Capacidad de ampliar fronteras de saber y de innovar en tecnologias de informacion

July 26, 2017 | Autor: M. Petrizzo-Paez | Categoría: Aprendizaje Institucional, Conocimiento Libre, Tecnologias De La Informacion
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Descripción

Capacidad de ampliar fronteras de saber y de innovar en tecnologias de informacion Mariángela Petrizzo CUHELAV Activismo pro conocimiento libre Jornadas de socialización de la CONATI - Marzo - 2015

Ampliar fronteras del saber

Afirmar que “el saber” tiene fronteras, constituye un intento por configurarlo como espacio dotado de condiciones propias de los territorios tal y como los conocemos: dimensiones conocidas, confines establecidos y articulación sabida del territorio con los elementos que lo conforman. Sin embargo, siguiendo a Otto Maduro (2004), tal parece que el saber, en tanto que conocimiento, deviene mucho más de una confluencia iterativa de diversos elementos que por un designio lineal del curso de las cosas. Nos dice el autor, que uno de los elementos centrales de la configuración del conocimiento es la experiencia, y en torno a ésta, define varios elementos que, desde una infancia muy temprana la configuran: alegrías y dificultades, aceptación y rechazo, normas sociales, lo sabido y lo conocido, la certeza, el poder, la frustración, la contradicción y la incoherencia… los cuales, desde sus zonas de impacto articulan en el devenir individual y social, aquello que el individuo o el colectivo terminan identificando como que “conoce” o “sabe” desde la realidad. Siguiendo al autor, mapeamos la realidad en función de lo que valoramos que es bueno o malo, de allí que busquemos vecindad con cosas que nos impactan de modo positivo y lejanía de aquello que identificamos como dañino. Pero, si así ocurre con la visión de la realidad que nos otorga la experiencia, ¿no ocurre acaso también con el saber? Pienso que si, y por ello, estoy convencida de que frente a la afirmación de que los límites de lo que sabemos no son suficientes, que deben ser ampliados, me resulta intrigante conocer cómo aceptamos que lo que vemos como límites de lo

sabido son, en realidad, su última frontera, y no su frontera más próxima a nuestra mirada. De modo que, me permito proponer, que nos interroguemos sobre el objetivo del saber. Con ello, en realidad, estoy exponiendo ante los presentes, una de mis más radicales conversaciones internas: ¿hay un objetivo en el saber o saber es, en si mismo, un objetivo deseable? Me gustaría, sin embargo, conducir aún más el ejercicio propuesto, y otorgarle un dominio a la pregunta: propongo que nos preguntemos sobre si existe un propósito en saber de Tecnologías de la Información o si, por el contrario, saber de Tecnologías de la Información es, en si mismo un propósito. Y, visto que es un ejercicio que ocurre en este espacio, el de la esperanza y los anhelos por que las cosas que hay que hacer por el país y con éste se hagan bien, me gustaría que ese dominio que constituyen las Tecnologías de Información, lo reinventáramos a su genuina condición de libre y lo miráramos desde la atalaya de una institución pública.

El saber sobre el desarrollo de TIL o la pertinencia de lo que se aplica de TIL desde las instituciones .

Si continuamos la secuencia presentada por Otto Maduro (2004), debemos afirmar que sabemos de aquello que la experiencia nos ha revelado. Me gustaría hacer un inciso en este punto para evidenciar que creo en procesos de aprendizaje que no son exclusivos de personas, sino que pueden ser compartidos también por las instituciones con la cuales éstas se encuentran vincuados/-as. Así, es bueno acotar que las instituciones tienen una suerte de modo de ser, y hasta de humor que les es propio y que condiciona el modo en que lo que llamamos “saber institucional” es mostrado, interiorizado, asimilado y evidenciado en comportamiento por parte del nuevo personal. Esta idea no es mía. Ikujiru Nonaka y Hirotaka Takeuchi, vienen hablando de esto desde hace tiempo, en el campo de la teoría de las organizaciones. A lo que ocurre institucionalmente en ese proceso de evidencia, interiorización, asiilación y socialización del saber o conocimiento institucional, es lo que ellos llamaron SECI, y la interacción de esos procesos, genera un espacio llamado “Ba” y que no es más que un entorno de aprendizaje (institucional) que se favorece por instrumentos como el diálogo, sistematización y organización del

saber que ocurre al interior de una organización. Entonces, debo decir que las instituciones aprenden, y según como aprenden, enseñan a todos los elementos con los cuales interactúan en su ejecución o hechura de políticas públicas, por ejemplo, pero también en el ejercicio de su propio quehacer institucional. Referidos al dominio que antes hemos descrito, las TIL, y desde las instituciones, diré que el Ba generado por el proceso SECI, apunta con acierto a comprender las instituciones como espacios de aprendizaje, y también sirve para aplicar lo que, en colectivo y desde el colectivo, han experimentado con TIL. Institucionalmente, el impulso para el desarrollo de TIL pertinentes para la acción social organizada (a través de consejos y corredores comunales, por ejemplo), supone una idea clara sobre la necesidad de cultivo de la tecnología, el conocimiento y los procesos generadores que los sustentan, a ambos, como bienes comunes a todos los ciudadanos y las ciudadanas del país. Esta visión de cultivo entra en franca contradicción con cualquier otro modelo de diseño, producción o adopción de tecnologías que suponga un escenario distinto al de la libertad, la transparencia y la inclusión. Cuando afirmo que las TIL son un bien común, las estoy equiparando en valor de uso social al agua, el aire, las semillas o la tierra. La teoría de los comunes, de la que nos hablaron en la Tragedia de los Comunes primero y luego Elinor Ostrom 1, nos reúne en torno a la idea de que hay algunos bienes tangibles o no, que son indispensables en cualquier sociedad para poder desplegarse en su justa dimensión. Decir que las TIL son bien común, supone asumir que, comprendido el uso actual dado a las TIL para diseminar, remezclar, reproducir y divulgar el conocimiento y los saberes, éstas son indispensables y, por tanto, merecedoras de cuidado, cultivo y protección. Y parece que no estamos lejos, cuando desde el activismo por el conocimiento libre, afirmamos que el saber (en sus distintas manifestaciones culturales y/o socioproductivas) o internet tienen o debieran tener, la condición de un derecho humano. Las instituciones, desde el dominio de las TIL deben, por tanto, apuntar a cultivar una conciencia colectiva sobre la condición de bien común de las TIL. Y también deben ayudar en la tarea de pensar cómo inducir y formar esta conciencia colectiva.

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Mujer, y premio nóbel de la economía por su propuesta de la teoría de los comunes.

Entonces, ¿Qué quitamos y qué ponemos al quehacer institucional?

Quizás uno de los primeros elementos que debemos cuestionarnos desde las instituciones es, precisamente, el rol de éstas en el proceso de cambio de prácticas que no les permiten apropiarse en su interior, de una cultura de cuido y el cultivo en torno a las TIL. Superadas éstas por la via del aprendizaje institucional en el despliegue de nuevas experiencias, es posible que una institución comience colectivamente a comprender qué hacer para generar procesos similares en colectivos sociales. En el contexto de esta propuesta, el término 'Tecnologías Libres', por ejemplo, encierra un significado heredado de la filosofía del software libre, y se utiliza para identificar a todos aquellos productos tecnológicos sobre los cuales todas las personas puedan tener acceso a través de su documentación y de sus especificaciones, lo cual permitiría proponer e implementar mejoras y modificaciones que expandan y amplíen sus usos para la apropiación social y la soberanía tecnológica. Por su parte, la noción de conocimiento libre, encierra una discusión de mayor abstracción, pues no hace referencia de modo exclusivo a la aplicación de las cuatro libertades sobre éste al no ser un producto, y tampoco se refiere a un producto tangible. Así, el conocimiento es un bien común, con un carácter genuino de libertad, pero que se encuentra secuestrado y socialmente enajenado por intereses particulares, económicos generalmente, de orden local, nacional o incluso mundial. No es este el espacio para exponer ampliamente el debate en este sentido, pero si para establecer que sobre el conocimiento no puede operar otra cosa que la búsqueda de su emancipación en distintos planos y espacios: desde los procesos y metodologías de formación y aprendizaje hasta las instituciones públicas donde ocurren acciones y decisiones en ocasiones en franca antagonía y contradicción con la propuesta del Estado que propugna defensa de saberes propios, búsqueda de la independencia y soberanía tecnológicas y construcción del hombre y mujer nuevos. Tengo la convicción de que una institución que se cuestione sobre los propósitos del saber de las TIL, debe comprender de modo claro (evidenciado en sus prácticas) la diferencia, dimensiones e impacto de las TIL y sus referentes conceptuales. Y tengo el convencimiento de que este legítimo cuestionamiento, lejos de

entorpecr el desempeño institucional, lo habilita como agente transformador de su entorno, pues en lugar de partir de soluciones prediseñadas, se permite preguntarse sobre su quehacer a la luz de lo que evidencian sus prácticas. Pero no siempre basta comprender lo anterior para que ésto ocurra. Recientemente cobra mucha más fuerza entre activistas, la convicción de que todas las actividades financiadas con fondos públicos provenientes y administrados por el Estado venezolano, deben contribuir, de modo evidente y explícito, al desarrollo y fortalecimiento de las capacidades locales y que estas capacidades locales deben, de modo explícito, involucrar distintas instancias. Es por ello que activistas del país, hemos buscado incidir en una propuesta de Ley de Acceso Abierto y Difusión Libre del Conocimiento, buscando construir entre muchos lo que nos impacta a todos/-as. Esto habla de una concepción del conocimiento que invoca al cuido, fomento y protección. Pero habla, además, de la construcción de una idea fuerza en torno al conocimiento que lo hace instrumento de la emancipación social a través de su liberación y su enarbolación como bien común y, por tanto de todos y todas.

De las prácticas El desarrollo endógeno pasa por la identificación de vocaciones, potencialidades y capacidades para la construcción de decisiones locales. Como proceso, acción y espacio para el quehacer humano, la construcción del desarrollo no debe asumirse exclusivamente como responsabilidad institucional, pero tampoco puede pensarse sin intervención de las instituciones. Buena parte de las decisiones locale de desarrollo endógeno, involucran actividades desde las TIL aplicadas al ejercicio de las labores de Estado y gerenciales de colectivos. De este modo, el apego de ésta a estándares y prácticas de construcción, divulgación, e internalización libres es lo único que garantiza que dicha tecnología permanezca en la esfera de los bienes comunes. De allí que construir un esquema de trabajo colaborativo en torno a las soluciones tecnológicas para el Estado venezolano se convierte más que en una decisión, en la construcción del camino hacia el logro de un objetivo estratégico: la soberanía e independencias tecnológicas, lo cual, en el terreno de actividades de gestión del Estado, adquiere además, un cariz táctico. En parte es en este espacio en el cual el saber sobre tecnologías libres comienza a tener un propósito.

En el plano en el cual se puede evidenciar desarrollo comunitario de las Tecnologías de Información Libres (TIL) en nuestro país, concurren por igual actividades, colectivos, activistas, movimientos e iniciativas empresariales o altruistas que dan sentido a una serie de tareas que se asumen como propias de las labores de construcción del paradigma de las TIL, como lo son: divulgación y socialización, organización socio-comunitaria, desarrollo de aplicaciones y herramientas de TIL, socialización colectiva entre pares y articulación sociopolítica entre otros. En los procesos de autogestión se involucran valores ya interiorizados en la comunidad como la ética, la solidaridad y el compromiso con el activismo. “El principio radical del Software Libre es el trabajo colectivo, altruista y desinteresado de personas que se reúnen para cooperar en torno a un fin común, aportando su experiencia en distintos ámbitos. Esto supone un cambio en las relaciones y en los modos de producción: Ya no se crean productos para ser vendidos masivamente en el mercado, para que unos pocos acumulen capital, sino que un grupo de personas trabaja de forma colectiva para generar conocimiento que permanece público, permitiendo que otras personas puedan aprender de él y continúen mejorándolo. Pero además, opera un proceso de progresiva comprensión y apropiación de los medios de producción y de las formas en que la tecnología se manifiesta en cada producto y aporte del Software Libre: ya no se asume a las y los usuarios como “consumidores” pasivos: todos somos productores y participamos en la construcción del conocimiento desde Internet”12. El pueblo se convierte entonces en “prosumidor”3 Así, la comprensión sobre las tecnologías libres que debe construirse desde las instituciones, supera lo estrictamente técnico para configurarse en una perspectiva algo más compleja que busca involucrar y dinamizar otros elementos del entorno como los procesos de aprendizaje y las prácticas sociales, por ejemplo. Si pensamos en el sentido del saber de TIL, cómo podemos evaluar, desde las instituciones cuál es nuestro nivel actual de "saber" en tic? En TIL uno de los modos de dilucidar si sabemos, cuánto sabemos y si encontramos sentido a lo que sabemos, es construyendo documentación y sistematizaciones sobre las experiencias vividas e identificando los repositorios de software y documentos y valorando su crecimiento a lo largo del tiempo. 2

3

Extracto de la Carta Abierta al ex-Ministro Menéndez en ocasión de la rendición de Memoria y Cuenta ante la Asamblea nacional (texto completo desde aquí https://libreconocimiento.wordpress.com/2011/02/19/carta-abierta-al-ministro-menendez-en-apoyo-a-ladifusion-del-software-libre/#more-308 Ley Orgánica del poder económico comunal, Artículo 6, Numeral 16. http://proyectos.aragua.gob.ve/descargas/Ley_OrganicaSistemaEconomicoComunal.pdf

El establecimiento de repositorios comunes para desarrollo no ocurre por generación espontánea ni se mantienen con un crecimiento constante por el simple deseo de que así ocurra. Del mismo modo, en una sociedad sin narrativa, la construcción de documentación en torno a procesos, productos o articulaciones sociales no es tarea fácil. La articulación, generación y mantenimiento de repositorios, documentación y prácticas colaborativas, les configura como espacios transformadores no sólo de prácticas inherentes la técnica del desarrollo de aplicaciones, sino también un espacio de desmontaje de patrones de acumulación propios del capitalismo cognitivo. Como gérmen de ese Ba del que hablamos antes. De modo que algo que como colectivos de activistas, desarrolladores/-as o instituciones debemos conocer son las prácticas sociales y organizacionales que permiten sustentar y garantizar la fluida articulación de componentes técnicos, sociales y políticos en el desarrollo de las TIL como potenciallidad, vocación y capacidad nacionales. A modo de cierre: Capacidades, vocaciones y potencialidades: quién fue primero? 1. El software libre, el hardware libre y el conocimiento libre, contemplan criterios técnicos, sociales y educativos entre otros. 2. El saber se construye en mucho con la experiencia. De tal forma, son hechos positivos la aceptación y valoración positiva efectiva hacia los procesos de entrega al dominio común de toda la información. 3. Institucionalmente debe construirse una clara y pública visión acerca de los procesos de formación y adiestramiento en las áreas antes mencionadas y su orientación 4. No debe tenerse a la re-visión de prácticas, procesos y resultados. Una perspectiva pertinente sobre los procesos de prospectiva y observación tecnológica sobre el sector, supone también fomentar labores de investigación, innovación y desarrollo y socializarlas de modo tal que se hagan cotidianas y comunes en los espacios más triviales del quehacer social.

Aún hablando de tecnologías libres, nos enfrentamos a un espacio sociopolítico que debe configurar un proceso constante y recursivo para la comprensión, el conocimiento y la apropiación sobre los medios de producción, lo cual debe suponer, además la reversión también recurrente de los beneficios (educativos,

culturales, alimentarios, sociales y económicos, por ejemplo) a la sociedad, la generación de arraigo entre todos los agentes vinculados y la consideración, inclusión y respeto por las capacidades y vocaciones locales y grupales de los colectivos y la comunidad de software/hardware/conocimiento libre, como organizaciones de base del poder popular. Aunque capacidades, vocaciones y potencialidades son claras y visibles en espacios geográficos o territorios colectivos, también existen en entornos institucionales. En este sentido, pareciera que el llamado debe dirigirse hacia la orientación de las capacidades institucionales, con miras la satisfacción de necesidades de la superestructura e infraestructura del Estado y más específicamente de la Administración Pública Nacional y las necesidades emergentes derivadas de la creciente y progresiva articulación del poder popular en torno a labores propias del cambio de paradigma socioproductivo en el país. En este sentido, urge abordar una comprensión integral de las institucions llamadas a fortalecer y acompañar la generación de soluciones de TIL en el país, que posibilite, entre otras cosas que, 1. Los datos manejados, los resultados producidos, la información en suma, obedezcan a los principios de datos para el gobierno abierto: datos completos y disponibles, los datos deben estar disponibles a tiempo, de forma primaria (lo menos agregados posibles), datos accesibles, procesables a través de máquinas, no discriminatorios, deben estar dispuestos en formatos no propietarios, deben estar libres de licencias y, finalmente, las quejas, observaciones o sugerencias sobre datos, información o procedimientos, deben tener una respuesta. 2. Contribuir a la conformación de repositorios útiles para la Interoperabilidad, Gobierno Electrónico, el Software Público y para el sustento de procesos de aprendizaje (en cualquiera de sus formas), investigación y desarrollo. 3. Acciones con la transparencia como uno de sus principios rectores, y satisfacer, además, la colaboración y la participación como tres pilares clave de este tipo de iniciativas. Esto supone que este trabajo no puede ocurrir en las dimensiones que se requieren en estos tiempos, a menos que se articulen con la generación de dinámicas locales de aprendizaje, comprensión y construcción local de decisiones.

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