CASA. Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas

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Descripción

CASA

Crédito Imagen: Wikipedia

Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas RPI: B-3851-14 DOI: 10.13140/RG.2.1.4477.3840

Enrique Cabrejas © 2012 e-nstitut Ideal Nol © 2012

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Apreciados Srs.: Me es grato poner en su conocimiento que el significado literal de la palabra CASA es un acrónimo ibérico que quiere decir en idioma español: “LA SUYA” y en referencia a una parte pronominalmente entendida como la pertenencia a un lugar, un sitio donde “guardar” o “resguardarse” en una “PARTICIÓN”. De igual modo que cuando nos referimos a una “caja” entendemos que se trata de una separación que contiene o que tiene por objeto guardar cosas. Me hago cargo de que esta afirmación pudiera dejarles perplejos, no puede ser de otro modo; pues voy a transmitirles una epistemología que ha estado inédita durante miles de años. Y por raro que parezca, lo que les acabo de desvelar no es una conjetura sino a mi entender plena certeza. Esta novedosa teoría del conocimiento tiene un razonamiento que puedo sustentar empíricamente. Fíjense por favor, porque la palabra “casa” está escrita directamente en castellano, ya que en realidad se trata de un acrónimo ibérico que la lengua castellana ha subsumido en su léxico español inadvertidamente y por ello ha de justificarlo en latín tardíamente. Verán, nuestros antepasados ibéricos escogieron una locución singular femenina para referirse a un lugar para guardar cosas y resguardarse: CZá “CASA”. Por otro lado, el término homólogo de “casa” en latín será domun o domus y es en realidad de este modo porque en ese idioma lo eligieron para simbolizar posesión o significar una propiedad. Verán, mientras nuestros ibéricos se refieren a este concepto con una locución que apela a “SU” (PARTE) – casa –, en cambio el latín lo expresará con otra frase como es “NUESTRO DOMINIO” – domus –. Lo cierto es que ambos idiomas se servirán de locuciones que en realidad son frases o sintagmas pero, como se observa el modo de proclamarlo en lengua ibérica es diametralmente distinta al latín. Pues como es sabido, todo idioma contiene una filosofía del lenguaje que explica su mundo y, aun mejor, todos los posibles. Desde el punto de vista de la filosofía del lenguaje, la ibérica y el latín son muy distintas en cuanto a las maneras de entender la vida y de ver las cosas, por tanto ineludiblemente a la hora de componer sus respectivas palabras. Aun debo apuntarles algo más y relevante incluso sobre este último término, y es que el vocablo que emplea el latín lo tomaron del griego antiguo para especificar “SU PROPIEDAD” – δόμος – al objeto de denominar a las residencias de las clases nobles griegas y por extensión romanas. Y no solo el latín tomó la raíz pre griega de δόμ, de ahí también la palabra española “domicilio”, e incluso el ruso muy poco vinculado al latín cuando nombra дом “dom” a sus hogares. Naturalmente tenemos estrecha relación lingüística también con el latín pero miren, probablemente, ustedes se refieran a su casa con frecuencia y no llamándola domicilio, y si el español fuera continuador del latín, su gramática seguiría el patrón fijado por esta lengua y por el contrario sigue otra distinta: La Ibérica.

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EL ACRÓNIMO “CA·SA” En realidad es sencillo, sin embargo como la base cual parte la etimología española anda profundamente descaminada, lo que se deriva de ella lógicamente también lo estará. Nos encontramos frente a una teoría que se dio por cierta y sin la debida comprobación: “La lengua madre del español es el latín.” Se trata de un monumental axioma. De ahí tropezamos ante un dogma, y las definiciones se ven afectadas y, lo que es peor, se han propagado en un desacierto de dimensiones colosales. Pues, derivando del latín lo indeclinable de forma, es decir términos no variables que son genuinos y propios ibéricos no se acredita más el origen de la lengua española sino, bien al contrario se justifica la hipótesis de un latín superior que da como consecuencia un subordinado origen del idioma castellano. Cuando en realidad son a la par, ambos, un futuro latín y un futurible castellano por ende español, bebieron de las mismas fuentes “pre griegas”, incluso en innumerables ocasiones de raíces distintas y, mira por donde, justo este es uno de esos casos. ¡Impensable! C ΚΑ CA Conjunción ibérica causal: Por lo que (es) Zá ΣΑ SA Pronominal posesivo ibérico declinado en femenino: (La) Suya Verán, la semejanza entre el latín y el español estriba en que usan un abecedario de patrón latino para escribir los textos de sus respectivas ortografías. Eso, por otro lado, es común a un gran número de idiomas europeos y no europeos que también usan el mismo o similar matriz, y que a la vez sus idiomas se conoce que no provienen del latín. Y el español y el latín coincidirán en muchas palabras, sí, en todas aquellas que el latín haya tomado de las raíces pres helenas y que asimismo es nuestra escuela, no el latín. Lo pormenorizaré y mejor lo diré, pues les he de anunciar que nuestro idioma es anterior al griego y es heleno, se remonta a la época que llamativamente fue dicha como oscura del griego frigio. Y el español, sorprendentemente, es continuador de la lengua ibérica de los íberos y los celtíberos, porque no sólo nuestras palabras tienen el origen etimológico en éste, como se verá finalmente; sino que además se sirve de un igual modo tanto de pensar como de entender sus palabras. Y no es que las palabras tengan una similar morfología o las pronunciemos parecidas, es que salvo obvias excepciones ortográficas las decimos hoy igual que ayer.

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ETIMOLOGÍA DE CASA PRIMER LEXEMA DEL ACRÓNIMO -CA·SA-: ¿Cómo funciona la partícula ibérica de origen heleno C “CA”? Miren, se trata de una “partícula copulativa”, es homóloga a la griega KAI y para nuestros antepasados ibéricos fue KA. No es que se le suprimiera una “i” sino que la lengua griega, tal como la conocemos, completó este vocablo adjuntando la “i” final. Significan lo mismo y la diferencia es únicamente dialectal, nuestra lengua también era helena. Esta conjunción ibérica significa: “Por lo que (es)” entre otras acepciones. De hecho, la gramática española reconoce esta locución como uno de sus términos de conjunción causal y lo paradójico es que lo entiende desusado sin advertir que nuestro léxico lo ha yuxtapuesto en más de 70.000 palabras que sorprendentemente contienen esta secuencia y de las cuales unas 15.000 comenzarían las palabras con ella y otras 3.000, redondeando, las finalizarían. ¿Cuántas de ellas son copulativas? Se trata del rasgo tan distintivo en la fonología castellana de la consonante /k/ y que es propia y genuina de los íberos y los celtíberos y, por consiguiente, de nuestra fonética. Pues para ellos no era una consonante, tampoco una silaba como se tiene por más cierto, sino que se trataba de un auténtico LEXEMA. La vocalizaban como fonema y si de una palabra se tratase, al contar con cinco monemas para ese sonido; olvídense por un instante del concepto silaba o silabario y si ello es posible, piensen en legítimos lexemas, uno para cada vocal: C, w, Ï, X, ù. Es decir, ka, ke, ki, ko y ku. Pues ocurre que no importa que nos hayan obligado a escribir, formalmente, y en un revoltijo, “casa” con “c” y “queso” con “q”, letras propias del latín, que nosotros, tozudos, las continuamos articulando del mismo modo que nuestros antepasados, en “oclusiva velar” y obstinadamente con el fonema de nuestra lengua vernácula “K”. Llevamos tan sumamente interiorizado, en nuestro inconsciente, nuestra sonoridad de la /k/, que hasta, incluso, cuando nuestros jóvenes han de representar ese sonido aleatoriamente, de un modo instintivo, prefieren utilizar en sus mensajes cortos la “k”, que cualquiera de las otras opciones posibles. Una “c” o una “q” son frecuentemente descartadas, y es natural; es que por otro lado, digamos no son propiamente nuestras. SEGUNDO LEXEMA DEL ACRÓNIMO -CA·SA-: ¿Cómo funciona la partícula ibérica de origen heleno Zá “SA”? Para entender mejor conceptualmente Zá “SA” que es un pronombre singular femenino es importante verlo también en otra de sus formas y que es Zo “SO” es decir declinado en su género masculino, y que por tanto traducido al griego arcaico es σῷ “su”, aunque al no tener todavía la ῷ omega ni tampoco las minúsculas se escribía ΣΟ con letras capitales. En realidad, hoy se trataría de un pronombre posesivo en 2ª persona del singular y neutro en su caso dativo: “tuyo”. Pero cabe señalar que la segunda persona del singular para el pronombre personal y que para nosotros sería “Tú”, también se escribía σύ o σῷ (su). Nos suena ¿verdad? Es nuestro idioma. Lo que vemos es que al ser una lengua que declina, ya que la lengua de nuestros antepasados era flexiva, y sorprendentemente igual que la nuestra, sin parecerlo. Si sumamos a la raíz KA + el pronombre, obtenemos otra palabra; sin embargo para concordarla correctamente ha de ser con “-a”, es decir lo mismo que hoy es CA · SA pero podemos modificarla pues nuestra lengua al igual que la suya emplea declinaciones. Vean: CASA, CASE·TA, CASI·TA, CASO·NA, CASU·CHA. ¡Sorprendente! Cuando nuestros antepasados se referían a SU CASA conocían perfectamente qué se decían, en cambio, si me permiten la reflexión, nosotros que nos tuvimos por saberlo todo ignorábamos aquello que hoy hablamos desde tan eterno. ¿No les parece sin igual?

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Y es que es fundamental advertir, que en español tenemos cinco fonemas vocálicos. Pero sepamos cuantas vocales tiene la lengua ibérica de nuestros celtíberos: Cinco. Sí, cinco, y son las mismas vocales, exactamente iguales, que los cinco fonemas vocálicos que tenemos hoy en día en español: /a/ /e/ /i/ /o/ /u/, y que ellos los escribían de este modo: á, è, í, o, U. Con la llegada de los romanos, cambió la grafía pero ¿saben cuántas vocales tiene el latín? El latín tiene 10. Si el español fuera un continuador del latín, hoy la lengua española emplearía con toda seguridad sus 10 vocales. ¿Las usa? ¡No! La lengua castellana no es un idioma que proviene del latín, y podría seguir y seguir ilustrándolo ab aeterno y sine die. “Casa” no casa en latín, es decir no “en-caja”. Pero Κασα (casa) es decir, lo que a posterior será en griego ΚΑΙΣΑ y que literalmente significa “lugar para guardar o que contiene cosas”, que podríamos traducirlo perfectamente por “caja”, pues así es como denominaban los antiguos griegos a las cosas, especialmente por su semejanza, apariencia o en su mejor y gran simbolismo.

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ΕΛΛΑΣ · ELAZ Verán, todas aquellas palabras y nombres que son importantes, trascendentes y únicos en la lengua española, cuando buscas su etimología los encuentras idénticos escritos en el griego antiguo que usaron los iberos y los celtíberos de la península ibérica, y ni siquiera puedes encontrarlos en otro idioma, muchos, siquiera en latín. Sin embargo nos dicen que estas palabras provienen del latín y para justificarlo lo hacen escribiéndolas igual que se escriben en castellano, cuando son palabras distintas. No son latín, sólo que están escritas con iguales caracteres a la de esa novedosa y pragmática ortografía. El 21 de Abril de 2012 descifré la lengua ibérica, concretamente a partir de la escritura ibérica septentrional. Averigüé que el texto de El Bronce de Luzaga estaba compuesto por 124 signos que formaban 24 vocablos, y estos se componían a su vez de sintagmas con 45 palabras significadas, más 16 signos de puntuación escritos en ocho párrafos. Cabe señalar que los antiguos epigrafistas cometieron un error crítico, creyeron que la escritura íbera y celtíbera se escribía con palabras cuando una gran parte de la misma son acrónimos o sintagmas de dos, tres o más vocablos de significación. Algo nada celta y por otro lado completamente heleno. Descubrí que el texto se podía leer y comprender perfectamente en una coherencia que resultaba tan excelente como extraordinaria. Además se podía contrastar científicamente a través de la lengua griega antigua al cruzarla a la vez con la helena frigia, en sus modos frigio-jonio-eolio-lidio-dorio, ya que la escritura ibérica septentrional o celtibérica no tiene origen en una supuesta lengua celta sino en las raíces de la proto-lengua griega de la época frigia. Pero lo más sorprendente se lo anuncio ahora: Nuestras palabras, las que usamos nosotros, pude comprobar que son las mismas que usaban ellos. Naturalmente no están completas tal y como las conocemos hoy, ni tampoco escritas con nuestros caracteres actuales. Otras muchas se extraviaron en el tiempo y no son de uso corriente; no obstante, todavía podemos encontrar esas raíces en el griego antiguo, incluso muchas en el griego actual, lo cual no digan que no es portentoso; ahora bien, nosotros las conocemos escritas con ortografía de patrón latino. ¡Sorprendente! Miren, los celtíberos grabaron el texto de ese bronce usando un alfabeto epichorikos, quiere decirse en este caso concreto, uno ibérico propio, pero los vocablos guardaban perfecto significado con el griego frigio. Son ellos, nuestros celtíberos, quienes nos confirman a Heródoto y asombrado tan sólo doy testimonio de todo ello. Me resulta sumamente emocionante, como es natural. Son ellos y no otros quienes nos dicen ser: ΕΛΑΣ... ΚΑΡΥΟ : ΤΕΚΕΣ. Es decir “Helenos, Cario de Anatolia”, ¡Impensable! Y lo hacen de este modo singular, vean: ëlaF… Cquo : &wF. Pero éramos analfabetos de la escritura ibérica y no lo pudimos siquiera sospechar. Era un debate abierto durante siglos y que los historiadores no pudieron resolver. Lo denominaron el problema insoluble de LAS DOS IBERIAS pero la cuestión quedó resuelta en el instante que pude leer una menuda lámina ibérica: “El bronce de Luzaga”. Entonces pude constatar que sencillamente era cierto, que las dos Iberia estaban relacionadas entre sí y entre esas dos Iberia finalmente se fundó Europa. El mundo quedó preparado y listo para recibir la llegada de los nuevos conquistadores.

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LA ESCRITURA IBÉRICA Verán, muchos de quienes siguen mis investigaciones se preguntan por qué razón no hago mención a otros especialistas, ni siquiera para rechazar sus hipótesis o argumentar en contra. Pero ¿por qué debería hacerlo? En primer lugar, no soy quien para ponderar lo que no propongo. Y en segundo lugar, desarrollé una fecunda metodología científica a la cual denominé: La Teoría de los Acrónimos Ibéricos. Es clave para entender nuestro idioma, y su aplicación me permite explicar todo aquello que nadie hizo jamás; como se debiera, entiéndase. Porque si comprendes cómo funcionaba el antiguo idioma de nuestros antepasados conocerás el funcional y actual que usamos nosotros. Una gran parte de las denominaciones en nuestro país se dieron en la edad de bronce sino con anterioridad. Nuestra lengua es milenaria sin parecerlo. Dispongo de la mejor herramienta y lo he explicado, reiteradamente, y claro, lo seguiré haciendo, tanto como sea necesario; porque percibo que se sigue sin entender cómo se denominaron las palabras, los lugares y las cosas en nuestro país y no solo, antes de que nosotros lo poblásemos, únicamente es método para hallar su verdadero origen y así demostrarlo. Nuestra lengua ibérica es anterior a la griega, pero hoy la conocemos y desde tiempos escrita con otra ortografía, con letras romanas. Que la lengua española viene del latín es una ilusión óptica. Ya que lo que el ojo ve la mente lo cree. A todas luces parece latín, pero... créanme, no lo es. Es puro ilusionismo. La vemos escrita con letras latinas y entonces suponemos que fue razonada igualmente en latín, pero miren, fue pensada de otro modo. Fue construida en un idioma ibérico de origen anterior y muy heleno. Su lengua, la de nuestros antepasados, es concreta, coherente y lógica. Ellos, pronunciaban todo lo que escribían, igual que nosotros decimos que lo hacemos en la actualidad, y es que se trata de nuestra misma lengua. Y es que nosotros, que teníamos una escritura antigua y anterior a la lengua griega helenística, con la llegada del latín ganamos una nueva ortografía, pero en cambio perdimos nuestras pretéritas funciones del lenguaje. Sí, perdimos la función emotiva por otra. Perdimos la función conativa por otra. Perdimos la función poética por otra. Perdimos la función fática por otra. También la función metalingüística se vio afectada y, lo que es peor, perdimos toda la función referencial y para siempre por otro idioma que desde entonces se pretendió ab initio. ¿No les parece de sumo interés recuperar nuestro idioma primigenio? Los ACRÓNIMOS IBÉRICOS son las primarias frases de uso por los autóctonos (de facto) en la península ibérica y por asombroso que parezca hoy constituyen los morfemas, fonemas y lexemas del léxico del actual castellano, por ende idioma español. Lo cual me complace anunciarles aquí para que conste y surta los efectos a que hubiere lugar, convenga y proceda. Afectuosos saludos; Enrique Cabrejas Iñesta Investigador de la Historia del Lenguaje En Barcelona, 18 de Noviembre de 2015

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CASA. Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas DOI: 10.13140/RG.2.1.4477.3840 ORCID: 0000-0002-5002-5850 CI: 00.00101/ECI.18.11.2015 Theory the Iberian acronyms RPI: B-3851-14 Origen de la palabra casa©2012 by Enrique Cabrejas Iñesta © 2012 by Enrique Cabrejas Iñesta © 2012 Fuentes gráficas de Ibero Juan-José Marcos © Enrique Cabrejas Iñesta www.elonol.com/karuo www.enriquecabrejas.com https://twitter.com/EnriqueCabrejas https://enriquecabrejas.blogspot.com.es https://plus.google.com/+EnriqueCabrejas www.facebook.com/EnriqueCabrejasIniesta http://www.regenpalmer.com/estudios-linguisticos

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