Carta a los prisioneros...

September 25, 2017 | Autor: Byron Molina Jordan | Categoría: Michel Foucault
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Descripción


PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS GRUPOS DEL RECLUSORIO NORTE. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.

PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS GRUPOS DEL RECLUSORIO SUR. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS GRUPOS DEL RECLUSORIO ORIENTE. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS GRUPOS DEL RECLUSORIO NEZABORDO. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.

PARA MIS COMPAÑEROS DE LOS GRUPOS DE LA CARCEL MODELO. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



PARA MIS COMPAÑERAS DE LOS GRUPOS DE SANTA MARTHA FEMENIL. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



PARA MIS COMPAÑERAS DE LOS GRUPOS DE TEPEPAN FEMENIL. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



PARA MIS COMPAÑEROS DEL GRUPO EN GESTACIÒN DE OTUMBA. SECCIÒN MÈXICO. 2014.
El mes de diciembre es difícil para un adicto o alcohólico, las melodías, los aromas, los recuerdos de los buenos tiempos y también de los malos, para los de adentro y para los de afuera es igual de difícil, el recuerdo es el recuerdo, los instintos son los instintos, las debilidades y las tentaciones también, los sentimientos de culpa reales o imaginarias, los remordimientos. Además el recibir visita o no, el pensar que son ojetes y que no te vienen a ver, puede provocar que te llegue el canazo, el carcelazo. La indolencia, el fastidio, el hastió de la rutina diaria, quiero compartirte en estas fechas el resumen de un escrito del libro de las Florecillas de San Francisco de Asís que me parece que algo tiene que ver con mi vida y con lo que espero de reparación de daños, la culpa y otras hermosuras de mi diario vivir.
Había una vez un joven noble y delicado que le pidió a San Francisco ser fraile, y el hermano le contestó, tu eres joven y delicado, eres noble a lo mejor no puedes soportar nuestra pobreza y austeridad. A lo que el joven le contesto ¿No sois vosotros como yo? Así como lo soportáis vosotros, yo lo soportare con la Gracia de Dios. Se portó tan bien que se hizo guardián del convento de Monte Casal y lo nombraron fray Ángel.

Un día se acercaron 5 famosos ladrones al convento, tocaron y le pidieron que les diese de comer y él les dijo groseramente: ustedes no tienen vergüenza, ladrones, homicidas crueles y ahora quieren devorar las limosnas dadas para los siervos de Dios, ustedes no merecen nada.

Luego llego San Francisco, con el pan y el vino que habían mendigado, fray Ángel le conto como había echado a los criminales y ladrones.

San Francisco lo reprendió mucho, le dijo que los pecadores mejor se ganan para Dios con dulzura que con crueles represiones y que por eso Dios dice que no necesitan los médicos los sanos, sino los enfermos y que El no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia y aun así, muchas veces comía con ellos.

Le ordeno por santa obediencia ir a buscarlos y llevarles el pan y el vino que habían mendigado y que arrodillado les pidiera perdón por su comportamiento y que les rogara en nombre del hermano Francisco no hacer más daño, que temieran a Dios y no ofendieran al prójimo y si aceptaban el hermano Francisco les daría de comer y de beber.

Mientras Fray Ángel los buscaba, San Francisco se puso en oración pidiendo a Dios que ablandara el corazón de aquellos y los convirtiese a penitencia.

Al alcanzarlos y cumpliendo lo que le había ordenado San Francisco y estando comiendo las limosnas de San Francisco se dijeron:
Que miserables somos, robamos y matamos sin remordimiento ni temor de Dios, el hermano Francisco se sintió culpable del comportamiento del fraile y nos mandó pan y vino, merecemos el infierno, no sabemos si con tantos pecados podemos hallar misericordia en Dios ¿Que hemos hacer?

Uno de ellos dijo-vamos a presentarnos al hermano Francisco, si Él nos da esperanza que Dios nos perdone, haremos lo que nos mande y podremos liberarnos del infierno.

Fueron a ver al hermano Francisco y le dijeron: Padre tenemos atroces pecados, no creemos tener perdón de Dios. Pero si Tú tienes esperanza de que Dios nos reciba, estamos dispuestos a cumplir lo que nos digas y hacer penitencia contigo.

Les dijo: Cristo bendito vino a este mundo para redimir a los pecadores. Los hermanos ladrones y criminales, renunciaron al demonio y a sus obras y comenzaron a hacer gran penitencia.

Dos de ellos vivieron poco y se fueron al paraíso, el tercero se dio a tal penitencia por 15 años continuos, en este tiempo murió San Francisco. Un día se durmió y fue conducido en espíritu a un altísimo monte y tenía un despeñadero muy profundo. El ángel que lo conducía lo empujo y lo hecho al despeñadero, se tropezó, se hirió y llego al fondo dislocado y fracturado.

El ángel le dijo: levántate que aun tienes que hacer un gran viaje,-no seas cruel- estoy casi muerto ¡y me dices que me levante! El ángel se le acerco y con solo tocarlo lo sanó.Después le mostró una gran llanura de piedras picudas y filosas y le dijo que tenía que atravesarla descalzo hasta el otro extremo donde había un horno ardiendo en el cual debía entrar.

¡Entra en este horno, porque así tienes que hacerlo! Vio alrededor del horno muchos demonios y al tratar de entrar lo empujaron adentro rápidamente. Ya adentro miro a todas partes y encontró a su compadre, estaba ardiendo de pies a cabeza,- pásale compadre que más adelante esta tu comadre,- ella te dirá la causa de nuestra condenación. Es que cuando San Francisco anticipo la época de carestía, alteramos las medidas y por eso estamos aquí. En eso se le acerco el ángel y lo empujo afuera del horno y le dijo prepárate para un horrible viaje ¡Pero si estoy todo quemado y me quieres llevar a un viaje peligroso y horrible!

El ángel lo toco y lo puso sano y fuerte, lo llevo a un puente peligroso, delgado y estrecho, resbaladizo y al final estaba lleno de serpientes, alacranes y escorpiones con un olor horrible. Y el ángel le dijo, pasa por el puente ¿Cómo lo podre pasar? Ve detrás de mí y pisa por donde yo piso, le dijo el ángel, paso el fraile y se quedó solo, el ángel subió a un monte altísimo, se hallaba sin guía, veía animales terribles listos para devorarlo en cuanto cayera, no sabía qué hacer ni que decir, ni para adelante ni para atrás. En esa tribulación no le quedaba más refugio, más que Dios. Se abrió el puente y suplico a Dios de todo corazón, llorando, que lo sacara por su santísima misericordia.

Al hacer esta oración le pareció que le nacieron alas. Esperaba que le crecieran rápido, se desesperó y se echó a volar, se rompieron las alas, se cayó y volvió a pedir misericordia, lloro y pidió a Dios que le ayudara, hecha la oración, le volvieron a nacer alas, se desesperó, se echó a volar y se volvió a caer. Viendo que caía por la prisa por volar antes de tiempo, se dijo, si me vuelven a salir, ahora si esperare a que crezcan grandes y que pueda volar sin peligro.

Estando en este pensamiento le nacieron alas por tercera vez y ahora si esperó que crecieran bien grandes y pareció que el tiempo que había esperado, habían pasado más de 40 años.

Por fin, remontando el vuelo, con el mayor esfuerzo que pudo, consiguió volar tan alto, hasta donde estaba el ángel, toco la puerta y el portero le peguntó ¿Quién eres tú? Soy un fraile menor, le contestó, espera voy a traer a San Francisco a ver si te conoce. Maravillado veía los murales mientras llegó San Francisco, fray Bernardo y fray Gil. San Francisco le dijo: tienes que volver al mundo y estar en el siete días, prepárate bien, luego iré a buscarte y vendrás conmigo.

Volvió al mundo de mala gana y despertó, había durado poco la visión, aunque a él le habían parecido muchos años. En siete días le acometió la fiebre y al octavo día vino a buscarlo San Francisco y consagro su alma al Reino de las Bienaventuranzas.

Esta lectura me hace reflexionar sobre la derrota ante mi realidad de la ingobernabilidad de mi vida, la necesidad de ayuda ajena, la oportunidad que me da la buena voluntad para cambiar, la liberación que tengo cuando escribo la historia de mi vida y otro ser humano me escucha, la disposición y la humildad para que Dios me libere de mis defectos de carácter, la restitución y el perdón que tengo cuando reparo daños, el beneficio del inventario diario cuando agrego la oración y la meditación y lo que recibo después de haber aprendido a recibir y dar amor al trabajar con otros pasando este mensaje de amor y esperanza y la paciencia, tolerancia, justicia y amor que tengo que utilizar para poder aceptar las condiciones y circunstancias que me rodean. La sentencia y la liberación del espíritu es solo por hoy y hasta que Dios diga.

Siempre agradecido por los conceptos aprendidos de ustedes de aceptación, de salud, de libertad, de necesidad de cambiar, de constancia, de confianza y de amor. De respeto y gratitud hacia la autoridad.

Diciembre del 2014. Atentamente. Rafael S. B.



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