Cambios de la estatura en la transición del Clásico al Posclásico en poblaciones de la Cuenca de México

July 4, 2017 | Autor: G. Rodríguez Tlachi | Categoría: Enviromental Studies, Human Osteology, Genetics and Evolution, Fisical Anthopology
Share Embed


Descripción

ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA INAH

SEP

CAMBIOS DE LA ESTATURA EN LA TRANSICIÓN DEL CLÁSICO AL POSCLÁSICO EN POBLACIONES DE LA CUENCA DE MÉXICO

T

E

S

I

S

QUE PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN ANTROPOLOGÍA FÍSICA PRESENTAN: JONATHAN MAURICIO PÉREZ DURÁN GUILLERMO RODRÍGUEZ TLACHI

DIRECTOR: DR. JORGE ALFREDO GÓMEZ VALDÉS ASESORA: DRA. GABRIELA SÁNCHEZ MEJORADA MILLÁN

MÉXICO D.F.

2015

Agradecimientos Guillermo En primer lugar quiero agradecer a mis padres y a mí hermano, por haberme transmitido sus ideales y conocimientos, los cuales, me han servido para afrontar las diferentes adversidades durante mi vida y para formarme como un ser humano consciente. Quiero dedicarte especialmente a ti, Pilar Tlachi Román, quien con gran entereza y sabiduría has estado conmigo en las buenas, en las malas y en las peores, has visto y vivido tanto lo peor como lo mejor de mí, tu gran amor de madre ha sido la fuente de todas mis motivaciones, eres una gran inspiración de vida y te agradezco enormemente toda la ayuda y apoyo que me brindas. También, quiero agradecer de manera muy especial al Dr. Jorge Alfredo Gómez Valdés, a la Doctora Gabriela Sánchez Mejorada Millán por haberme invitado a este gran proyecto de investigación y a Jonathan Mauricio Pérez Durán, con quienes he compartido y disfrutado esta gran experiencia. De igual manera quiero agradecer a mis demás profesores: Juan Manuel Argüelles San Millán, Anabella Barragán Solís, José Luis Castrejón Caballero, Yesenia Peña Sánchez, Oscar Chávez Lanz, Albertina Ortega Palma, Martha Rebeca Herrera Bautista, Rodrigo Barquera, Francisca Lima Barrios y Alejandro Campos Campos, quienes durante mi etapa de formación profesional en la ENAH, me han provisto de los elementos teóricos y prácticos para no solamente conocer y comprender al ser humano en sus más diversas expresiones culturales, sociales y biológicas, sino también, para lograr adentrarme en este maravilloso universo de fascinantes grandezas que sin duda, conforman a nuestra especie y al entorno en el que se desenvuelve . Jonathan El presente trabajo de tesis se realizó bajo la supervisión del Dr. Jorge Alfredo Gómez Valdés y la Dra. Gabriela Sánchez Mejorada Millán, a quienes me gustaría expresar mi más profundo agradecimiento, por hacer posible la realización de este trabajo, agradezco profundamente la paciencia, tiempo y dedicación que Jorge (el pollo) me presto para que este trabajo pudiera ser culminado, gracias por tu apoyo y por ser el eje central de este trabajo. Agradezco a mis padres por haberme apoyado en todo momento de mi vida, ellos me enseñaron a no rendirme nunca aun en los momentos más difíciles, también me enseñaron que la felicidad se centra en hacer lo que te gusta, y que el estudio sirve para conocer, ser crítico, para ver el mundo desde una perspectiva diferente y sobre todo para ser mejor persona.

2

A mis hermanos por ser parte fundamental de mi exisencia, gracias por todo el aprendizaje y las experiencias vividas. A mi compañera. Laura Gabriela, por haber estado en este “largo viaje”, en el cual ha colaborado en todo sentido, apoyándome y estando al pendiente de mí que hacer estudiantil y deportivo, gracias por tantas emociones! A mis tíos, primas y primos, abuela y familia en general, por saber que cuento con ellos, en cualquier situación. A mis amigos (antaños y actuales), por ser parte de mi vida, de mis momentos tristes y alegres, por apoyarme, por nunca dejarme caer, por estar en los momentos necesarios. A el Morro, el Cirilo, el Pixie, el Mafis, Chimbombin, Chapaí, Ivonne y muchos más que me falta nombrar, pero que ya me da flojera escribir. A mi compañero y amigo de tesis, Guillermo (Tlachi), porque sin él tampoco se hubiera culminado la realización de esta investigación, a mi amigo y compañero de lucha, Daniel Cerqueda, por sus críticas y sarcasmo constante, por compartir ideas y tener debates constructivos y por su constante colaboración en la realización de mi tesis. A mis maestros, sin los cuales no sería posible la construcción del conocimiento, en especial a mi maestro de Geografía Juan Montes que además de ser un maestro es un amigo, a mi profe y amigo José Luis Gaytán por hacer divertida la vida, a Juan Manuel Argüelles por ser uno de los mejores maestros y que aún recuerdo sus clases con mucho aprecio, a José Luis Castrejón por hacer divertida la estadística (cosa que no es fácil). Agradecemos a las autoridades de la Dirección de Antropología Física del INAH y en especial al Profesor José Concepción Jiménez López por facilitar el estudio de los esqueletos de la época prehispánica. También agradecemos al CONACyT de quien recibimos una beca de apoyo a la titulación como parte del proyecto: Morfometría geométrica 3-dimensional de los cráneos humanos de la colección ósea contemporánea del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la UNAM (Número 119130).

3

ÍNDICE

Introducción Justificación Planteamiento del problema y objetivos

6 10 11

CAPITULO 1 INVESTIGACIONES PREVIAS Y CONCEPTOS CLAVES 1.1 Santiago Genovés 1.2 James E. Anderson 1.3 Jaén Ma. T. y López Alonso 1.4 Lourdes Márquez Morfín 1.5 Andrés del Ángel y Carlos Serrano 1.6 Vercellotti, G., Piperata, B.A., et al 1.7 Conceptos Claves

13 15 18 20 21 23 27

CAPÍTULO 2 ÁREA GEOGRÁFICA PERIODOS HISTÓRICOS Y CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS POBLACIONES ESTUDIADAS 2.1 Cuenca de México 2.2 Preclásico Temprano 2.3 Preclásico Medio 2.3.1 Tlatilco 2.4 Preclásico Tardío 2.4.1 Ticomán 2.4.2 Cuicuilco 2.5 Periodo Clásico 2.5.1 Teotihuacán 2.5.2 Coyoacán 2.6 Periodo Epiclásico 2.6.1 Xochimilco 2.7. Posclásico Temprano y Medio 2.7.1Tula 2.7.2 Culhuacán 2.7.3 Azcapotzalco

30 32 34 37 39 40 41 43 46 52 52 54 54 58 61 62

4

2.8 Posclásico Tardío 2.8.1Tlatelolco 2.8.2 Mexicas

66 66 68

CAPÍTULO 3 DESCRIPCIÓN DE LAS TÉCNICAS, MÉTODOS Y OBTENCIÓN DE RESULTADOS 3.1 Técnica Métrica 3.2 Método para la realización del análisis esquelético 3.3 Método para la estimación de sexo 3.4 Análisis discriminante (LDA) 3.5 Método para la estimación de estatura 3.6 Análisis estadístico 3.7 Modelo Relethford Blangero 3.8 Obtención de resultados

72 74 74 75 76 77 78 78

CAPÍTULO 4 DISCUSIÓN Discusión Bibliografía Apéndice A Apéndice B Apéndice C Apéndice D Apéndice E

87 102 116 119 125 126 127

5

INTRODUCCIÓN La estatura puede ser tomada en cuenta como una característica compleja, que involucra factores genéticos y ambientales. Por lo tanto, estudiar la estatura desde la perspectiva de la evolución humana puede considerarse un objetivo de especial relevancia en la Antropología Física. En la presenta tesis se estudiaron los cambios de la estatura en las poblaciones que habitaron la Cuenca de México en la transición del Clásico al Posclásico. Para lo cual se utilizó el marco teórico de los dos componentes poblacionales (Pucciarelli 2003; González-José et al., 2003) que permite inferir el aporte de dos grupos (paleoamericanos y amerindios) en la configuración de las poblaciones indígenas. Bajo los supuestos del modelo de las dos componentes poblaciones, el flujo génico fue un factor de importancia en la configuración de la variabilidad de las poblaciones indígenas; así como, las adaptaciones a los diferentes ambientes (naturales y culturales) en los que éstas se desarrollaron por lo menos durante 12,000 años. El modelo de las dos componentes poblacionales (Pucciarelli 2003) contempla el probable ingreso aproximadamente entre 15,000 y 10,000 años A.P. La primera conocida como Paleoamericana y que presenta rasgos morfológicos compartidos

6

con las poblaciones australomelanesias. La segunda, la amerindia, se estima que pudo haber arribado en una fecha más reciente, aproximadamente hacia después del 8,000 A.P. y probablemente pudieron haber sido los antepasados de los indígenas actuales. En la medida en que los primeros pobladores del continente fueron adentrándose en el territorio de lo que hoy es América, fueron desarrollando nuevas habilidades para la sobrevivencia del grupo, y adaptándose a los diferentes ambientes en que vivían. Su presencia en México está atestiguada por burdos instrumentos de piedra encontrados en lugares muy distantes entre sí (Faulhaber, 1994). El cambio de la caza recolección de vegetales, a caza de animales comenzó a complejizar las sociedades de aquellos tiempos, aumentando en número de manera significativa, así como el cambio en la economía y estructura social. Desde mediados del siglo pasado, han sido numerosos los intentos para explicar la transición de una economía basada en la caza-recolección a otra de producción de alimentos (Mc Clung y Noguera, 1994). La Cuenca de México desempeñó un papel protagónico en la historia mesoamericana debido, entre otras cosas, a su posición central, a su considerable extensión y a la riqueza y diversidad de sus ecosistemas. Todo ello contribuyó a que, aun antes de la generalización de la agricultura, en la cuenca existieran recolectores-cazadores de vida sedentaria (López-Austin y López-Lujan, 1996).

7

Posteriormente, las poblaciones se fueron estableciendo de manera gradual en la Cuenca de México durante los diferentes periodos que forman la historia mesoamericana. El periodo Precerámico está dividido en dos etapas. La primera se caracteriza por la presencia de cazadores recolectores; inicia con la llegada de los primeros pobladores y prosigue con la aparición de la agricultura. La segunda etapa, llamada Arcaica, principia con la aparición de las primeras plantas cultivadas y la vida semisedentaria, y abarca la aparición de la cerámica y de las aldeas sedentarias, así como una agricultura desarrollada alrededor del año 2500 a.C. (Serra-Puche, 1993). El Preclásico del Centro de México, en forma semejante al resto de Mesoamérica, puede dividirse en tres grandes momentos: el Temprano (2500-1250 a.C.), caracterizado por las aldeas agrarias; el Medio (1250-600 a.C.), en el cual surgen numerosos centros regionales, y el Tardío (600 a.C-150 d.C), que se inicia con la transformación de algunos de dichos centros en capitales protourbanas y finaliza con el nacimiento de una ciudad de poder suprarregional: Teotihuacán. El Clásico Mesoamericano va del 200 d.C. al 900 d.C. éste se fija a partir de la diferenciación campo-ciudad, surgida de las necesidades impuestas por las grandes concentraciones humanas, sumamente diversificadas, pero incapaces de producir por si mismas sus bienes de subsistencia, lo que ocurre alrededor de 200 d.C.

8

El Epiclásico está enmarcado por las fechas extremas de (650/800 y 900/1000 d.C.) Los principales signos de este tiempo fueron la movilidad social, la reorganización de los asentamientos, el cambio de las esferas de interacción cultural, la inestabilidad política y la revisión de las doctrinas religiosas. La historia del centro de México es especialmente interesante durante el Epiclásico. Ello se debe a que, tras el debilitamiento de Teotihuacán, los valles aledaños a la Cuenca de México se convirtieron en campo fértil para el explosivo surgimiento de centros beligerantes. Nos referimos en particular a las ciudades de Cacaxtla, Xochicalco y Teotenango, situadas respectivamente en los valles de Puebla-Tlaxcala, Morelos y Toluca. El Posclásico abarca del año 900 y 1000 d.C. al momento de la conquista española. Tradicionalmente se divide en dos periodos, el Posclásico temprano, de 900/1000 a 1200, y el Posclásico tardío, de 1200 a 1521. El Centro de México se erige como el prototipo del Posclásico mesoamericano, y esto se debe a varias razones. Una de ellas consiste en que, cuando la frontera septentrional se recorrió hacia el sur, numerosos pueblos norteños ―agricultores y recolectorescazadores― invadieron el área y provocaron cambios irreversibles en la cultura y la vida política de las sociedades autóctonas. Esto trajo como consecuencia, seguramente, el establecimiento de formas de organización multi-étnicas y muy beligerantes (López Austin y López Luján, 1996). El estudio del poblamiento de la Cuenca de México en la época prehispánica, en sus diferentes periodos, es sin duda de suma importancia para el conocimiento del hombre precolombino y de las actividades relacionadas con las sociedades de ese

9

tiempo, además nos proporciona información y un panorama del desarrollo histórico, económico y sociocultural antes del desbordamiento hispánico hacía un “nuevo continente”.

Justificación La transición del Clásico al Posclásico es conocida ―arqueológicamente― como Epiclásico, el término se ha utilizado para caracterizar el periodo que transita desde la llamada caída de Teotihuacán hasta la aparición de nuevos centros de población y nuevas formas complejas de organización social y política en la Cuenca de México. Fue un periodo de transición marcado por la aparición de pequeñas comunidades, relativamente dispersas, y el flujo intenso de migración. El producto de esos movimientos poblacionales fue, entre otras cosas, la proliferación de comunidades multiétnicas y también, de pugnas por la definición de los territorios que se habían ocupado. En 2007 González-José y colaboradores, al estudiar la morfología craneal generalizada de poblaciones prehispánicas de México, verificaron la hipótesis de que un cambio significativo en la varianza de las poblaciones del Posclásico, corresponde a un modelo de flujo genético intenso en la transición del Clásico al Posclásico que indicaría un remplazo poblacional. Con todo lo anterior, en esta tesis se tiene como principal problemática de investigación; indagar sobre los cambios en la variabilidad de la estatura en las poblaciones de la Cuenca de México y poner a prueba sí estos corresponden a 10

cambios en la composición genética de dichas poblaciones o en su caso a cambios derivados por las diferentes condiciones de vida. La talla adulta es fundamentalmente determinada por factores hereditarios. El nivel socioeconómico, la nutrición y enfermedades, por citar algunos factores, ejercen influencia sólo en una proporción relativamente pequeña en la talla de un sujeto. Los intensos reacomodos demográficos en la transición del Clásico al Posclásico en la Cuenca de México, nos permiten esperar un cambio en la variabilidad de la estatura de las poblaciones, principalmente debido a los cambios en la composición genética de las mismas, es decir, la información relacionada al reacomodo demográfico en la transición del Clásico al Posclásico, en la Cuenca de México, es compatible con un escenario donde el flujo génico, juega un papel importante en la diversidad biológica de las poblaciones.

Planteamiento del problema La estatura es un carácter complejo que puede ser producto de la adaptación al medio ambiente; entendiendo este como una totalidad compleja, en el cual los individuos interaccionan y se desarrollan en él, no obstante, se entiende que la talla adulta posee una alta configuración genética. El Epiclásico, según las fuentes históricas, es un periodo de una gran movilidad social, por consecuencia una organización social diferente, el flujo de población a la Cuenca de México, es también el momento de proliferación de los

11

asentamientos multi-étnicos y de diversificación extrema de las alianzas por matrimonio; por lo tanto, dicha información es compatible con un escenario de intensificación del flujo genético. De aquí emana la inquietud y la atención que debemos poner en este estudio, ya que nos ayudará a disipar algunas dudas referentes al carácter de la estatura y el efecto que tiene en ambientes diferentes. A su vez, es importante contar con un parámetro de referencia de la estatura de las poblaciones antiguas que habitaron la Cuenca de México, antes del desbordamiento hispánico hacia América.

Objetivos Describir en diversas poblaciones prehispánicas de la Cuenca de México las tendencias de la estatura y su variabilidad. A través del análisis de la genética cuantitativa realizaremos el estudio de partición de la varianza, para indagar el efecto de la intensificación del flujo génico en el Posclásico, así mismo, contrastar los niveles de variabilidad de la estatura de poblaciones procedentes de ambientes naturales y culturales definidos.

12

1. INVESTIGACIONES PREVIAS Los estudios de estatura en la Antropología Física, han sido abordados desde diferentes puntos de vista y en repetidas ocasiones con una variable más, el peso. Este tipo de trabajos se han enfocado más que nada a determinar y analizar el estado nutricional de diversos grupos, sobre todo en niños, adolescentes y subadultos. Los trabajos que se han realizado sobre la estatura en poblaciones antiguas de México y que se encuentran desaparecidas son escasos. En un sentido, esto ocurre por la falta de interés de estudiar la talla por sí misma y además por el estado de conservación de los restos esqueléticos; que en muchas ocasiones imposibilitan cualquier tipo de estudio. No obstante, en la literatura especializada de nuestro país, se cuentan con algunos trabajos que buscan entender y describir los cambios de la estatura de las poblaciones humanas que habitaron el territorio de México en el pasado. 1.1 Santiago Genovés Uno de los antecedentes obligados, corresponde al trabajo de Santiago Genovés (1964) que se titula “Introducción al estudio de la proporción entre los huesos largos y la reconstrucción de la estatura en restos mesoamericanos”; donde se

13

plantean las problemáticas de reconstruir la estatura de poblaciones prehispánicas o desaparecidas a partir de los huesos de las extremidades. En este estudio, se menciona que la proporcionalidad entre la longitud relativa de los huesos largos, existente entre sí y también con respecto a la estatura, se encuentra condicionada por características genéticas que dentro de una variabilidad normal serán constantes en ciertos grupos humanos. Además, agrega, se deben tener en cuenta las adaptaciones biológicas al ambiente en los casos de una permanencia larga en el mismo. Pearson (1899) recomendaba tomar el promedio de las estaturas obtenidas con cada una de los huesos no obstante, Trotter y Gleser (1958) y Genovés (1960) demuestran que ello es erróneo, y mantienen que se debe tomar la medida que, para el grupo dado, se halla comprobado un error estimativo menor. Estos autores además rechazan la práctica seguida por Dupertius y Haden (1951) de reunir los resultados obtenidos de diferentes poblaciones para llegar a una fórmula general o inter-racial, ya que ello introduce errores estadísticos adicionales a través de las ecuaciones que no son pertinentes a la población que examina. En un principio Genovés hace énfasis en los problemas metodológicos que surgen al hacer un trabajo de cálculo de la estatura en poblaciones desaparecidas, después se reúnen los escasos datos sobre restos óseos de Mesoamérica ―huesos largos― que han sido obtenidos por diferentes autores. Por diversas razones culturales y arqueológicas, y para mayor comodidad los agruparon en tres zonas: norte, centro, sur. Concluyendo de la siguiente manera:

14

“se puede decir que aun descartando a los Seris estudiados por (Genna 1943), que son de estatura elevada para Mesoamérica, el resto de las series incluidas en la que llamamos zona norte, poseen una estatura mayor a la observada en la zona central y esta a su vez se diferencia del sur en donde la estatura es menor. Ello es válido tanto para restos masculinos como femeninos” (Genovés 1964).

Como se puede apreciar es difícil estimar la estatura en poblaciones desaparecidas, ya que no existe un consenso en las fórmulas para el cálculo de la misma y también debido a que las colecciones osteológicas se encuentran en condiciones precarias, lo cual imposibilita un análisis riguroso de estas; sin embargo, el estudio nos arroja datos importantes, en el sentido que nos proporciona una idea general de las estaturas del norte, centro y sur. Por lo tanto permite darnos una idea general de la posible variabilidad de la estatura en el territorio que ahora llamamos México. El estudio de Genovés también nos da un panorama acerca de las discusiones metodológicas en cuanto al cálculo de la estatura de poblaciones desaparecidas y propone que las fórmulas con que se trabaje deben ser obtenidas de poblaciones homólogas (afinidades genéticas) para no tener errores estimativos graves.

1.2 James E. Anderson Por otra parte, tenemos el estudio realizado por James E. Anderson (1967) en el Valle de Tehuacán Puebla, éste consistió en el rescate y estudio de 87 esqueletos humanos pertenecientes a la población que habitó dicho lugar en diferentes sub periodos cronológicos, los más antiguos que datan aproximadamente del (6500-

15

5000 a.C. Precerámico tardío) hasta los más recientes del (700 a.C.-1540 d.C) de los cuales, solamente se encontraban en condiciones óptimas para la realización de mediciones en huesos largos para el cálculo de la estatura un total de 15 individuos, de los cuales siete eran femeninos y ocho eran masculinos. El autor, estimó la estatura empleando las fórmulas de Trotter y Gleser (1952) en huesos largos de un solo lado sin especificar cuál, derecho o izquierdo, y solamente en un caso de los individuos masculinos se pudieron medir dos huesos largos (fíbula y fémur, tampoco se menciona el lado medido de dichos huesos). Los resultados se agruparon en la Tabla 1, una de las siete femeninas y uno de los ocho masculinos para quienes la estatura fue estimada por fuera de los rangos de las estimaciones restantes, fueron omitidos del promedio de las estaturas para cada sexo. La altura para el resto de las seis femeninas fueron ranqueadas entre 156.1 y 161.3 cm y promediadas en 158.5 cm (Anderson 1967). Por lo tanto podemos decir que el promedio para las femeninas se considera de medio a alto, parece no haber variado mucho la estatura en el transcurso de este periodo de tiempo en sus diferentes etapas. Aunque debemos de considerar las limitaciones de dicho estudio, tanto metodológicas como de recursos materiales con los que se contaba; para periodos tan prolongados. Es un tanto difícil sacar alguna conclusión del mismo.

16

ENTIERRO Tc 35w-A Tc 35w-D Tc 35w-L2:1 Tc 35e-B:1 Tc 50-5 Tc 272-1 Tc 272-4

ESTATURA EN CM Femenino 161.3 ± 4.66 156.8 ± 4.6 160.1 ± 4.25 159.4 ± 4.25 159.4 ± 3.24 157.4 ± 3.24 167.8 ± 4.66

ENTIERRO Tc 35w-C Tc 35w-E Tc 50-4 Tr 218-2 Tr 218-4 Tr 218-7 Tr 218-8 Tc 272-2

ESTATURA EN CM Masculino 163.8 ± 3.18 166.3 ± 4.60 165.1 ± 3.27 157.3 ± 3.24 171.8 ± 3.27 165.5 ± 4.60 168.8 ± 4.60 168.8 ± 3.80

Tabla 1. Tomado de Anderson (1967). Estatura estimada para población prehispánica del Valle de Tehuacán. Los siete masculinos fueron ranqueados entre 163.8 cm y 171.8 cm y promediados en 167.2 cm Lo mismo que las femeninas el promedio de estatura podría considerarse de medio a alto, de igual forma, parece haber poca variación en los especímenes masculinos. Cabe mencionar que los resultados de este estudio, aportan datos sobre la estatura de la población arriba nombrada; sin explicar las posibles causas que pudieron haber generado estas características morfológicas, ya sean genéticas, por la actividad realizada o por adaptaciones al ambiente. La comparación realizada para la obtención de las características morfológicas se centró básicamente en el estudio de los rasgos craneales y de dentición. El estudio es sumamente descriptivo, ya que no se pregunta, ni reporta las posibles causas de las variaciones entre la longitud de los huesos. Nos informa que las piernas son un poco más largas proporcionalmente hablando en relación con los miembros superiores, pero no elabora ni siquiera de manera hipotética sus posibles causas. Por otra parte, nos introduce a la discusión que han tenido diversos autores en cuanto al método para la estimación de la estatura, este método es de vital

17

importancia, cuando se quieren llevar a cabo estudios sobre el cálculo de dicho carácter, también se hace notar la presencia de los mayores promedios de estatura para ambos sexos en las poblaciones más tempranas (Anderson, 1967).

1.3 Jaén Esquivel, Ma. T. y López Alonso Jaén y López Alonso (1974) realizaron un estudio titulado “Algunas Características físicas de la población prehispánica de México”. Los resultados que arrojó este estudio, con materiales de diversos sitios arqueológicos, son los siguientes: en el norte de México, que incluyen los grupos Seri, Pericú, Pima bajo y lagunero entre otros, la estatura promedio es de 165 cm para los del sexo masculino y de 154 cm para el sexo femenino, lo cual sugiere individuos de “talla media”. En el Altiplano Central, desde el Preclásico hasta el Posclásico, se observó una estatura promedio de 163 cm para el sexo masculino y de 150 cm para el sexo femenino, quedando también dentro de la “talla media”. Para la región maya, en los tres horizontes culturales se encontró una talla promedio de 162 cm para el sexo masculino y de 150 cm para el sexo femenino, ambos valores también comprendidos dentro de la talla media. En la región oaxaqueña se observó una tendencia hacia las tallas pequeñas, comprendiendo diversos periodos (los cuales no se especifican) arqueológicos en

18

varios sitios del estado. Las estaturas promedio obtenidas son: 159 cm para el sexo masculino y de 148 cm para el sexo femenino. En el occidente de México, en Chupícuaro, Guanajuato, la talla promedio es de 163 cm para el sexo masculino y de 152 cm para el sexo femenino, siendo ambos sexos de estatura media. En orden decreciente, los grupos del norte, occidente y Altiplano Central, se sitúan en la parte superior y central de la escala, en tanto que los de la región de Oaxaca y la Maya revelan estaturas menores; los de la región Oaxaqueña son los de talla más pequeña. Podemos percatarnos que las poblaciones del norte presentan estaturas mayores que las poblaciones que se encuentran en el sur del territorio, mientras que las estaturas del Centro de México, se encuentran en un nivel intermedio. Este estudio nos indica que las poblaciones septentrionales en la época prehispánica son ligeramente más altas que las del centro y sur del territorio. Cabe hacer mención, que en este estudio se utilizaron las fórmulas de Pearson, para el cálculo de la estatura, ya que el autor considera pertinente realizar el estudio con esta fórmula debido a que; la gran mayoría de los datos con que se cuenta sobre estatura, han sido fundados en trabajos de Pearson.

19

1.4 Lourdes Márquez Morfín En 1982, se realizó un estudio llamado: “Distribución de la estatura en colecciones óseas Mayas prehispánicas” de Lourdes Márquez Morfín, el cual es una recopilación de datos sobre la estatura de poblaciones mayas prehispánicas. Este trabajo no nos presenta datos del área central del territorio, sin embargo, nos proporciona información, para saber cómo se distribuye la estatura en el México antiguo, de esta manera nos brinda un panorama más amplio de dicha característica. Los resultados y colecciones analizadas son las siguientes: Preclásico: Dzibilchatún, Altar de sacrificios y Cochmen. Clásico: Jaina, Altar de sacrificios y Palenque. Posclásico: Cenote sagrado, Playa del Carmen, Cancún y el Meco.

Lourdes Márquez (1982) concluye: “En términos generales, las medias aritméticas de la estatura masculinas varían dependiendo del hueso a partir del cual fueron obtenidas (161.5 cm a 169 cm) en el Preclásico, la colección de Altar presenta las estaturas mayores en todas las unidades óseas, especialmente en el miembro inferior. En el Clásico, los valores medios de las series son semejantes con un rango de variación de 158.65 cm a 163.16 cm. En la colección de Jaina las estaturas obtenidas sobre los huesos del miembro superior son mayores, al igual que en las series de palenque y de Altar. Los promedios generales del Clásico muestran el mismo fenómeno. Para el Posclásico las tallas más altas se registraron en las series de cenote sagrado y en la de Cancún, especialmente en el húmero, cúbito y radio. Las medias de la estatura del periodo son similares entre sí: varían en un rango de 157.27 cm a 164cm en el miembro inferior y 160.85 cm a 164.3 cm. En el miembro superior. La serie contemporánea del cementerio de Mérida presenta un rango de variación ligera, con valores medios de 159 cm. Las estaturas medias femeninas en el periodo clásico varían de 148.29 cm a 165.66 cm. Comportándose la estatura en relación a la unidad ósea de manera similar a la serie masculina. En el Posclásico las estaturas mayores se registraron en la serie del cenote sagrado 144.25 cm a 156.25 en el humero, cubito y radio y de 145.25 cm a 153.50 cm el fémur tibia y peroné. Las medias generales del Posclásico dan valores semejantes pero ligeramente más altos en el miembro inferior. En las series contemporáneas las estaturas son: en la tibia 149.0 cm., en el peroné 150 cm., en el fémur 146 cm., y en el húmero 147 cm” (Márquez, 1982 257).

20

Los resultados arrojados por este estudio, muestran una tendencia al decremento de la estatura, la cual se aprecia que fue disminuyendo en el transcurrir del tiempo y se tienen estaturas mayores para el periodo Preclásico. Esto se observa independientemente del miembro por el cual se obtuvo la estatura. Quedando de la siguiente manera: Preclásico una media de estatura masculina de 166 cm a 162 cm; para el Clásico 160 cm a 159 cm; para el Posclásico de 161 cm a 158.5 cm y para la serie actual de 158.0 cm a 159.5 cm. En la serie femenina los valores son: 148.29 cm a 156.66 cm en el Clásico; 144.25 a 156.25 cm en el Posclásico y 145.8 cm a 149 cm en la serie contemporánea.

1.5 Andrés del Ángel y Carlos Serrano Por otra parte tenemos el estudio de Del Ángel y Serrano (1991), al analizar la proporcionalidad corporal y adaptación en la población prehispánica de La Cuenca de México discuten las posibles causas de la variabilidad de la estatura a sabiendas que ésta tiene un fuerte componente genético, pero que además también es moldeada por el ambiente. El estudio problematiza en tres sentidos centrales, uno es el aumento secular de la estatura, el cual supone un aumento generacional de la misma, de tal manera que los hijos son cada vez más altos que los padres, las posibles causas de este fenómeno son atribuidas con frecuencia a factores socioeconómicos, “el mejoramiento de los niveles de nutrición y la supresión del trabajo infantil”. El último punto de problematización, es la tendencia

21

inversa en la población antigua de Mesoamérica. De esta manera los autores mencionan que: “la causa del decremento de la talla detectado en la población mesoamericana a través de su historia hasta antes de la llegada de los españoles no ha sido completamente documentada y, menos aún, explicada, pero se han propuesto hipótesis que muy probablemente podrían esclarecer la cuestión” (Del Ángel y Serrano, 1991: 58).

Las hipótesis propuestas son: la pérdida del poder alimenticio de la dieta con su consecuente oleada de enfermedades nutricionales, el deterioro ambiental, los problemas de subsistencia de los grupos agricultores y las rebeliones sociales. Los resultados arrojados por este trabajo indican que la población del periodo Preclásico en la Cuenca de México tenían piernas proporcionalmente más largas con respecto a las de los periodos posteriores; no sucede así con los brazos que conservan la misma amplitud, los autores agregan que debemos considerar: las fluctuaciones climáticas (en las que destacan las manifestaciones del vulcanismo durante el Preclásico), los cambios en la dinámica demográfica, el patrón de asentamiento y el desarrollo social, sucesos que según Del Ángel y Serrano (1991) debieron haber repercutido directamente en las condiciones de vida de los grupos humanos asentados en esta región. Para explicar este fenómeno, se dice que la población antigua de la Cuenca de México se vio sometida a los cambios ambientales (tanto físicos como sociales) entre estos cambios se encuentran: un declive importante en algunos géneros de polen y el descenso del nivel del lago (Heine 1987), opina que el desarrollo cultural en el Centro de México se vio más afectado por la erosión y sedimentación

22

causados por las actividades relacionadas con la agricultura, que por los elementos del clima (ej. precipitación). Aparte de los fenómenos ambientales y ecológicos se les suman las problemáticas de desarrollo social tales como; una mayor jerarquización y estratificación, la exclusión de un número cada vez mayor de gente dedicada a actividades no productivas (sacerdotes, militares y artesanos) la distribución desigual de las riquezas y agotamiento de recursos naturales. Por lo tanto Del Ángel y Serrano (1991) a manera de hipótesis sugieren que estos fenómenos debieron ser los posibles causantes de la disminución de los miembros inferiores (piernas), que todas estas causas desfavorables para el desarrollo de un organismo pudieron causar dicho fenómeno. Sin embargo, en este estudio deja de lado la posibilidad de un remplazo poblacional, ya que los periodos históricos analizados son sumamente prolongados, abarcando desde el Preclásico hasta el Posclásico, estos periodos los podemos ubicar desde el 2500 a.C. hasta el año 1000 d.C, son periodos sumamente prolongados en los cuales debieron haberse dado movimientos poblacionales y entrecruzamiento de diferentes grupos étnicos.

1.6 Vercellotti, G., et al. En otro artículo más reciente titulado: “Explorando la multidimensionalidad de la variación en la estatura en el pasado, a través de comparaciones de poblaciones vivas

y

arqueológicas”,

en

donde

se

analizaron

cinco

muestras,

dos

pertenecientes al contexto histórico de la Edad Media en Europa, Giecz, en

23

Polonia y Trino Vercellese en Italia. Las tres restantes (contemporáneas) del continente americano que proceden del Río Amazonas Brasil, de las Guyanas Británicas y de Cali Colombia. La variación en la estatura adulta es comúnmente atribuida a diferentes niveles de estrés durante el desarrollo. Sin embargo, debido a la mortalidad selectiva y heterogénea fragilidad, una población de estatura alta puede ser un mayor indicativo de una alta presión selectiva, que de condiciones favorables de vida. Vercellotti examina la estatura en un contexto biocultural y muestra de forma paralela

a

poblaciones

bio-arqueológicas

y

vivas

para

explorar

la

multidimensionalidad de variación de estatura en el pasado. Este estudio investiga: 1) diferencias de estatura entre poblaciones arqueológicas expuestas a menor o mayor estrés (inferido de los indicadores esqueléticos); 2) similitudes en patrones de retardo del crecimiento entre las poblaciones arqueológicas y los grupos vivos; y 3) el aporte de variación en el crecimiento resultando a nivel regional, en las poblaciones arqueológicas y en las vivas. Las estimaciones de estatura anatómica fueron examinadas en relación a los indicadores esqueléticos de estrés (criba orbitalia, hiperostosis porótica, hipoplasia lineal de esmalte) en dos poblaciones arqueológicas medievales. La estatura y la información bio-cultural fueron recolectadas para las muestras vivas del sur de América. Los resultados indican 1) diferencias significativas en la estatura entre grupos expuestos a diferentes niveles de indicadores de estrés esquelético; 2) gran prevalencia de atrofias entre las grupos vivos, con patrones 24

similares en los grupos arqueológicos y los grupos modernos, socialmente estratificados; y 3) un grado de variación regional en el crecimiento, resultado consistente con lo observado para rasgos altamente seleccionados. La relación entre el estrés temprano y crecimiento es confundido con diversos factores; incluyendo el crecimiento súbito, los límites culturales e inequidad social. Las interpretaciones de las condiciones tempranas de vida basadas en la relación entre estrés y estatura deben ser tomadas con precaución. Los resultados de los indicadores de estrés esquelético sugirieron que individuos de diferentes sitios, así como los de diferentes estatus socioeconómicos, estuvieron sujetos a diferentes niveles de estrés. El total de los individuos de Giecz, representaron al grupo mayoritariamente estresado, seguido por individuos de menor condición socioeconómico de Trino Vercellese. Consistente con las expectativas, el grupo de alto nivel socioeconómico exhibió las más bajas frecuencias de indicadores de estrés esquelético. El análisis de estatura en las dos poblaciones bio-arqueológicas revelaron una mezcla de modelos: la alta estatura apareció asociada con ambos, mayor y menor nivel de estrés. Es claro que los individuos de Giecz mostraron los más altos promedios de estatura (masculinos: 172.4 cm, femeninos 157.2 cm, y una alta prevalencia de indicadores de estrés 90% de los adultos tuvieron hiperostosis porotica; 51% tuvieron hipoplasia lineal de esmalte.

25

Individuos de Trino Vercellese (de ambos estatus socioeconómicos) mostraron por completo la estatura más baja (masculinos: 167.3 cm, femeninos: 152.5 cm, y una menor prevalencia de indicadores de estrés (sin presencia de hiperostosis porótica y 50% de hipoplasia lineal de esmalte. Este artículo representa un primer intento que cruza los límites entre el presente y el pasado en la biología humana, por la comparación de la variación de la estatura en las poblaciones arcaicas y vivas. Las

observaciones

y

emparejamientos

en

este

estudio

subrayan

la

multidimensionalidad del retardo del crecimiento humano y advierten de la uniformidad en las suposiciones acerca de las condiciones de vida, igualmente para periodos similares de tiempo o áreas geográficas. Entendiendo los factores eco-socio-bioculturales específicos que moldean a poblaciones de un ambiente en especial, son esenciales para reconstruir tentativamente condiciones de vida en el pasado. Desafortunadamente, la rica información

contextual

no

siempre

es

evaluable

para

las

poblaciones

arqueológicas; en su ausencia no es posible llegar a conclusiones definitivas. Para que sea significativo, se requiere de un entendimiento específico de las condiciones ambientales experimentadas por una población, el examinar los indicadores de estrés y dieta, los análisis de crecimiento y su retardo en ambos, sobrevivientes y los no sobrevivientes, y la incorporación de información biocultural, cuando sea posible.

26

Futuros estudios deben explorar el impacto de diferentes estresores (crónicos vs agudo; desnutrición vs enfermedades infecciosas) en crecimiento humano para desarrollar un modelo más comprensivo de variación biológica en respuesta a condiciones ambientales específicas (Vercellotti et. al. 2014).

1.7 Conceptos clave La Antropología Física tiene varios campos de estudio: Ontogenia, Osteología, Antropología del comportamiento, Paleoantropología, Antropología forense, Antropología del deporte, Antropología de la sexualidad, entre otras. Siempre con el objetivo de estudiar la variabilidad humana (biológica y cultural), su comportamiento y su adaptación al medio ambiente. La Antropología en general, utiliza el método comparativo, en Antropología Física, no es la excepción, sin embargo, en esta disciplina son múltiples los campos de investigación, se estudian poblaciones vivas como poblaciones desaparecidas, por tal motivo se pueden utilizar

diversos marcos teóricos; todo depende del

campo de estudio en el cual se quiera indagar. “Son múltiples y especializados los métodos que pueden utilizarse en las investigaciones y en cada caso dependen del problema planteado, del fin perseguido y del material disponible” (Comas, 1976). En la presente tesis se analizarón 11 poblaciones, una población se puede definir como: la suma de todos los genes y combinaciones de genes que tiene lugar en

27

un grupo de organismos de la misma especie y que ocupan un espacio determinado (Cela y Ayala, 2001). Por su parte la genética de poblaciones se define como la cuantificación de la variabilidad mediante la descripción de los cambios en la frecuencia alélica, a través del tiempo, respecto a un carácter en particular y analiza las causas que producen esos cambios, Aunque resulta imposible inspeccionar todas las variantes génicas presentes en una población, se puede examinar una población a través de la variación de fenotipos individuales (descripción de ciertos rasgos morfológicos) o de sus genotipos (marcadores moleculares) (Eguiarte, 2009). La Variación la podemos entender como proceso de mutación (Una mutación es un cambio estable y heredable en el material genético. Las mutaciones alteran la secuencia del ADN y por tanto introducen nuevas variantes). y recombinación que da lugar a diferencias genéticas en muchas características entre los miembros de una población o especie, esta variación es la base de la evolución, de los grandes cambios en los organismos que ha trascendido en el tiempo y las diferencias que se han desarrollado entre las especies (Futuyma, 2005). Cabe mencionar que la mutación no es la única fuente de variación, otro de los mecanismos evolutivos que aumentan la variabilidad se da a través de la reproducción sexual. Por otra parte, la deriva génica se produce porque todas las poblaciones naturales son finitas, entre más pequeñas sean estas, más importante será la deriva génica. Esto se debe a que al haber pocos individuos en ellas, se presentan los llamados

28

errores de muestreo: por puro azar, algunos individuos producen mayor número de hijos que otros (sin que la selección natural tenga nada que ver en estas diferencias en la fecundidad y supervivencia) entre más chico sea el tamaño de la población, más importantes son estos errores de muestreo y con mayor rapidez cambian las frecuencias alélicas. La deriva génica tiene cuatro efectos: genera cambios al azar en las frecuencias alélicas, incrementa la pérdida de variación genética, eventualmente conduce a que se fije alguno de los alelos en la población (esto es se pierde el gen A o el a) y las diferentes poblaciones que forman a la especie van divergiendo en sus frecuencias alélicas diferenciándolas en el tiempo (Eguiarte, 2009). En cuanto el flujo génico, este depende de dos aspectos: la tasa de migración que llega a una población; y la frecuencia alélica de estos individuos migrantes, la migración tiene efectos homogeneizadores entre distintas poblaciones, si continúan mucho tiempo, eventualmente las dos poblaciones alcanzan idénticas frecuencias alélicas. El flujo génico puede tener dos aspectos opuestos en la adaptación: por un lado es posible que aumente la variabilidad existente de una población, variación sobre la cual puede actuar la selección natural y conducir a la adaptación. Por otro lado, pueden migrar individuos con genes adaptados a otras condiciones y en consecuencia, que disminuya la adecuación promedio (adaptación) de nuestra población. Esto significa que pueda bajar la población de su pico adaptativo (Eguiarte, 2009).

29

2. ÁREA GEOGRÁFICA, PERIODOS HISTÓRICOS Y CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS POBLACIONES ESTUDIADAS

2.1 Cuenca de México La Cuenca de México, unidad geomorfológica cerrada de origen volcánico, fue el principal escenario del desarrollo de las sociedades prehispánicas en el altiplano central de México. Varias capitales (Teotihuacán, Tula y Tenochtitlan) se instalaron en esta región. Después de la última fase de vulcanismo, la Cuenca de México había sido rellenada con depósitos lacustres y aluviales: cantos rodados, gravas, arenas, cenizas y arcillas lacustres, permitieron que la extensa planicie fuese ocupada por cinco lagos someros (Manzanilla y Serra-Puche, 1987). En la época prehispánica, en el área que ahora cubre la zona metropolitana de la ciudad de México existía un sistema lacustre de tal potencial, que dio lugar a uno de los desarrollos más importantes del área mesoamericana. La cuenca, una zona a la que se solía llamar Valle de México, es de considerables dimensiones; abarcaba alrededor de 7,000 Km², de los cuales cerca de 1,000 correspondían a lagos y pantanos. Tres de esos lagos, los de Xaltocan, Zumpango

30

y Texcoco, eran salados, mientras que los de Chalco y Xochimilco eran de agua dulce. En conjunto no sólo constituían una abundante fuente de alimentos y de materias primas, sino que permitían una eficaz comunicación entre los numerosos poblados que se situaban a sus orillas. Esa riqueza natural atrajo desde épocas tempranas a grupos nómadas de cazadores-recolectores, que a lo largo de miles de años evolucionaron hasta dar lugar a ciudades, en cuyo desarrollo influyó, sin duda, la variada gama de recursos que ofrecían no sólo los lagos, sino las planicies y las montañas que los rodeaban. (Sanders et al 1979). Además de los recursos que los lagos proporcionaban (aves migratorias, peces, anfibios, reptiles, insectos, algas, tules, gramíneas, sal y la posibilidad de comunicación rápida por agua) estaban otros que procedían de las planicies y las montañas, y que incluían ríos y manantiales que, junto con la tierra, permitían el cultivo del maíz, el frijol y otros cultígenos de la dieta mesoamericana; los bosques, que proporcionaban madera de pino y encino, hongos, venado, conejo, armadillo y otros animales y, por último, yacimientos y canteras de materias primas para la producción artesanal y la construcción (basalto, andesita, obsidiana y cal (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

31

2.2 Preclásico Temprano (2500-1200 a.C.) El rasgo más sobresaliente de esa época es el comienzo de la domesticación de algunas plantas, que resultaron esenciales para el desarrollo de las subsecuentes etapas culturales. Entre las más importantes se encuentran el maíz, la calabaza, el chile, el aguacate, el guaje, el zapote negro y el blanco, el amaranto, el frijol y el algodón. Entre los animales domesticados se encuentran el perro, presente desde el poblamiento del mismo continente, y más tarde el guajolote. A partir del surgimiento de elementos culturales como la agricultura y la sedentarización, los cambios serían más rápidos y significativos, sobre todo si consideramos que el periodo anterior se prolongó por más de 30 000 años. Esos procesos tuvieron lugar de manera simultánea en la Cuenca de México y en el resto del área que más tarde formará Mesoamérica. Después de un largo periodo de cambios graduales, en esta época cristalizaron procesos como el de la sedentarización que, ligado a la domesticación de plantas y a la agricultura permitieron que los grupos humanos pasaran de un sistema de apropiación ―basado en la caza, la recolección y la pesca― a uno mixto, en el que se incorpora la producción de alimentos. Con este cambio en la producción de alimentos se dieron otros, como la construcción de aldeas, el aumento sensible de la población, el establecimiento claro de jerarquías sociales, la producción de cerámica, el incremento en la fabricación de instrumentos de molienda para procesar los alimentos productos de

32

las cosechas, y el intercambio de materias primas como la piedra verde y la obsidiana (García-Moll, 2007). Los datos sobre recursos explotados durante las primeras fases del Preclásico proceden de sitios como Zohapilco (Tlapacoya) y Loma Torremote (Cuauhtitlán). En loma Torremote, de 2950 a 2250 a.C., tenemos evidencias de los campos de cultivo a través de las malezas como Ambrosía, Argemone, Bidens, Solanum rostratum (“papita”) y Amaranthus, además de la presencia esporádica del epazote (Chenopodium). Se cultiva la alegría (Amaranthus leucocarpus), la chía (Salvia, quizá por sus aceites) y el maíz (Zea mays) de raza Reventador Delgado. A nivel de la recolección de plantas silvestres, tenemos también restos de verdolaga

(Portulaca),

gramíneas

y

pastos

(Eragrostis,

Setaria),

girasol

(Heliantus), nopal (Opuntia), agritos (Oxalis), además de la presencia esporádica de tejocote (Crategus mexicana), chile (Capsicum annum), y arroz silvestre (Zinaniopsis). Recolectaban también ahuautli (huevos de insectos), huevos de aves, acociles, y pescaban en el lago de Xaltocan. La fauna obtenida por medio de la caza consistía en armadillo, liebre y venado. Además criaban perros. De 1200 a 1000 a.C., También en Tlapacoya, se observan algunos cambios: domina un bosque mesófilo, pero los pinos comienzan a disminuir, mientras aumentan los encinos y alisos. En las riberas de la isla abundan sauces y ahuehuetes, además de una vegetación extensa de tules, chilillos, espadañas y liliáceas.

33

Posteriormente se observa en Tlapacoya un proceso de deforestación y se ha pensado que la reducción del bosque templado estuvo ligada a ciertos cambios climáticos (sensible disminución de la precipitación pluvial y un aumento de temperatura), aunque curiosamente en esta fase se presenta el mayor auge en la producción de maíz. En la comunidad arbustiva aparecen leguminosas como el huizache (Acacia) y el lago sufre una regresión, hecho correlacionado con la disminución de anátidos migratorios. Las aldeas, tipo de asentamiento característico de esta época, se distribuyen primordialmente en la ribera del lago de entonces. Este gran lago sufrió un paulatino ascenso, según datos procedentes de las excavaciones arqueológicas de los sitios preclásicos de Zacatenco, Ticomán y el Arbolillo (Manzanilla y SerraPuche, 1987).

2.3 Preclásico Medio (1200-400 a.C.) Para esta época ya se han consolidado, y son más evidentes, algunos elementos que se denotaban como incipientes en el periodo anterior. En el Preclásico medio se da un notable aumento de la población, la división del trabajo es más clara, las aldeas son de mayor tamaño, y en ellas la jerarquización social es más compleja. La agricultura se fortalece con la construcción de terrazas, presas y canales para el control del agua, así como con el desarrollo de una adecuada irrigación para no depender excesivamente de la lluvia (García-Moll, 2007).

34

Con el tiempo, durante el Preclásico Medio las poblaciones alcanzan una mayor densidad demográfica, a la vez que se van poblando otros lugares de la cuenca; habitándose ahora los sitios arqueológicos conocidos como Atoto, Xalóztoc, Tetelpan, Copilco, Coatepec, etc., lo mismo que el Arbolillo, Zacatenco y Tlatilco de la etapa anterior. En esta época algunas aldeas se transforman en villas y se pasa a un tipo de organización social regida por los magos o hechiceros; notándose también la intrusión de un grupo olmeca arcaico que hace evolucionar a la cultura de la Cuenca de México. Por último, algunas villas de la etapa anterior se van concentrando en centros cívico-religiosos poco planificados o semi-urbanos, entre ellos Tlapacoya, Cuicuilco, cerro del Tepalcate, etc., mientras que otros continúan en su condición de villa o aldea, como Zacatenco, Ticomán, Culhuacán, Lomas de Becerra, Chimalhuacán, Contreras, El Tepalcate, Texcoco, Tepetlaóztoc, etc. (Piña Chán y Noguera, 1959). Entre los restos obtenidos por las exploraciones arqueológicas en la Cuenca de México se encuentran maíz y huesos de los animales que se consumían con mayor frecuencia: tortuga de charco, jicotes, varias especies no identificadas de patos y gansos, guajolote, gallareta, grulla, liebre, conejo común, zacatuche, perro, puma, venado cola blanca, berrendo y jabalí (García-Moll, 2007). De 1000 a 400 a. C., la Cuenca de México sufre un aumento demográfico considerable con la colonización de nuevos ecosistemas (como la zona de pie de

35

monte alto). En el Lago de Chalco, el sitio de Terremote-Tlatenco es ejemplo de una sociedad especializada en la producción de cestería y cuerdas. En este sitio contamos con la presencia de maíz, calabaza india (Cucurbita pepo), frijol ayocote (Phaseolus coccineous), frijol negro (Phaseolus vulgaris), capulín (Prunus capulí), alegría o huautli (Amaranthus), aguacate (Persea gratissima), nopal (opuntia), epazote

(Chenopodium),

verdolaga

(Portulaca),

tomate

(Physalis),

chile

(Capsicum), y maguey (Agave). En la última parte de este lapso aparecen, en tierra firme, las comunidades de pinos, encinos y alisos, y el paisaje está dominado por plantas herbáceas y un estrato arbustivo, lo cual denota la aridez relativa del ecosistema (Manzanilla y Serra-Puche 1987). En esta región hay tres componentes culturales que se distinguen claramente entre sí: el llamado complejo Zacatenco-Ticomán, de tradición local, definido por George Vaillant; un componente olmeca u olmecoide, identificado por Miguel Covarrubias, cuya procedencia se sitúa en la costa del Golfo, en la cuenca del río Cuautla, en Morelos y en el actual estado de Guerrero, y, finalmente, un componente asociado al Occidente de México, el cual se ha intentado relacionar con las culturas formativas de la costa del océano Pacífico en Sudamérica. Los grupos de la cuenca mantuvieron relaciones con los del Occidente de México, la costa del Golfo, Oaxaca y la región de Querétaro, como se deduce de las formas cerámicas y las figurillas. Asimismo, obtuvieron por medio del intercambio con regiones distantes ciertos materiales de prestigio, como obsidiana, piedra verde, pirita, cinabrio, conchas y caracoles. De su variado entorno obtenían el sustento, tanto de la agricultura, de la caza y recolección. Es claro que fueron

36

sociedades tan sofisticadas como las del Preclásico Medio las que generaron las bases para desarrollos más complejos en la Cuenca de México en épocas posteriores (García-Moll, 2007).

2.3.1 Tlatilco.- (Preclásico Medio 1400 a.C. – 400 a.C.) Al parecer, la fundación de Tlatilco se remonta a esta fase, aunque la mayoría de los arqueólogos la sitúa entre 1400 y 1300 a.C., al inicio de la fase Nevada, periodo en que la agricultura floreció en las orillas del antiguo lago de Chalco, conocido también como periodo agrícola aldeano, que se complementa con la enorme variedad de recursos lacustres. Más tarde se introduce en Tlatilco un grupo de olmecas arcaicos, cuyas características físicas resaltan la estatura baja, los cuerpos obesos, la cabeza deformada, la mutilación dentaria, la boca con labios gruesos y los ojos oblicuos. El análisis de Tolstoy (1989: 85-121) sobre el patrón funerario, el contenido de las ofrendas, el sexo y edad de los individuos permiten establecer la presencia de un grupo olmecoide, producto de la migración sucesiva de pobladores de la costa del Golfo de México, que coincide con la época de auge demográfico. Este autor resalta la posibilidad de que imperara una línea de sucesión materna en este grupo y predominaran las relaciones exogámicas para buscar pareja, reguladas por las alianzas de parentesco y del matrimonio. Tal información es importante para delinear el perfil demográfico de esta población, pues proporciona

37

datos sobre el patrón de residencia, la organización social y, en parte, el patrón de uniones y alianzas. Las poblaciones prehispánicas eran asentamientos abiertos y como tales eran receptoras de la población de sitios cercanos, como el caso de los grupos de filiación olmecoide de la costa del Golfo. El estudio de Luis Vargas (1973) en que se utilizó la técnica sobre la presencia de caracteres no métricos (o epigenéticos) en los entierros de las cuatro temporadas puso de manifiesto la presencia de dos grupos

biológicamente

distintos;

más

tarde

Tolstoy

(1989)

lo

constató

arqueológicamente al analizar el patrón funerario. En esta aldea hubo un desarrollo local que en determinados momentos tuvo varios contactos con otros grupos. De acuerdo con la evidencia arqueológica, su desarrollo fue compartido con otros sitios de la Cuenca de México y de los estados de Puebla, Morelos, Guerrero y el occidente de México. Existe evidencia arqueológica que registra la manufactura de cestería diversa, que probablemente intercambiaron con otros grupos de la cuenca. Durante las excavaciones llevadas a cabo en Tlatilco, en la cuarta temporada, se encontraron restos de un cajete con rastros de pintura en su interior, con un fondo “tejido con la técnica que se reconoce con el nombre de enrollado y que es común entre los indios hopi, washo, apache mezcalero, seri y otros grupos del norte de México.” Los indicadores utilizados para evaluar el estado nutricional de la población revelan una frecuencia baja de padecimientos de origen nutricional, como es el caso de la espongio hiperostosis y la cribra orbitalia.

38

Por otro lado, la baja densidad demográfica de estas aldeas evitaba grandes problemas infectocontagiosos y muchas de las enfermedades epidémicas asociadas con el hacinamiento no estaban presentes (Hernández, 2006).

2.4 Preclásico Tardío (400 a.C. 200 d.C.) Periodo cuya cronología usualmente se considera desde 400 a.C. hasta 200 d.C. se caracteriza por la aparición en la Cuenca de México de los elementos básicos de las urbes con poder regional. En este periodo, Cuicuilco surge como la primera urbe de la cuenca, y se da su posterior destrucción por el volcán Xitle y el ascenso de Teotihuacán, sitio en el que para finales de este periodo se construía la Calzada de los Muertos y las pirámides del Sol y de la Luna (Pérez Campa, 2007). En ciertos sitios, como los del sector de Cuauhtitlan, se observa una mayor cantidad de carne de venado presente, como suplemento de la dieta, que en la fase anterior. Se ha pensado que este patrón haya sido debido a la presencia de inmigrantes procedentes de la región de Tula, en donde quizá la caza fuera una actividad de mayor importancia. La ocupación de la Cuenca de México durante el horizonte Preclásico tuvo un proceso definido de colonización que conviene esbozar. Originalmente existía una ocupación densa en el paso del Ajusco hacia Morelos. Posteriormente se observa una paulatina expansión hacia el norte. Varios sitios se crean cerca de barrancos, ríos, canteras y minas, sobre todo en la región de Texcoco. En otras porciones de la Cuenca de México predomina la ubicación cerca de la ribera de los lagos. 39

Parsons (1971) ha destacado que las dos tendencias claras son una creciente dependencia de la agricultura y una mayor especialización en la explotación de recursos no-agrícolas. Hacia finales del Preclásico, hay muchos sitios pequeños al borde de la cota del nivel que marca las riberas lacustres para tiempos de la conquista, hecho por el cual se ha pensado en una regresión del lago (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

2.4.1 Ticomán.- (Preclásico Tardío 400 a.C.-100 d.C.) A principios del siglo XX, el periodo Preclásico era desconocido y la mayoría de la cerámica y figurillas prehispánicas encontradas en el Altiplano central se clasificaban en dos categorías culturales principales: la Azteca y la Teotihuacana. Franz Boas, Director de la Escuela Internacional de Arqueología y Etnología de México, recolectó materiales superficiales de los sitios de Culhuacán, El Arbolillo, San Juanico, San Miguel Amantla, Ticomán y Zacatenco, y encontró tipos de cerámica que no correspondían a ninguna de esas categorías. Boas llamó a estos objetos “Tipo de los cerros”, por haber sido encontrados también en los sitios declives inferiores de varias eminencias naturales del Valle de México. Vaillant no empleó el término arcaico en sus publicaciones, sino que clasificó sus artefactos en periodos Zacatenco temprano y medio, Zacatenco tardío-Ticomán temprano, Ticomán medio y tardío. (Grove, 2000).

40

Ticomán es uno de los asentamientos del Formativo Tardío que fue excavado por Vaillant, a orillas del Lago de Texcoco. Las excavaciones de las trincheras indican los restos de una serie de paredes de adobe acompañadas de superposiciones de pisos de barro y localización de algunos elementos como: hogares, entierros, formaciones troncónicas, etcétera. La cerámica y los materiales arqueológicos localizados por Vaillant (1930) en Ticomán son una clara muestra de que se trata de un asentamiento donde gran cantidad de actividades domésticas se llevaban a cabo (Serra Puche 1986). En el curso de seis siglos contemplamos el ascenso y colapso de muchas sociedades pequeñas, así como los desarrollos fundamentales que darían lugar en el Clásico, a las civilizaciones, maya, zapoteca, cholulteca y teotihuacana. Al principio de este periodo muchos de los centros eran de dimensiones modestas, de entre 50 y 100 ha, con algunas plazas rodeadas de montículos (Clark y Hansen, 2002). La estratigrafía de excavaciones realizadas en la Cuenca de México ubica a Ticomán como un centro proto-urbano, alrededor del 400 a.C.-150 d.C. (Grove, 2000).

2.4.2 Cuicuilco.- (Preclásico Tardío 400 a.C.-200 d.C.) Cuicuilco, descubierto hacia 1922, es uno de los sitios más importantes y menos explorados del Preclásico, y actualmente experimenta un proceso de destrucción por la mancha urbana de la ciudad de México, al igual que la mayoría de los asentamientos del Preclásico en la cuenca, con lo que estamos perdiendo la 41

posibilidad de reevaluar la información existente y obtener nueva, que permita completar nuestra visión de tan importante proceso (Pérez Campa, 2007). Hasta hace algunos años, el centro arqueológico de Cuicuilco sólo contaba con una construcción o basamento de planta circular; pero las investigaciones de la Universidad de California, realizadas en 1955, han agregado una nueva estructura y más datos sobre la antigüedad y vida de los pobladores de ese importante lugar. Desde el punto de vista cultural, las construcciones de Cuicuilco revisten una especial importancia, ya que la edificación de estos basamentos indica una organización social desarrollada y una población bastante numerosa. Estos grupos eran también agricultores que vivían fundamentalmente del maíz, el cual era molido en metates de piedra, pero practicaban la caza, pesca y recolección, o sea que tenían una economía mixta. La sociedad estaba formada por una clase de dirigentes sacerdotales que llevaban la administración pública y religiosa; así como canteros, albañiles, lapidarios, alfareros, agricultores, comerciantes, etc. Este tipo de sociedad permitió que la sencilla comunidad agrícola prosperara hacía el tipo de poblamiento semi-urbano, el cual más tarde se transforma en una verdadera ciudad (Piña Chán y Noguera, 1959). Es indudable que para el Preclásico Tardío, Cuicuilco había consolidado su proceso de desarrollo, iniciado muy tempranamente, quizá desde 1200 a.C., a juzgar por las fechas de radiocarbono obtenidas durante las exploraciones de la Universidad de Berkley. Sin embargo, la mayoría de lo que conocemos del sitio 42

para este periodo procede de las excavaciones realizadas con motivo de las Olimpiadas de 1968, al poniente de la avenida de los Insurgentes, en la sección conocida como Cuicuilco B. Desafortunadamente hay muy pocos informes sobre esos trabajos; los de la doctora Florencia Muller son la mejor fuente para conocer el desarrollo tardío de ese asentamiento. La etapa tardía de Cuicuilco es indicio de la consolidación del modelo que en adelante sería el dominante en el Altiplano mexicano, con ciudades como Teotihuacán, Tula y Tenochtitlan (Pérez Campa, 2007).

2.5 Periodo Clásico (150-600/650 d.C.) El patrón de asentamiento del horizonte Clásico es claramente distinto al del horizonte anterior. La razón de este fenómeno es la aparición de un gran conglomerado urbano en Teotihuacán, hecho que provocó la ruralización del resto de la cuenca. La súbita concentración demográfica en Teotihuacán quizá tenga como trasfondo movimientos de población procedente del sur de la cuenca a raíz de la erupción del Xitle, principalmente de Cuicuilco (Manzanilla y Serra-Puche, 1987). Los inicios del Clásico mesoamericano suelen fijarse a partir de una serie de acontecimientos históricos revolucionarios, entre los que destaca la diferenciación campo/ciudad. Se trata de cambios radicales en los que estuvieron imbricados procesos como el crecimiento demográfico, la concentración humana en grandes asentamientos, la intensificación de la agricultura y el incremento de la 43

complejidad social. Como es sabido, estos procesos tuvieron como desenlace la vida urbana, así como la consolidación del Estado. En el caso particular de la Cuenca de México, dichos cambios son sumamente notorios, pues es ahí donde surge y florece la gran Teotihuacán. De acuerdo con Rene Millon, el asentamiento habría alcanzado los 125 000 habitantes en el Clásico, convirtiéndose en la sexta ciudad más grande del mundo, después de Constantinopla en Turquía, Changan y Loyang en China, Ctesiphon en Persia y Alejandría en Egipto. Advirtamos, sin embargo, que

George L. Cowgill ha

abogado en fechas recientes por la cifra más conservadora de 100 000 habitantes para el clímax teotihuacano (López Luján, 2007). La información más rica sobre la explotación de recursos proviene, como es de esperarse, de Teotihuacán. En su trabajo sobre la información paleobotánica de la ciudad de Teotihuacán, Mc Clung (1979) concluye que la dieta del horizonte Clásico es muy consistente con la información de sitios del Preclásico como Cuanalan. Las especies que predominan son: maíz palomero toluqueño, cónico y el complejo Nal Tel Chapalote; frijol (Phaseolus vulgaris y coccineus) ambos representados escasamente quizá debido a que se consumían, calabaza (Cucurbita, pepo, maxima y ficifolia), chile (Capsicum), alegría y bledo (Amaranthus leucocarpus y Amaranthus hybridus) cultivados en cantidad abundante, verdolaga (Portulaca oleracea), en gran cantidad, junto con huautzontle (Chenopodium nutalliae) y epazote (Chenopodium ambrosiades).

44

A estos habría que añadir el tomate, el tejocote, el capulín y la tuna. En menor cantidad también se menciona el aguacate, la ciruela (Spondias) que quizá fue llevado a Teotihuacán desde tierra caliente y la papa (Solanum). Por otra parte, tenemos varias especies aprovechadas por sus fibras: el maguey (Agave), el amate (Ficus) y el algodón (Gossypium hirsutum) quizá aloctóno. Para la construcción y combustible tenemos la presencia del enebro (Junipeurs), el carrizo (Phragmites australis) y otras maderas, además del tule (Scirpus) para la elaboración de petates. Uno de los cambios observados con el paso del Preclásico al Clásico fue que el venado cola blanca, que durante el final del primer horizonte proporcionaba hasta un 95% de la carne (por ejemplo, en Tlachinolpan), disminuye ligeramente durante el Clásico (80%), y se aprovecha una gama mayor de pequeños mamíferos, aves, tortugas y peces (Manzanilla y Serra-Puche, 1987). De la mitad sur de la cuenca provenían buena parte de las fuentes de proteína animal (conejos, venados, ánades, pescados, batracios e insectos), fibras, madera y vegetales silvestres. Por si fuera poco, en el extremo norte y noroeste se hallaban ricos yacimientos de cal, pedernal y obsidiana verde (López Luján, L. 2007). No debemos olvidar mencionar otro tipo de recursos que sirvió para la construcción y la producción artesanal. Desde el Preclásico tenemos noticias de la explotación de yacimientos de basalto, andesita y obsidiana. Esta última, para tiempos teotihuacanos adquirió una relevancia muy especial ya que sirvió de

45

materia prima para la manufactura de todo el instrumental básico de dicha sociedad, además de que fue transportado a grandes distancias por toda Mesoamérica (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

2.5.1Teotihuacán.- (Clásico 250-600 d.C.) Teotihuacán fue la ciudad mesoamericana por antonomasia. Su grandeza y hegemonía se fincaron, sin embargo, siglos antes de que alcanzara el rango de urbe. El valle de Teotihuacán tiene una extensión de 505 km², lo que significa menos de 6.5% de la superficie total de la cuenca. Gracias a los estudios realizados por René Millon, William T. Sanders y George L. Cowgill se conocen las secuencias históricas de la urbe y de su entorno rural desde su gestación hasta su ocaso (López Austin y López Luján, 1996). La cuidad arqueológica de Teotihuacán (de 32km² en su máxima extensión) se encuentra en el pequeño valle del mismo nombre, que a su vez forma parte de la Cuenca de México. Durante mucho tiempo, gran parte de lo que iba a ser la ciudad de Teotihuacán estaba cubierta por un pantano, hasta que fue secado al fin del periodo Clásico Temprano. Las aguas del gran lago de la cuenca llegaban a las puertas de Teotihuacán y proveían la ciudad de pescado, camarón, hueva de mosco (ahuautli), aves

46

acuáticas, y daban acceso acuático a otras partes de la cuenca. Ríos y riachuelos corrían por el valle y los cerros estaban cubiertos por espesa vegetación. Una variedad de animales de caza vivían en los bosques y nubes de pájaros estaban al alcance de las hondas de los teotihuacanos. La bondad de la naturaleza al dotar a Teotihuacán de tantos bienes, combinado con una atracción religiosa desde los primeros tiempos, y con una intensa actividad manufacturera, hizo del lugar lo que Millon llama el gran centro “mercado-templo-peregrinación”. ¿Quiénes eran los teotihuacanos? No podemos dar una contestación sencilla a esta pregunta, ya que Teotihuacán fue una ciudad multiétnica y multilingüe. Siendo Teotihuacán un centro de peregrinaciones y mercados, gentes de todos tipos y lenguas iban y venían. Un grupo nahua, o sea de lengua y tradición Yuto-azteca, pudo haber sido la facción principal en Teotihuacán desde muy temprano. Sahagún dice (siglo XVI) que los toltecas y aztecas regresaron al Valle de México al fin de su peregrinación, a su tierra natal (Sanders, 1965) citando a Armillas, también habla del regreso de los nahuas, quienes se habían ido de la cuenca en una época debido a condiciones desfavorables de la ecología (Heyden, 1977). Durante la fase (Tzacualli 150 d.C.) el verdadero urbanismo comenzó en Teotihuacán. La pirámide del Sol se construyó encima de la cueva y el santuario primitivo. Esta fue seguida por la pirámide de la Luna y la calzada de los muertos. A finales de este periodo, se construyeron el llamado templo de Quetzalcóatl y la Calzada este. Teotihuacán consistía en un centro de 20 km², tenía unos 30,000

47

habitantes y llegó a ser en este tiempo el centro más importante del Altiplano Central (Millon, 1966). La agricultura, y las técnicas derivadas de ella, es la consecuencia de todo un proceso y hace posible el incremento demográfico (Bartra, 1975). Millon ve una larga tradición religiosa en el Valle de Teotihuacán y cree que las peregrinaciones al santuario también contribuían en gran parte a la construcción de los templos. La expansión de la ciudad traía consigo un desarrollo en las artesanías, el comercio y el sacerdocio, que dirigía el Estado naciente (Bartra, 1975). El aumento de la ciudad de 6 km² a 20 km² se debía, probablemente, al mayor número de habitantes y también a la necesidad de cultivar más terreno. Mientras que el centro de la ciudad llegó a su máxima extensión geográfica (28 km²) en Miccaotli y después dejó de crecer, el aumento demográfico continuaba. Esto nos lleva a pensar que como no alcanzaban ya las tierras agrícolas para alimentar a la gran población –y como Teotihuacán se había convertido en el centro más poderoso del altiplano- existía el sistema de tributo con los valles circundantes (Heyden, 1977). Para Miccaotli (150-250 d.C.) la primera fase del clásico, Teotihuacán puede considerarse una verdadera ciudad. No creció en extensión, pero si en densidad y complejidad. Se vivía entonces un momento de florecimiento y expansión comercial. En la siguiente fase Tlamimilolpa (250-400), aumentó la población teotihuacana. Se construyó la plaza de la pirámide de la luna, el templo de los caracoles 48

emplumados y el gran conjunto, enfrente de la ciudadela (López Austin y López Luján, 1996). La máxima extensión de la ciudad en esta fase parece haber sido de 22 kilómetros cuadrados, ligeramente menor que en la fase Miccaotli. Una extensión que tenía la ciudad en el cuadrante suroeste durante la fase Miccaotli ya no siguió conectada con la zona urbana en la fase Tlalmimilolpa. Los datos de que disponemos sugieren que durante esta fase el crecimiento de la población fue rápido y por primera vez llegó la ciudad a una situación de apiñamiento. Para esta fase podemos sugerir una población de 65,000 habitantes (Millon, 1966). Durante la fase Tlalmimilolpa, Teotihuacán tomó su forma definitiva, como la vemos hoy en día. Esta fase junto con el siguiente periodo ―Xolalpan (450-650 d.C.)― era la edad de oro de Teotihuacán, aunque Xolalpan fue más bien una continuación de Tlalmimilolpa. Es en la fase siguiente Xolalpan o Teotihuacán III y III A, que la ciudad llegó a su población más densa y grande y también a su influencia más extensa. Pero la extensión de la ciudad era un poco menor, abarcando una extensión de 20.5 kilómetros cuadrados. La influencia de Teotihuacán se hizo con gran fuerza desde Jalisco hasta El Salvador. Fue en este tiempo cuando Teotihuacán se convirtió en el centro más poderoso de Mesoamérica, que floreció por dentro y también atraía mucha gente

49

de afuera, peregrinos, comerciantes y residentes permanentes, quienes vivían en los barrios dedicados a diferentes grupos (Heyden, 1977). Nuestros cálculos sobre la densidad de la población durante la fase Xolalpan (450 d.C.- 650 d.C.) fueron hechos a base de las zonas residenciales que existen en la parte occidental. Calculamos que la densidad máxima en esta zona era de 8,000 habitantes por kilómetro cuadrado. Llegamos a este cálculo contando los edificios en una extensión de 500 metros cuadrados y después calculando el número de personas que pensamos vivieron en esos conjuntos residenciales o semirresidenciales. (Millon, 1966). La última fase del Clásico Teotihuacano fue Metepec (550-650 d.C.). La población decreció en esta fase a 85 000 habitantes. Existen indicios de que el centro de la ciudad fue incendiado y saqueado. Se calcula que fueron por lo menos 147 edificios dañados por el fuego. A pesar de que perdió entonces la hegemonía mesoamericana, sus dimensiones la situaban aun como el centro más importante del Altiplano central. Conservará esta preeminencia prácticamente durante dos siglos más (fases Oxtotícpac y Xometla, post-650) (López Austin y López Luján, 1996). Durante la fase Metepec o Teotihuacán IV nuestros datos sugieren una disminución tanto en extensión como en población. La disminución que se ve en el lado sur fue compensada en parte por una extensión en la porción oriental.

50

En total la extensión para esa época parece haber sido alrededor de 24 kilómetros cuadrados, ligeramente menor que durante la fase Xolalpan. Además tenemos la impresión de que la densidad de población era mucho menor en la fase Metepec que en Xolalpan. Por eso nuestro cálculo para la fase Metepec nos da 70,000 habitantes (Millon, 1966). A fines del siglo VII d.C. existían claros indicios de circunstancias transformadoras en Teotihuacán (Millon, 1988). En la iconografía haya alusiones a un militarismo creciente y sugerencias de que ciertas áreas públicas caían en el abandono. Al mismo tiempo, en la parte central de la ciudad se construían algunos de los complejos de viviendas privadas más grandes y elaboradas. Lo más dramático de todo es que a principios de la primera mitad del siglo VIII muchos edificios públicos a lo largo de la principal avenida norte-sur fueron incendiados a propósito e, inmediatamente después, la ciudad perdió alrededor del 80% de su población. Aun cuando continuó siendo un centro de cierta importancia, para 750 d.C. Teotihuacán había iniciado su largo e irreversible descenso hacia la oscuridad. La desintegración del Teotihuacán urbano y su sistema de asentamiento regional parece haber ocurrido en dos estadios distintos: un periodo temprano (Epiclásico, fase Coyotlatelco), cuando importantes contingentes emigraron aparentemente de Teotihuacán y se establecieron en grandes asentamientos nucleados al este y al sur, seguido de un periodo más tardío (Posclásico temprano, fase Mazapan) (Parsons, 2011).

51

2.5.2 Coyoacán.- (Clásico 150-600/650 d.C.) La cronología de un sitio está asociada a materiales de distinta índole como por ejemplo: materiales cerámicos, materiales líticos y de carbón que se asocian directamente con los entierros. Coyoacán es un sitio con poca información arqueológica, sin embargo, se cuenta con la tesis de la profesora Bautista en la cual nos informa que esta población se desarrolló en el periodo clásico. “los resultados obtenidos indican una relación entre los tres tipos de fechamiento y por lo tanto se puede concluir, que este tipo de sitio se sitúa dentro del periodo cultural Clásico, fase Tlamimilolpa, entre 100 y 300 años (Bautista, 1986).

2.6 Periodo Epiclásico (650-900 d.C.) Aplicado a la Cuenca de México, el Epiclásico es un término que, en sus orígenes Jiménez Moreno, (1966), se refiere al paso de las sociedades teocráticas a sociedades militaristas. Alternativamente, el término se ha usado para caracterizar el periodo que transita desde la llamada “caída” de Teotihuacán hasta la aparición de nuevos grandes centros de población y nuevas formas complejas de organización social y política en la Cuenca de México. Sería un periodo de transición marcado por la aparición en esa región de pequeñas comunidades, relativamente dispersas, y un flujo intenso de migrantes desde ―pero también hacia― la Cuenca de México. El producto de esos

52

movimientos poblacionales fue, entre otras cosas, la proliferación de comunidades multiétnicas y, también, de pugnas por la definición de los territorios que se iban ocupando. En la misma época y quizás como consecuencia de la desaparición del papel hegemónico y monopólico que hasta entonces había ejercido Teotihuacán, sitios periféricos como Xochicalco, Cacaxtla, Cantona y Teotenango experimentaron un fuerte desarrollo, todos ellos con expresiones culturales propias. Como culminación de este proceso surgió Tula, llamada a definir una tradición cultural que daría lustre a futuras comunidades de la cuenca. Las fechas en que esto ocurrió serían de 650 d.C.-900 d.C. Para la Cuenca de México la información disponible confirma el esquema de Rattray, (1996): los sitios Coyotlatelco son pequeños asentamientos a orillas de los lagos o en las orillas de los cerros a su alrededor; se ubican a distancias de 5 Km entre sí, y en posiciones distintas de las de los poblados teotihuacanos previos; tienen casas con pisos y muros estucados y ocasionalmente estructuras porticadas que podían haber tenido una función ceremonial. Con excepción de la producción de sal, que parece haberse concentrado en Ecatepec, y quizás de la alfarería, no existe evidencia de este periodo que sugiera una división del trabajo a nivel comunidad. Desde este escenario se produjo un proceso de expansión y concentración demográficas, al final del cual surgió una nueva propuesta cultural, nuevos centros

53

urbanos, y nuevas sociedades altamente estratificadas. Tula marcaría el inicio de esta nueva era (Nalda, 2007).

2.6.1 Xochimilco (Epiclásico 650-900 d.C.) A la caída de Teotihuacán las otras regiones de la Cuenca, como Xochimilco, experimentan un proceso de crecimiento poblacional y se da un reacomodo en las relaciones políticas y comerciales. En las orillas del lago de Xochimilco comienza – de acuerdo con datos arqueológicos recuperados en San Gregorio, Xochimilco y Tepepan–

la

construcción

y

utilización

900-1200 d.C. (Posclásico Temprano). Según

intensiva

de

chinampas.

las fuentes históricas,

los

Xochimilcas fueron parte de las tribus nahuas que migraron al Centro de México desde el norte, y eran guiados por un señor llamado Huetzalin, según algunas fuentes, o por Quilaztli, según otras. Al llegar a la Cuenca de México, los Xochimilcas se asentaron sucesivamente en Tlacotenco, Santa Ana y Milpa Alta, para finalmente ocupar el Cerro Cuailama (Santa Cruz Acalpixca). A partir de esta época y durante el resto del Posclásico se da la mayor expansión en el sistema de chinampas en el lago de Xochimilco (Peralta, 2011).

2.7 Periodo Posclásico Temprano y Medio (900-1350 d.C.) Los siglos transcurridos entre el Epiclásico –que siguió a la caída de Teotihuacány el surgimiento del imperio mexica en Tenochtitlan, incluyen el desarrollo y

54

colapso en Tula, al norte de las fronteras noroccidentales de la Cuenca de México, y la creciente importancia de la gran ciudad de Cholula, situada al sureste. El declive de la ciudad de Teotihuacán y de su sistema regional, en la Cuenca de México, durante el siglo VII d.C. parece haberse dado en dos etapas: 1) el Epiclásico, cuando grandes grupos de población emigraron desde Teotihuacán y, al parecer, se establecieron inicialmente en grandes establecimientos nucleares, 2) seguido por el Posclásico Temprano, marcado por una tendencia a lo rural y un descenso de la población en centro y sur de la cuenca, mientras que en el norte de la región se dio un aumento y concentración de la población. Durante el Posclásico Medio hubo un aumento significativo de la población y una mayor urbanización en el centro y sur de la cuenca, a la vez que en el norte se concentraban grandes poblaciones, un patrón claramente opuesto al que se presentó durante el Posclásico Temprano. La mayor parte de los centros del Posclásico Medio –Huexotla, Coatlinchan, Culhuacan,

Ixtapalapa,

Chalco,

Xico,

Xochimilco,

Tacuba,

Azcapotzalco,

Tenayuca y Xaltocan- se desarrollaron en las extensas márgenes de los lagos poco profundos y pantanos. En la Cuenca de México el Posclásico Temprano y Medio se caracterizan también por una variedad cerámica sin precedentes. Los arqueólogos aún buscan establecer una relación cronológica y cultural entre los grupos cerámicos, cuyos tipos diagnósticos son el Azteca I Negro sobre Naranja y el Rojo sobre Bayo de

55

Mazapan/Tollan. El final del Posclásico Medio se caracteriza por la presencia en toda la cuenca de cerámica Azteca II Negro sobre Naranja. En el último cuarto de siglo los arqueólogos han coincidido en lo siguiente. 1) La cerámica Rojo sobre Bayo, de la fase Mazapan, se presenta en toda la Cuenca de México y se relaciona estrechamente con los materiales de la fase Tollan, de la vecina Tula. Sus fechas probables abarcan de 900 a 1150 d.C. 2) La cerámica Azteca I Negro sobre Naranja se encuentra en grandes cantidades solamente al sur de la cuenca y en Xaltocan, al norte; tipos cerámicos estrechamente relacionados se distribuyen más hacia el sur, hacia Morelos, y al este, hacia Cholula y el suroeste de Puebla. Esta cerámica parece ser, al menos en parte, contemporánea de Mazapan-Tollan, con fechas probables de aproximadamente 1 000 a 1 250 d.C. En el sur de la cuenca la situación se complica (lo cual no ocurre en otras partes de la región), ya que encontramos que sitios en que la cerámica Azteca I Negro sobre Naranja y la Mazapan Rojo sobre Bayo coexisten en cantidades significativas; aunque suelen estar separadas, la distancia entre ellas no es mucha. Los dos centros más grandes con Azteca I negro sobre Naranja -Chalco y Culhuacan- presentan cantidades mínimas de cerámica Mazapan, mientras que en los asentamientos más pequeños, distantes apenas unos kilómetros, se encuentran cantidades significativas tanto de piezas relacionadas con el Mazapan Rojo sobre Bayo como del Azteca I Negro sobre Naranja.

56

En Xico apenas a unos cuantos kilómetros de Chalco, se encuentran cercanas si bien claramente separadas grandes concentraciones de cerámica Mazapan Rojo sobre Bayo y Azteca I y II Negro sobre Naranja. 3) El tipo Azteca II Negro sobre Naranja se encuentra en toda la Cuenca de México y en Tula, aproximadamente entre 1 200 y 1 350, después de lo cual fue sustituida en todas partes por la Azteca III Negro sobre Naranja. La cerámica Azteca II Negro sobre Naranja parece haberse desarrollado menos en la parte sur de la cuenca y su ausencia, casi total en el norte, puede deberse al despoblamiento de esa zona en el Posclásico Medio. En el sur de la Cuenca de México se observa una relación espacial entre el rojo Bayo Mazapan y el Azteca I Negro sobre Naranja, tanto en asentamientos urbanos como rurales, lo cual no existe en ninguna otra parte de la cuenca. Si coexistieron ambos complejos cerámicos en el sur, en esta región debió darse un tipo de organización multi-política/multiétnica. Durante el Posclásico Temprano, la isla de Xaltocan fue urbanizada y era abundante la cerámica Azteca I Negro sobre Naranja, aunque estaba rodeada por lugares donde predominaba el Rojo sobre Bayo Mazapan-Tollan. Esta situación podría indicar que, tal y como ocurrió en el sur, en el norte de la cuenca durante el Posclásico Temprano hubo una ocupación por múltiples grupos (Parsons, 2007).

57

2.7.1 Tula.- (Posclásico Temprano 900-1200 d.C.) La inclusión de Tula en nuestro estudio, que comprende el contexto histórico en la época prehispánica, durante sus tres periodos en la Cuenca de México está justificada, ya que si bien, esta población no perteneció geográficamente a la cuenca, si lo fue culturalmente, ya que existen evidencias arqueológicas e históricas que así lo respaldan. Tula fue, junto con Teotihuacán y Tenochtitlan, uno de los tres centros urbanos de mayor importancia en el Altiplano Central durante la época prehispánica. Los orígenes del Estado tolteca son diversos desde el punto de vista étnico y cultural. El surgimiento de este centro está relacionado con procesos que se iniciaron varios siglos antes, durante las ocupaciones de época teotihuacana y Coyotlatelco en el área (Mastache y Cobean, 1985). La influencia cultural de Tula se extendió sobre un área que sobrepasaba las fronteras de su imperio. Tula fue el primer Estado –después de la caída de Teotihuacán- que unificó extensas áreas de México y Centroamérica en un gran sistema cultural, y muchos aspectos de la civilización nahua, que alcanzara su máxima expresión con el imperio mexica, nacieron en el mundo tolteca. Durante su apogeo, entre los siglos X y XII d.C., Tula era la gran metrópoli del México antiguo, y su influencia abarcaba centenares de kilómetros. Es probable que, en términos de su estructura política y económica, el imperio tolteca fuera el antecedente directo del imperio mexica (Cobean, 1994).

58

Hacia el año 1050 de nuestra era, Tula era la gran capital del Altiplano Central de Mesoamérica, una extensa ciudad que para entonces tendría casi 16 km². Se tienen pocos datos sobre la extensión y estructura interna de los barrios, pero es probable que gran parte de ellos estuvieran definidos con base en el trabajo especializado que realizaban sus habitantes. Quizá, como Tenochtitlan y otros centros urbanos del México antiguo, había barrios habitados por extranjeros. Hay indicios de la existencia de un barrio de huastecos y de pequeñas colonias de mayas y mixtecos, así como de grupos del centro de Veracruz y de la costa del Pacífico de Chiapas y Guatemala. La composición étnica de la ciudad fue, tal vez, muy compleja. Las fuentes históricas hablan de los tolteca-chichimecas, originarios del norte de México, y de los nonoalca, supuestos descendientes de los teotihuacanos, grupos que hablaban, al parecer, náhuatl, aunque es posible que el otomí fuera también la lengua de muchos de los habitantes de Tula; estudios lingüísticos e históricos indican que esta área fue poblada por grupos otomianos desde varios siglos antes de la conquista española. La cuidad se extendía más allá del río Tula, de manera que este no constituyó un límite para su crecimiento. Tula estaba ubicada en forma estratégica con respecto al amplio valle aluvial que se extiende al oriente, que debió haber sido de especial importancia económica para su potencial agrícola. Los cultivos principales eran el maíz y el maguey, ambas plantas básicas para la economía y subsistencia de los pueblos prehispánicos del Altiplano Central (Mastache, 1994).

59

El descenso de la población en el área después de la fase Tlalmimilolpa, que culmina con el abandono de los sitios durante la fase Metepec (650-750) d.C.), está directamente relacionado con el proceso de decadencia de Teotihuacán como centro de poder político y económico, y es parte de un fenómeno generalizado de cambios radicales en la distribución de la población y patrones de asentamiento, así como de reorganización política y económica en la mayor parte del Altiplano Central durante la decadencia y colapso de Estado teotihuacano. El periodo ubicado entre 900 y 1150 d.C., marca la consolidación y expansión del Estado Tolteca. Este proceso puede ser dividido en dos etapas que por el momento no podemos ubicar cronológicamente con precisión, pero en términos generales, consideramos que la primera abarca la Fase Corral y parte de la Fase Tollan, tal vez hasta aproximadamente 1000 d.C., y la segunda, de esta fecha aproximadamente 1200 d.C. (Mastache y Cobean, 1985). Hasta la fecha se desconocen las causas que ocasionaron la decadencia y colapso del Estado tolteca hacia fines del siglo XII d.C. Al parecer, se conjugaron una serie de factores internos y externos de naturaleza diversa que provocaron conflictos y conmociones sociales que el Estado no pudo resolver. Para el siglo XIV, la región de Tula estaba sujeta a los tepanecas de Azcapotzalco: había ya perdido su importancia como centro de poder, y quedaba incluida en las provincias de Jilotepec, Atotonilco y Ajacuba; a la caída de Azcapotzalco, pasó a ser dependiente de los mexica (Mastache, 1994).

60

Pero a diferencia de otros sitios, el área de asentamiento de los toltecas jamás se deshabitó completamente por un largo periodo. Desde antes del inicio del predominio de los mexicas, Tula y sus inmediaciones volvieron a poblarse con rapidez, calculándose que para 1519 había en el área entre 30,000 y 40,000 habitantes (Noguez, 2001).

2.7.2 Culhuacán.- (Posclásico Medio 1150-1350 d.C.) Al ocurrir la destrucción del “Imperio Tolteca” entre los años de 1152 y 1168, todos los grupos humanos que conformaron este primer Estado político que conoce nuestra historia prehispánica, se desplazaron hacia lugares del sur de su hábitat. Una de las provincias de ese Estado, la occidental, estaba constituida por dos grupos principales, los azteca y los colhua, habitantes de Aztlan y de Teocolhuacan ―el antiguo Colhuacan― respectivamente. Estos grupos al desplazarse hacia el sur, pronto llegaron frente a Tula en donde tuvieron participación activa en la destrucción del Imperio. Una vez consumado este hecho, los colhua continuaron su migración hacia el Valle de México, bajo la dirección de Nauhyotzin y Cuahtexpetlatzin, hasta que llegaron a una península que se abría paso entre las aguas de los Lagos Texcoco y Xochimilco. Allí se establecieron, fundando el nuevo Colhuacan, al pie del Xuixachtecatitlan o Cerro de la Estrella como se le denomina actualmente. Algunos años más tarde, al ocupar los chichimecas la parte norte de la Cuenca de México, bajo el mando de Xolotl, se lanzaron a la conquista de todos los pueblos 61

sedentarios de las riberas de los lagos que constituían la cuenca. Una guerra entre chichimeca y colhua determinó que estos se constituyeran en tributarios de aquellos. Esto sucedía en el siglo XIII, y al finalizar el siglo los colhua habían vuelto a recuperar su autonomía debido a los enlaces genealógicos de sus señores con los señores chichimeca, sin embargo, volvieron a ser conquistados nuevamente en el año 1366 por los mexica cuando éstos combatían como mercenarios a favor de los señores de Azcapotzalco. Desde entonces ya no recobrarían la autonomía, pues al fundarse la Triple Alianza entre los años de 1428 y 1433, Culhuacán quedó sujeto de los tres pueblos miembros de dicho organismo. (Gorbea, 1959).

2.7.3 Azcapotzalco.- (Posclásico Medio 1124-1428) Azcapotzalco durante los años de 1124 a 1428, es el centro del Tepanecapan, el país de los tepanecas, que controla no sólo la región de Tacuba, sino la Cuenca de México y extensos territorios del Estado de México, Hidalgo, Morelos y Guerrero, siendo el lugar donde se estableció el tepanecatlahtohcayotl, el imperio de los tepaneca. González (2004) menciona que durante la etapa clásica (400-650 d.C.) aparecieron centros urbanos en la región de Azcapotzalco con características teotihuacanas. Estos, se caracterizaron por la presencia de tipos cerámicos característicos y evidencias arquitectónicas como villas (estructuras rectangulares

62

con cuartos que miran a un patio cerrado y central, fogones centrales, pisos de estuco o barro alisado, empleo de braseros, aplicaciones moldeadas, etc.). Al ocurrir la caída de Teotihuacán, comienza un proceso social de reacomodo, que duró aproximadamente del 650 al 850 d.C. en el que los centros urbanos de Azcapotzalco decayeron, posiblemente por la emigración de sus habitantes. Los asentamientos establecidos a lo largo de la primitiva ribera y de los antiguos ríos de los Remedios y de Azcapotzalco, fueron abandonados estableciéndose una

pequeña

población

culturalmente

diferente,

que

producía

cerámica

Coyotlatelco y que posiblemente procedía del Valle de Toluca. Esta nueva población con una tradición cultural diferente, inició la tarea de repoblar la localidad y de iniciar trabajos de control hidráulico tendientes a convertir una gran parte de la localidad pantanosa y ribereña, en terrenos aptos para la agricultura y la habitación. De esta forma, surgió así una pequeña unidad política independiente de filiación otomí o matlatzinca, que dominaría la ribera noroeste del lago y las islas adyacentes. Posiblemente es en esta época, cuando la política de distribución poblacional del imperio tolteca, en plena fase Tollán (900-1100 d.C.), llegaron a Azcapotzalco, grupos numerosos de inmigrantes de filiación otomiana que antecedieron a los tepanecas. González (2004) hace mención que entre la caída de la hegemonía tolteca y la consolidación del señorío Tolteca-Chichimeca de Tenayocan, se registraron numerosos reasentamientos, cambios poblacionales y varias migraciones étnicas. 63

Dentro de esta dinámica, los denominados toltecas-chichimecas de Xolotl se establecieron en la Cuenca de México, fijando su capital en Tenayocan, e incorporan a Azcapotzalco y muchos otros asentamientos a su gobierno. Es en este momento cuando, según las fuentes llegaron los tepanecas a la Cuenca de México. Según estas fuentes (Anales de Tlatelolco, y la Obra de F. de Alva los tepanecas eran inmigrantes que ya estaban inmersos en la alta cultura mesoamericana y que buscando nuevas tierras, llegaron a la cuenca con sus propios señores y caudillos, donde Acolhua según la mayoría de las fuentes, sería el líder principal. Los tepanecas y sus dirigentes serían recibidos por Xolotl y sus señores como sujetos, obligados a servir y tributar, otorgándoles a cambio el territorio de Azcapotzalco para vivir y sellando su alianza con los tolteca-chichimeca, con el matrimonio de la hija de Xolotl (Cuetlaxochitl) y el caudillo tepaneca Acolhua. Estos dos actos, el otorgamiento de un territorio propio y la unión de linajes nobles, originaron el surgimiento de una dinastía local de gobernantes, que a la cabeza de su propia organización política-territorial, el Altepetl de Azcapotzalco, iniciaron una continua expansión económica, política y militar, que poco a poco a lo largo de 300 años, se convirtió en el poder hegemónico en la Cuenca de México. González (2004) comenta que surgió así, el Tepanecapan o Gran Señorío Tepaneca, poder político que rivalizó y finalmente eclipsó a los señores de Acolhuacán, herederos de los señores tolteca-chichimeca de Tenayuca. Ya para

64

fines del siglo XIV, Azcapotzalco era la principal fuerza político-militar de la Cuenca de México y controlaba un extenso territorio. Al parecer el señorío tepaneca no había desarrollado instituciones que permitieran la transmisión pacífica del poder por lo que estalló una lucha dinástica entre sus hijos, Tayatzín y Maxtlatzín, que fueron apoyados por distintas facciones tepanecas y por varios señoríos aliados, interesados en el control del señorío de Azcapotzalco, situación que ocasionó una guerra civil tepaneca. Tanto mexicas, tlatelolcas, acolhuas, colhuas y otros grupos y señoríos tomaron partido. En esta guerra de sucesión, que se inició al parecer en 1426 y que finalizó en 1427, intervinieron todos los gobernantes aliados y tributarios, ya que todos estaban emparentados, como resultado de las alianzas matrimoniales de Tezozomoc. La guerra de tenochas y acolhuas contra Azcapotzalco se libró probablemente entre 1427 y 1428. En esos años, se formó una alianza política y militar entre tezcocanos, mexicanos y otros grupos contra Maxtla y el señorío de Azcapotzalco. Con la toma y destrucción de Azcapotzalco, en 1428, la guerra contra los tepanecas no terminó sino hasta cinco años después, en 1433, pues se siguió combatiendo en las ciudades tepanecas de Coyoacán, Tacubaya y Churubusco, lugares donde Maxtla siguió organizando la resistencia hasta que fue definitivamente vencido y perseguido hasta Morelos y Guerrero (González, 2004).

65

2.8 Periodo Posclásico Tardío (1350-1519 d.C.) Después del fin de Tula, la Cuenca de México pasa por un periodo de fragmentación política: los asentamientos en la porción sur están ubicados en la ribera del lago; el sector norte está desierto y en la región central observamos cuatro grandes centros, Azcapotzalco, Tenayuca, Huexotla y Coatlinchan. En cambio, durante tiempos mexicas toda la cuenca estaba densamente poblada. La profusión de fuentes escritas que se refieren a este periodo nos ayuda a comprender el grado de explotación de los recursos del área. Para el Lago de Texcoco sabemos que se pescaba con redes pequeñas y cañas. Además se cazaban aves migratorias con lanzas, lanzadardos y redes. Se recolectaban huevecillos de hemípteros (axayácatl,) algas espirulinas (tecuítlatl), ajolotes, tules, etcétera. Tenemos también evidencias de la explotación extensiva de la sal en el Lago de Texcoco. Como indicador de esta actividad está la cerámica de Texcoco con impresión textil, donde se calentaban las soluciones salinas (Manzanilla y Serra-Puche, 1987).

2.8.1 Tlatelolco.- (Posclásico Tardío 1325-1521) Los códices y crónicas nos relatan la llegada al Valle de México, en el siglo XIII, de un grupo de emigrantes que decían provenir de un lugar mítico llamado Aztlán, “la tierra blanca” o “tierra de las garzas”, ubicado en las regiones septentrionales del país.

66

Desde su salida de Aztlán, tanto los tenochas como los tlatelolcas integraban un solo grupo, lo cual no significa que vivieran en orden y concierto. Las envidias y rivalidades estaban a la orden del día; este desacuerdo se hizo evidente cuando Tenoch, después de fundar su ciudad capital en la fecha indígena “dos casa”, correspondiente al año 1325 de nuestra era, acomodó a la población en el nuevo territorio; el espacio se dividió en cuatro sectores o grandes barrios, tal como podemos apreciarlo en la primera lámina del Códice Mendocino. El sitio que correspondió a los tlatelolcas no les satisfizo, lo que provocó su retirada a unos islotes situados al norte de Tenochtitlan, conocidos como Nonoalco y Tlatelolco; ahí fundaron su propia urbe, según algunos autores, en el año1338 d.C. Tlatelolco vino a ser la cuidad contigua de Tenochtitlan y su incómoda aliada. Los habitantes de Tlatelolco, más interesados en el comercio que en la guerra, se sirvieron quizá de los mexicas como mercenarios, con el fin de proteger sus rutas comerciales. (Solís y Morales, 1990) México-Tlatelolco y México Tenochtitlan fueron dos ciudades edificadas por el mismo grupo mexica, cuya fundación cumplió los mismos cánones. Su población se diseminó hacia las cuatro esquinas de su universo, mismo que no respetó su traza original, debido al lago circundante, y cuando Tlatelolco alcanzó su momento de mayor expansión poblacional, llegó a tener 19 barrios circundantes y varios pueblos tributarios.

67

Es muy posible que las versiones de que había más de 300 000 habitantes en las ciudades mexicas sean plausibles dada la población fluctuante proveniente de todas las demás ciudades aposentadas en el entorno de los lagos, que asistía al centro comercial de los mexicas y además de sus respectivos recintos sagrados. (Guilliem, 2001). A la llegada de los conquistadores españoles, Tlatelolco estaba gobernado por Cuauhtémoc, el águila que desciende, el sol que se oculta, quien tendrá el destino glorioso de ocupar por vez postrera el trono de Tenochtitlan. Este valeroso guerrero se encarga de organizar la defensa de sus ciudades; pero el ataque español, aunado al apoyo que reciben de los tlaxcaltecas colaboracionistas, la nueva estrategia militar y las armas novedosas, rinden finalmente la resistencia india. El 13 de Agosto de 1521, el día de San Hipólito, el “joven abuelo” es capturado por Diego de Holguín; con su rendición termina el ciclo de la historia indígena. (Solís y Morales, 1990).

2.8.2 Mexicas.- (Posclásico Tardío 1325-1521). Los mexicas llegaron al Altiplano Central como una de las tribus guerreras denominadas chichimecas. Por lo que se refiere a su lugar de procedencia, las fuentes del siglo XVI coinciden en que los grupos mencionados en la mítica peregrinación salieron de un lugar común denominado Aztlán, el cual se localiza, según Kirchhoff (1961) en la parte suroccidental del Bajío, y que de este punto

68

partieron los diversos pueblos que se mencionan en la “Tira de la Peregrinación” (1831), siendo el grupo mexica el último en llegar a la Cuenca de México. Así los mexicas se presentan en las fuentes como un grupo cultural bastante contradictorio y difícil de definir. Sin embargo, se piensa que aun que no es posible delimitar todos y cada uno de los rasgos culturales de este grupo en el transcurso de su peregrinación, tampoco se puede aceptar al pie de la letra lo que dicen algunas fuentes, en el sentido de que un pueblo nómada haya adquirido en un lapso relativamente corto, los conocimientos suficientes para fundar Tenochtitlan, tener un sistema intensivo de cultivo y una compleja religión. Se sabe que, por el contrario, en sus comienzos los mexicas fueron nómadas y que posteriormente se aculturaron al entrar en contacto con otros grupos, de tal manera que después de establecerse en la cuenca de México, pasaron muchos años antes de contar con un acervo cultural avanzado. No se debe olvidar que antes de la llegada de los mexicas a lo que hoy es la Ciudad de México, hacia el siglo XII, varios grupos toltecas ya se habían asentado en la mitad sur de la Cuenca de México, en Culhuacan y Xico. Estos pueblos difundieron su cultura a otros, tanto a los que habían llegado antes que ellos como a los que llegaron después. Entre estos últimos estaban los chichimecas de Xólotl, que se establecieron en Tenayuca; los acolhuas, que fundaron Coatlinchan; los otomíes, que se asentaron en Xaltocan, y los tepanecas, que ocuparon la antigua ciudad de Azcapotzalco, originalmente fundada por refugiados procedentes de Teotihuacán. Según Michael

69

Coe (1962), todos estos grupos, a excepción de los otomíes, eran hablantes de náhuatl. Finalmente, después de su larga peregrinación, los mexicas se asentaron en la cuenca de México, y hacia 1325 fundaron Tenochtitlan. Desde un principio los mexicas se caracterizaron por ser un grupo eminentemente guerrero, pero fue durante el gobierno de Itzcóatl en 1427-1440, cuando tuvo lugar una serie de importantes sucesos sociopolíticos que marcaron la hegemonía de este grupo sobre los otros de la cuenca de México. Así, los tlatelolcas trataron de dominar a los tenochcas, intento que fracasó; pero también en esta época los tenochcas obtuvieron su triunfo sobre los tepanecas y se liberaron del señorío de Azcapotzalco, dando lugar a la formación de una liga político-militar denominada la “Triple Alianza” entre Tlacopan, Tenochtitlan y Texcoco. A consecuencia de esta alianza se inició la conquista y expansión territorial de los mexicas, que abarcó en lo político y en lo económico un vasto territorio fuera de la cuenca de México. Para el año de 1517 se tuvieron noticias de la llegada de las primeras exploraciones españolas a las costas de Yucatán y cinco años más tarde, en 1521, los conquistadores tomaron prisionero a Cuauhtémoc, destruyeron la Ciudad

de

México-Tenochtitlan

y

posteriormente

Tlatelolco;

con

este

acontecimiento llegó a su fin la política expansionista de los mexicas (Salas, 1982).

70

Hacia 1519, la capital del Estado mexica cubría una superficie urbana de 12 a 15 km², con una población aproximada de 235,000 habitantes siendo, en su tiempo, la ciudad más poblada de América y una de las más grandes del mundo. Los mexicas, a la cabeza de a triple alianza (Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba), lograron extender sus dominios sobre un territorio de aproximadamente 200,000 km², teniendo bajo su control 38 provincias con cerca de 5 o 6 millones de habitantes. Así pues, Tenochtitlan fue una de las ciudades- Estado más poderosas de su tiempo, hasta el momento de su destrucción a manos de un gran ejército comandado por Hernán Cortés (más de 900 españoles, 86 caballos, 15 cañones, 15 bergantines y miles de aliados indígenas), el cual conquistó la ciudad y capturó a Cuauhtémoc, su ultimo gobernante, el 13 de Agosto de 1521 tras 75 días de sitio. (Olmedo, 1993).

71

3. DESCRIPCIÓN DE LAS TÉCNICAS, MÉTODOS Y OBTENCIÓN DE RESULTADOS

3.1 Técnica métrica Como parte de la metodología utilizada, inicialmente se llevó a cabo un entrenamiento para el control del error técnico de medida. Para ello, se realizaron mediciones en los huesos de veinte individuos, pertenecientes a la Colección Ósea del Laboratorio de Antropología Física, Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México. Como se ha mencionado, el objetivo de dichas mediciones fue reducir el margen de error en las mediciones realizadas por un mismo observador y que las observaciones métricas realizadas por los dos osteometristas no presentaran discordancias. Para evaluar el error de medida entre observadores y en mediadas repetidas realizadas por un mismo observador, se realizaron las siguientes pruebas estadísticas: prueba t-student para muestras relacionadas, análisis de normalidad de la varianza (ANOVA) y análisis de correlación lineal. La primera prueba permite la comparación de medias entre observadores, mientras el ANOVA fue tomado en cuenta como una generalización de la prueba T para más de dos muestras

72

independientes y que a su vez permite observar la homogeneidad de la varianza entre las muestras. La última prueba estadística fue utilizada con la intención de evaluar la exactitud en la repetición de las medidas. Los resultados del análisis de error de medida se resumen en el Apéndice A. Después de haber aplicado las pruebas estadísticas mencionadas fue posible concluir, que no se observaron diferencias significativas en la repetición de medidas entre observadores y tampoco en las repeticiones realizadas por un mismo observador (Apéndice A).

Una vez realizada la estandarización de medidas, se procedió al análisis métrico de los esqueletos que proceden de sitios arqueológicos de la Cuenca de México y que se encuentran albergados en la Dirección de Antropología Física del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

De los esqueletos seleccionados que estaban en condiciones de ser medidos, se utilizaron todos los huesos largos, cuando la osamenta estaba completa, los huesos medidos fueron: húmero, radio, ulna, fémur, tibia y fíbula, se midieron tanto los de lado izquierdo como los del derecho. En general las mediciones de los huesos largos fueron realizadas siguiendo las recomendaciones de Buikstra y Ubelaker (1994). No obstante, cuando los huesos se encontraban rotos, pero con la presencia del 75 % y por lo menos con una de las epífisis completas, las mediciones se realizaron a mitad de la diáfisis como lo recomiendan Stelee y McKern (1969) (Apéndice B Figuras 4 a 9). En todos los casos, las mediciones

73

fueron realizadas utilizando la tabla osteométrica de Paleotech-Instruments© (www.paleo-tech.com).

3.2 Método para la realización del análisis esquelético

En la presente investigación sólo fueron analizados individuos maduros (a partir de 18 años). Para lo cual se tomó en consideración el cierre completo de las epífisis de los huesos largos (McKern y Stewart, 1957). En general, todos los individuos fueron considerados como adultos, sin asignar grupo de edad al que pertenecen.

Además se tomó en cuenta que los huesos no tuvieran ninguna fractura o deformidad que implicara o alterara el tamaño del hueso.

3.3 Método para la estimación de sexo

Tomando en cuenta el dimorfismo sexual, una de las variables que en nuestro estudio resulta de suma importancia es el sexo al que pertenece cada uno de los individuos estudiados. Debido al estado de conservación (fragmentario) general en el cual se encuentran gran parte de los esqueletos que han sido analizados en esta investigación, decidimos utilizar las propuestas metodológicas de Phenice (1969), Bruzek (2001) y Walker (2005) debido a que permiten el diagnóstico del sexo correctamente en porcentajes entre 80% y 96%; pudiendo ser aplicados a huesos mezclados y/o en estado fragmentario de conservación.

74

Adicionalmente recurrimos a una estrategia matemática para la estimación sexual de los ejemplares que no contaran con los huesos de la pelvis o el cráneo; la cual, se describe a continuación.

3.4 Análisis discriminante (LDA) Para asignar el sexo en los casos indeterminables, se utilizó el Análisis Discriminante Lineal (LDA por sus siglas en inglés). El LDA es un procedimiento que permite calcular el vector de máxima separación o discriminación entre grupos y que es función lineal de las variables originales. En este caso, dicho análisis fue realizado a partir de las mediciones originales de las longitudes de cada hueso (húmero, ulna, radio, fémur, tibia y fíbula). De acuerdo a los datos de asignación sexual mediante el análisis visual (Phenice, 1969; Bruzek 2001; Walker, 2005), en la muestra general, pudimos observar que las probabilidades previas o a priori del sexo masculino son cercanas al 55.3% mientras que para el sexo femenino son de 44.7%. No obstante en el análisis discriminante, los grupos fueron incluidos con igualdad de probabilidad de pertenecer al sexo masculino o femenino. De esta manera, las probabilidades previas, solo son tomadas en cuenta como un valor que permite contrastar los resultados de la clasificación posterior al LDA. En el resultado del análisis discriminante fue posible observar que en general se obtuvo un valor de 73.8% de clasificación correcta (70.9% en el sexo femenino y en el masculino 76.1%). Por lo cual, se puede considerar que corresponde a un 75

porcentaje aceptable tomando en cuenta que en investigaciones previas se han reportado promedios de clasificación correcta entre 65% y 80% en huesos del esqueleto postcraneal (Pimienta, 2000; Escorcia, 2008). Adicionalmente, hemos podido evaluar que del total de los 112 casos de los cuales el análisis visual no permitió estimar el sexo 40% fueron clasificados como femeninos mientras que el porcentaje restante (60%) se clasificaron como del sexo masculino. Es posible apreciar, que estos porcentajes corresponde aproximadamente a las probabilidades previas de pertenecer al grupo. Lo anterior nos permite considerar que el LDA arrojó resultados que no afectan a la distribución inicial en la composición de la muestra por sexos (Apéndice C). Por último, es importante mencionar que de acuerdo a las probabilidades posteriores de pertenencia al grupo una frecuencia considerable de casos se apilan por encima del 80% de probabilidad de estimación correcta, aunque en el sexo masculino existe un número elevado de casos con probabilidades de ser intermedios (Apéndice C).

3.5 Método para la estimación de estatura

Diversas ecuaciones de regresión lineal han sido propuestas para población mexicana (Trotter y Gleser, 1952 y 1958; Genovés 1967 y Del Angel y Cisneros, 2004) Por ello, en este trabajo siguiendo las recomendaciones de Menéndez y colaboradores (2011) se utilizó la propuesta por Genovés (1967) para grupos

76

mesoamericanos bajo la consideración de lograr estimaciones con suficiente confiabilidad.

Para la estimación de la estatura, siempre que fuera posible se utilizó el fémur izquierdo, no obstante, cuando éste se encontró ausente fue utilizado el fémur derecho como valor aproximado. En los esqueletos, en donde hicieran falta los fémures de ambos lados, se recurrió a la tibia o los huesos del miembro superior, respectivamente de acuerdo a su importancia (Genovés, 1967).

3.6 Análisis estadístico Con la base de datos obtenida; se les dio un tratamiento de estadística descriptiva que consiste en obtener el mínimo, el máximo, la media, el rango y la desviación estándar de cada una de las poblaciones divididos por sexo. También se llevó a cabo estadística inferencial, en un primer momento se realizó la prueba de normalidad Shapiro-Willk con el propósito de conocer la distribución de la función de probabilidad de los datos y poder realizar las estadísticas inferenciales (Apéndice D). Posteriormente se realizó el análisis de normalidad de la varianza (ANOVA), el cual permitió comparar las medias poblacionales y dar cuenta si alguna de esas es diferente. Posterior al ANOVA, se realizó la prueba Tukey que puede considerarse complementaria y la cual permite evaluar mayores detalles al contrastar las múltiples medias.

77

3.7 Modelo de Relethford-Blangero Finalmente el análisis Relethford-Blangero (Relethford, 1994; Relethford y Blangero 1990) ha permitido evaluar la cantidad de variabilidad de la estatura que existe al interior de los grupos y que no es debida a las diferencias que existen entre los grupos. De esta manera el estimador Fst puede ser considerado como un valor que predice los valores observados respecto a la variabilidad esperada en un ordenamiento aleatorio. Bajo la teoría de la genética cuantitativa, ello puede ser tomado en cuenta como equivalente al principio de Hardy-Weinberg.

3.8 Obtención de Resultados

Para la realización de esta investigación, se analizaron 532 esqueletos (43.7% femeninos y 56.3% masculinos) pertenecientes a la Osteoteca de la Dirección de Antropología física, del Museo Nacional de Antropología e Historia. Se analizaron 11 colecciones (Tlatilco, Ticomán, Cuicuilco, Teotihuacán, Coyoacán, Tula, Xochimilco, Culhuacán, Azcapotzalco, Tlatelolco y Mexicas) pertenecientes a diferentes periodos históricos (Preclásico, Clásico y Posclásico).

Luego de analizar la distribución de los datos mediante la prueba Shapiro-Willks, se observó que para cada sexo y en todas las poblaciones los datos muestran distribución normal (p>0.05). Adicionalmente, a través de las gráficas Q-Q sin tendencias, ha sido posible verificar que aunque en algunas poblaciones el

78

tamaño muestral es muy reducido la distribución normal se ha mantenido debido a que presentan valores observados entre -1 y 1 desviaciones del valor normal esperado (Apéndice E).

FEMENINO

TCO TIC CUI TEO COY TUL XOCH CUL AZC TLAT STC

N 56 3 22 13 10 8 7 11 52 46 5

Media 156.37 152.48 152.20 150.42 150.25 151.10 149.98 150.80 152.86 151.29 148.18

D.S 4.99 1.90 4.71 6.93 3.91 3.69 5.78 4.57 5.01 5.19 2.29

Mediana 156.22 152.18 153.47 148.65 150.88 149.52 152.69 149.98 153.28 151.92 148.37

Mínimo 146 151 141 141 145 147 141 145 143 140 145

Máximo 171 155 160 166 156 158 156 159 168 164 151

Tabla 2. Composición de la muestra de análisis sexo femenino. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC= Tenochtitlán. Se puede observar que la estatura en el horizonte cultural Preclásico nos arroja las estaturas más elevadas, Tlatilco es la población más alta, seguida por Cuicuilco y por último Ticomán. El Clásico presenta un decremento de la estatura (Teotihuacán y Coyoacán) la media de Coyoacán es de 150.25cm, Teotihuacán tiene una media similar que es de 150.42cm.

79

TCO TIC CUI TEO COY TUL XOCH CUL AZC TLAT STC

N 75 6 16 24 18 8 7 16 50 64 15

Media 163.48 163.97 164.10 162.87 162.61 158.05 161.03 163.29 160.14 160.58 160.25

MASCULINO D.S. 5.90 4.75 4.56 4.48 4.49 4.77 4.49 5.60 4.44 4.29 5.26

Mediana 162.68 164.46 163.32 163.31 163.22 158.13 161.98 163.16 160.47 160.79 161.07

Mínimo 146 157 156 150 153 151 155 154 149 151 149

Máximo 176 170 174 173 170 165 167 175 170 174 167

Tabla 3. Composición de la muestra de análisis sexo masculino. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC=Tenochtitlán.

En cuanto a las poblaciones del Posclásico se observa que la estatura decrece aún más, sin embargo, esta tendencia no es muy clara en todas las poblaciones. Solo se presenta de manera “clara” en las poblaciones de Xochimilco y S.T.C (Mexicas). Las medias de estas dos poblaciones se encuentran por debajo del 150cm. Las demás poblaciones se mantienen con una media de 150cm, es posible notar que en el sexo femenino no existe una tendencia clara sobre la disminución de la estatura entre horizonte histórico-cultural, con excepción de las mujeres del Preclásico que presentan las estaturas más elevadas, las mujeres del Clásico y Posclásico parecen haber mantenido una estatura similar.

80

170 FEM

MAS

165

160

155

150

145

140 TCO

TIC

CUI

TEO

COY

TUL

XOCH

CUL

AZC

TLAT

STC

Figura 1. Valores promedio de la estatura para el sexo femenino y masculino de las diferentes poblaciones de la Cuenca de México. Las barras verticales representan los periodos culturales blanco=preclásico, azul oscuro=clásico y azul claro=Posclásico. Es posible apreciar una disminución de la talla en relación al tiempo en ambos sexos. TCO=Tlatilco, TIC=Ticomán, CUI=Cuicuilco, TEO=Teotihuacán, COY=Coyoacán, TUL=Tula, XOCH=Xochimilco, CUL=Culhuacán, AZC=Azcapotzalco, TLAT=Tlatelolco, STC= Tenochtitlán.

La estatura de las poblaciones del Preclásico son las estaturas más elevadas, Cuicuilco nos arroja la mayor estatura para este periodo, sin embargo, solo difiere de Tlatilco y Ticomán por un centímetro. En el periodo Clásico se presenta una disminución de la estatura de un centímetro, la población de Coyoacán nos da una media de 162.61 cm por su parte Teotihuacán tiene una media similar de 162.61 cm.

81

Suma de gl Media F Sig. cuadrados Inter-grupos 1196.07 10 119.61 4.759 0.000 5579.31 222 25.13 Femenino Intra-grupos Total 6775.38 232 Inter-grupos 782.66 10 78.27 3.187 0.001 7072.81 288 24.56 Masculino Intra-grupos Total 7855.47 298 Tabla 4. Análisis de Normalidad de la Varianza (ANOVA). Se presentan los resultados para ambos sexos. Es posible asegurar que al menos una de las medias de la estatura entre las poblaciones es diferente de manera significativa (p
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.