Catolicismo y política en la transición a la democracia en la Argentina. Observaciones sobre los discursos en torno a las violaciones a los derechos humanos

June 25, 2017 | Autor: Juan Eduardo Bonnin | Categoría: Discourse Analysis, Religion and Politics, Análisis del Discurso, Religión y política
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Descripción

Aldo Ameigeiras (organizador)

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aPolítica y catolicismo o catolicismos políticos?

-

Miradas y perspectivas sobre una relación conflictiva en la Argentina

Autores:

Juan Eduardo Bonnin, Roberto Bosca, Domingo Bresci, Humberto Cuchetti, Roberto Di Stefono, Luis Donatello, Marcelo Gonzdlez; Fortunato Mallimaci, José Pablo Martín, Eduardo Rinesi y Horacio Verbitstky

Universidad Nacional de General Sarmiento

.¿Política y catolicismo o catolicismos políticos? : miradas y perspectivas sobre una relación conflictiva en la Argentina / Aldo Rubén Ameigelras ... [et.a!.]: - la ed: _ Los Polvorines: Universidad Nacional de General Sarmiento, 2014. 256 p.; 21x15 cm.

Índice ,<

Presentación

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Aldo Rubén Ameigeiras

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ISBN 978-987 -630-179-4

PRIMERA PARTE 1. Catolicismo. 2. Ciencias Políticas. 3. Religión. 1.Ameigeiras ,Aldo Rubén CDD230

POLÍTICA

y CATOLICISMO:

PERSPECTIVAS

DE UNA RELACIÓN

CONFLICTIVA

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El catolicismo y la política: vínculos y diferencias

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Fecha de catalogación: 28/02/2014 Cristianismo y política en el siglo XXI: conceptos, secularización y éticas cristianas /

Fortunato Mallimaci

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I El divorcio imposible: política y religión en el siglo

XIX argentino /

Roberto Di Stefono Dios es argentino. El clerícalisrno político /

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Roberto Bosca © Universidad Nacional de General Sarmiento, 2014 J. M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines (BI613GSX) Prov. de Buenos Aires, Argentina Te!': (54 11) 4469-7578 [email protected] www.ungs.edu.ar/ediciones

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Militantes católicos en la historia argentina reciente. ¿Políticos o religiosos?

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Del Partido Demócrata Cristiano al comunitarismo. Los empresarios católicos y la política /

Luis Miguel Donatello Diseño gráfico de colección: Andrés Espinosa - Departamento de Publicaciones - UNGS Corrección: Edit Marinozzi

Trayectorias militantes entre Cristo y Perón: militantismo, religión secular y desencantamiento

Humberto Cucchettí Hecho el depósito que marca la Ley 11723 Prohibida su reproducción total o parcial Derechos reservados

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Juan Eduardo Bonnin

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El Movimiento

de Sacerdotes del Tercer Mundo

Relecturas del texto de José Pablo Martín desde algunos desarrollos recientes en el campo bíblico, teológico y de los orígenes cristianos / Marcelo Gonzdlez

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La incidencia del Movimiento de Sacerdotes para el . Tercer Mundo en la Iglesia y en la sociedad argentina / Domingo Brescí

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La compleja experiencia de escribir un libro / José Pablo Martín

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SEGUNDA PARTE Reflexiones, comentarios y debates en torno a los libros: El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, de José Pablo Martín (nueva edición) y La mano izquierda de Dios, de Horacio Verbitstky 209 Presentación Eduardo Rinesi

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radical a la profesionalización partidaria, de la comunidad a la sociedad, rompiendo así con la utopía carismática sostenida a contrapelo de los acontecimientos por el propio fundador de Guardia de Hierro. El mito del jefe, de la unidad, de la organización de cuadros celosa observante del carisma del fundador, se había resquebrajado histórica y políticamente en este universo peronista. El análisis concreto realizado nos conduce a reconocer una metamorfosis que se entronca con un proceso de desencantamiento del mundo: Veía Marcel Gauchet en esta idea una interpretación de larguísimo aliento que se consumaba también en la incineración del sustento social de las religiones seculares, 26 Yendo~is lejos, este proceso no solo no era refutado por el llamado retorno de las religiones, sino, al contrario, confirmado por él. En revancha de las religiones seculares, el comunirarismo religioso buscó sin éxito presentarse como modelo de re-religiosizacíón. Así, el retorno en realidad no 10 es, representando un proceso de ulcraindividualízacíón de las creencias y ratificando el proceso de salida de la religión. La carolización de Guardia de Hierro, de las exredes del Trasvasamiento, y la confesionalización resultante no suponen la vieja restauración del movimiento católico integral, sino la descomposición de una religión secular en formas de comunitarismos, y la desintegración entre un tiempo político particular y un tiempo político general. La mal llamada "crisis de la política" no es, en este sentido, otra cosa que la crisis y descomposición de cierto mili.l¡lntismo que encontró en los años 70 su manifestación cúlmine. . Por otro lado, la secularización de las trayectorias de la OUTG-individuos que socializados intensivamente en una congregación peronista comenzaron a ocupar más tarde posiciones encumbradas en la dirigencia partidaria, en el Estado- atestigua también una transferencia al mundo político. Y desde el costado de la organización, tal secularización marca un vacío en la transmisión generacional, de un retroceso de las organizaciones de cuadros tal cual estas fueron en otra época. En el linaje de conversión católica estuvo la intención de rearmar la O UTG, invocando el regreso de Guardia de Hierro o incluso formando el Partido de la Solidaridad en los años 90, que participó fugazmente en la creación del FREPASO. Nada de eso fue exitoso. Los actores hubieran deseado la reconstitución de ese militantisrno y no pudieron lograrlo. En el medio, la sociedad política argentina había cambiado.

Maree! Gauehet, Le desenchantement da-monde. Une bistoire politique de la religion, Gallimard. París. 1985.

.Catolicismo y política en la transición a la democracia en la Argentina. Observaciones sobre los discursos en torno a las violaciones a los derechos humanos Juan Eduardo Bonnin'

Introducción Las investigaciones que, desde la sociología y la historia, se han ocupado de las relaciones entre religión y política han señalado reiteradas veces las dificultades para establecer límites entre dos espacios que nominalmente podemos distinguir, pero que se encuentran unidos de modo indisoluble en numerosas dimensiones, que van desde los ámbitos de sociabilidad y las redes entre individuos, grupos e instituciones hasta la construcción de imaginarios compartidos en torno a la sociedad, la nación y la democracia. Por otro lado, el análisis del discurso, como disciplina que se interroga por la dimensión significante de las prácticas sociales (Verón, 1987), permite observar el funcionamiento de estos aspectos de las relaciones entre religión y política desde el punto de vista de la recontextualización discursiva que los actores realizan de la acción (Van Leeuwen, 2008:'3-7). Esto, sin embargo, no supone una distinción entre "lo que dicen" y "lo que hacen" o "los discursos" y "las prácticas". Por el contrario, implica considerar a ambas como dimensiones de una misma actividad significante en la que las palabras hacen cosas y las acciones producen significados.

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En este marco, que necesariamente interpela a diversas disciplinas, hemos realizado nuestras investigaciones sobre las relaciones entre discurso político y discurso religioso en la transición democrática en la Argentina. Del conjunto de resultados obtenidos (Bonnin, 2012), aquí presentaremos una part~ que, desde el punto de vista empírico, se propone abordar el vocabulario político de la época a partir de los diversos empleos de un término, "reconciliación", que aparece compartido por los actores en lo formal, aunque los sentidos qué se te· atribuyen sean diferentes e, incluso, opuestos. Observaremos, enconsecuencia,la emergencia de un primer esquema utópico presentado en el documento Iglesia y comunidad nacional (1981) de la CEA (Conferencia Episcopal Argentina) y un segundo concepto prescriptivo-práctico formulado en 1983 en la pastoral En la hora actual del país. Luego de analizar las condiciones y los efectos de interpretación de ambos modelos, nos detendremos en dos casos de uso del término reconciliación con funciones diferentes en campos discursivos diferenciados: a) la sanción y luego anulación de la Ley 22924, de amnistía, entre agosto y diciembre de 1983; b) los alegatos de la defensa y los testimonios judiciales presentados en el Juicio a las Juntas militares, entre abril y agosto de 1985.

1. Perspectiva de abordaje: entre el análisis del discurso y la historia conceptual ~ ~. Una de las prevenciones que el análisis del discurso suele presentar entre los cientistas sociales es el foco puesto en el aspecto lingüístico-formal de los textos analizados. Como señala 1heo van Leeuwen (2008: 23), resulta heterodoxo para los lingüistas comenzar por la acción social y no por el discurso. En sus propios términos, el desafío es detectar el inventario socio-semántico de modos de representación de los actores sociales, y solo en una segunda instancia interrogarse acerca de los procedimientos lingüísticos empleados para ello. Esto se debe, al menos, a dos motivos de carácter teórico. En primer lugar, el lenguaje no se corresponde término a término con las formas de acción social; al no haber una relación transparente entre ambos, no hay tampoco una correlación unívoca entre categorías gramaticales y sociológicas (por ejemplo, entre "agente" en sentido sociológico y "agente" como rol gramatical en el sentido de Halliday, 1994). En segundo lugar, Van Leeuwen sostiene una concepción más amplia del "significado", que supone un anclaje cultural antes que lingüístico y que, en consecuencia, se produce y realiza por códigos y sistemas semióticos variados.

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De este modo, ni las categorías gramaticales se corresponden inequívocamente con los tipos de acción social, ni la lengua es el único medio de realización de significados sociales. En esta problemática teórica se aloja nuestra investigación, en la cual nos proponemos analizar la dimensión significante de las prácticas sociales y no el funcionamiento contextualizado de las categorías gramaticales, considerando que lo primero se corresponde con el campo del análisis del discurso, mientras que lo segundo es más propio de la sociolingüística. En consecuencia, no nos detendremos en el funcionamiento de las nominalizaciones en el discurso religioso, sino que nos preguntaremos en qué medida contribuye una nominalización proveniente del mundo católico -a partir de sus propiedades gramaticales, pragmáticas y sus condiciones de producción- a generar qué efectos de sentido en la discursividad política de la transición democrática. En particular, nos detendremos en el caso del término reconciliación, seleccionado en el marco de las interpretaciones dispares que ha generado en el campo académico y, en general, en los discursos sobre las violaciones a los derechos humanos en el período 1975-1990. En efecto, algunas interpretaciones contemporáneas atribuyen, como consecuencia de una construcción de memoria, un significado estable al término, cristalizado como sinónimo de "amnistía". Así, autores como Horacio Verbitsky afirman que "reconciliación" era, a fines de la década del 70, "la palabra código por impunidad" (Verbitsky, 2006: 238). Esta afirmación es hecha respecto de la relación entre "las exigencias de la justicia" y "el perdón y la reconciliación" en un documento de la CEA de 1978 (Ganar la paz). Sin embargo, en 1978 todavía se encontraba en vigencia el "pacto cívico-militar" que dotaba de legitimidad de ejercicio al gobierno de la Junta (Novaro y Palermo, 2003). A pesar de la progresiva erosión del régimen militar, la posibilidad de un juicio por la represión ilegal -es decir, de un marco jurídico en el cual tendría sentido el concepto de impunidad- era inexistente, al menos en el interdiscurso que puede colegirse del examen de documentos de la época y de la bibliografía especializada. Recién a partir de la derrota de Malvinas, en 1982, y más claramente a partir de 1983, frente a la inminencia del llamado a elecciones, comienza a existir la posibilidad -discursiva y política- de juzgar a los militares por los delitos cometidos en la represión ilegal (Bonnin, 2012). Estas miradas, reproducidas también en el mundo de las investigaciones . académicas, se encuentran imbuidas de una concepción teleológica de la historia acerca de la que ya han alertado historiadores de las ideas como Koselleck (1975)

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y, especialmente acorde con nuestra perspectiva de análisis, Skinner (2002). De este modo, atribuyen a los términos del pasado el sentido del presente, o los interpretan de modo teleológico como pasos para alcanzar, como finalidad más o menos consciente, los hechos que luego tendrían lugar. En nuestro caso, estas lecturas interpretan el documento de los obispos que hemos citado antes como si prepararan, en 1978, la legitimación discursiva necesaria para la .ley de autoamnistía de 1983. Si, en cambio, adoptamos una mirada histórica an¿ladi .. en los actores y los sistemas de opciones -en este caso, discursivas-'- disponibles, la comprensión del fenómeno cambia. En efecto, el término reconciliación, en el campo político argentino, estuvo vinculado a comienzos de los años 80 al discurso religioso," siendo apropiado con rapidez por sujetos provenientes de diversas redes de grupos e instituciones: desde las Fuerzas Armadas en el gobierno hasta la Multipartidaria Nacional y las organizaciones de derechos humanos." También por el presidente Alfonsín en su discurso inaugural frente a la Asamblea Legislativa en 1983 y por Menem en el mismo acto de 1989. Fue utilizado por la Junta de Gobierno que, en 1983, publicó el Documento Final, previo a la Ley de Autoamnistía, y después por q uienes criticaron ambos textos, desde algunos obispos hasta el entonces candidato Raúl Alfonsín, incluyendo luego a los legisladores que declararon la nulidad de dicha ley. Poco más tarde, sería empleado en el Juicio-a las Juntas Militares de 1985 y en la fundarnenracíón de los decretos d~ indulte que, firmados por el presidente Menem en 1989 y 1990, liberaron a jefes militares, guerrilleros y políticos involucrados en la violencia política. En 1987, algunos miembros de la Corte Suprema de Justicia usaron el término en la fundamentación de

2 Recordemos que las Comisiones de Verdad estuvieron de alguna manera vinculadas a líderes religiosos, muchos de ellos católicos, como e! arzobispo Desmond 'Iutu, que fuera presidente de la Truth and Reconciliation Commission sudafricana. En e! caso peruano son tres los miembros de! clero católico (los obispos José Antúnez de Mayolo y Luis Bambarén Gaste!umendi y e! sacerdote Gastón Garatea Yori) y un pastor protestante (Humberto Lay Sun, de la Unión Asambleas de Dios). La CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) argentina tuvo un obispo católico, Jaime F. de Nevares, uno merodista, Carlos T. Gattinoni, y un rabino judío, Marshall. T. Meyer.

A excepción de las Madres de Plaza de Mayo, las cuales publicaron una solicitada en e! diario Clarín de! día 22 de mayo de 1983 que concluía diciendo "ni perdón, ni justicia" en alusión a las condiciones propuestas por el episcopado para la reconciliación, las demás organizaciones, incluidas la APDH (Asamblea Permanente por .los Derechos Humanos) o e! SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia) de Adolfo Pérez Esquive!, incorporaron e! término a sus documentos y comunicados de la época. 3

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la Ley de Obediencia Debida. Y, con casi dos décadas de posterioridad, en la anulación de dicha ley. En suma, la historia del término "reconciliación" no muestra el trayecto lineal de una palabra asociada de forma inmutable a un concepto, utilizada por locutores semejantes con funciones análogas. Por el contrario, es una huella de los conflictos y negociaciones entre sectores diferenciados, incluso enfrentados, que luchan por fijar un sentido. Y, a su vez, nos permite ver el terreno común pisado por estos actores; un campo abonado léxicamente por el catolicismo que, sin cristalizar en un significado unívoco, atravesado también por esas diferencias, establece límites político-religiosos a la discursividad democrática de la década de 1980.

2. La emergencia del término y la formulación de dos esquemas conceptuales La palabra "reconciliación" forma parte del vocabulario teológico católico con dos sentidos vinculados pero diferentes. Por una parte, el término tiene un contenido dogmático que designa la acción ejercida por Cristo que, al morir en la cruz, reconcilia a la humanidad con Dios después de que esta se alejara de él por el pecado.' Por otra parte, designa el sacramento por el cual los pecados del penitente son perdonados por Dios mediante la intervención del sacerdote que, en representación de la Iglesia, lo reconcilia con la divinidad y los demás seres humanos, de quienes se distanciara también por el pecado.? El primer modelo o esquema conceptual involucra una dimensión trascendente y universalista; el segundo, en cambio, designa un procedimiento, prescribe una serie de acciones y actitudes necesarias para alcanzar una determinada meta. Al emplear el término en el campo de la política, este se presenta, en el "La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente e! sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1436; los destacados me pertenecen). 5 "Hay que subrayar también que e! fruto más precioso de! perdón obtenido en e! Sacramento de la Penitencia consiste en la reconciliación con Dios, la cual tiene lugar en la intimidad de! corazón de! hijo pródigo, que es cada penitente. Pero hay que añadir que tal reconciliación con Dios tiene como consecuencia, por así decir, otras reconciliaciones que reparan las rupturas causadas por e! pecado: e! penitente perdonado se reconcilia consigo mismo en e! fondo más intimo de su propio ser, en e! que recupera la propia verdad interior; se reconcilia con los hermanos, agredidos y lesionados por él de algún modo; se reconcilia con la Iglesia; se reconcilia con toda la creación" (Reconciliatio et Paenitentia, 31 [1984]; los destacados me pertenecen). 4

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primer caso, como un horizonte futuro, una convivencia armónica producto de lo que denominamos e! esquema utópico de la reconciliación. En e! segundo caso, en cambio, el término posee un sentido coyuntural más definido: la reconciliación se trata de un procedimiento prdctico-prescriptiuo para alcanzar objetivos inmediatos." .

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De este modo, e! primer modelo puede activarse en función de objetivos más o menos indeterminados y en condiciones de producción más o menos . estables; esto le permite servir argumentativamente a conclusiones diferentes en, fórmulas más o menos cristalizadas. El segundo, en cambio, supone un anclaje más directo en la situación de enunciación y, como consecuencia de su carácter procedimental, desplaza el conflicto semántica a las decisiones prácticas que han de tomar los actores. Así, en términos de su funcionamiento argumentativo, e! primer esquema garantiza la legitimidad de los fines, y deja indeterminado e! ámbito de los medios; e! segundo, por el contrario, lleva el enfrentamiento por el sentido al ámbito de los medios concretos propuestos por los actores. Los siguientes apartados ilustran ambas dinámicas. En e! primero, observaremos cómo la reconciliación propuesta por e! episcopado en 1981 podía ser vagamente identificada con la institucionalización democrática aunque sus contenidos fueran definidos en sentido negativo. En e! segundo, ya en 1983, veremos que e! esquema práctico-prescriptivo es apropiado por los actores políticos en orden a definir o impugnar una eventua~ l
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