Cantemos al amor de los amores: religión, emoción y género en el Congreso Eucarístico de Madrid (1911)

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Descripción



The Pioux Sex, Beyond the feminization thesis.
Immaculada Blasco Herranz ciudadanía femenina y militancia… p187
Citar Fouilloux (se me ha olvidado)
No hay que olvidar que, como advierte Callahan, las autoridades que llevaron a cabo las reformas eclesiásticas más radicales (ministros reformistas como José Canalejas y el Conde de Romanones) eran católicos libro de Boyd, capitulo de Callahan P17
MARINI, Piero, "The Shape, Significance and ecclesial impact of Eucharistic congresses: meeting with the episcopal conference of Ireland", 9 Junio 2009, < http://www.vatican.va/roman_ curia/pont_ committees/ eucharist-congr/documents/rc_committ_euchar_doc_20090609_fisionomia-congressi_en.html>, [13/7/2014].
GIBSON, Ralph, A Social History of French Catholicism, London, Routledge, 1989 London, págs. 257-259.
http://www.fundaciontrelles.org/rafagas.html (L. S. Tomo XIII (1882) Pág. 260-265) y (L. S. Tomo IX (1978) Pág. 123)
Melissa Raphael Oxford Handbook of Religious Emotions, P182 (verificar páginas de ambas citas)
Actas…, op. cit., págs. 225-226.
Actas del CEI p288
INCLUIR ESTO EN EL FUTURO ARTICULO La diferencia de roles otorgados según el género puede entenderse como una ilustración del hecho –citando de nuevo a Raphael- de que las expresiones públicas de la sensibilidad "femenina" (ya sean estas realizadas por hombres o mujeres) son una fuente de incomodidad (embarrassement) para las élites religiosas.

Actas…, op. cit., p .310.
Botti Algo más sobre el nacionalcatolicismo, clericalismo y asociacionismo en España: de la restauración a la transición p196. Ver además Cielo y dinero.
A la nación por la masculinidad, feminidades y masculinidades… p47-75
Libro de C Boyd p169
meter referencia de la cita como nota a pie de pagina: Archivo de Palacio Alfonso XIII, Actos Culturales, caja 12419 exp 6, El Siglo Futuro, nota de prensa viernes 30 junio 1911 no 1194).
Crónica del diario El PAIS citada en las Actas del CEI MADRID p415
Luces iconoclastas, anticlericalismo, espacio y ritual en la España contemporánea p 37
Archivo de Palacio, -caja 12419 exp 6 : CEI
Catolicos y patriotas, menozzi, p24-25 Las ideas principales del papado de Pio X en torno al creciente nacionalismo (e imperialismo) podemos encontrarlas resumidas, como apunta Daniele Menozzi, en el célebre discurso que Pio X dio a la peregrinación francesa que estaba en Roma con motivo de la beatificación de Juana de Arco (1909). Por un lado, se afirmará que "si el catolicismo fuese enemigo de la patria ya no sería una religión divina", pero por otro se remarcará la importancia de subordinar la patria a la religión. La publicación jesuita La civilità cattolica cercana a las ideas del Vaticano, interpretará dicho discurso como "una apelación dirigida a los "falsos patriotas" que se negaban a obedecer la autoridad pontificia a "aceptar de corazón las admoniciones de este tribunal formado por Dios mismo para la salud de las naciones, el cual sólo puede impedir al patriotismo que degenere en odio."
(este texto estaba en la presentación versión más larga, incluir en artículo) El principio del siglo XX está caracterizado por un avance internacional de las políticas laicizadoras, junto con una radicalización del anticlericalismo, avances que serán recibidos como verdaderos ataques por la Iglesia Católica. Cabe mencionar entre otros, que en Francia, en 1905, se produce la separación del Estado y la Iglesia; en Portugal se proclama la Republica 1910; en España gobierna Canalejas (1910-1912), sin olvidar que todavía sigue vivo el recuerdo de la ira sagrada -para citar a Manuel Delgado- de la Semana Trágica (1909).
Si escribo un artículo, y sobre todo para la tesis, no olvidar citar el folleto carlista titulado "El « candado » los obispos y las minorías católicas" publicado en Barcelona en Enero 1911, con ideas radicales de fuerte crítica a la actuación del Episcopado en el Senado durante la discusión de la Ley del Candado. El escritor, anónimo, se autodenomina "católico radical" y acusa a la Jerarquía de haber llegado a un acuerdo con Canalejas a espaldas de los católicos
Católicos y patriotas, botti citando a Santos Julia y Balmes p 125.
Ibid.
Actas…, op. cit., p. 73.
Actas…, op. cit., p. 230.
Ver Javier Moreno Luzón
Ver Feliciano Montero el catolicismo español finisecular… p228
De la CUEVA MERINO, Julio "El Rey Católico" en Javier Moreno Luzón. Alfonso XIII. Un político en el trono. Madrid, Marcial Pons, 2003, p. 296.
Actas…, op. cit., p. 189.
Libro de Boyd, p. 145
Libro de Boyd, p 76
Ver Alfonso Botti
La "apostasía de las masas" y la recristianización de la sociedad: las estrategias pastorales de la Iglesia española en el siglo XX Autores: Feliciano Montero García Localización: El siglo XX : balance y perspectivas: V Congreso de la Asociación de Historia Contemporánea, 2000 , págs. 391-398 (p391)
Citar a Hervieu-Leger
No hay espacio en la presentación pero para la tesis no olvidar trabajar la teoría de que quizás el efecto del éxito rotundo de la celebración del CEI, junto con el efecto de la 1ª Guerra Mundial, ayudaría a explicar el silenciamiento del movimiento anticlerical en la segunda decenia del s. XX (estoy respondiendo, complementando, a una teoría de De la Cueva al respecto).

Natalia Núñez Bargueño
Université Sorbonne/Universidad de Alcalá de Henares

Cantemos al amor de los amores: religión, emoción y género en el Congreso Eucarístico de Madrid (1911)

Aunque mi trabajo no se inscribe en los límites temporales de este panel, espero que mis observaciones les sean útiles, puesto que muchos de los temas tratados con anterioridad a la Primera Guerra Mundial –y reflejados en las actas del Congreso Eucarístico Internacional de Madrid (CEI) de 1911- van a formar parte del importante acervo de referencias culturales utilizado por el nacionalcatolicismo para construir la masculinidad católica hasta bien entrado el siglo XX.

En los años recientes han salido a la luz interesantes trabajos sobre la construcción de las categorías de género en el catolicismo contemporáneo. En concreto, estos trabajos han aportado importantes matices que revelan los límites (el hecho de ser una metanarrativa histórica) de la "tesis de la feminización de la religión".

En la historiografía francesa, ha sido Etienne Fouilloux quien, ya en 1995, avanzó la idea de la existencia de un proceso de masculinización en la historia del catolicismo que él sitúa en el periodo de entre guerras, momento de auge en la acción de diversas organizaciones de catolicismo social, como puedan serlo la Acción Católica, y el movimiento scout, este último de fuerte componente paramilitar. Según Fouilloux, fue en ese momento que dichos movimientos laicos tomaron consciencia del fuerte contenido "femenino" de la práctica religiosa y buscaron la forma de renovarla; para ello llevarán a cabo una particular relectura de la tradición cristiana desde el punto de vista de la virilidad.

El propósito de mi presentación es acercarme al estudio del CEI tomando en cuenta el campo abierto por estos trabajos en el campo de los estudios de la masculinidad católica. Mi tesis principal es la siguiente: a pesar de que la práctica religiosa se había feminizado, el universo católico seguía siendo, principalmente en su faceta pública y oficial (como pueda ser en las celebraciones del CEI, los trabajos de ciertas obras católicas y por supuesto la prensa), un universo en el que el factor masculino seguía muy presente. Mi trabajo analizará la forma en que el CEI de Madrid se va a articular como una oportunidad para afirmar y regenerar la identidad católica en el espacio público, así como también contribuir con una propuesta clerical al debate respecto a la re/construcción nacional que marca el periodo posterior al "desastre" del 98 en España.

Los Congresos Eucarísticos Internacionales: importancia de su estudio.

En España han tenido lugar tres celebraciones: Madrid 1911, Barcelona 1952, Sevilla 1993.

Las reuniones y ceremonias promovidas por el Congreso Eucarístico Internacional han ejercido una influencia crucial en la historia del catolicismo contemporáneo en cuestiones tan centrales como las relaciones internacionales, la política nacional, la teología, la piedad, la liturgia y el apostolado. En ese sentido, los CEI han sido una de las plataformas a través de las cuales la Iglesia ha lidiado las tensiones resultantes de las diferentes etapas de secularización.


Debemos ver el surgimiento del Congreso Eucarístico Internacional, en la segunda mitad del siglo XIX en Francia, dentro del cambio de sensibilidad religiosa que desde mediados de siglo XIX se venía registrando en casi toda Europa (y especialmente en Francia) y que se manifestó en la sorprendente floración de obras encaminadas a promover la imagen de un dios de amor, alejado del austero modelo de piedad y moralidad jansenista que había caracterizado el siglo precedente.

Los CEI son un evento clave para el estudio de las nuevas formas de expresión de las emociones religiosas en el contexto católico, su éxito dependía de su poder para despertar emociones religiosas intensas en las masas.

Los CEI son además eventos con un gran potencial para evocar un momento de efervescencia colectiva, para utilizar el concepto de Durkheim, con las que ratificar, celebrar y reforzar la unidad social, un elemento, como vamos a ver, central al contexto español de reconstrucción nacional a principios de siglo XX.

El amor Eucarístico y cuestiones de género.

La emoción clave de la devoción eucarística es el amor. Si bien los católicos son exhortados a amar, el hecho de que la forma correcta de expresar dicho amor esté comúnmente asociado a ciertas normas de género, hace que dicho mensaje tenga un fuerte contenido de inestabilidad interna, ya que puede sufrir reapropiaciones, inversiones y subversiones tanto por la parte de los hombres como de las mujeres.

Por ejemplo, el exceso en la expresión de la emoción religiosa se ha tratado diferentemente a los hombres y las mujeres, siendo los primeros elevados a la categoría de santo y las segundas con frecuencia diagnosticadas como casos de histeria. Un diferencia, por otra parte, reveladora de la existencia de un mecanismo de defensa del inconsciente masculino frente a la subversión de categorías de género implícita al amor místico.

Podemos ver un ejemplo de lo anterior en la diferente construcción hecha de dos de los principales devotos de la Eucaristía en el ámbito español: el Santo Pascual Bailón(1540-1592), patrono de los CEI y Teresa Enríquez de Alvarado (1450-1529), una dama de la nobleza castellana, que en vez de ser recordada por su profunda religiosidad y su dedicación a las obras de caridad, ha llegado a la posteridad con el título otorgado por el Papa Julio II La Loca del Sacramento.

El amor tiene una cualidad dual, trasforma al individuo en objeto/sujeto: el creyente devoto aspira al amor de Dios, pero el amor de Dios queda fuera de su capacidad de voluntad, y por consiguiente, al hombre creyente le corresponde un papel que normalmente, en la sociedad, se asocia a lo femenino. Para citar las palabras de Luis de Trelles fundador de la Adoración (Eucarística) Nocturna en España:

La adoración es un acto de amor que no se puede aquilatar, porque si el amor obrase con razón, no sería amor, pues que la condición especial del amor produce un estado del alma que sale de sí y traslada su propia vida al amado, por quien vive y con quien vive espiritualmente
La contrición es otro afecto de la adoración, porque no se puede amar de veras, sin sentir pena de haber ofendido al amado

De ahí que, como explica Melissa Raphael en su artículo perteneciente al Oxford Handbook of Religious Emotions, las religiones dominadas por una jerarquía masculina, como pueda serlo la Católica, tienden a regular, transcender y "masculinizar" las expresiones de emoción religiosa. Este proceso de masculinización se lleva a cabo de diferentes maneras. Su fin principal es confinar la fuerza subversiva de la emoción religiosa en los dictados de lo sublime, a través de narraciones, rituales, dogmas y preceptos éticos generalmente articulados por, y en gran parte dirigidos a, los hombres. De la misma forma que la fiebre fisiológica e instintiva de la emoción religiosa ha de ser sublimada y disciplinada como espiritualidad, la mujer, como personificación (embodiment) de la emoción "natural" o biológica, ha de ser disciplinada por el espíritu y política (polity) masculino.

De este modo, el amor eucarístico, o caritas, según éste será concebido por el Vaticano y la Jerarquía, se convertirá en una pieza central en la concepción paternalista del ideal de sociedad católico. Al igual que el Papa preside, en nombre de Dios, a la familia católica, el padre, en tanto que representante de estos últimos en el microcosmos doméstico, es el jefe de la célula familiar, cuya función, en el caso del patrón, encuentra además un paralelismo en el mundo laboral. La función del cabeza de familia/empresa es "fomentar el desarrollo (es decir, la educación) de estos seres imperfectos".

En este sentido, y si tenemos en cuenta la importancia del dimorfismo sexual en la práctica religiosa, llama la atención que en muchos de los eventos celebrados en el CEI, a las mujeres se las permitirá acudir mayoritariamente como espectadoras. Ellas desempeñarán roles acordes a sus "características" de género, como puedan ser los trabajos asistenciales de decoración y limpieza de iglesias (Asociación de las Camareras del Santísimo Sacramento), o el de alojar a los ilustres invitados nacionales y extranjeros.

Con ello no se ha de pensar que su rol fuera exclusivamente secundario: el recibimiento de la Medalla Benemerenti de oro, otorgada por Pio X a la Reina Victoria y la Infanta Isabel quien fuera –en palabras de Pio X- "alma del mismo Congreso" por su labor en la preparación, es una ilustración simbólica de la importancia real y menos visible de la mujer en el CEI.

Igualmente, hay que matizar que desde finales del siglo XIX, en las corrientes del catolicismo social y democrático, va a empezar a surgir una concepción alternativa del rol de la Iglesia en la sociedad moderna.

El CEI y la afirmación de un nuevo modelo de la masculinidad católica.

Como apunta Alfonso Botti, el recurso católico a la "nación", a pesar de estar fundado en un rechazo formal de la modernidad, es análogo, paralelo, alternativo, es decir, igual de moderno, que la versión contraria de la politización e ideologización de lo religioso, promovida por las "religiones políticas".

Paralelamente a este proceso de construcción de nación católica se va a promover un modelo de masculinidad que, a pesar de estar presentada como conservadora, no va a dejar por ello de ser una versión hasta cierto punto moderna, en tanto que formará una recomposición del ideal masculino católico que, a pesar de estar en oposición a la modernidad, se articulará absorbiendo ciertos elementos de la misma.

Las palabras del Arcipreste de la Catedral de Palencia, Sergio Aparicio Vázquez incluidas en uno de los "fervorines" pronunciados para acompañar las Comuniones Generales de niños, del Congreso son reveladoras a este respecto puesto que versan sobre la importancia de la Eucaristia a la hora de "engendrar héroes y apóstoles decididos… a (honrar) el cristianismo con actos heroicos y sobrehumanos". El Arcipreste de la Catedral de Palencia anima a su auditorio a "salir al mundo atestiguando con vuestra conducta que la vida cristiana es campo de pelea, certamen y corona de atletas ".

Un "fervorín", es una apelación dirigida al Santísimo Sacramento durante la celebración de la eucaristía, cuyo fin es enfervorizar o exaltar emocionalmente a los fieles antes de comulgar. El contenido del citado fervorín hoy en día podría llamar la atención porque, el Arcipreste de la Catedral de Palencia exhorta a los jóvenes a realizar "actos heroicos y sobrehumanos" en defensa del catolicismo. A este respecto, el fervorín se acerca, por tímidamente que sea, a una arenga militar, de hecho, muchos de los tópicos pertenecen al acervo nacionalcatólico que en estos momentos pasa por una fase de modernización ideológica que resultará en su devenir la principal ideología del nacionalismo español de derechas.

La comparación de los creyentes con atletas hecha por el Arcipreste de la Catedral de Palencia al final del texto no es baladí: resalta la creciente importancia de lo que en el mundo anglosajón se conoce como Muscular Cristianity, pero cuya importancia también se detecta en el catolicismo. La cristiandad muscular es una corriente que denota la creciente impregnación de ciertas ideas higienistas y científicas –por lo tanto modernas- en el discurso religioso, y en el caso de España del catolicismo.

Vemos la importancia de dicho movimiento en el libo de comportamiento masculino para jóvenes católicos escrito por el Dominicano Ferdinand Antonin de Veuillermet, libro de relevancia en el contexto de la época, como atestigua el hecho de que tuviera varias ediciones en español, entre ellas en 1902 y en 1910, si bien su reedición llega hasta nuestros días en lengua francesa, la más reciente fue en 2013.

El título original del librito de Veuillermet es Soyez des Hommes! À la conquête de la virilité! Las diferencias en la traducción española de dicho título son reveladoras "Sed Hombres! Reconquistad (y no simplemente conquistad) la virilidad perdida". Tanto el cambio de verbo ("conquistar" por "reconquistar") como la adición del adjetivo ("perdida", que en la traducción española acompaña al sustantivo "virilidad"), han de ser analizados en el contexto discursivo posterior al "desastre" del 98.

El libro de Veuillermet otorga gran importancia tanto a la práctica de la actividad física como laboral en el desarrollo de un cuerpo sano. Éste último se considerar un emblema de una correcta masculinidad –cabría decir, muscular- católica. Dicha concepción física, en el caso español, además sirve para apoyar el proceso de Regeneración nacional (y de la masculinidad) de corte clerical, un proyecto alternativo al propuesto por los liberales.

El contexto posterior al 98 es un momento de doble crisis para el varón católico: en tanto que varón y en tanto que católico. Este es un contexto que, como ha ilustrado Nerea Aresti, se encuentra marcado por un fuerte contenido sexual, un contexto cuyo peor "fantasma" –entendido este término en el contexto psicoanalista- es el de la castración (Joaquín Costa entre otros).

Junto al discurso que diagnostica la falta de virilidad del hombre español como causa del "desastre" y de la crisis en la identidad nacional, encontramos otro que señala como responsables de dicha -doble- tragedia al factor clerical. Como consecuencia del debate posterior al 98, la Iglesia pasó a tener una mayor visibilidad en la Restauración: se generalizó en medios republicanos y liberales, la idea de que la recuperación de la importancia social de la Iglesia a finales del siglo XIX había sido desmesurada (se tenía en mente el florecimiento de las órdenes religiosas) y, en consecuente, de la amenaza que para la sociedad supondría una posible instrumentalización reaccionaria de dicho influjo. El primer decenio del siglo XX será un momento de fuerte tensión entre clericales y anticlericales.

La celebración de la solemne procesión eucarística del 29 de junio, una de las ceremonias centrales al CEI, ha de verse dentro de esta coyuntura histórica. Como tal, será concebida como una ocasión ideal para afirmar la identidad católica masculina en público. Para citar la descripción de dicha procesión hecha en El Siglo Futuro:

(la sección de caballeros españoles y extranjeros) era la sección más numerosa, formando una falange imponente en la que no había ni viejas ni curas, que según los anticlericales, componen toda la fuerza del catolicismo. No nos atrevemos à dar numero; pero hacemos constar que llenaba toda la calle Mayor, formando una grandiosa manifestación, en la que formaban desde linajudos aristócratas y personas que ocupan elevada situación por su rango ó su fortuna hasta modestos empleados de comercio (mi cursiva)

Los recortes de la prensa no católica incluidos en las Actas del Congreso, destacan el efecto descorazonador que la solemnidad de la procesión, y en particular el hecho de ver a tantos hombres afirmando su catolicidad en el espacio público, tienen en el espectador liberal, ya que se interpreta como todo un testimonio de la desmesurada fuerza que todavía puede ejercer el catolicismo en la vida pública española. Para citar el diario El País: "iban treinta mil, cuarenta mil eucarísticos, ¡qué sé yo! Son más que nosotros y pueden más que nosotros. Canalejas tendrá que tener en cuenta esa fuerza. El liberalismo está decididamente en crisis".

(Powerpoints de la procesión masculina = comentar)

Parte importante de la procesión será la jerarquización de los participantes en el espacio urbano como un reflejo de la importancia que el ritual tiene a la hora de –y cito a Manuel Delgado- explicar "cómo debería ser el mundo social" y a la hora de entrenar "a los sujetos en el tipo de actitudes y sentimientos que se espera de ellos".

(Powerpoint de mapa de la Real Plaza de la Armería)

El esfuerzo de afirmación de la identidad católica masculina en público, junto el esfuerzo paralelo de reapropiación de la expresión de las emociones religiosas, también aparece en las preocupaciones del llamado catolicismo social, y en concreto en el deseo de recuperar la influencia –perdida- en el ámbito obrero. El discurso pronunciado en la Ceremonia de Clausura por Luis Calpena, experto en historia religiosa, Auditor Numerario del Supremo Tribunal de la Rota y prelado doméstico de Su Santidad versará sobre la acción social católica presentando la comunión diaria como escudo de defensa en el orden social. Calpena propondrá una lectura particular –y en parte novedosa, o al menos moderna- de la imagen de Jesucristo que difiere de la sensibilidad decimonónica según esta se entendía, por ejemplo, en la devoción al Sagrado Corazón. Calpena afirmará que la solución al problema social "está en las doctrinas en religión fundada por "el obrero de Nazaret… humilde hijo del carpintero José". Frente a las doctrinas que "pregonan la lucha de clases, inspiradas en el odio," el trabajador ha de guiarse por las "predicaciones de fraternidad y de igualdad humanas" para así asegurar "el triunfo de la razón sobre el poderío de la fuerza".


El CEI y la "regeneración" de la nación española.

La relación del catolicismo con el nacionalismo ha seguido una ambigua trayectoria, marcada por incipientes recelos, de aceptación y concepción del amor a la patria desde el punto de vista católico. En el contexto del Pio X, bajo cuyo papado se celebra el CEI de Madrid, se da un paso más en dicho acercamiento, sin por ello prescindir de ciertas reservas, en particular referentes al "patriotismo ateo" del Estado Liberal, y sin pasar por alto las ideas y advertencias ya realizadas por Pio IX y León XIII..

Son muchos los ejemplos de "falso patriotismo," para citar las palabras de Pio X, a los que la Iglesia debe hacer frente. Es un patriotismo de evidente corte anticlerical, y, a los ojos de la Iglesia, marcado por el odio, una emoción reprensible en un cristiano. Desde las propuestas liberales de nacionalismo como una nueva religión de estado, pasando por la amenaza interna que representa el propio catolicismo más intransigente (pienso, en el caso español, en los opúsculos carlistas de, por ejemplo, Sardá y Salvany, en favor del odio sin cuartel contra el Estado Liberal y contra los católicos transigentes, mestizos y afeminados (por su falta de firmeza varonil en la lucha en defensa de la nación católica), y sin olvidar los avances del propio movimiento obrero. Frente a todos estos ejemplos de "odio" contemporáneo- el CEI presentará un gran esfuerzo a la hora de afirmar que es el amor a la Eucaristía (y a través de ella, el amor a la patria, por supuesto firmemente católica), la emoción correcta que ha de impulsar y guiar el activismo varonil católico en el espacio público junto con la ansiada reconstrucción nacional.

La respuesta católica, como nos recuerda Santos Juliá, será de afirmar la unidad religiosa -a través del amor eucarístico en el caso concreto del CEI- como única garantía de unidad nacional, haciendo un particular interpretación de la ideas del intelectual católico catalán del siglo XIX Jaime Balmes (1810-1848): "la religión católica es el más fecundo elemento de regeneración… en el seno de la nación española".

Uno de los principales mitos movilizadores de masculinidad (y nación) católica será el cruzado –que en el caso español será el reconquistador- en tanto que soldado de Dios. El tema es recurrente, según el Padre Postius, importante religioso del momento y Secretario del CEI de Madrid, "la lucha secular y titánica de la Reconquista" fue ganada gracias a las virtudes del Sacramento Eucarístico, "desde el cual Jesucristo… les trazaba (a los cristianos) grandes líneas de defensa que habían de seguir y les comunicaba unidad de acción y de energía heroicas para guerrear contra la morisma y vencer à los enemigos del nombre cristiano.

La Reconquista se va a revelar como un episodio de la historia ciertamente útil desde un punto de vista ideológico y propagandístico a la hora de construir un discurso alternativo –en tanto que católico- de regeneración nacional. Además de favorecer la unión católica, la "unidad de acción" mencionada en el discurso de Postius, supone un ejemplo de lucha contra una amenaza interna (ya que en el caso de las Cruzadas el Otro se encuentra fuera de las fronteras nacionales), y como tal, será retomado posteriormente por la articulación franquista del nacionalcatolicismo.

Otra variante de la lectura del pasado en términos del presente es la de la Evangelización de América, empresa unida a la de la Reconquista histórica e ideológicamente gracias al reinado de los Reyes Católicos (otro potente mito movilizador que utilizará el nacionalcatolicismo franquista). Al CEI se desplazó una importante representación religiosa iberoamericana, entre ellos se encontraba el Obispo de San Luis Potosí, Ignacio Montes de Oca y Obregón, importante figura del mundo académico mexicano, quién como hiciera en su participación al Congreso Católico Nacional de Burgos (1899), reiterará su reconocimiento a la labor evangelizadora de la "Madre Patria" en su "Discurso sobre la Sagrada Eucaristía como lazo de unión de las naciones católicas del viejo y del nuevo mundo/."

Dado el contexto posterior a la guerra hispano-estadounidense (el Desastre de 1898), y de creciente importancia de las relaciones hispano-americanas (como atestigua la celebración de del primer centenario de las Cortes de Cádiz (1910-1912), y del creciente protagonismo de los llamados "nacionalismos periféricos" (con la consiguiente respuesta españolista y patriótica), el tema de la evangelización de América forman parte del esfuerzo con el que la Iglesia buscará contribuir en el proceso de compensación con el fin rehacer la dañada imagen de la nación y el catolicismo español. Este deseo se inscribe además en el proyecto –no solo católico- de afianzar la unión de la Raza iberoamericana (termino que Zacarías de Vizcarra y Ramino de Maeztu transformaran posteriormente en el Hispanidad).

Dichas afirmaciones de lealtad iberoamericana fueron doblemente importantes si tenemos en cuenta, como indica de la Cueva, el hecho de que algunos católicos extranjeros expresaron importantes reticencias a la hora de avalar la celebración del CEI en Madrid:

las prevenciones venían motivadas por dos razones de apariencia contradictoria: por un lado, la curiosa desconfianza que inspiraba en otros catolicismos nacionales la mala fama de intolerancia y arcaísmo que históricamente arrastraba el catolicismo español; por otro lado, el temor provocado por el hecho de que la explosiva mezcla de políticas secularizadoras y movilización anticlerical que vivía España produjese una nueva Semana Trágica cuyo objetivo fuesen, esta vez, los internacionales devotos de la Eucaristía.

Por consiguiente, el CEI se convertirá en una oportunidad única para hacer frente a las voces internacionales que sancionaban la nación (católica) española. Como afirma la Comisión de Publicidad en la crónica del comité de organización del Congreso: "no era tan sólo un acontecimiento religioso, sino también eminentemente social, de suma importancia para la industria y comercio y revelador de la tolerancia y cultura del pueblo español" (mi cursiva).

El hecho de que el propio Alfonso XIII pronunciara incluyera un mensaje al respecto en su discurso pronunciado en la Ceremonia de Clausura del CEI es sin duda revelador de la importancia que el incipiente turismo católico, así como el aspecto internacional del evento, tenían para la Corona:

al dirigiros nuestro saludo de despedida y daros las gracias por vuestro concurso, os rogamos que al regresar à vuestros hogares no olvidéis à nuestra querida España, que habléis de ella à vuestros compatriotas, que se la pintéis tal cual es la habéis visto, creyente, afable, hospitalaria, no áspera ni ceñuda como la describen nuestros enemigos

Conclusión:

Como hemos visto, el CEI fue un evento crucial tanto a la hora de afirmar la identidad masculina católica como a la hora de proponer un proyecto de reconstrucción, regeneración, nacional. El recurso, y hasta cierto punto la re/invención de una tradición y un pasado de glorias católicas, como ha remarcado De la Cueva, "sirve tanto de recordatorio como de consuelo", pero también como marco para rescatar y reformular mitos con los que reconstruir un modelo de masculinidad católica más acorde a los tiempos, más acorde a las necesidades del espacio público, un modelo alternativo a los excesos emotivos (con su peligroso acercamiento al mundo de la sensibilidad femenina) de la devoción decimonónica. Como hemos visto, junto a la feminización de la fe se produce, paralelamente, un intento (desde arriba, es importante recordarlo) de masculinización de la misma. El CEI es, además, un ejemplo de ese tipo de celebraciones que –y cito el trabajo iluminador de Giuliana di Febo- "abrieron el camino para que importantes conmemoraciones se transformasen en ocasiones para a redefinición de las identidades y legitimaciones nacionales y sobre todo en la formación de una identidad nacionalcatólica.







































(SI DA TIEMPO) El Ciervo y el cambio en las percepciones de masculinidad nacionalcatólica.

Sería interesante estudiar la evolución de modelo de masculinidad dentro del discurso nacionalcatólico durante las Dictaduras de Primo de Rivera y Francisco Franco.
La importancia de su legado queda evidenciada en la siguiente cita sacada de uno de los primeros números de la revista universitaria de corte católico El Ciervo en la navidad de 1951:

Los miserables –de Murcia, de Andalucía, de Extremadura- son verdaderos cristos que padecen… No se parecen –en nada- a esa imagen, obra de un fracasado, blasfemia, garantizada, de terciopelo rosa que caricaturiza y ofende la recia virilidad, la grandeza divina del Corazón de Jesús. Nos hemos creado un Cristo que no existe, un Cristo muy a nuestra medida… un Jesús tan tontamente benévolo, tan suave, tan lleno de merengues sonrosados, que en vez de ver en El a un Hombre-Dios, miramos a un menguado. Nuestro cristianismo burgués, cómodo y afeminado, sin sacrificio ni cruz, nos hace huir del miserable, y aullamos de espanto y rabia cuando se nos aproxima. (Si le damos unas monedas es para apartarle más deprisa.) Pero Cristo es fuerte, majestuoso

El autor, propone un modelo de masculinidad alternativo a los propuestos por el régimen:
Es decir el del activista católico socialmente engagée (comprometido) contra el héroe falangista y el santo católico franquistas.
Hace referencia a cambios estructurales en el catolicismo:
frente a la pastoral de cristiandad de la victoria franquista (pero cuyos conceptos principales son asentados por el nacionalcatolicismo desde finales del s XIX) – va a surgir la pastoral obrera que se desarrollara a partir de los 50 y tomará impulso a raíz del Vaticano II.

En ese sentido, podría decirse que la afirmación de la necesidad de "masculinizar" el catolicismo, es una estrategia discursiva que podría verse en relación a la de la "apostasía de las masas" (estudiada por Feliciano Montero) cuya función es permitir "una autocrítica de las orientaciones y la práctica misionera y la formulación de nuevas estrategias pastorales", y como tal, ha de verse relacionada a los procesos de reconfiguración religiosa –tomo aquí prestado el término a Hervieu-Lèger- que han acompañado el uso de dicha definición a lo largo del siglo XX, y por lo tanto, a los procesos -no lineares- de secularización.







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