Causas endógenas de la implosión de la URSS: movimientos nacionalistas o pugnas por el contorl de los mercados?

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Descripción

Causas endógenas de la implosión de la Unión Soviética: ¿movimientos nacionalistas o pugnas por el control de los mercados?1 Giovanny Cardona Montoya Gerente de Investigaciones de Institución Universitaria CEIPA2

Resumen: Hace un cuarto de siglo, particularmente desde la caída del muro de Berlín en 1989 y de la caída del régimen comunista en la Unión Soviética dos años después, mucho se ha escrito acerca del fin del socialismo real y la debacle de los partidos comunistas en Europa del Este. Continuando con esta línea de reflexiones, el presente artículo pretende ofrecer una hipótesis que explique la disolución de la URSS como Estado soberano. Este trabajo se centra en los intereses de las élites locales de las diferentes repúblicas que componían la Unión Soviética, y en el papel que aquellas jugaron para que, desde una óptica de intereses de mercado, se produjera la implosión de la URSS y la des-rusificación de los territorios para asumir el control de los nacientes estados nacionales.

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El autor ha estudiado el tema desde el período de la Perestroika, cuando vivía en la Ucrania Soviética. El trabajo se realiza a partir de los estudios que realiza el autor sobre Estados, soberanía y clases sociales, articulando la dimensión sociológica con la de la economía política. 2

Economista de la Universidad Estatal de Kiev –Ucrania-, Especialista en Integración Regional (Universidad de Barcelona), Magister en Política y Economía Internacional (Universidad Externado de Colombia), Magister en Integración y Cooperación Internacional (UNR, Argentina); Doctor en Ciencias Pedagógicas (Universidad de Pinar del Rio). Contacto [email protected]; [email protected].

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Abstract

A quarter century ago, particularly since the fall of the Berlin Wall in 1989 and the fall of the communist regime in the Soviet Union two years later, much has been written about the end of socialism and the collapse of communist parties in Europe from the east. Continuing with this line of thinking, this article aims to offer a hypothesis to explain the dissolution of the USSR as a sovereign state.. This paper analyzes the role played by local elites, from a market of interest, to cause the implosion of the USSR and the de-Russification of the former Soviet republics, and thus take control of the territory.

Palabras claves Implosión de la URSS, nacionalismo, élites locales, PCUS, economía planificada, perestroika.

Key Words Implosion of the USSR, Nationalism, local elites, Communist Party of the USSR, planned economy, Perestroika.

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Contenido

- Introducción.

1. Caracterización de la URSS en su dimensión socio-política y socioeconómica.

2. La caída del sistema económico y del régimen político.

3. La desintegración del país. 3.1.

Origen de la categoría “nacionalismo” desde la mirada marxista y desde la perspectiva soviética.

3.2.

El origen de la Unión Soviética: ¿integración de naciones o de territorios?

3.3.

Rusificación y des-rusificación de las repúblicas: la oportunidad de las élites locales.

Conclusiones.

Bibliografía.

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Introducción Las teorías de las Relaciones Internacionales finalizaron el siglo XX con una deuda por pagar: explicar desde sus paradigmas las causas de la repentina desaparición de la URSS como nación y del bloque comunista como sistema. De hecho, el fin de la guerra fría ha servido, incluso, para cuestionar el poder predictivo de las teorías de las ciencias sociales. Como lo plantea Halliday (2006, p.15): “El repentino hundimiento del comunismo ha planteado varias cuestiones prácticas que los estudiosos de las Relaciones Internacionales deben analizar, entre ellas el nacionalismo, la proliferación de armas, la migración, la secesión.” Diciembre de 1991 no sólo significó la caída definitiva del mundo socialista que gobernó a Europa del Este durante casi medio siglo, sino también el desmembramiento político-administrativo del país más grande que existió en el siglo XX: la Unión Soviética. Durante los últimos veinte años se han esgrimido argumentos para explicar las causas que dieron al traste con el sistema político y económico que pretendió desplazar a la economía capitalista y a la democracia liberal. Desde la carrera armamentista, que menguaba la capacidad del Estado Soviético para solventar sus mayores necesidades socioeconómicas, pasando por la confabulación que involucra al neo-conservatismo -entonces gobernante en Gran Bretaña, Estados Unidos y el Estado Vaticano-, hasta llegar a los problemas de eficiencia de su aparato productivo, han sido los argumentos expuestos por diferentes expertos para explicar la supuestamente inevitable desaparición de la cortina de hierro en general y de la Unión Soviética en particular. Sin embargo, la mayoría de estudios realizados sobre el tema, se han quedado en el plano de las especulaciones. Así, por ejemplo, Halliday (2006, p. 15) manifiesta que “El comunismo se hundió, no porque fracasara en algún sentido absoluto –sus pueblos no estaban, en general, ni en rebelión ni muriéndose de hambre-…una explicación de ese hundimiento tendría que estudiar tanto la entropía general de la Unión Soviética como las percepciones y decisiones de sus líderes.” Por lo tanto, 4

hay que buscar la explicación a este fenómeno en raíces más profundas y en escenarios muy diversos al interior de la misma Unión Soviética. El presente estudio se va a centrar en el análisis de las causas internas que puedan explicar la implosión de la Unión Soviética. Para hacerlo vamos a tener en cuenta las características socio-políticas, económicas y culturales de la URSS como país multicultural. Adicionalmente, aunque se tratará de entender las razones por las que el sistema de economía planificada y el régimen político monopartidista se desmoronaran, vamos a darle preponderancia a la pregunta sobre la desintegración del mapa político; en otras palabras, por qué se acabó la alianza político-administrativa de las quince repúblicas soviéticas. Este último tema va a ocupar un lugar importante en este estudio, motivados por la hipótesis de que no existían fricciones realmente significativas entre los pueblos de la URSS para que, casi al unísono, se manifestaran movimientos nacionalistas que reclamaran una plena soberanía al margen de la alianza que inicialmente consolidó el imperio ruso y posteriormente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Esta hipótesis no desconoce la existencia de nacionalismos focalizados que, de hecho, han marcado la política interna y la dinámica de las relaciones internacionales de Rusia en las últimas dos décadas.

1. Caracterización de la URSS en su dimensión socio-política y socioeconómica. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue fundada en 1922, luego de un período de transición que se inició con la Revolución de Octubre de 1917, en la cual los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin toman el poder y derrocan al último Zar de Rusia, Nicolás II. En este proceso, la Constitución Política de 1918, de la entonces República Socialista Federativa de Rusia, fue la base política y jurídica de la que sería la 5

primera nación socialista del mundo. En 1924, la recién creada URSS aprueba su propia Constitución, la cual cobija a todas las repúblicas que conforman al nuevo Estado. Esta Constitución (1977, Art. 72) reconoce claramente la dimensión federativa de la Unión, a la vez señala el derecho de las 15 repúblicas a la separación de la Unión. La Constitución Política de la URSS dos reformas durante toda su vida jurídica: la reforma de 1936, promovida por José Stalin y la de 1977, en tiempos de Leonid Brezhnev como cabeza del Partido Comunista Soviético. El régimen jurídico que se apoyaba en la Constitución Socialista pretendía fundamentar la filosofía de una sociedad que había transitado de la economía de mercado y la propiedad privada hacia el modo de producción socialista, de propiedad colectiva y economía planificada. En el contexto de estos postulados que inspiraban el tránsito de una sociedad inequitativa y de relaciones de explotación a otra más justa y de igualdad entre todos los hombres, se delega al Partido Comunista, representante de los intereses de la clase trabajadora, la responsabilidad de guiar el camino de la sociedad hacia el comunismo. La estructura política de la URSS partía de la idea que la sociedad podía sentirse representada en los diferentes órganos del poder ejecutivo y legislativo a través de procesos de participación liderados por un único partido político. Esto es, una democracia unipartidista. La legitimidad de un solo partido político se argumenta en principios marxistas que establecen que los partidos representan a las diferentes clases sociales y, por ende, un país en el que sólo había una clase social -la de los proletariados-, sólo requería de un partido que los representara. Por lo anterior, el reto del sistema socio-político era asegurar la participación potencial de todos los ciudadanos en los procesos de selección y elección y de sus representantes a los órganos del poder público. En el plano económico, el sistema partía del supuesto de una mayor eficiencia en el uso de los recursos a través de una planificación centralizada de la economía y de una mayor equidad en la distribución de los beneficios por medio de la propiedad colectiva sobre los 6

medios de producción. Ello significaba que se renunciaba al mercado como ordenador social, dejándole un mínimo de existencia en el retail local agropecuario para la comercialización de excedentes particulares.3 La propiedad de los medios de producción debía pertenecer a toda la sociedad y ésta se materializaba a través de las empresas estatales y de las cooperativas. En el caso del sector rural, la propiedad socialista en manos del Sobjos (estatal) y el Koljos (cooperativa). En síntesis, el plano político estaba centrado en la democracia que se pudiera materializar a través del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS, y el plano económico lo copaban la planificación centralizada y la propiedad colectiva sobre los medios de producción. Desde las relaciones internacionales, el debate entre Este y Oeste se fundamentaba en las diferencias ideológicas que se materializaban a través del mutuo desconocimiento de la existencia de sus sistemas democráticos, a la par del reclamo de Occidente a la falta de libertades tras la cortina de hierro, mientras la URSS esgrimía sus tesis marxistas sobre la explotación del hombre por el hombre en el mundo capitalista. Es importante resaltar que al momento del ascenso de Mijail Gorbachov a la Secretaría General del PCUS, la URSS había declarado haber alcanzado la cúspide del Socialismo Desarrollado, en consecuencia, sus pasos siguientes eran hacia el comunismo-comunismo. Esta diferenciación no es de poco peso. En la teoría marxista, el socialismo es una etapa del comunismo en la cual aún subsiste un Estado que representa una dominación de clase. La construcción del comunismo-comunismo como fase final de esta era de desarrollo de la humanidad conllevaba la desaparición del Estado. En consecuencia, una sociedad comunista, sin clases sociales, es también una sociedad sin un Estado que detente el poder.

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En la Unión Soviética, antes de las reformas de Gorbachov, no existía propiedad privada, sino propiedad particular. La diferencia es fundamental, la propiedad privada ocupa mano de obra asalariada, lo que genera plusvalía, mientras la propiedad particular es de explotación personal o familiar.

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Excepto los órganos técnicos de funcionamiento de los diferentes mecanismos de satisfacción de las necesidades sociales (hospitales, almacenes, escuelas, fábricas, etc.) no se requiere un órgano supremo en la superestructura que represente a una clase dominante. Desde el plano económico, la fase del socialismo seguía siendo inequitativa ya que no superaba totalmente todas las barreras para que cada individuo tuviera acceso a la totalidad de los satisfactores materiales y espirituales que requiere para una vida plena. En esta etapa inicial del comunismo, el aporte de cada individuo se mide según su trabajo y los réditos que se reciben dependen de su productividad. Por lo tanto, hay limitaciones para que un individuo satisfaga plenamente sus necesidades. Proponerse ingresar al comunismo-comunismo implicaba crear las posibilidades para que cada individuo aporte de acuerdo a sus capacidades y reciba según sus necesidades. Para ello, según Marx y Engels (1998, p.35) la sociedad debería estar en condiciones de producir plenamente todos los bienes y servicios que requiere y distribuirlos según las necesidades de cada ciudadano.

2. La caída del sistema económico y del régimen político Los planes quinquenales de la URSS en los primeros años de la segunda postguerra mundial mostraron un impresionante repunte de la economía socialista. En 1950, el índice de producción industrial había crecido 70% con respecto a 1940 (año anterior a la invasión alemana). Sin embargo, Bergson (1961) evidencia un desequilibrio

geográfico

en

el

crecimiento:

regiones

como

Kazajstán

y

Samarcanda tuvieron un gran impulso industrial, mientras que los territorios que fueron ocupados por los alemanes (Occidente del país) se recuperaban a una velocidad muy inferior. Aún así, estos primeros lustros de la postguerra muestran un gran potencial en la economía socialista. Entre el cuarto y quinto planes quinquenales, el crecimiento anual fue muy superior al de Estados Unidos o Europa Occidental. De hecho, 8

según datos de Feliú (2004) mientras la URSS crecía con tasas del 15-20%, Estados Unidos lo hacía al 4%. Evidentemente, la URSS hizo ingentes esfuerzos por aumentar su producción de petróleo en los primeros años de la segunda postguerra. Ya para los años setenta, según el US Department of Energy (2007, p.1) la URSS superaba la producción de Estados Unidos, cuando una década atrás apenas alcanzaba el 40% de ésta. Pero, la producción de bienes de consumo tuvo tasas de crecimiento muy inferiores con respecto a la producción de bienes de capital. Igualmente, desde esta etapa se evidencian las dificultades del sector agrícola para cumplir sus metas de producción. Para 1960 se calcula que el campesino soviético era ocho (8) veces menos productivo que un granjero norteamericano, a pesar de ser un sector totalmente mecanizado que ocupaba el 38% de la población. A pesar de que el fortalecimiento de sectores como combustibles, petroquímica, metalmecánico, entre otros, es fundamental para desarrollar una industria sostenible, la poca velocidad con la que crece la producción de bienes de consumo en general y la agricultura en particular, siembra las bases para un descontento de la población que no ve resultados palpables de su novedoso modo de producción. El sexto plan quinquenal no pudo implementarse y el plan septenal de 1959 a 1965 tiene logros similares a los dos anteriores, a pesar de que se implementaron reformas a la planificación centralizada, dando más autonomía a las empresas para programar su producción. Los dos planes quinquenales siguientes, hasta 1975, se apoyaron en decisiones económicas más descentralizadas, más autonomía de las empresas (para fijar producción y distribución del fondo salarial) y énfasis en el crecimiento de la producción de bienes de consumo: se logra el plan de abastecimiento de viviendas urbanas, por ejemplo. Sin embargo, a pesar de que los salarios durante varias décadas subieron significativamente mientras los precios se mantuvieron casi

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estancados, las tasas de crecimiento de la economía fueron bajando y el sector rural cada vez con más fuerza evidenció su incapacidad de cumplir los planes. En opinión de Goldman, (1987, p. 37) la URSS se convirtió en un importador de granos debido a que no sólo había problemas en la producción de alimentos, sino también en el manejo post-cosecha. En su concepto, algunas cosechas se perdían hasta en un 50% después de su recolección. Esta situación evidencia que, a pesar de los discursos de igualdad entre obreros y campesinos, la colectivización del campo llevada a cabo por Stalin, desconoció las particularidades del campesino como ser con arraigo a la propiedad de la tierra. De alguna manera se les trató por igual a la propiedad urbana, enajenada del obrero desde el capitalismo mismo, y a la propiedad rural, a la cual, incluso en el capitalismo, si acceden los campesinos. El período de 1976 a 1985 agudizó la doble dependencia soviética: se triplicaron las importaciones de trigo mientras la balanza comercial se equilibraba con exportaciones de petróleo principalmente. En consecuencia, a pesar de los avances en materia de industria pesada, la URSS era dependiente de las ventas que Occidente le hacía en materia de alimentos y de sus exportaciones de combustibles. Por lo tanto, después de tres décadas de reconstrucción después de la segunda guerra mundial, la URSS no mostraba autosuficiencia en materia alimentaria y en los mercados internacionales no se posicionaba como potencia industrial. Kuhnert (1991, p. 494) plantea que a la llegada de Mijail Gorbachov al poder, esta situación se encuentra agudizada por el bloqueo norteamericano a la venta de cereales como consecuencia de la entrada de tropas soviéticas a Afganistán, el estancamiento de sectores como el petrolero y el siderúrgico y por la caída de los precios mundiales del petróleo –principal fuente de divisas- a partir de 1986,

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cuando Arabia Saudita, Emiratos, Kuwait y Estados Unidos aumentaron significativamente su producción4. Pero, el diagnóstico presentado por Gorbachov al XXVII Congreso del PCUS en febrero de 1986, desnudaba problemas internos que explicarían los resultados nefastos que se encontraban en la insuficiente producción de alimentos y de bienes de consumo y en la obsolescencia de la tecnología que soportaba a todo el aparato productivo. Según Vedery (1991, p. 423) el recién elegido Secretario General del Partido Comunista reconocía que la cúpula del Estado y del partido había cerrado los ojos a realidades que cuestionaban la efectividad del camino tomado: las pérdidas de los koljos habían sido cubiertas con excedentes de las empresas rentables; y para Gregory (1990, p. 213) los esquemas de remuneración no promovían la innovación y el emprendimiento por parte de los trabajadores, quienes, además, no sentían la espada de Damocles del desempleo que pende sobre cualquier trabajador de una sociedad capitalista. La emulación socialista, proclamada por el Partido como la alternativa no explotadora a la competencia capitalista, hacia agua en un sistema económico burocratizado, en el cual la preocupación política de mostrar el éxito del sistema a cualquier costo, conllevó que se maquillaran informes y se desconocieran datos que daban a entender que los individuos de esta anhelada sociedad superior no estaban listos para colocar en su cotidianidad los intereses colectivos por encima de los privados. Gorbachov mostró como los ministerios hacían ingentes esfuerzos, no por elevar la eficiencia y la calidad, sino por mostrar números que se tradujeran en reconocimientos y premios (La Vanguardia, 1986, p. 8). De igual manera, la ineficiencia del Sistema de Estímulos al Trabajo ponía en la picota pública a la

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Los datos históricos de los precios del petróleo, desde 1971 hasta 2007, fueron publicados por el Departamento de Energía de los Estados Unidos. Bravo, Luis. Marketing y Negocios. Estos se pueden consultar en: http://www.luisbravo.org/blog/2008/06/07/evolucion-de-los-precios-del-petroleo-cronologia-de1970-a-2008/

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emulación socialista como filosofía pero, también, al supuesto ciudadano del socialismo: quien debía ser más comprometido con el bienestar colectivo. Dentro de estas fallas estructurales, el informe de Gorbachov destacaba las de la producción agraria. Las cifras mostraban que este eslabón débil del aparato productivo arrastraba un lastre desde los primeros planes quinquenales. Feliú (2004, p. 70) plantea que, con el fin de desatracar el rezago tecnológico, se dio prioridad al desarrollo de la industria pesada, lo que implicaba sacrificar la satisfacción, en una

primera etapa, de las necesidades de consumo de los

ciudadanos, pero garantizando el abastecimiento de alimentos sin pagar los precios que establecieran los campesinos. Desde este mismo momento, el campo se anquilosó porque el campesino del socialismo no encontró en el sistema una propuesta que le estimulara a producir eficientemente. Enfrentar estas realidades era el reto de Gorbachov y para ellas comenzó a implementar sus políticas, compuestas de reformas a la administración de la economía (perestroika) y de una democratización de las decisiones a través de la apertura de canales para que el debate llegara a toda la sociedad (glasnost). Las reformas que propone Gorbachov buscan estimular la iniciativa y la creatividad de los directores de las empresas, de los ingenieros y de los obreros. Todo ello asociado a productividad, eficiencia y calidad. Pero el carro de la historia siguió su rumbo. Gorbachov abrió una puerta que ya no podría cerrar; lo que se pretendía arreglar con ajustes al modelo era cuestionado por una naciente oposición que ponía en tela de juicio al modelo en sí. Críticas a la falta de democracia y de iniciativa privada, reclamos por una apertura de mercados y de espacios políticos para una oposición naciente que no se consideraba representada en el PCUS, fueron gestando una burbuja que explotaría a comienzos de la década siguiente. En consecuencia, al interior del PCUS Gorbachov encontró una nueva oposición: la del ala conservadora de su partido que veía las reformas como un proceso que ponía en peligro el monopolio del poder que tenían. Por ejemplo, según Buslayev 12

(2006, p.3), líderes como Ligachov5, inicialmente vinculados a las reformas, comenzaron a convertirse en abiertos críticos que reclamaban el retorno a ciertos principios de disciplina partidista que, en su concepto, se estaban perdiendo. De otro lado, las reformas propuestas por Gorbachov luego fueron cuestionadas por una naciente oposición que veía el problema no en las debilidades de la gestión del modelo socialista, sino en el modelo en sí. En consecuencia, nace una nueva élite que reclama apertura a la economía de mercados. En el entendido que no hay reforma económica sin reforma política y que el PCUS no representa los intereses de esta naciente “clase social”, los reclamos también van en dirección del sistema político, reclamando el derecho para que nuevos partidos puedan disputar al PCUS el control del Estado. En este contexto, el panorama cambia radicalmente: Gorbachov se halla entre el fuego cruzado de reformistas radicales y de los conservadores de su partido. Los nuevos escenarios creados por la Glasnost abren el camino para que se formulen propuestas que no estaban en los planes iniciales del líder soviético: el carro de la historia había tomado nuevos rumbos y Gorbachov ya no lo controlaba.

3. La desintegración del país. Hasta este momento, los datos presentados evidencian una crisis del sistema económico y del direccionamiento político que podrían explicar por qué el país da un viraje hacia el capitalismo y hacia la democracia liberal pluripartidista. El triunfo de la economía de mercado en detrimento de la planificación centralizada y de la propiedad privada en lugar de la colectiva, se pueden entender como la respuesta de una sociedad a los fracasos del experimento socialista. Incluso, por sustracción de materia, se puede entender que el partido comunista perdiera el control del

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Según Roy Medvedev en su columna del País de Madrid, publicada a cien días del ascenso de Gorbachov, Ligachov y otros líderes habrían ascendido con el beneplácito de Andropov, y eso los asociaba con políticas de anticorrupción. Ver: http://bloquedeleste.mypressonline.com/los-100-dias-de-gorbachov/; pero, con los años, este líder se fue haciendo símbolo de la línea anti-perestroika.

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Estado y que surgiera un ramillete de partidos alternativos que van desde monárquicos hasta neoliberales.6 Pero, la disolución de la Unión Soviética como país no es tan clara en esta perspectiva. ¿Por qué las quince repúblicas no podían continuar su integración socio-política en el marco de un sistema pluripartidista y de economía de mercado?

¿Realmente

fueron

despertaron para aprovechar la

“adormecidas” coyuntura

fuerzas

y revivir

nacionalistas

que

viejos anhelos de

independencia y soberanía? La pregunta se lanza, apoyados en la experiencia de la Unión Europea que, contrario a los sucesos de la URSS, Yugoslavia o Checoeslovaquia, se movía, ya en esa época, hacia una profunda integración.

Adicionalmente, en aras de

mantener el foco de este análisis en la línea propuesta originalmente, vamos a concentrar el estudio alrededor de las relaciones entre Rusia y las restantes 14 repúblicas soviéticas, dejando de lado los debates nacionalistas al interior de la misma Rusia.

3.1 Origen de la categoría “nacionalismo” desde la mirada marxista y desde la perspectiva soviética. Abordar el tema de las identidades nacionales como referente para creación de Estados, implica entender que el sistema de categorías que puede fundamentar una posición determinada en esta materia, conlleva una evidente carga ideológica. Esto es, para interpretar el problema nacional en la URSS y las causas de su disolución político-administrativa, es necesario apoyarse en un paradigma teórico que le de coherencia a la argumentación. Para Andreu Nin, comunista catalán de comienzos del siglo XX, la Nación es un producto directo de la sociedad capitalista. La historia antigua y medieval no conoció esta noción. El fundamento de la Nación es el desarrollo del intercambio 6

Sin discutir el caso de la experiencia China que ha desarrollado gradualmente una economía de mercado en un sistema liderado por su partido comunista.

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sobre la base económica del capitalismo. De hecho, para Nin, después de la primera guerra mundial, en lugar de una Europa unida por pueblos libres se gesta una Europa balcanizada, desmenuzada, con Estados opresores y Estados vasallos, separados por barreras geográficas y arancelarias.7 8 En palabras de Stalin (1913), que nos sirve de referente para entender el fundamento sobre el que la URSS definió su cuestión nacional, “La Nación no es simplemente una categoría histórica, sino una categoría histórica de una determinada época, de la época del capitalismo ascensional. El proceso de liquidación del feudalismo y de desarrollo del capitalismo es, al mismo tiempo, el proceso en que los hombres se constituyen en naciones.” En otras palabras, el nacionalismo es parte de la dinámica de surgimiento y consolidación del capitalismo como modo de producción, en detrimento de las barreras feudales que, obstaculizando el comercio, minaban las posibilidades de una identidad nacional. Sin embargo, para la época en que surge el primer Estado comunista del mundo, Rusia no hacía parte precisamente de esa élite geográfica en la que triunfaba contundentemente el capitalismo. De ahí el planteamiento de Stalin (1913, p. 6): Mientras que en el Oeste las naciones se desarrollan en Estados, en el Este se forman Estados multinacionales, Estados integrados por varias nacionalidades. Tal es el caso de Austria-Hungría y de Rusia… En Rusia, asumieron el papel de unificadores de las nacionalidades los grandes rusos, a cuyo frente estaba una potente y organizada burocracia militar aristocrática formada en el transcurso de la historia. Este modo peculiar de formación de Estados sólo podía tener lugar en las condiciones de un feudalismo todavía sin liquidar, en las condiciones de un capitalismo débilmente desarrollado, en que las nacionalidades relegadas a segundo plano no habían conseguido aún consolidarse económicamente como naciones integrales.

Sin embargo, aunque con rezago, el capitalismo emerge lentamente en el Este de Europa y ello da pie a que grupos de intelectuales comiencen a promover una identidad nacional. Por lo que, en palabras de Stalin “…las naciones postergadas que despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales 7

El subrayado es nuestro.

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Nin, quien fue comunista español vinculado al proceso revolucionario ruso de 1917, deja estas reflexiones de cara a lo que sería la discusión de la “cuestión nacional” al interior de la pugna entre bolcheviques y mencheviques. Nin, fue cercano a Trotsky, líder menchevique. Sus ideas fueron consultadas el 15 de octubre de 2010 en: http://www.kaosenlared.net/noticia/andreu-nin-cuestion-nacional

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independientes: tropiezan con la poderosísima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes (burgueses)9, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado.” Así se constituyeron como nación los letones, los lituanos, los ucranianos, los georgianos, los armenios, etc. en Rusia. En consecuencia, para el marxismo es claro que la burguesía se viste de nacionalismo e invita a arroparse bajo su capa a las diferentes clases sociales, sobre la necesidad de dar salida a sus mercancías y salir vencedora en su competencia con la burguesía de otra nacionalidad: he ahí su objetivo. De aquí su deseo de asegurarse "su" mercado, un mercado "propio". Según Stalin, (1913) “El mercado es la primera escuela en que la burguesía aprende el nacionalismo.” Pero, el nacionalismo no sólo se puede entender como una manifestación de relaciones de producción capitalistas. Ella adquiere vida propia, diseña sus propias vestimentas. En la lucha por el control nacional, los Estados “opresores” pretenden imponer su lengua, sus creencias, sus costumbres, en otras palabras, colonizar desde la cultura. Y es allí donde intelectuales de las naciones oprimidas asumen, en una relativa independencia frente a la burguesía, una posición nacionalista no mezquina, sincera, motivada desde la identidad nacional. No se entienden así mismos como “marionetas de la clase dominante de la nación dominada”. Sin embargo es un hecho que la burguesía de la nación oprimida, que se ve acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en movimiento. Apela a "los de abajo de su país" y comienza a clamar acerca de la "patria", haciendo pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo. Entonces, en esta combinación de intereses económicos de la clase dominante y nacionalismo espontáneo liderado por intelectuales, y seguido por diferentes grupos sociales, se gesta un nacionalismo cuya magnitud está determinada por el grado en que participan en él las diferentes capas de la Nación.

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El paréntesis es nuestro.

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3.2 El origen de la Unión Soviética: ¿integración de naciones o de territorios? La Unión Soviética es heredera natural del Imperio Ruso. Al momento de la revolución socialista un sinnúmero de pueblos y naciones hacían parte del gran imperio de los zares, el cual se había consolidado en un proceso de cuatro siglos. Sin embargo, estas unidades territoriales que dieron origen a la URSS, no son exactamente las mismas que se separaron en 1991 al desaparecer la Unión Soviética. Ucrania, Rusia y Bielorrusia son repúblicas que aparecen como fundadoras de la Unión Soviética a comienzos del decenio de 1920. Adicional a éstas, otras repúblicas ya estaban claramente constituidas pero por fuera de la URSS: Estonia, Letonia y Lituania. Muy diferente es el caso de territorios y etnias en el resto del país. Repúblicas como Kirguistán (1936), Kazajastán (1936), Armenia (1936), Moldavia (1940) o Tadyikistán (1929) no existían en 1917. Estos territorios eran ocupados por diversos pueblos y naciones que convivían al interior del imperio ruso. De hecho, en las primeras décadas de la naciente república socialista, Georgia, Armenia y Azerbayán constituían la denominada República Transcaucásica. Igualmente, parte de lo que posteriormente se denominó Moldavia, hacía parte, en los albores de la URSS, de la República Soviética de Besarabia (1919). De igual manera, otras identidades culturales como la china, la alemana, la gallega, la persa, la abjasia, entre otras, lograron temporalmente el reconocimiento de repúblicas al interior de la URSS. Esta diversa complejidad de historias sólo ratifica un hecho: al interior del imperio ruso, antes de la revolución de 1917, convivían diversos grupos sociales (etnias, pueblos, naciones) con diferentes niveles de desarrollo cultural.10 Es un hecho que la Unión Soviética no surge de la alianza entre 15 Naciones Independientes. O sea, La URSS fue la conformación de un Estado Socialista construido sobre las ruinas del imperio ruso, del cual se desprendieron algunos pueblos y naciones 10

Según Hutchings, (1971), al interior de la URSS convivían diferentes.

más de 70 identidades culturales

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(como el caso de Finlandia) y en el cual permanecieron otros grupos cuya identidad no era, en todos los casos, la de una Nación claramente concebida. A esta compleja unión se anexan, en el marco de la expansión alemana y el desarrollo de la segunda guerra mundial, las naciones bálticas, entonces países independientes, y pueblos de ucranianos del sur que, otrora, hacían parte de Polonia. En el caso de la unión entre Rusia y Ucrania, ésta abarca varios siglos de historia: en el siglo IX la kievskaya rus (en Ucrania) dio origen a la identidad rusa, teniendo a Kiev como su capital. En el siglo XVII, Bogdán Jmelnitzky promueve la unión de Ucrania a Rusia y desde el siglo XVIII dejó de ser autónoma para convertirse en la Malaya Rossiya (Pequeña Rusia). Antes de conformar la Unión Soviética, las tierras de la República de Bielorrusia fueron distribuidas entre varios países étnicamente diferentes: el principado de Polstk, el Ducado de Lituania y el Estado de las dos naciones. O sea, la etnia belarús no tiene una historia de fuertes lazos intra-culturales que haya sido significativa antes de la creación de la Unión Soviética. Incluso, con la caída de la URSS, este país tuvo la principal iniciativa de crear una nueva integración con Rusia, a dicho proyecto que se gestó en 1999, se adhirieron Ucrania y, parcialmente, Serbia. Intereses políticos del dictador Belarús del momento, no permitieron que prosperara la iniciativa. De igual manera, la vinculación del pueblo kazajo a Rusia data del siglo XVIII; Uzbekistán, cuna de múltiples migraciones, es tomada por el imperio ruso en el siglo XIX, a pesar de que ella misma ya se hallaba dividida en tres grandes grupos étnicos. Historia similar a la de Uzbekistán es la de otros pueblos del Asia Central, como Kirguistán. En consecuencia, no es evidente que la URSS hubiera surgido del poder de una nación dominante sobre otras naciones subyugadas. Si bien, algunas naciones sólidamente concebidas pueden haber sido anexadas forzosamente, como fue el caso de las bálticas -acuerdo secreto Stalin-Hitler, derivado del Tratado de No 18

Agresión Ribentrop-Molotov-, muchos de los territorios que hicieron parte de la URSS conservaban fuertes vínculos de intercambio recíproco –económico, social y cultural- derivados de un arraigo histórico que, en algunos casos, cobijaba varios siglos, a la vez que aquellos en sí no eran el núcleo de naciones desarrolladas, sino de tribus y pueblos mixtos sin una identidad cultural homogénea.

3.3 Rusificación y des-rusificación de las repúblicas: la oportunidad de las élites locales. A pesar de los anteriores argumentos, es un hecho que la implosión de la Unión Soviética no sólo acabó con el socialismo y el monopolio del partido comunista en el poder. Además de éstos, un país con fronteras centenarias se desgajó en 15 partes, dando origen a 14 nuevas naciones y dejando a Rusia como heredera de la diplomacia y el poderío militar soviético. En consecuencia, deben existir razones de peso para que las nuevas élites no vieran en la federación un camino para el desarrollo en el

marco de la

globalización. Contrario al proceso europeo occidental, entonces modelo exitoso de integración, las ex repúblicas soviéticas tomaron el camino de la independencia a pesar de firmar un nuevo tratado, el de la Comunidad de Estados Independientes que, con el correr de los años, demostró que fue mas instrumento formal para eliminar el puesto de Presidente de la URSS, que por última vez ostentó Gorbachov, que una verdadera alternativa de integración. El nuevo camino tomado no es sencillo: crear sistemas monetarios autónomos, fronteras aduaneras, políticas fiscales, diplomacia, etc. es un entramado de procedimientos que requieren de una decisión política con verdaderos fundamentos de identidad nacional, so pena de traer costosas consecuencias, de no ser así. Y, apoyados en la tesis de que los nacionalismos son fundamentalmente instrumentos de burguesías con intereses económicos y en el hecho de que existían fuertes razones de peso para que las ex repúblicas soviéticas continuaran 19

unidas en un proceso de construcción del capitalismo, se hace necesario revisar el tema del control del poder en las recientes naciones. Un hecho era claro, las nuevas élites de los nacientes países tenían una connotación pluri-étnica en la mayoría de los casos, con un ingrediente común: una importante y poderosa diáspora rusa en cada uno de ellos. Tras la desaparición de la URSS, allende las fronteras de Rusia surgió una importante diáspora rusa. Esta se compone de los rusos autóctonos (25 millones de personas), otras etnias que consideran al ruso como su lengua materna (11,2 millones), así como de otras identidades étnicas de Rusia, que consideran materno el idioma de su nacionalidad. A este último grupo pertenecen más de 800.000 tártaros, alrededor de 80.000 bashkires, decenas de miles de chuvashes, morduinos, udmurtos, maris, etc. La diáspora rusa en los territorios disgregados de la ex Unión Soviética cuenta aproximadamente con 38 millones de personas.11 Con la caída de la URSS, la diáspora rusa pasó de ser representante de la mayoría étnica nacional a convertirse en una importante minoría local. El caso es que ante la ausencia de una economía de mercado, el poder de los rusos en cada república soviética se manifestaba fundamentalmente en las esferas del poder político, militar o cultural. Al acabarse el régimen socialista, las nuevas élites locales requieren tomar el control político como base para asegurar su transición hacia una nueva clase social: la naciente burguesía nacional. El tema es crítico en diferentes casos, por ejemplo, en Kazajstán el 23% de la población son rusos; en el caso de Ucrania, el censo de 2001 arrojó que más de una cuarta parte de la población tiene al idioma ruso como lengua materna, aunque sólo el 60% ellos son rusos. Incluso, el 66% de los ucranianos declara

11

Estos datos son tomados de RUSIA: el país más grande del mundo. Para ampliar información se puede consultar en: http://blogs.myspace.com/index.cfm?fuseaction=blog.view&friendId=205998373&blogId=283735672

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hablar lengua rusa. En el sur y el este del país, más del 80% de la población habla sólo lengua rusa.12 En el caso de Georgia, la migración de rusos hacia su tierra natal ha sido enorme por los conflictos militares en el Cáucaso; en consecuencia, se calcula que menos del 2% de la población de este país, actualmente, es rusa. En Uzbekistán se presenta una situación similar con una diáspora que no alcanza el 6%. En el caso de Bielorrusia y Moldavia, los rusos corresponden al 11% y 8% de la población, respectivamente.13

Por lo tanto, si bien no es evidente la existencia de naciones con fuertes desarrollos socioculturales antes de la alianza u ocupación por parte del imperio ruso entre los siglos XVII y XIX o durante el período de la URSS en el XX, sino que se trataba en muchos de los casos de pueblos, territorios y etnias en proceso de desarrollo cultural con una muy antigua relación con el pueblo ruso, tampoco se puede desconocer que al momento de desaparecer el socialismo y el monopolio del partido comunista, las élites locales si tenían motivaciones propias –políticas, culturales y económicas- para desligarse de Rusia, como un paso para crear una nueva burguesía que guiara sus naciones por el camino del capitalismo.

Conclusiones En una revisión endógena se puede destacar que la desaparición del socialismo y del monopolio de poder por parte del Partido Comunista de la URSS responden a dinámicas lógicas que reflejaban la inviabilidad del sistema propuesto. Si bien Gorbachov no pretendía acabar con el sistema sino ajustarlo para corregir sus supuestos defectos, el debate interno llevó el proceso por un rumbo que el padre de la Perestroika jamás había imaginado: de regreso al capitalismo.

12

Datos obtenidos de la encuesta del Instituto Internacional de Sociología de Kiev (2003)

13

Datos obtenidos de Gordon, Raymond G., Jr. (ed.), 2005. Ethnologue: Languages of the World, Fifteenth edition. Dallas, Tex.: SIL International. La versión Online se puede consultar en: http://www.ethnologue.com

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El final de sistema económico, y la forma como éste se dio, no daban pie a otro camino paralelo que el de la pérdida de legitimidad del PCUS para llevar las riendas del país en el nuevo contexto.

Sin embargo, el desmembramiento del país como unidad político-administrativa no tenía que ser una consecuencia de los fenómenos analizados. El hecho de que las 15 repúblicas se hubieran separado no se corresponde con la crisis económica planteada, ni con reclamos de identidad nacional reprimida –exceptuando los casos de las repúblicas bálticas- sino que se relaciona con la necesidad de las élites locales de hacerse al poder político pleno, para poder tomar control de los medios de producción que se convertían por primera vez en propiedad privada y, así, erigirse como burguesía nacional.

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