, dado que ninguna de estas dos alternativas es rechazada con posterioridad por el empirismo lógico, debe sospecharse un abandono implícito de la concepción pragmatista de la base empírica. 3. El modelo dual de lenguaje científico La primera forma de lenguaje propuesta por Carnap en (1932b) presupone un modelo dual que será refinado progresivamente por el empirismo lógico. Según Shapere, “con el propósito de demostrar cómo los significados de los términos se basaban en la experiencia, se hizo una distinción entre términos teóricos y términos de observación, y una parte fundamental del programa del empirismo lógico consistió en el intento de mostrar cómo la primera clase de términos podía interpretarse sobre la base de la segunda” (Shapere, 1985, p. 63). En (1956), Carnap indica que el modelo dual de lenguaje científico consta de un lenguaje observacional Lo, que designa propiedades y relaciones observables, y de un lenguaje teórico Lt que se conecta al anterior mediante las reglas de correspondencia C. Estas reglas son enunciados mixtos que contienen términos observacionales y términos teóricos, por lo que posibilitan la transferencia de significados desde un lenguaje al otro. En el marco del modelo dual, una teoría científica es concebida como un cálculo no interpretado compuesto por un número finito de axiomas o postulados construidos en el lenguaje teórico. Los científicos gozan de absoluta libertad en la construcción del cálculo, cuyas únicas restricciones son la claridad y la consistencia lógica. Luego, con la introducción de las reglas de correspondencia, la teoría puede adquirir una interpretación empírica y ser utilizada como instrumento de explicación y predicción en ciencia, puesto que es posible derivar conclusiones en el lenguaje observacional, partiendo de premisas dadas también en dicho lenguaje. Según Carnap, “ya que ambas, las premisas y la conclusión, pertenecen a Lo, [...] no puede haber ninguna objeción al uso de las reglas C y de Lt, por lo que toca a la significatividad de los resultados del procedimiento de derivación” (Carnap, 1956, 79). 3

Carnap abandona la pretensión de conferir una interpretación completa al lenguaje teórico y sostiene que es admisible pretender solamente una interpretación indirecta y parcial. Por consiguiente, mientras algunos términos teóricos adquieren significado mediante las reglas de correspondencia, que los relacionan con términos del lenguaje observacional, los términos teóricos restantes tienen solamente una conexión lógica con los primeros mediante los axiomas o postulados de la teoría. Con esto, Carnap pretende haber dado una solución, al menos provisoria, al problema de la interpretación del lenguaje teórico. En cuanto al lenguaje observacional, Carnap asume que es usado por una determinada comunidad lingüística como medio de comunicación y que una interpretación completa de este lenguaje ya está dada. Es evidente que esta caracterización involucra componentes pragmáticos, puesto que supone la elección de un marco lingüístico y de las relaciones semánticas de designación que éste comporta. Sin embargo, se trata de un pragmatismo débil, acotado a las ‘cuestiones externas’ del marco lingüístico considerado (cf. Carnap (1950)). Feyerabend entiende, por lo antedicho, que la caracterización carnapiana del lenguaje observacional corresponde más bien a una teoría semántica de la observación, según la cual no podemos interpretar las observaciones como queramos, sino que “debemos conservar estable la interpretación elegida y convertirla en la medida de significado para todos los términos teóricos” (Feyerabend, 1965, 294). Los componentes pragmáticos del modelo dual de lenguaje no logran disimular el compromiso de Carnap con una concepción semanticista de la base empírica, porque en el modelo dual: (i) el lenguaje teórico no tiene una interpretación independiente, (ii) el significado de los términos del lenguaje observacional se establece con independencia de su conexión con los axiomas o postulados de la teoría, y (iii) las reglas de correspondencia, a pesar de su aparente simetría, conducen el flujo de significados en una sola dirección, del lenguaje observacional al lenguaje teórico. Según Feyerabend, si Carnap mantuviera una concepción pragmatista de la base empírica, tendría que asumir también que: (iv) el significado de un enunciado de observación es independiente de la situación observacional, pero esto impediría cualquier interpretación empírica del sistema de la ciencia. 4. La teoría pragmática de la observación y el pluralismo teórico En contraposición a la concepción semanticista de la base empírica, Feyerabend defiende en (1958), (1962) y (1965) una teoría pragmática de la observación, con la que es posible 4

distinguir entre el carácter observacional de un enunciado, que se vincula con la conducta verbal exhibida por los observadores en una situación dada, y la significación empírica del mismo, que depende en cambio de su contexto teórico. Esta distinción conlleva un alto grado de libertad en la interpretación del lenguaje observacional; según Feyerabend, “el hecho de que un enunciado pertenezca al dominio observacional no influye en su significado, [...] somos libres de interpretar[lo] de la forma que nos plazca” (Feyerabend, 1962, 56). La teoría pragmática de la observación pone así de manifiesto que la situación observacional solamente puede incidir en la aceptación o el rechazo de enunciados, pero que no les confiere una interpretación empírica. Por el contrario, el significado de un enunciado observacional está determinado exclusivamente por la teoría que lo contiene. Desde esta perspectiva, la teoría pragmática no puede asimilarse meramente a la tesis de la carga teórica de la observación, tal como es presentada en las propuestas de Popper, Hanson y otros. Feyerabend sostiene que las observaciones son totalmente teóricas (fully theoretical) o, en otros términos, que lo que denominamos ‘enunciados de observación’ no tiene ningún núcleo propiamente observacional o fáctico. Esta radicalización de la tesis de la carga teórica no es metodológicamente trivial, sino que suscita el problema de la contrastación de teorías aisladas, o problema del monismo teórico, que puede formularse del siguiente modo: si las teorías científicas son omnicomprensivas y determinan la interpretación empírica de la base observacional, entonces la contrastación de teorías aisladas es un proceso autojustificatorio o circular. Consciente del problema, Feyerabend plantea la necesidad de establecer una metodología que sea compatible con la radicalización de la tesis de la carga teórica, pero que preserve la posibilidad de contrastación y de elección de teorías. “Lo que necesitamos es una garantía de que, a pesar del carácter omnicomprensivo de una teoría científica, [...] sigue siendo posible especificar hechos que sean inconsistentes con ella” (Feyerabend, 1962, 40). El pluralismo teórico constituye, para Feyerabend, el único modelo de contrastación que puede ofrecer una solución satisfactoria a este problema metodológico. Este modelo combina el principio de proliferación de teorías mutuamente inconsistentes con la tesis de subdeterminación de la teoría por la evidencia, que introduce la posibilidad de que dichas teorías se consideren factualmente indiscernibles en un mismo dominio observacional D. Por consiguiente, si consideramos dos teorías mutuamente inconsistentes que son indiscernibles en D, debemos suponer también la existencia de un dominio observacional inexplorado, que es exterior a D y que designaremos como D’, en el que ambas teorías difieren ampliamente. 5

La propuesta de Feyerabend sigue, en líneas generales, la metodología popperiana, puesto que sugiere el diseño de experimentos cruciales que posibiliten la contrastación negativa de las teorías al especificar situaciones observacionales capaces de contradecirlas o falsarlas. La función de las teorías alternativas en tales experimentos consiste justamente en proveer los falsadores potenciales, es decir, en indicar los hechos que se encuentran fuera del dominio observacional compartido y que pueden refutar a sus rivales. En consecuencia, el dominio observacional D’, aún inexplorado, es especialmente relevante en el diseño de experimentos cruciales, puesto que proporciona la información empírica adicional requerida para la comparación, y la consecuente elección, entre teorías alternativas. Esta es la razón por la que Feyerabend considera que el pluralismo teórico es la única metodología que permite aumentar el contenido empírico de las teorías científicas. Siguiendo a Popper (1935), entiende que una teoría tiene mayor contenido empírico cuanto mayor es la información que imprime a sus predicciones, es decir, cuanto mayor es la cantidad de hechos observables que son incompatibles con ella. Esto equivale a decir que el contenido empírico de una teoría está compuesto por la clase de sus falsadores potenciales. El pluralismo teórico, entonces, al posibilitar la proliferación de alternativas teóricas inconsistentes,

permite

acrecentar

la

clase

de

los

falsadores

potenciales

y,

consecuentemente, el contenido empírico de las teorías científicas. Por lo tanto, ser un buen empirista no significa, para Feyerabend, poder proporcionar una explicación plausible del modo en que el conocimiento humano se funda en la experiencia; por el contrario, equivale a reconocer la relevancia empírica del pluralismo teórico en la contrastación de teorías científicas. 5. Ciencia sin experiencia La contribución más valiosa de las propuestas de Feyerabend puede cifrarse en el intento por elaborar una filosofía de la ciencia que esté libre de los supuestos semanticistas que caracterizan gran parte de los desarrollos del empirismo lógico. La teoría pragmática de la observación es lo que posibilita alcanzar este objetivo, puesto que “permite acotar, de manera efectiva, la clase de oraciones que en una comunidad funcionan como enunciados de observación, sin que se tenga que asumir [...] ningún compromiso adicional (sea de tipo semántico o metafísico)” (Pérez Ransanz, 2004, 30). La provocadora afirmación, hecha por Feyerabend, de que es posible concebir una ciencia sin experiencia, debe ser comprendida entonces desde esta perspectiva. Si es posible idear procedimientos de contrastación empírica de las teorías científicas sin recurrir a ningún tipo de información sensorial, 6

entonces también es posible demostrar que la experiencia no constituye necesariamente el fundamento del nuestro conocimiento. En (1962), Feyerabend nos pide que imaginemos un robot sin órganos sensoriales, al que se suministra la información necesaria para conducirse en un dominio observacional dado. Dicha información está compuesta por la teoría científica que se pretende contrastar y por las condiciones iniciales referidas al dominio observacional. Si este robot se conduce del modo en que lo haría alguien con órganos sensoriales normales, pero que careciera de la información teórica suministrada al robot, entonces podemos decir que la teoría alcanza el éxito predictivo con independencia del problema de la interpretación de su lenguaje, y por la mera concordancia de comportamientos. En (1969), Feyerabend presenta otros argumentos a favor de una ciencia sin experiencia; por ejemplo, sostiene que la contrastación de una teoría puede efectuarse mediante una computadora y que la misma puede informar el resultado de la contrastación a los científicos, sin que éstos sean sometidos a ninguna situación observacional relevante; o incluso que existen otras formas de acceso a la información en las que se prescinde totalmente de datos sensoriales, como la percepción subliminal, el aprendizaje latente o la comunicación telepática. Sin embargo, la mención de estos fenómenos no parece tener un valor netamente propositivo, sino más bien un talante provocador que el mismo Feyerabend encuentra excesivo y ocasionalmente intenta moderar. “No estoy afirmando que las ciencias naturales [...] podrían construirse sobre estos fenómenos solamente y liberarse enteramente de las sensaciones, [...] esto sería imprudente y poco práctico. Pero el punto es que las sensaciones no son necesarias para la empresa científica y que se producen solamente por razones pragmáticas” (Feyerabend, 1969, 133). Considerando este rechazo a la experiencia como fundamento del conocimiento empírico, ¿cómo podemos caracterizar la posición de Feyerabend con respecto al empirismo? Sabemos que Feyerabend se formó con Víctor Kraft, que promovía un empirismo no sensualista, y posteriormente con Popper. Según Gentile, ciertas afinidades entre las propuestas de estos dos filósofos lo indujeron “a pensar que el falsacionismo constituía una versión más sofisticada y sólida del empirismo” (Gentile, 2007, 111). Del mismo modo, si admitimos que el pluralismo teórico de Feyerabend constituye una radicalización de ciertos aspectos del falsacionismo popperiano y que su objetivo 7

primordial es acrecentar el contenido empírico de las teorías científicas, entonces podemos pensar que Feyerabend intenta elaborar una forma de empirismo todavía más sofisticada y sutil que las precedentes. Si bien esta interpretación es algo arriesgada, en particular cuando se consideran los desarrollos posteriores de su filosofía, es claro que podemos hallar una impronta (heterodoxamente) empirista en las ideas de Feyerabend que hemos considerado.

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