CARLOS DE SANCTIS: SALUD, GUERRA y FRATERNIDAD

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Descripción

Carlos de Sanctis

Salud, guerra y fraternidad

Gabriela Dalla-Corte Caballero Miguel Ángel De Marco (h) compiladoras

Rosario, 2014

índice Introducción Carlos de Sanctis: universitario de la ciudad puerto............................................

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Capítulo 1 Hijo de Hombre en el Infierno del Chaco............................................................

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Capítulo 2 Sed y muerte blanca en el Chaco.........................................................................

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Capítulo 3 Carlos de Sanctis: ¡ESTO ES LA GUERRA!........................................................

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Capítulo 4 Las grandes maniobras de 1936: el Regimiento 11.............................................

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Capítulo 5 Original registro gráfico: la historia de las maniobras militares argentinas .......

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Capítulo 6 Álbum fotográfico: las Grandes Maniobras de 1936...........................................

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Capítulo 7 La condecoración con la CRUZ DEL DEFENSOR............................................ 169 Capítulo 8 Las ciudades puentes de Asunción y Rosario...................................................... 195 Capítulo 9 Por el ideal y por el bien: escribir como se vive ................................................. 215 Reflexiones finales.............................................................................................. 225

INTRODUCCIÓN Carlos de Sanctis Universitario de la ciudad puerto

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l rosarino Carlos de Sanctis, procedía de una familia inmigrante, gestada por el italiano José de Sanctis: nacido en Missanello en 1856, migró a la Argentina y contrajo matrimonio con la también italiana Rosa Biancafiore en el año 1887. En la ciudad de Rosario fue el titular de uno de los primeros registros notariales por su condición de escribano. De acuerdo a la obra de Sebastián Alonso y María Margarita Terán sobre las genealogías de las antiguas familias italianas de la ciudad de Rosario,1 José de Sanctis y Rosa Biancafiore tuvieron los siguientes hijos e hijas:

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Ana de Sanctis, nacida en 1888, fallecida en 1889 Jorge de Sanctis, Escribano y Concejal en la Ciudad de Rosario Carlos de Sanctis, nacido en 1890, fallecido en 1892 Ennio Quirino de Sanctis, nacido en 1892, fallecido en 1892 Hilda de Sanctis, nacida en 1894, fallecida en 1952, Profesora de Letras Atilio Nino de Sanctis, nacido en el año 1895, Procurador, Escribano, Abogado, Concejal Letrado del Banco Provincial de Santa Fe, integrante del Directorio del Colegio de Abogados; soltero Carlos de Santis, nacido el 13 de agosto de 1898, fallecido el 4 de julio de 1957, autor de más de 40 trabajos de historia, hipismo y zoología; soltero José Dante de Sanctis, nacido en 1900, Odontólogo y Profesor de la Facultad de Odontología de Rosario Elvira de Sanctis, Profesora de letras; soltera

Carlos de Sanctis estudió en el Colegio Nacional de nuestra ciudad, Rosario. En el año 1915 cursó su quinto año en la primera división, y sus calificaciones fueron editadas por la Tipografía E. Ferrer, pequeña empresa ubicada por entonces en la calle Rioja al 1200 de Rosario. Gracias a este folleto, podemos saber que de Sanctis obtuvo buenas notas en filosofía, química, física e inglés, frente a las asignaturas de historia, literatu1

Alonso, Sebastián y Guspi Terán, María Margarita, Historia genealógica de antiguas familias italianas de Rosario, 1870-1900, Imprenta Amalevi, Consolato Generale d’Italia, Rosario, 2005, pp. 132-134.

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ra y lengua italiana. Su conducta, llamativamente, fue definida como “regular”, acompañada por un total de once inasistencias. El cuadro que reproducimos corresponde a Rosa Biancafiore, la madre del médico rosarino Carlos de Sanctis, que nos dejó fotografiar Teresita de Sanctis durante la entrevista que nos concedió en su domicilio de la ciudad de Rosario.

Imagen 1. Rosa Biancafiore, la madre de Carlos de Sanctis



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Durante su juventud, Carlos de Sanctis estudió medicina en la capital argentina. En calidad de “agregado al servicio”, presentó uno de sus proyectos llevados a cabo en el Servicio de Vías Urinarias, Ginecología y Cirugía General de Buenos Aires, bajo la dirección del Prof. Ricardo Spurr. El título de la tesis doctoral fue “Fijación de riñón móvil”. En el año 1928 la revista porteña De la Semana Médica incluyó en su número 42 el trabajo de Carlos de Sanctis con el título “Etiología y Patogenia de la Nefroptosis”. La fotografía que adjuntamos –y que nos fue facilitada por Teresita de Sanctis– permiten observar a Carlos de Sanctis en el Hospital “Parmenio Piñero”, el cual había sido inaugurado en setiembre de 1917, gracias a la donación que años antes había hecho Parmenio Teódulo Piñero. Junto al médico rosarino se observa la presencia del Profesor Spurr, por entonces responsable del servicio de urología.2 También incluimos la portada del texto de Carlos de Sanctis que se editó en 1928. Carlos de Sanctis es representativo de un sector de profesionales universitarios que, al calor del desarrollo de Rosario como ciudad portuaria regional, llevaron adelante durante la primera mitad del siglo XX diversos emprendimientos y actividades, confiando en la capacidad de la sociedad de fomentar la cultura de la metrópolis para trascender límites jurisdiccionales impuestos. Compartían sus orígenes inmigrantes, así como la formación adquirida en las flamantes instituciones educativas públicas de Rosario y en las Universidades Nacionales. Cooperaban entre ellos utilizando criterios de legitimación para adherir, tributar y dar lustre a “un deber ser” definido en el siglo XIX por la elite local. Rosario ya era considerada una parte imprescindible de la Nación por su predisposición ante el impulso de las relaciones entre las provincias argentinas, en especial las del litoral. El prestigioso Colegio Nacional de Rosario, donde Carlos de Sanctis cursó sus estudios secundarios, fue un privilegiado ámbito de formación para generaciones de jóvenes nacidos en la Pampa Gringa. Contaba como rector a Isidro Quiroga, docente, científico e intendente de Rosario. El plantel de profesores estaba integrado por dirigentes devenidos en “apóstoles” del perfil cosmopolita de la urbe.3 Nos referimos a Juan Álvarez, Juan Arrospidegaray, Emilio y Pedro Blanqué, Manuel Cafferata, Tomás Cerruti, Francisco Correa, José Cortés, Francisco Crespo, Pedro Croci, Ricardo Foster, Alberto J. Mazza, Oscar Meyer, Emilio Pareto, Alberto Parody, Enrique Sempé y Emilio Solari, entre otros.4

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Grimaldi, Alfredo A., “Quiste hidatídico de riñón”, en Revista Argentina de Urología, 1951, pp. 183192. La Capital, Rosario, 15 de julio de 1949. El Colegio Nacional del Rosario, antecedentes reunidos con motivo del 43 aniversario de la apertura de los cursos, Imprenta del Colegio Nacional, Rosario, julio de 1917.

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Imagen 2. Carlos de Sanctis en el Hospital Piñero, junto al Dr. R. Spurr Tesis doctoral en medicina, Buenos Aires Fotografía tomada gracias al permiso otorgado por Teresita de Sanctis



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Imagen 3. Carlos de Sanctis (agregado al servicio), “Etiología y Patogenia de la Nefroptosis” (de La Semana Médica Nº 42, 1928) Hospital Parmenio Piñero, Servicio de Vías Urinarias, Ginecología y Cirugía General del Prof. R. Spurr, Buenos Aires, 1928 Fotografía tomada gracias al permiso otorgado por Teresita de Sanctis

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Los apuntes personales que escribió Carlos Sylvestre Begnis –quien sería afamado médico oncólogo, docente y dos veces gobernador de Santa Fe–, nos permiten conocer el lugar preponderante que ocupaba la enseñanza de la historia argentina, el interés que despertaban las clases de los profesores Juan Álvarez, Rafael Bielsa y Martín Menuce, al referirse al pasado nacional; la evocación de las efemérides patrias; la asidua participación del estudiantado en actos patrios; y el culto a los arquetipos nacionales, en particular a José de San Martín, Manuel Belgrano, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi.5 Carlos de Sanctis fue compañero de promoción de Carlos Colombres, Héctor Enz, Emilio Navarini, José Manfredi, Clorindo Mendieta, Adolfo Prunotto, Humberto Schiavonni, Francisco Scarabino, y Eduardo Sívori, entre otros. Cuando le llegó la hora de cursar medicina en la Universidad, la ciudad de Rosario todavía no disponía de una entidad que legitimara esa condición, a pesar de las sucesivas peticiones de la dirigencia local por concretar esta aspiración. Por lo tanto, debió cursar la carrera en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. La de Rosario, dependiente de la Universidad Nacional del Litoral, abrió sus aulas recién en el año 1920, cuando nuestro biografiado se encontraba cursando los últimos años de su carrera en la capital argentina.6 Apenas recibido como médico en el año en 1923, Carlos de Sanctis regresó a Rosario, precisamente la segunda ciudad en importancia comercial y demográfica de la República Argentina. Esta ciudad demandaba médicos e instituciones hospitalarias que ampliaran las funciones de los establecimientos tradicionales, como por ejemplo el Hospital de Caridad de la Sociedad de Beneficencia de Rosario que fue el primero en inaugurarse en pleno año 1855. En tiempos del nacimiento de Carlos de Sanctis, es decir, en el año 1898, la población de la ciudad recién superaba los 100 mil habitantes. Al regresar éste de Buenos Aires con el título de médico, con veinticinco años de edad, la mencionaba población ya trepaba los 400 mil habitantes. El sistema de salud colapsó, y la demanda de profesionales se incrementó. La prosperidad económica alentó la creación de institutos médicos particulares, y es en este contexto, en pleno año 1927, cuando Carlos de Sanctis decidió fundar el Sanatorio San Martín.7 5 6 7

De Marco (h), Miguel Ángel, Carlos Sylvestre Begnis, liderazgo y gobierno en el litoral argentino, Dunkem-Identitaria, Buenos Aires, 2005, p. 52. Bosch, Raimundo, Historia de la Facultad de Medicina, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1966. De Marco (h), Miguel Ángel, “Zuasnábar y la modernización de la Salud Pública en la provincia de Santa Fe y en la municipalidad de Rosario, 1888-1966”, en Miguel Ángel De Marco (h) y Horacio de Zuasnabar, Doctor Zuasnábar (1888-1966) Pionero de la Medicina Pública Argentina, Homo Sapiens, Rosario, 2004.



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Asimismo, se incorporó a la flamante Facultad de Ciencias Médicas de Rosario como Jefe de Clínica de la Cátedra de Clínica Quirúrgica, cuyo titular era Artemio Zeno, fundador del Sanatorio Británico que supo irradiar su impronta académica y su atención médica al litoral argentino, a la República del Paraguay, y a la República Oriental del Uruguay, al punto que el segundo médico en recibir la beca de la Fundación “Zeno Cames”, que había sido instituida para la divulgación de esa escuela de cirugía, fue el médico asunceño Manuel Giagni.8 Resulta interesante afirmar que, al regresar en 1939 a la República del Paraguay, Giagni asumió la dirección del Hospital de Urgencias. Recientemente, el gobierno paraguayo ha otorgado el nombre de este médico al principal centro de emergencias de salud, definiéndolo como “prócer de la medicina paraguaya”. Graduado en 1930, fue designado Jefe de Clínica de la Cátedra de Cirugía, y Cirujano del Hospital de Clínica. Durante varios meses colaboró con el ejército paraguayo durante la Guerra del Chaco (1932-1935), ejerciendo el servicio sanitario en la vanguardia del teatro de operaciones, así como el servicio quirúrgico en la retaguardia. Terminó la campaña con el grado de mayor de reserva. Gianni llegó luego a Rosario gracias a la mencionada beca, comenzando a trabajar en 1936 en el Sanatorio Británico y en la cátedra de Clínica Quirúrgica del Hospital del Centenario. La guerra entre Paraguay y Bolivia fue desatada formalmente en mayo de 1933.9 Pocos años después, la revista del Sanatorio Británico de la ciudad de Rosario caracterizó a Gianni como integrante de su generación, afirmando también que se trataba de “un auténtico representante de la elite universitaria de la nación hermana, y un exponente destacado de la cultura quirúrgica de su medio”.10 Carlos de Sanctis alcanzó a ser un joven profesor de las primeras promociones de la Facultad de Ciencias Médicas, entre las cuales encontramos a Enrique J. Roncoroni, Oscar Cames, Luis Chiodin, Juan V. Francesio, Rafael Babbini y Francisco Sadi Fonso. El doctor Rafael Araya se desempeñó como decano de la casa durante este período, y conservó una notoria preocupación por vincular a la enseñanza universitaria con la sociedad civil.11 El inicio de la actividad profesional de Carlos de Sanctis en su ciudad natal, coincide con una serie de proyectos identitarios y movilizadores. Contó con una gran adhesión por parte del ambiente particular gestado por los profesionales universita8

De Marco (h), Miguel Ángel, “Artemio Zeno y la conformación de un nuevo espacio del conocimiento quirúrgico en Latinoamérica. La dinámica local en la formación de innovadores: Rosario 1910-1940”, Res Gesta, Nº 48, Rosario, 2011. 9 Scavone Yegro, Ricardo y Brezzo, Liliana M., Historia de las Relaciones Internacionales del Paraguay, El Lector, Asunción, 2010 (colección La Gran Historia del Paraguay, Nº 19). 10 Anales de Cirugía, Vol. II, Nº 2, mayo, Rosario, 1936, p. 69. 11 Bosch, Raimundo, Historia de la Facultad de Medicina, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1966.

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rios. Mencionamos, por ejemplo, la reconstitución de la “Comisión Popular Pro Monumento a la Bandera” (1923), presidida por el ingeniero Ramón Araya, el diputado provincial integrante de la primera comisión Pro Monumento de 1898, y vice-presidida por el coronel José J. Puig, quién había sido presidente de la entidad constituida al calor del Primer Centenario de la Revolución de Mayo en el año 1910. Segundo, la conmemoración de lo que se consideró en su momento el Segundo Bicentenario de la ciudad de Rosario (1925), que aspiró a ser un resumen de los progresos materiales y espirituales, y donde se le otorgó una preminencia relevante a la creación de la Bandera Nacional en el marco del patrimonio histórico local. Tercero, la inauguración del monumento del general Belgrano en el Parque Independencia (1928), obsequio y tributo de la pujante colectividad italiana –a la que la familia de Carlos de Sanctis pertenecía– a la ciudad de Rosario. Cuarto, la constitución de la filial Rosario de la Junta de Historia y Numismática (1929), precisamente el antecedente de la Academia Nacional de la Historia, la cual era presidida por Juan Álvarez, quien comenzó a organizar conferencias públicas que se llevaron a cabo en el salón de lectura de la Biblioteca Argentina. Quinto, la repatriación de los restos de Vicente Anastasio Echevarría a la ciudad de Rosario (1928), hecho que dispuso de una elevada connotación “belgraniana” en honor, precisamente, de Manuel Belgrano. Sexto, la colocación de la piedra basal del fallido monumento a Bernardino Rivadavia (1928), el político rioplatense cuyo nombre verdadero fue Bernardino de la Trinidad González Rivadavia y Rivadavia, que se convertiría en el primer jefe de estado que ejerció como presidente de la Argentina entre 1826 y 1827.12 Séptimo, la Comisión de Homenaje al Sargento Cabral (1929), el soldado argentino de origen zambo llamado Juan Bautista Cabral, quien falleció durante el Combate de San Lorenzo al socorrer al Coronel José de San Martín en la lucha contra el ejército español a favor de la independencia el 3 de febrero de 1813.13 No se detecta la participación de Carlos de Sanctis en las comisiones creadas a tal fin, pero tampoco se puede soslayar la intensidad con la que influyentes dirigentes de la cultura y la Universidad rosarina, profesores, compañeros y colegas, se sumaron al rescate del pasado nacional, provincial y local, como sucedía en otras ciudades de las provincias argentinas. En estas últimas surgieron por entonces las filiales de la Junta de Historia y Numismática que reunió a historiadores liberales, nacionales y mitristas. A partir de 1938, la Academia Nacional de la Historia, así como diversas juntas 12 De Marco (h), Miguel Ángel, “La tradición mitrista en la identidad histórica de Rosario. Políticos, catedráticos e historiadores en la exaltación de la creación de la Bandera Nacional y la construcción del monumento alusivo (1857-1962)”, Investigaciones y Ensayos, Academia Nacional de la Historia, Nº 58, enero-diciembre, Buenos Aires, 2009, p. 200. 13 La Capital, Rosario, 30 de noviembre de 1929.



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históricas entre las que encontramos a la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe, que fue inaugurada el 8 de junio de 1935. Los mencionados intelectuales condujeron la filial Rosario de la Academia, la cual en sus primeros momentos fue presidida por Calixto Lassaga, y luego por Juan Álvarez. Hablamos de personas que profesaron su amistad a Carlos de Sanctis en diversos actos públicos. Entre ellos también encontramos a Ángel Guido, así como a Julio Marc, a cuya iniciativa se debe el Museo Histórico Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc” que lleva su nombre desde el año 1939. Asimismo tampoco fue designado en la numerosa Comisión Oficial de Homenaje a Domingo Cullen, constituida al cumplirse en 1939 el centenario de la muerte, del ex gobernador de Santa Fe fusilado en tiempos del “rosismo”, y a la que los convocantes denominaron “mártir de la tiranía”,14 ni integró la no menos concurrida comisión de homenaje al escritor Félix Chaparro, autor de una biografía sobre Cullen, conformada por los directores del diario La Capital y Crónica, y diversos miembros de la Academia.15 En 1935 Carlos de Sanctis comenzó sus cabalgatas sanmartinianas por el interior del país, uniendo a la ciudad de Buenos Aires con la de San Lorenzo, esta última de la Provincia de Santa Fe. El 25 de junio de ese año, fundó junto a J. Emilio Fernández, Pedro F. Pozzi, Egidio Fonso, y Luis S. Vallejos, el Club Hípico General San Martín. Esta entidad fue la primera en el interior del país que se gestó “en homenaje al Libertador”. Carlos de Sanctis ejerció la presidencia de esta entidad durante trece años consecutivos, y con el propósito de “propender a la difusión del hipismo en sus diversas manifestaciones”.16 Es importante señalar que dicha fundación se produjo tres días después de haberse firmado el cese definitivo de hostilidades de la Guerra del Chaco entre las tropas bolivianas y paraguayo, lo que motivó una manifestación estudiantil en la Plaza San Martín de Rosario para festejar la paz.17 Entre ellos se encontraba, precisamente, el rosarino Carlos de Sanctis que había participado voluntariamente como médico honoris causa en el seno del ejército paraguayo. Testimonios de antiguos socios recuerdan que los orígenes del Club Hípico San Martín se relacionan con las cabalgatas que un grupo de jóvenes organizaban desde Rosario rumbo a San Lorenzo pero que además tomaban como actividad el cruce del Río Paraná a nado (de jinetes y equinos), un espectáculo que se convirtió, por su originalidad y osadía, en una interesante atracción. En contacto con la naturaleza, aquel 14 Acto de Homenaje realizado en memoria de don Domingo Cullen, Intendencia de Juan Ortíz Grognet, Rosario, 1939. 15 La Capital, Rosario, 11 de junio de 1939. 16 La Capital, Rosario, 25 de junio de 1952. 17 La Capital, Rosario, 16 de junio de 1935.

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grupo recorría de esa manera dos rutas históricas relevantes para la región: la que unía Rosario con el Campo de la Gloria, en San Lorenzo, donde libró su primer combate el general San Martín; y la que significaba atravesar el caudaloso Paraná, como realizó el Ejército Grande de Justo José de Urquiza frente a Diamante en 1851. La sede de la entidad fue el Club Regatas Rosario, de la que Carlos de Sanctis era vicepresidente, pero a modo de préstamo. Luego se trasladó a las instalaciones de la Sociedad Rural (en la que permaneció durante las décadas de 1940 y 1950) para terminar, en 1963, en lugar propio donde actualmente funciona en calle Juan José Paso 7770, en el Barrio de Fisherton. Los restantes clubes hípicos de la ciudad (Las Heras, General Paz y la subcomisión del área del Jockey Club) reconocen en “el San Martín”, el foco de irradiación inicial de este deporte.18 La primera actividad de la institución fue un raid en el trayecto comprendido entre el Pino Histórico de San Lorenzo –ubicado precisamente detrás del Colegio y Convento San Carlos Borromeo–, y la Catedral de Buenos Aires, donde reposan los restos del “Libertador” San Martín, y su regreso. Pronto se sumaron a los ya mencionados (es decir, Carlos de Sanctis, Francisco Sadi Fonso, J. Emilio Fernández, Pedro F. Pozzi y Luis S. Vallejos), Benita Fernández, Leopoldo Uranga, Arturo Numan, Carlos Guaita, Eduardo Mazzantini, Rómulo Barralt, Jorge A. Palacios, Félix de la Fuente, José Deambroggi, Alfredo Scarabino, así como Arturo Reti.19 Es importante señalar que el Museo Histórico Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc” había inaugurado sus instalaciones en el Parque Independencia y su director, Julio Marc, creyó conveniente destinar dos salas a la “gesta sanmartiniana”. Una de ellas estaba presidida por el óleo de la Sra. Soto y Calvo que representaba a San Martín en el túmulo funerario, y que contaba con piezas originales, entre ellas, cartas, medallas y objetos que le pertenecieran a él y a sus oficiales.20 En 1940, los médicos Carlos de Sanctis y J. Emilio Fernández, ambos profesores universitarios y ex condiscípulos del Colegio Nacional, decidieron valorar la tradición historiográfica local, y rescataron la figura de Justo José de Urquiza. Evocaron junto a otros socios del Club Regatas Rosario la conformación de la patrulla “Coronel D. Juan Pascual Pringles”, y ejecutaron el pasaje del río Paraná a caballo por el Ejército Grande comandado por el general entrerriano, “en su campaña contra la tiranía”, según términos del propio Fernández.

18 La Capital, Rosario, 25 de junio de 1970. 19 Archivo y Biblioteca del Club Hípico General San Martín, puesto a disposición por Carlos Delgado a la revista Rosario, su historia y región, para elaborar una nota institucional, la que fue publicada en el número 27 del mes de diciembre de 2004. 20 La Capital, Rosario, 14 de agosto de 1944.



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La marcha hípica consistió en el cruce del río Paraná, frente a Rosario, nadando 6,5 km. A continuación, jinetes y montados completaron la prueba desarrollando 50 kilómetros sobre tierra al trote. El nombre elegido para esa patrulla fue “Pringles”. El propio médico J. Emilio Fernández recordó que este acto se llevó a cabo como reconocimiento de la labor de ese guerrero de la independencia, precisamente el Coronel Juan Pascual Pringles, quien al verse derrotado al frente de sus hombres por las tropas realistas en el combate peruano de Chancay producido el día 27 de octubre de 1827, había preferido lanzarse al mar con su caballo, antes que caer prisionero. Aquel gesto fue admirado por los vencedores, quienes lo invitaron a volver a tierra con honores. La patrulla de los deportistas del Club Regatas Rosario que participaron en el cruce a nado del lago San Roque, en la provincia de Córdoba, fue denominada “General José María Paz”, a quién el médico Fernández señaló como el “gran jefe de la caballería argentina, que con sus valientes acciones contribuyeron a la Independencia Argentina”.21 En 1942, el Club Hípico San Martín efectuó el cruce de la Cordillera de los Andes, uniendo la ciudad de Mendoza con la de Valparaíso, en Chile, siguiendo los pasos y reconstruyendo la epopeya “sanmartiniana”. En septiembre de ese año, experimentó una marcha de 80 kilómetros sobre arena en homenaje a los milicianos de San Luis que, partiendo de la capital de esa provincia, atravesaron a caballo el desierto hasta el río Desaguadero en Mendoza, para unirse al Ejército Libertador de San Martín. De esta manera, la institución se especializó en marchas ecuestres de resistencia, en alta montaña, zona boscosa, arena y agua (a nado en el cruce del río Paraná y el lago San Roque, en Córdoba), vinculando a la actividad deportiva con la difusión de la historia, adelantándose en más de medio siglo a la utilización de lo que en la actualidad es considerado –con el auxilio de los medios de comunicación–, en una herramienta potencial para el conocimiento y difusión de la historia. En distancia, registraron un circuito de 400 km. cumpliendo ese trayecto en 48 horas y este esfuerzo fue puesto al servicio de la evocación del Capitán Manuel de Escalada, quién desde los campos de batalla de Chacabuco y de Maipú, llevó a caballo, en un tiempo difícil de homologar en 1943, los partes de victorias para ser entregados a las autoridades del gobierno en la ciudad de Buenos Aires. Además, en 1944, un par de jinetes de la institución recorrió 3.050 km. en 31 días, y unió a la ciudad de Asunción con la de Buenos Aires, todo ello en memoria de la Expedición al Paraguay que comandara el Coronel Manuel Belgrano. Dos años antes quince estudiantes pa21 Archivo y Biblioteca del Club Hípico General San Martín, puesto a disposición por Carlos Delgado a la revista Rosario, su historia y región, para elaborar una nota institucional, la que fue publicada en el número 27 del mes de diciembre de 2004.

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raguayos habían unido a remo Asunción con Rosario, que desembarcaron en el Club Regatas donde se encontraba el Club Hípico. Hablamos de un desafío deportivo con connotaciones de fraternidad estudiantil.22 En lo esencial, las rutas ecuestres, tanto las del pasado como las del presente, representaron –y lo siguen haciendo– una experiencia vivencial única. Sin embargo, aquella innovadora propuesta que hicieron a mediados del siglo XX tanto Carlos de Sanctis como el grupo de rosarinos mencionados más arriba, lejos estaba de responder al fomento de una promoción turística regional, como se comenzó a instrumentar cincuenta años más tarde. Su principal interés no se centraba en el ocio, sino en la práctica hípica específicamente deportiva, así como en la adquisición de conocimientos históricos sobre hechos centrales del pasado nacional. En 1945, los socios del Club Hípico San Martín, donaron al Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”, distintos objetos que habrían pertenecido al “Libertador” y a su ejército en la lucha por la independencia contra la monarquía española. Los mencionados objetos habían sido encontrados por ellos mismos en las distintas marchas organizadas en ese año. Entre las donaciones se hallaba una piedra de molino proveniente de las proximidades de la posta situada en la localidad de Capitán Bermúdez. Según investigaciones notariales efectuadas por integrantes del Club Hípico, se afirmó haber dado con la Posta de San Lorenzo, donde José de San Martín había cambiado sus caballos, más que agotados, por los que le otorgó el Comandante militar de Rosario: Celedonio Escalada. En función de ello, en el año 1945 se organizó un acto en el que participó el Gobernador de la Provincia de Santa Fe. Para esa misma oportunidad, el Club Hípico editó un folleto elaborado por su presidente De Sanctis que llevó por título “Rosario, hombres y hechos del Combate de San Lorenzo”. Al año siguiente, el organismo imprimió cartulinas con las “Máximas del general don José de San Martín”, dedicadas a la formación moral de su hija, Merceditas de San Martín. El 20 de junio de 1946, consagrado el Día de la Enseña Nacional, también se promocionó la “Oración a la Bandera” que había elaborado Nicolás Avellaneda. Estos materiales fueron distribuidos por la institución a bibliotecas y escuelas de distintos puntos del país.23 También otra marca obtenida por socios del Club Hípico, en adhesión al Centenario del fallecimiento de San Martín que se cumplió en 1950, sirvió para unir Rosario y Buenos Aires en dos días. En este acto participaron unos veinte jinetes, a quienes se les obsequió en pergamino natural el parte del Combate de San Lorenzo. También se unió San Lorenzo y Buenos Aires, utilizando para ello algunos caballos de posta 22 La Capital, Rosario, 5 de noviembre de 1942. 23 La Capital, Rosario, 5 de noviembre de 1942.



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durante 26 horas.24 En aquella etapa, hasta la década de 1960 existió una estrecha relación entre el Club Hípico y las autoridades militares del distrito Rosario, en especial las del Regimiento 11, todo ello por el hecho de que todavía ocupaba un lugar destacado la actividad ecuestre, el entrenamiento, la ejercitación, así como los cuidados de los animales. El Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc” y Teresita de Sanctis conservan diversos textos elaborados por Carlos de Sanctis, y que sirvieron en esa época para fomentar el Club Hípico General San Martín: los álbumes fotográficos llamados Raid a caballo San Lorenzo-Buenos Aires, del año 1935. Del año 1940, los textos legitimados en general por el Club Hípico: “Capacidad y aptitud del caballo de silla tipo guerra en la natación”; “Cruce a caballo del lago San Roque”; “Capacidad y aptitudes del mestizo de guerra, tipo de requisición en la llanura”; “Tratados fonoradiográficos de los caballos participantes en la marcha experimental, Rosario-Casilda-Rosario”; así como “La conducción fisiológica del caballo en las marchas de resistencia”. Del año 1941: “Marcha de resistencia a caballo. Capacidad del mestizo de silla tipo de arma, del litoral, en el cruce de ríos, montañas y arena”; “El caballo agotado en las marchas de resistencia. Su preservación y recuperación. Resultados de las experiencias del club Hípico General San Martín de Rosario”; “Las marchas a caballo como campos de experimentación deportiva y científica”; “Marcha experimental a caballo en la arena”; “Marcha a caballo Rosario-Buenos Aires”. Del año 1942: “Trabajos sobre hipismo 1937-1942”. Del año 1945: “Anotaciones al margen de la Quinta gran Marcha hípica Anual, Campeonato Argentino”. Del año 1946: “Prueba de Cross-country”. En el año 1944 el Club Hípico General San Martín le obsequió una mención afirmando que se trataba de un “entusiasta animador de la marcha Buenos Aires-Asunción-Buenos Aires”. Incluimos la fotografía del premio que el mencionado Club le entregó a De Sanctis cuando este último se desempeñaba como presidente. El premio fue otorgado en Mendoza con motivo de haber realizado el primer cruce de la cordillera de los Andes en la República Argentina. Carlos de Sanctis cruzó 427 kilómetros en siete días, y lo hizo por la cumbre del Cristo Redentor (4.000 m), hasta Viña del Mar y Valparaíso. Para ello utilizó “caballos de Rosario sin aclimatación”. Carlos de Sanctis fue un universitario de nuestra ciudad puerto. Su historia forma parte de la historia de mucha gente argentina y paraguaya. Por ello la autora y el autor de este libro hemos coincidido en la necesidad de dar a conocer sus interesantes reflexiones y, en especial, los objetos y las fotografías que dejó para el Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”, con la esperanza de que en un futuro llamen la atención por su trascendencia histórica. 24 La Capital, Rosario, 25 de junio de 1952.

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Hemos fotografiado sus objetos personales, y reproducido las fotos que hizo Carlos de Sanctis. Todos estos elementos son conservados en el Museo Histórico Provincial de Rosario “Dr. Julio Marc”. Diseñamos también diversos apartados que dan a conocer la trascendencia histórica del propio De Sanctis. Partimos de la experiencia de la Guerra del Chaco en la cual Carlos de Sanctis se desempeñó como médico honoris causa. En obras anteriores reprodujimos la crónica fotográfica que elaboró este médico durante la guerra desatada entre Bolivia y Paraguay en la zona chaqueña en los años 1932-1935. En el año 2009 se editó en Madrid, a través del CSIC, el libro volcado a la historia del empresario Carlos Casado del Alisal, en la que se incluyeron algunas de las fotografías que hizo Carlos de Sanctis en noviembre de 1932, al entrar al Chaco Paraguayo a través del Puerto Casado del río Paraguay.25 Al año siguiente, y gracias a Prohistoria Ediciones, se dio a conocer el resto de fotografías que nos dejó Carlos de Sanctis sobre la Guerra del Chaco como corresponsal del diario La Capital. Poco después, la mencionada obra fue reproducida en Asunción del Paraguay, en virtud del interés demostrado por Intercontinental Ediciones.26 Las fotos forman parte de su legado llamado ¡Esto es la guerra! Mi campaña en el Chaco, álbum de fotografías explicadas (1932-1933), que se conserva en el Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”. Las mencionadas fotos fueron elaboradas durante los meses previos al estallido de la guerra desatada entre Paraguay y Bolivia, y en virtud de su incorporación como médico del ejército paraguayo. Con el tiempo, ha sido posible vincular y ampliar el mensaje que nos ha dejado Carlos de Sanctis con el que hicieron literatos, actores, directores de cine y también directores de documentales. Por ello, en el primer capítulo hemos optado por unir la obra literaria Hijo de Hombre, de Roa Bastos, con el documental El Infierno del Chaco, que fue elaborado en el año 1932 por Roque Funes. En el segundo capítulo analizamos el sentido de la película La Sed, dirigida por Lucas Demare y rodada con ayuda del propio paraguayo Roa Bastos en Río Hondo de la Provincia de Santiago del Estero, República Argentina. El tercer capítulo se vuelca al personaje central de este libro, Carlos de Sanctis, quien años después de la Guerra del Chaco decidió recuperar las fotografías que había hecho como médico y como parte del ejército paraguayo.

25 Dalla-Corte Caballero, Gabriela, Lealtades firmes. Redes de sociabilidad y empresas en la Carlos Casado S.A. entre Argentina y el Chaco paraguayo, 1860-1940, CSIC, Madrid, 2009. 26 Dalla-Corte Caballero, Gabriela, La guerra del Chaco. Ciudadanía, Estado y Nación en el siglo XX. La crónica fotográfica de Carlos de Sanctis, Prohistoria Ediciones-TEIAA, 2010, prólogo de Sandra Fernández. Libro reeditado por Librería Intercontinental, Asunción del Paraguay, 2010, prólogo de Fabricio Vázquez Recalde.



Carlos de Sanctis

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El capítulo cuatro recupera la historia de las grandes maniobras militares del Ejército Argentino del año 1936 por la incorporación de Carlos de Sanctis al Regimiento 11. El capítulo cinco se centra en las características singulares de aquel desplazamiento de tropas, revelador del proceso de industrialización del país y de la evolución de las Fuerzas Armadas en la región de acuerdo a las hipótesis de conflicto entonces vigentes. Una singular e inédita crónica visual de esa campaña es reproducida en el capítulo seis, a partir del álbum que nos dejó el propio De Sanctis. El capítulo siete une el sentido de la condecoración que el gobierno paraguayo hizo a favor de éste médico en el año 1939, otorgándole la CRUZ DEL DEFENSOR. El capítulo ocho une la historia de Carlos de Sanctis con Asunción y Rosario, demostrando la trama de redes culturales, económicas y sociales de ambas ciudades portuarias. Finalmente, el último capítulo se refiere al aporte realizado por De Sanctis al conocimiento y difusión del pasado nacional y regional, a la consolidación de instituciones de bien público, a su obrar humanista, y a otros rasgos de su carácter que permite afirmar su principio: “escribir como se vive”. En el caso de Gabriela Dalla-Corte Caballero, el libro se inscribe en el proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad HAR 202-34095, “El mundo latinoamericano como representación. La construcción de una representación política, social y cultural en América, 1880-1960”, desarrollado en el seno del TEIAA, Taller de Estudios e Investigaciones Andino-Amazónicos (2009SGR1400), grupo de investigación consolidado por el Comissionat per a Universitats i Recerca del DIUE de la Generalitat de Catalunya. La participación de Miguel Ángel De Marco (h), por su parte, se deriva de investigaciones efectuadas para el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina (CONICET), bajo el título: “Ciudad puerto, universidad y desarrollo regional. Profesionales rosarinos en la recepción de paradigmas internacionales y en la elaboración de Proyectos de Nación, 1920-1976”. La autora y el autor de este libro agradecen a la familia de Carlos de Sanctis, en particular a Teresita de Sanctis, por la información y por la concesión de fuentes documentales. Agradecen también a los responsables del Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”, a Raúl D’Amelio y a Ester Davidov, por permitir la reproducción de las fotografías de Carlos de Sanctis, y por exponer provisoriamente sus objetos personales para dar cuerpo a este libro.

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Imagen 4. Carlos de Sanctis, 1898-1957 Museo Histórico de Rosario “Dr. Julio Marc”

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