Cazadores-recolectores: más allá del territorio de explotación

July 21, 2017 | Autor: Gustau Aguilella | Categoría: Prehistoric Archaeology, Geographic Information Systems (GIS)
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Descripción

CAZADORES-RECOLECTORES: MÁS ALLÁ DEL TERRITORIO DE EXPLOTACIÓN POR

GUSTAU AGUILELLA ARZO Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas Diputación de Castellón*

RESUMEN El presente trabajo propone una variante metodológica que puede ser útil para el estudio territorial de grupos humanos de cazadores-recolectores. Se trata de explorar las posibilidades de modelar sus desplazamientos potenciales superando los límites que convencionalmente se han fijado en los análisis de sus territorios teóricos. Para ello, se reflexiona en primer lugar sobre el tipo de comportamiento territorial que generalmente se atribuye a estos grupos, a los que se les supone un fuerte carácter móvil y estacional, con gran diversidad de tipos de asentamientos, y cuál puede ser su representación arqueológica. Seguidamente se presentan los asentamientos seleccionados que formaran parte del estudio, situados en una región comprendida entre los ríos Ebro y Palancia aproximadamente. Posteriormente se presenta un cálculo de los territorios a partir de la creación de superficies de distancias de coste y su clasificación. Para la creación de estas superficies, se hace especial hincapié en la creación de la superficie de fricción, evaluando diferentes modelos y contrastándolos con trayectos reales sobre el territorio de estudio, seleccionando finalmente el modelo de fricción con mayor correlación. Los tres rangos creados representan en primer lugar los territorios convencionales de 2 horas; el segundo los territorios potencialmente accesibles desde los asentamientos sin la necesidad de pernoctar; y finalmente aquellas áreas a las que su acceso no permite volver al asentamiento de origen en la misma jornada. Los modelos tienen en cuenta también las diferencias de luz solar disponible para los solsticios de verano e invierno, como limitantes del desplazamiento. Los mapas resultantes expresan la capacidad potencial de movimiento de los grupos cazadores-recolectores más allá del territorio de explotación convencional. De este modo su lectura permite proponer hipótesis sobre la explotación de grandes territorios y su evolución, las redes de intercambio, o la relación de los abrigos pintados con los asentamientos.

To this end, we first give some thought about territorial behaviour that is generally attributed to these groups, which assume they have a high mobility capacity, a strong seasonal character, with a great diversity of types of sites, and which can be its archaeological representation. Subsequently we present the selected settlement and rock art sites that will be considered in the study, with its more relevant information, all coming from the specific related bibliography. Finally, we present the modelling of the territories, grouped in three distance ranges from a cost surface. To create these surfaces, we pay special attention to the creation of the friction surface as expression of the difficulty of topography, evaluating different models and contrasting them with real itineraries across the study area, finally selecting the option with highest correlation. Of the resulting three ranges the first one represents the conventional territories of 2 hours; the second one the potentially accessible areas from the site that allow returning in the same day; and finally those areas whose access doesn’t allow to come back to the origin site within the same day. The models also keep in mind the differences of available solar light for the summer and winter solstices, as a restriction variable for the displacement. The resulting maps express the potential capacity of movement of the hunter-gatherers groups beyond the conventional site territory of exploitation. Their interpretation could lead to formulate hypothesis about the exploitation of great territories and its evolution, about the exchange nets, or also about the relationship of the rock art site with the settlements. PALABRAS CLAVE: análisis de movilidad, comportamiento territorial, tipología de asentamientos, superficie de coste, superficie de fricción, redes de intercambio. KEYWORDS: movement analysis, territorial behaviour, settelement tipology, cost surface, friction surface, exchange networks.

SUMMARY The present work aims to introduce a methodology that can be useful for the territorial study of hunters-gatherers. The area of study is approximately between the Ebro and Palancia rivers in the eastern part of the Iberian Peninsula. The method would explore the possibilities of modelling the potential displacements overcoming the limits that conventionally have been established for two hours in this type of studies, as in the Site Exploitation Territory or Site Catchment. * Museo de Bellas Artes. Avda. Germans Bou, 28. 12003Castellón. E-mail: [email protected]

1.

PLANTEAMIENTO

Los estudios sobre los territorios que recorrieron los últimos cazadores-recolectores de la Península han despertado un interés creciente en la bibliografía arqueológica especializada, de manera que de un modo u otro el tema ha sido tratado por diferentes investigadores en referencia a sus ámbitos de estudio (entre muchos otros Olària y Gusi 1984, Olària

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1988; Davidson 1989, Rodanés y Ramón 1995, Barandiarán y Cava 2001; Martínez 2004, Casabó 2004; Ramón 2006). En la mayor parte de los casos, se trata de la aplicación de un planteamiento metodológico propuesto y utilizado por Davidson y Bayley basado en el Análisis de Captación de Recursos (ACE) desarrollado por Vita-Finzi y Higgs (Vita-Finzi y Higgs 1970; Davidson y Bayley 1984; Fernández y Ruiz Zapatero 1984). El objetivo de buena parte de ellos consiste en delimitar un territorio teórico alrededor de los asentamientos que se estima que fue habitualmente recorrido, y del que deben proceder la mayor parte de los recursos explotados por el grupo humano. El límite de este territorio se establece como máximo en dos horas de camino o unos 10 kilómetros, a partir de referentes etnográficos conjuntamente con la aplicación del conocido principio de Naismith. Para los autores de dichos estudios, los territorios de explotación así delimitados contienen significación más o menos relevante con respecto diversos aspectos, como la funcionalidad y/o estacionalidad del asentamiento, la cantidad de recursos potenciales al alcance del grupo, y otros aspectos que finalmente pueden ser contrastables con los de otros asentamientos. La virtud del sistema de Davidson y Bayley es indudable puesto que se trata de un método sencillo y asumible que permite objetivizar la caracterización de los territorios teniendo en cuenta la topografía y permitiendo su comparación, y sigue siendo sin duda una excelente herramienta para este tipo de estudios. A día de hoy, sin embargo, con casi 25 años de recorrido, se pueden objetar ciertos aspectos técnicos y metodológicos que pueden contribuir a relanzar el estudio de los territorios y reajustar mejor nuestros modelos. El primer lugar las nuevas tecnologías disponibles permiten un método de cálculo del territorio teórico mucho más exacto y adecuado que el método manual de Davidson y Bayley. Se trata de hacer intervenir modelos digitales del terreno, mapas de pendientes y sobre todo lo que se conoce como superficies de distancias de coste, que permiten modelos de simulación de territorios mucho más ajustados a la realidad. El presente trabajo, como veremos, hará un uso intensivo de estos métodos. El segundo punto se refiere a la rigidez con la que se aplica el método, que provoca que muchas de las interpretaciones resultantes conlleven implícita una visión parcial y sedentaria de los grupos humanos que estudian. Este punto es especialmente visible en el tema de la procedencia de los recursos abióticos presentes en

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el asentamiento. Sistemáticamente se observa que un gran porcentaje de estos recursos procede de puntos alejados, situados fuera de los territorios teóricos de explotación delimitados con el método de Davidson y Bayley. Esto es así para el sílex (Alday 2002: 96; Rodanés y Picazo 2005: 40; Utrilla y Rodanés 2004) con distancias que pueden superar los 100 km (Ramos, 1984), y es especialmente relevante para el caso de la presencia de moluscos marinos en puntos muy alejados de la costa. Las explicaciones que se suelen dar basculan entre la existencia de desplazamientos puntuales del grupo a puntos muy alejados, o bien, al transporte de los productos a través de las redes de intercambio. Nótese que en ambos casos, se otorga al asentamiento un carácter bastante sedentario, a pesar de que excepcionalmente se les otorgue capacidad de desplazarse muy lejos, o de mantener buenos contactos con las redes de intercambio. Esta tendencia también es observable en el método inicial, al diferenciar entre el Site Territory (área habitualmente explotada desde un único yacimiento) y el Site Catchmet (terreno cubierto en las redadas realizadas para materias primas y otros propósitos, se supone fuera del Site Territory) (Davidson y Bayley 1984: 26), y ha sido implícitamente aceptado por la mayoría de los estudios sobre el tema. Sin embargo, existen explicaciones alternativas a la existencia de largos desplazamientos ocasionales, y que tienen que ver con la propia dinámica de un modo de vida nómada y un componente estacional en la captación de recursos que se les presupone a estos grupos humanos. Tampoco se trata de negar este tipo de desplazamientos puntuales, sino de poner el acento en que una visión de un territorio extenso puede facilitar las explicaciones sobre la procedencia de materias primas, sobre cómo pudieron funcionar las redes de intercambio y sobre cómo podemos observar en el registro comportamientos móviles y estacionales de grupos de cazadores-recolectores. De hecho, el tema de los movimientos estacionales, más o menos regulares, de los grupos cazadores-recolectores se puede considerar probado y aceptado, especialmente entre zonas costeras y de interior. Sin embargo existen pocos precedentes que aborden el estudio de estos territorios anuales o estacionales, debido sin duda a la complejidad y vaguedad que implican (Fernández y Ruiz Zapatero 1984: 65). El presente trabajo pretende precisamente incidir en el concepto de territorios extensos, concebidos como aquellos que fueron recorridos por grupos de

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cazadores-recolectores en sus movimientos, cíclicos o no, con componente estacional. Para ello se aplicará una metodología de simulación de desplazamiento basado en los mapas de distancias de coste, que permite delimitar territorios teóricos de una manera más precisa, pero especialmente aplicada a explorar que sucede cuando modelamos estos territorios superando los límites del territorio de explotación convencional. Pero antes, deberemos tratar, siquiera brevemente qué comportamiento espacial se les supone a estos grupos.

2.

CAZADORES-RECOLECTORES EN SU TERRITORIO

El modelo básico del cazador-recolector ha sido definido en diferentes lugares (Mercader 1992; Ramos 1998) y para lo que nos interesa aquí, baste decir que se trata de grupos más o menos igualitarios, con una economía basada en la caza y la recolección (o según otros, en la recolección y la caza: Arce 2005). Este modo de vida introduce elementos bastante impredecibles en la captación de recursos básicos, principalmente por lo que se refiere a la caza, conjuntamente con otros recolectables que en sentido amplio son más predecibles. En todo caso, este tipo de estrategia económica requiere, para tener éxito, una gran movilidad y un gran conocimiento del medio y todos sus recursos potenciales. Además, también sabemos que los grupos de cazadores-recolectores deben de mostrar una gran flexibilidad con respecto al tamaño de los grupos, que pueden diferir según la estación o la abundancia de recursos. Así, antropológicamente existen paralelos de macrobandas para estaciones con abundantes y concentrados recursos, que posteriormente pueden dividirse en micro-bandas en periodos con menor cantidad de recursos o carencia de ellos. Desde la óptica del modelo revisionista, además, se advierte que ni los cazadores ni los productores viven en total conformidad con el medio, es decir, que es también característica de estas sociedades la flexibilidad en cuanto a sus tácticas económicas, que en ocasiones puede bascular alternativa o mixtamente entre estrategias depredadoras y productoras dependiendo de las circunstancias (Mercader 1992: 47). Para conocer el comportamiento de los grupos de cazadores-recolectores contemporáneos siguen siendo fundamentales los diferentes estudios que efectuó Binford. Nos interesa especialmente el comportamiento de los esquimales Nunamiut, con los que

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observó la existencia de una amplia gama de tipos de asentamientos, diferenciados tanto por su funcionalidad como por la reiteración de su ocupación, eso sí, dentro del alcance de un asentamiento-residencia central de carácter temporal o estacional. Es importante destacar la diversidad de asentamientos observados por Binford que reflejan la explotación de recursos diversos: talleres de producción lítica, altos de caza, escondrijos, mataderos, campamentos transitorios, de pernocta. Así en algunos casos se establecían campamentos temporales cerca de las zonas de caza y recolección (en los que no se pernoctaba), volviendo a un asentamiento principal al final del día. En otros casos observó que se emplazaba un asentamiento central cerca de algún recurso preferido de recolección y por su parte diferentes grupos se desplazaban en busca de otros recursos, como por ejemplo materias primas o caza, que a su vez pudieron generar asentamientos secundarios de poca entidad. En conclusión, una gran diversidad de asentamientos difícilmente clasificables. Además, se constató que la dispersión de restos no era interpretable directamente en términos de intensidad de ocupación o de tamaño del grupo. A toda la constelación de asentamientos relacionados con uno principal durante un determinado periodo, Binford lo llamó Complejo Situacional, llamando la atención sobre lo que su existencia debe implicar en arqueología (Binford 1994: 125). En efecto, en nuestra opinión influye mucho en lo que debemos considerar como límites de un asentamiento en estos grupos. El tamaño de un territorio de estos Complejos Situacionales lógicamente puede ser muy variable, pero parece habitual que un grupo de cazadores-recolectores no se aleje más de 10 kilómetros o dos horas del asentamiento central, lo suficiente como para llegar al punto de destino, realizar la actividad y volver antes del anochecer al campamento principal. Esto fue observado para los !Kung (Vita-Finzi y Higgs 1970) y es bastante equivalente a lo sucede con los Nunamiut y su radio de recolección (Binford 1994). Aun así, tampoco hay que perder de vista que tanto los Nunamiut como los !kung pueden desplazarse ocasionalmente más allá de esta distancia, lo que provoca pernoctar en asentamientos secundarios situados lógicamente fuera del territorio teórico. En definitiva, se nos ofrece un panorama bastante flexible. Especialmente interesante resulta la observación de que estos Complejos Situacionales eran temporales, y cada cierto tiempo se establecían en nuevos emplazamientos a lo largo de ciclos anuales-estacio-

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nales, conformando lo que etiquetó como Red de Movilidad Logística. Los Nunamiut ocuparon 11 de estos Complejos Situacionales en aproximadamente 1 año, con una distancia media entre ellos recorrida en una jornada (Binford 1994: 125 y figuras 49, 50 y 51). Pero aún más, estos ciclos más o menos anuales se repetían durante un periodo de tiempo, hasta que el grupo se trasladaba a otro territorio extenso en el que, durante otro periodo, repetían otros ciclos. Estos grandes territorios se ordenaban a su vez en ciclos extensos, cuya duración podía representar toda la vida de un individuo, y cuya extensión es equiparable a toda la Dordoña francesa (Binford 1994: 122). Este tipo de comportamientos, además, con sus variantes, eran bastante semejantes a los observados en otros grupos equivalentes. En definitiva, los estudios de Binford demostraron que este tipo de formaciones sociales recorren territorios extensos en ciclos repetitivos, en los que el concepto de Complejo Situacional de carácter temporal o estacional puede ser bastante adecuado para describir el tipo de registro arqueológico que previsiblemente van a generar. La representación arqueológica del equivalente a los Complejos Situacionales y de los territorios extensos explotados en ciclos más o menos largos, de existir, será necesariamente muchísimo más exigua que la que Binford pudo estudiar en directo. Ante una acentuada conservación diferencial de los asentamientos, tanto debido a su importancia, características, funcionalidad y reiteración, como por los propios procesos post-deposicionales; la intensidad de las prospecciones y la investigación, debe provocar que la distribución que previsiblemente podamos observar sea extremadamente sesgada, en la que la muestra visible presentará diferentes asentamientos que no necesariamente deben de pertenecer ni a los mismos periodos crono-culturales, ni a los mismos ciclos, aunque eso sí, como mínimo pueden interpretarse como pertenecientes a alguno de los Complejos Situacionales, y en definitiva un pequeño indicador del modo de ocupación del territorio en algún ciclo estacional.

3.

LÍMITES DEL ESTUDIO

El origen de todo este trabajo estuvo motivado por el estudio del territorio de los grupos humanos que ocuparon los importantes asentamientos del Cingle del Mas Nou (Olària, Gusi y Díaz 1987-88; Olària, 1999a; 1999b; 2000; Olària, Gusi y Gómez 2005) y Cova Fosca (Olària 1988; 1999a; 1999b; 2000) am-

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bos en Ares del Maestrat (Castellón), asentamientos para los que anteriormente ya habíamos tenido ocasión de efectuar un pequeño estudio de su entorno inmediato (Olària et al. 2005). Sin embargo, la concepción extensa de territorio con la que se pretende trabajar aquí obligó a ampliar el marco geográfico y a efectuar una recopilación de asentamientos dentro de otros límites, que se sitúan aproximadamente entre los ríos Ebro y Turia. El marco cronológico con el que trabajamos se sitúa aproximadamente entre el 11.000 y el 7.000 BP en cronologías calibradas. Incluye por tanto un periodo amplio, que se inicia con grupos humanos que heredan buena parte del modo de vida del paleolítico superior, y que concluye con los primeros indicadores considerados como significativos hacia la producción de alimentos dentro de grupos que conservan esencialmente el modo de vida cazador-recolector, ya en el neolítico antiguo. La articulación cronológica de este gran periodo está lejos de estar comúnmente aceptada (véase por ejemplo Olària 1997; 1999b; Aura et al. 2007; Montes, Utrilla y Mazo 2007), aunque puede resolverse que en líneas generales existe cierto consenso en diferenciar el epipaleolítico con industrias líticas de tipo microlaminar del mesolítico de geométricos, y entre ambos insertar las recientemente descritas facies macrolíticas. Y, por otra parte, el neolítico antiguo se define básicamente a partir de algunos indicadores que se consideran relevantes (cerámica, especies domésticas, etc.) dentro de contextos que en esencia reproducen los modos de vida del mesolítico. En líneas generales, las condiciones climáticas del holoceno inicial de esta zona pueden sintetizarse en un aumento progresivo de las condiciones de humedad y temperatura, el retroceso de zonas litorales como consecuencia del incremento del nivel del mar, una progresiva extensión de bosques y vegetación de tipo mediterráneo, y una diversificación de especies animales, con el retroceso de los grandes mamíferos del pleistoceno. Para nuestro estudio, hemos agrupado los asentamientos en tres bloques. Esta agrupación no refleja ninguna preferencia por alguna de las propuestas cronológicas, sino más bien pretende ser un instrumento que nos permita evaluar las tácticas y patrones de movilidad y explotación del territorio en sentido amplio, tanto cronológico como espacial, que se presuponen más o menos constantes a lo largo de periodos amplios. La figura 2 refleja la relación de asentamientos clasificados según estos tres grupos:

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Fig. 1. Límites del estudio con la situación de los asentamientos (triángulos) y las estaciones con arte levantino (círculos). La numeración se corresponde con la de la figura 2.

• Bloque I: epipaleolítico pre-geométrico, que incluye los asentamientos considerados como microlaminares, y los que se consideran del nuevo grupo del macrolítico de muescas y denticulados. Los tomamos como el precedente, como los representantes en sentido amplio de los primeros cazadores-recolectores holocénicos. Recientes propuestas incluirían a las series industriales del muescas y denticulados como el inicio del mesolítico (Aura et al. 2007) aunque nosotros preferimos dejarlos aquí para

diferenciar netamente los conjuntos con geométricos. • Bloque II: mesolítico, entendido como asentamientos con conjuntos industriales de geométricos, en sus diferentes variedades. • Bloque III: neolítico antiguo, que incluye aquellos asentamientos con base económica de tradición mesolítica que incorporan en sus registros elementos considerados propios de la economía de producción. Se incluyen todos los yacimientos publicados con

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Fig. 2. Relación de yacimientos considerados en el presente trabajo. EPM: epipaleolítico microlaminar; MMD: macrolaminar de muescas y denticulados; MG: mesolítico de geométricos; NA: neolítico antiguo. La numeración se corresponde con el mapa de la figura 1.

un margen de confianza aceptable en cuanto a cronología (en un sentido amplio, como veremos), aunque es importante especificar que gran parte de los asentamientos han sido datados por tipología, con toda la problemática que ello conlleva, por ejemplo en cuanto que pueden existir explicaciones funcionales para la diversidad tipológica (Ramos 2007: 45). Evidentemente, la lista de asentamientos seleccionados obliga a tomar una serie de decisiones previas. En primer lugar, su distribución puede estar reflejando simplemente el estado de la investigación, y la intensidad con la que ésta ha actuado en cada una de las

zonas. Por otra parte, también puede ser muestra de la conservación diferencial con la que cada zona ha condicionado el registro que observamos. Sin embargo, si no perdemos de vista conceptos como «Complejos Situacionales» y «Redes de movilidad logística», la concentración en determinadas áreas de asentamientos entendemos que son representativas de muestras originales más extensas, más allá de los impedimentos anteriormente alegados. De los asentamientos recopilados, considerados individualmente, se entiende que (Olària 1988; 1999b; Casabó 2004; Aura 2004; Utrilla y Rodanés 2004;

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Rodanés y Picazo 2005; Aura et al. 2007, Ramos 2007, Alday 2007): • poseen una economía cazadora-recolectora con un creciente espectro de recursos. La caza de ciervos y cabras podría ser el núcleo de la economía, completada con una recolección que se supone muy variada, incluyendo los recursos costeros. Este tipo de economía se acepta como base incluso para los grupos humanos del neolítico antiguo, que sobre la base de una economía cazadora-recolectora, van incorporando elementos de la economía de producción (cuyo origen es la base del debate sobre el proceso de neolitización). • Nomadismo con alta movilidad, con una diversidad de asentamientos relacionados con diferentes actividades, y que pueden ser o no recurrentemente ocupados. Existen incluso propuestas concretas de clasificación que jerarquizan los asentamientos en principales o más o menos secundarios, con funcionalidades diversas. • Un componente estacional, en referencia a la caza de ciervos y cabras, a los recursos marinos, u otros recolectables. El asentamiento de los Baños puede ser un buen ejemplo de que la estacionalidad y la movilidad existen, demostrando reocupaciones sucesivas tras periodos de abandono a lo largo de 700 años (Utrilla y Rodanés 2004). Incluso se ha propuesto que los asentamientos de la alta y media cuenca del Ebro responden a un modelo anual de desplazamientos, con sucesivas ocupaciones, e incluso intuyendo para algunos asentamientos su funcionalidad concreta dentro del modelo (Alday 2002: 94). De hecho, existen bastantes propuestas concretas que abordan el comportamiento móvil y estacional de los cazadores-recolectores holocenos (por ejemplo Davidson y Bayley, 1984; Barandiarán y Cava 2001; Barandiarán, Cava y Alday 2006; Ramos, 1998). • Un origen diverso de los recursos abióticos, que para el caso de aquellos fuera del alcance habitual de los grupos, se explican bien por redes de intercambio, bien por desplazamientos a grandes distancias, como hemos visto. Conchas marinas presentes en los asentamientos lejanos de la costa y sílex de procedencia lejana intervienen de una manera significativa en el esbozo de un territorio extenso de alguna manera conectado (Aura 2001: 234; Montes, Utrilla y Mazo 2007: 211).

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Finalmente se han incluido también dentro del estudio, aunque tratados de un modo secundario, las estaciones con arte rupestre levantino (círculos en la Figura 1). Entre las diferentes propuestas, el núcleo de interpretaciones cronológicas se concentra entre su consideración mesolítica y del neolítico antiguo, y en todo caso, de un modo u otro, relacionadas con comportamientos cazadores-recolectores como los que aquí estamos tratando. Algunos autores además han efectuado observaciones sobre la situación de las estaciones y su distancia con respecto a los asentamientos (por ejemplo Jordán 2007, citando a Rozoy con respecto al arte paleolítico francés). Para nuestro caso, entendemos que si el arte levantino está relacionado con los grupos de cazadores-recolectores holocenos (o primeros productores con modo de vida todavía cazador-recolector), necesariamente deberán formar parte (de alguna manera) de los modelos de comportamiento territorial de estos grupos. Y es por ello que se incluyen aquí. La distribución de los abrigos con arte levantino se ha obtenido de los listados de la UNESCO, pero con las correcciones que sobre su posición publicó M.C. Berrocal en su minucioso estudio sobre los patrones de localización de este tipo de estaciones (Berrocal 2005: anexo 5).

4.

MAPAS DE DISTANCIAS DE COSTE

Los mapas o superficies de distancias de coste se están imponiendo en arqueología como una alternativa más objetiva a los territorios teóricos de captación o de explotación basados en distancias euclidianas (Gaffney et al. 1993; Stead, 1995). Estos mapas expresan las distancias calculadas desde un punto origen distorsionadas por alguna variable, que en general refleja una dificultad para avanzar. Es lo que se conoce como la superficie de fricción. Esta fricción puede estar provocada por diferentes causas. Por ejemplo, en ambientes marinos, la fuerza y dirección del viento condiciona claramente el desplazamiento. Para el caso de tierra firme, existen muchas causas potenciales de fricción, como por ejemplo la vegetación, la red hidrográfica, el tipo de suelo, pero sin duda una de las que más afecta y que mejor podemos modelar es la pendiente como expresión de las irregularidades topográficas. Existen sin embargo dos modos de considerar este efecto o impedimento y que se diferencian en si se considera o no la dirección en que se produce el desplazamiento. Es decir, lógicamente no es lo mis-

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Fig. 3. Datos técnicos y metodológicos del estudio. A: detalles del software y procedencia de la información no arqueológica; B: detalle de los modelos de fricción evaluados.

mo atravesar una porción del espacio con una determinada pendiente en una dirección (que implica por ejemplo ascender) o en otra (descender). El coste será necesariamente distinto. Para los casos en que no se considera este efecto, los mapas de distancias de coste son llamados isocrónicos, y tienen su validez cuando se trata de evaluar territorios teóricos recorridos en circulación de ida y vuelta, como por ejemplo podría ser un territorio teórico o de explotación de dos horas. Ahora bien, para modelar la capacidad potencial de desplazamiento en una dirección, resulta mucho más ajustado que nuestro modelo considere en qué dirección se efectúa, obteniendo de esta manera lo que

se conoce como mapas de distancias de coste anisocrónicos. Para obtener estos mapas la superficie de fricción aplicada no solo debe expresar el impedimento al desplazamiento, sino también en qué dirección se produce ese impedimento. Para el presente trabajo se han obtenido los mapas de distancias de coste del tipo anisocrónicos, derivados de las pendientes calculadas a partir de un modelo digital del terreno, cuyas características detalladas quedan reflejadas en la figura 3A. El punto clave para obtener el mapa de distancias, sin embargo, estriba en cómo evaluamos el efecto que tiene la pendiente en el desplazamiento. En definitiva, en como creamos la superficie de fricción.

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SUPERFICIES

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DE FRICCIÓN

Crear la superficie de fricción supone que de alguna manera debemos asignar un valor de coste a un rango de pendiente. Esta asignación puede efectuarse mediante valores directos definidos por el usuario, o puede usarse una ecuación derivada empíricamente. Para el primer caso algunos estudios sobre el tema aconsejan asignar valores de fricción de tipo exponencial (es decir 1, 2, 4...), antes que lineal (Stead 1995). Existe una discusión sobre el tema bastante extensa en Leusen 2002: capítulo 6.

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En este trabajo se ha decidido muestrear diferentes superficies de fricción y contrastarlas con casos reales bien conocidos para seleccionar la superficie que mejor se ajusta a la realidad topográfica y el desplazamiento por la zona de estudio. Así, se han contrastado los modelos de fricción que se detallan en la figura 3B con el desplazamiento conocido por nuestra zona entre los puntos y los trayectos que expresan la figura 4. El origen de los datos reales es diverso, y entendemos que es bastante representativo. Para el caso de los trayectos con origen en Cova Fosca se efectuó una encuesta entre los actuales habitantes de la

Fig. 4. Arriba mapa con indicación de los trayectos reales que ha sido usados para contrastar los modelos de fricción. Abajo tabla con los resultados de la contrastación de los modelos. Los datos están expresados en horas.

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Montalbana1 que disponen de información y el conocimiento de primera mano sobre los tiempos de desplazamientos que durante buena parte del siglo XX se efectuaban a pie hasta los puntos de destino indicados. Otro de los trayectos presentados corresponde a una parte del GR-7 (Sendero de Gran Recorrido) que atraviesa longitudinalmente toda la zona de estudio. Para nuestro caso se tomaron diversos trayectos conectados con sus tiempos. El resto de trayectos que sirven de contrastación proceden de diferentes marchas a pie desde diferentes puntos con diferentes distancias y perfiles. Tanto los GR7 como los otros trayectos entendemos que son representativos de un modo de atravesar el territorio para personas en buenas o muy buenas condiciones físicas, y que proponemos que pueden ser equiparables a las condiciones y capacidad de los cazadores-recolectores, al menos en situaciones normales. El efecto que otros condicionantes pudieron ejercer sobre el desplazamiento, como el caso de los cursos de agua, barrancadas y senderos, o que pueden marcar diferencias entre los paisajes del holoceno inicial y el actual, como puede ser la existencia desigual de vegetación, entendemos que quedan atenuados al evaluar distancias tan largas. De todas formas, no perdamos de vista que nos encontramos en el campo de la simulación. Los resultados se presentan en la tabla de la figura 4, que incluye el cálculo del coeficiente de correlación de cada uno de los modelos con los casos reales. Como se observa, los modelos más ajustados son el 1 y el 6, con ligera ventaja para el primero. Además de ofrecer mejor coeficiente de correlación, la fórmula del modelo 1 ofrece superficies continuas y fue calculada empíricamente, por lo que parece la más adecuada para simular la dificultad que supone desplazarse por nuestra zona de estudio.

5.

LA CAPACIDAD POTENCIAL DE DESPLAZAMIENTO DE LOS CAZADORES-RECOLECTORES

Lógicamente es difícil establecer a qué velocidad se desplazaron los grupos de cazadores-recolectores, y además ésta tuvo que depender del tipo de desplazamiento. En efecto, no hubo de ser la misma la que imprimían determinados integrantes del grupo en 1 Agradecemos a José Miguel Gasulla y a José Luján su amable colaboración en este punto.

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tareas de caza o a la búsqueda de recursos concretos, que la de aquellos en otras de recolección. Y sobre todo no hubo de ser la misma en los desplazamientos de todo un grupo de un asentamiento temporal o estacional a otro, quizás no tan potencialmente rápida, pero sí más constante y con itinerarios más directos. Se acepta que a través de un terreno montañoso los tiempos de desplazamiento pueden calcularse a partir de la fórmula de Naismith, que establece que una persona adulta sana puede atravesar unos 500 metros en 6 minutos, con un incremento de 2 minutos por cada 20 metros de desnivel (Davidson 1989: 21-22; García 2005: 205). Esta velocidad ha mostrado una alta correlación en la contrastación de nuestros modelos de fricción, de manera parece que puede tomarse como una velocidad genérica bastante ajustada, y más aún si lo que perseguimos es modelar desplazamientos de grupos enteros. Además, hay que tener en cuenta que para calcular límites se consideran trayectos más o menos rectos hacia el exterior del territorio que raramente hubieron de producirse. Hemos aplicado esta velocidad de desplazamiento para reclasificar los mapas de distancias de costes en rangos que ofrezcan alguna significación. Para terminar de perfilar los mapas, nos interesa observar también la limitación que supuso las horas de luz de que dispusieron los grupos humanos objeto de nuestro interés. Mediante un pequeño programa (sunpath) efectuamos un cálculo de las horas en que el sol estuvo sobre el horizonte para el solsticio de verano e invierno, resultando entre un mínimo de 9 y un máximo de 15 horas respectivamente. Los mapas resultado finales (figs. 5 a 9) proceden de una reclasificación cruzada de toda esta información en tres rangos. El primero de ellos delimita los territorios convencionales de dos horas; el segundo delimita aquellas áreas que según nuestra modelización son accesibles dentro del mismo día sin la necesidad de pernoctar, diferenciando el solsticio de verano del de invierno; y finalmente, el tercer rango señala áreas que, por su distancia, no permiten el retorno al punto de origen dentro de la misma jornada, con lo que potencialmente deberían incluir otros asentamientos relacionados con el de origen. También en este caso se efectúa la diferenciación entre el solsticio de verano y el de invierno. Puesto que la línea de costa fue retrocediendo progresivamente durante el periodo de estudio, se ha permitido que los territorios calculados superen la actual para indicar que zonas actualmente sumergidas fueron alcanzables.

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LOS RESULTADOS

¿Es posible acercarnos siquiera vagamente a los territorios que recorrieron y explotaron los cazadores-recolectores del holoceno?. Entendemos que representar cartográficamente el conocimiento arqueológico actual conjuntamente con el modelado de la capacidad potencial de desplazamiento puede ser uno de los métodos. Pensando en términos de Complejos Situacionales y movimientos estacionales en ciclos, los mapas son bastante sugerentes. Los primeros mapas (fig. 5) tratan el propósito inicial que provocó este estudio, y que fue analizar la capacidad de desplazamiento desde los asentamientos del Cingle del Mas Nou y Cova Fosca, en Ares del Maestrat (Castellón). En Cova Fosca, por ejemplo, está bien constatada la presencia de malacología de origen marino dentro del registro, lo que planteaba interrogantes respecto de su procedencia (Olària, 1988). Los mapas delimitan los territorios tabulados para los solsticios de verano e invierno, que sugieren que la costa se encuentra a más de una jornada de camino en invierno desde Cova Fosca, y que, en verano, aunque es más accesible, obliga a pernoctar. Esta situación sugiere al menos dos hipótesis de trabajo: • Si las conchas proceden de una recogida directa del grupo, debemos concluir que deben de existir asentamientos en la costa relacionados, bien

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sean asentamientos principales de carácter estacional, o bien asentamientos secundarios. • Si las conchas proceden del intercambio, no es necesario proponer la existencia de asentamientos relacionados, aunque esta opción resulta contradictoria respecto de nuestra concepción aparentemente aceptada de la estacionalidad y la movilidad que atribuimos a los cazadoresrecolectores, y al mismo tiempo, obliga a proponer la existencia de otro grupo que aporta el intercambio. Lógicamente estas hipótesis pueden concretarse si los estudios sobre los asentamientos permiten observar pautas de estacionalidad o temporalidad. Aun así, el panorama puede ser bastante complejo, y si bien parece bastante coherente proponer la existencia de otros asentamientos costeros, las redes de intercambio funcionaron muy bien, como demuestra la presencia de una especie de concha de origen atlántico en Cova Fosca (Olària, 1988: 353). Otra de las cuestiones que entendemos que es relevante de lo que muestra la figura 5 es que los territorios teóricos de Cova Fosca y Mas Nou incluyen dentro de sus límites no sólo los abrigos pintados del barranco de Gasulla, sino también las del barranco de la Valltorta, éstas especialmente accesibles en verano, lo que se traduce en que es perfectamente factible, en términos de distancias, que pudiesen ser sus autores.

Fig. 5. Territorios calculados desde Cova Fosca y Mas Nou en el solsticio de invierno (izquierda) y verano (derecha). Los puntos representan las estaciones de arte levantino. Los cuadrados representan los asentamientos conocidos pertenecientes a alguno de los periodos considerados.

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Fig. 6. Territorios clasificados en el solsticio de invierno (izquierda) y verano (derecha) para los asentamientos del Bloque I (epipaleolítico no geométrico).

Tratando todos los asentamientos en conjuntos por bloques cronológicos, si aceptamos que su situación y territorios teóricos aquí calculados son una muestra sesgada de un comportamiento móvil y estacional, más o menos cíclico, que se mantiene en los mismos parámetros en periodos de tiempo largo, los mapas deben de ser de alguna manera su representación (figs. 6, 7 y 8). Por ejemplo, el mapa de la figura 6 correspondien-

te al epipaleolítico pre-geométricos podría ser interpretado como un patrón cíclico de ocupación, aunque para avanzar en el argumento habría que demostrar que las áreas vacías de asentamientos responden a una realidad arqueológica, y que cada uno de los asentamientos aporta datos en este sentido. En la secuencia de mapas sorprende que no existan áreas inconexas, lo que sugiere que, en términos

Fig. 7. Territorios clasificados en el solsticio de invierno (izquierda) y verano (derecha) para los asentamientos del Bloque II (mesolítico de geométricos).

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Fig. 8. Territorios clasificados en el solsticio de invierno (izquierda) y verano (derecha) para los asentamientos del Bloque III (neolítico antiguo).

de distancias, el desplazamiento, el contacto y el intercambio entre los habitantes de los asentamientos representados fue muy posible. Sin embargo, esta conexión aparentemente evoluciona hacía distribuciones menos conectadas, más claras en los mapas del neolítico antiguo (fig. 8). Éstos, sin embargo, son los que mayor incertidumbre nos plantean, ya que es difícil discernir si la reducción del número de asentamientos conocidos debe ser interpretada como un cambio hacía parámetros más fijados al territorio, o bien como una consecuencia de la propia debilidad de la investigación sobre el periodo. Para el caso de Cova Fosca, por ejemplo, en el neolítico antiguo se constata una mayor estabilidad en las ocupaciones, lo que apoyaría en principio la primera de las opciones. Sin embargo, es seguro que existe algo de cierto también en la segunda. Con respecto del arte levantino (fig. 9), los mapas demuestran una ocupación muy amplia del territorio, y aparentemente su distribución parece concordar con todos los bloques cronológicos definidos. A modo de pequeño experimento hemos calculado, mediante álgebra de mapas, los territorios de dos horas coincidentes con los de los asentamientos de cada uno de los bloques cronológicos, obteniendo una mayor concordancia con el mesolítico de geométricos, si bien la diferencia es pequeña. Ahora bien, no existen argumentos en nuestros mapas para refutar ninguna cronología en concreto. Es posible que con la ampliación del área de estudio pudiéramos obtener mayor información sobre

concentraciones de grupos humanos, separadas por distancias demasiado largas, que bien podrían ser contrastadas mediante determinados indicadores, como por ejemplo decoraciones cerámicas o industrias líticas, en términos de mayor o menor afinidad cultural. Parece lógico pensar además que con la identificación y delimitación de estas concentraciones, el estudio de ciclos de movilidad y/o estacionales podría ser más eficaz. Las concentraciones de asentamientos y sus territorios tienen especial interés, ya que expresan áreas preferidas de ocupación, y que pueden ser útiles en las interpretaciones que individualmente efectuemos de cada uno de los asentamientos (Davidson y Bayley, 1984: 34). También pueden ser tomadas como un modelo de contrastación para proponer el funcionamiento de las redes de intercambio. Por otra parte, la representación en secuencias o periodos largos pueden permitir interpretaciones en términos de cambio en los modos de ocupar y explotar el territorio. Como vemos, su potencial es amplio. Quizás un modo de aproximarnos al comportamiento espacial de cazadores-recolectores extintos sea mediante la contrastación de estas muestras sesgadas con los modelos que se han propuesto (por ejemplo en Butzer, 1989: capítulo 13), aunque para ello deben de cumplirse dos premisas esenciales: en primer lugar disponer de la mejor información posible sobre cada uno de los asentamientos, especialmente aquella que pueda ser interpretada en términos de funcionalidad, continuidad y duración de las ocu-

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Fig. 9. Territorios clasificados en el solsticio de invierno (izquierda) y verano (derecha) para las estaciones de arte rupestre levantino. Los cuadrados representan los asentamientos conocidos pertenecientes a alguno de los periodos considerados.

paciones; y en segundo lugar, que nuestros modelos para simular el desplazamiento sobre el terreno y la ocupación de los territorios de estos grupos se ajusten lo máximo a su realidad, tal vez del modo en como aquí se ha intentado proponer.

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