Cestero_Las estrategias de atenuación_estudio sociolingüístico_033_Congreso LG Valladolid (2011)

September 2, 2017 | Autor: A. Cestero Mancera | Categoría: Atenuación
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Descripción

033 LAS ESTRATEGIAS DE ATENUACIÓN: ESTUDIO SOCIOLINGÜÍSTICO

Ana Mª Cestero Mancera Universidad de Alcalá// [email protected]

1. Introducción

El estudio del funcionamiento sociopragmático del discurso ha conocido un auge extraordinario en los últimos años y ha proporcionado un conocimiento mucho más profundo y completo del uso de la lengua. Es, sin duda, una de las líneas de investigación más fructífera de la actualidad; no obstante, aún son muchos los aspectos que han de ser descritos de forma detallada y explicados en profundidad. En un afán por avanzar en esta labor, presentamos aquí un trabajo que intenta dar cuenta del uso que hacemos de las estrategias de atenuación, realizado a partir del análisis cualitativo y cuantitativo de materiales recopilados en Madrid mediante entrevistas semidirigidas 217, y que es complementario del estudio realizado por Marta Albelda sobre materiales recogidos en Valencia. Se trata de una investigación sobre la atenuación lingüística que pretende afianzar el estudio de fenómenos discursivos desde un enfoque pragmático y sociolingüístico y que se enmarca en el “Proyecto para el estudio sociolingüístico del español de España y América (PRESEEA)” 218. PRESEEA es un macroproyecto internacional que tiene como finalidad coordinar una serie de investigaciones sociolingüísticas de Hispanoamérica y de España para facilitar la comparabilidad de los materiales lingüísticos y el intercambio de información básica. El proyecto está reuniendo un gran corpus de lengua española

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Esta investigación se ha realizado en el contexto del proyecto «Estudios sobre el Corpus PRESEEA– Comunidad de Madrid», de referencia HUM2007-65602-C07-02, subvencionado con fondos públicos. 218

Los orígenes, el desarrollo y el estado actual del proyecto PRESEEA se describen ampliamente en F. Moreno Fernández (1996, 1997, 2005a, 2005b y 2006) y en F. Moreno Fernández, A. M. Cestero, I. Molina y F. Paredes (2000 y 2001).

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hablada a partir de la aplicación de una misma metodología sociolingüística 219 en una amplia red de ciudades hispanohablantes, lo que está llevando a la creación de un corpus homogéneo de lengua hablada con datos de diversa procedencia geográfica.220 Dentro de este proyecto, ocupa un lugar destacado, como no podía ser de otra manera, la recolección de muestras de habla de la ciudad de Madrid y su entorno, acometida por el equipo de sociolingüistas de la Universidad de Alcalá 221. La capital de España es uno de los focos de irradiación lingüística más importantes de la lengua española, y la consideración de su habla como modelo idiomático merece estudios de diversa naturaleza, incluidos los sociopragmáticos. Debido a las dimensiones de la urbe (más de 4 millones de habitantes), en PRESEEAMadrid se optó por seleccionar dos distritos que cuantitativa y cualitativamente representaran dos importantes áreas socioeconómicas de la ciudad y, así, se eligió el Barrio de Salamanca, situado en el centro de la ciudad, cuya población se puede caracterizar por ser de clase media-alta y por estar asentada en la zona desde hace mucho tiempo, y el barrio de Vallecas, ubicado en la zona sudeste, barrio obrero y receptor de inmigración nacional y, más recientemente, internacional. Las muestras para recoger el corpus de PRESEEA-Madrid se seleccionaron siguiendo los criterios metodológicos del PRESEEA. Partimos de una estratificación de la población en función de los tres factores señalados en la metodología común: sexo, edad y nivel de estudios. En la estratificación por edad, los informantes se distribuyen en tres grupos: generación 1, de 20 a 34 años; generación 2, de 35 a 54 años, y

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Véase F. Moreno Fernández (1997).

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En el momento de la publicación de este estudio las ciudades investigadas son las siguientes: Alcalá de Henares (España), Asunción (PA), Barcelona (España), Barranquilla (Colombia), Bogotá (Colombia), Buenos Aires (AR), Cádiz (España), Caracas (Venezuela), Cipolletti (Argentina), Culiacán (México), Granada (España), Guatemala (CU), Las Palmas de Gran Canaria (España), Lérida (España), Lima (PE), Madrid (España), Málaga (España), Medellín (Colombia), México D.F., Mérida (México), Miami (EE.UU.), Monterrey (México), Montevideo (Uruguay), Oviedo (España), Palma de Mallorca (España), Quito (Ecuador), San Juan de Puerto Rico, Santiago de Chile (CH), Santiago de Compostela (España), Sevilla (España), Valencia (España), Valledupar (Colombia), Valparaíso (CH) y Zaragoza (España). 221

Dicho equipo lo componen A. M. Cestero Mancera, I. Molina Martos, F. Moreno Fernández y F. Paredes García.

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generación 3, de más de 55 años. En cuanto a la estratificación por nivel de estudios, los hablantes pueden encuadrarse en uno de los tres niveles básicos de instrucción: nivel 1, Enseñanza Primaria; nivel 2, Enseñanza Secundaria, y nivel 3, Enseñanza Superior. Cada una de las muestras está formada por 54 informantes, distribuidos por cuotas fijas según las variables mencionadas (3 por cuota). En el proyecto sociolingüístico de Madrid y su entorno nos planteamos, de forma general, la creación de un corpus que aportara información suficiente sobre el habla de los distintos estratos sociales de la ciudad. Para obtener una información adecuada sobre los usos lingüísticos de nuestras comunidades, se propuso un tipo de encuesta que tuviera en cuenta, de forma especial, los aspectos pragmáticos y discursivos. Se trataba de reunir, a lo largo de entrevistas realizadas en forma de conversaciones semidirigidas, discursos de distintos tipos222 que dieran acceso a variables fónicas, morfosintácticas y léxicas, y a aspectos de la variación lingüística que generalmente quedan en un segundo plano o no se tratan en otras investigaciones sociolingüísticas, como son las partículas discursivas, los elementos lingüísticos de función fática o fenómenos pragmáticos como el que aquí nos ocupa: la atenuación lingüística. El trabajo que presentamos es una primera aproximación al funcionamiento de la atenuación lingüística en el habla del Barrio de Vallecas de Madrid, considerado habitualmente como de clase media y media-baja 223, que podrá contrastarse con lo que acontece en Valencia a partir de los datos que aporta M. Albelda en su trabajo «Estudio sociolingüístico (piloto) de la atenuación en el corpus PRESEEA de Valencia». Las investigaciones de Madrid-Vallecas y de Valencia suponen el inicio del estudio de este 222

La entrevista se estructuró a partir de módulos temáticos: el tiempo, lugar donde se vive, familia y amistad, costumbres, peligro de muerte, anécdotas importantes en la vida, deseo de mejora económica. Las grabaciones se han transcrito íntegramente. La transcripción y el almacenamiento de los materiales se han realizado siguiendo las directrices marcadas para los materiales del macroproyecto PRESEEA.

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I. Molina ha realizado ya un estudio sobre la incidencia del sexo, la edad y el nivel de instrucción en la atenuación lingüística producida por hablantes del barrio de Salamanca (Molina 2005a y 2005b), por lo que, aunque el tipo de estudio realizado por esta investigadora y por nosotros es en gran parte diferente, podremos contrastar los datos y observar si existen diferencias en atención a la clase social / barrio de procedencia de los informantes.

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fenómeno pragmático, de forma homogénea y sistemática, en todos los puntos de habla hispana que cubre el macroproyecto PRESEEA, y han sido realizadas con objeto de obtener una visión amplia y detallada de la variación diatópica y diastrática que lo caracteriza.

2. La atenuación lingüística

La atenuación se ha tratado, habitualmente, como un fenómeno pragmático relacionado con la cortesía, principio básico de la interacción comunicativa humana junto con la cooperación. Desde este enfoque, se considera que la cortesía es una de las principales actividades sociales que colabora al éxito de la interacción comunicativa y que la atenuación constituye una acción de acercamiento o aproximación al otro, bien con un fin cortés o bien con un fin estratégicamente cortés (Briz 2007: 6). La forma habitual de expresar acercamiento social es a través de la intensificación, es decir, mediante actos verbales valorizantes o agradadores (Briz 2007: 7); pero, además, los hablantes expresamos y mantenemos el acercamiento social a través de la atenuación o mitigación, aunque este mecanismo es mucho más complejo, pues, como afirma Briz (2007: 7), con él «me alejo del mensaje, suavizándolo, evitando algo de lo que digo o hago, para acercarme o no alejarme demasiado del otro [siendo así] una estrategia (…) de distancia lingüística a la vez que una estrategia de acercamiento social». Contrariamente a como se ha enfocado el fenómeno hasta ahora, la atenuación no siempre tiene que ver con la imagen cortés y, a veces, incluso, ni con la imagen (Briz 2007), por lo que la “cortesía” no explica completamente su uso y, así, es necesario estudiar este fenómeno estratégico desde una perspectiva más amplia que no lo circunscriba a un ámbito exclusivo y que nos permita conocerlo y entenderlo en su complejidad y forma de utilización. Este es el propósito de la investigación que presentamos aquí, que recoge los primeros resultados de un trabajo de grandes dimensiones, diseñado por Marta Albelda y por mí, como miembros de los equipos PRESEEA de Valencia y Comunidad de Madrid, respectivamente, y que pretende estudiar la atenuación verbal desde un enfoque sociolingüístico, pragmático y

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discursivo, atendiendo tanto a su forma de producción como a su función, a través del análisis pormenorizado de todas las dimensiones variables que inciden en su uso.

2.1. La variación en la atenuación Son muy pocos los trabajos realizados hasta el momento que hayan acometido el estudio de la atenuación lingüística atendiendo a su variabilidad. Se ha trabajado, desde un enfoque pragmalingüístico, en los tipos de atenuación existentes, en algunas estrategias lingüísticas de atenuación y su clasificación, en la carga semántica de los enunciados atenuados, en la fuerza ilocutiva de los actos con atenuación y en las funciones de la atenuación lingüística (Albelda 2008; Albelda y Álvarez e.p.; Briz 1995, 1998, 2003, 2004, 2007), y, desde un enfoque sociopragmático, en la incidencia de factores situacionales, sociales y culturales en el uso de la atenuación lingüística (Briz 2007, Albelda y Álvarez e.p., Bolívar 2002, García 2002, Madfes 2004, Molina 2005a y 2005b y Puga 1997, entre otros). Sin embargo, hasta la fecha, no existe ningún estudio, al menos hasta donde llega nuestro conocimiento, que aúne todos los factores, lingüísticos, pragmáticos, discursivos, sociales, situacionales y culturales, relacionados con las estrategias de atenuación, es decir, que enfoque su investigación atendiendo a todos los factores que determinan o inciden en su uso a la vez. Esta es la tarea que se ha emprendido en el proyecto PRESEEA y que nos ha llevado a analizar la atenuación lingüística desde una perspectiva interdisciplinar, combinando el análisis de la conversación, la pragmática y la sociolingüística. Como hemos mencionado con anterioridad, el corpus de datos sobre el que trabajamos es el corpus PRESEEA, compuesto por entrevistas semidirigidas, por tanto, nos encontramos ante una situación de no mucha solidaridad o inmediatez comunicativa, lo que está en correlación con la mayor presencia de atenuantes (Briz 2007), de manera que nos hemos asegurado de tener un número considerablemente alto de actos de habla atenuados. Los análisis exploratorios del corpus nos han permitido establecer, como significativas o determinantes en la atenuación lingüística, las variables y variantes que se explican en detalle en el trabajo de M. Albelda en esta publicación y que tienen que ver con el tipo de atenuación, factores lingüísticos (recursos lingüísticos de atenuación, número de estrategias de atenuación utilizadas en cada acto de habla atenuado y 529

posición sintáctica del atenuante en el enunciado), factores pragmáticos y discursivos (carga semántico-pragmática del mensaje, tipo de acto de habla con discurso atenuado según su fuerza elocutiva y función general del atenuante en el discurso), factores sociales (sexo, edad y nivel de instrucción) y factores geográficos y culturales. Teniendo en cuenta estos cinco grupos de factores fundamentales, hemos analizado cualitativa y cuantitativamente los actos de habla con atenuación que aparecen en un microcorpus compuesto por 6 entrevistas de informantes de nivel de instrucción alto/universitario (180 minutos de grabación) del barrio de Vallecas de Madrid –tres de hombres, uno de cada uno de los tres grupos de edad predeterminados, y tres de mujeres, una de cada uno de los grupos de edad establecidos-, lo que nos ha permitido llegar a los resultados y las conclusiones que presentamos a continuación y que muestran, a nuestro modo de ver, datos relevantes novedosos sobre el funcionamiento de la atenuación lingüística en español.

2.2. La atenuación lingüística en el habla de Madrid En un contexto de encuesta semidirigida, caracterizado por un registro medio de habla, se produce frecuentemente atenuación lingüística. Tanto es así que, en 1186 turnos analizados (180 minutos de grabación), se han encontrado actos de habla con atenuación en 346 ocasiones, distribuidas en 391 turnos del total analizado, lo que supone un 33% de turnos con atenuación en nuestro corpus. Los hombres han sido los que más han atenuado, con 202 ocurrencias (58,4%), frente a las mujeres que han producido menos actos de habla atenuados: 144 (41,6%) 224; los hombres han utilizado, en total, 500 recursos lingüísticos para atenuar y las mujeres 429. Con respecto a la edad de los informantes, también hay datos generales significativos: los hablantes de mediana edad son los que más atenúan (131 casos, 37,9%), seguidos de los jóvenes (113 casos, 32,7%) y, por último, de los mayores (102

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No obstante, las mujeres, proporcionalmente, han producido más turnos con atenuación que los hombres: un 33,6% de los turnos emitidos por mujeres presentan atenuación, frente al 32,6% de los turnos producidos por hombres. Hemos de mencionar aquí que, en el corpus analizado, los hombres producen muchos más turnos que las mujeres (781 -255 con atenuación-, frente a 405 -136 con atenuación), lo que indica que las mujeres producen turnos más largos.

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casos, 29,5%) 225; los jóvenes han utilizado, en total, 278 recursos de atenuación, los adultos, 406 y, los mayores, 245. El patrón de comportamiento de hombres y mujeres de distinto grupo de edad es muy diferente: son las mujeres jóvenes y mayores las que más actos de habla atenuados producen (66 -46%- y 56 -39%-, respectivamente), presentando una diferencia muy marcada con respecto a la utilización de atenuación de las mujeres de mediana edad (22 casos, 15%); sin embargo, en los hombres el comportamiento es el contrario, ya que los de mediana edad presentan una proporción de actos atenuados mucho mayor que los jóvenes y mayores (109 -54%-, 47 -23%- y 46 -23%, respectivamente). Estos datos, que coinciden, en líneas generales, con los obtenidos por Molina (2005a y 2005b) en el habla de los madrileños del barrio de Salamanca, revelan un patrón de comportamiento diferente al que se había establecido hasta ahora en el estudio de este fenómeno, que atribuía a las mujeres y a las personas de mayor edad el empleo más frecuente de atenuación en cumplimiento del principio de cooperación o del de cortesía, lo que nos lleva a explicar el fenómeno a partir de condicionamientos socioculturales o a partir de una especialización lingüística y funcional que muestra estrategias interactivas (de cooperación y cortesía) diferentes condicionadas por factores sociales. Los resultados de los análisis realizados indican, en nuestra opinión, que hombres y mujeres tienen distintas estrategias de cooperación y cortesía en interacción, pues, considerando la atenuación, como se ha hecho habitualmente, una estrategia de cortesía y, en el sentido amplio de “conseguir o buscar acuerdo social o impedir el desacuerdo” del que hablábamos al comienzo, una estrategia de cooperación en interacción, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y mayores la utilizan en proporciones diferentes, de la misma manera que ocurre con otros fenómenos cooperativos como la interrupción, la producción de apoyos conversacionales, el empleo de recursos de función fática, etc. (Cestero 2002, 2003 y 2007). Asimismo, el uso que hacen de la atenuación las personas de distinto sexo y grupo de edad es significativamente distinto, tanto en lo que se refiere al tipo de atenuación más utilizado, como a los recursos 225

Sin embargo, los jóvenes son los que más turnos producen (494, de los cuales 111 presentan atenuación –un 28,4%), le siguen en frecuencia los mayores, con 379 turnos (134 con atenuación, el 34,2%), y, por último los adultos, con 313 turnos (146 con atenuación, el 37,3%).

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lingüísticos de atenuación empleados más frecuentes y a las funciones habituales con que se hace uso de la estrategia que nos ocupa, tal y como detallamos a continuación.

2.2.1. Los tipos de atenuación La clase de atenuación menos utilizada en nuestro corpus es la atenuación del dictum, es decir, aquella que reduce el valor significativo del enunciado (se da en 27 casos, lo que constituye el 7,8% de los tipos de atenuación); hombres y mujeres, de los distintos grupos de edad, utilizan mucho más frecuentemente la atenuación del modus, que reduce la fuerza ilocutiva del acto de habla (así es en 194 casos, lo que supone el 56% del total), o una atenuación combinada de dictum y modus: reducción del valor significativo del enunciado y de la fuerza ilocutiva (se produce en 125 ocasiones, el 36% del total). Con respecto al uso de atenuación del dictum, no hay diferencias significativas en el empleo que de ella hacen los informantes de diferente sexo y grupo de edad, pero sí son significativas, creemos, las diferencias que encontramos en la utilización de las otras dos variantes con las que trabajamos. El tipo de atenuación que más utilizan los hombres es la de modus (132 casos, 65,3% de las atenuaciones), mientras que las mujeres utilizan más frecuentemente una combinación de estrategias de atenuación del dictum y del modus (69 casos, 47,9%). Visto en conjunto, los informantes de los tres grupos de edad estudiados utilizan en mayor proporción atenuación del dictum, pero si cruzamos la edad y el sexo de los informantes, observamos que, en el primer y el tercer grupos de edad, hay cruces curiosos: los jóvenes atenúan el dictum de manera contundente (79%), mientras que las jóvenes atenúan mayoritariamente combinando estrategias de reducción del dictum y del modus (53%); el mismo patrón se repite con respecto a los informantes de mayor edad, aunque no de forma tan significativa: los mayores atenúan mucho más el dictum (59%) y las mujeres combinan más estrategias relacionadas con el dictum y con el modus (46%).

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Vemos, pues, una primera distribución de proporciones en el tipo de atenuación más frecuentemente empleada que nos lleva a comenzar a hablar de especialización de estrategias por sexos y edades.

2.2.2. Los recursos lingüísticos de atenuación Habitualmente se ha asociado la atenuación con la utilización de una estrategia lingüística, de manera que gran parte de los estudios realizados hasta ahora sobre el fenómeno que nos ocupa lo han analizado atendiendo a los recursos lingüísticos que sirven para atenuar de forma conjunta, sin hacer distinciones de estrategias, o considerando de forma individual cada recurso de atenuación. El estudio sociopragmático de la atenuación que se está llevando a cabo en el marco del proyecto PRESEEA considera como unidad de análisis el acto de habla y, con ello, identifica el número de recursos de atenuación que el hablante emplea en cada acto de habla atenuado, además de los tipos de recursos más usados como estrategias de atenuación y su combinación. A este respecto, cabe decir que, en nuestro corpus, lo más frecuente es que se utilicen en el mismo acto de habla 2 (29,2%), 3 (24%), 1 (21,4%) ó 4 (16,5%) recursos diferentes de atenuación, siendo el más empleado, de los 25 tipos diferentes con los que hemos trabajado, la impersonalización que apela al juicio de la mayoría o a un interlocutor general -113 casos-. Es de uso bastante frecuente, también, la utilización como atenuante de modificación morfológica externa -112 casos-, y de marcadores del discurso, ya sea para minimizar la disconformidad dialógica o para atenuar y proteger la imagen propia (106 casos). Con algo menos de frecuencia se hace uso de elementos paralingüísticos (90 casos), de fórmulas fáticas de petición de consentimiento o aceptación (84 casos), de expresión de aserciones en forma de duda o de probabilidad mediante verbos o adverbios modales (67 casos) y de marcadores del discurso como atenuantes de consecuencia lógica (57 casos). El resto de estrategias lingüísticas de atenuación aparece con poca frecuencia, o no aparece, en nuestro corpus. La relación entre el sexo de los informantes y la cantidad y tipos de estrategias de atenuación que utilizan los hablantes ofrece datos significativos. La cantidad de recursos de atenuación que utilizan los hombres en los actos de habla que atenúan son, 533

en orden, 2 (61 casos), 1 (56 casos), 3 (41 casos) y 4 (31 casos); mientras que las mujeres utilizan más frecuentemente 3 recursos (42 casos), 2 (40 casos), 4 (26 casos) y 1 (18 casos). Lo que nos permite comprobar que las mujeres hacen uso de más recursos para atenuar, en el mismo acto de habla, que los hombres, y quizás esa sea la razón por la que, intuitivamente, se ha dicho siempre que la mujer atenúa más que el hombre y que, consecuentemente, es más cortés y cooperativa en interacción. Los recursos lingüísticos que utilizan hombres y mujeres frecuentemente para atenuar son, en términos generales, los mismos; sin embargo, también a este respecto hay datos que muestran diferencias significativas en las estrategias comunicativas. La forma de atenuación más utilizada, impersonalización apelando al juicio de la mayoría o a un interlocutor general, es mucho más usada por hombres (99 casos -49% de los actos con atenuación, el 19,8% de todos los recursos) que por mujeres (14 casos – 9,7% de los actos, el 3,2%), para las que podemos considerar que es de uso poco frecuente. El uso de modificación morfológica externa es más empleado por mujeres (58 casos -40% de los actos, el 13,5%) que por hombres (54 casos -26,7% de los actos de habla con atenuación, el 10,8%), al igual que la utilización de marcadores del discurso atenuantes o correctores (mujeres: 68 casos -47% de los actos, el 15,8%; hombres: 38 casos -18,8% de los actos, el 7,6%), el empleo de elementos paralingüísticos (mujeres: 47 casos 32,6% de los actos, el 10,9%; hombres: 43 casos -21,3% de los actos, el 8,6%), el uso de marcadores de consecuencia lógica (mujeres: 32 casos -22,2% de los actos, el 7,4%; hombres: 25 casos -12,4% de los actos, el 5%) y los movimientos concesivos (mujeres: 29 casos -20,1% de los actos, el 6,7%, hombres: 5 casos -2,5% de los actos, el 1%). Los hombres utilizan más frecuentemente que las mujeres fórmulas fáticas de petición de consentimiento (65 casos frente a 19 -32,2% de actos, el 13%, frente a 19 casos -13,2% de actos, el 4,4%) 226, la expresión de aserciones en forma de duda o probabilidad (42 casos frente a 25 -20,8% de actos, el 8,4%, frente a 17,4% de actos, el 5,8%) o el estilo directo (30 casos frente a 14 -14,8% de actos, 6%, frente a 9,7% de actos, 3,3%).

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Estos datos contrastan con la utilización de recursos de función fática que hacen hombres y mujeres en el discurso académico y en la conversación, actividades interactivas diferentes. Véase Cestero (2002 y 2003)

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Estos datos muestran, a nuestro modo de ver, que la estrategia de atenuación de mujeres y hombres es diferente. Cada sexo está especializado en el empleo frecuente de distinto tipo de recursos lingüísticos para atenuar en interacción. También es diferente el patrón de comportamiento si atendemos a la edad de los informantes. Como mencionamos anteriormente, los adultos son los que más atenúan, seguido de los jóvenes y de los mayores. Y estos datos se ven reflejados en el número de recursos de atenuación que utilizan en los actos de habla atenuados: los adultos, en orden, usan 4 (35 casos), 3 (33 casos), 2 (32 casos), 5 (7 casos) y 6 (5 casos); los jóvenes utilizan 2 (32 casos), 1 (32 casos), 3 (28 casos), 6 (4 casos) y 5 (3 casos), y los mayores emplean 2 (37 casos), 1 (26 casos), 3 (22 casos), 4 (9 casos) y 5 (6 casos). Lo que parece indicar que el comportamiento de jóvenes y mayores con respecto a la atenuación lingüística es más similar y la diferencia clara se encuentra en la forma de actuar de los hablantes del grupo de mediana edad (entre 35-54 años), comúnmente caracterizado en los estudios sociolingüísticos por autocorrección en acercamiento a la norma y, con ello, por un uso más atenuado de los actos de comunicación 227. Si atendemos a la frecuencia de uso de los distintos tipos de recursos lingüísticos de atenuación con los que hemos trabajado, observamos, de nuevo, la existencia de datos significativos. El recurso lingüístico utilizado más frecuentemente para atenuar en nuestro corpus, impersonalización para apelar al juicio de la mayoría o a un interlocutor general, es frecuentemente utilizado por los adultos (76 casos, 58% de los actos de habla -18,7% del total), pero mucho menos frecuentemente usado por los mayores (21 casos, 20,5% de los actos -8,6%) y por los jóvenes (16 casos, 14,1% de los actos -5,7%). También los adultos utilizan mucho más frecuentemente que los jóvenes y los mayores las fórmulas fáticas de petición de consentimiento: 52 casos (39,7% de actos -12,8%), frente a 22 casos (19,5% de los actos -7,9%) y a 10 casos (9,8% de actos -4%), respectivamente. El empleo de elementos paralingüísticos es algo más frecuente en los actos atenuados de los adultos (39 casos, 29,8% de actos -9,6%) que en los de los 227

Dadas las características de la encuesta con la que trabajamos para recoger el corpus PRESEEAComunidad de Madrid, en la que los informantes del grupo de mediana edad interactúan con un entrevistador de su mismo grupo de edad, la solidaridad, en este caso, podría ser el concepto social que explicara el mayor uso de recursos de atenuación por parte de los adultos.

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jóvenes (28 casos, 24,8% de actos, 10%) y en los de los mayores (23 casos, 22,5% de los actos -9,3%), aunque el uso de este recurso es similar en los tres grupos de edad. Los adultos producen más actos de habla que presentan atenuación expresando aserciones en forma de duda o probabilidad que los jóvenes y que los mayores (30 casos -22,0% de los actos, frente a 24 casos -21,2% de los actos y 13 casos -12,7% de los actos, respectivamente), sin embargo, en proporción, los jóvenes utilizan más este recurso que los miembros de los otros dos grupos de edad (8,6%, frente a 7,4% y 5,3%). La modificación morfológica externa es más utilizada por los jóvenes (43 casos, 38% de los actos -15,5%) que por los mayores (35 casos, 34,3% de actos -14,3%) y que por los adultos (34 casos, 25,9% de los actos -8,4%). El empleo de marcadores del discurso como atenuantes es, igualmente, más frecuente en el habla de los jóvenes (38 casos, 33,6% de los actos -13,7%), que en el de los mayores (33 casos, 32,4% de actos 13,5%) y que en el de los adultos (35 casos, 26,7% de los enunciados -8,6%). Y, de la misma manera, los jóvenes presentan un mayor número de atenuación con marcadores de consecuencia lógica que los adultos y que los mayores: 23 casos (20,3% de los actos -8,2%), frente a 21 casos (16% de actos -5,2%) y 13 casos (12,7% de actos -5,3%), respectivamente. Los mayores, por su parte, presentan una proporción más alta de atenuación acotando la opinión a la propia persona que los jóvenes y que los adultos: 20 casos (19,6% de los actos -8,1%), frente a 15 casos (13,3% de actos -5,3%) que presentan los jóvenes y 12 (9,2% de actos -3%) que aparecen en las entrevistas de los adultos. Los datos obtenidos parecen indicar que existe cierta especialización de los hablantes en el empleo de determinados recursos lingüísticos de atenuación que viene determinada, en este caso, por la edad. Así, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y mayores, una vez más, presentan diferencias claras al atenuar, lo que nos lleva a pensar en características propias de las variedades que manejan, en este caso con respecto al nivel discursivo y a la competencia sociopragmática.

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2.2.3. Las funciones de la atenuación Por último, hemos analizado las diferencias existentes en el uso de la atenuación lingüística condicionada por factores sociales como el sexo y la edad de los interlocutores con respecto a determinados aspectos discursivos y pragmáticos, tales como la carga semántica del mensaje atenuado y la función general del atenuante en el discurso. En nuestro corpus, formado por entrevistas semidirigidas, el tipo de acto de habla que se da casi en exclusividad en el habla de los informantes es el asertivo, especialmente el que expresa o describe estado factual de la realidad (51,4%). Precisamente por tratarse de un tipo de actividad transaccional, aunque con temática no especializada y un propósito más cercano a lo interpersonal que a la propiamente transaccional, en la gran mayoría de los actos de habla, se atenúa un contenido que afecta a la imagen del yo-hablante (81,2%), resultando casi peculiar que se atenúen contenidos que afecten a la relación entre los interlocutores o a la negociación entre ellos (6,9%), a la imagen de otros/no hablante ni interlocutor (6,9%), a la imagen del túinterlocutor (3,2%) o a ninguna imagen (1,7%) 228. La misma razón explica, creemos, las funciones específicas de la atenuación lingüística: la más frecuente es evitar o reducir el compromiso del hablante con lo dicho (33,5%), seguida de reducir la repercusión de una generalización o evidencia, así como el efecto de lo dicho (28%) y de realizar actividades de autoimagen (20,2%); son muy poco frecuentes las producciones de atenuación con las funciones de manifestar o buscar acuerdo (5,8%), justificar el desacuerdo o evitar un posible desacuerdo (5,8%), evitar imponer el yo (4,6%) o reparar o mitigar una amenaza a la imagen del oyente (2%). A pesar de que los datos generales obtenidos pueden ser explicados por el tipo de actividad interactiva con la que hemos trabajado, hay datos que muestran un comportamiento algo diferente por parte de los hombres y las mujeres, lo que nos lleva a pensar, una vez más, en estrategias distintas condicionadas por el sexo. Los hombres, casi en exclusividad atenúan contenidos que afectan a la imagen del yo-hablante (es así 228

Estos datos coinciden con los obtenidos por Molina (2005a y 2005b) en el barrio de Salamanca de Madrid, aunque en nuestro corpus las diferencias son más marcadas, ya que se atenúa un contenido que afecta a la imagen del hablante en el 81% de las ocasiones, frente al 66% obtenido por Molina.

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en el 93,6% de los casos), mientras que las mujeres, aunque también atenúan mayoritariamente contenidos que afectan a la imagen del yo-hablante, lo hacen en menor proporción (63,9%) y utilizan con relativa frecuencia recursos para atenuar contenidos que afectan a la imagen de otros (15,3%) y a la relación entre los interlocutores (12,5%), lo que podría indicar una mayor sensibilidad hacia la figura de los otros en interacción 229. Además, las funciones más frecuentes de la atenuación de hombres y mujeres también difieren: los hombres siguen el patrón general de comportamiento indicado antes, es decir, atenúan, en primer lugar, para evitar o reducir el compromiso con lo dicho (43,1%), en segundo lugar, para reducir la repercusión de una generalización o el efecto de lo dicho (29,2%) y, en tercer lugar, para realizar actividades de autoimagen (14,8%), mientras que las mujeres atenúan, en primer lugar, para realizar actividades de autoimagen (27,7%), en segundo lugar, para reducir la repercusión de una generalización o el efecto de lo dicho (26,4%), en tercer lugar, para evitar o reducir el compromiso con lo dicho (20,1%) y, en cuarto lugar –último para los hombres-, para evitar el desacuerdo o evitar un posible desacuerdo (13,2%). Como puede apreciarse por estos datos, las mujeres presentan mayor variabilidad en las funciones de sus atenuaciones que los hombres. Con respecto a la edad, como factor que incide en la variación característica del fenómeno que nos ocupa, también podemos aportar algunos datos significativos. Los informantes de los tres grupos de edad estudiados atenúan más frecuentemente que otros contenidos los que afectan a la imagen del yo-hablante, lo que resulta razonable por el tipo de actividad interactiva con la que trabajamos, pero los adultos (91,6%) lo hacen en una proporción mayor que los jóvenes (70%) y que los mayores (79,4%). Las atenuaciones de los informantes de estos dos últimos grupos se dirigen a contenidos que afectan a imágenes que no son la del yo-hablante en otras proporciones; así, los jóvenes atenúan contenidos que afectan a la imagen de otros en un 11,5%, a la imagen del interlocutor en un 7,9% y a la relación entre los interlocutores en un 7,9%, y los

229

Estos datos coinciden, otra vez, con los hallados por Molina (2005a y 2005b) en el barrio de Salamanca de Madrid.

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mayores atenúan contenidos que afectan a la relación entre los interlocutores en un 12,7% y a la imagen de otros o del tú en un 4% en cada caso. Además, hemos observado diferencias significativas en las funciones de las atenuaciones de los informantes pertenecientes a los tres grupos de edad con los que trabajamos. Los jóvenes habitualmente atenúan para realizar actividades de autoimagen (33,6%), para evitar o reducir el compromiso con lo dicho (22,6%) o para reducir la repercusión de una generalización o el efecto de lo dicho (17,7%); sin embargo, los adultos usualmente atenúan para evitar o reducir el compromiso con lo dicho (45%), para reducir la repercusión de una generalización o el efecto de lo dicho (32,8%) o para realizar actividades de autoimagen (13,7%), y los mayores suelen atenuar para reducir la repercusión de una generalización o el efecto de lo dicho (33,3%), evitar o reducir el compromiso del hablante con lo dicho (31,4%) o realizar actividades de autoimagen (13,7%). Vemos pues, una vez más, que las variedades de los informantes pertenecientes a diferentes grupos de edad presentan patrones distintos de comportamiento en el uso de la atenuación lingüística, lo que nos lleva a considerar, como hemos ido comentando en las últimas páginas, que existe cierta especialización lingüística en el uso y la producción de atenuación condicionada por el sexo y la edad de los hablantes.

3. Conclusiones

La atenuación lingüística es una variable diafásica, pues así lo demuestra el hecho de que en un registro medio, propio de la actividad interactiva con la que hemos trabajado, la entrevista semidirigida, presente una frecuencia de uso muy diferente a la que tiene en la conversación coloquial. No se han establecido, hasta el momento, datos numéricos concluyentes al respecto, pero los 52 casos de atenuación documentados por Albelda y Álvarez (e.p.) en entrevistas del habla de Mérida frente a los 214 casos hallados por las autoras en conversaciones del habla de Valencia parecen indicar, a simple vista, una mayor frecuencia de uso en la conversación coloquial que en la interacción transaccional (Albelda 2004). No obstante, el tipo de entrevista que realizamos en el corpus PRESEEA favorece, a nuestro modo de ver, la utilización de 539

estrategias de atenuación, ya que el informante produce una mayor cantidad de habla que el entrevistador y su discurso gira en torno a actos de habla aseverativos. Este hecho explica el alto número de actos de habla atenuados que aparece en nuestro corpus y que, en la mayoría de ellos, se atenúe un contenido que afecta a la imagen del hablante. Por otro lado, la atenuación lingüística parece presentar variación diatópica y, con ello, cultural. Los datos que hemos obtenido en esta investigación no coinciden con los hallados por otros investigadores en algunas comunidades hispanoamericanas (como, por ejemplo, Venezuela, Ecuador o Chile), y difieren en parte de los encontrados por M. Albelda en Valencia. Briz (2007) atribuye las diferencias encontradas, en parte, al carácter de acercamiento o distanciamiento de cada cultura y nosotros creemos que podría considerarse una razón fundamental. Por último, la atenuación lingüística constituye, claramente, una variable sociopragmática; así lo indican los resultados iniciales obtenidos en nuestro estudio y las conclusiones a las que se llega en otras investigaciones sociolingüísticas realizadas, aunque los datos que hemos aportado aquí no coinciden con los dados en otros trabajos de este tipo (Briz 2007), pues, al menos en Madrid, no son las mujeres ni los mayores los que más atenúan, sino los hombres y los adultos y, más concretamente, los hombres jóvenes y las mujeres mayores. Nos atrevemos a decir, a la vista de los hallazgos provisionales, que la atenuación lingüística no es sólo un fenómeno semánticopragmático, como muy bien apunta Briz (2007), sino un fenómeno semánticopragmático-discursivo, cuya variabilidad está en estrecha relación con las características sociales de los hablantes, de manera que si, en general, disponemos de diferentes estrategias de atenuación, dichas estrategias están especializadas sociopragmáticamente y, así, hombres y mujeres, jóvenes, adultos y mayores las utilizan en distinta proporción y con funciones predominantes diferentes y emplean recursos lingüísticos diversos en su producción. Nos encontramos ante otro caso de variación en el nivel discursivo 230, que nos permite considerar que, también en un contexto semiformal, personas de diferente sexo y pertenecientes a distintos grupos de edad presentan pautas de comportamiento 230

Sobre variación en el nivel discursivo condicionada por factores sociales referente al principio de cooperación, véase Cestero 2007.

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diversas, asociadas, sin duda, a concepciones diferentes de la actividad interactiva misma.

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