CAMINOS COMERCIALES, DESTINOS FAMILIARES: INTEGRACIÓN SOCIO ECONÓMICA DE CUENCA A PIURA

August 7, 2017 | Autor: S. Aldana Rivera | Categoría: Historia Regional, Historia del Perú, Historia del Norte del Perú
Share Embed


Descripción

CAMINOS COMERCIALES, DESTINOS FAMILIARES: INTEGRACIÓN SOCIO ECONÓMICA DE CUENCA A PIURA Susana Aldana Rivera .IX Encuentro de historia y realidad económica y social del Ecuador y América Latina. Seminario: Historia y Región: Cuenca,patrimonio cultural de la Humanidad. Universidad de Cuenca, 17 -20 de octubre 2000.

La Piura de 1779 fue testigo de cómo don Vicente Fernández de Otero ejecutó comercialmente a Bartolomé Egurrola. Un joven mercader, al parecer español, que había salido huyendo de Lambayeque por no cumplir con sus créditos comerciales. Pero en realidad él era cajero de otro comerciante de mayor realización y los problemas que enfrentaba este joven eran el efecto indirecto de la quiebra del español, Nicolás de Ortúzar. Personaje que, dicho sea de paso, había escapado para Cuenca. Por lo que se deduce, Ortúzar había sido habilitado en Lima con productos de Castilla; ¿quien iba a dudar de él? Había buscado, como era lo 1 normal, un coterráneo que lo habilitara y al fin y al cabo, contaba con una amplia experiencia en el mercadeo, incluso alguna vez -lo señalaba en el juicio- había traficado en la carrera a Quito. ¿Cómo podían saber los mercaderes que se les avecinaba una dura etapa con la dación del Reglamento de Libre comercio? 2. Además, el punto nuclear del mercadeo de Ortúzar era Cajamarca y para ubicarse en esa zona más que posiblemente jugó un papel estelar las esperanzas mercantiles que en todo la región, impulsó el súbito desarrollo minero de Hualgayoc, considerado por muchos como el Nuevo Potosí. ¿Podía percibir acaso que no era más que un espejismo minero?. Pero eso sí, desde Cajamarca, Ortúzar se proyectaba hacia todo el norte peruano; por eso había enviado a Egurrola a Lambayeque para que estableciera una tienda. Pero también cómo tantos otros comerciantes de la región, tendió sus tentáculos hacia el sur del Ecuador pues llevaba personalmente los asuntos de Guayaquil, conocido puerto de entrada a la sierra y gran núcleo mercantil costero que casualmente tenía como contraparte a Chiclayo, en el norte del Perú. Claro está que cuando éstos mercaderes fueron perseguidos por la justicia, fugaron a espacios dentro del ámbito de su realización económica, repitiendo un patrón muy conocido: intentaban, probablemente seguir con sus negocios para cubrir las deudas. Pero Egurrola fue capturado en Piura, como hemos visto, y sus bienes fueron ejecutados3. Quizás la inexperiencia.

1

El habilitador -y también ejecutor mercantil- es Don Angel Izquierdo, quien vivía en Lima y que fungía de almacenista en la capital. Sabemos que es español porque andando el tiempo, para los primeros años de la república peruana, él sería el que se escondiera -curiosamente- por las sierras norteñas para evitar la deportación a España. 2 Muchos de los procesos aquí señalados se soportan en detallados estudios de caso de familias de comerciantes en Piura y la gran región.En este caso, me refiero explícitamente a la cadena de quiebras mercantiles que causó la sobreoferta de productos. Ver, por ejemplo, los casos de Espinoza de los Monteros y del mismo Fernández de Otero en Aldana 1999: 158 3 Don Bartolomé de Egurrola contra Don Narciso Sandoval sobre despojo de cien y más cargas de algodón por intancia de Don Vicente María Fernández de Otero. Archivo departamental de Piura (ADP), Co, c.o. 39 (786) 1779.

1

Entre los muchísimos ejemplos posibles, he escogido éste en particular porque me interesa resaltar el espacio en el que se mueven estos comerciantes y las relaciones sociales de que tuvieron que echar mano para girar en la zona. Pensemos en cómo si estos peninsulares, en su mayor parte recién llegados, podían tener esta amplia realización mercantil, cuánto no más compleja y vital sería la de los mercaderes que eran de esta gran región. Incluso se puede percibir, cómo estos españoles repitieron un patrón mercantil general entre inmigrantes, utilizar a los coterráneos para sus actividades económicas. Un patrón cuya traducción en el espacio en estudio, es echar mano de las múltiples redes familiares que cruzaban este espacio. Porque en efecto. El sur del Ecuador y el norte del Perú han estado desde siempre vinculados, formando una región muy difícil de denominar porque se ubica justamente en la zona de tránsito entre los Andes centrales y los septentrionales 4. Al menos desde el virreinato, se abría a manera de pinzas, desde Cuenca y Guayaquil, cerrándose hacia Trujillo. Un espacio además que siempre se mantuvo en los márgenes de la atención del gobierno virreinal por no contar con un núcleo productivo importante, ni minas, ni obrajes y en el que el comercio sentó sus reales y lo tiñó de un particular tinte económico y social. Finalmente, ante la débil presencia del estado virreinal (e inclusive republicano), las instituciones que funcionaban fueron la iglesia y particularmente la familia. Si bien mi telón de fondo es finales del siglo XVIII con unos cuantos ejemplos de caso, me interesa dejar sentadas líneas de reflexión en torno al impacto en nuestras realidades del tránsito entre el gobierno virreinal y el estado republicano. Mas allá de los hechos militares coyunturales, busco establecer cómo optar por la República implicó asumir y ejecutar todo un paquete de medidas que si bien no podemos llamarlas ilustradas -aunque estuvieron enmarcadas por el pensamiento ilustrado europeo- se fueron construyendo a partir de la propia y particular realidad latinoamericana y prácticamente en paralelo al devenir europeo. Mi muestra es esta gran región surecuatoriana- norperuana. Por eso, trabajo la conjunción de elementos: las múltiples relaciones socio- familiares que cruzaron (y cruzan) un espacio que geográficamente es complementario y en el que el comercio, en particular aquel que buscaba moverse sin ningún constreñimiento, encontró terreno fértil para desarrollarse. En este espacio se adoptó una economía liberal, no bien percibida en su pleno significado -sobre todo en sus implicancias a largo plazo- pero que en el fondo, se había venido desarrollando paulatinamente a la sombra, casi sin ser percibida. Por supuesto, estas concepciones se volcaron al campo de lo político, por cuanto las elites mercantiles- hacendarias de este espacio, al menos de la parte que quedó como norte del Perú, luego de tener el control económico y, por tanto político, de la región, saltaron al gobierno central y se enfrascaron en levantar el estado republicano. Ello supuso, por cierto, enfrentar la construcción de la Nación en pugna abierta y declarada con las otras elites regionales con las que compartían un espacio jurídico sancionado por la experiencia virreinal.

4

Recuérdese que habar de surandino nos remite de inmediato a la región del Cuzco y al altiplano peruano-boliviano. Mientras que si hablamos de norandino, las connotaciones socio-económicas nos ubican en la región de Quito y su economía obrajera.

2

.La familia: entidad reguladora de la vida social Ningún latinoamericano puede dudar de la afirmación de que la familia es un elemento fundamental en las relaciones sociales de su estado. Al menos, en el caso del Perú, es gravitante para entender cómo se ha conformado la realidad del gobierno y su proyección sobre el conjunto del territorio. Sin embargo, la familia es una de las instituciones menos estudiadas en cuanto tal. Por supuesto abundan los estudios genealógicos y dentro de esta línea, no falta alguno que se ubica prácticamente en los límites de la prosopografía. Pero, en general, se refieren a familias muy importantes socialmente hablando, principalmente nobles o a los notables de algún lugar5. También hay algunos trabajos que rescatan a la familia analizando principalmente los matrimonios y los problemas de relación internos que hay entre hombre y mujer; éste es normalmente el enfoque de los estudios de género6. Pero pocas veces se ha ido más allá, a estudiar a la familia en su capacidad de articular no sólo una realidad social sino una estrecha vinculación económica y menos aún como plataforma para acceder a la política 7. Como hemos dicho, es esta línea la que permite analizar las vinculaciones entre el sur del Ecuador y el norte del Perú: la familia fue (y sigue siendo) una útil herramienta que utilizan económicamente las personas. Y al menos en el caso del Perú, el tupido entramado social y económico de la región norte sirvió de plataforma para la política y la temprana realidad republicana, como se verá brevemente. Por cierto, mis afirmaciones rebasan los ejemplos que presento porque en realidad, se fundamentan en un trabajo previo, de amplia base documental y que refleja la vivencia cotidiana del espacio piurano- norteño8. Por eso, establezcamos primero en dónde y cómo podemos encontrar signos de las relaciones familiares u otro tipo de vinculaciones sociales como relacionadas o soportando un patrón económico en este espacio. Volvamos, por ejemplo a Egurrola, el ejemplo mencionado. Obviamente ser cajero de Ortúzar, era un modo de iniciarse en la actividad y junto con los negocios del mercader principal, más que seguro que tenía los propios. Por eso cuando fue ejecutado comercialmente, no pudo dejar de quejarse por los grandes perjuicios que sufría, en particular, en el credito preciosísimo caudal de muchos quilates (...) que para un comerciante es el ultimo escollo de la perdision el de experimentar un embargo judicial, de cuyo escandaloso estrepito se sigue la perdida del credito. Nadie puede dudar de la importancia de la pérdida de crédito que hasta hoy en día afecta a cualquiera que desarrolla una actividad económica. Pero lo interesante es que en el siglo XVIII si se perdía el crédito había poca posibilidades de recuperarlo porque se fundaba en la credibilidad de la persona, del mercader. Recuérdese que no hay ningún tipo de banca formal y sólo la buena fama de pagar los préstamos o de un accionar limpio en la realización comercial, vinculado a una familia respetable social y económicamente hablando, permitía que el comerciante se hiciera no sólo de 5

En general es muy amplio el repertorio de estudio genealógicos y prosopográficos tanto en el Ecuador como en el Perú. Con respecto al primero baste ver los trabajos de Fernando Jurado o de la sección guayaquileña de genealogía. En el caso peruano, el reciente libro de Paul Rizo- Patrón es un excelente ejemplo de certeros estudios prosopográficos 6 Ver, por ejemplo, León Galarza (1997) 7 Ver a Balmori, Voss y Wortman (1984) 8 Aldana 1999, passim.

3

capital, sino sobre todo de productos con los cuales mantener funcionando los engranajes de su realización mercantil. Nadie compraba al contado, los mercaderes preferían tener cuenta que renta, es decir, el adelanto o la entrega de mercadería en vista a ser pagada con la entrega de otros artículos y productos para la negociación en otros mercados. Por otro lado, un mercader-almacenista como el que habilitó a Ortúzar, no aviaba a nadie sin algún tipo de seguridad. Hemos visto, que el ser coterráneos era un elemento importante pero sobre todo, a nivel regional, sólo las vinculaciones sociales adecuadas podían ofrecer algún tipo de seguridad. Y ¿quien podía servir de mejor aval que la familia?. Por eso, cuando el mercader piurano Urdapileta se dedicó al comercio también en Cajamarca para los años de 1770, resultaba que la familia de su mujer, una trujillana con el importante apellido Escalante y Villazón, se había encargado de aviarlos para que se iniciaran en los negocios 9. Un punto bastante común por lo demás porque no faltó mercader, como Juan Miguel Larraondo y Subiaur que al casarse, se puso bajo la sombra y protección del dicho don Gregorio, es decir, bajo la dirección económica de su tío político, Gregorio Espinoza de los Monteros, gran comerciante regional piurano. Cosa semejante también hizo el cuñado de don Gregorio, don Miguel de Arméstar, avecindado en Cuenca10. Probablemente si investigaramos más a los personajes del ejemplo que utilizamos como eje de estas reflexiones, encontraríamos que no eran tan extraños a este espacio sino que formaban parte de esa segunda oleada de peninsulares que llegaron a estas tierras y que se ubicaron en las regiones donde contaban con alguna red de parientes11. Y si no, ya se encontraban establecidos en la región, casados con alguna hija de notables locales -que dicho sea de paso eran los hacendados, ganaderos y comerciantes más importantes- como es el caso, por ejemplo, de Fernández de Otero12, establecido en Piura, o del mencionado Miguel de Arméstar. La familia se responsabilizaba del comportamiento de sus miembros, probablemente porque el buen nombre de uno era el buen nombre de todos. Tomemos el caso de Joseph de Torrealba quien tenía negocios con Santiago Monrroy y que giraban en el espacio marítimo entre Lima y Guayaquil. Había introducido a su hermano en el negocio pero le comentaba a su comerciante amigo y contraparte que siento que aiga faltado a la confianza y no a correspondido a lo mucho que le he querido. Resultaba que el hermano cuando había llegado al Callao y durante la carena del barco, dentrava en las casas de juego y jugava todas las noches13. No sólo se trata aquí de cariño filial o de responsabilidad fraternal -que también debió serlo- sino sobre todo y de acuerdo al contexto de la 9

Ver Archivo general de la Nación, Perú (AGNP), Real Audiencia, causa civil, legajo 155, cuaderno 1957, 1818 10 Ver todo el análisis de la familia Espinoza de los Monteros en Aldana 1999: Capítulo 3. 11 Ver los estudios de Paloma Fernández 12 Vicente María Fernández de Otero y Sánchez fue natural de Santa Marta, Galicia y se casó el 15 de enero de 1771 con doña Josefa Ruiz Martínez y Ortiz. Ver el estudio genealógico de Ramos Seminario y Garrido Lecca Frías, 1996: 82. La vinculación con un notable comerciante local como Bartolomé Ruiz Martínez merced al matrimonio con su hermana es analizado por Aldana 1999 13 AGNP, C.Moreira, d1.8-209, 1752

4

correspondencia, de que la mala conducta del hermano ponía en riesgo la “limpieza del apellido” y por tanto, la preciosa buena voluntad de las diferentes relaciones sociales y económicas. Porque mantener un crédito limpio, implicaba mantener también vinculaciones “limpias” socio-familiares. Por eso, don Pedro Cañote y Baca, vecino de Panamá, pudo renovar una compañía por nada más ni nada menos que 28,575ps en 1824. El negocio era bastante pingue pues se trataba de que la goleta Petronila traficase entre Panamá y Paita, como lo había venido haciendo desde 1817. Productos para comerciar no iban a faltar pues Cañote resaltó sus vinculaciones con Jamaica. Por la época en que se llevaba a cabo la negociación, 1817- 1824, más que seguro se trataba de los tan solicitados artículos de pan llevar -que es lo primero que falta en el trastocamiento de una guerra.. La compañía es respaldada por sus “hermanos”, don Andrés de Aguirre y Baca, Regidor del Municipio de Piura pero también por dos mujeres, igualmente vecinas de Piura, doña María Santos Hernández y doña María Josefa Guerrero. El primero deducimos que es su hermano de madre mientras que es posible que las mujeres fueran sus cuñadas o más aún que estuvieran emparentadas con el hermano piurano de Cañote 14. Por supuesto, para los comerciantes no sólo la familia es importante, también otros relacionados. Como en 1833 cuando, en teoría, la situación es diferente porque nos encontramos con realidades republicanas. Pero si vemos las relaciones desde Lima, vemos como el comerciante Samuel Prevost logró encontrar “amigos mercantiles” en Guayaquil gracias a que fue presentado por Francisco Moreira y Matute. La presentación de este personaje perteneciente a una de las más conspicuas familias limeñas le permitió entrar en contacto con un Sr. Icaza, apellido que sabemos es de ilustre estirpe en Guayaquil, e incluso, también presentarse donde Olmedo para que le busque un amigo en Quito15. Ciertamente no sólo es lo económico sino la amistad y la familiaridad de Moreira hacia este reputado guayaquileño la que le aseguraba a Prevost el poder conseguir ser referido a algún amigo empresario o algún pariente de Olmedo que girara en el comercio. Nosotros, acostumbrados tambien a ser nodos de diferentes redes sociales, no haríamos cosa muy distinta. Se podría mencionar muchísimos ejemplos como los señalados en que la familia avala las actividades comerciales de los mercaderes. Más aún, he podido registrar y analizar verdaderos clanes mercantiles entre comerciantes que giraban en la gran región que va del sur del Ecuador al norte del Perú y que tenían como estrategia utilizar a la familia para asegurar la buena marcha de sus negocios. De esa manera tenían en prácticamente cada pueblo del recorrido de su productos y en el área de su negociación, un ojo vigilante que les advirtiese del menor problema y que estuviera dispuestos a apoyarlos en caso de necesidad. Por lo general, en la etapa que estudiamos, son personas socialmente emergentes, sea de la misma región como por ejemplo los Espinosa de los Monteros y los Sánchez Navarrete. O también recién llegado como los mencionados Fernández de Otero -entroncado con una respetable familia de mercaderes como los Ruiz Martínez- o Miguel de 14 15

Ver ADP Notarios Manuel Rebolledo, Leg.72, Prot.8, 1824. Ver AGNP, Colección Moreira, Dl 42-1268, 1833

5

Arméstar -casado con una mujer de la familia de los Espinoza de los Monteros. También citemos a Pedro Lacomba, Marcos Sanz del Rusco, Salvador Esparza, entre otros muchos. La mayoría logran pegar el salto social vía matrimonio. Así también los hicieron los Sánchez Navarrete familiarmente relacionados con la conocida familia mercantil paiteña de los Marques Caballero. Reconocida importancai en le medio porteño que también le permite sancionar su ubicación social entre los piuranos, a nada más ni nada menos que Fernando Seminario y Jaime16, reputado héroe de la independencia piurana. Como siempre la pregunta es si primero se establece la alianza comercial y luego la familiar o es merced a que son familia que pueden utilizarla como instrumento económico. Lo más probable, un poco de ambas cosas. Gregorio Espinoza de los Monteros tenía a su hermana casada con Miguel de Armestar en Cuenca; su hijo natural en Loja; su sobrina casada con un de la Guerra entre Piura y Trujillo.. en fin, una red de parientes que le aseguraban el tráfico fluído en toda la región, desde Cuenca y Guayaquil hasta Trujillo y desde la ceja de selva hasta la costa. Su debilidad, curiosamente, era Lima. Cosa semejante sucedía con Joaquín y Francisco Sánchez Navarrete, afincados en Paita y encargados de traficar con todo lo que les llegaba desde dentro de la región hacia Guayaquil y Panamá y hacia Lima; el parentesco via sus respectivas mujeres Marques Caballero los insertaba en una pujante red socio-económica que tenía en el mar, su via de realización económica y como norte, el sur, es decir, Chile. En todo caso, se cumple que el espacio de la negociación es también el espacio familiar. No sólo pareciera darse lo que señalan los antropólogos, que la distancia en las sociedades premodernas se establecen de acuerdo a donde viven mis parientes, sino que también ellos se convierte en el pilar de mis actividades económicas. Gracias a la familia, estos mercaderes lograron establecerse como notables dentro de esta gran región y, en particular, dentro de su propia localidad. Rápidamente se hicieron de haciendas, como veremos después, y se convirtieron en elites mercantiles-hacendarias. Para el siglo XVIII, ellos son los que controlan políticamente la región y no necesariamente a través del Cabildo. Aunque todavía no sabemos como, los numerosos vínculos familiares y sociales hacían que un hacendado terminase teniendo el reconocimiento de la sociedad local. Por tanto, se convertía en el personaje mediador u ordenador de la región. Por lo que parece en épocas virreinales, sólo en segunda instancia este reconocimiento se combinaba con el poder económico lo cual terminaba por sancionarlo como el poder local, el casi dueño del pueblo, prácticamente el cacique de la zona. En el caso de Piura, hay más de uno de estos personajes que arman y desarman en la región; mencionemos uno de ellos, Francisco Fernández de Paredes, dueño de la gran hacienda de Tangarará y encima, marqués ante cuya presencia tiemblan hasta las mismas autoridades primero, del gobierno virreinal y luego del republicano. Este grupo de notables- mercaderes, con múltiples redes familiares y sociales establecidas a lo largo de la pirámide social, se convirtieron en un poder regional que, al menos en el caso del norte peruano, traspasó de manera rápida pero progresiva esos límites regionales: son muchas las autoridades norteñas envueltas 16

Aldana 1999: passim.

6

decididamente en la causa independentista 17. Así, en el momento de la definición republicana, buscaron hacerse del control del territorio a nivel nacional , apoyando a algún caudillo cuyas políticas se ajustara a sus intereses y que, por tanto, les resultara conveniente. Pero en ese primer momento, no llegaron a desarrollar algún tipo de interés económico lo suficientemente importante como para que los hiciera salir de sus regiones. Situación que cambiaría para mediados de la segunda mitad del siglo XIX y en definitiva a fines del siglo, cuando se dió la inserción de nuestros países decididamente en la economia mundial. Pero es importante recordar que, en todo el proceso, no pudieron dejar atrás algo tan intrínsecamente establecido como la tupida red familiar que soportaba su realización económica.

.El espacio y sus productos Se ha visto como la familia era un elemento importantísimo para el buen funcionamiento de los circuitos comerciales; ellas formaron verdaderas redes que soportaron el constante tráfago de productos. Porque, por ejemplo, ¿cómo podía un comerciante que enviaba sus cargas de algodón a Cuenca estar seguro que éstas llegarían a dicha ciudad? Alguna vez pasó que carga enviada a Catacocha terminó en Nabón o Celica. Además, no existía ninguna comunicación que no fuera al ritmo de los arrieros y éstos personajes fueron, por lo general, la tortura china de los comerciantes: al menor problema o peligro, salvaban sus animales y dejaban abandonadas las cargas a su aire. El único modo de asegurar que las cargas llegaran a su mercado final, o transitasen hacia el mismo, era contar con alguien que le avisase al remitente de los productos de cualquier novedad y que en todo caso, pudiera tomar las previsiones necesarias: desde reenfardelar los artículos, revisar las cargas o ejecutar al arriero. Ciertamente lo mejor era tener algún “tío”, “primo” o “cuñado” en los alrededores; nadie dudaba que ellos tendrían establecido su mundo familiar- mercantil y no faltaría mujer, hermana, esposa o concubina que estuviera en casa y pudiera suplirlos si salían de viaje -como normalmente sucedía. Realidad familiar-mercantil que no fue exclusiva y única de la región ubicada entre el norte del Perú y el sur del Ecuador; la sola mensión de otras elites entro de un mismo espacio nacional ya lo deja entreveer. Pero lo interesante es que las particularidades de las relaciones que señalamos, se establecen a partir de la apropiación de un espacio que le ofreció (y ofrece) al hombre de esta gran región una variada gama de productos. Así, el espacio resultó el teatro fundamental para la realización mercantil. Recordemos que el tipo de geografía (baja orografía, por ejemplo) permite el tráfico continuo y constante entre la costa y la sierra y de norte a sur. Por otro lado, si bien las condiciones climáticas marcan un precario medio ecológico (desierto, inversión climática en sierra, ceja de selva, entre otros) permiten contar con una rica biomasa que se expresa en productos explotables por el hombre. Recursos que son muy distintos a los que existen en el sur del Perú o en el norte del Ecuador y que sustentaron el desarrollo de actividades económicas muy diferentes durante el virreinato. Esta situación terminó por cuajar no sólo en el soporte económico diverso sino en las diferencias regionales marcadas que todos

17

Ver Aldana 1992 y 1997.

7

reconocemos18, nítidamente en el caso del Ecuador y de manera bastante difusa en el Perú. Como hemos dicho antes, el norte del Perú y el sur del Ecuador, no se caracterizaron nunca por ser zonas mineras. Lo cual no significa, dicho sea de paso, que no tenga metales preciosos. Hubo oro en Zaruma como lo prueba la tempranísima actividad minera virreinal en la zona o la decimonónica Great Zaruma Gold Mining Co.Ltd19. Pero sus resultados fueron efímeros probablemente porque no se manejaba la tecnología apropiada20. También hubo algunos yacimientos de plata como las pequeñas vetas que hay en Ayabaca, sierra piurana, o en Cajamarca: Hualgayoc fue una buena muestra del espejismo minero. Además de ser el signo de la fuerte tendencia mercantilista del gobierno virreinal y esto a pesar de que en el siglo XVIII, sobre todo a partir de la segunda mitad, ya se había percatado de la importancia del tráfico mercantil amplio y generalizado en el virreinato; como veremos en el siguiente acápite. En todo caso, en esta gran región no hubo recursos los suficientemente interesante como para atraer la atención del gobierno cuyos ojos se volteaban hacia la producción minera surandina y también a la región obrajera norandina -por sus vinculaciones con la primera. Así esta gran región se vio librada prácticamente a su aire para su supervivencia económica. De este modo, comenzaron a aprovecharse de aquellos recursos que el espacio le ofrecía, fundamentalmente agrícolas y ganaderos, con los cuales comenzó a abastecer a la sociedad que se asentaba en la región. Además, aprovecharon su ubicación estratégica en el riquísimo tránsito de la ruta de la plata, Arica- Callao- Panamá, para beneficiarse del tráfago mercantil que permitía tal circuito. Nadie puede negar la importancia de los astilleros de Guayaquil en el siglo XVII ni tampoco la necesidad de bastimentos que tenía la pequeña feria que se abría en Paita ante la llegada de la Armadilla del Mar del Sur. Los de la región descubrieron muy pronto que si bien, no podían tener las grandes ganancias que permitía el movimiento de la plata o el abastecimiento de tan monstruoso centro minero, si podían tener una ganancia más que respetable con la continua negociación de los productos de la tierra y que eran abundantes en la región. A lo largo del siglo XVII, Trujillo estableció su preeminencia en el conjunto regional merced a su actividad cañera en continua pugna con Lambayeque: desde que se aclimató en estas tierras, el azúcar tuvo una demanda bastante interesante lo cual, por supuesto, implicó ganancias también importantes. Una demanda que rebasaba el mercado capitalino y se proyectaba hasta Panamá. Baste ver el trabajo de Ramírez para percibir como la élite lambayecana se consolidó como tal merced al cultivo y a la negociación de la caña21. Pero si bien en Trujillo y Lambayeque 18

En el caso del Ecuador, la diferenciación regional es muy visible y aceptado normalmente como un factor en el análisis social. Ver, por ejemplo, el artículo recientemente publicado de Icaza (1998). Por el contrario del Perú, la historiografía siempre ha planteado la completa unidad republicana y se ha rechazado siempre la existencia de regiones y de poderes regionales. Sólo de manera muy reciente, se está planteando dicha posición en la historiografía, ver por ejemplo, Aldana 1998 19 Ver Palomeque 1990: 54 20 Prueba de lo dicho es cómo hoy en día Yanacocha, una yacimiento minero muy importante de Cajamarca, produce oro con uno de los niveles de costos más bajos del mundo. Su tecnología consiste literalmente en cernir los cerros para conseguir el oro. 21 Ver Ramírez 1991; 1986; 1973.

8

hubo una gran negociación de este artículo, también en otros espacios hubo producción de caña y sobre todo de sus derivados (licores, mieles y chancacas), en volúmenes pequeños y con los cuales se abastecía a la región: Celica y Catacocha en los alrededores de Loja y también en el alto Piura. (Hasta hoy el bodoque es un dulce de la sierra piurana- lojana22). Ya hemos mencionado la importancia de los astilleros de Guayaquil en el XVII y gracias a Clayton (1978) sabemos que su proyección era no sólo regional sino virreinal. Pero también hubo en la zona un constante contacto marítimo, via pequeños barcos, balzas y balsillas indígenas. Inclusive el intenso tráfico permite afirmar que el núcleo mercantil marítimo era Guayaquil y su cara visible en la costa, fue el puerto de Paita. Por cierto, la vocación marinera de la región es de muy rancia estirpe. No sólo los españoles encontraron a la balsilla jambelina en su llegada al territorio del Tawantinsuyu sino que también cuenta Shelvocke 23 acerca de la habilidad marinera -y comercial- de los indígenas pescadores. Con un tinte muy marcado de sorpresa -que resulta bastante contagioso-, comenta este pirata inglés como los sechuranos construían una balsa, la llenaban con productos y se lanzaban al mar, caboteando y negociando los artículos ni más ni menos que hasta Panamá. Una vez llegados a este puerto, vendían todo lo que habían traído, inclusive hasta la siempre necesitada madera -pues desarmaban sus balsillas- y luego, para retornar a su tierra, se enrolaban en los barcos españoles que viajaban al sur y que necesariamente iban a parar en Paita. Interesante, ellos no traían como contraparte productos sino fundamentalmente dinero. Lo cual no significa que no hubiera indígenas que si negociaran con todo artículo que pudiera ser susceptible de ser trasladado. Por supuesto, entre esos productos había gran cantidad de vino, por ejemplo 24 y no faltan los estudios que analizan las actividades de curacas comerciantes de la zona, Don Luis de Colán por ejemplo o también del punaeño Diego Tomalá25. En general, indígenas y españoles/ criollos se dedicaban por igual al tráfico mercantil, ninguna actividad más natural en esta gran región. La diferencia real radica en que los españoles/criollos que eran exitosos en el comercio, de inmediato compraban tierras. Probablemente por cuestión de reconocimiento social pero también porque desarrollaron una estrategia horizontal y vertical de realización económica. En todo caso, nadie menospreciaba ningún producto que fuera susceptible de ser comerciado: desde las piezas de ébano que de uno en uno y de acuerdo a pedido, traían de Panamá, pasando por medias y rosarios hasta telas de Rouen y vergajón de Castilla. Productos europeos, por cierto, que llegaban como contraparte de efectos de la tierra, como se les denominaba a los productos que se producían localmente (por contraposición a los efectos de Castilla). Porque, no dejemos de considerar, que parte del negocio mercantil era (y es) llevar y traer las bodegas llenas de productos; sólo así resulta rentable la actividad. Los comerciantes de la gran región, sin contar 22

Un dulce que se corta en cuadrados, de color oscuro, áspero al paladar y que es un derivado del azúcar poco refinada. 23 Se conoce el fragmento que corresponde a Paita y Piura de la crónica de este pirata, George Shelvocke, “Scheme of the Voyage: Paita 1720”. Ver la referencia específica de este y las crónicas de otros filibusteros en Revesz, Aldana y otros 1996. 24 Ver el texto de León Borja (1977) 25 Rostowrowski (1982)

9

con el metal precioso y sin que físicamente pudieran abastecer a los mercados mineros, se dedicaron a ofertar los productos que su región les proveía a una sociedad, como la virreinal, que se establecía en definitiva y cuya demanda por estos productos crecían en paralelo. Así a lo largo del siglo XVII, encontramos realiddes diferenciadas. En el sur del virreinato del Perú nos econtramos con negociaciones mercantiles que implicaban una pequeña y mediana negociación de la mano con una muy importante centrada en el tráfico minero con volúmenes francamente enormes de realización por comparación a los de la gran región. Pero en ésta, fue común la pequeña y mediana negociación, continua y constante, de diversos productos. Junto con una o dos cargas de pavilos, tocuyos, algodón se podía combinar en un embarque, algunos sacos de frejoles, harina de trigo, frutas, azúcar, zarzaparilla, jabón, entre otros. Pero lo que si es de notar es que desde los últimos años de este siglo, alrededor de 1680 en adelante, comenzaron a tener una creciente demanda productos regionales que antes no habían tenido mayor espacio, propiciando el primer auge de agricultura comercial. Y sobre todo desde mediados de la primera mitad del siglo XVIII, esa demanda simplemente se disparó. El detonante fue la cascarilla, febrífugo natural. Los españoles se dieron cuenta de las posibilidades de su negociación a nivel europeo: fue el primer producto de gran demanda que hizo que para fines de este siglo XVIII, hacia 1790, se tuviera que proteger su producción; sobre todo la de los montes de Uritisinga en Loja, que era roja y prieta; es decir, de muy buena calidad y que por tanto, permitía producir la mejor quinina. De un momento a otro, se probó la eficacia de haber construido redes familiarescomerciales porque la demanda disparada de cascarilla sólo podía ser cumplida presionando a productores e intermediarios entre el lugar de recolección y su punto de embarque. Lo cual significaba ceja de selva norte del Perú- sur del Ecuador y su embarque por Guayaquil pero sobre todo, durante el virreinato, por Paita hacia el Callao. No fue, por cierto, el único producto. El tabaco cobró tambíen una importancia desusada; al fin y al cabo, fue la droga de la época. El tabaco bracamoro era el que se consumía en el virreinato del Perú y el tabaco de Saña (Lambayeque) en la capitanía general de Chile. El producto terminó por ser estancado y las reatas de mulas lo sacaban oficialmente por Cajamarca hacia Chiclayo y Trujillo. Pero era imposible controlar las rutas de contrabando que hacían de Jaén, la sierra de Piura y Loja las regiones particularmente propensas para la negociación ilegal: en los documentos, se encuentran cartas en donde hasta los arrieros recomendaban como forrar las monturas para pasar las hojas de contrabando. Por supuesto, hubo fábricas bastante importantes en Guayaquil y Lima. Pero ciertamente, el cacao fue la negociación más importante de la gran región. Este permitió que Guayaquil despuntara económicamente como nunca antes lo había hecho y que comenzara a arrastrar detrás suyo a toda la gran región en competencia directa con Trujillo, la tradicional cabeza de la parte norte del Perú. Por eso, para mí, se intentó colocar este espacio directamente bajo el control del núcleo virreinal, con muy poco éxito, y también se convirtió en la manzana de la discordia entre San Martín y Bolívar. No por el cacao en sí, sino porque su mercado más 10

importante era México -del que había desplazado a Venezuela-, y del que como contraparte, debió llegar metal precioso traducido en variados productos; no por puro gusto, era la época de oro de la minería mexicana. Pero en todo caso, es un punto que debiera ser profundizado más a fondo. Sin embargo, nadie niega la gran importancia del cacao. Como tampoco, el creciente interés que despertó el algodón y que reemplazó progresivamente la lana, en un proceso no conocido pero que va en paralelo a lo que sucede en Europa. Curiosamente, muy poco sabemos de la tradición textil de Cuenca o de Cajamarca. Pero lo que si podemos avistar es que la primera, la cuencana, es una actividad fundamentalmente algodonera, que probablemente haya sido trabajado en una suerte de conomía subterránea26 y que, por tanto, se inscribiría en la carrera hacia el industrialismo que se da en el siglo XVIII. Por el contrario, la tradición cajamarquina fue más de lana de oveja y por lo mismo, parece ubicarse dentro de la importancia de la producción textil lanera del siglo XVII, con “industrias” netamente rurales, y que más bien declina con el cambio de materia prima. Pero el algodón tendrá un espacio de realización económica crecientemente importante en el ámbito peruano; en la región propiciará en los inicios del siglo XIX, todo un sistema de comercialización en base al acopio y posteriormente propiciará la concentración de tierras y la formación de latifundios. A nivel nacional, será uno de los productos que permita la articulación del norte peruano con el mercado mundial. Pero ubicados en el período en estudio, entre el virreinato y la república, fuera de estos productos de gran demanda, de recolección como la cascarilla o agrícolamente cultivados como la caña, el tabaco, el cacao y el algodón, se encuentran también otros. Sobre todo los ganaderos y sus derivados. Como el jabón, artículo que, obtenido de la grasa animal, encontró un gran espacio de producción en las pampas sobre todo piuranas y lambayecanas; allí campeaban las cabras. Pero también se le labró en las zonas de sierra y con ganado vacuno. Un artículo de muy corta negociación que, sin embargo, tuvo como característica ser sumamente constante en su realización; es decir, su venta tuvo siempre un mercado pequeño pero seguro. Un mercado dicho sea de paso que podía ser territorialmente muy amplio; Riobamba como lo más alejado al norte pero para el sur, llegar a Lima le permitía participar de las remesas hacia los obrajes ayacuchanos e incluso no faltó vez que se envió jabón de valles (piurano y lambayecano) a Buenos Aires. En las épocas de crisis, como por ejemplo, en el tránsito entre la década de 1770 y 1780 y en torno a la etapa de la independencia, su producción rebasó los límites estrictamente piuranos-lambayecanos para hacerse presente en Trujillo y hasta en Lima. Aunque siempre producido por norteños. Qué decir del ganado en pie. Si pensamos en las cabras, éstas se criaban en Piura y se engordaban en Lambayeque. Y por supuesto, fue muy común que los hacendados ganaderos desarrollaran la cria de ganado vacuno por la sierra piurana y contaran con alguna hacienda por las tierras lojanas, dedicadas particularmente a 26

Señalo tal cosas porque no falta noticia en Piura de que los comerciantes colocan el algodón en las casas de la gente que teje los paños. Sería muy interesante estudiar este tipo de manufactura consideranco como marco concpeutal, los diferentes sistemas (verlagsystem; kaufsystem) que anteceden el industrialismo europeo.

11

engordarlo (una modalidad de trabajo, dicho sea de paso, que ha persistido hasta el siglo XX a pesar de los respectivos procesos nacionales). Productos, entonces no faltaban. La vitalidad de la región y de sus comerciantes fue realmente bastante importante para fines del siglo XVIII: por el norte, el tráfico cotidiano tenía a Panamá como sede principal pero llegaban también con bastante frecuencia hasta el Realejo, Nicaragua. Por el sur, por supuesto, Valparaíso y Talcahuano eran sus puntos finales de comercio: espacio dicho sea de paso con el cual construyeron una vinculación también bastante estrecha, más de carácter externo y merced a la via marítima. Pero como dijimos líneas arriba, los mercaderes lograron hacer girar con mediana eficiencia, los engranajes mercantiles para la circulación de productos, merced a los vínculos familiares y económicos que habían ido construyendo a lo largo de un siglo. Téngase en cuenta que nunca fue política de la Corona mejorar las rutas de comunicación y por tanto, tampoco fue facilitar el tráfico mercantil; ello quedó a la iniciativa individual de cada comerciante.

.El comercio: la articulación social y económica ¿Por qué escoger esta actividad económica como el elemento cohesionador de esta gran región? Porque sin ninguna duda, el comercio fue el elemento que puso en contacto a las sociedades no sólo del espacio en estudio sino en a todo el virreinato y el mismo imperio español. Como un grupo de mercaderes guayaquileños señalaban en 1806, el nervio más robusto del Estado es la livertad aliviada de comercio27. Pero hemos señalado con anterioridad, que la gran región que estudiamos y que se expande entre el norte del Perú y el sur del Ecuador, tuvo muy pocas posibilidades de atraer la atención del Virrey hasta fines del siglo XVIII. Esta autoridad estaba interesada en cumplir principalmente con los requerimientos de la Corona y para nadie es un secreto que sus intereses estuvieron centrados en obtener los impuestos que se cobraban, sobre todo los quintos reales de los metales preciosos. Pero también, las entradas que recababa por la venta de cargos; al fin y al cabo, la venalidad de los cargos se convirtió en una fuente de ingreso bastante interesante. Tampoco es algo nuevo señalar que el mercantilismo fue la doctrina económica que sustentó a la Corona: ubicado en pleno corazón de la esfera de la circulación, el mercantilismo suponía necesariamentede la mayor venta de productos y la menor compra posible; de este modo, se atesoraba el metal. Pero, ¿cuál fue el impacto de la aplicación de esta visión económica? Que se privilegió el desarrollo de la actividad minera y por tanto, el de las regiones mineras. Retrocedamos un poco al siglo XVII. En primer lugar, en el caso del territorio nuclear del virreinato del Perú, el interés se centró en el eje Huancavelica- Potosí y luego, también se ocupó del resto de yacimientos del altiplano hoy boliviano y otros yacimientos menores como Cerro de Pasco (que luego crecería en importancia). Mucha es la bibliografía que puede ser consultada al respecto. Pero lo que es interesante de reflexionar es sobre cuáles pudieron ser los matices con respecto a la percepción del estado y su rol en sociedades que, por el mismo tipo de actividad 27

Ver AGN, Perú, Superior Gobierno 32 (1010) 1806: 7f.

12

con que contaban y su alto grado de vinculación con la Corona, tenían un desarrollo normal de la actividad a la sombra del gobierno virreinal y bajo el ojo atento de la Corona. El comercio en esta zona estuvo siempre mediatizado, tanto por las autoridades del gobierno virreinal como por los requerimientos de los yacimientos mineros, en particular Potosí. Recordemos que por muchos esfuerzos los virreyes nunca pudieron eliminar la mita y pocos en realidad se atrevieron a cuestionarla; con lo cual signaron la región con particulares relaciones sociales generadas del desarrollo de esta actividad. Además, una de los principales preocupaciones de los virreyes fue lograr un flujo continuo de azogue que asegurara el constante ingreso por quintos, a la Corona. No es dificil de pensar que a lo largo del siglo XVII, se estableció una región en sur del virreinato del Perú, como la zona surandina con corazón en Cuzco y Chuquisaca, que alentaba la presencia del estado como un elemento regulador de las diferentes actividades económicas. De algún modo, su propia elite había sido propiciada y protegida por el mismo gobierno virreinal. En el siguiente siglo, el XVIII, resentirían la emergencia de elites de diferente cuño, situación que sólo se haría visible con nitidez al momento de la definición republicana. Su análisis, sin embargo, rebasa los intereses de este estudio. Pienso que cosa semejante sucedía en Quito, aunque se me escapan las particularidades del proceso. También en el siglo XVII, los obrajes se consolidaron como el eje de vida de esta región serrana -que nos permite hablar de una región norandina- pues sus retornos eran muy interesantes, económicamente hablando. La actividad se encontraba estrechamente vinculada a los requerimientos del monstruo potosino. ¿Acaso estas extensas manufacturas no gozaron también de una suerte de protección del gobierno audiencial?. Inclusive, la más conspicua elite quiteña vinculó sus destinos a esta actividad económica. Por otro lado, como cualquier otra industria rural, supeditó otras actividades como la crianza de ovinos y terminó por cohesionar su entorno la vida rural. Quizás aquí, no sea tan visible los intereses de la elite por establecer un gobierno medianamente fuerte como en el Perú; al fin y al cabo, la primera necesidad del Ecuador fue sobrevivir como región autónoma y finalmente como república. Pero por como se desarrolló su historia, no puede negarse que también estuvo en la perspectiva de las elites quiteñas la búsqueda de la fuerte participación del estado en la vida local. Pero en esta región entre el sur del Ecuador y el norte del Perú, la realidad probó ser diferente. Al menos, incluso hasta hoy, el norte peruano mantiene una suerte de unidad e identidad cuyas raíces se explican desde muy antiguo y particularmente por lo que hemos visto, en el tupido entramado de relaciones socio-familiares y actividades económicas. Como también ya ha sido mencionado, sin ninguna actividad que la Corona ubicara como central a sus intereses, este espacio se mantuvo en la periferia de su atención y dejado a su libre albedrío: el pequeño y mediano comercio fue la herramienta que permitió su supervivencia y su desenvolvimiento regional. Tal desinterés también signó a su sociedad de una manera particular. Las relaciones económicas se desarrollaron dentro del marco del estado pero no necesariamente contaron con una excesiva presión por parte del mismo. Recién resentirían la presión del gobierno cuando se logró imponer el absolutismo, es decir, fines del siglo XVIII. Sin ninguna duda y en el caso del Perú en particular, esta situación estuvo detrás del rol preeminente que jugó el espacio norteño en la independencia peruana. 13

Pero mientras tanto, es decir, a lo largo del siglo XVII, el constante y continuo tráfago de una mediana y pequeña negociación puso en contacto a la gente que vivía en un espacio geográfico complementario. Un espacio, dicho sea de paso, en el que no existía un polo único económico, alrededor del cual girara toda la actividad local e incluso regional como el sur o como en el norte, sino que, por el contrario, propició una relación bastante más horizontal entre las diferentes regiones. Estas se articularon en base a las relaciones familiares y a las múltiples redes sociales que ellas permitieron. El comercio así, mantuvo en vinculación regiones de fácil contacto con la de mayor dificultad de acceso y aquellas que producían un producto en particular con otras que no lo tenían. Pienso que estas redes económicas determinaron sino la riqueza por lo menos, la estabilidad económica conjunta del territorio regional pues, los excedente de un espacio, por pequeños que fueran, podían ser rápidamente redistribuidos en el conjunto. En paralelo, las necesidades de un espacio por lejano que fueran tenía siempre algún mercader dispuesto a cubrirlas; al fin y al cabo, no se trataba solamente de cuestiones económicas sino de no dejar a los parientes sin productos. Con la opción republicana, el problema será para las regiones del interior (sierra y ceja de selva) pues las nuevas reglas del juego económico del mundo moderno- industrial implicará que se vieran progresivamente desarticuladas de sus puntos de salida costeros, los mismos que dejaron de interesarse por los pequeños mercados internos y se volcaron al comercio externo, nacional y sobre todo internacional. El comercio también generó una percepción diferente de realización económica. No se trató tan sólo de mercadear productos sino asegurarse de contar con artículos para el intercambios. Así, todo comerciante que lograba establecerse sólidamente en la actividad de inmediato compraba tierras y animales. En las tierras cultivaba productos de pan llevar con que abastecerse pero que también tenían demanda asegurada. Como el algodón por ejemplo, cuando a fines del siglo XVIII, su producción y su transporte a Cuenca resultaba ser una actividad sumamente rentable. De la mano con esto, también compraban animales e intentaban lograr el traslado de sus productos hacia los mercados que les interesaba: siguiendo con el ejemplo, Cuenca si se buscaba obtener como producto final sus famosos paños. Pero también, Lima si se le deseaba colocar en rama o en otros productos semiprocesados como el pavilo. Claro está que también se trataba de obtener una ubicación en la sociedad local y un reconocimiento en el plano regional y macroregional. Españoles de pura cepa, como Miguel de Arméstar, una vez bien establecido como comerciante en el espacio cuencano y exitoso en sus realizaciones mercantiles, intentará lograr un título de nobleza. Interesante, no he registrado ningún caso de comerciante local, inclusive más exitosos que este Arméstar y de mayor trayectoria como económicamente poderosos, que se vieran interesado en conseguir un título de España. Creo que es posible generalizar que en el espacio en estudio, los notables de la región se constituyeron en una elite en que si bien había una poderío económico, se trataba más de un grupo asentado y establecido via reconocimiento social. El cual, por cierto, se estableció a partir de las redes familiares; baste ver como en la vida del Cabildo del siglo XVII, los cargos de alcalde se turnaban prácticamente entre las familias más importantes cuyos miembros, además, ocupaban los otros cargos de 14

importancia. Pero para fines del siglo XVIII, en un proceso no estudiado, el poder local se expresa fuera de esta institución. Casi como si resurgieran tradiciones prehispánicas, los linajes vuelven a tener importancia; los hacendados más poderosos son los que tienen una ascedencia sobre -sino controlan- las autoridades y por tanto, sobre la vida regional. Con el manejo económico, el reconocimiento social y el control político de su espacio local, regional e incluso rebasando su prestigio hacia otros espacios de esta gran región, se tenían todos los elementos como para poder pegar el salto al plano nacional. Como en efecto, hicieron. Ahora bien, ubicados en el plano regional y tras haber establecido el sustento familiar de las actividades económicas y los numerosos productos que se intercambiaban en la zona, nos queda por responder a nuestra pregunta inicial. ¿Es posible pensar que en este espacio se haya construido una visión liberal de la economía de manera semejante a como se construyó en Europa? Por supuesto, una cabal respuesta a esta pregunta requiere de una investigación bastante más cuidadosa. Pero el hilo del discurso permite aventurar algunos puntos. El mismo decurso de la realidad del espacio en estudio, nos ofrece una región que se organiza con éxito prácticamente al margen de la intervención del gobierno virreinal. En su desarrollo, el comercio jugó un rol fundamental. Lo cual no significa que la actividad fuera particular a la región, sino que fue general, y que aún las actividades mercantiles norteñas estuvieron enmarcadas, como todo el territorio, por medidas mercantilistas. Pero eso si, esta actividad se apoyó y se fundó en un sinnumero de relaciones sociales en el que la familia fungía como institución reguladora (a falta de la presencia sensible del gobierno). La combinación del comercio, otras actividades económicas productivas y dichas redes de familia permitieron la emergencia de sectores de notables, emergentes por comparación a las poderosas élites mineras, las tradicionales del virreinato del Perú, y que no estuvieron muy dispuesto a ver constreñidas sus actividades por un gobierno, repentinamente interventor y controlador, como el español del siglo XVIII. Sabemos que el absolutismo no fue una forma de estado fácilmente aceptado ni siquiera en la misma península. A las presiones iniciales de este estado absolutista, el norte en pleno respondió sin mayores enfrentamientos directos pero haciendo del contrabando, la resistencia pasiva más poderosa (y enraizando, de paso, este actividad ilegal como propio de la idiosincracia regional). En un complejo panorama de los primeros años del siglo XIX, estos norteños, ventajosamente ubicados en el poderoso Tribunal del Consulado, apoyaron inicialmente los intereses de la Corona en contra de la voluntad emancipista del sur peruano. Respaldo que, simplemente, dejaron de dar con la restauración fernandina y la reimposición de férreos controles a sus actividades mercantiles. Mientras la centralización absolutista potenció a una Lima en la que ellos tenían un espacio privilegiado, no tuvieron mayores problemas de aceptación del sistema. Pero luego, sus intereses se sumaron al conjunto virreinal soportando mal la centralización absolutista, más lejana pero no menos real, de Madrid. Hasta intentaron lograr el permiso de comerciar con los ingleses ofreciendo someterse a la Corona28.

28

Ver Peggy Liss 1989

15

Porque para ese momento, los ingleses ya eran conocidos mercaderes en la región. No directamente en un inicio pero si a través de los múltiples contactos de norteños en Jamaica. Probablemente coincidieron con estos mercaderes en el interés de negociar productos más allá de los metales preciosos (lo cual no elimina que siempre quisieran conseguirlos). Estaban en juego numerosos productos, de recolección como la importantísima cascarilla, pero también de cultivo como el tabaco, el algodón y sobre todo el cacao. Todos tenían un mercado asegurado localmente y en el exterior de la región: dentro del mismo espacio español americano (capitanía general de Chile) y también fuera (Botica Real de Madrid, virreinato de México). Curiosamente para el siglo XVIII, parece que se exporta o se amplía el modelo regional porque continuamente se hace referencia a los familiares que están establecidos en Panamá, Jamaica y también en Chile. Nada que sea radicalmente nuevo porque desde el siglo XVII hay algunos contactos comerciales-familiares, sobre todo con Chile. Un patrón que no se limita al hombre sino que es via mujer. Recordemos el ejemplo presentado anteriormente, de Cañote y Baca que buscó en Piura a su hermano materno. Interesante explorar esta línea. El sistema familiarcomercial funcionó dentro de la región, pero ¿era posible llevarlo a un plano mayor con éxito?. Quizás en un inicio si. Aunque los ingleses tuvieran sus propias reglas de juego, supongo que se tenía claridad en aquello que eran elllos y lo que estos españoles americanos no eran. Pero el real problema debe haber sido con el sistema republicano, con los intereses regionales enfrentados dentro de cada República y a la vez, con los diferentes intereses enfrentados entre Repúblicas. En el fondo, debe haber sido un drama para las familias verse divididas entre la lealtad socio-familiar, la regional y los intereses nacionales. Interesa también tocar un último punto. Las “concepciones ilustradas” son, como su nombre lo indican, filosóficas. Pero nadie puede dudar del pragmatismo inglés que los hizo convertirse en los reconocidos creadores de liberalismo económico. No obstante, los grandes pensadores de la doctrina filósofica del liberallismo fueron los franceses. Pienso que ese pragmatismo estuvo inmerso entre los mercaderes de la región, a lo cual se le sumó una fuerte tendencia ágrafa: sabían lo que querían y actuaron en consecuencia. Pocos sin embargo, se dedicaron a teorizar lo que hacían y esperaban en el futuro. Al menos en el caso del Perú, las teorizaciones fueron a posteriori por gente vinculada a la economía regional norteña. Probablemente los mercaderes de la región en su contacto con los ingleses, afinaron sus ideas construidas a partir de su realidad. Lo interesante y es una labor a futuro es definir entonces, que tipo de liberalismo se construyó en este espacio y se trasladó a los diferentes planos nacionales con mayor o menor éxito. Tanto Ecuador como Perú tiene regiones muy diferenciadas que se enfrentaron y sobre todo en este último país, buscaron tener el control del centro de poder, la capital. Dominar el aparato de control, el estado, les permitía ciertamente potenciar su eje de acumulación (intenso intercambio de productos agropecuarios y de demanda en un mercado internacional que se iría incrementando enormemente) y someter el de los grupos rivales en función de sus propios intereses. Se nos escapa el proceso en el caso del Ecuador aunque si es visible la rearcaización de las zonas serranas, como sucede también en el Perú y ello se explica por el nuevo marco 16

económico internacional. Pero en referencia a la región en estudio, curiosamente cuando los “liberales norteños” peruanos llegan al poder, se convierten abruptamente en acérrimos conservadores -eso si, de su orden establecido- y por el contrario, el sur, más bien de tendencia conservadora, se transforma en liberal. Pero eso es una problemática propia ya del siglo XIX republicano peruano.

Algunas ideas finales Con grandes esperanzas en el futuro, las noveles Repúblicas latinoamericanas se lanzaron cada uno a construir su respectiva Nación, sin percibir que llevar a cabo este proceso implicaba romper una suerte de armonía en las relaciones regionales, como fue el caso de la región a caballo entre el sur del Ecuador y el norte del Perú. Esta ruptura de relaciones regionales supuso, en este caso, además, la progresiva separación y división no sólo de circuitos comerciales sino sobre todo de grupos familiares. Al impacto combinado de ambos procesos, las formaciones republicanas y el rompimiento macro regional, se le sumó también el cambio del panorama económico internacional en el que se buscaba mercados donde colocar productos y recursos ecológicos diversos de donde extraer materias primas. A lo largo de la etapa republicana se fueron deshaciendo las vinculaciones locales con el entramado regional: en la misma medida que los espacios costeros de esta gran región se aritculaban con creciente éxito hacia el exterior (nacional e internacional), las zonas de sierra, de mayor dificultad de contacto y de acceso, se encontraron progresivamente aisladas. El efecto si fue inmediato, la rearcaización económica. Pero en el fondo, esa había sido la opción regional: optar por la República y buscar la corta intervención del estado, entendiendolo como metrópoli española -muy diferente sería cuando ellos estuvieran en el poder. Económicamente se buscaba llevar adelante el tipo de negociación que les había supuesto su preeminencia. Lo que no fue percibido en su momento, en el fragor de lo cotidiano, sino bastante más tardíamente, fue que ejecutar ese paquete de políticas de gobierno y económicas, implicaba participara de la carrera mundial a la búsqueda de levantar muros nacionales. Centrados en el tema que nos interesa, las fronteras pensadas desde el centro como estrategia de definiciones territoriales; en las regiones, trajeron consigo un mundo de problemas pues recortaron toda vinculación, que podemos llamar tradicional, entre espacios como el sur del Ecuador y el norte del Perú que ahora venían a quedar realmente divididos por las construcciones nacionales. Quizás no percibidas desde los polos de poder capitalinos, el impacto fue muy fuerte regionalmente pues se afectó a dos elementos pilares de estas sociedades, las redes familiares que fueron mutiladas y los circuitos mercantiles que tuvieron que ser redireccionados en función de los intereses de un centro. Pero como cualquier tradición, las tradicionales relaciones que se habían establecido sobre un piso prehispánico cuyaa historia también se desenvuelve en una línea semejante de aprovechar espacios geográficamente complementarios, era muy dificíl que fueran a desaparecer. Se diluyeron si. Mas, afortunadamente, alas definiciones republicanas y los respectivos procesos nacionales no pudieron anular estas riquísimas relaciones en este gran espacio. Y por el contrario, la 17

reversión del proceso es sumamente rápido como lo puede percibir cualquiera que viva en el espacio regional. . La afirmación puede resultar sorprendente e incomprensible para quien no vive en la región. Pero para quien lo hace, sabe que lo dicho es verdad. El término o redimensionamiento de la Nación, ha permitido la repotenciación de este espacio con características y modos nuevos y muy nuevos pero que, por supuesto, hunden sus raíces en el tiempo y en la repetición intuitiva de la realidad vivida por los bisabuelos. ¿Acaso los piuranos y tumbesinos no esperan con anhelo la Feria de Reyes? Una tradicional feria a la que llegan comerciantes del sur del Ecuador y cuyo inicio se hunde en la noche de los tiempos republicano. Y, ¿qué sería de muchos jóvenes piuranos y norteños en general, si no pudieran acceder a la Universidad de Cuenca? ¿Cómo sería si los de la sierrras norteñas no pudieran llegar al Cisne o desde Loja, no se visitara al Cautivo? Y no estamos pensando en las Mercedes de Paita ni en las ferias comerciales que acompañan las diferentes fiestas patronales. Como establecimos desde el mismo título, estamos ante un numerosos grupo de caminos comerciales que se han entretejido y se entretejen con los destinos familiares de piuranos y cuencanos y en general, del espacio surecuatoriano y el norperuano.

Bibliografía Aldana Rivera, Susana (1999).- "El norte del Perú y el sur del Ecuador: entre la región y la nación" En: Bonilla, Adrían, de.- Ecuador- Perú: horizontes de la negociación y el conflicto.- Quito;Lima: Flacso, Ecuador; Desco.- pp. 169- 187 Aldana Rivera, Susana (1997)."Un norte diferente para la independencia peruana" En: Revista de Indias.- Madrid,- Vol.57 (209): Ene. -Abr..- pp. 141-164 Aldana Rivera, Susana (1992).- "La independencia de un gran espacio. (Una propuesta de investigación para el norte peruano)". En: Boletín del Instituto Riva Agüero.- Lima (19).- pp.29-44 Aldana Rivera, Susana ([1988]).- Empresas coloniales: las fábricas de jabón de Piura.- Piura: Cipca, 193p. Bakula, Juan Miguel (1992).- Perú- Ecuador: tiempos y testimonios de una vecindad.- Lima: Cepei; Fomciencias, 3t. Balmori, Diana; Voss, Stuart y Miles Wortman (1984).- Notable Family Networks in Latin America.- Chicago; London: The University of Chicago Press, 290p. Bonilla, Adrián, Ed. (1999).- Ecuador- Perú: horizontes de la negociación y el conflicto.- Quito: Flacso; Desco, 380p. Clayton, Lawrence (1978).- Los astilleros de Guayaquil colonial.-Guayaquil: Archivo Histórico del Guayas, 230p. 18

Contreras, Carlos (1990).- El sector exportador de una economía colonial: la costa del Ecuador, 1760-1830.- Quito: Flacso; Abya-Yala, 192 p. Contreras, Carlos (1995).- Los mineros y el Rey: los Andes del norte, Hualgayoc 1770-1825.- Lima: IEP, 165 p. Estrella, Eduardo (1995).- "Ciencia ilustrada y saber popular en el conocimiento de la quina en el siglo XVIII" En: Cueto, Marcos, ed..- Saberes andinos: ciencia y tecnología en bolivia, Ecuador y Perú.- Lima: IEP, 1995.- pp. 37-57 Icaza, Patricio (1998).- “Poder central y poder local en el primer periodo republicano” En: Núñez Sánchez, Jorge y Wilson Vega y Vega, Eds..- Historia y espacio en el Ecuador: memorias del V Congreso nacional de historia y geografía de la casa de la cultura ecuatoriana “Benjamín Carrión”.- Quito: Casa de la Cultura ecuatoriana; Fondo editorial CCE., 400p. León Borja, Dora (1977).- “Los indios balseros como factor en el desarrollo del puerto de Guayaquil” en: Universidad de Valladolid, Ed.- Estudios sobre política indigenista española.- Valladolid, Universidad de Valladolid, t.2.- pp.281- 311 León Galarza, Natalia (1997).- La primera alianza: el matrimonio criollo, honor y violencia conyugal. Cuenca, 1750- 1800.- Quito: Nueva Editorial, 189p. Liss, Peggy (1989).- Los imperios trasatlánticos: las redes del comercio y de las revoluciones de independencia.- México, Fondo de Cultura económico, 394p. Núñez Sánchez, Jorge y Wilson Vega y Vega, Eds. (1998).- Historia y espacio en el Ecuador: memorias del V Congreso nacional de historia y geografía de la casa de la cultura ecuatoriana “Benjamín Carrión”.- Quito: Casa de la Cultura ecuatoriana; Fondo editorial CCE., 400p. Palomeque, Silvia (1990).- Cuenca en el siglo XIX: la articulación de una región.Quito: Flacso; Abya Yala, 296p. Palomeque, Silvia (1983).- "Loja en el mercado interno colonial". En: Hisla. Revista Latinoamericana de Historia Económica y Social.- Lima, (2).- pp. 33-45 Palomeque, Silvia (1979).- "Historia Económica de Cuenca y sus relaciones regionales". En: Revista del Archivo Nacional del Historia, sección del Azuay.Cuenca, (2).- pp. 104- 259 Ramírez, Susan (1991).- Patriarcas provinciales: la tenencia de la tierra y la economía del poder en el Perú colonial.- Madrid: Alianza editorial, 378 p. Ramírez, Susan (1986).- Provincial Patriarchs: Land Tenure and the Economics of Power in Colonial Perú.- Albuquerque: University of New Mexico Press, 471 p.

19

Ramírez-Horton (1973), Susan.- The Sugar Estates of the Lambayeque Valley 1670-1800: a contribution to Peruvian agrarian history.- Wisconsin: University of Wisconsin Ramos Seminario, Isabel y Guillermo Garrido Lecca Frías (1996).- San Miguel de Piura: vínculos de sangre: 1650 a 1940.- Lima: Ultrapage, 221p. Revesz, Bruno; Aldana Rivera, Susana...[et al.] (1996).- Piura: región y sociedad (Derrotero bibliográfico).- Lima: Cipca; Cbc, 766p. Rostworowski de Diez Canseco, María (1982).- “Testamento de don Luis de Colán, curaca en 1622” en Revista del Museo Nacional de Historia.- Lima, Vol. 46.- pp.507543.

20

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.