Catolicismo de masas en Santiago del Estero. La festividad del Sr. de los Milagros de Mailín a principios del siglo XX

September 20, 2017 | Autor: M. Tenti | Categoría: historia de la Iglesia
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Descripción

Representaciones sobre historia y religiosidad Deshaciendo fronteras

Ana Cecilia Aguirre Esteban Abalo coordinadores

prehistoria ediciones

Catolicismo de masas en Santiago del Estero La festividad del Señor de los Milagros de Mailín a principios del siglo XX MARÍA MERCEDES TENTI

L

.i festividad del Señor de los Milagros se celebra el día de la Ascensión del Señor, en Mallín, en la provincia de Santiago del Estero. Hasta el siglo XIX, Mailín' era una población de cierta importancia, punto de paso en los caminos |in i Hmiinicaban el norte argentino con el puerto. Cuando se construyó el ferrocarril • ili i« de ladoy se acentuó el proceso migratorio, acelerado luego de agotada la expl 'ii forestal. La fiesta del santuario quichua2 congregaba a miles de peregrinos H iiriirrían a pie, a caballo y en carros a honrar al 'santo'.3 Paradójicamente, fue M |itn|iji> lerrocarril, el que había aislado el antiguo paraje, el que contribuyó a imi"ii u luego, la festividad religiosa. l'.i|vl preponderante jugó también el nuevo obispado, instalado en la provinH I ' J I O . Los primeros obispos de la diócesis se preocuparon por resignificar la IHM \o una mayor impronta religiosa. La fiesta del Señor de los Milagros se tini' uno en un fenómeno de masas por la cantidad de participantes que buscaban en *M i IÍ|I-MKÍS de ayuda espiritual y cumplimiento de promesas previas, un espacio de fcn iiih/,ii. ion y encuentro de distintos sectores sociales. I u las últimas décadas se indagó sobre esta festividad, en estudios históricos, •fctitlof-'ieos y antropológicos que procuran dar cuenta de la religiosidad popular exl.i por gente de todas las edades y condición social que concurren, desde distindel país, a participar de la fiesta religiosa más importante de la provincia.4 I ,i problemática de definir religiosidad popular llevó a diferentes interpretacioIMII parle de autores provenientes de variadas disciplinas. Para Fernandos es un rpio iitnplio que varía según el lugar y las tradiciones religiosas; no es un tér•i , i i i \ ya que nadie se identifica como "practicante de religión popular" y, por rr.il. es utilizado adjudicándole diferentes significados tales como propio de la t "Mi mi.i ;i 145 km al sudeste de la capital. >iii I» denominaba así porque en la zona se hablaba el quichua, dialecto del quechua peruano que se •» •» \e en la región. • Hurí IUM \ Icortu, 1905, cuenta la historia de la cnizy cómo eran las celebraciones a principios del »liili> N V Di Millo (2000) da cucnla del declive de Mailín en La ugoniu dt1 los pueblos. Ailm\iil (l'i'íf), (¡Miiiajo de Martíne/ Moreno < IW2). De la Vega (1963), Bíló (2004), Fantoni . Scliiin/.lc (I')9H). AÍ/ÍLV.ÍÍII de I-ranetí (2000). entre «tros.

Representaciones sobre historia y religiosidad Catolicismo de masas...

mayoría, del pueblo o diferente de la religión oficial (1984: 251). Martin ic;ili/< revisión de la bibliografía argentina sobre el concepto, diferenciando los aulnrfl presentan la temática como religión del pueblo, como respuesta funcional ;i MIIII nes de carencia, como "otra lógica" y desde las prácticas de sacra!izacion, moiB la ambivalencia del término y las diferentes interpretaciones (2007: 61-86). Según Parker, al investigar sobre religiosidad popular no sólo se indag;i sith) religiosidad de los sectores populares sino, también, sobre la visión del nnintldj subyace en ellos (1993: 42), La sociología de la religión, en las últimas décailti mirando en forma más propicia las expresiones religiosas de los pueblos latiiuifl rícanos, tratando de interpretarlas desde miradas alejadas de concepciones cutí* tricas y norteamericanas, apartadas de la realidad local. De la misma manera, hit explicarlas independizándose de la institución eclesiástica. Siguiendo a Parker y teniendo en cuenta la estratificación cultural conseciwfl de la estratificación social, la religión popular sería propia de los sectores populul así como la religión oficial sería la de las clases privilegiadas y hcgemónicas (I 1 ] 62). En esta misma línea de análisis, Marzal (1973: 452) define la religiosidad (1 pular como parte del fenómeno religioso humano, como la religión de las mu>'or|( en contraposición a la de las minorías (oficiales y no oficiales). Sus principales i|W nifestaciones son las fiestas de los santos, el culto de lo.s santuarios, los sacranicill populares, los ritos fúnebres, las devociones de las imágenes, los símbolos reli y las organizaciones religiosas. Para Ameigueiras el catolicismo popular es una de las formas mas importmil^ de la religiosidad popular (2008: 31). Es un modo de religiosidad que privilegia !• emociones. Se inserta dentro de matrices culturales compartidas, construidas sobro fl base de antiguas tradiciones culturales y religiosas, que rcsignifican viejas práclicfl pero, a la vez, construyen nuevos universos simbólicos. En estas prácticas, la fiotli ocupa un lugar relevante por las peregrinaciones y celebraciones. Desde estas peni pectivas teóricas se indagan las formas de manifestación de la religiosidad en la fies» de Mailín a principios del siglo XX, como expresiones del catolicismo de masas.' Los comienzos del culto al Señor de Mailín Resulta conocido el acontecimiento del hallazgo de la cruz del Señor Forastero, haeii fines del siglo XVIII, en circunstancias en que Juan Serrano, cápala/ de la estancia de la familia Herrera, en Mailín, advirtió una luz viva al pie de un añoso algarrobo, Al acercarse comprobó que se trataba de una pequeña cruz, con un Cristo pintado, alumbrada por una vela. Cuando intentó llevarla a su rancho, ni él ni sus compañeros lograron moverla del sitio del encuentro. Por este motivo, entre todos construyeron un cuarto pequeño para albergar la imagen. El dueño del campo, Zacarías Herrera, 5

Estudiado también por Orsi {1985) en EEUU y Lida y Mauro (2009) en Argentina,

entre otros.

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PN»I ni» ilc lo acontecido, entregó a Serrano una caja para guardar las limosnas que fc*. in,|>i'sinos depositaban en abundancia, en agradecimiento por los favores reci*.(.. v piensa que la cruz de madera perteneció a la reducción jesuíta de Vuelas. fcpim I >c La Vega, a raiz de un milagro recibido por el padre Benavidez, curado de *M i'.n.ilisis crónica, en reconocimiento hizo construir una capilla en el lugar, hacia i ' i i l l '()3: 9-17). Sin embargo, la relación entre el árbol y la cruz era muy fuerte y, ti" ,11 del traslado de la imagen, el lugar permaneció 'cristianizado1 a lo largo de los iipi", \a y es motivo de veneración, particularmente con la colocación de velas, .. ". v cánticos. Para el hombre religioso el espacio no es homogéneo (Eliade: 1994: i i li.iv una oposición entre el espacio sagrado (en este caso, el árbol) y el resto. 'i ,i hacia fines del siglo XVIII, según refiere Olaechea, se habían registrado tres ,mi n'ios, asentados en los libros de la parroquia de Matará, de la que dependía el H .u ¡o, hechos asombrosos y sobrenaturales para los lugareños que concurrían en *i muero a la festividad principal y a la fiesta chica, en agosto. De la importancia de la festividad de Mailín, hacia fines del siglo XIX, dan ni' iiki los documentos del Archivo del Obispado de Santiago del Estero (AOSDE). In . cuestiones preocupaban a los visitadores eclesiásticos, además de la fiesta: por >m Lulo la preservación de la imagen, por cuanto la costumbre de los devotos de toi .11 l.i, en acción de gracias, deterioraba la pintura; dotarla de un templo adecuado a la importancia que la devoción había adquirido a lo largo de los años y el resguardo y .!> .fino de los fondos que generaba el santuario y a los que recurría no sólo la Iglesia, iiiiu, en algunos casos, hasta el Estado provincial en formación, que solicitaba présIÜIMOS en casos especiales. I ii imagen I 1 Señor de Mailín es una cruz de madera pintada -aparentemente de la escuela quiteii.i , de pequeñas dimensiones. Sobre ella se encuentra una figura de Cristo crucificai l i > pisando una calavera, pintada sobre fondo blanco. Primero ubicada en el algarrobo ilrl hallazgo, luego en el rancho de Serrano y en la capilla, recién en el siglo XIX se Li .ilbergó en una iglesia, construida por el Gral. Antonino Taboada. El tocar la imagen para pedir gracias es una costumbre arraigada, por atribuirle i icrta evocación milagrosa al contacto directo con la divinidad, al igual que aluminarla y sacarla en andas los días de la festividad. Esta especie de pacto recíproco es inopia de la religiosidad popular que espera una 'gracia' frente a un pedido de salud,

(i

OlaecheayAlcorta(1909: 15), Schanzle (1998: 14-17).

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de prosperidad, etc. y e.xíensiva a oirás festividades populares argentina'. \M mericanas. 7 •I pii'ui i\r parte de la comunidad (Eliade, 1994: 22-23). De allí la importancia •ii l u í . non del templo que albergara la imagen sagrada. u n í iii'inpo, la iglesia fue deteriorándose por loque fue necesario iniciar, bajo ! " > l f l obispado de Tucumán, la construcción de un nuevo edificio. Dada la í un i i de la imagen que albergaba, era necesario construir una iglesia de cierta n i l i i i . i Se la proyectó de manipostería de cal y ladrillo, con un frontispicio 'i » Misicnido por dos columnas, la verja y la puerta de hierro, con piso de H'.. -.acrístía y baptisterio de ladrillos y un coro con friso de madera. Luego se 1" I ' > 'instrucción de una torre, con abertura de estilo gótico para el campanario, •« - i l c i . i exterior de madera y una cruz de hierro en la parte superior.11 Tenía, Hpin.i una casa parroquial con cinco habitaciones, un zaguán, patio grande con Bjil» il Iñudo la cocina, el cuarto de baño, dos escusados, un pequeño galpón y un i . i•

Para preservar la imagen, el obispo de Tucumán, a través de sus vÍMiiiilnm| concretando acciones tales como prohibir que la gente se llegase al allai puní lt| según la costumbre,8 conservarla velada y sólo descubrirla en situaciones e*|i»*t't construcción de un nicho y urna en la iglesia inaugurada a principios del ii^ln -cuya llave tenía acceso exclusivo el párroco- y exposición de la cruz sólu IH* de fiesta." Era tal el celo que guardaban las autoridades eclesiásticas, tanto con ln inm como con el santuario, que el reglamento del santuario contenía espccificacium'! | eisas al respecto. El artículo 1 °, dedicado especialmente a la imagen, establtvM i "El simulacro del Señor de los Milagros se colocará en el retablo central del nldii H yor al cual se le colocará una puerta de cristal con llave y cubierta por dentro u f)N con una cortina para exponerlo a la veneración de los fieles y al píe cuatro nicriiíf de plata para alumbrarle". IU Debía conservarse velado y sólo se podía exponer i'M I|É casos especificados al efecto: los viernes de cada semana durante la misa, cumulo |§ exigiese la devoción de algún peregrino o se le hiciere alguna fiesta extraortlitiiiiljfc; Durante la fiesta se lo podía exponer con llave en un anda, para conservarlo iihlmltl de todo contacto inmediato con los fieles. Se podía sacara al 'santo simulacro' (IHN cesionalmente, sólo el día de la festividad u en ocasiones especiales. Las llaves ilf Ifl unía las debía guardar personalmente el párroco. | Con la instauración del obispado de Santiago del Estero, a partir de la 11 cornil del primer obispo Martín Yáñiz y Paz en 1910, como parte de la organización de Ifl diócesis, puso la mirada en los santuarios más importantes de la provincia, Mailín y Sumampa, con el propósito de supervisar las celebraciones populares. Para preserva) la imagen del Señor de Mailín hizo colocar la cruz en un relicario hecho en fornm de custodia, trabajado en oro y plata (Teníi, 2007; 160) que lo contiene hasta la nc« tualidad. Kl templo

|MIMH|UÍal.

1:1 Oral. Taboada, con el dinero recaudado de las limosnas, hizo levantar una iglesia en 1870 y la dotó de un órgano, instalar una imagen en un lugar implica -según íí linde- consagrarla en forma permanente; ía comunidad se compromete con ello, la

* SSHL^»^"^*---^-^ "U hstero (AOSDE)

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I'.H.I la construcción se usaron los fondos del propio santuario. La iglesia fue )(I.IHI i i i . i d . i el 15 de agosto de 1905,13 provista de ornamentos y vasos sagrados, adeii» .1. Amadas imágenes y cuadros que jerarquizaban el templo, lugar santo por H|u luiua, espacio sagrado para veneración del Cristo crucificado, convertido en el m piulante de la provincia. La iglesia sobresalía como una construcción impo... ni- i M d pequeño poblado de ranchos, casas de adobe y calles de tierra. 14 El templo >l< M i i l m según la concepción de Eliade- constituía una abertura hacia lo alto, que ' (•»('"!.iluí la comunicación con el mundo celestial (1994: 18). I i a necesario la construcción de un pozo con tanque y molino de viento, deslliuiliv, a brindar agua potable a los miles de peregrinos que concurrían anualmente V »|iir se veían obligados a llevar su propia agua o a volverse inmediatamente, "em|n< iiilu-ndo de nuevo y con grandes sacrificios largas jornadas o soportar la carencia i , i , i -ihsoluta de agua en esos días",15 según manifestaba el visitador. Sólo se contaba i » i aljibe para el abastecimiento del párroco y la gente que vivía con él en la casa

del estero. Archivo del

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" 'winago del Estero, AOSDE ¡' Santiago del Estero, AOSDE.

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I I obispado era consciente de la necesidad de agua y habitaciones durante las .i.is, por las penurias e incomodidades que ocasionaba su carencia y

1 1 ( tnitrato para hi construcción de la iglesia de Nuestro Sr. de Mailín, 1899, Sanliago de! Estero, AOSI >K, Actualmente, la iglesia cuenia con dos torres. El campanario de la derecha fue mandado a consIruir, en 1919, por Yáñiz. Inventario de Mailín, 1939, Santiago del Hsiero, AOSDE. I ' Inventario de bienes muebles e inmuebles del santuario, 1911, Santiago del Estero, AOSDE I í Inventario de Mailín levantado por el Pbro. Manuel Feijóo en 1938, Santiago del Estero, AOSL)E. I t La población de Mailín, según el censo de 1914, era de 888 habitantes, INDEC, Censo de 1916, p. 62, Ituenos Aires. H Nota del Padre Guevara del 6 de agosto de 1910. Notas y comunicaciones varias 1910-1936, Santiago del Hstero, AOSDE.

'Id fapres»KÍtKÍQtttS sobre historia j religiosidad

"considerando que el santuario es el principal beneficiario tic rs tas peregrinaciones y siendo muy justo que el propio santuario e o rresponda de alguna forma a las largas donaciones de los fieles; y considerando por último que sería muy honroso y meritorio para la autoridad eclesiástica cooperar en cuanto pueda a que estos incori venientes se subsanen".16 Usando de sus facultades el obispo decretó en 1909 que, de los fondos del sutilunf se destinasen $1.000 para la adquisición y colocación de un molino de viniln molino debía ser colocado en sitios pertenecientes a la iglesia. En caso de i,.,. , no hubiera agua potable, no sería ubicado en otro lugar, salvo previa donaeiitn los terrenos a la iglesia; de esos fondos se destinarían $500 para arreglar la 11 iglesia, sacristía y galerías adyacentes para albergue de los peregrinos.'7 Si I.... obra demoró en concretarse, se advierte, el celo de la curia para dar comudulwli a los fieles como retribución a sus colaboraciones, aunque asegurándose de lencí propiedad del lugar en donde se realizaban las inversiones. La alcancía del Sr. de Mailín Otra preocupación permanente de los visitadores eclesiásticos era evitar que se 'ilo^,, viaran' los fondos de las donaciones, sospecha puesta de manifiesto en las sucesjvMr visitas. Desde un primer momento se quiso transparentar el manejo de las lii „„ para tranquilidad de los fieles aportantes; uno de los ítems destacados que figimíN en las visitas era, precisamente, el denominado "de administración o cuidado de Id alcancía de limosnas". Ya en 1880, el visitador Rainerio Lugones dejaba expresada su preocupación respecto a que la alcancía debía tener una cerradura y tres llaves conservadas por el cura, el colector y el vicario foráneo. La caja debía colocarse en un extremo del presbiterio, en un lugar en la que no pudiese ser movida y con la cerradura lacrada, a IH vista del público. La alcancía se abría dos veces por año, después de cada festividad, en presencia del vicario y de "dos vecinos honrados como testigos". El arqueo se anotaba en un libro especial, al igual que la inversión de los fondos en el libro de fábrica. Había también otro libro para las entradas en especies (animales, velas, cebo, etc.), de las cuales, las que no eran aprovechadas para uso cotidiano, debían ser vendidas y el producto de la venta rigurosamente asentado en un libro especial. Las entradas de fábrica iban a un fondo común con las limosnas y eran cobradas por el colector, que percibía un 5 % de los ingresos.18 Ante la importancia de lo recaudado, 16 Nota del Padre Guevara del 6 de agosto de 1910. Ñolas y comunicaciones varias 1910-1936, Santiago del Estero, AOSDE. 17 Visita a la parroquia de Mailín, 1909, Santiago del Estero. AOSDE. I X Parroquia de Mailín, visita canónica. 26 de enero de 1880, Santiago del Estero, AOSDE.

Cato lias/no de misas...

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H i'l"i I uñones sugirió la necesidad de adquirir una "caja de fierro" para res•!• i (lini-io, aijü que fue recibida con posterioridad. MII uv ¡ibierta la caja, el dinero se colocaba en cuentas bancarias. El celo por ni.r. de la parroquia se advierte en las sucesivas visitas. Como las cuentas ban. i.iltan a nombre del cura, en más de una oportunidad se generaban situacío,|'hUs con el visitador, que dudaba de la transparencia de las mismas e iniciaba HI'.H iones a efecto de clarificar el estado de las mismas. \ l i - n similar sucedía con el registro de misas cantadas, que recibían un estipen•p n|» Si- realizaban los días viernes, con intenciones de los devotos que contribuían • iiitinmniento del santuario,19 además de ocasiones especiales por festividades, I*.I» liu , L-IC. Se cobraban también las misas celebradas a intención. l'.u.i alentar las limosnas se colocaban listas, a la vista del público, con el nom|h* ilr los donantes, el motivo y los montos recibidos. Generalmente se imprimían i > ' i i iomlos propios- estampas que eran entregadas en agradecimiento, a quienes ' i . ! • • in donaciones. También se habilitó un libro especial para los exvotos en el h i Ansiaban los nombres de los donantes y la descripción del objeto. Las donacio, ii(U|uirían el carácter de una relación contractual con el 'santo1, aunque también h'nli/aban ofrendas, de carácter más fraterno, con ñores y velas.20 I os ingresos del santuario eran importantes para la diócesis. En una página del Módico La Unión, en respuesta a una publicación del diario Santiago, de 1926, que n II u aba al vicario Macíel por el estado de la diócesis, éste respondía dando cuenta de In iiilministración económica detallando los ingresos de la siguiente manera:21 Libro de obras católicas Libro de capel lanías ^y vicarias Vicarías entradas generales Limosnas de Mailín Total

$48.880.26 $ 1.327.75 $ 35.426.80 $ 30.000.00 $ 115.658.80

I os ingresos del santuario ocupaban el tercer lugar en importancia de todos los ingresos del obispado. Si se tiene en cuenta que los restantes se obtenían, especialmente, tic contribuciones del Estado, se puede afirmar que eran los únicos ingresos gcnuinos con aportes de los fieles.

! ') Reglamento del Santuario de Mailin, de 1902, Santiago del Estero, AOSDE, 2(1 El excedente también era vendido. 21 Lii Unión, 5 de octubre de 1926, Santiago del Estero, AOSDE.

Representaciones sobn- ///.v/w/jw y re¡i»ius¡i¡iHÍ Catolicismo de masas...

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El pueblo y la población La iglesia, anualmente, era preparada para la fiesta. Destacaba su siluri.i . nii« monte espinoso y de árboles bajos. Amplia, cómoda, limpia, e] viajero ciii| con ella desde el primer momento. En la década del 30'ya contaba con sci\i m |i| pió de luz eléctrica, único en la región." Por entonces, el pueblo estaba rnm * i unisonal e intergrupal. El sincretismo entre el ritual católico y antiguas tradiciones i|n< il.iha plasmado en cada una de las acciones individuales y colectivas. I .as actividades religiosas eran vanadas y contaban con la presencia del obispo \r numerosos sacerdotes del clero secular y regular que acudían con los fieles de itr. parroquias a colaborar en los actos litúrgicos, confesiones y comuniones. Otros, linimsos por su oratoria, eran invitados para disertar desde el pulpito, seguidos atenliimnile por los fieles más ilustrados. Algunos impartían la instrucción evangélica u'i i (.-alor, amenizada con frases del léxico popular quichua-castellano. Como los li.tliliintes quichuas eran numerosos, el dialecto estaba presente en las homilías, las lonlesiones, los cánticos y el folclore lugareño. Se realizaban misas cantadas, rezo colectivo del rosario y de la novena en honor ni Señor de Mailín, procesiones con rogativas, pláticas religiosas y moralizantes. En los dos últimos días el obispo diocesano era quien estaba a cargo de las misas en los lunarios centrales y de la administración del sacramento de la confirmación. 1:1 templo resultaba pequeño para los miles de personas que concurrían ya en las ikvadas del 20 y del 30.:q En algunos casos, las inclemencias del tiempo, los días lluviosos y falta de circulación de trenes a causa de inundaciones, mermaba la afluencia ik' gente, desarrollándose la fiesta y las misiones con menor concurrencia. Lo más importante era la función religiosa y la procesión del último día. La ma\oriu esperaba en la plaza. Algunos paisanos, desensillando, llevaban en la procesión .1 sus caballos. Se entonaban himnos religiosos y cantos en quichua. Los distintos sectores sociales se entremezclaban y compartían la fe en el Cristo crucificado. Según relatos orales y lo consignado en el periódico dominicano La hoja, concurrían también familias de clase media. El cura Manuel Feijóo, desde la década del 20', albergaba a sus parientes que se trasladaban desde la Capital, transportando en camiones, camas, colchones, utensilios y ropa de cama para quienes iban a la villa a vivir la experiencia de la fiesta del Señor de los Milagros junto a los demás concurrentes.30

Las referencias a la cantidad de asistentes varían entre 7.000 y 15.000 personas. Entrevista a Sara Feijóo de Achaval y La Hoja, 1 de junio de 1926, Santiago del Estero.

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Era algo asombroso la cantidad de promesantes. Aquella muchedumlm- t u li 'forastera', venida de los rincones más apartados de la provincia. No ci;i muí contrar algunos que llegaban a caballo, desde cuarenta y cincuenta leguas n 111,11 algunos casos, habían hecho tres días de camino. La lluvia, las distancias, el |>nlm calor, el frío, eran sacrificios que no los desalentaban. Quienes realizan una peregrinación, impulsados por diversos motivos, •.« • lancian, según Carrasco, de su medio geográfico, social y espiritual. Esta sep;irm li tras una promesa, implica un cambio y el contacto con otra forma de vida y nm n|| personas con las que se sienten hermanadas y en comunidad (1996: 624-625). Esto se ponía de manifiesto en la festividad de Mailín. Todos los días, cu lü ( lie larga se agolpaba una muchedumbre heterogénea. Los comerciantes al nu-riiiid vendían toda suerte de baratijas y comestibles, desde maíz tostado hasta jabón, carne hasta chipaco, pasteles o tortas fritas, tortillas o mandarinas. Las divcis no escaseaban. Resonaban los golpes del bombo y las castañuelas. Se esciu'lml el rasgueo de las guitarras y de los violines, los sones del bandoneón, el zapallo palmoteo de las chacareras y cuecas. Los paisanos abrigados con sus ponchos y ! mujeres negros ojos, peinadas con sus trenzas largas y pañuelos, bailaban ni *) de danzasdefolclórícas. Cantidad de aprovechadores concurrían también con mesas de ruletas y olitN) 1 juegos para explotar a los campesinos que encontraban en la festividad un lugai di esparcimiento y socialización. "No faltaban tampoco los caballeros de oficio, atiiujut a estos la policía los ubicó desde temprano a la sombra, sin darles tiempo a desama i llar su programa de uña y fuga", denunciaba La Hoja.11 Las diversiones abundabiin, especialmente a través de bailes regionales, gatos y zambas tocados con guitarniit, violines, arpas, cajas y bombos. La gente se divertía en el sencillo ámbito con cuadrí» regionales, poesías, tradiciones y añoranzas. Finalizadas las jornadas se iniciaba el desfile de abigarradas caravanas, rumbo al hogar. Partían algo cansadas pero contentas, hasta el año próximo en que el evento volvería a reunírlos. El santiagueño siempre migrante, regresaba año a año a la ficsdi del Señor de los Milagros en búsqueda de un reposicionamiento identitario y social, La identidad compartida se ponía de manifiesto en la relevancia de la fiesta popular, como un acontecimiento central de la experiencia religiosa que diluía las diferencias sociales y hacía olvidar el drama del desarraigo. A modo de conclusión La religiosidad popular santiagucña se consolida en la fiesta del Señor de Mailín como lugar de revalidación de sus creencias, de reactualización de su memoria colectiva, de socialización y de fortalecimiento de la identidad y pertenencia al colectivo 31 tu Hoja, \e junio de 1926, Sanliago del Estero.

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i i, u' ii". La expresión de la religiosidad está íntimamente ligada a la cultura poi ijiir la sustenta. A principios del siglo XX, el catolicismo de masas congregaba Ihitlcs. En este caso, se trata de un fenómeno de la modernidad, con rasgos tradilli's i|iie pervive hasta nuestros días. Se puede interpretar como una religiosidad It lunar, distinta a la 'oficial1, según la interpretación de Parker (1993: 58) pero i)ii. i .likTencia de otras manifestaciones populares masivas, si bien representaba, "i i i.uiamente, a los sectores populares, no era exclusiva de ellos ya que particiiii i.unbién sectores medios, aunque en forma minoritaria. I Lula la importancia de la celebración y de lo que simbolizaba la cruz de Mailín "^ promesantes, así como también el peso de la recaudación que la advocación |H 'sla generaban, la jerarquía eclesiástica consideró necesario su intervención II.IM r\r excesos y darle el carácter real de festividad religiosa. Su intervención •fmiiiilmyó a jerarquizar la fiesta, a la vez que a 'cristianizarla', acompañándola de BllMiincs previas, confesiones, comuniones, misas solemnes, sermones a cargo de i., i .«nulidades religiosas y la presencia de la máxima autoridad de la diócesis, el f ni» .|>aulo,ANPOC,p. 238-273.

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Representaciones sobre historia j religiosidad

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