CAPITAL SOCIAL Y VIOLENCIA EN LÁZARO CÁRDENAS, MICHOACÁN. UN ANÁLISIS CRÍTICO–PROPOSITIVO

May 22, 2017 | Autor: J. Cendejas-Guízar | Categoría: Estudios sobre Violencia y Conflicto, Capital social, Desarrollo Humano
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Descripción

6 CAPITAL SOCIAL Y VIOLENCIA EN LÁZARO CÁRDENAS, MICHOACÁN. UN ANÁLISIS CRÍTICO–PROPOSITIVO JOSEFINA MARÍA CENDEJAS GUÍZAR

I. Introducción 1.

Argumento, enfoque y estructura del estudio

Este capítulo es el resultado de un estudio realizado entre 2012 y 2013 en varios municipios del Estado de Michoacán, con el fin de fundamentar y apoyar la toma de decisiones de los gobiernos locales en torno al problema de la inseguridad y las violencias sociales. Esto ocurría justo cuando la situación se había vuelto a tal punto inmanejable para el gobierno del estado, que muchos grupos de civiles se habían organizado como grupos armados para la autodenfensa de sus comunidades, y pocos meses después, al inicio del año 2014, el gobierno federal designó, en una medida inédita, a un Comisionado para la Seguridad y el Desarrollo de Michoacán. El fracaso de dicha iniciativa está aún por analizarse, pero no es el tema de este trabajo. Se presenta de manera amplia un diagnóstico analítico, participativo y propositivo de la situación específica de las violencias en la ciudad de Lázaro Cárdenas, a la luz del capital social existente y de sus posibilidades para mitigar y transformar el clima de violencia que sufren sus habitantes, lo que eventualmente les permitiría alcanzar mayores niveles de desarrollo social y humano. A partir de una investigación exploratoria, he partido de tres hipótesis que permitirán, a lo largo del capítulo, ir hilvanando datos y testimonios que puedan confirmarlas y, lo que es más importante, apuntalar algunas propuestas de política pública y de acción ciudadana en torno al problema de la violencia. Estas hipótesis son las siguientes: 1. El principal “foco rojo” del municipio de Lázaro Cárdenas en relación a la violencia social es el alto grado de desigualdad que prevalece desde los años 70 que se inició el desarrollo industrial del puerto, y que se ha ido agudizando al paso del tiempo,

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debido a la política económica neoliberal. Si damos crédito a los estudios nacionales e internacionales que identifican a la desigualdad como una causa directa de la violencia social, más que la pobreza neta (Buvinic, et al., 2005, Maldonado, 2012), hemos de aceptar que Lázaro Cárdenas, junto con Zamora, Uruapan y Morelia, concentran los mayores índices de desigualdad en el estado y, con ello, un importante potencial para detonar procesos violentos entre su población. En el caso de Lázaro Cárdenas, el modelo de desarrollo que se impuso contiene desde su concepción y su origen las semillas de una profunda desigualdad (Toledo y Alcalá, 2003). 2. Aunado a esta condición de violencia estructural, la violencia directa puede exacerbarse debido a la existencia de un estado débil, que no cumple con las tareas de proteger y brindar seguridad a la población, en virtud de que sus instituciones son incapaces de erradicar problemas endémicos como la impunidad y la corrupción (Rojas, 2008). En Lázaro Cárdenas, la percepción de la población es que no puede confiar en las instituciones gubernamentales, ni de impartición de justicia, lo que aumenta la sensación de estar “solos” a merced de la violencia. Más aún, se identifica a los gobiernos y a las fuerzas del orden como una de las fuentes de violencia hacia los ciudadanos. 3. El capital social del municipio de Lázaro Cárdenas existe y no es nada despreciable. Ese capital, que se ha manifestado en el pasado defendiendo causas laborales y ambientales, puede ser movilizado para prevenir y contener la violencia, pero sólo tendrá éxito en combinación con la voluntad actuante de los actores más poderosos: el gobierno y las empresas asentadas en la zona. Es preciso recuperar, depurar y fortalecer el capital social de los diferentes movimientos sociales que han tenido lugar en el municipio y en general en la zona portuaria, y que ha sido muchas veces tergiversado y manipulado por intereses políticos y económicos de distinto origen. El capítulo se compone de varias secciones, para dar cuenta del diagnóstico de la violencia social en el municipio de Lázaro Cárdenas, ubicándolo en el contexto del estado y de la región, identificando sus puntos de anclaje y las posibilidades de su superación. Finalmente, se culmina con la exposición de algunas conclusiones y

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recomendaciones para los tomadores de decisiones y la sociedad porteña en su conjunto. Para realizar el diagnóstico e identificar las propuestas más pertinentes al respecto, se han tomado en cuenta estudios previos realizados por renombrados investigadores nacionales e internacionales sobre el polo de desarrollo de Ciudad Lázaro Cárdenas, y se realizaron grupos focales y entrevistas con habitantes del municipio. Un agradecimiento sincero a todas las personas que con sus valiosos y honestos testimonios proveyeron la información esencial para poder dar vida a este estudio. Merecen especial reconocimiento la participación y los aportes del M.C. Luis Antonio Valdovinos Jacobo, Director Centro de Investigación Ambiental La truchas, y de los periodistas Carlos Juan Méndez y Georgina Gasca. Asimismo, este estudio no hubiera sido posible sin el apoyo del personal del Colectivo de Educación para la Paz, A.C. y de la Mtra. Martha Eyzaguirre Ordóñez. 2.

La noción de capital social

En el diagnóstico sobre violencias sociales a nivel local adquiere una importancia significativa el análisis del capital social existente. Al hablar de capital social se abordan los recursos “intangibles” de las localidades, es decir, aquellas fortalezas que por su presencia –o en su caso, por su ausencia- determinan las características y el estilo de vida de su población, dotándola de ciertos niveles de bienestar, de cierta calidad en las relaciones sociales, y de cierta resiliencia para afrontar y superar condiciones de crisis. Entre estos recursos están los agrupados en el “capital social”, constituido por “el grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas, y el nivel de asociatividad que caracteriza a esa sociedad” (Kliksberg, 2001). Según Putman (2000) el capital social permite a los ciudadanos resolver los problemas con mayor facilidad y a un menor costo: “a la gente le va mejor si coopera, si cada uno comparte y colabora”. Por capital social se entiende, básicamente, el capital relacional (Häuberer, 2011) o aquellos bienes intangibles que, expresados en forma de relaciones e interacciones,

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permiten a una comunidad operar y mantenerse unida como tal. Merino (2007)58 reconoce que existen al menos tres tipos de capital social: Cuadro 5 Capital social según tipo y descripción Capital social

Descripción

Capital social cognitivo

Entendido como la serie de valores compartidos, los niveles de confianza y la evaluación de lo público.

Capital social estructural

Referido a las formas observables de vinculación y solidaridad, tales como redes informales, asociaciones formales e instituciones.

Capital social operacional

Mide los niveles de cohesión y acción colectivas para la consecución de fines comunes, como algunos bienes públicos.

Fuente: Elaboración propia.

Como puede apreciarse en el cuadro anterior, el capital social constituye una dimensión fundamental para la vida en sociedad, ya que da forma a las estructuras relacionales y a los acuerdos indispensables para la convivencia humana civilizada. Sin capital social es improbable que las personas se organicen en grupos o asociaciones para lograr fines comunes, o que los individuos mantengan cierto nivel de lealtad hacia su comunidad y un claro sentido de pertenencia. Las normas no escritas referentes a la ayuda mutua, la prestación de favores, la confianza y la reciprocidad, elementos de capital social sin los cuales no es posible concebir la cohesión social y la autorregulación de recursos de todo tipo –materiales y simbólicos- que dan vida a los intercambios cotidianos entre los individuos. Sin embargo, como el propio Putman (2000) señala, es más fácil destruir el capital social que crearlo. Cuando se ha instalado un clima de violencia en una región, es muy probable que las delicadas fibras del tejido social hayan sido desgarradas previamente, y la tarea de reconstruirlas no se avizora ni sencilla ni rápida. Si damos crédito a los diferentes autores que han estudiado y caracterizado al capital social en los últimos años, sabremos que este tipo de capital muestra características similares a otro tipo de capitales, como el capital natural o el capital financiero. Por

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Citado en PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano Michoacán 2007, p. 101

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ejemplo, es difícil de crear, y fácil de destruir. Al igual que el capital natural, constituido por los recursos naturales disponibles en un territorio, y cuya existencia se debe a siglos o milenios de evolución de la naturaleza, el capital social es un conjunto de bienes que a la comunidad que lo posee le ha llevado mucho tiempo y esfuerzo crear y mantener. Si esos bienes no se cuidan y se protegen, pueden ser dilapidados, depredados y finalmente destruidos, tal y como ocurre con los recursos naturales. Llevando la comparación un poco más allá, podremos concluir que, una vez deteriorados los ecosistemas, es mucho más costoso y difícil restaurarlos que si los hubiésemos protegido y mantenido. A veces, incluso, la restauración resulta imposible debido al grado de deterioro sufrido. De manera similar, el capital social puede ser restituido después de haber sufrido procesos de destrucción sistemática, pero este proceso suele ser muy lento y requiere de inversiones –acciones, sacrificios, tiempomuy altas y constantes por parte de los actores sociales interesados en ello (Putnam 2000; Häuberer, 2011). En ese sentido, parecería más sensato proteger y aumentar el capital social existente, que destruirlo y restaurarlo, o comenzar a crearlo desde cero. La reflexión anterior viene al caso porque en este capítulo haré referencia al capital social en relación al fenómeno de la violencia social, tomando en cuenta el riesgo de que, en contextos de violencia generalizada, este capital puede destruirse o disminuir, o bien, jugar un papel de contenedor y neutralizador de las conductas violentas. Así, es un hecho que: “El capital social en el ámbito local puede verse disminuido en sus dimensiones de confianza interpersonal, confianza institucional y cohesión colectiva, cuando las personas conviven en un entorno de fuerte existencia o percepción de inseguridad. Esta disminución de capital social implica a su vez un impacto negativo para el potencial de desarrollo comunitario de largo plazo. (Buvinic, et al., 2005).

II.

Capital social y violencia

He expuesto algunas definiciones y descripciones del capital social, que es necesario vincular ahora con una definición de violencia. Para los fines de este estudio, tomaré como punto de partida la siguiente definición:

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“La violencia se define como el uso o amenaza de uso, de la fuerza física o psicológica, con intención de hacer daño y es un fenómeno complejo, multidimensional y que obedece a múltiples factores psicológicos, biológicos, económicos, sociales y culturales” (Buvinic, et al., 2005).

A esta noción de violencia, que es más bien una descripción de fenómenos circunstanciales e inter-personales, ha de agregarse la de la violencia “estructural”, que se refiere no tanto a acciones violentas entre individuos, sino a condiciones que, siendo inherentes al funcionamiento de un sistema social, colocan a grandes grupos de personas en una situación de vulnerabilidad permanente, debido a sus carencias económicas, educativas, de acceso a la salud, etc. Considerado lo anterior, podemos distinguir al menos tres formas de abordar las posibles relaciones entre capital social y violencia: a) Destrucción: Si bien, la violencia no es el único mecanismo efectivo mediante el cual se destruye el capital social, para los propósitos de este estudio es de capital importancia ubicarla como uno de los factores que mayor capacidad destructiva ejercen en contra de las formas establecidas –formal e informalmente- de relación social. Esto es evidente en situaciones como la generalización del miedo y la desconfianza entre los habitantes de una localidad, cuando éstos perciben un aumento de las conductas violentas e ilegales en su entorno. La internalización de actitudes como el miedo y la desconfianza se traducen en una disminución de la participación en asuntos colectivos, así como en la renuencia a cooperar con y a ayudad a otros. Formas aparentemente menos graves de desvinculación ocurren también en torno a la menor participación de las personas en eventos de tipo cultural y recreativo, por el temor a sufrir agresiones en medio de un clima de inseguridad. Esta baja en la participación en eventos y acciones colectivas conduce al aislamiento de las personas en el único espacio que consideran seguro: el hogar y la familia, en detrimento de la creación o el fortalecimiento de vínculos sociales más amplios. Sin duda, el debilitamiento de los lazos sociales resultante tiene consecuencias en todas las esferas de la vida social. b) Creación de capital social perverso: en entornos donde la violencia se haya a la alza, sin que existan estructuras efectivas de control estatal o social de la misma, es común que surjan formas de capital social perverso, mediante las cuales la 144

violencia se reproduce y adquiere mayor potencial para actuar. Es el caso de las pandillas juveniles criminales, de las mafias del crimen organizado, y de algunos casos de sectas o cultos que aprovechan la vulnerabilidad de las personas para fines de lucro o de poder. Aunque prácticamente no existen estudios del capital social perverso, la mayoría de los autores reconocen que el capital social creado a partir del establecimiento de relaciones sociales puede ser usado con fines de bien común o con fines de beneficios de un determinado grupo a costa del resto de la colectividad. Hoy en día se ha hecho evidente que tanto las pandillas criminales (Ej. las “maras” en Centroamérica), como las células del crimen organizado operan basándose en estructuras de relaciones muy complejas, con sus propias reglas y códigos de pertenencia. Al igual que otras formas no perversas de capital social, estas estructuras ilegales benefician a sus miembros en función de sus “inversiones” en el mantenimiento de sus recursos relacionales, simbólicos, operativos y económicos. c) El capital social como red de protección de la comunidad: esta última modalidad de la relación entre capital social y violencia se refiere a la capacidad de las formas de socialidad para brindar seguridad y protección a sus miembros ante la eventualidad de la violencia. En este sentido, la existencia de redes sociales solidarias sólidas y efectivas puede ser vista como una ventaja en una localidad, en tanto que pueden actuar como mecanismos de contención, protección ante e incluso disuasión del ejercicio de actos violentos entre o hacia sus miembros. Estudios de la vulnerabilidad social frente a situaciones de riesgo (Ej. desastres naturales y ambientales) reconocen como una capacidad importante la existencia de cierto nivel de organización de la comunidad para actuar de manera coordinada ante una posible amenaza. Lo mismo aplica para el caso de la violencia. Una comunidad desestructurada, sin mecanismos organizativos para la cooperación y la ayuda mutua, es altamente vulnerable a la violencia y no posee los recursos organizativos y de cohesión que le permitan enfrentarla de manera efectiva. Ahora bien, es importante señalar que en un entorno sociopolítico donde las instituciones responsables de mantener la seguridad y el orden y de impartir justicia, difícilmente el capital social por sí mismo podrá tener éxito en mantener a raya la violencia. Sin embargo, el nivel de resiliencia de la población o comunidad, basado en gran medida

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en la existencia de redes de protección social, sí puede convertirse en un recurso estratégico para los individuos y grupos más vulnerables. En virtud de que reconstruir o crear nuevo capital social puede tomar largos períodos de tiempo, se propone enfocar este trabajo en un factor adicional que es el de la resiliencia. Se entiende por resiliencia el proceso a través del cual algunos sobrevivientes de ambientes de alto riesgo desarrollan competencias sociales, empatía, preocupación por los demás, habilidades para resolver problemas, pensamiento crítico y creativo, dominio de tareas, sentido de propósito y conexión, ante la adversidad y el sufrimiento (Connor & Davidson, 2003). El concepto de resiliencia nos provee de una perspectiva esperanzadora desde la cual trabajar con los grupos y comunidades. Muchas veces nos enfocamos tanto en los problemas, carencias, y traumas que la gente ha debido soportar, que minimizamos el hecho de que las personas, las familias y las comunidades poseen fortalezas y capacidades. Ello nos invita a apreciar la profundidad de dichos recursos y a diseñar intervenciones que incidan en ellos, construyan sobre ellos y a la larga los aumenten (Duncan & Arnston, 2004). III.

Capital social y desarrollo humano

De acuerdo con el PNUD, el desarrollo humano corresponde al nivel y la expansión de la libertad para elegir formas de vida alternativas. La libertad está constituida por la agencia (autonomía para decidir) y las capacidades (oportunidades para elegir). La relación que guarda el desarrollo humano con el capital social no es fácil de definir ni de medir, pues depende del tipo de factores que se evalúen y la forma en que se vinculen, ya sea en una relación de sinergia o de causa-efecto, lo cual será siempre una relación hipotética y subjetiva. Por ejemplo, Putnam demostró, en su estudio sobre el norte de Italia, que una mayor fortaleza del capital social (considerado fundamentalmente como asociatividad), parecía estar en relación directa con la mayor prosperidad esa región del país en comparación con el Sur, significativamente más pobre y con lazos sociales más débiles. Lo que Putnam no consideró, es que en el Sur de Italia, lejos de estar ausente el capital social, prevalecía otro tipo de relaciones asociativas, que para fines de este estudio hemos llamado “capital social perverso”. A 146

saber, las asociaciones vinculadas a la mafia. La comparación viene al caso debido a que, como veremos, la creación de capital social perverso ligado al crimen organizado se ha vuelto común en el estado de Michoacán en los últimos años. Lo anterior pone de manifiesto la dificultad de vincular causalmente desarrollo humano/social y capital social, pues la relación positiva entre ambos no siempre es obvia. Aún más, la relación puede resultar negativa, poniendo en entredicho la idea de que basta potenciar uno para aumentar el otro, y viceversa. Así lo demuestran datos recientes a nivel nacional: “(los datos) muestra(n) que entre 1981 y 1998, con excepción de 1996, existió una correlación positiva entre desarrollo humano y confianza, pero ésta se volvió negativa a partir de 1999. En este último año se amplió cada vez más la distancia entre el capital social, medido a través de la confianza, y el desarrollo humano para México; en otras palabras, mientras el desarrollo humano presentaba una tendencia creciente el capital social iba en descenso a partir de 1999” (PNUD, 2007).

Así pues, a mi entender, ambos índices pueden llegar a ser contradictorios entre sí, al igual que ocurre con los índices de desarrollo humano y los de desigualdad. Y esto se debe, posiblemente, a visiones sesgadas sobre lo que se entiende por “desarrollo” y a la manera en que se miden sus “avances”. Por ejemplo, el aumento en el PIB no representa un aumento en el bienestar de la población, ni tampoco una mejor distribución de la riqueza generada. De igual forma, el aumento en el índice de desarrollo humano (IDH) de unos pocos aumentará las cifras globales, pero no podremos inferir de allí que aumentó para todos, lo que en efecto representaría una disminución de la desigualdad. Todo lo contrario, puede representar, como muestran las estadísticas estatales, que el aumento del IDH en los principales municipios, viene acompañado de un aumento de la “brecha” entre ricos y pobres, o sea, la desigualdad. De manera similar, el aumento en el IDH a costa de la disminución del capital social sólo puede significar el sesgo “focalizante” de los programas sociales, que benefician a individuos en condición de pobreza, mientras que debilitan los lazos de solidaridad social al hacer que las personas “compitan” por el beneficio que otorga el estado. Por lo tanto, resultaría ingenuo y simplista afirmar que aumentando el capital social – en caso de que hubiera maneras probadas de lograrlo en corto tiempo- se garantizaría la disminución de la violencia. No obstante, lo que sí podemos afirmar es que la

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violencia destruye el capital social existente o lo sustituye por otro tipo de capital social “perverso”. Esto es, sustituye las relaciones sociales que buscan el beneficio colectivo por aquéllas que buscan prioritariamente el beneficio de ciertos grupos. Grupos que, sobra decirlo, no dudan en recurrir a la violencia para defender y mantener sus privilegios, por encima del bien común. En síntesis, podría argumentarse que tanto la violencia local como la estructural contribuyen a destruir lazos de solidaridad, sistemas de intercambio recíproco y redes de protección social, volviendo a los ciudadanos más vulnerables en todos sentidos, a la vez que fomenta un individualismo que se traduce en la actitud de “sálvese quien pueda”. Parece entonces pertinente revertir procesos que erosionan las relaciones y las organizaciones sociales que buscan un bien común, y fomentar procesos nuevos que fortalezcan las capacidades de las personas para ayudarse y protegerse entre sí, y en general para mejorar sus condiciones de vida, una vida “libre de violencia”. IV.

Situación del capital social en Michoacán y en Lázaro Cárdenas

1. Confianza Cualquier intervención local orientada a mejorar la calidad de vida de la población michoacana tendría que tomar como punto de partida un análisis del capital social de la entidad. Sólo entendiendo sus características y sus dinámicas es posible proponer acciones susceptibles de convocar la participación social y la movilización de recursos de los propios ciudadanos para el logro de beneficios comunes. Esta tarea no se antoja nada fácil si tomamos en cuenta, de inicio, que: “Para el caso de Michoacán, se estima que el porcentaje de personas que suele confiar en los demás es de 11%, mientras que en el ámbito nacional supera el 16%” (PNUD, 2007).

En pocas palabras, la confianza de los michoacanos en sus vecinos es 5 puntos más baja que la media nacional. Si se tomara el factor confianza como indicador central para medir el capital social, Michoacán se colocaría como uno de los estados con el índice de capital social más bajo en el país. Por fortuna, existen otros indicadores, como la confianza en las instituciones, las redes de ayuda mutua, la cohesión social y la

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participación en acciones colectivas, que pueden modificar positivamente la evaluación de capital social en el estado. Sin embargo, no deja de ser significativo el bajísimo nivel de confianza interpersonal que manifiestan los ciudadanos del estado. Más allá de indagar sobre las posibles causas de este déficit, es pertinente reflexionar sobre sus consecuencias para todas las esferas de la vida social en el estado, incluida la económica. Putnam y otros estudiosos del capital social enfatizan que la confianza reduce significativamente el costo de las transacciones comerciales, mientras que la desconfianza –entre ciudadanos y de éstos hacia las instituciones- dificulta en gran medida la creación de un clima propicio para los negocios y la prosperidad de las poblaciones. Imaginar y realizar prácticas relacionales que fortalezcan y, si es preciso, restituyan la confianza entre los michoacanos parece, en todo caso, una tarea difícil pero urgente. De acuerdo con testimonios recabados para este estudio, la desconfianza entre ciudadanos está muy relacionada con la infiltración del crimen organizado en prácticamente todos los ámbitos de actividad y de convivencia de las poblaciones. Así, como menciona una joven entrevistada “no puedes decir lo que piensas porque no sabes con quién estás hablando”. Es decir, cualquier vecino es sospechoso de participar “con los malos” y por lo tanto hay que cuidar lo que se dice, pues las consecuencias de hacerlos enojar pueden ser fatales. En Lázaro Cárdenas, esta infiltración ha llegado a ser tan sistemática como el hecho de que, según testimonios, “hay un ‘halcón’ en cada grupo de estudiantes de cierta institución de educación superior, que se encarga de informa todo lo que sucede, y de abrir mercado para la droga entre los alumnos del plantel” (Grupo focales realizados en Apatzingán y en Cd. Lázaro Cárdenas). Según la Encuesta sobre capital social realizada en Michoacán en 2006 (PNUD 2007) las personas otorgan la mayor confianza a los miembros de su familia, y en segundo lugar a la Iglesia como institución. Es notorio observar los bajos niveles de confiabilidad que ante los ojos de la población merecen las personas e instituciones dedicadas a impartir orden y justicia, como los jueces, la policía y el gobierno. Y más abajo aún se sitúan los empresarios y los partidos políticos. En este tema, las diferencias entre la población pobre y no pobre no parecen significativas.

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2. Redes sociales De acuerdo con el estudio citado, la demanda de ayuda de redes sociales en Michoacán es claramente más frecuente en la población en condición de pobreza que en la que se encuentra fuera de esa condición. Y entre la población pobre, son las personas con mayor pobreza de capacidades las que solicitan ayuda de otros con más frecuencia. Luego de la ayuda con dinero, el apoyo para conseguir empleo y para el cuidado de un ser querido enfermo son los tipos de ayuda más recurrentes en el uso de las redes sociales entre la población en condición de pobreza, aunque en el caso de la población con pobreza de capacidades la realización de un trámite administrativo figura también de manera significativa. Las primeras personas a quienes se recurre en busca de ayuda son familiares, y sólo en segundo lugar se busca ayuda de amigos, compadres o conocidos. 3. Cohesión social y acción colectiva La misma encuesta nos muestra que Michoacán tiene una alta incidencia de acciones vecinales organizadas, nuevamente, con mayor frecuencia entre la población en situación de pobreza: “La organización vecinal para la acción comunitaria es un fenómeno en el que se traduce la existencia de cierto capital social en el ámbito local michoacano. En Michoacán, parece existir una relación positiva en la organización entre vecinos para la solución de alguna necesidad o problema, y mayores niveles de pobreza, como sugiere la gráfica 5.16, aunque también es cierto que el fenómeno es de relativa importancia entre la población que no se encuentra en condición alguna de pobreza. Otra forma de observar este fenómeno se encuentra en la participación de las personas en acciones comunitarias organizadas. En Michoacán, como muestra la gráfica 5.17, esta clase de participación es superior entre la población en condición de pobreza que entre la población no pobre” (PNUD, 2007).

Los temas en torno a los cuales la población se organiza y actúa en forma colectiva, también difieren según se trate de personas pobres y no pobres, o de hombres y mujeres. Para el tema que nos concierne, que es el de la relación entre capital social y violencia, esta información resulta particularmente valiosa. Primero, porque nos

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muestra que, si bien, la población pobre es la que más participa de manera organizada en torno a temas de violencia, la población no pobre tiene una mayor participación en asuntos de seguridad. Ambos temas están íntimamente relacionados, y pueden eslabonarse con relativa facilidad, cuando se trate de buscar sinergias y de potenciar la participación social generalizada para prevenir y/o contener la violencia. Por otra parte, la amplia participación de las mujeres en torno a asuntos de servicios urbanos básicos, salud y educación (PNUD, 2007) dan pista acerca de aquellas propuestas o programas que pueden resultarles de mayor interés, propiciando así la creación y el fortalecimiento de espacios de interacción que redunda, como es sabido, en el aumento del capital social compartido. En el caso de Lázaro Cárdenas, si bien la población parece compartir en general estas tendencias de participación, hay un tema en el que se rompe tal similitud: el medio ambiente. A diferencia de los datos estatales, en Lázaro Cárdenas ha sido la población pobre y excluida la que ha enarbolado las causas ambientales con mayor ahínco (Alcalá, 2003), particularmente, el movimiento de los pescadores, autodenominado Sector Pesquero de Lázaro Cárdenas. Este movimiento constituye por lo tanto un referente obligado en relación al capital social del municipio (Cano, 2003). Los aportes que hacen los michoacanos para resolver problemas comunes en forma organizada, son principalmente: tiempo, trabajo y dinero, en el caso de la población no pobre; y tiempo, dinero y trabajo, en ese orden, el caso de la población pobre. Esta última aporta, además, bienes en especie y comida, lo cual probablemente refleja un rasgo cultural de las comunidades rurales e indígenas, para quienes la comida forma parte indispensable de la convivencia y de la creación de vínculos sociales. Es muy significativo que el Sector pesquero de Lázaro Cárdenas, durante sus movilizaciones, donara pescado a otros grupos solidarios con su movimiento, o a grupos necesitados de ayuda, para aumentar su legitimidad ante la sociedad porteña (Cano, 2003). Finalmente, la Encuesta revela las razones que la población michoacana encuentra como explicación para no participar en causas comunes. Dichas razones aparecen nuevamente distinguiendo entre población pobre y no pobre. Llama la atención que ambos grupos poblacionales consideran al egoísmo como la principal razón para no participar, aunque éste tiene mayor peso entre la población no pobre, mientras que los 151

desacuerdos figuran como de mayor importancia para los pobres. Una posible explicación de estas diferencias puede encontrarse en el hecho de que la población pobre mantiene por tradición o por necesidad ciertas prácticas de cooperación y ayuda mutua, mientras que la población de mayores ingresos –y presumiblemente, más urbanizada- es más proclive a las conductas individualistas. El dar más peso a los desacuerdos como obstáculo para la participación puede evidenciar que la población pobre carece en mayor medida de recursos como la negociación y la mediación para dirimir diferencias y conflictos, lo que, por otra parte, puede desembocar en una mayor proclividad al uso de la violencia. En el caso de Lázaro Cárdenas, los participantes en el grupo de enfoque coincidieron en esas explicaciones. Para profundizar, uno de los asistentes mencionó que a mayor ascenso en la escala socioeconómica, los ciudadanos buscan “deslindarse” de su entorno y por lo tanto, abandonan toda participación en las causas “de los pobres”. Esto, como una manera de “desidentificarse” con la pobreza, pero también como una estrategia para evitar ser excluidos de beneficios y/o privilegios en sus nuevos grupos de pertenencia e interacción. Estas actitudes se relacionan directamente con las otras razones para no participar que menciona la encuesta: el miedo a la crítica y el miedo a la autoridad. De acuerdo con los participantes, ambas son razones de mucho peso en el medio social porteño, pero en especial destacan el aumento del miedo a la autoridad, particularmente en los últimos 6 años, cuando se establece la presencia de las fuerzas federales en el municipio. 4. El capital social activo en Lázaro Cárdenas El capital social formalmente organizado en Lázaro Cárdenas está constituido principalmente por las cooperativas pesqueras y por otras asociaciones que se han formado en los años recientes con fines específicos. En el municipio de Lázaro Cárdenas existe una tradición cooperativista que data de varias décadas. Impulsada en un principio por el gobierno federal, como una estrategia para organizar productivamente a los pescadores de la región (Toledo, 2003, 2004; Cano, 2003), la creación de cooperativas tuvo un repunte en los años 90, cuando el movimiento de pescadores se

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reorganizó de manera autónoma para plantear sus demandas de tipo ambiental (Cano, 2003). En una época las cooperativas se contaban por decenas, sin embargo el día de hoy son pocas las que mantienen su estructura y permanecen activas. Además del movimiento cooperativista, formado especialmente por pescadores y “enramaderos”, y de las asociaciones civiles formalmente constituidas, hay que considerar las múltiples asociaciones de colonos que, en su mayoría, carecen de personalidad jurídica pero cuentan con una estructura mínima para funcionar: una mesa directiva compuesta por Presidente, Secretario y Tesorero. Estas asociaciones, presentes en la mayoría de las colonias populares, son muy activas debido a las enormes carencias de servicios urbanos que padecen. En los últimos meses, sobresalen sus luchas por la defensa de sus áreas verdes amenazadas por la política municipal de privatización de las mismas. Es importante mencionar también la lucha reciente –y vigente- de la población de La Mira relacionada con los graves daños ambientales generados a los pobladores por las excavaciones y desechos de las minas aledañas. A continuación se presenta una lista de las asociaciones activas detectadas durante el estudio. No es una lista exhaustiva porque no comprende a organizaciones semiinformales como las asociaciones de vecinos, ni tampoco a Sociedades Cooperativas o de otro tipo que aunque tengan registro formal, no están activas en este momento. Se han dejado de lado también organizaciones que, según los participantes, se formaron con fines electorales al amparo de partidos políticos, y por lo tanto sólo actúan en períodos de elecciones y su actividad es meramente coyuntural. Destaca la ausencia de asociaciones típicas de las ciudades medias, como el Club de Leones o el Club Rotario. Sin embargo, hay una presencia importante de Alcohólicos Anónimos, que De acuerdo con testimonios, ha jugado un papel importante en la zona, debido al grave problema de alcoholismo existente. Se desconoce si la Iglesia Católica, a través de la pastoral social, ha formado grupos o asociaciones con objetivos más allá de los devocionales. Durante el estudio no escuchamos ninguna mención al respecto.

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V.

Lázaro Cárdenas o la “inversión para la desigualdad”

En un estudio sobre las condiciones socioambientales de la Costa Michoacana, el economista Alejandro Toledo, después de hacer una revisión minuciosa de las situación específica de Lázaro Cárdenas, afirma que: “debe partirse del reconocimiento área del delta como zona de desastre ecológico y social, que pone en grave riesgo las posibilidades de construir un futuro sostenible para la sociedad mexicana en su conjunto, pero especialmente para la sociedad regional.” (Toledo, 2003: 97). Existen diversos estudios y documentos en los que puede explorarse la reciente historia de la región costera y en particular del rápido “desarrollo” del puerto de Lázaro Cárdenas, que sólo retomo aquí brevemente, para poder entender las dinámicas económicas y las políticas públicas que dieron como resultado una problemática social como la que hoy se vive en el municipio de Lázaro Cárdenas. Mientras que Toledo habla de una “zona de desastre”, Alcalá y otros autores consideran que en el puerto lo que ha ocurrido es un “crecimiento sin desarrollo”, un “enclave económico internacional” que nunca ha logrado una integración sana con su entorno, ni ecológico ni social (Alcalá, 2003; Zapata, 1978; Hiernaux, 2004; Martínez, 2004). La manera como este enclave fue planeado y construido desde el principio (incluidas las buenas intenciones del Gral. Cárdenas), implicó una dinámica de decisiones top down, que nunca ha considerado importante consultar e involucrar a la población y por ende, ha dejado en segundo plano, por decir lo menos, sus necesidades y su bienestar. Este estilo de planeación, que ha prevalecido en todo el país, alcanza en Lázaro Cárdenas dimensiones dramáticas por los profundos desequilibrios sociales y ambientales que ha producido. Para Toledo, tales desequilibrios son estructurales en la economía y la sociedad regionales, pues derivan de la forma en la que se construyó el complejo portuario-industrial. Es imposible estudiar la violencia social en la zona sin establecer conexiones con estos procesos que, aunque pensados en principio como detonadores del desarrollo del país, han generado a la par destrucción de los recursos naturales vitales para el sostenimiento de la población urbana y rural, y profundas escisiones y desigualdades entre los diversos sectores que habitan el territorio. Otro de los estudios realizados

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sobre esta región en su propio título se cuestiona: Las Truchas: ¿inversión para la desigualdad? (Restrepo, 1984). Es preciso, pues, identificar las causas de la violencia social en estos orígenes que, aunque recientes, han dejado profundas marcas –algunas quizá irreversibles- en el territorio lazarocardense. Partiendo, de la noción de “zona de desastre” como propone Alejandro Toledo, habría que buscar el potencial de la reconstrucción y recuperación del territorio, en el sentido más amplio posible: como reservorio de recursos naturales y servicios ambientales, como hábitat humano, como espacio de interacciones económicas, y desde luego, como un espacio de posibilidad para relaciones sociales y culturales que generen un clima de convivencia pacífica entre sus habitantes. Cuadro 6 Organizaciones activas en Lázaro Cárdenas 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera La Huerta Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera El Balsas* Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera 29 de Julio Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Cambio de Organización Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera General Lázaro Cárdenas Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera La Panga Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Caribeña Producción Pesquera Barra de Santa Ana Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Los Navegantes Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Boca del Rio Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Los 3 Riveras Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera El Pomo Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Lázaro Cárdenas

14. 3. Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Barra de Pichi* 15. Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Taracosta* 16. Sociedad Cooperativa de Producción Playa Prieta 17. Unión de Pescadores Barra de Tigre* 18. Centro de Investigación Ambiental Las Truchas 19. Sociedad Cooperativa La Perla del Pacífico (Que alberga un gran número de indígenas) 20. Unión de Enramaderos de la Costa Michoacana 21. Mar Azul Promociones S.P.R. de C.V. 22. Naturaleza y Turismo S.P.R. de C.V. 23. Centro de Protección a la Tortuga Marina El Balsas* 24. Centro de Protección a la Tortuga Marina La Tortuga 25. Centro de Protección a la Tortuga Marina Barra de Pichi* 26. Centro de Protección a la Tortuga Marina Taracosta* 27. Centro de Protección a la Tortuga Marina Barra del Tigre* 28. Comité Unido Ecológico y del Medio Ambiente, AC 29. Unidos Vamos, AC

Nota: Las 2 últimas y muchas otras que se no figuran en la lista, están creadas para ciertos momentos (electorales principalmente) que es cuando hacen alguna actividad, para favorecer a algunos candidatos políticos. Por otro lado, los que están marcados con asteriscos son los mismos, esto es, la cooperativa y el campamento tortuguero es la misma organización. Aquellos marcados en negritas son agrupaciones que se formaron para un programa en específico, porque así lo requiere la Secretaría de la Reforma Agraria. Fuente: Centro de Investigación Ambiental las Truchas.

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Estrechamente ligados a estos desequilibrios económicos, ambientales y sociales, han surgido en la región y en el municipio respuestas enérgicas y exigencias por parte de los pobladores afectados: campesinos ejidatarios, pescadores, obreros, colonos. La historia de los movimientos sociales de Lázaro Cárdenas, su reclamo por mejorar las condiciones de vida de la gente, así como recuperar los ecosistemas de los que depende en gran medida su subsistencia, debe ser el otro punto de partida para plantear alternativas a la violencia social en el municipio. Éste puede ser la fuente de energía y de esperanza necesarias para hacer contrapeso al “desastre”. VI.

Diagnóstico de la violencia en el municipio de Lázaro Cárdenas

1. Identificación de “puntos de anclaje” de la violencia, a nivel estatal y municipal En este apartado describiré aquellos factores que de manera significativa contribuyen a formar una clima de violencia social, primero a nivel estatal, y luego a nivel regional y municipal. El propósito es identificar las características de los procesos y actos violentos que están teniendo lugar, cómo son percibidos por la sociedad, así como sus posibles causas y alternativas para enfrentarlos, contenerlos y revertirlos. Parto del contexto estatal, pues es claro que la situación de violencia en Michoacán como entidad afecta a todos los municipios, aunque de manera diferenciada. Los datos que presento en esta sección han sido tomados tanto de fuentes documentales –diagnósticos sobre violencia en el estado- como de los testimonios obtenidos de entrevistas y grupos focales realizados ex professo para este estudio. En la siguiente tabla, resultado de un estudio de la Comisión Estatal de Derechos Humanos se puede ver claramente cuáles son los tipos de acciones violentas más frecuentes en Michoacán. Es digno destacar que una buena parte de los hechos violentos más frecuentes tienen que ver con acciones u omisiones de las autoridades mismas: las detenciones ilegales son mencionadas en primer lugar, mientras que los cateos ilegales, la tortura y los abusos de autoridad ocupan también lugares prominentes en la lista. Durante 2007 y 2008 las detenciones ilegales se mantuvieron en el primer lugar de la lista de actos

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violentos, seguidas de la negación del acceso a derechos fundamentales como la educación y la salud. Participantes en el grupo focal coincidieron en que la violencia y el miedo al crimen han aumentado entre la población desde la llegada de fuerzas federales de seguridad, incluyendo al ejército y la marina. A su entender, los operativos llevados a cabo por estas agrupaciones, en el contexto de la lucha contra el crimen organizado, han aumentado significativamente las situaciones peligrosas para la propia población. Esto debido a que no sólo se dan enfrentamientos entre la fuerza pública y los delincuentes, sino que se han exacerbado las pugnas entre grupos criminales, y en algunas ocasiones, son los propios policías y/o militares quienes comenten ilícitos o simplemente son omisos ante agresiones contra la población. Figura 8 Hechos violatorios asociados a la violencia social, según la CEDH, 2008

Fuente: Resultados de la situación de violencia social y de género en el estado de Michoacán. Observatorio de violencia social y de género en el estado de Michoacán, 2008.

Estos testimonios indican no sólo el bajo nivel de confianza de la población en las autoridades que deberían protegerla e impartir justicia, sino que tales autoridades han pasado a formar parte del imaginario social como elementos que aumentan la percepción de inseguridad y el miedo al crimen. Los participantes coinciden en mencionar al crimen organizado como un factor determinante en el clima de violencia 157

social que experimentan. Aunque indican que delitos como el secuestro son comunes en el área desde hace unas 3 décadas, reconocen que actos como la extorsión y los “levantones” han aumentado en los últimos cinco años, coincidiendo con la entrada y presencia permanente de las fuerzas federales. Consideran que un factor importante a considerar en el aumento de la violencia es que el puerto ha sido durante muchos años un sitio estratégico para el trasiego de precursores químicos y drogas ilegales, y en fechas más recientes, para el tráfico de armas. Otro aspecto medular dentro de los fenómenos de violencia social en Michoacán es la violencia de género y la violencia intrafamiliar. Según estadísticas recientes, Michoacán ocupa el 3er lugar nacional en cuanto a violencia de género, a pesar de que el estado ha realizado esfuerzos importantes para mejorar las condiciones de las mujeres y las niñas, tales como garantizar el pleno acceso al sistema educativo. (INEGI-UNIFEM, 2009). No obstante, prevalecen rezagos importantes de la población femenina en cuanto a indicadores educativos y de ingresos, lo cual podría ser una de las causas de la gran vulnerabilidad de las mujeres michoacanas frente a la violencia. Los participantes reconocieron que aunque en Lázaro Cárdenas hay muchos signos de cultura machista, se han hecho esfuerzos importantes por implantar sistemas de equidad de género a nivel institucional. Un caso exitoso que se menciona es el del instituto Tecnológico, donde no sólo han logrado la certificación del Inmujeres al respecto, sino que se ha logrado de hecho mejorar bastante el clima laboral, al disminuir las agresiones, el acoso, la discriminación y otras manifestaciones de violencia de género. Se reconoce, sin embargo, que a nivel municipal no existe un área ni programas destinados a sensibilizar a los funcionarios y a la población sobre la equidad de género, así como tampoco existen espacios de atención a mujeres violentadas ni a víctimas de violencia intrafamiliar. La figura siguiente muestra que los delitos más frecuentes reportados en la región de Tierra Caliente y de la Sierra Costa, están en gran medida vinculados a las relaciones entre hombres y mujeres e intrafamiliares. De ahí que resulte de primordial importancia considerar los factores culturales y educativos en cualquier propuesta de prevención y contención de la violencia en estas regiones del estado. Si bien, Lázaro Cárdenas no es el municipio de mayor incidencia en cuanto a violencia de género, sí 158

comparte algunas características con otros municipios de esas regiones, que por tradición mal entendida prodigan maltrato y discriminación a las mujeres. Es de atenderse asimismo el abuso sexual y de otro tipo contra niños y niñas, para lo cual tampoco existen suficientes programas e instituciones especializados en el municipio. Figura 9 Notas relacionadas con los casos de violencia de género en los medios de comunicación, 2008

Fuente: Resultados de la situación de violencia social y de género en el estado de Michoacán. Observatorio de violencia social y de género en el estado de Michoacán, 2008.

2. Factores precursores Como resultado de las entrevistas y el grupo de enfoque, encontramos la siguiente relación de factores precursores, factores detonadores, factores de riesgo y focos rojos, que pueden ofrecer pistas acerca de la configuración específica de la violencia social en el municipio de Lázaro Cárdenas. Cabe señalar que la selección de los distintos factores no está basada en datos cuantitativos, sino más bien en la percepción de los propios actores, y en un análisis del contexto histórico-social del municipio, tal como lo hemos 159

venido haciendo en los apartados anteriores. El propósito es identificar algunas vertientes de la acción social que derivan o confluyen en actos y procesos violentos, a fin de poder imaginar acciones que en el corto, mediano y largo plazo se constituyan en factores de prevención, de contención y de ser posible, capaces de revertir las dinámicas de violencia social vigentes. La lista no es exhaustiva pero ha sido cotejada y validada con los participantes y entrevistados, por lo que confiamos en que sí refleja un mapa de la violencia social que se vive en Lázaro Cárdenas. Consideramos que es verosímil en tanto que se conecta fácilmente con la historia socio-económico-ambiental del municipio, así como con los datos sobre violencia y desarrollo humano en el estado, y con los testimonios y las vivencias reportados por los propios participantes en el estudio. Años 70s y 80s. Población masculina mayoritaria (desequilibrio); prostitución, alcoholismo Validación en el grupo de enfoque: aunque este desequilibro de género ya no existe, los participantes coinciden en que aún hay huellas de él y de lo que trajo consigo como estilos de vida. El elevado alcoholismo, la existencia de un exceso de negocios de “giros rojos” contribuyen a enrarecer el ambiente social. Baja cohesión social: población inmigrante; desigualdad profunda, desintegración familiar, falta de sentido de pertenencia. Validación en el grupo de enfoque: la mayoría de los participantes considera que esto ha ido cambiando en los últimos años. Aunque continúa habiendo mucha población inmigrante, hay ya una generación de lazarocardenses, que tienen arraigo en la ciudad y que no sólo buscan mejorar sus condiciones de vida, sino mejorar el medio ambiente y en general la calidad de vida de la población. Sin embargo, reconocen que viven en una sociedad fragmentada que no puede cohesionarse por las grandes desigualdades que existen, por ejemplo: los inmigrantes extranjeros, que gozan de grandes privilegios al ser dueños o ejecutivos de las grandes empresas instaladas en el complejo portuario industrial, viven en su propio mundo y no se mezclan con la población nativa. Por otro lado, los empleados de esas empresas, que disfrutan de mejores salarios y prestaciones que la mayoría

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de la población, y en el otro extremo, los antiguos productores rurales y pescadores que poco a poco fueron perdiendo sus medios de vida debido a la urbanización e industrialización de la zona del delta del río Balsas y que viven en condiciones precarias. Son ellos los que han protagonizado los mayores conflictos sociales, reclamando indemnizaciones, derecho a parte del territorio, mejorar las condiciones ambientales, etc. Conflictos obrero-sindicales, desempleo Validación en el grupo de enfoque: entre finales de los años 80s y principios del 2000 el sindicato de la empresa siderúrgica llevó a cabo diversas huelgas y movimientos de reivindicación de sus derechos laborales que culminaron, durante el gobierno del Antrop. Lázaro Cárdenas Batel, en la represión por parte de las fuerzas de seguridad pública que desembocó en la muerte de 2 trabajadores y, finalmente, en la venta de la paraestatal al consorcio hindú Mittal. Los participantes en el estudio consideran que el movimiento obrero sindical fue cuidadosa y estratégicamente desmantelado y debilitado por parte de los gobiernos estatal y federal, a fin de facilitar la privatización de la empresa. Más aún, afirman que entre la población se maneja la hipótesis de que en sus inicios la represión definitiva del sindicalismo combativo se disfrazó de “lucha contra el crimen organizado”. Por otra parte, se cerraron al mismo tiempo varias empresas, creándose de golpe un problema grave de desempleo. Fue a partir de allí, que, según lo señala un entrevistado, muchas personas empezaron a ingresar en las filas del crimen organizado, pues no encontraban trabajo en donde solían hacerlo hasta hace pocos años. Zona portuaria de trasiego de estupefacientes y armas Validación en el grupo de enfoque: es un problema viejo pero que últimamente se ha agudizado. Los participantes comentan que hace al menos 10 años se organizó un Foro en la ciudad para abordar los temas relacionados con Adicciones y Tráfico de drogas, en el que participó ampliamente la sociedad, así como las principales instituciones gubernamentales y de seguridad asentadas en el municipio. Desde ese

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entonces se diagnosticó que el problema de las adicciones iba en ascenso, afectando sobre todo a adolescentes y jóvenes. Se plantearon alternativas y medidas para mejorar la seguridad y atender el problema del tráfico de drogas, pero según los participantes, nada de eso se puso en práctica. 3. Factores detonadores Inicio de la lucha contra el crimen organizado: llegada de las fuerzas federales a la zona genera enfrentamientos constantes. Bandas criminales se “camuflejean” como si fueran fuerzas del orden para cometer ilícitos. Por ejemplo, en patrullas “clonadas”. Cierre de empresas genera alto desempleo. Muchos desempleados ingresan a actividades ilegales por necesidad. Venta de espacios verdes de colonias y fraccionamientos por parte del gobierno municipal. Se ha generado un amplio movimiento de vecinos que se oponen a estas acciones. Algunos de ellos han recibido amenazas. 4. Factores de riesgo/ focos rojos Desconfianza en las instituciones y en el sistema de justicia Validación en el grupo de enfoque: en general, se percibe un desencanto y desconfianza con respecto a las instituciones gubernamentales para resolver los problemas. Sobre todo en lo relacionado con la seguridad y la impartición de justicia. Se tiene un poco más de confianza en el gobierno municipal, en relación con la posibilidad de atender necesidades de servicios públicos en las colonias, pero el reciente problema de la venta amañada de las áreas de donación (o áreas “verdes”) en muchas de ellas por parte del municipio generó descontento y conflictos que aún están en efervescencia. Los participantes hacen eco de la indignación social a este respecto, por lo que consideran actos flagrantes de corrupción de los funcionarios municipales. Sobre todo, destacan la gravedad de privar a la población menos privilegiada de los pocos espacios urbanos disponibles para el sano esparcimiento de los niños y jóvenes.

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Foco rojo: la ineficiencia crónica de las instituciones gubernamentales como fuente de injusticia social, de descrédito en la política como mecanismo pacífico para resolver problemas y conflictos. Corrupción de las policías estatal y municipal. Abusos y violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas federales Validación en el grupo de enfoque: la corrupción creciente de los cuerpos policíacos es percibida por la población como una amenaza, pues no se siente segura y teme que los propios policías ataquen a las personas o a su propiedad. Esta es quizás la mayor sensación de vulnerabilidad e impotencia de la población participante: el miedo a que individuos con permiso de portar armas, usen la fuerza para agredir en vez de para proteger a los ciudadanos. El temor de que las fuerzas del orden operen en ocasiones imprevisibles igual que las corporaciones criminales. Foco rojo: confusión, identificación de las fuerzas del orden con las fuerzas del crimen. Rápida urbanización. Falta de servicios. Altos índices de desigualdad Validación en el grupo de enfoque: la falta de planeación urbana, aunada a lo que Toledo llama “irresponsabilidad organizada” (Toledo 2003, 2004) es una fuente constante de problemas desde la fundación de la ciudad moderna. La mayoría de las colonias no están pavimentadas, y el suministro de agua potable es deficiente y limitado, así como el servicio de limpia y recolección de basura. La mala calidad de los servicios urbanos municipales contrasta con las “islas de riqueza” vinculadas con las industrias internacionales de la zona. La población -en su mayoría de trabajadores pobres- percibe la precariedad de sus condiciones de vida con mayor claridad, al compararlas el nivel de vida de una minoría privilegiada. Esta percepción de desigualdad, como ya se mencionó anteriormente, es uno de los factores de riesgo de violencia más importantes. Foco rojo: Desigualdad creciente (más relacionada con la violencia que la pobreza).

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Debilidad del tejido social. Desconfianza interpersonal y miedo al crimen Validación en el grupo de enfoque: aunque hemos mencionado que el capital social existente en el municipio es rico y con un enorme potencial, no deja de ser cierto lo que ocurre en el resto del estado respecto del alto índice de desconfianza entre los ciudadanos, debido sobre todo a la percepción de inseguridad y el miedo al crimen. Esto debilita los lazos sociales limitándolos al mínimo necesario, sin permitir su profundización, diversificación y fortalecimiento. Como expresa uno de los entrevistados:

“Yo te soy sincero, yo me dedico a mi familia nada más y afuera yo no… es que es muy difícil, tenemos muchos problemas en la colonia y para que ayudes a aquel con su necesidad pues no puedes… Yo antes sí me esmeraba por hacer, que al vecino lo voy ayudar con esto y él que me ayude con esto, pero ahorita ya no. Cada quien que se cobije como pueda, si aquél está bebiendo, que beba y que se haga rollo en su casa. Si aquel necesita pa’ las tortillas o algo, sabe que yo tengo mi necesidades, o sea son cosas de donde yo no me inmiscuyo con la gente. Sí, yo nomás mi familia y mi prioridades y ya. Porque es muy difícil ayudar a otros…en casos excepcionales sí les echo la mano, cuando hay un enfermo o algo así, pero con la gente de afuera no, yo ahorita lo que estoy haciendo poco a poco pues es bardearme, bardear mi casa poco a poco pa’ los de afuera. Sí, yo no me meto; que a la vecina la golpeó el marido que llegó borracho, son problemas familiares, son broncas de ellos y donde quiera tenemos nuestros problemas, verdad? Y yo ahorita lo que trato es de resolver los míos, no los ajenos. Que cada quien tiene los suyos. Que aquel vecino llegó borracho el fin de semana, yo ya le levanté su barda, ya no lo veo ni me ve y ahí grita y salta pero en su casa” (E). 59

Foco

rojo:

Urbanización

como

pérdida

de

tradiciones

comunitarias;

individualismo; problemas ambientales y de servicios básicos, corrupción e ineficiencia.

59

Extraído de “E3. Lázaro entrevista pescador”, realizada en 4 de octubre de 2011.

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Abandono y/o eliminación de áreas de esparcimiento y de encuentro social Validación en el grupo de enfoque: una coincidencia total entre los participantes fue su indignación y preocupación por la pérdida de los espacios públicos en la ciudad. Testimonios acerca de que la Ciudad Deportiva lleva “50 años de abandono, y aun así cobran por entrar”, de que la utilizan como espacio para instalación de ferias, sin proveer espacios alternativos para los deportistas o para el esparcimiento de las familias, fueron recurrentes. Asimismo, como ya se mencionó, el despojo de las áreas verdes vecinales está siendo vivido por la población como una afrenta cada vez mayor. Es bien sabido que el capital social necesita de espacios públicos de encuentro e interacción para poder florecer. De igual manera, los ciudadanos de Lázaro Cárdenas están conscientes de que si a los jóvenes no se les provee de espacios y oportunidades para realizar actividades que contribuyan a su sano desarrollo físico, mental y social, serán más fácilmente presa de las adicciones o de buscar refugio en pandillas y grupos delictivos. De ahí que el rescate y la creación de nuevos espacios públicos se convierten en un tema crítico en Lázaro Cárdenas, en lo que a prevención de la violencia se refiere. Foco rojo: Jóvenes, mujeres y niños en situación de riesgo; alta incidencia de delitos sexuales, inseguridad en las calles. Capital social perverso: captación de “bases sociales” por parte del crimen organizado” Validación en el grupo de enfoque: la creación de capital social perverso en el municipio es ya, más que un riesgo, un foco rojo en la ciudad. Testimonios dramáticos como el ya mencionado, sobre la infiltración de jóvenes “halcones” del crimen organizado en las escuelas de educación media superior y superior, dejan claro que prácticamente no hay espacios “libres” de ese tipo de redes que, si bien constituyen lazos y relaciones de cierto tipo, tienen un carácter perverso puesto que operan bajo intereses criminales que, si son afectados, automáticamente generan violencia social. Otro testimonio inquietante sobre el capital perverso construido en Lázaro Cárdenas menciona la inutilidad de recurrir a las autoridades ante algún 165

problema de abusos e injusticia, o con elementos del crimen organizado, pues “no tiene caso, todos son lo mismo…no hay diferencia entre los malos, la policía o el gobierno, todos son lo mismo. Ellos ya están en todo, en todo.” Foco rojo: juventud en riesgo de ser cooptada por el crimen organizado. Índices crecientes de adicción a drogas ilegales y al alcohol. Contaminación del medio ambiente y destrucción de la biodiversidad Validación en el grupo de enfoque: otro consenso importante entre los participantes del estudio fue el relacionado con la problemática ecológica del municipio, la cual es identificada como producto de la actividad industrial irresponsable de las empresas instaladas en la zona portuaria y en el complejo minero, y de la falta de voluntad de las autoridades de los 3 niveles de gobierno para aplicar la normatividad ambiental. El deterioro constante de la calidad ambiental y la destrucción del hábitat de decenas de especies –vegetales y animales, terrestres y marinas- la pérdida de tierras fértiles, la contaminación del agua, etc., todo ello ha afectado las actividades productivas, la base del sustento y la calidad de vida de miles de familias, tanto del medio rural como urbano. Foco rojo: la defensa del medio ambiente por parte de productores rurales pobres y pescadores cada vez más precarizados, se ha convertido en una lucha que genera conflictos con las empresas y con las autoridades de distinto nivel. Una lucha que ya ha cobrado vidas humanas y que, de no encontrar cauces de solución, se mantiene como un conflicto latente, capaz de estallar en cualquier momento. Foco rojo: destrucción de hábitats y pérdida de especies, destrucción de recursos clave para la producción de alimentos y para el sustento de familias no vinculadas con la industria. Alta incidencia de enfermedades degenerativas en la población debido a la contaminación del agua y el aire. Planificación autoritaria del desarrollo Validación en el grupo de enfoque: los participantes y los estudios revisados coinciden en que el tipo de planificación del desarrollo que ha tenido lugar en Lázaro Cárdenas ha sino ejercida desde arriba, sin tomar en cuenta las necesidades

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de la población, y sin una voluntad de integración con otras dinámicas regionales. En consecuencia, el despojo de tierras, la construcción del complejo industrial sobre las tierras más fértiles del delta, el vertido constante de sustancias químicas y metales pesados sobre el río, la emisión de gases tóxicos a la atmósfera, el mal manejo de los desechos industriales en general, han tenido un impacto todavía incalculable –y en algunos casos irreversible- sobre el medio ambiente y sobre la salud de la población. Pero más grave aún, se ha destruido la base del sustento de miles de familias rurales y semi-rurales, sin crear alternativas productivas y sustentables que incluyan las vocaciones productivas y las capacidades de los habitantes de la región (Toledo 2003, 2004; Alcalá 2004; Cano, 2004; Martínez, 2003). Foco rojo: desempleo creciente, desintegración productiva, dependencia del exterior, pérdida de soberanía alimentaria, deterioro ambiental, emigración, exclusión y pobreza. Conclusiones y recomendaciones La violencia es un fenómeno multidimensional y complejo, que surge de la combinación de causas muy diversas. Por ello no es posible ofrecer respuestas ni soluciones unívocas o lineales. Creemos que en el caso de Lázaro Cárdenas, y más ampliamente, en las regiones de la Sierra-Costa y Tierra Caliente del estado de Michoacán, se han ido incubando durante mucho tiempo –décadas- las semillas de la violencia que hoy se vive, y que desterrarlas no será una labor rápida ni sencilla (Maldonado, 2012). Muchas voluntades, capacidades, recursos y condiciones tienen que confluir para que el clima social se transforme, de un clima atemorizante y debilitador de las energías colectivas, en otro que las reanime y las encauce hacia el logro de mayor bienestar y prosperidad para todos. En esta búsqueda, los líderes gubernamentales y sociales podrían orientarse con la tesis del Gral. Lázaro Cárdenas, principal impulsor del sueño de modernizar a la costa michoacana: “Sólo la justicia social garantiza la paz y la felicidad humana”. Hemos confirmado de manera suficiente las hipótesis que planteamos al inicio del capítulo, a saber: 167

a) que el principal motor de la violencia en el municipio de Lázaro Cárdenas es la existencia de una enorme y creciente desigualdad; b) que la debilidad de las instituciones gubernamentales es en sí una fuente de violencia, al no contener la impunidad, no garantizar seguridad e incluso violentar a los ciudadanos; c) que existe en el municipio un capital social considerable, con una historia propia, y un vigor suficiente para actuar de manera articulada y eficaz como contenedor y transformador de la violencia. Partiendo de estas premisas, llegaremos a la conclusión lógica de que las líneas de acción principales para prevenir, contener, combatir y erradicar en lo posible las violencias sociales –circunstanciales y estructurales- en Lázaro Cárdenas tienen que ver con el abatimiento multimodal de la desigualdad socioeconómica, con la recuperación activa de la legitimidad del gobierno, y con el fortalecimiento deliberado y respetuoso del tejido social activo en el municipio. El diagnóstico realizado indica algunos riesgos y focos rojos que de seguir desatendidos aumentarán la ocurrencia de hechos y procesos violentos en Lázaro Cárdenas. Por el contrario, se les puede tomar como ejes para diseñar y priorizar acciones que de manera efectiva, consensada con los ciudadanos y sin vulnerar sus derechos, no sólo prevengan y contengan la violencia, sino que contribuyan a mejorar la calidad de las relaciones sociales y en general del bienestar de la población en su conjunto. Siguiendo una secuencia de priorización basada en las hipótesis mencionadas, pero también en las percepciones de los participantes en el estudio, se proponen las siguientes 7 líneas de trabajo principales. Se trata de líneas generales, matrices que deberán ir generando sus propios programas y proyectos, de preferencia involucrando al mayor número posible de actores sociales, además del propio gobierno municipal. En la matriz de resiliencia presentada más arriba se señalan ya muchas de las acciones que podrían formar parte de alguna de estas líneas de acción. 1. Abatir la desigualdad. La desigualdad es un fenómeno que abarca muchas dimensiones, de las cuales la más notoria es la referente a los ingresos. Sin embargo,

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Gran esperanza, contra toda evidencia, de que algún día el desarrollo beneficiará a todos. Creencia de que Lázaro Cárdenas “tiene mucho potencial”. Solidaridad vecinal, organizaciones sociales activas. Instituciones educativas y religiosas.

Capacidades de contención/resiliencia

Posibilidades de acción colectiva y/o gubernamental

Grupos vulnerables

Toda la población. En especial los más pobres.

Solidaridad vecinal, organizaciones sociales activas.

Toda la población.

Habitantes de colonias populares. Mujeres, hombres mayores, niños.

Redes familiares y vecinales. Vestigios de dinámicas comunitarias rurales e indígenas.

Solidaridad vecinal, organizaciones sociales activas.

Redes familiares y vecinales. Vestigios de dinámicas comunitarias rurales e indígenas.

Población pobre. Población con baja escolaridad. Jóvenes, mujeres, población con discapacidad.

Toda la población. Mujeres, jóvenes, niños, personas de la 3ª edad. Prevención de violencia contra mujeres y niños. Educación en equidad de género. Potenciación de mujeres en espacios de decisión. Niños y jóvenes. Familias.

Fortalecimiento del gobierno local en materia de política económica y social. Implementación de plan integral de desarrollo regional incluyente.

Programas de vigilancia y evaluación ambiental. Aplicación estricta de la normatividad ambiental. Restauración de los ecosistemas. Programas de educación ambiental, formal y no formal.

Restauración y protección de las áreas de esparcimiento existentes, y creación de nuevos espacios de reunión pública. Enfoque especial en los jóvenes. Prevención de adicciones. Poner a la policía de parte de los ciudadanos. Programas de atención a la juventud. Creación de redes de instituciones educativas para proteger a los estudiantes.

Depuración y fortalecimiento de los cuerpos policiales y el sistema de justicia. Educación en Derechos Humanos y capacitación para la acción colectiva. Fortalecer el capital social existente: organizaciones de productores, sociales y culturales, ambientales. Educación en Derechos Humanos y capacitación para la acción colectiva. Fomentar la creación de opciones de capital social positivo: cultura y deporte, participación ciudadana, seguridad. Recuperación de espacios públicos. Fortalecer la oferta educativa a nivel superior. Abatir analfabetismo y rezago educativo. Políticas y programas de atención a la pobreza urbana. Fomento y protección de actividades productivas: cooperativismo, redes de valor. Promoción y financiamiento de microempresas y empresas sociales, con enfoque especial en jóvenes y mujeres. Fortalecer el capital social existente: organizaciones de productores, sociales y culturales, ambientales.

Cuadro 7 Identificación de capacidades y fortalezas para contener/revertir las amenazas de violencia: Matriz de resiliencia Riesgo/foco rojo Desconfianza en las instituciones y en el sistema de justicia. Corrupción de las policías estatal y municipal. Abusos y violaciones de derechos humanos por parte de las autoridades y fuerzas federales. Ineficacia de las autoridades gubernamentales para proveer servicios y para contener la violencia. Desempleo. Altos índices de desigualdad y exclusión social.

Debilidad del tejido social. Desconfianza interpersonal y miedo al crimen.

Abandono y/o eliminación de áreas de esparcimiento y de encuentro social.

Presencia de delincuencia organizada, Toda la población. Jóvenes Solidaridad vecinal, organizaciones sociales narcotráfico. estudiantes, desempleados, adultos activas. Capital social perverso: captación de subempleados. Pequeños Instituciones educativas y religiosas. “bases sociales” por parte del crimen comerciantes, profesionistas organizado”. Extorsión. independientes. Contaminación del medio ambiente y Toda la población. Trabajadores de las Presencia y acción sinérgica de movimientos destrucción de la biodiversidad. industrias y las minas. Pescadores y sociales organizados. Incipientes acciones de prestadores de servicios turísticos. educación y sensibilización ambiental. Recursos naturales, especies en peligro. Planificación autoritaria del desarrollo. Toda la población. En especial los más Gran esperanza, contra toda evidencia, de que Corrupción gubernamental. pobres. algún día el desarrollo beneficiará a todos. Creencia de que Lázaro Cárdenas “tiene mucho potencial”. Solidaridad vecinal, organizaciones sociales activas. Instituciones de educación superior. Fuente: Elaboración propia a partir de testimonios, entrevistas y revisión de literatura.

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se extiende a todos aquellos aspectos de la calidad de vida que tienen que ver con el acceso a bienes y servicios y a la toma de decisiones que afectan nuestras vidas, con las capacidades para manejar dichos recursos y tomar esas decisiones, con las posibilidades para participar en la vida pública, de interactuar con otros para lograr fines comunes, de disfrutar beneficios, de tener, en fin, una vida digna de ser vivida. En Lázaro Cárdenas, el acceso al empleo, a la salud, al esparcimiento y a servicios urbanos básicos de buena calidad parecen ser indicadores clave en la tarea de disminuir la desigualdad. Estas acciones son indispensables en tanto que se enfocarían de manera directa en combatir las causas estructurales de la violencia social, que son las más importantes. 1. Fortalecer la relación gobierno-ciudadanía: aumentar la confianza en las instituciones. Si hubo una constante en los testimonios recabados, fue la frustración y la rabia ante lo que los ciudadanos consideran “inatención”, “desprecio”, “ineficiencia”, “falta de capacidad” y “corrupción” de las autoridades municipales en el ejercicio de sus funciones. Con contadas excepciones, la ciudadanía desconfía profundamente del gobierno municipal –y de los otros niveles también- como la instancia a la que pueden recurrir para resolver sus problemas de servicios, de orden y civilidad, de seguridad, etc. La percepción generalizada es que no se puede esperar mucho de los programas gubernamentales. Se percibe a los funcionarios públicos como personas que usan el puesto para beneficiarse a sí mismos, y que hacen poco en favor de la ciudad. Establecer mecanismos eficaces de comunicación social y de atención a las demandas ciudadanas sería un una clave para fortalecer la relación ciudadanía-gobierno, en el entendido, desde luego, de que dichas demandas serán resueltas. 2. Fortalecer

a

las

organizaciones

y

asociaciones

no

gubernamentales.

Considerarlas interlocutoras y colaboradoras, no enemigas. Más allá de la retórica de los planes de gobierno, incorporar de manera sistemática la participación de la sociedad civil organizada en el diseño y operación de los planes y programas de gobierno puede ser un mecanismo excelente para obtener mejores resultados y para hacer un ejercicio transparente de los recursos públicos. Los mecanismos de participación democrática son espacios propicios para la creación

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y fortalecimiento del capital social, además de que pueden ahorrarle un buen número de conflictos al gobierno local. Sea para causas de seguridad ciudadana, medio ambiente, desarrollo económico, etc., convocar a las organizaciones locales creará oportunidades nuevas de interacción, de sinergia de recursos y conocimientos, y de alianzas de colaboración para temas concretos. Promover, facilitar y respetar la organización de los ciudadanos es una de las características de los gobiernos con vocación democrática, que favorecen la gobernabilidad y con ello, la convivencia armónica de la sociedad. Por el contrario, como se ha vivido ya en Lázaro Cárdenas, reprimir e ignorar las energías sociales activas o emergentes sólo puede conducir al conflicto y, eventualmente, a favorecer un clima de violencia. Existen ejemplos alentadores en países de América Latina como Brasil, Cuba y Venezuela, donde la creación de consejos vecinales, la planeación y el presupuesto participativos, dan muestra de que el involucramiento de los ciudadanos organizados en “la cosa pública” sólo reporta beneficios, además de que aumenta la legitimidad de los gobiernos locales. 3. Mejorar la seguridad: depurar y fortalecer a la policía, crear una instancia de denuncia ciudadana. Aunque en este tema están actualmente involucrados los 3 niveles de gobierno, el gobierno municipal puede hacer esfuerzos y propuestas propias para mejorar el funcionamiento de su fuerza pública y recuperar la confianza de los ciudadanos en el sistema de seguridad. Programas que en el pasado fueron exitosos, como el “Policía de barrio”, capacitar al personal de seguridad con un enfoque de respeto a los derechos humanos, crear un área de atención de emergencias y denuncias ciudadanas que realmente funcione, son algunos ejemplos de lo que se puede hacer al respecto. 4. Incrementar y mejorar el uso de los espacios colectivos y los servicios urbanos. La existencia de espacios públicos en buenas condiciones permite la sana convivencia social, el esparcimiento, la posibilidad de ejercitarse y mejorar la salud, etc. Si estos espacios se deterioran o de plano desaparecen, la salud de los ciudadanos y de la vida social sufre. Es vital, por lo tanto, mantener y acrecentar áreas como los parques públicos, las unidades deportivas, los jardines, las plazas, las zonas peatonales. Al mismo tiempo, promover una oferta constante y de calidad en cuanto 171

a deporte, recreación y cultura, a la que tengan libre acceso todas las personas, sin importar su nivel socioeconómico, mejoraría de manera rápida y significativa el clima social, además de reducir las oportunidades de los jóvenes de incurrir en actividades de ocio negativo (ej.; adicciones y delitos). Por otra parte, la mejoría del equipamiento urbano, en especial el dotar de buena iluminación a todas las colonias, incidiría positivamente en la confianza de los ciudadanos para circular libremente y sin miedo, y desalentaría la comisión de delitos. De igual manera, el mejoramiento general de los servicios municipales y de la imagen urbana, además de contribuir directamente al bienestar de los vecinos, reducen la percepción de desigualdad y con ello, las posibilidades de violencia. Si en estas acciones se involucra a las asociaciones de vecinos y a otras organizaciones, se estaría contribuyendo a fortalecer el capital social, o a crear uno nuevo donde no lo hay. La razón es muy sencilla: la gente se reúne, colabora y actúa junta cuando sabe que esas acciones le generarán beneficios en cuanto a mejorar su calidad de vida. 5. Fortalecer y/o crear redes de protección social para fines específicos, como prevención de adicciones y violencia intrafamiliar. Alrededor de los espacios públicos renovados y dinámicos, pueden crearse programas que convoquen a un gran número de personas, de manera formal e informal, que a la larga se constituyan en “redes” que pueden ser convocadas para actuar cuando es preciso. En particular, las actividades culturales y deportivas, la educación artística, los talleres y cursos para padres de familia, etc., generan relaciones y conocimientos que se comparten, y que pueden derivar en acciones más amplias. Es importante tomar en cuenta a todas las organizaciones e instituciones que tengan alguna vocación o fin en común, para generar estas redes de protección: desde las clínicas de salud pública, los centros educativos y de cultura, las iglesias, los clubes deportivos, las asociaciones empresariales, etc. Preocupa la proliferación en distintas ciudades del país –y en Lázaro Cárdenas- de “Centros de rehabilitación” que funcionan en casas particulares, sin ningún control ni vigilancia, y que muchas veces operan como centros de reclutamiento para el crimen organizado, o son de hecho espacios donde se ejerce la violencia y se violan los derechos humanos. En cambio, destaca la inexistencia de verdaderos centros de 172

atención a víctimas de violencia, sea intrafamiliar o de otro tipo, donde se pueda ofrecer a las víctimas atención médica, psicológica, espiritual jurídica, etc. 6. Promover la educación en derechos humanos y manejo no violento de conflictos. Por último, pero no menos importante, promover una cultura de la paz y la no violencia, así como de conocimiento de los derechos humanos, parece ser urgente en la región. Una larga tradición de aislamiento, de hacer justicia por propia mano, así como la presencia durante varias décadas del narcotráfico y el crimen organizado (Maldonado, 2012), han contribuido a que la cultura y el imaginario colectivo estén impregnados de señales y significados vinculados a la violencia. Esto, aunado a la incapacidad de las autoridades de proteger a los ciudadanos y de proveerles seguridad, ha creado un ánimo de cierta desesperanza e impotencia en los habitantes de Lázaro Cárdenas. Implementar acciones relacionadas con todos los puntos anteriores será lo que indique que se está realmente actuando para construir un clima social libre de violencia en el municipio, pero el promover paralelamente la educación y la cultura de la paz es una estrategia indispensable, que contribuirá a empoderar a los ciudadanos y a fortalecer las capacidades del gobierno local. En este tema, será muy importante que organizaciones sociales y educativas de todo tipo promuevan sus propios programas formativos, mientras el gobierno local puede facilitarles espacios y recursos diversos para este fin. Bibliografía Alcalá, G. (2003). “Crecimiento sin desarrollo: El caso del puerto de Ciudad Lázaro Cárdenas”, en Alcalá, G. (coord.). Espacios y actividades costeras en Michoacán. Aproximaciones varias. México: El Colegio de Michoacán. Buvinic, M., A. Morrison y M.B. Orlando. (2005). “Violencia, Crimen y Desarrollo Social en América Latina y el Caribe”. Papeles de población, enero-marzo 2005, número 043. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, México, pp.167-214 Cano, J. (2003). “Un movimiento social inédito: el sector pesquero de Ciudad Lázaro Cárdenas”, en Alcalá, G. (coord.) Espacios y actividades costeras en Michoacán. Aproximaciones varias. México: El Colegio de Michoacán. Connor & Davidson. (2003). Development of a new resilience scale: the Connor-Davidson Resilience Scale (CD-RISC). Depress Anxiety, 18(2), 76-82. Duncan, J. y & L. Arntson. (2004). Children in Crisis: Good Practices in Evaluating Psychosocial Programming. Retrieved August 15, 2006, from http://www.savethechildren.org/publications/Good_Practices_in_Evaluating_Psychosocial_Pr ogramming.pdf Häuberer, J. (2011). Social capital theory. Towards a methodological foundation. VS Research, Praga

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