CAMBIOS SOCIALES Y ESPACIALES EN LOS ESPACIOS PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO EL PUIG DE SANTA MARÍA TRABAJO FIN DE CARRERA DE

June 8, 2017 | Autor: P. Ponce Asensio | Categoría: Periurbanisation, Periurbanization, Espacios Periurbanos
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CAMBIOS SOCIALES EN ESPACIOS RURALES PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO

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CAMBIOS SOCIALES Y ESPACIALES EN LOS ESPACIOS PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO UN CASO PARTICULAR

EL PUIG DE SANTA MARÍA

TRABAJO FIN DE CARRERA DE

PEDRO J. PONCE ASENSIO DIRECTOR

JOAN ROMERO i GONZÁLEZ

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PRIMERA PARTE 1. MARCO HIPOTÉTICO: TEORÍAS SOBRE EL ESPACIO RURAL ………………...... 5 1.1. Espacio rural versus espacio urbano 1.2. Concepto de espacio rural 1.3. La delimitación de lo rural 1.4. Variables y umbrales de la ruralidad. Indicadores 1.5. La heterogeneidad de los espacios rurales. Tipologías 2. TRANSFORMACIONES EN EL MUNDO RURAL …………………………………….. 15 2.1. Movimientos migratorios Éxodo obligado Crisis del modelo tradicional y éxodo rural: El final del éxodo rural La transición de las migraciones Las nuevas tendencias migratorias. La urbanización del medio rural Periurbanización Contraurbanización 2.2. La imagen de lo rural 2.3. Cambios en las actividades y usos de los espacios rurales La agricultura La industria Los servicios El turismo en los espacios rurales 2.4. El hábitat rural 2.5. El uso residencial La segunda residencia 2.6. El modo de vida rural La primacía de la vida familiar Un menor contacto social Un mayor control social informal ¿Sociedad rural? 2.7. Los nuevos residentes rurales: Neorrurales 3. EL FUTURO DEL MEDIO RURAL ……………………………………………………… 49 3.1. Hacia un desarrollo rural integrado, endógeno y sostenible 3.2. La ordenación territorial y el desarrollo rural 3.3. Las políticas de desarrollo espacial en la U.E. 4. LAS ÁREAS RURALES PERIURBANAS 49 4.1. Concepto y delimitación 4.2. Dinámica de los espacios rurales periurbanos Cambios Económicos Cambios Espaciales Cambios Ambientales (degradación) Cambios Demográficos y Sociales 4.3. Nuevos actores y nuevos conflictos por el uso del espacio periurbanos

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SEGUNDA PARTE 1. INTRODUCCIÓN: HIPÓTESIS DE TRABAJO ………………………………………… 65 2. ELEMENTOS GEOGRÁFICOS ………………………………………………………….. 66 2.1. Características físicas 2.2. Localización geográfica 2.3. Comunicaciones 2.4. Transportes colectivos 3. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y URBANA …………………………………………… 72 3.1. En el contexto comarcal 3.2. Evolución demográfica de El Puig 3.3. Flujos migratorios 3.4. Evolución urbana de El Puig 4. CONTRASTES SOCIALES EN EL TIEMPO …………………………………………… 80 4.1. Evolución de la estructura de la población 4.2. Procedencia de la población del Puig 4.3. Niveles de formación 5. LLEGADOS A EL Puig ……………………………………………………………………. 89 6. LOS CONTRASTES SOCIO-ESPACIALES ………………………………..…………… 93 6.1. Distritos de análisis Casco Antiguo Fincas de «la Fe» y otras Residencial Baja: La Ecológica: La Ladera Ciudad Jardín La Estación Residencial Noroeste U.E. 12 Playa Diseminados 6.2. Plano de densidades 6.3. Diferencias espaciales en la estructura generacional y de los hogares 6.4. Niveles de instrucción en los distritos 6.5. Origen de la población de los distritos 7. LA PLANIFICACIÓN MUNICIPAL ……………………………………………………. 105 7.1. El planeamiento urbano 7.2. La representación municipal 7.3. La producción del espacio urbano residencial. Efectos selectivos 8. TRANSFORMACIONES Y CONFLICTOS ……………………………………………. 111 8.1. Problemática derivada de los proyectos supramunicipales 8.2. Problemática de la ordenación municipal La pugna por el espacio municipal 8.3. Problemática derivada del cambio sociodemográfico

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9. CONSIDERACIONES FINALES …………… ……… ………………………………….. 118 CUESTIONES METODOLÓGICAS. FUENTES ……… ……………………………….…. 119 BIBLIOGRAFÍA ………………………………………… …………………………………… 120 ÍNDICE de Tablas y Gráficos …………...……………………….…………………………… 123 ANEXO: Tablas y Gráficos ANEXO: Mapas

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PRIMERA PARTE 1. MARCO HIPOTÉTICO: TEORÍAS SOBRE EL ESPACIO RURAL 1.1. Espacio rural versus espacio urbano: El adjetivo rural puede tener dos acepciones, por un lado puede ser sinónimo de agrario, y por otro en, un sentido más amplio, calificaría lo relativo al campo, campo en oposición a la ciudad. Tradicionalmente el medio rural ha sido tratado en un sentido estricto como medio agrario, con unos rasgos dominantes que lo definían: Uso del suelo para la agricultura, población mayoritariamente agrícola y una relación directa entre lugar de trabajo y de residencia. Históricamente ciudad y campo han establecido una relación recíproca, aunque desigual, basada en la proximidad; el campo aportaba los alimentos pero era la ciudad la que organizaba a través de la comercialización de los productos agrícolas el territorio, la sociedad y la economía. La Revolución Industrial no hizo sino aumentar la desigualdad de esta relación. Fue la segunda gran revolución tecnológica de la humanidad, varios milenios después de la del Neolítico. Los adelantos técnicos asociados a ella permitieron un relativo incremento de la productividad agraria, pero lo más destacable fue la aparición de una oferta urbana, la de productos manufacturados industriales más asequibles que los artesanales. La ciudad no sólo exigía al medio rural la producción de alimentos para su población, ahora también lo utilizaba como fuente de materias primas y de mano de obra para su industria a la vez que lo invadía con su expansión territorial necesaria para ubicar las factorías, las viviendas de los asalariados fabriles y las nuevas vías de comunicaciones. En estas condiciones, en el medio rural de los países desarrollados, se produjeron en el transcurso del siglo XIX y buena parte del siglo XX una serie de procesos o fenómenos interrelacionados: Industrialización, Desagrarización, Éxodo Rural y Urbanización. La relación ciudad-campo era una relación de dominio-dependencia, lo cual influía en una imagen negativa del mundo rural, como espacio de reserva para la expansión urbana. Ya en las últimas décadas de este siglo con el desarrollo de los nuevos medios e infraestructuras de transporte, con la difusión de la información y de la tecnología, unido a fuertes disfuncionalidades urbanas a las que J. Gottman llamó «las miserias de la urbanización»: congestión, marginación social, deterioro ambiental, etc., los espacios rurales de los países desarrollados se han visto revalorizados por cuanto le han sido asignadas nuevas funciones: • • • •

Funciones ambientales, culturales, paisajísticas. Funciones residenciales. Funciones de esparcimiento y ocio. Zonas de difusión industrial.

La sociedad, en su fase post-industrial ha echado mano del mundo rural para satisfacer nuevas demandas, de forma que el sistema económico y social integra la ciudad y el campo cambiando la relación dominio-dependencia por otra de interdependencia 5

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dentro de un conjunto cuya dirección sigue escapándosele al medio rural, lo cual constituye su rasgo fundamental (Kayser, 1990). Son los territorios los que cuentan con un diferente grado de integración en los procesos globales. Territorios, más o menos «conectados», que incluyen ciudades y espacios rurales, lo cual significa que la vieja oposición campo/ciudad ha dejado de tener sentido desde un punto de vista tanto social como económico y, en consecuencia, también desde la óptica académica.

1.2. Concepto de espacio rural: El espacio rural se ha definido desde distintas perspectivas: como espacio físico o natural, como espacio económico y social o, simple y llanamente, como lo opuesto al espacio urbano. Desde los años ochenta la mayoría de los investigadores han optado por una definición atendiendo a una combinación de criterios físicos, sociales y económicos. La Comisión Europea en 1988 señalaba que: «La noción de mundo rural … se refiere a todo un tejido económico y social que comprende un conjunto de actividades diversas (...) Además de su función de marco existencial de los que allí viven y trabajan, el espacio rural presenta unas funciones vitales para la sociedad (...) En tanto que zona tampón y espacio de regeneración, es indispensable para el equilibrio ecológico y es cada vez más un lugar de acogida privilegiado para el descanso y el recreo.» (Kayser, 1990; 12) El propio Kayser hace una síntesis afirmando que el espacio rural se define por un modo particular de utilización del espacio y de vida social con una serie de rasgos fundamentales: • • • •

Densidad relativamente débil, tanto demográficamente como en edificaciones, donde predomina el paisaje vegetal. Uso económico con predominio espacial agro-silvo-pastoril. Modo de vida caracterizado por la pertenencia de sus habitantes a comunidades relativamente pequeñas y asociado a una relación peculiar con su entorno natural. Una identidad específica propia. (Kayser, 1990:13)

Sancho Hazak habla directamente de espacio social, como resultante de la intervención del hombre sobre un espacio físico o natural «en un proceso histórico en que la sociedad ha impulsado el establecimiento de unas funciones concretas, bajo unas relaciones sociales de producción, (...), específicas. Se trata por tanto del impacto geográfico de las actuaciones sociales». (J. E. Sánchez, 1991: 167) Para este autor el espacio social se materializa

según el grado de homogeneidad de los criterios o variables utilizadas, a mayor número de éstas, menor será el espacio social, así hablaremos de nación, comarca, pueblo, aldea… Pero el espacio rural no se corresponde, según él, con ninguno de estos agregados, si acaso es una parte de ellos. El calificativo rural reúne una serie de características que resume en tres componentes: •

Ecológica: Estructura del hábitat humano, en referencia a la forma de ocupación del suelo y a las interrelaciones que se establecen, o bien al espacio físico natural escenario de esas relaciones.

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Socio-económica: Actualmente las actividades se han diversificado, la agraria ya no es la dominante, aunque es en el espacio rural donde todavía alcanza su mayor peso respecto a la configuración de esa estructura rural.



Socio-cultural: En relación con las pautas de trabajo y las normas de adhesión al espacio y a la comunidad rurales, donde los vínculos de reciprocidad son esenciales para mantener la coherencia del grupo y que tras la crisis del éxodo rural ha derivado en una nueva identidad con su entorno ambiental, lo cual ha influido a su vez en una imagen positiva del mundo rural. (Sancho Hazak, 1997)

1.3. La delimitación de lo rural: Hasta mediados del siglo XX en la interpretación de lo rural y lo urbano predominó un enfoque dicotómico, ambos eran contrapuestos, a modo de antónimo. Así se caía en definiciones circulares: el espacio rural era el no urbano y viceversa, entre uno y otro había una delimitación clara, una ruptura nítida; piénsese que las murallas medievales de muchas ciudades europeas no se derribaron hasta bien entrado el siglo XIX. Marx establecía la ruptura basándose en la división del trabajo, el material (físico) en el campo y el espiritual (intelectual) en la ciudad, incluso apuntaba este hecho como causa de la primera diferenciación de las clases sociales. Otros autores han definido el antagonismo entre lo rural y lo urbano apoyándose en los géneros de vida que se dan sobre cada uno de estos espacios, como si de dos «civilizaciones» distintas se tratara. Tras la Segunda Guerra Mundial los procesos de urbanización y de industrialización primero y más tarde los fenómenos de descentralización de usos urbanos y de difusión de la información han afectado a los espacios rurales en sus dimensiones espacial, social, económica, cultural y, por supuesto, también ambiental. El conjunto de transformaciones ha sido un proceso en el que lo urbano como modo de vida y ocupación del espacio se generaliza. En este orden de cosas la teoría del Continuum Rural-Urbano de los sociólogos Sorokin y Zimmerman intentó dar una explicación negando la existencia de una ruptura cualitativa apoyándose en la idea de un cambio gradual. Un modelo en el que entre los dos extremos, rural y urbano, lo que tenemos son, como dice Mendras en 1959, «... diferencias de intensidad más que contrastes». Moss, desde el Consejo de Europa, decía en 1980: «Los términos rural y urbano designan modos de utilización del territorio y se aplican tanto a la tierra como al hombre. Juntos constituyen lo que se considera hoy como un sistema continuo [rural-urbano] dentro del cual no hay una ruptura o distinción neta, habiendo diversos niveles de actividad social y económica, más altos en el extremo urbano y más bajos en el extremo rural. Hacia el urbano la actividad humana y la producción de manufacturas predominan y se intensifican, y hacia el rural son los procesos ecológicos y los recursos naturales los que lo hacen.» (Kayser, 1990: 16) Tampoco esta teoría ha escapado a la crítica por parte de otros autores, aunque lo han hecho desde distintas ópticas, a veces claramente enfrentadas:

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Pahl, por ejemplo, de forma prematura, en 1968, rechazaba la simpleza del gradualismo en su aspecto social, pues para él ya no podía hablarse de una sociedad rural y otra urbana. Señalaba que «ligar los modelos de relaciones sociales con los medios geográficos resulta un ejercicio estéril». El estilo de vida de los individuos no tiene que ver con su localización, rural o urbana, sino con tres factores que por orden de importancia son: la clase social a la que pertenecen, la edad o posición en el ciclo familiar y el grupo local o nacional de los que forman parte. Lewis y Maund, en 1976 sintonizaban con Palh, pues a su entender, el proceso de urbanización es un fenómeno global que incluye a toda la sociedad, con independencia de la ubicación geográfica, y son los rasgos sociales y de estilo de vida los que caracterizan los lugares y no al revés. (Kayser, 1990: 16)



Chamboredon, en 1985, se movía entre dos aguas, ya que según él, las recientes mutaciones en los intercambios entre el mundo rural y el urbano, la creciente integración social y económica de ambos mundos, hacen pensar en lo que tiene de excesivo un planteamiento dicotómico, el cual sólo sirve para determinar los dos polos, rural y urbano, entre los que se manifiesta un continuo de situaciones. Sin embargo también decía que el mundo rural se ha convertido en una «escena social secundaria, complementaria de la urbana [dominio urbano], en la que uno de los rasgos de los individuos es la doble pertenencia», para terminar afirmando que por su función cultural y simbólica, enraizada en el territorio, la sociedad rural ha reforzado su identidad propia.



Una nueva corriente ruralista se reafirmaba en la existencia de un mundo rural con rasgos diferenciados respecto al mundo urbano. H. Mendras, partidario de la idea del continuo y de la sociedad única en 1959, se sorprende en 1988 cuando dice que «curiosamente la trashumancia semanal [o estacional] de las poblaciones urbanas [sobre el mundo rural] que habría debido contribuir a difuminar las diferencias, ha acarreado, al contrario, un fortalecimiento de los contrastes.» (Kayser, 1990:17)



Camarero, ya en los noventa, piensa que el modelo del Continuum servía para los procesos de urbanización y de industrialización, pero no para los procesos actuales (difusión y descentralización) pues la base sobre la que se sustentaba este modelo ha cambiado, ya que el volumen demográfico ha dejado de ser determinante en la interacción o interdependencia entre las sociedades, y todo debido a una menor fricción de la distancia. Para él el espacio rural ya no es homogéneo, existen zonas en las que continúan los procesos del reciente pasado urbanizador y otras que se han desprendido de esas tendencias en relación con su calidad ambiental, paisajística y de esparcimiento, también residencial. Por ello, dice, estamos asistiendo a un renacer rural selectivo o lo que él mismo llama la fragmentación de lo rural. (Camarero, 1993)

Los cambios operados en las últimas décadas, y no sólo los que han afectado al mundo rural, han producido una variación en el marco hipotético sobre los espacios rurales. Actualmente los esfuerzos para delimitar la ruralidad como objeto de estudio no tienen mucho sentido, pues los mismos geógrafos rurales admiten que el medio rural ya no puede ser analizado como un universo cerrado, sino dentro de un sistema nacional o internacional. Como dice Bonnamour en 1993, la geografía rural debe ser parte de una 8

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geografía total que integre en su estudio todos los aspectos del espacio rural desde una óptica más global. Lo cual no quiere decir que no se aborden trabajos sobre el medio rural con un carácter más o menos exclusivo, pero situados la mayoría de las veces dentro del estudio de otros temas más generales. Hay espacios, como los periurbanos, cuya adscripción a una determinada rama de la disciplina geográfica es cuanto menos dudosa, y es impensable abordar su estudio sin analizar previamente lo que ocurre en el espacio urbano que los produce. Los efectos de las transformaciones experimentadas por los espacios rurales han suscitado también un debate social y político en el que predominan las posiciones en defensa de lo rural como símbolo, como marco de vida o como reserva de naturaleza. De este modo, en los noventa, aparece una idea de la ruralidad, nacida de la reciente evolución de los espacios rurales y de la evolución ideológica de la sociedad global, con una referencia medioambiental que va más allá del nivel local y que se centra en la ordenación territorial y del uso y gestión de los recursos naturales, en la búsqueda de un desarrollo rural integrado y más sostenible, a modo de barrera entre sociedad y naturaleza, «en un momento en el que la actividad humana es capaz de explotar la totalidad de la esfera natural».(Jollivet, 1997b; 363) Según Frouws (1997) todo esto supone una nueva concepción de lo rural, de inspiración urbana, que responde más a las necesidades y demandas de la ciudad que a las de la población rural (agraria) y que según Jollivet (1997b) reaviva el antagonismo ciudadcampo, en relación con la utilización del espacio. Así la agricultura industrial, productivista y comercial, en definitiva, intensiva, deja de estar considerada como una actividad rural. El espacio rural deviene un espacio disponible para la localización de usos, urbanos o no, en función de su calidad ambiental y de la reglamentación de uso preestablecida.

1.4. Variables y umbrales de la ruralidad. Indicadores: El espacio rural viene definido por un uso particular del espacio que se caracteriza básicamente por: • • • •

Una baja densidad demográfica y de edificaciones. Una hegemonía espacial de las actividades primarias. La relación peculiar e íntima con el entorno. El arraigo de sus pobladores y su identificación con el paisaje.

Si estos son los rasgos que lo diferencian del espacio urbano es obvio que los dos primeros son los más fácilmente mensurables y por tanto más objetivos. Los que nos van a permitir establecer comparaciones. Por supuesto que los otros dos también pueden trabajarse a través del trabajo de campo, con encuestas y entrevistas, aunque estaríamos más en el ámbito de lo subjetivo en relación con el investigador. En cualquier caso la heterogeneidad de los espacios rurales será un inconveniente a la hora de la generalización de los métodos empleados en las variables a considerar, en el establecimiento de umbrales y en los cálculos estadísticos a realizar.

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Entre los indicadores sencillos que más se utilizan tenemos: •

La actividad primaria: Porcentaje de agricultores: Es una variable que pierde consistencia en relación directa con el descenso relativo de los activos agrarios en el mundo rural aunque en relación con el urbano las diferencias sigan siendo notables.



El uso económico del territorio: Referido a la intensidad de los usos por lo general más extensivos que en el espacio urbano. Pero también podemos encontrar obstáculos para establecer el grado de ocupación (umbral), ya que en la actualidad podemos encontrarnos con muchos espacios mixtos en zonas rurales, donde la coexistencia de usos extensivos e intensivos aportan mayor dificultad.



Tamaño demográfico de los asentamientos: Es el indicador más sencillo y utilizado, sobre todo por las instituciones públicas. El problema es la disparidad de criterios para adoptar la cifra de población límite, así cada estado aplica umbrales diferentes aunque casi todos coinciden en los diez mil habitantes como el límite inferior urbano y los cinco mil como el límite superior rural. Entre los 5.000 y los 10.000 habitantes están las diferencias. Camarero piensa que este indicador debería combinarse con la distancia a los centros urbanos y que la heterogeneidad de los espacios rurales haría necesario el establecimiento de distintos umbrales demográficos. (Camarero, 1993)



Densidad demográfica: Aunque es muy utilizado y evidente como criterio diferenciador tropieza con los mismos problemas de generalización.

«La cuestión del establecimiento de los umbrales de la ruralidad escapa al rigor estadístico, si no científico. Se comprende así que los ruralistas no se acomplejen por “rastrillar largo” [manga ancha].» (Kayser, 1990:22) También se emplean indicadores múltiples que miden el grado de cumplimiento de varios criterios a la vez, e indicadores complejos obtenidos con técnicas de análisis factorial teniendo en cuenta muchas variables. Algunos autores han empleado indicadores basados en variables sociales como la renta familiar, el consumo, las prácticas sociales, culturales y religiosas, etc., pero más que remarcar las diferencias éstas tienden a desaparecer con respecto al mundo urbano, lo cual puede ser una prueba de que el modo o estilo de vida urbano se ha generalizado entre la población del campo y de que las disimilitudes que existan sean más evidentes entre las clases sociales. Quizá una de las diferencias más evidentes entre el mundo rural y el urbano tenga que ver con la evolución cualitativa y cuantitativa de la población, con la estructura por edades y por género,... En el fondo están los recientes procesos que han afectado al mundo rural aunque hay que señalar que éstos no han tenido una incidencia homogénea dentro de él.

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1.5. La heterogeneidad de los espacios rurales. Tipologías: Las transformaciones que han sufrido los espacios rurales de los países industrializados en las tres últimas décadas han restado homogeneidad al conjunto. La diversidad de los modos y tiempos de evolución y del grado de descomposición de las antiguas estructuras sugiere y hace necesaria una clasificación de los espacios rurales resultantes. Bernard Kayser habla de cuatro tipos de espacio rural «sobre una cadena lógica y geográfica»: •







Tercera Corona Periurbana: Denominación acuñada por él mismo para definir el espacio «donde los procesos de urbanización se enfrentan a una agricultura y a una sociedad rural en pleno funcionamiento» donde «la edificación urbana está localizada y limitada… La cual no ocupa todo el espacio ni progresa como un frente de urbanización». Con una economía agraria productiva: Espacios en los que «los terrenos de cultivo mantienen su valor y se explotan profesionalmente. Lo cual no supone que la sociedad rural esté dominada por los agricultores ni que lo cotidiano esté regido por un modo de vida rural». Espacio Rural Profundo: «Calificado como marginal por unos, o de reserva por otros, con una débil productividad y donde la modernización ha tenido un escaso papel. Es un espacio empobrecido, asténico, pero con una cierta disponibilidad, en el sentido de reserva, donde la sociedad envejece y donde se reflejan las dificultades de las condiciones de vida». Con servicios urbanos: Espacios, más allá de la tercera corona periurbana o en sus márgenes, «con servicios de recreo, sanitarios y sociales, a veces acompañados de una cierta industrialización. Actividades que revitalizan el espacio rural, transformando la sociedad e introduciendo procesos económicos, sociales y culturales irreversibles».

Kayser reconoce la poca utilidad de esta clasificación por su simplismo a la hora de hacer una delimitación más precisa de los espacios rurales, y remite a otras clasificaciones basadas en el concepto de dominio, en el análisis de las funciones económicas y de las estructuras sociales, o en una combinación de criterios diversos. (Kayser, 1990: 28)

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Etienne Juillard, por su parte, ha propuesto una clasificación sustentada en un conocimiento riguroso y minucioso del terreno lo cual impide su generalización. Así para la Baja Alsacia francesa distinguía en 1953 tres tipos de espacios: • • •

Regiones de dominio de la actividad agraria con un importante éxodo rural. Regiones de agricultura pobre e industrialización rural con el desarrollo de la pluriactividad. Regiones de agricultura próspera con un importante componente de migrantes cotidianos laborales por la existencia de buenas infraestructuras de transporte. (Kayser, 1990: 30)

Jean Renard también a través de un escrupuloso conocimiento del terreno hace una clasificación para le región de Nantes en la que individualiza espacios donde se combinan distintas situaciones agrarias con la periurbanización, el turismo, la industria tradicional y la difusión industrial. L’INSEE francés (organismo estatal de estudios económicos y estadísticos) distingue hasta quince tipos de espacios rurales reunidos en cinco grupos distintos, atendiendo principalmente a la estructura socio-profesional y a la dinámica demográfica de los municipios que los integran: (Kayser, 1990: 32) •









Rural Profundo: Alrededor de un 70% de población activa agrícola y con un fuerte declive demográfico: 1. Con pérdida de vitalidad. 2. Conservando una agricultura activa. Rural Semi-agrario: Población activa agraria superior al 50% y en declive demográfico: 3. Agricultura rentable con grandes explotaciones. 4. Agricultura pobre. Importancia del grupo de jubilados. 5. Empleo industrial poco cualificado. Rural en Transformación: Población activa agraria entre el 20 y el 35%: 6. Residencias de trabajadores industriales cualificados. 7. Periferia de cuencas industriales tradicionales. 8. Periferia de cuencas industriales recientes. 9. Con fuerte proporción de profesionales independientes y turismo. Rural en Estancamiento: Población activa agraria entorno del 25 al 40%: 10. Con procesos avanzados de paso de la agricultura a la industria. 11. Cuenca industrial en fuerte declive. 12. Polos de atracción rural. 13. Viticultura y grandes explotaciones con jornaleros. Rural Intermedio: con un población activa agraria todavía importante entorno al 15%: 14. Con fuerte proporción de inactivos y retirados. 15. Cabeceras rurales con artesanado y comercio.

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También se han dado clasificaciones puramente teóricas, alejadas de cualquier metodología empírica o estadística como la de François Pingaud de 1980 que, desde una óptica marxista, establece tres tipos de espacios rurales atendiendo a la estructura socioeconómica local: •

Espacios Integrados: Con las actividades más avanzadas de producción. Tienden a la homogeneización con respecto a la estructura social estatal, cada vez se asemejan más a los espacios urbanos.



Espacios en Expectativa: No son objeto de revalorización por los procesos de modernización o de transformación, pero conservan una actividad tradicional y sobre todo unos potenciales humanos (mano de obra) preparados para los cambios.



Espacios en Vigilancia: En los que el éxodo rural ha propiciado su degradación tanto física como social, donde es corriente el abandono de tierras y de edificios con una sociedad local envejecida y desestructurada.

Esta tipología introduce la dimensión histórica en el análisis, de forma que un espacio integrado, por obsolescencia, puede tornarse expectante; y otro vigilado en integrado por la puesta en marcha de infraestructuras importantes. Nicole Mathieu basándose en la clasificación de Pingaud elabora una tipología menos teórica prestando atención a las dinámicas de los usos del suelo observadas en distintos espacios rurales: • • • •

Espacios de Integración Antigua. Espacios de Reciente Integración por sustitución de funciones. Espacios Productivos dependientes del mercado donde las estructuras productivas aún no son capitalistas. Espacios Marginales, olvidados de las inversiones públicas o privadas.

En definitiva, las diferentes tipologías responden básicamente a una gradación de la influencia urbana sobre el espacio rural, ya sea como lugares de difusión o descentralización de funciones y de actividades urbanas o como lugares destinados a satisfacer las nuevas demandas urbanas de recreo y ocio. Allí donde el influjo urbano no llega encontramos el rural profundo, vigilado, marginal, abandonado o enclavado. (Kayser, 1990: 33)

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2. TRANSFORMACIONES EN EL MUNDO RURAL Los cambios más recientes que han conocido los espacios rurales de los países desarrollados han sido de índole diversa: demográficos, sociales, culturales, económicos, físicos, institucionales, de accesibilidad e incluso de imagen. Todos ellos han sobrevenido de forma interrelacionada, siendo a menudo causa y efecto entre ellos y tienen un origen común: el mundo urbano. Pero la construcción social de lo rural varía de unos países a otros lo cual hace más difícil cualquier generalización, aunque sí se pueden detectar procesos similares en la Europa Occidental, con las lógicas diferencias entre Norte y Sur.

2.1. Movimientos migratorios: Las migraciones están en la base de las profundas mutaciones demográficas y sociales de los espacios rurales. Son la expresión de las desigualdades entre el medio rural y el medio urbano, incluso entre distintos espacios rurales. Según Pérez Díaz «la emigración no es sólo un desplazamiento espacial» de la población, «también es social» teniendo como causa «el contraste entre mundos y situaciones». (citado por Camarero, 1993).

Éxodo obligado: En relación con la redistribución de la población Camarero nos habla de una primera fase que llama la del Éxodo Obligado, el cual deriva del «precario equilibrio entre población y recursos», desde una óptica ecológica. En las primeras décadas del siglo XX los países desarrollados acababan de hacer o estaban inmersos en la transición demográfica, es decir, el paso de unas tasas de natalidad y de mortalidad altas a otras bajas. Pero el cambio no fue sincrónico entre ambas tasas. Primero descendieron las de mortalidad debido a los avances higiénico-sanitarios y a un cierto desarrollo de la agricultura (basado en la expansión espacial sobre todo) lo cual trajo consigo una mejor alimentación de la población. Más tarde, asociado a los nuevos modos de vida, descendieron las tasas de natalidad. El desfase en el descenso de las tasas de mortalidad y de natalidad provocó un crecimiento vegetativo de la población muy importante lo que no hizo sino aumentar la presión demográfica sobre la tierra a través del aumento en la demanda de alimentos, y esto en «un contexto de baja innovación tecnológica, sólo es posible mediante la roturación de nuevas tierras y mediante la expansión en el espacio de las poblaciones», es decir, aumentando las superficies cultivadas y colonizando nuevos espacios. (Camarero, 1997) En el caso de España la satisfacción de esta demanda se produjo con una productividad agrícola similar a la de siglos anteriores (la densidad demográfica de los distintos espacios rurales era casi directamente proporcional a la productividad). A principios del siglo XX el espacio agrario estaba saturado y su expansión era difícil con la tecnología existente a lo que se sumaban los periódicos momentos de sequía característicos del clima. Con todo esto las hambrunas también se hacían crónicas. La solución fue la emigración, primero hacia destinos en ultramar y tras la Primera Guerra Mundial hacia las ciudades del interior peninsular.

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Entre 1900 y 1950 la población rural española apenas varió en número a pesar de que la Segunda Guerra Mundial y la autarquía había reagrarizado en parte a España. Esto en cierto modo prueba que el campo ya no admitía más población.

Crisis del modelo tradicional y éxodo rural: Con el final de la autarquía y la apertura económica al exterior propiciada por el Plan de Estabilización de 1959 se inicia el despoblamiento del campo español. El fin del aislacionismo trajo consigo la consolidación del proceso de industrialización en España, aunque con más de dos décadas de retraso respecto de otros países europeos. Este proceso, enmarcado en lo que se ha llamado el milagro económico español o la etapa del desarrollismo (1960-1974), tuvo consecuencias en el mundo rural, que pasó a ser fuente de mano de obra atraída por una industria en expansión, con mejores salarios a lo que se añadían las mejores condiciones de vida de las ciudades sedes del proceso industrializador, tanto en el estado español como en los países europeos donde se urbanizaron grandes contingentes de la población rural española. La industrialización y el éxodo rural significaron la crisis de la agricultura tradicional. El campo español se quedó en poco tiempo sin jornaleros y muchos pequeños propietarios abandonaron sus explotaciones en busca de mayores rentas. La escasez de activos agrarios encareció de forma progresiva la mano de obra agrícola, al mismo tiempo se reconvirtieron cultivos abandonando producciones tradicionales para atender la nueva demanda alimenticia de las ciudades que a los cereales y legumbres añadían leche, carne, frutos y hortalizas. Para sustituir el trabajo humano y afrontar la intensificación de los cultivos se recurrió a la mecanización y otros inputs agrarios. Muchas explotaciones familiares no pudieron adaptarse a estos cambios que requerían el endeudamiento por lo que los hijos de estas familias también tuvieron que marcharse. Los conocidos trabajos de Pérez Díaz y, sobre todo, de Naredo, Leal, Leguina y Terrafeta, hacen innecesario que se reproduzca aquí el proceso de crisis de la agricultura tradicional y de modernización y especialización posteriores. La salida de todos estos efectivos demográficos produjo un considerable descenso de la demanda en origen, local, con lo cual los pequeños comerciantes que la satisfacían también se vieron abocados a la emigración que de este modo se convertía en causa y efecto de ella misma. Camarero lo resume en el siguiente esquema: Sociedad Industrial Bajos Salarios Agrarios

Crisis Agricultura Familiar

EMIGRACIÓN

EMIGRACIÓN

Subida Salarios Agrarios

Descenso de la Demanda

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Mecanización

EMIGRACIÓN

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El éxodo rural como fenómeno de reequilibrio en la distribución de la población debería haber sido beneficioso para el medio rural ya que reducía la presión demográfica, pero no fue un fenómeno meramente cuantitativo, también fue cualitativo. El despoblamiento se hizo de una forma selectiva en generación y en género lo cual trastocó notablemente la estructura de la población rural. Afectó sobre todo a los jóvenes y, dentro de ellos, de una forma más intensa y duradera a las jóvenes. El resultado fue el envejecimiento y la masculinización de la población rural y ambas consecuencias supusieron a su vez un límite a la capacidad genésica y por tanto un menor crecimiento vegetativo, en muchos casos negativo. PERFIL GENERACIONAL DE LOS EMIGRANTES RURALES Grupos de edad

Entidades < 2.000 hab.

Entidades < 10.000 hab.

1950-60

1960-70

1970-81

1950-60

1960-70

1970-81

5-14

29,7%

26,2%

23,0%

22,5%

24,0%

25,5%

15-29

41,7%

37,4%

47,7%

39,3%

33,2%

32,3%

30-44

16,5%

20,2%

16,5%

20,4%

22,0%

20,6%

45-59

7,1%

10,8%

7,5%

11,0%

13,5%

13,9%

> 60

5,0%

5,4%

5,2%

6,7%

7,3%

7,7%

TOTAL

100%

100 %

100%

100%

100%

100%

(Camarero, 1997: Tabla 4)

En relación con sus efectos cuantitativos y espaciales está el aumento de los desequilibrios interregionales en la distribución de la población como reflejo de la progresiva especialización funcional del territorio estatal. El paso de la región homogénea a la región funcional, producto del proceso de industrialización, unido a las dificultades del medio y a la distancia a los grandes centros urbanos han hecho aparecer grandes vacíos poblacionales que algunos autores identifican con el «rural profundo».

El final del éxodo rural La Crisis del petróleo de 1973 marcó un punto de inflexión en el ritmo de vaciamiento de los espacios rurales, aunque en España los efectos llegaron con un cierto retraso respecto a otros países debido al proteccionismo económico y prácticamente se unieron a los de una segunda gran crisis en 1979. La subida de los costes energéticos se tradujo en una aguda recesión industrial y en un incremento espectacular del desempleo urbano. Esta nueva coyuntura económica alivió la tensión migratoria entre el campo y las ciudades y las expectativas urbanas para los habitantes del medio rural dispuestos a 16

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abandonarlo se redujeron. La reestructuración industrial y los procesos de reconversión productiva, necesarios para superar la crisis y como requisito imprescindible para la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, no sólo paralizaron la creación de empleo industrial sino que, a través de las regulaciones de plantilla y los cierres patronales, generaron grandes excedentes laborales que buscaron refugio en la intensificación de la agricultura o en el sector terciario ligado al «boom» del turismo en algunas zonas del litoral mediterráneo, o bien formaron parte de los movimientos de retorno que supusieron una inversión de flujos de antiguos emigrantes jubilados o parados que decidieron regresar a sus lugares de origen. La crisis industrial se había sentido en Europa con unos años de antelación hizo que un gran número de emigrantes retornara a España estableciéndose en su mayor parte en las áreas industriales lo cual contribuyó a agravar los efectos de la crisis de la industria española. En este orden de cosas entre 1975 y 1980 los volúmenes de los flujos campo-ciudad se redujeron drásticamente a la vez que cambiaba el mapa de los focos de atracción.

La transición de las migraciones: A comienzos de los 80 se produce la ruptura del sistema tradicional de migración. En adelante la movilidad migratoria se verá alterada en cuanto al volumen de flujos y las distancias recorridas, no sólo por los efectos de la crisis de la industria y del atractivo de los nuevos focos, también como consecuencia del agotamiento en origen y especialmente por los cambios institucionales operados en la España democrática. La consolidación del Estado de las Autonomías ha repercutido en mejoras sustanciales de las condiciones de vida y de trabajo sobre todo en las Comunidades más desfavorecidas. Las actuaciones políticas en busca del llamado «Estado del Bienestar» se perciben más en el mundo rural que en el urbano y, mientras tanto, los gobiernos autónomos y los ayuntamientos democráticos han ejercido como promotores del desarrollo regional y local, todo lo cual ha servido para retener la población en sus Comunidades aunque no hayan conseguido afianzar la de sus áreas rurales. En definitiva, podría decirse que «... se procede a una redistribución demográfica regional que contrasta con la interregional de décadas anteriores.» (Romero y Albertos, 1993) Así en el primer quinquenio de los 80 las provincias con saldo migratorio positivo superan por primera vez a las de saldo negativo, y de 1986 a 1990, una vez superada la crisis, aparecen potentes focos de atracción, esta vez asociados a nuevas ramas 17

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productivas y sobre todo al turismo, que provocan una ligera reactivación de los movimientos interprovinciales. Pero los cambios no sólo han afectado al volumen y la distancia, también lo ha hecho en la dirección de los flujos. Ya hemos hablado de los que han retornado a sus lugares de origen como consecuencia de la crisis. Desde los inicios de los 90 se ha producido un incremento en los movimientos de retorno gracias a una mejor dotación de servicios en las zonas rurales; también por esto participan en la inversión de los flujos jubilados en busca de un lugar de retiro más tranquilo que se dirigen generalmente a zonas turísticas o de segunda residencia. Otra parte de este contingente, la más importante, está protagonizada por aquellos sectores de población con niveles de renta medio y alto que salen de la ciudad para vivir en el campo por una nueva y mayor flexibilidad residencial, derivada de un cambio de actitudes individuales asociadas a valores «postmateriales» y por la mejora de las vías de comunicación que les permite hacer desplazamientos pendulares entre su casa y su lugar de trabajo que conservan en la ciudad. Actualmente, como consecuencia de estos cambios, el balance migratorio entre el campo y la ciudad se compensa, el saldo es prácticamente nulo, aunque los movimientos siguen siendo selectivos: la ciudad atrae jóvenes y expulsa matrimonios jóvenes y jubilados y en cuanto a los lugares de origen de las migraciones residenciales, las grandes ciudades se suman a los municipios rurales más pequeños, los cuales siguen expidiendo población; pero con una diferencia fundamental, que desde la ciudad los movimientos generalmente son de corta distancia y desde las zonas rurales lo son de largo recorrido. Con todo esto estamos asistiendo a una relocalización de la población rural, ya que el rural remoto se vacía mientras que en las zonas rurales más próximas a los centros urbanos se está produciendo una concentración de esta población.

Las nuevas tendencias migratorias. La urbanización del medio rural: Desde los años 70 en los países desarrollados y un poco más tarde en España se ha producido un vuelco, tras varios decenios de declive, en las tendencias demográficas de sus áreas rurales. Pero el cambio no ha afectado con similar intensidad a todas ellas, es más, como apuntaba anteriormente tampoco se ha producido en todas ellas, lo cual da pie para que diversos autores rechacen la generalización de este fenómeno, ya que el descenso 18

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demográfico de los pequeños municipios de algunas regiones rurales europeas todavía persiste, mientras que otros piensan que no es más que un proceso coyuntural motivado por la crisis económica. Sin embargo hay una serie de hechos objetivos que dan consistencia y visos de perdurabilidad a los cambios migratorios detectados. La evolución de los sistemas y medios de transporte y de comunicaciones, el uso generalizado del automóvil, junto a las disfunciones económicas (congestión, carestía del suelo...), medioambientales (polución, ruido, escasez de espacios libres y verdes...) y sociales (marginación, delincuencia...) de los espacios urbanos han propiciado, por un lado, una mayor flexibilidad de localización de los distintos usos, sobre todo el residencial; y por otro lado, una debilitación de las fuerzas de atracción de las ciudades, si es que no lo son de repulsión. De esta manera en el ámbito urbano se está rompiendo con la unidad de funcionamiento lugar de residencia–lugar de trabajo. La urbanización de los espacios rurales contiguos al mundo urbano no es un fenómeno reciente. La expansión física de la ciudad industrial, necesaria para acoger tanto a las fábricas como a su mano de obra alóctona, se hizo sobre el campo inmediato en forma de «mancha de aceite» o «a saltos», alcanzando y engullendo a pequeños núcleos, sin planeamiento en muchos casos, con muchos espacios libres que se irían rellenando poco a poco hasta adquirir una continuidad física primero y una coherencia funcional más tarde con los espacios centrales de la ciudad. Es lo que se ha llamado la suburbanización. La magnitud de la avalancha demográfica e industrial hizo que el crecimiento urbano alcanzara espacios rurales cada vez más alejados. Siguiendo las vías de comunicación, de una forma «tentacular», los pueblos rurales del extrarradio urbano vieron como se reducía su espacio agrícola para poder albergar a su nueva población y a algunas industrias. En muchos casos el aumento demográfico era muy superior al de las actividades con lo que los antiguos pueblos rurales hacían la función de ciudad-dormitorio para los activos urbanos y de esa manera perdían su personalidad paisajística, ya que el pequeño casco tradicional iba a quedar envuelto por un anodino cinturón de barriadas de vivienda colectiva en altura. Poco a poco han ido apareciendo polígonos industriales y se han ido diversificando las actividades conformándose las áreas metropolitanas. Si la periurbanización sólo significara la urbanización de la periferia urbana es evidente que ésta sería una «periurbanización en altura», densa, como resultado de las fuerzas centrípetas de la gran ciudad próxima que no puede albergar la vertiginosa y masiva irrupción protagonizada por gente del mundo rural, es decir, sería un subproducto del proceso de urbanización.

Periurbanización: Desde los 80, en España, el crecimiento demográfico de las periferias urbanas experimenta un cambio más cualitativo que cuantitativo, en el sentido en que ahora la causa es la salida de población y también de actividades desde las ciudades hasta el medio rural circundante, más o menos próximo, teniendo en cuenta que la idea de distancia se vuelve relativa y también ha cambiado.

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Barrère equipara el concepto de periurbanización al de rururbanización, que desde una óptica rural tiene un carácter destructivo. Desde la óptica urbana habla de exurbanización o contraurbanización1 para diferenciarlo del de suburbanización. La exurbanización sería el vaciado del medio urbano (salida de urbanitas), mientras que la suburbanización sería el derrame de los rurales llegados que han excedido la capacidad de la ciudad (Barrère, 1988:61). Para Bauer y Roux la rururbanización es la forma más reciente de la expansión urbana, lo cual resulta contradictorio con lo expresado por Barrère. Así podemos observar una escasa unanimidad entre los distintos autores para definir el proceso de periurbanización, sin embargo sí que coinciden en los rasgos del espacio cuando dicen que será rururbano si cumple tres condiciones: • • •

Estar próximo a áreas urbanas. Recibir población desde ellas. Predominio del espacio no urbanizado.

Roselló i Verger, desde una postura más comprometida, dice que la rururbanización consiste en la apropiación del campo por la ciudad, coincidiendo con los demás en que es propia de los espacios rurales inmediatos a grandes ciudades y áreas metropolitanas (Binimelis, 1996). Sintetizando la periurbanización (rururbanización) es la invasión del espacio rural por gente del mundo urbano y se apoya en una serie de elementos que la propician: • • • • • • • •

La problemática urbana: congestión, contaminación, inseguridad, marginalidad, deshumanización, aislamiento, escasez de la vivienda, carestía del suelo... La construcción y mejora de infraestructuras viarias. El uso del vehículo privado. Una nueva imagen de lo rural. Nuevas actitudes. Valores ecológicos en alza. Impulso de las políticas públicas, destacando el papel de las instituciones locales: Incremento de las dotaciones y equipamientos públicos. Oferta de suelo por las administraciones locales. Incremento de los servicios privados y de ocio. La elevación del nivel de renta.

Este conjunto de factores ha contribuido a la aparición de numerosas áreas de viviendas unifamiliares de baja densidad en urbanizaciones aisladas, a la creación de nuevas barriadas de viviendas adosadas en el perímetro de núcleos rurales, a la rehabilitación de viviendas rurales dispersas o en el interior de los pueblos y también ha propiciado la expansión numérica de las segundas residencias y la conversión de muchas de ellas en viviendas principales. A diferencia de la suburbanización, espacial y morfológicamente es una «periurbanización horizontal», baja y abierta. Además, como anteriormente lo fue el éxodo rural, la urbanización del campo es también un proceso 1

La terminología es rica y variada para definir un solo fenómeno, quizás por las dificultades para hacerlo. Pero dejaremos el término «contraurbanización» para definir lo que ha sido un paso más en el fenómeno de la exurbanización.

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social y demográficamente selectivo ya que ha afectado generalmente a familias con hijos menores de renta media-alta en busca de un marco existencial más en contacto con la naturaleza, a parejas jóvenes que buscan el acceso a la propiedad de una vivienda más barata, y también a matrimonios mayores que por motivos de tranquilidad ocupan su vivienda de vacaciones o de fin de semana de forma permanente. «El modelo se completa con la proliferación de polígonos industriales y grandes superficies comerciales, junto al uso masivo del automóvil privado como medio habitual de transporte para buena parte de esta población que realiza desplazamientos de radio cada vez mayor.» (Calvo Palacios en Méndez y Molinero, 1993: 586)

La periurbanización acarrea una serie de inconvenientes y propicia nuevos escenarios donde tienen lugar conflictos entre diferentes actores sociales: •

• •



• •

Desde un punto de vista económico las áreas residenciales de baja densidad suponen un consumo de suelo excesivo, siempre a costa de una agricultura que en ocasiones suele ser muy productiva. El incremento del precio del suelo favorece la especulación y la aparición del «baldío social» que es el abandono de la actividad agraria en suelos susceptibles de ser urbanizados, sobre todo en zonas aledañas de los núcleos rurales. La dependencia del coche particular y el incremento de los movimientos pendulares agravan la saturación de los accesos de la ciudad en las horas punta. Las corporaciones municipales tienen muchos problemas en la provisión de servicios y equipamientos públicos para una población difusa. Además aparecen conflictos de intereses entre los nuevos y antiguos residentes en relación con la política y a las inversiones municipales. Desde la óptica ambiental al derroche de suelo hay que añadir el abuso en el consumo de un recurso, normalmente escaso, como el agua, para el cuidado de jardines o el disfrute de multitud de piscinas particulares, cuando no para el mantenimiento de instalaciones deportivas tan elitistas como los campos de golf que compiten con el uso agrario por este recurso. También podríamos incluir en este apartado que, a menudo, los planificadores de las grandes infraestructuras viarias, que han favorecido el proceso, no han construido los corredores naturales necesarios para evitar el aislamiento de algunas poblaciones de fauna o colectores para la evacuación de aguas en caso de lluvias persistentes o torrenciales, máxime si tenemos en cuenta que la urbanización del suelo implica su impermeabilización. Estéticamente el paisaje de los pueblos con los nuevos barrios poco tiene que ver con el escenario rural que se busca. Los nuevos residentes, en general, suelen tener rentas más elevadas que los autóctonos con lo cual se aumentan las diferencias sociales. A veces las urbanizaciones no son sino «guettos» muy exclusivos con las calles vacías por la falta de comercios y actividades que convierten la intimidad buscada en aislamiento. En los pueblos se produce una polarización social del espacio que impide la integración en la vida social de los recién llegados. Entre las ventajas podemos destacar:



Una cierta regeneración demográfica ya que la mayoría de la población que llega son adultos jóvenes con sus hijos.

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Un mayor dinamismo económico pues el incremento de población, su mayor poder adquisitivo y sus características generacionales contribuyen a la consolidación y a la aparición de nuevas actividades, sobre todo el comercio, los servicios y la construcción.

Contraurbanización: B. Berry, basándose en estudios realizados en Estados Unidos, elabora en 1976 su teoría de la contraurbanización, entendiéndola como un proceso de desconcentración de la población que explica las tendencias simultáneas de crecimiento demográfico en las áreas rurales y de retroceso o estancamiento en los grandes centros urbanos. Para B. Kayser significa un cambio en los ritmos de crecimiento de la urbanización metropolitana, los cuales se ralentizan pero siguen siendo positivos, mientras que los de las zonas rurales y no metropolitanas cambian el signo, de negativo a positivo, lo cual supone una inversión migratoria que a veces se ve oculta por un saldo vegetativo negativo como consecuencia de los efectos del éxodo rural. Champion reelabora las tesis de Berry en 1989 y establece cuatro condiciones mínimas para el fenómeno de la contraurbanización: Que sea algo más que una relocalización residencial o productiva, es decir, algo más que el «commuting» (movimientos pendulares); que no reproduzca el fenómeno urbano en el medio rural, en referencia al tipo de hábitat; que no suponga una continuidad de la forma de vida urbana; y que la población rural crezca a expensas de la urbana. Con estos cuatro requisitos Champion excluye del fenómeno la expansión física de las zonas periurbanas sobre el espacio rural y lo concreta más como la evolución de las zonas rurales alejadas de la influencia urbana. En este sentido contraurbanización es un sinónimo de ruralización. No hay unanimidad sobre si la contraurbanización implica un descenso demográfico de los centros urbanos, pero sí lo hay en que el crecimiento que experimentan los espacios rurales más alejados se hace a costa de las ciudades y se trata de movimientos de retiro o de retorno al lugar de origen, de movimientos debidos a nuevas actitudes como la de los profesionales que necesitan un ambiente especial para desarrollar su actividad (escritores, pintores, médicos...), o bien no necesitan una presencia cotidiana en sus puestos de trabajo y prefieren vivir en lugares ambientalmente atractivos. La contraurbanización responde a las fuerzas centrífugas que operan sobre el medio urbano y supone un cambio cualitativo más que cuantitativo, pero es en la cuantificación como podrá conocerse a fondo el proceso y para ello serán necesarios más estudios sobre casos concretos. Tampoco han faltado opiniones contrarias a la realidad de este fenómeno. Así Brush, en 1978, nos advierte de lo engañoso del término contraurbanización, pues lo que está sucediendo no es sino «una fase tardía del proceso de urbanización que ha sido posible gracias a la culminación del sistema de infraestructuras de comunicación y [con ello] a la difusión de la producción, del mercado y de la residencia...». (Kayser, 1990; 48) Hall y Hay elaboraron un modelo secuencial de las etapas por las que han pasado las áreas urbanas europeas. Considerando la región urbana funcional (R) como la ciudad central (C) más su área de influencia (H) distinguían tres procesos con seis etapas 22

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atendiendo a la evolución demográfica del conjunto de la región y sus partes. En este modelo la contraurbanización se encuadraría en el proceso de desurbanización e implicaría una emigración neta desde las regiones urbanas hacia áreas rurales remotas o alejadas de la influencia urbana.

I.- URBANIZACIÓN: 1ª fase: Centralización en la pérdida global de población: – –

La población emigra a las principales ciudades en busca de empleo en la industria. El resultado es una pérdida de población global: (H – > C+) = R –

H– C+

R–

2ª fase: Centralización absoluta: – –

El proceso migratorio se intensifica, la industria atrae población en ciudades medias y grandes a costa de sus áreas de influencia. Resultado: (H – < C+) = R +

H– C+

R+

3ª fase: Centralización relativa: – –

Aparecen los primeros síntomas de saturación en los núcleos centrales de manera que aunque crecen, ya no son los únicos que atraen población, sus áreas de influencia también lo hacen. Resultado: (H + = C+) = R +

H+ C+

R+

II.- SUBURBANIZACIÓN: 4ª fase: Descentralización relativa: – –

Crece el área central, pero su «hinterland» aún lo hace más con los contingentes que no puede absorber la ciudad. Resultado: (H + > C+) = R +

H+ C+

R+

5ª fase: Descentralización absoluta: – –

Por deseconomías moderadas en el núcleo, éste pierde población a favor de su entorno. Resultado: (H + > C –) = R +

H+ C–

R+

III.- DESURBANIZACIÓN: 6ª fase: Descentralización durante la pérdida de población: – –

Las disfunciones urbanas alcanzan su máximo, las ventajas de la aglomeración desaparecen. El anillo de influencia gana población en un primer momento para perderla más tarde. Resultado: (H – < C –) = R –

H– C–

R–

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2.2. La imagen de lo rural: Para Kayser la imagen o percepción del medio rural expresa una parte de su realidad y es un elemento que influye en su funcionamiento, incluso lo condiciona. La imagen tradicional, muchas veces tópica, del mundo rural como algo marginal, menospreciado, atrasado y pobre, que en cierto modo aún persiste, es una imagen de contraste ya que al mismo tiempo también se percibía como algo idílico, incluso feliz. Este carácter contradictorio de su imagen clásica no es ni mucho menos desinteresado, era la que se tenía en el medio urbano en la cual había un trasfondo de hipocresía pues lo que tenía de positivo sirvió para «mantener la muchedumbre de los desarraigados [los obreros urbanos] dentro de los cánones de la humildad campesina». De esta imagen deriva el complejo de inferioridad de los campesinos. Ronald Hubscher, en su Historia de los Franceses de 1983, dice: «Desacreditado por la imagen que la sociedad le devuelve sobre él mismo, el campesino sufre sentimiento de inferioridad. No ignora que su actividad es infravalorada por la sociedad global... Este menosprecio humillante ha alimentado una resignación que ha servido a los intereses dominantes, pues permitía mantener el estado de sujeción dentro del cual se encontraba buena parte de la población agraria... Los campesinos tienen en sus genes el síndrome del señor, que se distingue de ellos por su lenguaje, sus costumbres y su presencia [aspecto], es un ciudadano [urbanita], y si no lo es, adopta las maneras». La filósofa y escritora francesa Simone Weil lo expresa casi gráficamente cuando en 1950 dice que «el complejo de inferioridad es tal, que se ven campesinos millonarios que encuentran natural que pequeños burgueses retirados les traten con la altivez del colonizador al indígena. Es necesario que un sentimiento de inferioridad sea muy fuerte para que no sea eclipsado por el dinero». (Kayser, 1990: 40-41) A finales de los años 60 se produce un cambio radical en la percepción de lo rural pero R. Hubscher nos advierte que «negativa o positiva, la imagen de un entorno rural nunca es gratuita, responde al papel que se entiende le hace jugar la sociedad en su seno y esta imagen tiene una consistencia tal que es siempre asumida por el campesino». Las condiciones para este vuelco derivan de un cambio ideológico que tendrá como expresiones más claras el movimiento «hippie» en Estados Unidos y el Mayo Francés en Europa, y que viene motivado por: • •



La crisis urbana marcada por la degradación ambiental y de las condiciones de vida en las ciudades. La crisis ideológica que deriva por un lado en una nueva ideología ambientalista, verde o ecologista, y por otro lado en el desencanto de los marxistas, por un proletariado cada vez más aburguesado, que se vuelven hacia el medio rural como un nuevo potencial revolucionario. La creciente accesibilidad del medio rural que hace de él un espacio de recolonización, ya sea en forma de segundas residencias o permanentes.

El resultado es una nueva imagen del medio rural que a su vez trae una nueva imagen de los campesinos, no tan positiva como la de su entorno pues como dice P. Bourdieu en 1977: «los pone en un museo y los convierte en guardianes de una naturaleza transformada en paisaje» que es «el acompañamiento previo y necesario para la

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desposesión y la expulsión». Kayser, en la misma línea, ha interpretado esta nueva imagen de lo rural como el medio ideológico necesario para la penetración del capitalismo en el campo, el cual, en su necesidad de crecer tiene también la de expandirse y ahora ha llegado el momento de utilizar el espacio rural que tenía en la «reserva».(Kayser, 1990, 42) La publicidad ensalza los valores rurales como estrategia para urbanizar el medio rural o vender ciertos productos sugiriendo un carácter artesanal, tradicional o natural que casi siempre es falso. El campo se ha convertido en una oferta comercial, en un «producto» para satisfacer las nuevas demandas urbanas, en un artículo de lujo vetado a las clases populares que si antes tuvieron que abandonarlo por su pobreza ahora no podrían volver porque sus recursos tampoco se lo permiten, lo que hace que en muchos casos la relación de algunas personas con su lugar de origen sea una «historia de amor imposible».

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2.3. Cambios en las actividades y usos de los espacios rurales: En la agricultura: La industrialización y el proceso de urbanización trajeron consigo el declive de la agricultura en los países desarrollados, tanto en ocupación como en su participación en el PIB, a pesar del enorme aumento de la productividad agraria como consecuencia de la modernización y especialización agropecuarias. Dentro de los sistemas agrarios evolucionados podemos encontrarnos con grandes diferencias. Así la agricultura europea es de vieja tradición y tiene una gran complejidad histórica, mientras que la estadounidense es de reciente colonización y por tanto más acorde a las necesidades actuales. Todo ello deriva en distintas estructuras agrarias en lo que se refiere a las formas de tenencia y al tamaño y la dispersión de las parcelas que forman las explotaciones, lo cual influye directamente en los costes de producción. La agricultura de Europa occidental entró en el siglo XX con una organización de policultivo tradicional intensivo, era una agricultura mixta, de subsistencia y comercial orientada a los mercados urbanos más próximos. Tras la Segunda Guerra Mundial la independencia de las colonias provocó el desabastecimiento de las metrópolis y esto condujo a una serie de políticas productivistas, proteccionistas y modernizadoras que consistieron básicamente en: • • • • • • •

Mecanización y motorización. Nuevas formas de cultivos. Rotación y sustitución de cultivos. Incremento en el uso de productos fitosanitarios y fertilizantes químicos. Mejora genética de las semillas. Selección e híbridos. Nuevas técnicas de producción ganadera. Estabulación, granjas... Especialización productiva. Ajustes estructurales. Las consecuencias más inmediatas de estas innovaciones técnicas fueron:

• • •

La internacionalización de la agricultura de mano de la acción de las multinacionales que propugnaban un sistema en el que ellas suministraban los «inputs», compraban, trasformaban y comercializaban la producción. La capitalización de la agricultura, el endeudamiento de los productores y por tanto la irrupción del sistema financiero en la agricultura. La especialización regional o división mundial del trabajo agrario.

Para afrontar el proceso de globalización los gobiernos de los países del primer mundo desarrollaron políticas para proteger su sector agrario y de este modo no depender de abastecimientos externos, para lo cual era cuestión indispensable garantizar la renta de sus agricultores. Así en 1958 comienzan a gestarse, en el seno de la Comunidad Económica Europea, las bases para la futura Política Agraria Común la cual comenzó a desarrollarse a partir de 1962 con una serie de cinco objetivos que, en el fondo, estaban

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supeditados a la consecución de un fin básico, la libre circulación de los productos agrarios en su ámbito geográfico: 1) 2) 3) 4) 5)

Aumentar la productividad de la agricultura. Asegurar un nivel de vida equitativo a la población agraria. Estabilizar los mercados. Garantizar la seguridad de los aprovisionamientos. Asegurar precios razonables a los agricultores.

La PAC se organizó sobre la base de tres principios a partir de los cuales se deducían los instrumentos que iban a servir para alcanzar los objetivos propuestos: A) Unidad de mercado, lo que hacía necesaria la regulación del mercado interior a través de la fijación de precios únicos y garantizados de los productos agrarios. B) Preferencia comunitaria para lo cual se establecieron medidas proteccionistas como cupos de importación y exacciones a ésta como complemento de los aranceles. Del mismo modo se incentivaba la exportación de los productos excedentarios con restituciones que compensaban los precios más bajos del mercado exterior. C) Solidaridad financiera con la aplicación de recursos presupuestarios de la CEE para cubrir los costes derivados de la aplicación de todas estas medidas. Para ello se creó el Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA) dividido en dos secciones, el FEOGA-Orientación que sería el instrumento para los ajustes estructurales que mejoraran las condiciones de producción, y el FEOGA-Garantía, mucho mejor dotado, que se destinaba a las medidas coyunturales reguladoras del mercado. El gráfico inferior muestra la evolución de esta segunda sección con respecto al presupuesto total de la actual Unión Europea. (Brunet; 1999, 531-587)

La PAC original alcanzó sus objetivos pero tuvo efectos no deseados. Por un lado un aumento extraordinario de los gastos derivados de la intervención en los mercados y de la aparición y aumento progresivo de los excedentes. Por otro, al ser una política que 27

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atendía básicamente a la producción, obviando las características estructurales de las explotaciones, se favorecía a las más grandes y productivas. Además, los pequeños agricultores, en un contexto de escaso riesgo en la actividad, participaron en este incremento productivo con capitales ajenos para poder acceder a los modernos «inputs» agrarios, endeudándose y con ello el aumento de las rentas agrarias fue parco. Por último, la intensificación de los métodos productivos resultó incompatible con la conservación del medio ambiente. En los comienzos de los años 80 la PAC europea era ya un modelo financiera y ambientalmente insostenible: financieramente porque cada vez se necesitaban más fondos comunitarios para subvencionar los excedentes que no salían al mercado; y ambientalmente por el deterioro en la calidad de las aguas subterráneas y de los suelos, por la incidencia de los pesticidas y herbicidas no selectivos en los ecosistemas, por el abandono de tierras marginales que aumentaba el riesgo de erosión... Incluso era demográficamente insostenible ya que la mecanización contribuía al éxodo rural y los territorios perdían los mínimos de población necesarios para que pudieran seguir siendo «territorios vivos». Todos estos problemas tuvieron eco en la opinión pública de los países comunitarios, que empezaron a plantearse la posibilidad de hacer los cambios necesarios para una mayor racionalidad y sostenibilidad de su política agraria en común, a lo que se añadían las presiones externas de países subdesarrollados y en vías de desarrollo, para la liberalización de los productos agrícolas, que tachaban a la PAC de poco solidaria. Es cuando empiezan a revisarse los contenidos de la PAC cuando España entra a formar parte de la CEE. En 1985 se publica el Libro Verde por parte de la Comisión Europea con una serie de medidas básicamente destinadas a la consecución de dos objetivos básicos: • •

Control de la producción con el establecimiento de cuotas. Precios garantía más acordes con el mercado internacional para aumentar la competitividad del sector.

Desde entonces la PAC se encuentra en un estado de reforma permanente. En 1992 se aprueba la Reforma MacSharry con la continuidad de sus tres principios rectores: unidad de mercado, preferencia comunitaria y solidaridad financiera, pero con un conjunto de cambios drásticos, sobre todo en el modo de apoyar las rentas de los agricultores, que, para compensar la adecuación de los precios garantizados al mercado internacional y la limitación de sus cuotas de producción, ahora iban a recibir las subvenciones de forma directa, lo cual pretendía ser también una forma de apoyo a las pequeñas explotaciones familiares que eran las más sensibles al control productivo y a la competencia de los países no comunitarios. Otras medidas adoptadas para corregir las desviaciones son: • •

Regulación de la producción introduciendo un sistema compensatorio no ligado a ella sino a la superficie cultivada o a determinados tipos de cultivo. Cese anticipado de la actividad a través de jubilaciones anticipadas e incentivadas.

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• • • • • •

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Subvenciones directas a las explotaciones familiares, con independencia de su rentabilidad, como contraprestación por el mantenimiento y la protección del medio. Reforestación de tierras agrícolas para evitar las consecuencias del abandono. Fomento de prácticas más extensivas. Reducción en el uso de fertilizantes químicos y sustitución de éstos por abonos orgánicos. Promoción de la agricultura biológica. Impulso del desarrollo rural con la promoción de nuevas actividades.

Con todo aún surgen dudas acerca de su viabilidad por cuanto el hecho de subvencionar superficies puede hacer que se cultiven tierras sin un mínimo de eficiencia productiva. Esta forma de subsidio también favorece la fosilización de las estructuras agrarias (minifundismo) que en cualquier caso son asumibles por su función social y ecológica. También se echan de menos medidas sancionadoras que reviertan en las explotaciones los costes medioambientales de su actividad. Con la Agenda 2000 la PAC se convierte en la Política Agraria, Alimentaria y Rural Común (PAARC) que le va a suponer una mayor integración con políticas horizontales (empleo, consumo...) y verticales o sectoriales (recursos hídricos, forestal...) para alcanzar objetivos transversales, haciendo mayor hincapié en aspectos medioambientales, territoriales y sociales, lo cual aporta criterios de sostenibilidad. Para esto se va a prestar una mayor atención a la agricultura menos comercial como preservadora del medio, ordenadora del territorio y capaz de ofrecer productos de alta calidad, «susceptibles de ser introducidos de forma diferenciada en los mercados», que le dé la viabilidad económica necesaria para mantener la población en los espacios rurales más desfavorecidos. (Regidor; 2000, 168) En los últimos veinticinco años la expansión física de las áreas urbanas y los procesos de difusión de actividades desde las ciudades sobre el espacio rural son otros factores a tener en cuenta en la evolución de la agricultura de los países desarrollados. Si la proximidad de un área urbana fue en otro momento muy positiva para la actividad agraria por su orientación al mercado próximo, actualmente esa misma inmediatez le supone la disputa por el uso del suelo con otras actividades mucho más competitivas. La agricultura, sobre todo en zonas periurbanas, ha perdido su monopolio sobre el espacio rural, ya no puede reivindicar un espacio propio en exclusiva y además debe cambiar su particular relación con el medio, ahora sus prácticas están cuestionadas por ser problemáticas con el medio ambiente. La coexistencia de la agricultura con otros usos demandados por la ciudad: residencial, comercial, industrial, recreativo, para nuevas infraestructuras... ha tenido para ella una serie de consecuencias de distinto significado: • • • • • •

La reducción de su espacio de actividad. La disminución del tamaño de las explotaciones. La reorientación productiva. La intensificación en capital. La extensificación o el abandono por la especulación del suelo. Un clima de incertidumbre por la amenaza constante del frente de urbanización. 29

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El resultado es que a pesar de ser la actividad que más superficie utiliza, ni la economía ni el espacio son de base agraria. La agricultura de los espacios periurbanos por las condiciones que se le imponen, en un marco donde, además de por el suelo, ha de competir por la mano de obra y por los recursos financieros, es compleja y heterogénea, porque para adaptarse a esta nueva situación adopta estrategias diversas: •

Agricultura residual: Extensificación o abandono: Cuando el grado de incertidumbre es muy grande los propietarios de las explotaciones, incentivados por el alto precio de la tierra, las abandonan o infrautilizan a la expectativa de un cambio de uso. Así aparece el «barbecho social».



Agricultura a tiempo parcial (ATP): Como estrategia de supervivencia de la explotación familiar de pequeño tamaño y escasos recursos, a través de la sobreexplotación de la mano de obra subempleada o sub-remunerada. Este tipo de agricultura cumple con una importante función social como es la incorporación de la población rural de estas áreas a las prácticas urbanas (trabajo externo); o bien como refugio de los excedentes laborales en tiempo de crisis.



Agricultura comercial: Innovadora y dinámica: Muy capitalizada en el proceso de producción y muy flexible a las exigencias del mercado, plenamente integrada en la economía urbana, «... con la transformación, la modernización y la tecnificación la agricultura periurbana adquiere ‘carta de ciudadanía’.» (Ortega Valcárcel, 1988)

En la industria: Hoy en día la industria es una de las actividades de base del medio rural, una alternativa a la «crisis» de la agricultura. Si antaño era una actividad marginal en el conjunto de los espacios rurales, en la actualidad ocupa a casi una cuarta parte de la población activa rural española. Sin embargo su distribución es muy irregular con regiones donde supera claramente a la agricultura y otras donde todavía conserva su carácter marginal. La industrialización del mundo rural no es un fenómeno reciente y se ha producido de distintas formas, según el momento: •

En un principio fue una industrialización basada principalmente en la proximidad a las fuentes de materias primas o de energía a los que se unían otros factores propiciatorios como los menores costes salariales o del suelo, o un clima laboral más pacífico que en las ciudades. Los avances en los medios de transporte y la diversificación de las fuentes energéticas han dado al traste con este modelo de localización industrial aunque otros factores siguen siendo vigentes. Este tipo de industrialización afronta dificultades crecientes por la escasa diversificación económica de esos espacios rurales, por su alta sensibilidad a las sucesivas crisis y por la competencia en materia salarial o por una normativa ambiental más laxa de los nuevos países industrializados. A pesar de todo algunas de estas industrias, que surgieron a partir de talleres artesanales del textil, metalúrgicos, madereros... han logrado consolidarse, principalmente algunas empresas

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de la rama agroalimentaria que, previa transformación en sociedades anónimas, han sido incorporadas por grupos multinacionales del sector de la alimentación. •

Recientemente la industrialización del medio rural ha tenido por causa un proceso de relocalización industrial desde áreas urbanas bien sea por difusión espacial o descentralización productiva. La difusión espacial de la industria obedece a la densificación de las áreas centrales y a las deseconomías asociadas; afectó primero a los municipios más próximos para, más tarde, ir alejándose manteniendo siempre criterios de accesibilidad (vías de comunicación), conformando ejes de desarrollo industrial nítidos. A menudo la difusión ha sido propiciada por políticas de desarrollo regional con una serie de medidas de acompañamiento como subvenciones, ventajas fiscales y una oferta de suelo industrial barato en polígonos bien equipados de reciente construcción. Por otro lado, la descentralización productiva se ha visto favorecida por la posibilidad técnica de las empresas para la división del trabajo. De este modo pueden dejar los procesos productivos que requieren una menor cualificación en manos de empresas subsidiarias ubicadas en el medio rural o trasladando parcialmente sus instalaciones en busca de menores costes salariales, para escapar al rigor de las reglamentaciones ambientales más rígidas en las ciudades, o bien para aprovechar las ventajas de la economía sumergida.



Otras veces la industrialización rural se ha basado en el aprovechamiento de los recursos endógenos a través de iniciativas locales de modernización de procesos y productos en las actividades artesanales preexistentes o por la aparición de mayores cuotas de mercado para determinadas producciones locales.

Las características de la mano de obra rural, más barata, más flexible, menos reivindicativa, aunque menos cualificada que la urbana, han sido un factor decisivo, junto a la mejora de la accesibilidad, para un tipo de industrialización exógena (difusión y descentralización) y también para una industrialización endógena pues muchas veces se trata de procesos muy exclusivos, propios del terreno, bien conocidos por la mano de obra autóctona. Los rasgos dominantes de la industria rural son: • • • •

Predominio de la pequeña empresa de carácter familiar. Plantillas escasas y poco cualificadas. De sectores y ramas maduras muy intensivas en trabajo humano como el textil, el calzado, materiales de construcción, manipulación de productos agrarios... Productos, en ocasiones, con escaso valor añadido. El futuro de la industria rural en una economía global pasa por:

• • • •

Una mayor cualificación de la mano de obra. La difusión del progreso técnico. El desarrollo de las relaciones interfirmas (cooperación). Aliviar el déficit en equipamientos. (Méndez y Molinero, 1993: 411)

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En los servicios: La teoría del Lugar Central de Christaller trata sobre la distribución espacial de la oferta de bienes y servicios. Básicamente nos dice que se necesita un nivel de demanda mínimo que garantice el beneficio (umbral) para que se oferte un servicio o para que se establezca una actividad comercial. Además introduce el concepto de alcance como la distancia máxima en la que un bien o servicio pueda ser ofertado de forma rentable ya sea para el demandante (costes de desplazamiento) o para el ofertante (costes de transporte). Si tenemos en cuenta que la demanda depende de la población y de su comportamiento más o menos consumista, es evidente que el medio rural, con núcleos de población pequeños, menores niveles de renta, un cierto grado de austeridad de sus habitantes y amplios espacios despoblados, tendrá un nivel de demanda que podrá satisfacerse con un número de establecimientos comerciales pequeño y además no alcanzará el mínimo necesario para que se oferten determinados productos y servicios más especializados. Esto nos puede dar una idea del grado de diversificación de la actividad terciaria en el medio rural y del porcentaje de la población activa que ha ocupado tradicionalmente. Gámir de Orueta observa la relación que existía en 1980 entre la teoría de Christaller y la situación global del sector terciario en el estado español. (en Méndez y Molinero, 1993) En todo caso hay factores que pueden trastocar esta correlación y que han conocido un cambio importante desde comienzos de los 80: •

Por un lado, el desarrollo de las infraestructuras y medios de transporte y la generalización en el uso del automóvil hace que una demanda pueda ser satisfecha a un mayor alcance y con ello pueden aparecer nuevas ofertas o incrementarse las existentes. Esto tendría el efecto de una concentración de la población.



Por otro lado, la evolución de los sistemas de información y de los medios de comunicación ha contribuido a uniformizar las pautas de consumo del campo con las de la ciudad, que unido a una clara mejoría en el nivel adquisitivo de las áreas rurales ha supuesto un incremento y una diversificación de la demanda rural.



Por último, la descentralización del Estado de las Autonomías ha incidido positivamente en la oferta de servicios públicos en el mundo rural (estado del bienestar) a través de políticas de desarrollo local acompañadas de una mayor dotación de equipamientos sobre todo sanitarios y docentes que además han servido para retener y atraer población.

De estos tres factores sólo el segundo ha tenido efectos homogéneos en el conjunto de los espacios rurales, los otros dos factores han tenido una repercusión espacial dispar. García Sanz constata que el sector terciario conoce un crecimiento acelerado dentro del mundo rural hasta el punto en que actualmente es el sector que más activos ocupa, destacando principalmente en las cabeceras comarcales, los espacios turísticos, las zonas de interior con población flotante y las áreas periurbanas (García Sanz, 1997). No obstante, habría que hacer una puntualización respecto del pequeño comercio rural, el cual

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conoce una situación dual dentro de los espacios rurales, de modo que mientras en estas zonas se ha visto favorecido por la llegada o el paso de nueva población, lo cual le ha supuesto un aumento en los efectivos dedicados a esta actividad y una mayor diversificación en cuanto a la oferta, en el resto de los espacios rurales ha sufrido un rápido descenso en el número de establecimientos a causa de los nuevos hábitos de consumo adquiridos por la población rural lo cual incluye un cambio en las prácticas de compra ahora que, con la posibilidad de desplazamientos más rápidos y discrecionales, los consumidores rurales prefieren abastecerse de alimentos en los centros comerciales, o bien, influidos por la publicidad, han cambiado el viejo colmado por el supermercado generalmente perteneciente a una cadena mucho más competitiva en precios y en diversidad de productos aunque, seguramente, no en la calidad. Otro tanto podríamos decir sobre las tiendas de ropa o de artículos que se compran de cuando en cuando, ya que la gente aprovecha sus viajes a la cabecera comarcal o a la capital provincial para hacer este tipo de compras. En estas zonas rurales, más alejadas, esta nueva situación del comercio rural puede tener un efecto latente pues como bien dice Kayser: «... su desaparición puede entrañar un movimiento de dispersión de la clientela que agrave los riesgos de la desintegración social.» En los pueblos las tiendas han sido siempre un punto de encuentro y de relación social. (Kayser, 1990:153) Del mismo modo y en relación con los servicios públicos en estos espacios rurales más apartados, la racionalidad económica de sus gestores hace que se sigan cerrando escuelas, obligando a los pequeños a desplazamientos en autobús, muchas veces poco recomendables, y sin tener en cuenta la desazón que la desaparición de la escuela crea en las gentes del pueblo. La solución escolar es también la que se ha adoptado para la cuestión sanitaria, aumentando la movilidad de médicos y enfermos. Así la movilidad se convierte en factor clave para el acceso de la población rural a los servicios, pero ésta no es igual para todos los segmentos de la población por lo que los responsables políticos deben «desagregar el problema de la accesibilidad rural en sub-problemas susceptibles de una atención especial. La mejor forma de hacerlo es considerar la población sin automóvil en términos de grupos homogéneos (ancianos, amas de casa, niños...) y considerar también de forma separada las distintas actividades o servicios a la que el acceso es necesario». ( Moseley en Kayser, 1990:155)

El turismo en los espacios rurales: ¿Qué es el turismo rural? Los problemas para alcanzar una definición generalizable son idénticos a los ya descritos para definir la ruralidad. La Comisión Europea en 1990 venía a decir que turismo rural es cualquier actividad turística implantada en el medio rural. Valdés añadía: «..., cuya motivación principal es la búsqueda de atractivos asociados al descanso, el paisaje, la cultura tradicional y la huida de la masificación». Esta última puntualización acota mucho más el significado de turismo rural ya que no todo el turismo que se desarrolla sobre el medio rural cumple estas condiciones. En muchas áreas litorales encontramos un turismo con una gran influencia urbanizante en sus dimensiones física y social que podríamos asociar con el turismo de sol y playa en urbanizaciones y edificación de altura que transforman el paisaje y comporta asimismo un cambio cultural y económico en la vida de los municipios rurales que lo soportan. Lo

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mismo podemos decir del turismo de nieve de las zonas de alta montaña. (Vera Rebollo et alii, 1997)

El turismo rural no es tan reciente como cabe suponer, ya en el siglo pasado habían pueblos balnearios (Benasal, Catí...) y los pueblos de vacaciones (Navajas, Bronchales...), muchas veces ligados al fenómeno de la segunda residencia, datan de hace varios decenios. Ambas formas respondían a cuestiones de salud, de tranquilidad y de descanso de las clases medias y altas de las ciudades. Desde finales de los 70 asistimos a un nuevo turismo rural que responde a una mayor diversidad de demandas surgidas de los profundos cambios en la mentalidad de los usuarios, más concienciados ambiental y culturalmente, que buscan en el medio rural y natural una alternativa a la saturación del turismo convencional. Este turismo alternativo está más destinado a satisfacer las necesidades intelectuales como el conocimiento de la naturaleza, las tradiciones y costumbres, la historia y la geografía de los distintos espacios rurales; o bien, las ansias de aventura y determinadas prácticas deportivas. Así pues, el nuevo turismo rural es polifacético, pero está demasiado centrado en la oferta de alojamiento (hoteles, albergues, casas rurales y «campings»), por lo que debe incrementar su oferta de servicios culturales y deportivos. (Vera Rebollo et alii, 1997) La lógica espacial del nuevo turismo rural responde al patrimonio natural, histórico y cultural de las zonas rurales, pero también lo hace a su promoción e instrumentalización por parte de las instituciones, desde las locales a las supranacionales (U.E.), como un elemento básico del desarrollo local, la revitalización económica y social de muchos espacios rurales. Muchas veces el turismo rural es gestionado a través de la pluriactividad y de este modo sirve como complemento de la renta de muchas familias, pero según indica Kayser «lo que parece emerger hoy día en este sector es una profesionalización que sólo concierne de lejos a los rurales tradicionales... Sus promotores y sus empresarios son urbanitas que se instalan en los pueblos entrañando desequilibrios a veces saludables.» (Kayser, 1990:157)

Pero ¿qué efectos tiene sobre ellos? En el lado positivo están: • • • •

El incremento del empleo y de los ingresos de las familias rurales. El mantenimiento, la mejora y la aparición de otras actividades. La recuperación de costumbres y tradiciones locales como parte de la oferta turística. La conservación y restauración del paisaje natural y del patrimonio arquitectónico como otra parte de la oferta turística.

Pero el turismo rural como actividad que explota unos recursos también tiene efectos negativos: • •

Derivados de la masificación que puede acarrear problemas de congestión en conjuntos histórico-artísticos, o perturbar la flora y la fauna de parques y parajes naturales que a menudo obligan a la imposición de restricciones a las visitas. Modificación del hábitat y del paisaje por un exceso de construcciones poco coherentes con el medio. 34

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• •

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Aculturación, adulteración de los usos y costumbres locales. Estacionalidad y monoactividad.

El turismo de ciudad, ya sea de tipo cultural o el creciente de congresos, ferias y convenciones, puede favorecer el incremento del empleo en el sector en áreas periurbanas rurales en las que se ubican las infraestructuras turísticas, básicamente alojamientos, que no puede acoger la ciudad por espacio (precio del suelo) o por buscar un entorno más agradable aprovechando la existencia de vías de transporte rápidas para acceder en poco tiempo a la ciudad. El turismo de sol y playa, al que nos referíamos en el comienzo de este epígrafe, ha tenido fuertes repercusiones en las zonas rurales del litoral mediterráneo español. En los últimos cincuenta años es la actividad que más ha transformado el paisaje de estos espacios costeros, pero en un sentido negativo, ya que hasta hace bien poco ha prevalecido una interpretación del espacios y sus recursos como bien de consumo, al margen de otras consideraciones ambientales, territoriales o sociales. Actividad turística y calidad medioambiental, en sus dimensiones tanto física como social, están íntimamente relacionadas, pero las patologías ambientales derivadas de su desarrollo espontáneo, desorganizado y masificado le ha conferido cierto rasgo autodestructivo. La inexistencia de cualquier tipo de planificación de desarrollo turístico y, sobre todo, la falta de una ordenación territorial están en la base del carácter insostenible de la actividad de muchos espacios turísticos del litoral mediterráneo. (Gámir de Orueta en Méndez y Molinero, 1993; 493495)

Las causas de los impactos ambientales podemos resumirlas en: • •

• • • •

El crecimiento descontrolado de las áreas turísticas por encima de la capacidad de acogida del territorio. La inadecuación del uso turístico en relación con la vocación natural del espacio utilizado y con la tolerancia de los ecosistemas costeros: desecación de zonas palustres litorales a menudo con especies vegetales o animales endémicas; alteraciones de la deriva litoral por la construcción de puertos deportivos y diques… La escasa provisión de espacios abiertos en zonas de turismo masivo; la ocupación ilegal de terrenos próximos a la línea de costa o de zonas de servidumbre fluvial cerca de las desembocaduras de los ríos con los riesgos que ello entraña. La sobreexplotación de los recursos hídricos y la generalización de vertidos. La configuración de áreas pseudo-urbanas derivada de la instrumentación del turismo por el sector inmobiliario. (Gámir de Orueta) La alteración del paisaje como resultado de modelos de edificación de estética impactante. (Vera Rebollo et alii, 1997; 260-261)

Este tipo de turismo ha tenido otro tipo de repercusiones espaciales, en general de distinto signo al de los ecológicos. Desde un punto de vista socio-demográfico las áreas afectadas han experimentado crecimientos de la población permanente a veces espectaculares por su rapidez, sin embargo este incremento demográfico no se ha

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producido de forma sincrónica, ni con la misma intensidad en todas las zonas turísticas, ni siquiera en municipios de una misma zona. Otro efecto destacable son los cambios en la estructura de la población debidos a la afluencia de dos corrientes inmigratorias paralelas: adultos jóvenes en relación con la generación de empleos; y personas mayores, retirados, buena parte de ellos extranjeros. También ha incidido en la composición socio-profesional de la población activa en la que destacan, lógicamente, los ocupados por el sector servicios y en la construcción. Vera Rebollo, en 1990, señala una especie de complementariedad de las zonas interiores colindantes con las turísticas respecto al mercado laboral de forma que en ellas viven parte de los ocupados, generalmente los dedicados a la construcción. La especialización turística de una determinada área puede llevar a la formación de nuevas ciudades que en un corto espacio de tiempo entren en competencia territorial debido a la dimensión alcanzada y a la concentración de servicios, lo cual les confiere un nivel jerárquico relativamente elevado en su contexto regional, por la asunción de funciones, independientemente de la turística, que les ha supuesto una diversificación de las actividades económicas muy importante. (Vera Rebollo et alii.,1997; 245) El turismo de los espacios litorales mediterráneos se ha caracterizado por su estacionalidad y por el origen extranjero de sus turistas, aunque actualmente esto es relativo. Por un lado, la elevación del nivel de vida de los españoles ha hecho que el porcentaje de turismo nacional haya crecido hasta el punto de que hay áreas dedicadas casi exclusivamente a estos visitantes; y por otro lado, la mejora en la accesibilidad por las nuevas infraestructuras de transporte y la generalización de los medios aéreos ha propiciado una ampliación del periodo estacional. Este carácter estacional facilita a algunas personas el mantenimiento de otras actividades, siempre y cuando no interfieran en horario o momento con la turística ni compita por el suelo con ella. La irrupción del turismo provoca una readaptación del sistema productivo preexistente, muy notoria en la agricultura la cual se intensifica en parte por su demanda próxima. Otro rasgo de este turismo es que durante décadas ha estado destinado a turistas de un nivel adquisitivo medio-bajo, salvo excepciones. Hoy día hay muchos espacios turísticos que siguen ofreciendo sus servicios a este segmento, el problema es que los destinos turísticos se han diversificado y otros países ribereños del Mediterráneo se tornan fuertes competidores en precios y en exotismo. Los problemas medioambientales y la competencia exterior pueden poner en una situación comprometida a este sector tan estratégico de la economía española. La promoción de la actividad turística «afecta e implica a distintas administraciones y agentes, públicos y privados» los cuales deben llevar a cabo «actuaciones en materia ambiental, accesibilidad, infraestructuras urbanas, equipamientos sanitarios, deportivos y culturales, servicios y la difusión de una imagen turística» para adaptar la oferta a la nueva situación del mercado turístico en el que se debe mantener o aumentar la cuota de participación. Para ello Gámir de Orueta establece tres objetivos prioritarios: • •

Que los beneficios alcancen a la población autóctona y no se queden lejos de donde se generan (turoperadores). Tomar las medidas necesarias para evitar los impactos al medioambiente en el cual debe basarse la competitividad.

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Controlar la expansión de las áreas turísticas mediante la ordenación territorial, teniendo en cuenta la adecuación de la actividad a las características físicas del territorio, asignando y limitando los recursos básicos necesarios y buscando la compatibilidad con las actividades preexistentes.

Asimismo propone una serie de actuaciones y medidas estratégicas para el desarrollo turístico, siendo el nivel regional el más adecuado para una política turística integral: • • • • •

Directrices territoriales respecto a la calificación de usos del suelo, índices de ocupación… Valoración del impacto ambiental y análisis costes-beneficios (sociales y económicos) en todo proyecto de desarrollo turístico de forma previa. Preservación de la identidad natural, paisajística, social y cultural de las zonas afectadas. Asignación de recursos (agua, suelo…) y mejora de la escena urbana. Medidas correctoras para sanear espacios deteriorados. El turismo debe ser, en adelante, un factor de revalorización del patrimonio natural y de la construcción positiva del paisaje. (Gámir de Orueta en Méndez y Molinero, 1993, 495-501)

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2.4. El hábitat rural: « Los cambios recientes en el tamaño y la forma de los pueblos, así como en la función de las viviendas y las dependencias rurales ha provocado una mutación del poblamiento de numerosas comarcas y especialmente de las áreas periurbanas y turísticas (…) Especialmente significativo resulta el fenómeno de la homogeneización del hábitat rural, debido a un equivocado deseo de imitación de modelos exógenos, que ha afectado a todo tipo de núcleos, desde los más próximos a las ciudades hasta los más alejados…». (Calvo Palacios en Méndez y Molinero, 1993: 594)

El hábitat rural desde un punto de vista ecológico hace referencia a los distintos tipos de vivienda rural, asentamientos o núcleos de población rurales y al territorio que organiza o del que extrae los recursos la comunidad rural, es decir, el medio ambiente que le rodea. El factor más importante en la configuración o estructura del hábitat rural es el modo de apropiación y de adaptación del suelo a las necesidades humanas, o lo que es lo mismo, las características históricas del poblamiento, las cuales fueron más o menos similares en todas partes hasta la aparición de los pueblos o villas, y que consistían en la asociación vivienda/explotación con formas que han perdurado hasta nuestros días: alquerías, cortijos, quintas, masías, caseríos… (Hazak, 1997) García Fernández ha comprobado en documentos históricos que el poblamiento de las áreas montañosas se hizo de un modo difuso para superar los problemas de accesibilidad y el rigor climático, condiciones del medio que no permitían la densificación de los asentamientos humanos, mientras que para las llanuras, las cartas pueblas castellanas ordenaban la reunión de las construcciones en núcleos compactos. Sancho Hazak, por su parte, interpreta los datos históricos no desde un punto de vista físico sino regional. A grandes rasgos explica la estructura de los asentamientos de la mitad septentrional peninsular en pequeños núcleos por colonización, es decir, la ocupación de nuevos territorios por la presión demográfica sobre los ya ocupados en un proceso gradual; mientras que en la mitad meridional se dan asentamientos medios y grandes separados por grandes extensiones debido a que el poblamiento se produjo de una forma más rápida, precedido de la guerra contra los musulmanes, formándose señoríos muy extensos como pago por los servicios prestados durante la contienda, lo cual explica en parte porqué los latifundios del sur son mucho más extensos que los del norte. La tipología de los asentamientos rurales, referida al grado de dispersión o concentración de los habitantes, a la densidad de los asentamientos en el espacio y a la población total que albergan, obedece según García Fernández a «la ideología y los intereses de las clases dominantes y sus circunstancias técnicas y socioeconómicas» en una dimensión histórica (Méndez y Molinero, 1993: 589). Es evidente que en el último siglo el capitalismo ha impuesto sus ideas y prácticas en todos los ámbitos, incluso los ha variado sin perder su hegemonía; y también es indudable que el desarrollo tecnológico ha contribuido a ello así como a expandir esta supremacía por el territorio, de manera que el mundo rural, antaño «en la reserva», se ha visto afectado por los intereses capitalistas aunque de una forma dispar tanto en el tiempo como en el espacio. Así, en lo relacionado con el hábitat rural, los procesos de industrialización y de urbanización fueron los primeros que tuvieron incidencia en la estructura de los asentamientos rurales. El éxodo rural que 38

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alimentó estos dos procesos ha llevado a una concentración demográfica en áreas urbanas, pero también dentro de las áreas rurales. Como consecuencia tenemos una progresiva disminución en el número de entidades de población (sub-municipales), pero las que desaparecen son algunas de las entidades de población rurales (< 2.000 hab.). Hazak interpreta el abandono de éstas como «una reorganización de la población en unidades superficiales más accesibles para los condicionantes externos de habitabilidad y equipamiento contemporáneos». Al mismo tiempo se produce un incremento en el número de municipios pequeños por despoblamiento. (Sancho Hazak, 1997) Más próximos en el tiempo están los procesos de periurbanización y de descentralización y difusión industrial favorecidos por el desarrollo de los medios e infraestructuras de transporte y de comunicaciones que han supuesto una ampliación del escenario de actuación del capitalismo sobre el medio rural. Esto también ha influido en la estructura de los asentamientos rurales, pero de una forma más puntual ya que son procesos más selectivos, menos uniformes sobre el espacio que lo fue el éxodo rural. A pesar de todo las tendencias apuntadas anteriormente continúan estando activas pero con menor intensidad, los municipios más pequeños (no todos) siguen perdiendo población, pero ahora lo hacen a favor de otros municipios rurales (cabeceras, periurbanos). Lo más novedoso acerca del hábitat rural que han comportados estos fenómenos, no está tanto en relación con la estructura de los asentamientos como en lo que hace referencia a la forma de éstos y de los elementos que los componen como barrios, equipamientos, viviendas, etc. Así en los municipios rurales adyacentes a los grandes centros urbanos han aparecido urbanizaciones aisladas del núcleo principal, exclusivas del uso residencial, con viviendas unifamiliares aisladas o adosadas que no recuerdan ni en estructura, elementos o materiales a la vivienda rural, ya que no están en relación con las necesidades productivas de quienes las habitan (exurbanitas). Alrededor de los cascos principales de estos municipios proliferan nuevos barrios con viviendas de similar tipología que evidencian el cambio y la segregación espacial sociales de éstos. Pero los cambios también han afectado a las viviendas rurales tradicionales que han reflejado en sus plantas los cambios operados en las necesidades productivas como efecto de la mecanización agraria, del abandona de la agricultura como actividad laboral o de las nuevas prácticas en las que la casa ya no participa pues ya no se utiliza como almacén o establo. Para algunos autores la transformación del hogar es uno de los símbolos del fin de la sociedad rural tradicional.

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2.5. El uso residencial: Desde hace más o menos tres décadas, desde los centros urbanos, le ha sido asignada al espacio rural una nueva función residencial como resultado de los factores de atracción y de repulsión del medio rural y del medio urbano respectivamente. A estos factores se les une otro de capital importancia en este fenómeno como es la mayor accesibilidad de parte del mundo rural, ya sea por la existencia de infraestructuras o por la generalización del uso del vehículo privado. Todo ello ha significado una nueva flexibilización residencial donde las pautas de localización, por lo general, responden a la relación distancia/coste de transporte o distancia/tiempo de desplazamiento, por lo menos en lo que a residencias principales o permanentes se refiere, y cuya consecuencia más inmediata es el incremento de los movimientos pendulares por la disociación trabajo/residencia, por lo que, lógicamente, esta nueva función residencial permanente tiene una mayor implantación en espacios periurbanos y en zonas rurales más alejadas pero bien comunicadas. A menudo este nuevo uso residencial se ha visto reforzado por el papel de las instituciones locales que han puesto a disposición de los promotores inmobiliarios importantes superficies de suelo urbanizable para atraer población.

La segunda residencia: El fenómeno de la residencia secundaria merece una alusión aparte por sus implicaciones con el medio rural, donde se muestra dinámico en el tiempo y en el espacio. Como es tradición en los objetos de estudio de la geografía su definición escapa al consenso por parte de los distintos autores que sólo coinciden en que son viviendas de ocupación esporádica o temporal. Pallarés y Riera hacen un compendio sucinto de la noción de segunda residencia que aportan diversos organismos y autores, los cuales se basan fundamentalmente en criterios de localización, de implantación territorial, de tipología de la edificación, del grado de ocupación temporal, del origen funcional de la vivienda, de su finalidad y del régimen de tenencia. (Pallarés y Riera, 1991) La localización hace referencia a la distancia respecto a la vivienda habitual, lo cual deriva en un mayor o menor grado de ocupación. La implantación territorial atiende a la dispersión o concentración de éstas sobre el espacio, mientras que la tipología lo hace al carácter individual o colectivo de la construcción. Respecto a su finalidad las segundas residencias pueden estar destinadas al uso recreativo de sus propietarios o bien al alquiler a terceros lo cual enlaza con el régimen de tenencia o de usufructo ya que algunas, sobre todo en áreas litorales o de montaña, son una buena fuente de ingresos para sus propietarios. El arrendamiento es objeto de polémica entre los autores ya que algunos de ellos no tienen por residencias secundarias aquellas que forman parte de una actividad económica y sólo consideran como tal las que son utilizadas por sus legítimos propietarios. Por último, el origen funcional concierne a la finalidad de su construcción, si es para su

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utilización durante el tiempo de ocio, o bien, si siendo en algún momento residencias principales han derivado en secundarias como ocurre con muchas viviendas de municipios rurales que aún conservan y disfrutan esporádicamente muchas familias que engrosaron las filas del éxodo rural. El fenómeno de la residencia secundaria se ha visto propiciado por una serie de factores que Herce Vallejo concreta en: • • • • •

Elevación del nivel de vida. Incremento de los ingresos familiares. Las vacaciones remuneradas. Incremento del tiempo libre. Expansión de los medios de transporte privado. Incremento de la movilidad y de la accesibilidad. Demanda de ocio y naturaleza de las ciudades. El prestigio social de esa propiedad.

Estébanez decía en 1981 que la residencia secundaria es un proceso anticipatorio de la urbanización del medio rural pues con la mejora de la accesibilidad puede convertirse en residencia principal o permanente. (Binimelis, 1996) J. O. J. Lundgren elaboró en 1974 un modelo de localización de la segunda residencia donde se refleja el dinamismo del fenómeno como consecuencia de los cambios producidos en las relaciones espaciales entre los grandes centros urbanos en expansión y sus inmediatos entornos rurales y periurbanos. Básicamente viene a decirnos que la expansión urbana lleva a la formación de un área metropolitana que absorbe, integra y reconvierte las áreas de residencia secundaria más próximas a la vez que genera nuevas

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zonas de segunda residencia más lejanas o las intensifica si ya existen. Esta dinámica de la residencia secundaria es confirmada por Pallarés y Riera para el caso del Área Metropolitana de Barcelona entre 1985 y 1990 como muestra el gráfico que han elaborado, donde se puede observar cómo la primera corona ve reducida su participación relativa en el fenómeno de la segunda residencia como consecuencia de la transformación de un gran número de residencias secundarias en principales. (Pallarés y Riera, 1991: 19)

En España y más concretamente en el País Valenciano el fenómeno de la segunda residencia tiene una vertiente conflictiva derivada de la situación legal del Suelo No Urbanizable en el momento de la aparición e intensificación de dicho fenómeno, a finales de la década de los 70 y durante toda la de los 80. La Ley del Suelo de 1975 apenas le dedicaba dos artículos lo cual dejaba inerme al suelo rústico frente a las nuevas demandas, así el campo y la montaña se han visto salpicados de segundas residencias bajo la apariencia de construcciones agrícolas, que a través de proyectos de transformación de secano en regadío que reducían la unidad mínima de cultivo para la construcción, han llegado a formar núcleos de población al margen y en contra de toda planificación u ordenación, y por tanto sin la dotación mínima de las infraestructuras y dotaciones necesarias. Los propietarios, generalmente proletariado urbano, actúan por mimetismo social y pasan años autoconstruyendo su segunda residencia durante los fines de semana, dedicando parte de ellos a la agricultura de ocio en sus pequeñas parcelas. Las consecuencias de esta invasión ilícita del suelo no urbanizable son de índole diversa: • • • •

Ambientalmente ha supuesto la contaminación de acuíferos por la inexistencia de redes de evacuación de aguas residuales, la proliferación de vertederos de residuos sólidos o la erosión de laderas. Estéticamente contribuyen a la transformación del paisaje con edificaciones feas hechas con materiales de baja calidad y que parecen no terminar de construirse nunca. Económicamente suponen un fraude fiscal por cuanto eluden las tasas de edificación y los impuestos sobre el incremento patrimonial o sobre los bienes inmobiliarios (rústicos por urbanos). Además es una competencia desleal para la urbanización legal. Territorialmente son una rémora para la futura ordenación por su caótica distribución y supondrán costes para su integración como espacio urbanizado.

El tratamiento legal del suelo no urbanizable cambió con la Ley de 5 de junio de 1992 de la Generalitat Valenciana más estricta en el control de las actividades que sobre él pueden incidir, aunque una posterior modificación en 1997 ha relajado este control suprimiendo la hectárea como parcela mínima dejando su determinación en manos de los ayuntamientos lo cual originará situaciones dispares en áreas colindantes. 42

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2.6. El modo de vida rural: El estilo de vida rural ha estado caracterizado en líneas generales por tres elementos muy patentes en el seno de las colectividades rurales: •

La primacía de la vida familiar, muy marcada por la actividad agraria, donde relaciones familiares y profesionales se confunden a veces. Algunos antropólogos han querido diferenciar las relaciones de parentesco de las actividades quedando el término «familia» para lo primero y utilizando «grupo doméstico» o «casa» para designar una unidad plurifuncional deducida a partir de la observación de las prácticas que se dan en el mundo rural. (M. J. Devillard, 1993) Kayser habla de familia indivisible que agrupa a los matrimonios de los hijos bajo la autoridad del padre; familia matriz en la que los abuelos viven con el matrimonio de uno de los hijos; y familia nuclear, ésta con múltiples variantes locales. Cada una de estas estructuras familiares responde a las estrategias de reproducción doméstica que se dan en distintos ámbitos geográficos rurales, donde la cuestión del patrimonio está en la base. Así en las dos primeras modalidades el patrimonio, la tierra, la explotación familiar no se divide en la transferencia de bienes, mientras que en la tercera se produce un reparto igualitario entre los hermanos. Esta estrategia de supervivencia familiar se ve complementada con otras, por ejemplo, allí donde se practica la sucesión indivisible, con un único heredero, normalmente el primogénito, los otros hijos tienen dos opciones alternativas, quedar en la casa solteros o casarse y buscarse los medios de subsistencia fuera de ella, las más de las veces emigrando; donde se reparte la herencia, si las partes no garantizan los medios necesarios, también se recurre a la soltería de los herederos que viven bajo un mismo techo. De este modo el celibato ha sido una práctica habitual de subsistencia en momentos de gran presión sobre la tierra. (Kayser, 1990)



Un menor contacto social: Producto de las prácticas endogámicas, reflejo del conservadurismo de las sociedades rurales. La endogamia es una estrategia de reproducción social, de mantenimiento del «status» a través de matrimonios interclasistas cuya práctica es directamente proporcional al nivel patrimonial de los distintos estratos sociales, cuya consecuencia es la concentración del poder económico y político en pocas familias. Ello da una apariencia, si no certeza, de impenetrabilidad en los estratos más altos de las comunidades rurales. Estas prácticas endogámicas sociales, independientemente del estrato, cuando además son locales, permiten el incremento de los medios de producción de las familias, y se ven favorecidas por el conocimiento previo de los cónyuges y sus familias y por asegurarse el compartir una misma escala de valores y usos sociales. (M. J. Devillard, 1993)



Un mayor control social informal: Derivado de la transparencia social por el interconocimiento que se da entre los individuos de la comunidad local, lo cual es uno de los cimientos de la vida social rural y la razón de que la regulación social sea inmediata. En el pueblo se conocen todos y este conocimiento mutuo impone limitaciones, se opone a la innovación, al cambio. La crítica, el «qué dirán», impide que se generalicen comportamientos inusuales. Las conductas individuales y colectivas 43

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están sujetas a márgenes de tolerancia bastante rígidos en función de la edad, del sexo, del espacio o del momento. (Kayser, 1990: 37) Pero como todo lo rural, el modo de vida rural también ha notado los efectos de los cambios recientes, la urbanización del campo es también un proceso de aculturación del mundo rural. Los cambios sociodemográficos, la sociedad de consumo y los medios de comunicación de masas van asimilando los modos de vida de los espacios rurales y urbanos, siendo los de estos últimos los que se imponen. Entre ambos mundos es posible que hoy sólo persistan las diferencias al nivel de la organización social. A tenor de todo esto habría que responder a la pregunta/enunciado del siguiente subapartado. ¿Sociedad rural? : H. Mendras decía en 1959 que: «Ciudadanos y rurales forman, atendiendo a ciertas consideraciones, una sociedad única, participan de una misma civilización.» (Kayser, 1990:16)

B. Kayser piensa que no se puede hablar de una sociedad rural en singular pues no podemos encontrar ninguna estructura u organización a una escala supralocal que la individualice. «El modo de vida, el entorno físico, incluso una eventual voluntad identificadora, no les convierte en un conjunto social». (Kayser, 1990:34) Sin embargo es evidente que en el medio rural existen sociedades, en plural, cuyo rasgo dominante es su adscripción local, son sub-sistemas sociales con una cierta autonomía, herencia del aislamiento que han conocido hasta un pasado reciente y que actualmente están totalmente abiertas a las redes de comunicación y de influencia y por tanto integrados en un sistema social global. Así la teoría de los Grupos Sociales Localizados de Pierre Verges, surgida en el transcurso de un programa de investigación sobre el cambio social y cultural de un municipio francés, trata de superar las dificultades para reconocer en las sociedades rurales el conjunto de las clases sociales históricamente definidas para poner de manifiesto la existencia de grupos o fracciones no identificables en ellas. El propio Verges, en 1983, dice: «Los procesos que afectan a la sociedad global se insertan en el tejido social (local) y así pueden cambiar parcialmente su naturaleza, pero la localidad es aquí definida como una organización específica de los fenómenos globales». Lo cual significa que la localidad influye directamente en la realidad social y la singulariza como resultado de su historia y de su estructura socioeconómica. Los grupos sociales locales vendrán así definidos por su comportamiento social, político y cultural además de por los medios de que disponen. (Kayser, 1990: 176) La estructura de las sociedades locales ha variado como consecuencia del declive ocupacional de la agricultura y de la entrada de nuevas actividades, pero sobre todo por la llegada de los nuevos residentes, un proceso que diversos autores definen ya como de recomposición social de las sociedades rurales. Algunos de estos autores han aportado tipologías diferentes de agrupación de la población del mundo rural y en la mayoría de los casos los recién llegados aparecen como un grupo social individualizado. 44

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2.7. Los nuevos residentes rurales: Neorrurales: En primer lugar habría que matizar las diferencias entre los que son nuevos residentes rurales y los neorrurales. Algunos autores consideran como tal a todos aquellos que se han instalado en los municipios rurales. Otros, como Kayser, reducen el grupo a los que han elegido conscientemente un marco de vida rural. Pero si entendemos que son los recientes procesos de contraurbanización y de periurbanización los que han consolidado a los nuevos residentes rurales como un grupo social específico dentro de las sociedades locales, habría que reducir aún más el grupo a los que han abandonado la ciudad, ya sea por causas objetivas (disconfort urbano) o subjetivas (nuevas actitudes). Éstos son los neorrurales ya que antes eran urbanitas, el resto son parte de la población rural relocalizada, y juntos son los nuevos residentes rurales. Los recién llegados pueden clasificarse atendiendo a las características de su instalación ya sea individual o familiar, en urbanizaciones aisladas o en el núcleo principal del municipio, como agricultores, artesanos, profesionales liberales o manteniendo su empleo en el centro urbano próximo. Lógicamente, dependiendo de la distancia a los centros urbanos, los rasgos de la instalación predominantes serán unos u otros, así en áreas periurbanas la mayoría serán migrantes cotidianos que harán desplazamientos diarios entre su residencia y el lugar de trabajo. Pero, sin duda, lo que mejor puede explicar la mayor o menor coherencia de este grupo social así como resaltar su diversidad interna son las motivaciones que ha llevado a sus integrantes a elegir esta localización residencial. No en vano las causas que provocan estas decisiones pueden obedecer tanto a factores de atracción del medio rural como a factores de expulsión del medio urbano, o a ambos tipos de factores. Entre los atractivos ocupa un lugar destacado la calidad ambiental, el paisaje, el silencia, la proximidad de los espacios naturales…, en definitiva las cualidades intrínsecas de los espacios abiertos. Pero éstas pueden estar acompañadas de otros incentivos derivados del papel que sobre el medio rural desarrollan las instituciones públicas, locales o de mayor rango, a la hora de proveerlos de servicios y equipamientos: docentes, sanitarios, culturales, deportivos, de esparcimiento…; papel que también puede ser decisivo ofertando espacios para la urbanización residencial, la industria o el comercio, lo cual, unido a la iniciativa privada para aprovechar los recursos endógenos, como las características naturales para el turismo, puede contribuir a la aparición de un mercado de trabajo. Los factores repulsivos del medio urbano tienen que ver también con cuestiones ambientales: polución atmosférica, contaminación acústica, escasez de espacios verdes y abiertos…; disfunciones sociales: marginación, deshumanización, inseguridad…; disfunciones económicas: congestión del tráfico rodado, carestía del suelo, escasez de viviendas…; y también por el acceso a determinados servicios por masificación, despersonalización…

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Con anterioridad hemos dicho que parte de los nuevos residentes es población rural relocalizada, lo cual es debido a que en otras zonas rurales todavía actúan los elementos de expulsión asociados al éxodo rural, aunque esto no significa que no tengan atractivos, el problema es que unos elementos afectan a un determinado segmento de población y los contrarios a otro distinto. Hasta aquí una somera relación de factores positivos o negativos para optar por una residencia rural que podemos considerar objetivos. No obstante, hay elementos en el campo de lo subjetivo que en muchos casos son el determinante de la elección. En las últimas décadas las sociedades occidentales, una vez alcanzado un cierto nivel de bienestar y conscientes de los costes ambientales que ello ha supuesto, han colocado los valores ecológicos en un lugar preeminente dentro de su escala de valores, lo cual, en el ámbito individual, ha provocado una cambio en las actitudes que se traduce en la búsqueda de un marco existencial más natural. Para su instalación, los nuevos residentes, han debido hacer un desplazamiento de mayor o menor recorrido según sus circunstancias particulares, sean de origen, de trabajo, de ciclo de vida o de nivel de renta, y así podemos distinguir, en nuestros espacios rurales, hasta nueve sub-grupos en la nueva población rural: •

Matrimonios recientes o parejas jóvenes de renta media/baja, que para formar un hogar y acceder a la propiedad de su residencia, abandonan la ciudad debido a la carestía de la vivienda o a los altos precios de los alquileres. Es lo que se llama la migración nupcial, motivada por el desajuste espacial entre la oferte y la demanda en el mercado de la vivienda. (Romero y Albertos, 1993; 141)



Matrimonios jóvenes con hijos menores, preocupados por el ambiente físico y social en el que han de educarlos, que optan por una residencia próxima a la ciudad, de la que no se desligan laboralmente ni en lo que respecta a los colegios. Suelen ser familias de renta media y alta que ocupan viviendas unifamiliares con jardín o adosadas, en urbanizaciones aisladas o en barrios de nueva planta respectivamente de municipios periurbanos. Su dependencia del transporte privado individual o colectivo (bus escolar) es alta.



Matrimonios mayores que dejan su residencia urbana a sus hijos o simplemente eligen vivir permanentemente en sus segundas residencias para, de este modo, alejarse de la «algarabía urbana».



Jóvenes o familias procedentes de espacios rurales más desaventajados donde todavía actúa el éxodo rural. Hacen desplazamientos de largo recorrido normalmente por motivos laborales.



Personas que buscan un cambio radical en su forma o marco de vida. Nuevos agricultores (sin ascendencia en la profesión), artesanos, pintores, escultores, escritores… o profesionales liberales que necesitan un ambiente más relajado y natural para desarrollar su labor. Cuantitativamente tienen escasa importancia, pero sí la tienen

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dado que suelen instalarse en zonas rurales más alejadas, sobre todo porque la necesidad de relacionarse con la ciudad es más esporádica. •

Retirados y jubilados que en su afán por huir del «mundanal ruido urbano» se van a vivir a pequeños pueblos del interior o costeros que cuenten con unos servicios y equipamientos mínimos. «La jubilación independiza la residencia». (Camarero, 1993)



Retornados al lugar de origen. Gentes que protagonizaron el éxodo rural. Pueden ser jubilados o personas que han perdido sus empleos en las reconversiones industriales de los ochenta que vuelven al pueblo que abandonaron hace años, en el que van a invertir las cantidades obtenidas con sus despidos, o bien, los ahorros de toda su vida si se trata de antiguos emigrantes transnacionales, y que han supuesto, a veces, un importante elemento dinamizador de algunas zonas rurales. Lógicamente, si el éxodo rural se caracterizó por su largo recorrido, el movimiento de retorno es de similares rasgos, aunque su importancia numérica es mucho menor.



En lo que respecta a los espacios rurales del ámbito mediterráneo español, hay municipios que cuentan con una importante colonia de extranjeros procedentes, sobre todo, de los países nórdicos, del Reino Unido y de Alemania. El litoral mediterráneo español y las comunidades insulares son una especie de «Sun-Belt» europeo que atrae a población jubilada por su confort climático y por su contrastada carestía de vida en relación con sus países de origen. El factor clave es el clima, pero tampoco podemos obviar la situación estratégica de la Costa del Sol, la Costa Blanca, la Costa Brava y las islas de Mallorca e Ibiza respecto a los centros de decisión europeos, con los cuales existe una, relativamente, buena comunicación aérea, que unido al espectacular desarrollo de las telecomunicaciones hace que sean los lugares elegidos por un buen número de altos ejecutivos para residir de forma casi permanente.



Por último no podemos olvidarnos del creciente colectivo de inmigrantes extranjeros: norteafricanos, subsaharianos, y de los países europeos del este, que a pesar de las innumerables trabas burocráticas y, sobre todo, legales para obtener sus permisos de residencia y de trabajo, producto de la escasa memoria histórica de nuestras autoridades, comienzan a ser habituales convecinos en municipios de agricultura intensiva en los que se sub-emplean como jornaleros o en trabajos que no quieren realizar los autóctonos. También se asientan en pueblos de zonas rurales más apartadas donde, de no ser por las dificultades para su legalización y por el carácter individual de su llegada, podrían llegar a ser un elemento revitalizador muy importante, más aún si vinieran con sus familias. En España, a diferencia de otros países comunitarios, las zonas rurales remotas, desaventajadas o atrasadas, lo son muchas veces por su déficit demográfico, ¿no se estará desaprovechando una oportunidad única, tanto para estos espacios como para estas gentes?

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3. EL FUTURO DEL MEDIO RURAL 3.1. Hacia un desarrollo rural integrado, endógeno y sostenible: Es más que evidente la preocupación de las autoridades locales, estatales o supranacionales por la integración de los espacios rurales más atrasados, apartados o desfavorecidos a la dinámica del conjunto del territorio en sus aspectos económicos y sociales principalmente. Jesús G. Regidor en una obra reciente (2000) aborda, en un contexto geográfico concreto - España y la U.E. -, «... las necesidades y posibilidades de desarrollo de una zona rural concreta, genéricamente considerada». En ella critica los programas comunitarios por no haber tenido en cuenta la heterogeneidad de los espacios rurales europeos para los que estaban destinados, lo cual ha estado en el fondo de la escasa eficacia de las políticas de desarrollo rural. Para él, el desarrollo rural debe ser integrado, endógeno (a ser posible) y sostenible, calificativos que llevan implícitos los instrumentos, los elementos y los objetivos del desarrollo rural deseable: •

Integrado en referencia a los instrumentos, es decir, a la coordinación de las actuaciones públicas y privadas; pero también en relación con los elementos sobre los que se ha de actuar, lo que supone una coordinación de las políticas sectoriales o verticales que puedan incidir en estos espacios.



Endógeno en clara alusión a los elementos de desarrollo potenciales y particulares de cada zona rural: Recursos inexplotados (físicos, humanos, culturales...); condiciones para la acumulación de capitales; generación de economías de escala (iniciativa privada...); y el entorno sociocultural y territorial propicio para el desarrollo. Estos elementos no siempre están presentes a la vez en una misma zona, por lo que existirán áreas rurales que no podrán tener un desarrollo basado en la puesta en valor de sus recursos propios, lo cual no es óbice para que en ellas no se produzca un desarrollo exógeno con políticas o programas que favorezcan la localización de actividades externas.



Sostenible. Sostenibilidad como objetivo en sus dimensiones económica, social y ecológica. Económicamente en el sentido de mantener, ampliar o diversificar las actividades económicas de manera que sean suficientes para que, desde el punto de vista social, pueda mantener a su vez el nivel de poblamiento y elevar el grado de bienestar de la población. Ecológicamente en el sentido de un uso de los recursos naturales y del entorno natural y cultural de acuerdo con su capacidad de regeneración y conservación.

El problema es que objetivos socioeconómicos y ecológicos entran a menudo en contradicción, si no en confrontación abierta. Para conjugarlos de modo que unos no entorpezcan la consecución de los otros es necesario que los planes de desarrollo rural queden enmarcados dentro de la ordenación territorial.(Regidor, 2000; 157-168)

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3.2. La ordenación territorial y el desarrollo rural: «La ordenación del territorio es la proyección en el espacio de las políticas social, cultural, ambiental y económica de una sociedad. El estilo de desarrollo determina por tanto, el modelo territorial, expresión visible de una sociedad, cristalización de los conflictos que en ella se dan, cuya evolución no es sino el reflejo del cambio en la escala de valores sociales». (Gómez Orea, 1994; 1) Son los espacios abiertos, el medio físico, los que caracterizan al medio rural, espacios que en los últimos decenios han soportado una ampliación y diversificación de las nuevas actividades rurales, así como la intensificación de su actividad tradicional: la agricultura. Los problemas derivados de estos cambios son los que justifican la ordenación territorial y de los recursos naturales de los espacios afectados con tres objetivos básicos: •

La organización coherente, entre sí y con el medio, de las actividades en el espacio, de acuerdo con un criterio de eficiencia.



El equilibrio en la calidad de vida de los distintos ámbitos territoriales, de acuerdo con un principio de igualdad.



La integración de los distintos ámbitos territoriales en los de ámbito superior, de acuerdo con un principio de jerarquía y de complementariedad.

De estos tres objetivos, que marca Gómez Orea, se desprende que la ordenación territorial no puede, ni debe quedarse, si los quiere alcanzar, en un instrumento de ámbito local. Él mismo propone el nivel regional como el más adecuado para la puesta en práctica de una política territorial. Asimismo señala la planificación como el «mecanismo técnico para llevarla a cabo», de forma que contenga una estrategia de desarrollo económico y la distribución ordenada de las actividades en el espacio, y esto último supone tener en cuenta las posibilidades y limitaciones de los diferentes lugares que componen el territorio. Como dice, se trata de «leer el territorio» y elaborar una matriz de la capacidad de acogida o vocación natural, como soporte de los distintos usos, de esa disparidad de lugares, en relación con sus características físicas, que integran la totalidad del territorio ordenado, entendiéndolo como espacio, procesos y recursos naturales, para de este modo minimizar los impactos y propiciar la sostenibilidad, previa regulación de la conducta de los usos. (Gómez Orea, 1994; 1-34)

El problema es que sólo excepcionalmente los programas de desarrollo rural introducen el ordenamiento territorial como instrumento o cauce básico para alcanzar sus metas en cuanto a la gestión ambiental y al equilibrio territorial. (Regidor, 2000; 169-171)

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3.3. Las políticas de desarrollo espacial en la U.E.: El territorio europeo es un espacio de contrastes, físicos por supuesto, pero también como consecuencia de la actividad humana, de su historia. Unos y otros han compuesto un mosaico de regiones caracterizado, o definido, por los fuertes desequilibrios espaciales en cuanto a la evolución y a la situación de cada una de ellas en cualquiera de los aspectos: demográfico, económico, social, cultural, político…, divergencias éstas que han ido incrementándose con las sucesivas ampliaciones de la C.E.E.. Como quiera que el fin último de la U.E. es la integración supranacional a todos los niveles, sus políticas deben estar dirigidas a la consecución de un desarrollo equilibrado de todas las regiones que la conforman. Sin embargo, la mayor parte de estas políticas han adolecido de un carácter espacial específico, diferenciado, para atender las distintas realidades regionales, y cuando lo han tenido ha sido de una forma parcial, normalmente prestando la atención sólo a los indicadores económicos. Conscientes de que el proceso de integración sería más eficaz con un conocimiento más detallado de las diferencias regionales, los países miembros y la Comisión Europea han elaborado un documento para la coordinación de los impactos espaciales de las diferentes políticas sectoriales comunitarias, el ESPD: European Spatial Development Perspective. En él se establecen los objetivos para un desarrollo espacial europeo: • • •

Desarrollo de un sistema urbano policéntrico y equilibrado, y fortalecimiento de la asociación (simbiótica) entre áreas rurales y urbanas. Promoción de un sistema integrado de trasportes y comunicaciones, para cumplir con el derecho de la población a un acceso a las infraestructuras y a la información igualitaria. Preservación de la diversidad cultural y natural de las regiones.

Todo esto obliga a un tratamiento diferencial de las regiones, a actuaciones adaptadas para cada una de ellas y, por tanto, a establecer una serie de criterios comparativos que las individualicen: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Situación geográfica: Localización relativa de las distintas áreas. Integración espacial: Niveles de interacción entre áreas. Potencial económico. Características físicas y naturales: Importancia y fragilidad de los ecosistemas. Rasgos culturales: Paisaje y estructuras culturales antiguas y modernas. Usos de la tierra: Conflictos de intereses, competencia de usos… Integración social: Nivel de interacción entre grupos sociales dentro y fuera de las áreas.

El objetivo final del ESDP es un desarrollo armonioso y sostenible que consiga la cohesión social y económica de las regiones con una explotación de los recursos naturales y culturales que no comprometa la libertad de elección de generaciones venideras. Desarrollo, equilibrio y protección deben ser los principios básicos e inseparables puesto que una política más centrada, o basada exclusivamente, en uno de ellos puede tener efectos negativos para los otros. Obsesionarse por el desarrollo puede incrementar los

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desequilibrios; si lo que se busca es sólo el equilibrio, éste se hace a la baja, con la debilitación de las áreas más fuertes; mientras que si el énfasis se pone en la conservación, esto conduce al estancamiento. Para averiguar la utilidad o conveniencia de los indicadores pensados para cada uno de los criterios de diferenciación y para mejorar el cuerpo de conocimiento de las distintas regiones o áreas europeas, se lanzó el SPESP: Study Programme on European Spatial Planning, de cuyo informe final este apartado es un extracto. Una parte del trabajo realizado ha consistido en la realización de un estudio estratégico titulado «Hacia una nueva sociedad rural-urbana europea», con la intención de aportar las bases para el debate sobre el sistema de relaciones entre el medio rural y el urbano: tipología de regiones y ciudades; temas relevantes para la simbiosis rural-urbana y las implicaciones políticas necesarias para esta asociación, la cual reside en una concepción integradora de la ciudad y el campo. Atendiendo al grado de urbanización, a la densidad demográfica rural, al grado de contraste en el tamaño de los asentamientos y a su distribución espacial y a la primacía de las grandes ciudades y a sus tamaños, han llegado a una tipología de las regiones europeas: • • • • • •

Regiones dominadas por una gran metrópolis. Regiones policéntricas con grandes densidades tanto urbana como rural. Regiones urbanas equilibradas. Áreas rurales bajo la influencia de una gran ciudad. Áreas rurales con organizaciones de tamaño medio y pequeñas ciudades. Áreas rurales remotas.

A tenor de esta clasificación de estructuras regionales se deben explorar las necesidades y las posibilidades para una asociación urbana-rural sobre la base de las relaciones y los vínculos funcionales que actúan entre las diferentes zonas rurales y urbanas, de manera que se cumplan las expectativas sinérgicas de la cooperación urbanarural, teniendo presente que las formas y la composición (actores) de la asociación pueden ser diversas y cambiantes. Los escollos pueden aparecer por la competencia entre instituciones locales y supramunicipales cuando la administración regional es débil, por la desinformación y la falta de concienciación de la sociedad y por los errores de diagnóstico y el desconocimiento de los datos concernientes a las regiones. Por todo esto serán cuestiones clave para la asociación urbana-rural: •

• • • •

La integración de las políticas sectoriales (urbanas y rurales) ya que el tradicional dualismo urbano-rural es ahora menos relevante en un territorio en el que las regiones funcionales son cada vez más grandes. En el análisis previo se ha comprobado la escasa vinculación que ha habido entre ellas. La distinción entre lo que son flujos e interacciones entre zonas rurales y urbanas de lo que es resultado de la cooperación entre ellas. El fortalecimiento y la dotación competencial de las administraciones regionales. Profundización en el análisis de las regiones funcionales europeas. Potenciación de la región enfatizando el papel de la ordenación territorial y la planificación integrada de los espacios rurales y urbanos. 51

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Respecto a una política específica rural las claves deben ser: • • • •

Acelerar la reestructuración agraria y la diversificación de las actividades económicas. Movilizar los recursos endógenos. Potenciar las ciudades medias y pequeñas. Promoción del desarrollo sostenible. Entre las tendencias que operan actualmente en las distintas áreas europeas, destaca la creciente conciencia del sostenimiento medioambiental como la que más refuerza los valores de la ruralidad.

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4. LAS ÁREAS RURALES PERIURBANAS 4.1. Concepto y delimitación: Los espacios periurbanos son las zonas rurales donde la influencia urbana es más fuerte por su inmediatez física a la ciudad, la cual, en su expansión física y funcional, las invade e integra a través de unos procesos cuyos efectos son de naturaleza diversa: económica, demográfica, social y territorial, de forma que el rasgo más importante de estos espacios periurbanos es la mezcla de usos del suelo, lo cual repercute en un incremento de la complejidad de los flujos de personas, bienes, servicios e información propiciado por la presencia de una red de comunicaciones bien desarrollada. Sin embargo estos procesos no han afectado al espacio rural en los márgenes urbanos con la misma intensidad, ni del mismo modo, ni siquiera al mismo tiempo por lo que los espacios rurales periurbanos son heterogéneos y esto lleva a un sinfín de definiciones más o menos matizadas que Elisabeth Delios sintetiza como «espacios plurifuncionales en los que coexisten características y usos del suelo tanto urbanos como rurales, sometidos a profundas transformaciones económicas, sociales y físicas, y con una dinámica estrechamente vinculada a la presencia próxima de un núcleo urbano de gran entidad». (Delios, 1991: 8) La cuestión está en dilucidar si esta integración rural-urbana se hace como una simbiosis en la que ambos espacios sacan provecho, o bien el urbano actúa como un parásito sobre el medio rural, teniendo muy claro que tanto el dominio como la dirección de los procesos son ejercidos desde el medio urbano. Por ejemplo, la invasión de usos y funciones urbanas trastoca el mercado del suelo en los espacios periurbanos en el que la agricultura pierde competitividad de manera que se ve abocada a una serie de transformaciones de distinto signo, siendo las más negativas la reducción de su espacio y el abandono de la explotación de algunas parcelas por la expectativa de un cambio de uso («barbecho social»). En el fondo está el problema de la propiedad y del declive de la actividad rural, «en el caso más general la periurbanización acelera la desposesión rural». (Barrère, 1988: 62)

Para la delimitación de las áreas rurales periurbanas se han propuesto distintos términos y marcos espaciales: B. Kayser, en 1990, dividía el espacio en torno a los grandes centros urbanos en tres coronas periurbanas2 entre las que, a pesar de la aparente gradación de situaciones, se producen rupturas o discontinuidades: (Delios, 1991: 18) •

1ª Corona Periurbana: La que se corresponde con la suburbanización; física y funcionalmente unida a la ciudad.



2ª Corona Periurbana: En la que los procesos de transformación ya han comenzado, con parcelaciones generalizadas.

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En el sentido etimológico de la palabra. 53

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3ª Corona Periurbana: Con un carácter rural en los que los procesos de urbanización compiten con una sociedad y unas actividades rurales que todavía presentan cierta resistencia a los cambios. Es la que se correspondería con el proceso de periurbanización reciente.

La frontera entre la segunda y la tercera coronas periurbanas no se manifiesta de nítidamente por lo que Kayser propone un método de delimitación basado en tres grupos de variables: a) Según la situación y las características de la agricultura (tradicional, capitalista o marginal); el tipo de poblamiento (concentrado o disperso); y el equipamiento básico. b) Según el grado de urbanización; el volumen de las nuevas construcciones; el nivel socioeconómico de los propietarios; y las características del mercado del suelo. c) Según: el papel de los agricultores y de los otros grupos sociales en la gestión municipal; la actitud frente a la urbanización de los distintos grupos sociales y de los poderes locales; y las medidas de control del proceso de urbanización (planificación). Pryor en 1968 elabora su modelo de franja rural-urbana que define como «la zona de transición del uso del suelo, de las características demográficas y sociales, situándose entre las áreas suburbanas del lugar central y su área de influencia rural, con una orientación social mixta, rural y urbana; con una escasez de servicios urbanos y de planificación urbana; unos límites que van más allá de las políticas del lugar central; con una densidad de población creciente por encima de los demás distritos rurales y por debajo del lugar central». Utilizando criterios de usos del suelo y demográficos subdivide la franja rural-urbana en una franja urbana con una mayor densidad residencial, un mayor crecimiento demográfico y un mayor ritmo en la reconversión de usos del suelo que la otra franja rural. (Binimelis, 1996)

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Bryant, Russwurm y McLellan, en 1982, reinterpretan y amplían el modelo de Pryor. Para ellos los procesos de periurbanización y de contraurbanización han expandido los límites de la ciudad sobre el entorno rural, ahora se habla de una «ciudad regional» compuesta por: ƒ

La Ciudad Concentrada: Que acoge entre el 75% y el 90% de la población en apenas un 5% del territorio.

ƒ

La Ciudad Dispersa o «Campo Urbano»: Que en el 95% del espacio alberga entre el 10% y el 25% de la población. A su vez subdividen esta parte en: − Franja Rural-Urbana, con dos zonas: - Interna: Con cambios avanzados de usos rurales a urbanos, acosada por el frente de urbanización. - Externa: Con un claro dominio de los usos rurales en el paisaje, pero con elementos urbanos nítidos en él (residencias, polígonos…). − Sombra Urbana: Con una mínima presencia en el paisaje de elementos urbanos pero con residencias no agrícolas y movimientos pendulares hacia la ciudad. − Hinterland Rural: Población mediatizada. Proceso de aculturación. La influencia urbana, lógicamente, varía de forma inversa con la distancia al núcleo central, y directamente con su tamaño.

Otros autores han intentado la delimitación de las áreas periurbanas atendiendo más a los procesos sociales en curso, referidos a las pautas de reproducción de la fuerza de trabajo y de localización de las actividades de producción y de distribución. Jaillet y Jalabert interpretan el crecimiento periférico urbano en Francia como la impronta geográfica de las actuaciones sociales (espacio social) derivada de una serie de elementos interdependientes a analizar: (Delios, 1991: 17) • • • • • •

Localización de actividades económicas. Estructuras productivas. Situación, rasgos y evolución de la agricultura. Mercado del suelo. Planificación territorial. Actitudes y papel de los antiguos y nuevos residentes periurbanos.

Se han intentado delimitaciones de los espacios rurales periurbanos atendiendo tanto a criterios cualitativos como a cuantitativos, o ambos, pero como apunta Elisabeth Delios, «la mutación constante de los mismos, la alteración en cortos espacios de tiempo de las estructuras físicas, económicas y sociales pueden convertir en inoperantes algunas de estas delimitaciones» sobre todo las basadas en el tratamiento estadístico de los datos, y los intentos por aislar los espacios periurbanos de su entorno urbano y rural a menudo «impiden comprender la naturaleza del fenómeno de la periurbanización», el cual sólo puede ser entendido si «consideramos la ciudad, el espacio periurbano y el espacio rural como elementos de un único sistema». (Delios, 1991: 19)

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4.2. Dinámica de los espacios rurales periurbanos: A grandes rasgos los procesos que han operado en los espacios rurales periurbanos podemos resumirlos dentro de cuatro grupos:

Cambios Económicos: •

En la agricultura como consecuencia de la competencia por el uso del suelo y la incertidumbre que por ello pesa sobre ella: -

-

-



Agricultura a Tiempo Parcial (A.T.P.): Estrategia de supervivencia de las pequeñas explotaciones familiares en las que los rendimientos agrícolas pasan a un segundo plano en los ingresos familiares o bien se ven complementados con los procedentes de empleos alternativos en otros sectores, por la imposibilidad de afrontar los cambios capitalizando las explotaciones (escasez de recursos financieros). Extensificación (menores «inputs» de trabajo y capital) o abandono de parcelas de cultivo en lugares donde se presentan expectativas de cambio de uso del suelo, por las diferencias entre el valor productivo y el patrimonial de la tierra («baldío social»). Intensa Modernización Agraria: A veces acompañada por un incremento superficial de las explotaciones que a menudo se hace a través de la roturación y puesta en cultivo de nuevas tierras en laderas y piedemontes. Agricultura de elevada capitalización en medios e instrumentos (mecanización, sistemas de riego…) y en «inputs» del proceso de producción (biotecnología, abonos, pesticidas…). Muy comercial.

En la industria, con una intensificación de la actividad industrial unas veces por el aprovechamiento de los recursos endógenos (recursos humanos, de capital, infraestructuras…) y otras veces con un carácter exógeno como consecuencia del proceso de desindustrialización de las ciudades (difusión y deslocalización industriales) o por inversiones de grupos multinacionales. La industria periurbana española tiene una serie de características comunes: -

Gran importancia de las PyMES, con bajos niveles de capitalización, normalmente dedicadas a sectores maduros. Diversidad de ramas industriales. Formas de subcontratación entre empresas periurbanas. Generalmente intensiva y poco cualificada en mano de obra. También aparece la industria multinacional y la industria dinámica y de tecnología punta en Parques Tecnológicos cuando el núcleo central urbano es importante. A veces aprovechan la existencia de mano de obra vinculada al paro y al subempleo de las áreas periurbanas y suburbanas (ATP y economía sumergida). Algunas industrias se localizan en estas áreas por la imposibilidad de hacerlo dentro de las ciudades donde la normativa ambiental es mucho más rigurosa.

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En los servicios: En el trasfondo del proceso de periurbanización está el proceso de terciarización que han sufrido las grandes ciudades, que en adelante «no serán ya densas concentraciones de empleo industrial sino centros administrativos, culturales en el sentido más amplio del término y proveedores de servicios de alto nivel (cuaternario)» (Delios, 1991: 11) A pesar de ello algunos servicios de este nivel buscan una localización más abierta y natural en los espacios periurbanos como colegios y universidades privadas o algunas facultades de las universidades públicas. Otras veces la existencia de infraestructuras de transporte y la generalización del uso del vehículo privado junto a las nuevas pautas de consumo y de compra favorece la aparición de grandes superficies comerciales o mercados de abastos. El crecimiento demográfico de los municipios periurbanos unido a la elevada posición económica de gran parte de la nueva población que ha salido de la ciudad ha propiciado un incremento de la actividad comercial así como la ampliación y diversificación de los servicios, algunos bastante exclusivos. Por último, los espacios periurbanos también son el soporte de servicios demandados por la ciudad y los pueblos como complejos deportivo-recreativos, campos de golf o los polideportivos municipales.

Cambios Espaciales: Bernard Kayser utilizaba una expresión muy gráfica al referirse a los espacios periurbanos como zonas de «mosaico». La base de estos mosaicos es el medio natural, más concretamente el agrario, sobre el que se van superponiendo «teselas» irregulares que son las superficies dedicadas a otros usos como son las grandes superficies comerciales, los polígonos industriales, los complejos recreativos, los pueblos y sus polígonos de expansión residencial, las urbanizaciones residenciales aisladas y las infraestructuras de transporte que son las que dan sentido al «mosaico». El cambio espacial más evidente es la paulatina reducción de la superficie ocupada por la actividad agraria para albergar otras actividades, reconversión en el uso del suelo que generalmente se hace a costa de las mejores tierras agrícolas.

Cambios Ambientales (degradación): Como consecuencia de la intensificación agraria, por el abuso en la utilización de los fertilizantes químicos y de pesticidas y herbicidas no selectivos y por la roturación de espacios vírgenes en piedemontes y laderas, así como por la sobreexplotación de acuíferos para satisfacer las demandas de agua de la agricultura y de otros usos, podemos encontrarnos con problemas de contaminación de aguas subterráneas, incremento de la erosión y descenso de niveles freáticos que en zonas litorales se agrava con la intrusión de agua salada en los acuíferos.

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Los usos distintos al agrario requieren la urbanización previa de los terrenos a utilizar. Esto supone la impermeabilización de una superficies cada vez más grande lo cual impide la recarga de los acuíferos a la vez que incrementan la escorrentía superficial. Así la erosión aumenta y cuando esta escorrentía se encuentra con las grandes infraestructuras de comunicación, por lo general elevadas sobre el terreno circundante, el riesgo de inundaciones se incrementa. A todo esto, el incremento demográfico y de la actividad industrial provoca un aumento en la generación de residuos sólidos, a veces peligrosos, que a menudo van a parar a vertederos ilegales e incontrolados. Las consecuencias son la contaminación de suelos y acuíferos así como la polución atmosférica por la combustión espontánea o deliberada de los vertidos. La gestión de los residuos sólidos en las áreas urbanas y periurbanas es problemática y muchas veces requiere soluciones supramunicipales, siendo el emplazamiento de los vertederos legales tema de conflicto entre estas áreas y las zonas rurales más próximas. Algunas prácticas agrícolas como la quema de rastrojos, la segunda residencia ilegal, las visitas domingueras, las pretensiones de urbanizadoras, las «venganzas» por lo que algunos entienden una excesiva protección (cazadores) o simplemente el «despecho» social de algunos individuos tienen consecuencias nefastas sobre los bosques y montes de los espacios periurbanos. Otro efecto ambiental de la irrupción de nuevos usos en el espacio periurbano es la transformación del paisaje.

Cambios Demográficos y Sociales: La mayoría de los municipios periurbanos han aumentado su población con parte de los migrantes que conformaron el éxodo rural, de este modo y debido al carácter socialmente selectivo de este proceso las colectividades locales han visto como se incrementaban sus escalones sociales más bajos. En cierto modo cuando aparece el fenómeno de la periurbanización residencial estos municipios estaban socialmente bipolarizados, con clases medias y altas muy reducidas y una clase baja muy numerosa entre las cuales se situaba un reducido número de medianos agricultores. El movimiento centrífugo de la población urbana, motivado por aquello que conocemos por las «miserias de la urbanización», ha llevado en las dos últimas décadas nueva población a estos municipios rurales periurbanos. Este proceso de periurbanización residencial también ha sido socialmente selectivo, afectando sobre todo a grupos de población con un buen nivel de ingresos, aunque como bien dice Elisabeth Delios «esta caracterización (…) debe ser matizada; el movimiento centrífugo actual de la población urbana europea incluye no sólo a las clases sociales más privilegiadas sino también cuadros medios, profesiones liberales y obreros cualificados» a los que habría que añadir jubilados y retirados en segundas residencias periurbanas así como a los que buscan acceder a la propiedad de viviendas más asequibles (migración nupcial sobre todo). Así en realidad, por lo menos en nuestro ámbito geográfico periurbano, lo que se está produciendo con la llegada de estos nuevos habitantes es una diversificación social, un mayor 58

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escalonamiento de clases, cada vez más parecido a la jerarquía social urbana, entre las que las diferencias se dan en la proporción de cada uno de estos peldaños sociales. Respecto a los cambios demográficos, dejando a un lado el incremento de la población, el hecho de que la mayor parte de los recién llegados sean matrimonios jóvenes con hijos menores supone una recomposición generacional de la estructura demográfica de estos municipios.

4.3. Nuevos actores y nuevos conflictos por el uso de los espacios periurbanos: La heterogeneidad social de los espacios rurales periurbanos está en la base de los fuertes antagonismos que en ellos aparecen entre los habitantes autóctonos o antiguos y los exurbanitas, con un nivel adquisitivo superior y con un modo de vida totalmente urbano que se traduce en un determinado tipo de demanda de servicios públicos y privados. Otro tipo de conflictos es el relacionado con el cambio de uso del suelo, entre la actividad original, la agricultura, y los nuevos usos o entre estos últimos. En las áreas periurbanas españolas los municipios tienen un alto grado de autonomía, con estrategias y objetivos específicos cuya evolución está determinada por las relaciones de poder que se ejercen en el ámbito local, relaciones de fuerza en las que también intervienen actores u organismos externos más o menos próximos. Es el mercado del suelo el elemento principal alrededor del cual se organizan los grupos sociales y sus actividades, donde aparecen las rivalidades y se establecen las alianzas. Philippe Cadène en el análisis de los espacios periféricos a diez aglomeraciones urbanas francesas, demasiado próximos para escapar a la presión urbana y lo suficientemente alejados para que no exista un frente urbanizador social y espacial que les confiera un carácter urbano en un futuro inmediato, distingue hasta seis grupos de actores en la afectación del espacio en función de: • • • • • •

Su posición social y profesional. Su posición en relación con la propiedad del suelo. El grado de integración en la colectividad. Su lugar de residencia habitual. La edad. La composición y el origen de las familias. (Cadène, 1990: 238)

Los seis grupos de actores pueden desagregarse de acuerdo con la actitud mostrada frente a la oferta de terrenos y la urbanización de éstos, teniendo en cuenta que la presencia de la totalidad de ellos no tiene porqué darse en cualquiera de estos municipios periurbanos: •

Cuatro de ellos con actitudes favorables: –

Agricultores ancianos sin sucesión en la actividad, a menudo pobres, próximos a su edad de retiro o ya jubilados.

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– – – •

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Descendientes y herederos de agricultores que no tienen la intención de proseguir con las explotaciones agrícolas o bien viven fuera del municipio. Pequeños propietarios que no trabajan sus tierras. Grandes propietarios que a pesar de su apego patrimonial aceptan a veces vender parte de sus tierras.

Los otros dos grupos tienen estrategias tendentes a la regulación o al bloqueo de la oferta de suelo o a la urbanización: – –

Agricultores activos, normalmente jóvenes o más mayores que están preparando la sucesión en la actividad para sus hijos. Nuevos residentes que han huido de la ciudad y pretenden mantener el paisaje que les ha atraído.

Asimismo distingue tres grandes tipos de conflictos que concurren en la afectación del espacio municipal o derivan de la urbanización de éste: •

Conflictos relacionados con proyectos supramunicipales de ordenación del territorio: En este nivel los actores no se identifican con ninguno de los seis grupos locales anteriormente descritos. Son responsables administrativos o políticos de las instituciones implicadas en los proyectos de infraestructuras y equipamientos o en los planes de ordenación del territorio y de los recursos como son, según la escala para el caso español, los ministerios (estatal), las consejerías (autonómica), las diputaciones (provincial) o los ayuntamientos de los municipios afectados (local). La población local tiene poco poder de decisión a este nivel de conflictos, en la mayoría de los casos los proyectos y planes son impuestos sin posibilidad de debate. Las desavenencias surgen por la construcción de las vías de comunicación y de determinados equipamientos o dotaciones y por la voluntad de liberar espacios para la urbanización por un lado y de las intenciones de salvaguardar determinados espacios por otro, independientemente de quienes sean los que persigan un objetivo u otro. Por ejemplo, la decisión política de construir una carretera o autopista puede chocar con el deseo de conservación de las zonas agrícolas o naturales de las asociaciones de agricultores o de los grupos ecologistas, o bien, el afán por urbanizar una zona costera de marjales puede topar con preceptos legales de conservación de estos espacios. Así vemos cómo la administración, en sus distintos niveles puede aparecer como preservadora o destructora del espacio agrario o natural. Generalmente los proyectos supramunicipales se justifican en aras del bien público lo cual es normalmente asumido por la población en su conjunto, el problema es el trazado de las infraestructuras de transporte, la ubicación de los equipamientos públicos o la extensión y los límites de las zonas a proteger. Por lo que, a veces, la presión de los grupos de opinión (sindicatos, asociaciones de vecinos, ecologistas…) hace que los organismos supramunicipales abran la negociación a un mayor número de actores para

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evitar bloqueos o movilizaciones públicas, lo cual suele terminar con modificaciones más o menos sustanciales del proyecto original. •

Conflictos relacionados con el dominio y la ordenación del espacio municipal:

En este caso los actores pertenecen a las colectividades locales y pueden identificarse con los seis grupos precitados que se mueven en función de sus intereses los cuales pueden ser comunes a dos o más de estos grupos. Philippe Cadène señala dos situaciones según la evolución de la urbanización municipal: -

En los municipios donde ésta progresa rápidamente los grupos favorables hacen triunfar sus aspiraciones controlando el ayuntamiento en el que sus representantes tienen la mayoría y procuran satisfacer las demandas de sus electores, o más bien valedores, con estrategias muy precisas para aumentar la oferta de terrenos maximizando los beneficios de la venta. Operan como si se tratase de un «sindicato de propietarios» cuyo instrumento principal es el Plan General de Ordenación Urbana que es donde se plasma la política urbanística municipal. La zonificación prevista para el crecimiento urbano municipal en el plan es fuente de conflictos entre los grupos partidarios de la urbanización y también dentro de ellos, ya que ésta dice por donde debe expandirse y qué zonas quedan excluidas lo cual supone escoger entre los interesados a quienes beneficiar y a quienes perjudicar. Otras veces los conflictos aparecen cuando desde una instancia administrativa más alta a la local se establecen normas o leyes urbanísticas que imponen límites o condiciones a la expansión urbana del municipio. Por ejemplo, y sobre todo en municipios periurbanos donde a veces se llega a la conurbación –conruraciónfísica, los planes generales de municipios colindantes deben ser coherentes en sus fronteras, es decir, no debieran lindar una zona industrial de uno de ellos con una zona escolar del otro. Otro ejemplo, en nuestro caso, sería la obligación de todo plan municipal de tener parte de su suelo sometido a especiales medidas de protección. Los grupos reacios a la creación de polígonos de expansión urbana utilizan los cauces de participación previstos por la ley en la elaboración de los PGOU’s pero rara vez consiguen frenar la tendencia ya que sus reivindicaciones tienen escaso eco entre los ediles de la corporación municipal.

-

En los municipios donde se da una agricultura de fuertes rendimientos y además el número de nuevos residentes es importante y por tanto han conseguido influir en las decisiones municipales, podemos encontrar situaciones de auténtico bloqueo, o cuando menos, restricciones fuertes a la oferta de suelo urbanizable. Normalmente esta política es el fruto de una alianza entre agricultores y recién llegados, el problema es que los intereses de ambos grupos no coinciden enteramente y los 61

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valores en absoluto ya que mientras unos esperan mantener un paisaje limpio y natural, los otros sólo quieren explotar la tierra lo más intensamente posible pues en ello están sus intereses materiales. Para unos el espacio municipal es un marco de vida elegido por sus condiciones ambientales y de tranquilidad mientras que para los otros es un espacio para su explotación. Así los conflictos también aparecen entre quienes se oponen a la urbanización. Su alianza presenta pues debilidades importantes. •

Conflictos derivados de la urbanización del espacio municipal: Conforme crece el espacio urbanizado y el número de nuevos residentes surgen nuevos conflictos: -

Diferencias de vecindad relacionadas con las dos formas de uso del espacio rural periurbano, espacio de actividad productiva, no sólo agrícola, y de residencia privilegiada para los recién llegados que se quejan de las prácticas agrícolas como el ruido de las máquinas, los malos olores de abonos y pesticidas o las construcciones agrarias que afean el paisaje. También se lamentan de los polígonos industriales y de servicios que aparecen junto a los cascos residenciales, tan sólo separados por una calle amplia o una estrecha zona verde, que contribuyen al incremento del tráfico rodado en el municipio. Los agricultores por su parte se sienten molestos con la costumbre de pasear por el campo de los nuevos vecinos, lo cual repercute en las cosechas y en las vallas y empalizadas que construyen para protegerlas, y conforme se incrementa la población adventicia aumentan sus recelos pues con su llegada los precios de la tierra se elevan y así no pueden aumentar sus explotaciones, más bien al contrario, las zonas residenciales, los polígonos industriales, las grandes superficies comerciales, las carreteras…, se hacen a costa de las mejores tierras. «La periurbanización acelera la desposesión rural». (Barrère, 1988: 62)

Claro que no todos los conflictos de vecinazgo están en relación con la actividad y la residencia, «el discurso rural opone fuertemente a los recién llegados con los autóctonos» (Bonnain, 1990: 205), oposición que responde básicamente a las diferencias de comportamiento, de nivel de vida, de cultura. Las reglas de la sociabilidad local son desconocidas para la mayoría de los nuevos residentes, los cuales a pesar de sus intenciones de integrarse en la colectividad local, cuando las conocen tampoco las aceptan en su totalidad pues son vistas como una merma de su libertad. Los antiguos residentes, sobre todo los ancianos, critican el modo de habitar sus casas, la forma de alimentarse, el modo de vestir, los hábitos de ocio, la educación que dan a sus hijos y los comportamientos desacordes con su condición de clase de los recién llegados. Los jóvenes son más tolerantes puesto que son los primeros en adoptar el modo de vida urbano y son «pieza» clave para la futura integración de los nuevos residentes. Otro punto de confrontación, muy importante en municipios periurbanos con un marcado carácter rural, es esa sutil xenofobia de los autóctonos que llaman forastero a todo aquél que no tenga varias generaciones de antigüedad en el pueblo, 62

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aunque haya nacido o viva muchos años en él y que lógicamente es extrapolable a los recién llegados. -

Las reivindicaciones de equipamientos y servicios por parte de los recién llegados, necesarias para poder seguir llevando un estilo de vida urbano, son otro tema de enfrentamiento con los vecinos autóctonos o antiguos acostumbrados a una vida más austera. Algunas de estas reivindicaciones también son asumidas por el resto de la colectividad como la escuela, el instituto de enseñanza secundaria o la ampliación de los servicios sanitarios. Otras como el comedor escolar, las pistas polideportivas, las piscinas públicas… pueden encontrar apoyos entre los habitantes originarios, jóvenes o pertenecientes a un estrato social más elevado, pero la mayoría se opone ya que supone un aumento de los gastos municipales lo cual da pie a otro tipo de conflicto, el relacionado con:

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Las tasas y los impuestos municipales que necesariamente han de incrementarse para poder hacer frente a los gastos relacionados con la construcción de los equipamientos y con la dotación de los servicios reivindicados. Por regla general los costes derivados de estas nuevas demandas sólo son asumidos en parte por los ayuntamientos, saliendo el resto de subvenciones o presupuestos de otras instituciones (consejerías, diputaciones…) de modo que la elevación de la fiscalidad municipal no es tan onerosa para los convecinos pero a pesar de ello «es un asunto simbólico que suscita rencores tenaces». (Cadène, 1990: 248)

Todos estos conflictos, sobre todo los de los dos últimos grupos, tiene su máxima expresión en las elecciones municipales y en la configuración de las mayorías en los ayuntamientos donde podemos encontrar, en el conjunto de los municipios periurbanos, una gran diversidad de pactos para alcanzar estas mayorías, a menudo pactos «contra natura», lo cual evidencia que en las elecciones municipales las ideas políticas de los elegidos pesan menos que las opciones de gobierno real, y así también podemos encontrar situaciones en que con una similar composición y una alcaldía del mismo color, la política municipal sea muy distinta en uno y otro municipios vecinos. Todo esto hace que la intensidad y las formas de la urbanización varíen de una forma drástica de unos municipios periurbanos a otros.

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CAMBIOS SOCIALES EN LOS ESPACIOS PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO UN CASO PARTICULAR

EL PUIG DE SANTA MARÍA

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SEGUNDA PARTE: CAMBIOS SOCIALES EN ESPACIOS RURALES PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO. Un caso particular: EL PUIG DE SANTA MARÍA. 1. INTRODUCCIÓN: HIPÓTESIS DE TRABAJO: Las grandes ciudades españolas han experimentado en los últimos 40 años una serie de procesos concatenados que también han tenido repercusiones en sus entornos rurales más inmediatos. En primer lugar, la apertura económica tras el fin de la autarquía franquista impulsó y consolidó el proceso de industrialización de las áreas urbanas españolas lo cual, junto a la crisis de la agricultura tradicional, propició la conjunción de la atracción urbana con la expulsión rural. Las consecuencias fueron un espectacular crecimiento demográfico y espacial de las ciudades a la vez que el despoblamiento de las áreas rurales del interior peninsular. Sin embargo las ciudades, que en su derrame habían invadido el campo más cercano, no pudieron hacer frente a la intensidad del proceso de urbanización de la población rural española, por ello, los municipios de sus periferias rurales también se vieron inmersos en este proceso. Más tarde, a partir de los años 80, los problemas que la masificación presentaba a la población urbana propiciaron fenómenos de relocalización residencial en busca de espacios menos estresantes y de mayor calidad ambiental para habitar. También algunas actividades fueron abandonando la ciudad por una normativa ambiental más rígida o, bien, buscaron espacios menos congestionados o mejor comunicados ahora que la mayor infraestructura viaria lo permitía. Unos mantenían su lugar de trabajo en la ciudad y las otras su mano de obra por lo que la nueva localización respecto a ella debería ser periférica. Si todo esto ha sido así, la mayoría de los municipios de los espacios periurbanos han incrementado su población y su espacio urbano residencial en ambos procesos, pero el crecimiento ha sido cualitativamente distinto. En el aspecto sociodemográfico, el proceso de urbanización lo protagonizaron gentes del éxodo rural que llegaron en situaciones económicamente precarias, mientras que el proceso de periurbanización lo constituyó una parte de la población urbana, no motivada por cuestiones económicas sino ambientales en el sentido más amplio de la palabra. Así, en el comienzo de los años 80, estos municipios tenían una situación de partida distinta de la actual. Ésta sería la primera hipótesis del presente trabajo que tratará de determinar las diferencias sociodemográficas desde una óptica histórica. Una segunda hipótesis a demostrar, desde un punto de vista espacial, es la segregación social del espacio residencial urbano por la irrupción de urbanitas en busca de un mejor marco de vida. El municipio de El Puig por su localización periférica respecto de la ciudad de Valencia se ha visto afectado por las dinámicas generadas por ella, por lo que puede ser un buen campo de investigación para probar las hipótesis enunciadas.

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2. ELEMENTOS GEOGRÁFICOS 2.1. Características físicas: « 53. A media legua de Puzól hácia el mediodia se halla el Puig en las cercanías de un cerro: tres se levantan en aquellas llanuras á muy corta distancia, todos de amoladeras roxizas, cuya lenta descomposicion suministró tierras á los campos inmediatos. En uno de los cerros estuvo en tiempo de Moros la fortaleza que ellos desmantelaron quando se acercaba con exército el Rey D. Jayme, el qual la reedificó, y estableció allí su principal fuerza para la conquista de la capital; mas en el dia apénas quedan vestigios de lo que fué. [...] El término del Puig tiene legua y media desde el mar hasta el de Náquera, y la mitad de norte á sur entre los de Puzól y La Pobla de Fornals (sic), conocida hoy con el nombre de la Creu del Puig. Hácia poniente es algo montuoso; por el oriente tiene marjales y pantanos. Su huerta es deliciosa y grande, extendiéndose a I6oo cachizadas, de las quales 7oo se riegan con las aguas del Turia, y las restantes con las de fuentes y manantiales. Son estos tan abundantes y freqüentes, que inutilizan bastante espacio en las cercanías del mar» Antoni Josef Cavanilles Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia Libro Segundo. Centro del Reyno de Valencia. Pág. 138 Imprenta Real. Madrid 1795.

Desde que a finales del siglo XVIII fuera descrita por Cavanilles, la fisonomía del municipio de El Puig de Santa María ha cambiado profundamente, estando en la base de las transformaciones operadas el desarrollo técnico que han conocido las sucesivas generaciones de pugencs. De aquellos tres cerros a los que aludía hoy sólo quedan dos: la montaña del «Castell» o de «la Patà» y la montaña de «Santa Bàrbara» (58 m. y 37 m.), alrededor y entre cuyas faldas se asienta el núcleo principal de El Puig. La tercera, conocida como «La Pedrera», fue desapareciendo poco a poco en el transcurso del siglo XX, en rellenos y sobre todo en la construcción de uno de los espigones del actual puerto de Valencia, para lo cual se construyó una línea férrea que sirvió durante años para transportar sus materiales triásicos (rodenos); línea que una vez desmantelada fue la base para la antigua Pista de Puçol en los primeros años 60, que más tarde, en la primera mitad de los 70, se convirtió en autovía, la actual N-221. Hoy la montaña de «La Pedrera» está totalmente arrasada. Estos tres altozanos junto a otros dos, el del «Cabeçol» (25 m.) al NW de la población, y el que sirve de basamento al Monasterio de Santa María (20 m.) en pleno casco urbano, son los últimos reductos visibles de la Sierra de la Calderona, y es su aislamiento en medio de la llanura de aluviones cuaternarios, entre las desembocaduras del Turia y del Palancia, lo que les confiere su singularidad paisajística y perceptiva. Los marjales y pantanos, así como las abundantes fuentes y manantiales también han ido sucumbiendo a la actividad humana. Por un lado, la urbanización reciente y la más antigua expansión de la superficie agrícola de El Puig se han hecho mediante el drenaje y el rellenado de los humedales con canalizaciones y aportes antrópicos. Por otro lado, la explotación moderna de los acuíferos subterráneos ha mantenido los niveles freáticos muy por debajo de los existentes en tiempos de Cavanilles, y sólo tras episodios de lluvias fuertes aparecen algunos ullals (manantiales de agua dulce) en la antigua zona de marjales. 66

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El término municipal de El Puig es el más extenso de la subcomarca de L’Horta Nord, aproximadamente 27,60 Km2, tiene una forma ligeramente cóncava hacia el norte y penetra unos 10 km desde el mar hacia el oeste, alcanzando hasta 2 km de norte a sur en la mitad de poniente y casi 4 km en la línea de costa. Con una disposición WNW-ESE presenta una zonificación topográfica bien diferenciada: •

Un dominio de montañas poco extenso, por encima de los 100 metros de altitud, al oeste, con la cota máxima en su punto más occidental, la montaña del «Piló» o «Cabets Bords» (239 m.) cuya cima es punto de encuentro de tres comarcas: el Camp del Túria (Náquera), el Camp de Morvedre (Sagunt y Albalat dels Tarongers) y L’Horta de València. En este dominio se incluyen las montañas del «Castell» y de «Santa Bàrbara» aunque no alcancen los 100 metros, por los materiales y por la visión que ofrecen en el llano litoral.



Un dominio intermedio, en la parte central del término municipal con depósitos, decantados por la acción de numerosos barrancos que descienden de la Sierra Calderona, que forman una «acera» aluvial entre las isohipsas de 100 y 10 metros. Pertenecen a esta unidad topográfica los piedemontes y pequeños abanicos que orlan la zona montañosa y otros depósitos aluviales más extensos en las zonas más bajas. Aquí la red de drenaje es más bien escasa y sólo se han desarrollado pequeños barrancos o ramblas que desaparecen al llegar a zonas más llanas. Sólo el barranco de la Calderona, al que van a parar algunos de ellos, prolonga su cauce hasta el mar.



Un dominio de llanura litoral hacia el este con varias unidades geomorfológicas: –

– –

Depósitos mixtos (continental-albufera) alrededor de los cerros aislados, un llano de inundación donde los aportes de los barrancos y ramblas desde el oeste han rellenado una antigua albufera que existió entre el cono del Palancia y el del barranco del Carraixet. Una estrecha franja de marjales prácticamente colmatados, de difícil delimitación por la alternancia de materiales continentales y albufereños en sus límites, así como por la fuerte antropización que han sufrido desde antiguo. Restinga litoral que alcanza su máxima amplitud precisamente en la costa de El Puig, entre 100 y 200 metros, muy alterada por la construcción de espigones y por la urbanización.

En relación con los materiales encontramos, de W a E, una secuencia geológica casi perfecta, desde los triásicos (2aria) del dominio montañoso, los neógenos (3ario) y del Pleistoceno Medio y Superior (4ario) del dominio intermedio, hasta los holocenos (4ario) de la llanura litoral, con la excepción de los cerros antes mencionados.

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2.2. Localización geográfica: El Puig pertenece a la comarca de L’Horta de València que se extiende desde el vecino Puçol hasta el sur de la Albufera, y desde el mar hasta los relieves de Torrent, Montcada y El Puig por el oeste. Toda ella se inscribe en el Área Metropolitana de Valencia, de la que también forman parte algunos municipios de comarcas colindantes. Son las acequias del Turia las que han conferido su unidad histórica y geográfica a la comarca. Sin embargo hechos y tendencias del pasado reciente, como los procesos de urbanización y de industrialización, permiten diferenciar espacios más homogéneos dentro de ella. Así la subcomarca de L’Horta Nord, que se correspondería con los municipios del norte de la ciudad de Valencia regados con las aguas de la Real Acequia de Montcada, ha experimentado concierto retraso y con menor intensidad los procesos citados, manteniendo un carácter más rural, como si hubiera estado a la expectativa de otros procesos más recientes y actuales como son la periurbanización y la contraurbanización.

Mapa 1: Término municipal de El Puig. Principales vías de comunicación.

El núcleo urbano principal de El Puig se halla a unos 15 km al norte de la capital, a casi 10 km al sur de Sagunt, y sus poblaciones vecinas más próximas son: Puçol a escasos 2,5 km al norte, Rafelbunyol a 1,5 km al oeste y la Pobla de Farnals a tan sólo 1 km hacia el sudoeste. Muchos de los municipios de la subcomarca forman en la actualidad 68

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conurbaciones entre ellos o con la misma ciudad de Valencia como consecuencia del crecimiento urbano, normalmente longitudinales siguiendo la antigua carretera N-340. Este es el caso de sus vecinos Rafelbunyol y Pobla de Farnals con Massamagrell, Museros y Emperador. El Puig, como Puçol, son de los pocos que no comparten un espacio urbanizado supramunicipal común.

Mapa 2: Área Metropolitana de Valencia. Comunicaciones

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2.3. Comunicaciones: El Puig tiene una excelente comunicación con Valencia y también con otras comarcas y regiones, sin embargo la comunicación intracomarcal no es tan óptima como cabría esperar. Además la existencia de importantes ejes viarios tiene también inconvenientes a la hora de hacer trayectos intramunicipales como veremos.

Foto 1: Autovía N-221 con la población de El Puig al fondo a la izquierda.

La N-221, la antigua Autopista del Mediterráneo, enlaza directamente con la red europea (E-15) a través de la autopista de peaje A-7 que va desde Puçol hasta la frontera francesa. Esta autovía discurre muy próxima al casco urbano por el este y permite situarnos en el centro de la capital valenciana en apenas 15 minutos por su acceso norte. Desde su construcción, a principios de los 70, canalizó todo el tráfico del corredor mediterráneo que no tenía más remedio que atravesar la ciudad de Valencia, lo cual unido al incremento del parque automovilístico y a la progresiva generalización del uso del transporte privado hizo que alcanzara niveles de saturación muy altos, que no se vieron reducidos hasta la puesta en funcionamiento, en los primeros años 90, de la autovía de circunvalación de Valencia. Esta autovía A-7, que tiene su trazado a unos 4 Km al oeste de la población de El Puig, es continuación de la autopista de peaje. Más conocida como «By Pass», permite eludir la capital no sólo para los desplazamientos interregionales, es también una buena opción para acceder a los sectores sur y oeste de la ciudad en unos 25 ó 30 minutos, y un enlace directo con la autovía de Madrid (N-III) o el aeropuerto de Manises en 20 y 25 minutos. Pero en su planificación no tuvieron en cuenta el volumen del tráfico rodado que debía encauzar por lo que está saturada desde el momento de su inauguración y ya están en marcha las obras para añadir un carril más a cada sentido de la circulación. La comunicación con el resto de poblaciones de L’Horta Nord se hace, desde El Puig, a través de la antigua carretera de Barcelona (N-340), la cual se halla a 1 km al oeste del casco urbano y se accede a ella mediante dos enlaces con sendos pasos elevados sobre la línea del ferrocarril Valencia/Tarragona, la cual atraviesa el término de norte a sur

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constriñendo el núcleo urbano por el oeste. Hacia el sur cualquier desplazamiento intracomarcal resulta arduo, por la saturación y porque muchos de los pueblos nacieron y crecieron siguiendo esta antiquísima vía de comunicación (calzada romana), por lo que para ir a uno de ellos es preciso atravesar otros. Sólo se ha levantado una variante que permite evitar el espacio urbano que comparten la Pobla de Farnals y Massamagrell. El problema se acentúa cuando se trata de ir a una población que esté desplazada de esta carretera, debido al diseño radial de los accesos a Valencia que ha obviado la construcción de vías transversales o cinturones de ronda para servicio de los municipios que la rodean. Sólo existen dos vías de este tipo en la subcomarca norte; una, la CV-32, para enlazar la N221 y la A-7 (by pass) y otra, la CV-301, para unir esta última con la antigua N-340 que discurre íntegramente por el término municipal de El Puig. Las infraestructuras de comunicación se completan con una serie de caminos vecinales entre los que destaca especialmente por su intensidad y antigüedad de uso el que lleva a Puçol. En este punto debemos hacer una observación. El trazado meridiano de las grandes infraestructuras: N-221, A-7 y la línea férrea, divide el territorio municipal en cuatro partes mal comunicadas entre sí. En la terminología de Lynch se trata de tres «barreras», sobre todo la N-221 y la línea de ferrocarril pegadas a uno y otro lado del casco urbano imposibilitando su expansión hacia el este y el oeste. Es verdad que también pueden ser consideradas como «sendas» pero sólo en relación con la comunicación fuera del ámbito municipal, ya que en los desplazamientos intramunicipales son auténticos obstáculos insalvables en muchos caminos agrarios que fueron cortados por ellos. Para acceder a la parte más occidental del término sólo existe un paso elevado sobre la A-7 y lo mismo ocurre con la N-221 si queremos ir desde el pueblo hasta la playa. La línea férrea ya hemos dicho antes que sólo tiene dos pasos franqueables.

2.4. Transportes colectivos: En relación con los transportes colectivos de viajeros la línea de cercanías C-6 de RENFE, entre Valencia y Castellón, con parada en El Puig, proporciona actualmente un servicio bastante aceptable en cuanto a frecuencia y puntualidad desde que se desdobló el trazado a mediados de los años 80. En la estación de El Puig la cadencia es de un tren cada 30 minutos, desde las 6:39 hasta las 22:38 en dirección a Castellón, y desde las 6:48 hasta las 22.55 hacia Valencia. Algunas unidades amplían su recorrido hasta Xátiva o Vinaroz. Para viajes interregionales es necesario desplazarse a Valencia o a Sagunt. Por carretera, la empresa Autos Vallduxense S.A. presta el servicio cada hora de lunes a viernes y cada dos los fines de semana, desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche, siguiendo el trazado de la antigua carretera de Barcelona, es decir, con parada en todos los pueblos que hay hasta Valencia. También existe la posibilidad de efectuar desplazamientos más rápidos hasta la capital, sin paradas intermedias, por la N-221, en autobuses procedentes de Sagunt, aunque la frecuencia es mucho menor, siendo un servicio que viene muy bien a los estudiantes de la Universidad Politécnica y de la Universidad de Valencia en sus campus de los Naranjos y de Blasco Ibáñez. En Rafelbunyol tiene su terminal norte la línea 3 de los Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana (Metropolitano). Con una frecuencia de tres unidades cada hora, entre las 5:15 y las 22:30, el problema es que para su utilización es preciso un desplazamiento previo en vehículo privado hasta el municipio vecino.

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3. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y URBANA: 3.1. En el contexto comarcal: La evolución demográfica y urbana de los municipios de L’Horta de València, aún siendo creciente, presenta diferencias importantes como resultado de la anticipación y de la intensidad de los procesos que sobre ellos han actuado, industrialización y urbanización en un primer momento (1960-1975) y más tarde la periurbanización. Un primer periodo, entre 1960 y 1975, está marcado por una dinámica demográfica y urbana relacionada con el desarrollo industrial y con las corrientes migratorias procedentes del éxodo rural. Inicialmente eran pequeñas poblaciones agrarias, a las que Valencia servía de mercado, que experimentan crecimientos urbanos y demográficos, así como en el empleo no agrario, sin precedentes, hasta el punto de que ya en los primeros años 60 se empieza a hablar del Área Metropolitana de Valencia basándose en criterios urbanísticos y funcionales. Las tendencias expansivas ta s a d e c re c im ie n to a n u a l a c u m u la do fueron mucho más fuertes en los 6,0 5,5 sectores sur y oeste de la comarca, 5,0 4,5 quedando en cierto modo descolgada 4,0 3,5 de la intensidad de este proceso la zona 3,0 2,5 norte, aunque también creció. Las tasas 2,0 1,5 de crecimiento anual acumulado entre 1,0 0,5 1960 y 1975 fueron del 4,7 % para 0,0 L’Horta Oest, el 4,2 % en L’Horta Sud 1960-1975 1975-1996 y un 2,8 % en L’Horta Nord (fig. 1). Las diferencias serían todavía más palpables si el periodo contemplado Figura 1 fuera la década de los 60. En apenas 15 años Alfafar (Sud) cuadruplicó su población, Paiporta (Sud) la triplicó, Alaquàs, Quart de Poblet y Xirivella (Oest) la multiplicaron por 2,5, mientras que en L’Horta Nord sólo la Pobla de Farnals consiguió doblarla, sin duda, como consecuencia del desarrollo urbanístico de sus playas. El Puig tuvo un crecimiento global del 36,3 % (fig. 2). (Anexo: Tablas y Gráficos 1A, 1B y 1C) L'H OR T A S U D

L'H OR T A O E S T

L'H O R T A N O R D

V AL È N C IA

Fue durante este periodo cuando se desarrollaron una serie de grandes polígonos industriales como el de «Font del Jarro» en Paterna, «Mas del Jutge» en Torrent, «Mare de Déu de la Salut» en Xirivella o los de los márgenes de la N-III de Aldaia, Manises y Quart de Poblet. Los de L’Horta Nord fueron más escasos, tardíos y modestos (Alboraia, Massalfassar). A partir de 1975 se presenta otra etapa demográfica que se caracteriza por una ralentización de las tasas de crecimiento, incluso pérdidas en algunos casos como el de la 72

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ciudad de Valencia entre 1981 y 1986. En este cambio de las tendencias demográficas se conjugan dos fenómenos: Por un lado, la depresión económica derivada de la crisis del petróleo de 1973 que, aunque se sintió con cierto retraso por el proteccionismo económico del momento, aminoró la atracción inmigratoria del AMV. Por otro, se produjo un cambio perceptible en el comportamiento de las tasas de natalidad como reacción inmediata a las dificultades económicas y también por cuestiones sociales y culturales: modo de vida urbano, incorporación de la mujer al mercado laboral, retraso en la edad del matrimonio... Las tasas de crecimiento anual acumulado reflejan perfectamente los cambios producidos a partir de 1975, sin embargo hay municipios que aún mantienen niveles importantes e incluso los aumentan como es el caso de Godella. En general la mayoría de los municipios que mantienen sus tasas por encima del 1 % entre 1975 y 1996 se han beneficiado de la suburbanización en un primer momento (Alboraia, Tavernes Blanques) y de la periurbanización más tarde (Rocafort, Godella, Paterna, Torrent, Puçol, Puig...), aunque también en este proceso ha existido un eje pionero, la carretera de Ademuz en cuyos márgenes han crecido importantes urbanizaciones residenciales (L’Eliana, La Canyada...). Al hilo de todo esto, desde un punto de vista físico, la expansión urbana ha modificado totalmente el paisaje de L’Horta de València. Apoyándose en las conruraciones preexistentes, las cuales seguían los ejes radiocéntricos de acceso a Valencia, lo ha hecho a costa de las superficies de huerta, ya sea como polígonos industriales o residenciales. Esto es muy evidente en L’Horta Sud y Oest, y aunque sea a fuerza de repetirnos, la tardanza relativa de todos los procesos mencionados en L’Horta Nord le confiere o respeta una percepción paisajística aún rural, sobre todo en su parte más septentrional que es donde se localiza el municipio de El Puig. La reciente construcción del By Pass, una cierta descentralización industrial y funcional, así como la intensificación de la deslocalización residencial (periurbanización) está provocando la aparición de una segunda corona metropolitana hacia el noroeste por la pista de Ademuz y también hacia el norte por la carretera N-234 (Sagunt – Burgos).

3.2. Evolución demográfica de El Puig: El crecimiento demográfico de El Puig ha sido continuo entre 1960 y 1999, periodo de tiempo en el que ha doblado su población, pasando de 3.556 a 7.315 habitantes. Si observamos la curva de las tasas de crecimiento global respecto a 1960 (fig. 2) vemos como el incremento ha sido muy regular, con un ligero bache entre 1975 y 1991. Esta constancia es mucho más evidente si comparamos su curva con las de sus municipios vecinos, L'Horta Nord y Valencia capital. A tenor de esta regularidad sería difícil establecer diferencias en el tiempo para la evolución de El Puig, pero es el contraste con las demás entidades lo que nos aproxima a una diferenciación en dos sub-periodos: 19601981 y 1981-1996. (Anexo: Tablas y Gráficos: hoja 1A) En el primero de ellos todos mantienen una pendiente de la curva ascendente y más o menos constante, aunque es El Puig el que la muestra más tendida lo cual indica un menor crecimiento global que los demás. Sin embargo en el segundo sub-periodo, mientras que casi todos –excepto Pobla de Farnals- ralentizan su crecimiento, El Puig mantiene su 73

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tendencia alcista constante. Estas diferencias en el ritmo de crecimiento pueden observarse mejor en las curvas de variaciones intercensales. (Anexo: Tablas y Gráficos: hoja 1A)

2.000

1.995

1.990

1.985

1.980

1.975

1.970

1.965

1.960

Entre 1960 y 1981 el crecimiento absoluto de la población de todas las entidades contempladas está constituido por el crecimiento vegetativo derivado de unas tasas de natalidad altas y, sobre todo, por un saldo migratorio positivo muy importante, por la llegada de tasas de crecimiento global respecto a 1960 % contingentes procedentes del éxodo 220 rural que fue más intensa entre 1960 y 200 1975, pero que en L'Horta Nord, 180 debido a una industrialización más 160 tardía y duradera, se prolongó hasta 140 1981. La explicación de por qué El Puig fue siempre por debajo del resto 120 en esta primera etapa, puede estar en la 100 existencia de una vía de comunicación 80 directa con la ciudad de Valencia, la N60 340, de la que El Puig se encuentra 40 algo desplazado, en un momento en que el uso del coche particular aún no 20 está muy generalizado. 0 Entre 1981 y 1996, además de Massamagrell Pobla de Farnals Puçol los cambios cuantitativos en el Puig Rafelbunyol crecimiento demográfico, también hay un cambio cualitativo en su Figura 2 composición; por un lado el crecimiento vegetativo es insignificante por el rápido descenso de las tasas de natalidad y el éxodo rural es ya un proceso prácticamente inoperante que ha dejado su protagonismo al éxodo urbano. La década de los 80 y principios de los 90 es un periodo en el que la ciudad de Valencia estuvo inmersa en una serie de grandes proyectos urbanísticos –construcción de túneles para evitar intersecciones en grandes vías, remodelación de espacios públicos abiertos y peatonalización de calles, construcción del metro... - que provocaron situaciones caóticas y duraderas en cuanto a la movilidad, incrementaron los niveles de contaminación atmosférica y acústica por la saturación del tráfico rodado y las obras, etc. Desde 1981 se han producido un conjunto de hechos que han contribuido a aumentar el atractivo de El Puig como lugar de residencia y de trabajo, así la generalización del transporte privado junto a la construcción de ciertas infraestructuras viarias -by-pass- y la mejora de los servicios de transporte colectivo, han acortado las distancias (tiempo) con Valencia y otras poblaciones. A esto se une un cambio de mentalidad motivado por la toma de conciencia de los problemas urbanos y un incremento de las rentas disponibles por la bonanza económica, que se plasma en la búsqueda por parte de un segmento de la población urbana de un marco de vida más apacible y natural, condiciones que El Puig reúne además de otros atractivos paisajísticos, históricos y culturales.

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3.3. Flujos migratorios: Ha sido imposible recabar datos referidos a altas y bajas entre 1981 y 1999 susceptibles de ser tratados para determinar los flujos migratorios del periodo completo. El problema es la dispersión de los documentos donde constan estos movimientos del padrón. Sin embargo los datos relativos al quinquenio 1982-1986 son fiables, así como los del cuatrienio 1996-1999, ya que fue en 1996 cuando se modificó la normativa padronal para instaurar un nuevo sistema de gestión continua e informatizada de los padrones municipales de todo el estado. En cualquier caso los escasos datos disponibles (Anexo: tablas y gráficos: 5A y 5D) pueden servirnos para detectar tendencias al principio y al final del periodo de estudio. Entre 1982 y 1986 el saldo migratorio es positivo en 351 personas, cifra que adquiere su verdadera dimensión al compararla con el crecimiento demográfico que ha habido en el periodo intercensal 1981-1986, en total 470 personas, pero teniendo en cuenta que existe un desfase de nueve meses entre el quinquenio al que se refiere el saldo migratorio desde 1/1/82 a 31/12/86 y el intercensos desde 1/4/81 a 31/3/86. En los últimos cuatro años el saldo positivo ha sido de 306 personas en tanto que el crecimiento demográfico para tres meses menos, entre 1/4/96 y 31/12/99, ha sido de 445 personas. Si ponderamos los saldos migratorios con el tiempo en que se producen, la relación es ligeramente superior en el segundo periodo, 76,5/año frente a 70,2/año; y si lo hacemos con el crecimiento demográfico la diferencia es considerablemente superior, 118,66/año por 92/año en el primer periodo, de lo que se deduce un mayor crecimiento vegetativo entre 1996 y 1999 que indudablemente está en consonancia con los cambios estructurales producidos por una inmigración centrada en parejas de adultos jóvenes, máxime si sabemos que las tasas de fecundidad son menores actualmente que hace catorce o dieciocho años. En relación con los lugares de origen y de destino de los migrantes es la ciudad de Valencia la que destaca muy por encima de los demás como procedencia de los llegados a El Puig en los dos ámbitos temporales. Por el contrario es la comarca de l'Horta Nord el principal destino de los que abandonan el municipio seguida a corta distancia por Valencia. Los flujos con el resto del estado aportan alrededor de un 15 % al saldo positivo de ambos periodos, mientras que la participación neta de los flujos con el extranjero pasa de un 2 % a un 17 %. La relación migratoria de El Puig con su comarca y con la ciudad de Valencia merece un análisis más pormenorizado, tanto por su intensidad como por sus resultados. Valencia aumenta su cuota de participación en el saldo global de un 54 % (189 personas) en el primer periodo al 67 % (205 personas) en el segundo. L'Horta Nord en cambio pasa de ceder (56 personas) a absorber población de El Puig (33 personas). En una descomposición cronológica podremos ver las diferencias de esta doble relación. 1982 y 1983 son años en los que el crecimiento por inmigración es débil debido principalmente a las salidas hacia l'Horta mientras que el saldo con Valencia decrece notablemente de un año a otro. 1984 es un año excepcional, no sólo por los aportes netos desde l'Horta y Valencia, también desde el resto de la provincia y del estado. 1985 y 1986 son años favorables aunque el saldo con Valencia experimenta un retroceso considerable. En el 75

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periodo entre 1996 y 1999 las diferencias entre las dos relaciones migratorias son mucho más evidentes, así la mantenida con la comarca es netamente negativa y todo lo contrario ocurre con la capital. Sin extendernos más en el comentario de tablas y gráficos podemos atisbar en correspondencia con los fenómenos que recientemente han afectado a los espacios periurbanos las causas de la atracción demográfica: descentralización de actividades urbanas, deslocalización residencial, etc., pero esto no sirve para explicar la cronología del crecimiento demográfico ni las diferencias en los flujos migratorios con los dos ámbitos geográficos más próximos a El Puig, para ello es necesario recurrir a las peculiaridades del desarrollo urbanístico de este municipio. En los dos primeros años del primer periodo se consolida el barrio de La Ecológica y se construye la primera fase del barrio de La Ladera, ello ocasiona una oferta residencial de viviendas unifamiliares adosadas de cierta calidad, sobre todo en el primero de los barrios. En los tres años restantes del quinquenio 19821986 se construye una segunda fase en el barrio de La Ladera y comienza el desarrollo del barrio Residencial Baja con edificios de vivienda colectiva más asequibles. En el segundo periodo, 1996-1999 se está en vías de consolidación del barrio Ciudad Jardín constituido mayoritariamente por viviendas unifamiliares aisladas en parcelas individuales y sólo en el último año empiezan a ofertarse viviendas adosadas en el nuevo barrio de La Estación donde también se construirán dos edificios de viviendas colectivas. Lógicamente la oferta de viviendas y los saldos migratorios globales han tenido una evolución paralela, pero en el caso específico de los flujos con l'Horta Nord el elemento determinante del signo de éstos ha sido el tipo de vivienda ofertada y por tanto el precio de la vivienda, el cual ha sido un factor de expulsión de población autóctona y de selección inmigratoria según la capacidad económica de los llegados. Si descomponemos los flujos en segmentos de edad (Anexo: tablas y gráficos: 5B y 5E), tanto para el primer periodo como para el segundo el grupo de edad más dinámico en los establecidos con l'Horta Nord es el que va de los 20 a los 29 años lo cual induce a pensar que la migración nupcial ha sido importante en las dos direcciones de flujo, además es el grupo que obtiene peores resultados, el que menos saldo positivo aporta en el primer periodo –con la excepción del de mayores de 60 años– y el más negativo en el segundo periodo. Por lo que respecta a los flujos con Valencia este grupo tiene un saldo positivo relativamente bajo en el periodo 1982-86 siendo el que más individuos aporta en las salidas. Los grupos que mejores saldos presentan son los que van de 30 a 49 años y de 0 a 19 años, sin lugar a dudas son, mayormente, familias consolidadas que han abandonado la ciudad. En el segundo periodo el grupo de 20 a 29 años se une a los de saldo más positivo mientras que los grupos más jóvenes, entre 0 y 19 años, pierden importancia en términos relativos y absolutos igualándose con los de edad superior a 50 años, que experimentan un alza respecto del periodo inicial considerable, lo cual contribuye en parte al impulso del gran grupo de edad de viejos en este periodo final. Sería mucho más fácil establecer las causas de la movilidad residencial atendiendo a los motivos que las provocan pero entre 1996 y 1999 a pesar de la informatización del padrón municipal el campo de los motivos sólo señala el residencial para todos los que han llegado o han abandonado el municipio. Entre 1982 y 1986 las fichas de altas y bajas sí recogen motivos diferenciados pero algunos de ellos pueden ser equívocos, unas veces por 76

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la ausencia de instrucciones a la hora de rellenar los impresos o bien porque éstos han sido cumplimentados por distintos funcionarios sin seguir un criterio común. Nada nos garantiza que el motivo residencia responda exclusivamente a un deseo expreso por vivir en El Puig, ni que en el motivo matrimonio no pueda estar subyacente el de la vivienda. volumen de flujos según motivos 82-86 otros

bajas

residencia

altas

escolaridad familiar salud matrimonio trabajo

300

250

200

150

100

50

0

-50

-100

-150

-200

vivienda

Fig. 3: Importancia de los motivos en los flujos migratorios absolutos de El Puig

Estos tres motivos junto con el trabajo son los que más flujos han provocado hacia y desde El Puig entre 1982 y 1986 (fig. 3). La residencia es el que mayor resultado neto alcanza aunque no es el más señalado lo cual puede ser debido a que las nuevas tendencias migratorias de la periurbanización no han hecho sino empezar. La vivienda y el trabajo son los motivos más aludidos tanto de llegada como de salida lo cual se corresponde, por un lado, con una oferta de viviendas para un nivel adquisitivo medio-alto que atrae a unos y expulsa a otros; y por otro lado con la movilidad laboral de algunas empresas de El Puig como la cervecera, que en estos 20 años ha estado en manos de distintos grupos lo cual ha conllevado sucesivas reestructuraciones de plantilla. Igualmente ha sucedido con otras industrias agrarias que han diversificado su actividad en otras autonomías y, por supuesto, no podemos olvidar la difusión y relocalización en El Puig de actividades urbanas. Sin embargo hay que hacer constar que cuando se trata de familias el motivo trabajo cuenta para todos sus miembros, por lo que no podemos asociar directamente estos datos con la evolución del mercado laboral de El Puig. Por último, el motivo matrimonio es el único que tiene un resultado negativo.

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3.4. Evolución urbana de El Puig: Desde principios del siglo XX el espacio urbano de El Puig ha ido transformándose en sus tres dimensiones, no sólo en lo que respecta al plano urbano y a la altura de sus edificaciones, también en su topografía como consecuencia de la expansión sobre las laderas de las montañas del Castell y de Sta. Bàrbara. Aquel pequeño núcleo que, alrededor de 1910, tenía la forma de una estrella de tres puntas, ocupaba los espacios más bajos entre los tres cerros urbanos, los dos anteriores más el que sirve de soporte, como peana, del Monasterio. Hasta 1947 el crecimiento urbano se hizo rodeando y, sobre todo, Fig. 4: Croquis de El Puig hacia 1910 remontando las montañas, abriendo calles por Carlos Sarthou en paralelas a las curvas de nivel y con una Geografía General del Reino de Valencia. F. Carreras y Candi, 1917 tipología edificatoria de casa de pueblo. Entre 1947 y 1970 hay un cambio cualitativo en la extensificación urbana, ya no se hace sobre las montañas sino sobre los campos de cultivo más próximos hacia el sur y el sudeste de la población; siendo, quizás, el primer síntoma de la debilidad de la agricultura frente a otras actividades que aparecieron en El Puig y que provocaron un crecimiento demográfico importante con la consecuente demanda de viviendas. En 1970 ya existían los primeros bloques de vivienda colectiva, unas veces rellenando huecos o bien sobre los solares tras el derribo de casas del casco urbano más antiguo. La década de los 70 fue espectacular en el incremento del número de viviendas –no tanto en el espacio residencial– pues prácticamente todo lo que se edificó en Fig. 5: Evolución del plano urbano de El Puig el núcleo principal de El Puig fueron bloques de viviendas entre cinco y ocho plantas de altura, y también fue en esos escasos diez años cuando se desarrollaron las urbanizaciones de la playa siguiendo el modelo del turismo masificado, con torres de viviendas de hasta veinte alturas muy cerca y a lo largo de la línea de costa, sin ningún tipo de coordinación nº % sobre censo ant. urbanística, para satisfacer una demanda de segundas 1597 1970 residencias veraniegas de la ciudad de Valencia y de los 3457 116,46 1981 municipios de alrededor. Desde finales de los 60 y 4994 44,46 1991 hasta bien entrados los 80 en la parte más occidental 5393 7,99 1999 del término aparecieron y se multiplicaron las segundas Cuadro 1: Evolución de las viviendas 78

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residencias ilegales del proletariado urbano, amparadas en el desamparo jurídico del suelo no urbanizable de esos momentos. En los dos últimos decenios se ha duplicado la superficie urbana del núcleo principal de El Puig para dar cabida a un número de nuevas viviendas similar al del decenio precedente, ya que la tipología predominante ha sido la vivienda unifamiliar. La morfología urbana de El Puig denota en su evolución los distintos momentos sociales y también políticos por los que ha transcurrido su historia. Lógicamente el emplazamiento también ha sido un factor clave de ese paisaje urbano. Así hasta bien entrado el siglo XX el casco urbano se había desarrollado entre las montañas respetando las superficies de la agricultura más próximos, y seguramente tendría un tamaño similar al de muchas decenas de años antes ya que su población, en una situación pretransicional, vendría manteniéndose más o menos constante. La expansión hasta 1947 continuó respetando la hegemonía espacial de la agricultura como la actividad de la que dependía casi exclusivamente la población, la cual ya había experimentado un impulso en su crecimiento vegetativo por el descenso de las tasas de mortalidad (transición demográfica). De este modo el espacio urbano que mostraba El Puig al terminar la primera mitad del siglo XX se caracterizaba por la irregularidad de su trama debido a las exigencias topográficas y por una tipología residencial de casas de pueblo por la exigencia de la actividad agraria, las cuales estaban constituidas por un pasillo central, tan amplio que permitiera el paso del carro, con habitaciones en ambos lados y un espacio grande con chimenea que daba paso al corral donde se ubicaba la cocina a un lado y la cuadra al fondo; el piso superior servía generalmente de almacén. En 1970 las cosas han cambiado, aunque la agricultura sigue siendo la actividad principal, han aparecido otras que no sólo compiten por su espacio de actividad, también lo hacen por el espacio de vida de su mano de obra y esto, unido a la motorización y mecanización de la agricultura, permitió ocupar espacios antes reservados a ella. Son terrenos llanos con una trama mucho más regular en los que surgen los primeros bloques de viviendas y nuevas casas de pueblo ya adaptadas a los cambios de la agricultura y del nivel de vida, es decir, sin cuadras, con cuartos de baño, con acceso independiente a la parte habitacional que ahora también ocupa el piso superior. En los siguientes diez años, más que una expansión, lo que se produce es un rellenado de huecos o parcelas vacías de la trama con edificios altos de viviendas para albergar a los que han venido para ser fuerza de trabajo de la reciente industrialización y de la modernización agrícola. En 1980 notamos ya los síntomas de una segregación social del espacio urbano, no tanto de clase como de grupo; y también un paisaje urbano de alto contraste en la edificación. A partir de esta fecha el crecimiento se dispara, en sólo veinte años se duplica el espacio urbano de El Puig, adoptando una trama ortogonal muy diferente, según el plan parcial del que se trate, ya sea en la forma o en el tamaño de los cuadriláteros (manzanas) que la componen. Pero ahora el derrame urbano obedece a otras tendencias inmigratorias y esto se refleja en la tipología de las viviendas, destinadas a un sector de población de mayor capacidad económica con lo cual, actualmente, la segregación social del espacio ya no es sólo de grupo, también de clase.

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4. CONTRASTES SOCIALES EN EL TIEMPO 4.1. Evolución de la estructura de la población: Ésta puede observarse en las transformaciones de la pirámide de 85 y + hombres mujeres 80-84 población de El Puig entre 1981 y 75-79 1999 (Anexo: Tablas y Gráficos: hojas 2A a 70-74 2F). La silueta de la pirámide de 1981 65-69 60-64 tiene forma de campana convexa lo 55-59 que nos informa acerca de unas 50-54 recientes tasa de natalidad altas –baby 45-49 40-44 boom de los años 60 y 70– y de un 35-39 retroceso de las tasas de mortalidad y, 30-34 25-29 por tanto, un incremento en la 20-24 esperanza de vida, todo lo cual se 15-19 refleja en una base piramidal 10-14 5-9 relativamente ancha y una disminución 0-4 más lenta en el tamaño de las % generaciones hacia la parte alta, lo que Fig. 6: Pirámide de población de 1981 da esa convexidad a la pirámide. Esta forma denota ya el final de la transición demográfica. También se observa una cintura o estrechamiento más o menos simétrico entre los 30 y 45 años lo cual está relacionado con un descenso de la natalidad en los difíciles años de la Guerra Civil Española y la posguerra, un hueco que ni siquiera los rasgos generacionales de la reciente inmigración han logrado difuminar. 5

La pirámide de 1999 tiene forma de bulbo, con una base muy estrecha, síntoma de la extrema reducción de las tasas de natalidad, y una cúspide ancha como signo de una mayor longevidad, sobre todo de las mujeres. Se observan también unos grupos generacionales intermedios muy anchos, destacando el de 20 a 25 años y los que van de 35 a 45 años. Sabiendo que el crecimiento demográfico absoluto ha sido similar al del periodo entre 1960 y 1981, podemos afirmar que el éxodo urbano, en este caso, que ha alimentado el crecimiento entre 1981 y 1999, ha sido generacionalmente selectivo.

4

3

2

1

0

0

1

2

3

4

5

85 y + hombres

mujeres

80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-9 0-4

5

4

3

2

1

0

%

0

1

2

3

4

5

Fig. 7: Pirámide de población de 1999

80

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81

Analizando los cambios piramidales con un mayor detalle (Anexo: Tablas y Gráficos 1A y 2C) vemos como en la de 1991 comienzan a destacar las generaciones de los grupos de edad de 10 a 19 años y de 35 a 44 años, lo cual coincide con la mayor tasa de crecimiento intercensal que se produce entre 1986 y 1991. La causa de estos dos hechos hay que buscarla en un mayor desarrollo urbanístico del municipio, no tanto en superficie como en el número de las nuevas viviendas, ya que en 1991 ya se ha consolidado el nuevo barrio «Residencial Baja» que se caracteriza por edificios de viviendas colectivas y con posterioridad la expansión urbana es más importante superficialmente pero no en el número de nuevas viviendas, y por tanto de nueva población; es cuando se crea otro nuevo barrio residencial, el de «Ciudad Jardín» que actualmente aún no está totalmente edificado y se compone de viviendas unifamiliares aisladas para un segmento de población de mayor capacidad económica. Todo esto explica, en parte, que la parte ancha de la pirámide de 1991 haya ido ascendiendo generacionalmente en las de 1996 y 1999. Serían mayormente padres e hijos venidos entre 1986 y 1991. La superposición de las pirámides de 1981 y 1996 (Anexo: Tablas y Gráficos 2G) evidencian los cambios en la estructura de la población, y las transformaciones en términos absolutos de las distintas generaciones quinquenales en esos 15 años (Anexo: Tablas y Gráficos 2H). Una serie de indicadores nos muestran sintéticamente estos cambios estructurales para el periodo completo 1981-99. (Anexo: Tablas y Gráficos: 3A a 3E) (cuadro 2) % índice de juventud

Ijt=Pt0-14*100/Pt65 ó +

índice de vejez

Ivt=Pt65 ó +*100/Pt0-14

1981

1986

1991

1996

1999

215,59 210,82 188,92 144,99 105,26 46,38

47,43

52,93

68,97

95,00

Cuadro 2: Evolución de los índices de juventud y de vejez

Fijémonos en la evolución de los tres grandes grupos de edad. De un modo general, son los cambios en el grupo de los jóvenes (0-14 años) y en el de los viejos (65 y más), relacionados con el descenso de las tasas de natalidad y una mayor longevidad, lo que caracteriza la evolución demográfica de las sociedades post-industriales, y lo mismo ocurre en el caso de El Puig, aunque con ciertos matices. El grupo de jóvenes que en 1981 suponía un cuarto de la población ha terminado, al cabo de 18 años, igualándose al grupo de viejos que sólo representaba 1/9 de los pugencs de 1981 (fig. 8 y cuadro 2). Sin embargo los cambios, a la baja y al 80 alza, en uno y otro grupo no se han 70 dado con la misma intensidad, mientras 60 el de las personas mayores se mantuvo jóvenes 50 casi constante hasta 1996 para crecer % adultos 40 moderadamente en los últimos tres 30 viejos años, el grupo juvenil ha 20 experimentado una reducción 10 acelerada. Estos ritmos de 0 transformación demográfica no sólo 1981 1986 1991 1996 1999 pueden ser explicados por el comportamiento biológico de la Fig. 8: Evolución de los grandes grupos de edad población, un factor añadido tan 81

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importante como el anterior son las nuevas pautas inmigratorias en El Puig, que atrae sobre todo población adulta y en menor medida personas mayores que huyen de la ciudad de Valencia. Con todo esto la edad media de la población de El Puig ha ido creciendo moderadamente en los cuatro primeros censos o padrones y más fuertemente entre 1996 y 1999 como puede observarse en los cambios de pendiente de la curva de su evolución. (fig. 9)

En las figuras 10 y 11 podemos intuir el grado de envejecimiento de El Puig en relación con el de sus vecinos más próximos y el de la ciudad de Valencia. La notable diferencia, superior a tres años, en la edad media de ésta con la de los otros nos hace pensar en una relación directa con el carácter selectivo en generación de las recientes pautas migratorias entre la gran ciudad y sus municipios periurbanos.

41

40

40

39

39

38

38

37

37

36

36

En el contexto comarcal, en 1998, El Puig tiene una estructura similar a la del conjunto de Fig. 9: Evolución de la edad media L’Horta Nord donde los distintos municipios presentan una evolución demográfica diferencial (Anexo: Tablas y Gráficos 1A) que deriva, grosso modo, en tres tipos estructurales. En una primera categoría están los que han experimentado los menores crecimientos demográficos o incluso pérdidas como Albalat dels Sorells, Albuixech, Massalfassar, Alfara del Patriarca o Vinalesa, todos ellos tienen una estructura más envejecida con diferencias entre el grupo de jóvenes y el de viejos entre un 3 y un 9 por ciento. Otra categoría sería la de Valencia los municipios que desde 1981 han Rafelbunyol crecido en términos relativos por Puçol encima de los demás, entre ellos: Puig Alboraia, Rocafort, Tavernes Blanques, Pobla de Farnals, Puçol o El Puig, en los Pobla de Farnals que el grupo joven supera entre el 2,5 % Massamagrell y el 7 % al de los viejos. Una tercera L'Horta Nord clase intermedia englobaría al resto de edad municipios con diferencias entorno a un ±2 % entre esos dos grupos. Fig. 10: Edad media en 1998 (Anexo: Tablas y Gráficos: 4A).

Fig. 11: Grandes grupos de edad en 1998

82

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4.2. Procedencia de la población de El Puig: Al término de 1981 casi la mitad (45,8 %) de la población había nacido en El Puig (Anexo: Tablas y Gráficos 6A y 6B), algo más de la quinta parte en la subcomarca de l'Horta Nord y en la capital, y el resto, aproximadamente un tercio, tenía su lugar de origen fuera de estos ámbitos geográficos. En 1975, según Teixidor (Roselló et alii., 1988), el 44,7 % de la población del Área Metropolitana de Valencia había nacido fuera de ella lo cual, aún teniendo en cuenta el desfase temporal y espacial, guarda ilación con lo dicho anteriormente sobre la dinámica inmigratoria diferencial de las subcomarcas, Sud y Oest por un lado y Nord por el otro, de L’Horta de València en la etapa desarrollista 1960-1974. nacidos en: El Puig

1981

L'Horta nord Valencia capital Prov. Valencia Com. Valenciana resto de España extranjero 0

2

4

6

8

10

Fig. 12: Población de El Puig según edad (grupos quinquenales) y lugar de nacimiento en 1981

Si prestamos atención a cómo se comporta el lugar de nacimiento en relación con los grupos de edad quinquenales de la población de El Puig podemos observar algunas diferencias significativas (fig. 12). Los descendientes de los que han nacido fuera de la Comunidad Valenciana, una vez que han efectuado la migración a El Puig, nacen dentro de ella lo cual explica el menor peso de este grupo foráneo en los tramos de edad inferiores. Algo similar ocurre con los nacidos en El Puig o en cualquier otro ámbito próximo excepto la ciudad de Valencia, el motivo es que nacieron en los hospitales de la capital entre 1960 y 1980 como consecuencia de la mejora de los servicios sanitarios públicos españoles tras el milagro económico, servicios que por su proximidad eran utilizados en buena medida. En esos años no existía la posibilidad de registrar a los recién nacidos en el municipio de residencia de los padres por lo que no nos equivocamos si pensamos que la población autóctona de El Puig era realmente superior a ese 45,8 %.

% 1981 1999

Puig

Valencia Resto Prov. Resto Com . Resto de Horta Nord capital de Valencia Valenciana España Extranjero

Total

45,87

3,25

18,67

4,29

1,82

24,67

1,43

100

37,63

4,99

20,94

6,96

1,80

24,84

2,83

100

Cuadro 3: Porcentajes de población según lugar de nacimiento en 1981 y 1999.

83

84

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En 1999 la población autóctona reduce su peso global considerablemente a favor de los nacidos dentro de la provincia de Valencia (l'Horta Nord y Valencia incluidos). Los que nacieron en otras comunidades autonómicas mantienen su peso relativo y los extranjeros, aunque sean un grupo reducido, doblan su porcentaje. (Cuadro 3) nacidos en: El Puig

1999

L'Horta nord Valencia capital Prov. Valencia Com. Valenciana resto de España extranjero 0

2

4

6

8

10

Fig. 13: Población de El Puig según edad (grupos quinquenales) y lugar de nacimiento en 1999.

La continua reducción en los tramos de edad inferiores de la pirámide (fig. 13) de los nacidos fuera de la Comunidad Valenciana nos avisa de la mitigación inmigratoria desde el interior peninsular, pero el cambio más notable respecto a 1981 es que los nacidos en El Puig y en Valencia invierten sus tendencias en estos grupos de edad juveniles debido a un cambio en los criterios de inscripción de los recién nacidos en los registros civiles que permite hacerlo en el municipio donde viven los padres. No obstante los nacidos en Valencia y en el resto de la provincia aún mantienen una proporción importante pues son niños que nacieron cuando sus padres aún no habían cambiado su residencia a El Puig y por tanto forman parte de los que llegaron en el periodo 1980-1999.

Fig. 14: Provincias según lugar de nacimiento 1981

Es clásica una representación cartográfica de los lugares de nacimiento de la población de las áreas de atracción demográfica. En el caso de El Puig, tomando como referencia la escala provincial, la población que en 1981 había nacido

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fuera de la provincia de Valencia lo hizo mayoritariamente en las de las comunidades autónomas andaluza y castellano-manchega, donde destaca el eje Sevilla-Córdoba-JaénAlbacete. También Teruel y Castellón se hacen notar, por proximidad geográfica como ocurre con Albacete y por una especial relación inmigratoria con la comarca del Alt Palància castellonense. (Anexo: Tablas y Gráficos 6F y 6G) En 1999 se atenúan los contrastes provinciales ya que la inmigración de larga distancia, a veces muy localizada como ocurre con el municipio sevillano de Villanueva del Río y Minas, se estanca o se diversifica geográficamente como pasa con el pueblo de Utrillas (Teruel) que entre 1980 y 1999 cede parte de su población a El Puig como consecuencia de una reestructuración del sector minero, movimiento que está integrado en buena parte por ciudadanos de origen pakistaní. Fig. 15: Provincias según lugar de nacimiento 1999 También es verdad que muchos, que han venido con la periurbanización (corta distancia) en este lapso de tiempo han nacido en otras provincias y ya habían experimentado una migración previa a la ciudad de Valencia o a alguna población de su entorno. Pero lo más destacable es la aparición de Madrid y Barcelona, provincias que no se han caracterizado nunca por la emisión de población.

85

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4.3. Niveles de formación: En la introducción ya nos hemos referido a la escasa uniformidad de los datos cualitativos de la población recogidos en unos padrones y otros y debido a esto hemos tenido que homogeneizarlos para poder establecer comparaciones entre ellos, resultando una clasificación con cuatro categorías en la que el grado más alto Bachiller, F.P. o Superior es poco preciso. El nivel académico alcanzado por los individuos de una sociedad está muy relacionado con su modo y su nivel de vida por lo que en su evolución global puede ser un indicador de los cambios sociales operados en ella.

1981 85 y + 80-84

hombres

mujeres

75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14

5

4

3

2

1

0

No sabe leer ni escribirInferior a Graduado Escolar-

%

0

1

2

3

4

5

Graduado Escolar o equivalente Bachiller, F.P. O Superior

Fig. 16: Pirámide de edad (mayores de 10 años) según titulación 1981.

En 1981 casi un 70 % de la población de El Puig no poseía ningún título académico, de los que casi un 6 % eran analfabetos, sin contar entre ellos a algo más del 17 % que aún no había cumplido los 10 años. Sólo una octava parte de sus habitantes había superado el ciclo de la enseñanza primaria y de ellos algo más de la mitad había terminado con éxito la secundaria o la superior (Anexo: Tablas y Gráficos 7B y 7C). En la pirámide (fig. 16) se observa cómo los titulados están principalmente en edades inferiores a los 45 años y aumentan su proporción conforme se bajan los peldaños de edad hasta los 15 años. La dictadura franquista abordó la escolarización obligatoria y gratuita de todos los niños pero no consiguió las mejoras necesarias en las economías familiares para que todos pudieran finalizar la etapa de la educación primaria, por eso, incluso en estas edades los no titulados, con certificados de escolaridad, son una franca mayoría. En consonancia con esto los analfabetos se sitúan, sobre todo, por encima de los 40 años de edad y es notoria la diferencia en cuanto a género. 86

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En 1999 la situación es bien distinta, titulados y no titulados alcanzan proporciones globales semejantes (Anexo: Tablas y Gráficos 7D) pero con diferencias notables en los distintos grupos de edad (fig. 17).

1999 85 y + 80-84

hombres

mujeres

75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14

5

4

3

2

1

0

No sabe leer ni escribirInferior a Graduado Escolar-

%

0

1

2

3

4

5

Graduado Escolar o equivalente Bachiller, F.P. O Superior

Fig. 17: Pirámide de edad (mayores de 10 años) según titulación 1999.

Los primeros ahora sólo son claramente minoritarios a partir de los 55 años pero con proporciones notorias hasta los 70 años. Los analfabetos se han reducido hasta la mitad de sus cifras relativas de 1981, pero a pesar de que las tasas de escolarización en el periodo 1981-1999 fueron muy altas sorprende ver un repunte de los no titulados en los grupos de 20 a 24 años y de 25 a 29 años que puede guardar relación con un aumento del fracaso escolar o bien con parte de la inmigración de esos años, extranjeros de países menos desarrollados. La proporción de no titulados es importante en el grupo de los 15 a los 19 años por los cambios en el sistema educativo español con la puesta en marcha de la LOGSE, ahora la primera titulación se alcanza al final de la E.S.O. a los 16 años como mínimo. Los titulados de mayor orden son una parte de la población mucho más numerosa, en términos absolutos y relativos, que en 1981 y es necesario remarcar un incremento muy importante en aquellos grupos de edad en los que sus componentes, por la edad que tenían entonces, no deben haber obtenido muchas nuevas titulaciones y por lo tanto son nuevos residentes que han llegado a El Puig en el intervalo de tiempo de referencia. Esto lo podemos ver muy bien descomponiendo la pirámide de edad según titulación de 1999 en dos pirámides, una que represente a los llegados a partir de 1980 y la otra para los que ya vivían antes de esta fecha (figuras 18 y 19). Si nos circunscribimos solamente a los recién 87

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llegados los grupos de mayores tamaños, entre 20 y 54 años, son en los que además los titulados del escalón formativo más alto son mayoritarios (Anexo: Tablas y Gráficos 7F y 7G). grupos

llegados desde 1980

edad 85-89

hombres

mujeres

80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14

5

4

3

2

1

0

%

0

1

2

3

4

5

grupos

resto población

edad 85-89

hombres

mujeres

80-84 75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14

5

4

3

2

No sabe leer ni escribir Inferior a Graduado Escolar

1

0

%

0

1

2

3

4

5

Graduado Escolar o equivalente Bachiller, F.P. O Superior

Figuras 18 y 19: Descomposición de la pirámide de edad según titulación de 1999.

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5. LLEGADOS A EL PUIG Bajo este epígrafe nos vamos a ocupar de los que un día fijaron su residencia en El Puig y todavía, en 1999, viven en él; y para ver las características en género y en edad al llegar de los que lo hicieron procedentes del éxodo rural o del medio urbano, hemos discriminado dos grupos en función del momento de la llegada, partiendo de la hipótesis de que entre 1960 y 1979 lo que predominó fue el éxodo rural mientras que el urbano se generalizó a partir de 1980. De los 7.315 habitantes del final de 1999, 3.845 tuvieron otra residencia previa a la de El Puig lo que representa un 52 % de la población total (Anexo: Tablas y Gráficos 8A). De esos 3.845 sólo 245 llegaron antes de 1960 (6,3 %), 838 lo hicieron en las décadas de los 60 y 70 (21,8 %) y el resto, 2.767, entre 1980 y 1999 (72 %). A la hora de interpretar estas cifras hay que tener en cuenta que no hacen referencia a la verdadera intensidad de los fenómenos mencionados ya que, cuanto más nos vamos hacia atrás en el tiempo la supervivencia hasta nuestros días es menor y también ha transcurrido más tiempo para que personas que inmigraron a El Puig hayan experimentado nuevas migraciones. Por ello, los grupos a partir de los 60 años de los llegados entre 1960 y 1979 están prácticamente vacíos dado que la inmensa mayoría de los que tenían que estar ahí representados ya han fallecido. Así pues lo que nos interesa es averiguar cómo actuó la selección en sexo y edad de los que llegaron en cada uno de los periodos de referencia. Lo primero que podemos observar en los gráficos porcentuales (fig. 20) es la irregularidad entre intervalos de edad y entre sexos de los que llegaron entre 1960 y 1979, cosa que no ocurre en el gráfico (fig. 21) de los que llegaron en la segunda etapa en el que los cambios de tamaño en los cortes generacionales son mucho más regulares. En el primero de los gráficos las diferencias entre los hombres y las mujeres en cada uno de los grupos de edad a partir de los 40 años pueden presentar sesgos por la mayor longevidad femenina, sin embargo en los grupos entre 15 y 25 años, en los que la sobremortalidad masculina apenas debe de haber actuado, podemos entrever uno de los rasgos selectivos del éxodo rural que afectó más a mujeres que a hombres jóvenes. No hay que olvidar que las edades de los gráficos se refieren al momento de la llegada y no al actual. También podríamos aventurarnos a señalar el mayor tamaño de los grupos de edad entre 20 y 30 años, pese a lo apuntado con Fig. 20: Población llegada 1960-79 anterioridad, como una evidencia de la selección según edad al llegar generacional que caracterizó al éxodo rural. Por otro lado, el tamaño conjunto de los grupos entre 30 y 40 años, que podrían ser los padres de los que forman los de 0 a 14 años, es inferior al global de éstos lo cual puede ser un indicativo

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de que en la inmigración de esos años las familias jóvenes con más de un hijo tuvieron un papel importante. Esto también fue muy habitual en el éxodo rural. El abandono de las ciudades está motivado por razones objetivas como la mejora de la accesibilidad, la ampliación del estado de bienestar en áreas periurbanas o unas particulares situaciones económicas, pero también obedece a razones subjetivas derivadas de nuevos valores post-materiales, a veces más determinantes, como el deseo de un escenario vital más natural, menos denso..., es decir, la búsqueda de una mayor calidad de vida. Cuando se trata de decisiones libres la posibilidad de tomarlas o no depende en parte de las fuerzas o ánimos de los sujetos, por lo general más grandes en las personas jóvenes. Esto es quizás parte de la explicación de la regular concavidad que muestra el gráfico de barras (fig.21) desde los 30 años hacia arriba, como si el tamaño de los grupos fuera el resultado de una función matemática donde la edad fuera la variable independiente. La mayor regularidad en cuanto a género de los grupos de edad superiores a 30 años de los llegados a partir de 1980 puede relacionarse con la posición en el ciclo familiar de éstos en el momento de la instalación en El Puig, es decir, como matrimonios, acompañados en este caso por menos hijos que en el periodo anterior según se desprende de los tamaños relativos de los grupos de edad en lo cual subyace el cambio en el comportamiento de las tasas de natalidad de este periodo. Este es también un rasgo Fig. 21: Población llegada 1980-99 de las recientes y actuales pautas migratorias desde las según edad al llegar ciudades hacia su entorno rural. El grupo de edad más dinámico o voluminoso es el que va de los 25 a los 29 años que cualitativamente, por el retraso en la edad del matrimonio, es el que se corresponde con el de 20 a 25 años de los llegados en el momento del éxodo rural; serían los solteros, los que mayoritariamente han venido solos por cuestiones de trabajo o de proximidad a él, para formar un hogar nuevo o por la escasez y la carestía de la vivienda en la ciudad de Valencia. En la figura 22 se muestra cómo han llegado a partir de 1980 en función del tamaño del grupo, teniendo en tamaños cuenta que son datos extraídos de la situación actual del padrón cuando coinciden fecha de >4 llegada y domicilio, es decir, vinieron y 4 siguen juntos o han abandonado el primer 3 hogar que han tenido en El Puig y aparecen 2 como llegados individualmente lo cual pensamos que por el tiempo transcurrido no 1 debe sesgar demasiado los resultados. Sólo 0 5 10 15 20 25 un 22 % llegó en solitario mientras que más % de la mitad formaban grupos de 3 o más Fig. 22: Población llegada 1980-99 según el tamaño del grupo en que han llegado

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personas, generalmente familias con hijos e incluso con ascendientes a tenor del porcentaje que alcanza el tamaño de 5 o más personas. Las figuras 20 y 21 son gráficos de barras referidos a periodos de 20 años y por tanto no manifiestan la verdadera estructura por edades de los llegados en el momento actual, la cual podemos ver en la figura 23. En la figura 24 están representadas las proporciones de llegados en cada intervalo de edad, lo que nos puede dar una idea de cómo han influido los llegados en la estructura de la población de El Puig.

Fig. 23: Todos los llegados según el momento y la edad actual.

La pirámide de edad de la población que siempre ha vivido en El Puig refleja en la forma su reciente historia demográfica, es el resultado de una amalgama de procesos simultáneos. Por un lado, la urbanización y la elevación de las tasas de natalidad de los años 60-70, ambos de signo positivo, han provocado los grandes tamaños de los grupos entre 40 y 20 años de edad, que son los hijos de la población autóctona más los de los inmigrantes del éxodo

Fig. 24: Llegados según el momento y sus proporciones en los grupos de edad.

85-89 80-84

hombres

mujeres

75-79 70-74 65-69 60-64 55-59 50-54 45-49 40-44 35-39 30-34 25-29 20-24 15-19 10-14 5-9 0-4

6

5

4

3

2

1

0

%

0

1

2

3

4

5

6

Fig. 25: Pirámide de la población autóctona en 1999.

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rural; y por otro lado, la periurbanización y la extrema reducción de la natalidad de los años 80-90, con signos opuestos, se evidencian en el menor tamaño de los grupos más jóvenes, por la mayor intensidad del segundo proceso, aunque esta reducción no es tan marcada como lo que cabría esperar.

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6. LOS CONTRASTES SOCIO-ESPACIALES Hasta aquí hemos analizado las evoluciones demográfica y urbana de El Puig y sus transformaciones sociodemográficas y quizá la primera conclusión a extraer es que la transformación del paisaje urbano ha sido muy distinta según las pautas inmigratorias de antes y de después de 1980. Todos estos cambios pueden también analizarse desde una óptica espacial segregando los diferentes espacios urbanos que componen. Para ello previamente hemos dividido el espacio residencial de El Puig atendiendo al momento de su producción y a las características de sus construcciones, pensando que estos dos factores están en relación directa con los rasgos sociodemográficos de quienes los habitan. A cada una de estas divisiones les llamaremos «barrios», con independencia de que se correspondan con la percepción popular o con la división administrativa local, por ejemplo: las urbanizaciones de la playa constituirán todas juntas un único «barrio». También hemos individualizado como «barrios» los que han aparecido desde 1980 aunque tengan rasgos similares, por lo que a veces aparecerán agrupados en los datos; y cierto es que en este caso sí hay una correspondencia con la concepción de barrio al uso que tienen la población y el Ayuntamiento de El Puig.

6.1. Distritos de análisis:

Fig. 26: Los distintos «barrios» del núcleo principal de El Puig.

Casco Antiguo: Con una superficie neta –exceptuando viarios– aproximada de 14,77 hectáreas la habitan 2.692 personas en 1999. Es el espacio urbano donde vive la mayor parte de la

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población autóctona de El Puig. La tipología de vivienda predominante son casas de pueblo aunque también podemos encontrar algún bloque de viviendas, de forma aislada, abriendo vistas sobre las casas y enseñando sus paredes medianeras. Las casas de pueblo muestran diferencias volumétricas y de diseño según la antigüedad, la ubicación topográfica y el status socioeconómico de sus propietarios. Un gran número de las más antiguas ha ido transformándose poco a poco, adaptándose a las vicisitudes de los cambios en la actividad principal de sus residentes o se han remodelado totalmente para albergar a dos familias en sendas viviendas independientes, como consecuencia de las transmisiones patrimoniales y de la escasez, en un tiempo, y de la carestía, en otro, que ha conocido el mercado inmobiliario en El Puig. Fincas de «la Fe» y otras: Superficie neta aproximada: 1,92 Ha. Población en 1999: 1.581 habitantes. Este sector urbano sigue el modelo constructivo del fenómeno de la suburbanización de la etapa del desarrollismo español, más ahorrador de espacio que de problemas derivados de una urbanización de alta densidad, como es la escasez de espacios abiertos, la angostura de sus viales o la inexistencia de dotaciones públicas, que poco a poco se han ido subsanando. Son edificios de vivienda colectiva construidos en los años 60 y 70 para una población que llegó en busca de empleo y de mejores condiciones de vida que las del lugar de donde procedían. Parte de estas viviendas con el cambio de residencia intramunicipal de sus propietarios han entrado en el mercado inmobiliario, ya sea de compraventa o de alquiler, con lo que han seguido cumpliendo con su función de albergar a los que han venido después de 1980 en circunstancias similares a los que lo hicieron durante las dos décadas anteriores. También han servido como residencia provisional a aquellos que habiendo abandonado la ciudad esperan el fin de las obras de sus nuevas viviendas unifamiliares. Pero seguramente lo más importante sea que ofrecen la posibilidad de seguir viviendo en El Puig a parejas jóvenes recién formadas que no pueden optar a otras viviendas por los precios que se dan.

Foto 2: Vista sudoeste con el barrio “Fincas de la Fe y otras” en primer término.

Residencial Baja: Superficie neta aproximada: 3,45 Ha. Población en 1999: 1.244 habitantes. Este barrio de mediados de los 80 se caracteriza también por una edificación de vivienda colectiva, pero de cierta calidad, con una tipología novedosa: el dúplex. La normativa local ha limitado su altura a tres plantas y ha impuesto una serie de condiciones estéticas a modo

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de casas de pueblo: paredes blancas y lisas, ventanales de madera y forja y remates superiores con tejas antiguas. Estas limitaciones y condiciones son producto de un mayor control urbanístico por parte de unas autoridades locales, que ya elegidas democráticamente deben garantizar que parte de los beneficios de la urbanización reviertan en la población, de ahí que, en adelante, todo proyecto de producción de suelo urbano deba proveer las superficies necesarias y suficientes para viales y dotaciones públicas, que en el caso de este barrio son un jardín público interior con accesos libres entre los edificios y un solar donde se ha construido la Casa de la Cultura. La Ecológica: Superficie neta aproximada: 2,87 Ha. Población en 1999: 124 habitantes. Este sector urbano consta de tres manzanas rectangulares relativamente grandes, siendo la mayor la que está totalmente consolidada desde que, en la primera mitad de los 80, se construyera una urbanización de viviendas unifamiliares adosadas con jardín y con un amplio patio interior de propiedad pública. Este ha sido el primer exponente urbano de las nuevas tendencias inmigratorias de El Puig. Las otras dos manzanas están destinadas a viviendas unifamiliares con una ocupación de parcela del 50 % y aisladas con retranqueos obligatorios con los lindes laterales y posterior. La Ladera: Superficie neta aproximada: 0,95 Ha. Población en 1999: 147 habitantes. Este barrio se ha desarrollado en varias fases en el transcurso de los años 80 siguiendo el contorno de la base de la ladera Este de la montaña de Santa Bàrbara de modo que toda ella ha quedado circundada por espacio urbanizado. Son viviendas unifamiliares adosadas que conforman una unidad paisajística muy homogénea a pesar de que adoptan formas diversas.

Foto 3: Vista sur de El Puig.

Ciudad Jardín: Superficie neta aproximada: 8,85 Ha. Población en 1999: 473 habitantes. Con una disposición longitudinal al Sur del casco urbano este nuevo barrio, en proceso de consolidación desde comienzos de los 90, se caracteriza por un predominio de viviendas

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unifamiliares aisladas de gran calidad arquitectónica. Siendo la parcela mínima de 300 m2 a menudo sobrepasan con creces esa superficie. También existen parcelas con viviendas adosadas. El tamaño, la forma y la disposición de las manzanas confiere de un cierto aislamiento al barrio debido a los escasos viales de penetración desde el resto del núcleo principal de El Puig. La Estación: Superficie neta aproximada: 1,66 Ha. Población en 1999: 89 habitantes. Es el barrio habitado de más reciente creación, al final de la década de los 90. Cuando esté totalmente consolidado se prevé un total de 240 viviendas que serán viviendas unifamiliares adosadas, más asequibles que las que podamos encontrar en los barrios descritos hasta el momento, excepto 106 que se repartirán en cuatro bloques de vivienda colectiva de 7 y 8 plantas. Se da la circunstancia de que hace más de veinte años que no se construyen edificios tan altos en El Puig lo que ha generado críticas a la par que una buena acogida por parte de quienes van a poder optar por una vivienda más acorde con la modestia de sus ingresos. Residencial Noroeste U.E. 12: Compuesto por una zona residencial en ejecución al norte y unas naves industriales al sur que en el actual P.G.O.U. cambian su uso por el residencial. El uso previsto es el de vivienda colectiva en edificación limitada a tres alturas más una cuarta retranqueada. Al final de 1999 este barrio no estaba habitado y la superficie total, a falta de las parcelaciones futuras, es de unas 2,33 hectáreas aproximadamente.

Foto 4: Vista noroeste

Playa: Esta división está compuesta por todos los complejos urbanísticos que se desarrollaron en la década de los 70 en la playa de El Puig. Todos ellos tienen un uso mixto de vivienda colectiva en altura y viviendas unifamiliares adosadas o aisladas. El paisaje urbano que ofrecen es el característico del boom turístico español de aquellos años con torres de entre 5 y 20 plantas. Algunas actuaciones no han llegado a completarse, faltando parte de la urbanización y de efectuar las cesiones de los suelos dotacionales correspondientes. En 1999 habitaban de derecho en este sector urbano un total de 849

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personas pero sin miedo a equivocarnos podemos afirmar que su población de hecho es muy superior. Ya en 1981 sucedía lo mismo como corroboran la gran cantidad de altas por omisión que se hicieron en el padrón municipal de habitantes de El Puig en años sucesivos, la mayor parte de ellas en la playa. El desarrollo urbanístico de la playa de El Puig se hizo para satisfacer una demanda de segundas residencias, sobre todo, próxima por lo que algunas viviendas han pasado a ser las residencias permanentes de sus propietarios y otras muchas cumplen con esa función aunque no conste en los archivos municipales, bien sea porque lo hacen de forma provisional o por evitar trámites burocráticos. Diseminados: Esta última partición engloba las viviendas dispersas y las que han aparecido de forma legal o ilegal en la parte montañosa al oeste del término municipal. Algunas de estas últimas han dejado de ser secundarias para tornarse permanentes merced a una mayor y mejor accesibilidad que le ha dado la construcción de la autovía de circunvalación A-7. Por contra algunas de las primeras han perdido su función residencial con lo cual la población global de este sector de estudio no ha variado considerablemente entre 1981 y 1999, momento en el que se hallan empadronadas 116 personas.

6.2. Plano de densidades: El resultado final de los procesos habidos en relación con el grado de ocupación del espacio residencial de El Puig muestra las diferencias urbanísticas entre la suburbanización y la periurbanización, diferencias que se dan en la tipología de las viviendas construidas que se traducen en contrastes de densidad demográfica.

Fig. 27: 1999: Densidad de los «barrios» del núcleo principal obtenida sobre la superficie de las parcelas. 97

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La densidad media para el conjunto de los barrios del núcleo principal de El Puig es de 184 hab/Ha. Los barrios La Ecológica y Ciudad Jardín presentan los valores más bajos siendo en los que la tipología predominante es la vivienda unifamiliar aislada o adosada con jardín. El distrito La Estación aparece con una densidad baja debido a que en el momento de elaborar el presente trabajo gran parte de este barrio está en fase de consolidación; cuando esté totalmente ocupado debe situarse en una posición intermedia ya que lo que se está construyendo son varios edificios de vivienda colectiva y viviendas adosadas que ocupan prácticamente la totalidad de las parcelas como ocurre en el Casco Antiguo y en La Ladera. Los barrios de vivienda colectiva, Fincas de la Fe y otras y Residencial Baja, lógicamente alcanzan las densidades más altas, pero la del primero (823 hab/Ha) dobla con creces a la del segundo (360 hab/Ha) por las diferencias en la altura de las edificaciones y en la superficie de las viviendas. Casco Antiguo y Fincas de la Fe y otras son los barrios que conformaban la totalidad del espacio del núcleo principal en 1981; el segundo tenía entonces una densidad similar a la actual mientras que el primero la ha reducido considerablemente debido fundamentalmente a la salida de parte de su población de los hogares paternos por un cambio de situación en el ciclo familiar lo cual está relacionado también con el proceso de envejecimiento de su población.

6.3. Diferencias espaciales en la estructura generacional y de los hogares: En 1981 sólo existían cuatro de 85-89 mujeres hombres 80-84 los distritos de estudio: Casco Antiguo, Casco Antiguo Casco Antiguo 75-79 70-74 Fincas de la Fe y otras, Playa y 65-69 60-64 Diseminados, los dos últimos con un 55-59 50-54 45-49 escaso peso demográfico en el conjunto 40-44 35-39 municipal. Las pirámides de aquel 30-34 25-29 momento (fig.28) reflejan las distintas 20-24 15-19 estructuras demográficas de los barrios 10-14 5-9 0-4 más poblados. Fincas de la Fe y otras % tenían una población mucho más joven que el Casco Antiguo que ya mostraba 85-89 síntomas de envejecimiento. En el 80-84 75-79 primero de estos distritos se nota un 70-74 65-69 hueco en cada lado de la pirámide a 60-64 55-59 partir de los 55 años a la vez que un 50-54 45-49 40-44 sobredimensionamiento entre los 25 y 35 35-39 30-34 años y entre los 0 y 9 años. La causa está 25-29 20-24 en las características de los inmigrantes 15-19 10-14 5-9 procedentes del éxodo rural, que se 0-4 % instalaron principalmente en este barrio, y también en que era donde se reubicaban los adultos jóvenes de El Puig Fig. 28: Pirámides en 1981 cuando contraían matrimonio; de hecho es posible entrever una coincidencia inversa entre los huecos y las sobredimensiones de las pirámides de los dos barrios del núcleo principal. 6

5

4

3

2

1

0

0

1

hombres Fincas de la Fe y otras

6

5

4

3

2

2

3

4

5

6

mujeres Fincas de la Fe y otras

1

0

0

1

2

3

4

5

6

7

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La pirámide en la que aparecen agrupados los otros dos distritos exhibe en su irregularidad los sesgos de una población muy reducida lo cual puede advertirse en su participación en la pirámide de la población total de El Puig. (Anexo: Tablas y Gráficos 10A y 10B) Ya en 1999 (Anexo: Tablas y Gráficos 10C y 10D), el Casco Antiguo sigue presentando una estructura envejecida aún más acusada, en la que el grupo de viejos (65 ó más años) duplica al de los jóvenes (0-14 años). Los barrios de vivienda colectiva, Fincas de la Fe y otras y Residencial Baja, tienen una estructura demográfica similar con el grupo juvenil superior al de viejos en un 5 % y un 8 % respectivamente. Sin embargo la pirámide de Residencial Baja se muestra mucho más irregular en los grupos de edad correspondientes a los adultos, irregularidad que se intensifica en la pirámide correspondiente a los barrios agrupados como Resto del Núcleo Principal y que consiste en tamaños desproporcionadamente grandes de los grupos de edad entre 40 y 60 años y entre 15 y 30 años; son distritos con altos porcentajes de nueva población llegada tras 1980 como familias consolidadas. Estos signos también aparecen en la pirámide de la otra agrupación, Playa y Diseminados, aunque de forma más moderada. Volviendo sobre los grandes grupos de edad lo más relevante es el considerable tamaño del grupo de adultos (80 %) frente al reducido grupo de viejos (sólo un 3 %) de los barrios del Resto del Núcleo Principal. La estructura de los hogares también denota variaciones espaciales en el núcleo principal de El Puig. En el Casco Antiguo predominan los hogares formados por una o dos personas lo cual comparte causa con su mayor envejecimiento demográfico: el abandono del hogar paterno por parte de los hijos mayores en el que quedan el matrimonio o los viudos o viudas. Esta idea también puede servir para explicar los porcentajes relativamente grandes de estos tamaños de hogar en el distrito Fincas de la Fe y otras donde viven hogares del casco antiguo

hogares de las fincas de la Fé y otras

40

35

35

30

30

25

25

20

20

%

%

40

15

15

10

10

5

5

0

0 1

2

3

4 5 personas/hogar

6

7 y más

hogares de residencial baja

40

1

30

25

25

20

20

4 5 personas/hogar

6

7 y más

%

%

35

30

3

hogares del resto del núcleo principal

40

35

2

15

15

10

10

5

5

0

0 1

2

3

4 5 personas/hogar

6

7 y más

1

2

3

4 5 personas/hogar

6

7 y más

Fig. 29: Estructura y tamaño de los hogares de los barrios del núcleo principal de El Puig. 99

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familias venidas hace bastantes años. En cualquier caso los hogares más usuales en este barrio son los formados por 3 y 4 personas al igual que ocurre en el resto de barrios del núcleo principal, donde los diferentes porcentajes que alcanzan estos dos tamaños están en relación directa con la estructura generacional de cada uno de ellos pues indican que son hogares formados mayoritariamente por familias con niños.

100

101

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6.4. Niveles de instrucción en los distritos: Los indicadores a una escala estatal han mejorado merced a las políticas educativas adoptadas y a la progresiva desaparición de la población con una menor formación académica, pero en el caso de El Puig las características de los llegados con el fenómeno de la periurbanización son un factor clave en esta mejoría. Por todo ello es posible establecer una relación entre la estructura demográfica y la proporción de recién llegados con el nivel de instrucción de la población de cada uno de los barrios.

2,50

2,00

1,50

Casco Antiguo, Fincas de la Fe y otras y Residencial Baja tienen porcentajes de población sin titulación académica alguna superiores al 50 % (Anexo: Tablas y Gráficos 11A y 11B), también son los distritos que alcanzan mayores proporciones en sus grupos de edades más altas y las menores de llegados a partir de 1980 (Anexo: Tablas y Gráficos 13C). Por tener una situación radicalmente opuesta en estos aspectos, el resto de sectores de estudio tienen una población con mejores niveles de instrucción en los que la clase más alta, F.P., Bachiller o Superior, es también la que ha alcanzado la mayor parte de su población con valores entre el 40 % y el 60 %.

0,50

0,00 diseminados

playa

la ladera

la estación

ciudad jardín

la ecológica

residencial baja

fincas de la fé y otras

casco antiguo

Esto se puede ver en la participación relativa de cada distrito en las distintas categorías formativas (Anexo: Tablas y Gráficos 11C) o ponderando ésta según el peso demográfico de cada uno de ellos en el conjunto de la población de El Puig. Si el valor 1 representa proporciones idénticas sobre la clase formativa y sobre la población globales se puede observar en la figura 30 cómo las grandes diferencias espaciales en el nivel de instrucción se producen en las categorías F.P.II, Bachiller o Superior sobre todo, No sabe leer ni escribir e Inferior a Graduado Escolar, mientras que la clase Graduado Escolar o equivalente se mantiene en valores próximos a 1 en todos los sectores.

1,00

"barrios"

No sabe leer ni escribir Inferior a Graduado Escolar Graduado Escolar o equivalente Bachiller, F.P.II o Superior

Figura 30

101

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6.5. Origen de la población de los distritos: A la hora de establecer las conexiones lógicas entre las características de la población y su distribución espacial en el municipio de El Puig, los lugares de nacimiento de los habitantes de cada barrio deben guardar una relación con el momento de su poblamiento, con su historia urbana.

Fig. 31: Población de los distritos según el lugar de nacimiento. Porcentajes.

Lógicamente el Casco Antiguo, puesto que es el núcleo histórico, debe tener una clara mayoría de población autóctona (fig.31), pero también destaca el grupo de nacidos en el Resto de España ya que era el destino de los que llegaron antes del ensanche de la etapa desarrollista. Fincas de la Fe y otras es la culminación de ese ensanche y fue donde se instalaron la generalidad de los que vinieron con el éxodo rural de esa etapa y, aunque han transcurrido muchos años, todavía se refleja en ese mayor grupo de nacidos en el Resto de España. El tamaño grande de los nacidos en El Puig indica que los descendientes de los venidos con el proceso de urbanización constan como nacidos aquí o en Valencia y también que este sector atendió las necesidades de viviendas por el crecimiento vegetativo de la población autóctona. Esto último puede servir también para explicar las proporciones de estos dos grupos en la población de Residencial Baja pero otro elemento importante son las reubicaciones intramunicipales que se han producido en él desde los barrios más antiguos. Por otra parte, el conjunto de los nacidos en los ámbitos comunitarios –excepto El Puig– alcanza casi un tercio de la población, no hay que olvidar que este barrio se desarrolló cuando ya estaba en marcha el proceso de periurbanización residencial. 102

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En el resto de distritos, agrupados como Resto del Núcleo Principal, el lugar de nacimiento predominante es la ciudad de Valencia seguida por el Resto de España y por el Resto de la Comunidad Valenciana, son barrios generados por el éxodo urbano que no sólo ha afectado a los nacidos en la capital, también a otros que habiendo nacido en otro lugar vivían en Valencia. En los distritos exteriores, Playa y Diseminados, lo más destacable es la pequeña proporción de los nacidos en El Puig lo cual denota en cierto modo su destino para satisfacer una demanda externa; el sector Playa se consolidó físicamente en los años 70 pero su consolidación demográfica se ha producido en las dos últimas décadas (129 habitantes en 1981 y 849 en 1999) con un proceso de reconversión de viviendas secundarias en principales que también ha sido característico en la periurbanización gracias a la proximidad y a la accesibilidad desde Valencia, donde ha nacido la mayor parte de su población.

6.6. Llegados a los distritos: Algunas cuestiones del apartado anterior pueden aclararse más si adscribimos a los llegados a El Puig que aún permanecen al barrio donde viven distinguiendo su lugar de nacimiento o el momento de su llegada. personas

1000

EXTRANJERO

900 800

RESTO DE ESPAÑA

700

CASTILLA-LA MANCHA

600 500

ANDALUCÍA

400

RESTO PAIS VALENCIANO

300 200

HORTA NORD

100

VALENCIA capital

0 Casco antiguo

fincas de la Fé y otras

Residencial Baja

resto núcleo principal

Playa y diseminados

Fig. 32: Llegados a El Puig según lugar de nacimiento y distrito donde viven.

En los sectores Casco Antiguo, Fincas de la Fe y otras y Residencial Baja la mayoría de los llegados tienen un origen extracomunitario en tanto que en los otros distritos ésta la conforman los nacidos dentro de la Comunidad Valenciana, sobre todo en Valencia (fig. 32). 103

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104

En cuanto al momento de la llegada (Anexo: Tablas y Gráficos 13 A), la mayor parte de los nacidos en Andalucía y Castilla-La Mancha han llegado antes de 1980 confirmando esa especialización inmigratoria de El Puig; y lo mismo habría sucedido con los nacidos en el Resto de España de no ser por esa periurbanización de larga distancia desde Madrid a la que aludíamos anteriormente o porque la de corta distancia desde Valencia también les ha afectado en parte. En el ámbito de la Comunidad Valenciana el numeroso grupo de los nacidos en Valencia que llegaron después de 1980 señala los cambios de las tendencias inmigratorias en El Puig en la actual fase de éxodo urbano (Anexo: Tablas y Gráficos 13 B). Para finalizar las figuras 31 y 32 muestran sintéticamente los contrastes espaciales en relación con la proporción de la población foránea en cada uno de los distritos y con su distribución según el momento de la llegada (Anexo: Tablas y Gráficos 13 C).

Fig. 33: Proporciones de los llegados en la población de los distritos según el momento de la llegada.

Fig. 34: Distribución final, por distritos, de los llegados a El Puig según el momento de la llegada.

104

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7. LA PLANIFICACIÓN MUNICIPAL El cambio social y espacial de la población y del territorio del municipio de El Puig en las últimas décadas ha estado en consonancia con las características de los fenómenos que en este tiempo se han generado y que tienen como protagonista indiscutible a la ciudad de Valencia. Los procesos de urbanización y de periurbanización han sido el modo de expresión del nuevo orden capitalista y sus efectos se han mostrado con mayor o menor crudeza en función del control que desde instancias políticas se haya establecido. Desde finales de los años 70, la democratización de la vida política española ha otorgado a los ayuntamientos la posibilidad de elegir y dirigir, de forma más o menos autónoma y racional, los destinos municipales. En este sentido las políticas urbanísticas adoptadas desde entonces a la escala local de El Puig han sido también un factor clave en la atracción de un determinado tipo de población que ha puesto en contacto dos grupos humanos bien distintos tanto en aspectos socioeconómicos como culturales y de modos de vida.

7.1. El planeamiento urbano: El Plan General de Ordenación Urbana en vigor de El Puig data de 1991 aunque ha sido homologado en el transcurso de 1999 a la Ley Reguladora de la Actividad Urbanística de la Generalitat Valenciana lo cual ha comportado una serie de modificaciones que afectan tanto a la clasificación como a la calificación del suelo municipal. Los objetivos marcados en 1991, al margen de la ordenación pormenorizada del suelo urbano y urbanizable, buscan la ordenación integral del término haciendo especial hincapié en la red primaria de dotaciones públicas: infraestructuras viarias que articulen el espacio municipal, espacios verdes y abiertos en áreas urbanizadas, terrenos dotacionales para la construcción de equipamientos públicos, salvaguarda de espacios de interés ambiental... (Anexo:

CLASIFICACIÓN DEL SUELO SUELO

SUP. TOTAL (M2)

URBANO CASCO URBANO

900.982,44

CARTUJA

90.061,74

PLAYA

377.000,87

INDUSTRIAL PLAYA

524.523,00

MONTAÑA

249.852,63

TOTAL

2.142.420,68

URBANIZABLE 398.794,36

SIN ORDENACIÓN CON ORDENACIÓN

100.351,48

TOTAL

499.145,84

NO URBANIZABLE 24.101.212,58

TOTAL

TOTAL TÉRMINO

26.611.458,13

Cuadro 4

Planos A1, A2, A3, A4, A5 y A6). CALIFICACIÓN DEL SUELO USO RESIDENCIAL SUELO URBANO

USO INDUSTRIAL SUELO URBANO

nº viviendas

población estimada

CASCO URBANO

superficie (m 2) 900.982,44

2.377

6.180

INDUSTRIAL PLAYA

524.523,00

CARTUJA

90.061,74

0

0

INDUSTRIAL ESTACIÓN

106.982,96

PLAYA

377.000,87

3.016

7.842

1.892.568,05

5.393

14.022

TOTAL

631.505,96

TOTAL

SUELO URBANIZABLE SECTOR SP-1 SECTOR SP-2 SECTOR SP-3 SECTOR SP-4 SECTOR SP-5 SECTOR SP-6

TOTAL

TOTAL

2

superficie (m )

69.332,67 73.629,87 56.685,55 48.348,68 77.789,66 73.007,93

nº viviendas

población estimada

277 295 227 193 311 292

721 766 590 503 809 759

398.794,36

1.595

4.147

2.291.362,41

6.988

18.169

superficie (m 2)

SUELO URBANIZABLE INDUSTRIAL SUR

TOTAL

TOTAL

superficie (m 2) 100.351,48

100.351,48

731.857,44

Cuadro 5 105

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106

Algunos de estos objetivos ya se han alcanzado y la revisión del plan sólo se producirá por su agotamiento o por un cambio global del modelo territorial adoptado que venga justificado por circunstancias demográficas, económicas o sociales que se puedan producir. En los cuadros 4 y 5 se recogen las cifras, actuales y previstas en la ocupación urbana del territorio así como la estimación de la población que una vez desarrollado el plan puede alcanzar el municipio, por lo que teóricamente cualquier proyecto urbanístico que pueda elevar estos potenciales demográficos o incrementar las superficies urbanizadas en más del 10 % –límite establecido en el plan– exigirá la modificación de dicho PGOU. La ausencia de una planificación municipal, entendida como la búsqueda del pueblo que se quiere tanto en su aspecto físico como en sus condiciones de habitabilidad, durante los años 60 y 70 en los que El Puig experimentó un gran crecimiento demográfico y urbano comportó una situación de partida para el periodo de estudio 1980-1999 caracterizada por una herencia urbanística caótica en la forma y en el espacio (Playa y Fincas de la Fe y otras), así como por una precariedad extrema en cuanto a dotaciones y equipamientos públicos. Los problemas de este, más que anárquico, ultraliberal desarrollo urbanístico, del que la población no sacaba ningún tipo de beneficio, fue el principal reto al que han tenido que enfrentarse los sucesivos ayuntamientos democráticos de El Puig. Poco a poco se han ido supliendo las carencias y se ha puesto freno al desorden urbanístico; desde principios de los 80 el desarrollo urbano de la playa está prácticamente paralizado, aunque las causas están tanto en las nuevas condiciones de ocupación del suelo impuestas por el planeamiento municipal como en el agotamiento del modelo turístico de masas que dio origen a ese espacio urbanizado. En el espacio del núcleo principal de El Puig todo proyecto de urbanización ha reservado espacios dotacionales y se ha visto sometido a las condiciones de edificabilidad y estéticas preestablecidas en el PGOU que limitan la altura de las edificaciones y buscan la homogeneización paisajística de los distintos sectores residenciales generados desde entonces con el conjunto urbano municipal. En relación con las dotaciones y equipamientos públicos, en 1980 éstos se limitaban a un colegio público en la montaña de Santa Bàrbara, el edificio del Ayuntamiento, un campo de fútbol ganado a la ladera de la montaña de La Patà, las dos montañas como espacios verdes y el Monasterio. La situación actual, tan distinta, refleja por un lado, el resultado de la gestión de las distintas corporaciones municipales cuya composición, en cuanto a la relación de poder de los grupos políticos municipales, depende ahora del grado de satisfacción de los ciudadanos por sus actuaciones y por otro, el progresivo incremento de los presupuestos municipales a lo largo de estos años, como consecuencia del crecimiento económico y del incremento y mejor redistribución presupuestaria de los ingresos de las arcas públicas. Una de las primeras actuaciones llevadas a cabo fue la creación de la Biblioteca Pública Municipal en 1982. En la segunda mitad de los 80 se construyó el Colegio Público Guillem d’Entença que vio a paliar la saturación que la inmigración y el baby boom de los años 60-70 había provocado en el Colegio Pare Jofré. El Hogar del Jubilado fue la respuesta dad a un grupo social emergente y reivindicativo. Sin embargo no es hasta la década de los 90, en pleno vigor de las nuevas pautas de relocalización residencial desde la ciudad de Valencia, cuando se abordan las mayores obras públicas municipales. El Centro de Salud, en el barrio Residencial Baja unificaba 106

CAMBIOS SOCIALES EN ESPACIOS RURALES PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO

107

espacialmente los servicios sanitarios que con anterioridad se prestaban en el domicilio particular de los médicos; actualmente cuenta con cinco especialidades: Medicina de Cabecera, Pediatría, Psiquiatría, Enfermería y comadrona. En 1992 fue inaugurado el Centre Cultural La Marina, también en ese barrio, un edificio de 1.380 m2 de superficie útil en tres plantas en el que existen un salón de actos para un aforo de 180 personas dotado con un equipo de proyección cinematográfica, una sala de baile, otra de exposiciones, talleres y un estudio de televisión. Más tarde ha sido complementada con el espacio juvenil El Pèlec. La obra de mayor envergadura ha sido la construcción del Polideportivo Municipal La Pedrera al este de la población; en él existen dos campos de fútbol, uno de ellos de césped, dos piscinas descubiertas, pistas de tenis, frontones y dos pistas polideportivas. Estos dos proyectos dotacionales han sido desarrollados en muchos pueblos merced a su condición de objetivo primordial en el ámbito local en los programas electorales de algunos partidos políticos y a menudo satisfacen una demanda comarcal. Todas estas dotaciones y equipamientos se completaron con la construcción de una conexión directa y rápida con el by-pass (A-7), un hospital comarcal a menos de 15 minutos y un colegio privado que imparte los cursos de secundaria que la enseñanza pública no puede ofrecer en el Puig.

7.2. Composición de los gobiernos locales: Si la política urbanística municipal ha sido un elemento determinante en el devenir de El Puig, se hace imprescindible echar un vistazo sobre la evolución de la composición política y humana de las distintas corporaciones municipales, como artífices de ella, en las dos últimas décadas. En los ayuntamientos franquistas no había matices políticos. En un modelo centralista a ultranza, las líneas a seguir venían marcadas desde instancias más altas, que desbordadas por los avatares económicos y demográficos de los últimos años del anterior régimen no repararon en las consecuencias que sobre el medio rural más inmediato a los espacios urbanos iban atener los fenómenos en curso, al fin y al cabo los municipios del extrarradio urbano aliviaban la presión a la que estaban sometidas las grandes ciudades. En este clima se entienden perfectamente los rasgos del desarrollo urbano durante esos años. Porcentaje de ediles según grupos políticos 1999

PCE, IU

100%

90%

IND. 80%

1979 70%

AP, PP

60%

1983

50%

CDS, UCD

40%

1987

30%

UPV, BLOC

20%

1991

10%

PSOE

0%

1995

Figura 35 107

108

CAMBIOS SOCIALES EN ESPACIOS RURALES PERIURBANOS DEL PAÍS VALENCIANO

1999

1995

1991

1987

1983

1979

1974

La democracia revitalizó la vida política local, los % Ediles llegados tras 1975 ayuntamientos se convirtieron en el primer referente del 40 cambio político, eran la institución más visible, cercana e 36 incluso asequible para el ciudadano normal que ya era 32 28 consciente de los problemas de su barrio, de su pueblo. Las 24 primeras elecciones municipales en El Puig variaron 20 considerablemente la composición socio profesional de la 16 última corporación franquista (Anexo: Tablas y Gráficos 14A) 12 8 formada mayoritariamente por agricultores más o menos 4 acomodados. En adelante éstos han sido siempre 0 minoritarios en tanto que los comerciantes se han mantenido constantes en una proporción similar a los año de elecciones agricultores. Los titulados universitarios han pasado a ser el grupo mayoritario y a la par se ha ido reduciendo la edad Figura 36 media de los ediles lo que viene a ser el primer relevo generacional de la clase política local. El protagonismo político de la gestión municipal ha recaído en el PSOE, que desde la instauración democrática no ha dejado nunca de ostentar el poder municipal (fig. 35), aunque en las dos últimas legislaturas ha necesitado gobernar en coalición con Izquierda Unida y el BLOC-Los Verdes respectivamente. De este modo la responsabilidad política del urbanismo desarrollado en El Puig en los últimos veinte años recae en la agrupación local de un partido político de tendencia centro-izquierda. Otro dato interesante lo constituye la incorporación de los recién llegados a la política municipal que podemos ver en la figura 36.

7.3. La producción del espacio urbano residencial. Efectos selectivos: La producción de espacio urbano debe atender una demanda diversificada principalmente residencial, pero también industrial, comercial, para infraestructuras... En función de las condiciones de ocupación establecidas en el PGOU o en los planes parciales elaborados al efecto se puede hacer una selección de los ocupantes. En los últimos 20 años el espacio urbano residencial que se ha generado en El Puig duplica con creces el que existía con anterioridad, pero su ocupación humana es menos de la mitad que la del espacio más antiguo lo cual unido a las características de las edificaciones de los nuevos barrios da una idea del tipo de población que se ha instalado en ellos. El problema es que parte de la población residente que quiere independizarse del hogar paterno, formar un hogar o simplemente acceder a una vivienda más moderna, no tiene la capacidad económica para hacerlo. Las estrategias para superar esta situación han sido diversas, desde reconvertir casas de pueblo en dos o más viviendas hasta la reforma integral de pisos viejos cuyo precio de compra no guarda ninguna relación con su calidad. Pero lo más preocupante, sin duda, han sido las salidas hacia municipios vecinos con una oferta de viviendas más asequible, en alguno de los cuales el ayuntamiento ha llegado a asumir el papel de los promotores para atender a este segmento de población. En El Puig, a pesar del color político de su ayuntamiento en todos estos años, sólo se ha satisfecho la demanda más solvente con lo cual se ha provocado un proceso de sustitución de jóvenes residentes que no pueden formar familias en su pueblo por familias de clase media/alta, proceso que no ha sido tan notorio por la intensidad de la llegada de nuevos residentes.

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En las figuras 37 y 38 podemos observar la evolución del precio3 del m2 de solar en el Casco Antiguo y en Ciudad Jardín. La curva de tendencia en el barrio más antiguo tiene un comienzo en valores más altos que la de Ciudad Jardín, pero con el paso del tiempo el ritmo de crecimiento en el primero es decreciente mientras que en el segundo de los barrios es ligeramente creciente. Los coeficientes de correlación al cuadrado (R2) entre precio y año de compraventa nos muestran el ajuste de los valores a la curva de tendencia casi perfecto en Ciudad Jardín pero en el Casco Antiguo la mayor heterogeneidad de las formas y de los espacios internos donde se ubican los solares así como algunas circunstancias especiales como la necesidad o el interés por la venta o la compra hace que existan valores muy dispares. (Anexo: Tablas y Gráficos 15A) ptas/m2

ptas/m2

90.000

90.000

80.000

80.000

70.000

70.000

60.000

60.000

50.000

50.000

40.000

40.000

30.000

30.000

20.000

20.000

2

R = 0,4184

10.000

2

R = 0,9759

10.000

0

Fig. 37: Precio solares en Casco Antiguo

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

0

Fig. 38: Precio solares en Ciudad Jardín

En las figuras 39 y 40, referidas a viviendas unifamiliares, los ajustes a la línea de tendencia son menores lo cual es lógico ya que las características arquitectónicas de las viviendas tienen mucho peso en el precio así como la localización y la edad de las construcciones (Anexo: Tablas y Gráficos 15B). En general se alcanzan mayores precios en VIVIENDAS UNIFAMILIARES Casco Antiguo y Residencial Baja

ptas/m2 220.000 pta

220.000 pta

200.000 pta

200.000 pta

180.000 pta

180.000 pta

160.000 pta

160.000 pta

140.000 pta

140.000 pta

120.000 pta

120.000 pta

100.000 pta

100.000 pta

80.000 pta

80.000 pta

60.000 pta

60.000 pta

40.000 pta

40.000 pta

2

R = 0,4165

20.000 pta

2

R = 0,7308

20.000 pta

0 pta

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

2002

2000

1998

1996

1994

1992

1990

0 pta

Figura 39 3

VIVIENDAS UNIFAMILIARES Ciudad Jardín

ptas/m2

Figura 40

Datos referidos a compraventas en el periodo 1991-2000 proporcionados por la inmobiliaria más antigua de El Puig

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Ciudad Jardín que en el Casco Antiguo y las tendencias, muy ajustadas a una línea recta, con ritmos de crecimiento ligeramente creciente en Ciudad Jardín y ligeramente decreciente en el Casco Antiguo, son más al alza en el barrio más reciente como se advierte en la mayor pendiente de esa casi recta de tendencia. Podemos ver la evolución de los precios referida a cinco viviendas que han ptas/m2 PISOS cambiado de propietario dos veces en este en Residencial Baja Y La Estación 140.000 pta tiempo donde se dan incrementos anuales entre el 10 % y el 16 %. En la figura 41 vemos la 120.000 pta R = 0,8794 evolución del precio de los pisos4 nuevos o no, 100.000 pta el último valor corresponde al nuevo barrio de 80.000 pta La Estación donde se han construido edificios de 60.000 pta vivienda colectiva que han exigido una 40.000 pta modificación de la ordenación pormenorizada de este sector como respuesta del ayuntamiento a la 20.000 pta escasez de viviendas más baratas, el problema es 0 pta que son edificios de ocho plantas con una estética más libre (Anexo: Tablas y Gráficos 15C). 2000

1998

1996

1994

1992

1990

1988

1986

1984

1982

1980

1978

2

Figura 41

4

Datos recogidos personalmente

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8. TRANSFORMACIONES Y CONFLICTOS La inmediatez de la ciudad de Valencia, su entorno ambiental y paisajístico, las nuevas infraestructuras, la mayor oferta de servicios y una voluntad propia están en la base de la nueva función residencial en la que se ha especializado El Puig en los últimos años; función que está en el origen de la mayor parte de las transformaciones habidas: físicas, humanas y económicas. Pero estos cambios no han sido inocuos y han puesto en evidencia una serie de elementos conflictivos, a veces latentes, que vamos a tratar siguiendo el esquema teórico propuesto por P. Cadéne. (Cadène, 1990)

8.1. Problemática derivada de los proyectos supramunicipales: En el caso de los grandes ejes de comunicación ya nos hemos referido a los efectos contrarios que éstos han tenido en relación con la accesibilidad a la ciudad de Valencia y otras comarcas por un lado y con el resto de municipios de la subcomarca de L'Horta Nord por el otro. También hemos apuntado la fragmentación que junto a la línea férrea han producido en el término municipal de El Puig (fig. 2). En definitiva, podemos decir que la mejora en la comunicación con el exterior ha sido a costa de la interna, cuestión que podría

Figura 42

haberse evitado con la previsión de un mayor número de pasos elevados o subterráneos, pero este es el resultado de un exceso de racionalidad económica en los presupuestos destinados a la construcción de estas infraestructuras y de la poca consideración que en estos macro-proyectos merecen las situaciones municipales particulares. También han tenido efectos directos sobre la agricultura ya que además de suponer una barrera infranqueable en la red local de caminos agrarios, lo que ocasiona pérdidas de tiempo importantes en los desplazamientos, también ocupan espacios, cada vez más grandes por su tipología (autovías amplias medianeras, exceso de rotondas...), sustraídos a la actividad agraria.

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En otro orden de cosas, la reestructuración de las áreas sanitarias en combinación con una deficiente red de transportes colectivos intercomarcales también presenta problemas para acceder a determinados servicios hospitalarios, sobre todo para la gente que no puede desplazarse con vehículo propio; de ahí que en el consistorio ya se haya presentado una moción para la prestación de un servicio de transporte diario entre El Puig y el Hospital de referencia situado en Sagunt.

8.2. Problemática de la ordenación municipal: La ubicación, la forma y el tamaño de los nuevos espacios urbanos generados también tienen su trascendencia. El barrio de La Ladera ha terminado de encerrar la montaña de Santa Bàrbara dejando tan sólo dos espacios libres por los que acceder a ella. Siendo ésta junto con la montaña de La Patà el mayor atractivo paisajístico de El Puig se podrían haber adoptado otras soluciones urbanísticas que facilitaran su uso como lugar de esparcimiento de la población manteniendo abiertas las partes de sus perímetros que no hubieran sido ocupadas anteriormente. El bario Ciudad Jardín, por su diseño sobre el plano, con manzanas de hasta 300 metros de longitud, supone ya una barrera visual y supondrá una barrera física en los desplazamientos si en el futuro se produce una expansión urbana hacia el sur debido a sus escasa vías de penetración. El nuevo barrio de La Estación sólo tiene un acceso para el tráfico rodado. El sector norte del barrio de La Ecológica acoge una urbanización que tiene un espacio central público cuyo acceso está limitado al público en general por la existencia de dos verjas que lo cierran. El desarrollo de dos polígonos industriales a ambos lados de la carretera que lleva a la playa genera una gran intensidad de tráfico pesado por ese vial que durante el verano es muy utilizado por la población, a menudo utilizando como vehículo la bicicleta con el peligro que ello representa. La ubicación en uno de estos polígonos de un gran mercado de abastos (MERCOVASA), donde se proveen muchos comercios de los municipios de ambos lados de la antigua carretera de Barcelona, hace que en la madrugada la avenida Verge de El Puig, una de las arterias principales del casco urbano, tenga un tráfico y un ruido inusual para esas horas. Esta avenida es también el cauce que utilizan muchos vehículos pesados para llegar desde el by-pass (A-7) a través de la CV-301 hasta los polígonos mencionados por lo que se tiene prevista para un futuro próximo la construcción de una vía de circunvalación por el sur del casco urbano. La pugna por el espacio municipal: Prácticamente todo el crecimiento urbano residencial, industrial o para las infraestructuras y equipamientos, se ha hecho sobre la superficie agraria de El Puig. Concretamente el residencial, de baja densidad, lo ha hecho a costa de las mejores tierras, en plena producción, alrededor del casco urbano. Todo esto ha sido propiciado por una serie de factores relacionados con la debilidad estructural de la agricultura de El Puig: la edad de los agricultores sin sucesión en la actividad, el cambio de actividad principal de la mayoría de los propietarios y una especialización productiva que debe afrontar la competencia de otros países productores de cítricos en cierto desamparo por parte de la política agraria comunitaria. A esta situación estructural se añade la revalorización del suelo agrícola en función de su localización en el espacio periurbano de la ciudad de Valencia, con procesos que presionan para una reconversión de uso, en nuestro caso el 112

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residencial. Al término de 1999 se habían presentado en el ayuntamiento una serie de proyectos urbanísticos (mapa 3): –

Un proyecto en el sector SC2 al norte del casco urbano con una superficie de 30,5 Ha. Propone la construcción de 1.117 viviendas, en bloques altos (VPO) 219 de 114 m2, en bloques más bajos (renta libre) 445 de 135 m2, 462 adosadas de 165 m2 y 1 vivienda aislada que ya existe. El trazado propuesto es ortogonal con un paseo central de Este a Oeste. El grado de ocupación es del 30 %. Para llevarlo a cabo exige la reclasificación de toda la superficie y por lo tanto la revisión del PGOU. Existe una Agrupación de Interés Urbanístico que participa en el proyecto y reúne a más del 80 % de los propietarios.

Fig. 43: Proyecto Puig Nord sobre sector SC2



Dos en el sector SC1 al norte del barrio de La Estación en una superficie de suelo urbanizable de algo más de 90.000 m2. Uno de ellos prevé la construcción de 349 viviendas: 144 de ellas en bloques de 7 plantas, VPO y de renta libre; 205 adosadas y un espacio comercial con un porcentaje de ocupación del 41 %. El otro proyecta un total de 384 viviendas: 22 unifamiliares aisladas, 203 adosadas y 159 en bloque, también con una manzana comercial. Ocupación del 52 %.



Tres proyectos que afectan al sector SP2 de la playa con una superficie aproximada de 75.000 m2 de suelo urbanizable. El primero propone la construcción de 299 viviendas: 217 unifamiliares adosadas, 82 en bloque y un espacio terciario, con una ocupación del 40 %. El segundo contempla la construcción de 261 viviendas, en bloque y adosadas y un espacio terciario, con una ocupación del 53 %. El tercero opta por 300 viviendas: 214 adosadas y 86 colectivas, con una ocupación del 35 %.

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Un proyecto conjunto de dos sociedades para urbanizar una superficie total de 32,36 Ha al sudoeste del casco urbano y edificar sobre ella 360 viviendas unifamiliares aisladas y adosadas y colectivas en tres plantas además de un hotel, una residencia y un campo de golf de 11 Ha. El grado de ocupación sin incluir a éste es del 40 %. Toda la superficie está clasificada como no urbanizable por lo que exigiría la modificación del PGOU.

Mapa 3: Espacios municipales con proyectos de urbanización.



Dos proyectos que proponen el Plan Parcial nº 10, de nueva creación, sobre la zona de Els Plans al norte del espacio municipal comprendido entre la N-221 y la línea de costa, con unas superficies de 236,26 Ha y 203,49 Ha respectivamente. Casi toda la superficie está clasificada como no urbanizable. Tras uno de estos proyectos hay personas con grandes extensiones en esta zona. El primero intenta la producción de 4.181 viviendas de las que 1.666 serían unifamiliares aisladas, 1.657 adosadas y el resto, 858, en edificios de vivienda colectiva de hasta cinco plantas, acompañadas todas ellas de una superficie terciaria para ubicar un hotel y una zona comercial. Todo se completaría con un campo de golf privado de 552.000 m2. 114

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El otro macroproyecto contempla también un campo de golf de 644.000 m2 y además una universidad privada al oeste, junto a la N-221, sobre 95.000 m2. Eleva el número de viviendas a 5.252 de los tres tipos pero con una parcelación menor y un grado de edificabilidad mayor. Si todos estos proyectos se llevaran a cabo la población de El Puig se incrementaría espectacularmente; con los cálculos estimados en el PGOU en vigor a razón de 2,6 personas por vivienda, los distintos espacios proyectados podrían albergar entre 16.300 personas en 6.268 nuevas viviendas y 19.270 nuevos residentes en 7.413 viviendas si son los de mayor densidad. El proyecto del sector SC2 es el único que se ha discutido en el Pleno del ayuntamiento siendo apoyado por el grupo mayoritario, aunque la nueva configuración de las relaciones de poder motivada por la salida de este grupo de uno de sus concejales ha propiciado su rechazo con los votos de la oposición de derechas. Sin embargo las presiones por parte de la Agrupación de Interés Urbanístico, que a medida que pasa el tiempo aumenta el número de propietarios asociados, y las propuestas de remodelación del proyecto inicial que barajan los otros grupos políticos del ayuntamiento, de manera oficiosa hasta el momento, hacen pensar que con más o menos modificaciones se llevará a cabo con lo que la población de El Puig puede incrementarse en un futuro no muy lejano en casi 2.900 personas si las viviendas se ocupan de acuerdo con la media del municipio y hasta en 3.600 personas si se ocupa como los nuevos barrios residenciales de El Puig. (Anexo: Tablas y Gráficos 10F)

8.3. Problemática derivada del cambio sociodemográfico: Los recién llegados reniegan de la ciudad como marco de vida pero no quieren renunciar a su estilo de vida urbano, modo de vida que también ha sido adoptado desde hace algún tiempo por los residentes más antiguos como consecuencia de la modernización. Para mantenerlo se hacen necesarios una serie de equipamientos y servicios públicos y privados de los que El Puig se ha venido dotando en el transcurso de las dos últimas décadas. La avalancha de gentes foráneas ha tenido consecuencias en la vida local. Hasta hace bien poco El Puig ha mantenido intacto su carácter rural, es uno de los pueblos de l’Horta Nord en el que más fiestas y tradiciones se han mantenido intactas. El grado de interconocimiento era muy elevado debido a la integración de los llegados en la etapa del éxodo rural, sin embargo la extensificación urbana y la segregación espacial de los recién llegados ha trastocado la percepción de pueblo en el que la mayoría de la gente se conocía. En cierto modo hoy existen dos comunidades diferenciadas y para una de ellas El Puig no es sino una ciudad dormitorio pues además de mantener su trabajo en la ciudad, es allí donde pasan su tiempo de ocio, donde realizan sus compras o donde educan a sus hijos. Por supuesto no todos están en esta situación, muchos de ellos se han integrado en la comunidad local y quizás una prueba de ello sea el progresivo aumento de los nuevos residentes en la representación municipal.

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Una reivindicación común a antiguos y nuevos residentes es el Instituto de Enseñanza Secundaria. El sistema educativo actual permite la escolarización de los alumnos de 1º y 2º de la ESO en los colegios públicos de El Puig, pero los que cursan 3º y 4º de ESO, 1º y 2º de Bachillerato o COU deben desplazarse diariamente a los municipios vecinos de Puçol, sobre todo, o Massamagrell si es que quieren recibir sus clases en la enseñanza pública. En El Puig existe un colegio privado que oferta estos cursos en los que tiene matriculados 151 alumnos, algunos de otros municipios, mientras que la población local entre los 15 y los 18 años son 410 jóvenes. Respecto a la enseñanza infantil (3 a 5 años), la primaria (6 a 12 años) y los primeros cursos de la secundaria (13 y 14 años) a los colegios públicos de El Puig asisten 632 niños y niñas de los 884 que están empadronados entre esas edades, por lo que casi un 30 % de ellos están fuera de la enseñanza pública lo cual puede estar en relación con el estatus social de sus padres. Al colegio privado de El Puig sólo acuden 82 niños entre los 3 y los 14 años. Otro efecto de la relocalización residencial en El Puig es el aumento de los movimientos pendulares entre el lugar de residencia y el de trabajo. Es habitual la formación de colas en el acceso a Valencia por la N-221 en las primeras horas de la mañana como consecuencia de estos desplazamientos que también se producen desde otros municipios periurbanos. El mantenimiento del lugar de trabajo fuera de El Puig aboca a una dependencia del vehículo privado. En 1995 Valencia era el principal destino de los flujos intermunicipales generados por la actividad laboral en todos los sectores excepto en el agrario que era Puçol. La movilidad relacionada con el ocio o con las nuevas pautas de adquisición de bienes de consumo es también importante, El Puig ofrece a los jóvenes posibilidades de ocio en lugares de reunión como bares y pubs pero no en discotecas o en otro tipo de demandas culturales como el cine, el teatro o librerías que se satisfacen normalmente en Valencia. El acceso de la mujer al mercado laboral y la llegada de nuevas familias sin ascendientes o sin familiares en El Puig ha llevado al ayuntamiento a ofrecer un servicio de guardería laboral para un total de 60 niños entre 3 y 9 años que funciona desde las siete a las nueve de la mañana y desde las cinco a las nueve de la tarde. OTROS

LIBRERÍAS PAPELERÍAS FOTOCOPIAS

SALONES DE BELLEZA, PELUQUERÍAS COLEGIOS PRIVADOS GUARDERÍAS

HOTELES, PENSIONES

OCIO Y ENTRETENIMIENTO

Al amparo del crecimiento demográfico y de las características socioeconómicas de los nuevos residentes se ha incrementado y diversificado la oferta de servicios privados (fig. 44). De esto ha surgido una cierta especialización terciaria en el sector hostelero. El patrimonio histórico y cultural de El Puig está en la base de este proceso a veces con un uso inadecuado. De un tiempo a esta

ARTÍCULOS REGALO Y LUJO, MASCOTAS BARES, RESTAUR., CAFETERÍAS CONFECCIÓN, TEJIDOS, DEPORTES SERVICIOS AL AUTOMÓVIL COMERCIO AUTOMÓVIL PTOS. FARMACÉUTICOS, PERFUMERÍAS HOGAR, ELECTRODOMÉSTICOS ALIMENTACIÓN Y BEBIDAS ENTIDADES FINANCIERAS Y SEGUROS AUTOESCUELAS ASESORÍAS AGENCIAS INMOBILIARIAS CONSULTAS MÉDICAS ACADEMIAS 0%

5%

10%

15%

20%

25%

Fig. 44: Apertura de establecimientos 1981-1999 116

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parte el Monasterio, que se ha convertido en lugar de moda de las clases medias-altas de Valencia y alrededores para contraer matrimonio, ha llegado a ofrecer su claustro central y dependencias contiguas para celebrar los correspondientes banquetes de bodas en asociación con una empresa de hostelería local. La Cartuja del Ara Christi situada junto a la antigua carretera de Barcelona fue pionera; con el compromiso de restaurar los edificios antiguos, expoliados durante años por su abandono, se estableció un complejo hostelero, recreativo y deportivo, pero el trabajo de restauración parece bastante lento.

9. CONCLUSIONES Los fenómenos de periurbanización residencial generados por la ciudad de Valencia han alcanzado de lleno al municipio de El Puig. Este proceso de expansión de la función residencial está directamente relacionado con una serie de factores generales a todos los espacios periurbanos y particulares de El Puig y de Valencia: •

La construcción y mejora de infraestructuras de comunicación, la generalización del uso de medios de transporte privados así como la optimización de los transportes públicos colectivos han propiciado la disociación entre lugar de trabajo y de residencia y con ello un incremento de la movilidad y de las migraciones cotidianas.



El atractivo natural y paisajístico, con sus tres cerros urbanos en medio de la huerta valenciana, conjugado con la revalorización del medio rural, como consecuencia de un cambio ideológico relacionado con el creciente individualismo, el mito de la naturaleza y otros factores de repulsión del medio urbano, hacen de El Puig el objeto de deseo de muchas personas donde encontrar una mejor calidad de vida en un momento en que el progresivo aumento y la diversificación de equipamientos y servicios, tanto públicos como privados, les permite mantener un modo de vida urbano al que no quieren renunciar.



La década de los 80 y buena parte de los 90 es un periodo de tiempo en el que la ciudad de Valencia ha estado inmersa en una serie de grandes proyectos urbanísticos –construcción de túneles para evitar intersecciones en grandes vías, remodelación de espacios públicos abiertos y peatonalización de calles, construcción del metro... – los cuales han provocado situaciones caóticas y duraderas con respecto a la movilidad, han incrementado los niveles de contaminación atmosférica y acústica por la saturación del tráfico rodado y las obras, etc.



Pero quizás el elemento o factor más decisivo haya sido la facilidad que este proceso ha encontrado, en relación con la oferta de suelo para urbanizar, por un lado, derivada de una voluntad de acogida propia, la cual viene implícita en la política urbanística municipal de los últimos veinte años; y por otro lado, con la escasa competitividad de la actividad agraria frente a los nuevos usos del suelo, especialmente el residencial. 117

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Las consecuencias han sido cambios cuantitativos y cualitativos en la población y en el espacio municipal de El Puig. Los cualitativos hacen referencia a un cambio social por la llegada de nueva población con niveles adquisitivos superiores a los de la población residente más antigua y a la generación de nuevos espacios urbanos residenciales en consonancia con las peculiaridades socioeconómicas de los recién llegados, lo cual ha provocado una segregación espacial de la población de El Puig en función de esos rasgos distintivos. Una de las variables del planeamiento municipal debe ser la demanda social. Es evidente que el modelo urbano residencial adoptado ha satisfecho la demanda externa, pero el descuido en la atención de la demanda interna de viviendas más asequibles ha propiciado la salida de jóvenes con escasos recursos hacia municipios vecinos, generando sentimientos de sustitución. La toma de conciencia por parte de los representantes locales de este efecto no deseado debería hacer que en futuros proyectos expansivos se tenga en cuenta la diversidad de las capacidades económicas de los habitantes de El Puig. En un futuro no muy lejano a juzgar por las perspectivas apuntadas lo que va a estar en juego es el espacio municipal de El Puig. Las enormes presiones que se ejercen tanto desde la iniciativa privada como por una gran parte de los propietarios del suelo con expectativas de cambio de uso, por medio de las Agrupaciones de Interés Urbanístico, pueden intensificar el proceso iniciado hace ya dos décadas. Pero este no es un problema exclusivo de El Puig, otros municipios vecinos, independientemente del color político de sus gobiernos, están inmersos en la misma dinámica, con un urbanismo al servicio del negocio inmobiliario, por lo cual, lo que verdaderamente está en juego es la huerta de Valencia, sobre todo ahora que la estructura social que la venía manteniendo está a punto de desaparecer. Por todo ello se hace evidente que, para evitar el crecimiento urbano desordenado, especulativo y derrochador de suelo, es necesaria una planificación territorial integrada y coordinada, que supere la escala local, con criterios de sostenibilidad en sus dimensiones tanto económica y social como medioambiental, la cual podría ser competencia de un organismo como el políticamente despreciado Consell Metropolità de l'Horta.

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10. CUESTIONES METODOLÓGICAS Y FUENTES Las herramientas básicas en la elaboración de este trabajo de investigación han sido los padrones municipales de habitantes al término de 1981 y de 1999. De su análisis individual y de su comparación hemos intentado determinar los cambios sociodemográficos que se han producido en El Puig en el periodo de tiempo transcurrido entre esas dos situaciones del padrón municipal. Uno de los problemas en el contraste de la información ofrecida por uno y otro es la escasa analogía de los datos cualitativos de la población, dándose la paradoja de que en plena era de la información los datos personales pierden resolución en unos casos, como en el de los niveles de instrucción que pasa de ocho categorías o clases en 1981 a sólo cuatro en 1999, lo que ha obligado a una homogeneización con la consiguiente pérdida de detalle; o simplemente desaparecen en atención al derecho de protección de la intimidad como los referidos a la profesión o el estado civil. Los datos del padrón de 1981 han sido recogidos a mano, directamente de las hojas de empadronamiento y luego introducidos en una tabla informática para poder procesarlos o realizar consultas atendiendo a distintas condiciones. El de 1999 ha podido ser consultado en formato digital pero evitando los campos de la tabla referidos a la identificación personal (nombre y apellidos, D.N.I.). Mientras que en el padrón de 1981 cada hoja se correspondía con una vivienda u hogar, en el de 1999 para un mismo número en el campo o columna hoja podían aparecer los datos referidos a varias viviendas u hogares lo cual ha obligado, a falta de la identificación personal, a hacer consultas atendiendo a coincidencias de los datos relativos a las viviendas. Ambos padrones se han tratado actualizados a 31 de diciembre, pero en el caso del de 1981 la situación reflejada no es exacta, ya que en los sucesivos años se han producido numerosas altas por omisión, aunque casi la totalidad de ellas son de personas que habitaban de forma permanente en las urbanizaciones de la playa de El Puig. La información obtenida de los padrones municipales se ha complementado con la procedente de los Anuarios estadísticos municipales y comarcales del I.V.E., de los Censos y Padrones de población y de los Censos de viviendas del I.N.E.. Otros datos o informaciones sobre El Puig han sido recogidos en el Ayuntamiento a través de entrevistas con sus trabajadores o en el archivo municipal, unificado para todos los departamentos y con una persona dedicada en exclusiva, lo cual ha facilitado notablemente el trabajo de recopilación. El resto ha sido recabado de forma directa en empresas, colegios, profesionales..., y algunas consideraciones son producto de un conocimiento personal, de El Puig y de muchos de sus habitantes, dilatado en el tiempo más allá del inicio del periodo de estudio. PEDRO J. PONCE ASENSIO Enero de 2001

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INDICE TABLAS Y GRÁFICOS 1A

Gráficos

CENSOS, PADRONES E INDICADORES DE LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN A -NIVEL MUNICIPAL DE L'HORTA DE VALÈNCIA

1B

Tablas

CENSOS, PADRONES E INDICADORES DE LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN A NIVEL MUNICIPAL DE L'HORTA DE VALÈNCIA

1C

Tablas

CENSOS Y PADRONES DE ALGUNOS MUNICIPIOS DE L'HORTA NORD Y VALENCIA CIUDAD

2A

Tablas y Gráficos

PIRÁMIDE 1981 POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO

2B

Tablas y Gráficos

PIRÁMIDE 1986 POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO

2C

Tablas y Gráficos

PIRÁMIDE 1991 POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO

2D

Tablas y Gráficos

PIRÁMIDE 1996 POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO

2E

Tablas y Gráficos

PIRÁMIDE 1999 POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO

2F

Gráficos

PIRÁMIDES DE POBLACIÓN 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

2G

Gráficos

SUPERPOSICIÓN DE PIRÁMIDES 1981 Y 1996

2H

Gráficos

SUPERPOSICIÓN DE PIRÁMIDES 1981 Y 1996

3A

Tablas y Gráficos

INDICADORES DE MEDIDA DE LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

3B

Tablas y Gráficos

INDICADORES DE MEDIDA DE LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

3C

Tablas y Gráficos

INDICADORES DE MEDIDA DE LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

3D

Tablas y Gráficos

INDICADORES DE MEDIDA DE LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

3E

Tablas y Gráficos

INDICADORES DE MEDIDA DE LA ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: 1981, 1986, 1991, 1996 Y 1999

4A

Tablas y Gráficos

L'HORTA NORD: GRANDES GRUPOS DE EDAD Y EDAD MEDIA EN 1998

5A

Tablas y Gráficos

FLUJOS MIGRATORIOS 1982-1986 SEGÚN AÑO Y LUGARES DE ORIGEN O DESTINO

5B

Tablas y Gráficos

FLUJOS MIGRATORIOS 1982-1986 RESPECTO A VALENCIA Y L'HORTA NORD SEGÚN LA EDAD

5C

Tablas y Gráficos

ALTAS Y BAJAS PADRONALES 1982-1986 SEGÚN EL MOTIVO

5D

Tablas y Gráficos

FLUJOS MIGRATORIOS 1996-1999 SEGÚN AÑO Y LUGARES DE ORIGEN O DESTINO

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6A

Gráficos

PIRÁMIDES DE POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y LUGAR DE NACIMIENTO EN 1981 Y 1999

6B

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y LUGAR DE NACIMIENTO EN 1981

6C

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y LUGAR DE NACIMIENTO EN 1999

6D

Gráficos

HISTOGRAMAS DE POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y LUGAR DE NACIMIENTO EN 1981, 1986, 1991 Y 1999

6E

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y LUGAR DE NACIMIENTO EN 1986 Y 1991

6F

Tablas y Gráficos

PROVINCIAS COMO LUGAR DE NACIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN 1981

6G

Tablas y Gráficos

PROVINCIAS COMO LUGAR DE NACIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN 1999

7A

Gráficos

PIRÁMIDES DE POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y ESTUDIOS REALIZADOS EN 1981 Y 1999

7B

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y ESTUDIOS REALIZADOS EN 1981

7C

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y ESTUDIOS REALIZADOS EN 1981 (mayor detalle)

7D

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y ESTUDIOS REALIZADOS EN 1999

7E

Gráficos

DESCOMPOSICIÓN PIRÁMIDE DE POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales), SEXO Y ESTUDIOS REALIZADOS EN 1999

7F

Tablas

NIVEL DE INSTRUCCIÓN ALCANZADO POR LOS LLEGADOS DESDE 1980

7G

Tablas

RECIEN LLEGADOS (desde 1980) SEGÚN EDAD (grupos decenales), SEXO Y TITULACIÓN

8A

Tablas y Gráficos

LLEGADOS SEGÚN SEXO, EDAD AL LLEGAR Y EL MOMENTO DE LA LLEGADA

8B

Tablas y Gráficos

LLEGADOS SEGÚN SEXO, EDAD AL LLEGAR Y EL MOMENTO DE LA LLEGADA porcentajes)

9A

Tablas y Gráficos

ESTRUCTURA Y TAMAÑO MEDIO DE LOS HOGARES EN 1981 Y 1999

10A

Gráficos

PIRÁMIDES DE POBLACIÓN DE LOS DISTRITOS Y DEL PUIG EN 1981

10B

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO DE LOS DISTRITOS EN 1981

10C

Gráficos

PIRÁMIDES DE POBLACIÓN DE LOS DISTRITOS Y DEL PUIG EN 1999

10D

Tablas

POBLACIÓN SEGÚN EDAD (grupos quinquenales) Y SEXO DE LOS DISTRITOS EN 1999

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10E

Tablas y Gráficos

GRANDES GRUPOS DE EDAD DE LOS DISTRITOS Y DEL PUIG EN 1999

10F

Tablas y Gráficos

ESTRUCTURA Y TAMAÑO MEDIO DE LOS HOGARES DE LOS DISTRITOS DEL NÚCLEO PRINCIPAL DEL PUIG EN 1999

11A

Gráficos

NIVELES DE INSTRUCCIÓN POR DISTRITOS Y DEL PUIG EN 1999

11B

Tablas

NIVELES DE INSTRUCCIÓN POR DISTRITOS Y DEL PUIG EN 1999

11C

Tablas y Gráficos

PORCENTAJES DE LOS DISTRITOS EN LA POBLACIÓN DEL PUIG Y EN LOS DISTINTOS NIVELES DE TITULACIÓN EN 1999

11D

Gráficos

PONDERACIÓN DE LOS NIVELES DE INSTRUCCIÓN DE LOS BARRIOS RESPECTO DE SU PESO DEMOGRÁFICO EN 1999

12A

Gráficos

POBLACIÓN DE LOS DISTRITOS SEGÚN EL LUGAR DE NACIMIENTO EN 1999

13A

Tablas y Gráficos

LLEGADOS SEGÚN LUGAR DE NACIMIENTO, MOMENTO DE LA LLEGADA Y BARRIO DONDE VIVEN

13B

Tablas y Gráficos

LLEGADOS NACIDOS EN LA PROVINCIA DE VALENCIA, MOMENTO DE LA LLEGADA Y BARRIO DONDE VIVEN

13C

Tablas y Gráficos

PESO ABSOLUTO Y RELATIVO DE LOS LLEGADOS POR DISTRITOS Y GLOBAL SEGÚN EL MOMENTO DE LA LLEGADA

14A

Gráficos

EVOLUCIÓN DE LA REPRESENTACIÓN MUNICIPAL EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS

15A

Tablas y Gráficos

COMPRAVENTA DE SOLARES

15B

Tablas y Gráficos

COMPRAVENTA DE VIVIENDAS UNIFAMILIARES

15C

Tablas y Gráficos

COMPRAVENTA DE PISOS

16A

Tablas

POBLACIÓN OCUPADA SEGÚN EDAD, SEXO Y RAMA DE ACTIVIDAD

16B

Tablas

POBLACIÓN OCUPADA SEGÚN EDAD, SEXO Y PROFESIÓN

16C

Tablas

POBLACIÓN OCUPADA SEGÚN EDAD, SEXO Y SITUACIÓN PROFESIONAL

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