Cazadores Recolectores Marítimos en el Litoral Araucano durante el Holoceno Medio Tardío

July 1, 2017 | Autor: Daniel Quiroz | Categoría: Maritime Archaeology, Prehistoric Archaeology, Hunter-Gatherer Archaeology
Share Embed


Descripción

1

UNIVERSIDAD DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA MAGISTER EN ARQUEOLOGIA

CAZADORES RECOLECTORES MARÍTIMOS EN EL LITORAL ARAUCANO DURANTE EL HOLOCENO MEDIO TARDIO

Tesis para obtener el grado de Magister en Arqueología

DANIEL QUIROZ LARREA

profesor guía: CARLOS THOMAS WINTER 2001

2

Este trabajo está dedicado con afecto a Marco Sánchez, guardián del espíritu de una época de oro, descubridor de los grandes sitios de las costas araucanas promotor de las mágicas bondades del sur, amigo y guía de excursiones arqueológicas y gastronómicas por el litoral húmedo chileno

3

RESUMEN Los cazadores recolectores que ocuparon los ecosistemas húmedos litorales e insulares muestran una gran diversidad cultural. Colonizaron exitosamente distintos lugares, debido a cambios en las condiciones ambientales [algo más frías y más húmedas], a mejoras tecnológicas en su equipamiento material y a una experiencia acumulada tanto social como ideológica. No sólo ocuparon la costa sino también los valles centrales y ambas vertientes de la cordillera andina, entretejiéndose una compleja red de relaciones entre estas poblaciones y sus ambientes. Nos interesa mostrar las transformaciones que han sufrido los cazadores recolectores marítimos a través del tiempo, considerando diversos factores ambientales que han intervenido en dicho proceso: glaciaciones y deglaciaciones con las consecuentes transgresiones y regresiones marinas, alzamientos y subsidencias continentales producidas por causas tectónicas y variaciones paleoclimáticas regionales y locales. Es necesario recoger la información etnográfica disponible sobre grupos cazadores recolectores marítimos, especialmente sobre los grupos fuego-patagónicos, los que ocuparon en el pasado una extensión de territorio mucho mayor que la observada y registrada por los viajeros y cronistas europeos, y también de las adaptaciones marítimas de los mapuche. Nuestro problema es conocer cómo se estructuraron las diversas estrategias adaptativas [tecnología y aprovechamiento de recursos] desarrolladas por los cazadores y recolectores marítimos que habitaron el litoral de Concepción y Arauco, cómo los cambios climáticos globales y locales afectaron la vida de las sociedades que poblaron la costa de la región centro sur por casi 7000 años. Los sitios arqueológicos del litoral higromórfico chileno nos entregan una valiosa información sobre estos procesos culturales. CINCO (5) PALABRAS CLAVES. cazadores recolectores, estrategias adaptativas marítimas, litoral higrmórfico chileno, cambios en los niveles del mar, tecnología marítima.

4

ÍNDICE DE MATERIAS

CAPITULO 1 CAPITULO 2 CAPITULO 3 CAPITULO 4

INTRODUCCION CAZADORES RECOLECTORES MARITIMOS Y LAS COSTAS DE ARAUCO INVESTIGACIONES ARQUEOLOGICAS EN EL LITORAL HIGROMORFICO SEPTENTRIONAL OTRAS INVESTIGACIONES ARQUEOLOGICAS EN EL LITORAL HIGROMORFICO ARAUCANO CAZADORES RECOLECTORES EN LA ARAUCANIA INTERIOR COMENTARIOS CONCLUSIVOS REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

5

ÍNDICE DE TABLAS

TABLA 1 TABLA 2 TABLA 3 TABLA 4 TABLA 5 TABLA 6 TABLA 7 TABLA 8 TABLA 9 TABLA 10 TABLA 11

RESUMEN DETERMINACION RESTOS OSEOS SITIO P27-1 RESUMEN DETERMINACION RESTOS OSEOS SITIO P30-1 FECHADOS RADIOCARBÓNICOS SITIOS ARCAICOS ISLA MOCHA FECHADO RADIOCARBÓNICO SITIO LE-1 MOLUSCOS [%NMI] SITIO LE-1, ISLA MORHUILLA DETERMINACION RESTOS OSEOS [NISP, NMI] POZO DE FAUNA LE-1 FECHADO RADIOCARBÓNICO SITIO LE-4 MOLUSCOS [NMI] SITIO Le-4, ISLA MORHUILLA DETERMINACION RESTOS OSEOS [NISP, NMI] POZO DE FAUNA LE-4 FECHADOS RADIOCARBÓNICOS SITIO LE-2 MOLUSCOS [NMI] SITIO Le-2, ISLA MORHUILLA

32 36 39 44 44 45 47 49 49 51 52

6

INTRODUCCION

7

La escasez de información, que en las últimas dos décadas se ha ido paulatinamente subsanando, es la causa obvia por la que los pobladores que vivieron en la Araucanía durante el Holoceno Medio sean unos perfectos desconocidos para la Prehistoria Chilena [cf. Aldunate 1989, Llagostera 1989]. Tom Dillehay, en un trabajo escrito a fines de la década de los 70, manifestaba que tan poco se sabe del período arcaico que, incluso, "es difícil asignarle un nombre" [1990[1981]: 22]. Para Dillehay [1990[1976]: 36] la presencia de cazadores recolectores en la Araucanía “debe suponerse”, debido a la carencia de información en la zona, ya que “todavía se conocen pocos indicadores arqueológicos, ya sea en el campo o aún en los museos, para sugerir que la Araucanía estuvo extensamente ocupada por poblaciones humanas”, y aunque las puntas de proyectil "premunidas de pedúnculo y hombro bien desarrollado" encontradas “en la costa cercana de Puerto Saavedra, Queule y Chan Chan” podrían ser del período arcaico [4000 AC-500 DC], “no hay evidencias para sostener estas suposiciones [1975-1976, 1990[1981]: 22]. Los estudios que se han estado realizando desde hace algunos años [1990-2000] en la denominada “costa higromórfica chilena” [Llagostera 1989: 76-77], nos permite plantear la presencia de grupos de cazadores recolectores marítimos, en una secuencia continua que se extendería entre el 7000 y el 2000 AP [Quiroz et al. 1998, Quiroz & Sánchez 1999], con el dominio de técnicas de navegación [Vásquez 1994], que le permiten una alta movilidad en toda la costa sur araucana [Vásquez 1997] y colonizar exitosamente los ambientes insulares cercanos a la costa, tales como Isla Quiriquina, Isla Santa María e Isla Mocha [Quiroz & Sánchez 1997]. Las primeras ocupaciones que hemos detectado en la zona se confunden con la finalización del denominado Hipsitermal, período más caluroso del Holoceno, ocurrido en la zona entre los 7000 y 6000 AP [Iriondo 1999, Campana 1973]. Estas ocupaciones se extenderían hasta la llegada de la cerámica y la introducción de ciertas plantas y animales domesticados [Latcham 1922, 1936, Benavente 1985, Falabella & Planella 1988-1989, Falabella & Stheberg 1989, Castro & Tarragó 1992]. Se ha supuesto, sin mayores datos, que estos eventos coincidirían en el tiempo y estarían representados en la zona por el denominado Complejo Pitrén, cuyos inicios se estiman entre el 300 DC y el 500 DC [Aldunate 1989: 346-347; Dillehay 1990[1981]: 23, 1990[1976]: 42-45; Adán & Mera 1998: 34-35]. El espacio geográfico que nos interesa, el litoral higromórfico araucano [entre el río Bío Bío y el canal de Chacao, cf.: Llagostera 1989: 76-77] se inscribe en una región que ha sido denominada área extremo sur andina [Lumbreras 1981], aunque su formulación considera "la solución dialéctica generada entre los pueblos y su medio ambiente, como consecuencia de una relación de interdependencia, provocada por un régimen de vida agrícola; por tanto, no es aplicable a etapas pre-agrícolas" [op.cit.: 42-43]. El mismo Lumbreras señala que, luego de varias discusiones con especialistas regionales, este nombre se aplicaría en la actualidad sólo a la Araucanía [op.cit.: 103]1 1 Con la misma extensión se usa hoy en día el término centro-sur en la arqueología chilena, es decir, como sinonimia de Araucanía [Aldunate 1989: 346].

8

Los cazadores recolectores que han ocupado estos espacios, los ecosistemas húmedos litorales e insulares, muestran una gran diversidad cultural [Navarro 1995a, 1995b]. Colonizaron exitosamente distintos ambientes, debido por una parte a cambios en las condiciones ambientales [algo más frías y más húmedas] y por la otra a mejoras tecnológicas introducidas en su equipamiento material y a una experiencia acumulada tanto social como ideológica. En esa época no sólo estaba ocupada la costa, por supuesto, sino también los valles centrales, como por ejemplo en Quillen I [Valdés et al. 1985; Navarro 1984, 1991; Navarro & Pino 1984] y también, con fechados incluso anteriores, en ambas vertientes de la cordillera andina, como por ejemplo Pucón 6 [Navarro 1979], Marifilo 1 [Adán et al 2000], Traful I [Crivelli, Curzio & Silveira 1993], Cuyín Manzano [Ceballos 1979, 1982] y Alero Los Cipreses [Silveira 1996], para nombrar sólo algunos. Debemos, por lo tanto, conocer las características ambientales y sus transformaciones en el tiempo desde sus primeros poblamientos. Tenemos que considerar los distintos factores que han intervenido en la construcción y modificación de la geomorfología local: las glaciaciones y deglaciaciones con las consecuentes transgresiones y regresiones marinas [Seguel & Campana 1970, Campana 1973], los alzamientos y subsidencias continentales producidos por diversas causas, principalmente tectónicas [Kaizuka et al. 1973, Nelson & Manley 1992]. Tenemos también que tomar en cuenta las investigaciones paleoclimáticas regionales [Clapperton 1993, Isla & Espinoza 1995, Iriondo 1999] y locales [Lequesne et al. 1999], que permiten elaborar reconstrucciones paleoambientales adecuadas [Veblen et al. 1981, Markgraf 1987, Heusser 1990] indispensables para definir en forma clara las adaptaciones marítimas regionales. Es preciso, finalmente, recoger la información etnográfica disponible sobre grupos cazadores recolectores marítimos, especialmente aquella relacionada con los denominados grupos fuego-patagónicos [Gusinde 1986, 1991, Lothrop 1928, Emperaire 1955, Orquera & Piana 1999b], los que, probablemente ocuparon una extensión de territorio mucho mayor que la observada y registrada por los viajeros y cronistas europeos. También debemos considerar la información disponible sobre adaptaciones costeras de los grupos mapuche [por ejemplo, Coña 1971] que poblaban el territorio a la llegada de los europeos. De este modo, nuestro problema se constituye en la necesidad de conocer las diversas estrategias adaptativas [tecnología y aprovechamiento de recursos] desarrolladas por las poblaciones arcaicas que habitaron el litoral de Concepción y Arauco, considerando como se estructuraron y configuraron. Queremos, además, estudiar las relaciones que existen entre los cambios climáticos globales y las condiciones locales y como afectaron la vida de las sociedades que en ésa época poblaron la costa de la región centro sur e influyeron en sus desarrollos posteriores. Estos intereses nos mueven a desarrollar una serie de tareas, algunas que efectivamente no podemos completar en el curso de este trabajo, que implican mejorar el conocimiento que tenemos de los cazadores recolectores marítimos en las costas araucanas. Estas tareas implican [a] identificar y caracterizar las estrategias adaptativas desarrolladas por las

9

poblaciones que ocuparon la región centro-sur de Chile durante el Holoceno Medio/Tardío, destacando semejanzas y diferencias, cambios y continuidades, tanto espacial como cronológicamente, [b] estudiar una localidad arqueológica intensivamente, Morhuilla, con el fin de conocer las diversas ocupaciones durante el Holoceno Medio y Tardío, [c] ofrecer algunas interpretaciones respecto de las motivaciones que pudieron tener las poblaciones para ocupar primero las costas [Morhuilla] y luego los ambientes insulares [Isla Mocha] en el litoral higromórfico chileno. El desarrollo de estas tareas implica no olvidar la necesidad de reconstruir los distintos paleoambientes en los cuáles las poblaciones en estudio desarrollaron sus diversas actividades, integrando para ello [a] datos que nos ilustren las características paleoclimáticas de la región durante esa época; [b] datos que nos muestren los mecanismos que usaron las poblaciones navegantes cazadoras recolectoras marítimas de las costas chilenas, especialmente del extremo sur, en su relación con el ambiente; y [c] datos que nos hablen de la tecnología y de los recursos ambientales utilizados por estas poblaciones. Este es un tema que sólo podemos plantearlo pero no abordarlo debido a la inexistencia de estudios paleoclimáticos específicos que nos ayuden a responder las preguntas más cruciales. La metodología del estudio está determinada por la naturaleza del problema: el conocimiento de las estrategias adaptativas de los cazadores recolectores marítimos en las costas araucanas. Esto implica el cumplimiento de una serie de etapas: 1. Revisión Bibliográfica: [a] publicaciones teóricas y metodológicas sobre el estudio arqueológico y etnográfico de sociedades cazadoras recolectoras marítimas, [b] trabajos arqueológicos realizados en la región denominada Araucanía o centro sur de Chile, tanto en el sector costero como interior, [c] escritos relacionados con datos ambientales actuales y cambios climáticos, paleoambientales y geoarqueológicos durante el Holoceno Medio/Tardío, tanto en términos generales [teóricos] como específicos sobre la región en estudio [d] artículos referidos a modelos etnográficos de cazadores recolectores marítimos, especialmente aquellos relacionados con las poblaciones canoeras del extremo sur de Chile. 2. Prospecciones, Pozos de Sondeo y Excavaciones: En términos generales las prospecciones y excavaciones se encuentran ya realizadas en el marco de los Proyectos Fondecyt 1921129, 1950175 y 1990027. Comprende: [a] prospecciones sistemáticas en Isla Mocha, Isla Santa María, Morhuilla y Tirúa; [b] excavaciones de los sitios P27-1 y P30-1 [Isla Mocha] y Le-1, Le-2 y Le-4 [Morhuilla]. Se contempla la realización en el curso de este año de algunos pozos de sondeo en el litoral y en Isla Santa María. Consideraremos los datos que hemos obtenido en la zona de Coronel [Co-1 y Co-3], Golfo de Arauco. 3. Análisis de Materiales. Corresponde al análisis de los materiales provenientes de [a] los sitios P27-1 y P30-1, localizados en Isla Mocha, Comuna de Lebu, Provincia de Arauco, [b] los sitios Le-1, Le-2 y Le-4, localizados en Isla Morhuilla, Comuna de Lebu, Provincia de Arauco, [c] los pozos de sondeo realizados en Isla Santa María y en otros lugares a lo largo de las costas de la Provincia de Arauco [Co-1, Co-3].

10

4. Integración definitiva de los datos. Finalmente, se tratará de relacionar las fuentes arqueológicas, etnográficas y paleoambientales obtenidas de manera independiente como una manera de explicar las características de las poblaciones cazadoras y recolectoras marítimas del litoral araucano durante el Holoceno Medio/Tardío. Probablemente algunas de estas tareas no podrá ser desarrollada completamente. La información disponible no será suficiente o el tiempo necesario para poder analizarla adecuadamente no será el necesario. Sin embargo, pienso que es imprescindible abordar los desafíos, por mucho que nos desborden.

11

CAPITULO 1 CAZADORES RECOLECTORES MARITIMOS Y LAS COSTAS DE ARAUCO

12

Los seres humanos han sido cazadores recolectores durante más del 99% de su historia. [Lee & De Vore 1968, Yesner 1980: 727]. Los estudios sobre estos grupos tienen una larga tradición tanto en antropología social como en arqueología, sobre todo, a partir de la década del 60 [Lee & De Vore 1968, Binford & Binford 1968, Bicchieri 1972, Sahlins 1972], sin olvidar, obviamente, la temprana y destacada contribución de J.H. Steward en la década del 30 [1936, 1938]. Desde esos años se han elaborado muchas explicaciones y definiciones sobre los cazadores recolectores [Jochim 1976, Bettinger 1991; las obras colectivas editadas por Winterhalder & Smith 1981, Dahlberg 1981, Leacock & Lee 1982, Bailey 1983, Schrire 1984, Price & Brown 1985, Burch & Ellana 1994 y Kelly 1995] y se han despertado un sinnúmero de discusiones, grandes y pequeñas, en la disciplina, tanto sobre su alcance como su pertinencia [Ember 1978, Barnard 1983, Testart 1988, Myers 1988, Headland & Reid 1989, Solway & Lee 1990, Bird-David 1990, Riches 1995]. Como consecuencia de esta extensa discusión, R.L. Kelly, indica, no sabemos si con algo de ironía, que los cazadores recolectores son "aquellos grupos de personas que han sido tradicionalmente reconocidos por la antropología como cazadores y recolectores" [1995: 6]. R.B. Lee, uno de los principales estudiosos del tema, señala que cuando tratamos de definir en forma precisa lo que estos grupos son, surgen algunas dificultades, ya que, económicamente, nos referimos a ellos como esos “pueblos que históricamente han vivido de la recolección, caza y pesca, con ninguna o una mínima agricultura y sin ningún animal domesticado, excepto el perro”; y políticamente como esas “bandas” o “sociedades ‘igualitarias’ en las que los grupos sociales son pequeños, móviles y no-estratificados, en las que las diferencias de riqueza y poder están mínimamente desarrolladas“ [1992: 31]. El uso de estas dos dimensiones obliga a agrupar sociedades con grandes diferencias entre sí [Lee 1992], oscureciendo un hecho indesmentible: la enorme variedad económica, social e ideológica que presentan las sociedades cazadoras recolectoras conocidas en la actualidad [Ingold, Riches & Woodburn 1988; Lee & Daly 2000]. La antropología ha elaborado distintos enfoques para reducir esa variedad [Lee 1992; Kelly 1995; Burch & Ellana 1995]. Estas diferencias han llevado a algunos autores a hablar de la existencia de, al menos, dos grandes categorías: cazadores recolectores generalizados y cazadores recolectores complejos [Chatters 1987, Testart 1988, Lee 1992]. CAZADORES RECOLECTORES MARÍTIMOS La situación mencionada anteriormente se reproduce también en aquellos cazadores recolectores que obtienen, sea una parte, o la mayor parte, o casi todos, sus recursos del mar [Fitzhugh 1975, Moseley 1975, Osborn 1977, Meehan 1977, Yesner 1980, Bailey & Parkington 1988, Lyman 1991, Orquera & Piana 1999a]. Es así como varios autores plantean que es preciso considerar esas diferencias cuando intentamos construir una teoría sobre las adaptaciones marítimas en las poblaciones humanas [Yesner 1980: 728].

13

Nuestro interés en comprender conceptualmente a los cazadores recolectores marítimos nos lleva a repasar una serie de condiciones necesarias para determinar si una sociedad tiene o no una orientación marítima. Las sociedades cazadoras y recolectoras se han adaptado en forma progresiva al uso de los recursos que el mar ofrece para su subsistencia. Entre las sociedades cazadoras recolectoras, las pescadoras “han sido capaces de generar un proceso de cambios orientados hacia una adaptación cada vez más eficiente” [Llagostera 1982: 217]. Para comprender este proceso algunos autores ha utilizado el término forrajeros opulentos [Sahlins 1972], para expresar simbólicamente las características y condiciones socioeconómicas de los cazadores-recolectores-pescadores costeros, tales como los que habitan en los arrecifes del Pacífico Septentrional [sociedades prehistóricas Jomon, por ejemplo], los grupos indígenas de las costas noroccidentales de Norteamérica, y las sociedades prehistóricas de la costa peruana [Moseley 1975]. Este término sugiere que durante el Holoceno, ciertos grupos prehistóricos alcanzaron estructuras sociales altamente organizadas y niveles superiores de sedentarización, adaptándose eficientemente a los ambientes costeros templados. En la actualidad se discute el concepto y se trata de construir nuevos esquemas teóricos que permitan comprender adecuadamente las sociedades prehistóricas de cazadores recolectores marítimos [Burch & Ellana 1995] Llagostera [1982, 1983], basándose principalmente en lineamientos ecológico-energéticos, con una orientación teórica básicamente evolutiva, ha planteado que las ocupaciones del mar fueron progresivas, “concretándose en sucesivas conquistas de dimensiones físicas y energéticas del mar” [1982 : 218]. En la fundamentación de sus posiciones [Llagostera 1976] usa no sólo indicadores culturales [que los llama ergoindicadores], como tradicionalmente la arqueología lo ha hecho, sino fundamentalmente utiliza indicadores biológicos [bioindicadores] que complementen la información cultural. Llagostera asume que “cada cultura puede ser conceptualizada como una estrategia adaptativa, representando un modelo único para extraer energía del habitat”. La adaptación es un proceso cultural con un doble objetivo: por una parte busca mantener una tasa calórica adecuada y por la otra disminuir el costo energético de la producción. Estos elementos tienen “un sentido dinámico de avance progresivo que está encauzado por la eficiencia adaptativa” [1982 : 233]. En este sentido las poblaciones costeras desarrollan en forma progresiva su adaptación marítima: “es así como hemos llegado a constatar que el proceso de adaptación en esta ‘zona marítima’ tomó forma en tres etapas sucesivas, con orientaciones espaciales bien definidas que llamaremos dimensiones. En primer lugar se llevó a cabo la explotación de los recursos de las orillas del mar [dimensión longitudinal]; luego se logró el acceso a los recursos de profundidad [dimensión batitudinal] y más tarde se hizo efectivo el usufructo de mayores extensiones oceánicas [dimensión latitudinal]. La conquista de la dimensión longitudinal fue sustentada en una tecnología simple, pero las dimensiones batitudinal y latitudinal fueron conquistadas mediante instrumentos de importancia trascendental: el

14

anzuelo y las embarcaciones. El acceso a cada una de estas dimensiones implicó, en términos adaptativos, un ingreso a sucesivos y nuevos niveles energéticos, traduciéndose el proceso total en un acervo acumulado de cambios cuantitativos y cualitativos” [1983: 4041]. No todas las sociedades de pescadores alcanzan necesariamente los mismos grados de complejidad. Sin embargo, existen una serie de matices en las definiciones que los diversos autores elaboran cuando se refieren a los grupos que se relacionan de una u otra manera con el mar y sus recursos. Para Perlman [1980: 259] basta que un grupo obtenga parte de sus recursos del mar para hablar de adaptaciones costeras. Sin embargo, Yesner [1980: 728] considera necesario que los grupos obtengan de los recursos marinos el mayor contenido calórico o proteico de su dieta para ser considerados cazadores recolectores marítimos. Orquera & Piana [1999a: 96], por su parte, agregan que para hablar de adaptaciones verdaderamente marítimas es necesario considerar también la presencia de una tecnología apropiada en función de las características de los recursos y de las materias primas que ellos proporcionan. En este sentido, y para efectos de este trabajo, creemos necesario pensar las sociedades cazadoras-recolectoras marítimas desde una perspectiva específica: poblaciones que obtienen gran parte de sus recursos alimenticios del mar y que han desarrollado una tecnología apropiada y pertinente al proceso de obtención de dichos alimentos. Pálsson piensa que un buen término para designar a las sociedades cazadoras recolectoras marítimas es el de sociedades pescadoras, modo de producción que incluye no sólo la pesca sino también la recolección de mariscos y la caza de mamíferos marinos [Pálsson 1988]. Sea un buen término o no, nos debe quedar claro lo que el concepto pretende designar: sociedades cuyo modo de subsistencia está centrado, aunque no exclusivamente, en los recursos que el mar ofrece, y que han desarrollado una tecnología apropiada para obtenerlos y consumirlos. MODELOS Y MIRADAS TEORICAS La elaboración de un modelo explicativo/interpretativo que dé cuenta de los factores que influyeron en la formación de las diversas adaptaciones culturales de los grupos que poblaron las costas de la Araucanía depende, en este caso, de la integración que podamos de los datos arqueológicos con la información proveniente de los estudios paleoclimáticos, etnográficos y etnohistóricos. En general, los autores que han reflexionado sobre las características de los poblamientos en las costas de la Araucanía han usado enfoques tipológico-culturales y ecológicoculturales, dimensiones que deseamos continuar, considerando ahora las investigaciones ecológico-históricas desarrolladas recientemente tanto en la antropología social [Crumley 1994, Balée 1998] como en la arqueología [Kirch & Hunt 1997], que considera no sólo las influencias del ambiente sobre los diversos grupos humanos sino también las transformaciones que éstos provocaron y provocan en su respectivos ambientes [Kirch 1997].

15

Este enfoque busca examinar las relaciones entre poblaciones y ambientes, dendo cuenta de los mecanismos de cambio cultural en el mediano plazo, como una manera de llenar el vacío dejado por las antropologías ecológicas neo-evolucionistas [cambios a largo plazo] y neofuncionalistas [cambios a corto plazo]. Consideramos imprescindible agregar una dimensión histórica al análisis de las relaciones hombre-ambiente, contraponiéndola a los esquemas anteriores que privilegian el estudio de los mecanismos homeostáticos y sincrónicos. Uno de los conceptos más usado para caracterizar esta perspectiva es el de estrategia adaptativa, concepto que pretende informar sobre las respuestas organizadas que todo grupo humano desarrolla para resolver los problemas que le plantea su propio ambiente, relacionados con los patrones de asentamiento [uso del ambiente como espacio] y subsistencia [uso del ambiente como recurso]. Estas estrategias adaptativas son dinámicas, sensibles a las variaciones ambientales. CAMBIOS EN LOS NIVELES MARINOS Uno de los factores que necesariamente debemos considerar en la elaboración de un modelo que explique las adaptaciones marítimas de pueblos cazadores recolectores es el comportamiento histórico del mar y de la masa continental en la que se sostiene, y su influencia sobre las costas continentales. En términos globales podemos señalar que las fluctuaciones del nivel marino durante los últimos 200.000 años van desde los 150 metros por debajo del actual nivel y los 10 metros por encima de él. Se ha calculado que si se fundiera todo el hielo actualmente acumulado en los glaciales y en los polos, el nivel general de los océanos se empinaría hasta unos 78 metros por encima del actual [Inman 1983]. Sin embargo, estas condiciones globales no representan el comportamiento regional y local Por ejemplo, Usselmann [1989], basándose en estudios previos de Fairbridge [1976], indica que hace unos 18.000 años el océano, en el litoral del sur de Colombia, la costa de Ecuador y el litoral norte de Perú, llegó a un nivel de unos 100 metros por debajo del actual y como consecuencia directa la costa se desplazó considerablemente, duplicando su actual extensión este-oeste a partir del borde de los Andes. Hace unos 10.000 años el nivel era todavía de unos 50 metros por debajo del actual, pero hace unos 5.000 años, durante el episodio climático cálido y húmedo conocido como optimum climático, se produjo frente a esas costas una transgresión marina que hizo subir considerablemente el nivel marino hasta por encima del actual. Van der Hammen & Ortiz-Troncoso [1992] señalan que el estudio sistemático del litoral presenta las dificultades inherentes a un medio afectado por variaciones de diversa índole, como las del nivel del mar y por levantamientos y hundimientos de las costas, y desde luego por la propia acción del hombre. Esto lleva a reflexionar sobre las consecuencias que ha podido tener sobre el medio ambiente litoral la presencia, desde la prehistoria, de poblaciones asentadas permanentemente sobre la banda costera haciendo de ella su principal fuente de recursos de subsistencia.

16

Sin embargo, para tratar la problemática de la evolución de la línea costera se requiere tener en cuenta no sólo el ascenso o descenso del nivel medio general de los océanos, es decir los movimientos eustáticos, sino también el ascenso o descenso de la masa terrestre, es decir los llamados movimientos isostáticos [muchas veces de origen tectónico]. Ambos factores conducen a trazar este límite variable que es la ribera oceánica, límite cambiante de acuerdo con estos factores, eustáticos e isostáticos, que también incluyen las variaciones climáticas tanto globales como locales. Por ejemplo, en ciertas regiones la masa terrestre suele mostrar huellas de inestabilidad provocada por la alternancia en la formación y desaparición de glaciares. Obviamente son las costas de las altas latitudes las que con más frecuencia muestras signos de estos fenómenos. Es decir, la presión de las masas de hielo determina el hundimiento de la masa terrestre costera. Durante los períodos de disminución de los hielos, por elasticidad la costa vuelve paulatinamente a levantarse. Como contrapartida, la acumulación de hielo sobre las tierras emergidas durante los períodos climáticos fríos, ha traído como lógica consecuencia una disminución general en el nivel de los océanos [Ortiz-Troncoso 2001]. Una de las consecuencias más directa de la disminución del nivel del mar ha sido la formación de "puentes" terrestres entre continentes e islas, facilitando el intercambio de especies vegetales y animales, y por supuesto también las migraciones humanas. Por ejemplo, hace unos 5000 años el litoral que rodea la actual ciudad de Concepción tenía una morfología muy diferente, con una serie de islas frente al litoral continental, de las que sólo sobrevive hoy la Isla Quiriquina. PALEOCLIMAS Y ARQUEOLOGIA La paleoclimatología ha crecido durante el último siglo, lentamente en el comienzo y aceleradamente desde los años 70. Una de sus principales metas fue determinar como el sistema climático varía a través de un amplio rango de escalas temporales. El espectro teórico de variabilidad climática propuesto por Mitchell [1976] proporciona una herramienta para mejorar la comprensión de dicha variabilidad climática.. El clima varía respecto de todas las escalas temporales, desde la estacional hasta aquella asociada con la evolución tectónica de la Tierra. Es necesario comprender la variabilidad climática en cada una de estas bandas de frecuencia para anticipar de dinámica del sistema climático del futuro. Lo mismo podemos manifestar respecto de la reconstrucción de los sistemas climáticos del pasado. Los datos de polen fósil indican que en la Sudámerica Meridional el clima llegó a ser más cálido hacia los 13000 AP, pero esta tendencia fue interrumpida por un cambio que causó que los glaciares avanzaran en gran parte de los Andes entre el 12500 y el 10000 AP [Heusser and Rabassa, 1987; Markgraf 1993]. El Holoceno temprano estuvo marcado por una regresión de los glaciares en la mayor parte de los Andes [Heusser 1974], pero luego hubo un regreso a condiciones más frías y más húmedas desde los 5000 AP [Mercer 1982]. Las asociaciones faunísticas fechadas entre los 28000 y los 13000 AP indican la ocurrencia de una fase más fria y más seca [Clapperton 1993]. La evidencia paleontológica y

17

arqueológica indica una transición de un clima temperado y semiárido a uno más húmedo entre los 12000 y los 8500 AP [Heusser & Rabassa, 1987]. Entre los 9000 y 7500 AP los conjuntos faunísticos reflejan otro intervalo seco; al contrario, entre los 7500 y los 5000 AP, toda la data disponible indica un clima húmedo, que puede ser relacionado con el óptimo climático [Iriondo & García 1993]. El Holoceno tardío es un período más húmedo, con algunas fases áridas [Mercer 1982]. EL LITORAL HIGROMÓRFICO CHILENO El espacio geográfico que nos interesa, el litoral higromórfico chileno [ver Figura 1], se encuentra limitado, según Llagostera, por el río Bío Bío y el canal de Chacao [1989: 7677]. La morfología del litoral higromórfico chileno o litoral araucano se debe a la acción de antecedentes tectónicos y litológicos y a la manera como el mar ha actuado en la Cordillera de la Costa en diferentes épocas geológicas depositando sus sedimentos, “alternando costas rocosas, donde el papel abrasivo del mar es importante, costas de grandes bahías, regularizadas por el control estructural, y en costas bajas, formada por cordones litorales y lagunas” [Stuardo et al 1997]. En este litoral húmedo de más de 600 km de longitud, “las planicies cubren superficies variables, de acuerdo a la presión que sobre ellos ejercen los relieves desprendidos de la cordillera de la Costa” [Börgel 1983: 118]. Es así como se distinguen, de norte a sur, una serie de sistemas geomorfológicos de relevancia para la comprensión de los procesos de poblamiento humano. Entre el río Bío Bío y el río Tirúa, se extiende por casi 170 km una planicie litoral de sedimentación marina con un ancho medio de 25 km, denominada de Arauco-Cañete, limitada al oriente por la Cordillera de Nahuelbuta. En la ribera sur del río Tirúa, “la cordillera costera termina por ahogar la planicie marina, la que desaparece momentáneamente para reaparecer 20 km al sur, en la orilla meridional del río Moncul” [Börgel op.cit.: 118]. Entre el río Moncul y el río Queule tenemos una segunda planicie litoral de sedimentación marina denominada planicie de Carahue, con una longitud de 75 km y un ancho medio de 25 km. Al sur del río Queule y hasta el río Llico se extiende por casi 210 km un segundo estrangulamiento, denominado Cordillera de Mahuidanche, que otorga al segmento orográfico la apariencia de un muro costero. Desde el río Llico hasta el Canal de Chacao se extiende una tercera planicie marina, denominada planicie de Maullín, de unos 60 km de largo y de ancho indeterminado, “ya que establece soluciones de continuidad con el extremo meridional del llano central en Llanquihue y Puerto Montt” [Börgel, op.cit.: 118] Nuestras investigaciones se inscriben casi en su totalidad en lo que se ha denominado la planicie de Arauco-Cañete o litoral higromórfico septentrional. Esta planicie “comienza en la desembocadura al mar del río Bío Bío, con un hiatus fluviomarino impuesto por los cambiantes lechos fluviales que ha experimentado este río durante el cuaternario reciente” [Börgel op.cit.: 118]. La más antigua desembocadura del Bío Bío parece haber operado en dirección a la bahía de Concepción, área ocupada en la actualidad por la ciudad del mismo nombre y el curso inferior del río Andalién. La segunda desembocadura se establecía en dirección a San Vicente y la actual en La Boca, distante 10 km al SW de la primera salida al mar [Börgel op.cit.: 118]. que se estructura en una amplia llanura de sedimentación

18

fluviomarina. La planicie termina al sur de Tirúa, donde la “cordillera costera termina por ahogar la planicie marina, la que desaparece momentáneamente” [Börgel 1983: 119]. La Isla Mocha es, en términos geomorfológicos, la parte más alta de un cordón montañoso desarrollado en la plataforma continental, que continúa la cordillera de Nahuelbuta y forma parte del Bloque Mocha, limitado al norte por la fractura Mocha y al sur por la fractura Valdivia [Nelson & Manley 1997]. En este segmento de la costa araucana, entre el río Bío Bío y el río Tirúa, se han identificado latitudinalmente tres grandes unidades geomorfológicas: una costa de bahías cerradas entre Coliumo y Laraquete, la plataforma litoral de Arauco-Lebu y la llanura costera al sur de Lebu [Stuardo et al 1997]. Costa de bahías cerradas: se distinguen tres unidades con ensenamiento profundo, fisiográficamente muy semejantes y de tamaño gradualmente creciente: Coliumo, Concepción y Arauco. Estas bahías se presentan cerradas por el oeste por penínsulas tales como Coliumo, Tumbes y Hualpén y Punta Lavapié, cuyos extremos se prolongan en las islas Quiriquina y Santa María. En el sector de Concepción, la tectónica de bloques del terciario ha producido una estructura geomorfológica muy característica: una llanura arenosa conformada por un graven subsidente, limitada al este por el escarpe de falla de la Cordillera de la Costa y al oeste por abruptos del mismo tipo, labrados en las penínsulas de Hualpén y Tumbes. Este dispositivo favorece la formación de una llanura fluvial y fluviomarina amplia constituida por espesos depósitos de arenas negras de tipo basáltico originadas en el volcanismo andino durante el Tardi y Postglacial, transportadas por el Bío Bío y cuya llegada coincide con la transgresión Flandriense, de modo que su depósito se ha realizado en un antiguo delta submarino que se extendía al noroeste y oeste de Concepción. Las condiciones fisiográficas de la costa de Concepción a comienzos del Holoceno Medio, con un conjunto de islas antepuestas a la costa, permitieron un ambiente de sedimentación y evolución de la llanura deltaica hacia las bahías de Concepción y San Vicente [Ilabaca 1989] y fueron [hoy queda solo Isla Quiriquina] un fuerte incentivo a la navegación, que adquirió un gran desarrollo, al menos desde el Hipsitermal. Esta llanura toma, al sur de Concepción, el aspecto de una estrecha faja costera de 6 a 7 m de altitud y de 2 a 4 km de ancho, cuyo contacto con la Cordillera de Nahuelbuta se produce a través de angostos peldaños de terrazas marinas. Entre Lota y Laraquete se levantan penínsulas rocosas modeladas en pizarras paleozoicas intensamente alteradas que alternan con paleorías, como las de Colcura y Chivilingo, en cuyos fondos arenosos se observan estrechas playas y cordones litorales, herencia de un nivel marino más alto durante el Flandriense. En el marco del dominio de la costa de bahías cerradas se pueden distinguir dos sistemas insulares: Isla Quiriquina [5 km2] e Isla Santa María [23 km2].

19

Plataforma litoral de Arauco-Lebu: consituida por rocas sedimentarias marinas y continentales intercaladas con mantos de carbón, tiene su origen en la antigua cuenca sedimentaria de Arauco, cuya evolución está emparentada a los procesos tectónicos que formaron la Cordillera de Nahuelbuta. Las rocas más antiguas, cretácicas y eocénicas, conforman terrazas marinas que se elevan a más de 200 m al borde de la Cordillera de Nahuelbuta y se elevan sobre los 380 m en la costa de Punta Lavapié. Las rocas más jóvenes, pliocénicas, afloran al norte de la ciudad de Arauco y estructuran relieves de mesetas semihorizontales en las cuales se inscriben valles de fondos muy planos y anegadizos. Los esteros y ríos que bajan de la cordillera de Nahuelbuta se inscriben profundamente en este macizo, diseñando trazados angulares o paralelos, adaptados a las líneas de fractura y a los basculamientos de la corteza. La costa es abrupta con pequeñas playas producidas principalmente por abrasión marina. La información geomorfológica sugiere que, a partir del Plioceno, el golfo de Arauco habría presentado una arquitectura semejante a la actual. Quizás uno de los cambios más relevantes ocurridos en la línea de costa entre el Plioceno y el Reciente habría sido el relleno y desaparición de Bahía Negra, debido al soterramiento con arenas negras de origen andino transportadas por el río Biobío. Esta paleobahía , ubicada al sur de Playa Escuadrón tuvo una morfología y un tamaño similar a Bahía San Vicente. Parte de la evolución de la línea de costa del área estudiada, ha sido descrita por Ilabaca [1989]. Llanura costera al sur de Lebu: En la zona costera entre Lebu y Tirúa se presenta el campo de dunas más extenso de la costa chilena. Se desarrolla a lo largo de una línea litoral de 60 km de largo y de 6 km de ancho, limitando al norte con la plataforma sedimentaria terciaria de Arauco y al este con la cordillera de Nahuelbuta. Es el sector costero más regular de Chile, caracterizado como una costa acumulativa regular y baja de cordones y lagunas litorales [Araya-Vergara 1976]. La red hidrográfica está formada por una serie de pequeñas cuencas costeras originadas en la Cordillera de Nahuelbuta, donde se destacan las cuencas de los lagos Lanalhue y Lleu-Lleu, que drenan mayormente terrenos del basamento cristalino. BREVE HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS La historia de las investigaciones arqueológicas en este sector es de larga data y por ende los grupos cazadores recolectores marítimos en la zona ha sido estudiados por varios autores, a pesar de la escasa evidencia disponible. Los trabajos realizados entre 1920 y 1946, año de su muerte, por el naturalista Carlos Oliver Schneider son poco conocidos pues fueron escasamente publicados. También debemos nombrar los breves trabajos de Claude Joseph, en la costa al sur de Lebu [Joseph 1930]. Los trabajos de Oliver Schneider fueron retomados por Hernán San Martín en las décadas del 50 y 60 y también casi no publicados. Posteriormente siguieron, a fines de la década de los 60 y comienzos de la del 70, los trabajos realizados por la Universidad de Concepción en el litoral de las provincias de Concepción y Arauco, dirigidos por Z. Seguel y O. Campana.

20

El primero en abordar de una manera sistemática el problema es, sin duda, Carlos Oliver Schneider, naturalista uruguayo avecindado en Chile desde los comienzos del siglo XX. De acuerdo a sus propios datos, sabemos que en 1921 trabajó en los cementerios de Yane, Cisterna, Quebrada, Chicoco, Bastidas, Quinonguen, Bellavista, y en los conchales de Trana, Quiapo, Tubul Alto y Tubul Bajo. En 1922 incursiona en los conchales de Burca, Corte Hospital, Laraquete y Las Cruces. En 1923 excava por primera vez en Primera Agua, donde volverá nuevamente en 1925 y 1928 [Oliver 1928]. En 1926 efectuó reconocimientos de terreno en Lebu y Tirúa, practicando excavaciones en Paicaví, Quidico y Tranaquepe. En 1927 trabaja en un cementerio ubicado en la Quinta Virginia, a orillas del Bío Bío, en lo que fuera el asentamiento de los mochanos trasladados al continente [Oliver 1927, Vergara 1987, Quiroz 1995]. El Cerro La Costilla también fue recorrido en las excavaciones de 1928, encontrando varios paneles con petroglifos. Al año siguiente interviene los conchales de Arenas Blancas, Calabozo, Las Conchas y Manco y realiza una visita a Isla Quiriquina. En 1930 practica un reconocimiento al cerro Cayumanqui y a los alrededores de San Rosendo. Luego en 1932 realiza fructíferas prospecciones en el Conchal de Darwin, en Talcahuano, obteniendo importante material para el museo. [Oliver 1934]. En 1933 va a la Isla Mocha y en 1934 sondea los conchales de Puerto Puchoco y Fureles. A partir de este año, de acuerdo a sus escritos, decaen sus excavaciones dedicándose a realizar estudios más bien ecológicos en la Bahía de San Vicente, Bahía de Concepción, Isla Santa María, y Puchoco-Lo Rojas. Las excavaciones de 1933, 1934, y 1935 fueron hechas con fondos proporcionados por la Universidad de Concepción [Oliver 1934]. Oliver además, nos proporciona un mapa [ver Figura 2] con la ubicación de los sitios arqueológicos trabajados en las zonas de Concepción y Arauco2 Debemos también mencionar los trabajos realizados en la década del 30 por el Hermano Claude Joseph [1930], en la costa al sur de Lebu, aunque sus investigaciones no entregan muchos antecentes sobre las ocupaciones de cazadores recolectores en las costas araucanas, sino más bien aporta una valiosa información sobre grupos alfareros, portadores de cerámica, que serían posteriormente conocidos en la literatura arqueológica como El Vergel. En la década de los 50 San Martín retomará los trabajos de Oliver Schneider pero sus investigaciones son escasamente conocidas y nos dejó apenas un breve informe de sus resultados [1964]. Sin embargo, va a ser Osvaldo Menghin, prehistoriador austríaco, quién a fines de los 50, elabora intuitivamente los fundamentos histórico-culturales de las ocupaciones humanas en la Araucanía, la que se extendería en su opinión, entre el río Maule y el Golfo de Ancud [1962: 47], antes de la instalación de grupos agroganaderos. Menghin denomina a estos grupos substratos prearaucanos, es decir, culturas precerámicas cazadoras que ocupaban el habitat de los araucanos actuales [op.cit.:12]. Con escasa evidencia empírica y basándose un poco en las apreciaciones de Bird [1938] sobre Chiloé, construye una secuencia cronológico cultural para la Araucanía constituida por dos grandes períodos: un epipaleolítico y un neolítico. El período epipaleolítico [arcaico, para nosotros], se compone 2 Este mapa se encuentra en los archivos del Museo de Historia Natural de Concepción y agradezco al Sr. José Vergara la gentileza que tuvo al proporcionármelo.

21

de distintos complejos de carácter epiprotolítico y epimiolítico, es decir, tardías estribaciones del paleolítico inferior y superior respectivamente [op.cit.: 12], definidos por tres expresiones culturales diferentes, que representarían otras tantas épocas cronológicas, sin excluir que pudieran coincidir parcialmente [op.cit.: 47]: el riogalleguense, el chanchanense y el talcahuanense. La primera época correspondería al riogalleguense, un epiprotolítico de guijarros y gruesas lascas [op.cit.: 12], cuyas poblaciones serían el sustrato más primitivo de la zona, presumiblemente de raza fuéguida [op.cit.: 13]. Menghin no pudo observar ningún sitio adscribible a este período [aunque señala que algún día se descubrirán industrias idénticas también en Araucanía [op.cit.: 12]. La segunda época correspondería al chanchanense, muy emparentado con el ayampitinense, cuya industria se caracteriza por raederas y muchas simples puntas foliáceas de retoque bifacial, a veces de hechura muy elegante [op.cit.: 13]. El chanchanense representaría una mezcla de dos modalidades culturales epipaleolíticas, una más primitiva epiprotolítica y de tipo riogalleguense [raederas], y otra más evolucionada de abolengo miolítico, patrimonio de cazadores superiores [puntas foliáceas ayampitinenses]. Este grupo arqueológico es de carácter algo más avanzado [op.cit.: 13]. La tercera época correspondería al talcahuanense, expresión cultural totalmente distinta de las anteriores [op.cit.: 13], caracterizado principalmente por "puntas de flecha con limbo dentado, una o dos barbas a cada lado, y un corto pedicelo triangular: son las puntas de flecha más elaboradas de toda Sudámerica" [op.cit.: 14]. Para Menghin esta época puede representar un paraneolítico, es decir un epimiolítico neolitizado análogo al patagoniense más reciente de la Argentina, la que posee alfarería y excelentes artefactos pétreos, a veces hasta pulidos, pero que carece del cultivo y de la ganadería, elementos indispensables para un auténtico neolítico [op.cit.: 14]. Esta época estaría representada en los conchales de Talcahuano y Arauco. Seguel y Campana, investigadores del Instituto de Antropología de la Universidad de Concepción, plantean en la década de los 60 y comienzos de los 70 [Seguel & Campana 1970, Campana 1973], para la región costera, un precerámico o arcaico entre el 8500 AP y el 1500 AP, que estaría representado por tres momentos de ocupación, correspondientes a momentos transgresivos en las oscilaciones glacioeustáticas marinas holocénicas regionales [Campana 1973]. La primera de estas ocupaciones sucede durante el óptimo climático, entre el 8500 AP y el 6500 AP, con una oscilación transgresiva que va desde los -24 m [8300 AP] hasta los 0 m [6500 AP] y se encuentra definida en el Golfo de Arauco por la presencia en los conchales de un estrato de ostiones [este nivel no ha podido ser definido culturalmente]. La segunda ocupación, ocurre entre el 6000 AP y el 4500 AP y es definida por un estrato de ostras que se superpone a los ostiones en los conchales estudiados. Durante este período el mar estaba a unos 5 m sobre el nivel actual del mar y el material cultural [Rocoto I, Bellavista I] rescatado, corresponde a pesas de red, puntas de proyectil, cuchillos, raspadores y algunos adornos hechos en huesos y dientes [Seguel 1969, Seguel & Campana op.cit.: 8-12]. La tercera ocupación, transcurre entre el 4000 AP y el 1500 AP y es definida primero por un nivel mixto de ostras y navajuelas y luego por un nivel de navajuelas. En esta época el mar se encontraba a unos 3 m sobre su nivel actual y queda definido culturalmente por los sitios Quiriquina I y Quiriquina II [Seguel 1970].

22

Gran parte de los sitios arqueológicos arcaicos de la zona costera que han servido para formular la mayoría de estas apreciaciones [Bellavista I, Rocoto I, Quiriquina I, Quiriquina II], se han publicado solo de manera preliminar [Seguel 1969, 1970, 1998] y otros [como aquellos ubicados en la zona de Raqui-Tubul] permanecen básicamente inéditos3, excepto los datos provenientes de nuevas investigaciones en la zona [Bustos, Seguel & Vergara 1998, Bustos & Vergara 1998]. Esta situación, desafortunadamente, dificulta comparar la secuencia ecológica de Seguel & Campana con la secuencia tipológica de Menghin. Sin embargo, es necesario hacer notar que las investigaciones realizadas por este equipo de arqueólogos aporta las primeras dataciones absolutas conocidos en la región, tanto para el precerámico [Bellavista I] como para el cerámico [Tubul I]. Es así como se obtuvieron los fechados de 3870±80 AP [ivic-844] y 3330±80 AP [ivic-845] para el sitio Bellavista I de 810±100 AP [ivic-846] para el sitio Tubul I. Los primeros trabajos realizados en ámbitos insulares también fueron enfrentados por este equipo de investigadores, específicamente en Isla Quiriquina, Bahía de Talcahuano. Entre 1964 y 1967, Z. Seguel junto a otros especialistas, entre ellos A. Laming-Emperaire en 1964 y L. Biró en 1966, realizó una serie de prospecciones y pozos de sondeo, que le permitieron iniciar en 1967 excavaciones ampliadas en dos sitios precerámicos de la isla, seleccionados entre los 13 sitios detectados en las prospecciones [Seguel 1970]. Desgraciadamente no existen estudios publicados sobre los trabajos realizados por la Universidad de Concepción en los complejos asentamientos arcaicos de la zona de Tubul, excepto las informaciones, muy mezquinas en términos culturales, ofrecidas por Campana en su Tesis de Grado [1973]. Junto a estos trabajos publicados existe una serie de otros informes inéditos relacionados con las costas que enfrenta este sistema insular. La zona que se extiende entre el estuario del Río Andalién y Caleta Rumena se encuentran innumerables sitios arqueológicos, entre los que se pueden mencionar, en las riberas del río Bío-Bío, los sitios de La Candelaria y Laguna San Pedro, Lagunillas, Carampangue y, en el área de Raqui-Tubul, los sitios de La Isla, Puente Caleta y La Trila. En el contexto de los trabajos realizados por el Instituto de Antropología de la Universidad de Concepción no podemos dejar de mencionar, a fines de los 70, el trabajo pionero de M. Sánchez [1979] en las costas de Lebu4, donde plantea, siguiendo un lineamiento teórico ecológico-cultural y basándose en la secuencia de cronología relativa elaborada por Seguel & Campana [1970], algunas hipótesis sobre la ocupación del sector costero de Morhuilla, entre el 2500 AP y el 1000 AP, por una tradición cultural lítica definida por la presencia de puntas de proyectil, raederas, raspadores y perforadores. Sánchez distingue dos momentos: uno más antiguo, precerámico, caracterizado por el sitio Co I, situado cronológicamente 3 Esta circunstancia rodea también los trabajos arqueológicos realizados en la región por investigadores anteriores tales como Carlos Oliver Schneider [1932] y Hernán San Martín [1963]. 4 Este trabajo se realizó como Memoria para optar al Título de Antropólogo y al Grado de Licenciado en Antropología, en la Universidad de Concepción.

23

hacia el 2500 AP y correlacionado con la segunda ocupación de Bellavista I [3000 AP], Quiriquina I y II, y otro más tardío, cerámico, caracterizado por los sitios Co II y Co III, situados cronolóicamente entre el 1600 AP y el 1000 AP, no correlacionable con algún sitio conocido en ese momento [1979: 94-99]. El último trabajo realizado como parte de ese impulso generado en la Universidad de Concepción en los 60 es el emprendido por V. Bustos en Isla Quiriquina [1985]. Bustos encuentra un nuevo sitio cerámico Miller 1 [Qu-14] que excava junto a otros dos con componentes precerámicos ya detectados por Seguel [1970]: Punta Arenas [Qu-10] y Vacas I [Qu-11]. Bustos entrega también un nuevo fechado absoluto, 740±100 [IRM 1945], correspondiente al período cerámico de la zona. Por lo tanto, a fines de los 80, se contaba para la costa higromórfica chilena con tan sólo 4 dataciones radiocarbónicas: dos para el precerámico, 3870±80 [ivic-844] y 3330±80 [ivic-845], y otros dos para el cerámico, 810±100 AP [ivic-846] y 740±100 [IRM-1945]. Podemos resumir el estado de la investigación arqueológica sobre el arcaico en la zona centro sur a fines de la década de los 70 y comienzos de los 80, con una frase planteada por Dillehay en 1976: "virtualmente nada se conoce del período comprendido entre el 6000 a.C. hasta el año 1000 d.C." [1990(1976): 36]. Sin embargo, en un texto publicado seis años más tarde, intenta una sistematización que englobe la escasa data existente y sus recientes investigaciones en las costas araucanas y señala la presencia de un período paleoindio, caracterizado por puntas de proyectil lanceoladas, seguido de un arcaico, que se extendería entre el 4000 a.C. hasta el 500 d.C., y que se definiría por la presencia de puntas "premunidas de pedúnculo y hombro bien desarrollado" [1990(1982): 22]. Parece básico, sin embargo, rescatar el interés de Dillehay por conocer la época en la que se introduce la producción de alimentos en la Araucanía, la que estaría marcando el término del período arcaico, fecha difícil de determinar "dado que la conservación de materiales orgánicos no es buena" [1990(1982): 23]. Finalmente, ninguna revisión de la literatura teórica sobre el arcaico costero araucano sería completa sin una referencia a las reflexiones realizadas por Llagostera [1989]. Durante el denominado período arcaico [9000-1000 AC], en el litoral araucano o litoral higromórfico chileno [entre el Bío-Bío y el Canal de Chacao] se encontrarían, según Llagostera contextos culturales similares a los del litoral mesomórfico [entre el Choapa y el Bío-Bío] pero con ciertos elementos distintivos, representados por puntas pedunculadas cónicas, con bordes finamente dentados y muescas pronunciadas a cada lado del borde, cerca de la base [”puntas talcahuanenses”] y pesas para redes hechas sobre cantos rodados, con muescas, incisiones o surcos para el amarre, como es el caso del sitio Bellavista 1, cerca de Concepción [1989: 77; cf. Seguel 1969]. Llagostera cree que “los habitantes de la costa sur de Chile se mantuvieron por largo tiempo a nivel de la explotación de la ‘dimensión longitudinal’, ya que ésa era la solución adaptativa más eficiente para este medio ambiente”. Sin embargo, la existencia de anzuelos en la Isla Santa María, agrega finalmente Llagostera, muestra la presencia “de experimentaciones en relación a la conquista batitudinal del mar” [Llagostera, op.cit.: 77].

24

En síntesis, el precerámico, arcaico o período de cazadores recolectores es un tiempo largo en la historia regional, pues abarca más de diez mil años, donde encontramos diversas manifestaciones culturales distribuidas en un territorio también muy vasto. En los siguientes capítulos nos interesa introducir algunas distinciones que permitan definir algunas variaciones en las estrategias adaptativas desarrolladas por las poblaciones que ocuparon la Araucanía durante el arcaico. Estas distinciones se deben a la convergencia en la zona costera de varios equipos de investigación que han estado trabajando con el apoyo de proyectos financiados principalmente por Conicyt y las Universidades. Es así como en la costa al sur del Río Maule tenemos los trabajos de N. Gaete y R. Sánchez5, en las bahías de Concepción y Arauco los de V. Bustos y N.Vergara6, en la costa entre el Río Lebu y el Río Tirúa los de D. Quiroz y M. Sánchez7, en la costa entre el Río Queule y el Río Cruces los de X. Navarro y M. Pino8 y en las riberas del canal de Chacao los trabajos de C. Ocampo, P. Rivas y E. Aspillaga9. También han significado un aporte a la problemática de los cazadores y recolectores los trabajos en la precordillera andina ribereña al Lago Calafquén de L. Adán y R. Mera10. Los resultados de estas investigaciones los revisaremos en los capítulos siguientes. Para la construcción de este trabajo ha resultado de fundamental importancia el simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores-Recolectores en el Sur de Chile [Fuego-Patagonia y Araucanía] , en el contexto del XV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, realizado en la ciudad de Arica, durante el mes de octubre del 2000. En esta reunión presentaron trabajos varios de los equipos mencionados anteriormente [Bustos & Vergara 2000, Quiroz & Sánchez 2000, Navarro 2000, Adán, Mera, Becerra & Godoy 2000, Ocampo & Rivas 2000, Gaete et al 2000].

5 Trabajos financiados principalmente por los Proyectos Fondecyt 1910055 Patrones de asentamiento prehispanos en ambientes de desembocadura en la provincia de Cauquenes, VII Región y Fondecyt 1940106 Patrones de subsistencia costeros durante el periodo arcaico en el área extremo sur andina [VII Región del Maule, Chile]. 6 Sus trabajos han sido financiados con fondos de la Universidad San Sebastián de Concepción, en el marco del Proyecto Tipificación del poblamiento prehispánico en el litoral de la VIII Región. 7 Corresponden a una serie de investigaciones patrocinadas y financiadas por varias instituciones: Reconocimiento cultural de Isla Mocha [1990-1991, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos], Estrategias adaptativas en ecosistemas culturales insulares: el caso de Isla Mocha [1992-1994, Proyecto Fondecyt 1921129], Relaciones ecológico-culturales entre Isla Mocha y las costas de la Provincia de Arauco, [1995-1997, Proyecto Fondecyt 1950175], Los primeros pobladores de las costas de Arauco: cazadores, recolectores y pescadores de Morhuilla [1998, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos] y Estrategias adaptativas en sistemas culturales insulares del litoral higromórfico chileno [1999-2001, Proyecto Fondecyt 1990027] 8 Investigaciones financiadas por los Proyectos Fondecyt 1930370 y 1950704] 9 Investigaciones financiadas por la División de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura de Chile, en el marco del Proyecto La Humanidad Anterior 10 Investigaciones financiadas por el Proyecto Fondecyt 1970105

25

CAPITULO 2 INVESTIGACIONES ARQUEOLOGICAS EN EL LITORAL HIGROMORFICO SEPTENTRIONAL

26

Existen una serie de trabajos, desgraciadamente todavía no muy abundantes, en numerosos sitios arqueológicos en la región que hemos denominado Araucanía. En las páginas siguientes intentaré presentar los resultados obtenidos en los sitios considerados más relevantes, por zonas geográficas y ecológicas, comenzando con los ubicados en el litoral araucano, área en la que estamos trabajando desde hace unos doce años [Quiroz & Sánchez 1997]. Como ya lo hemos mencionado, nuestras investigaciones se inscriben casi en su totalidad en lo que se ha denominado la planicie de Arauco-Cañete o litoral higromórfico septentrional [ver Figura 3]. Esta planicie comienza en la desembocadura del río Bío Bío y termina al sur de la desembocadura del río Tirúa. En nuestro análisis hemos dividido este territorio en tres unidades espaciales: Interfluvio Itata-Bío Bío [incluye todos los sitios en torno a la Bahía de Concepción], Golfo de Arauco [entre el Bío Bío y Punta Lavapié] y Punta Lavapié-río Imperial. INTERFLUVIO ITATA-BÍO-BÍO Hemos considerado este sector, aunque se encuentra al norte del río Bío-Bío, por ser un territorio que contiene gran parte de los sitios emblemáticos en el litoral araucano y evidentemente muy relacionado con los sitios ubicados al sur del Bío Bío. Las principales sitios se encuentran en torno a la denominada bahía de Concepción. Tenemos datos de dos áreas en este sector: Area Tomé-Lirquén-Penco y Area Andalién-Bío Bío Area Tome-Lirquén-Penco En esta área podemos mencionar algunos trabajos realizados desde el Museo de Historia Natural de Concepción, como en el conchal Primera Agua, cerca de Lirquén, [Oliver Schneider 1932] y en el conchal Población Délano en Tomé [Sánchez 2001]. Tomé 1 [Población Délano] El conchal Tomé 1 [Población Délano] corresponde a un sitio con dos depósitos culturales separados por un estrato estéril de sedimentos limoarenosos y bloques de arenisca. Este sitio fue descrito en el marco de una inspección solicitada por el Juzgado de Tomé, debido a la aparición de restos humanos durante la construcción de un camino de acceso a la ciudad.. Los depósitos culturales corresponden a una matriz malacológica de choros, cholgas, ostiones, locos, caracoles y almejas, mezclada con restos de huesos de aves y peces. No se observaron artefactos en los dos depósitos culturales, pero en la superficie se recogió una pesa de red con muescas laterales, elaborada en un canto aplanado de arenisca [Sánchez 2001]. Area Andalién-Bío Bío

27

Los trabajos realizados por el Instituto de Antropología de la Universidad de Concepción en el área comprendida por la desembocadura de los ríos Andalién y Bío Bío, que se extiende desde el río Andalién a la península de Hualpén, incluyendo la Isla Quiriquina [Seguel 1998] son referencia obligada para todos aquellos que deseen decir algo sobre el arcaico costero en la región centro-sur. Debemos agregar los trabajos que desde el año 1996, el Instituto de Fundamentos Culturales de la Universidad San Sebastián de Concepción [USS], ha realizado en el litoral araucano, en forma especial en la zona de la Bahía de Concepción y el Golfo de Arauco, que pretendían revalorizar de los trabajos efectuados entre los años 1965 a 1975 por el equipo de la Universidad de Concepción e iniciar programas que incluían prospecciones y excavaciones sistemáticas en otras localidades [Bustos & Vergara 2000b]. Se efectuaron prospecciones y excavaciones sistemáticas en la costa delimitada por la desembocadura de los ríos Itata y Bío Bío, centrándose especialmente en la Bahía de Concepción y sus caletas adyacentes, integrando y ampliando los trabajos realizados por Seguel y Bustos en Isla Quiriquina y reexcavando Bellavista I [Seguel 1998]. Entre los sitios trabajados por la USS se encuentra Talcahuano 1, situado en el sector meridional de la bahía de Concepción y Chome I, en el sector occidental de la península de Hualpén. Bellavista 1 Bellavista 1, corresponde a un sitio arcaico asociado a grupos de pescadores y recolectores marinos emplazado en un ámbito de desembocadura fluvial, asociado a la Bahía de Concepción. Se identificaron, estratigráfica y contextualmente dos componentes arcaicos [capa 3], el segundo de los cuales se vincula a cambios ecológicos correspondientes a una subetapa transgresiva evidenciados al nivel de fauna y material cultural. La segunda ocupación precerámica de Bellavista 1, se caracteriza por la densa acumulación de detritus faunísticos marinos principalmente fauna de fango y arena, junto con restos de lobos marinos asociados a una importante frecuencia de restos de aves que sugiere actividades de caza preferencial asociada a marismas litorales inundadas por los efectos transgresivos. El contexto material vinculado a estas poblaciones corresponde a pulidores grandes y pequeños en areniscas abrasivas, relacionadas con el trabajo de artefactos de hueso, restos de fogones, puntas pedunculadas y apedunculadas, pesas con muescas e incisiones bilaterales, raspadores toscos, percutores, perforadores y buriles líticos, machacadores y yunques, cantos con fractura térmica e implementos de uso múltiple. Destaca la presencia, al igual que los contextos estudiados de una industria ósea caracterizada por la existencia de pequeños punzones y cuentas de collar elaboradas en concha [Seguel 1969]. Esta ocupación ha sido fechada en 3870±80 [ivic-844] y 3330±80 [ivic-845], correspondientes al piso y techo de la ocupación, respectivamente. Estas fechas concuerdan con extrema precisión con los promedios de C14 obtenidos para la transgresión [Seguel & Campana, 1970]. Quiriquina 1 y 2

28

Los sitios de Isla Quiriquina se ubican en las terrazas altas [50-100 m] y corresponden ambos a conchales de baja potencia generados por poblaciones cuyas actividades económicas preponderantes están asociadas a la pesca y recolección costera. Seguel [1970], observa gran similitud en el aspecto tecno-económico, cultura material y sistemas de vida con la segunda ocupación de Bellavista i y Rocoto i, situados entre el 1000 y el 1500 AC. Quiriquina i [Qu-1], el primer sitio detectado en la década de los setenta, presenta depósitos densos de moluscos asociados a fogones [capa IIb] registrando una importante abundancia de restos de aves y peces en asociación a escasos restos de mamíferos marinos. A nivel artefactual se detectan pesas de red, percutores, tajadores, lascas, pulidores en arenisca, puntas apedunculadas y pedunculadas, y fragmentos de pectorales y piedras horadadas. La industria ósea presenta esquirlas de hueso pulidas y aguzadas, agujas con perforación basal y cuentas de collar elaboradas en concha. Quiriquina ii [Qu-2] corresponde a un sitio arcaico con depósitos de baja potencia [30 cm], compuesto principalmente por moluscos, asociados a pesas de red, puntas de proyectil, chuzos mariscadores y percutores, en un contexto material similar a Quiriquina i [Seguel 1970]. Las excavaciones posteriores realizadas por Bustos [1985] le permiten sugerir para la isla dos fases en torno a la ocupación precerámica, aunque sin un contraste con dataciones absolutas. El material lítico proveniente de estos sitios está constituído principalmente por percutores, raederas, tajadores, pesas de red, chuzos mariscadores y puntas de proyectil, entre las que se destacan las puntas con limbo dentado, con una o varias barbas a cada lado, con pedúnculo triangular, conocidas en la literatura como puntas talcahuanenses Rocoto 1 Otro sitio de interés comparativo lo constituye Rocoto 1, correspondiente a un sitio generado por poblaciones instaladas sobre una alta terraza pleistocénica conectada a ambiente de roqueríos de aguas profundas, asociadas a actividades económicas centradas en la caza de lobos marinos y extracción de mariscos de la intermareal rocosa. Las capas superiores del sitio, identificadas con un depósito denso de restos fundamentalmente malacológicos, presenta frecuencias importantes de Concholepas concholepas y Tegula atra interpretados como un aumento en su explotación debido a un medio ecológico precario en que ese aprovecha todo lo utilizable para la alimentación. Los artefactos registrados en estos contextos se remiten a chuzos mariscadores y puntas de proyectil que sugieren la intensificación de la pesca y la caza, como lo demuestran la mayor densidad de pesas y puntas de proyectil [Seguel & Campana 1970]. Talcahuano 1 El sitio de Talcahuano 1 se encuentra ubicado a los pies de los cerros que enfrentan la bahía de Concepción, en pleno radio urbano de Talcahuano [Aníbal Pinto 332], a una cuadra de la principal plaza de este puerto. Uno de los niveles del sitio [estrato 4] corresponde a ocupaciones de cazadores recolectores sin cerámica y tiene dos fechas radiocarbónicas: 4145 +/- 70 y 3950 +/- 60. Los restos de fauna corresponden principalmente a moluscos,

29

choro zapatos [Choromitylus chorus] y ostiones [Argopecten purpuratus], peces, aves, lobos marinos y algunos mamíferos terrestres no determinados. En el material cultural predominan las puntas de proyectil pedunculadas de limbo aserrado o recto, destinadas a la caza de mamíferos marinos, pesas de red del tipo acinturado, tajadores, chuzos mariscadores y pucos de arenisca [Bustos & Vergara 1998] Chome 1 La localidad de Chome se encuentra ubicada en el sector occidental de la península de Hualpén. Las prospecciones realizadas permitieron ubicar seis sitios arqueológicos, de los cuáles tres de ellos, Chome 1, 2 y 6, corresponden a sitios precerámicos, situados en la terrazas altas y cercanos a los acantilados. Se excavó en forma intensiva Chome 1. Este sitio correspondería a un campamento estacional con un fuerte énfasis en la caza de mamíferos marinos. El material cultural corresponde a puntas y preformas de puntas de proyectil tanto del tipo talcahuanense como lanceoladas, pesas de red acinturadas, percutores, raederas, raspadores, chuzos mariscadores y adornos pectorales. Los restos faunísticos de invertebrados están dominados por locos y en menor porcentaje por almejas y choros. Entre los vertebrados tenemos restos de mamíferos marinos como lobos [Otaria byronia] y nutrias [Lontra felina], restos de coipos [Myocastor coypus] y cánidos, restos de peces [jurel, lenguado y corvina] y aves, tanto marinas [gaviotas] como terrestres. Se encontraron, además, restos humanos de al menos dos individuos, uno de ellos enterrado en posición flectada lateral derecha, con orientación sur-norte. [Bustos & Vergara 2000a]. Se tiene un fechado para el sitio de Chome 1 de 4570 +/- 70 AP. DESEMBOCADURA BÍO BÍO-PUNTA LAVAPIÉ [GOLFO DE ARAUCO] En la zona del Golfo de Arauco tenemos una serie de trabajos realizados por varios equipos de investigación. El Instituto de Antropología de la Universidad de Concepción comenzó a trabajar en la zona del Golfo de Arauco, principalmente en el área fluvio deltaica formada por los ríos Raqui y Tubul, en el sector meridional del golfo, a fines de la década de los 60. Entre los sitios mencionados por sus prospecciones se encuentran Tubul 1 [cerámico], Campamento Bacareza [precerámico/cerámico], Las Máquinas [cerámico], El Trigal o La Isla [cerámico], La Trila [precerámico/cerámico], El Visal [precerámico/cerámico], entre otros [Campana & Seguel 1982, Bustos, Seguel & Vergara 1998]. El Instituto de Fundamentos Culturales de la Universidad San Sebastián de Concepción [USS], ha iniciado desde 1995 un plan de investigaciones arqueológicas en el litoral araucano que contempla en forma especial la continuación de los trabajos en el área de Raqui Tubul en el sector meridional del Golfo de Arauco, habiéndose centrado principalmente en los sitios de El Visal y La Trila [Bustos, Seguel & Vergara 1998, Bustos & Vergara 1998]. Nuestro equipo ha querido abordar, por una parte, el sector septentrional del Golfo de Arauco, especialmente la zona litoral que se extiende entre la desembocadura del Bío Bío y las serranías de Coronel y, además, hemos iniciado los trabajos arqueológicos en Isla Santa María, bastante desconocida arqueológicamente.

30

Area Coronel En esta área hemos detectado cuatro sitios de mucho interés, de los cuales tres tienen, al menos, un componente precerámico. En esta oportunidad quiero mostrar los resultados que hasta el momento poseemos sobre los sitios coronelinos. Co-3 [La Obra] En una visita de inspección realizada al sector conocido como La Obra se pudo observar, en un corte realizado para la construcción de un camino en la ladera de uno de los cerros circundantes, el perfil de un conchal con algunos restos materiales que atestiguaban su naturaleza antrópica y que sugería una adscripción arcaica o, más precisamente, acerámica. Decidimos abordar el sitio, planificando una excavación relativamente extensa [Quiroz, Sánchez & Massone 2001]. Se realizó una recolección intensiva de las piezas arqueológicas que había sido sacadas de su contexto por la retroexcavadora durante la construcción del camino y se encontraban en el sector occidental del sitio; algunas, incluso, habían rodado por la ladera del cerro hacia la planicie adyacente. Se encontraron veinte instrumentos formatizados, elaborados en materiales diversos, tales como cuarzo, basalto, arenisca y esquisto. Una inspección de la muestra nos permite distinguir, también, una variedad bastante significativa de instrumentos: pesas de red, en arenisca y esquisto, con muescas laterales, una en cada lado; instrumentos no identificados [“adornos”, dice la literatura arqueológica de la zona], elaborados en esquisto, aplanados, de forma rectangular y subtriangular; instrumentos bifaciales [probablemente preformas de puntas de proyectil], en cuarzo y basalto; sobadores, en arenisca; yunques, en arenisca y granito; micromortero [llamado en la literatura arqqueológica de la zona “puco”] en arenisca y una punta de proyectil pedunculada, elaborada en cuarzo. Se excavaron tres cuadrículas [C1 de 2x1 m, C2 de 1x1 m y C3 de 1x1 m], situadas todas en una línea de 1 m de ancho con orientación NEE [60° del N], perpendicular al perfil expuesto [entre los 9.5 y 10 m], lo que nos permitía tener, aunque fragmentario, un nuevo perfil para el sitio y con ello tener una visión más completa de su extensión y morfología. C1 se encuentra ubicada a 1 m del borde del perfil. C2 se situaba a 1.1 m al W de C1, en un sector que había sido casi completamente destruido por la construcción del camino, y C3 a 1 m al E de C1. Las tres cuadrículas se rebajaron siguiendo niveles artificiales de 10 cm.. Se rescataron todos los restos culturales y óseos presentes en las excavaciones. Los restos de moluscos, crustáceos y equinodermos fueron recogidos selectivamente, sólo para conocer las especies presentes en el sitio, sin ningún interés cuantitativo [los ejemplares estaban bastante desechos y era difícil conservarlos enteros, luego de ser excavados]. En otra oportunidad excavaremos un pozo de fauna para conocer cuantitativamente las diversas especies presentes en el sitio Co-3. El estrato I [C1, n 1; C3, n 1] parece representar una ocupación contemporánea o subactual. Encontramos trozos de vidrio, de metal [clavos y tornillos], fragmentos de ladrillo y loza,

31

junto a pequeños trozos de cuarzo y de carbón mineral. No aparecen conchas, ni restos óseos, ni tampoco material que pudiera adscribirse a una ocupación más antigua. El estrato II [C1, n 2; C3, n 2 y 3] corresponde a un conchal poco denso, principalmente compuesto de ejemplares fragmentados de Fissurella picta, F. crassa, Concholepas concholepas, Crepipatella dilatata y en menor medida por Chitonidae, Fissurella nigra, y Choromytilus chorus. También se encuentran presentes restos de crustáceos [braquiuros, principalmente Homalaspis plana, y cirripedios] y equinodermos [Loxechinus albus], en bajas proporciones. Aparecen algunos restos óseos de lobos marinos, de aves y de peces, pero en muy poca cantidad. Se tomó una muestra de Concholepas concholepas en C3, n2, para datación radiocarbónica [Co3-302], la que entregó una fecha calibrada de 4870 [4715] 4435 AP [Beta-143908]. El estrato III [C1, n 3 y 4] corresponde a un conchal bastante más denso y con ejemplares más enteros, aunque las especies presentes y sus proporciones son prácticamente las mismas. Aparecen algunos restos de caracoles tales como Acanthina crassilabrum y Chorus giganteus. Se mantiene la presencia de braquiuros, cirripedios y equinodermos, pero aumentando notablemente Magabalanus sp. Se incrementan también considerablemente los restos óseos de peces [mayoritariamente vértebras] y de aves [fragmentos de huesos largos], desapareciendo los restos de mamíferos marinos. Entre los peces tenemos principalmente jurel [Trachurus symmetricus] y pejesapo [Sisyaces sanguineus]. Se tomó una muestra de Fissurella crassa en C1, n3, para datación radiocarbónica [Co3-103], la que entregó una fecha calibrada de 5705 [5570] 5390 AP [Beta-143906] El estrato IV [C1, n 5; C2, n 1 y 2] corresponde a un conchal compuesto de las mismas especies anteriores, pero aumentando significativamente la presencia de Choromytilus chorus. Su matriz se encuentra algo mezclada con la del estrato V [arcilla anaranjada]. Disminuyen significativamente los restos óseos de peces y aves. Se tomó una muestra de Fissurella crassa en C2, n1, para datación radiocarbónica [Co3-201], la que entregó una fecha calibrada de 6725 [6565] 6405 AP [Beta-143907]. Se tomó, además, una muestra de carbón vegetal [Co3-105] en C1, n5, que no ha sido aún procesada. El estrato V no tiene conchas, ni huesos, ni algún material cultural. Corresponde al sustrato arcilloso donde se asentaron los primeros ocupantes del sitio. Los materiales culturales aparecen dispersos en los estratos II, III y IV, constituidos básicamente por restos líticos. La mayor parte de los líticos del sitio corresponde a núcleos de forma irregular, derivados de núcleos y algunos guijarros, de tamaño mediano a pequeño, principalmente en cuarzo. Entre el material líitico presente en estratigrafía se encontraron varios ejemplares de pesas de red, puntas de proyectil, percutores y yunques. Se encontró también un fragmento de un instrumento en concha de Choromytilus chorus, que pensamos puede ser parte de un anzuelo. No encontramos instrumentos en hueso en ninguno de los niveles excavados ni tampoco en las recolecciones superficiales.

32

En términos generales la mayor parte de los restos arqueofaunísticos de vertebrados corresponden a peces [aunque encontramos algunos restos muy fragmentados de aves y un diente de lobo marino]. Indudablemente los restos de fauna indican que estamos frente a un campamento de pesca, lo que se ve corroborado por la presencia dominante de pesas de red en el sitio [n=14] y un posible anzuelo [Quiroz, Sánchez & Massone 2001]. No existen grandes diferencias en el material cultural depositado en los diversos estratos que componen este campamento de pesca y de recolección de moluscos, a pesar de estar representadas ocupaciones distanciadas por más de dos mil años [6725-4435 AP], lo que demuestra un alto grado de tradicionalismo en las ocupaciones cazadoras y recolectoras y el desarrollo de estrategias adaptativas altamente estructuradas de las poblaciones que ocuparon el sitio. El material cultural formatizado más abundante en Co-3 son las pesas de red con muescas laterales elaboradas en cantos aplanados, principalmente de esquisto, aunque también se encuentran en arenisca, granito y en otros materiales pétreos. Se han encontrado este tipo de pesas en todo lo largo de las costas de la provincia de Concepción, desde Tomé [Sánchez 2001], Isla Quiriquina [Seguel 1970, Bustos 1985], Bellavista [Seguel 1969, 1998], Chome [Bustos & Vergara 2000], Lagunillas [Aspillaga, com.per.], hasta Coronel, como lo hemos comprobado, además de Co-3, en los sitios de Yobilo [Co-1] y Boca Maule [Co-4]. Co-4 [Boca Maule] El sitio se encuentra ubicado a unos 200 m de la actual playa, en las faldas de un suave promontorio rocoso. El sitio no ha sido excavado sistemáticamente, pero debido a trabajos de extracción de caolín realizadas en el lugar, quedó visible su estratigrafía, que está constituida por siete estratos: I, arenoso, sin restos faunísticos ni culturales, tanto actuales como pasados; II y III limo carbonoso con inclusiones fragmentarias de ladruillo, procedente de la intensa actividad industrial del carbón y de las obras de construcción del Complejo Minero Schwager; IV, arenoso, sin restos faunísticos ni culturales, tanto actuales como del pasado; V [espesor máximo 21 cm]: arenoso, con presencia de cerámica rojo sobre blanco, escasas conchas de moluscos, bastante fragmentadas; VI [espesor 86 cm]: arenoso, sin cerámica, con abundantes conchas de locos, caracoles lapas, cholgas y choros; VII, arcilloso, sin material faunístico ni cultural; corresponde al piso del conchal. El material cultural del estrato VI esta constituido por pesas de red acinturadas, piedras horadadas, morteros de arenisca, manos de moler, puntas de proyectil, hachas de mano, pulidores, raspadores y adornos en esquisto. Desafortunadamente no se poseen fechados radiocarbónicos para el sitio. Area Raqui-Tubul Esta es un área bastante trabajada, aunque, desafortunadamente, existen pocas publicaciones sonbre estas investigaciones. El Visal

33

El Visal es un sitio bastante complejo, con una potencia máxima de 8 m, con ocupaciones cerámicas [estratos 1-4] y precerámicas [estratos 5-8]. Los restos de fauna corresponden casi exclusivamente a moluscos, siendo las especies más representadas la ostra [Ostrea chilensis] y la navajuela [Tagelus dombeyii]. Se constata también la presencia de restos de crustáceos, peces, aves y mamíferos marinos y terrestres. El material lítico no es muy abundante, destacándose la presencia de pesas de red acinturadas [13,43%], piedras horadadas [que pudieron funcionar también como pesas de red, 9,24%], tajadores [51,84%] y percutores [22,69%], entre otros materiales [Bustos, Seguel & Vergara 1998]. Dado que en el área Raqui-Tubul, las ostras aparecen desde el inicio de la ocupación y se superponen al estrato de ostiones [al que no se les ha encontrado una asociación cultural], se puede pensar para ese periodo en una recurrencia templado-fría con aumento de la pluviosidad y por consiguiente de una baja de la salinidad que permite el ingreso de Ostrea chilensis, extinta hoy en la zona. Debido a las condiciones favorables de temperatura, salinidad y nutrientes aportados por los ríos se produce un endemismo de la ostra chilena, recurso que será explotado eficientemente por los pobladores del área. De este modo, “la presencia en la zona de dicha especie, para esa época, sólo puede explicarse por los grandes cambios climáticos del Holoceno, en especial durante las épocas transgresivas que por efecto de la mayor precipitación pluvial y por ello como efecto directo, por una baja en la salinidad, permite el avance hacia el norte de la fauna ostrífera, alcanzando latitudes mucho más septentrionales que las de su actual hábitat” [Bustos, Seguel & Vergara 1998: 60]. Durante el aprovechamiento del sitio, los pobladores de El Visal, junto con extraer los moluscos predominantes en el sector, están atrapando peces por medio de redes, dado la alta recurrencia de pesas de red entre los instrumentos terminados, lo que se corrobora por los restos de fauna ictiológica, cuya captura debió efectuarse en las zonas inermareales o en las áreas de escurriemiento de mareas. Entre los restos faunisticos correspondientes a mamíferos plenamente identificados están los coipos [Myocastor coipus] y lobos marinos [Otaria byronia] aunque de muy escasa recurrencia. Entre las aves reconocidas hasta el momento [Bustos, Seguel & Vergara 1998: 56], más numerosas que los mamíferos marinos, hay evidencias de aprovechamiento de taguas [Fulica sp.] y gaviotas [Larus sp.]. Es interesante destacar la presencia de restos humanos en los niveles precerámicos, uno de los pocos restos que se conservan para la época. Corresponde al cuerpo de un adulto joven, masculino, dispuesto en forma flectado lateral derecho [Bustos, Seguel & Vergara 1998: 59]. Se tiene una fecha radiocarbónica para el 3920 +/- 70 tomada de una muestra de conchas de ostras del estrato 7 [Bustos, Seguel & Vergara 1998: 59]. La Trila Otro de los sitios importantes en esta localidad corresponde a La Trila, con una profundidad media de 6,2 m [Bustos, Seguel & Vergara 1998]. Sin embargo aún no se han publicado los datos correspondients a las excavaciones de este sitio. Sabemos que se tiene una fecha radiocarbónica de 4.580 + / - 70 [Beta–129253].

34

Area Isla Santa María En el marco del Proyecto Fondecyt 1990027 se logró prospectar en forma total la Isla Santa María, situada frente a Punta Lavapié, con una superficie aproximada de 25 km2, logrando identificar 36 sitios arqueológicos y 32 hallazgos de materiales culturales aislados, relativos a ocupaciones holocénicas, correspondientes a grupos arcaicos, cazadores recolectores “talcahuanenses”, a comunidades agroalfareras tardías El Vergel, posteriores al 1.000 dC, y a ocupaciones hispánicas de época colonial. Como sitio multicomponente se cuenta SM-29, con un interesante potencial estratigráfico y con indicadores culturales relativos a ocupaciones arcaicas, El Vergel y coloniales. Se detectaron evidencias superficiales de ocupaciones arcaicas en 2 sitios de la isla: SM 28 y SM 29. Sin embargo, los pozos de sondeo realizados posteriormente en SM-29 no revelaron ocupaciones arcaicas. Por ahora sólo contamos con el material cultural superficial que atestiguan ocupaciones precerámicas en Isla Santa María [Quiroz, Sánchez, Massone & Contreras 2001]. PUNTA LAVAPIÉ-RÍO IMPERIAL En este sector se han centrado los esfuerzos que como equipo hemos realizado durante los últimos diez años, tanto en el sector insular [Isla Mocha] como en su parte continental [Morhuilla, Tirúa] y constituye una de las áreas arqueológicas más interesante desde la perspectiva de los grupos cazadores y recolectores. El territorio insular chileno, compuesto por casi 6000 islas e islotes, constituye el 14% del territorio continental sudamericano del país. En esta zona se encuentran dos de las más importantess islas del denominado por los especialistas Sector I, que se extiende desde el límite con el Perú hasta el Golfo de los Coronados y se caracteriza por su baja densidad insular, el tamaño reducido de ellas y su relativa cercanía al continente: Isla Santa María e Isla Mocha. Destacan por su tamaño, la importancia de su actividad agropecuaria y la cantidad de población que las habita. Area Isla Mocha Isla Mocha se encuentra situada sobre la plataforma continental, frente a las costas de la Provincia de Arauco, VIII Región del Bío Bío, a 35 km de la desembocadura del Río Tirúa. La superficie total de la isla alcanza los 52 km2, con un largo máximo de 14 km y un ancho promedio de 6 km. El clima es templado y húmedo; la pluviosidad y la temperatura se distribuyen en forma uniforme durante todo el año, con una media anual de 1350 mm y 12,5oC respectivamente [Quiroz 1991]. La arqueología de Isla Mocha no contaba, hasta el inicio de nuestras investigaciones, con dataciones arqueométricas [Quiroz, Sánchez, Zumaeta & Cárdenas 1989]. A partir de los materiales recuperados en los sondeos estratigráficos se inició un programa de dataciones absolutas basadas en fechados C14 y TL11 . Contamos hasta la fecha con 36 11 Las muestras de carbón fueron procesadas en el Gliwice Radiocarbon Laboratory, Polonia, y en el Beta Analytic Inc, Miami, USA, y las de cerámica en el Laboratorio de Termoluminiscencia de la Universidad Católica, Santiago, Chile.

35

dataciones absolutas, seis de ellas correspondientes a sitios de cazadores recolectores, que estructuran una secuencia de casi 3500 años de ocupación de este espacio insular. Las evidencias con las que contamos en la actualidad acerca de los grupos arcaicos que poblaron Isla Mocha son limitadas y se restringen, por el momento, sólo a los sitios P27-1 y P30-1, situados en sectores costeros asociados a playas fósiles y paleopenínsulas, emplazados en las terrazas marinas más altas, sobre la cota de los 20 msnm, monocomponentes de baja potencia, generados por poblaciones cazadoras recolectoras de adaptación costera, con materiales culturales muy escasos. El notable déficit de artefactos contrasta con la abundante información arqueofaunística, lo que nos permite esbozar las estrategias adaptativas desarrolladas por estas poblaciones. La base de estos sitios se ha fechado hacia el 1500 AC. El sitio P30-1, se ubica en una ladera proyectada desde el sector montañoso central de la isla, sin influencia marina directa, ya que el nivel del mar ocupaba terrenos de cotas inferiores alcanzando probablemente, sólo hasta el escarpe. En cambio, el sitio P27-1, se ubicaba en un cordón litoral de una terraza costera asociada a la paleopenínsula, directamente sobre la línea de alta marea. Los sitios corresponden a depósitos de conchas, de morfología monticular, compuestos principalmente por gastrópodos de la zona intermareal costera rocosa, asociados con abundantes restos de aves marinas, peces, crustáceos, y mamíferos terrestres y marinos. El contexto artefactual se caracteriza por la presencia de yunques, tajadores, cuñas y percutores, cuchillos, cucharas, raspadores y cuentas de collar en conchas, punzones y agujas en huesos de aves y lobos marinos. El análisis de estos datos ha permitido definir para estas poblaciones una estrategia cazadora recolectora generalizada de amplio espectro, con la utilización predominante de la costa rocosa, complementada con el uso de recursos terrestres de las vegas y lagunas costeras y del bosque interior. Se deberá continuar con excavaciones más intensivas en estos sitios y la búsqueda de otros lugares en la isla que potencialmente posean sitios de la misma naturaleza, con fines comparativos. En términos cuantitativos el registro malacológico es el más abundante y su estudio nos debería permitir avanzar algunas hipótesis respecto de la características culturales de los primeros habitantes que tuvo en esa época Isla Mocha, en la que se inicia un proceso adaptativo al medio insular relativamente cercano al continente, con casi tres mil quinientos años de vigencia. P27-1 El sitio P27-1 se sitúa en la Parcela 27, en el sector noroccidental de Isla Mocha a unos 500 m al NNE del Faro Mocha Norte. El emplazamiento corresponde a un área de depósitos monticulares de restos principalmente malacológicos cuya extensión aproximada es de 20 x 80 m, sobre una paleoduna litoral, dispuesta en una terraza marina alta [25 msnm], desde la cual se accede directamente al sistema de microambiente litoral.

36

Durante 1993 se excavó una cuadrícula de 1x1 m [C1] con miras a sondear la estratigrafía y componentes culturales del sitio. La excavación demostró la presencia de una secuencia estratigráfica de buena visibilidad estructurada por tres estratos básicos, el primero de los cuales corresponde a la capa vegetal compuesta por una matriz de arena con humus café obscuro de estructura suelta y abundantes raicillas; una segunda capa correspondiente a la ocupación arcaica definida como un depósito compacto de restos faunísticos fundamentalmente marítimos y terrestres, dispuestos en una matriz de arena amarilla de estructura suelta con una persistencia vertical de 30-40 cm en ciertos sectores proyectada, a modo de rasgos, hacia el estrato estéril. Esta ocupación se dispone sobre una duna fósil de arena amarilla estéril que constituye el tercer componente estratigráfico del sitio. En 1994 se trazó una cuadrícula de 2x2 [C2] excavando dos cuadrantes alternados de 1x1 m nominados geográficamente NW y SE, excavando por niveles artificiales segmentados cada 10 cm, teniendo en consideración la estratigrafía natural. Las cuadrículas, separadas por 1 m, se disponen a lo largo de un eje NS, conformando este eje la cara E de la cuadricula 1 y la cara W de la C2. La estrategia usada para la excavación de esta cuadrícula implicaba la recuperación íntegra de los depósitos con el fin de realizar estudios cuantitativos [Quiroz & Vásquez 1996]. En 1997 se excavaron cinco nuevas cuadrículas de 2x2 m, con un total de 20 m2, por niveles artificiales segmentados cada 5 cm, considerando la estratigrafía natural. Los análisis faunísticos realizados en los restos de vertebrados estuvieron dirigidos a la determinación de la información biológica contenida en ellos, teniendo como objetivo la identificación de la unidad anatómica a la cual pertenecen, la taxa y su rango etario. TABLA 1 RESUMEN DETERMINACION RESTOS OSEOS SITIO P27-1 TAXA

NISP

NMI

4

1

14

1

Clase Mamíferos Orden Artiodactyla Familia Cervidae Pudu pudu Orden Pinnipedia Familia Otaridae Otaria byronia Orden Rodentia Familia Myocastoridae Myocastor coypus Clase Aves Peces

1 355 121

1 ? 18

TOTAL

507

21

12

?

37

Los grupos de vertebrados presentes en la muestra estaba compuesto básicamente de mamíferos, peces y aves. El universo de huesos estudiados corresponde a los materiales arqueofaunísticos recuperados de las cuadrículas C1 y C2 realizadas en 1993 y 1994 respectivamente. Ambas unidades presentaron una escasa evidencia correspondiendo a diecinueve unidades, las cuales fueron agrupadas como un todo, en consideración de lo exiguo de la muestra. Es así como se pudo determinar la presencia de catorce fragmentos de lobo marino (Otarya byronia), cuatro de pudú (Pudu pudu), un fragmento de coipo (Myocastor coypus) y varios fragmentos (14) de otros roedores no identificados. Se constató, por otra parte, la presencia de huesos de aves los que fueron consignados sólo a nivel de Clase, pues de todos los fragmentos recuperados (355 unidades) ninguno permitió una determinación taxonómica clara. Sin embargo, si se puede señalar que la gran mayoría corresponde a restos de aves de litoral, no obstante la aparición de dos fragmentos (picos) adscribibles a la familia de los falconiformes. En consideración de las limitaciones impuestas por el escaso material, las adscripciones a nivel etario tuvieron un carácter general. El pudú identificado corresponde a un ejemplar juvenil, y por otra parte, el coipo corresponde a un ejemplar adulto. Lamentablemente los fragmentos de otáridos no pudieron ser adscritos a un nivel etario específico, aunque se encontraba presente tanto en unidades del esqueleto axil (cráneo, vertebras, pelvis), como el apendicular (extremidades delanteras y traseras). La acción de las raicillas como agente tafonómico enmascarador, cubrió por completo la superficie de los huesos imposibilitando la presencia de probables huellas y modificaciones de carácter cultural. Sin embargo, la presencia de huesos quemados sí podría ser apreciada, no obstante, en esta muestra no se registro ningún fragmento con evidencia de algún tipo de alteración térmica. Los invertebrados presentes en el sitio corresponden, como ya se ha señalado, principalmente a moluscos y crustáceos, con una presencia menor de equinodermos (Loxechinus albus). Los restos malaco-arqueológicos compuestos por conchas enteras o fragmentos fueron determinadas para uno de los cuadrantes de la C2 su mayoría hasta nivel específico, procediendo luego al conteo de los especímenes, usando la técnica de Número Mínimo de Individuos (NMI), la cual consiste en reconocer y contar fragmentos diagnósticos con miras a generar frecuencias y distribuciones por nivel. El análisis de los restos malacológicos rescatados, considerando los niveles 1, 2, 3, 4, y 5 de la cuadrícula 2 (cuadrantes NW) como totalidad, consisten en 16399 individuos agrupados en veintiún especies (ver Tabla 3), dominando básicamente dos tipos de caracoles: Tegula (Chlorostoma) atra (48,6%) y Prisogaster niger (46,1%), con cerca de un 95% de la muestra, y una especie de lapa, Fisurella picta con un 3,7% de la muestra. Las otras especies se encuentran en frecuencias muy bajas, cercanas al 0.1 %.

38

Es importante considerar que la totalidad de las especies marinas determinadas por los análisis habitan sustratos preferentemente rocosos, indicando que la actividad recolectora se concentraba de preferencia sobre la intermareal rocosa, posiblemente debido a que biotopo presenta la mayor oferta de recursos comestibles. En lo que respecta a su distribución batimétrica, las especies identificadas pueden ser recolectadas en la zona intermareal no requiriendo para ello el uso de técnicas especializadas como el buceo, independientemente que puedan haberse empleado algunas estrategias y instrumentos especiales para desprenderlas de las rocas [Gálvez 1997]. Los análisis realizados sobre restos de crustáceos detectados en los depósitos arqueológicos del sitio, determinaron la presencia de fragmentos de quelípodos, principalmente dactilopoditos y dáctilos fijos de ambas pinzas y trozos de la zona de articulación de estas, pertenecientes a decápodos. Estos fragmentos corresponden taxonómicamente a crustáceos cirripedios de la familia Balanidae y a dos decápodos braquiuros: jaiba mora (Homalaspis plana) y panchote (Taliepus dentatus). Homalaspis plana, la especie de mayor importancia numérica, fue recolectada evidentemente con fines alimenticios, a juzgar por el gran tamaño de la mayoría de los dactilopoditos encontrados. Estos elementos permiten estimar que fue un elemento importante para la dieta de estos grupos humanos. Homalaspis plana vive semienterrada en fondos de la zona intermareal e infracotidal de arena gruesa con abundante gravilla y conchuela. Es posible que haya sido recolectada durante las bajas mareas, si se tiene en consideración el régimen amplio de mareas de la Isla [Baéz 1997]. El sitio P27-1 presenta escasos elementos artefactuales entre los que se cuentan instrumentos líticos y óseos, cuentas de collar en concha y conchas de bivalvos [Choromytilus chorus] modificadas. El material lítico estudiado comprende, para la cuadrícula 1, cinco piezas consistentes en tres fragmentos de guijarros ovoidales fracturados, un guijarro astillado posiblemente utilizado, y un yunque con cavidades ligeras. La materia prima usada en estos artefactos fue el basalto, salvo el yunque que se encuentra sobre arenisca. La cuadrícula 2, evidenció la presencia de tres yunques con oquedades ligeras sobre arenisca, un tajador de astillamiento unilateral sobre guijarro ovoidal, una lasca y una lámina sin modificaciones intencionales, aunque esta última posiblemente fue utilizada como cuchillo de filo vivo y finalmente, un gran bloque de arenisca, con huellas de presunto desgaste por uso, posiblemente asociado a la molienda. Es de relevancia notar el alto número relativo de yunques, la ausencia casi absoluta de instrumentos formatizados, así como la baja frecuencia de material respecto a otros sitios arqueológicos estudiados en la Isla Dentro de las evidencias materiales, destaca la presencia de once cuentas circulares de 6 a 7 mm de diámetro, realizadas probablemente en valvas de gastrópodos, con orificios efectuados por rotación, de forma cónica. Es notable la presencia entre los elementos ecofactuales utilizados como instrumentos, de una valva de choro zapato (Choromytilus chorus) modificada mediante instrumentos abrasivos. Sometida a análisis de huellas de uso bajo lupa estereoscopia de 25 x se detectaron modificaciones intencionales en el margen exterior de la valva (sector contrario a la articulación), consistentes en un rebaje plano realizado bidireccionalmente, en sentido

39

oblicuo al eje de la valva y, en sentido perpendicular al desgaste anterior, que generó un filo en ángulo agudo. La observación bajo lupa, puso en evidencia el uso de las márgenes naturales de la valva sobre la base de la microabrasión y desgaste de la margen opuesta a la columela, la cual presenta la más apta configuración para esta función. Por otra parte, se registraron huellas tenues, en el sector externo, dispuestas perpendicularmente al eje mayor de la valva, posiblemente producidas por el roce del artefacto durante su utilización. El análisis apunta a que este instrumento fue utilizado en labores de raído o raspado utilizando sus márgenes naturales como bordes activos laterales junto con la utilización de su extremo modificado. Basado en experimentación, sugerimos que este instrumento pudo ser utilizado como instrumento para descarnar bivalvos y también para efectuar el desgrase y limpieza de cueros [Vásquez 1997]. En la temporada 1997 se rescataron 10 punzones en hueso de ave [cuatro completos] muy similares a los encontrados en los contextos arqueológicos de los canoeros australes, un anzuelo del tipo compuesto elaborado en concha de Choromytilus chorus, un raspador en concha de Ch. chorus, tres conchas completas de Ch. chorus modificadas similares a la encontrada en la C2, una cuenta de collar en concha, también semejante a las detectadas en las campañas anteriores. P30-1 Este sitio se ubica en la parcela 30, sector nororiental de Isla Mocha. Se emplaza en un espolón proyectado desde una ladera irregular y de suave pendiente del cerro Alemparte cuyas alturas sobre el nivel del mar oscilan entre 25-50 m. Esta ladera se presenta limitada en el noreste por un pequeño escarpe, que la separa de la terraza marina III. La ladera esta compuesta por rocas sedimentarias terciarias, cubiertas por aproximadamente 1 m. de depósitos de flujos de detritos pardos limoarenosos con ocasionales clastos sobre la cual se desarrollan los depósitos culturales. Esta ladera no presenta evidencias de haber sido afectada por la acción marina, lo que sugiere que el mar holocénico transgredió sólo hasta el escarpe. Entre 1991 y 1992 se excavaron 2 cuadrículas de 2x2 m [C1, C2], separadas por 50 cm en el sector del escarpe. Estratigráficamente se distinguieron tres capas, la primera de las cuales, [denominada A] corresponde a un flujo de detritos limoarcillosos pardos con clastos ocasionales sin materiales culturales, presentando una profundidad variable entre 5 y 50 cm, una segunda capa (B), correspondiente a un depósito cultural con una potencia media de 45 cm de conchas y restos de fauna, cuyo sustrato corresponde a un limo arenoso gris oscuro, con un manteo que se corresponde con la topografía del sector, y finalmente la capa C, que corresponde al sedimento terciario compacto, naturalmente estéril [Quiroz & Sánchez 1993]. En 1995 se excavaron dos cuadrículas de 1 x 1 m [C3 y C4] separadas por 2 m alineadas en un eje NS. La cuadrícula 3, próxima al talud y en una misma línea que las cuadriculas de las temporadas anteriores, deja en evidencia un perfil estratigráfico con las mismas capas anteriormente esbozadas, sin embargo la potencia del componente cultural [capa B] se

40

presenta notoriamente reducida a un ancho no superior a los 5 cm con mayor profundidad en la esquina NE, que sugiere un marcado manteo del depósito cultural hacia el sector del escarpe probablemente debido a procesos de formación y transformación influidos por la gravedad. La cuadrícula 4 dispuesta 2 m hacia el sur, no muestra el componente cultural detectado en las otras cuadrículas. En la actualidad este sitio presenta un notable proceso de deterioro, producto de la marcada erosión vinculada a la inclinación del escarpe y, sobre todo, por la acción antrópica que ha destruido parte de los depósitos en la construcción de un sendero. En consideración de estos elementos, se realiza un test de fauna de 50 x 50 cm en el sector primario [no disturbado] del escarpe anexo a las cuadrículas C1 y C2, embolsando íntegramente los depósitos. El análisis de los restos de fauna de la cuadrícula C2, teniendo como objetivo la identificación de la unidad anatómica, el número mínimo de individuos, la taxa y el rango etario a que corresponden, dio como resultado la presencia de 461 fragmentos o unidades anatómicas completas. TABLA 2 RESUMEN DETERMINACION RESTOS OSEOS SITIO P30-1 TAXA Clase Mamíferos Orden Artiodactyla Familia Cervidae Pudu pudu Orden Pinnipedia Familia Otaridae Otaria byronia Orden Cetácea Orden Rodentia Familia Muricidae Familia Octodontidae Familia Myocastoridae 3. Myocastor coypus Clase Aves Peces TOTAL

NISP

NMI

53 182 5 46 14

4 3 ?

?

16 250 1602

2 ? 115

2168

225

El material identificado, a pesar del alto grado de fragmentación, corresponde a restos de lobo marino (Otarya byronia), coipo (Myocastor coypus coypus), pudu (Pudu pudu) y roedores aún no determinados. Los análisis permitieron identificar un alto porcentaje de

41

huesos de aves (2.300 grs), correspondientes al 60% del universo arqueofaunístico. La evidencias fueron consignadas a nivel de clase, pues los restos recuperados presentan un alto grado de fragmentación haciendo compleja su determinación taxonómica. Por otra parte, los análisis no pudieron determinar a nivel de taxa específica, fragmentos óseos de mamíferos marinos de gran talla probablemente asignados al Orden Cetacea. La determinación etaria a través del criterio de fusión de epífisis demostró, en la especie Otaria byronia, la presencia de un individuo juvenil y dos adultos. La taxa Pudu pudu registró tres individuos adultos y un juvenil. La especie Myocastor coypus está representada individuos adultos en los dos casos estudiados. Los resultados enfatizan la preferencia por predar y consumir individuos adultos probablemente por un mayor beneficio en volumen de carne disponible. El registro tafonómico demostró que la acción del fuego mostraba una baja incidencia, pudiendo corresponder probablemente a un descarne previo de la unidades anatómicas no exponiendo al fuego los huesos. Es interesante destacar que muchos de los restos óseos de mamíferos evidencian huellas de corte y puntos de impacto, asociados a la fractura de huesos largos, lo que permite definir este registro como un producto antrópico. Los conjuntos óseos presentaron diez casos de huellas de corte, estas alteraciones culturales se localizan en las cercanías de las epífisis de los huesos largos que podemos interpretar como huellas de desmembramiento. En menor frecuencia fueron observadas fracturas intencionales de restos óseos principalmente en huesos largos con altos contenidos de médula. Sin embargo, es necesario mencionar el correlato que existe en otro tipo de data arqueológica, como es el material lítico, ya que la presencia de lascas bipolares y percutores puede asociarse al set de artefactos necesario para fracturar huesos. Los restos encontrados, en consideración de la información manejada, se asocian a actividades de consumo y descarte por parte de estas poblaciones. El análisis biológico de los restos de invertebrados consistió en la determinación de especies y su frecuencia a través del Número Mínimo de Individuos (NMI), realizados sobre material invertebrado extraído del nivel B de las cuadrículas C1 y C2. Se logró identificar la presencia de 545 unidades, agrupados en quince especies de moluscos: dos placóforos (Chiton granosus, Tonicia chilensis), diez gastrópodos (Fissurella crassa, F. limbata, F. picta, F. nigra, Crassilabrum crassilabrum, Concholepas concholepas, Tegula atra, Tegula tridentata, Prisogaster niger, Oliva peruviana) y tres bivalvos (Choromytilus chorus, Perumytilus purpuratus, Semele solida), siendo los más abundantes Fissurella picta (302), Concholepas concholepas (85) y Tegula atra (64). Si consideramos la masa total de los restos recuperados (7.365 gr) un 45% (3.315 gr) corresponden a Fisurellidos, un 40% (2.975 gr a Concholepas concholepas (loco), y cerca del 10% (720 gr) a caracoles representados por Tegula atra, T. tridentata y Prisogaster niger. El estudio cuantitativo del material evidencia el predominio absoluto de los

42

gastrópodos de la intermareal rocosa que en conjunto alcanzan cerca del 95% de los restos recuperados (Gálvez 1997). En el pozo de fauna realizado posteriormente aumentaron los porcentajes de caracoles respecto de locos y lapas, pero estos resultados tampoco difieren significativamente de los obtenidos con anterioridad . Los análisis realizados sobre crustáceos recuperados de las cuadrículas C1 y C2, determinaron la presencia de fragmentos taxonómicamente correspondientes a una diversidad de especies baja representados por crustáceos cirripedios de la familia Balanidae (Megabalanus sp.), y decápodos braquiuros (Homalaspis plana), la cual presenta las frecuencias más significativas en este sitio (Baéz 1997). Los artefactos óseos encontrados en el sitio corresponden a punzones, leznas y agujas elaboradas en diáfisis fracturadas y modificadas en huesos largos de aves. La población que generó estos yacimientos tenía claro conocimiento de las particularidades de los restos óseos usados en la confección de instrumentos, ya que los huesos utilizados como materia prima para la fabricación de instrumentos son seleccionados según sus cualidades plásticas, estructura, forma y tamaño. Entre los artefactos de hueso se pudo encontrar un fragmento de anzuelo del tipo compuesto, muy semejante al del sitio P27-1, que fue elaborado en concha. El material lítico registrado en estratigrafía corresponde a un conjunto de dieciocho piezas, que incluye doce subproductos del proceso de talla, clasificables bajo la categoría de lascas sin modificaciones (ocho piezas presentan talón natural con corteza, dos con talón rebajado, una con talón plano preparado y una de talón quebrado). Las materias primas utilizadas no identificadas incluyen rocas de grano grueso de mala calidad para la talla de artefactos y sus dimensiones varían entre 50 y 24 mm. de longitud. Las características de estas lascas, indican su carácter de desechos del desbastado de núcleos poliédricos multidireccionales o unidireccionales, fracturados por percusión directa. Se identificó también una lasca primaria con corteza y talón natural que en su extremo distal transversal, sobre un borde convexo sinuoso en ángulo oblicuo, presenta astillamiento bimarginal simple sobrepuesto, con negativos de cicatrices concoidales más anchas que largas, probablemente utilizada como cuña, aunque el talón no presenta indicios de percusión, lo que sugiere el uso de un percutor blando (madera). Su materia prima es una roca de grano grueso y sus dimensiones son 50 mm. longitud. Se presenta un guijarro ovoidal cortical con fractura intencional sin retoque, probablemente bipolar, aunque no presenta indicios visibles. La materia prima es una roca basáltica y sus dimensiones son 59 mm longitud. Los únicos instrumentos tallados detectados en este contexto, corresponden a dos tajadores de astillamiento unidireccional, sobre matrices de guijarros ovoidales que conservan gran parte de la corteza. El borde activo en un caso es cóncavo, con negativos de cicatrices concoidales sobre el borde. En la otra, el filo también es convexo pero con evidencia de trituramiento y desgaste producto del uso por la acción de corte por percusión. Esta pieza,

43

además presenta indicios que indican que su matriz originalmente correspondía a un percutor de uso doble. Las materias primas utilizadas son una roca basáltica y otra de grano grueso no identificada. Otra categoría morfofuncional corresponde a un percutor ovoidal con corteza y tres sectores o extremos de uso identificados por áreas focalizadas de trituramiento producto del uso, utilizado probablemente para el desbaste de núcleos. Por último, se registró un probable fragmento de artefacto lítico pulimentado, de forma ligeramente lanceolada, sección ovoidal y con aparentes huellas de trabajo, de función no definida. A nivel general, el instrumental analizado no presenta características diagnósticas tanto a nivel cualitativo como cuantitativo. Se observa como único rasgo distintivo la ausencia de materias primas criptocristalinas adecuadas a la talla bifacial de instrumentos; sin embargo, tales diferencias pueden tratarse sólo de un sesgo muestral. La ausencia o presencia de otros elementos líticos comparativos tampoco son significativos para establecer alguna relación de diferenciación o similitud [Jackson 1993, 1994 ms]. Hemos reunido, hasta el momento, seis fechados radiocarbónicos, tres para cada uno de los sitios trabajados. En la tabla siguiente se muestran los fechados con sus respectivos márgenes de error: TABLA .3 FECHADOS RADIOCARBÓNICOS SITIOS ARCAICOS ISLA MOCHA12 N° 1

Código Muestra P27-941

2

P27-972

3

P27-973

4

P30-925

5

P30-924

6

P30-926

Numero Laboratorio

Edad RC Convenciona

Res.Calib. Punt.Inter

Res.Calib. 1-sigma

Res.Calib. 2-sigma

Beta-71647/ CAMS-13062

3220 ±50

1430 AC

1500-1410 AC

1520-1380 AC

Beta-110336

3740 ±50

1470 AC

1530-1405 AC

1615-1355 AC

Beta-110337

3650 ±70

1385 AC

1455-1285 AC

1540-1180 AC

Gd-4884

3270±120

1522 AC

1687-1414 AC

1877-1263 AC

Beta-57810/ CAMS-5348

3280±60

1510 AC

1530-1430 AC

1640-1400 AC

Gd-4885

3310±90

1534 AC

1727-1464 AC

1868-1409 AC

Una simple ojeada a los fechados nos muestra su contemporaneidad, indicando casi con certeza una ocupación de estos espacios insulares hacia el 1500 AC, en lo que se ha definido para otra regiones como el Arcaico Tardío. 12 Las muestras 1,2,3 y 5 fueron calibradas por Beta Analytic Inc; en cambio las calibraciones de las muestras 4 y 6 las realizamos nosotros con el programa CALIB 4.1, elaborado por Quaternary Isotope Laboratory, University of Washington

44

Los datos recuperados, por el momento, no permiten diferenciar funcionalmente los sitios estudiados ni integrarlos dentro de una jerarquía de asentamientos. Las evidencias eco y artefactuales sugieren que los sitios corresponden a campamentos transitorios orientados a la explotación de recursos litorales [recolección de moluscos y pesca]. La caza de mamíferos marinos y terrestres [lobos marinos, pudúes y coipos] está muy poco documentada artefactualmente [no hemos podido encontrar puntas de proyectil o arpones que nos indiquen en forma directa la caza]. Sin embargo existen diferencias entre el sitio P27-1, de morfología monticular, y el P30-1, sitio poco extenso y con una sóla ocupación de poca potencia. Area Morhuilla Durante 1995 prospectamos esta área encontrando 48 sitios arqueológicos, seis de ellos con componentes precerámicos. En el área se distingue una localidad arqueológica que hemos denominado, recogiendo la toponimia local, Isla Morhuilla, aunque no posee características insulares. Se encuentra ubicada a unos 12 km al sur de la ciudad de Lebu, capital de la provincia de Arauco, VIII Región. Isla Morhuilla es una pequeña península, de forma rectangular, de unos 2.5 km2 de superficie, con una altura máxima de 32 m.s.n.m., unida al continente por un pequeño istmo arenoso de unos 300 m de longitud y 800 m de ancho, de muy baja altura [1 a 2 m.s.n.m], inundado en transgresiones marinas importantes durante el pasado. Se sabe que hace unos 5000 años el nivel del mar en la región estaba unos 5 m por encima del nivel del mar actual [Campana 1973], por lo que la localidad era hace cinco mil años, con toda seguridad, una isla que se encontraba a unos 500 a 800 m de la orilla [Quiroz et al 1998, Quiroz, Vásquez & Sánchez 2000]. Los habitantes más antiguos del sector [la mayoría de ascendencia indígena] recuerdan que por tradición se decía que “antes esto era una isla” y señalan que, en la actualidad, con marejadas fuertes la península se transforma en isla. Isla Morhuilla fue prospectada arqueológicamente entre 1976 y 1978 por Sánchez y Bustos, estudiantes de Antropología de la Universidad de Concepción, como parte de sus respectivas tesis de grado [Sánchez 1979, Bustos 1979, Sánchez & Bustos 1984], los que encontraron en la península cinco sitios arqueológicos, entre los que se destacan tres conchales [Co I, Co II y Co III] y tres aleros [A I, A II y AIII]. De estos sitios, Co I es adscrito claramente al período arcaico. En las prospecciones realizadas durante 1995, en el marco del Proyecto Fondecyt 1950175, encontramos en esta península doce sitios, tres de ellos, ubicados en su parte occidental, fueron asignados tentativamente al período arcaico: Le-1 [Co II para Sánchez & Bustos, 1984], situado a 4 m.s.n.m., Le-2 [Co I para Sánchez & Bustos, 1984], que se encuentra 12 m.s.n.m. y a unos 80 m al SW de Le-1, y Le-4, que se ubica a 6 m.s.n.m., a unos 60 m al E de Le-1 y a 90 m al N de Le-2.

45

En 1997, por el mismo proyecto, excavamos un pequeño pozo de sondeo de 2x1 m en Le-2, obteniendo abundantes puntas de proyectil con el patrón definido por Menghin como "talcahuanense" [Quiroz et al 1998], es decir, puntas pedunculadas con limbo dentado y un par de barbas en su base [Menghin 1962], y realizamos, además, dos pozos de sondeo de 1x1 en el sitio Le-1, con escasos materiales culturales. En 1998, en un proyecto financiado por la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos [Quiroz & Sánchez 1999], realizamos el levantamiento topográfico en un plano 1:5000 de la Isla Morhuilla, localizando los sitios detectados en las prospecciones de 1995. Hicimos además 4 m2 de excavaciones adicionales en el sitio Le-2 y excavamos un pozo de sondeo y un pozo de fauna en el sitio Le-4. También comenzamos los estudios especializados sobre fauna de los sitios [principalmente de moluscos, pero también peces, aves y mamíferos], tecnología lítica y ósea. Los tres sitios trabajados se nos ordenaron en una secuencia cronológica bastante clara, aunque obviamente una mejor precisión requiere de una mayor cantidad de fechados absolutos. Le-1 es un sitio situado cronológicamente cerca del 700 DC13. y los moluscos explotados corresponden tanto al intermareal rocoso como a playas arenosas [Quiroz & Sánchez 1999]. La presencia de cerámica en la superficie del sitio y en el primer nivel estratigráfico [0-10 cm] pudiera indicar que estamos frente a un sitio de asentamiento temporal de grupos alfareros, que residen permanentemente en el interior. Sin embargo los niveles inferiores [10-70 cm] no muestran presencia de alfarería [Massone & Cárdenas 1997 ms.]. Las pesas de red en guijarros pequeños y, obviamente, la abundancia de restos de peces, nos indican la importancia que tuvo la pesca con redes para estas poblaciones. La depositación de basuras alcanza un máximo de 0.70 m. Le-4 es un sitio situado cronológicamente cerca del 50 AC14 y los moluscos explotados corresponden al intermareal rocoso. No posee ni fauna de habitat arenoso o de desembocadura de esteros [Quiroz & Sánchez 1999]. La fauna de vertebrados corresponde casi exclusivamente a peces y la presencia de pesas de red permite suponer que Le-4 corresponde más bien a un campamento de pesca, donde la recolección de mariscos juega un rol más bien subordinado [Quiroz & Sánchez 2000a]. La depositación de basuras alcanza un espesor máximo de 0.50 m. Le-2 es un sitio situado cronológicamente entre el 3000 y el 2500 AC15 [Quiroz et al 1998] y los moluscos explotados corresponden principalmente al intermareal rocoso, con un predominio de gastrópodos tales como lapas, caracoles y locos. La presencia de fauna de 13 El fechado obtenido para la base de la ocupación dio 1325 [1230] 1065 AP [Beta 121445], es decir en torno al 720 DC. 14 El fechado obtenido para la base de la ocupación dio 2115 [1965] 1790 AP [Beta-121446], es decir, en torno al 15 AC. 15 El sitio presenta dos niveles ocupacionales: en el más tardío las fechas se agrupan en torno al 2500 AC [4825[4680]4505 AP [Beta-110334], 4820[4570]4390 AP [Beta-123577]] y en el más temprano las fechas se agrupan en torno al 3000 AC [5305[5045]4830 AP [Beta-123576], 5270[4975]4805 AP [Beta-123578], 5125[4890]4805 AP [Beta-110335]]

46

habitat arenoso [machas y almejas] es prácticamente nula como también la correspondiente a desembocadura de esteros [Quiroz & Sánchez 1998]. La fauna asociada a los moluscos nos habla de un sitio complejo, con lobos marinos, nutrias, cetáceos, pingüinos y otras aves marinas. Hemos definido a Le-2 como un campamento de cazadores de lobos marinos, equipados con unas mortíferas puntas de proyectil pedunculadas con barbas y borde dentado, que están operando frente a Isla Mocha. En ese sitio además se atrapaban pingüinos, se pescaba, se recogían mariscos [moluscos, crustáceos y equinodermos] y se fabricaban artefactos en piedra, en hueso y conchas [Quiroz, Massone & Contreras 2000]. La depositación masiva de basuras alcanza un espesor máximo aproximado a los 3.0 metros. Le 1 En septiembre de 1997 efectuamos dos sondeos estratigráficos en el sitio Le-1 localizado en el sector oriental de Isla de Morhuilla [Massone & Cárdenas 1997]. El sitio corresponde a un basural de conchas dispuesto sobre una duna de arena gris amarillenta, de forma monticular, situado a unos 5 a 6 m.s.n.m. y a unos 150 m de distancia al mar. La superficie del montículo se encuentra parcialmente erosionada, pudiendo observarse restos líticos, escasos fragmentos cerámicos y desechos óseos de aves, peces y cetáceos, asociados a un basural de variados moluscos y crustáceos. El yacimiento fue descrito y sondeado en la década de 1970 por Sánchez y Bustos [Sánchez 1979, Sánchez y Bustos 1984], quiénes lo denominaron “Conchal El Túmulo” y señalaron la presencia de dos niveles culturales superpuestos. El nivel I superior, presentaba fragmentos cerámicos en superficie y el nivel II inferior, sin cerámica,. En este nivel se encontraron también algunos artefactos líticos entre los que destacaban dos puntas de proyectil fracturadas, de forma triangular y limbo dentado, un raspador y algunos cantos aplanados. Ambos niveles presentaban restos malacológicos, peces, aves y mamíferos marinos. Los trabajos realizados en 1997 tuvieron como propósito efectuar dos cuadrículas de 1x1 m: una en la cúspide del montículo, para reconocer su secuencia estratigráfica, y otra similar en la ladera del montículo a unos 70 cm de distancia al este, con el fin de poder constatar diferencias o similitudes estratigráficas en distintos sectores del montículo. Antes de efectuar las excavaciones recorrimos la superficie del montículo, encontrando en su base dos pesas de red de arenisca. Una corresponde a un rodado pequeño, irregular, con surco ecuatorial y la segunda a un rodado con muescas polares. Además, en la cumbre del montículo, cerca de la cuadrícula 1, se encontró un yunque, que corresponde a un rodado plano con huellas en sus dos caras de haber sido usado como apoyo para talla bipolar y con huellas de piqueteado en sus extremos, que deben indicar en forma complementaria su uso como percutor. Se excavó la primera cuadrícula [C1] siguiendo niveles arbitrarios de 10 cm de profundidad, hasta alcanzar 60 cm bajo el nivel de la superficie, en la parte superior del montículo, constatando que el depósito cultural se extiende hasta entre los 48 y 57 cm de profundidad. Posteriormente, se practicó un pequeño sondeo hasta 80 cm de profundidad

47

para poder observar la composición del depósito natural, anterior a la presencia humana en el sitio. En la segunda cuadrícula [C2] se observó la misma secuencia estratigráfica descrita para la cuadrícula 1, con un basural conchífero menos denso, pero con la misma representación faunística, extendiéndose verticalmente hasta los 38-47 cm. En contraposición, se constató una mayor frecuencia de material lítico en los niveles superiores de la cuadrícula. En el extremo sur occidental de la cuadrícula 1 se efectuó una columna para control de fauna de 30 x 30 cm de extensión, extrayendo en niveles artificiales de 10 cm todo el contenido óseo y malacológico. Se pudieron identificar tres niveles estratigráficos, diferenciados por cambios en el color de la matriz y en la cantidad de restos presentes en los pozos. El primero, entre los 0 y los 30 cm corresponde a una matriz arenosa de grano fino, de color pardo oscuro. Destaca la presencia de abundantes restos malacológicos y de peces y de escasos restos de crustáceos, equinodermos, aves y roedores. Se encontraron fragmentos de tres huesos de lobo marino, uno de cetáceo y otro de un mamífero de mediano tamaño, indeterminado. En este nivel se observa la presencia de un fragmento de cerámica con superficie exterior pardo rojizo alisado y superficie interior pardo pulido, que constituye el único fragmento cerámico presente en la excavación. El material lítico está representado por fragmentos de rodados, pequeños y medianos, con posible acción humana y de núcleos con corteza, principalmente de basalto, y algunas lascas, con y sin reserva de corteza, en basalto y sílice. Uno de los rodados pequeños presenta en su superficie huellas de piqueteado y otro, mediano, huellas de pulido En el sector noroeste de la cuadrícula, entre 20 y 25 cm de profundidad, se encontró una pequeña área de quema que pudo corresponder a un fogón, de una extensión superficial de 40 x 35 cm. Entre los 28 y 30 cm de profundidad, en gran parte de la cuadrícula, el depósito de conchas comienza a debilitarse y el sedimento comienza a ser más suelto y de color más claro, anunciando un cambio en la estratigrafía natural del sitio. En este nivel se extrajeron una muestra de carbón y una muestra de conchas de locos para fechados C 14, las que no han sido fechadas hasta el momento. El segundo nivel, entre los 30 y los 60 cm corresponde a una matriz arenosa de grano medio, de color pardo gris claro a gris amarillento. Este nivel es de textura más suelta que los anteriores. Aparecen los mismos restos malacológicos y óseos, en una proporción menor a la del nivel anterior. También se observan algunos restos de carbón vegetal. En este nivel hay una mayor frecuencia de lascas. Se detectaron lascas pequeñas y medianas con reserva de corteza en basalto y sílice, una presenta posible huellas de

48

desgaste por uso en un borde y otra con algunos retoques de borde. Se localizaron fragmentos de rodados pequeños, medianos, uno con huellas de ahumado, y grandes, uno parcialmente quemado y con huellas de posible piqueteado en una de las superficies, producto posiblemente de un uso ocasional como yunque. Encontramos una concha de almeja con un borde rebajado y posibles huellas de desgaste por uso. El tercer nivel corresponde a la duna donde se formó el sitio, de color gris amarillo y, por supuesto, estéril. Comienza en algunos sectores de la excavación a los 45 cm. Entre 60 y 100 cm de profundidad se efectuó un pequeño sondeo junto al perfil norte comprobando que continúa el depósito de arena estéril. Entre 40 y 45 cm de profundidad, se extrajo una muestra de conchas de locos para fechado C 14. Obtuvimos una fecha calibrada de 1325 [1230] 1065 BP [Beta 121445]. TABLA 4 FECHADO RADIOCARBÓNICO SITIO LE-1 N° 1

Código Muestra Le1-982

Numero Laboratorio Beta-121445

Edad RC Convencional 1860 ±60

Res.Calib. Punt.Inter 720 dC

Res.Calib. 1-sigma 670-800 DC

Res.Calib. 2-sigma 625-885 DC

Los resultados obtenidos del análisis realizado de los materiales tanto de invertebrados [moluscos16] como vertebrados [mamíferos, peces y aves] correspondientes al pozo de fauna se presentan en las tablas 4.2 y 4.3. Los restos de invertebrados corresponden principalmente a moluscos. La presencia de crustáceos [Homalaspis plana, Balanus psitacus] y equinodermos [Loxechinus albus] es bastante baja. Se ha estudiado el pozo de fauna separando los moluscos enteros o las partes fragmentadas que permiten identificar NMI [número mínimo de individuos] de los trozos más pequeños [fracción II]. La identificación de la fracción I [excepto chitones] señala que el 52,2% corresponde a bivalvos [sólo Choromitylus chorus representa un 21,2%] y el 47,8% corresponde a gastrópodos [principalmente Tegula atra con un 18,6% y Fissurella picta, 14%] y. El tamaño de los moluscos es bastante diverso con ejemplares adultos y juveniles. TABLA 5 MOLUSCOS [%NMI] SITIO LE-1, ISLA MORHUILLA SITIO Fechado RC ESPECIE Bivalvos Choros [Choromytilus chorus]

Le-1 1860 ± 60 47,2

21,2

16 Se han excluido los restos de equinodermos [erizos], crustáceos [jaibas y picorocos] y chitones, presentes en la muestra pero poco significativos cuantitativamente

49

Machas [Mesodesma donacium] 5,4 Choritos [Perumytilus 20,6 purpuratus] Gastrópodos 44,4 Locos [Concholepas 6,6 concholepas] Lapas [Fissurella picta, otras 16,2 especies] Caracoles [Tegula atra, otras 19,8 especies] Sombreritos [Colisella 1,8 araucana] Otros [tanto bivalvos como 8,4 gastrópodos] TOTAL

100 100

Los restos de vertebrados [NME= 431] corresponden principalmente a peces [NME= 365; 84,7%]. Se encuentran también restos significativos de aves [NME= 38; 8,8].. Entre los peces hemos podido identificar a Sicyases sanguineus [pejesapo]. Entre las aves Phalacrocorax sp. y Larus sp.

50

TABLA 6 DETERMINACION RESTOS OSEOS [NISP, NMI] POZO DE FAUNA LE-1 TAXA

NISP

NMI

Clase Mamíferos

1

1

Orden Pinnipedia Familia Otaridae 1.Otaria byronia Orden Cetácea Orden Rodentia Familia Muricidae

3 1

1 1

Clase Aves Peces

38 365

5 15

TOTAL

431

26

23

3

Los estudios estratigráficos efectuados permiten avanzar algunas hipótesis interpretativas respecto del sitio. Se pudo comprobar la existencia de dos depósitos culturales diferentes con presencia materiales, no muy abundantes pero significativos, superpuestos a un nivel sin restos culturales. El depósito superior, arenoso pardo oscuro de grano fino, que se extiende entre 0 y 30 cm de profundidad aproximada y el depósito medio, arenoso pardo gris claro de grano medio, que se extiende entre 30 y 50-57 cm de profundidad. Ambas capas se superponen al depósito estéril de arena gris amarilla que forma la parte inferior de la columna estratigráfica. Los dos depósitos con contenido cultural pueden corresponder a 2 o más eventos distintos de ocupación humana del montículo. Sin embargo, no puede descartarse la posibilidad que los materiales del depósito medio, pardo gris claro, puedan corresponder a restos descendidos de los depósitos de ocupación superior, por procesos de formación del sitio arqueológico. Tanto los materiales líticos como los restos malacológicos y óseos, nos indican una probable ocupación del sitio por parte de una población de cazadores recolectores y pescadores “arcaicos”, dedicados principalmente a la pesca, a juzgar por la gran frecuencia y variedad de restos de peces. Para esta actividad debieron utilizar pesas de arenisca, como las localizadas en el sitio. Como complemento se aprovechó la recolección de moluscos y crustáceos, la caza de aves y la utilización eventual de restos de lobos marinos y ballenas.

51

El material lítico permite concluir que estos grupos humanos aprovechaban los rodados basálticos de tamaño mediano y pequeño, abundantes en las terrazas terciarias altas, erosionadas, situadas a escasa distancia del sitio. Para utilizar estos rodados empleaban preferentemente la técnica de talla bipolar, evidenciada en el uso de yunques y en las cicatrices de algunas lascas y núcleos basálticos. La presencia de un fragmento de cerámica en el nivel superior y de restos no muy abundantes en la superficie del sitio, pudieran representar alguna efímera ocupación posterior del montículo, por parte de grupos agroalfareros. No obstante, no puede descartarse que tales materiales se hayan depositado en el sitio producto del arrastre u otro factor, desde el sitio agroalfarero Le 12, situado en la ladera alta, dominando a corta distancia del sitio Le 1, o bien de Le-3, ubicado en las cercanías de Le-1. Sin embargo, la fecha radiocarbónica obtenida para el sitio [720 DC] sugiere que el sitio perfectamente puede corresponder a campamentos de tarea de grupos alfareros dedicados a la pesca y recolección de moluscos. Es indudable que durante el período alfarero los grupos humanos siguieron explotando los recursos del mar, continuando con sus adaptaciones marítimas. Le--4: Entre los sitios prospectados en 1995 se encontraba Le-4, que corresponde a un montículo de conchas de unos 8 m de diámetro basal y con una altura máxima estimada de 1.5 m, emplazado sobre una paleoduna de arena gris amarillenta. Se encuentra bastante destruido debido al tráfico que tiene un sendero que circunvala la isla. Pescadores y recolectores de machas y cochayuyo, recorren frecuentemente el lugar y sacan material cultural [principalmente puntas de proyectil] para regalar y vender. El sitio presenta muy pocos sectores no intervenidos, los que se ubican especialmente en sus paredes norte y occidental. Hicimos, en primer lugar, una recolección sistemática del material cultural disperso en los alrededores del montículo, lo que permitió rescatar algunos instrumentos tales como pesas de red y fragmentos de yunques y percutores, todos en arenisca. En el sector no intervenido realizamos luego un pozo de sondeo de 0.50x0.50 m, dejando en su esquina SE una columna de 0.20x0.20 m, para un estudio cuantitativo de los moluscos presentes en el sitio. Excavamos el pozo de sondeo y la columna de fauna mediante niveles artificiales de 5 cm. El espesor máximo del conchal en el sector excavado fue de 32 cm. Desconocemos el espesor que pudo tener el conchal en el sector intervenido, sobre todo en la parte que corresponde a la cúspide del montículo. En el nivel más profundo del pozo de sondeo, nivel 6 [25-30 cm], se tomó a 28 cm de la superficie una muestra de conchas de Concholepas concholepas para la realización de un fechado radiocarbónico. El montículo presenta una estratigrafía sencilla, con un solo nivel ocupacional, situado entre una capa de humus, que corresponde a la cubierta herbácea y sus raíces y la

52

paleoduna gris clara, sin material cultural. El estrato ocupacional corresponde a una capa de conchas que un espesor que va entre los 28 y 32 cm de altura. TABLA 7 FECHADO RADIOCARBÓNICO SITIO LE-4 N° 1

Código Muestra Le4-983

Numero Laboratorio Beta-121446

Edad RC Convencional 2530 ±60

Res.Calib. Punt.Inter 15 AC

Res.Calib. 1-sigma 70 AC-90 DC

Res.Calib. 2-sigma 165 AC-160 DC

El pozo de sondeo produjo escaso material cultural [sólo líticos] y muy pocos restos de fauna de vertebrados [principalmente peces, algo de aves y casi sin restos de mamíferos]. Los moluscos son, indudablemente, la mayor parte de los restos excavados. Su estudio cuantitativo se hizo con el material excavado en la columna de fauna, pero pudimos observar una presencia mayoritaria de gastrópodos [locos, lapas y caracoles] y bastante menos de bivalvos [choritos, machas y almejas] y poliplacóforos [chitones]. Detectamos también la presencia, no muy abundante, de crustáceos [jaibas] y equinodermos [erizos]. Los restos de vertebrados presentes en el pozo de fauna, también bastante escasos, se agregaron [según el nivel en el que se encontraron], para efectos del análisis, a los obtenidos en el pozo de sondeo. El sitio se puede definir culturalmente como un campamento de pesca y de recolección de mariscos, definido tanto por los restos culturales [pesas de red y yunques] como por los restos de fauna [principalmente moluscos y peces]. El fechado obtenido para la base de la ocupación dio una cifra corregida de 2115 [1965] 1790 AP [Beta-121446]. Tenemos, entonces, que el sitio habría comenzado a formarse hace unos 2000 años. Los materiales encontrados en las excavaciones son muy escasos [6 piezas]: tres lascas bipolares con corteza en una cara, dos en arenisca [404/10, 404/11] y una en basalto [404/12], un fragmento de núcleo en arenisca con corteza en una de sus caras y desprendimiento de lascas en ambos extremos [404/13], un machacador fragmentado en arenisca [404/14] y una piedra horadada fragmentada en arenisca, que será descrita posteriormente [404/3]. Los restos encontrados en las recolecciones de superficie son bastante interesantes. Están principalmente elaborados en guijarros pequeños y medianos de arenisca y corresponden casi exclusivamente a pesas de red y yunques. Encontramos, además, una lasca de basalto, con corteza y trabajo bilateral en una de sus caras [404/2], que puede corresponder a una preforma de algún instrumento. Las pesas de red [3 ejemplares: 404/1, 404/4, 404/9] están elaboradas en guijarros ovoidales de arenisca, medianos y pequeños. Los tres ejemplares presentan un surco piqueteado, rodeando toda la pieza por su plano más largo.

53

La pieza 404/1 tiene 65 mm de largo por 48 mm de ancho. La pieza 404/4 tiene 100 mm de largo por 62 mm de ancho. La pieza 404/9 tiene 98 mm de largo por 78 mm de ancho. El ancho del surco en los tres ejemplares va de 9 a 12 mm. Uno de los ejemplares obtenidos en las excavaciones [403/3], corresponde a una piedra horadada quebrada por la mitad durante su proceso de fabricación. Cada oquedad, de forma cónica, tiene 45 mm de diámetro y 20 mm de profundidad. Junto a una de estas oquedades, presenta otra, poco profunda, que indica que la pieza fue reutilizada como yunque. Además, en uno de sus bordes presenta huellas de trituramiento, que señala que también fue usada como percutor. Los yunques [3 ejemplares: 404/5, 404/7, 404/8] están elaborados en guijarros aplanados de arenisca, grandes y medianos. Uno de los ejemplares [404/5], posee dos oquedades, una en cada cara. Se le han desprendido algunas lascas de sus bordes. Tenemos, además, otro ejemplar [404/7], también quebrado por la mitad, que fue usado como yunque [posee una oquedad leve en el centro de cada cara] y también como pesa de red [tiene piqueteado un surco que une oblicuamente ambas oquedades]. Finalmente, tenemos un tercer ejemplar [404/8], de contorno trapezoidal, que posee tres oquedades, una en cada cara y la otra en uno de sus lados, presentando en su lado opuesto huellas de trituramiento, lo que indica que fue usado también como percutor. El afilador [404/6] corresponde a un guijarro de arenisca, de sección biconvexa, una de cuyas caras presenta en su parte central una serie de delgados surcos, probablemente dejados por el proceso de frotar una lasca de filos vivos. Los restos de invertebrados corresponden principalmente a moluscos. La presencia de crustáceos [Homalaspis plana, Taliepus dentatus] y equinodermos [Loxechinus albus] es bastante baja. Se ha comenzado a estudiar el pozo de fauna separando [fracción I] los moluscos enteros o las partes fragmentadas que permiten identificar NMI [número mínimo de individuos] de los trozos más pequeños [fracción II]. La identificación de la fracción I [excepto chitones] señala que el 92.8% de la muestra corresponde a gastrópodos [principalmente Tegula atra con un 26%, Fissurella picta, 23% y Concholepas concholepas, 14%] y el 7.2% a bivalvos [sólo Perumytilus purpuratus representa un 5.7%]. El tamaño de los moluscos es bastante reducido con sólo algunos ejemplares adultos lo que puede interpretarse como una relación de tipo oportunista

54

TABLA 8 MOLUSCOS [NMI] SITIO LE-4, ISLA MORHUILLA SITIO Fechado RC ESPECIE Bivalvos Choros [Choromytilus chorus] Machas [Mesodesma donacium] Choritos [Perumytilus purpuratus] Gastrópodos Locos [Concholepas concholepas] Lapas [Fissurella picta, otras especies] Caracoles [Tegula atra, otras especies] Sombreritos [Colisella araucana] Otros TOTAL

Le-4 2530 ± 50 7,5

87,9

0,0 1,2 6,3 14,6 33,7 35,3

4,6 100

4,3 100

Los restos de vertebrados [NME= 172] corresponden principalmente a peces [NME= 160; 93%]. Se encuentran también restos de aves [NME= 10; 6%] y mamíferos NME= 2; 1%]. Entre los peces hemos podido identificar a Sicyases sanguineus [pejesapo]. Entre las aves Phalacrocorax sp. y entre los mamíferos un arco mandibular de un ejemplar neonato de Otaria byronia. TABLA 9 DETERMINACION RESTOS OSEOS [NISP, NMI] POZO DE FAUNA LE-4

TAXA Clase Mamíferos Orden Pinnipedia Familia Otaridae 1.Otaria byronia Orden Cetácea Clase Aves Peces TOTAL

NISP

NMI

1 1 10 160 172

1 1 4 12 18

55

Le-2: Le-2 es uno de los sitios más importantes y con mayor proyección para la prehistoria regional [Quiroz, Sánchez, Vásquez, Massone & Contreras 1998, Quiroz & Sánchez 1999, Quiroz, Sánchez & Vásquez 2000, Quiroz, Massone & Contreras 2000]. El yacimiento fue descrito y sondeado en la década de 1970 por Sánchez y Bustos [Sánchez 1979, Sánchez y Bustos 1984], quiénes lo denominaron “Conchal El Sendero” y Se hizo una recolección superficial de artefactos, encontrándose bastantes ejemplares de puntas lanceoladas con muescas y borde dentado, correspondientes al patrón talcahuanense [Menghin 1962]. También se encontró gran cantidad de huesos de pingüinos y lobos marinos y algunos artefactos elaborados en esos huesos, especialmente en costillas de lobo marino y el tibiotarsos de pingüinos. En 1997 comenzamos las excavaciones con un pozo de sondeo [C1] de 2x1 m en la parte inferior del sitio, sector con mucha pendiente [38°] y un pozo de fauna [PF] de 0.30x0.30 m al este de la esquina NE de C1. En 1998 realizamos otro pozo [C2], esta vez de 2x2 m, en la parte superior del sitio, sector bastante más plano, con una pendiente mucho más suave [15°]. Ese mismo año hicimos el levantamiento topográfico del sector oriental de la península, ubicando los sitios arqueológicos arcaicos. Los dos pozos de sondeo nos entregaron perfiles con diferencias bastante sugerentes, que permiten explicar un poco la formación del sitio. La observación del perfil del pozo de sondeo C1 permite plantear la existencia de, al menos, cuatro niveles estratigráficos relativamente definidos. En la parte superior tenemos un estrato que en la pared norte alcanza un promedio de 50 cm, con restos de moluscos, óseos y culturales más bien escasos y que hacia el sur se engruesa y adelgaza irregularmente, alcanzando un máximo de 60 cm y un mínimo de 30 cm. Este estrato, denominado Nivel I se compone de tres capas identificables: primero una delgada capa de humus, arena y raicillas de color negruzco de unos 20 cm, luego una fina capa de conchas muy molidas, de unos 5 cm, y luego una capa de unos 25 cm de arena gris con conchas de locos de considerable tamaño. El segundo estrato [Nivel II] corresponde a un conchal muy denso, con conchas enteras de locos, lapas y caracoles, con huesos de lobos marinos, diversas especies de peces y aves marinas, donde destacan, en forma notoria, los pingüinos. El espesor de este conchal, de unos 70 cm promedio de ancho en la pared norte, va disminuyendo hasta extinguirse hacia el sur, a unos 50 cm de distancia del borde norte del pozo. El tercer estrato [Nivel III] corresponde a un conchal más compacto y mucho más molido, de unos 60 cm promedio de ancho, separado del conchal anterior por lentes discontinuos de arena estéril. Las especies son similares, destacando la naturaleza más fragmentaria de sus restos.

56

Finalmente tenemos un cuarto estrato [Nivel IV] que corresponde a un conchal menos denso, con profundidades que superan los niveles alcanzados por las excavaciones [2 m]. Si observamos el perfil del segundo pozo de sondeo [C2] tenemos que el primer estrato [Nivel I] corresponde a un nivel desprovisto de fauna malacológica, pero con una abundancia de restos de pingüinos muy notable. Los materiales culturales corresponden principalmente a restos líticos de naturaleza expeditiva. El Nivel II corresponde a un conchal de gastrópodos, principalmente Fissurella picta, Tegula atra y Concholepas concholepas. El Nivel III se encuentra representado por una capa de arena gris, completamente estéril. El Nivel IV está representado por un nuevo conchal, con las mismas especies que el Nivel II. Finalmente tenemos un Nivel V, de arena gris, estéril. Es así como pensamos que los niveles I y III de C1 corresponden a disturbaciones del sitio producto de la pendiente, siendo los niveles II [fechas calibradas Beta-110334: 4825[4680]4505 AP, Beta-123577: 4820[4570]4390 AP] y IV [fechas calibradas Beta123576: 5305[5045]4830 AP, Beta-123578: 5270[4975]4805 AP, y Beta-110335: 5125[4890]4805 AP] los que representan claramente ocupaciones del sitio. Las fechas obtenidas nos permiten situar el sitio, con bastante seguridad, entre el 3100 y el 2600 AC. TABLA 10 FECHADOS RADIOCARBÓNICOS SITIO Le-2 N° 1 2 3 4 5

Código Muestr a Le2971 Le2972 Le2984 Le2-98 5 Le2-98 6

Numero Laboratorio Beta110334 Beta110335 Beta123576 Beta-12357 7 Beta-12357 8

Edad RC Convenciona l 4690 ±50

Res.Cali bPunt.Int er 2730 AC

Res.Calib. 1-sigma

Res.Calib. 2-sigma

3095 AC

2850-2620 AC 3060-2885 AC 3295-2970 AC

4630±70

2620 AC

2770-2530 AC

4940±80

3025 AC

3140-2895 AC

2875-2555 AC 3175-2855 AC 3355-2880 AC 2870-2440 AC 3320-2855 AC

4900 ±60

2940 AC

5000 ±80

La mayor parte de los restos de fauna corresponden, obviamente a moluscos, destacándose la presencia mayoritaria de locos [Concholepas concholepas] y lapas [Fissurella picta, F. crassa, F. nigra] de gran tamaño y abundantes caracoles negros [Tegula atra, Prisogaster niger] y blancos [Acanthina crassilabrum]. También hay chitones y bivalvos en cantidades mucho menores.

57

Con el fin de obtener información cuantitativa sobre los recursos malacológicos se realizó un pozo de fauna de 0.30x0.30 m al este de la esquina NE del pozo de sondeo. El pozo fue rebajado mediante niveles artificiales de 10 cm. Los primeros 70 cm fueron completamente estériles y por lo tanto el nivel 1 corresponde a los 70-80 cm y el nivel 13 a 190-200 cm de C1. Los niveles fueron agrupados en dos componentes: 1 [niveles 1 a 6: 4690 ± 50] y 2 [niveles 7 a 13: 4900 ± 60]. En este estudio no hemos considedo los chitones, debido a que su presencia no es muy significativa. El número de especies presentes en el sitio fue de 18, 14 gastrópodos [96%] y 4 bivalvos [4%]. En la siguiente tabla se muestran los resultados resumidos respecto de los moluscos mayoritariamente presentes en Le-2: TABLA 11 MOLUSCOS [NMI] SITIO Le-2, ISLA MORHUILLA COMPONENTE DEL SITIO Fechado RC ESPECIE Bivalvos Choros [Choromytilus chorus] Machas [Mesodesma donacium] Choritos [Perumytilus purpuratus] Gastrópodos Locos [Concholepas concholepas] Lapas [Fissurella picta, otras especies] Caracoles [Tegula atra, otras especies] Sombreritos [Colisella araucana] Otros

Le-2/2 4900 ± 60

Le-2/1 4690 ± 50

2,7

5,3

2,2

12,0 2,2

1,8

13,3 1,8

TOTAL

100

100

100

100

95,1

0,7 0,7 1,3 8,4

92,9

0,8 0,3 4,2 4,3

50,8

52,3

18,9

23,0

Los restos de crustáceos no han sido aún determinados pero podemos señalar el predominio casi absoluto de jaiba mora [Homalaspis plana]. Los restos de peces, tampoco han sido determinados en su totalidad, pero podemos adelantar la presencia abundante de pejesapo [Scyasces sanguinus], jurel [Trachurus simetricus] y corvina [Cilus montii]. Los restos de aves son especialmente de pingüinos [Spheniscus humboldtii], pero también tenemos cormoranes, albatros, fardelas, pelícanos y gaviotas. La cantidad de restos de

58

pingüinos es muy considerable. Un estudio cuantitativo que hemos hecho con el fin de determinar la cantidad de ejemplares de S. humboldtii en el pozo de sondeo, nos ha entregado que su NMI es de 125 ejemplares [considerando la cantidad de coracoides izquierdos presentes en la muestra]. Es también muy relevante la presencia de restos de mamíferos marinos, principalmente lobos [Otaria byronia], pero también nutrias [Lontra felina] y coipos [Myocastor coypus]. El NMI de lobos marinos es 12 [húmero derecho], de nutrias es 3 [húmero izquierdo] y de coipos 2 [fémur izquierdo]. Se han encontrado también trozos de huesos de cetáceos, principalmente costillas. Se encontraron también algunos restos, escasos pero significativos, de tortugas marinas . Entre los instrumentos presentes en el sitio Le-2, podemos mencionar la presencia de más de una decena de "chopes" en fragmentos de costillas de lobo marino y de retocadores en huesos de pingüinos, principalmente en tibiotarsos. Tenemos también algunos preformas de artefactos de función desconocida, elaborados en huesos de cetáceos. Encontramos además un fragmento de valva de choro zapato [Choromytilus chorus] trabajada en uno de sus bordes, que pudo ser usado en labores de raspado suave. Sin embargo, uno de los materiales más representativos de las ocupaciones del asentamiento corresponde a los numerosos conjuntos líticos recuperados, demostrando un amplio espectro de actividades de elaboración artefactual en el lugar. Se obtuvieron abundantes artefactos líticos y entre ellos casi un centenar de ejemplares de puntas de proyectil, correspondiendo la mayoría de ellas al patrón definido por Menghin como "talcahuanense", es decir, puntas pedunculadas con limbo dentado y un par de barbas en su base. La mayoría están elaboradas en basalto, las menos, en arenisca. También aparecieron, aunque en menor cantidad, puntas pedunculadas sin barbas, puntas lanceoladas y almendradas, decenas de desconchadores de moluscos en costilla de lobo marino y raspadores en valvas de choro zapato para, pensamos, el trabajo del cuero de los lobos marinos. Dada la importancia de los conjuntos líticos, creemos necesario describirlo con un poco de detalle. La distribución de frecuencias de materias primas en el sitio presenta un notorio predominio del basalto con un 85.4%, en relación a la arenisca fosilífera que corresponde a un 14.5%. La distribución de frecuencias de materias primas en el sitio refiere claramente la explotación de recursos líticos locales, principalmente basálticos, de alta disponibilidad, presentes a través de nódulos de pequeño a mediano tamaño. La arenisca se encuentra en nódulos de tamaño mediano a grande. Se detectan principalmente matrices del tipo nódulo inferidas a partir de la corteza presente en los distintos tipos de derivados de carácter primario. Este tipo de matriz está presente tanto en basaltos como en las areniscas y se corresponde con nódulos ovoidales de distintos tamaños. Consistente con el predominio de matrices del tipo nódulo en el sitio predominan los talones naturales con un porcentaje cercano al 90%, que reafirma la notable cantidad de reducción de nódulos en el sitio.

59

El sitio presenta una cadena operática bastante completa, estructurada en una secuencia que incluye los nódulos y fragmentos de nódulo, los desechos, las lascas, las microlascas y los instrumentos, que sugieren una secuencia de producción de artefactos líticos de tipo terminal, donde toda la cadena de actividades desde el transporte, reducción y elaboración de instrumentos es realizada en el sitio. Las frecuencias más significativas corresponden a las categorías microlascas [16.6%] e instrumentos [11.2%] que ratifica la importancia de estas actividades en el sitio, la categoría lascas presenta la más alta frecuencia con un 51.1%, los desechos con un 9.9% y los fragmentos de nódulo un 2.2%. El predominio de macroevidencias líticas asimilables con basuras probablemente secundarias, apuntan a una mayor cantidad de labores de descarte de desechos que sugieren depósitos habitacionales primarios asociados con abundantes basuras, que queda de manifiesto en la proporción de basuras primarias versus basuras secundarias. Es importante tener en consideración que el registro de microevidencias líticas está disminuída por las unidades de recuperación aplicadas durante la excavación. Un estudio preliminar de las unidades de recuperación integrales [pozo de fauna] demostró la alta presencia de microevidencias características de la reducción bifacial de instrumentos líticos. Considerando la totalidad del contexto lítico los instrumentos del sitio corresponden al 11.2% del total de instrumentos respecto a un 88.7% de derivados Esta característica apunta a que los depósitos del sitio se caracterizan por una importante frecuencia porcentual de los instrumentos. El análisis morfofuncional detectó la presencia de 9 categorías de artefactos: [1] núcleos, [2] cuñas, [3] raspadores de dorso Alto, [4] tajadores-percutores, [5] yunques, [6] percutores, [7] pulidores, [8] nódulos con astillamiento y [8] puntas de proyectíl. En general las categorías núcleos, cuñas, tajadores-percutores, pulidores y nódulos con astillamiento presentan una escasa representación en el contexto instrumental con un 2.1%, seguidos de los percutores y raspadores de dorso alto con un 4.2 y 6.3% respectivamente. La categoría puntas de proyectíl corresponde a la categoría artefactual de mayor frecuencia con un 57.4% de todos los instrumentos del sitio. Respecto de los instrumentos y dada la alta frecuencia de puntas de proyectíl en el sitio, es importante realizar una aproximación al contexto instrumental de esta categoría. A nivel de morfología general y tecnología se advierte básicamente una misma tradición morfológica y tecnológica en los distintos niveles del sitio, aún cuando es posible distinguir morfológicamente dos patrones modales, el primero de los cuales corresponde a puntas lanceoladas con hombros aserrados de 2 a 3 muescas con pedúnculo subtriangular y subtriangular de base redondeada con una relación hoja pedúnculo de 5 :1 y 1.5 :1, éstas ultimas probablemente producto de procesos de retoma. Este patrón denominado “A” presenta la mayor frecuencia correspondiendo al 44.4% del contexto de instrumentos. El patrón “B” se define por puntas de pedúnculo y hoja subtriangular sin muescas que constituyen el 14.8%.

60

Las puntas de proyectil del patrón A, denominadas talcahuanenses, son las más abundantes, toda vez que se ha recuperado una colección numerosa [n=78] de las cuales se conocía muy poco hasta la excavación de Le–2. La población de puntas del sitio se transforma así en el mayor conjunto de piezas talcahuanense existente en la región. La morfología predominante corresponde a un patrón lanceolado–folíaceo, que presenta pedúnculo de bordes convergentes y una porción de barbados laterales que se encuentra ubicado en el sector mesial de la pieza. El astillamiento tiende a ser bifacial en las piezas mejor terminadas. Otras variedades escasamente representadas incluyen puntas de morfología triangular con borde multidentado y pedúnculo convergente de extremo recto y piezas lanceoladas pedunculadas con aletas u hombros ubicados al final de la hoja. La materia prima ocupada mayoritariamente corresponde a rocas basálticas de grano fino a medio obtenibles en la forma de guijarros pequeños a medianos disponibles en las cercanías del asentamiento. Dos piezas fueron elaboradas en una roca definida como una arenisca consolidada de grano fino a medio, también de disponibilidad aledaña al sitio. Las puntas de proyectil del patrón A son muy homogéneas métricamente. ¿A qué puede deberse esto?. Varias explicaciones pueden ser argumentadas respecto a este hecho, sin embargo, la respuesta más plausible parece apuntar a que las matrices sobre las cuales se manufacturan las puntas presentan también escaso grado de variación métrica, por tratarse de derivados obtenidos en guijarros con tamaño relativamente uniforme. Si se suma a esto el hecho de que existe una utilización intensiva de talla bipolar para desbastar estos guijarros, puede que nos encontremos con una tecnología de elaboración de puntas bastante estandarizada en lo que a aspectos métricos se refiere. Se considera, entonces, que la población de puntas es homogénea y que la variación de los valores de tamaño obedece a diferencias existentes entre las matrices trabajadas para instrumentos. Esto también apunta a demostrar que las puntas depositadas en el sitio corresponden a una tecnología uniforme de elaboración y relacionada con una especificidad funcional bastante marcada para estos cabezales de proyectil. Otro asunto importante se vincula con la utilización misma de las puntas en el sitio, es decir, si estas fueron ocupadas en el lugar y hasta que punto. Una comparación de las frecuencias entre puntas completas, fragmentos proximales y fragmentos distales, nos permite apreciar la baja presencia de extremos distales vs fragmentos proximales y puntas completas en ambas unidades de excavación. Esta situación indica que las puntas son utilizadas en el lugar, con los fragmentos distales entrando al sitio incrustados en los cuerpos de las presas (lobos marinos) y los fragmentos proximales adosados a los astiles desde donde son removidos para reemplazar la punta. Lo que sorprende es la alta cantidad de puntas completas encontradas, ya que en los campamentos de cazadores–recolectores las piezas abandonadas suelen estar incompletas. La conducta que se observa en Morhuilla, adquiere relevancia puesto que puede estar marcando una situación en la cual se esta produciendo una cantidad de puntas bastante mayor a la requerida, las cuales son abandonadas a propósito en el lugar, tal vez con la idea de utilizarlas en otra ocasión en que el grupo utilizaría el sitio.

61

La revisión de los materiales líticos pone en evidencia la explotación de recursos locales, principalmente basaltos y areniscas, de gran disponibilidad, presentes a través de nódulos de tamaño pequeño a mediano. Sus cadenas operacionales evidencian una secuencia completa estructurada en base a nódulos y fragmentos de nódulos, desechos, lascas, microlascas e instrumentos, que sugieren una secuencia de producción de artefactos de tipo terminal, dónde toda la cadena de actividades, desde el transporte, reducción y elaboración de instrumentos, es realizada en el sitio; es decir, los nódulos son transportados y descortezados en el área habitacional, lo que es coherente con la evidencia artefactual de yunques y percutores. Considerando la definición de etapas dentro de la secuencia de fabricación, es posible definir una fase I que incluye matrices y preformas iniciales con un 33.3%, la fase II estructurada por la presencia de preformas mesiales y terminales correspondientes al 40.7% y la fase III (los instrumentos terminales) con un 18.5%, que en conjunto reafirman la secuencia de producción de artefactos señalada previamente. Area Tirúa Durante el año 1996 realizamos prospecciones en el área situada en torno a la ciudad de Tirúa, detectándose un total de 40 sitios arqueológicos, ninguno de ellos adscribible a ocupaciones precerámicas o de cazadores recolectores [Quiroz, Sánchez ,Massone & Vásquez 1996]. Area Monkul En esta presentación de sitios no podemos dejar de mencionar las excavaciones de los conchales de Monkul que han permitido postular [con muy pocas evidencias, digámoslo] la presencia de poblaciones arcaicas en la costa entre el 2440+/-60 y el 1840+/-160 a.P. [van Meurs y Gordon 1993, 1994].

62

CAPITULO 3 OTRAS INVESTIGACIONES ARQUEOLOGICAS EN EL LITORAL HIGROMORFICO ARAUCANO

63

Con la finalidad de contrastar la información obtenida para el área Bío-Bío Tirúa, presentaremos ahora la información arqueológica proveniente de sitios arcaicos en las costas que se extienden entre el río Maule por el norte y el canal de Chacao por el sur, considerando como su límite oriental los faldeos occidentales de la Cordillera de Nahuelbuta:. La hemos ordenado en las siguientes zonas: [a] Inteeerfluvio Maule-Itata, [b] Interfluvio Imperial-Maullín, y [c] Canal de Chacao. INTERFLUVIO MAULE -ITATA En la zona situada al sur del Río Maule se encuentran los trabajos pioneros de Uhle [1914, 1915] y Ortiz [1963, 1964], que muestran algunas referencias a sitios arcaicos, pero son los trabajos sistemáticos emprendidos en la década de los 90 por el equipo dirigido por N. Gaete [Gaete & Sánchez 1993, 1994, 1995; Gaete, Sánchez, Cumsille & Massone 1993; Gaete, Sánchez & Vargas 1998; Sánchez & Gaete 1993; Sánchez, Gaete & Cumsille 1995; Sánchez, Gaete & Vargas 1994] los que van a dibujar de una manera más precisa el panorama regional. Los diversos asentamientos arcaicos costeros ubicados al sur del Maule han sido clasificados y ordenados cronológicamente, distinguiéndose tres contextos culturales [Gaete & Sánchez 1995], que presentan algunas diferencias bastante significativas: El denominado Contexto Cultural I o Patrón Loanco, caracterizado principalmente por tres tipos de puntas de proyectil, dos pedunculadas [una con borde dentado y la otra con borde recto] y una apedunculada, ha sido fechado indirectamente entre el 9000 y el 5000 AP. Como no se han encontrado restos de basuras se postula la presencia de grupos cazadores recolectores sin evidencia de aprovechamiento de recursos marinos [1995: 117-118]. Los autores asimilan este patrón [al menos las puntas pedunculadas] a los niveles III y IV de Cuchipuy, con fechas entre 8070 +/- 100 y 6160 +/- 100 AP [Kaltwasser, Medina & Munizaga 1980]. El Contexto Cultural II o Patrón Cerro Las Conchas, con fechas [8] entre el 7090 +/- 70 AP y el 4930 +/- 90 AP, se caracteriza por la existencia de puntas lanceoladas y de pesas de red, de tajadores, cuchillos, raederas, raspadores y punzones usados probablemente en tareas tales como “el faenamiento de animales, extracción de médula y preparación de cueros” [Gaete, Sánchez & Vargas 1998: 8] y por una industria ósea en punzones elaborados a partir de diáfisis de huesos largos, agujas, cuñas, espátulas y partes de anzuelos compuestos “que seguramente se utilizaron para capturar diversas especies de peces” [op.cit.: 8; Sánchez, Gaete & Vargas 1994]. Se postula la presencia de cazadores recolectores con un alto énfasis en los recursos marinos [moluscos, peces, lobos marinos]. Este patrón es asimilado al nivel II de Cuchipuy, con fecha de 5760 +/- 90 AP y a ciertos sitios en Chiloé, como Conchal Gamboa, sin fechados radiocarbónicos. El Contexto Cultural III o Patrón Reloca, con fechas [2] entre 5700 +/- 90 AP y 5550 +/- 90 AP sin fechados radiocarbónicos pero estimado entre el 5000 y el 2000 AP, se define por la presencia de puntas triangulares y lanceoladas y la ausencia de restos malacológicos [Gaete & Sánchez 1995: 120-121]. Se postula la presencia de cazadores de mamíferos terrestres y marinos.

64

En artículo publicado recientemente [Gaete, Sánchez & Vargas 1998], han introducido algunas modificaciones, eliminando el patrón Loanco y reemplazándolo por el patrón Pahuil. Este patrón, con fechas [2] entre 5820 +/- 90 AP y 5770 +/- 90 AP muestra que grupos establecidos sobre dunas monticulares asociadas a ambientes de vegas desarrollaron un conjunto lítico constituido por puntas de proyectil triangulares, de base recta o cóncava, pesas de red, cuchillos, tajadores, raspadores, raederas, tajadores y percutores, herramientas de hueso tales como leznas, punzonescuñas y anzuelos [Gaete, Sánchez & Vargas 1998: 9] En resúmen, lo que nos presenta la evidencia de esta área es que en un mismo lapso de tiempo, aproximadamente entre el 7000 y el 5000 AP, convivieron en la zona distintas tradiciones líticas, lo que demuestra la gran diversidad tecnológica de los grupos arcaicos en el centro sur de Chile. INTERFLUVIO IMPERIAL-MAULLÍN Los estudios arqueológicas de los sitios arcaicos en el área de la costa que se extiende entre el río Imperial y el río Maullín están representados por las prospecciones y sondeos realizados en la década de los 70 por T. Dillehay [1975-1976, 1976, 1990] en los alrededores de Puerto Saavedra, Queule y Chan-Chan y por los trabajos de X. Navarro en las costas de Valdivia [Navarro y Pino 1993, Navarro 1995a, 1995b, Navarro & Pino 1997]. Dillehay nos señala la presencia de sitios arcaicos en los alrededores de Puerto Saavedra, donde recuperó en un pozo de sondeo una punta de obsidiana pedunculada y en superficie otra punta triangular de filo biselada, lo que le permite plantear una ocupación arcaica de la franja costera entre el 4000 a.C. y el 10 d.C. En Queule encontraría puntas de proyectil del tipo ayampitín o foliáceas, algunas elaboradas en obsidiana, "fechada por radiocarbono en otros contextos arqueológicos de Sudámerica" entre el 8000 y el 6000 a.C. [Dillehay 1990[1982]: 20; cf. Dillehay 1990[1976]: 36]. Para Dillehay [Navarro 1984: 7], la economía de estos grupos se basaba principalmente en la recolección de mariscos y vegetales con una menor proporción de actividades de caza y pesca. Los trabajos del grupo de X. Navarro sobre sitios arcaicos en el área contenida entre el Lago Budi por el norte y Valdivia por el sur han permitido identificar, desde las primeras prospecciones llevadas a cabo por Dillehay [1976] hasta la actualidad, un total de 23 sitios de cazadores recolectores bien delimitados, concentrándose la mayor parte entre Alepúe y Curiñanco, por ser el sector mejor reconocido a través de prospecciones sistemáticas [Navarro 1994, 1995, 1999]. El análisis de estos sitios le permite a Navarro [2000] plantear la existencia de tres patrones de producción bien definidos: [a] sitios con un patrón de producción restringida en zonas litorales marginales, [b] sitios con un patrón de producción ampliada en zonas de playa expuestas o terrazas costeras bajas cercanas al nivel de alta marea, y [c] sitios con un patrón de producción ampliada en terrazas altas alejados de la línea de costa y en asociación directa con el bosque costero de olivillo o en las estribaciones occidentales de la cordillera de la costa.

65

El primer patrón o de producción restringida no está bien representado, dado el escaso número de sitios hasta ahora identificados: se han reconocido sólo cuatro, Agua de las Niñas 1, Alero Punta Ronca 1, Rucacaukau 1 y Pelluco 7 [Navarro 2000]. Se trata de ocupaciones transitorias dedicadas a actividades muy específicas tales como la extracción y/o consumo de peces y moluscos, siendo el registro faunístico monoespecífico o muy poco variado. El material cultural es poco diagnóstico: lascas de basalto o cuarzo, pesas de anzuelos en piedra, punzones en huesos de aves. No existen fechados radiocarbónicos para este tipo de sitios. El segundo patrón o de producción ampliada es el que reúne la cantidad más representativa de sitios: diecisiete y se destacan por sus registros los de Queule 11 y Playa Queule-1, los de Alepúe, Chan Chan, Puerto Nuevo, Pelluco y Curiñanco [Navarro 2000]. Son yacimientos de una extensión no menor a 100 m de diámetro y en algunos casos cómo la playa de Chan Chan y Queule poseen depósitos de entre 50 a 200 cm de espesor o incluso más. No se descarta la posibilidad de que estos pescadores y cazadores costeros hubieran hecho uso de balsas pequeñas para incursiones cortas de alta mar, pero también es posible que la franja litoral estudiada hoy refleje solo una parte fragmentada de su potencial alimentaria del pasado. Los materiales obtenidos de las excavaciones del sitio han hecho decir a Navarro "que nos permite tener por primera vez datos más precisos y un contexto con control estratigráfico y cronológico del chanchanense" [1995: 130]. Se trata de una industria elaborada fundamentalmente en basalto, riolita y cuarzo, a partir de clastos de río, con puntas lanceoladas, raederas y cuchillos. Los grupos portadores de esta industria mantuvieron una economía mixta de caza de mamíferos terrestres y marinos y aves, recolección de mariscos y pescadores, principalmente de sierras. El hallazgo en el sitio de puntas de borde denticulado, asociadas al talcahuenense, de puntas lanceoladas, asociadas al chanchanense, y de puntas triangulares grandes de base recta y pequeñas de pedúnculo divergente, plantea una serie de problemas que Navarro sintetiza en dos hipótesis: [a] que correspondan a tradiciones líticas diferentes sincretizadas por una población que las había adoptado producto de una influencia andina, y [b] que correspondan a necesidades diferenciadas de actividades especializadas, como parte del proceso adaptativo de poblaciones foráneas a nuevos ambientes [Navarro, op.cit.: 132]. El tercer tipo comprende aquellos sitios con patrón de producción ampliada en terrazas altas, sobre una cota de 20 m s.n.m. y se localizan en Queule, Chan Chan y en Curiñanco en el bosque costero. Son menos visibles que los sitios del patrón b por su tamaño restringido, no mayor a 50 m de diámetro, no obstante poseen un registro artefactual lítico variado, pero no tan abundante ni sus depósitos son de gran espesor, más bien corresponden a de sitios de caza. Se reconocen en ellos grandes fogones y escaso material malacológico. La presencia de puntas de calcedonia, obsidiana y de basalto, de morfología diversa [triangulares, lanceoladas y pedunculadas] señala actividades de caza y la presencia de manos de moler, recolección de vegetales. Se encuentran también pesas de red. El conjunto lítico permite reconocer cuchillos, raspadores, raederas y perforadores de distintas materias primas, entre las que destacan una persistencia de piezas en calcedonia, roca que se encuentra en la vertiente oriental de la cordillera de Los Andes. Esto sugiere que los grupos se movilizaron

66

muchos kilómetros para traer esta materia prima y que por lo tanto también estaban compartiendo o reconociendo territorio en los sectores andinos distantes.. Es decir nuevamente aquí se produjo como en el caso del patrón b, dos componentes culturales separados por un estrato o más hoy inexistente o hubo coexistencia de grupos con tradiciones diferentes en el área. Dillehay (1976) señala para el sitio Queule 11 que de la zona de suelo rojo se recuperó puntas de proyectil tipo paleoindio, fragmentos de puntas y toscos bifaces. Falta aún fechar estos contextos arcaicos representados por el patrón o paisaje c [Navarro 2000]. Chan Chan 18 constituye el primer sitio arcaico intensamente estudiado que permite entender la adaptación de poblaciones orientadas a la pesca, caza de mamíferos marinos y recolección de moluscos y de recursos de bosque de bordemar. Tiene un registro de 8 dataciones radiocarbónicas las que demuestran dos ocupación culturales que abarcan entre los 5000 AP y 5610 AP [Navarro 2000] Fechado inicialmente en 5320+/-150 a.P. [Beta-70189]. Chan Chan 18 es un sitio multivariado ubicado en un sector de duna baja, a 7 m s.n.m., muy cercano a la línea de costa que tiene dos componentes o estratos culturales, ambos del período arcaico. Gracias a la interpretación geoarqueológica se ha podido definir que ambos correspondieron a la ocupación de dunas de dos niveles de playa distintos. Es un asentamiento complejo por que refleja la recurrencia de pobladores arcaicos que hicieron de este su hábitat al menos durante varios siglos por un temporada prolongada que pudo corresponder a ciclos de ocupaciones de temporadas o a anuales [Navarro 2000]. En el sitio se produjeron capturas de lobos marinos de la especie Otaria byronia, posiblemente también habría habido lobo de dos pelos, hoy desaparecido en el área. Por otra parte también fueron transportados en partes al sitio cetáceos como delfines y ballenas grandes con barbas, del sub-orden Balaenidae y Balaenopteridae (jorobada), tal vez para ser usadas como materia prima. La fauna terrestre ha sido escasamente identificada por no contar con muestras de referencia aunque se recuperaron restos de coipo [Myocastor coypus] y algún tipo de felino no identificado. La pesca, actividad principal para aporte de la dieta de estos arcaicos fue lograda en espacios vecinos, es decir la mayoría son especies intermareales cercanas que aportaron abundante alimento y entre los que destacan el pejesapo (60%), corvina, cabrilla, robalo y el torito. Mientras que la sierra es la otra especie frecuente (14,2%) y el pejerrey, siendo ambas las únicas especies pelágicas neríticas del registro, pero se sabe que en ciertas épocas del año se desplazan en cardúmenes cerca de la costa. El otro componente alimentrario y de aporte de materias primas fue la avifauna local: tanto marítimas como cormoranes [Phalacrocorax sp], albatros [Diomedea sp], fardelas [Puffinus sp] y gaviotas [Larus dominicanus], como “terrestres”: taguas y zorzales, de ambientes lagunares y de bosque cercanos. Gran parte de los ejemplares fueron llevados enteros al sitio y faenados allí. Menor demanda alimentaria de parte de los ocupantes arcaicos de estos sitios tuvieron los moluscos: locos, lapas, chitones, bivalvo diverso, caracoles, crustáceos (jaibas) y equinodermos (erizos) y mitilidus.

67

Se encontró el entierro de un individuo adulto joven de entre 25 y 30 años de edad, en posición hiperflectado de cúbito lateral derecho, con la cabeza al sur y la mirada al este. Sus manos tomadas entre sí estaban ubicadas cerca de su cara. Se encontró como ajuar funerario el cuerpo cubierto por hematita roja y puntas de proyectil foliáceas y un cuchillo grande de basalto, e innumerables restos muy fragmentados de conchas, así como percutores de piedra. El esqueleto estaba asociado a dos fogones cercanos. Este enterratorio fue fechado radiocarbónicamente en 5.340 AP [Navarro & Pino, 1997, 1998]. CANAL DE CHACAO Los trabajos arqueológicos, principalmente de rescate, en las riberas del Canal de Chacao son muy escasos y la literatura publicada sobre ellos aún más breve [Sánchez & Inostroza 1984a, 1984b]. Entre los sitios arcaicos conocidos se destaca Puente Quilo 1, ubicado en el golfo de Quetalmahue, en la costa norte de la Isla Grande de Chiloé y trabajado recientemente por un equipo dirigido por C.Ocampo [Aspillaga, Ocampo, Olivares, Arensburg & Meyer 1995, Aspillaga, Ocampo & Rivas 1999, Ocampo & Rivas 2000]. Emparentados a este sitio podemos mencionar otros lugares situados más al sur, tales como Conchal Gamboa [Díaz & Garretón 1972], varios sitios en las Guaitecas y los Chonos [Ocampo & Aspillaga 1984], GUA-010 en la Isla Gran Guaiteca, al sur de la Isla Grande de Chiloé [Porter 1993], pero no los revisaremos en el marco de este trabajo, pues definitivamente pertenecen a otra área cultural. El sitio de Puente Quilo está ubicado en el Golfo de Quetalmahue, al este de la localidad de Quetalmahue, cerca de Ancud, sobre una terraza fluvial en la ribera este de Laguna Quilo y a unos 200 m al sur del puente del mismo nombre. Posee una superficie aproximada de 800 m2, aunque aún no le han podido precisar sus límites exactos. Este basural se encuentra parcialmente disturbado por el maremoto de 1960, por labores agrícolas y por el asentamiento actual a raíz del cuál hay postes y pilares de la casa enterrados, así como zaguanes o pozos para la eliminación de basura de cocina [Aspillga, Ocampo & Rivas 1999: 226]. El sitio presenta una pequeña ocupación cerámica muy disturbada, de unos 30 cm, en los niveles superiores. Luego viene una ocupación arcaica, que posee una fecha radiocarbónica no corregida de 4610+/-50 a.P. [RT-2332], con "puntas de tipo foliáceo de unos seis a ocho cm y abundantes lascas, láminas y otros desechos de talla", asociadas a entierros humanos y a huesos de aves, peces y mamíferos. Debajo de ésta, a partir de los 50 a 65 cm aparece otra ocupación arcaica, sin fechados, con "puntas de gran tamaño y grandes lascas" [Aspillaga et al. op.cit.: 20]. El sitio fue objeto de sondajes y excavaciones sistemáticas que evidenciaron la presencia de, al menos, cuatro componentes culturales, intercalados por episodios menores antrópicos y naturales, tanto en el perfil del río como en las columnas de barreno practicadas en tres transectas hacia el interior del sitio. Se abrieron 5 unidades de 2x2 m, las que fueron rebajadas por niveles arbitrarios de 10 cm hasta una profundidad de 130 cm desde la superficie. No se pudo profundizar más puesto que un fuerte temporal significó la subida de la capa freática hasta los 100 cm con la consecuente inundación de las unidades.

68

Se segregan los estratos naturales en dos grupos, denominados niveles inferiores y niveles superiores. En los niveles superiores se distinguen dos estratos de color café negruzco a negruzco, de alto contenido orgánico, el I, limoso fino con gran porcentaje de conchas, principalmente ostras, cerámico, y el II, limoso grueso con una mayor proporción de guijarros y grava, acerámico. En los niveles inferiores se encuentran cinco estratos diferentes, todos acerámicos, agrupados en dos componentes, de materiales que van desde arena a gravas con guijarros, algunos estratificados con limo arcilla y presencia vegetal, que revelan una situación del sitio en el borde de un río, de orientación diferente a la del actual río Quilo, con episodios más o menos pantanosos, entre los que se intercalan diferentes niveles culturales, que difieren en su matriz sedimentaria y en la persistencia diferencial de ciertos ítems culturales [Ocampo & Rivas 2000]. Es decir, entre los niveles superiores [entre los 0 y 60 a 70 cm)], de características predominantemente orgánicas, y los niveles inferiores [bajo los 70 cm], de apariencia inorgánicos, hay un marcado cambio de paisaje en el lugar de emplazamiento del sitio. En los niveles superiores, en el componente cerámico cerámicos, entre los 0 y los 40 cm, tenemos el conchal de alta densidad donde se mezcla material actual, subactual junto a cerámica, líticos y restos de fauna de mamífero marinos y terrestres, aves, peces, conchas de ostras, caracoles [Prisogaster níger], mitílidos, almejas. En el componente acerámico de los niveles superiores, desde los 40 a los 60/70 cm, encontramos el conchal de baja densidad, mayoritariamente almejas, que no muestra material subactual ni perturbación antrópica posterior. Asociado a este nivel se reconoce un uso diferencial del espacio en el sitio. En su porción este se ubica el basural conchífero propiamente tal. En la parte central del sitio, se encuentran los restos óseos humanos, recuperados en distintos salvatajes. El tercer sector distinguido en cuanto al uso del espacio se ubica hacia el oeste del sector de los entierros y consiste en lo que hemos interpretado como espacio doméstico y de trabajo, los que se ordenan en torno a concentraciones de cantos rodados traídos probablemente desde la orilla del río, algunos con claras trazas de exposición al fuego y otros como yunques. Los fogones se presentan como rasgos cenizos carbonosos en los pisos asociados a dichas acumulaciones, en los que también se recuperan restos ecofactuales de mamíferos marinos y terrestres, peces, aves, cuñas de hueso de ballena y principalmente gran cantidad de material lítico: lascas, desechos de talla, y fundamentalmente toda una industria instrumental que apunta principalmente a la producción de armas (puntas), las que en su mayoría fueron descartadas en algún estadio de producción, dependiendo de esto, en parte su carácter bifacial, bifacial parcial o unifacial; encontramos puntas bifaciales de doble punta, lanceoladas, foliáceas, subtriangulares, de diversas materias primas locales y de fuentes de extracción cercanas (riolitas, madera petrificada, obsidiana de dos variedades (una translúcida y otra resinosa), andesitas, calcedonia). Si bien formalmente las atribuimos a la categoría puntas y la mayoría apunta a esa función, no todas presentan factura para operar funcionalmente como arma arrojadiza, reconociéndose algunas con ángulos de trabajo tipo raederas, cuchillos, y principalmente preformas descartadas en algún estadio del proceso de factura. Esta industria lítica y de puntas parece de larga data, estando presente desde los niveles inferiores del sitio.

69

En los niveles inferiores se distinguen dos componentes. El estrato III, entre los 70 y los 120 cm, casi sin conchas, con presencia de restos de lobo marino muy descompuestos, caracterizándose por el uso de materias primas andesíticas, que abundan en la localidad. La cantidad de material lítico continua siendo muy numerosa y bajo los 100 cm se diversifica enormemente la naturaleza de las materias primas usadas en la fabricación instrumental, [andesita, jaspe, calcedonia, cuarzo, riolitas, basalto, obsidiana, madera petrificada, arenisca]. En este nivel se registran afiladores y yunques de arenisca, hachas bifaciales a partir del desbaste de núcleos, grandes choppers sobre canto rodado basáltico y al igual que en los demás niveles numerosas preformas uni y bifaciales de puntas y puntas formatizadas bifaciales de las mismas formas que en los niveles anteriores. La mayor parte de esta industria recuperada parece haber sido descartada en algún momento del proceso de fabricación. El estrato IV, entre los 120 y 130 cm, sedimento estratificado de limo arcilla arenoso de color gris originado por la meteorización de la arena, con presencia orgánica y abundante carbón de origen antrópico. En este nivel se recuperaron además de preformas de punta uni y bifaciales, puntas bifaciales lanceoladas, una industria lítica sobre pequeños cantos rodados (pequeños choppers), varios huesos de lobo marino asociados a unas pequeñas puntas de espátula y/o cuñas en hueso de mamífero marino en estado avanzado de descomposición. En términos generales, se trata de un sitio de asentamiento y taller ocupado, por lo menos desde el nivel 120-130, por un grupo con una estrategia de subsistencia marítima cuyo recurso principal estaría constituido por los mamíferos marinos. En esta época ya se aprecia en el sitio un sector dedicado principalmente a la producción de instrumental lítico, y más específicamente a la producción de puntas bifaciales foliáceas, lanceoladas, de doble punta y subtriangulares. Esta situación marcará al sitio de aquí hacia el futuro, encontrándose, en el mismo sector, hasta los niveles superiores una alta concentración de material lítico en los distintos estadios de producción, desde preformas uni y bifaciales hasta instrumentos en su estadio final de producción [Ocampo & Rivas 2000]. Se han encontrado en el sitio los restos de siete individuos de ambos sexos, entre los que tenemos: 3 de ellos no mayores de 30 años sepultados en posición flectada lateral derecha, con presencia de pintura roja en el cuerpo. El desgaste dentario, la presencia de osteoma en el conducto auditivo del cráneo, el desarrollo de algunas inserciones y lesiones en los huesos largos, sugieren que estos individuos ya habían desarrollado estrategias de subsistencia relacionadas con la explotación de recursos marinos y el uso de embarcaciones SENO DE RELONCAVI Entre los sitios más importantes que se han encontrado en las riberas del seno de Reloncaví se encuentra el de Piedra Azul [Gaete et al 2000]. También podemos mencionar el de Bahía Ilque, sitio que no ha sido trabajado arqueológicamente [Navarro 1998] El sitio arqueológico Piedra Azul [10 PM 014] se encuentra localizado en el Seno de Reloncaví, más precisamente en la bahía de Chamiza. Este sitio, emplazado en parte bajo la actual Carretera Austral, fue descubierto por la acción de maquinaria pesada que

70

trabajaba en el mejoramiento de la ruta. El sitio corresponde a un yacimiento de forma monticular, compuesto por un conjunto de “conchales” superpuestos, con dimensiones observadas de 73,76 m de largo en el eje N/S, 40 m de ancho en el eje E/W, potencia observada mayor a los 3,5 m, y altitud no superior a los 10 msnm. Se excavó un área de 36 m², mediante 16 unidades de 2 x 1 m de lados, y 4 pozos de sondeo de 1 x 1 m de lados, desde la superficie hasta la base estéril del yacimiento [3,50 m]. La estratigrafía y cronología del sitio indica la presencia de 8 estratos: Estrato 0 [espesor entre 0 y 20/50 cm], corresponde a una ocupación actual y subactual; Estrato I [espesor entre 20/50 y 40/90], cazadores recolectores con alfarería; estrato II [espesor entre 40/90 y 120/150], cazadores recolectores arcaicos, sin fechas radiocarbónicas; estrato III [espesor entre 120/150 y 250/260], cazadores recolectores arcaicos, sin fechas radiocarbónicas; estrato IV [espesor entre 190/200 y 250/260], cazadores recolectores arcaicos con dos fechas radiocarbónicas 5.290 a 5.150 AP [Beta-144853] y 5.560 a 5.300 AP [Beta– 144852]; estrato V [espesor entre 250/260 y 307 cm], estéril; estrato VI [espesor entre 307 y 330 cm], cazadores recolectores arcaicos con una fecha de 6.430 a 6.290 AP [Beta144851]; estrato VII [espesor entre 330 y más de 350 cm], estéril [Gaete et al 2000]. El conjunto artefactual lítico tallado ha sido elaborado a partir de cantos rodados o bloques de basalto afanítico, basalto porfírico, riolita, obsidiana, granodiorita y granito, exhibiendo instrumentos con trabajo marginal en el borde [raspadores, cepillos, tajadores], con trabajo unifacial [cuchillos, raederas, raspadores, cuñas], o trabajo bifacial [puntas de proyectil, cuchillos, cuchillo/raedera, raederas]. Con respecto a las puntas de proyectil se puede indicar que se trata de piezas enmangadas, diferenciándose claramente la sección penetrante de la del enmangue, y corresponden a partes de arpón o lanza, probablemente. Estas, tampoco están completamente talladas, pero exhiben un trabajo más extendido a toda la pieza, con buena terminación. En cuanto a formas, se distinguen: dobles puntas, hojas largas, hojas lanceoladas y foliáceas [Gaete et al 2000] El material de hueso corresponde a arpones, ejemplares elaborados sobre hueso de mamífero marino que presentan la particularidad de presentarse multidentados en uno o ambos bordes, punzones o leznas, piezas elaboradas sobre astillas de mamífero marino o hueso largo de ave, registrándo el extremo funcional romo o muy aguzado, y adornos, dientes de lobo marino o zorro que presentan una perforación circular en la base, con función para colgar [partes de pendiente o collar]. Los restos de fauna presentes en el depósito, nos refieren a un patrón de subsistencia cazador-pescador-recolector, es decir, permiten postular una orientación de estos grupos hacia la caza de mamíferos marinos y terrestres, la pesca, y recolección marina y terrestre, dentro de un acceso estable y continuo a los recursos que ofrecía la costa del Seno de Reloncaví. Se han encontrado restos de mamíferos marinos tales como lobos marinos y cetáceos. En relación a las unidades anatómicas encontradas, en ningún caso se registró la presencia de cráneos, los que por sus características deberían haberse conservado si hubiesen estado presentes. Sí se encontraron algunas piezas de bulas timpánicas, mandíbulas y dientes, lo que sugiere que los animales tuvieron un faenamiento primario en

71

los sitios de matanza, luego de lo cual solo algunas partes de la cabeza pudiesen haber sido llevadas a los lugares de asentamiento. Las vértebras y costillas fueron las unidades con la mayor representación de los restos óseos. Entre las vértebras destacaron las cervicales y las dorsales. Las vértebras lumbares no se encontraron muy representadas, así como tampoco la cintura pélvica. Las extremidades se encontraron bastante representadas en los restos óseos, lo que sugiere su traslado a los lugares de asentamiento. En cetáceos no se detectan huellas de intervención humana. En lobos marinos las unidades anatomicas con mayor evidencia de intervencion humana son las costillas (al menos 16 muestran claras señas de corte o aserrado). Los restos no identificados son los que muestran mayores evidencias de combustión (12 casos). Debe destacarse el hecho que dos bulas timpánicas presentan huellas de corte. Estos cortes probablemente estén relacionados con descarne de musculatura de la zona lateral o con desprendimiento de la mandíbula inferior. Dado el enorme volumen de restos esqueletales de peces, este análisis aún no se ha terminado. Los primeros resultados señalan que lLos restos están compuestos principalmente por vértebras y en segundo término por huesos faciales y de la cabeza. Su estado de conservación era en general regular, con muchas piezas fragmentadas y astillas de huesos. Muy pocas vértebras presentan deformación o carbonización, y sin una patrón o rasgo asociado. Se identificaron 6 grupos taxonómicos para la 2ª Ocupación: Trachurus symmetricus (jurel), Merlucius gayi (merluza), Eleginops maclovinus (robalo), Thyrsites atun (sierra), Callorincus callorincus (pejegallo) y Chondrychthys (del grupo de los tiburones). Los resultados del análisis de los restos de moluscos presentes en el sitio permite separar las especies de acuerdo a su habitat en sustrato blando (principalmente arena), o sustrato duro (roca). Entre las especies de sustrato blando se encuentran los caracoles rapana y piquilhue, almejas, tacas, culengue y navajuela. Entre las esopecies de sustrato duro tenemos los caracoles negro y blanco, ostra, choro, choro zapato, cholga, lapas y loco. Se encontraron además restos óseos humanos, que evidencian una dieta fuerte en elementos duros y abrasivos, tales como moluscos, que eran recolectados por mujeres que buceaban sistemáticamente en pos de ellos, y también por niños desde muy temprana edad. Es importante destacar que se encuentra como patrón la práctica de depositarlos enfardados en posición hiperflectada, preferentemente decúbito lateral derecha, asociados a eventos de quemas y presencia de ocre rojo, con ajuares depositados en la región del cráneo, correspondientes muy probablemente a collares de los cuales fue posible recuperar pendientes y cuentas.

72

CAPITULO 4 CAZADORES RECOLECTORES EN LA ARAUCANIA INTERIOR

73

Indudablemente tenemos mucha menos información de los sitios de cazadores recolectores ubicados al interior de la región centro sur de Chile o Araucanía. Con el fin de complementar la información sobre los sitios del litoral higrmórfico quisiera ahora presentar los datos que se manejan respecto de las ocupaciones tanto de la depresión central como de la precordillera andina, tanto en su vertiente occidental como oriental. DEPRESIÓN CENTRAL Nada se sabía del arcaico en los valles de la depresión central de la región centro-sur hasta los trabajos emprendidos por el Museo Regional de la Araucanía en la década de los 80 en una serie de cuevas y aleros ubicados al noroeste de la ciudad de Temuco, especialmente en los sitios de Quillen [Navarro 1984, 1991; Navarro & Pino 1984; Valdés, Sánchez, Inostroza, Sanzana & Navarro 1985] y Quino [Sánchez & Inostroza 1985; Quiroz, Vásquez & Sánchez 1997]. El estudio de los niveles arcaicos en estos sitios se encuentra limitado por la carencia de restos materiales distintos de los líticos, debido según algunos de los autores a "una precaria conservación de sus restos materiales" [Navarro 1984: 1]. El sitio Quillén I, un alero situado en la Quebrada el Teatro, en las cercanías de la confluencia de los ríos Quillén y Perquenco, presenta una estratigrafía que permite distinguir un primer nivel precerámico, entre los 60 y 120 cm, de cazadores recolectores nómades "con una tecnología de puntas pedunculadas", con una fecha radiocarbónica de 4675+/-105 a.P. [Beta 4710]; luego un segundo nivel precerámico transicional, entre los 30 y 60 cm, de cazadores-recolectores más sedentarios, con un aumento en la recolección de mariscos lacustres y una tecnología de "puntas de proyectil [...] triangulares de base recta o cóncava y algunas foliáceas, con una fecha radiocarbónica de 2030+/-70 a.P. [Beta 4709] y finalmente un nivel cerámico, entre los 0 y 30 cm, de horticultores semisedentarios con presencia de fragmentos pertenecientes al Complejo El Vergel [Valdés et al 1985: 432-433]. Navarro [1984], que estudió el material lítico proveniente del primer nivel precerámico [60-120 cm], distingue mediante el uso de un método de seriación de las puntas de proyectil "dos unidades tipológicas o fases culturales" diferentes [Navarro 1984: 114, Navarro & Pino 1984: 76]. La primera de estas unidades, sin fechado absoluto, se caracteriza por la presencia absoluta de puntas de proyectil pedunculadas [denominada variedad A]; la segunda unidad, con un fechado absoluto del techo de la ocupación 4675+/-105 a.P., se caracteriza por una asociación entre puntas triangulares y lanceoladas [Navarro & Pino op.cit.: 79]. Este fechado, para un contexto de fogones con punta de proyectil, demuestra que hace 3.000 años A.C. había en el sitio una tecnología de puntas pedunculadas , que concordarían con el período denominado por Dillehay [1981] post paleoindio o arcaico. Navarro interpreta estas ocupaciones señalando que la más antigua, apoyándose en Willey [1971], correspondería a grupos de cazadores-recolectores nómades especializados que "vivían de la caza de camélidos y de la recolección de vegetales utilizando los recursos de distintas ecozonas a través del año" [Navarro & Pino op.cit.: 79; Navarro op.cit.: 115]. En cambio, la segunda se relacionaría más bien con un paulatino proceso de sedentarización,

74

intensificándose la caza de animales más pequeños en desmedro de la recolección de vegetales [Navarro & Pino op.cit.: 80; Navarro op.cit.: 117]. En este sentido la tercera ocupación arcaica, no estudiada por Navarro, situada sobre el nivel de los 60 cm y que se caracterizaría por "un aumento en la recolección de mariscos lacustres", específicamente choritos de río [Diplodon chilensis], y de la caza de roedores fosoriales tales como como el tunduco [Aeconaemys fuscus] [Valdés et al op.cit.: 432], representaría la culminación del proceso de sedentarización de estos grupos cazadores y recolectores, con una fecha radiocarbónica de 2030+/-70 a.P. Este fechado radiocarbónico estaría datando un contexto de caza y recolección, con un aumento de las manos de moler y la aparición de puntas de proyectil triángulares de base recta o cóncava y algunas foliáceas. Un rasgo de sumo interés, que requiere de comprobaciones futuras, fue la presencia de huesos humanos desarticulados, fracturados y con huellas de corte, en mayor proporción que los restos de fauna. Ellos se encontraron alrededor y sobre los fogones o junto a concentraciones de ceniza, asociados a cerámica, puntas de proyectil, lascas, esquirlas y conchas de Diplodon chilensis. Otro sitio cercano, Quino-1, también correspondiente a un alero, ilustra la ocupación de la depresión intermedia por parte de poblaciones alfareras tempranas, aprovechando los recursos del bosque, de vegas y cursos de agua, con especialización en la caza de unidades familiares de Lama Guanicoe. La ocupación de este alero sería estacional y sugiere una estrategia adaptativa de amplio espectro centrada en el recurso camélido en una estrategia tipo cazadora-recolectora. Los fechados obtenidos para el sitio ilustran la ocupación de este ambiente por grupos alfareros tempranos en épocas cercanas al inicio de la era cristiana. Entre los materiales recuperados de los niveles tempranos de Quino-1, destacan las puntas de proyectil almendradas y triangulares de base cóncava o recta elaboradas en basalto, cuarzo, jaspe y obsidiana. Algunos artefactos óseos y en conchas de moluscos fueron igualmente identificados. El material arqueofaunístico informa de una gran diversidad de especies colectadas: gastrópodos, bivalvos, anfibios, aves y mamíferos [Sánchez & Inostroza 1985, Quiroz, et al. 1997]. PRECORDILLERA DE LOS ANDES, VERTIENTE OCCIDENTAL Entre los sitios que se conocen en el área precordillerana de la zona en estudio se encuentra Pucón 6, situado en la península de Pucón, donde se realizó en la década del 70 por el equipo dirigido por el arqueólogo norteamericano Tom Dillehay [Dillehay 1990], un sondeo de 2x2 m, con una profundidad de 150 cm. Los niveles asignados al "precerámico tardío, poseen escasos restos líticos tallados y no tallados, destacándose las lascas secundarias, los machacadores y misceláneos", entre ellos un posible metate [Navarro 1984: 7; Navarro 1979, Navarro & Adan 2000]. El análisis del ángulo de uso de los líticos tallados detectó una predominancia de ángulos bajo los 20 grados en las lascas del conjunto, las que se distribuyen homogéneamente en el depósito excavado, lo que permitió inferir una actividad relacionada mayoritariamente con el uso sobre materiales blandos como vegetales y madera [Navarro & Adan 2000]. Sin embargo, lo más notable corresponde a la presencia de conchas de gastrópodos marinos, aunque el sitio se encuentre muy alejado del océano. De acuerdo a Navarro, "la

75

existencia de piedras de molienda en los niveles acerámicos, induce a pensar en algunas actividades de recolección de plantas complementada con la caza de animales pequeños" [op.cit.: 8]. La arqueofauna determinada corresponde a restos malacológicos de Diplodon sp y Chilina sp, restos de mamíferos tales como pudúa, un carnívoro pequeño no identificado, tal vez guiña o zorro, y la presencia del marsupial, monito del monte, Dromiciops australis, y una vertebra de un pez lacustre. Se registró además la presencia de un fragmento proveniente del Pacífico, Concholepas concholepas, que avala la idea de circuitos de movilidad más amplio desde el Arcaico, conectando el litoral con la precordillera. El otro sitio precordillerano de interés es el recientemente descubierto de Marifilo-1 [Adán et al 2000]. Se emplaza en la terraza lacustre septentrional del lago Calafquén, alejado unos 1.400 metros de su costa. Corresponde a un alero, que se ha aprovechado a partir de un afloramiento de basalto que sigue una dirección aproximada NE-SW. El depósito se caracteriza por la presencia de una serie de conchales superpuestos, fundamentalmente compuestos por valvas de Diplodon sp. y Chilina sp, las que se distribuyen continuamente en la secuencia, sin mostrar alteraciones en sus rangos de tamaño, distribución, compactación o algún otro rasgo apreciable. Se identificaron seis estratos hasta una profundidad de 210 cm. Estrato 1 [0-35 cm]: matriz limo-arenosa, con un leve aporte cinerítico, color café oscuro, textura suelta a semicompacta. Presenta raicillas, carbones y discretas manchas de ceniza. Se registran fragmentos cerámicos, líticos, restos óseos de mamíferos y vegetales carbonizados. Estrato 2 [35-60 cm]:. matriz de arena volcánica, color gris, textura suelta, culturalmente estéril. Estrato 3 [60-97 cm]: matriz limo-arenosa, con aportes de ceniza volcánica, color café levemente rojizo, textura suelta a semicompacta. Presenta raíces y raicillas. Se trata de un fogón de considerable potencia. La base del fogón ha sido delimitada por una estructura semicircular de clastos angulosos, algunos naturales y otros modificados. Se registran restos líticos, restos óseos de mamíferos y vegetales carbonizados. No aparece cerámica. Se tiene una fecha calibrada de 5655- 5585 AP [Beta 138918]. Estrato 4 [97-147 cm]: matriz arenosa, con lentes discretos e irregulares de ceniza y grava volcánica, color café oscuro a negro, textura suelta y semicompacta. Se registran restos líticos, restos óseos de mamíferos y vegetales carbonizados. No aparece cerámica. Estrato 5 [147-175 cm]: matriz arenosa gruesa y grava volcánica, color negro, textura suelta, culturalmente estéril. Probablemente se asocia a una antigua erupción volcánica, cuyos sedimentos debieron ser arrastrados por el viento, la lluvia y alguna avenida del estero. Estrato 6 [175-214 cm]: matriz areno-limosa, con aportes de ceniza volcánica, color café oscuro, textura suelta a semi-compacta. Se registra restos líticos, restos óseos de mamíferos

76

y vegetales carbonizados. Se tiene una fecha calibrada de 9490–9295 AP [Beta 138919]. Esta es la fecha más temprana que se conoce para el arcaico araucano. Adán señala que son dos los ejes para analizar los datos preliminares que expone Marifilo-1 y que nos permiten situar este asentamiento en el contexto arqueológico regional para el período; el enfoque ecológico propuesto por Dillehay [1990: 32-49] y Aldunate [1989] y la necesidad de considerar que tratamos con poblaciones humanas que han desarrollado una adaptación característica a los bosques templados. El sitio Marifilo-1 informa de poblaciones de bosques que desarrollaron una estrategia adaptativa diversificada. Se registra gran importancia de actividades de recolección de los recursos acuícolas como Diplodon sp y Chilina sp y del bosque, así como el desarrollo de actividades de caza que señala un contexto con una variedad de taxas, la mayoría correspondiente a individuos de tamaño menor como pudú (Pudu pudu), colo colo (Felis colocolo), zorro chilla (Pseudalopex griseus), aves, peces, y roedores cricetidos, aún sin determinación [Adan 2000]. En términos de los registros artefactuales destaca la escasez de material lítico y la ausencia de puntas de proyectil o restos líticos que den cuenta de las mismas. Ello se relaciona con la ausencia hasta el momento del registro de camélidos, aunque éste aparece escasamente representado en el sitio Alero Ñilfe de la localidad de Pucura ocupado durante el Alfarero Temprano. Asimismo la presencia de algunos artefactos en hueso, particularmente algunos punzones y otros de funcionalidad indeterminada, elaborados a partir de huesos de un mamífero pequeño, hacen pensar en un mayor desarrollo de esta tecnología, la que probablemente es acompañada de una industria de madera y de las fibras vegetales, las que hasta ahora se nos escapa arqueológicamente. PRECORDILLERA DE LOS ANDES, VERTIENTE ORIENTAL En esta zona tampoco tenemos datos muy abundantes de la presencia humana en sitios abiertos. Sin embargo una serie de cuevas situadas en el portal de la franja cordillerana y muy cercanas entre sí, Traful I [Crivelli, Curzio & Silveira 1993], Cuyín Manzano [Ceballos 1979, 1982], Alero Los Cipreses [Silveira 1996] y Cueva Haichol [Fernandez 1989-1990], nos entregan una serie de valiosos antecedentes. Traful I nos ofrece una secuencia [Crivelli, Curzio & Silveira op.cit.: 17] que va desde el 10000 a.P. hasta la actualidad. Los autores plantean la presencia cuatro ocupaciones de la cueva, que denominan: Ocupaciones Iniciales, Componente I, Componente II y Ocupaciones Finales. Las Ocupaciones Iniciales, sin instrumentos líticos especializados y con presencia de restos de cánidos, tiene una fecha de 9430+/-230 a.P. Este período puede homologarse a la Fase C de la cueva Cuyín Manzano, que posee instrumentos retocados pero no bifaciales, escasos restos de cánidos y camélidos, y tiene una fecha de 9920+/-85 a.P. coherente con la anterior de Traful.

77

El Componente I, existente ya en el 7850+/-70 a.P., se caracteriza por una industria que incluye puntas de proyectil triangulares medianas y grandes y raspadores no estandarizados, con presencia mayoritaria de restos de guanaco. Se lo interpreta como un paradero de cazadores de guanaco. Este período puede asimilarse a los niveles V y VI de la fase B de Cuyín Manzano, también con puntas de proyectil apedunculadas de base recta, sin fechados radiocarbónicos. Según Crivelli et al [1993: 54] este componente se puede conparar con la industria toldense de la Patagonia Central y Meridional. El Componente II, que se extiende entre el 6000 hasta el 2000 a.P. aproximadamente [se encuentra dividido en dos: II A, con fecha de 6240+/-60, y II B, con fecha de 2230+/-40] nos habla de una larga ocupación del sitio sin mayores modificaciones tecnológicas. Las puntas de proyectil triangulares, de base recta y/o convexa, son más pequeñas y aparecen también puntas lanceoladas, abundando los raspadores. Se puede comparar con los niveles III y IV de la Fase B de Cuyín Manzano y también con Cueva Haichol, la que presenta raspadores y puntas triangulares apedunculadas desde sus ocupaciones iniciales [7020+/-120 a.P.] hasta las ocupaciones precerámicas tardías [2130+/-110 a.P.] y, en menor proporción tenemos también puntas lanceoladas [Fernández 1991]. Las Ocupaciones Finales, poco intensas, se presentan la generalización de puntas de proyectil pedunculadas y la aparición de cerámica. No existen fechados para estas ocupaciones. En el Alero Los Cipreses, ubicado en la margen norte del lago Traful en el Parque Nacional Nahuel Huapi, Silveira [1996] logra identificar un componente arcaico caracterizado por puntas triangulares apedunculadas, de base recta o convexa, de tamaño mediano, asociadas a manifestaciones de arte rupestre. Los restos de fauna corresponden a guanaco, huemul, zorro y viscacha. Los ocupantes del alero habrían cazado, tallado piedras y trabajado cueros. Existe un par de fechas para este componente precerámico [3490+/-80 AP, 2890+/-100 AP] que lo sitúan dentro del período definido como Componente II B de Traful I. Según el autor, se eidencian “contactos pre-hispánicos y post-hispánicos con el área araucana chilena” [Silveira 1996: 107]. Cueva Haichol, es otro sitio arqueológico paradigmático para los estudios centrados en el Arcaico, no sólo por las continuas ocupaciones que en ella se presentan [desde aproximadamente el 5800 a.C hasta el siglo XVII], sino que especialmente por la excelente preservación de los restos recuperados. Para el segundo momento de la ocupación precerámica temprana (4351 a 2880 a.C) el autor señala un notable cambio respecto de la anterior: la intensa actividad de recolección de productos vegetales que estos grupos practican, "pero el rasgo económico-cultural que con mayor precisión caracteriza a los miembros de esta etapa de población, es la intensa recolección de productos vegetales [op cit: 670].

78

COMENTARIOS CONCLUSIVOS

79

El trabajo que hemos estado desarrollando desde hace unos diez años, en forma preponderante en el litoral septentrional araucano, me permite efectuar una serie de reflexiones a modo de comentarios conclusivos. Podemos definir, sin mucha originalidad, tres grandes períodos para las ocupaciones hu,manas en la Araucanía. Paleoindio [1350010000 AP], Arcaico o Precerámico [10000-2000 AP] y Cerámico o Agroalfarero [2000-500 AP], aunque los límites de estos períodos esten en una constante revisión. UNA MIRADA RETROSPECTIVA DEL ARCAICO DE LOS 80 DESDE ISLA MOCHA Llagostera, uno de los arqueólogos que más ha contribuído a pensar y a estimular el pensamiento sobre el poblamiento costero en nuestro país, señalaba a fines de la década de los 80 que durante el denominado período arcaico [9000-2000 a.C.], en el litoral higromórfico chileno [entre el río Bío-Bío y el canal de Chacao] se encuentran contextos culturales similares a los del litoral mesomórfico [entre el Choapa y el Bío-Bío], con ciertos elementos distintivos, representados por ciertos elementos distintivos como las puntas pedunculadas “de forma cónica, con los bordes finamente dentados y muescas pronunciadas a cada lado del borde cerca de la base” [el “talcahuanense” de Menghin, que hemos fechado hace unos 5000 años [Quiroz & Sánchez 1999]] y las pesas para redes “hechas sobre cantos rodados, con muescas, incisiones o surcos para el amarre" [1989: 77]. Piensa que "los habitantes de la costa sur de Chile se mantuvieron por largo tiempo a nivel de la explotación de la ' dimensión longitudinal' , ya que ésa era la solución adaptativa más eficiente para este medio ambiente", aunque la existencia de anzuelos en la Isla Santa María, mostraría la presencia "de experimentaciones en relación a la conquista batitudinal del mar" [Llagostera 1989: 77]. Desafortunadamente, como ya lo hemos señalado, gran parte de los sitios arqueológicos de la zona costera que han servido para formular estas apreciaciones [Bellavista I, Rocoto I, Quiriquina I, Quiriquina II], han sido publicados solo preliminarmente [Seguel 1969, 1970; Seguel y Campana 1970; Campana 1973] y otros [como aquellos ubicados en la zona de Raqui-Tubul] permanecían en esa época básicamente inéditos. El hallazgo y excavación de dos sitios arcaicos en Isla Mocha, P30-1 [Quiroz & Sánchez 1993] y P27-1 [Quiroz & Vásquez 1996] fechados alrededor del 3500 AP permitió mostrar la presencia de poblaciones arcaicas, cazadoras, recolectoras y pescadoras con técnicas de navegación [Vásquez 1994] con una alta movilidad en toda la costa sur chilena [Vásquez 1997], colonizando exitosamente los ambientes insulares [Isla Quiriquina, Isla Santa María e Isla Mocha] en el litoral higromófico chileno, lo que desafiaba las tesis de Llagostera para esta región. Estas poblaciones ocupan aquellas áreas despejadas y cercanas al litoral que posibilitan el desarrollo de estrategias de subsistencia de amplio espectro: caza de mamíferos, caza de aves marinas, recolección de mariscos y pesca con anzuelo. Su industria cultural está compuesta por punzones y agujas en huesos de ave, varias conchas de choro zapato modificadas y cuentas de collar en concha de moluscos, numerosos yunques de piedra y un par de curiosos anzuelos. No corresponden aparentemente a "pescadores andinos" [Llagostera 1989; Vásquez 1994] sino más bien, pensando en sus características

80

arqueofactuales, podemos relacionarlos con los "canoeros australes" detectados ya hacia el 3000 a.C. en la Isla Grande de Chiloé [Aspillaga et al. 1996]. Los trabajos que hemos comenzado a realizar en la costa que enfrenta la isla nos mostraron adaptaciones aún más antiguas. En Morhuilla nos hemos encontrado con cazadores de lobos marinos, equipados con unas mortíferas puntas de proyectil pedunculadas con barbas y borde dentado, están operando frente a la isla un milenio antes que esta se poblara. Estos cazadores se extienden, al parecer, desde el Maule hasta Valdivia, pero con un gran desarrollo en la costa entre el Bío-Bío y el Imperial. En esa misma época, otros grupos, equipados con tecnologías diferentes cazan guanacos en los bosque lluviosos de la depresión central y en la cordillera andina. Nuestra últimas investigaciones nos han dado aún una mayor profundidad cronológica, llegando en Coronel, en el sitio Co-3 hasta los 6500 AP. Si pensamos en las diversas adaptaciones que las poblaciones de arcaico tuvieron a distintos ambientes, no podemos quedarnos con los datos ofrecidos por las poblaciones litorales. Sabemos, además, de las relaciones intensas que estas poblaciones tuvieron entre sí. ¿Cómo se explica entonces la presencia de obsidiana en sitios costeros y la de conchas marinas en sitios cordilleranos?. Desafortunadamente los estudios de los sitios arcaicos no costeros no se han desarrollado, exceptuando los trabajps en Marifilo 1 [Adan et al 2000] ni se observan intentos por hacerlo [hemos tratado de reiniciar los trabajos en el área del río Perquenco, pero resulta difícil desde la costa y sin mayores recursos: Quiroz, Vásquez & Sánchez 1997]. En este sentido debemos considerar que las poblaciones arcaicas desarrollan estilos de vida muy relacionados con ambientes ecológicos específicos: la costa, el valle y de la zona precordillerana lacustre [Dillehay 1990:48-49; Adán et al 2000]. Por lo tanto la comprensión del arcaico sólo llegará con el aumento cualitativo y cuantitativo de las investigaciones regionales. Nuestras investigaciones nos permiten partir desde el 6500 AP hasta el presente, pero los trabajos de otros equipos en diferentes zonas nos hablan de una profundidad cronológica mucho mayor. Queremos hablar, primero, de los avances realizados en el conocimeinto del paleoindio y el araico temprano, presentando las investigaciones de Dillehay [1989, 1997, 2000] en Monteverde,y Adán [2000] en Marifilo MONTEVERDE Y LOS PRIMEROS HABITANTES DE LA ARAUCANIA En una terraza alta del curso interior del río Maullín, un grupo humano, hace unos trece mil años [Dillehay 1989, 1997, 2000], congregado en grupos familiares extensos, en un ambiente de pradera parcialmente boscosa, vivía y utilizaba fauna pleistocénica hoy extinta, como mastodontes, junto a una variada gama de recursos vegetales. Gracias a una capa de turba que selló el estrato de ocupación de 13000 años atrás, se pudieron identificar distintos restos, huesos, vegetales, maderas, cueros de mastodontes, incluso, nudos en fibras vegetales. Es tal vez uno de los yacimientos que mejor ha conservado los restos orgánicos en el mundo.

81

El sitio arqueológico Monteverde documenta el referente más antiguo de lo que podríamos llamar “una tecnología de la madera”, su amplio conocimiento en un contexto de selección cultural del ambiente de aquellas especies de más alto rendimiento para las necesidades del hombre: resistencia, flexibilidad y dureza para la confección de viviendas, armas y otros instrumentos; energía calórica para fuego, y otras cualidades físicas de ésta. Este conocimiento de la madera puede representar el punto de partida para el proceso de formación de las poblaciones canoeras [Aspillga, Ocampo & Rivas 1999: 225]. Entre estos recursos alimentarios que se consumieron en Monte Verde destacan las algas marinas, tales como cochayuyo [Durvillaea antarctica], luche [Porphyra columbina] y pelillo [Gracilaria lemanaeformis]. Generalmente los registros de sitios paleoindios aamericanos documentan bien la explotación de mastodontes, paleolamas y caballos, la clásica fauna extinta de estos sitios tempranos. Si bien se encontraron restos de mastodontes y paleolamas, el uso de algas y plantas marinas salobres, propias de ambientes costeros, es un dato extraordinario para este período [Dillehay 1997]. Estas sugieren una colecta estacional y la explotación de distintos ambientes, como el costero que en ese momento de ocupación de Monte Verde estaba a mayor distancia que la actual línea de costa. Por otra parte sugiere que algunas de estas algas pudieron traerse secas al sitio como reserva o ser cocinadas en este lugar de ocupación [Dillehay 1999]. Las ocupaciones de cazadores recolectores en el interior de la Araucanía se extienden ininterrumpidamente desde hace casi 15000 años atrás, sin embargo se desconocen aún muchas de sus principales características. Monte Verde representa uno de los primeros asentamientos humanos de cazadores recolectores de la Araucanía o área extremo sur andina y ha representado una contribución esencial en la discusión de las fechas y en la revisión de los paradigmas interpretativos del poblamiento americano. LOS CAZADORES RECOLECTORES TEMPRANOS DEL BOSQUE LLUVIOSO TEMPLADO La fecha más temprana para la región, después de las de Monteverde corresponden al estrato 6 de Marifilo 1. Por eso la fecha 9490-9295 AP [Beta 138919] resulta ser tremendamente importante pues nos remite con seguridad al arcaico temprano, período sin fechas antes de Marifilo 1. Desafortunadamente las ocupaciones más tempranas de Marifilo 1 contienen escaso material cultural, por lo que las posibilidades de definir culturalmente este período sigue siendo avemturado. Adán postula que “las poblaciones arcaicas que habitaron los aleros de los espacios lacustres precordilleranos desarrollaron un modo de vida cazador-recolector con un especial énfasis en la recolección, seguramente con variaciones a lo largo del tiempo”. Son poblaciones muy bien adaptadas al sistema de los bosques templados con una economía de subsistencia persistente en el tiempo y con estrategias de movilidad local, “que coinciden con los ciclos estacionales, y regional que los vincula con zonas costeras y trasandinas” [Adán et al 2000]. En relación a la dimensión temporal y su relación con la información ambiental disponible, destacamos la concurrencia de dicho nivel ocupacional

82

con el episodio post-glacial de ascenso de las temperaturas y descenso de las lluvias registrado en los estudios palinológicos de Villagrán [1991]. Estas ocupaciones pueden ser relacionadas con las que existen en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes como Traful I y Cueva Aichol, ocupaciones que muestran desde los inicios las permanentes relaciones que establecían las poblaciones localizadas en ambas vertientes cordilleranas y de ellas con las que ocupaban los valles centrales y el litoral pacífico. DATACIONES ABSOLUTAS Y PERIODIFICACION PARA LA COSTA ARAUCANA SEPTENTRIONAL A fines de la década de los 80 sólo se contaba con cuatro fechados radiocarbónicos, dos para épocas precerámicas y dos para períodos alfareros17. La década de los 90 fue prolífica en cuanto a la acumulación de información sobre los pobladores de la costa araucana en el pasado. Para nuestra zona, por ejemplo, de las dos fechas radiocarbónicas que teníamos para el precerámico a fines de los 80, hemos subido a 23 a fines de los 90 [ver Figura 4]. Poseemos fechas para Talcahuano [2], Bellavista [2], Chome [1] Coronel [3], El Visal [1], La Trila [1], Isla Mocha [6], y Morhuilla [7]. La mayoría de los fechados se concentra entre los 3000 y 5000 AP [19 fechados]. De los 23 fechados tenemos sólo 2 sobre los 5000 AP y 2 bajo los 3000 AP [11 entre los 3000 y 4000 AP y 8 entre los 4000 y 5000 AP]. Debemos, entonces, ordenar nuestra información siguiendo criterios cronológicos y espaciales. Tradicionalmente se ha dividido el arcaico en tres períodos: temprano, medio y tardío, tipología con reminiscencias evolucionistas decimonónicas. A pesar de nuestros pudores e insatisfacciones con la tipología hemos decidido usarla. Compartimos las aprensiones que muchos han planteado, pero es necesario “distinguir entre los diferentes momentos del período arcaico”, con el fin de evitar divisiones exclusivamente cronológicas sin relación a cambios culturales [Adan et al 2000]. Cuando hablamos del arcaico temprano nos estamos refiriendo, siguiendo a Campana [1973] a una época donde el mar estaba transgrediendo desde casi 25 m bajo el nivel actual del mar hasta llegar a los 5 m sobre el nivel actual del mar [10000-7000 AP]. El arcaico medio representa ese momento en que el mar alcanza el nivel actual y luego de transgredir hasta su punto más alto [5-8 m sobre el nivel actual del mar., dependiendo de la zona], comienza a regresar [7000-4000 AP]. El arcaico tardío comprende dsesde esa fecha hasta la aparcición de la cerámica [4000-1500 AP]. Estas divisiones son sólo heurísticas y no representan más que una forma de ordenar la información disponible. EL ARCAICO TEMPRANO EN EL LITORAL HIGROMORFICO CHILENO 17 No consideramos las fechas de Monkul por encontrarse en la cuenca del Imperial, zona perteneciente al litoral higromórfico central

83

Los sitios costeros pertenecientes al arcaico temprano están probablemente sumergidos si consideramos que el mar estaba a 25 m del nivel actual. Tenemos, entonces, que plantear una hipótesis: no encontraremos sitios costeros tempranos en el litoral actual por estar hoy sumergidos y, por lo tanto, tenemos que buscarlos en el interior. Por ejemplo, el llamado patrón Loanco en el Maule, sin fechados radiocarbónicos, era comparado, mostrando fuertes similitudes, con Cuchipuy [Gaete & Sánchez 1995], para adscribirlo a un arcaico temprano. Sin emabrgo, ahora incluso los mismos autores han dejado de considerarlo en sus últimas publicaciones [Gaete et al 1998]. En conclusión y como una manera de ordenar nuestra información, podemos plantear que para el arcaico temprano en el litoral sólo tenemos en nuestra zona suposiciones. La fecha más temprana que manejamos para la costa, en este caso la maulina, es de 7090 +/- 90 [Beta-80430] para el sitio 07 Pe 010, ocupación que corresponde según sus autores al patrón Cerro Las Conchas, de puntas lanceoladas, homologado al arcaico medio. Es interesante señalar que es la única fecha sobre los 6000 AP que hay entre las 8 que permiten definir cronológicamente el patrón Cerro Las Conchas. El ARCAICO MEDIO EN EL LITORAL HIGROMORFICO CHILENO Para el arcaico medio tenemos en nuestra zona 10 fechados [8 entre el 4000 y 5000 AP y 2 entre el 5000 y el 7000 AP]. Esto nos ha llevado a plantear dos “fases” en el arcaico medio: Fase I y Fase II. La Fase I está compuesta por los dos fechados más antiguos de Co-3 y por lo tanto, por los niveles III y IV de dicho sitio. La Fase II está definida por las dos ocupaciones de Le-2, el estrato II de Co-3, La Trila y Chome. El denominado arcaico medio está bien documentado, tanto en la costa como en el interior. Los patrones de Cerro Las Conchas con sus puntas lanceoladas, Pahuil, con sus puntas triangulares, y reloca, con sus puntas tringulares y lanceoladas, Le-2 [Morhuilla, Lebu] con sus puntas pedunculadas con barbas y bordes dentados, Quillén 1 con sus puntas pedunculadas, Chan Chan [Valdivia] y Puente Quilo I [Chiloé] con sus puntas lanceoladas, Componente II A de Traful I y sus puntas triangulares nos muestran la diversidad tecnológica de las poblaciones que vivieron durante el arcaico medio en el territorio que nos interesa. ¿Serán distintas poblaciones o las mismas con adaptaciones especializadas?. En todo caso existe mucha información para este período del arcaico. Asimismo parece importante mencionar la coincidencia de las ocupaciones del arcaico medio en la costa cercanas entre los 4000 y 5000 AP con los episodios neoglaciales detectado sobre la base de diferentes tipos de análisis [Mercer 1972, Pino 1989, Donoso 1993]. Las ocupaciones del arcaico medio coinciden con el denominado Hipsitermal, que se presenta en la zona entre los 4000 y 6000 AP [Campana 1973]. Esta época de cambios se evidencia en el registro arqueológico. Parece ser que hay un notable aumento tanto en el número como en la variedad tanto de los artefactos como de la fauna explotada, durante el arcaico medio [Navarro y Pino 1995; Gaete y Sánchez 1995; Gaete, Sánchez & Vargas 1998; Bustos & Vergara 1998; Quiroz et al. 1998]. El contacto

84

entre los grupos arcaicos, herederos de este tiempo y las poblaciones alfareras tempranas es un tema en el que también hay que profundizar y que resulta todo un desafío para la arqueología. La única fecha sobre los 6000 AP para la costa corresponde a la que hemos obtenido para los niveles inferiores de Co-3: 6725 [6565] 6405 [Beta-143907]. Con esta cifra estamos fechando una ocupación de pescadores con pesas de red con muescas laterales de factura muy sencilla, probablemente con anzuelos de concha, cazadores [aunque no conocemos la presa] con puntas de proyectil pedunculadas, con limbo recto o dentado, y recolectores de moluscos y crustáceos. Pescaban, recolectaban moluscos y también cazaban, aunque por el momento no sabemos que presas.El sitio tiene una profundidad cronológico bastante notable pero sus herramientas no varían mucho en más de dos mil años de historia. Una de las herramientas características de Co-3 es la pesa de red elaborada en cantos aplanados [principalmente esquistos] con muescas laterales. En las costas araucanas, los sitios con pesas para redes de este tipo son bastante numerosos. Talcahuano 1, fechado entre los 4500 y los 4000 años, también presenta sólo pesas con muescas laterales [Bustos & Vergara 1998], Quiriquina I, sin fechas pero con material “talcahuanense”, también tiene pesas con muescas laterales [Seguel 1970, Bustos 1985]. Lo mismo ocurre en El Visal, fechado hace unos 4000 años, [Bustos, Seguel & Vergara 1998]. En Chome, fechado hace unos 4000 años, encontramos pesas con surco ecuatorial y pequeñas pesas con muescas laterales [Bustos, com.per.] y en Bellavista 1, fechado hace unos 3500 años, presenta pesas de red con muescas laterales y pequeñas pesas con surcos incisos [Seguel 1969, 1998]. En cambio en los sitios tardíos como Le-4 el tipo de pesas de red es sobre guijarros ovoidales con surco ecuatorial. Otro elemento que debe ser explorado es la presencia de probables anzuelos de concha Otro punto del litoral con bastante información para el Arcaico Medio I lo constituye la zona ubicada entre Queule y Chan Chan. Navarro sugiere que los sitios en los tres tipos de paisajes se forman “al parecer en un amplio marco temporal dentro del arcaico medio” [Navarro 2000]. Chan Chan 18 demostró dos fases distintivas de ocupación. Hacia los 5610 A.P un primer momento de ocupación cuando la costa estaba mas al interior que en la actualidad y la formación de dunas era incipiente, por tanto incluso habría que fechar las unidades mas interiores para tener otro dato de suu situación temporal. A medida que el mar se retiraba la ocupación se iba desplegando hacia el nivel de marea alta actual, entre los 5360 y 5000 A.P, lo que coincide con la posible utilización de sus recursos en una costa como la actual. Sobre la ocupación arcaica de 5000 A.P. debiese haber continuado la permanencia de población arcaica, dado que se reconoce otro estrato con artefactos arcaicos de edad mas tardía en un sector norte a este sitio que no fue excavado.Este patrón de organización espacial y producción ampliada o diversificada continuó hasta al menos los 3800 A.P.en los sitios de Pelluco, haciéndose mas local allí el empleo de materias primas, situación quue también se observó en el Budi y en Porma. Dado que es conservador el modo de vida de estos arcaicos también los sitios de Curiñanco, que exhiben un patrón espacial distinto sobre la terraza costera alta en el bosque hoy inexistente, debió continuar estando habitado hacia los momentos finales del arcaico. Una situación que parece ser constante es que nunca al parecer los forjadores de estos paisajes costeros durante el arcaico perdieron la conección con la zona andina [Navarro 2000].

85

El Arcaico Medio II está mejor representada por las ocupaciones tempranas de Morhuilla. Se define por la presencia de las denominadas puntas talcahuanenses, armas destinadas a la caza de mamíferos marinos, especialmente Otaria byronia. Para Le-2 tenemos 5 fechas radiocarbónicas que van desde el 4500 hastal el 5000 AP. Le-2 es un campamento de cazadores de lobos marinos, equipados con unas mortíferas puntas de proyectil pedunculadas con barbas y borde dentado, que están operando frente a Isla Mocha. En ese sitio además se atrapaban pingüinos, se pescaba, se recogían mariscos [moluscos, crustáceos y equinodermos] y se fabricaban artefactos en piedra, principalmente puntas de proyectil, en hueso y conchas, un milenio antes que esta se poblara. Chome 1 es también un buen ejemplo de esta fase del complejo. CAZADORES TALCAHUANENSES: LA INDUSTRIA LITICA DE LE-2 Punta Morhuilla, lugar donde se encuentra el sitio Le-2, era hace cinco mil años, con toda seguridad, una isla que se encontraba a unos 500 a 800 m de la orilla. Los fechados obtenidos en este sitio nos permiten ubicar cronológicamente el llamado Complejo Talcahuanense o Talcahuano hacia el 3000 a.C., complejo que aparecería en la costa desde el Maule, si consideramos las opiniones de Ortiz [1963, 1964] por una parte y de Gaete & Sánchez [1995] por la otra, hasta por lo menos Valdivia tomando en cuenta lo anotado por Menghin [1962] y Navarro & Pino [1995]. Evidentemente Le-2 es un sitio con grandes proyecciones para el conocimiento e interpretación de la prehistoria regional. Uno de los aspectos que más llama la atención al estudiar parcialmente el conjunto lítico del sitio Le-2 se refiere a lo bien delineado que se encuentran las asociaciones tecnofuncionales entre las materias primas, los procesos de reducción y la utilización de instrumentos. En este sentido, el sitio representa un ejemplo casi “exótico” que nos muestra de manera bastante completa el importante papel que desempeñó la tecnología lítica para los ocupantes prehistóricos de la costa sur de Chile. Las materias primas que se procesan dentro del asentamiento corresponden a recursos líticos que presentan una alta disponibilidad local y cuya calidad de talla los hace apropiados para la elaboración de instrumentos bifaciales altamente formatizados, como las puntas de proyectil [Galarce 2001]. La utilización exclusiva de materias primas locales nos sugiere fuertemente que el sitio pertenece a un sistema de asentamiento que presenta una ocupación estable de la zona costera por lo menos durante parte del ciclo anual. Lamentablemente, se conocen pocos sitios relacionables con Le-2 que permitan la caracterización areal más completa de dicho sistema de asentamiento. Por otro lado, el marcado énfasis en al elaboración de puntas de proyectil observada en el sitio nos indica que existe un fuerte componente de caza caracterizando la orientación económica de la localidad. Si se conjugan factores tales como la utilización de materias primas aledañas al sitio, la importancia tecnológica de la manufactura de puntas de proyectil, la intensa actividad de caza observada y la temporalidad relativamente restringida existente entre las distintas ocupaciones, se puede imaginar un cuadro de situaciones donde el sitio se comporta como un lugar donde actividades tecnológicas y funcionales se

86

relacionan fuertemente entre sí, y donde dichas actividades parecen haber sido realizadas en forma intensa [Vásquez 1998, Galarce 2001]. En otras palabras, se postula que el lugar donde se emplaza el sitio Le-2 corresponde a una localidad de funcionalidad bastante específica [énfasis en actividades de caza], donde los grupos recurrían cada cierto tiempo a realizar actividades intensiva y, probablemente, masivamente [es decir, el sitio sería un lugar de junta de distintos grupos “talcahuanenses”]. Aparte de la caza de mamíferos marinos, también se representan actividades de recolección de moluscos, caza de aves y pesca, pero la tecnología lítica empleada en su ejecución no es tan visible como la utilizada en la caza mayor. Esto último puede llegar a sobredimensionar el papel de la caza mayor en este contexto, pero dado que tecnológicamente resulta claro la orientación de la industria lítica tallada hacia la manufactura de puntas de proyectil, no cabe duda que el componente de caza es un motivante importante de la ocupación reiterada del sitio por estos grupos. Estas puntas, denominadas talcahuanenses se encuentran en los sitios de Quiriquina I y II, Chome I, Talcahuano I, Le-2, Le-11, Isla Santa María, con fechas entre 4000 y 5000 AP. Su distribución es bastante localizada, aunque encontramos algunos ejemplares semejantes en Cárcamo, en el norte chico [Ampuero 1967]. EL ARCAICO TARDIO EN EL LITORAL HIGROMORFICO CHILENO Para el Arcaico tardío, también hemos definido dos fases. Una más temprana, que abarca fechas entre 3000 y 4000 AP [los sitios P27-1, P30-1, ambos en Isla Mocha, Bellavista 1, Talcahuano 1 e El Visal.], y otra más tardía, en torno al 2000 AP [Le-1, Le-4 en Morhuilla]. Es notable la disminución tanto en cantidad como variedad de los basurales correspondientes a las ocupaciones para el Arcaico tardío, exceptuando las que corresponden a la segunda ocupación de Bellavista 1. Este sitio requiere de revisar sus dataciones radiocarbónicas, fechando nuevo material. El arcaico tardío nos muestra una dispersión enorme que los llevará a ocupar espacios que representan grandes dificultades para su colonización [como por ejemplo la misma Isla Mocha], para los que deberán desarrollar tecnologías extremadamente complejas [la navegación en nuestro ejemplo]. El arcaico es un período culturalmente muy variado y que muestra las capacidades de colonización del hombre cazador recolector. Es notable que a pesar de la ausencia de sitios trabajados, podamos ejemplificar el período a lo largo y ancho del territorio escogido. Sin embargo, uno de los rasgos más interesantes de este pereíodo lo constituye el dominio del mar y la colonización de islas alejadas del continente, pero visulmente cerca comoes el caso de Isla Mocha, ocupaciones que veremos más adelante. Tenems ocupaciones arcaicas algo posteriores como las de Le-4, sitio situado cronológicamente hace unos 2000 años. No posee ni fauna de habitat arenoso o de desembocadura de esteros, y la cantidad de restos de peces es notablemente alta. Corresponde más bien a un campamento de pesca, donde la recolección de mariscos juega

87

un rol más bien subordinado. Le-4 es un sitio que posee sólo pesas con surco ecuatorial elaboradas sobre guijarros ovoidales de arenisca. El surco rodea toda la pieza a través de su plano más largo. Este tipo de pesas de red se encuentra presente, en forma exclusiva o bien junto a pesas con muescas laterales, en una serie de sitios que cubren un período de un poco más de dos mil años. Es, aparentemente, un tipo de pesa de red más tardía [las tenemos hace unos 4000 años] si la comparamos con la pesa con muescas laterales que aparece hace 6500 años. Le-4 nos enseña que poblaciones pescadoras y recolectoras arcaicas permanecen en la zona hasta muy avanzada nuestra era, probablemente conviviendo con grupos portadores de cerámica y con algún grado de conocimiento hortícola y ganadero. El descubrimiento de nuevos sitios arcaicos en la zona costera permitirá ir completando el cuadro de las adaptaciones marítimas regionales. Este sitio debe ser comparado con el de Monkul, contemporáneo y con restos culturales tan escasos que han hecho dudar a muchos de su naturaleza cultural, y con el de Le-1, posterior e igualmente imperceptibles sus ocupaciones. Es interesante realizarse una pregunta, respecto del “silencio arqueológico” entre los 2000 y los 3500 AP. Por supuesto que la batería de fechados es insuficiente, pero ya resulta curiosa la forma como se agrupan los fechado que conocemos: entre el 3500 y el 4500 AP y entre el 1800 y el 2200 AP. CAZADORES RECOLECTORES DE ISLA MOCHA El ambiente insular, corresponde por definición a un ambiente ecotonal, caracterizado por el traslape de biomas terrestres y costeros que generan nuevos ambientes asociados a una importante diversidad taxonómica. Isla Mocha presenta por otra parte, un marco ambiental tipo mosaico, caracterizado por la proximidad y la notable diversidad de biomas distribuidos en espacios limitados. Estas zonas costeras, y específicamente la zona intermareal, son altamente productivas resultado principalmente de los procesos de mezcla de los distintos nutrientes de aguas profundas y superficiales. Esta dinámica es particularmente acelerada en sectores insulares, en donde es conocida como efecto de masa insular, que junto con actividad volcánica submarina [Tavera y Veyl 1954] proporcionan una alta productividad. Muchas especies como mamíferos, peces y aves, dependen directamente de la productividad primaria las cuales constituyen las principales fuentes de ingreso para las poblaciones arcaicas. Las evidencias ecofactuales en términos cuantitativos y cualitativos, dan cuenta de una estrategia de subsistencia basada fundamentalmente en la explotación del medio ambiente costero, estos elementos, considerados en términos energéticos, constituyen las principales entradas tanto proteicas como calóricas, lo cual permite definir a estas poblaciones como cazadores recolectores marítimos. El planteamiento de algunas hipótesis sobre si la isla posee la sustentabilidad necesaria para la presencia de pudú o si este fue un animal transportado, sea vivo o faenado, por estas poblaciones debe ser estudiada con mayor intensidad. De igual modo la escasa presencia de huesos de lobos marinos nos hace pensar en la posibilidad que estos huesos fuesen recogidos en la playa y no hubieran actividades de

88

caza, hipótesis poco probable si se considera la cercana presencia de loberías adyacentes al sitio P27-1. Las evidencias artefactuales sugieren que los sitios corresponden a campamentos transitorios orientados a la explotación de recursos litorales e interiores, principalmente ambientes de vega y bosque higrófilo denso. Estas primeras poblaciones desarrollaron asentamientos emplazados en sectores ambientalmente estratégicos, con desplazamientos específicos a distintos ecosistemas a través de grupos de tarea. Los asentamientos se restringen a la paleoplaya desarrollada en la terraza nororiental y sector de paleopenínsula, desde donde se accede hacia otros ámbitos ecológicos que aseguran el acceso a una amplia gama de recursos, en una estrategia cuyo eje articular es la ecocomplementariedad. Probablemente hacia el 3300 AP poblaciones cazadoras recolectoras, navegantes de alta movilidad, detectadas en el litoral continental desde fechas más tempranas, colonizan exitosamente los ambientes insulares de la costa sur ocupando esporádicamente Isla Mocha. Se sugiere el manejo de tecnologías de navegación basándose en evidencia biológica y geoarqueológica que señala el aislamiento geográfico de Isla Mocha tan tempranamente como en el Terciario y Cuaternario. Una hipótesis que debe ser explorada señala el parentesco que pudieran tener con aquellas poblaciones asentadas en el extremo sur de nuestro país, con aquellos nómade canoeros estudiados tardíamente por Gusinde y cuya presencia la arqueología ha detectado hace casi 8000 años [Orquera 1979]. Los sitios de Isla Mocha pudieran testificar la presencia algo más tardía de estos exploradores que lograron además colonizar las islas del Cabo de Hornos, las más australes del mundo hace más de 1500 años [Legoupil 1994]. Isla Mocha es un espacio donde pudieron converger tradiciones de múltiple origen. Creemos necesario indicar, sin embargo, que en períodos arcaicos pertenecería culturalmente más bien a los ámbitos fuegopatagónicos que a otras áreas culturales, con influencia septentrional. Pensemos que hacia el 1500 AC, con la finalización del denominado período chinchorro [Chinchorro III], se empieza a instalar el período formativo en las costas del norte chileno y más al norte ya tenían varios siglos de desarrollo complejos cerámicos de gran relevancia en la región andina. Las poblaciones costeras del litoral peruano desarrollaron aldeas con testimonios culturales muy diversos [Moseley 1975], muy diferentes de nuestros pobladores arcaicos que dejaron como restos conchales enormes y pequeños, donde duerme una información preciada sobre el estilo de vida de los habitantes de la costa sur de Chile. CAUSAS DEL POBLAMIENTO DE ISLA MOCHA Nos hemos planteado, hipotéticamente, cuatro “causas” que podrían explicar el poblamiento temprano de la isla. Estas cuatro causas no son necesariamente excluyentes y, probablemente, son más bien concurrentes. El problema tiene que ver con la “posibilidad” que el registro arqueológico, tal como lo hemos construido, pueda entregar algunas claves para corroborar o rechazar algunas de ellas. Los planteamientos siguientes solo son enunciativos: pensamos que la posibilidad de comprobarlos, de una manera u otra, pasa por un acrecentamiento del propio registro arqueológico.

89

La búsqueda de recursos o la causa material. Una de los motivos más socorridos para explicar el poblamiento de un determinado espacio territorial es la búsqueda de recursos, sean estos alimenticios o materias primas para la elaboración de instrumentos. El problema es la inexistencia de material comparativo de otros sitios de la zona que mostraran la falta de recursos. Dos sitios que estamos trabajando en el sector costero continental [Le-1 y Le4] muestran un registro arqueológico muy similar al de los sitios de la isla. Se ha planteado que hacia el 4000 a.P. ocurrió un fenómeno climático que produjo el despoblamiento de la costa, con una gran escasez de recursos, disminución de los tamaños, etc. , lo que habría obligado a estas poblaciones a explorar nuevos ambientes, entre ellos Isla Mocha. La isla de las almas resucitadas o la causa mental. La isla puede representar elementos simbólicos muy relevantes para las poblaciones continentales. Si utilizamos una analogía etnográfica, con las salvedades muchas veces mencionadas, podemos plantear que en los tiempos del contacto hispano-mapuche existía la creencia que la Isla Mocha era un lugar donde iban las almas después que una persona había fallecido, rumbo al kulchenmajeu, una especie de “cielo” nativo. Incluso hay relatos donde se muestra que los isleños se aprovechaban de esta creencia para sacar beneficio económico de los parientes de los muertos en el continente. Existe, por ende, la posibilidad que la isla tuviera algún significado simbólico en el imaginario de los isleños, asociado con concepciones de la muerte o asuntos parecidos, y que las visitas que realizaban a esos lugares se debieran a una reafirmación de ese imaginario. La isla está a la vista, forma parte del paisaje y no es posible ignorarla. Desgraciadamente no hemos encontrado restos óseos de estos primeros pobladores y no sabemos nada de su parafernalia funeraria. Ni un solo hueso humano de este período hemos logrado recuperar. Un rito de iniciación o la causa social. El acceso a la isla no es sencillo. El mar en el canal es difícil y atravesarlo y permanecer en la isla durante algunos días puede ser una experiencia que todo hombre deba tener para ser un verdadero hombre. La persona que logra cruzar el canal y sobrevivir en ella y luego volver deja testimonio de su valor y de la seguridad que será un hombre digno de su grupo después. Encontrar restos que permitan sugerir actividades de esta naturaleza sería en verdad sensacional [y muy adecuado a nuestra racionalidad: los ritos de iniciación deben ser una prueba de nuestras habilidades y capacidades]. Para un pueblo de navegantes, manejar la canoa y sobrevivir en una isla desierta resulta ser una prueba de arrojo y madurez. La abundancia de caracoles en el registro muestra un conocimiento muy somero y residual de los recursos que la isla proporciona. Parece una comida de neófitos, de recién llegados. La aventura o el azar o la causa sin causa. La navegación, el clima, puede jugar algunas malas pasadas a los navegantes y que lleguen a lugares donde no piensan ir. Una vez allí la isla puede ser significada de diversas maneras y permanecer o volver a abandonarla. Resulta interesante aplicar el modelo de poblamiento de las islas en Polinesia en este caso. Hemos encontrado un par de anzuelos que no tienen parentesco con aquellos conocidos para los grupos vecinos. No es difícil aventurar un parentesco con los anzuelos compuestos de polinesia. De Isla Mocha al continente, un pequeño salto. Ahora bien, ¿es pertinente la pregunta por las causas, si no tengo evidencias para contestarla?. Es necesaria una reflexión respecto de la pregunta misma: ¿cuáles son las

90

causas de los primeros poblamientos en Isla Mocha?. No tenemos, por ahora, evidencias pero también es indudable que no podemos ser esclavos del registro contemporáneo. Las preguntas, sin respuestas, pueden ayudarnos a mejorar el registro, instrumento construido por el propio arqueólogo. Tal vez, buscar indicadores de significados simbólicos, de actividades iniciáticas, o simplemente, testimonios de la conducta azarosa de los seres humanos puede ser provechoso para mejorar la comprensión de los fenómenos del pasado. PATRONES FUNERARIOS EN EL ARCAICO Es interesante ddicar unas palabras conclusivas pa el tema de los patrones funerarios en los cazadores recolectores arcicos del litoralhigromórfico chileno. Contrariamente a la gran variedad que muestran las estrategias adaptativas de estas poblaciones existe una tremenda uniformidad en las prácticas funerarias. Si revisamos los cuerpos encontrados en Bellavista 1 [Seguel 1969, 1998], Talcahuano 1 [Bustos & Vergara 1998], Chome 1 [Bustos & Vergara 2000a], Chan Chan 18 [Navarro 1995], Puente Quilo 1 [Rivas, Ocampo & Aspillaga 1999] y Piedra Azul [Gaete et al 2000] tenemos cuerpos depositados en posición flectada lateral derecha mirando hacia el sur o sureste. Estos cuerpos están asociados con colorantes rojos u ocres y depositados sobre una capa de cenizas, lo que sugiere la realización de algún rito con los cuerpos. Si se relaciona su contexto con sitios de la zona Central de Chile se determina la persistencia de un patrón funerario generalizado, ya que también allá se depositaba al muerto sobre una capa de cenizas. En el Vomplejo Papudo en el Norte Chico, también se observa este patrón, que, aparentemente, es tremendamente conservador. EL FIN DEL ARCAICO Finalmente unas palabras respecto del fin del arcaico. En Isla Mocha tenemos una fecha tentativa para la introducción de plantas domesticadas: 1750 a.P. [Le Quesne & Villagrán 1997]. Lo que significa, indudablemente, una fecha anterior para la costa continental. Es decir podemos plantear, quizás, a tono con los días en los que estamos, la llegada de Cristo a Belén como una fecha que marca el término del Arcaico en el centro-sur de Chile [tal vez sea una analogía algo irreverente]

91

92

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ADAN, L. & R. MERA 1998. Acerca de la distribución espacial y temporal del Complejo Pitrén: una reevaluación a partir del estudio sistemático de colecciones. Boletín de la Sociedad Chilena de Arquelogía, 24: 33-37. ADAN, L., R. MERA, M. BECERRA & M. GODOY 2000. Ocupación arcaica en territorios boscosos y lacustres de la región precordillerana andina [IX y X Región] : el sitio Marifilo 1 de la localidad de Pucura. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica ALDUNATE, C. 1989. Estadio alfarero en el sur de Chile. VV.SS [eds.] Prehistoria: Desde sus Orígenes hasta los Albores de la Conquista. Santiago, Andrés Bello: 329-348. ALDUNATE, C., F. GALLARDO, C. FERNANDEZ, A. ROMAN & A. DEZA 1991. Arqueología de la desembocadura del río Maule. Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Santiago]. Santiago, Museo Nacional de Historia Natural, III: 145152. ANDREFSKY, W. 1998. Lithics: Macroscopic Approaches to Analysis. Cambridge: Cambridge University Press ARAYA-VERGARA, J. 1976. Reconocimiento de tipos e individuos geomorfológicos regionales en la costa de Chile. Revista Geográfica de Chile, 23: 9-30. ASPILLAGA, E., C. OCAMPO, J.C. OLIVARES, B. ARENSBURG & J. MEYER 1995. Una visita a los canoeros de Quetalmahue. Museos, 20: 18-20. BAEZ, P. 1997. Crustáceos en excavaciones arqueológicas en Isla Mocha. QUIROZ, D. & M. SANCHEZ [eds.] La isla de las palabras rotas. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana: 209-213. BALEE, W. [ed.] 1998. Advances in Historical Ecology. New York: Columbia University Press. BAILEY, G. [ed.] 1983. Hunter-gatherer economy in Prehistory: a european perspective. Cambridge: Cambridge University Press. BAILEY, G. & J. PARKINGTON [eds.] 1988. The archaeology of coastlines. Cambridge: Cambridge University Press. BARNARD, A. 1983. Contemporary hunter-gatherers: current theorical issues in ecology and social organization. Annual Review of Anthropology, 12: 193-214. BENAVENTE, A. 1985. Reflexiones en torno al proceso de domesticación de camélidos en los valles del centro y sur de Chile. Boletín del Museo Regional de la Araucanía, 2: 37-52.

93

BETTINGER, R.L. 1991. Hunter-gatherers: archaeological and evolutionary theory. New York: Plenum Press. BICCHIERI, M.G. [ed.] 1972. Hunters and gatherers today. New Yok: Holt, Rinehart & Winston. BINFORD, L.R. & S.R. BINFORD 1968. New perspectives on archaeology. Chicago: Aldine. BIRD, J. 1938. Antiquity and migrations of the early habitants of Patagonia. The Geographical Review, XXVIII: 250-275. BIRD-DAVID, N. 1990. The giving environment: another perspective on the economic system of gatherer-hunter. Current Anthropology, 31[2]: 189-196. BORGEL, R. 1983 Geografía de Chile. Geomorfología. Santiago: Instituto Geográfico Militar BURCH, E.S. & L.J. ELLANA [eds.]1994. Key issues in hunter-gatherer research. Oxford: Berg. BUSTOS, V. 1985. Investigaciones arqueológicas en Isla Quiriquina. Universidad de Concepción/Armada de Chile-Escuela de Grumetes [ms]. BUSTOS, V., Z. SEGUEL & N. VERGARA 1998. Los conchales antrópicos de ostras en la microarea Raqui-Tubul, extremo sur del golfo de Arauco, VIII Región. Actas 1er Seminario de Arqueología, zona centro-sur de Chile. Concepción, Universidad San Sebastián: 41-64. BUSTOS, V. & N. VERGARA 1998. El Visal y Talcahuano 1, ejemplos de sedentarismo y especialización en el arcaico tardío del litoral de la VIII Región. Concepción, Universidad San Sebastián, Serie Antropología [Actas 1er Seminario de Arqueología, zona centro-sur de Chile], 1: 65-74. BUSTOS, V. & N. VERGARA 2000a. Informe de las investigaciones arqueológicas realizadas en la península de Hualpén, sector Chome. Concepción, Universidad San Sebastián, Serie Antropología, 2: 7-19. BUSTOS, V. & N. VERGARA 2000b. Ocupación Temprana en la Bahía de Concepción y Golfo de Arauco. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica CAMPANA, O. 1973. Contribución al Estudio de las Oscilaciones del Mar Holocénico en el Medio Litoral del golfo de Arauco y sus incidencias en la Ocupación Humana

94

Prehistórica Costera. Concepción. Memoria para Optar al Grado de Licenciado en Antropología, Universidad de Concepción. CASTRO, V. & M. TARRAGÓ 1992. Los inicios de la producción de alimentos en el cono sur de América. Revista de Arqueología Americana, 6: 91-124. CEBALLOS, R. 1982a. Excavaciones en la cueva Cuyín Manzano. Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena [ Valdivia, 1979]. Santiago, Kultrún: 281-294 CEBALLOS, R. 1982b. El sitio Cuyín Manzano. Estudios y Documentos, 9: 1-66. CLAPPERTON, C. 1993. Quaternary Geology and Geomorphology of South America. Amsterdam: Elsevier. COÑA, P. 1971. Memorias de un cacique mapuche. Santiago: ICIRA. CRIVELLI, E.A., D. CURZIO & M.J. SILVEIRA 1993. La estratigrafía de la cueva Traful I (Provincia de Neuquén). Praehistoria, 1: 9-160. CRUMLEY, C.L. [ed.] 1994. Historical Ecology: cultural knowledge and changing landscapes. Santa Fe: School of American Research Press. CHATTERS, J.C. 1987. Hunter-gatherer adaptations ans assemblage structure. Journal of Anthropological Archaeology, 6: 336-375. DAHLBERG, F. [ed.] 1981. Woman the Gatherer. New Haven: Yale University Press. DIAZ, C. & M. GARRETON 1972. El poblamiento prehispánico del área insular septentrional chilena. Actas del VI Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Santiago, 1971]. Santiago, Universidad de Chile: 559-584. DILLEHAY, T. 1975-1976. Informe sobre Trabajo Antropológico en la Provincia de Cautín- Temuco. Temuco: BID-PUC [ms]. DILLEHAY T 1989 Monte Verde, A Late Pleistocene Settlement in Chile. Volume 1:Paleoenviroment and Site Context. Washington: Smithsonian Institution Press. DILLEHAY, T. 1990 [1976]. Observaciones y consideraciones sobre la prehistoria y temprana época histórica de la región centro sur de Chile. Araucanía: presente y pasado. Santiago, Andrés Bello: 31-49. DILLEHAY, T. 1990 [1981]. Visión actual de estudios de Araucanía prehispánica. Araucanía: presente y pasado. Santiago, Andrés Bello: 15-30. DILLEHAY T 1997 Monte Verde A Late Pleistocene Settlement in Chile Volume 2 : The Archaeological Context and Interpretation. Washington: Smithsonian Institution Press.

95

DILLEHAY T 2000 The Settlement of The Americas, A New Prehistory, , New York: Basic Books EMBER, C. 1978. Myths about hunter-gatherers. Ethnology, 17[4]: 439-448. EMPERAIRE, J. 1955. Les nomades de la mer. Paris: Gallimard. FAIRBRIDGE, R.W. 1976. Effects of Holocene Climatic Change on Some Tropical Geomorphic Processes. Quaternary Research, 6:529-556. FALABELLA, F. & M.T. PLANELLA 1988-1989. Alfarería temprana en Chile central: un modelo de interpretación. Paleoetnológica, 5: 41-64. FALABELLA, F. & R. STHEBERG 1989. Los inicios del desarrollo agrícola y alfarero: zona central [300 AC a 900 DC]. VV.SS [eds.] Prehistoria: Desde sus Orígenes hasta los Albores de la Conquista. Santiago, Andrés Bello: 295-311. FERNÁNDEZ, J. 1989-90. La Cueva de Haichol: arqueología de los pinares cordilleranos del Neuquén. Anales de Arqueología y Etnología, 43-45: 1-740. FITZHUGH, W.A. 1975. Prehistoric maritime adaptations of the circumpolar zone. Chicago: Aldine. GALARCE, P. 2000. Informe sobre conjunto líticoLe-2, Morhuilla. Proyecto Fondecyt 1990027. GALVEZ, O. 1997. Análisis de restos malaco-arqueológicos de Isla Mocha. QUIROZ, D. & M. SANCHEZ [eds.] La isla de las palabras rotas. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana: 195-207. GAETE, N. X. NAVARRO, F. CONSTANTINESCU, R. MERA, D. SELLES, M.E. SOLARI, M.L. VARGAS, D. OLIVA & L. DURAN 2000. Una mirada al modo de vida canoero del mar interior desde Piedra Azul. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica GAETE, N. & R. SANCHEZ. 1993 Cerro Las Conchas: segundo asentamiento arcaico. Museos, 17: 7-8. GAETE, N. & R. SANCHEZ. 1994 El arcaico costero al sur del Maule: discusión y relaciones. Boletín Museo Regional de la Araucanía, 5: 91-102. GAETE, N. & R. SANCHEZ. 1995 Síntesis arqueológica de la costa al sur del Maule, Provincia de Cauquenes, VII Región. Hombre y Desierto [Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Antofagasta], 9(1): 117-125.

96

GAETE, N., R. SANCHEZ, S. CUMSILLE & M. MASSONE 1993 Arqueología al sur del Maule. Museos, 13: 6-9. GAETE, N., R. SANCHEZ & L. VARGAS 1998. Caza, pesca y recolección durante e4l arcaico en la costa del intefluvio Maule-Itata, área extremo sur andina, Chile. Actas 1er Seminario de Arqueología, zona centro-sur de Chile. Concepción, Universidad San Sebastián: 7-23. GUSINDE, M. 1986. Los indios de Tierra del Fuego. Los Yamana. Buenos Aires: Centro Argentino de Etnología Americana. GUSINDE, M. 1991. Los indios de Tierra del Fuego. Los Halakwulup. Buenos Aires: Centro Argentino de Etnología Americana. HEADLAND, T.N. & L.A. REID 1989. Hunther-gatherers and their neighbors from prehistory to the present. Current Anthropology, 30[1]: 43-66. HENCKEL, K.O. 1933. Contribuciones al estudio de la antropología chilena. II. Sobre cráneos encontrados en el conchal Darwin de Talcahuano. Boletín de la Sociedad de Biología de Concepción, VII: 45-51. HEUSSER, C.J. 1990. Ice vegetation and climate of subtropical Chile. Paleogeography, Paleoclimatology, Paleoecology, 80: 107-127. HEUSSER, C.J. 1974. Vegetation and climate of the Southern Chilean Lake District during and since the last interglaciation. Quaternary Research 4, 293-321. HEUSSER CJ, 1991 Biogeographic Evidence for Late Pleistocene Paleoclimate of Chile. Bamberger Geographische Schriften 11: 257-270. HEUSSER, C.J. & J. RABASSA 1987. Cold climate episode of Younger Dryas age in Tierra de Fuego. Nature 328, 609-611. ILABACA, P. 1989. Evolución de la costa de Concepción: El caso de las bahías de Concepción y San Vicente. Biología Pesquera, 18: 29-35. INGOLD, T., D. RICHES & J. WOODBURN [eds.] 1988. Hunters and Gatherers, 2 vols. [Vol1: History, evolution and social change; Vol 2: Power, property and ideology]. Oxford: Berg. INMAN, D.L. 1983. Applications of Coastal Dynamics to the Reconstruction of Paleocoastlines in the Vicinity of La Jolla, California. P.M.Masters & N.C.Flemming, [eds], Quaternary Coastlines and Marine Archaeology. London , Academic Press: 1-49 IRIONDO, M.H. 1999. Last Glacial Maximum and Hypsithermal in the Southern Hemisphere. Quaternary International, 62: 11-19.

97

IRIONDO, M.H. & N.O. GARCÍA 1993. Climatic variations in the Argentina plains during the last 18,000 yrs. Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology 101, 209-220. ISLA, F. & M. ESPINOZA 1995. Coastal environmental changes associated with Holocene sea level fluctuations. Quaternary International, 26: 55-60. JOCHIM, M.A. 1976. Hunther-gatherer subsistence and settlement: a predictive model. New York: Academic Press. JOSEPH, C. 1930. Antigüedades de la Araucanía. Revista Universitaria, XV (9): 11711235. KAIZUKA, S., T. MATSUDA, N. NOGAMI & N. YONEKURA 1973. Quaternary tectonic and recent seismic crustal movement in the Arauco Peninsula and its environs, Central Chile. Geographical Report of Tokyo Metropolitan University, 8: 1-49. KALTWASSER, J., A. MEDINA & J. MUNIZAGA 1980 Cementerio del período Arcaico en Cuchipuy. Revista Chilena de Antropología, 3: KELLY, R.L. 1995. The foraging spectrum: diversity in hunter gatherer lifeways. Washington, D.C.; Smithsonian Institution Press. KIRCH, P.V. 1997. Introduction: the environmental history of oceanic islands. KIRCH, P.V. & T.L. HUNT [eds.] Historical Ecology in the Pacific Islands. New Haven, Yale University Press: 1-21. KIRCH, P.V. & T.L. HUNT [eds.] 1997. Historical Ecology in the Pacific Islands. New Haven: Yale University Press. LATCHAM, R. 1922. Los animales domésticos de América Precolombina. Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología de Chile, III[1]: 1-199. LATCHAM, R. 1935. La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos. Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile. LEACOCK, E. & R.B. LEE [eds.] 1982. Politics and History in band societies. Cambridge/Paris: Cambridge University Press/Editions de la maison des Sciences de l’Homme. LEE, R.B. & I. DE VORE [eds]1968. Man the Hunter. Chicago: Aldine. LEE, R.B. 1992. Art, Science, or Politics?. The crisis in hunter-gatherer studies. American Anthropologist, 94[1]: 31-54. LEE, R.B & R.H. DALY 2000. The Cambridge Encyclopedia od Hunters and Gatherers. Cambridge: Cambridge University Press.

98

LE-QUESNE, C., C. VILLAGRAN & R.VILLA 1999. Historia de los bosques relictos de “olivillo” [Aextoxicon punctatum] y Mirtáceas de la Isla Mocha, Chile, durante el Holoceno tardío. Revista Chilena de Historia Natural: 72[1]: 31-47. LOTHROP, S.K. 1928. The indians of Tierra del Fuego. New York: Museum of the American Indian. LUMBRERAS, L. G. 1981. Arqueología de la América Andina. Lima: Milla Bartres. LYMAN, R.L. 1999. Prehistory of the Oregon Coast. San Diego: Academic Press LLAGOSTERA, A. 1976. Los bioindicadores y la arqueología costera. Jornadas Nacionales de Arqueología, La Serena [m.s.]. LLAGOSTERA, A. 1979a. Ocupación humana en la costa norte de Chile asociada a peces local-extintos y a litos geométricos 9680 +/- 160 A.P. Actas del VII Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Altos de Vilches, 1977]. Santiago, Kultrún: I: 93-113. LLAGOSTERA, A. 1979b. 9700 years of maritime subsistence on the Pacific : an analysis by means of bioindicators in the north of Chile. American Antiquity, 44(2): 309-324. LLAGOSTERA, A. 1982. Tres dimensiones en la conquista prehistórica del mar: un aporte para el estudio de las formaciones pescadoras de la costa sur andina. Actas del VIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Valdivia, 1979]. Santiago, Kultrun: 217-245. LLAGOSTERA, A. 1983. Formaciones pescadoras prehispánicas en la costa del Desierto de Atacama. Tesis para optar al Título de Doctor en Ciencias Antropológicas. México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. LLAGOSTERA, A. 1989. Caza y Pesca Marítima (9000 a 1000 A.C). VV.SS [eds.] Prehistoria: Desde sus Orígenes hasta los Albores de la Conquista. Santiago, Andrés Bello: 57-79. LLAGOSTERA, A. 1992. Early occupations and the emergence of fishermen on the pacific coast of South America. Andean Past 3:87-109. LLAGOSTERA, A. 1993. La navegación prehispánica en el norte de Chile : bioindicadores e inferencias teóricas. Chungará, 24/25: 37-51. MARKGRAF, V. 1987. Paleoenvironmental changes at the northern limit of the subantartic Nothofagus forest. Quaternary research, 28: 119-129. MARKGRAF, V. 1993. Younger Dryas in southernmost South America: an update. Quaternary Science Reviews 12, 351-355. MASSONE, M. & G.CÁRDENAS 1997. Sondeos estratigráficos en el sitio Le-1. Informe Final Proyecto Fondecyt 1950175.

99

MERCER, J.H. 1972. Chilean glacial chronology 20.000 to 11.000 Carbon-14 years ago: some global comparisons. Science, 176: 1118-1120. MERCER, J.H., 1982. Holocene glacier variations in southern Patagonia. Striae 18, 35-40. MEEHAN, B. 1977. Hunters by the seashore. Journal of Human Evolution, 6: 363-370. MENGHIN, O.F.A. 1962. Estudios de prehistoria araucana. Studia Praehistórica, II. Buenos Aires: Centro Argentino de Estudios Prehistóricos. MITCHELL, J.M. 1976. An overview of climatic variability and its causal mechanisms. Quaternary Research, 6: 481-494. MOSELEY, M.E. 1975. The maritime foundations of Andean civilization. Menlo Park: Cummings. MYERS, F. 1988. Critical trends in the study of hunter-gatherers. Annual Review of Anthropology, 17: 261-282. NAVARRO, X. 1979. Estudio de un yacimiento arqueológico en la zona precordillerana [Pucón 6], IX Región [manuscrito]. NAVARRO, X. 1984. Arqueología y Computación: un análisis de los líticos acerámicos de Quillen I (IX Región). Tesis para optar al Grado de Licenciado en Arqueología y Prehistoria. Santiago, Universidad de Chile. NAVARRO, X. 1991. Análisis comparativo de microhuellas de uso en artefactos de basalto experimentales y arqueológicos del sitio Quillen I, IX Región, Chile. Actas del XI Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Santiago, Museo Nacional de Historia Natural, III: 189-196. NAVARRO, X. 1995a.Interpretación de ocupaciones precerámicas y cerámicas en los distintos microambientes de la costa de Chan Chan, Valdivia, X Región.. Hombre y Desierto [Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Antofagasta, 1994], 9[1]: 127-134. NAVARRO, X. 1995b. Arqueología de la costa valdiviana: evidencias de ca 5000 años antes del presente. Medio Ambiente, 12(2): 24-34. NAVARRO, X. 1998. Informe sobre el valor patrimonial arqueológico del conchal de Ilque, sector de Panitao, X Región. NAVARRO, X. 1999. Ocupaciones arcaicas en la costa de Valdivia: el sitio Chan-Chan-18. Actas de las II Jornadas de Arqueología de la Patagonia. Bariloche,

100

NAVARRO, X. 2000. Una mirada desde la arqueología del paisaje para entender las ocupaciones iniciales de la costa norte de Valdivia. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica NAVARRO, X. & L. ADÁN. 2000. Experiencias tempranas de vida alfarera en el sector lacustre cordillerano de Villarrica: la ocupación del sitio Pucón VI. Revista Chilena de Antropología, [En prensa]. NAVARRO, X. & M. PINO 1984. Interpretación e una ocupación humana precerámica en el área mapuche a través de estudios líticos. Boletín del Museo Regional de la Araucanía (Temuco), 1: 71-81. NELSON, A.R. & W.F. MANLEY 1992. Holocene coseismic an aseismic uplift of Isla Mocha, south-central Chile. Quaternary International, 15/16: 61-76. OCAMPO, C. & E. ASPILLAGA 1984. Breves notas sobre una prospección arqueológica en los archipiélagos de las Guaitecas y los Chonos. Revista Chilena de Antropología (Santiago), 4: 155-156. OCAMPO, C. & P. RIVAS 2000. Nuevos datos sobre el poblamiento temprano de los extremos geograficos de los canales patagonicos: Isla de Chiloé e Isla Navarino. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica OLIVER SCHNEIDER, C. 1927. Por qué los restos hallados en la Quinta Virginia, corresponden a indios Picunches. El Sur [Concepción], 30-03-1927. OLIVER SCHNEIDER, C. 1928. Arqueological Discoveries in the Lirquén region. South Pacific Mail [Valparaíso], 29-03-1928. OLIVER SCHNEIDER, C. 1932. Los indios de Chile. Concepción: Talleres Gráficos de J. Arteaga. OLIVER SCHNEIDER, C. 1934. Las Investigaciones de Antro-Arqueo-Etnología en Chile. Concepción: Talleres Gráficos de J.Arteaga. Concepción. ORQUERA, L.A. 1987. Advances in the archaeology of the Pampa and Patagonia. Journal of the World Prehistory, 1[4]: 333-413. ORQUERA, L.A. & E.L. PIANA 1999a. Arqueología de la región del Canal Beagle. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología. ORQUERA, L.A. & E.L. PIANA 1999b. La vida material y social de los yamana. Buenos Aires: Eudeba.

101

ORTIZ, O. 1963. Sitios arqueológicos en la costa de la provincia del Maule. Antropología, 1: 89-101. ORTIZ, O. 1964. Investigaciones en conchales de Reloca. Actas del III Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Viña del Mar, 1963]. Viña del Mar, Sociedad Chilena de Arqueología: ORTIZ-TRONCOSO, O.R. 2001 Medio ambiente litoral: evolución natural e influencia humana. Ultramarine Newsletter, http://www.xs4all.nl/~oro/ultramarine/index.html OSBORN, A.J. 1977. Strandloopers, mermaids, and other fairy tales: ecological determinants of marine resource utilization –the peruvian case. BINFORD, L.R. [ed.] For theory building in archaeology. New York, Ascademic Press: 157-205. PÁLSSON, G. 1988. Hunters and gatherers of the sea. INGOLD, T., D. RICHES & J. WOODBURN [eds.] 1988. Hunters and Gatherers, Vol 1 : History, evolution and social change, Oxford, Berg: 189-204 PERLMAN, S.M. 1980. An optimum diet model, coastal variability and hunter-gatherer behavior. Advances in archaeological method and theory, 3: 257-310. PORTER, Ch. 1993. GUA-010, un sitio costero erosionado en una zona sísmica activa. Boletín del Museo Regional de la Araucanía (Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Temuco, 1991), 4(1): 81-88. PRICE, T.D. & J.A. BROWN [eds.] 1985. Prehistoric hunter-gatherers: the emergence of cultural complexity. New York: Academic Press. QUIROZ, D. 1991 Investigaciones antropológicas en Isla Mocha. Museos (Santiago), 9: 5-7. D.QUIROZ., M.MASSONE & L.CONTRERAS. Cazadores “talcahuanenses” en las costas de Arauco durante el Holoceno Medio. Perspectivas arqueológicas en Patagonia [Actas del las IV Jiornadas de Arqueología de la Patagonia, Rio Gallegos, Universidad Nacional de la Patagonia, 1998], II: 621-633. QUIROZ, D. & M. SANCHEZ 1993. Poblaciones tempranas en Isla Mocha (Siglo XIV AC). Museos, 15: 9-11. QUIROZ, D. & M. SANCHEZ [eds.] 1997. La isla de las palabras rotas. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana. QUIROZ, D. & M. SANCHEZ 1999. Cazadores, recolectores y pescadores marítimos en las costas de Arauco. Informes del Fondo de Apoyo a la Investigación Patrimonial 1998. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana: 31-37.

102

QUIROZ, D. & M. SANCHEZ 2000a. Le-4: pescadores en las costas de la Araucanía hace 2000 años. Museos [Santiago de Chile], 24: 33-37 QUIROZ, D. & M, SANCHEZ 2000b. Cazadores recolectores marítimos en la araucanía insular y costera: Poblamientos iniciales [6500-3000 a.p.]. Precirculado Simposio Ocupaciones Iniciales de Cazadores Recolectores en el Sur de Chile (Fuego Patagonia y Araucanía), XV Congreso de Arqueología Chilena, Arica QUIROZ, D., M. SÁNCHEZ & M. MASSONE. 2001. Co-3: poblamiento temprano en las costas de Arauco. Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología, 32 [en prensa]. QUIROZ, D., M. SÁNCHEZ , M. MASSONE & L. CONTRERAS. 2001. Prospecciones Arqueológicas en Isla Santa María. Informe Proyecto Fondecyt 1990027. [Ms] QUIROZ, D., M. SÁNCHEZ , M. MASSONE & M. VASQUEZ 1996. Prospecciones Arqueológicas en el área de Tirúa. Informe Proyecto Fondecyt 1950175. QUIROZ, D., M. SANCHEZ, M. VASQUEZ, M, MASSONE & L. CONTRERAS 1998. Cazadores “talcahuanenses” en las costas de Arauco durante el Holoceno Medio. Actas 1er Seminario de Arqueología, zona centro-sur de Chile. Concepción, Universidad San Sebastián: 75-82. QUIROZ, D., SÁNCHEZ, M., ZUMAETA, H. & G. CARDENAS 1990. Reconocimiento antropológico de la Isla Mocha”. Boletin Museo Mapuche de Cañete, 5. Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos. QUIROZ, D. & M. VASQUEZ 1996. La presencia del arcaico tardío en Isla Mocha: excavaciones preliminares del sitio P27-1. Museos, 21: 21-26. QUIROZ, D., M. VASQUEZ & M. SANCHEZ 2000. El arcaico en el litoral higromórifico de Chile. Contribución Arqueológica [Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Copiapó, Museo Regional de Atacama, 1997], 5 (I): 693-711 REES. CH., A. SEELENFREUND, J.C. TORRES-MURA, C. WESTFALL, O. GALVEZ & M. LEMUS 1993. Ocupación prehispánica de la desembocadura del río Maule. Boletín del Museo Regional de la Araucanía [Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Temuco, 1991], 5(1): 161-172. REES, CH., A. SEELENFREUND & C. WESTFALL 1993. Patrones de asentamiento prehispánicos en el valle del río Maule, región central-sur de Chile. Gaceta Arqueológica Andina, 7[23]: 139-159. RICHES, D. 1995. Hunter-gatherer Anthropological Institute, 1[4]: 679-701.

structural

transformations.

Journal

of

the

103

RIVAS P, C OCAMPO y E ASPILLAGA 1999. Poblamiento Temprano de los Canales Patagónicos: El Núcleo Ecotonal Septentrional. Anales Instituto de la Patagonia [Punta Arenas], 27: 221-230. SAHLINS, M. 1972. Stone Age Economics. Chicago: Aldine SAN MARTIN, H. 1964. Información preliminar sobre arqueología de la costa de la Provincia de Concepción y provincias vecinas. Actas del III Congreso Nacional de Arqueología Chilena [Viña del Mar, 1963]. Viña del Mar, Sociedad Chilena de Arqueología: 63-67. SÁNCHEZ, M. 1979. Contribución a la Arqueología del macroambiente meridional de la zona centro sur de Chile. Estudio de la ocupación de un microambiente al sur de Lebu (provincia de Arauco VIII región). Memoria para optar al título de Antropólogo, Concepción: Universidad de Concepción,. SÁNCHEZ, M. 2001. Inspección Arqueológica de un sitio arqueológico en la Población Délano, Tomé. Informe al H. Consejo de Monumentos Nacionales [Ms]. SANCHEZ, M. & A. BUSTOS 1984. Prospecciones arqueológicas en la costa de la Provincia de Arauco, Area de Lebu. Bol.Mus.Reg.Araucanía (Temuco), 1: 53-58. SÁNCHEZ, M. & J. INOSTROZA 1985. Excavaciones arqueológicas en el Alero Quino. Boletín Museo Regional de la Araucanía 2: 53-62. SANCHEZ, R. & N. GAETE 1993 Un asentamiento arcaico al sur del Maule. Museos, 15: 17-19. SANCHEZ, R., N. GAETE & L. VARGAS 1994 Adaptación al medioambiente costero al sur del Maule: Cerro Las Conchas, primer asentamiento arcaico. Boletín del Museo Regional de la Aracucanía, 5: 59-77. SANCHEZ, R., N. GAETE & S. CUMSILLE 1995 Nuevas evidencias para el período arcaico en la costa de la provincia de Cauquenes. Hombre y Desierto [Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Antofagasta, 1994], 9(2): 371-374. SCHRIRE, C. [ed.] 1984. Past and present in hunter.gatherer studies. New York: Academic Press. SEEMAN, M. 1994. Intercluster lithic patterning at Nobles Pond: a case for ‘disembedded’ procurement among Early Paleoindian societies. American Antiquity, 59 (2): 273 – 288. SEGUEL, Z. 1969. Excavaciones en Bellavista, Concepción. Comunicación Preliminar. Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Chilena [La Serena, 1969]. La Serena, Museo Arqueológico de La Serena: 327-350.

104

SEGUEL, Z. 1970 Investigaciones Arqueológicas en la Isla Quiriquina (Comunicación Preliminar). Rehue [Concepción], 3: 39-47. SEGUEL, Z. 1998. El conchal Bellavista 1 y el poblamiento temprano en el sector litoral de la bahía de Concepción. Actas 1er Seminario de Arqueología, zona centro-sur de Chile. Concepción, Universidad San Sebastián: 25-40. SEGUEL, Z. & O. CAMPANA 1970. Las oscilaciones glacio-eustáticas marinas holocénicas y la ocupación del litoral chileno entre los rios Andalién y Tubul en ls provincias de Concepción y Arauco. Planteamiento de una cronología relativa. Concepción: Instituto de Antropología [ms] SILVEIRA M.J. 1996. Alero Los Cipreses (Provincia del Neuquén, República Argentina). GOMEZ OTERO, J. [ed.] Arqueología Solo Patagonia [Segundas Jornadas de Arqueología de la Patagonia]. Puerto Madryn, Centro Nacional Patagónico: 107-118. SOLWAY, J.S. & R.B. LEE 1990. Foragers, genuine or spurious?. Current Anthropology, 31[2]: 187-224. STEWARD, J.H. 1936. The economic and social basis of primitive bands. Lowie, R. [ed.] Essays in anthropology presented to A.L. Kroeber. Berkeley, University of California Press: 331-350. STEWARD, J.H. 1938. Basin-Plateau aboriginal sociopolitical groups. Washington, DC: Smithsonian Institution Press. STUARDO, J., C. VALDOVINOS, R. FIGUEROA & A. OCCHIPINTI 1995. Los ambientes costeros del golfo de Arauco y áreas adyacente. Concepción: EULA. SULLIVAN, A. & K. ROZEN. 1985. Debitage analysis and archaeological interpretation. American Antiquity, 50 (4): 755 – 779. TAVERA, J. & C. VEYL. 1958. Reconocimiento Geológico de la Isla Mocha. Publicación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, 12: 157-188. TESTART, A. 1988. Some major problems in the social anthropology of Hunter-gatherers. Current Anthropology, 29[1]: 1-31. UHLE, M. 1914. La estación paleolítica de Constitución. Revista Chilena de Historia y Geografía, 14: 494-495. UHLE, M. 1915. Investigaciones arqueológicas en Constitución. Revista Chilena de Historia y Geografía, 18: 492-493 USSELMANN, P. 1989. Evolución del clima y sus consecuencias a lo largo del litoral pacífico de los Andes Centrales desde el fin de la última glaciación. Relaciones ...: 237246

105

VAN DER HAMMEN, T. & O.R. ORTIZ-TRONCOSO 1992. Arqueología y medio ambiente en Suramérica septentrional. O.R. Ortiz-Troncoso & T. van der Hammen [eds], Archaeology and Environment in Latin America. Amsterdam, Universiteit van Amsterdam: 9-24. VAN MEURS, M. & A. GORDON 1989. Monkul-1, un conchal precerámico en el centrosur de Chile. Chungará, 23: 19-36. VAN MEURS, M. & A. GORDON 1993. Monkul-1, un sitio de estuario en la IX Región. Boletín del Museo Regional de la Araucanía [Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena. Temuco, 1991], 5(1): 173-180. VALDES, C., M. SANCHEZ, J. INOSTROZA, P. SANZANA & X. NAVARRO 1985. Excavaciones arqueológicas en el alero Quillen I, Provincia de Cautín, Chile. Boletín del Museo Arqueológico de La Serena [Actas del IX Congreso Nacional de Arqueología Chilena. La Serena, 1982], 18: 399-435. VASQUEZ, M. 1994. Navegantes y pescadores de la costa sur chilena. Museos, 19:24-28. VASQUEZ, M. 1997. El período arcaico en la Isla Mocha. Quiroz, D. & M. Sánchez [eds.] La isla de las palabras rotas. Santiago, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana: 215235. VASQUEZ, M. 1998. Análisis de material lítico del sitio arcaico Morhuilla–2 [Le–2]. Informe final proyecto FONDECYT 1950175. VEBLEN, T.T., C. DONOSO, F.M. SCHLEGEL & R. ESCOBAR 1978. Forest dynamic in south-central Chile. Journal of Biogeography, 8: 211-247. VILLAGRÁN, C., 1991. Historia de los bosques templados del sur de Chile durante el tardiglacial y el postglacial. Revista Chilena de Historia Natural, 64: 447-460. WILMSEN, E.N. & J.R. DENBOW 1990. Paradigmatic history of San-speaking peoples an current attempts at revision. Current Anthropology, 31[5]: 534. WINTERHALDER, B. & E.A. SMITH [eds.] 1981. Hunther-gatherer foraging strategies: ethnographic and archaeological analyses. Chicago: University of Chicago Press. YESNER, D.R. 1980. Maritime hunter-gatherers: ecology and prehistory. Current Anthropology, 21[6]: 727-750.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.