Carnaval Ayacuchano en Lima

June 14, 2017 | Autor: Renzo Aroni | Categoría: Performance, Estudios sobre Violencia y Conflicto, CARNAVAL, Ayacucho
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Carnaval Ayacuchano en Lima

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Carnaval Ayacuchano en Lima Por noticiasser Creado 03/05/2014 - 14:14

Por: Renzo Aroni Historiador y antropólogo Es el último domingo de febrero. Un día soleado. Vamos al “XI Concurso de carnaval ayacuchano y sus provincias Tumi de Oro 2014”. Para nuestra suerte es ʻhora puntaʼ, el embotellamiento de la carretera central nos apremia a un paso lento. Un enjambre de buses, autos, combis, moto-taxis pugnan por atravesar imponiendo con sus bocinas, mientras vemos a nuestros costados jóvenes vestidos con prendas andinas sobre camionetas 4x4, avivados al igual que nosotros por llegar al estadio Tumi de Huachipa. Seguimos a estos muchachos. Vemos a lo lejos otro auto con el anuncio del concurso “Tumi de Oro” pegado en su ventana trasera. Estamos en la puerta del estadio. A la vista de todos hay una enorme banderola con letras coloridas que anuncia el festival con la presentación de músicos ayacuchanos, como el Dúo Ayacucho, Joseycha, Magda, Qallari, Revolucionarios de Ayacucho, entre otros. De pronto me siento como en algún mercado de Ayacucho: compradores y vendedores mercadeando la famosa chapla y wawa, talco y serpentina, botellas de chicha de qora, etc. Una mujer me empuja –¡Déjeme pasar joven!– mientras me acerco a comprar mi boleto de entrada a una de las ventanillas minúsculas agrietadas en la muralla de adobe. Continúan llegando buses con pasajeros apiñados. Son los jóvenes de la comparsa de Churcampa de Huanta. Aparece también la comparsa del Centro Unión Alcamenca, Andamarca de Hualla, Ayllus de Hualla, entre otros. Otras comparsas ya hicieron su ingreso al estadio Tumi. En total son 18 comparsas inscritas para el concurso de esta tarde, quienes se disputan los 11,000 soles de premio. Las 4 tribunas –improvisadas con madera y fierros– ya casi están colmadas por los espectadores. Entre la multitud, apenas veo la gorra roja de mi colega Ponciano. En el vértice del estadio, un imponente escenario es ocupado por los músicos y cantantes, los jurados calificadores y –por supuesto– por el animador-conductor del ʻmagno eventoʼ, quien da la bienvenida al público asistente. Junto al escenario hay una inmensa botella de la cervecería Brahma y una gigantografía que dice: Radio Andina (Frecuencia 99.5FM), los organizadores del citado concurso. Imposible no pasar por la sección de comidas. Puka picante y caldo de mote son los platos típicos más consumidos. Un vaso de chicha y la riquísima puka más que suficiente para extraviarse en esta tarde-noche de carnaval. 1 of 5

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Es la hora la presentación-desfile de las comparsas. Toca el turno a San Pedro de Hualla. “Adelante maestros, suelten la música”, dice el animador de nombre Toro Guevara, que por ratos es muy bufo. Le roba besos a las muchachas cantantes –¡Hola chicas! ¡Hola preciosa! ¡Hola mami!... ¡Mmuuaa! Carnaval: violencia y memoria “Kachkaniraqmi! –todavía existo–”, reza un poema de José María Arguedas. Los ayacuchanos nos dicen algo similar en este festival. Con toda su violencia latente y sus fuertes contradicciones, refleja un inaguantable deseo de ser, en la estela de una guerra que reclamó muchos de sus seres queridos y en la persistente y esforzada lucha contra la necesidad y el racismo en la gran ciudad (Degregori, Obras Escogidas, vol. III, 2013[1995]: 369-370). Con estas palabras el antropólogo Carlos Iván Degregori cerró sus reflexiones etnográficas casi 20 años atrás después de haber observado el concurso del carnaval huamanguino en el centro recreacional Yuli, del distrito de Vitarte, muy cerquita al estadio Tumi de Huachipa. 4 de la tarde: Arranca la undécima versión del concurso del carnaval “Tumi de Oro 2014” con la presentación de la comparsa Hijos de Accomarca. Cada comparsa dispone de 20 minutos de actuación. Canta Elsa Baldeón, familiar de los muertos de la matanza de campesinos en Accomarca (agosto, 1985). Aunque en el concurso de este año hicieron mención a la masacre en el texto-canción, en el concurso del año pasado, en este mismo local, escenificaron la matanza, con el cual fueron campeones (Véase el siguiente video en Youtube, entre los minutos 11 y 13 [1]). Aquel el año el discurso fue como sigue, en quechua: Chaynatam llaqtamasiykuna chinkarqa. Taytamayku wañurqa, inocente, mana ima quchayuq. Mil novecientos ochentamanta hasta noventakama, wañukurqa. Senderoraq, Ejercitoraq wañuchirqa achka pampapi, Umarupi, Bellavistapi, Pujaspi, Accomarcapi. Chaynatallaqmi justiciata mañakuniku. ¡Justicia chinkaqkunapaq! ¡Justicia llaqtanchikpaq! ¡Justicia Vilcashuamanpaq! (De esta manera han desaparecido mis paisanos. Mis padres han muerto, inocentes, sin culpa alguna. Desde 1980 hasta los 90s han muerto. Sendero [Luminoso] y el Ejército los han matado en la pampa de Umaru, Bellavista, Pujas, Accomarca. Por eso pedimos justicia. ¡Justicia para los desaparecidos! ¡Justicia para nuestros pueblos! ¡Justicia para Vilcashuaman!). El carnaval es un espacio unívoco, en donde se puede hacer crítica social, en donde se puede decir cosas que a veces no se dicen. Es un espacio permisible. Canaliza sentimientos de protesta y diferentes estados anímicos. Aunque los ayacuchanos ya no viven la efervescente guerra de los años 80s y 90s, pero recuerdan a su modo, mediante el ʻcomplejo fiestaʼ (canto, danza y música), un concepto acuñado por Degregori (2013[1984]: 191). Es decir, mediante las prácticas sociales y cotidianas de la memoria. El concurso del carnaval (y con él viene la música, el canto y la danza) como expresión artística-cultural es una interacción humana, que no sólo se expresarepresenta a través del lenguaje hablado, en este caso combinando el quechua y el castellano, sino también a través de una expresión corporal y el performance musical, como en la comparsa de Hijos de Accomarca. O en la comparsa Milenios de Huahuapuquio de la provincia de Cangallo, quienes escenificaron la violencia sexual de las mujeres cometido por los militares. En la performance, los supuestos militares 2 of 5

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intimidan con sus armas a varias mujeres arrinconadas en una casucha imitada para consumar el acto sexual –alternándose entre varios uniformados de color verde–. En una escena siguiente se ve a las mujeres revelándose contra los uniformados con botas negras, incluso, quitándole sus armas y amenazan con dispararlos, a pesar de la súplica de los militares. Finalmente, tanto las mujeres como los militares terminan bailando juntos. En estos concursos y en sus representaciones de la memoria de la violencia, las violaciones a los derechos humanos por los militares son las que tienen mayor fuerza crítica de parte de los concursantes, mientras la violencia de Sendero Luminoso apenas es aludida en el canto, más no en la escenificación. Por otro lado, en estas memorias testimoniales de la violencia no intervienen agentes externos, como típicamente vemos en comunidades de Ayacucho, con la mediación de organismos no gubernamentales de derechos humanos. Son otras formas de memoria que nacen desde los desplazados que vivieron aquel fenómeno en los 20 años de violencia, que comparten democrática y popularmente en un concurso abierto en las periferias de Lima, donde habitan los migrantes y sus hijos –los nuevos limeños que nacieron en la capital–, muchas veces recreando-reinventando la tradición de sus padres en una ciudad casi andina. Por supuesto, esta práctica social y festiva no es reciente, ya se hacía desde los concursos de comparsas de fines de los años 80s y comienzos de los 90s. Lo que sí es nuevo es la presencia de casi el 90% de jóvenes, cantando y bailando sobre todo en las comparsas de los últimos 10 años de concurso del carnaval ayacuchano. Llevan puestos vestimentas tan idénticas como las que proceden de las alturas de Huanta. Por ejemplo, en la comparsa de Sangre Andina de Huanta, las mujeres usan polleras, llikllas, chumpis, ojotas, sombreros con flores, etc. Y los hombres: ponchos de nogal, chalinas, sombreros con cintas, chullus bordados, medias gruesas, ojotas negras, etc. Otras comparsas representaron, reivindicándolos, las tradiciones locales y afirmando los rituales de pasados remotos como el culto al maíz o el arado de la tierra –extendido por bueyes– acompañado con el canto agudo del harawi, como en el caso de las comparsas de Hualla y Alcamenca (provincia de Fajardo), respectivamente. En ciertos momentos se miden fuerzas: desde el pulseo para tumbarse entre hombres y/o mujeres, hasta el huaracanakuy o sequllunakuy, que consiste en darse latigazos –a veces con una huaraca– en las espaldas y pies descubiertos de los contrincantes. Un bombardeo de tunas alcanzó mi cámara. Y como si esto fuero poco: una mujer me ahoga con su talco. Adicionalmente, casi todas las comparsas utilizan los símbolos patrios, como la bandera bicolor, así como la supuesta bandera multicolor del imperio incaico. La alusión a la naturaleza y a la producción agrícola, como las plantas (p.e., la tuna) o animales (p.e., la vicuña), característicos de sus pueblos de origen, son otros símbolos usados recurrentemente. Precisamente, la comparsa de San Pedro Hualla, con una escenificación del ritual del Chaco de Vicuña –y por supuesto, con la música de qachwa y pumpin– consiguieron su cuarto título de campeón Tumi de Oro. En este concurso, el carnaval y su representación son un espacio para performar memorias largas y cortas. Para algunos ya es tiempo de recordar públicamente lo que pasó durante el conflicto armado, mientras que para otros todavía es sutil y prefieren añorar prácticas del pasado remoto, como el trabajo andino con fiesta. Sí, son parte de la vida. Ayer fueron “los nuevos palestinos” (Degregori 2013[1987]: 227). Hoy todos apuntan alcanzar un reconocimiento de sus prácticas culturales, restablecer derechos y ciudadanía en una ciudad y un país donde sus gobernantes miran todavía con 3 of 5

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descortesía hacia sus márgenes. Salida: ¡Ripukuchkaniñam! (¡Ya me estoy yendo!) Cayó la noche con una garúa minúscula. Estoy sólo perdido entre la multitud. Me voy alejando. Hay otro escenario, donde reina la cerveza. Deambulo buscando una salida. Instantes en que el jurado calificador da su veredicto y otorga los premios a los 5 primeros puestos. Regreso para ver a los triunfadores: la comparsa de San Pedro de Hualla de Manchay. Desde el escenario clamorea el animador: ¡Kausachun Hualla! Kausachun Fajardo! ¡Kausachun Pumpin! ¡Kausachun Tumi de Oro! Los jóvenes y sus padres saltan de felicidad, abrazándose como en un concierto de rock. Atrás dejaron las prendas del concurso: las polleras, los ponchos y las ojotas. Ahora están vestidos de jean, camisas y blusas apretaditas. Una muchacha con minifalda. Un joven lleva puesto un short y un lente polarizado sobre su frente. Llegan cajas de cerveza Brahma para los ganadores. Las tribunas van quedando vacías y se aproximan al frente del escenario para gozar con el monumental Dúo Ayacucho. Muchos jóvenes se aglomeran para bailar en parejitas. Algunos no pierden de vista a una muchacha para sacarle un plancito. Es hora de la retirada. Un viaje largo. Escondo la cámara. Y me pliego a los ganadores para acompañarme hasta Manchay. (Vea el reportaje gráfico de Renzo Aroni en el blog de Noticias SER [2])

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URL del envío: http://www.noticiasser.pe/05/03/2014/ayacucho/carnaval-ayacuchano-en-lima Enlaces: [1] http://www.youtube.com/watch?v=bcw9NxeSaMQ [2] https://blognoticiasser.lamula.pe/2014/03/05/carnaval-ayacuchano-en-lima/noticiasser/

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