Capital social o estructura política: explorando la participación ciudadana

September 15, 2017 | Autor: M. Torrico | Categoría: Social Capital, Mexico
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Descripción

Cultura política y participación ciudadana en México antes y después del 2006

El estudio de la cultura política en México es un campo en construcción a cuyo desarrollo han contribuido diversas instituciones gubernamentales, sociales, políticas, académicas, organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación. La realización de un sinfín de novedosas investigaciones, el debate e intercambio de opiniones sobre el tema en distintos foros y la publicación de los reportes de investigación, han permitido conocer las variaciones que en el tiempo han sufrido las percepciones de la ciudadanía sobre nuestra vida política, de la evaluación que hacen a nuestras instituciones y principales actores políticos, de las diversas opiniones que tiene sobre el proceso de democratización en curso y de las formas de participación —individual y colectiva— que despliegan para la solución de sus problemas; variables todas ellas que, en conjunto, describen los retos que debemos enfrentar como nación para la consolidación de nuestra democracia. La Secretaría de Gobernación ha realizado tres levantamientos de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP), en 2001, 2003 y 2005, con el propósito de diagnosticar las particularidades de la cultura política prevaleciente en el país y para alentar el debate sobre el tema; como producto de este ejercicio institucional, se organizaron igual número de eventos de corte académico para divulgar los resultados de las investigaciones realizadas por destacados analistas, con base en los resultados obtenidos por sus mediciones. Dichos reportes han sido compilados en tres volúmenes, del cual Cultura política y participación ciudadana en México. Antes y después de 2006, constituye el tercero de ellos. En sus páginas, el lector podrá encontrar elementos clave para entender los rasgos de la cultura política ciudadana que se está conformando en México durante los primeros años de la década y el grado en que éstos son compatibles con el nuevo contexto democrático que se está desarrollando, sobre el papel que juegan las organizaciones de la sociedad civil en el fomento de la participación ciudadana, de la utilidad que tienen los instrumentos demoscópicos para el conocimiento de dicho fenómeno, así como una reflexión sobre los aspectos técnicos y metodológicos que subyacen a las mediciones de la ENCUP.

Cultura política y participación ciudadana en México antes y después del 2006

Cultura política y participación ciudadana en México antes y después de 2006

Cultura política y p a r t i c i p a c i ó n

ciudadana en M é x i c o antes y después de 2006

Secretario de Gobernación Francisco Ramírez Acuña

Comisionado para el Desarrollo Político Gildardo Gómez Verónica

Director General de Cultura Democrática y Fomento Cívico Juan José Medrano Castillo

Cuidado de edición

José Morquecho Sandoval

Revisión estadística y diseño de gráficos Israel Palazuelos Covarruvias

Diseño editorial

E. Yessica Campos Hernández

Diseño de portada René Rosales Alva

Asistencia editorial

Subdirección de Producción Editorial del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México Primera Edición: octubre de 2007 ISBN: 978-970-824-019-2 © Secretaría de Gobernación Unidad para el Desarrollo Político Abraham González No. 48 Col. Juárez, C.P. 06600, México, D.F. Impreso en México / Printed in Mexico Distribución gratuita. Prohibida su venta

Bienvenida*

Roberto Gutiérrez López

Agradezco sinceramente a los organizadores de este evento la oportunidad que se me ha otorgado para intervenir, como integrante de la comunidad académica, en su ceremonia inaugural. Empezaría por recordar que la firme implantación de un sistema político democrático depende de que haya un convencimiento real, de los distintos sectores que conforman la comunidad nacional, sobre las bondades y ventajas que otorga dicho sistema. En otras palabras, un factor determinante para que puedan desarrollarse formas de relación social, instituciones y normas jurídicas acordes con la racionalidad democrática, depende del tipo de evaluaciones, conocimientos y vínculos afectivos que desplieguen tanto los ciudadanos, las diversas organizaciones sociales y políticas, como las propias elites, con el objetivo de definir su vinculación con el fenómeno del poder, en sus más variadas expresiones. Ciertamente, la consolidación de la democracia requiere de una cultura peculiar, sin la cual ésta no podría funcionar. En un país como el nuestro, en el que durante los últimos años se han logrado avances significativos para la construcción de consensos que hagan posible definir los procedimientos y el establecimiento de las instituciones que regulan la competencia de acceso al poder político, es necesario reforzar —dentro de los diferentes espacios sociales e institucionales del espectro nacional—, la inclusión y/o adopción de las nociones de tolerancia y respeto a la legalidad, de pluralidad y solidaridad, de diálogo racional, de participación y negociación responsable, que son todos consustanciales con un orden democrático. * Discurso pronunciado por Roberto Gutiérrez L., Director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAM-Azcapotzalco, durante la inauguración del Coloquio.



Sin el afianzamiento de tales referentes axiológicos, se complicaría enormemente progresar en las tareas vinculadas con la afirmación de una institucionalidad política capaz de responder con eficacia a los múltiples retos del presente, relacionados con la solución de los grandes problemas nacionales, mismos que requieren de esquemas de deliberación, participación y negociación, y que sean asumidos por los actores sociales y políticos no sólo como legítimos, sino como eficaces y productivos socialmente. Sin ellos se dificultaría, también, el afianzamiento de formas de interacción social que dotaran de civilidad plena a nuestras rutinas. De ahí la importancia de contar con instrumentos como las encuestas sobre cultura política nacional, de las cuales la Secretaría de Gobernación ha sido promotora desde 2001, y que constituyen ya un referente obligado para el análisis y la elaboración de políticas públicas en la materia. Las rutas de consolidación de la democracia mexicana deberán tomar en cuenta el enorme caudal de información que estos ejercicios contienen sobre la evolución reciente de una de las variables clave de nuestro proceso político. En efecto, el desarrollo democrático es impensable sin el despliegue de estrategias y esfuerzos informados de los partidos políticos, las organizaciones sociales, instituciones educativas, medios de comunicación y autoridades públicas. Así, la democracia y la cultura política que le es consustancial, no debe ser vista como el patrimonio o proyecto exclusivo de un grupo particular, pues su conveniencia radica precisamente en poder construir lo que Norbert Lechner ha dado en llamar un orden de todos, en el que al tiempo que se debaten propuestas alternativas de organización social, económica o política, se evitan los riesgos de los antagonismos destructivos. La democracia requiere, pues, de ciudadanos formados dentro de una cultura política promotora tanto de una forma de pensamiento abierta al análisis y la discusión, como de un conjunto de valores que hagan posible el procesamiento institucional de la conflictividad social sin renunciar a recrear la pluralidad. A través de iniciativas como la serie de las ENCUP, tenemos ahora, como sociedad, más claridad acerca de los avances conseguidos así como sobre los enormes retos que necesitarán despejarse en el futuro. México. D.F., 10 de octubre de 2006. Muchas gracias. 

Bienvenida

Presentación de la Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas Dirección General de Cultura Democrática y Fomento Cívico

Buenos días, estimados participantes en el Coloquio Cultura Política y Participación Ciudadana en México, Antes y Después del 2006. Sean ustedes bienvenidos a este recinto, donde les compartiremos algunos de los principales resultados del tercer levantamiento de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP), realizado en diciembre de 2005. Como antecedente, queremos comentar que la ENCUP constituye un esfuerzo institucional de la Secretaría de Gobernación que, comprometida con el desarrollo y fortalecimiento de la democracia en México, busca conocer y diagnosticar las particularidades de la cultura política y las prácticas ciudadanas que predominan entre la población mexicana; así como identificar sus cambios y permanencias en el tiempo. Producto de este compromiso, durante la presente administración se han realizado tres levantamientos de la ENCUP (en 2001, en 2003 y esta última, en diciembre pasado), con el propósito de identificar los nudos críticos que obstaculizan el desarrollo y/o consolidación de una cultura democrática entre los diferentes sectores de la población nacional; así como las barreras y nichos de oportunidad que impiden o hacen posible la participación ciudadana —en sus distintas expresiones e intensidades— con el objetivo específico de promover iniciativas institucionales que allanen el camino de las libertades individuales y colectivas, que son consustanciales a toda democracia, y para brindar apoyo —a través del diseño de políticas públicas— a los sectores poblacionales que presenten los déficit más sentidos de conocimiento sobre derechos, valores y prácticas ciudadanas de cuño democrático. Bajo la convicción de que ninguna sociedad que se precie de ser democrática avanzará en la consecución de sus metas colectivas si sus



ciudadanos no disfrutan de los espacios institucionales para la defensa de sus derechos y la promoción de sus intereses. En apoyo a esta iniciativa, después de cada levantamiento de la ENCUP, la Unidad para el Desarrollo Político de la SEGOB, a través de la Dirección General de Cultura Democrática y Fomento Cívico, ha convocado a prestigiosos analistas de talla nacional e internacional para que desde distintas ópticas disciplinarias vinculadas con las ciencias sociales y políticas, analicen los datos obtenidos por la encuesta y, con sus resultados, nos permitan identificar el perfil político que va configurando al paso de los años la ciudadanía mexicana; de las diferentes percepciones que tiene ésta sobre sí misma, de sus opiniones sobre el proceso de desarrollo político en que nos encontramos inmersos, de la valoración que hacen de nuestras instituciones de gobierno, de los procesos electorales intermedios y presidenciales, de la aceptación o rechazo que otorgan al desempeño de los principales actores sociales y políticos; de su satisfacción o insatisfacción con nuestra democracia y sobre los valores y prácticas que despliegan en los distintos ámbitos de la vida pública en que se desenvuelven y que son sometidos a su evaluación a través de la ENCUP, entre otros temas. A partir de esta iniciativa se han efectuado un coloquio y un seminario, y se han publicado dos obras —Deconstruyendo la ciudadanía. Avances y retos en el desarrollo de la cultura democrática en México (2002) y Demos ante el espejo. Análisis de la cultura política y las prácticas ciudadanas en México (2005)— donde se compilan los informes de las investigaciones realizadas para exponerlas en dichos eventos y cumplir con la labor de difusión a la sociedad, que es consustancial a esta encomienda asignada a la Secretaría de Gobernación. Como nota técnica, queremos comentar que el diseño de la Tercera ENCUP estuvo a cargo de la Dirección General de Cultura Democrática y Fomento Cívico de la SEGOB. El diseño de la muestra fue probabilístico, bietápico y estratificado; donde la última unidad de selección fue la vivienda y la unidad de observación los ciudadanos con 18 años de edad o más, residentes habituales en la vivienda seleccionada al momento de la entrevista. Como marco muestral se utilizó el Catálogo General de Secciones Electorales a nivel nacional del Instituto Federal Electoral, con corte al 17 de junio del 2005. La distritación corresponde al mismo año y el listado nominal empleado se encontraba actualizado al 30 de septiembre del año en referencia. 

Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

El cuestionario, que se aplicó cara a cara a 4 700 entrevistados durante diciembre de 2005, está constituido por 74 preguntas cerradas y es el mismo que se utilizó en el levantamiento de la Segunda ENCUP (2003). La muestra garantiza estimaciones con un margen de error absoluto de 1.43 puntos porcentuales y un nivel de confianza de 95%. A continuación se muestran algunos datos significativos que se obtuvieron a nivel nacional, como preámbulo a la exposición de resultados y reflexiones que nos presentarán los investigadores y conferencistas durante estos dos días, y cuya finalidad es suscitar y elevar la calidad del debate público sobre los aspectos que conforman la cultura política democrática; motivar la inclusión del tema en la agenda nacional y coadyuvar en el diseño e implementación de políticas públicas, cuya prioridad es fomentar entre la ciudadanía el conocimiento y la adopción de los rasgos y características de la cultura política democrática.

Principales resultados Los resultados que la Secretaría de Gobernación quiere compartir con ustedes, son los que se encuentran asociados con la percepción que tienen los ciudadanos sobre sí mismos, de su valoración sobre la política y los principales actores políticos e instituciones del país, sobre la democracia y su futuro en México. Pues bien, para entrar en materia, la Tercera ENCUP nos permite saber que 4 de cada 10 encuestados asocian el concepto de ciudadanía con el hecho de tener derechos y obligaciones; 15% lo concibe como la oportunidad de poder votar y, aproximadamente, uno de cada 8 asocia el concepto con el hecho de tener responsabilidades, entre otras tantas opciones que se le presentaron. Como se observa en la Gráfica 1, si bien la mayor parte de los entrevistados asocia su estatus político a la posibilidad de tener derechos y obligaciones, no todos estos ciudadanos asumen explícitamente la responsiva de participar en los problemas que trata de resolver el Gobierno, pues 13% contestó negativamente, como se muestra en la Gráfica 2.

Dirección General de Cultura Democrática y Fomento Cívico



Gráfica 1

¿Qué significa para usted ser un ciudadano?

Ninguna

2

Otra

2

Tener educación política

2

Haber cumplido 18 años

7

Todas

8

Pertenecer a un país

11

Tener responsabilidades

13

Poder votar

15

Tener derechos y obligaciones

40 0

10

20

30

40

50

%

Fuente: Tercera ENCUP.

Gráfica 2

¿Cree usted que a la gente le toca o no le toca hacer algo respecto a los problemas que trata de resolver el gobierno? 70

63

60 50 %

40 30 20

20

13

10

4

0 Sí

Sí, en parte

No

NS/NC

Fuente: Tercera ENCUP.

10

Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

Una veta informativa para explorar posibles respuestas a este fenómeno nos lo ofrece la Tercera ENCUP, al incluir preguntas sobre la confianza que tienen los entrevistados en nuestras instituciones políticas y de servicios, así como de la influencia que consideran tienen los principales actores sociales y políticos sobre el desarrollo de la vida nacional. En este sentido, los resultados obtenidos nos permiten saber que prevalece en la óptica ciudadana la consideración de que el Presidente es el actor más influyente en la vida nacional (76%), seguido de los partidos políticos (72%), los grandes empresarios (57%) y los sindicatos (56%); ubicando en último lugar a las agrupaciones ciudadanas (42%) y a los ciudadanos mismos (41%). Gráfica 3

En su opinión, ¿qué tanto influyen en la vida política de México...?*

El Presidente

76

Los Partidos Políticos

72

Las Grandes Empresas

57

Los Sindicatos

56

Las Agrupaciones Ciudadanas

42

Los Ciudadanos

41 0

20

40

60

80

%

Fuente: Tercera ENCUP. * Sólo se muestran los porcentajes de quienes responden “mucho”

En relación con la confianza que se tiene en las instituciones, las mejor calificadas, en una escala de cero a 10, a juicio de los ciudadanos entrevistados, fueron el Ejército, la iglesia y el IFE, con un promedio de 7.72, 7.68 y 7.07, respectivamente; seguidas, en orden descendente, por la CNDH (6.91), la SCJN (6.65), el Presidente (6.68) y el Congreso de la Unión (6.30). Respecto a los actores políticos y grupos sociales, destaca la calificación otorgada a los médicos, quienes tuvieron la mejor calificación del conjunto

Dirección General de Cultura Democrática y Fomento Cívico

11

valorado (7.79), seguidos por los maestros (7.52), las organizaciones sociales (6.86) y los empresarios (6.31). Los medios de comunicación recibieron una calificación de 7.40 y los grupos, actores políticos e instituciones que recibieron la más baja calificación fueron los partidos políticos (5.55), la policía (5.73) y los sindicatos (5.96). Gráfica 4

En escala de calificación como en la escuela, en donde cero es nada y 10 es mucho, por favor dígame ¿qué tanto confía en...?

Los Partidos Políticos

5.55

La Policía

5.73

Los Sindicatos

5.96

El Congreso

6.30

Los Empresarios

6.31

La SCJN

6.65

El Presidente

6.68

Las Organizaciones …

6.86

La CNDH

6.91

El IFE

7.07

Los Medios

7.40

Los Maestros

7.52

La Iglesia

7.68

El Ejército

7.72

Los Médicos

7.79 0

1

2

3

4

5 Promedio

6

7

8

9

Fuente: Tercera ENCUP

Hasta aquí dejaremos la exposición de datos sobre las percepciones ciudadanas respecto a su estatus político y la valoración que hacen sobre las principales instituciones, los actores sociales y políticos del país, para pasar a la valoración que hacen de la política, la democracia y el futuro de ésta en México. Sin lugar a duda, el conocimiento que los ciudadanos tengan sobre la cosa pública propicia que conserven, o no, un interés favorable hacia la política. Lo cual está condicionado a diferentes factores —coyunturales o estructurales—, que incrementan el interés de los ciudadanos por mantenerse informados sobre el desarrollo de la vida nacional y, en el mejor de los casos, por su disposición a participar en los acontecimientos de orden colectivo. 12

Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

Gráfica 5

En general, ¿qué tan interesado está usted en la política?

60

55

50 40

33

% 30 20 10

10 1

1

Otra

NS/NC

0 Mucho

Poco

Nada

Fuente: Tercera ENCUP.

Al respecto, la Tercera ENCUP nos permite saber que, a diciembre de 2005, 9 de cada 10 mexicanos entrevistados afirmaron estar Poco o Nada interesados en la política, contra 10% que respondió estar Muy interesado. Respuesta que podría explicarse con los datos que se obtuvieron al preguntarles sobre qué tan complicada es la política, pues dos tercios de ellos (65%) contestaron que la encuentran Complicada o Muy complicada, contra 3 de cada 10 que opinó que era Poco o Nada complicada. Sin embargo, la ambigüedad se presenta cuando se interroga a los entrevistados sobre qué tan seguido acostumbran ver o escuchar noticias o programas sobre política o asuntos públicos, pues casi 4 de cada 10 contestó que Diariamente (38%), 15% dijo que Varias veces a la semana, 14 Una vez a la semana, 16 señaló que A veces y sólo 9% contestó que Nunca.

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13

Gráfica 6

En general, ¿qué tan complicada es para usted la política? 70

65

60 50 %

40

31

30 20 10

1

3

Otra

NS/NC

0 Complicada / Muy complicada

Poco complicada / Nada complicada

Fuente: Tercera ENCUP.

Si bien es cierto que la información constituye un factor positivo que contribuye a la construcción del conocimiento que los ciudadanos tienen sobre la vida política, diversas escuelas de interpretación sociológica han señalado que el fortalecimiento de la socialización política de los individuos se incrementa cuando éstos participan en la discusión e intercambio de opiniones sobre la cosa pública. De acuerdo con los datos de la Gráfica 7, podemos estimar que si bien en México la disposición de los ciudadanos para mantenerse informado sobre asuntos públicos es más o menos aceptable, también es innegable admitir que, a diciembre de 2005, la ciudadanía mantenía poco interés para discutir sobre política con sus congéneres. Gráfica 7

¿Qué tan seguido acostumbra ver o escuchar noticias o programas sobre política o asuntos públicos?

NS/NC

2

Una vez al mes

3

Una vez cada 15 días

3

Nunca

9

Una vez a la semana

14

Varias veces a la semana

15

A veces

16

Diario

38 0

10

20

30

%

Fuente: Tercera ENCUP.

14

Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

40

De acuerdo con los datos de la Tercera ENCUP, al interrogar a los entrevistados sobre qué hacen cuando están conversando con alguna persona y ésta empieza a hablar de política, 41% dijo que generalmente escucha la conversación pero nunca participa en ella, 21% manifestó que deja de poner atención y 27% afirmó que generalmente participa en la discusión y emite su opinión. Lo cual constituye, sin duda, un serio déficit en el perfil de ciudadanía proactiva que pensamos construir —con inclinaciones para discutir sobre cuestiones asociadas con el quehacer político de nuestra sociedad— y un vacío que hace falta llenar a través de la labor educativa que realizan las diversas instituciones de la Administración Pública Federal, las Organizaciones de la Sociedad Civil, los partidos políticos, el Instituto Federal Electoral y el Sistema Educativo Nacional, comprometidas todas ellas con el fomento de la cultura política democrática y la participación ciudadana. Pasemos ahora a exponer las percepciones que tienen los ciudadanos sobre la democracia y su desarrollo futuro en nuestra sociedad. Al preguntar a los entrevistados si México vive o no en democracia, 31% contestó que Sí, 11% considera que Sólo en parte, 33% que No sabe o No contestó y 23% afirmó categóricamente que No. Gráfica 8

Por lo general, cuando está conversando con algunas personas y éstas empiezan a hablar de política, ¿qué hace usted? 4 40 3 30 2 % 20 1 10  0

41 2 21 

Usualmente Generalmente Deja de poner escucha, pero participa en la atención cuando nunca participa en discusión y da su empiezan a hablar la discusión opinión de política

A veces da su opinión

2

2

Otra

NS/NC

Fuente: Tercera ENCUP.

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15

Gráfica 9

En su opinión, ¿México vive o no vive en democracia?

3

31 2

30 23

2 20

%

1

11

10





2

0 Sí

Sí, en parte

No

No sabe

Otra

NC

Fuente: Tercera ENCUP.

Asimismo, se preguntó a los ciudadanos sobre qué tan satisfechos están con la democracia que tenemos hoy en México y las respuestas obtenidas por la Tercer ENCUP revelan que casi 5 de cada 10 entrevistados (47%) manifestaron estar Poco o Nada satisfechos; 2 de cada 10 (20%) contestó que no están satisfechos ni insatisfechos y 26% dijo estar Satisfecho o Muy satisfecho con la democracia que tenemos. Gráfica 10

¿Qué tan satisfecho está usted con la democracia que tenemos hoy en México? 0 4 40 3 30 %2 20 1 10  0

4

26 20

6

Muy satisfecho / Satisfecho

Ni satisfecho, ni insatisfecho

Poco satisfecho / Nada satisfecho

NS/NC

Fuente: Tercera ENCUP.

16

Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

No obstante la ambigüedad valorativa que como conjunto tienen los ciudadanos mexicanos sobre nuestra democracia, al preguntarles sobre si prefieren una democracia que respete los derechos de todas las personas o una dictadura que asegure el avance económico del país aunque no respete los derechos de todas las personas, la respuesta mayoritaria se inclinó por garantizar el respeto a los derechos de las personas (56%), contra 13% que dice preferir una dictadura que asegure el desarrollo económico del país aunque no respete los derechos individuales, y 17% que dijo no preferir ninguna de las dos opciones que se le presentaron. Continuando con las valoraciones de la ciudadanía sobre la vida nacional, la Tercera ENCUP preguntó a los entrevistados si a su juicio México seguía o no un rumbo adecuado. Los resultados obtenidos permiten saber que más de 5 de cada 10 entrevistados consideran que el país no está siguiendo el rumbo adecuado, contra 24% que piensa que Sí y 16% que señala que Sólo en parte. Gráfica 11

¿Qué cree usted que es mejor en el país?*

56

60 50 40 % 30 20

17

13

10

10

4

0 Una dictadura

Una democracia

Ninguna

Otra

NS/NC

Fuente: Tercera ENCUP. * ¿...Una dictadura que asegure el avance económico aunque no respete el derecho de todas las personas; o una democracia que respete los derechos de todas las personas, aunque no asegure el avence económico?

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17

Gráfica 12

Por lo que usted ha visto, en general, el rumbo que lleva el país ¿es el adecuado o no es el adecuado? 60

54

50 40 % 30

24 16

20

5

10

1

0 Es el adecuado

Es el adecuado, en parte

No es el adecuado

NS/NC

Otra

Fuente: Tercera ENCUP.

Con relación a la situación económica del país, casi 5 de cada 10 (48%) consideran que la situación es Mala o Muy mala, contra 3 de cada 10 (29%) que consideran no es Ni buena ni mala. En contraste, 20% de los encuestados afirmaron que México vive una situación económica Buena o Muy buena. Gráfica 13

¿Cómo diría usted que es la situación económica actual del país?

60 48

50 40 29

% 30 20

20

10 1

2

Otra

NS/NC

0 Buena / Muy buena

Ni buena, ni mala Mala / Muy mala

Fuente: Tercera ENCUP.

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Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

Como corolario a esta breve exposición, queremos presentar algunas de las expectativas que dicen tener los ciudadanos sobre el futuro de México. De acuerdo con los resultados obtenidos, podemos decir que los encuestados tienen una visión positiva sobre el cauce que seguirá la vida nacional, pues la mitad de ellos (50%) opina que en el futuro los ciudadanos Tendrán más oportunidades para influir en las decisiones del Gobierno, contra 3 de cada 10 (28%) que afirmaron lo contrario. Asimismo, los ciudadanos entrevistados vislumbran un futuro mejor para sus hijos pues, a pregunta expresa, 64% considera que en relación con ellos éstos tendrán mayores oportunidades educativas; 53% opina que tendrán mejor oportunidades de trabajo y 62% que podrán tener más oportunidades para contar con servicios de salud. Gráfica 14

¿Cree usted que en el futuro los ciudadanos...?



NS/NC 1

Otra Tendrán las mismas oportunidades que hoy en día

13

Tendrán menos oportunidades para influir en el gobierno

2

Tendrán más oportunidades para influir en las decisiones del gobierno

0 0

Fuente: Tercera ENCUP.

20

40

60

%

Respecto a nuestro desarrollo democrático, casi 5 de cada 10 encuestados (47%) dicen creer que en el futuro la democracia mexicana Será mejor o Mejor en parte. En sentido contrario, 2 de cada 10 opinan que Será igual y una proporción ligeramente mayor (22%) dice que Será peor. Si bien los datos presentados son limitados para aventurar conclusiones categóricas, no lo son para advertir que el juicio de la ciudadanía sobre nuestras instituciones políticas, sobre los principales actores políticos, sobre la eficacia de nuestra democracia y algunas de las más representativas instituciones sociales no es del todo benevolente. Esto es así porque la vida

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Gráfica 15

¿Cree used que en el futuro, sus hijos tendrán más oportunidades o menos oportunidades que usted para tener...?

0 60

64 62 3

0 40

%

2

30

21 22

20

13 12 12 

10

3

4

0 Más

Menos Empleo

Educación

Igual

NS/NC

Servicios de Salud

Fuente: Tercera ENCUP.

política y sus perspectivas forman parte indisoluble de la situación general del país. No obstante, en el ánimo de nuestros conciudadanos campea la esperanza de que, con su participación activa, nuestra democracia abrirá sus cauces hacia senderos que permitirán construir mejores condiciones de vida para las futuras generaciones y que ello demanda de todas las instituciones, grupos sociales y políticos, el compromiso de redoblar esfuerzos para solucionar nuestras divergencias e impulsar —de manera intencionada— proyectos y programas de desarrollo económico, político, social y cultural que hagan posible construir una ciudadanía más activa, más participativa y más comprometida con las mejores causas de nuestra sociedad, con la paz y la concordia.

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Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas

Gráfica 16

¿Cree usted que la democracia en nuetsro país será mejor o será peor en el futuro?

40 3

34

30 22

2

1

%20

12

1

13

10 

1

0 Será mejor

Será peor

Será igual

No sabe

Será mejor, en parte

Otra

Fuente: Tercera ENCUP.

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Cultura política y opinión pública en México: encuestas y sondeos

María Teresa González Luna Corvera*

Muy buenos días a todos, primero que nada quiero agradecer la invitación que me ha hecho la Unidad para el Desarrollo Político de la Secretaría de Gobernación a fin de participar en este coloquio y exponer algunas ideas e inquietudes, reflexiones y críticas sobre cultura política y opinión pública en México, en un marco que me parece propicio y que es la presentación de la Tercera Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (Tercera ENCUP). Este evento nos brinda una gran oportunidad para la deliberación pública sobre temas que ponen en el centro a los individuos como personajes e integrantes de grupos, en su calidad de ciudadanos. Yo agregaría a esta categoría tan importante una que, me parece, abraza a todas las demás en su relación con la cultura política, como son las encuestas y los estudios de opinión, instrumentos metodológicos muy concretos. Ésta sería la gran categoría de ciudadanía que, por lo general, se puede conjugar muchísimo mejor en plural para dar cuenta también de las distintas realidades en las que actúan los ciudadanos. Desde luego, mis opiniones y puntos de vista tienen que ver mucho con las trayectorias personales pero, particularmente, ahora con una trayectoria, actuación y avidez institucional muy intensa desde el Instituto Federal Electoral, como ha sido el proceso electoral. Inclusive, yo soy lectora de encuestas pero, también, soy objeto y he estado sometida a ellas. Entonces, desde ahí creo que puedo y quiero proponerles una lectura distinta y variada de estos instrumentos, de todas estas herramientas que, desde luego, nos están informando y pueden formar *

Consejera Electoral del Instituto Federal Electoral.

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opinión de lo que ocurre en nuestro orden democrático. Desde ahí quisiera comentar y compartir con ustedes algunas ideas. Hablar de cultura política es abordar un fenómeno sin duda complejo y de expresiones muy diferenciadas. Para hacerlo, es necesario partir de una concepción amplia del tema y contar con tecnologías que sean a la vez abiertas y rigurosas y que, combinadas, permitan acceder al conocimiento y a la comprensión de esta gran temática de la cultura política. En los últimos años, diversas encuestas y estudios de opinión pública revelan una fuerte crítica contra los políticos, la política, los partidos políticos, las instituciones fundamentales de la democracia, las entidades públicas de servicio e, incluso, hay algunas que refieren directamente a la actuación de los mismos ciudadanos. La democracia como indica, entre otros estudios, el informe del Programa de las Naciones Unidas para la Democracia (PNUD) de 2004, que habla sobre el estado que guarda la democracia en América Latina, parece perder vitalidad. Los partidos políticos han disminuido su nivel de estima pública, el Estado es mirado con expectativa y recelo a la vez, sus instituciones son cuestionadas pero, con todo, se prefiere a la democracia como orden político y social: siete de cada diez ciudadanos lo aceptan así en México, según lo reportado por la Tercera ENCUP. Aunque se desconfía de su capacidad para mejorar las condiciones de vida de la población, a pesar de los problemas y consideraciones críticas de las que nos informan los diversos estudios de opinión, hay signos alentadores: los países de la región no han buscado un regreso al autoritarismo y sostienen su apoyo a las instituciones democráticas. Los ciudadanos empiezan a distinguir entre la democracia como sistema de gobierno y el desempeño de los gobernantes en lo particular, así como entre las distintas instituciones a la hora de identificar responsables. Parece que aquí tenemos una buena noticia, en términos de la capacidad de discriminación de estos ciudadanos que sí sienten y se manifiestan insatisfechos con el orden democrático pero, finalmente, le apuestan a éste como forma de gobierno y también como sistema vivido; aunque en lo cotidiano queda muy lejos de las expectativas completamente legítimas que tenemos todos los ciudadanos. En este sentido, la actual pérdida de centralidad de la política y el malestar de los ciudadanos con ella no significan necesariamente un proceso de despolitización ni la muerte de la política sino, como bien lo decía Lechner, el cambio en sus modos de funcionamiento. Esto exige, por tanto, la reno24

Cultura política y opinión pública en México

vación de la política junto con la redefinición de sus claves de interpretación. Dicho de otro modo, las transformaciones de la política deben acompañarse de la reconstrucción de los códigos de interpretación de la realidad y de un nuevo mapeo del espacio político, que permitan orientar las elecciones que plantea el desarrollo de las sociedades contemporáneas. Por cultura política se entienden muchas cosas, pero se puede entender, según lo ha registrado el Dr. Gutiérrez, que estuvo presente en la inauguración, como la forma en que el sistema político es internalizado subjetivamente por los individuos mediante una serie de informaciones, valores, lazos emocionales o, como se decía, vínculos afectivos, así como el tipo de actitudes y comportamientos en que tal percepción se expresa empíricamente. En otras palabras, hablamos de un complejo de creencias, actitudes, evaluaciones, sentimientos, predisposiciones o prácticas —o ausencia de acciones, de acuerdo al caso— por medio de los cuales los individuos o grupos ordenan, interpretan y se relacionan con el poder político y sus instituciones. La cultura cívica, según Almond y Verba, es una cultura mixta que combina actitudes y orientaciones de orden cognitivo, afectivo y evaluativo de los miembros de una comunidad hacia los fenómenos políticos, en la que se mezclan aspectos democráticos y/o modernos, y patrones de comportamiento autoritario y/o tradicional. Es decir, aquí se presenta un juego, digamos, de las tradiciones y trayectorias nacionales, grupales y comunitarias previas, con las nuevas apuestas en términos de vida social. En términos ideales, estos actores proponen un modelo general de cultura cívica pluralista, fundada en la comunicación y la persuasión; orientada hacia el consenso y respetuosa de la diversidad que promueve el cambio, a la vez que lo mantiene en términos moderados. En este modelo, existe un consenso general sobre la legitimidad de las instituciones políticas y la dirección y contenido de las políticas públicas; una tolerancia general hacia la pluralidad de intereses y una sensación general de confianza en las aptitudes políticas de los ciudadanos y confianza mutua. En México, es hasta la década de los 90 en que la categoría cultura política se encuentra de manera constante en ensayos y estudios empíricos que abordan al actor político. Actualmente, se observa una noción semiótica de la cultura política que la entiende, en sentido amplio, como una matriz simbólica que estructura y guía percepciones, expresiones y acciones de los individuos en una sociedad. Con lo anterior, es posible afirmar que el es-

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tudio de la cultura política en México es un campo en construcción. Entre las disciplinas que destacan, por sus aportes a este campo de estudio, se encuentran la sociología política, la antropología sociocultural y la psicología social; se advierte, sin embargo, una debilidad conceptual y el uso y hasta abuso del término cultura política como categoría de apoyo o referencia para definir aspectos ocultos residuales de lo social. Finalmente, es también una categoría que se utiliza mucho, hasta como comodín, para tratar de explicarnos aquello que nos resulta confuso y observarlo directamente, ya que se puede llevar también al abuso. Entonces, habría que proceder con cautela en este sentido. Ahora bien, el dilema de si la cultura política afecta y moldea a las instituciones y prácticas democráticas o, en cambio, si éstas son las que generan una cultura política y determinan las condiciones de existencia de los sistemas democráticos, se aborda desde diferentes perspectivas teóricas y se expresa de distintas maneras. En la literatura sobre el tema siempre está presente este dilema. Por ejemplo, en opinión de Valenzuela, la cultura democrática surge de la práctica democrática. No tiene que existir la primera para crear una cultura afín: “la cultura política surge de los procedimientos políticos, del accionar político democrático y la historia está repleta de situaciones donde la democracia ha nacido incluso de un autoritarismo”. En cambio, para Escalante lo que hace falta no son tanto las virtudes ciudadanas asociadas a la tradición republicana sino una moderada disposición para cumplir con las leyes que en realidad, para él, es lo único indispensable. Por su parte, Nun plantea la paradoja latinoamericana: tratar de consolidar democracias representativas en contextos marcados por la pobreza, la desigualdad y la polarización, donde los regímenes sociales de acumulación fomentan la marginalidad y la exclusión, mientras los Estados se achican y se revelan incapaces de lidiar con la crisis. Así pues, para comprender el funcionamiento institucional y cultural de la democracia la tarea consiste, entre otras cosas, en afirmar el carácter central del orden simbólico en la vida social; observar las singularidades de las instituciones democráticas e identificar las relaciones de poder y los procesos de democratización en su conjunto y temporalidad. También, se sostiene ahora que ser ciudadano no se refiere sólo a la política institucional sino, progresivamente, a la vida social.

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La dimensión subjetiva de la política Hay que considerar, por un lado, que la cultura política tiene que ver de manera expresa con la subjetividad de las personas y, por otro, que la democracia no se construye por sí misma. La democracia se hace con la política; la única actividad que puede asumir la tarea de lidiar con la condición humana para construir una sociedad más digna, como lo menciona el referido informe del PNUD. Hablar de cultura política es adentrarse, también, en la imbricación de la experiencia subjetiva y el orden político, más allá de lo institucional o estructural. La subjetividad social y política es una construcción social que depende del modo en que se organiza la sociedad y de la manera en que la política moldea esa organización social. Mientras la negación de la subjetividad en la política conduce a la crisis de representación política, su afirmación ofrece a los ciudadanos la oportunidad de reconocer su experiencia cotidiana como parte de la vida en sociedad y de reconocer la vinculación entre la biografía personal (intereses, creencias, emociones e imágenes) y la política. Creo que aquí hay un punto que nos invita a leer y mirar la cultura política desde otro ángulo: desde aquel en que la cultura política, que nos es informada, puede resultar accesible a través de encuestas y estudios de opinión, particularmente cuando ya se hace un esfuerzo sistemático que permite tener una visión a lo largo del tiempo. Me parece que aquí juega un papel muy importante la subjetividad de la política. ¿Por qué?, porque entonces estamos atendiendo lo que significa realmente para el ciudadano y los ciudadanos, en términos de vida cotidiana y de los espacios comunes de convivencia en su comunidad que resultan, finalmente, significativos para ellos. Y creo que es lo que importa; que se considere al ciudadano como el sujeto de las democracias y también de la cultura política. Algo que resulta obligatorio cuando estamos hablando de cultura política democrática. A partir de la década de los 90, cuando la producción cultural y los nuevos movimientos sociales retoman temas como el de la ciudadanía, los derechos sociales y culturales, el reconocimiento de la diversidad y las diferencias, la vida cotidiana, la integración social y la equidad, las experiencias empíricas muestran, en gran parte, que los sujetos sociales empiezan a cobrar autonomía en su producción de significados. En la teoría, la dimensión subjetiva de la política apenas empieza a recibir atención en las ciencias

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sociales. Esta dimensión afecta la vida política de las sociedades y pone al descubierto la necesidad de incorporar a los mapas interpretativos de la realidad los sentimientos y emociones de los individuos; toda vez que un aspecto fundamental de la democracia consiste en su capacidad de encauzar los desafíos emocionales de la vida social. En el estudio de la cultura política se encuentra implicada una compleja red de variables interrelacionadas. No son elementos que se suman o se restan, que están presentes o ausentes, como en una fórmula matemática. Por el contrario, constituyen un todo, una trama muy completa.

Los estudios de opinión y la cultura política Desde la perspectiva que estudia la dimensión subjetiva de la política, parece una buena noticia la pretensión de investigarla en sus articulaciones culturales y cotidianas. En México, como en otros países de América Latina, no existe una larga tradición cultural e intelectual preocupada por fomentar y analizar las prácticas ciudadanas y las dimensiones de la cultura política en su integralidad. Afortunadamente, existen instituciones del Estado, como la Secretaría de Gobernación y organismos académicos y sociales, e incluso los mismos ciudadanos, que empiezan a mostrar interés en el tema y por los instrumentos que aproximan al conocimiento de este fenómeno social, que ha empezado a tomar fuerza desde hace algunos años. El interés y la preocupación política, académica y social frente a las transformaciones sociales que vive el país, son legítimos; sobre todo ante la emergencia de nuevos actores, problemas y prácticas sociales, para los cuales no existen respuestas institucionales, marcos legales establecidos ni mapas o claves de interpretación de la realidad que orienten la acción social. En lo general, hace falta profundizar en una visión histórica y sistemática, suficientemente amplia y consistente, que describa las características que poseen los actores y ciudadanos, las dinámicas que siguen los procesos de democratización y los factores implicados en la conformación de la cultura política. Sin embargo, esto no se resuelve exclusivamente por la vía de encuestas aunque éstas, sin duda, son un primer paso. Aunque existe la tendencia, desde los estudios ya clásicos, de recurrir a la encuesta para adentrarse en el conocimiento y comprensión de la cultura 28

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política, desde nuestro punto de vista resulta insuficiente limitarnos a registrar en una contabilidad las subjetividades propias de la cultura política nacional que, además de ser cambiantes, heterogéneas y diferenciadas, no son asibles de un sólo golpe ni se dejan atrapar o expresar totalmente en cifras o estadísticas sin cuerpo. Las vías de abordaje de la cultura política son varias y complejas; las mediciones empíricas a través de encuestas sólo representan una de ellas y sus resultados sólo adquieren pleno significado cuando entran en relación con otros estudios, perspectivas teóricas y metodologías. Esto es, cuando el dato frío, el dato cuantitativo, entra en la dimensión de una visión más cualitativa y de fondo para el análisis de la realidad que nos preocupa. Las encuestas recogen percepciones (opiniones, valores y creencias) de los ciudadanos en campos amplios como los del poder, las formas de representación y sobre el desempeño institucional y la democracia, cuyos elementos conforman el sistema político en un contexto de cambio y tratan de establecer los patrones culturales que le son consustanciales; estableciendo relaciones entre los factores considerados en cada estudio y con relación a las variables sociodemográficas atendidas. En lo particular, se indaga sobre conocimientos y percepciones específicos relacionados con determinados temas. Las mediciones empíricas pues, abren un espacio a observaciones específicas sobre la ciudadanía y las instituciones democráticas. De manera significativa, a partir de 2000 se registra en nuestro país la realización de una serie de encuestas levantadas por instituciones del Estado y centros académicos, que ponen bajo observación temas vinculados con la cultura política y otros de nuevo cuño; pero lo interesante de esto es que se trata de una observación que no es individual, sino de características múltiples, que se van cruzando y enriqueciendo la lectura de las encuestas y de los datos que arrojan éstas. Tal es el caso de la Encuesta Nacional sobre Cultura de la Constitución en México (UNAM, 2004), que se propuso identificar el nivel de conocimiento que tienen los ciudadanos sobre la Constitución y su percepción de las instituciones políticas en México. Éste fue el primer estudio empírico que se hace en el país, bajo la premisa de que la relación entre la Constitución y la sociedad es un fenómeno que corresponde a la cultura política. Consideramos que el esfuerzo debe proseguir, para que en el futuro se pueda disponer de una base de datos confiable respecto a la cultura jurídica mexicana.

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Como parte de los resultados de esta encuesta, se concluye que el sentimiento constitucional es bastante tenue entre los mexicanos, advirtiéndose el escaso conocimiento de la norma jurídica y la baja valoración de sus resultados prácticos. Hago mención de esta encuesta, en lo particular, porque fue una de las iniciales y porque toca un tema que generalmente no aparece consignado como fuente bibliográfica en los manuales sobre cultura política —donde la pregunta clásica va relacionada con el comportamiento de los actores políticos, partidos, candidatos a puestos de elección popular y desempeño de las instituciones— pero que van describiendo un rostro específico de los actores en el escenario nacional en este momento. Me parece importante considerar qué temas —incluyendo aquellos que de entrada pueden sonar abstractos o complejos— como la Constitución, pueden formar parte del estudio de la cultura política, pues con ello se abre el término y esto nos lleva a reflexiones que tienen que ver con la legalidad, vinculados con los conocimientos y prácticas aplicadas en la misma. La encuesta sobre cultura constitucional ilustra el tipo de conclusiones a las que se llega por esta vía: se confirma la reprobación de las instituciones políticas, el alto umbral de desconfianza y los elevados niveles de desinterés relacionados con el conocimiento de las normas y operación de las instituciones. No obstante, en esta encuesta, como en las dos primeras emisiones de la ENCUP (2001 y 2003), las respuestas ciudadanas son alentadoras en el sentido de que la sociedad mexicana reclama la consolidación del Estado de derecho y del sistema democrático. Volviendo a la encuesta de la UNAM, podemos señalar que si bien la percepción sobre la Constitución es desfavorable, la actitud hacia los valores que simboliza un Estado constitucional es positiva. En este caso, se reconoce que de los resultados pueden inferirse distintas derivaciones: la aplicación rigurosa de la ley o la reforma del orden normativo vigente. Las fuentes estadísticas actuales en México han adquirido un alto grado de sistematicidad y reconocimiento, pues proporcionan información relevante sobre las características de la población en general, aunque todavía existen lagunas sobre ciertos temas que no permiten conocer adecuadamente los procesos particulares que se están generando en determinados sectores poblacionales (IMJ, 2002). Lechner advierte que la cultura política suele confundirse con las creencias y preferencias expresadas en las encuestas de opinión pública, las cuales ofrecen datos relevantes acerca de la 30

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democracia y de la política, pero no de aspectos más profundos que tienen que ver con la conformación de los sistemas de valores, representaciones simbólicas e imaginarios colectivos. Paradójicamente, las encuestas sobre cultura política tienen que ver con aquello que las personas no verbalizan ni explicitan por considerarlos algo normal y natural; no obstante, la esfera de lo no consciente configura las representaciones simbólicas que hacen inteligible la realidad social. Por eso, nuevamente la invitación a que reconozcamos cómo opera esta dimensión subjetiva en la vida política nacional pero, también, en la vida interna de los grupos, en lo particular, y de los individuos como tales. Otra de las cuestiones a tomar en cuenta, es la información que refiere temas controvertidos entre los que se incluyen, particularmente, los políticos; está medida, por posicionamientos morales que dificultan las respuestas francas por parte de los entrevistados, exige precaución durante el análisis. En tanto que es difícil saber lo que creen, sienten o esperan las personas a partir de lo que dicen, es necesario recurrir al registro de sus prácticas y acciones, y una vez observadas hacerlas, de alguna manera, inteligibles dentro de un conjunto mucho más amplio. Los estudios de opinión despiertan fuertes críticas por parte de algunos teóricos, quienes señalan que las encuestas difícilmente permiten generalizar resultados, así como obtener soluciones específicas para los problemas que plantea la política. El contorno de la opinión pública es cambiante y se determina circunstancialmente por varios factores: variedad de la información que transmiten los líderes de opinión, atención de los seguidores o interesados en esa información y por las diferencias individuales en los valores políticos y otras predisposiciones sociales. La cultura política también es cambiante y surgen nuevas formas de actuar en el terreno de lo público, que antes no se pensaban como política. También, se presentan transformaciones sobre valores y actitudes hacia la política, y las predisposiciones y prácticas de los ciudadanos se manifiestan de forma desigual en distintos campos. Por ejemplo, un individuo tiene distintas prácticas de participación en la vida colectiva, pero éstas se observan de manera diferente en su particularidad, dependiendo del ámbito en el que las esté realizando. No es lo mismo estar en una reunión de vecinos en la colonia en que se vive y donde se están gestionando diversos servicios públicos para la comunidad, que estar participando en el centro escolar de los hijos, donde

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se toman decisiones sobre ciertas políticas escolares, que asistir a una conferencia o a una manifestación pública en las calles; todo esto es posible para el mismo individuo y para los mismos grupos sociales. Es decir, hay una participación diferenciada y distinta para cada individuo pero, también, entre los grupos y los distintos sectores de la población, que varía de acuerdo con las circunstancias o motivos de la participación o intervención pública. El recurso de las encuestas sobre valores, como las que se han llevado a cabo con profusión durante los años recientes en México, es positivo aunque tiene el problema de homogeneizar fenómenos que son, por su propia naturaleza, extraordinariamente heterogéneos. Decir por ejemplo, que 50% de la gente no confía en sus congéneres o que 40% de las personas no confían en los partidos políticos, siendo interesante dice menos de lo que uno cree. Dentro de las medias nacionales hay quienes no creen nada y quienes creen mucho, quienes saben más y quienes saben menos. La misma media puede reflejar una distribución normal de los casos o una distribución bimodal; es decir, en la que se concentran los casos en los extremos de la medición. Así, es muy probable que poca gente esté en la media y haya mucha que se encuentre más bien en los extremos. Además de esto, el lenguaje de las encuestas está predeterminado por la cultura de quienes preguntan. Toda encuesta o sondeo de opinión implica el uso de palabras, expresiones y preguntas que están cargadas culturalmente y que definen el horizonte problemático del que pregunta y no del que responde. Por ello, al realizar una encuesta hay que ser muy cuidadosos, ya que muchas de ellas prefiguran sus propias respuestas. En otras palabras, las encuestas son instrumentos imperfectos para conocer la verdadera distribución de valores, normas, principios y prácticas de la democracia. Su naturaleza teórica y metodológica plantea serios límites al estudio de la cultura política; sobre todo, cuando se pretende presentarlas como la única herramienta metodológica posible. En tanto los contenidos de la cultura política refieren a un conjunto de valores y normas que articulan la comprensión de la gente sobre la política y su actitud frente a ella, y cuya naturaleza está enraizada en tradiciones, ritos, mitos y pactos que norman la relación entre ciudadanos y gobierno, no se pueden investigar sólo con encuestas. Es necesario emprender un profundo trabajo de campo para entender la compleja relación y gama de significados y símbolos que están detrás de las palabras y prácticas con que se define y practica la política. Por 32

Cultura política y opinión pública en México

ello, es de celebrar la realización de encuestas como la ENCUP, cuyos resultados conoceremos con precisión durante el desarrollo del coloquio. Con análisis profundos, que nos permitan explicar la realidad —lo que ocurre en el mundo, en este nuestro mundo de la política— no sólo para conocerla y comprenderla, que desde luego es necesario, sino sobre todo para tener elementos que nos permitan actuar e intervenir en ella y trasformarla en esa medida, con un horizonte democrático cargado de futuro, en el que la política finalmente nos indique dónde poner en común estas aspiraciones. Estos proyectos colectivos, que pueden encauzarse y de alguna manera cobijarse, son proyectos, deseos, aspiraciones y prácticas que finalmente son abrazadas por esta promesa y exigencia del orden democrático. Con esto quisiera terminar mi intervención para dar tiempo a algún tipo de reacción. Es importante que tomemos en serio los recientes esfuerzos institucionales que se realizan, ya que aportan elementos y herramientas que contribuyen a tener visiones claras sobre la realidad. También, es importante que valoremos la forma en que pueden contribuir para que, desde los distintos lugares y posiciones que tenemos en el tablero social de las instituciones, podamos tener un actuar serio sobre nuestra realidad.

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El apoyo a la democracia en México: análisis y diagnóstico de la ENCUP

Alejandro Moreno Álvarez*

Hacer un diagnóstico de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) requiere evaluar el proyecto por sus planteamientos teóricos, su diseño técnico y la validación de sus resultados. A detalle, la amplitud de estas tareas puede ser abrumadora pero podrían, de momento, resumirse en algunas cuantas preguntas: ¿qué trata de medir la ENCUP? ¿Lo está midiendo correctamente? ¿Qué implicaciones prácticas tienen los resultados obtenidos a través de estas mediciones? Una de las finalidades más claramente establecidas en los cuestionarios de la ENCUP, a lo largo de sus tres levantamientos (2001, 2003 y 2005), es la medición de los valores y prácticas democráticas de los mexicanos. ¿Qué tanto apoyan los mexicanos a la democracia y qué tan dispuestos están a darle la espalda y optar por otra forma de gobierno en una situación de crisis? ¿Cuán tolerantes son los ciudadanos cuando se requiere de coexistir con puntos de vista políticos distintos a los suyos? ¿Hasta qué grado se sienten representados y qué tanto confían en las instituciones políticas? ¿Con qué frecuencia y a través de cuáles vías se suele participar en política? En este artículo se desarrolla un modelo explicativo del apoyo a la democracia en México, basado en los indicadores obtenidos a través de la ENCUP. Pero la finalidad, en este caso, no es llegar a conclusiones acerca de qué determina el apoyo a la democracia y qué no, sino ofrecer una serie de reflexiones teóricas y metodológicas en el camino. Mi enfoque no es solamente el análisis del modelo construido, sino el análisis de las piezas disponibles para la construcción de dicho modelo. De esta manera, al tratar de llevar a cabo un análisis de la encuesta con una de sus variables centrales *Profesor en el Departamento de Ciencia Política del ITAM. Correo electrónico: [email protected]

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—el apoyo a la democracia— éste pueda servir como un diagnóstico que permita ver la problemática relacionada con la medición de ésta y otras variables en la ENCUP. Debe advertirse, sin embargo, que el diagnóstico se centra principalmente en una validación sobre qué se mide y cómo se mide, y no en las características muestrales del estudio, información que puede consultarse en la documentación que acompaña a la encuesta.

La ENCUP en el marco de los estudios sobre valores democráticos El tipo de preguntas que se abordan en un estudio sobre valores democráticos y cultura política, se han hecho en México desde hace ya casi medio siglo. En su estudio clásico sobre La cultura cívica, publicado en 1963, Almond y Verba ya delineaban un retrato comparativo de la cultura política mexicana. Ese retrato, basado en una encuesta realizada en 1959, revelaba una sociedad poco participativa, bajo los estándares que se medían, y poco consciente de su entorno político, pero fuertemente afectiva y con altas aspiraciones. Una de las aportaciones más importantes de ese estudio, fue la expectativa de que la democracia, para ser estable, requiere de una cultura política y valores que le sean compatibles. Por ello, la búsqueda de rasgos de una cultura democrática ha tenido largas horas de producción académica en México y en otras sociedades de reciente democratización. La ENCUP se inserta en una serie de encuestas realizadas en varias sociedades que, en los últimos años, han experimentado un cambio democrático. Entre sus múltiples objetivos, dichas encuestas tienen como finalidad medir y entender los rasgos de la cultura política y el grado en que éstos son compatibles con el nuevo contexto democrático que se está desarrollando. Entre los estudios más importantes que miden los valores democráticos en dichas sociedades, incluida la mexicana, está la Encuesta Mundial de Valores (WVS, por sus siglas en inglés), que coordina Ronald Inglehart en la Universidad de Michigan, Estados Unidos. La Encuesta Mundial de Valores inició en 1981 como una extensión del Eurobarómetro a sociedades no europeas, y actualmente participan en ella más de 80 países en el esfuerzo conjunto de WVS con el Estudio Europeo de Valores (EVS). Otra encuesta comparativa es el Latinobarómetro, coordinado por Marta Lagos en Santiago de Chile, iniciado en 1995 y realizado anualmente en 18 países latinoamericanos. Otro 36

El apoyo a la democracia en México

más es el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericana (LAPOP), que coordina Mitchell Seligson en la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, y que se levanta en varios países de América Latina. El Afrobarómetro, coordinado por Michael Bratton en la Universidad Estatal de Michigan y Robert Mattes en la Universidad de Ciudad del Cabo, Sudáfrica; se ha realizado en al menos 12 países del continente africano desde finales de los años noventa y se enfoca, entre otras cosas, a medir aspectos de la cultura democrática y las actitudes hacia las reformas económicas en esos países. El Asiabarómetro, realizado, como su nombre lo dice, en varios países asiáticos, es el esfuerzo más reciente de este tipo. Cada uno de estos estudios cuenta con los auspicios de organismos internacionales y se han dado a conocer a través de diversas publicaciones académicas. La lista de publicaciones que se desprende de la Encuesta Mundial de Valores es muy extensa, pero algunos ejemplos son Inglehart, Basañez y Moreno (1998) e Inglehart, et al. (2004). Los resultados del Latinobarómetro suelen darse a conocer en publicaciones de difusión periodística, principalmente en el semanario inglés The Economist y, crecientemente, en publicaciones académicas como el Journal of Democracy y el International Journal of Public Opinion Research. El proyecto LAPOP produce reportes regionales y por países publicados bajo el patrocinio de la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional (USAID). Un par de libros de reciente publicación ofrecen análisis y detalles de los proyectos Afrobarómetro (Bratton, Mattes y Gyimah-Boadi, 2005) y Asiabarómetro (Inoguchi et al., 2005). Listados más extensos de publicaciones y detalles de los proyectos pueden consultarse en sus respectivas páginas de Internet: www.worldvaluessurvey.org; www.latinobarometro.org; www.lapop.org, www.afrobarometer.org. Aunque la ENCUP retoma muchas de las preocupaciones teóricas de estos estudios comparativos, sus características particulares la enmarcan como un estudio mexicano sobre los mexicanos. La ENCUP tiene una dimensión comparativa temporal consigo misma, pero resulta difícil comparar sus resultados con los obtenidos en otros países (o en México mismo) por otros estudios. La medición de un concepto, que se intenta realizar en varias encuestas —como el apoyo a la democracia—, en la ENCUP se hace con un fraseo propio y, en varios casos, con escalas diferentes. Son muy pocas las preguntas de la ENCUP en las que se utiliza un fraseo y una escala de

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medición empleados en otros estudios. Esto tiene la ventaja de ofrecer una manera alternativa de medir un mismo fenómeno o lo que en metodología de investigación se distingue como construct y measurement. Si obtenemos resultados similares de un construct con medidas relativamente diferentes que buscan de todas formas representarlo, es factible que las mediciones sean robustas. Sin embargo, el uso de fraseos y escalas distintas tiene la desventaja de no contar con una base de comparación más o menos estandarizada, excepto la que se construye por el mismo estudio en repetidas ocasiones. En ese punto surge, precisamente, un problema de la ENCUP. El cuestionario utilizado originalmente en 2001 se abandonó casi por completo en 2003 y en 2005, años en los que sí se dio una continuidad a la mayoría de los reactivos. A menos de que los instrumentos se vayan alternando y se retome el cuestionario original de 2001 en 2007, luego los de 2003 y 2005 en 2009 y 2011, estos cambios en el contenido y estructura de cuestionario no tienen una justificación lógica. ¿Cuál es la razón o razones por las que se abandonó el cuestionario original? Más importante aún, para el futuro del proyecto, si éste continúa en la próxima administración, ¿cuál es el cuestionario que se va a utilizar en levantamientos posteriores? ¿Habrá una continuidad de reactivos o se irá cambiando de acuerdo con los responsables en turno y a la coyuntura política? Plantear preguntas nuevas añade mucha riqueza al estudio, pero abandonar casi todas las que se plantearon originalmente parece más una falla que un acierto. Para una encuesta que se compara consigo misma, como es el caso de la ENCUP, es imperativo que haya continuidad en la inclusión, fraseo y escalas de los reactivos. Como se mostrará más adelante, una de las fallas de la ENCUP es su falta de consistencia en el planteamiento de las preguntas y, aún cuando sí lo hay, también se presenta cierta inconsistencia en las escalas de respuesta utilizadas. De 203 reactivos repetidos en 2003 y 2005, 35 presentan alteraciones en el fraseo de la pregunta o en la escala, lo cual equivale a un 17% de inconsistencias. Cerca de 100% del cuestionario aplicado en 2001 difiere de los dos posteriores. Algunas omisiones adicionales incluyen el hecho de que variables como el ingreso o la escolaridad del entrevistado no se hayan registrado en 2005.

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El apoyo a la democracia en México

Las mediciones de la ENCUP ¿Es la ENCUP un instrumento confiable, no sólo para contribuir al conocimiento de la cultura política mexicana sino, además, para servir como base a programas que impulsen un mayor desarrollo de los valores democráticos? ¿Qué es recomendable que la ENCUP mantenga o incorpore para cumplir mejor esa función? Como un componente más de los diversos esfuerzos por medir los valores políticos en las nuevas democracias, la ENCUP está sujeta a los problemas comunes de medición. ¿Cómo se mide apropiadamente el apoyo a la democracia, la participación política, la tolerancia, el sentido de representación, el apoyo a los derechos y libertades civiles y políticas? Antes de reflexionar acerca de lo válido y apropiado de las mediciones, es importante comentar un poco sobre el rigor de la investigación por encuestas. El politólogo de la Universidad de Vanderbilt, Mitchell Seligson, ha hecho cuestionamientos muy oportunos acerca de la calidad de las encuestas en las nuevas democracias y sobre el grado en que aceptamos lo que él llama la normalización de la desviación; es decir, la aceptación de prácticas y estándares que no necesariamente producen resultados de alta calidad. Seligson (2005) se pregunta lo siguiente: ¿Cometemos [un] error al aceptar datos de encuesta con poca o ninguna evidencia acerca de su calidad? ¿Es tan grande la tentación de utilizar un archivo de datos de encuesta “gratis”, el cual puede bajarse en la red de una fuente u otra, que ignoramos los aspectos de calidad de los datos y aceptamos ciertas violaciones a los estándares de la investigación por encuestas como la norma? ¿Solemos ver esos datos como ‘lo suficientemente buenos’? ¿Solemos barrer estas preocupaciones debajo del tapete y convencernos de que las dificultades de llevar a cabo investigación por encuestas bajo las condiciones [que prevalecen] en los países en desarrollo son tales que debemos conformarnos con lo que obtenemos?

Quienes tienen una sólida formación en la investigación por encuestas, suelen ver el dato que recopilan como un fin en sí mismo y, por ello, procuran que sea de la más alta calidad. Hoy en día, los tomadores de decisiones, los funcionarios de gobierno, los candidatos y sus equipos de campaña, los legisladores, los organismos civiles, los periodistas, los analistas políticos y muchos otros usuarios utilizan los datos de encuestas como un medio para Alejandro Moreno Álvarez

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otro fin; ya sea la formulación o evaluación de políticas públicas, las decisiones estratégicas para maximizar apoyo político, la formulación discursiva para apoyar una legislación, la justificación y orientación de campañas informativas, la elaboración de historias noticiosas o la interpretación de los sucesos políticos cotidianos, entre otras. Para ellos, los datos que resultan de las encuestas son un medio o apoyo para esos fines, y suelen dar por hecho que son datos sólidos. En contraste, para el investigador por encuestas el dato resultante de su investigación es un fin en sí mismo. Todo lo que hace para obtenerlo, desde el diseño de la investigación y el cuestionario, el apego a principios teóricos específicos, la realización de estudios piloto, el diseño y la obtención de una muestra, la realización de las entrevistas, la captura y el procesamiento de la información, y todos los detalles involucrados en estos procesos, tienen la finalidad de obtener resultados válidos y confiables. No puede dar por hecho que sean datos sólidos, sino asegurarse de que en realidad lo sean. Los resultados de encuestas, que pretenden medir lo mismo, no siempre arrojan resultados similares. Tomemos como ejemplo un indicador medido tanto en la Primera ENCUP (realizada en 2001) como en la muestra mexicana del Latinobarómetro de ese mismo año. La pregunta es: De las siguientes frases, ¿qué es preferible? 1) La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno; 2) en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático; 3) a la gente como uno le da lo mismo un régimen democrático que uno autoritario. La Primera ENCUP arrojó que 62% optaba por la opción de la democracia, 9% por el gobierno autoritario y a 27% le daba lo mismo uno u otro. El Latinobarómetro, por su parte, daba cifras un tanto distintas: 46% prefería la democracia, 35% el autoritarismo y 14% tomaba la postura de indiferencia. Como un posible indicador del apoyo a la democracia frente a otra alternativa de gobierno no democrática, la diferencia entre una y otra encuesta era de 16 puntos porcentuales pero, más importante aún, la preferencia democrática representaba una clara mayoría en la Primera ENCUP y tan sólo una pluralidad en el Latinobarómetro. Además, el apoyo a un régimen autoritario era radicalmente distinto (9% en la ENCUP y casi cuatro veces más en el Latinobarómetro). Imagine la falta de credibilidad que generarían un par de encuestas electorales con la misma cobertura muestral y realizadas más o menos al mismo tiempo con metodologías aparentemente similares. Una de ellas estima que 40

El apoyo a la democracia en México

un candidato cuenta con 46% de las preferencias de los electores y otra que el mismo candidato obtiene el 62%. Claramente, una de ellas está errada en su estimación o ambas lo están. En todo caso, a partir de ellas no tenemos una buena representación de cómo se distribuyen las preferencias y cualquier decisión tomada con base en esa información podría resultar errónea. La serie anual del Latinobarómetro muestra que la preferencia democrática en 2001 fue inusualmente baja, comparada con el promedio de 52% que dijo preferir la democracia en la serie que va de 1995 a 2004. Desafortunadamente, la ENCUP no repitió esa misma pregunta en sus dos levantamientos posteriores. Un indicador de apoyo a la democracia, al que sí se le dio continuidad en la ENCUP, aunque con variaciones importantes en el fraseo, es el siguiente: ¿Qué cree usted que es mejor para el país? Una democracia que respete los derechos de todas las personas, aunque no asegure el avance económico, o una dictadura que asegure el avance económico aunque no respete los derechos de todas las personas. Este fraseo se utilizó en 2003 y en 2005, pero difiere del que se utilizó originalmente en 2001 y que es el siguiente: ¿Qué cree usted que es mejor? La democracia aunque ésta no asegure el avance económico del país, o una dictadura que sí asegure el avance de la economía. Este reactivo se guía por la creencia de que un sólido apoyo democrático es aquel que no le da la espalda a la democracia, aún en tiempos difíciles, o en ausencia de resultados económicos. Se trata de una prueba en la que el entrevistado debe elegir entre un sistema político deseable pero ineficiente y uno indeseable pero eficiente. Este es un recurso hipotético presente en buena parte de la ENCUP. Un contexto como el de la China actual, en donde los derechos y libertades están restringidos pero el crecimiento económico es impresionante, se aproxima a la opción de sistema no democrático acompañado de avance económico. Si la pregunta planteara una democracia con buenos resultados económicos, seguramente el porcentaje que optaría por esa opción sería aún mayor. Quizá por ello, y por lo reduccionista que resulta el planteamiento de 2001, los responsables del diseño de cuestionario de la ENCUP decidieron aumentar la referencia a los derechos de las personas. Esto, sin embargo, genera ciertos problemas de interpretación. De 2001 a 2003 se registró un aumento significativo en el porcentaje que elige la opción de apoyo democrático, de 56 a 68%. Pero, más que un aumento en el apoyo a la democracia, esta variación en el porcentaje de un año a otro parece reflejar un efecto

Alejandro Moreno Álvarez

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en los cambios de fraseo y, por lo tanto, no puede ser interpretado como un aumento en el apoyo democrático. Curiosamente, ya con el fraseo constante de 2003 a 2005, el porcentaje de apoyo democrático volvió a variar significativamente, ahora registrando una reducción, para situarse en 56% nuevamente (ver Cuadro 1).

Cuadro 1

Apoyo a la democracia frente a la dictadura en México, ENCUP 2001-2005.

Democracia Dictadura

2001

2003

2005

% 56 12

% 68 7

% 56 13

Fuente: ENCUP (2001, 2003 y 2005). Pregunta: ¿Qué cree usted que es mejor para el país? Una democracia que respete los derechos de todas las personas, aunque no asegure el avance económico, o una dictadura que asegure el avance económico aunque no respete los derechos de todas las personas. Nota: En 2001 el fraseo fue el siguiente: ¿Qué cree usted que es mejor? Una democracia aunque ésta no asegure el avance económico del país o una dictadura que sí asegure el avance de la economía.

La interpretación inmediata del cambio registrado entre 2003 y 2005 es que se trata, ahora sí, de una reducción en el apoyo a la democracia, ya que la pregunta planteada fue exactamente la misma. Aceptar estos resultados nos obligaría a preguntarnos por qué disminuyó el apoyo democrático en México de mediados a finales del gobierno de Vicente Fox, como lo muestran estos datos. Algunas de las implicaciones serían que —el gobierno foxista— más que haber promovido una mayor convicción democrática entre la ciudadanía desarrolló una mayor aversión a la democracia. Pero no caigamos en conclusiones fáciles y rápidas. Si la tendencia observada por la ENCUP, de una disminución en el apoyo a la democracia, es cierta, ésta debería verse reflejada también en otros estudios y en otros reactivos de la propia ENCUP. El seguimiento de la Encuesta Mundial de Valores en México no arroja elementos para pensar que el apoyo democrático en nuestro país se haya de42

El apoyo a la democracia en México

teriorado —como sugiere la ENCUP— sino que, por el contrario, el apoyo a la democracia ha crecido. Con base en la pregunta de si tener un sistema político democrático es muy bueno, bueno, malo o muy malo para el país, en 1996 70% de los encuestados dijo que era muy bueno o bueno. Ese porcentaje creció ligeramente, a 73%, en 2000, y en la encuesta que se realizó en 2005, cuatro meses antes de las elecciones presidenciales, el porcentaje subió a 80%, como se muestra en el Cuadro 2. En nueve años, la proporción de mexicanos que opina que el sistema democrático es bueno o muy bueno, creció 10 puntos porcentuales.

Cuadro 2

Apoyo abierto a la democracia, EMV 1996-2005.

2005 Tener un sistema político democrático

Muy bueno/Bueno

1996 % 70

2000 % 73

% 80

Fuente: Encuesta Mundial de Valores en México.

Por su planteamiento, la variable de apoyo a la democracia incluida en las tres ENCUP pudiera ser sensible a las condiciones económicas o, mejor dicho, a las percepciones sobre las condiciones económicas. La lógica es que si hubiese una percepción de deterioro económico la probabilidad de apoyar a la democracia, que no garantiza el avance económico, se reduciría. Por supuesto, el planteamiento teórico de esta pregunta es que, precisamente, una sociedad que apoya a la democracia no debería darle la espalda ante la adversidad económica. Las variaciones en el apoyo a la democracia entre una medición de ENCUP y otra son, sin embargo, tan significativas, que es probable que no reflejen condiciones económicas cambiantes durante el periodo durante el cual fueron realizadas. Más aún, la relación observada entre las percepciones económicas de los entrevistados y el nivel de apoyo a la democracia se mueve de manera contraria a lo esperado. Esto lo muestran los datos en el

Alejandro Moreno Álvarez

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Cuadro 3. Como en la mayoría de los indicadores de la ENCUP, que tienen seguimiento en las tres encuestas, el planteamiento de las preguntas sobre percepciones económicas también fueron distintas en 2003 y 2005 a las originalmente planteadas en 2001. El Cuadro 3 contiene información correspondiente al nivel de apoyo a la democracia por las percepciones acerca del estado de la economía nacional y de la situación económica personal. Los porcentajes entre paréntesis representan la proporción de entrevistados que evalúan la economía del país o la personal como muy buena o buena, ni buena ni mala y mala o muy mala. Los porcentajes a la izquierda del paréntesis se refieren al total de entrevistados, dentro de cada categoría de evaluación, que apoyan la democracia. Hay tres aspectos en estos datos que arroja la serie ENCUP y que se pueden ver con toda claridad. El primero es una relación positiva, tal como sería de esperarse, aunque en muchos casos sea sutil, entre las percepciones económicas optimistas y el apoyo a la democracia.

Cuadro 3

Apoyo a la democracia por percepciones acerca de la situación económica del país y de la persona, ENCUP 2001-2005. 2001 2003

%

%

2005

%

Situación económica del país Muy buena/buena Ni buena ni mala Muy mala/mala

59(19) 70(13) 61(20) 58(48) 72(28) 56(48) 52 (33) 67(55) 54(48)

Situación económica del país Muy buena/buena Ni buena ni mala Muy mala/mala

60(15) 68(20) 64(22) 58(47) 70(41) 57(38) 52 (38) 68 (37) 51(37)

Fuente: ENCUP (2001, 2003 y 2005). Preguntas: ¿Cómo diría usted que es la situación económica actual del país? ¿Cómo diría usted que es su situación económica personal? Nota: En 2001 el fraseo fue el siguiente: ¿Cómo califica la situación económica actual del país? (Buena, regular o mala); ¿Considera que su situación económica en este momento es buena, regular o mala?

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El apoyo a la democracia en México

Hay, sin embargo, una clara excepción: las percepciones acerca de la economía nacional en 2003 no se relacionan con el apoyo a la democracia como se esperaría. La percepción de deterioro económico arroja un dato de apoyo a la democracia ligeramente mayor que la percepción de mejoría económica. Esta aparente contradicción se acentúa con el hecho de que, mientras las percepciones de la economía nacional empeoraron de 2001 a 2003 (según estas encuestas), el apoyo a la democracia aumentó en el mismo lapso. Podría argumentarse que esto refleja el cambio en el fraseo de las preguntas sobre evaluación económica. Sin embargo, de 2003 a 2005, cuando las preguntas se mantuvieron intactas, la relación se revierte una vez más y, en contra de las expectativas lógicas, las percepciones acerca de la economía mejoran, pero el apoyo a la democracia cae.

Un modelo estadístico del apoyo a la democracia En esta sección se desarrolla un modelo multivariado de apoyo a la democracia con base en la ENCUP. Como se mencionó al inicio del artículo, la finalidad del modelo no es establecer relaciones teóricamente sólidas acerca de los determinantes del apoyo democrático, sino discutir los aspectos técnicos y metodológicos que subyacen a las mediciones de la ENCUP. La selección de variables explicativas no es, desde luego, del todo carente de teoría que las respalde, pero responde más a la posibilidad de construcción de algunos índices a partir de los cuestionarios de 2003 y 2005 —debido a la poca posibilidad comparativa de las preguntas, la encuesta de 2001 no se incluye en el análisis—. En el modelo se incluyeron 17 variables, algunas de las cuales son índices compuestos, para explicar el grado de apoyo a la democracia. Dichas variables están organizadas en cinco áreas temáticas: desempeño, confianza institucional, confianza política, actitudes políticas y capital social. En el rubro de desempeño, la expectativa es que entre mejor sea la evaluación sobre el estado de las cosas, mayor será el apoyo a la democracia. En otras palabras, el apoyo democrático podría estar en función de la percepción de los logros del sistema. En algunas investigaciones se ha demostrado que la confianza política en las democracias, tanto establecidas como de reciente transición, está claramente influenciada por las percepciones sobre el desempeño (CaAlejandro Moreno Álvarez

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tterberg y Moreno, 2006). En esta parte del modelo se incluyen las dos variables de evaluación económica discutidas en la sección anterior —la situación económica del país y la personal—, además de un indicador sobre la creencia de que la política contribuye a mejorar el nivel de vida y otro más sobre el grado de satisfacción con la democracia. La satisfacción con la democracia se deriva de la pregunta: ¿qué tan satisfecho está usted con la democracia que tenemos hoy en México? Se utilizó una escala aparentemente convencional de respuesta: muy satisfecho, satisfecho, poco satisfecho y nada satisfecho. Sin embargo, como punto medio entre ellas se añadió la opción espontánea Ni satisfecho ni insatisfecho; opción rara vez utilizada en este tipo de escala ordinal, pero común en una escala tipo Likert (la cual sería del orden muy satisfecho, satisfecho, insatisfecho, muy insatisfecho). Los resultados de ésta y otras variables incluidas en el modelo se muestran en el Apéndice. Baste decir que el nivel de satisfacción con la democracia permaneció estable de 2003 a 2005 (alrededor de 25%), mientras que el nivel de insatisfacción se redujo. La última variable de esta temática tiene que ver con la interrogante sobre si la política contribuye o no a mejorar el nivel de vida de los mexicanos. La decisión de incluir esta variable en una parte sobre desempeño podría ser cuestionable, pero se consideró que la confianza en la política —la cual se desprende de esta pregunta— no es una confianza ciega, sino que refleja circunstancias y, muy posiblemente, resultados. Según los datos de la encuesta, la proporción de mexicanos que creen que la política sí contribuye a mejorar el nivel de vida es minoritaria. Además, esa proporción se redujo ligeramente de 2003 a 2005, de 43 a 39%. En el rubro de confianza en instituciones se incluyen indicadores de la confianza en los partidos políticos, el IFE, el Congreso y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La expectativa es que una mayor confianza en las instituciones democráticas está asociada con un mayor apoyo a la democracia. El comportamiento de estas variables, entre la Segunda y Tercera ENCUP es de una ligera reducción, cada una en su nivel correspondiente. El cuestionario utilizó una escala de 0 a 10 para registrar el nivel de confianza en una lista de 15 instituciones o sectores sociales. El fraseo, sin embargo, planteó la escala como una calificación, más que como confianza. Esto pudiera generar confusión entre los entrevistados al momento de responder y, por supuesto, errores de medición importantes. Al comparar con la misma 46

El apoyo a la democracia en México

pregunta en 2001 (en la cual se utilizó una escala de cinco puntos y no se hizo referencia a la calificación), la confianza en las instituciones registra un aumento significativo en las dos encuestas posteriores. Esto es, por supuesto, un efecto del cambio en las escalas y el fraseo de la pregunta, y sugiere el hecho de que, aunque la escala de calificación efectivamente va de 0 a 10, el 5 ya es una puntuación reprobatoria y el 6 es una mala calificación. Esto provoca que, de manera natural, haya un sesgo hacia los valores superiores a 5. Una muestra de ello es que, mientras que algunos estudios internacionales han mostrado que el nivel de confianza en los partidos políticos oscila alrededor del 30%, las ENCUP de 2003 y 2005 arrojan datos superiores a 40%. Más importante aún, la comparación con la misma ENCUP, en su versión 2001, arroja datos radicalmente distintos de confianza institucional. Veamos los datos que se presentan en el Cuadro 4 para dar sustento a esta afirmación. Para propósitos ilustrativos, se construyó un índice de confianza institucional tomando en consideración a las cuatro instituciones antes mencionadas (partidos, IFE, Congreso y Suprema Corte de Justicia). La pregunta en 2001 fue directa, sin referencia a una escala de calificación: ¿Qué tanta confianza le tiene usted a las siguientes instituciones? Las opciones de respuesta ofrecidas eran mucho, algo, poco, casi nada y nada. Las distintas escalas se compatibilizaron en tres categorías, de manera que el tratamiento fuese el mismo en todos los años. Como puede apreciarse, mientras que el nivel de confianza alto en esas instituciones representaba 25% en 2001, en 2003 era de 59 y en 2005 de 51%. Estos, más que aumentos en la confianza institucional, son efectos de las distintas metodologías empleadas. El rubro de confianza política es, de hecho, una extensión del anterior e incluye una sola variable: Por lo que usted ha visto, ¿las leyes se aplican para lograr el beneficio de todos o de unos cuantos? Se trata de un indicador convencional sobre confianza política en la literatura correspondiente (una discusión que puede encontrarse en Catterberg y Moreno, 2006). El interés de incluir por separado a las instituciones tiene que ver, simplemente, con el análisis realizado en torno a éstas, pero bien podría ser parte del rubro de confianza institucional. La expectativa directa es que entre mayor sea la percepción de que las leyes benefician a todos mayor será el apoyo a la democracia. Sin embargo, esta expectativa directa puede no cumplirse en México, a menos que se le asocie con la que sostiene que las leyes que producen un

Alejandro Moreno Álvarez

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beneficio más o menos generalizado son producto de la reciente experiencia democrática. Un ejercicio interesante, para futuras mediciones, sería el de comparar leyes recientes (como la Ley de Transparencia) con leyes previas y, a partir de ello, diferenciar las que se asocian con la democracia de las que no y las que benefician a todos de las que no.

Cuadro 4

Apoyo a la democracia por confianza institucional, 2001-2005. 2001

Índice de confianza en los partidos políticos, el IFE, la SCJN y el Congreso Alto nivel de confianza Medio Bajo 51(11)

%

2003

%

2005

%

61(25) 74(58) 61(20) 61(49) 68(31) 56(48) 44 (26) 64(10)

El índice de confianza institucional considera la confianza en los partidos políticos, el IFE, la Suprema Corte de Justicia y el Congreso. La prueba de confiabilidad para la construcción de este índice arroja una alfa de Cronbach de 0.78 en 2001, 0.86 en 2003 y 0.79 en 2005. Pregunta: En esta escala de calificación como en la escuela, en donde 0 es nada y 10 es mucho, por favor dígame, ¿qué tanto confía en...? Nota: En 2001 el fraseo fue el siguiente: ¿Qué tanta confianza le tiene usted a las siguientes instituciones (en una escala de 1=mucho, 2=algo, 3=poco, 4=casi nada, y 5=nada)? Para construir el índice de manera que fuese compatible en las tres encuestas, las escalas de 2003 y 2005 se convirtieron a una escala de cinco puntos, como en el 2001. A partir de ellas se hizo un índice aditivo que, para propósitos analíticos, luego se recodificó en tres niveles de confianza: Alto, medio y bajo.

En el rubro de las actitudes políticas hay una serie de variables directas y compuestas. Todas ellas tocan, en cierto grado, la diferenciación entre valores más democráticos y menos democráticos. La primera es un indicador que refleja la visión minimalista, electoral, de la democracia: el voto de la mayoría debe decidir las acciones del gobierno. Para propósitos prácticos, a esta variable se le ha llamado mandato mayoritario. Preguntas que tienen que ver con la protección de las minorías, sin embargo, no se incluyeron en los cuestionarios de 2003 y 2005. 48

El apoyo a la democracia en México

La segunda variable del rubro de actitudes es un índice compuesto de inclusión o participación política. Este indicador refleja uno de los dos pilares del concepto de poliarquía de Robert Dahl (1971): la participación (el otro es la competencia). La expectativa sería que a mayor voluntad de inclusión mayor apoyo a la democracia. ¿Qué tan incluyentes o excluyentes son los mexicanos cuando se trata de permitir que ciertas personas participen en política? La pregunta de la ENCUP es: De la lista que le voy a leer, en su opinión, dígame ¿quiénes sí deberían participar en la política y quiénes no? Las opciones leídas eran: los periodistas, los sacerdotes o ministros religiosos, los profesores, los empresarios, los militares, los artistas, los profesionistas, los jóvenes, las mujeres, los indígenas y los homosexuales. Cada una de estas opciones tomó el valor 1 en caso de permitirles la participación, o 0, en caso de cualquier otra respuesta, ya sea negativa o incierta. El índice aditivo que se construyó es la suma de las 11 variables, por lo que la escala resultante va de 0 a 11. El cero significa que el entrevistado dijo que ninguno de estos tipos de personas debería participar en política (3 y 5% en 2003 y 2005, respectivamente), mientras que el 11 significa que todos deberían participar (9 y 10% en cada año). La mayoría de las respuestas en los dos años se concentra en el rango que va de 6 a 10. La tercera variable de actitud también es un índice compuesto, en este caso denominado de defensa a las libertades individuales. La ENCUP preguntó: ¿Estaría dispuesto o no a sacrificar la libertad de expresión a cambio de vivir sin presiones económicas? El mismo planteamiento se hizo con respecto a la libertad de organización y a la libertad de creencias, por separado. Las respuestas negativas (no están dispuestos a tal sacrificio) se codificaron como 3, las positivas como 1 y el resto de las respuestas como 2 (representando un punto intermedio). El índice aditivo va de 3 a 9, en donde 3 indica que el entrevistado estaría dispuesto a sacrificar esas tres libertades y 9 que no estaría dispuesto a sacrificar ninguna. La expectativa, en este caso, es que el apoyo democrático será mayor entre aquellos que están menos dispuestos a sacrificar las libertades individuales. Como puede verse en el Apéndice, la media en este índice se redujo de 2003 a 2005. La penúltima variable de este rubro es un indicador de tolerancia. En este caso se incluyó una variable que refleja el nivel de tolerancia hacia el disenso. La pregunta utilizada es: ¿Estaría de acuerdo o en desacuerdo en que se permitiera salir en televisión a una persona que va a decir cosas que están en

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contra de su forma de pensar? Para hacer la pregunta más clara aún, pudo haberse especificado en contra de lo que usted piensa, pero esperemos que el fraseo no se haya prestado a confusión. La expectativa en este caso es que una mayor tolerancia debería estar asociada con un mayor apoyo a la democracia. Como otros indicadores revisados a lo largo de este artículo, en este caso hubo una reducción de la actitud prodemocrática, la tolerancia, de 2003 a 2005. De por sí, el porcentaje de tolerancia ya era bajo pero en 2005 se situó en apenas alrededor de 34%. Finalmente, el modelo incluye, en su rubro de actitudes, un sentido de representación política. Para este indicador se utilizó la pregunta: Al elaborar las leyes, ¿qué es lo que los diputados toman más en cuenta? Las respuestas ofrecidas fueron: los intereses de la población, los intereses de sus partidos, los intereses del Presidente, sus propios intereses (esta última de respuesta espontánea). Para propósitos del modelo, se tomó la categoría de los intereses de la población como un sentido amplio de representación, aunque las expectativas en este caso son mixtas. Dado que, de alguna manera, hay varios niveles de representación en la pregunta, es difícil establecer una expectativa teórica con el apoyo a la democracia. Por ello, simplemente se prueba el efecto que el sentido más amplio de representación tiene en dicho apoyo. Este sentido de representación es, sin embargo, muy reducido: 14% en 2003 y 16% en 2005. El último rubro incluye variables relativas al capital social, entendido éste en términos del nivel de asociacionismo u organización de los mexicanos. Se utilizan tres índices compuestos, uno de pertenencia a organizaciones, otro de actividad en diversas organizaciones (la diferencia con el primero es que puede tratarse de pertenencia nominal pero no activa) y el tercero, de acción organizada para resolver problemas específicos. Cada uno de ellos es un índice aditivo que incluye la lista completa de asociaciones y acciones mencionadas en la ENCUP. El indicador resultante en los tres casos se recodificó en una escala de 0 a 3, donde 0 significa una ausencia total de pertenencia, actividad y acción en organizaciones, el 1 y el 2 representan pertenencia o actividad en una o dos organizaciones, y el 3 significa pertenencia o actividad en tres o más tipos de organizaciones. La relación esperada es directa: a mayor capital social debería registrarse un mayor apoyo a la democracia (ver, por ejemplo, Putnam 1993, 2000).

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El apoyo a la democracia en México

Resultados La estimación del modelo se basa en una regresión logística con una variable dependiente dicotómica que toma los valores 1 (apoyo a la democracia) y 0 (otras respuestas). Los resultados se muestran en el Cuadro 5, en tres modalidades: la primera es un análisis de las encuestas de 2003 y 2005 juntas, es decir, en un archivo compuesto (pooled dataset), la segunda es la encuesta de 2003 por sí sola y la tercera es la encuesta de 2005.

Cuadro 5

Predictores del apoyo a la democracia en México: Modelo de regresión logística con base a la ENCUP 2003 y 2005. Archivos acumulados 2003 y 2005 Desempeño Situación económica del país Situación económica personal Satisfacción con la democracia La política contribuye a mejorar nivel de vida Confianza institucional Partidos políticos Instituto Federal Electoral Congreso Suprema Corte de Justicia de la Nación

Encuesta 2003

b

Sig.

b

-0.109 0.075 0.062

** * *

-0.083 -0.041 -0.041

0.429

***

-0.234

-0.009 0.234 -0.072

***

0.026 0.215 -0.011

0.017

Sig.

Encuesta 2005 b

Sig.

-0.064 -0.116 -0.132

* ***

***

-0.525

***

***

-0.032 0.167 -0.093

***

0.073

-0.023

-0.306

***

0.406

***

Confianza política

Las leyes se aplican para beneficio de todos Actitudes políticas Mandato por voto mayoritario Índice de inclusión en política (participación) Índice de defensa de las libertades Tolerancia (permitir expresión contraria en TV) Representación (Legisladores toman en cuenta los intereses de la población)

-0.281

***

0.142

-0.487

***

0.498

-0.038 -0.029

*** **

-0.013 0.028

0.063 0.032

*** *

-0.372

***

0.138

0.484

***

-0.144

*

0.007

0.250

***

***

Alejandro Moreno Álvarez

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Archivos acumulados 2003 y 2005 b Capital Índice de pertenencia a organizaciones 0.064 0.087 Índice de organización activa 0.006 Índice de acción asociativa Constante Casos en el análisis Porcentaje de predicción correcta Significancia del modelo (valor p) R2 Nagelkerke

-1.214 7,979 66% 0.000 0.08

Sig.

Encuesta 2003 b

Sig.

Encuesta 2005 b

** ***

-0.072 -0.097 *** -0.076 *

-0.036 -0.069 -0.017

***

-.623 * -3,755 72% 0.000 0.05

-1.227 4.224 64% 0.000 0.011

Sig. *

***

Variable dependiente: Para el país es mejor una democracia que respete los derechos de todas las personas aunque no asegure el avance económico. b: coeficiente de regresión logística Sig: Niveles de significancia estadística: * p
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