Capital social, segregación y equipamientos colectivos

July 21, 2017 | Autor: Mario Mayorga | Categoría: Urban Studies
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Descripción

Capital social, segregación y equipamientos colectivos Social capital, segregation, and collective facilities Recibido: 23 de agosto de 2012. Aprobado: 2 de octubre de 2012

José Mario Mayorga Henao

[email protected] Sociólogo, Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Planeación Urbana, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Especialista en Derecho Urbanístico, Pontificia Universidad Javeriana

Resumen El presente artículo reflexiona en torno a tres conceptos que a primera vista parecen desvinculados, pero que en la vida urbana determinan la calidad de vida de los individuos: capital social, segregación y equipamientos colectivos. De tal forma, se describe la vinculación que tienen los equipamientos colectivos como garantes para la construcción de capital social, siendo este último un activo que se ve gravemente afectado en un contexto que tiende hacia la segregación. Palabras clave: equipamientos colectivos, segregación, capital social, calidad de vida, pobreza.

Abstract

Artículo de opinión derivado de la tesis de maestría del autor, en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, titulada " Planeación de equipamientos colectivos", publicada en 2010.

This paper comments upon three concepts that on first inspection appear to be unrelated. Social capital, segregation, and collective facilities do, in an urban setting, determine individuals’ quality of life. As such, this paper describes the link that collective equipment has as a guarantor for the construction of social capital, which is an asset that that is seriously affected in a context that tends towards segregation. Keywords: collective facilities, segregation, social capital, quality of life, poverty.

[ 22 ]  dearq 11. Diciembre de 2012. ISSN 2011-3188. Bogotá, pp. 22-31. http://dearq.uniandes.edu.co

Un común denominador en las definiciones sobre los equipamientos colectivos, ya sea desde el ámbito teórico o desde el normativo, es vincularlos al concepto de calidad de vida. En términos generales, hay común acuerdo en que los equipamientos colectivos, como hechos urbanos y arquitectónicos, son espacios cuya función es prestar servicios para atender demandas colectivas, entre ellas las educativas, las recreativas, las culturales, las de abastecimiento y las de salud. Si bien es claro que la calidad de vida1 está directamente relacionada con la prestación de los servicios sociales en equipamientos colectivos, poco se ha indagado acerca de las interacciones sociales que se dan en su interior y que inciden directamente en el mejoramiento de la calidad de vida. En el presente artículo se parte por afirmar que las interacciones sociales dadas en equipamientos colectivos de educación, recreación y cultura son las garantes de la producción de capital social y, por lo tanto, las que permiten alcanzar óptimos índices de calidad de vida y superación de estados de pobreza.2 En ese sentido, el artículo muestra las relaciones entre capital social y equipamientos colectivos, y las consecuencias que tiene sobre el primero la segregación social de los segundos en el contexto latinoamericano.

El capital social

1 Según la Organización Mundial de la Salud, la calidad de vida es “la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno”. 2 Considera que la pobreza no solamente está centrada en la carencia de bienes físicos y de servicios básicos, se da mucha importancia a las deficiencias de bienes socioemocionales que es uno de los elementos del paradigma del capital social.

Siguiendo la sociología de Pierre Bourdieu, por capital social se entiende: La totalidad de los recursos potenciales o actuales asociados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento mutuos. Expresado de otra forma, se trata aquí de la totalidad de recursos basados en la pertenencia a un grupo.3

En un sentido analítico, ya que en la realidad es imposible separarlos, el capital social se puede dividir en tres: capital social individual, capital social colectivo y capital social ciudadano.4 El primero, el capital social individual, alude a todas aquellas relaciones estructurales y no coyunturales con otros individuos que permiten adquirir las competencias y la información necesarias para solucionar los problemas del desarrollo de la vida cotidiana en distintos ámbitos: laboral, residencial, educativo, cultural, recreacional, etc.

3 Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales, 148.

4 Mayorga, Planeación de equipamientos colectivos, 32. Si bien Rubén Katzman usa estas tres categorías en su trabajo “Seducidos y abandonados”, no las define sistemáticamente. Por lo tanto, la definición es nuestra.

El segundo, el capital social colectivo, hace referencia a todas aquellas relaciones estructurales y no coyunturales con otros individuos que permiten crear grupos de interés estables (organizacional y temporalmente), con la capacidad de movilizar los recursos suficientes para alcanzar sus metas, ya sean de índole vecinal, cultural, educativo o recreacional.

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El tercero, el capital social ciudadano, se refiere a todas aquellas relaciones estructurales y no coyunturales con otros individuos que permiten forjar valores en torno a la igualdad, el respeto de las diferencias sociales y, por lo tanto, a los derechos y deberes como ciudadanos, como sustento para adquirir actitudes en torno a la democracia y su práctica efectiva.

Equipamientos colectivos Como ya se mencionó, los equipamientos colectivos se definen de manera genérica como espacios y construcciones de uso público o privado, cuya función es ofrecer servicios para atender y satisfacer las necesidades de prestación de servicios sociales (educativos, recreativos, culturales, administrativos, de abastecimiento, de seguridad y de salud, principalmente). Así mismo, la teoría urbanística les atribuye funciones de estructuración y organización del tejido urbano. Sin embargo, para el presente artículo, resalta su importancia como elementos sociales, que se constituyen en referentes de la cotidianidad de individuos espacial y temporalmente determinados y como espacios de producción de capital social, por las interacciones que se dan en su interior. A partir de la definición de capital social ofrecida, son de especial interés los equipamientos de educación, cultura y recreación y deporte, pues son aquellos en los cuales se dan con mayor intensidad interacciones sociales y procesos comunicativos que permiten el reconocimiento del otro como parte esencial en la construcción social de la realidad.

Educativos

5 Ante esto, Katzman, en “Seducidos y abandonados”, plantea: “Creer que únicamente los méritos van a ayudar a la movilidad social es una ficción que solo se cumple en situaciones extraordinarias. Son los contactos sociales lo que potencia el aprovechamiento del capital humano y, dado que generan una razonable certidumbre respecto al logro de empleos adecuados, lo alimenta también la motivación para seguir invirtiendo en el desarrollo de ese capital”, 177. 6 Ibíd., 176.

La distribución adecuada de este tipo de equipamientos aporta significativamente a la equidad en la distribución de activos de capital social entre la población, al facilitar la construcción de redes de estudiantes de composición social heterogénea. Para los estudiantes, estas redes son depósitos de reciprocidades, confianzas y lealtades que pueden activarse en el momento de su incorporación al mercado laboral, gracias a las relaciones construidas con sus pares de mejor posición en la estructura social, que, sin embargo, gracias a las interacciones sostenidas en el ámbito educativo, conocen de sus meritos.5 Sin duda, el sistema educativo es el principal —y muchas veces el único— ámbito institucional con la potencialidad de actuar como un espacio de integración. Posse la capacidad de generar escenarios y contextos para que la población pobre (especialmente niños y jóvenes en edad escolar) tenga la posibilidad de relacionarse en la cotidianidad con sus pares de otras clases sociales. Esto permite que se desarrollen entre distintas clases sociales códigos comunes y vínculos de solidaridad y afecto bajo condiciones de igualdad.6

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Con este tipo de equipamientos se ayuda al desarrollo temprano de sentimientos de ciudadanía entre los estudiantes. Ellos se benefician al participar, en condiciones de igualdad, en una comunidad educativa de la que forman parte otros en condiciones socioeconómicas superiores, dado que emergen identidades compartidas y metas comunes, actitudes positivas de reconocimiento del otro como sujeto de derechos, así como sentimientos de obligación moral que se extienden a compañeros de distinto origen social.7 Se puede afirmar que los equipamientos colectivos de educación fortalecen el capital social en los siguientes aspectos:

7 Ibíd., 177.

• En el capital social individual: fortalecen las formas de reciprocidad y solidaridad, las posibilidades de conocimiento de los méritos de quienes se encuentran en un estado de pobreza y las posibilidades de adquirir modelos de rol de agentes sociales con otras expectativas.8

8 Ibíd., 174.

• En el capital social colectivo: fomentan las posibilidades de crear grupos de intereses, con una composición social heterogénea.9

9 Ibíd., 174.

• En el capital social ciudadano: se experimenta la pertenencia a una comunidad con iguales derechos y obligaciones, problemas similares y recompensas por méritos con sus pares de otras clases.10

10 Ibíd., 174.

Culturales Los equipamientos culturales hacen posible adquirir nuevos conocimientos sobre formas de expresión artística existentes en distintas latitudes del mundo. Igualmente, ayuda a que se generen canales de expresión artística que permitan a la población expresar su visión del mundo, sus problemas, sus necesidades, sus deseos y sus diferencias respecto a otros grupos de la sociedad. Con ello se reconoce su legítimo derecho a expresar su vida colectiva por medio del arte: música, danza, cine o literatura.11 Por otro lado, fomentar los espacios para el desarrollo de las expresiones culturales permite que se generen actitudes en torno a la participación y la política, siendo esta la única manera posible de interiorizar los valores de la democracia. Se puede afirmar que los equipamientos colectivos de cultura fortalecen el capital social en los siguientes aspectos:12

11 Mayorga, Planeación de equipamientos colectivos, 39.

12 Ibíd., 40.

• En el capital social individual, pues permiten la apropiación de un capital cultural adecuado, lo cual ayuda a tener conocimiento sobre las distintas expresiones culturales que hay en la sociedad. • En el capital social colectivo, porque ayudan a la creación de grupos que, mediante el arte, expresen su visión del mundo. • En el capital social ciudadano, ya que fomentan la creación de una cultura política que entienda los valores y las reglas del juego en una sociedad democrática.

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Recreativos

13 Ibíd., 40. 14 Ibíd., 40.

Los equipamientos de recreación y deporte permiten generar valores en torno al cuidado del cuerpo y la sana competencia, de manera que aleje, especialmente, a la población joven del consumo de bebidas embriagantes y sustancias alucinógenas. Este tipo de equipamientos también debe ser visto a partir de su importancia en la generación de valores y actitudes que canalizan los conflictos entre distintos grupos, a partir de la resolución pacífica de controversias y desacuerdos y la construcción de identidad como grupo. Desde el reconocimiento del otro como un rival legítimo, dentro de unas reglas de competencia claras, se permite a los ciudadanos adquirir valores en torno a la diferencia y al respeto, como premisas de una sociedad democrática.13 Se puede afirmar que los equipamientos colectivos de recreación y deporte fortalecen el capital social en los siguientes aspectos:14 • En el capital social individual, al fomentar las posibilidades de generar hábitos y costumbres asociados al cuidado del cuerpo a partir de la competencia con pares. • En el capital social colectivo, porque permiten expresar por medio de la competencia grupal las diferencias que hay en la vida cotidiana. • En el capital social ciudadano, al incentivar la creación de valores en torno al juego limpio, a la sana competencia y a los derechos del otro, los cuales son de vital importancia en una sociedad democrática.

Segregación y sus consecuencias

15 Ibíd., 22.

Es necesario partir de unas consideraciones teóricas sobre la vinculación ontológica entre la estructura social y el espacio. Se comienza por entender que las relaciones sociales están inevitablemente ligadas a las relaciones espaciales y, por lo tanto, las distancias físicas son indicadores de distancias sociales. En consecuencia, el espacio social se presenta como la distribución en el espacio físico de diferentes bienes, servicios y también de agentes individuales y grupos localizados físicamente.15

16 Bourdieu, “Efectos del lugar”, 120.

Siguiendo a Bourdieu, se plantea que la posición de un individuo en el espacio social se expresa en el lugar del espacio físico donde está situado y, más concretamente, por medio de los desplazamientos y movimientos del cuerpo que, inscritos en unas estructuras sociales, se convierten en estructuras espaciales y, con ello, se naturalizan, por lo que se organizan y califican socialmente como de inclusión o exclusión de un espacio valorizado.16 Lo anterior lleva a concluir que la ciudad no puede ser apropiada de igual manera por los distintos grupos e individuos que habitan en esta, ya que el uso de sus lugares valorizados, como lo son los equipamientos

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colectivos, se establece en función de una estructura social que tiende hacia la diferenciación y hacia la segregación. Esto es precisamente lo que caracteriza la ciudad latinoamericana, una fuerza hacia la desigualdad y hacia la segregación de las distintas esferas de la vida pública. Si bien se entiende que uno de los mecanismos para mejorar la calidad de vida de la población y superar condiciones de pobreza radica en la generación de sentimientos de igualdad y reconocimiento del otro, y ello solo es posible en cuanto sean intensas y frecuentes las interacciones en el ámbito de lo público (las instituciones educativas, las canchas de fútbol, los espectáculos públicos, las expresiones culturales, etc.), es una constante en el contexto latinoamericano la segregación en el acceso a los equipamientos colectivos, y ello debilitan los espacios de interacción y la base estructural que sustenta la producción de capital social.17

17 Kaztman, “Seducidos y abandonados”, 185.

A medida que se profundizan las disparidades entre barrios socialmente homogéneos, se amplían las distancias entre los grupos sociales, según las posibilidades de acceso que tengan a equipamientos de educación, cultura y espacios de esparcimiento y recreación. La expresión física de este proceso de segregación de los servicios y lugares de encuentro es la escasez de equipamientos colectivos en aquellos desarrollos urbanos caracterizados por la pobreza. Las consecuencias de estos procesos de segregación son evidentes en las formas de acceso a servicios educativos, culturales y recreativos.

Segregación de los servicios educativos Uno de los mayores problemas que afrontan las ciudades en América Latina en la actualidad es la profunda crisis educativa, razón por la cual hay millones de jóvenes analfabetas y serias deficiencias en el cubrimiento espacial, acceso y permanencia en los distintos niveles del sistema educativo. Dado que es un problema que tiende a reproducirse, esta elevada proporción de jóvenes que hereda una educación insuficiente tendrá que afrontar durante el desarrollo de su vida situaciones de precariedad e inestabilidad laboral, con bajos salarios, acceso restringido a opciones de bienestar y pocas opciones de brindar a sus hijos una educación que permita cortar con el proceso de reproducción de la pobreza.18 Sintéticamente, si los ricos van a colegios de ricos, si la clase media va a colegios de clase media y los pobres a colegios de pobres, parece claro que el sistema educativo poco puede hacer para promover la integración social, pese a sus esfuerzos por mejorar las oportunidades educativas de los que tienen menos recursos.19

18 Mayorga, Planeación de equipamientos colectivos, 29.

19 Kaztman, “Seducidos y abandonados”, 177.

Segregación de los servicios culturales En el espacio de las ciudades latinoamericanas es posible constatar un claro contraste entre la existencia de equipamientos y escenarios para el desarrollo de expresiones culturales en las áreas centrales con ejes hacia las áreas de las clases altas de la ciudad y la ausencia de estas

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20 Mayorga, Planeación de equipamientos colectivos, 30.

21 Ibíd., 31.

estructuras en las periferias donde habitan los pobres urbanos. Por lo tanto, existe una separación social y física que impide el acceso de los pobres urbanos a equipamientos y escenarios de carácter cultural para llevar a cabo ejercicios de expresión artística. Su distribución espacial se constituye en una barrera que evita el uso de estos equipamientos a quienes se han localizado en las periferias.20 Estas barreras físicas que impiden el acceso a los equipamientos de carácter cultural dificultan que la población pobre de las ciudades adquiera conocimientos sobre las expresiones culturales y las corrientes artísticas que realizan distintos grupos sociales de diferentes contextos y latitudes. Así, se podría afirmar que esta población se encuentra sometida estructuralmente a cierto retraso, en cuanto al conocimiento acerca de las diferentes tendencias culturales que se van desarrollando en el mundo, dado que carecen de los espacios para acercarse y disfrutar de estas. El cine, el teatro, la danza, la literatura, la música, etc., se constituyen en expresiones artísticas a las cuales no se tiene acceso, aun cuando estos elementos sean de vital importancia para lo que se ha llamado el derecho a la ciudad. Con ello se impide la adquisición de los valores necesarios para entender, respetar, asimilar y reinterpretar distintas expresiones artísticas.21

Segregación de los servicios de recreación y deporte

22 Ibíd., 32.

Otro de los problemas que presentan las ciudades en Latinoamérica y que se constituyen en un factor de segregación física y social es la desigualdad entre sus distintas zonas en cuanto a la dotación de infraestructuras y espacios para el desarrollo de actividades de recreación y deporte de sus distintos habitantes. Teniendo en cuenta la composición socioeconómica de las distintas áreas de las ciudades, no es difícil advertir que la baja dotación de equipamientos deportivos y áreas libres es correlativa a aquellas zonas donde su población se encuentra en un estado de pobreza.22

23 Ibíd., 32.

Este tipo de segregación en el acceso a los equipamientos y áreas libres para el desarrollo del deporte se constituye en un problema, en la medida en que restringe las posibilidades de generar hábitos y costumbres asociados con el cuidado del cuerpo a partir de la competencia con pares. Igualmente, reduce la posibilidad de expresar, por medio de la competencia grupal, las diferencias que hay en la vida cotidiana y, en consecuencia, dificulta la generación de valores en torno al juego limpio, a la sana competencia y a los derechos del otro, los cuales son de vital importancia en una sociedad democrática.23

Conclusiones Al vincular los conceptos de capital social y equipamientos colectivos, se hace hincapié en la importancia de los segundos en la producción estructural del primero, siendo este un elemento sustancial para mejorar la calidad de vida de la población y la superación de estados de

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pobreza. Sin embargo, en la ciudad latinoamericana, la desigualdad en la distribución de capital social y económico se manifiesta en la ausencia de puntos de coincidencia entre distintos grupos sociales, pues, dicho sintéticamente, los pobres y los ricos asisten a distintas escuelas, viven en lugares separados, comen apartados unos de otros, practican sus cultos en momentos y lugares diferentes, contraen matrimonio con personas de su misma condición, se recrean y practican deporte en lugares aislados y asisten a presentaciones artísticas en distintos recintos. De tal forma, la tendencia a la segregación social y espacial afecta el capital social de los grupos de personas que comparten un estado de pobreza, en la medida en que: • Se limitan las interacciones entre la población en estado de pobreza a otros cuya situación, habilidades y hábitos son similares. Por lo tanto, se le impide conocer otros estilos de vida y enfocarse en modelos de rol que les brinden metas personales mayores.24 • Se minimizan las posibilidades de sostener interacciones con otros que estén en posibilidades de suministrar información sobre fuentes de trabajo, capacitación, negocios, oportunidades educativas, culturales o recreativas. Al sostenerse relaciones con otros en la misma condición de pobreza, los canales de información se ven reducidos a solucionar los problemas más urgentes de la vida cotidiana. • Se reduce la exposición a modelos de rol, esto es, a individuos que, por haber alcanzado buenos niveles de vida gracias a su dedicación, talento o disciplina, pueden constituir ejemplos positivos de asociación entre esfuerzos y logros, lo que debilita de ese modo el atractivo de los canales ilegítimos de movilidad social como vías para satisfacer las aspiraciones de consumo.25

24 Kaztman, “Seducidos y abandonados”, 185.

25 Ibíd., 185.

• Se suprimen los escenarios para compartir con otros grupos sociales experiencias que definan un horizonte de desarrollo común, pues no hay posibilidad de que surjan sentimientos de ciudadanía. En esa medida, una política para el mejoramiento de la calidad de vida en las ciudades latinoamericanas debe propender por fortalecer los espacios que permitan el cruce de horizontes cognitivos y la comunicación de los miembros de la sociedad en el ámbito de su vida cotidiana. A través de una política de equipamientos colectivos se deben generar procesos comunicativos que propicien el conocimiento entre distintos grupos de la sociedad, para interactuar y proponer respuestas a los problemas que presenta su espacio vecinal, en primer lugar, y el espacio de la ciudad, en segundo. Gracias a la comunicación, se genera el capital social como poder colectivo, para influir en procesos públicos y construir estructuras de participación reales. Lo que hace a la ciudadana y al ciudadano moderno no es simplemente habitar en una ciudad, sino formar parte de una colectividad en la cual se relaciona comunicativamente con los demás.26

26 Ibíd., 38.

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Desde este enfoque, los equipamientos colectivos se deben constituir en lugares de encuentro, de reconocimiento y, por lo tanto, en espacios donde el capital social se pueda reproducir. Se piensa así el equipamiento colectivo como un producto sociocultural, lugar de la interacción y de la vida pública, el lugar donde se lleva a cabo el funcionamiento de la ciudad y donde toman cuerpo sus expresiones. Así, pues, los equipamientos colectivos no son simplemente espacios físicos o materiales para una determinada función, sino, ante todo, lugares con un significado, donde se pueden construir historias y representaciones, a partir de la posibilidad del encuentro. Lugares que, para ser efectiva y eficazmente disfrutados, no pueden estar distribuidos casualmente, pues se debe buscar una cierta sistematicidad en su localización.

Bibliografía Bosque, Sendra. Ubicación óptima de equipamientos colectivos. Madrid: Rama, 2004. Bourdieu, Pierre. “Efectos del lugar”. En La miseria del mundo. Madrid: Akal, 1999. Bourdieu, Pierre. Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Deselece, 2000. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Capital social y reducción de la pobreza en América Latina y el Caribe: un nuevo paradigma. Santiago de Chile: Cepal, 2003. Kaztman, Rubén. “Seducidos y abandonados: el aislamiento social de los pobres urbanos”. Revista de la Cepal no. 75 (2001): 171-189. Mayorga, José Mario. Planeación de equipamientos colectivos. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2010.

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Colegio Juan Rey - San Cayetano, Bogotá. Fotografía: Hans Drews Ortiz

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