Capitalismo neoliberal y proceso agrario en Argentina. Algunas características socio-históricas del desarrollo sojero en la zona pampeana (1991-2001) (2011)

July 15, 2017 | Autor: Patricio Grande | Categoría: Sojizacion Y Concentracion De La Tierra, Capitalismo Neoliberal, Desarrollo Sojero
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1

CAPITALISMO NEOLIBERAL Y PROCESO AGRARIO EN ARGENTINA. Algunas Características socio-históricas del ‘desarrollo sojero’ en la zona pampeana (1991-2001) Patricio Grande (UNLu)1 Índice

1. Introducción

2. El agro durante el capitalismo neoliberal (1991-2001)

3. Consecuencias sociales y una paradoja aparente: combinación de cosechas record y crisis

4. El desarrollo ‘sojero’ como problema en el núcleo pampeano

5. Recapitulando

6. Bibliografía

1

El presente trabajo procura recoger, desarrollar y ampliar diferentes debates, posicionamientos, polémicas y controversias presentes tanto en la bibliografía como también en los sucesivos encuentros áulicos desplegados en el marco del seminario de postgrado denominado “Estructuras sociales agrarias en la Argentina contemporánea: cambios y tendencias recientes en las regiones” (UNLu, 2011), a cargo de Daniel Slutzky.

2 1. INTRODUCCIÓN

La década de 1990 legó profundas transformaciones sobre la geografía social argentina. La implementación y/o profundización de políticas de corte neoliberal durante las consecutivas presidencias de Carlos Saúl Menem (19891995/1995-1999) y Fernando De la Rúa (1999-2001) arrojaron como correlato variaciones estructurales que impactaron profundamente sobre el conjunto de la población argentina, aunque con desigual o heterogéneo efecto según regiones, clases y fracciones sociales. En lo que refiere particularmente al proceso agrario, la década “(…) globalmente se caracteriza por una intensificación de la incorporación de capital como requisito de una producción agropecuaria

competitiva,

tanto

en

las

zonas

pampeanas

como

extrapampeanas” (Slutzky, 2010:2). Fue en este marco histórico donde se impuso y consolidó en el agro local un discurso global vinculado a la incorporación de nuevas tecnologías, vehículos esenciales para la concreción de la denominada ‘Revolución Verde’ en el suelo gaucho platense. La progresiva y significativa expansión de la soja emergió como el rasgo distintivo o paradigmático de esta fase del desarrollo capitalista en el agro argentino, cuyas implicancias y resultados materiales serán objeto central de este breve trabajo. Metodológicamente se utilizará como guía o encuadre de referencia la propuesta brindada por Daniel Slutzky (2005) para un enfoque integral de la problemática agraria, centrada en integrar de manera sincrónica y dialéctica a los sistemas o sub-sistemas de producción y reproducción, la instrumentación de políticas gubernamentales y finalmente el abanico de sujetos sociales involucrados. A modo de enriquecer y obtener una visión más amplia sobre la temática en estudio se incorporará alguna literatura especializada no presente en

la

currícula

del

seminario,

cuya

base

documental

se

compone

principalmente de censos, encuestas agro-pecuarias y legislación nacional. El lapso temporal abordado, 1991-2001, supone una cierta segmentación o división del tiempo fundamentada en una percepción particular del pasado reciente. Estableciendo de esta manera un criterio de periodización (por cierto factible de revisión), operando como marco homogenizador en este caso las macropolíticas económicas impulsadas desde el Estado central bajo el

3 denominado ‘Plan de Convertibilidad’, que sin lugar a dudas mostró la cara más explicita o radical del capitalismo neoliberal. El trabajo estará compuesto por tres partes centrales que lo estructuran, bajo los siguientes rótulos: El agro durante el capitalismo neoliberal (1991-2001); consecuencias sociales y una paradoja aparente: combinación de cosechas record y crisis; y finalmente, el desarrollo ‘sojero’ como problema en el núcleo pampeano.

2. EL AGRO DURANTE EL CAPITALISMO NEOLIBERAL (1991-2001)

De forma preliminar es importante consignar que el conjunto de

transformaciones estructurales ocurridas en el sub-sector agropecuario durante ‘la década neoliberal’, se inscriben en un proceso histórico de mediana duración. A mediados de los años 1970 “la adopción del nuevo patrón de acumulación2 (…) basado en la valorización financiera del capital tuvo consecuencias sumamente trascendentes sobre el comportamiento del sector (…), se trató de una transformación estructural que perdura hasta nuestros días” (Arceo, González, Mendizábal y Basualdo, 2010:261-263). Bajo este nuevo patrón el capital obtenido se reinvirtió en el sector financiero. Por su parte, los grupos tradicionalmente ligados a la agricultura adoptaron una nueva forma de propiedad: las sociedades anónimas y la conformación de grupos societarios. La formación de estas sociedades les posibilitó tener un mayor acceso al mercado de capitales para la adquisición de nuevas tecnologías la cual produjo cambios relevantes en la producción agropecuaria (Basualdo y Khavisse, 1993). La década de 1990 significó la profundización de dicho régimen social de acumulación mediante, entre otras variables, la apertura externa y una

2

El concepto de patrón o régimen de acumulación alude a una forma históricamente determinada del funcionamiento del capitalismo, a ciertas formas que asume el proceso de valorización y de acumulación capitalista. En sentido amplio se trata del conjunto de estrategias y estructuras mediante las cuales el Estado y las fracciones dominantes de la burguesía, promueven, organizan y regulan la reproducción, expansión o la reestructuración de la economía capitalista. En la historia argentina se pueden establecer, a grandes rasgos, los siguientes regímenes de acumulación: agroexportador (1880-1930/40); de industrialización por sustitución de importaciones con una primera y una segunda etapa (1930/40-1975); y de valorización financiera con hegemonía del capital financiero (1975-…) (Grande, Bidone y Chantada, 2009:3)

4 profunda retracción estatal en los resortes de la economía (Lattuada, 1995:125). Consecuentemente, se fue consolidando un modelo agropecuario “de producción y distribución de alimentos orientados al exterior, insumodependiente, basado en la producción [de cultivos] a gran escala…” (Domínguez y Sabatino, 2006:250), denominado por algunos especialistas en la materia como proceso de ‘agriculturización’ de los sistemas productivos 3. La instrumentación del Plan de Convertibilidad4 (1991-2001) como política macroeconómica estatal, se inscribió en el paradigma global y hegemónico del ‘Consenso de Washington’. Dicho Plan giró en torno de tres ejes nodales: política de desregulación, política de apertura externa y programa de privatizaciones (De Nicola, Propersi y Qüesta, 1998:121). Sobre la base de estos ejes estructurantes y transversales para el conjunto societal, el subsector agropecuario sufrió un proceso de “desestructuración desde arriba” (Lattuada, 1995:125). Entre los principales cambios acaecidos en la estructura agraria se destacan aquí: aumento de la injerencia del capital financiero en la producción agropecuaria; orientación de la producción a la demanda externa; cambios en la propiedad y control de la tierra; aumento de la dependencia tecnológica (Domínguez y Sabatino: 2006). Se instituyó una política reformista de carácter regresivo para el subsector, en torno a medidas como: supresión o desmantelamiento de instrumentos y formas de intervención estatal tales como las juntas de granos y carnes, otorgamiento de subsidios en caso crisis o caída de los precios internacionales; instauración de un tipo de cambio desfavorable para la exportación; incremento de los fletes debido al cierre y privatización de ramales ferroviarios y terminales portuarias, así como también por la incidencia del costo de los peajes en las rutas terrestres ahora concesionadas; altas tasas de interés en los prestamos bancarios (Azcuy Ameghino: 2004:220-221). Ello fue acompañado por la introducción de un renovado y radical ‘agro paradigma global tecno-productivo’ bajo el requerimiento de capital intensivo, dando lugar a “nuevas formas de la organización de la producción basadas en aspectos tecnológicos” (Bisang, 2003:417). Este arquetipo tecno-productivo se 3

Ver CEPAL (2005); Laboratorio de Análisis Regional y Teledetección Facultad de Agronomía, UBA, Del Pino (coord.) (2004) y Slutzky (2010). 4 Dicho Plan se puso en marcha mediante la promulgación de la Ley N° 23928 del 27 de marzo de 1991.

5 inscribió en el contexto internacional de exportación de la ‘Revolución Verde’ desde los países centrales hacia las naciones capitalistas periféricas. Dicha ‘exportación’ fue vehiculaizada por poderosas empresas multinacionales, gracias a un nuevo andamiaje jurídico establecido por los

‘flexibilizados’

5

Estados nacionales de las regiones periféricas . Este renovado marco jurídico, en términos metafóricos, actuó como el telón de fondo o el soporte de un escenario donde se producían transformaciones económicas y sociales de gran magnitud.

Es decir que los actores locales también desempeñaron un rol

central, demostrando su peso e importancia en el marco de un sistema global compuesto por fuerzas endógenas y exógenas. Entre las principales innovaciones y exigencias productivas impuestos por la fuerza intrínseca de la ‘Revolución verde’ se destacaron una masiva mecanización, el uso extendido de fertilizantes, siembra directa, nuevas semillas, etc. Sobre base de estas adecuaciones, las políticas neoliberales de los años ‘90s provocaron un profundo salto y cambio tecnológico, cuyos inmediatos correlatos fueron la intensificación de la producción agraria y la “industrialización de la agricultura” (Slutzky, 2010:2). Sin embargo, como en ningún proceso de la historia universal, los cambios tecnológicos no operaron en un vacío social. Contrariamente, existieron actores sociales colectivos agrupados en distintas clases y fracciones que se beneficiaron o perjudicaron de manera diferencial. En este caso fueron los pequeños y medianos productores junto a los trabajadores rurales quienes sufrieron un verdadero “shock tecnológico” (De Nicola, Propersi y Qüesta, 1998:131). En términos generales se puede afirmar que estos colectivos agrarios fueron considerados, desde ámbitos estatales, como actores

inviables

e

inadecuados

para

adoptar

el

requerimiento

de

competitividad y productividad impuesto por la dinámica del capitalismo neoliberal en su fase más ‘cristalina’. En la vereda opuesta, otras clases y fracciones socio-económicas vinculadas al mundo agrario como los grandes terratenientes, los fondos de inversión, pooles de siembra, sociedades anónimas, etc., han maximizado su tasa de ganancia. 5

En este marco adquirió gran relevancia la Resolución 167/1996 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos que autorizó la producción y comercialización de semillas Genéticamente Modificadas. Sobre este particular se profundizará en siguientes apartados.

6 La ‘brecha tecnológica’ que operó como un gigantesco condicionante entre unos y otros, fue la resultante de una relación diferencial entablada por cada una de estas fuerzas sociales con las instancias estatales y gubernamentales. En términos teóricos “(…) es posible pensar que la relación que se establece entre la intervención estatal y el comportamiento empresario (…) conduce a la conformación y progresiva difusión de ámbitos privilegiados de acumulación, es decir espacios donde las empresas privadas involucradas obtienen ganancias extraordinarias derivadas de la existencia de privilegios institucionalizados y no institucionalizados generados por la acción estatal” (Castellani, 2009:23). Sobre esta dialéctica operada entre los distintos sujetos o fuerzas sociales del agro se profundizará en el siguiente apartado. En esta coyuntura histórica de ‘agriculturización’ productiva, y en particular desde mediados de la década de 1990, el grueso de la dinámica agraria respondió a un crecimiento sostenido en la producción de soja. La expansión en gran escala de dicha oleaginosa operó como el paradigma o rasgo distintivo bio-tecnológico durante el Plan de Convertibilidad (Arceo, González, Mendizábal y Basualdo, 2010:265). De este modo, la soja se convirtió por esos años en el principal cultivo de la República Argentina, tanto en superficie cultivada como en producción total. Las razones, por menores y efectos de esta narrativa socio-histórica (con especial referencia a lo acaecido en la región pampeana) se esbozarán más adelante, específicamente en el punto número 4. De lo narrado hasta aquí subyace que durante el capitalismo neoliberal, al menos en su etapa más radical (‘91-2001), se profundizó y/o consolidó un desarrollo agrario hegemónico con esfinge social excluyente y regresiva sustentando un nuevo ‘pack’ tecnológico promovido bajo el discurso global de la productividad y la competencia. Es

importante

consignar

que

en

este

proceso

“los

grandes

terratenientes, los fondos de inversión, los pooles de siembra y los mayores productores capitalistas obtuvieron fuertes beneficios sustentados en altos niveles de renta del suelo y/o en una rentabilidad mayor a la media producto de la economía de costos determinada por la amplitud de las escalas productivas que lograron operar” (Azcuy Ameghino, 2004: 247).

7 3.

CONSECUENCIAS

SOCIALES

Y

UNA

PARADOJA

APARENTE:

COMBINACIÓN DE COSECHAS RECORD Y CRISIS

Se parte aquí de la tesis formulada por los sociólogos e investigadores Diego Domínguez y Pablo Sabatino: “Mientras el país se hacía más desigual en términos de distribución de la riqueza y los índices de desocupación crecían abruptamente, el agro argentino caminaba hacia un tipo de agricultura sin agricultores, concentradora a la vez que excluyente” (2006:250). Su correlato empírico se expresó de forma exponencial y paradigmática en el año 2001, que combinó una cosecha record con una gigantesca crisis política, económica y social a escala nacional. Dicha situación se presentó para muchos como paradojal, sin embargo dicha paradoja fue sólo una situación ilusoria o aparente, se trató en verdad de un correlato socio-histórico lógico que obedeció a las condiciones de reproducción impuestas por el desarrollo capitalista en su etapa neoliberal cristalina o ‘pura’. En lo que atañe específicamente al subsector del agro, a efectos de la competividad y de la ‘agriculturización’, se produjo un proceso de concentración económica y productiva6. Este

fenómeno

“(…)

ha

conducido

a

la

consolidación de los tradicionales actores en el agro pampeano (...) pero también al fortalecimiento y aparición de nuevos actores sociales surgidos de las propias transformaciones del conjunto de las estructuras productivas y sociales del conjunto del país” (Slutzky, 2010:34). Entre estos colectivos sociales, que auspiciaron a la vez como agentes de cambio y beneficiarios directos, se enrolaron no sólo actores locales (pooles de siembra, fondos de inversión, sociedades anónimas, grandes contratistas, etc.) sino también fuerzas exógenas como las empresas transnacionales proveedoras de insumos caso Monsanto7 y Nidera. A lo largo del período estudiado, este conjunto de viejos y emergentes sujetos consolidaron su posición productiva y financiera erigiéndose como grupo social hegemónico en la estructura agraria argentina, con epicentro operativo en la región pampeana. 6

Al respecto los datos arrojados por del Censo Nacional Agropecuario realizado en el año 2002 evidencian que de forma sincronizada se produjo una significativa reducción del número de explotaciones agropecuarias y un fuerte aumento en su tamaño medio. 7 Monsanto controla en la actualidad, a nivel mundial, el 91% de las semillas de soja transgénica. En algunos países no vende semillas. Como portadora de la patente, “licencia sus genes” a las empresas semilleras (Bravo, 2010:17).

8 Pero como contra-cara, asentados en la base piramidal de dicha estructura, los medianos y pequeños productores capitalistas o chacareros (de larga tradición en la zona pampeana) absorbieron “(…) todo el impacto de la falta de escala [productiva], operando con costos superiores a los medios y percibiendo precios por sus productos frecuentemente menores a los estipulados formalmente por el mercado, en virtud de su casi nula capacidad de negociación frente a acopiadores y exportadores” (Azcuy Ameghino, 2004:248). Estas fracciones capitalistas medias y pequeñas situadas en la geografía rural pampeana exhibieron un balance profundamente negativo, pagando los costos de un modelo productivo altamente tecnificado, oligopolizador, desestructurante y expulsivo. En una coyuntura signada por un progresivo endeudamiento de las PYMES del agro pampeano (debido a los créditos contraídos ante la necesidad de incorporar las nuevas tecnologías), la sobrevivencia de las unidades productivas se transformó en un objetivo central para los pequeños productores. No obstante, un importante número ellos perdió sus tierras. En distritos como Pergamino, ubicado en la zona nuclear pampeana, desapareció alrededor de la cuarta parte de las unidades productivas (Azcuy Ameghino, 2004:250). En el último escalón de la estructura social agraria se encontraban los trabajadores o peones rurales. Los efectos de la tecnificación, y con ella el del paradigma ‘sojero’, produjeron un ciclo expulsivo de fuerza de trabajo agraria denominada conceptualmente como “agricultura sin agricultores” (Domínguez y Sabatino, 2006). Ello generó un éxodo rural, hacia las ciudades o grandes conglomerados urbanos, engrosado por importantes contingentes humanos8. Esta migración no significó un mejoramiento en la calidad de vida de los migrantes, contrariamente en general se produjo una pauperización o degradación social. Se vieron restringidos a la desocupación u obtención de empleo informal, a la residencia en zonas periféricas sin los servicios sanitarios básicos, etc. En la región pampeana “(…) a pesar de que el despoblamiento rural es un proceso que se inicia anteriormente a la agriculturización (…) [ésta] habría influido en forma diferenciada generando procesos de crecimiento 8

Según estimaciones entre el ‘91 y el 2001 la población rural total descendió en unos 308.380 habitantes (Gallo Mendoza, 2003).

9 demográfico en ciertas zonas/localidades y reforzando el proceso de despoblamiento en otras” (CEPAL, 2005:45). Para concluir con esta parte del trabajo es importante dejar explicito que lo sucedido entre finales de la década de 1990 y comienzos del nuevo milenio en el agro pampeano no fue una crisis global del subsector. Contrariamente fueron los pequeños y medianos productores, junto al proletariado rural quienes se vieron subsumidos en tal situación. Siendo estos grupos societales quienes debieron asumir los enormes costos sociales de un desarrollo capitalista agrario orientado hacia la demanda externa bajo una fuerte influencia del capital

financiero,

las

empresas

transnacionales,

empresarios

locales

oligopólicos y un Estado central que liberó funciones hacia la iniciativa privada. Estos últimos grupos privados provocaron, alimentaron, crecieron y se consolidaron al calor de dicha crisis, siendo los claros beneficiaros o ‘ganadores’.

4. EL DESARROLLO ‘SOJERO’ COMO PROBLEMA EN EL NÚCLEO PAMPEANO

Como se mencionó en el apartado 2, desde mediados de los años ‘90s, el grueso de la dinámica agraria se debió a un incremento sistemático en la producción de soja, actuando como el paradigma bio-tecnológico durante la década. Así, la soja se transformó en el principal cultivo del país, tanto en superficie cultivada como en producción total. El crecimiento exponencial de esta oleaginosa posibilitó, sin lugar a dudas, una de las etapas más importantes de crecimiento agrícola en la historia Argentina. En esta parte del trabajo se procurará presentar y analizar las causas, junto con algunos pormenores y los efectos de esta narrativa socio-histórica, colocando especial contemplación a lo acaecido en la zona pampeana. Siguiendo el esquema elaborado por el economista argentino Javier Rodríguez, el denominado proceso de ‘sojización’ puede dividirse en 5 grandes etapas, según la dinámica y características de dicho proceso: 1) 1970-1980 (boom inicial); 2) 1980-1991 (consolidación);3) 1991-1996 (preponderancia); 4) 1996-2001 (crecimiento acelerado); 5) 2001-hasta la actualidad (expansión con alta rentabilidad general) (Rodríguez, 2010:165). Por las razones ya

10 debidamente explicitadas en la introducción, la descripción y el análisis se acotarán a las etapas 3 y 4.

GRÁFICO 1 Evolución de la superficie implantada con soja entre las campañas 1971-‘72 y 2002-‘03

Fuente: Domínguez y Sabatino, 2006: 255

El gráfico número 1 refleja claramente lo descripto en el párrafo anterior. Se observa que entre los años 1991-2001 hay un aumento anual sostenido (a excepción de una paridad entre el ‘95 y ‘96) en la superficie implantada con soja, pasando de unas 5 millones de hectáreas aproximadamente a casi 11 millones a fines de dicho período. Otro aspecto a destacar es el aumento acelerado que se produjo a partir de 1997. La pregunta que necesariamente subyace es cuales fueron las razones que motivaron y posibilitaron dicho comportamiento. “El impulso inicial a este proceso estuvo dado por el significativo incremento que registraron, a mediados de los noventa, los precios internacionales de los principales productos agrícolas de exportación…” (Arceo,

11 González, Mendizábal y Basualdo, 2010:266). Debido a ello, el agro pampeano recapturó una serie recursos o capitales que desde fines de los años ‘70s habían sido destinados al sector financiero como consecuencia del nuevo patrón de acumulación. No obstante, es importante dejar de manifiesto que desde 1998 se asistió a una significativa reducción en su precio internacional, pasando de un máximo de 295 dolores estadounidenses por tonelada en 1997 a 174 dos años después9. Sin embargo, se trató de un precio relativamente elevado en comparación con otros cultivos pampeanos como el trigo y el maíz10. Dicha reducción de precios no se tradujo en una contracción, contrariamente “el proceso de expansión (…) continuó producto de la persistencia de las elevadas tasas de rentabilidad (…), como consecuencia de las agudas modificaciones tecnológicas acontecidas en el sector agropecuario pampeano en aquellos años” (Arceo, González, Mendizábal y Basualdo, 2010:266). Es decir que una de las claves que posibilitan comprender el fenómeno en estudio radica en la alta rentabilidad relativa de la soja respecto de otras producciones agropecuarias durante su etapa de ‘acelerada expansión’. “La razón de fondo de estas buenas condiciones del mercado mundial para la soja estaba en la demanda creciente de harinas proteicas para sostener la producción animal…” (Rodríguez, 2010:167). La fuerte demanda externa de esta oleaginosa, propiciada por el mercado mundial, operó como la principal impulsora del desarrollo ‘sojero’. De este modo se fue consolidando de forma acelerada un desarrollo agrícola orientado por y hacia la demanda externa, ajeno a las necesidades globales de la población nacional y al servicio de intereses

marcadamente

sectoriales

de

fuerzas

locales

y

externas.

Produciéndose una marcada concentración gerencial y productiva. En la zona pampeana la expansión del área sojera se produjo fundamentalmente por “(…) la sustitución parcial de áreas ganaderas de campo natural (…) y en menor medida, por la reducción de cultivos tradicionales como trigo y maíz” (Slutzky, 2010:3), produciendo una acentuada tendencia hacia el

9

Datos extraídos del material estadístico de la cátedra “Expansión de la frontera pampeana” (UBA), Prof. Daniel Slutzky. Cuadro N° 23. 10 Ídem, cuadros N° 24 y 25.

12 monocultivo y un consecuente empobrecimiento de los suelos a mediano y largo plazo. Otra dimensión de gran peso en el crecimiento exponencial de la soja, señalada con anterioridad, fue la introducción de nuevas tecnologías vinculadas al desarrollo biotecnológico. En este cambio tecnológico adquirió preeminencia

la

introducción

de

semillas

genéticamente

modificadas

autorizadas por el Estado Nacional en el año 1996 (para más datos ver cita 4). Entre las variaciones que produjo el ingreso de dichas semillas de características transgénicas se destacan su resistencia al glifosato (un herbicida total) y su implantación mediante la siembra directa. Las consecuencias ambientales o ecológicas siguen siendo aún motivo de numerosos debates y controversias entre aquellas posiciones apologéticas y los detractores de este paquete biotecnológico. Lamentablemente estos interesantes y nodales debates exceden los marcos de este breve trabajo. La introducción y rápida difusión11 de estos organismos genéticamente modificados posibilitó “(…) la aceleración de un proceso que venía dándose con fuerte intensidad…” (Rodríguez, 2010:246). De esta manera se dio un nuevo salto tanto en términos cualitativos como cuantitativos para la consolidación de un proyecto de agricultura hegemónico “(…) en que la soja transgénica se transformó en el modelo de agricultura a seguir, en todos los rincones del país donde se pueda; y donde no se pueda, se aplicarían otras especies con la misma perspectiva agrícola: biotecnología para una agricultura industrial volcada al mercado global” (Domínguez y Sabatino, 2006:253). La consolidación de este proceso ‘agro-histórico’ a fines de los años ‘90s, bajo el ‘paradigma sojero’, se presentó como un verdadero problema de subsistencia para muchos trabajadores rurales y para los pequeños y mediados productores pampeanos quienes se vieron forzados a pagar los costos inmediatos de un modelo excluyente impuesto desde arriba, al servicio de las clases dominantes argentinas y del capital internacional vinculado a negocios agroalimentarios y financieros. Por su parte el Estado, al reducir sus ámbitos de acción en diferentes campos y cederlos a instancias privadas, condujo tanto por acción como por omisión a la conformación y progresiva difusión de 11

La difusión en Argentina fue realizada por empresas semilleras con cierto arraigo en el país, que a tal fin obtuvieron la licencia de Monsanto (Rodríguez, 2010:183).

13 ámbitos privilegiados de acumulación. Ello posibilitó que muchas de las empresas

privadas

derivadas

de

la

involucradas existencia

de

obtuvieran

ganancias

privilegios

extraordinarias

institucionalizados

y

no

institucionalizados. El correlato expresado de manera tristemente lógica en la geografía física y social pampeana fue una nueva estructura social agraria cristalizada en una renovada propiedad y tenencia de la tierra con características concentradoras y de extrema dependiente del mercado mundial.

5. RECAPITULANDO

Durante el decenio de radicalismo neoliberal (1991-2001) se expandió y consolidó en Argentina un proceso de ‘agriculturización’ con características centrifugas, proyectado desde el núcleo central o pampeano hacia otras regiones periféricas de la geografía platense. Esta narrativa histórica se inscribió en el contexto internacional de exportación de la denominada ‘Revolución Verde’ desde los Estados capitalistas centrales hacia las naciones históricamente dependientes o neo-colonizadas. La soja transgénica o genéticamente modificada se convirtió en el modelo exitoso o paradigma de desarrollo tecno-productivo agrícola de vanguardia. Es decir que durante este proceso la dinámica agraria respondió a un sustancial incremento productivo erigido, temporal y espacialmente, en el desarrollo ‘sojero’. Durante el período estudiado, se observó y evidenció (mediante el análisis de bibliografía especializada y material estadístico) que el subsector agropecuario fue profundamente modificado desde arriba, mediante la implementación de políticas estatales regresivas o excluyentes que arrojaron como correlato material una mayor concentración económica y productiva. El proceso fue dinamizado por empresarios globales y empresas multinacionales dedicadas a los agro-negocios y a la especulación financiera, junto con los tradicionales y nuevos actores hegemónicos del ‘mundo rural pampeano’. Los requerimientos del mercado mundial y los cambios tecnológicos operaron como los ejes impulsores del desarrollo ‘sojero’ pampeano con tendencia marcada y creciente hacia el monocultivo.

14 El conjunto de cambios y adecuaciones tecno-productivas no se desarrolló sobre un vacío social. Inversamente, existieron colectivos sociales agrupados en distintas clases y fracciones que se beneficiaron o perjudicaron de manera diferencial y proporcionalmente opuesta. Ello tendrá efectos visiblemente duraderos, logrando trascender los límites cronológicos abordados en este trabajo. Fueron los pequeños y medianos productores (representantes de las fracciones menores el capital agrario pampeano), junto al proletariado rural quienes debieron pagar los costos sociales y económicos de un desarrollo capitalista agrario desvinculado de las necesidades de las grandes mayorías locales y orientado hacia la demanda externa. Finalmente, al calor de los privilegios instaurados e instrumentados (de manera formal e informal) por el Estado central, mediante a la acción gubernamental, una serie de empresas privadas altamente capitalizadas obtuvieron enormes y diferenciales ganancias, maximizando de este modo sus tasas de rentabilidad. Estas empresas (locales y extranjeras), pertenecientes a la fracción más encumbrada de la burguesía, fueron los grandes beneficiarios de esta etapa del desarrollo capitalista en el agro argentino.

15 6. BIBLIOGRAFÍA

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