Cartas de un viaje interior. Una investigación en curso sobre las cartas indipetae italianas de la Nueva Compañía

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Descripción

INTRODUCCIÓN

LAS MISIONES ANTES Y DESPUÉS DE LA RESTAURACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS CONTINUIDADES Y CAMBIOS

Leonor Correa Etchegaray Emanuele Colombo Guillermo Wilde Coordinadores  

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA PUEBLA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO

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DE LOS COLEGIOS A LAS UNIVERSIDADES. LOS JESUITAS EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR 

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO [LC] BV 2290.A3.M575.2014

[Dewey] 266.2096.M575.2014

Las misiones antes y después de la restauración de la Compañía de Jesús : continuidades y cambios / Leonor Correa Etchegaray, Emanuele Colombo, Guillermo Wilde, coordinadores. México : Universidad Iberoamericana Ciudad de México; Universidad Iberoamericana Puebla; Pontificia Universidad Javeriana, 2014.– 239 p. : il. ; 23 cm.– ISBN 978-607-417-283-6 1. Jesuitas – Misiones – Historia – Siglo XVIII. 2. Jesuitas – Misiones – Historia – Siglo XIX. I. Correa Etchegaray, Leonor – II. Colombo, Emanuele. III. Guillermo, Wilde, coordinadores. IV. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Historia. V. Universidad Iberoamericana Puebla. VI. Pontificia Universidad Javeriana.

Ilustración de la portada: J. Moritz Rugendas, Aldea de indios Tapuyo cristianizados en Brasil, ca. 1820. Diseño de la portada: Ana Elena Pérez y Miguel García D.R. © 2014

Leonor Correa Etchegaray, Emanuele Colombo, Guillermo Wilde (comps.)

D.R. © 2014

Universidad Iberoamericana, A. C. Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01219 México, D. F. www.ibero.mx/publicaciones

D.R. © 2014

Pontificia Universidad Javeriana Editorial Pontificia Universidad Javeriana Carrera 7 nº 37-25, oficina 1301 Bogotá, D.C. www.javeriana.edu.co/editorial

D.R. © 2014

Universidad Iberoamericana Puebla Boulevard del Niño Poblano 2901 Colonia Reserva Territorial Atlixcáyotl 72810 San Andrés Cholula, Puebla [email protected]

Primera edición: 2014 ISBN: 978-607-417-283-6 Todos los derechos reservados. Cualquier reproducción hecha sin consentimiento de los editores se considerará ilícita. El infractor se hará acreedor a las sanciones establecidas en las leyes en la materia. Si desea reproducir contenido de la presente obra escriba a: [email protected], en el asunto anote el ISBN que corresponda y deje el contenido en blanco. Impreso y hecho en México

Impreso por Alfonso Sandoval Mazariego. Tizapán 172, colonia Metropolitana Tercera Sección, Nezahualcóyotl, Estado de México. C.P. 57750. Tel. 5793-4152. Se terminó de imprimir el 15 de septiembre de 2014. El tiraje fue de quinientos ejemplares.

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INTRODUCCIÓN

ÍNDICE

Presentación José Morales Orozco S. J. 9

La colección editorial Perla Chinchilla Pawling 11

Agradecimientos 15

Introducción Leonor Correa Etchegaray Emanuele Colombo Guillermo Wilde Las misiones antes y después de la restauración de la Compañía de Jesús. Continuidades y cambios 17

Capítulo I Alejandro P. Cancino F. Los rastros de las misiones jesuitas en el noroeste de México, 1843 33

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DE LOS COLEGIOS A LAS UNIVERSIDADES. LOS JESUITAS EN EL ÁMBITO DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR 

Capítulo II Emanuele Colombo Marina Massimi Cartas de un viaje interior. Una investigación en curso sobre las cartas indipetae italianas de la Nueva Compañía 69

Capítulo III Aliocha Maldavsky Guillermo Wilde Paradojas de la ausencia. Las misiones jesuíticas sudamericanas y el imaginario posterior a la restauración 101

Capítulo IV Víctor Rondón Los anhelos de Llancahuenu o el último sueño de los jesuitas en Chile antes de la expulsión. Consideraciones desde la historia y la musicología 129

Capítulo V Jean-Nöel Sánchez La provincia jesuita de Filipinas 1581-1898 163

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INTRODUCCIÓN

Capítulo VI Nicolas Standaert La misión china sin jesuitas: continuidad durante la supresión, discontinuidad después de la restauración 225

Colaboradores del libro 243

Fuentes de las ilustraciones 245

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INTRODUCCIÓN

 

CAPÍTULO II

Cartas de un viaje interior. Una investigación en curso sobre las cartas indipetae italianas de la Nueva Compañía Emanuele Colombo Marina Massimi

1. EN EL CORAZÓN DE LA COMPAÑÍA

E

n la Compañía de Jesús las cartas siempre han tenido una particular importancia.1 Las Constituciones indican, entre los instrumentos para la “conservación en lo que toca al ánima”,2 la lectura de las cartas edificantes durante las comidas, así como la que el rector de cada colegio debe escribir anualmente al general y dos veces al año al provincial.3 Asimismo, se subraya la importancia del intercambio de cartas entre los miembros inferiores y superiores de la Compañía.4 Además de estos documentos normativos, la correspondencia epistolar elaborada por el fundador y por las figuras ejemplares de la Compañía constituye un modelo para leer e imitar. La importancia de las cartas es una constante en la historia de la Compañía, a pesar de que el rápido crecimiento y la expansión de la Orden hizo necesario adaptarlas a las nuevas circunstancias.5 Un tipo especial de cartas, las indipetae, han suscitado entre los estudiosos un interés y un atractivo particular desde hace tiempo. La obligación de escribir una carta al general de la Compañía para solicitar ser ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  1

Arsil PÉCORA, “Cartas à Segunda Escolástica”, en Adauto NOVAES (ed.), A outra margem do Ocidente, São Paulo, 1999, pp. 373-414. 2 Constituciones de la Compañía de Jesús. (Introducción y notas para su lectura), Bilbao/Santander, 1993, parte 3 § 252. 3 Ibidem, parte 4 § 507. 4 Ibidem, parte 8, § 673. 5 Edmond LAMALLE, “L’archivio di un grande Ordine religioso. L’Archivio generale della Compagnia di Gesù”, Archiva Ecclesiae, 24-5, 1981-1982, pp. 89-120.

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enviado a las misiones de fuera de Europa fue introducida en la Compañía en los años ochenta del siglo XVI, y se perpetuó durante las centurias sucesivas. La particularidad de las indipetae se encuentra en su doble valor “espiritual y burocrático”.6 Por un lado, resaltan detalladamente las motivaciones personales de aquel “ferviente deseo de las Indias”,7 que movió a miles de jóvenes, y a los no tan jóvenes, hacia una aventura misionera en la que se comprometía toda la vida hasta su mismísimo sacrificio. Por otro, son la expresión de una dinámica institucional ligada a la política misionera de la Compañía en distintos contextos históricos, así como a los intereses de la Curia General en relación con las diversas realidades políticas nacionales y a las particulares provincias. Además, las cartas son como una especie de “garantía” para los superiores de la Compañía a la hora de hacer frente a las quejas de los progenitores que a menudo se oponían a que sus hijos fuesen asignados a misiones, sobre todo si se trataba de candidatos pertenecientes a la nobleza. Las indipetae eran la prueba para mostrar que si uno era enviado en misión era porque la misma persona lo había pedido. Las indipetae se referían a ricas y profundas experiencias subjetivas, fruto de una modalidad de elaboración de contenidos a partir de vivencias personales. Esta modalidad fue difundida en el ámbito de la Compañía a partir de la propuesta pedagógica ignaciana e inspirada definitivamente en los modelos culturales propios de la tradición cristiana, así como de la época durante la cual fueron elaboradas.8 Para comprender el dinamismo personal que implica la escritura de las cartas indipetae, es necesario recordar la enseñanza de Ignacio en relación con la “buena elección”. Los Ejercicios espirituales mostraban a los jesuitas “al más profundo nivel, lo que eran y aquello que eran y cómo debían ser [...] y configuraban los modelos y los fines de todos los ministerios en los que estaba comprometida la Compañía”, e indicaban también cómo actuar en conformidad a la voluntad divina.9 ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  6

Giovanni PIZZORUSSO, “Le choix indifférent. Mentalités et attentes des jésuites aspirantes missionaires dans l’Amérique française au XVIIe siècle”, Mélanges de l’École Française de Rome. Italie Mediterranée, 10, 1997, pp. 881-894, aquí 882. 7 Marina MASSIMI y André BARRETO PRUDENTE, “Um incendido desejo das Índias”, São Paulo, 2002. 8 Gian Carlo ROSCIONI, “Il desiderio delle Indie. Storie, sogni e fughe di giovani gesuiti italiani”, Turín, 2001. 9 John W. O’MALLEY, Los primeros jesuitas, Bilbao/Santander, 1995, p. 21; Alessandro GUERRA, “Per un’archeologia della strategia missionaria dei Gesuiti: le indipetae e il sa-

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Las litterae indipetae cumplen diversas funciones: ilustrar a quien escribe, así como al destinatario; la naturaleza de la intención de ir a las misiones; reforzar los vínculos entre los miembros de la Compañía y sus superiores; someter el deseo individual al de Dios confiando en la decisión del general, cuya autoridad es una manifestación de la voluntad divina. Al exponer su experiencia personal y la trayectoria que los ha llevado a escribir al general, los candidatos a las misiones describen –a veces con detalle– el proceso psicológico y espiritual cuyo resultado es justamente la carta. Identificar las motivaciones de tal decisión no siempre es fácil, por lo que sería necesario distinguir entre las razones afirmadas de manera explícita, y justificadas en argumentos precisos, y aquellas intencionalmente omitidas o las razones inconscientes que algunas veces pueden constituir factores determinantes de una elección. Sin embargo, en la medida en que al iniciarse “a reconstruir a detalle el recorrido del desarrollo de las decisiones individuales, emerge el contexto psicológico fundamental”.10 Estas cartas nos conducen con una fuerza extraordinaria al corazón de la Compañía de Jesús, revelando la espiritualidad potente y la eficiente organización centralizada. En los últimos treinta años, en estrecha correlación con el excepcional desarrollo de los estudios sobre la Compañía de Jesús,11 “se han llevado a cabo algunos estudios comparativos entre varios destinos de los misioneros [...] que empiezan a establecer conexiones entre las misiones lejanas y las internas; a ahondar en las motivaciones de las solicitudes, en la mentalidad de los aspirantes a las misiones, en la existencia de una política de la jerarquía de la Compañía; y a destacar el estudio de los aspectos ligados a la formación y selección del clero misionero”.12 La riqueza cuantitativa de estas fuentes y su excelente catalogación en el                                                                                                                                    crificio nella ‘vigna del Signore’”, Archivio italiano per la storia della pietà, 13, 2000, pp. 109-191. 10 Thomas V. COHEN, “Why the Jesuits Joined, 1540-1600”, en Thomas V. COHEN (ed.), Canadian Historical Association Papers, Ottawa, 1994, p.192. 11 Emanuele COLOMBO, “Gesuitomania: Studi recenti sulle missioni gesuitiche (15401773)”, en Michela CATTO et al. (eds.), Evangelizzazione e globalizzazione: Le missioni gesuitiche nell’età moderna tra storia e storiografia, Roma, 2010, pp. 31-59. 12 Giovani PIZZORUSSO, “Autobiografia e vocazione in una littera indipeta inedita del gesuita Pierre-Joseph-Marie Chaumonot, missionario in Canada (1637)”, en Massimo DONATTINI et al. (eds.), L’Europa divisa e il nuovi mondi. Per Adriano Prosperi, vol. 2, Pisa, 2011, p. 192.

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Archivo Romano de la Compañía de Jesús,13 han hecho que estos documentos estén disponibles para un trabajo sistemático que, si bien todavía no está completo, sí va muy avanzado.14 La amplia bibliografía sobre las litterae indipetae, recientemente comentada en una bella reseña historiográfica de Aliocha Maldavski, se refiere casi exclusivamente a la antigua Compañía (1540-1773).15 Las litterae indipetae de la llamada nueva Compañía han sido objeto de una mínima atención,16 es decir, que la historiografía ha mostrado un interés menor por la Compañía después de su restauración en 1814, y las cartas indipetae de los siglos XIX y XX se encuentran dispersas en varios archivos y sin catalogar. Este artículo se propone abarcar el problema mediante una investigación exploratoria, así como analizar algunos ejemplos de litterae indipetae de la nueva Compañía, comparándolas con las más antiguas. Esperamos que las primeras observaciones generen nuevas preguntas e indagaciones.17 Para este estudio preliminar hemos analizado un centenar de cartas de jesuitas italianos de la “nueva Compañía” conservadas en el Archivo Romano.18 Desde un punto de vista geográfico, la correspondencia pro‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  13

Edmond LAMALLE, “La documentation d’histoire missionnaire dans le ‘Fondo Gesuitico’ des archives romaines de la Compagnie de Jésus”, Euntes Docete, 21, 1968, pp. 131-176. 14 Más de 14 000 litterae indepentae de la “antigua Compañía” se conservan en el Archivo Romano de la Compañía de Jesús (ARSI), en el Fondo Gesuitico (FG). Asimismo, hay otras cartas en distintos fondos del ARSI y de otros archivos de la Compañía. 15 Aliocha MALDAVSKI, “Pedir las Indias. Las cartas indipetae de los jesuitas europeos, siglos XVI-XVIII. Ensayo historiográfico”, Relaciones, 132, 2012, pp. 147-181. 16 Aceptamos aquí las definiciones de “antigua” y “nueva” Compañía –discutibles y no aceptadas unánimemente– según las descripciones de los documentos en el Archivo Romano. 17 Guido Mongini ha publicado recientemente un artículo sobre las indipetae italianas del siglo XIX donde resalta problemas y preguntas interesantes. Guido MONGINI, “Missioni estere e tradizioni identitarie nella Compagnia di Gesù. Le lettere indipetae italiane del primo Ottocento (1817-1835)”, Ricerche di Storia Sociale e Religiosa, 84, 2013, pp. 59-94. Estamos muy agradecidos con este autor por los frutos de nuestras conversaciones sobre este tema. 18 Hemos estudiado aproximadamente 120 cartas de la nueva Compañía, divididas entre los dos periodos mencionados, y las hemos comparado con las de la antigua Compañía. Las misivas se encuentran en ARSI. Las cartas del siglo XIX están guardadas en la sección de la nueva Compañía (NovaCom) en dos carpetas diferentes: “Assistentia Italiae 1” (AIT 1) recoge las cartas de la provincia Romana y unas pocas cartas de la futura rovincia Taurinense; “Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402”, fasc. 1, conserva las cartas de la provincia de Sicilia. Las cartas del siglo XX se hallan en las siguientes carpetas: “Missio-

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viene de las provincias romana, taurinense y sícula; desde un punto de vista cronológico, hemos elegido dos momentos estratégicos con la intención de ofrecer algunas sugerencias para reflexionar y suscitar preguntas que puedan favorecer una investigación archivística e histórica más amplia. El primer periodo considerado son los veinte años posteriores a la restauración de la Compañía (1814-1834). Hemos querido investigar el papel de las misiones en los años de la restauración de la Orden, cuando el número de los jesuitas era exiguo y enfrentaban muchas dificultades. El segundo periodo (1919-1939) comprende los años entre las dos guerras mundiales, en los que se vio un extraordinario impulso misionero durante el largo generalato de Włodzimierz Ledóchowski.19 Las cartas de estos años son las más recientes de las que existen a nuestra disposición, ya que, por el momento, los documentos del Archivo Romano son accesibles únicamente hasta el año de 1939. Por lo tanto, nuestro sondeo concierne a dos extremos cronológicos en la historia de la nueva Compañía. 2. EL RENACIMIENTO DE LA COMPAÑÍA (1814-1835) Cuando, el 7 de agosto de 1814, Pío VII expidió la bula Sollicitudo omnium ecclesiarum, Tadeo Brzozowski se convirtió para todos los efectos en el general número 19 de la Compañía restaurada. Al no poder salir de Rusia por la prohibición del Zar, Brzozowski nombró un vicario residente en Roma. Aunque la Compañía estuviera diezmada, desde los primeros años hubo candidaturas para las misiones extranjeras. Las peticiones aumentaron significativamente después de la elección de Luigi Fortis (18 de octubre de 1820), considerada como el verdadero renacimiento de la Compañía, ya que, con el general en Roma, esta podía finalmente recuperar poco a poco una estructura estable. Durante los nueve años del generalato de Fortis, la Compañía creció notablemente (de 1300 a 2100 miembros), aunque no faltaron dificultades tanto in                                                                                                                                   nes Petentes Prov. Rom. 1900-1938”; “Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402”, fasc. 4; “Assistentia Italiae 3” (AIT 3), fasc. 1 (Provincia Taurinense); AIT 3 fasc. 6 (Provincia Veneta); AIT 3, fasc. 7. Las cartas de la antigua Compañía se encuentran en FG. Una gran parte de las cartas de la nueva Compañía no están numeradas y en esos casos solo indicaremos la fecha, el lugar de origen y el fascículo. 19 Giuliano Cassiani INDONI, P. Wlodimiro Ledochowski: XXVI Generale della Compagnia di Gesù, 1866-1942, Roma, 1945.

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ternas como externas. En específico, había jesuitas que proponían una ruptura entre la antigua y la nueva Compañía, para introducir modificaciones radicales. Fortis “estimuló al instituto a una plena fidelidad de la antigua observancia, un poco delicada en aquel momento de transición”.20 En las cartas indipetae de este periodo no faltan los signos de la esperanza y de las dificultades de aquellos años. En 1820 Francesco Olivieri celebró la elección “deseadísima” de Fortis, quien la consideraba “tanto mayor a la gloria de Dios cuanto han sido los obstáculos [...] que el infierno ha puesto”.21 Al año siguiente, Angelo Castelli felicitaba al general, cuya elección –según su opinión– sería de gran beneficio para la “naciente Compañía”.22 Algunos años más tarde, el propio Castelli declaraba que el deseo de las Indias las volvía “agradable[s] para la religión en un lugar donde solo se ve un esqueleto de la antigua Compañía de Jesús”.23 En 1825 la respuesta de Fortis a uno de los candidatos que había pedido varias veces ser enviado a las Indias y que se quejaba de no haber recibido contestación muestra la tensión entre el deseo de embarcarse en la “gloriosa” actividad de las misiones y la consideración de las prioridades de la Compañía: […] No podrá decir que esta vez no ha recibido respuesta. Se la doy con gusto. Admiro sus deseos. Están en conformidad con nuestro espíritu. Pero advierta que Dios ha dispuesto que las circunstancias de la Compañía renacida son muy, mejor dicho, son totalmente diversas de cuando ella nació. En los viejos tiempos la apertura de las Indias a la misión extranjera fue el hecho más importante para la Iglesia y para la Compañía. Ahora, la tarea más importante es la educación de los jóvenes, y las Indias están totalmente cerradas y para castigo de nosotros o de ellos no se puede hacer mucho bien allí.24

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Giacomo MARTINA, Storia della Compagnia di Gesù in Italia (1814-1983), Brescia, 2003, p. 26. 21 Francesco Olivieri, Palermo, 30/11/1820 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, 3). 22 Angelo Castelli, Palermo, 29/3/1821 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, f. 6). 23 Angelo Castelli, Palermo, 8/7/1825 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, 17). 24 Luigi Fortis a Angelo Castelli, Roma, 28/7/1825 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc, 1, 19).

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Desde 1829 el holandés Jan Philip Roothaan guio a los jesuitas,25 y su largo gobierno constituyó una verdadera mejora en la calidad de la Compañía restaurada. Roothaan, “restaurador de la Compañía” y “General de las misiones”,26 contribuyó al desarrollo de la Orden, tanto en términos numéricos como por la extensión geográfica de la actividad misionera. La carta titulada “De Missionum exterarum desiderio excitando et fovendo”,27 que el General escribió a toda la Compañía el 3 de diciembre de 1833, es digna de mención. Se trata de un documento particularmente interesante por tener un lenguaje familiar al de las litterae indipetae: reutilizando los topoi de las cartas de los candidatos a las misiones, el General buscaba suscitar aquel deseo que durante dos siglos había sido el tema de miles de cartas: “[…] Ninguno de ustedes, creo yo, que recordando en la memoria la obra de nuestros padres en este campo, y las fatigas que les siguieron, y el fruto que recogieron, no se sienta emocionado con el deseo de tener parte alguna en tanta gloria del Señor, y ser sus compañeros en el apostolado”.28 Roothaan señalaba a Francisco Javier –cuya fiesta litúrgica conmemoraba aquel día– como ejemplo, aunque especificaba que este era el primero de una larga serie de misioneros, “una estrella, si bien de sobresaliente grandeza, la cual resplandece entre muchísimas otras, poco o nada inferiores en comparación”.29 La amplia tradición misionera había sido interrumpida por la supresión de la Compañía, con grave “daño para los progresos de la Fe”. Ahora que la Orden se reconstituía lentamente, el General recibía muchas peticiones provenientes de los Estados Unidos, del Líbano y de Grecia, con lo que nutría la esperanza de reabrir las misiones en China y en las Indias Orientales. Roothaan se expresaba con el lenguaje dramático típico de las litterae indipetae, y ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  25

Pietro PIRRI, “Padre Giovanni Roothaan XXI generale della Compagnia di Gesù, Isola del Liri”, 1930; Id., Le père Jean Roothaan, XXIe général de la Compagnie de Jésus (1785-1853), París, 1935; Cornelius J. LIGTHART, The Return of the Jesuits. The Life of Jan Philip Roothaan, Londres, 1978 (original holandés 1972). 26 Robert G. NORTH, The General Who Rebuilt the Jesuits, Milwakee, 1944. “‘General de las misiones’ es el título con el cual ha sido elogiado Roothaan por el juicio unánime de jesuitas e historiadores”. Ibidem, p. 214. 27 Véase Jan Philip ROOTHAAN, Opera spiritualia, vol. 1, Roma, 1936, pp. 347-356; Id., Lettere dei prepositi generali della Compagnia di Gesù ai Padri e Fratelli della medesima Comapagnia, vol. 3, Roma, 1845, pp. 33-46. 28 Idem. 29 Idem.

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describía las características del misionero ideal retomando los topoi de la literatura jesuita. El misionero debía tener “una robusta salud” y “una cierta dulzura natural y suavidad de índole y de costumbres”. Era muy importante prepararse adecuadamente en los estudios, ya que “en las provincias de Europa no faltan ni libros ni hombres dotados, que cada uno puede consultar a sus anchas, pero en las Misiones cada uno está obligado, no raramente, a ser biblioteca y aconsejarse a uno mismo”. Pero, sobre todo, el misionero necesitaba discernir cuál era la real naturaleza del anhelo: el General prevenía contra el deseo ocasionado por una visión romántica de las misiones, así como contra la voluntad de abandonar el propio estado de vida.30 Para verificar si el deseo era infundido en realidad por Dios, y no una ilusión, cada candidato debía observarse en acción, ya que “cada uno se debe persuadir de que la virtud necesaria para las grandes empresas de las Misiones, no se puede tener así repentinamente, ni ponerse al gusto como se hace con una capa al salir de casa”.31 La vocación jesuita, –según observaba Roothaan–, era una vocación misionera, y las misiones contribuían a la salvación de las almas de las personas a quienes estas se dirigían, pero también de los propios apóstoles. La carta termina con un llamado: “¿Habrá entre Nosotros alguno que, ante la perspectiva de tantos males, en vista de la pérdida de tantas almas redimidas con la Sangre de Jesucristo, no se sienta tocado vivamente y conmovido y no canalice todo en flamas de caridad y de celo?”.32 Como es de imaginarse, los efectos de esta carta fueron excepcionales, ya que en los meses sucesivos un gran número de jesuitas escribieron una respuesta, ofreciéndose como candidatos a las misiones.33 La influencia de la carta de Roothaan aparece en las indipetae que hemos estudiado, pero necesita un mayor estudio. La historiografía ha considerado la carta ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  30

Roothaan mostraba un gran realismo respecto a las posibles razones que podían incitar a un jesuita a postularse como candidato a las misiones, particularmente por la exaltación de la literatura y de las cartas de las misiones. Por ello, hablaba de la necesaria precaución al considerar la candidatura. 31 Idem. 32 Idem. 33 Según el Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús (DHCJ), p. 1667, unos 1 260 jesuitas pidieron ir a las Indias, dato confirmado por las diversas biografías de Roothaan. Debido a que los documentos están dispersos es difícil verificar esta cantidad; aun así, hemos encontrado numerosas indipetae escritas inmediatamente tras la carta de Roothaan, que contienen referencias explicitas a esta última.

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circular de Roothaan como una consecuencia del impulso misionero de Gregorio XVI, ya prefecto de Propaganda Fide, quien después de su elección al trono pontificio en 1831 promovió las misiones extranjeras y apoyó la reconstitución de muchas misiones jesuitas.34 Si la influencia del Pontífice es innegable, de las litterae indipetae aprendemos que la circular de Roothaan había sido precedida por otras cartas “locales” dirigidas individualmente a jesuitas o a rectores de los colegios en las que el General solicitaba la disponibilidad para las misiones fuera de Europa. Ya en 1829, antes de la elección de Gregorio XVI, el jesuita Facchini citaba en su indipeta una circular de invitación para las misiones extranjeras enviada por el General.35 En la Navidad del mismo año, Stefano Gabaria confirmaba la noticia desde Spoleto.36 Asimismo, en enero de 1830 Luigi Maria Gianolio pedía partir hacia las misiones de fuera de Europa porque el General había invitado a “sus súbditos a que se sintieran inclinados por las Misiones exteriores y a manifestar su vocación para que esta fuera probada”.37 Dos meses más tarde, Stanislao Neri también afirmaba haber leído y vuelto a leer “con afectuoso júbilo de corazón [...] las gentilísimas cartas de Vuestra Paternidad y del Reverendo Padre Provincial, en las cuales invitaban a los hijos de Ignacio a dirigirse a las regiones bárbaras, para conducir al redil de Cristo a aquellas ovejas perdidas”.38 Poco después de la carta oficial del 3 de diciembre de 1833, se multiplicaron comentarios similares y los candidatos a las misiones atribuyeron al propio General el origen de su deseo por las Indias.39 En un fascículo de cartas indipetae decimonónicas se encuentra una carta extraña, tal vez incorporada por error, de Giovanni Battista Sacchetti (1796-1869), jesuita proveniente de una noble familia romana y ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  34

Giacomo MARTINA, “Gregorio XVI”, en Dizionario Biografico degli Italiani, 59, 2003, pp. 229-242; NORTH, The General Who Rebuilt the Jesuits, op. cit., p. 216. 35 Facchini, Novara, 13/12/1829 (AIT 1). 36 Stefano Gabaria, 25/12/1829 (AIT 1). 37 Luigi Maria Gianolio, Novara, 6/1/1830 (AIT 1). 38 Stanislao Neri, Novara, 7/3/1830 (AIT 1). 39 Muchas indipetate fueron escritas durante los días sucesivos a la carta de Roothaan, en los meses posteriores algunas indipetae las citan explícitamente. En AIT 1: Felice Cicaterri, Roma, 6/12/1833; Antonio Ballerini, Roma, 8/12/1833; Giammaria Ratti, Tivoli, 8/12/1833; Romualdo Abramo Giuseppe Suszynski, Fano, 12/12/1833; Stefano Romani, Orvieto, 14/1/1834; Luigi Taparelli, Palermo, 14/1/1835; Giovanni Metz, Roma, 15/8/1835. En “Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402”: Rosario Parisi, Palermo, 12/1/1834 (fasc.1, 26); Salvatore Castelli, Palermo, 21/1/1834 (fasc. 1, 29).

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notable misionero popular.40 Sin embargo, se trata de un error comprensible ya que en ella el autor manifiesta al General su preocupación por el método misionero de la Compañía. Por una parte, esta carta muestra el conocimiento de la importancia de las misiones para conservar la identidad de la Orden; por otra, los debates en curso referentes al procedimiento en las misiones necesitaban seguir –según Sacchetti– “el camino” de la antigua Compañía y uniformarse de acuerdo con el método misionero jesuita más tradicional.41 Sacchetti reconocía la necesidad de “adaptarse a los tiempos”, pero resaltaba el hecho de que desde hacía años la Compañía seguía “tantos métodos de misioneros, cuantos eran los talentos, los fervores y, a veces, los prejuicios de los misioneros. Y he aquí removida la uniformidad tan propia de nosotros, y por ello el decir que nosotros ya no sabemos hacer las misiones”. El tema era apremiante: la Compañía era “nueva” porque renacía en circunstancias muy diferentes a las circunstancias bajo las que había estado abolida, pero quería proponerse de nuevo como “antigua”, es decir, fiel en todo a la propia tradición. Esta tensión entre la antigüedad y modernidad de la Compañía se hallaba en el centro del generalato de Roothaan y aparece en los documentos de la Ratio studiorum y en los Ejercicios espirituales, que proporcionaban una contribución a la renovación de la Compañía permaneciendo en el surco de la tradición. La misma tensión aparece en muchas cartas del general. Por ejemplo, el 19 de junio de 1830 Roothaan escribía a Antonio Bresciani: “Muchos dicen que los Jesuitas de ahora no son como los de antes. Y esto es muy verdadero y no podría ser de otro modo. Una planta de 16 años que ha estado poco cuidada y favorecida no puede ser como el árbol que tenía más de dos siglos. Esperemos que estos de ahora se conviertan con el tiempo como en aquellos de antes”.42 ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  40

Giovanni Battista Sacchetti, Ferrara, 2/12/1832 (AIT 1). Sobre Sacchetti véase Armando GUIDETTI, Le missioni popolari. I grandi gesuiti italiani, Milán, 1988, pp. 257-258. 41 Sacchetti ofrecía indicaciones muy precisas sobre cuáles eran las personas expertas en el método misionero, sobre cuáles eran los libros más valiosos e indicaba como ejemplo a seguir el conocido misionero popular Paolo Segneri Jr. (1673-1713). Debates similares tuvieron lugar en los años que precedieron a la restauración de la Compañía, como fue el caso de Luigi Mozzi. Véase Emanuele COLOMBO, “Jesuit at Heart. Luigi Mozzi de’ Capitani (1746-1813). Between Suppression and Restoration”, en Robert A. MARYKS y Jonathan WRIGHT (eds.), Jesuit Survival and Restoration, Leiden, en proceso de publicación. 42 ROOTHAAN a Bresciani, Roma, 19/6/1830, en Epistolae Ioannis Phil. Roothaan, Romae, Roma, 1935-1940, vol. 2, pp. 15-16.

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El tema de la identidad de la Compañía aparece a menudo en las cartas indipetae. Las referencias a la gloriosa historia misionera de la antigua Compañía son presentadas en las litterae indipetae, incluso con acentos más bien genéricos o carentes de detalles. Quizá estudios con mayor detalle mostrarán la razón para esto; aquello que surge a través de las referencias que hemos encontrado es el deseo de los jesuitas de incluir las candidaturas en la tradición antigua. Antonino Bellota confiaba en “una resolución tan aprobada y celebrada en la Antigua Compañía, para así pasar a Misiones extranjeras”; Angelo Maria Pozzo sabía que su insistencia le podía resultar inoportuna al General, aunque también expresaba que “tal inoportunidad siempre fue practicada por aquellos que se sentían a la merced de Dios, estimulados por los mismos deseos”; Stefano Romani admitía ser muy joven, pero recordaba haber leído en las historias de la Compañía que “bastantes veces fueron elegidos para las misiones extranjeras jóvenes estudiantes, e incluso Novicios, lo que no remueve en absoluto la esperanza de obtener pronto la anhelada Misión”.43 Las cartas están repletas de alusiones a la historia y a la sensibilidad decimonónica. Se encuentran referencias a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús, representativa de la Compañía desde sus orígenes y extremadamente importante durante el periodo de la supresión, así como muy querida por el general Roothaan.44 De la misma manera, los años treinta del siglo XIX se caracterizaron por las primeras y pioneras expediciones a la costa occidental de los Estados Unidos, que hasta los años cuarenta resultaron en la fiebre del oro.45 Nicolò Gioia, en su solicitud para ser mandado a las misiones, describía su propio deseo de las Indias ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  43

Stefano Romani, Orvieto, 14/1/1834 (AIT 1). Véase por ejemplo, Giuseppe Pastarini, Chieri, 17/1/1830 (AIT 1); tras una primera indagación parece que las referencias al Sagrado Corazón aumentan en las cartas de los años sucesivos. Más tarde, en 1848 –en un momento dramático en la vida de la Compañía en Italia– Roothaan escribió una carta sobre la devoción al Sagrado Corazón (Lettere dei Prepositi generali della Compagnia di Gesù, vol. 4, Roma, 1886, pp. 47-66.) Sobre la devoción al Sagrado Corazón en la Compañía de Jesús véase J.-M. SÁENZ DE TEJADA, Il S. Cuore e la Compagnia di Gesù, Roma, 1918; J. SCHAACK, Le Sacré-Cœur et la Compagnie de Jésus, in Cor Jesu, Roma, 1959, vol. 2, pp. 141-187; Daniele MENOZZI, “Sacro cuore. Un culto tra devozione interiore e restaurazione cristiana della società”, Viella, Roma, 2002; MARTINA, “Storia della Compagnia”, op. cit., pp. 243-255. 45 William BRANDS, The Age of Gold. The California Gold Rush and the New American Dream, Nueva York, 2002. 44

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más ardiente que el de aquellos “mundanos” que “para ganarse o un poco de oro, o una vana apariencia de gloria, están [...] listísimos para emprender cualquier ardua fatiga”.46 3. ENTRE LAS DOS GUERRAS (1919-1939) La segunda etapa en consideración, el periodo de entreguerras, fue particularmente agitada y al mismo tiempo estuvo caracterizada por el crecimiento numérico de la Compañía (de 17 000 miembros aproximadamente a 26 000), así como por un renovado ímpetu en las misiones. El general en estos años fue el jesuita de origen polaco, aunque ciudadano austriaco, Wlodimir Ledóchowski, quien gobernó durante 27 años y después fue exaltado por la historiografía interna de la Orden, considerado como “uno de los generales más notables que ha tenido la Compañía de Jesús”.47 Sería complicado resumir las particularidades del largo generalato de Ledóchowski, quien vivió un periodo histórico particularmente complejo entre las dos guerras mundiales. El general polaco trabajó por una revisión de la Ratio Studiorum; por el desarrollo de las instituciones educativas (la Universidad Gregoriana y los Institutos Pontificios); así como por la promoción del estudio de la historia de la Compañía, tanto en Roma –donde fundó el Instituto Histórico y la revista Archivum Historicum Societatis Iesu–, como en las distintas provincias, a las cuales pidió un trabajo sistemático de recopilación de documentos y la escritura de las historias locales de la Compañía. En general, Ledóchowski tenía un sentido de la historia muy desarrollado, por lo que comúnmente en los documentos oficiales se refería al valor de la historia de la Compañía, en particular en sus numerosas cartas dedicadas a las misiones fuera de Europa.48 Como en el caso del siglo XIX, las cartas indipetae ofrecen numerosas sugerencias para comprender algunas características del periodo en el cual fueron escritas. Los destinos solicitados con mayor frecuencia eran China y Rusia. Desde los tiempos de la antigua Compañía, aquella ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  46

Nicolò Gioia, Roma, 10/7/1830 (AIT 1). DHCJ, p. 1690; Giuliano Cassiani Indoni, P. Wlodimiro Ledochowski: XXVI Generale della Compagnia di Gesù, 1866-1942, Roma, 1945. 48 Ledóchowski escribió a toda la Compañía nueve cartas sobre las misiones: Véase Acta Romana Societatis Iesu y Włodzimierz LEDÓCHOWSKI, Selected Writings of Father Ledóchowski, Chicago, 1945, pp. 661-728. 47

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había representado para los jesuitas italianos y franceses una meta mítica y deseada por su lejanía y diversidad, así como por la circulación de las cartas de los misioneros de aquellas tierras.49 Asimismo, China había sido el objeto de la atención del General, quien en 1918 y 1919 escribió dos cartas sobre la importancia del aprendizaje del chino, así como de la educación del clero nativo, y para ello citaba ampliamente la historia de la antigua Compañía.50 Sin embargo, las solicitudes para ir a Rusia fueron mayores numéricamente que aquellas de China. En 1929 Pío XI inauguró en Roma el Colegio Ruso (“Russicum”), seminario de rito bizantino-eslavo para los jóvenes rusos y eslavos. El seminario, “no obstante la resistencia comprensible del general Ledóchowski, fue confiado rápidamente a la Compañía”.51 En febrero de 1930, el General escribió una carta a toda la Compañía en la cual incitaba a los jesuitas a contribuir para dar a conocer la situación de persecución religiosa en Rusia, mediante su participación en periódicos, opúsculos, conferencias y sermones. El General mencionó que esta situación “tiene sus orígenes no solo en el comunismo, sino en un verdadero y propio odio satánico a Dios”, y pidió oraciones particulares y una misa mensual a todos los jesuitas.52 Ledóchowski también recordaba el vínculo particular de gratitud que la Compañía tenía con Rusia, la cual había acogido a los jesuitas durante el periodo de supresión,53 así ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  49

MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 156; Girolamo Imbruglia, “Ideali di civilizzazione: la Compagnia di Gesù e le missioni (1550-1600)”, en A. PROSPERI y W. REINHARD (eds.), Il Nuovo Mondo nella coscienza italiana e tedesca del Cinquecento, Bolonia, 1992, pp. 287-308, 290. 50 LEDÓCHOWSKI, Selected Writings, op. cit. Durante los años veinte las candidaturas para China provenían principalmente de la provincia de Turín –a la cual le fueron confiadas tales misiones–, mientras que una década después se añadieron peticiones de otras provincias. Véanse las siguientes cartas: Carlo Federico Scheffer, Turín, 25/7/1921 (AIT 3, fasc.1, 3-4); Egidio Boschi, Gozzano, 8/9/1921 (AIT 3, fasc.1, 5-6); Carlo Canziani, Turín, 17/1/1923 (AIT 3, fasc.1, 15-16); Felice Ricci, Roma, 19/5/1934 y 14/5/1935 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938); Pietro Maina, 27/5/1936 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938); Adolfo Cerutti, Gallarate, 31/10/1937 (AIT 3, fasc.1, 21-22). 51 MARTINA, “Storia della Compagnia”, op. cit., p. 262. Sobre el Russicum Véase Simon COSTANTIN, Pro Russia: the Russicum and Catholic work for Russia, Roma, 2009; G. K. PIOVESANA, “Collegio Ruso”, en DHCJ, pp. 850-852. 52 LEDÓCHOWSKI, Selected Writings, op. cit. 53 “Y una ulterior razón para esto se encuentra en aquello que ya he mencionado otras veces: la gratitud que une, mediante un fuerte vínculo, a la Compañía con Rusia. Ya que fue justamente allá donde, durante la violenta tempestad, se conservó una sola chispa de la vida de la Compañía, un carbón ardiente entre las cenizas, y de esta chispa la Compa-

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como la responsabilidad que tenía hacia el Russicum al ser confiado a la Compañía por el Pontífice. Estos acontecimientos dejaron una huella en los candidatos a las misiones. El 13 de noviembre de 1929 Carlo Barozzi pidió ser enviado a Rusia, haciendo referencia al Russicum por una “deuda de gratitud” hacia Rusia, la cual había “alojado” a la Compañía durante los años de la supresión.54 Para Giulio [Roi], quien escribía en 1930, Rusia era “una nación infeliz” que él amaba particularmente “también por cuanto esta ha hecho por la Compañía en el tiempo de la supresión”.55 En 1931 Antonio Maria Pignatelli, a pesar de reconocer que se trataba de “una misión más difícil que otras, más laboriosa, más penosa, donde es necesario estar preparado para quizás perder hasta la vida”, pedía ser enviado a aquel territorio.56 Dos discursos sobre la Rusia pronunciados por el General despertaron el deseo por las misiones en Angelo Belluzzi.57 En 1918, antes de ingresar a la Compañía, Luigi Cimadori fue hecho prisionero en Rusia; en 1935 solicitaba poder regresar como misionero. Las dificultades no enfriaban su ardor, y concluía su carta diciendo que “moriré contento cuando los nuestros estén dentro”.58 Como en el caso de Roothaan un siglo antes, las cartas y exhortaciones del General constituyen el “espejo” de las litterae indipetae, ya que a través de estas el general de la Compañía proporcionaba –no siempre voluntariamente– los argumentos para las indipetae, indicando las prioridades desde el punto de vista geográfico y espiritual. Un ejemplo de cómo estas cartas fueron comúnmente una respuesta a las preferencias dictadas por el General lo constituyen las dos indipetae del coadjutor temporal Primilio Galetto escritas en 1937 y 1938. En estas se                                                                                                                                    ñía habría de encender su propia luz. El recuerdo de esto nunca será borrada por algún descuido de la Compañía”. LEDÓCHOWSKI, Selected Writings, op. cit.,p. 673. 54 Carlo Barozzi, Chieri, 13/11/1929 (AIT 3, fasc. 6). 55 Giulio Roi, Modena, 20/4/1930 (AIT 3, fasc. 6). 56 Antonio Maria Pignatelli, Roma, 10/10/1931 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 57 Angelo Belluzzi, Roma, 1/1/1936 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 58 Luigi Cimadori, Roncovero di Bettola (Piacenza), 8/5/1935 (AIT 3, fasc. 6). Entre quienes pidieron ir a Rusia en aquellos años se encuentran: Manlio M. Colucci, Nápoles, 8/4/1931 (AIT 3, fasc. 7); Giuseppe Maria Boccadamo, 1932-1934 (AIT 3, fasc. 7); Floriano Masotti, Roma, 22/12/1938 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938); Agostino Lattanzi, Roma, 16/6/1938 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938); Giuseppe Ragona, Bagheria, 16/9/1930 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402 fasc. 4) y Carlo Giacon, Firenze, 1/1/1934 (AIT 3, fasc. 6).

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expresa el deseo –que no encontramos con frecuencia en las cartas indipetae– de ser mandado a tierras islámicas para dedicarse a la conversión de los musulmanes. Por lo tanto, la petición no se refería a un área geográfica específica, sino a la tipología de los “infieles” por convertir. La carta De Mahumetanorum Conversione (15 de agosto de 1937), escrita por Ledóchowski a todos los provinciales de la Compañía y leída en todas las casas,59 fue lo que convenció a Galetto para estudiar y obtener “el pleno conocimiento del Corán y el completo dominio de la lengua árabe”. Una vez más, el General apelaba a la historia de la Compañía recordando a Ignacio, su pasión por Tierra Santa y el voto de Montmartre; las primeras misiones jesuitas en tierras del islam y los ambiciosos proyectos de construir escuelas de árabe. Ledóchowski reconocía que en las condiciones actuales no era fácil convertir a los musulmanes, pero invitaba a los provinciales a recuperar “el celo original de la Compañía”. El General imaginaba una verdadera batalla espiritual para convertir a los musulmanes, y ofreció instrucciones detalladas a los provinciales para reclutar individuos aptos para tales misiones: “En el pasado se predicaban cruzadas contra los turcos; hoy es absolutamente necesario que nosotros, en el mismo espíritu de los antiguos cruzados, pero de una manera más pacífica, reforcemos nuestro vínculo de unidad y ataquemos su posición consolidada”.60 En las cartas indipetae del siglo XX se encuentran otros aspectos dignos de mención que hemos tomado en cuenta. En primer lugar, como en las cartas decimonónicas, hay referencias al Sagrado Corazón de Jesús, ya que Ledóchoswski también era particularmente devoto a este y escribió a la Compañía una carta sobre el tema. Otra cuestión particular es la que se refiere a la edad de los indipeti. A diferencia de lo que se ha escrito comúnmente, en la antigua Compañía no solamente eran los jóvenes quienes pedían ir a las misiones;61 sin embargo, a partir de una primera investigación de las cartas del siglo XX, parece que la norma eran las solicitudes de los menos jóvenes. Mario Santambrogio tenía 38 años cuando escribió su indipeta sin mencionar su edad como un pro‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  59

Roma, 15/8/1937, en Acta Romana Societatis Iesu, vol. VIII, Roma, 1937, pp. 226-228. Ledóchowski creó una comisión específica para el desarrollo de las misiones en el mundo islámico. A la cabeza de esta se encontraba el conocido jesuita francés Christophe de Bonneville. (Véase DHCJ, pp. 490-491). 61 Faltan estudios sistemáticos sobre la edad de los autores de las indipetae en la antigua Compañía, como observa MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 168, n. 75. 60

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blema;62 Pietro Maina escribió: “Yo tengo al presente 58 años de edad, pero siempre he gozado de óptima salud, por lo que creo que esto no será de peso en la Misión”.63 Luigi Cimadori tenía 50 años cuando escribió al General: “vea bien que yo no tengo prisa”. Asimismo, el provincial de Nápoles Japhet Jollain pidió ser mandado de misiones en 1929, sabiendo bien que era “no más joven, y con un limitado bagaje de virtudes”.64 Carlo Canziani sostenía que si era enviado a China ya “un poco anciano”, ello “daría a nuestros distantes y queridos hermanos la sensación consoladora [...] que en Provincia se piensa en ellos y que con gusto se hace cualquier sacrificio para ayudarlos en el arduo trabajo apostólico por ellos realizado”.65 En investigaciones más amplias se podrá demostrar cómo el alza en la media de edad de los solicitantes podría haber sido motivada por el aumento en la expectativa de vida en Italia: durante la primera mitad del siglo XIX esta no superaba los 35 años; en los años treinta del siglo XX ya se había elevado a 55 años.66 Además, viajar se había vuelto mucho más fácil, y las cartas del XX pierden casi por completo cualquier referencia al cansancio y a los riesgos del viaje; asimismo, el clima y las condiciones de vida de las “Indias” ya no se describen como inhóspitas.67 Sin embargo, la idea del viaje para ir de misiones mantuvo su tradicional carácter radical y definitivo. Por ejemplo, Lorenzo Maria Viezzoli, después de haber estado durante 22 años en Albania, pidió ir a otra misión lejana “que anule cualquier posibilidad de regresar a la Patria”.68 4. EN EL TIEMPO, FUERA DEL TIEMPO Resulta casi obvio reflexionar sobre el hecho de que cada uno de los periodos considerados presenta características propias, las cuales se reflejan en las cartas. Así, estas son prácticamente un espejo del tiempo en el que fueron escritas. Sin embargo, también se nota una sorprendente continuidad en las cartas de la antigua y la nueva Compañía –tal conti‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  62

Mario Santambrogio, Padova, 15/8/1929 (AIT 3, fasc. 6). Pietro Maina, Roma, 27/5/1936 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 64 Japhet Jollain, Nápoles, 12/5/1929 (AIT 3, fasc. 7). 65 Carlo Canziani, Turín, 17/1/1923 (AIT 3, fasc. 1, 15-16). 66 Massimo Livi BACCI, Storia minima della popolazione del mondo, Bolonia, 1998, p. 42. 67 Véase por ejemplo la carta de Luigi Ceccarini, Napoli, 28/7/1933 (AIT 3, fasc. 7). 68 Lorenzo Maria Viezzoli, Gallarate, 15/6/1938 (AIT 3, fasc. 6). 63

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nuidad posiblemente no tiene igual en la historia de las órdenes religiosas– y que pondremos de manifiesto a través de siete características comunes en las cartas indipetae. Deseo e indiferencia La redacción de la cartas indipetae es una ocasión para que el candidato se forme y declare su deseo a la misión. Las cartas describen la dinámica psíquica del deseo según las categorías típicas ignacianas: este es acompañado por las actividades del pensamiento, imaginación, conmoción y consuelo. A principios del siglo XVII Francesco Rossino describía su deseo de la siguiente manera: “El deseo de las misiones es tan grande que cada vez [que] se me ofrece la ocasión de pensar en esos países, me siento conmover y emocionar”. A su vez, la conmoción estimulaba la imaginación, cuyo ejercicio le provocaba consuelo: “A menudo me voy imaginando estar en un barco, viajando entre aquellos afanes y sufrimientos, y no puedo evitar derramar unas lágrimas por el gran consuelo que le sigue”.69 Un deseo ardiente y que no se puede ignorar caracteriza también las cartas de los siglos XIX y XX. En 1820 Francesco Olivieri afirmaba: “A menudo se me renueva en el corazón un santo deseo de abandonar tanto a los familiares como la Patria, de despojarme de cualquier cosa, para llevarme libre y desconocido en tierras extranjeras, a predicar Cristo Jesús”.70 Un siglo más tarde, durante el XX, volvemos a encontrar en las litterae indipetae el tema del deseo con características muy similares. Se habla de un deseo “vehementísimo”, “ardiente”, “tan vivo que me parece no poder ser originado más que por Nuestro Señor”. Además, este es verdadero si perdura en el tiempo, como en el caso de Floriano Masotti, quien observaba que sus “vivas y ardientes aspiraciones” iban creciendo con el tiempo y que, por lo tanto, “no son el efecto de un fuego de paja”.71 Al respecto, existe una evidente continuidad entre las cartas escritas entre los siglos XVI y XVII, con aquellas del XIX y XX. La formulación del deseo de las Indias parece seguir el recorrido definido por los Ejercicios espirituales, así como por las prácticas educativas del deseo hu‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  69

Francesco Rossino, Palermo, 14/06/1617 (FG 753, f. 185). Francesco Olivieri, Palermo, 30/11/1820 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, 3). 71 Floriano Masotti, Roma, 22/12/1938 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 70

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mano, ejecutadas en la Compañía y que básicamente se mantuvieron sin cambios en la antigua y la nueva Compañía. En la construcción retórica de las cartas indipetae, la formulación del deseo es complementada con una declaración de indiferencia como expresión de obediencia. El deseo, que constituye uno de los elementos del afecto, mueve la voluntad hacia la elección. Mas para que esta dinámica pueda desarrollarse de forma correcta, se requiere que los afectos estén bien ordenados, ya que el desorden siempre impide alcanzar su fin último. Así, es necesario purificar el deseo de manera que corresponda a la voluntad divina. El tema de la indiferencia siempre está presente en las litterae indipetae de la antigua Compañía.72 Lo volvemos a encontrar con la misma importancia en las cartas de los siglos XIX y XX. En 1818 Antonio Giannini, después de haber descrito la fuerza explosiva de su propio deseo, escribió: “Además, esté segura Vuestra Reverencia de que en medio de tan ardientes y férvidos deseos que tengo de satisfacer mi vocación, tengo la más grande indiferencia y la máxima sujeción a Vuestra Reverencia, que tiene para mí el mismo lugar que Dios”.73 En ese mismo año, Filippo Orsini declaró con una expresión similar su propia indiferencia: “Aunque desee ardientemente ir adonde me destinarán, también estoy indiferente frente a Dios, y si Vuestra Reverencia ahora mudara de opinión, yo solo haría mis lamentaciones con Jesús por un cuarto de hora, y entonces con la ayuda de Él aquietaría mi ánimo”.74 Un deseo anterior En la antigua Compañía muchos candidatos a las misiones hablaban de un “deseo anterior”, un anhelo de ir a las Indias nacido antes del ingreso en la Compañía e indicado como la razón por la que el candidato decía haber elegido a la Compañía de Jesús, en lugar de otras órdenes religiosas. Por ejemplo, Stefano Rossini, al hablar del deseo de ir a las Indias, escribía en 1644: “lo he llevado conmigo desde laico hasta la vocación”.75 La misma idea del “deseo anterior” se encuentra en las cartas de la nueva Compañía. En 1829 Giuseppe Achilluzzi escribía que “el deseo de volcarse totalmente para la salvación de las almas siempre ha estado vi‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  72

PIZZORUSSO, “Le choix indifférent”, op. cit. Antonio Giannini, Roma, 1818 (AIT 1). 74 Filippo Orsini, Fano, 14/5/1818 (AIT 1). 75 Stefano Rossi, Genova, 13/2/1644 (Ital. 173, f. 71). 73

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vísimo en mí, también antes como laico”.76 Un siglo más tarde, Mario Tranquilli proponía una idea similar: “Ser misionero: fue la primera voz que el Señor me hizo sentir por medio de santa Teresa del Niño Jesús, y por eso he entrado en la Compañía”.77 En 1932 Antonio Toldo contaba en una carta la historia de su inclinación en términos parecidos a los de muchas vocaciones de los siglos XVI y XVII: Hace diez años, a los 16 años, me ocupaba con esfuerzo [de] los asuntos familiares sin pensar en absoluto ni en las Misiones ni en la Compañía, hasta que una mañana soñé con algo misterioso. Me pareció estar de repente en una iglesita de misión, donde en presencia del Santísimo Sacramento solemnemente expuesto, dos misioneros hacían el examen de catecismo a algunos jóvenes paganos. Las respuestas salían enseguida y con precisión, llenando de consuelo a los misioneros. Yo me quedaba mirando y observando lleno de asombro y de admiración. En un momento, volviendo la mirada a Jesús, vi la Hostia Sagrada brillar con luz vivísima, y al mismo instante oí estas palabras que parecían llegar desde el ostensorio: “¡¿Ves la dulzura y el consuelo de los misioneros..?!” Me quedé unos instantes como aturdido; luego grité: “¡Yo también quiero ser misionero!” y me desperté, encontrándome cambiado por completo. De hecho, los asuntos familiares, los sueños de prosperidad y de riqueza que antes tanto me atraían, me parecieron nada delante de la sublime grandeza del Misionero, y volviendo con el pensamiento al grito salido de mi corazón y de mis labios algunos momentos antes, me pareció como si fuera una promesa, un juramento inviolable, hecho a Jesús mismo. Me arrodillé, y aun sabiendo la lucha que hubiera tenido que aguantar, renové la promesa jurada a Jesús de querer ser Misionero.78

Ejemplos a seguir Otro elemento de importancia en las cartas indipetae es el reconocimiento de las misiones como aspecto esencial de la tradición jesuita, así ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  76

Giuseppe Achilluzzi, Tivoli, 20/10/1829 (AIT 1). Véase también Lorenzo Saverio Arrigoni, Roma, 31/7/1833 (AIT 1); Antonio Ballerini, 1830 (AIT 1). 77 Mario Tranquilli, Roma, 19/3/1933 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 78 Antonio Toldo, Chieri, 15/5/1932 (AIT 3, fasc. 6). Para hacer una comparación véase la carta de Angelo Rossi, Parma, 29/2/1608 (ARSI, FG 734, f. 98v), cit. en Camilla RUSSELL, “Imagining the Indies: Italian Jesuit Petitions for the Overseas Missions at the Turn of the Seventeenth Century”, en DONATTINI et al. (eds.), L’Europa divisa e i nuovi mondi, op. cit., pp. 184-185.

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como el consecuente deseo de seguir el modelo propuesto por esta tradición, encarnado en figuras y hechos ejemplares, y transmitido por cartas, biografías e historias edificantes. En relación con las cartas de la antigua Compañía, se ha notado que los candidatos tendían a no citar ejemplos cercanos a ellos, sucesos misioneros recientes o experiencias de las cuales tenían conocimiento. En cambio, en las indipetae destacan las referencias a jesuitas célebres –santos o mártires–, identificados como los representantes de la misión, y entre los cuales resalta Francisco Javier,79 quien, aún más que Ignacio, fue el referente constante para los candidatos ya desde antes de su canonización. Si se consideran las fechas de redacción de las cartas indipetae de la antigua Compañía, uno se da cuenta de la clara predilección por el 3 de diciembre, fecha de la fiesta del santo, o el día anterior o sucesivo. La novena a san Francisco Javier fue otra fuente de inspiración y la confirmación de la vocación.80 En el siglo XIX encontramos el mismo modelo. Angelo Maria Pozzo se refería a Francisco Javier como el “mediador”, el abogado que presentaría su deseo ante Dios.81 Stefano Romano atribuía su inspiración misionera a la devoción a Francisco Javier, “la devoción al glorioso Apóstol de las Indias me encendió y me enciende el deseo de las Indias”.82 Para muchos candidatos, la lectura de la biografía del santo era presentada como el detonante que había llevado tanto a la vocación jesuita como a la misionera.83 En el siglo XX Francisco Javier permaneció como el modelo principal de los candidatos a las misiones. Las celebraciones del tercer centenario de la canonización del santo, en 1922, suscitaron la redacción de muchas cartas indipetae. Carlo Canziani mencionaba un “deseo inicialmente aun sin forma que, sin embargo, ha ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  79

Véase MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 157; Amélie VANTARD, Les vocations pour les missions “ad gentes”, Francia,1650-1750, tesis de doctorado, Université du Maine, 2010, pp. 116-131; Bart DE GROOF, “Encuentros discordantes. Expectativas y experiencias de los jesuitas belgas en el México del siglo XVII”, Historia Mexicana, 47, 3, 1998, pp. 537-569, aquí p. 541; Nöel GOLVERS, “Litterae Indipetae from the Jesuit Provinci a Flandro-Belgica 1640/1660-1700”, en Roman MALEK y Gianni CRIVELLER (eds.), Light a Candle. Encounters and Friendship with China, Nettetal, 2010, pp. 225-243; Liam M. BROCKEY, Journey to the East: The Jesuit Mission to China, 1579-1724, Cambridge MA, 2007, pp. 227-228. 80 VANTARD, Les vocations, op. cit., pp. 125-131. 81 Angelo Maria Pozzo, Forlì, 4/10/1826 (AIT 1). 82 Stefano Romano, Orvieto, 14/1/1834 (AIT 1). 83 Pietro Cavagnis, Roma, 15/2/1818 (AIT 1).

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ido tomando, especialmente en ocasión de las últimas fiestas centenarias, un carácter más determinado y preciso”, y concluía la carta encomendando su petición “al corazón de Jesús y a San Francisco Javier”.84 Giuseppe Foli aprovechaba la “vigilia de la fiesta del gran apóstol de las Indias San Francisco Javier” para recordar al General el propio “ardiente deseo de las misiones entre los paganos”.85 En continuidad con las cartas de la antigua Compañía, la novena a Francisco Javier aparece en las cartas de los siglos XIX y XX.86 Francisco Javier siegue siendo el principal ejemplo y patrono de las misiones para los jóvenes candidatos.87   Cuerpo y salud Ignacio atribuía una gran importancia a los rasgos psicosomáticos para poder admitir a los novicios en la Compañía de Jesús.88 Por esta razón, las cartas indipetae de la antigua Compañía están llenas de referencias a las condiciones físicas y mentales del candidato, pues las misiones de ultramar suponían un esfuerzo físico notable. Por ejemplo, en 1619 Luigi Sesino describía la propia preparación a la misión como un esfuerzo tanto físico como espiritual. “[…] son casi cinco años desde que me deleito en dormir en el suelo, siempre con el cilicio, entre tres y cinco horas al día, de ayunar tres días a la semana, alimentándome de comidas frugales, en mal estado, o con cosas amargas, y de beber casi siempre agua. Me deleito en hacer la Cuaresma comiendo después de la puesta del sol, en trabajar físicamente en los hospitales y en ir confesando por los pueblecitos”.89 En el siglo XIX el tema de la salud y de las condiciones psicológicas y físicas siguió estando presente. Luigi Maria Gianolio relata, como elemento a su favor, el hecho de haber estado siempre “acostumbrado a una vida ocupadísima”,90 mientras que Filippo Orsini afirma que “mi salud es ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  84

Carlo Canziani, Turín, 17/1/1923 (AIT 3, fasc.1, 15-16). Giuseppe Foli, Anagni, 2/12/1932 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). Véanse también las cartas de Floriano Masotti, Roma, 3/12/1937 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938) y las de Arnaldo Lanz, Sankt Andrä, 30/10/1938 (AIT 3 fasc. 1, 23-24). 86 Felice Cicaterri, 6/12/1833 (AIT 1); Pietro Antonacci, Roma, 3/11/1833 (AIT 1); Nazareno Rossi, Roma, 23/11/1921 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938). 87 Las cartas escritas el 2, 3 y 4 de diciembre son numerosas en los siglos XIX y XX. 88 Marina MASSIMI, A teoria dos temperamentos e suas aplicações nos Trópicos, Ribeirão Preto, 2010. 89 Luigi Sesino, Genova, 18/10/1619 (FG 736, n. 86). 90 Luigi Maria Gianolio, Novara, 6/1/1830 (AIT 1). 85

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de tal factura, que se presenta mejor cuanto más me canso”.91 Antonio Kirker, quien pedía ser enviado al Líbano, precisaba que el único inconveniente podría ser la debilidad de la vista, la cual le dificultaba leer las letras griegas y árabes.92 Asimismo, Luigi Barzecco estaba obligado a admitir que “mi salud, es verdad, no es de las más fuertes, pero es tal que con todas las preocupaciones de la escuela y del estudio no estuve casi nunca en la cama”.93 En el siglo XX las referencias a la salud y a la fuerza física siguen estando presentes en las cartas indipetae. Carlo Canziani escribió: “de salud soy sano, resistente lo suficiente al cansancio. Sufro un poco de debilidad de estómago, pero creo que este disturbio en la vida tan activa del misionero más que empeorar va a disminuir”.94 Es interesante observar cómo, en un periodo en el cual se estaba creando un nuevo lenguaje más específico para definir los fenómenos subjetivos –a partir del surgimiento de la psicología y del psicoanálisis–, en el lenguaje de las cartas indipetae del siglo XX persiste el uso de categorías empleadas durante la Edad Moderna, como “temperamento”, “ingenio”, “índole”, e “inclinación”. Gracias a un diálogo fecundo y abierto, los jesuitas fueron en cierta manera pioneros en los saberes psicológicos desde los inicios de la Modernidad, aunque sin renunciar al uso de categorías y a un lenguaje propio de su tradición, como se presenta en algunas indipetae.95 Por ejemplo, en 1922 Fausto Gnavi describió sus cualidades incluyendo algunos rasgos de su personalidad y complexión física, derivados del trabajo del conocimiento de sí mismo, el cual le había sido enseñado en la Compañía.96 El jesuita utilizó términos que se pueden observar en varios documentos oficiales de la Orden, utilizados para describir las características individuales de sus miembros desde finales del siglo XVI.97 Sin embargo, en la misma carta hay al‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  91

Filippo Orsini, Fano, 14/5/1818 (AIT 1). “Ob debilitatem oculorum graecos et arabos subtiles caracteres discernere non valeo” (Antonio Kirker, Chieri, 19/2/1830, AIT 1). 93 Luigi Barzecco, Fano, 21/7/1822 (AIT 1). 94 Carlo Canziani, Turín, 17/1/1923 (AIT 3, fasc.1, 15-16). 95 Marina MASSIMI, “A Psicologia dos Jesuítas: Uma Contribuição à História das Idéias Psicológicas”, Psicologia: Reflexão e Crítica, 14, 2001, pp. 625-633. 96 Fausto Gnavi, Chieri, 6/1/1922 (AIT 3, fasc. 1, 7-10). 97 MASSIMI, “A Psicologia dos Jesuítas”, op. cit.; Id., “La teoria dei temperamenti nei cataloghi dei gesuiti in missioni in Brasile nei secoli XVI e XVII”, Physis, 37, 2000, pp. 137149. Aquí nos referimos a otras categorías usadas en los Catalogi Triennales, los cuales clasifican a los individuos no solo según su temperamento –como se ha visto–, sino 92

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gunas diferencias importantes en el lenguaje y en el modo de hablar de sí mismo, entre ellos la insistencia en la subjetividad. Cuando habla de su amor por el estudio, Gnavi observa que “la tendencia a la vida de estudio no me vuelve distraído; cuando estoy ocupado en cosas prácticas, solo me abstiene de perder el tiempo”. Admite tener “dificultades por el orgullo a depender de las cosas insignificantes” y por ello haber tenido la duda de que la solicitud para las misiones fuera una forma de evasión, y solo después de haberse examinado ampliamente, entendió que no era así. Declara ser “meticuloso” de espíritu, como la propia carta lo muestra, aunque “al contrario, después en las cosas prácticas soy enérgico, aunque muy ocasionalmente”. Además afirma sentir “la necesidad de la gracia” hasta el punto de tener miedo de las propias “negligencias en las cosas espirituales”. Finalmente, afirma estar “abierto” hacia los superiores “por deseo natural” y confiesa haber tenido “una disminución de espíritu” después de un periodo de servicio militar. “Pero la gracia, el acercamiento a la S. Misa, la vida de escolar, en los cuales me he propuesto sobre todo el espíritu de la fe, me han vuelto una vez más religioso de juicio, de sentimientos y de vida”. En el análisis minucioso de sí mismo se percibe la influencia de la literatura autobiográfica, la cual constituyó un importante género ampliamente consultado durante los siglos XIX y XX.98 El ejercicio de la introspección propuesto por la literatura autobiográfica –que más tarde se convertirá también en un método de la psicología científica a finales del XIX–, sirve para complementar el uso del tradicional método jesuita del examen de sí mismo y del discernimiento espiritual.99 Los vínculos familiares El tema de la familia del candidato, que a menudo se presentaba como un obstáculo para la realización de su vocación, es otra cuestión recurrente en las cartas indipetae de la antigua Compañía. Como ya ha sido                                                                                                                                    también a partir de los topoi derivados en gran parte de la ética y la psicología aristotélicas: ingenio, prudencia, juicio, experiencia de las cosas y talento. 98 Marina MASSIMI, “A fonte autobiográfica como recurso para a apreensão do processo de elaboração da experiência na história dos saberes psicológicos”, Memorandum, 20, 2011, pp. 11-30. 99 Manuel RUIZ JURADO, Il discernimento spirituale. Teologia, storia e pratica, Cinisello Balsamo, 1997; Maurizio COSTA, Direzione spirituale e discernimento, Roma, 1993.

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señalado, uno de los fines de las cartas era demostrar que el candidato había pedido ser enviado –en previsión de posibles acusaciones de los familiares de los misioneros contra la Compañía–. Los autores de las cartas piden ir a una tierra lejana también para distanciarse de vínculos afectivos demasiados fuertes e incómodos con la familia, así como de conflictos familiares relacionados con las herencias.100 En las cartas de la nueva Compañía se presenta un escenario parecido. En 1818 Antonio Giannini escribió: “[…] mi vocación estaría a salvo en América, mientras que aquí en Europa correría el riesgo de perderla, porque el Demonio instiga, y si no es ahora, estoy seguro que instigará a mis familiares, quienes harán todo lo posible para que vuelva a casa por sus intereses, ya que se murió un hermano mayor el pasado mes de octubre que era quien se encargaba de la casa”.101 En el siglo XX, Edoardo Alaimo pidió ir a las misiones “para no ser molestado por los familiares”, entre otras razones.102 Fausto Gnavi indica como un elemento a su favor la disponibilidad de su madre viuda hacia su partida: “Mi madre, alma entregada a Dios, viuda desde hace de unos meses, está segura de que yo voy a ir a las Misiones, y me asegura que ofrece con mucho gusto el sacrificio a Dios: para que yo corresponda a la Gracias del Señor ella está dispuesta a cualquier sacrificio”.103 Para Carlo Giacon la muerte de los padres constituyó un elemento clave en favor de la partida.104 Antonio Toldo, después del sueño que lo convenció para entrar en la Compañía de Jesús, tuvo que luchar contra su familia: “La lucha fue sangrienta y diuturna, sobre todo por parte de los padres y familiares –no se me ahorró nada, ni amenazas, ni halagos, ni lágrimas–; Jesús me dio la fuerza –gané– y la victoria fue coronada con la entrada en el noviciado”.105

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Aliocha MALDAVSKY, “Société urbaine et désir de mission: les ressorts de la mobilité missionnaire jésuite à Milan au début du XVIIe siècle”, Revue d’histoire moderne et contemporaine, 56, 2009, pp. 7-32. 101 Antonio Giannini, Roma, 1818 (AIT 1). 102 Edoardo Alaimo, Malta, 13/9/1928 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 4). 103 Fausto Gnavi, Chieri, 6/1/1922 (AIT 3, fasc. 1). 104 Carlo Giacon, Firenze, 1/1/1934 (AIT 3, fasc. 6). 105 Antonio Toldo, Chieri, 15/5/1932 (AIT 3, fasc. 6).

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Destinos y circulación de los saberes Con respecto a los destinos solicitados, estos sin duda varían de acuerdo con el tiempo y las circunstancias. Sin embargo, se encuentran aspectos importantes de continuidad. Conocer nuevas tierras y nuevos pueblos, enfrentarse a peligros y sufrimientos inéditos, ofrecer su propia vida hasta el martirio, alejarse de su familia, casa, ciudad y región, son algunos de los objetivos que se perseguían con la redacción de estas cartas, tanto en la antigua como en la nueva Compañía. En referencia a la antigua Compañía se ha escrito mucho sobre la supuesta falta de conocimiento de los contextos geográficos. En las cartas parece que los candidatos a la misión supieran muy poco acerca de los lugares a los que deseaban ir. Esta ignorancia ha llevado a algunos estudiosos a hacer consideraciones más amplias sobre la escasa circulación de los saberes en los siglos XVI y XVII.106 Algunas reflexiones sobre las cartas de la nueva Compañía quizá ayuden a poner en su justo lugar tales valoraciones. Las cartas de los siglos XIX y XX que hemos examinado, tampoco muestran claras referencias geográficas –a excepción de contadas ocasiones– de los lugares de destino. América es una tierra “donde se encuentra una gran cantidad de personas que aún son idólatras y salvajes”;107 las Indias son “tierras infieles”,108 “pueblos bárbaros”,109 lugares de “gente perdida entre bosques y montañas, lejos de la Iglesia y de los Sacramentos”,110 o de “gente bárbara e infiel”.111 Dado que es impensable imaginar que, especialmente en el siglo XX, hubiese una completa ignorancia acerca de los destinos solicitados –por el contrario, en las cartas se encuentran referencias constantes a publicaciones periódicas, conferencias de misioneros o documentales sobre las misiones–, parece más apropiado concluir que en el género literario de las cartas indipetae no fuera necesario incluir noticias específicas sobre ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  106

“Si es cierto que los jesuitas disponían de elementos bastante precisos sobre sus posibles destinos, útiles para definir sus preferencias geográficas, las cartas indipetae son poco prolijas al respecto y revelan una gran inconsciencia de la realidad de la misión a la que aspiraban”. MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 155. 107 Giovanni Battista Benetello, Reggio di Modena, 31/12/1818 (AIT 1). 108 Giuseppe Achilluzzi, Tivoli, 20/10/1829 (AIT 1). 109 Luigi Nalbone, Palermo, 14/1/1834 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, 28). 110 Giovanni Battista Rizzi, Modena, 25/7/1834 (AIT 1). 111 Raffaele Maria Rana, Roma, 8/12/1829 (AIT 1). Véanse también las cartas de Giuseppe Foli, Anagni, 2/12/1932 (Missiones Petentes Prov. Rom. 1900-1938) y Carlo Canziani, Turín, 17/1/1923 (AIT 3, fasc.1, 15-16).

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los sitios de las misiones. Por el contrario, los candidatos a estas trataban de esconder al máximo la curiosidad y el conocimiento de los lugares de misión por una especie de “indiferencia por el destino geográfico”. La misión era un lugar donde “salvar almas” y “sufrir por la Gloria de Dios”, sin dar ninguna importancia –al menos en apariencia– a las condiciones climáticas y socioculturales de los destinos solicitados. La insistencia en una meta precisa –que aparece a menudo en las cartas– era usualmente justificada por otro tipo de conocimiento: la lectura de las cartas de misioneros, la visita de misioneros o delegados, o una inspiración divina.112 Lo mismo sucede con la descripción del trabajo del misionero: las cartas tomadas en consideración, como muchas misivas de la antigua Compañía, describen de manera general la acción del misionero, sin entrar en detalles. Así, el misionero “convierte infieles” y “consuela a las almas”.113 Como se ha observado oportunamente, las indipetae son el testimonio de un proyecto misionero personal, en el cual el candidato solicita la misión como si fuera siempre la primera vez que lo hace.114 El hecho de no acumular conocimientos, el intento de mantener la ingenuidad y la espontánea indiferencia de la primera vez, son características retóricas de las indipetae, tanto en la antigua como en la nueva Compañía. Escribir a un padre Con una eficaz expresión, Pierre-Antoine Fabre, al hacer referencia a las cartas de la antigua Compañía, señaló que las indipetae reactivaban una relación “maravillosa y terrible” entre los hijos y el padre, entre los jesuitas y el general.115 Las cartas constituían para los candidatos la posibilidad de eliminar la distancia –no solo geográfica– con el general de la Orden. ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  112

En las cartas de la nueva Compañía –ya en el siglo XIX pero sobre todo en el XX– los destinos solicitados están a menudo en conexión con la provincia de origen del candidato; a cada provincia italiana se le asignaba una misión. 113 “En efecto, las alusiones en las cartas indipetae al trabajo real de los misioneros en el terreno son generalmente poco precisas y la ‘conversión de los gentiles’ es más bien un topos que una acción concreta, cuya metodología se fue adaptando a los diversos terrenos durante el periodo, sin que esto aparezca claramente en las representaciones de los candidatos”. MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 161. 114 MALDAVSKI, “Pedir las Indias”, op. cit., p. 163. 115 Pierre-Antoine FABRE, “Un désir antérieur. Les premiers jésuites des Philippines et leurs indipetae (1580-1605)”, en Bernard VINCENT y Pierre-Antoine FABRE (eds.), Notre

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Desde que se iniciaron las primeras investigaciones sobre las cartas de la nueva Compañía, estas parecen indicar que la actitud antes señalada en la antigua Compañía permaneció prácticamente igual. De hecho, nos encontramos frente a la misma relación establecida con el general: el temor respetuoso y, al mismo tiempo, el deseo de ser hijos. En 1818 Filippo Orsini escribía “con la humildad de un súbdito pero también con la familiaridad de un hijo”.116 La Compañía, sobre todo en el siglo XX, creció mucho, y por algunas alusiones se advierte que era una praxis consolidada el que las cartas indipetae fueran dirigidas al general o a los provinciales. Sin embargo, el papel de aquel, así como el deseo cargado de temor reverencial de aquella relación “maravillosa y terrible”, todavía se encuentran en las cartas del XX cuando Luigi Maria Biscia, entre otros, escribió al general de la Orden “con la familiaridad de un hijo y la sumisión de un jesuita”.117 La tendencia de los superiores locales a denegar el permiso para ir a la misión debido a las necesidades de la Compañía en Europa, fue una fuente de tensión constante. Nadie quería privarse de hombres valiosos. Así, el general podía facilitar la partida, interviniendo directamente sobre los provinciales. Esta dinámica es casi idéntica en las cartas de la nueva Compañía. En 1821 Angelo Castelli escribía que el provincial se oponía a su salida y pidió la intervención del general: “Una orden específica de vuestra Paternidad podría satisfacer plenamente mis santos deseos [...] Disculpe mi insistencia, me dirijo a un Padre”.118 A Paolino Lippi su Provincial le había anulado el voto personal que él mismo había hecho para ir a las misiones; pero la decisión del provincial no fue para nada satisfactoria para Lippi, y el asunto se remitió al general: “Como Su Paternidad no me había quitado toda esperanza, y como también me parecía que precisamente había que preguntar sobre tal misión al P. General, por ello yo no estaba totalmente contento”.119

                                                                                                                                   lieu est le monde. Missions religieuses dans le monde ibérique à l’époque moderne, Roma, 2007, pp. 71-88, aquí p. 87. 116 Filippo Orsini, Fano, 14/5/1818 (AIT 1). Véase también Lorenzo Saverio Arrigoni, Roma, 31/7/1833 (AIT 1) y Antonio Ballerini, 1830 (AIT 1). 117 Luigi Maria Biscia, Gallarate, 28/11/1936 (AIT 3, fasc. 6). 118 Angelo Castelli, Palermo, 29/3/1821 (Provincia Sicula - Negotia Specialia 1402, fasc. 1, f. 6). 119 Paolino Lippi, Spoleto, 25/9/1833 (AIT 1).

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En el siglo XX Antonio Toldo –y luego muchos otros jesuitas lo hicieron también– pidió al General: “Le ruego y suplico para que intervenga en mi favor ante el Padre Provincial”. Así, el general se convirtió en el garante y el responsable de la vocación misionera de los candidatos. Escribir a este significaba, por un lado, buscar una relación para liberarse de los obstáculos y dificultades con los superiores locales; pero, de manera más radical, la carta permitía presentar su propia aspiración a la máxima autoridad de la Compañía, que evaluaba la solicitud in Domine, es decir, delante de Dios y como representante de Él. La carta informaba al general de aquello que Dios suscitaba en los candidatos a la misión, y trasladaba la responsabilidad de la decisión del mismo candidato –que al escribir una o más cartas agotaba su tarea– a este, quien se convertía así en el responsable ante Dios de la vocación de cada uno de los candidatos. “Además, si en el día del juicio –escribía Angelo Castelli en 1825– Dios me pide rendir cuentas, yo llamaré a Vuestra Paternidad Reverendísima como testigo de mis vivísimos y fervientes deseos”. Conclusión Una primera investigación comparativa de las cartas indipetae de la antigua y la nueva Compañía ha resaltado algunos elementos en los que se irá profundizado en sucesivas y más acotadas investigaciones. En las cambiantes circunstancias históricas emergieron importantes diferencias entre las indipetae de ambas. Además de ser el reflejo de la situación de su tiempo, la cual se puede detectar entre líneas en las distintas cartas, existen otras diferencias importantes. Si los autores de los siglos XVI y XVII se extienden en la descripción enfática de su deseo misionero, aquellos del XIX y el XX dan un mayor espacio a la exposición sistemática de las razones de su petición. Durante la Edad Moderna fue importante para cada individuo especificar los lugares de destino, así como expresar una curiosidad particular o un vínculo afectivo con tales sitios; en los siglos XIX y XX parecía más significativo incluir la solicitud personal en el contexto del trabajo misionero de la provincia a la cual se pertenecía, o dentro de las circunstancias históricas de la vida de la Compañía. Si en la antigua Compañía las indipetae casi siempre están dirigidas al general, en la nueva los provinciales parecen asumir un papel más determinante en el proceso; así, a su vez las cartas nos permiten 96

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entrever –especialmente en el siglo XX– una serie de diálogos entre personas con los que se prefería afrontar los temas más delicados.120 La constante referencia a los padres espirituales en la muestra de cartas de los siglos XIX y XX que hemos estudiado plantea preguntas importantes sobre la dirección de la conciencia de los jóvenes jesuitas y sobre la evolución de esta con el tiempo. Asimismo, otro dato relacionado con los archivos sugiere algunas preguntas. Mientras las indipetae de la antigua Compañía se han conservado en un fondo único –con pocas excepciones – hasta constituir un corpus específico, aquellas de la nueva Compañía generalmente se encuentran dispersas en archivos locales. Esta situación se debe sin duda a distintos criterios de catalogación de los documentos, pero también nos deja suponer la disminución en el interés por una catalogación sistemática y unitaria de las cartas indipetae de la nueva Compañía. Estos y otros elementos de discontinuidad ofrecen ideas para pensar que merecen reflexiones y estudios particulares sobre las indipetae en los diversos periodos de la historia de la Compañía. Sin embargo, aquello que sorprende más al lector es la extraordinaria continuidad que se observa en estos documentos. La escritura de las indipetae continuó siendo la expresión de una peregrinación espiritual, mediante la cual el sujeto se ajusta al modelo propuesto en los Ejercicios espirituales. Este recorrido consiste principalmente en la educación del deseo. Pedro Canisio (1521-1597) escribía en su autobiografía espiritual que los deseos que se manifiestan desde la juventud, aunque “pueden parecer infantilismos”, revelan “la futura inclinación de alma, y los sabios descubren y confirman la admirable disposición de [divina] providencia”.121 En este itinerario, cuyo clímax es la educación de la voluntad en el sentido de su orientación y ordenación hacia el fin último, intervienen también otros procesos de formación de la experiencia jesuita. Entre estos, encontramos el método de la compositio loci propuesto en los Ejercicios (imaginarse en las Indias o en el barco, suponer el martirio) y el ordenamiento de los afectos (superar el miedo y el temor; el apego a sí mismo, a los familiares, a las cosas, así como otros afectos ‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐‐  120

Muchas cartas de los siglos XIX y XX aluden a diálogos sobre las misiones entre los candidatos y el general. Véase por ejemplo: Lorenzo Saverio Arrigoni, Roma, 31/7/1833 (AIT 1); Paolino Lippi, Spoleto, 25/9/1833 (AIT 1) y Luigi Jagier, Modena, 17/8/1835 (AIT 1). 121 San Pedro CANISIO, Autobiografía y otros escritos, ed. de Benigno Hernández Montes, Bilbao, 2004, p. 58.

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desordenados que deben ser ordenados en la formación del amor a Cristo y a las almas). La realización del deseo en las cartas indipetae puede ejecutarse en el efectivo envío a la Indias, para implicar un cambio geográfico. Sin embargo, la transformación más importante ocurre antes de la partida e independientemente de esta. Se trata de la escritura de la propia carta, expresión principal de un desplazamiento, de un viaje interior cuyas características principales están ligadas a la espiritualidad ignaciana y que, en muchos aspectos, permanecen sin cambios en el transcurso de la larga historia de la Compañía de Jesús.

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