“¡CALLA SERPIENTE! El liberalismo y el problema de la tolerancia religiosa, reflejada en el proceso al folleto La Serpiente de Moisés de Francisco Margallo, en la Caracas de 1826\". Anuario de Estudios Bolivarianos, Nº 11, año X. Caracas, Bolivarium, USB, 2005

Share Embed


Descripción

¡Calla Serpiente! El liberalismo y el problema de la tolerancia religiosa, reflejada en el proceso al folleto La Serpiente de Moisés de Francisco Margallo, en la Caracas de 1826 Guillermo T. Aveledo Coll Escuela de Estudios Políticos y Administrativos Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Universidad Central de Venezuela Resumen: Cuando Miguel Santana, racionero de la Catedral de Caracas, publicó en 1826 el folleto La Serpiente de Moisés, renovó la discusión pública alrededor de unas de las máximas políticas centrales de la sociedad que se proyectaba: la tolerancia religiosa. Enmarcados en el secular conflicto entre la defensa de la intolerancia y la implantación del “tolerantismo”, la reacción que suscitó el texto (escrito originalmente por el padre Francisco Margallo en Bogotá), refleja la importancia de la tolerancia para el establecimiento de una república comercial, ilustrada, abierta a la inmigración y dispuesta a las mejoras que la industria y el trabajo pudiesen proveerle. El texto de Margallo y el gesto de Santana, ponían a prueba los límites teóricos planteados por los nuevos modelos de convivencia política, cuestionando no sólo sus principios, sino su posibilidad práctica en una república que, consideraban, estaba en su origen comprometida con el Catolicismo. Palabras Clave: Venezuela / Liberalismo / Tolerancia Religiosa Abstract: When Miguel Santana, prebendary of Caracas’ Cathedral, published a pamphlet entitled La Serpiente de Moisés in 1826, he renewed the public discussion over one of the core political maxims of such envisioned society: religious toleration. Framed within the secular conflict between the defence of intolerance and the introduction of “tolerantism”, the reaction produced by such text (originally published in Bogotá by priest Francisco Margallo), reflects the importance of toleration for the establishment of a commercial and enlightened republic, open to immigration and apt to the improvements that industry and labour could provide. Margallo’s text, and Santana’s gesture, put to the test the theoretical limits set for the new model of political coexistence, questioned not only over its principles, but also over its practical possibilities in a republic that, the thought, was at its origin committed towards Catholicism. Keywords: Venezuela / Liberalism / Religious Toleration

“… pardonnons-nous réciproquement nos sottises” Voltaire, “Tolerance”, Dictionnaire philosophique (1764)

Preliminares A comienzos de 1826 apareció reimpreso en Caracas un folleto titulado La Serpiente de Moisés, publicado originalmente en Bogotá bajo la autoría del Pbro. Francisco Margallo. Así, un humilde sacerdote del Cabildo Eclesiástico de Caracas, el Pbro. Miguel Santana, saltó a la posteridad para convertirse en la primera persona juzgada bajo la Ley de Imprenta de la nueva república, y en el centro de una encendida polémica acerca de las bondades y peligros de la tolerancia religiosa. El tema central de este trabajo es reproducir ese episodio, usando las fuentes directas y los documentos de referencias que colecciones y reproducciones nos han facilitado, a la luz de la historia intelectual del liberalismo venezolano157 que se vio retado en uno de sus dogmas fundamentales por el ofidio de papel. La oposición se encuentra en los viejos argumentos en contra de la tolerancia, y la postura que aspiraba al establecimiento de la misma como un principio político permanente en la sociedad políticamente organizada. Al aproximarnos al episodio a la luz de la historia intelectual del liberalismo venezolano, podemos encauzarlo como parte de una reflexión creciente; en este caso, la discusión de Margallo-Santana con sus opositores es fértil campo para avanzar en otras reflexiones, y establecer así nuevos pasos hacia una línea de investigación mayor: la de la relación entre las distintas nociones de ciudadanía y la fe religiosa en nuestros comienzos republicanos158. I. Liberalismo y Tolerancia La ideología de la sociedad comercial, que luego se configurará como liberalismo, era la más pujante fuerza intelectual en la Caracas de 1826. De modo muy general, aquél conjunto de ideas formadas entre “los siglos XVII y XVIII en contra del poder absoluto del Estado y de la autoridad excluyente de las iglesias y en contra de los privilegios político-sociales, con el fin de que el individuo

157

Una versión más extensa de este trabajo fue presentada en el Seminario Historia Intelectual del Liberalismo Venezolano I, conducido por los Dres. Elena Plaza y Ricardo Combellas, en el Doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, entre octubre de 2003 y febrero de 2004. 158 Aveledo Coll, Guillermo Tell,: "Orden Fe y Libertad", en Notas y Documentos, Edición Latinoamericana, nº 61-62. Caracas, Instituto Internacional Jacques Maritain, 2001; Aveledo Coll, Guillermo Tell,: “En nombre de Dios Todopoderoso: El Republicanismo Católico venezolano a través de la polémica alrededor la libertad de cultos en la Caracas de 1811”, en Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, No. 124, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 2002.

pudiera desarrollar sus capacidades personales, su libertad, en el ámbito religioso, económico y político”159, enmarcaban la visión de los repúblicos caraqueños. Aunque sus fuentes y antecedentes son diversas, buscando éste su “validación o justificación en muy diversas filosofías”, no es difícil encontrar en el liberalismo una ilación, una idea de tradición, que le caracterizan como movimiento único160, dentro del cual, la noción de tolerancia religiosa es central. Referido sólo de modo filosófico, el pensamiento político liberal tiene como objetivo fundamental la preservación de los derechos individuales y la maximización del derecho de elección por parte de tales individuos161. El individuo es el centro de su concepción, y es a través de éste que se construye la identidad colectiva dentro de una sociedad liberal: Según la tradición liberal una sociedad justa (...) no busca realizar algunos fines particulares, sino posibilitar a sus ciudadanos a alcanzar sus propios fines (...) Tal sociedad debe regirse con arreglo a los principios que no presuponen ninguna concepción sobre “lo bueno”. (...)La prioridad es asegurar un orden normativo que garantice la coexistencia simétrica de un elenco infinito de concepciones sobre “lo bueno” representadas en portadores individuales.162 De este modo, se entiende que un sistema liberal ha de fundarse en el pluralismo de creencias, en tanto que existe una pluralidad de individuos componiendo tal sistema: las creencias religiosas, como problema íntimo, pertenecen al ámbito de autonomías que el Estado debe respetar y proteger. El orden normativo que defiende estas autonomías ha de tener a la idea y práctica de la tolerancia como dogma, e incluso, como una de sus virtudes: el hábito propio y respetable de un ciudadano liberal. Dicha ciudadanía liberal supone un tipo específico del ser humano: el individuo libre y racional capaz de gobernarse a sí mismo, sin buscar gobernar o tomar ventaja sobre otros, y capaz, en última instancia, de enfrentar sus creencias y modos de vida particulares de los ataques de la multitud, no para que el gobierno promueva éstas creencias, sino para que no interfiera con su plena realización163. Se espera que las instituciones políticas sean liberales en tanto que permitan a los

159,

Abellán ,Joaquín: “Liberalismo Clásico”, en Mellón, Joan Antón (ed.): Ideologías y Movimientos Políticos Contemporáneos. Madrid, Technos, 1998, p.13. 160 Gray, John: Liberalismo. Madrid, Alianza Editorial, 1992, pp.11-12;15-71. 161 MacLean, Iain : Oxford Concise Dictionary of Politics. Oxford, Oxford University Press, 1995, p.286. 162 Beriaín, Josetxo: La Lucha de los Dioses en la Modernidad. Barcelona, Editorial Anthropos, 2000, pp. 199-200. 163 Kautz,Steven: “Liberalism and the idea of Toleration”, en American Journal of Political Science, Vol. 37, nº2. Austin, University of Texas Press, 1993, p.610-611

individuos alimentar sus propios fines, bajo el amparo de la ley. Esto implica que han de permitirse una pluralidad de creencias y cultos, en tanto éstos no amenacen el orden político y legal que permite la coexistencia pacífica entre individuos y entre asociaciones. Las instituciones liberales son indiferentes a las creencias particulares aunque han de procurar –activamente si es necesario- la intervención sobre grupos e individuos que traten de apabullar las creencias y modos de vida de otros individuos (o lograr que las propias sean asumidas como exclusivas por el sistema), evitando, en lo posible, moldear las preferencias de éstos más allá de lo que permita la existencia común164, pero a su vez reconociendo explícitamente la pluralidad de creencias (o la ausencia de éstas). De otro modo, existiría el riesgo de decaer en una “anarquía anómica”165, lo que implica el encierro de los distintos grupos e individuos en sus pequeños ámbitos de intolerancia. Históricamente, el proyecto liberal surge con la intención de limitar el poder del Estado y defender al individuo de la intervención coaccionada por agentes externos, intención que habrá de articularse en una narrativa ilustrada –en reacción contra la confusión de los ámbitos político y religioso- que plantease una sociedad moderna, en tanto habría superado “the ecclesiastical and the fanatical -beginning to be called the medieval- and as having superseded the ancient and the virtuous, now seen as chief adversaries of the critical and the commercial”166. Esta sociedad comercial, caracterizada por el intercambio incesante de bienes y servicios (morales y materiales) entre sus miembros, era aquella en que podía florecer al amparo de la ideología liberal, y donde los diversos modos de pudieran desarrollarse sin perturbaciones ni amenazas en tanto garantizaran la continuación del intercambio. Esta “narrativa ilustrada” tendría, como eje del liberalismo preindustrial, una enorme influencia en las nacientes repúblicas hispanoamericanas y, en última instancia, en las creencias políticas del público liberal de la ciudad de Caracas durante la década de 1820. La forja de esta tradición intelectual que legitimase y proyectase una sociedad liberal y por tanto tolerante recorre un largo camino167.

164 Kukathas, Chandran: “Liberalism and Multiculturalism: The politics of Indifference” en Political Theory, Vol. 26, nº 5. Charlottesville, University of Virginia, 1998, pp.691-694. 165 Arboleda Mora, Carlos: Aspectos históricos del Pluralismo Religioso en Colombia. Medellín, Universidad Pontificia Bolivariana, 2000, pp.1-2. 166 Pocock, J.G.A.: Barbarism and Religion: Volume 1, The Enlightenments of Edward Gibbon, 1737-1764. Cambridge, Cambridge University Press, 1999, p.112 167 No es este el espacio para extendernos sobre ese desarrollo. Para una historia comprehensiva de la historia intelectual del concepto de tolerancia religiosa, léase Kamen, Henry: Nacimiento y Desarrollo de la Tolerancia en la Europa Moderna. Alianza Editorial, Madrid, 1987. Para una lectura más breve, léase Aveledo Coll, "Orden Fe y Libertad", op.cit.

La noción de tolerancia religiosa había llegado a su madurez, luego de las crisis religiosas de los siglos XVI y XVII, y los avances del iluminismo y la filosofía en el siglo XVIII, durante las revoluciones de Norteamérica, Francia e Hispanoamérica. Lo que era un problema relativamente marginal de la teoría política –no tanto en la discusión teológica- se convierte en polémica fundamental de las revoluciones modernas. La tolerancia religiosa, que abrigaba el germen del pluralismo político en los regímenes liberales, se presentaba como contraposición al fanatismo y al aislamiento; oposición que es más evidente en la vertiente ideológica que articulaban el avance de la sociedad comercial, el cual requería de la tolerancia como requisito para “pulir las maneras” y “dulcificar las costumbres”168, cuya influencia habrá de hacerse notar en nuestra temprana ideología liberal169. II. La Tolerancia en Venezuela. Antecedentes y Contexto Hasta el siglo XIX, el problema de la tolerancia religiosa no fue objeto de discusión pública. Inmersos en el orden social y político promovido por la Monarquía Católica, la intolerancia era un dogma social y político incuestionable; éramos una sociedad relativamente aislada de la influencia de extranjeros no católicos, además de ser indiferentes a la presencia de cultos aborígenes, absorbidos o minimizados durante siglos de evangelización. La tolerancia, como propuesta política, entraría dramáticamente en el debate público venezolano con la exposición del irlandés William Burke, en su artículo titulado “la Libertad de Cultos”, como parte de sus trabajos sobre los Derechos de la América del Sur y México publicados en la Gaceta de Caracas170. Burke había adelantado en otros trabajos la necesidad de repúblicas comerciales, libres y tolerantes que hicieran mellar el poderío español (y el poder francés), sirviendo a los intereses y gloria de la Gran Bretaña171. Sobre la base de argumentos utilitarios y cristianos,

168

Aveledo Coll, Guillermo Tell: Civilidad y sociedad comercial. la idea de la civilización en la escuela de Escocia, a partir de las Historias de William Robertson y el Ensayo sobre la historia de la sociedad civil de Adam Ferguson. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Centro de Estudios de Postgrado, Doctorado en Ciencias Políticas, mimeo, 2003. 169 Plaza, Elena: “Vicisitudes de un Escaparate de Cedro con libros prohibidos”, en Politeia, nº13:331-360, Instituto de Estudios Políticos, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1989; Falcón, Fernando: “Adam Ferguson y el pensamiento ético y político de Miguel José Sanz: Notas para la reinterpretación del Semanario de Caracas (1810-1811)”, en Politeia, nº 21, Caracas, IEP, Universidad Central de Venezuela, 1998. 170 Para un desarrollo del contexto de la polémica suscitada, léase Aveledo Coll, "Orden Fe y Libertad", op.cit., passim. 171 Ver al respecto William Burke, South American Independence: or the emancipation of South America, the Glory and Interest of England. Impreso por J Ridgway, Londres, 1807; y William Burke, Additional reasons for our immediately emancipating Spanish

propuso que la tolerancia religiosa impere en la nueva república siendo la misma correspondiente a la naturaleza del cristianismo, y sobradamente conveniente para sus ideas sobre la América española, que giraban desde el principio en torno a la libertad de comercio, la inmigración y a la apertura de nuevos mercados para Inglaterra172. La tolerancia tendría la ventaja de promover la paz dentro del país y de fortalecer la moral social, como puede apreciare en el “piadoso (...) religioso, moral y ordenado” pueblo norteamericano173; es, en fin, motivo del progreso material de los pueblos, como podía observarse en Irlanda y Estados Unidos, tal como en otras comarcas tolerantes donde: “han corrido inmediatamente torrentes de población, industria, ilustración, riquezas y felicidad a fertilizar y hermosear aquel país”174. Las réplicas llovieron sobre Burke. En general, todas hablan aún en el lenguaje de la fidelidad y la tradición, defendiendo la relación intrínseca entre el Estado, la unidad de la Iglesia y el orden público175. Acaso velando un poco su regalismo durante la crítica etapa entre 1810 y 1813176, refutan la “temeraria” y “confundida” propuesta de tolerancia con argumentos tradicionales: el censurable sometimiento de la Iglesia a la autoridad política; la corrupción generalizada de las almas y las costumbres; y los castigos, tumultos e infiernos que invitan la entrada de infieles dentro de la comunidad. Todo este atentado contra la religión sólo puede ser defendido, como señala Hernández, con argumentos de mala fe que sólo seducen a los comerciantes, y que deben ser rechazados por los buenos cristianos177. Con argumentos parecidos, pero apoyando la causa republicana, publica en Bogotá el padre Diego Francisco Padilla su Diálogo entre un Cura y un Feligrés del pueblo de Boxacá, dirigido directamente a combatir el artículo de Burke, proclamando lo peligroso de sus ideas, aunque sin dudar de su buena

America: deduced from the new and extraordinary circumstances of the present crisis; and containing valuable information respecting the late important events, both at Buenos Ayres and the Caraccas. Impreso por J Ridgway, Londres, 1808. Ambos se encuentran en la Colección de Libros Raros de la Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas. 172 Burke, William: La Libertad de Cultos: polémica suscitada por William Burke. Estudio Preliminar por el Dr. Carlos Felice Cardot. Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1959, pp.193-194 173 Ibidem, p.195. 174 Ibidem, p.198. 175

El volumen sobre la polémica editado por la Academia Nacional de la historia (véase, supra, la nota 172) incluye la Apología de la Intolerancia Religiosa, atribuida al Pbro. José Hernández; el Ensayo Político contra las reflexiones del S. William Burke de Antonio Gómez; y La intolerancia político-religiosa vindicada del Dr. Pbro. J.N. Quintana, de la Universidad de Caracas. 176 Sobre la crisis del catolicismo en esta época léase Virtuoso, Francisco José: La Crisis de la Catolicidad en los inicios republicanos de Venezuela (1810-1813). Caracas, UCAB, 2001. 177 Hernández en Burke, 1811/1959, op.cit., p.218.

fe.178 Para Padilla, la tolerancia puede considerarse un peligro para una república si, como Cundinamarca, o Venezuela, era salvaguarda de (y bendecida por) el catolicismo; idea importante para muchos sacerdotes comprometidos con la mudanza política hacia una república: - Fel. Como vivo con espanto esta tolerancia y sus resultados, quisiera saber ¿si nosotros tenemos peligro de incurrir en ellos? - Cur. Nosotros por la gracia de Dios estamos à cubierto de estas desgracias con la sabia Constitución del Estado que acaba de publicar el Sabio y Católico Gobierno, que nos rige. Ya has leído en ella, que la Religión Católica, Apostólica, Romana es la Religión del Estado; también has leído, que no se permitirá otro culto público ni privado; y que la Provincia Cundinamarquesa no entrará en tratados de paz, ni comercio, en que directa, ó indirectamente quede vulnerada su libertad religiosa. Esta Constitución jurada por el Estado es conforme a la catolicidad de los pueblos, los cuales cuando se dispusieron a sacudir el duro yugo de la servidumbre que los tenía oprimidos, tuvieron por objeto principal de su empresa la defensa de su Religión, por la cual están resueltos à morir, deseando conservarla en toda su pureza. En este concepto, y bajo de esta condición, se dice en el Apéndice, que se admitirán en nuestra sociedad todas las naciones del mundo, asegurándoles nuestra hospitalidad179 El planteamiento de Burke no termina felizmente: inviable para el momento, no corresponde ni a las urgencias y características de la sociedad colonial en crisis, ni a los designios de los líderes del movimiento emancipador de 1811. La religión en la Republica de Colombia Huelga decir que los problemas y la situación de 1811 eran distintos a los de 1826. Las experiencias de la guerra habrían quitado mucho de la timidez del debate de 1811, así como habrían modificado la relación de fuerzas entre quienes apoyaban y quienes condenaban la idea de tolerancia. Los partidarios del liberalismo podían, dentro de contados límites y a través de las instituciones,

178 Padilla,

Diego Francisco: Diálogo entre un cura y un feligrés del pueblo de Bojacá sobre el párrafo inserto en la gaceta de Caracas, tomo 1 núm. 20 martes 19 de febrero de 1811 sobre la tolerancia. Santafé de Bogotá, Imprenta de Bruno Espinosa. Libros Raros y Manuscritos, Biblioteca Luis Angel Arango, Banco de la República, Bogotá, Colombia p.4, 1811/1842. 179 Ibidem, p.14.

blandir su proyecto hacia los diversos ámbitos de la sociedad, cuyo orden y jerarquía había sido definitivamente subvertido180. En tanto que la doctrina liberal tiene como uno de sus principios fundamentales a la tolerancia, esta es sostenida tanto por razones de justicia como de utilidad política. Era una creencia difundida que la tolerancia proveería ventajas interesantes que estimularían el progreso e ilustración necesarios para el establecimiento de una sociedad afín a un “gobierno patriótico, sabio y liberal” (para usar las palabras de Burke) y para regenerar a la nación, como exclamarían en La Aurora de Caracas: Entretanto Venezuela emprendía la grande obra de su regeneración, ella tenía que conciliar los intereses de muchos cuerpos, gremios y clases en que la España la había subdividido, y hacer que el espíritu del fanatismo y de privilegios plegase a las ideas republicanas. (...) Venezuela fundó entonces una gran familia, cuyo único jefe era la ley, y cuyas prerrogativas estaban fundadas en el mérito y la virtud. (...) Como Venezuela entonces cerró también sus oídos a toda idea exclusiva, ella tolero el tolerantismo, y de este principio de política tan eficaz como saludable dimanó la rápida y pronta inmigración de estrangeros. En menos de nueve meses se introdujeron por La Guaira más de 400 hombres de todas naciones y algunos con sus familias, artesanos, agricultores, y personas industriosas. Caracas con este motivo aumentaba pródigamente su población, y el movimiento continuo de 48 mil habitantes que la poblaban presentaba un espectáculo bullicioso en que el comercio, la agricultura, la industria y todas las artes liberales y mecánicas concurrirían a hacer su esplendor, a hermosearla y hacerla el centro del poder y de los recursos de su afortunado suelo181. Así, la tolerancia religiosa era eficaz medio para, sometiendo al “espíritu de fanatismo”, lograr el avance del país, la reconstrucción de sus medios de producción, y a prodigar por el mundo los avances de la república, vinculándola a la “marcha política del progreso”182, regeneración que pasaba por la entrada al país de hombres útiles e industriosos que atraídos por las bondades naturales del territorio, se establecerían en él para mejorarlo e ilustrar con su ejemplo y maneras a la población

180

El lenguaje político liberal tuvo sin duda rivales dentro de los sectores emergentes de la contienda emancipadora. No es este el lugar de examinar tales conflictos (aunque en la polémica que tocamos existen reflejos de esa diversidad de lenguajes), sino más bien de articular sus objetivos y el lugar que la noción de tolerancia religiosa tendría en el mismo. 181 Anónimo, "Una ojeada sobre Venezuela", en La Aurora de Caracas. Redactada por F. Ribas Galindo. Nº 2, 16 de junio de 1826, Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, Hemeroteca Nacional, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas. 182 Bastian, Jean-Pierre: Protestantismos y Modernidad Latinoamericana. Historia de unas minorías religiosas activas en América Latina. México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p.74.

vernácula, que no tendría suspicacias, pues “había cerrado sus oídos a toda idea exclusiva”. La entrada efectiva de protestantes, algo remota en las mentes de los repúblicos de 1811, ya había tenido lugar a través de la entrada de contingentes extranjeros que apoyaban la causa emancipadora; aunque vistos por muchos con sospecha, éstos introdujeron una idea distinta de los protestantes a la prevaleciente en las décadas anteriores: ciudadanos honrados, preocupados por la causa de la república y dispuestos honestamente –en la mayoría de los casos- a permanecer en el territorio y servirle de nuevos modos. Como apuntó Groot: En aquel tiempo se creía que toda ilustración, toda la prosperidad de Colombia consistía en que se llenase el país de extranjeros; en que los extranjeros vinieran á poblar nuestros desiertos campos; las leyes se esmeraron en favorecer la inmigración extranjera, y cualquiera cosa que pudiese servir del menor estorbo a la venida y comunicación de los extranjeros, se reputaba como mal gravísimo, como un delito, como la oposición más formal a la ilustración, a la civilización, al progreso y obra sólo del fanatismo y la ignorancia.183 ¿Cómo se reflejaba esta creencia en las instituciones políticas existentes? Las Constituciones de 1819 y 1821 no declararon ni libertad de cultos ni religión de Estado. Se consideraba que era mejor que tal definición fuese dándose de hecho, evitando así comprometerse a una solución definitiva. Por otro lado, se recordaba que: ... lo que vuestros representantes han tenido siempre a la vista (...) es que las mismas leyes fuesen enteramente conformes con las máximas y los dogmas de la religión católica, apostólica y romana, que todos profesamos y nos gloriamos de profesar: ella ha sido la religión de nuestros padres y es y será la religión del Estado; sus ministros son los únicos que están en el libre ejercicio de sus funciones, y el gobierno autoriza las contribuciones necesarias para el culto sagrado184 La misma Constitución declaraba, empero, en su artículo 183, que todos los extranjeros de cualquiera nación serían admitidos en Colombia, gozando sus personas y propiedades de las mismas seguridades que los demás ciudadanos (incluyendo, acaso, el derecho al culto). En ese mismo espíritu, fue que el Congreso de Cúcuta abolió el tribunal del Santo oficio en Agosto de 1821, siguiendo la pauta caraqueña de 1811. Así mismo, en tratados suscritos con potencias extranjeras, la

183

Groot, José Manuel: Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada. Bogotá, Casa Editorial de M. Rivas y Cª.Vol. V, 1893, p.397. 184 Constitución de la República de Colombia, declaración final, 1821.

República se comprometía a respetar el culto privado de los no católicos en tanto que éstos respetasen la religión mayoritaria (cabe preguntarse si estos intereses pesaron más que los de los partidos internos al instaurarse la tolerancia religiosa)185. Estas reformas fueron también promovidas por notables venezolanos y neogranadinos que desde posiciones de influencia, descuidaban la posibilidad de que los clérigos excitasen al pueblo a alzarse contra éstas. Hechos aislados, como la rebelión de Pasto a favor del sistema educativo benthamista, y los escritos de algunos sacerdotes y creyentes, sólo reforzaban su opinión en contra del “fanatismo ciego” de “estas gentes”186, tal como episodios lamentables como el de un tal padre Saavedra, quien habría modificado un anuncio público para promover el registro de forasteros no católicos, quedando incurso “en todos los anatemas en que incurren los que se oponen y estorban la inmigración”187 Se ha sugerido, a su vez, que el interés de los grandes anticlericales como Pedro Gual, Vicente Azuero, Miguel Tovar y Diego Fernández, no estaba en defender a los extranjeros, sino en defender la permanencia de las “agitadoras” Logias Masónicas en el país188. Éstas, con más influencia política en Venezuela que en la Nueva Granada, estimulaban las medidas y tendencias anti-clericales, no sólo a través de los órganos oficiales, como La Gaceta del Gobierno y El Correo, sino además a través de pequeños periódicos como El Conductor, dirigido por Azuero, La bandera tricolor, El granadino, etc. Era, a juicio de Groot, un proyecto faccioso, amparado en el liberalismo: (...) no era que la tolerancia se quisiese para os protestantes ni judíos, sino para las logias (...) ni los protestantes ni los judíos que existían en el país se empeñaban en hacer prosélitos entre las familias católicas, como se empeñaban los masones por hacer masones á los individuos de estas familias; y por esta razón (...) fue tan combatida la idea del tolerantismo, así por la prensa como en los púlpitos189 En este sentido fueron auspiciadas oficialmente las famosas Sociedades Bíblicas, que tenían como propósito la educación en las buenas costumbres y doctrinas cristianas. El pastor bautista

185

Bastian, Protestantismos y Modernidad Latinoamericana. Historia de unas minorías religiosas activas en América Latina, op. cit., p.77. Watters, Mary: A history of the Church in Venezuela, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1933, p.107. 187 Groot, Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, op. cit., pp. 337-338. 188 Watters, A history of the Church in Venezuela, op. cit., p.81; a este motivo se ha vinculado el renovado catolicismo de Simón Bolívar en la crisis política de 1826-1830. 189 Groot, Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, op. cit., p.85. 186

escocés James Thomsom fue enviado por la Sociedad Bíblica Británica y la Sociedad Escolar Británica y Extranjera a fundar varios capítulos en la América Española, promoviendo la enseñanza lancasteriana, basada en el uso de la Biblia como libro de lectura y herramienta en el uso de la memoria, así como en el principio de la enseñanza mutua190. Así fue establecida la Sociedad Bíblica Católica de Colombia, apoyada por Gual e inicialmente por las autoridades eclesiásticas, que terminó desautorizada para el comercio y la publicación de Biblias en idioma vernáculo, incluso por el gobierno, durante la década siguiente191. Ante esta sensación de amenaza, y bajo un creciente interés en “fustigar el error”, aparecieron decenas de sacerdotes con panfletos y poemas, celosos ante la idea de la penetración de nuevos cultos por medio de la inmigración de protestantes y el avance de las reformas educativas. Uno de ellos, el eminente presbítero Luis Azuola, escribió sobre la corrupción moral percibida: Todo es malo atacando a la religión; pero verse atacada de pedantes indignos de tomar en su boca la Sagrada Escritura, ensuciándola sacrílegamente con interpretaciones protestantes y masónicas? ¿Exponer los sagrados cánones con falsedades y atrevimiento? ¿La teología moral con desprecio? ¿Querer contraer el republicanismo a perder la vergüenza para la disolución? ¿Al catolicismo ponerle la nota de reprobación en diccionario fanático? Esto sí es el execrable agravio perpetrado por gentes vomitadas del infierno. (...) Pasar de ser la ciudad religiosa, en donde nos dieron la educación más cristiana y ahora teatro de farsantes herejes masones y libertinos? (...) A los que disimulan, la misma insolencia del tiempo los despierte; nos gritan: vosotros sois ministros de la Iglesia que abominamos; vuestro culto es cuerpo indigno de nuestra filosofía: ese sagrado carácter es el objeto de nuestro aborrecimiento. Todo esto son palabras azotadas en la Calle Real, y, lo peor es, en las casas, cuyas paredes jamás habían sido escandalizadas de blasfemias hereticales. Se están abriendo escuelas para enseñanza de los niños; yo la abriría para la instrucción de estos grandullones que necesitan de la más severa disciplina para contenerlos192 La desazón de los fieles contra las políticas liberales tenía mucho eco en Bogotá, donde a su vez aparecieron varias publicaciones pro-clericales como Noches masónicas, El Traductor, El Despertador, Las Damas de Bogotá y El Pésame193. Es en este ambiente que aparecería La Serpiente de Moisés.

190

Bastian, Protestantismos y Modernidad Latinoamericana. Historia de unas minorías religiosas activas en América Latina, op. cit., p.75. Arboleda Mora, Aspectos históricos del Pluralismo Religioso en Colombia, op. cit., p. 6. 192 Groot, Historia Eclesiástica y Civil de la Nueva Granada, op. cit., p.411. 193 Ibidem, p.406.

191

IV. El proceso a Margallo-Santana El autor de la Serpiente..., Francisco Margallo, fue humilde e incansable paladín de la causa intolerante. Reconocido como fiel patriota194, quienes vinculaban a la república con la protección del catolicismo. En tal sentido Margallo publicó una notable serie de folletos y hojas sueltas entre 1823 y 1830, con nombres sacados de las escrituras y el santoral, en los cuales atacaba el establecimiento público de las logias masónicas (el Gallo de San Pedro, el Gato Enmuchilado, El Perro de Santo Domingo), la publicación de la Biblia en lengua vernácula (La Ballena), las doctrinas masónicas (El puerco de San Antonio Abad; La Burra de Balaán) y la tolerancia de cultos (La Serpiente de Moisés)195. Al usar la imagen de la serpiente, Margallo intentó hacer que su libro devorase “las serpientes de los Magos” tal como “la Cruz adorable de Jesucristo nuestro Señor y su religión santísima han triunfado de todas las religiones falsas y sectas diabólicas196. Advierte Margallo sobre el error y el riesgo de corrupción y pecado implícitos en el trato con los herejes; ya Dios, por medio de la imagen de la unión perversa entre los hijos de Seth y Caín, justificó la condena al tolerantismo; “monstruo horrendo para el pueblo, y la destrucción de la religión para todos los que saben pensar”197. Define Margallo a la tolerancia como Un sistema que despojando al hombre del don más precioso que ha recibido del Cielo, abre la puerta a todos los crímenes; un sistema que mira con igual indiferencia todas las religiones ó que pone á nivel la única verdadera con la multitud de las falsas; un sistema finalmente, que abrigando en sus seno todos los cultos, cree querer honrar al Ser supremo con el bárbaro en su pagode, con el musulmán en su mezquita, con el judío en la sinagoga, ó con el católico en sus templos y basílicas198. No podían los cristianos de Colombia aceptar los mensajes e intereses de quienes proponían la tolerancia, más allá de las ventajas temporales que la misma pueda proveer a la prosperidad de

194

Como los sacerdotes neogranadinos Padilla, Azuola y Ruiz, entre otros. Arboleda Mora, Aspectos históricos del Pluralismo Religioso en Colombia, op. cit., p.5. 195 Vergara y Vergara, José María: Historia de la Literatura en Nueva Granada. Bogotá, Banco Popular, 1974, p.279-284. 196 Margallo, "La Serpiente de Moisés", en Caballero, Manuel (Comp. 1999): Diez grandes polémicas en la historia de Venezuela. Caracas, Fondo Editorial 60 años, Contraloría General de la República, 1826/1999, p.5. 197 Idem 198 Idem

Colombia: “El que está persuadido de la verdad de su religión, el que la ama y la antepone á todos los intereses por ventajosos que parezcan, lejos de tolerar sectas contrarias; antes quisiera verlas destruidas, y convertidos sus profesores”199. Proceder de otro modo sería renegar “de Jesucristo, del Evangelio y de todas las escrituras Santas, despreciar la doctrina de los Sagrados Concilios y de los Padres de la iglesia200. Para Margallo, más allá del pecado y de la condenación eterna de los colombianos, estaría en juego el orden civil de la República, advirtiendo que existían “intereses políticos, las razones de Estado” que debían hacerles desistir de tal proyecto: ...deberían armar á todos los jefes políticos, como en otro tiempo al gran Constantino y otros imitadores suyos: ya para evitar no sólo el peligro de la fe y religión por los artificios seductores, propios de los sectarios, sino también por la corrupción de las costumbres, ruina de los más florecientes imperios. Basta poner los ojos en los escritos de Voltaire, de Montesquieu, de Rousseau y otros para ver que el espíritu dominador de estos defensores de la tolerancia es un espíritu de furor, de inquietud, de desolación, sin respeto a las potestades legítimas ni subordinación a las leyes, ni consideración a la justicia. De aquí las facciones que esperimentan los reinos y repúblicas201. La sociedad se desarticularía en desolación, indiferentismo y desesperanza, si se adopta el camino de la tolerancia en materia de religión: ¿Qué sociedad, ni qué vínculos de felicidad pública pueden subsistir, estableciendo con los Deístas, Naturalistas y Ateístas por principios fundamentales de su depravado y horroroso sistema el deleite y la fuerza? Desaparece la fe recíproca, que es el vínculo de seguridad que une á los ciudadanos, sucediendo en su lugar la falacia, el engaño, la rapiña y la violencia, bajo los especiosos nombres de industria, sagacidad y derecho, perdiendo el temor á la sagrada obligación del juramento, teniéndolo por demencia, á leyes santas por fanatismo, y á los hombres virtuosos por imbéciles y tímidos202. Acusa Margallo a la tolerancia de ser generadora de las guerras de religión, siendo más proclives los libertinos a sacrificar a sus enemigos por su causa:

199

Ibidem, p.6 Ibidem, p.7 201 Ibidem, pp.10-11 202 Ibidem, p.11. 200

No pudiendo sufrir los errores que no eran propios de su secta, convertían sus armas unos contra otros hasta destruirse mutuamente. (…) para calmar los novadores el odio en que habían incurrido, pensaron en disimularse mutuamente sus errores, como los enfermos de un hospital, resueltos á absorver los gases pútridos de otros, en cambio de que toleren todos la corrupción del hedor propio. (...) el tolerantismo, nacido en el paganismo, educado por Calvino, y últimamente amamantado por los libertinos y masones para seducir a las gentes, bajo los negros estandartes del impío é inconsequente Rousseau203 En general, acusa a los promotores de la tolerancia de “Astuta concupiscencia…”204 Que los infieles y heterodoxos hablasen así, no le sorprendía; pero que cristianos colombianos planteasen esa política, era un asombroso descalabro del orden divino: ...que los hombres educados en los principios sólidos e incontrastables de la Religión cristiana, que estudiaron en unos Colegios que no eran teatros cómicos ni escuelas de danzantes, hablen y escriban así, preciándose más de secuaces de esos impíos que de discípulos de los apóstoles, esto si que asombra205 Los “frutos del árbol masónico” son todos corrupción y desasosiego, aún en términos del orden político, el cual, “se engañan muchos”, no pertenece a los hombres, sino que es consecuencia de la ordenación divina206. Lo político no está separado de lo religioso, ni viceversa: la premisa fundamental de una sociedad civil liberalmente concebida es inconmensurable con la propuesta de Margallo: El interés de la felicidad pública, que no depende ciertamente de los resortes de la política, ni menos de las intrigas ocultas de la impiedad; sino de las disposiciones de aquel Señor, que tiene en sus manos las riendas de los imperios y traslada los reinos por los pecados del pueblo, el interés temporal, digo, debe estimular en zelo de los que gobiernan a favor de la religión, para atraerse las bendiciones del Cielo.207

203

Ibidem, p.12. Ibidem,p.13. 205 Idem 206 Idem 207 Ibidem, p.15. 204

De este modo Margallo defiende “unidad de culto en un Estado” la cual “es un centro en el cual vienen á unirse todos los miembros”, siendo la diversidad religiosa “perjudicial y sumamente nociva, no sólo á los derechos de la Iglesia, sino también, á los intereses políticos del Estado”208. Vicente Azuero intentó, en Bogotá, seguir un proceso en contra de Margallo209, sin éxito gracias a las influencias y benefactores del presbítero. Entretanto, en Caracas, cuyo partido clerical era débil frente a los reformistas210, el padre Miguel Santana reimprimió la Serpiente de Margallo. Santana, quien durante la guerra había sido declarado “libertino” e “insurrecto”, y que era racionero del Cabildo Eclesiástico de Caracas, fue acusado de sedición por el síndico municipal José Toribio Iribarren, y luego fue detenido, en espera de su audiencia con un Jurado Municipal -rápidamente formado- que oiría el caso de la acusación y la defensa211. Entre los miembros del Jurado de Caracas estarían los ciudadanos Felipe Mejías, José Vargas, Lázaro Carías, Juan Josef García, Carlos Cornejo, Pedro Parras, y Esteban Molowny212. Luego de la publicación de la Serpiente y los cargos de sedición a cuestas, Santana intenta defender su empresa con el corto folleto Colombia defendida por la Serpiente de Moisés. Moderando los términos de Margallo, trata de explicar a quienes no desean, por ignorancia afectada o malignidad descubierta213, su advertencia. Si la Constitución no defiende el culto público de nocatólicos, sostiene, y éste es atacado por la Serpiente, es cuestionable señalarla como sediciosa, cuando no ataca mandato expreso. Denuncia a sus perseguidores como propulsores de “una censura (...) que poco se vio en el sistema inquisitorial”214, y que se han hecho imputaciones estrafalarias: él

208

Ibidem, p.17. Watters, A history of the Church in Venezuela., op. cit., p.106. 210 Ibidem,p.108; Gustavo Ocando Yamarte, Historia político-eclesiástica de Venezuela (1830-1847). Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1975, pp.45-53. 211 Según Silva Montañés, en una Revista Semanal, impresa en la Imprenta de Valentín Espinal publicada en Caracas entre febrero y mayo de 1826, aparecieron con lujo de detalles los procedimientos del juicio a Santana. Sin embargo, no fue posible acceder a ejemplar alguno de esta publicación. (Ismael Silva Montañés, Algunos papeles periódicos venezolanos 18081830. Caracas, Amazonas Artes Gráficas, 1971, p.102). 212 "Aviso", en El Colombiano, Semanario comercial bilingüe, Nº 145, miércoles 22 de febrero de 1826. Hemeroteca Nacional, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas; Un Alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente. Caracas, Imprenta de Tomás Antero, 1826 en Colección de Libros Raros y Manuscritos, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas. Carta nº 2, p.1. 213 Santana, Miguel (1826): Colombia defendida por la Serpiente de Moisés. Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, 1826 en Colección Arcaya, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas, p. 3 214 Ibidem, p.1 209

y Margallo, buenos creyentes, desean “convertir, no destruir”215. Frente a un supuesto ambiente de libertades, Santana lanza una feroz advertencia: Escritores libres! Volveréis a tomar la pluma si una vez la cavilosidad interpreta a su antojo vuestros discursos? Incorruptible jurado! No se resiente vuestro digno orgullo cuando se os presente esta pauta tiránica? (…) Seamos justos: si alguno quiere impugnar el escrito nada se lo impide; pero ahogarlo en el calabozo de la sedición seria la opresión mayor216. Uno de los polemistas contrarios a Margallo-Santana será José de la Natividad Saldanha, quien publicará su Discurso Teológico-Político sobre la Tolerancia en que se acusa y refuta al escrito titulado la Serpiente de Moisés. Saldanha, liberal y masón brasileño, llegó a Venezuela luego de varias peripecias en Europa y Estados Unidos tras el fracaso de la rebelión de Ceará y Pernambuco, en 1823. Actuando como polemista en Caracas, cuida en caracterizarse como un creyente ilustrado: Yo nací y fui educado en esta religión, y este es el motivo porque me lleno de un santo celo, cuando veo que aun en el siglo 19, siglo llamado (...) de las luces, y de la filosofía, aparecen hombres que pretenden abusar de ella para favorecer sus máximas perniciosas, sus perniciosos caprichos, o una piedad poco ilustrada.217 Nada tendría la religión católica de incompatible con la tolerancia, dice Saldanha citando el Evangelio de San Mateo, si su primera máxima es: “Amad a vuestros Enemigos y haced beneficios a los que os tienen odio”218; “toda la vida de Jesucristo no respira sino dulzura y mansedumbre”219. Católicos fanáticos la despojaron de su verdad evangélica, a costa de los principios básicos de la convivencia política de los pueblos, amenazada por la Serpiente al atacar la tolerancia civil: La Serpiente de Moisés no solamente rechaza abiertamente la tolerancia religiosa, sino aún la civil; lo que es destruir de un sólo golpe la basa de la fraternidad entre las naciones, se sus mutuas relaciones, de sus intereses mutuos220

215

Ibidem, p.3 Ibidem, p.2 217 Saldanha, José de la Natividad: Discurso Teológico-Político sobre la Tolerancia en que se acusa y refuta al escrito titulado la Serpiente de Moisés. Caracas, Imp. de Tomas Antero, 1826 en Colección Arcaya, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas, p.1. 218 Ibidem, p.1. 219 Ibidem, p.7. 220 Ibidem, p.2. 216

Del mismo modo, la filosofía (la doctrina ilustrada y liberal), no estará nunca alejada de la religión, como dicen “hipócritas y fanáticos”, que en todo ven corrupción y concupiscencia: La religión y la filosofía deben darse de la mano para conducir al hombre a la verdadera felicidad; la religión sostiene la filosofía en sus desvíos; y la filosofía con la antorcha de la razón ilumina las difíciles oscuridades de la religión separando con acierto, y prudencia lo que es de Dios y lo que es obra perecedera de los hombres. La razón y la religión, siendo obras de un mismo Dios, no pueden contradecirse221. La Serpiente incita, según Saldanha, al odio contra los extranjeros, animando a desobedecer el art. 183 de la Constitución y “ a la perturbación de la tranquilidad publica”222, excitando la “persecución entre los herejes, o protestantes”223; esto la hace más que subversiva, sediciosa, al estimular un conflicto antinatural. Es el fanatismo, señala Saldanha, el causante de guerras y pesares que azotaron a los pueblos cristianos desde la Reforma: “No fue ciertamente la tolerancia, sino la intolerancia, no del catolicismo que es tolerante, sino de los católicos, que produjo tan desastrosos males. La guerra supone siempre discordia: y si todos los hombres fuesen tolerantes; si todos los hombres no se entrometiesen con la conciencia de los demás hombres, que motivos habría para estas contiendas? Que causas para tantas guerras?”224 “Cállate pues, y vuelve a lo que antes eras!”, pide Saldanha a la Serpiente225, acusándola de atrevimiento al señalar que en las ciudades tolerantes no hay fe, mintiendo descaradamente “en la faz de la Historia y de lo que pasa en nuestros días”226. Inglaterra y los Estados Unidos, las sociedades comerciales por excelencia, son verdaderos ejemplos de respeto a la moral pública, a la “fe recíproca”, a la protección al desvalido, cosas que los países que sufren bajo el fanatismo católico no pueden ostentar; “tenéis fe, tenéis la verdadera religión, pero en donde están vuestras obras?”227: … Dónde la moral publica es más respetada? Dónde la fe conyugal es más bien guardada? Dónde la orfandad y la indigencia encuentran mas protección, y apoyo? Dónde hay mas Seminarios, mas Colegios y mas hospitales de Caridad edificados

221

Ibidem, p.9. Idem 223 Ibidem, p.14. 224 Ibidem, p.13. 225 Idem 226 Ibidem, p.14. 227 Idem 222

voluntariamente por los fieles que en estos estados? Y vosotros, intolerantes, cuáles son las obras de caridad, que habéis hecho?228 Termina Saldanha, lejos de toda burla, en tono grave y sereno. Advierte a sus anfitriones que no han de engañarse “…la religión enseña, pero no obliga”; sólo se ve de otro modo por el “pestífero idioma de la mentira.”229 Advierte también al jurado de Caracas: “Esta es la primera vez que la felicidad de los Colombianos depende de vuestro arbitrio: acordaos que vuestra sentencia no influirá solamente sobre esta capital, sino también sobre toda la Republica”. La sentencia sobre la Serpiente “decidirá la suerte de Colombia, esto es, de su honor, y gloria, o de su perpetua infelicidad”230 La perpetua felicidad se encontraría en seguir la caridad ilustrada y la política tolerante, de acuerdo a los modelos de Inglaterra y EEUU, que tienen sus “ojos sobre nosotros”.231 Otra respuesta a Margallo-Santana la dio un anónimo alemán, quien publicó sendas Cartas de un Alemán a S.E. El Vicepresidente, en la Imprenta de Tomás Antero. Ambas cartas, la primera antes del proceso a Santana, y la segunda luego de su condena, están dirigidas como suerte de remitido público al vicepresidente Santander. En ellas, el alemán pone bajo sospecha a la Serpiente no sólo de sedición, sino de confabulación traidora con un trono extranjero, lamentando que, llamado por la constitución del estado colombiano a gozar pacíficamente de la libertad de sus ciudadanos, de la igualdad ante las leyes, y de la seguridad que ofrece a cuantos viva en Colombia, me vine de Alemania, mi patria, donde seguía la carrera literaria, he servido a la República y vivía tranquilo, cuando inesperadamente mordió y ha tumbado mi alma la serpiente de Moisés232 El padre Santana, acusa el alemán, además de perturbar su tranquila vida en este país liberal, sirve de instrumento a otros, más perversos: al Cabildo Eclesiástico, que lo ha utilizado para reimprimir el sedicioso folleto, aprovechando lagunas de la Ley de Imprenta, que Santana ha desafiado abiertamente, consternando los espíritus más apegados a la ley: vemos ya zapada la constitución en sus fundamentos, la intolerancia predicada con desvergüenza y furor, las conciencias alarmadas con la excomunión y el infierno, y por resultado necesario de tanto esfuerzo los hachos listos para encender las

228

Idem Ibidem, p.15. 230 Idem 231 Idem 232 Un Alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit., carta nº1, p.1. 229

guerras religiosas, y nosotros los estrangeros, lo mismo que muchos colombiano ilustrados y fuertes, sin garantía que nos salven si no se hace un ejemplar que detenga estos ataques probados a la experiencia de todos los siglos con los más poderosos y seguros233. Acusa a este “fanático” Margallo y a Santana (preso gracias a la igualdad que existe entre los hombres frente a la ley)234 de querer poner ante ojos de incautos e inocentes la palabra de las Escrituras, para deslumbrarles “sin discernir lo que de ella debemos adoptar, y desta manera los obceca, los fanatiza y los hace dentellear”235. Empeño de los clérigos y frailes dirigidos por Roma y animados por España, como sucediera en tiempos de Isabel de Inglaterra, amenazada en más de una ocasión por “los sacerdotes que con esa península supersticiosa de cuya política son el instrumento.”236: [La Serpiente de Moisés] es descarada y muerde a campo raso. Ella cita como teatro de revoluciones para calentar las conciencias y levantar en Colombia el estandarte de la guerra de religión a la “Olanda en tiempos de Felipe II”. ¿Y cuáles son las revoluciones de ese tiempo? Las mismas que ahora las de Colombia –La independencia por causa del despotismo y crueldades del gobierno español, y la ganaron como ahora los colombianos. (...) Si la citada revolución de Olanda es herética, la de Colombia lo es también, y siéndolo deben todos los colombianos absolverse de esa escomunión y reconciliarse con Fernando VII. (...) La Serpiente se nos presenta cuerpo a cuerpo con la religión á sublevar á los devotos y fanáticos para quitar la libertad, batiendo en brecha la constitución en un artículo muy esencial de sus sistema para poner los pueblos en guerra religiosa, y en seguridad venir mediando la Europa con un príncipe del Escorial para que apacigüe nuestras controversias237. Exponiendo sediciosamente a los extranjeros a ser víctimas de un “puñal fanático”, Santana “se presenta denodado por la imprenta contra nosotros que venimos de buena fe a fomentar el país con nuestros capitales, industria y población.”238. Frente a estos crímenes, no puede el jurado, dejar correr impune a la Serpiente. Reiterando los argumentos de Saldaña, “desde la presente jeneración se verá cubierto de oprobio y maldiciones. Este jurado según sea su conducta está bajo la detestación o

233

Idem Ibidem, p.7. 235 Ibidem, p.2. 236 Ibidem, p.3. 237 Ibidem, p.4. 238 Idem 234

alabanza del universo que lo mira, porque la cuestión es del mundo entero que tiene abiertos los ojos sobre nuestros estados”239. Incluso, se coloca en un plano moralmente superior al de cualquier sacerdote, pues inmigrantes cómo él han venido “no a quitar labradores la décima parte de su trabajo, no a vivir a la holganza con el sudor de nuestros prójimos, no a lucir ridículos manguillos blancos, sino a soltar nuestra sustancia para alimentarnos, y fomentar la riqueza de la república.”240 En la Carta segunda, mucho más extensa, el alemán anónimo celebra el “carácter asustadizo de la libertad”241. A fin de cuentas, luego de tantos sufrimientos y miserias durante la guerra es natural que se alarme frente a estas amenazas a sus frágiles e incipientes instituciones y libertades, las cuales habían triunfado antes ya contra tantos “errores y las preocupaciones”242. Celebra el alemán el resultado del juicio. Santana fue condenado por sedicioso a pagar una multa; el síndico Iribarren, (sobre quien nuestro anónimo no hace sino alabanzas) se lució frente a los argumentos del presbítero, deslucido por la algarabía y agotado por lo largo del proceso. Iribarren: “no debió decir más, ni debió decir menos- Salvar la línea hubiera sido imprudente, y ello le habría hecho acreedor a la justa mota de cobardía243. La Serpiente, comenta agradecido el alemán, develó abiertamente sus intenciones, permitiendo que la ley la sometiese y sirviendo así a la república: …forzó a un sabio a descorrer el velo y arrancar la más cara de las hipocresías que han engañado en los siglos de la ignorancia, impelió a un patriota manejando las armas de la defensa natural á poner en descubierto la superstición y sus fines, y estrechó á todos sin quererlo a conocer de lleno el blanco y término á que se han encaminado las astucias sacerdotales. (...) El tiempo es llegado de que comiencen a sudar las prensas de objetos tan dignos, como que son de la primera consideración é interés, para que con franqueza, decencia y verdad se trate de cuanto cumple al bienestar de la república, y brillantes de una religión que tan pura vino del cielo a consolar a los mortales244 De este modo, la fe política de “todo caraqueño” queda acendrada, unida por la enemistad hacia la Serpiente y sus propagadores. Da este enemigo un sentido de unidad y refuerza el patriotismo de todos los hombres libres frente a los que atacan sus libertades245:

239

Idem Idem 241 Un alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit., carta nº 2, p.1. 242 Idem 243 Ibidem, p. 2. 244 Ibidem, p.3. 245 Ibidem, pp. 3, 8-9. 240

Sólo una causa sencible y palpable que á todos punce con fuerza y ofenda llevando la ofensa y el peligro a los hogares de cada cual; sólo esto es lo que podrá formar una identidad de ideas, y levantar á todos á buscarse, tocarse y prevenirse á deshacer el agravio recibido.- La opresión es conocida, la conciencia estimulada: estos son los dos únicos resortes que creo puedan inflamar á los hombres apartados, para reunirse a pedir con calor la libertad y el cielo. V.E. estará convencido desta verdad y conocerá por lo mismo que Colombia es responsable á la filosofía, al mundo, á la humanidad y á la razón, de cuanto haga de más en los deberes del ciudadano246 Similar señalamiento hacen en el periódico comercial bilingüe El Colombiano, regentado por un coronel Inglés de apellido Stophord247, apuntando en breve nota un comentario sobre el suceso de Margallo-Santana: ¿Y no es cosa triste observar entre nosotros que ese espíritu monástico vuelva a levantar su cabeza en medio de toda nuestra expansión y adelantamiento; vemos clamorear por los haces de leña y por el sable, como en los días de la Inquisición española; pidiendo siempre que las mismas cadenas se remachen á los hombres, nuestros hermanos, y creyendo que lo que ha constituido debilidad e infortunio de la Iglesia es lo que contribuye a su gloria, dignidad y fuerza? [... La Serpiente de Moisés] proporcionará a toda la unión un sólido y durable beneficio. (...) Inducirá al gobierno y la Nación a adherir con más firmeza que nunca a los principios de la tolerancia, que se ha visto ahora amenazada abiertamente de una subversión, y que es esencial á la estabilidad del gobierno. Pensamos que esta investigación es peculiarmente necesaria en las actuales circunstancias, y si la Serpiente de Moisés produce tan benéfico resultado, habrá llevado en el cuerpo, como muchas de su especie, el antídoto contra su veneno248 El alemán sugiere que la raíz del problema, pasando a profundizar sobre la polémica, es que a partir del Edicto de Constantino, el mundo temporal y el espiritual se confundieron “quedando ambos como han quedado envueltos en la política y combinaciones de la dataria y penitenciaria romana; pero la inesperiencia de aquellos tiempos en una carrera nueva que abría el cristianismo no dio lugar a reflexión”249. Sin embargo, por la buena fe de los políticos, y por la natural tolerancia de los primeros cristianos, era difícil prever tal confusión “¿Cómo en aquellos tiempos habría sido

246

Ibidem, p. 9. Silva Montañés, Algunos papeles periódicos venezolanos 1808-1830, op. cit., pp.35-36. 248 Anónimo, "Editorial", en El Colombiano, Semanario comercial bilingüe, Nº 149, miércoles 22 de marzo de 1826. Hemeroteca Nacional, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas, p.2. 249 Un alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit., carta nº 2, p.6. 247

posible dudar de la buena fe [...de] los papas, obispos y presbíteros que viéndose perseguidos por los emperadores predicaban la tolerancia en sus apologías?”250 Fue forjada a partir de entonces la inconmovible liga del sacerdocio con la monarquía: corrompió la molicie de los clérigos a “las conciencias embotadas con la ignorancia de los siglos medios” sobre las que “se arraigó la superstición, concluyó aquella libertad varonil de los anteriores251, cayeron los hombres en la “languidez y el sopor de la esclavitud” del cual hubieron de salir sólo gracias a la Reforma252, desde la cual se han avanzado en las libertades, de las que hoy la Serpiente y aquellos que la propagan “quisieran privarnos del arte de la lectura y retrogadarnos al siglo VIII y siguientes”253. El alemán celebra que las guerras de emancipación frente a la liga Corona-Iglesia, hubiesen diezmado sus filas: “uno de los resultados más importantes en política que indirectamente ha traído esta lucha de independencia es haber mermado en los desastres de la revolución mucha parte del clero del territorio erijido en república de Colombia.”254 Colombia, sin embargo, habría vuelto peligrosamente a Roma, buscando relaciones diplomáticas (cosa que efectivamente sucedía, a partir de la revolución liberal en España en 1820), obrando “en sentido gótico e inverso de las demás naciones del orbe que tanto huyen de Roma”, dándose vigor a los designios de los curas de Venezuela, mandados por el Vaticano, como sucede con el Obispo de Mérida, Lasso de la Vega, quien mantenía correspondencia con el Papa255. Pese a esta trama, el alemán sostiene que es poco probable la propagación de su influjo, gracias a la escasa

250

Idem Esta celebración de las virtudes romanas afectadas por la debilidad del cristianismo tiene ecos de la tradición republicana clásica, y en sus propulsores modernos. Al respecto, véase Aveledo Coll, “En nombre de Dios Todopoderoso: el republicanismo católico venezolano a través de la polémica alrededor de la libertad de cultos en la Caracas de 1811”, op. cit., 2002. 252 Un alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit., carta nº 2, p. 6. 253 Idem 254 Idem 255 Ibidem, p.10-11; El obispo Lasso de La Vega fue comisionado por el gobierno de Bogotá a procurar la apertura de relaciones entre ambos Estados. En La Aurora de Caracas, más tarde, Lasso es acusado de predicar la intolerancia: “Hemos recibido varios impresos de Bogotá, firmados por el Obispo de Mérida, uno de ellos titulado Discurso contra el tolerantismo que se ha querido introducir en Colombia y los primeros números de un periódico que redacta su Sria. Ilma., con el nombre de Mis Sentimientos. Fanatismo, necedades, mal gusto, mala lógica, y lo que es peor, un espíritu de persecución a los hombres y a las luces, es todo lo que hemos encontrado en estos escritos. Da compasión ver ocupadas las prensas de Bogotá en imprimir los delirios de este prelado, que más bien parecen dictados por el supremo inquisidor de España, que por un obispo de la República, que ocupa un asiento en el Senado. (...) Lamentamos que el Sr. Obispo ignore, entre otras cosas, el país y siglo en que vive. (...) En Venezuela ya pasó el tiempo tenebroso: dosel y mitra son sinónimos: y querer sojuzgar con el Gallo de San Pedro, la Serpiente de Moisés, el Perro de Sto. Domingo, &c., es lo mismo que pretender hoy que estos pueblos retrocedan un paso atrás en el camino que han emprendido para asegurar sus instituciones” (Anónimo, "El obispo de Mérida", en La Aurora de Caracas. Redactada por F. Ribas Galindo. Nº 2, 16 de junio de 1826, Caracas, Imprenta de Valentín Espinal, p.3) 251

concentración de población, dispersa toda en un vastísimo territorio; condición que, no obstante, sería propicia para adelantar, cambios profundos y no meras correcciones: … es de advertir que donde sólo hai menos de tres millones de habitantes diseminados en el inmenso terreno (...), hai la mayor facilidad de dar leyes que se quieran y fundar un estado por los principios tan deseados de los hombres sensibles al jemido de la humanidad tiranizada. (…) En Colombia, donde se atraviesa por desiertos grandes para encontrtar un pueblo de 12 ó 20 vecinos: donde ese mismo vecindario está subdividido en labranzas algos distantes unas de otras (…) ¿qué no ha podido y puede hacerse? ¿De quién o de qué se ha temido? ¿Qué confabulación se respeta, ni puede amedrentar? Los hombres deben tocarse para confabularse, y los hombres de Colombia están muy dispersos y separados256 No acabar con el “sistema sacerdotal” es hacer peligrar a la república, y sostener al clero como si no hubiese habido revolución; es proveerles de la holgura económica necesaria para darles “mullida cama donde parir Serpientes de Moisés…”257. Habrían, dice el Alemán, de hacer como los suizos y los norteamericanos, dándonos instituciones libres, justas para un “pueblo sin muelles morales”258, alejando la educación de las “fuentes corrompidas” de los “clérigos serpentinos”259. El padre Santana, multado por el jurado, protesta sordamente en su panfleto Día que no se contara entre los de Colombia…, donde denuncia todo el proceso judicial, acusando a sus denunciantes de corromper a la opinión pública para que presionase al jurado: El acto se comenzó, y desde antes que el orador de la acusación tomase la tribuna ya serpenteaban en los ojos y semblantes de muchos el furor convencional y la condenación de la Serpiente. El orador, confundiendo las tolerancias: suponiendo que la Serpiente quería devorar a los moderados extrangeros que habitan con nosotros: esforzándose en caracterizarla de subversiva de que no estaba acusada; y al mismo tiempo abriendo juicio temerario de residencia a la Religión católica, y a sus ministros, se desvió del punto preciso de la cuestión que era si el papel merecía la nota de sedicioso260

256

Un alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit., carta nº 2, p.10 Idem 258 Ibidem, p.9 259 Ibidem, pp.10-11 260 Santana, Miguel: Día que no se contará entre los de Colombia, el 18 de Marzo de 1826, en que se comenzó a hollar en Caracas la libertad de la Imprenta. Caracas, Imp. de Valentín Espinal, 1826, Colección Arcaya, Biblioteca Nacional de Venezuela, Caracas, p.1. 257

En medio de burlas y abucheos, Santana se veía expuesto, sin defensa alguna, sorprendiéndose de la acusación que recibe de conspirar coaligado con la corona española y la Iglesia de Roma261, y de armar una sedición en contra la tolerancia civil, lo cual estaba lejos de la intención de Margallo, que sólo se proponía “...refutar la tolerancia teológica”262. Tales persecuciones, añade, serían insólitas en otras naciones donde hubiese una verdadera libertad de imprenta, que ampara al catolicismo263, ofendiendo en la ocasión primogénita de la libertad, la ilustrada y religiosa Caracas, que cuando resolvió ser independiente de la España protestó espontánea, solemne y repetidamente que se honraba quedar dependiente del Dios verdadero a quien había tenido la dicha de conocer. El 19 de Abril, primero dijo Religión que Libertad264 Tal como Padilla y Margallo, para Santana la empresa emancipadora no era contraria a la defensa de la fe. Al contrario, era instrumento de la cristiandad, para protegerla de la impiedad que desde el continente le amenazaba. No critica la Serpiente a la caridad con el extranjero, sino la asociación con el seductor “que con su trato puede pervertir”265. Es más, apunta Santana, buscando aclarar su idea de la república y sus leyes: Republica, libertad y tolerancia son palabras sinónimas, aseguró el orador de San Francisco. Si por republica se entiende un desorden babélico, y por libertad el libertinaje; se habría discurrido con razón: pero si por la primera se entiende un estado como Colombia con Dios y leyes justas, y por la segunda la facultad de proceder dentro de los términos no prohibidos por ley natural divina o humana, la tolerancia bien teológica o bien civil lejos de ser una misma cosa con ellas es un mal que las mina y destruye. Atenas, muestra de republicas en lo antiguo, sacrifico a su intolerancia a Sócrates, idolatrado por valiente, sabio y virtuoso. Génova y Venecia

261

Idem Ibidem, p.2 263 El artículo 156 de la Ley de Imprenta, efectivamente, señala que el primero de los abusos de la libertad de imprenta, publicando escritos subversivos, es la publicación de textos contrarios a los dogmas de la religión católica, apostólica, romana. Sobre esto, léase José María Vargas, (atribuído) "Reflexiones Imparciales acerca del Folleto titulado la Serpiente de Moisés", 1826, en Caballero, Manuel (Comp. 1999): Diez grandes polémicas en la historia de Venezuela. Caracas, Fondo Editorial 60 años, Contraloría General de la República, 1999, p.27). 264 Santana, Día que no se contará entre los de Colombia, el 18 de Marzo de 1826, en que se comenzó a hollar en Caracas la libertad de la Imprenta , op. cit., p.3. 265 Ibidem, p.6 262

fueron republicas sin ser tolerantes (...) republicas las cuales desean emular las mas de los impugnadores de la serpiente y la pacifica tolerancia 266. La persecución del acusador se dedicó, fundamentalmente, a hacer denuncia desmedida de “la intolerancia de los católicos”, pero, ¿cómo no van a serlo? La tolerancia teológica es pecaminosa e intrínsecamente perniciosa, y la civil es sólo un mal que ha de sufrirse si es inevitable o necesario “pero que de ningún modo debe buscarse. La misma palabra lo significa, pues el bien no se tolera, sino que se ansía. La [tolerancia] de personas se ha dicho está recibida en todo el mundo con las precauciones que señalan las leyes y los cánones”267. No es el momento, apunta, en que sea necesario establecer la tolerancia civil; ni siquiera lo será de aumentar la inmigración de extranjeros, ya que esta deberá ser siempre “moderada, de suerte que la nación no vea sofocados su carácter y anchos usos y costumbres: si se hiciera indiscriminadamente, Colombia se vería luego convertida en un retazo heterogéneo de la Europa268. Puede Colombia ser generosa con sus huéspedes, pero, como cualquier “amo de casa liberal”, no puede permitir familias que “vengan a alterar el orden doméstico”269, causando conflictos y “canales de sangre”. Al final, señala, ningún país que ha pasado por tales guerras de religión, causadas por la institución de la tolerancia “es perfectamente tolerante: pues aunque las leyes lo mandan, a despecho de ellas la religión que en la ultima lucha quedo con mas poder oprime mas o menos a las otras, particularmente a la católica”270. Por lo cual le parece risible el ejemplo de los Estados Unidos, donde una supuesta expansión del catolicismo ha contribuido a la paz: “...derramando las luces y la moral más pura que han activado la industria y el comercio”. Irónicamente, “La religión en el Norte á impulso de su verdad y ventajas hace rápidos progresos, y en Caracas algunos trabajan por arrojarla del país”271. En tono sombrío, Santana recuerda el momento de la sentencia, la que fue celebrada ruidosamente por el público presente: “Esta ignominia de la imprenta fue celebrada con una orquesta que se llevo a la casa del orador de la acusación con una palma que se le presentó y con un bolso que se formo y se le entregó”272. Finalmente, y recordando a quien antes, tal como él ahora, fue desafortunado en el tribunal de la opinión, William Burke, denuncia la hipocresía de las instituciones liberales, que en toda su

266

Ibidem, pp.10-11 Ibidem, p.12 268 Ibidem, p.12-13 269 Ibidem, p.13 270 Ibidem, p.14 271 Idem 272 Idem 267

indiferencia han optado por dedicar su fuerza y empeño en someter a un pobre sacerdote católico, sometiendo con él las libertades nacientes de los venezolanos, sometiéndole al escarnio y apabullando su opinión: …la Serpiente que defiende el don más estimable concedido a los hombres [su fe], y que preserva a Colombia de irremediables males, y de que incautamente y a paso gigantesco se ven hechas presa de la irreligión, que convertida en sistema político nada dista de la barbarie (...) La Serpiente ha sido proscripta cuando ya contamos 15 años de libertad. Cualquiera que haya visto en el Espíritu de los mejores diarios discursos enérgicos en pro y contra de la tolerancia, dirá con indignación republicana que en una corte monárquica fue más liberal la imprenta que en Caracas. El que recuerde las apologías de la intolerancia que contra los escritos de Burke se publicaron el año 1811, convendrá en que el 18 de Marzo de 1826 no ha de contarse entre los días de Colombia, porque la haría retroceder mas allá del glorioso 19 de Abril 273. Así termina Santana su intervención en la polémica, notablemente amargado por la suerte que su partido tenía hoy, triunfante y libre como fue en 1811. Acusado de sedicioso, de coaligado con España, Santana pasaría al silencio, protegido en los claustros del Cabildo Eclesiástico de Caracas. Un último aporte a la polémica es aquél que un anónimo, “un ciudadano”, publicó como Reflexiones Imparciales acerca del folleto titulado: La Serpiente de Moisés274. El mismo ha sido atribuido a José maría Vargas, quien para entonces no sólo fue testigo excepcional del proceso contra Santana, sino que además había recién vuelto a Venezuela, reiniciando sus actividades en la Universidad de Caracas. Este es quizás el alegato que con mayor fuerza liberal interviene en la polémica. Alejado de la estridencia del alemán, o de las lamentaciones de Saldanha, Vargas se dedica a ver dos asuntos: la justicia intrínseca de lo planteado en la Serpiente y, si al final, éste es sedicioso o no. Parece abordar queriendo verlo sin las pasiones ya sofocadas del tribunal: “creemos que el papel no ha sido todavía considerado con la debida distinción que al censurarlo como sedicioso y, por tanto, contrario a la ley de la libertad de imprenta, los escritores se han detenido demasiado, o exclusivamente, en el conjunto erróneo de su doctrina”275

273

Ibidem, pp.14-16 José María Vargas en “Reflexiones imparciales acerca del folleto titulado la Serpiente de Moisés”, op. cit., reproduce fielmente el original: Un Ciudadano, Reflexiones Imparciales acerca del Folleto titulado La Serpiente de Moisés. Caracas, Imprenta de Devisme Hermanos, 1826. 275 Ibidem, p.19.

274

Sostiene Vargas que Margallo confunde, “por ignorancia o malicia” los diversos sentidos de la palabra tolerancia: entre las tolerancias teológicas, que permitan no creer en religión alguna o que permite la salvación de los herejes, la tolerancia civil (“justo medio entre los extremos”) por “la cual se tolera a los hombres de diferentes religiones de la del Estado o dominante, y aun se les dan derechos civiles y políticos”, y con la caridad fraternal, que “debe reinar entre todos los hombres, de cualquiera nación o religión que sean”276. Siendo el culto público es un problema político, es natural que la advertencia de Margallo corresponde a un pueblo más bien teocrático277, donde los ámbitos del poder espiritual y el temporal no están delimitados, y donde el designio individual está sometido al peso de la autoridad opresora, noción que es inconmensurable con la política liberal, y que es explotada engañosamente: El autor prescinde, al tratar de una cuestión puramente política, de las pruebas políticas, y va a tomarlos de argumentos y autoridades que aplicados a esta cuestión tienen muy poco peso. Así, afectando del modo más capcioso derivarlos de autoridades en otras materias incontrovertibles, por una falta de debida distinción, propende a alucinar a la parte menos instruida del pueblo278

Cita Vargas al abate Bergier279, quien define la tolerancia como la libertad concedida por el gobierno civil a los sectarios de diferentes religiones, de ejercerlas públicamente, de seguir sus ritos y disciplina, de enseñar sus dogmas en asambleas, y esto es lo que se llama tolerancia civil y política. (…) ¿Es ventajoso a un gobierno, sea el que fuere, el permitir el ejercicio de muchas religiones; o el no autorizar más que una sola? No nos toca resolución de este problema: corresponde a la política y depende de muchas circunstancias cuya combinación no es fácil 280

276 Ibidem, pp.19-20. La confusión entre las diversas nociones de tolerancia era argumento común de los apologistas de la intolerancia contra los “filósofos”, pero casi nunca era usado por los partidarios de la tolerancia. 277 Ibidem, p.22. 278 Ibidem, p.21. 279 Nicolas-Sylvestre Bergier (1715-1790) fue un teólogo y apologético francés, vinculado, en su interés de refutarles, al movimiento de los Enciclopedistas. El texto cita al trabajo de Bergier "Traité historique et dogmatique de la vraie religion", publicado en París en 1780, y reimpreso muchas veces. Puede considerársele como un ilustrado, aunque siempre intentó alejarse del anticatolicismo de este movimiento en su país. Véase la Catholic Encyclopedia [http://www.newadvent.org/cathen/02490a.htm] 280 Vargas, “Reflexiones imparciales acerca del folleto titulado la Serpiente de Moisés”, op. cit, p.20

Así, la política queda enteramente separada del poder: frente a la duda, es mejor el defecto que el exceso de influencia del gobierno. Éste, con sus leyes y resortes, debe cuidarse de no propasar sus fines, siendo fundamentalmente el mantenimiento del orden público y la convivencia entre individuos. Claro está, esta, sin pasar de la indiferencia a la indolencia: como apuntamos, el culto es un problema público y requiere de la atención del gobierno … por la íntima conexión con la moral pública, sobre que se fundan el orden y el y el cumplimiento de las leyes. Este cuidado de una religión lo toman los gobiernos de diversos modos y en una extensión más o menos lata. Esta es una cuestión política que ha sido triunfalmente resuelta por las naciones modernas más cultas y siempre a favor de la latitud de la tolerancia281 Sin embargo, de allí a sostener que no puede haber bien público, moralidad, justicia y virtud si no hay religión, es un error mayúsculo. La religión importa como todo fenómeno que pueda afectar el orden, pero no se modo intrínseco. Por otro lado, sería un exabrupto atar la comisión de delitos y la inmoralidad de los ciudadanos a “la profesión de esta o aquella religión. Dependen inmediatamente de su educación e ilustración y, además, de los efectos de una buena legislación. Afortunadamente sucede esto así; porque si tuviéramos que acusar a la religión exclusiva o universal del país, de los crímenes de los hombres, no quedaría muy bien la cristiana, apostólica, romana”282. Aún más, la intolerancia religiosa fortalece entre los menos aventajados ciudadanos, de modo prominente, los prejuicios y resabios de incivilidad que obstaculizan el buen funcionamiento de un orden liberal283. En fin, los absurdos que plagan a La Serpiente hacen “ridículo” el tratar de probar las ventajas de la tolerancia, “dogma político (…) acerca del cual ningún hombre ilustrado duda, y cuyas razones y ventajas, además de abundar e todos los escritos de los publicistas, vemos cada día pruebas de hecho que llevan el más firme convencimiento a la razón”284. La tolerancia es, pues, para sus partidarios: la base principal de la prosperidad de las naciones más florecientes y, en nuestro juicio, es una de las fundamentales del fomento de Colombia, es un derecho

281

Ibidem, p.24 Ibidem, p.25 283 Ibidem, p.25 284 Ibidem, p.27 282

sagrado de las gentes y ejercido de hecho para todos los pueblos cristianos, aún en mayor latitud que por el gobierno de esta república 285. Pasa Vargas a una revisión de la legislación y la práctica vigente alrededor del tema de la tolerancia, para ver si efectivamente el escrito impugnado es sedicioso o no. Al constatar que si bien la autoridad política, por medio de la ley “permite publicar las opiniones, sean verdaderas o falsas, no las reprime, no tiende a impedir las divagaciones del entendimiento humano, ni los extravíos de la razón; prescinde de los errores, y sólo se dirige a conservar el orden social [cuando] es ofendido de modo más o menos directo”286, la evidencia efectiva es que el escrito acusado podía, potencialmente, atacar dicho orden, al impugnar, entro otras cosas, la tolerancia teológica. Discutir las leyes es válido; incitar a su desobediencia explotando la salvación de los hombres, es sumamente peligroso y, sin duda, sedicioso: Cierto es que si el autor no hubiera ignorante o maliciosamente, embrollado y confundido las tan varias acepciones de la palabra tolerancia, [su reclamo] sería justo. Si no hubiera variado de objeto con el párrafo de sus conclusiones, diciendo al fin de la civil y política lo que antes había dicho de ella en las otras dos acepciones, nada erróneo y alarmante contendría 287. El más grave error, sostiene Vargas, es que asombra a los incapaces de discernir errores, a los desprotegidos de la razón. A aquellos cuya ilustración es insuficiente para poder distinguir la sana política del embrollo serpentino. De otro modo, tal escrito apeas si sería “despreciable. Más por el modo capcioso de expresar dichas ideas, es, no solamente absurdo, sino capaz de arrastrar fácil y probablemente” a la desobediencia y a la violencia.288 Ejemplos no faltaban. Aunque su éxito fuese improbable, gracias al nivel de ilustración cierta del pueblo caraqueño, que ha encontrado en su desagrado un excelente correctivo a su amenaza., sólo se ameritó una leve intervención de la autoridad a través del jurado de Caracas, cosa que habría sido innecesaria en países más acostumbrados al ejercicio de las libertades: En pueblos más acostumbrados a la libertad, y a ver con sangre fría el embate de las opiniones; en pueblos más acostumbrados a ser tolerantes, y a mantener sus

285

Ibidem, p.29 Idem 287 Ibidem, p.30 288 Idem 286

pensamientos y sus conciencias, más independientes de los hábitos de un despotismo mixto; la libertad de la imprenta basta, ella produce por sí el lleno de sus efectos, difunde la calma en el espíritu de los hombres y la razón y reflexión en cuantos saben que son libres para examinarlo todo antes de creerlo. Todavía no es este nuestro estado289 Sin embargo, y diferenciándose de acusadores anteriores, este ciudadano no se atreve a caracterizar el patriotismo de Santana, cuyos errores son visibles y no están disimulados por un falso carácter: La serpiente de Moisés no viene sola, forma parte de un sistema, otros papeles la acompañan, no se trataría en caso de intenciones perversas (cuya existencia nos abstenemos de asegurar) de que produjese ahora mismo su efecto, basta que sean un elemento de combustión preparado para un tiempo oportuno290. Al final, ponderando como es debido en estos casos, si con la condena no se estimula la publicación clandestina de los textos de Margallo y la victimización de Santana, admite que éste, como la desobediencia, es un riesgo cierto. Pero frente a tales amenazas la fuerza de la opinión, y de ser necesaria, la eficaz acción de las autoridades, habrían de ser suficientes correctivos: Refútense sus errores, demuéstrese la razón de todos los imparciales que el folleto no aparece con un carácter alarmante, sino a fuerza de confundir de un modo muy capcioso las ideas más diversas con los errores de juicio, sino que proceden por una intención perversa. Entonces, adonde no alcanzan las restricciones de la ley de imprenta, llega el freno de la administración, reprimiendo los conatos criminales, desplegando contra sus asomos toda la firmeza del gobierno291 Finalmente, y presto a considerar si con la condena no se hizo más daño a la Libertad de Imprenta que al folleto, cree Vargas que esto es una falaz discusión: la libertad de imprenta es el “sostén de todas las libertades”, pero no el cobijo de los crímenes y la máscara de la impunidad. Es así un exabrupto la pretensión de Santana de presentarse como víctima del espíritu liberal: A la verdad que predicar tolerancia contra la misma intolerancia es una paradoja ridícula; valdría tanto predicar respeto a la conservación del hombre, a favor de un

289

Ibidem, p.31 Idem 291 Ibidem, p.31 290

asesino que nos asestase sus tiros. Además, la libertad de pensar y la de creencia son correlativas. La libertad de imprenta y la tolerancia civil y política son, pues, hermanas, y bien identificadas. Respetar la tolerancia o verla con consideración en el tribunal de aquella, sería transigir con su enemigo mortal 292 Y tal transigencia, para el sistema liberal, es inaceptable. Como sugirió el alemán, al final de su segunda carta: “No basta con herirla, es menester matarla; porque la herida la enfurece y entonces su mordedura es de necesidad mortal”293. Comentarios Finales Es notable que, luego de repetir una y otra vez argumentos similares a los de la polémica de 1811, esta, en ambiente de libertades distinto, en una sociedad ya definitivamente trastocada por la guerra y el tiempo, haya surgido un debate que termina por ponderar si es sensato políticamente el tolerar lo intolerable. La intolerancia como virtud pública, frente a la laxitud del tolerantismo, había tenido su auge y estaba en retroceso. Así mismo estuvo, ya quizás irremediablemente desde entonces, la influencia de la Iglesia católica en la política venezolana294, a diferencia de otros países de la América Española. De aquí en adelante, los intentos ciertos de fundamentar la vida pública en los valores del cristianismo serían marginales o se articularían en otros, nuevos, lenguajes: el de la liberalidad y la solidaridad de los ciudadanos liberales, o el del Estado Social de Derecho. No se habrán extinguido la religión, claro, pero sí la capacidad autónoma de la Iglesia para moldear al sistema político. Sin embargo, ha de decirse que la idea liberal de tolerancia (instaurada definitivamente en Venezuela en 1834) no ha avanzado en nuestros sistemas democrático-liberales inmune al ataque de corrientes alternativas. Si bien se ha impuesto exitosamente en el discurso político contemporáneo, la tolerancia liberal, como aproximación al problema de los naturales conflictos entre individuos- ha sido objeto de severas críticas. No sólo aquellas que encontramos en la historia de la idea de tolerancia, provenientes del pensamiento religioso tradicionalista, sino además en las críticas que contemporáneamente recibe: las posturas republicanas, comunitaristas y democráticas la acusan de impostura, de socavar la unidad pública, de ser en el fondo una apología para la desigualdad y la

292

Ibidem, p.32 Un Alemán, Cartas de un alemán a S.E. el Vicepresidente, op. cit.,carta 2ª, p.12. 294 Watters, A history of the Church in Venezuela., op. cit., p.110

293

represión de los excluidos (bajo el manto de la ciudadanía liberal) y de no hacer justicia a la diversidad efectiva dentro de las sociedades contemporáneas295. Curiosamente, las amenazas de disgregación social provenientes de la política tolerante, implícitas en lo que se ha dado en llamar la “pesadilla liberal”296, donde el cuerpo social es una insostenible masa desagregada de individuos indiferentes, tienen eco en la tradición de la política intolerante. ¿Cabe con esto apuntar hacia la legitimidad de la intolerancia? No, pero hace falta es completar, como acaso ha intentado el liberalismo contemporáneo, hacer efectiva la promesa de integración y pluralidad. En la Venezuela del siglo XIX, la del proyecto liberal; en sus intelectuales y promotores, cabía la natural aspiración a que fuesen las instituciones y la ilustración de los ciudadanos los que permitiesen la actualización de esa promesa. Como, acaso premonitoriamente advirtió Vargas, no era ese nuestro estado. A la luz de estas polémicas, empero, no puede señalarse como causa la falta de adeptos y defensores. Si a fortalecer dichas convicciones ayudó la Serpiente, podemos agradecerle al atrevido Padre Santana.

295

Kautz, “Liberalism and the idea of Toleration”, op. cit., pp.610-611; Beriaín, La Lucha de los Dioses en la Modernidad, op. cit., p.203. 296 Ibidem, p.613.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.