Ciclos en política y economía: una introducción

June 13, 2017 | Autor: Leopoldo Moscoso | Categoría: Political Economy, Economic Theory
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Descripción

1.

CICLOS EN POLITICA Y ECONOMIA: UNA INTRODUCCION

LEoPoLDo MoSCoSo

Con gran frecuencia, Ia sociedad capitalista ha sido vista como un punto de llegada. Su incontestable triunfo sobre los 6rdenes sociales anteriores (y hoy, tambi6n, sobre los que prometian ser sus sucesores) fue interpretado como el final de una era de pasiones cambiantes y el comienzo de una civilizaci6n dominada por las razones inm6viles y los intereses serenos. Como es sabido, la Historiografia burguesa concibi6 el pasado en tanto que progreso lineal hacia un tipo de sociedad que se definfa como rinico'destino posible de la humanidad. La Historiografia misma, asi como la noci6n ideolSgica de que el hombre es un ser

Una gran parte del contenido de esta introducci6n es una versi6n algo modificada de un documento de trabajo titulado Economic fluctuations ond recurrent waves of social insurgency, que fue presentado en el seminario State and economy : structural changes in contemporary capitalism, en el Instituto Universitario Europeo (Florencia) en enero de 1991. Me he beneficiado de los comentarios de Gosta Esping-Andersen (Departamento de Sociologia del Iue), Ernesto Screpanti (Departamento de Economia Politica de la Universidad de Florencia), Cornelis van Kersbergen (Departamento de Sociologia del ruE), y Gerrit van Roon (Departamento de Ciencia Politica de la Universidad Libre de Amsterdam). Naturalmente, rigen las habituales limitaciones de responsabilidad.

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Ciclos en politica y economia

hist6rico son productos del desarrollo burgu6s. Durante la Ilustraci6n se fundament6, sobre aquella Historiograffa, una teoria polftica que contraponia dos nociones antin6micas del Hombre: en la primera el sujeto es presa de las pasiones; en la segunda, portador de intereses (Hirschman,1977). La llamada Sociedad Civil quedaba petrificada en esta transici6n desde el Estado de Naturaleza a la Civilizaci6n. Parad6jicamente, el capitalismo, que fue capaz de derrocar al Antiguo R6gimen por virtud de su dinamismo iba a acabar diendo visto como un orden inm6vil. La sociedad civil, su miis plSstico fundamento, quedaria atrapada dentro de su propio argumentar en favor de la civilizaci6n de la industria y el mercado. Asi las cosas, no es en absoluto sorprendente que, a lo largo de la historia del capitalismo, la investigaci6n sobre los movimientos ciclicos haya quedado reducida a paradigma minoritario. Los esfuerzos por descubrir tendencias hist6ricas y han obstruido sistemiiticamente la emergencia de visiones alternativas de los procesos historicosociales. En tanto que la concepci6n lineal de la historia iba asumiendo un cardcter escatol6gico, las visiones gradualistas y las ciegas creencias en el progreso pulverizaban toda idea no finalista del cambio social, expulsiindolas del repertorio normal de la Filosofia de la Historia. Todo ello, empero, no ha sido suficiente para arrojar las visiones ciclicas al basurero de la historia de las ideas. En los aflos veinte, Pitirim Sorokin tuvo que recordarnos que las concepciones ciclicas del cambio social se encuentran, pese a todo, en los mismos origenes de la Teoria Politica del capitalismo. Con este prop6sito, nos llamaba la atenci6n sobre algunos sorprendentes pasajes de los Discorsi de Maquiavelo o la Scienza Nuova de Vico (1927:28ss.) 1. Sorokin acotaba (rf. p.28) que,

I El texto de los Discorsl (r) reza como sigue: . Y el texto dela Sciencia nuova (lib. rv, l) dice

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en todo caso, no fueron las Luces el periodo en el que la nocicin de corso e ricorso, o las visiones ciclicas de Tuc(dides, Plutarco, Jenofonte o Herodoto {c.f. p. 32), gozaron de mds aceptaci6n. Ello nos sorprende poco si pensamos en las concepciones estadiales del cambio que prevalecieron en el pensamiento historicosocial de la Ilustraci6n (Meek, 1981). Lo que si sorprende mucho miis es que la preeminencia de las construcciones lineales

jam6s consiguiera obliterar por completo el deslizamiento de ciertas nociones de recurrencia en los ensayos civiles del lluminismo. Lo podemos ver, con especial claridad, en la Ilustraci6n Escocesa.

Casi tres decenios antes del famoso Esquisse de Condorcet (valga 6ste como antipoda de cualquier noci6n de ciclo hist6rico), publicaba Adam Ferguson su libro An essay on the history of civil society (116111974). En sintonia con sus colegas franceses, predomina en el Essay de Ferguson una concepci6n lineal y mtis o menos finalista de la historia. Pero ello no obsta para que lo miis fluido de la problem6tica de la civilidad se introduzca en su obra, anticip6ndose asi en m6s de dos siglos a algunas observaciones que hoy nos resultan ciertamente familiares (1.e., Hirschman, 1982). En cierto pasaie del Essay (v-lt) se pregunta Ferguson por las razones que hacen que las naciones dejen de ser ilustres y (cf. v-n:266-267). Desde luego, el planteamiento estd le jos dc resultar sorprendcnte: la decadencia de los imperios ha sido, por decirlo asi, un lugar recurrente de tr6nsito de la Historiografia desde tiempos remotos (especialmente desde la , aunque no solo) y arin hoy sigue estando muy en el centro de las preocupaciones de cronistas de todo cuno (pi6nasi: .

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Est6 a la vista, por tanto, que, mAs all6 del inter6s te6rico, los ciclos exhiben un valor instrumental. M6s que una cuesti6n de Teoria Econ6mica o de Politica Econ6mica son un problema de Econom(a-Politica. Inequivoca senal de ello es el recurrente inter6s y la cantidad de esfuerzos invertidos en Ia investigaci6n de las din6micas ciclicas durante las grandes depresiones econ6micas. Lo hemos podido ver durante los aflos setenta y ochenta. Pero no se trata de un fen6meno reciente ni reducido, aunque se difundan las opiniones m6s atrevidas en el sentido contrario. Hay quienes piensan que los ciclos son un coto privado de y hay que las teorias de ciclos son un invento de quienes sostienen -juicio ciertos socialdem6cratas contempor6neos para poder seguir defendiendo su viejo revisionismo en medio de unas condiciones econ6micas abiertamente hostiles a sus programas cl6sicos. IJna vez mds, no podemos sorprendernos, lo m6s reaccionario de la academia converge con las ingenuas pretensiones del izquierdis-

mo mds desinformado e infantil. La investigaci6n acumulada desde los aflos veinte desconfirma, sin embargo, ambos tipos de prejuicios: entonces como ahora, ni s6lo marxistas, ni especialmente socialdem6cratas. Lo m6s que se puede decir de la filiaci6n doctrinal de las teorias de ciclos, consideradas desde las primeras d6cadas de nuestro siglo, es que 6stas tendieron a situarse en una posici6n particular (privilegiada) con respecto a lo que m6s tarde seria el paradigma keynesiano consolidado 3.

I.

TENDENCIAS CONTRADICTORIAS

Que estas idas y venidas encuentran una explicaci6n en el valor instrumental de las teorias, es algo que se detecta con claridad al examinar la evoluci6n de la Teoria Econ6mica en las irltimas d6cadas. Durante el largo periodo de prosperidad de la posguerra,la relevancia te6rica y empirica de los ciclos

-especialmen-

r El lector interesado

podrd acudir (aparte del clisico Business cycies de W. Mitchell) a Clark (1917), Persons (1920), Davies (i922), Ogburn (1923), Ogburn y Thomas (1923), King (1923), Berridge (1923), Snyder (1924) y Chapin (1925), entre otros. Tambi6n en estrecha relaci6n con el paradigma keynesiano, aunque desde el lado del marxismo, estuvo la obra cle Kalecki (194311979). Un texto cldsico en esta linea, muy conocido en su dia, fue el de Boddy y Crotty (1975).

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Cidos en politica y economta

te de los econ6micos- parecia haberse esfumado. Las polfticas de manipulaci6n de la demanda agregada, fundamentadas en la macroeconomfa keynesiana, habia aparentemente abolido aquellas fluctuaciones de las economfas occidentales que tantos estudios motivaron dentro del pensamiento cl6sico y neocl6sico. Detr6s de la convicci6n de que los ciclos econ6micos se volve-

rian cada vez menos importantes habia un razonamiento mds bien sencillo: si, por cualquier taz6n, una economia fluctfa, entonces ser6 siempre posible rreutralizar sus movimientos cfclicos por medio de politicas anticiclicas sobre la demanda. Tan

ampliamente compartida opini6n dio lugar a que durante m6s de quince aflos los cincuenta hasta mediados de los -desde sesenta- la Teorfa de los Ciclos Econdmicos fuera considerada, o bien un ap6ndice de la Teoria del Crecimiento, o, peor arin, un ejercicio acad6mico en Economia Dindmica. La Teoria de los Ciclos Fcon6micos fue suplantada asi por teorias de la estabilizaci6n que investigaban las posibilidades de controlar sistemas econ6micos fluctuantes. Pero el tema, sin embargo, no estaba zaniado. La Revoluci6n keynesiana de posguerra habia provisto a los economistas con una terapdutica pretendidamente infalible contra las patologias del desempleo y la inflaci6n. Se postulaba que una polftica correcta de manipulaci6n de la demanda podia estabilizar la economia con bajas tasas de desempleo y niveles tolerables de inflaci6n. Mientras que la prescripci6n contra el desempleo era una intervenci6n que hiciera crecer la demanda, contra la inflaci6n se prescribia lo contrario. En los aflos setenta, sin embargo, iba a aparecer un nuevo fen6meno hasta entonces no previsto: el estancamiento con inflaci6n. De acuerdo con la teo. ria, en efecto, los problemas de desajuste que habrfan podido aparecer debfan ser, alternativamente, de desempleo o de inflaci6n. La stagflation, sin embargo, vino a desconfirmar esta tesis al mostrar que ambos fen6menos podian aparecer a la vez: las tasas de desempleo se disparaban al tiempo que aumentaba el ritmo de crecimiento de la inflaci6n. El fracaso de las polfticas keynesianas durante los afros setenta menos en lo que respecta a los postulados de validez -alde las polfticas de estimulaci6n general de la demanda reivindicados por la ortodoxia- dio paso a una reconsideraci6n critica de la macroeconomia keynesiana y a un cierto retorno de las

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doctrinas cldsicas, pero adem6s condujo a la reaparici6n de la Teoria de los Ciclos Econ6micos. De hecho, el revival de la macroeconomia cl6sica de los setenta estuvo irreductiblemente asociado a un nuevo dnfasis en el comportamiento intrinsecamente fluctuante de la economia. Adem6s, en relaci6n con la doctrina keynesiana, el nexo causal se ha vuelto al rev6s: se hace hincapi6 no en la estabilizaci6n de economias fluctuantes por medio de la actividad gubernamental, sino, m6s bien, en los movimientos cfclicos resultantes de esas mismas actividades. Sin embargo, pese a ser la iniciadora del renovado inter6s en los ciclos econSmicos, la nueva macroeconomia cl6sica no ha producido visiones te6ricas esencialmente nuevas sobre las fluctuaciones de la economia. Los mecanismos causales que tradicionalmente han explicado la existencia de los movimientos ciclicos siguen siendo esencialmente los mismos por m6s que, en efecto, se hayan hecho importantes esfuerzos en economia din6mica para investigar la relevancia de nuevas t6cnicas matemSticas en la explicaci6n de las fluctuaciones econ6micas. De otro lado, la contraofensiva de la macroeconomia cl6sica parece haber sido mds simb6lica que eficaz. No s6lo no ha producido un giro substancial de las politicas econ6micas en Occidente, sino que tampoco ha conseguido desplazar doctrinalmente a la sintesis neocl6sica o economia keynesiana. La realidad es bien otra: se sigue escribiendo de Economfa y se elaboran politicas econ6micas sobre las bases de ufla nueva economia keynesiana a la que se viene considerando diferente y posterior a la vieja macroeconomia de la manipulaci6n de la demanda. La Nueva Economia Keynesiana ha adaptado la microeconomia a la macroteoria, ofreciendo reconstrucciones que pudieran dar cuenta de fen6menos hasta entonces inconsistentes con la linea de razonamiento de la microeconomia normal -tales como el desempleo o los ciclos econ6micos. El nuevo keynesianismo ha tenido 6xito al tratar de ofrecer teorias generales derivadas de microfundamentos que permitieran una convergencia relativa de dos campos de razonamiento: el de los microprincipios y el de las macroestructuras. Ademiis de ello, ha sido capaz de explicar fen6menos, como el de la rigidez de precios y salarios, que el viejo keynesianismo se limitaba a asumir. Sin embargo, la Nueva Economfa Keynesiana no ha ido mucho m6s all6 que su progenitora en 1o que a los ciclos econ6micos con-

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C;clos en politica

y economla

cierne. Desde el punto de vista de Ia Economia, el nuevo key_ nesianismo tampoco ha tenido 6xito en la formulaci6n del mo_ delo te6rico de un ciclo activado y desarrollado de manera completamente end5gena, lo que, segfn parece (c/. Gabisch & Lo_ renz, 1987), es la ambicidn fundamental de los te6ricos de los ciclos econ6micos. Los limites a los que se ha aludido en ambos paradigmas podrian explicar que, en el campo de los ciclos econ6micoi, se den situaciones tan parad6jicas que aparentemente contradicen la relaci6n de incompatibilidad imputada a ambas doctrinas. cl6sicos y keynesianos comparten a menudo el recurso a ciertos mecanismos causales y, ademds, proliferan las aproximaciones al fen6meno del ciclo que podrfamos considerar corno inclasificables.

Durante los afros ochenta, en medio del tramo mds duro de

la larga depresi6n econ6mica simb6licamente abierta en 19J3, el inter6s cientifico por los ciclos rebrot6 espectacularmente.

Economistas, soci6logos, polit6logos e historiadores volvieron a preocuparse por el tema en infinidad de libros, ediciones mo_ nogr6ficas de publicaciones cientfficas y t6cnicas y congresos in_ ternacionales a. La teoria de ciclos ha regresado al prlmer pla-

no. Sin embargo, una yez m6s, lo ha hecho de una *un".u

enormemente fragmentaria. Su cardcter de paradigma en com_ petici6n con la ciencia normal o la heterogeneidad de las ideas

y

disciplinas involucradas podrian explicar, segfn parece, tan

ineficaz desenlace (Goldstein, I98B: 152-172). El rasgo principal que caracteriza este segundo gran regreso de las teorfas cicliias es la ausencia de acumulaci6n de conocimiento en el campo.

Para dar cuenta de ello, ser6 razones de esta fragmentaci6n.

ritil examinar m6s de cerca las

a En 1983 tuvieron lugar dos congresos internacionales s6lo en Europa: uno en Paris (marzo) y otro en Florencia (octubre). Monogr6ficos de revistas seflalados fueron el de Futures (niim. 13, 1981), el de Review (vu, 1984), asi como, en nuestro pais, las compilaciones de Zona Abierta sobre ciclos (34135,1985 y 56,1991). Y entre los libros que han servido para estimular la discusi6n cabria entresacar los de Van Duijn (1983), Freeman (198a) y la sinresis de Goldstein (1988) que venimos citando.

Leopoldo Moscoso

II.

UN PARADIGMA DE INVESTIGACION FRAGMENTADO

Las idas y vcnidas de las teor(as ciclicas en Historia o en Economia no resuelven la cuesti6n de por qu6 se ha fracasado en lograr acuerdos sobre teorias o resultados empiricos. El hecho de que las visiones ciclicas de los procesos sociales emerjan peri6dicamente como paradigmas competidores con los sistemas de teorias al uso encaja bastante bien con aquellas situaciones definidas cl6sicamente como Revoluciones Cientfficas. Sin embargo, el estado fragmentario con el que aquellas visiones apapresentar un tinico frente a la teoria normal- exrecen -sinninguno de estos revivals haya llegado jam6s a repreplica que sentar un desaffo real al paradigma dominante. Al contrario, mds que un paradigma desafiante, el campo de la Teorfa Ciclica es por si mismo un lugar de disputas. lJna serie de subcomunidades cientificas se encuentra trabaiando simultdneamente sobre las mismas cuestiones bajo distintos paraguas te6ricos. Estos, atlemds, son a menudo marcos inconmesurables en t6rminos de teorias, vocabularios, m6todos, instrumentos, etc. Tal es, por definicicin, la situaci6n de un campo inmaduro, donde todavia no ha surgido ningrin paradigma de investigaci6n dominante (Goldstein, 1988: /oc. cit. et passim). Las razones de esta inmadurez se vislumbran observando el campo m6s de cerca. De acuerdo con la descripci6n cl6sica, un paradigma de investigaci6n incluye, por un lado, ejemplos compartidos de pr6cticas anteriores de investigaci6n consideradas como satisfactorias y, por otro, una serie de compromisos m6s o menos generales, a los que se suele llamar matriz disciplinaria. Estos riltimos abarcan aspectos como la metatisica (valores y creencias metacientificas), los valores cientificos e intereses a los que la investigacirin sirve, los diversos tipos de generalizaciones

simb6licas (tales como leyes, definiciones, teorfas, formalismos y tipos ideales), la heuristica negativa (aquello que Ia investigaci6n no debe perseguir) y la heuristica positiva. Ciertamente, el campo de la teoria de ciclos posee la referencia compartida a

un ejemplo pionero de investigaci6n: la obra de Nicolai Dimitrievich Kondratiev es sin duda un lugar comitn para todas las corrientes cientificas que trabajan dentro del campo de los movimientos ciclicos. Pero si damos por viilida la anterior dcscrip-

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Ciclos en politica

y economia

ci6n, entonces resulta evidente que el campo de los ciclos largos carece de una fnica matriz disciplinaria. Estamos, m6s bi!n, ante un conjunto de matrices disciplinarias enfrentadas, alrededor de las cuales se desenvuelven muy diferentes programas de investigaci6n que progresan o degeneran segfn lis circunstancias. La fragmentaci6n de la comunidad cientifica de la teorfa de ciclos explica en gran medida, por tanto, ras dificultades para conseguir cierta acumulaci6n de conocimiento sobre et tema (c7. Goldstein, lggg:162). Asi las cosas, no es extrafro que esta carencia de acumula_ ci6n de conocimiento y de u.r"rdo, sobre teorias y resultados empfricos haya sido a menudo utilizada como argumento para poner en cuesti6n el del campo de roi ciclos. Sin embargo, hay razones para pensar que deirds de estas querellas se esconden otras cuestiones mds de fondo. En efecto,

de lo que se discute en realidad no es s6lo de la odignidaj cientifica> de la teoria de ciclos que, por otra parte, resul_ -loes, sobre todo, taria mas bien banal. La cuesti6n iu de las ra_

zones te6ricas que empujan a algunos analistas a dedicar esfuer_ zos y recursos de investigaci6n a los ciclos mientras que otros simplemente ignoran su relevancia. La atenci6n a la Teoria de ciclos estd estrechamente asociada con la convicci6n de ra exis-

tencia y la posibilidad de lrevar a cabo ciertas tareas politicas del orden,que se quiera. pero ello, a su vez, tiene oiigen en

una serie de compromisos te6ricos mds amplios: ra investi"gaci6n

dentro del marco de los ciclos procede de una concepci6n del andlisis econ6mico y sociol6gico que estd profundamente enraizada en la visi6n hist6rica de la realidad social. Es este vinculo con la investigaci6n macrosocial lo que hace de la teoria de ciclos algo m6s complejo y mds ritil que un ejercicio acad6mico de economia dinimica. Los cicros no ,on (una cosa>> que puede encontrarse o no tras dar un vistazo a las series estadisticas disponibles. Son, mds bien, una herramienta hermen6utica para la generaci6n de expricaciones hist6ricas. No son, tampoco, como en ocasiones se pretende, una secuencia de periodos m6s cortos, sino una abstracci6n de lo que sucede en el corto plazo. En consecuencia, una teoria del largo ptazo no puede construirse a trav6s, ni quedar reducida a, rira'teorfa o conjunto de teorias del corto plazo. Detr6s de tal convicci6n, es obvio, hay una linea de razonamiento mds bien simple que,

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seg(n creo, constituye la parte mds fuertc clel conjunto de asunciones que un analista de los ciclos largos debe haccr: existen ciertas propiedadcs dindmicas que pertenecen estrictamentc al largo periodo y que no pueclen ser explicadas por medio de teorias del corto plazo. Claro est6, que cstas dindmicas pucden cstar deformaclas o qucdar escondidas por los fenSmenos de ccrrto plazo. He aqui l'a. raz6n por la que la abstracci6n de lo opis6dico se vuelve indispensable. El objetivo no es otro que sacar a la superficie los movimientos miis de fondo; tal y como Marco Dardi y Ernesto Screpanti han ssiialaclo: (A)starre dal periodo brevc signiiica s()vrapp()rre a'questo caos l'ipotesi ordinatrice che certi tipi di azioni cli aggiuistamento abbiano defirugionltre comc rritivamente raggiunto il loro risultato -[...]- ovvcr() sc certi tipi di ostacoli, e gli aggiustamenti corrispondenti, non esistcsscro piri (1987 :77 ) i .

Naturalmente, para aislar los ciclos cortos de los largos y 6stos de las tendencias seculares hacen falta teorias. Dc ahi que csta aproximacicln ncl pueda tener aversi6n al riesgo: si se toma. se debe confiar en la intuici5n y la sensibilidad de historiador lrara individlalizar aquellas fuerzas que realmcnte cuentan en rnedio del caos de la dindmica rezrl. Despu6s de esto, invariablemente, hay que definir mecanismos causalcs que produzcan cxplicaciones verosimiles y comprobables de Ia g6nesis y desarrollo clc cualesquiera fluctuaciones cfclicas. Sin la explicitaci6n clc talcs mecanismos en la tettria, cualquicr an6lisis empirico qucdard

rcducido a una mera correlaci6n estadfstica, probablcmentc espuria, por lo dem6s. Aqui, empero, comienzan de nuevo los problemas, procedentes tanto dc la comunidad cientifica de la teoria de ciclos como de sus criticos. En efecto, una de las principales acusaciones que los analistas cle los ciclos largos han tcnido clue afrontar es la cle haber rcscatado una versi6n particularmente fuerte dc la . La acusaci6n se ha venido fundamentando tanto en el rc-

. .Abstraer ciel corto plazo significa sobrcponcr 2I este caos la hip6tcsis dc ordcnaci6n clc que cierto tipo de accioncs dc ajuste hayan logrado su rcsultadtr y los I l- o, lo quc es igual, razonar como si cicrto tipo clc otrstriculos' ;riu\tes eolrcspontlicnle:. \it no (xislicr:ln .

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Ciclos en polttica

y economia

curso de la Teoria de Ciclos a los mecanismos causales como en la idea de que los analistas de los ciclos conciben sus diferentes fases como regimenes hist6ricos plenos. Nuestros criticos aqui se lleyan un punto. En verdad, si las fases de los ciclos se entienden como full historical regimes dotados de una regulaci6n temporal precisa, su alternancia, entonces, quedaria reducida a la representaci6n nomogrdfica de un destino inexorable. Los actores sociales, en concordancia con ello, quedarfan sentenciados a moverse dentro de tal maquinaria como si de los engranajes de un reloj se tratase. Pero existe otra posibilidad; la de concebir las fases de los ciclos como partes te6ricas relevantes de un proceso diniimico. Y, en efecto, es asi como la mayor parte de los analistas de los ciclos han entendido la cuesti6n. Sobre el problema del regular timing Dardi y Screpanti hacen notar que "(u)na teoria puo essere deterministica in senso analitico senza implicare un periodo regolare> (1978:81). y Joshua Goldstein es todavia mds explicito al respecto:

[...] I define social cycles in terms of cycle time rather than the or calendar time. My definition of social cycles is based on recurrent sequences in social life, even if only roughly correlated with the astronomical and physical cycles that define calendar time. This means that I define the long wave as a pattern of alternating historical phase periods downswings- that are only roughly equal in length (1987-upswings-and :575-576) 6. Recurrencia, por tanto, pero nada parecido a algo asi como un ; 6sta es la idea. y, claro est6, el problema es aqui el de c6mo captar esas recurrencias, c6mo individualizarlas y explicarlas. La soluci6n es sencilla y antigua: se trata de hacer uso de la herramienta cognitiva de Ia analogia; algo que los historiadores conocen muy bien. Siguiendo, de nue-

vo,aDardiyScrepanti:

" .

LeopoLdo Moscttso

l3

Attraverso I'analogia indivicluiamo forme e modelli astratti di epoche storiche, che, per costruzione, ci si presentano come ricorrenti' Un ciclo lungo non 6 altro che un'analogia di ordine supcriore, un modellcr astratto constituito da una serie ordinata di epoche, d:t un cammino storico tipico che ci si presenta anch'esso, per costruzionc, come ricorrentc (1987:82) 7.

ITT. MECANISMOS CAUSALES: E,NDOGENEIDAD Y EXOGENEIDAD Despu6s de todo csto, sin embargo, persiste el problema cle c6mo explicar la generaci6n y el desenvolvimiento de la din6rnica ciclica de la que se trate. En Economia, la disciplina relevtnte (Business Cycle Theory) aparece claramente dividida cntre, por un lado, las visiones que postulan la existencia de un ,shock ex6geno que induce la puesta en marcha de la dindmica cfclica y, por otro, aquellas que imputan la generaci6n y el desarrollo del ciclo a la misma l6gica ccon6mica (Gabisch & Lorctz, 7987:passim). No pretendo en esta introducci6n dilucidar tan complejo problema pero si lo usar6 para poner de relieve cuiiles son los ejes sobre los que se sitfan las diferencias' Para empczar, resulta sorprendente que la fractura te6rica cn relaci6n con el lugar del mecanismo causal (cndogeneidacl/exogencidacl) pasc no s.

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Ciclos en politica y economia

cuadro

Tipo de ciclo

1.

Tipologia de las expricaciones en Ia teoria de cicros

Explanandum

Ondas largas

Literatura

Lugar de la

(ejemplar)

Explanans

Mandel (1980, 1984)

A-B: L6gica

econ6mica Lucha

B-A: Econ6mico

de Ia

economia Ciclos de protesta

acci6n

End6geno/ Ex6geno

de clases

Screpanti (1984,86,87,87b) Cronin (1e80)

v

ptiblica

variable independ.

Hirschrnan (1982\

Lucha de

End6geno

ctases

Ondas largas de la economia

Compromisos

Ex6geno

End6geno

cambiantes

caso tendremos dos modelos polares que hemos ejemplificado contraponiendo los estudios de Ernest Mandel a los de Ernesto Screpanti. Mandel (1980, 1984) persigue una explicaci6n de la dindmica de Ia onda larga sobre la base de lo que 6l llama de los puntos de inflexidn. Esto sig_ nifica exactamente que mientras que el cambio de una fase ie alza a una fase de baja (A-B) tiene lugar por virtud de la misma l6gica econ6mica, el cambio inverso (B-A) hacia Ia fase de alza siguiente viene producido por la Iucha de clases. Ademds, la lucha de clases se sitria llamativamente fuera de la dindmica econ6mica fundamental. De todo ello se siguen dos consecuencias. Primera: diferentes fases del ciclo son explicadas por diferentes variables. Y segunda: el conflicto social, que iunciona como variable independiente, al menos en lo que concierne a la fase de alza, se localiza en una posici6n enormemente aut6noma respecto de la economia. Inversamente, en las explicaciones propuestas por Screpanti (7984,86,87,87b), la lucha de clases no s6lo explica tanio el punto de inflexi6n alto como el bajo, sino que estd estrecha_ mente entreverada con el mismo epicentro de la l6gica econ6_ mica. Esto tiene lugar por virtud de un mecanismo de tipo mo_

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Moscrtso

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tivacional: la actual rclaciSn dc fuerzas cntre las clases se consiclera como la clave que dcterminarai los nivelcs futuros dc inversi, en Review, II, 4, pp. 483-500. Screpanti, E. (1984), , en S. Tarrow, Struggle, poLitics "Cyclcs of und reform: collective oction, social movements and cycles of protest (Cornell Studics in International Affairs/Western Societies papers n." 21), Center for International Studies, Ithaca (N. Y.), Cornell University Press, pp. 41--56. ["Ciclos cle protcsta>, Zona Abierta,56, 1991 , pp. 53-75, y en el presente volumen, pp. -53-75.] 'l'inbcrgen, J. (1984). , en Ch. Freeman (comp.), Lond waves in the world rconomy, Londres, Frances Pinter Pub., pp. l3-18. Vrrn Duijn, J. J. (1983), fhe bng wave in economic life, Londres, Ccorge Allen y Unwin. Vlrr Roon, G. (1984), , en Ch. Freeman (comp.), Long waves in the world economy, Londres, Frances pin-

tcr Pub., pp.237-214. (1986),
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