Caja de cajas. Conceptuación y estrategia para una economía alternativa

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Descripción

El papel de las cajas y cooperativas en la construcción del sistema social
de crédito







Una propuesta sobre el papel que puede desempeñar el Sector Social y
Solidario de la Economía en México
















México 2006-2007

Conceptuación y estrategia de instrumentación



I Antecedentes

Este trabajo trata del ahorro y de la forma de sacarle provecho al mismo.
Pero si bien hace referencia a la parte del ahorro que está depositado en
las instituciones financieras convencionales, trata más bien de la manera
como colocar el ahorro de los más necesitados en instituciones financieras
nuevas, alternativas. Hacemos este planteamiento cuando vemos que se
aproxima la gran crisis financiera del sistema especulativo que domina el
mundo. Pronto nuestra propuesta adquirirá gran actualidad y muchos abrirán
los ojos ante la opción que presentamos.
Lo que hoy parece más boyante pronto se verá como quebrado o en un
atolladero, y en cambio, las cajas y cooperativas, aparecerán como una
opción indispensable. Pues haz de saber, lector, que hoy existen formas
tradicionales de ahorro popular, como las cajas. Muchas de estas no están
reguladas o actúan en franca clandestinidad y rebeldía en espera de un
marco jurídico favorable. Otras operaron bajo la legislación que
desapareció en diciembre de 2005 y se resisten hoy a la nueva legislación
que amenaza con suprimirlas. El cómo la legislación actual las combate es
tema de otro trabajo y no repetiremos aquí el asunto. Unas y otras se
sostienen. Si bien algunas optaron por desaparecer tras la última embestida
neoliberal. Entre ellas aquella de la que yo formé parte como socio,
diseñador y promotor, la Caja Monarca, que desapareció como sociedad de
ahorro y préstamo y se convirtió en varias organizaciones solidarias.

Aquí recogemos la experiencia de nuestra caja, pero también la de muchos
otros organismos que hemos estudiado o con los cuales hemos colaborado.
Especialmente los fondos de autoseguro, de los cuales fui asesor económico
más de un lustro, así como algunas cooperativas que en lo particular me han
abierto sus puertas y sus estados financieros.

El propósito de estas reflexiones es reunir de manera sistemática lo que ha
sido la experiencia y decantar el sentido que tiene hoy la operación de un
sector de finanzas populares y solidarias. Atrás, o debajo de lo que
aparece en los medios masivos de comunicación, respira esta realidad social
y solidaria, y mantiene esfuerzos para demostrar su existencia legítima y
sus probas aspiraciones a crecer y multiplicarse. En ese sentido van estas
líneas.

El crédito a los pequeños empresarios ha desaparecido y el financiamiento
al desarrollo se ha restringido brutalmente. Ante este escenario los que
necesitan financiamiento han desplegado diversas iniciativas. No podremos
ocuparnos de todas, ni siquiera de las que fueron más significativas
monetariamente hablando, como la utilización de las casas de bolsa como
bancos alternativos, durante el periodo inmediato posterior a la
nacionalización bancaria. Pero nos interesa en particular la ausencia de
crédito productivo y para el financiamiento de actividades económicas. En
ese caso, los más necesitados, entre ellos grupos de trabajadores
independientes o de pequeños empresarios, optaron por financiar, ellos
mismos, la expansión y la diversificación de sus actividades. Lo han hecho
a pesar de que ni el marco jurídico existente les ha favorecido, ni las
políticas públicas tampoco.

Las clases trabajadoras y algunos microempresarios se han organizado en
pequeñas cooperativas y sociedades de crédito para contrarrestar los
efectos derivados de las altas tasas de interés que cobran los bancos. Todo
esto es el corolario de una crisis por partida doble; ya que en el periodo
anterior el dinero y el crédito fluyeron con largueza, circunstancia que
originó cartera vencida o retrasos, con el incremento consecuente en las
tasas de interés, que dejó a los deudores atrapados en mayor insolvencia.
Como consecuencia de estos acontecimientos, el sistema bancario no recuperó
sus créditos, y debido a estos desajustes bancarios se encareció el
capital. Otro factor que influyó negativamente en su repunte, es el hecho
de que la tasa líder la fija el propio gobierno, puesto que necesita atraer
la inversión foránea para garantizar el flujo de dólares en esta economía
que privilegia las importaciones. Por otra parte, las presiones en este
sentido no parecen disminuir, sino más bien aumentar, pues las
importaciones, sumadas a la deuda y su servicio, introducen productos más
baratos, que impactan en la planta productiva provocando nuevos quebrantos
y rebasando con mucho el monto de las exportaciones y la capacidad real de
pago.

Otro asunto, que no abordaremos aquí, es el proceso paralelo de
concentración de capitales, que hoy se concreta en el hecho de que menos
del diez por ciento de las empresas son las que tienen capacidad de
exportación. Ese es un asunto tratado por diversos especialistas, y no
impide que nos aboquemos a analizar la situación y perspectivas de los que
más necesitan el dinero.

La población trabajadora y los microempresarios han buscado otras
alternativas a la banca y la economía global, y el país está atestado de
organismos diversos que compiten con la banca por la captación de los
ahorros de los pequeños y los grandes clientes. Surgen cooperativas de
ahorro y crédito; sociedades de ahorro y crédito, uniones de crédito,
arrendadoras, sistemas de autofinanciamiento, sociedades de inversión de
capitales, sociedades de financiamiento de objeto limitado, tandas,
pirámides y corredores de cartera.

Es el panorama de un sistema financiero que no parece tener la sensibilidad
y la capacidad para encontrar una salida a los altos costos del dinero y al
monopolio de la actividad de intermediación por parte de unos cuantos
monopolios internacionales. En este contexto, las autoridades hacendarias
se han negado a la autorregulación planteada por muchos organismos o les
han impuesto criterios bancarios sin más, aplicando sanciones a los que
atraen capitales y ahorradores de los circuitos convencionales hacia los
nuevos organismos.

Ninguna institución guarda el dinero en sus arcas. Todos lo captan para
invertirlo o para prestarlo, y los montos de la proporción que guardan para
asegurar la liquidez, dependen de su propio mercado de clientes y de sus
respectivos índices de morosidad o de quebranto. Pero el gobierno es
tolerante y permisivo cuando los bancos prestan hasta sus reservas, e
intolerante y draconiano cuando esas mismas reservas las prestan las
cooperativas. Tampoco les ha permitido que las cooperativas estimen sus
propias necesidades de liquidez. El gobierno no acepta una solución que no
dependa de él. Ni siquiera la ve con buenos ojos. En esto sigue siendo
corporativo y autoritario.

Los bancos saben que su horizonte no es de expansión, que proyectando sus
índices actuales puede hablarse ya de una franca decadencia, en la que las
cooperativas están, por el contrario, aumentando su participación y su
tamaño. Cierto es que los bancos reportan grandes ganancias. Pero sus
utilidades tienen tres fuentes principales: en primer lugar el pago del
Fobaproa e Ipab, en segundo lugar el cobro de servicios (manejo de cuenta,
pago de cheques, retiros en cajeros, etc.), y en tercer lugar el crédito al
consumo (tarjetas de crédito y créditos para compra de autos). En ningún
caso se trata de utilidades por financiamiento de actividades productivas.
La causa tiene que ver con la mención que hicimos sobre el hecho de que hoy
deja más o es más rentable prestar en el mercado de dinero de la economía
no productiva.

En cambio, las cooperativas y organismos similares han crecido al 14 %,
según cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, en el último
sexenio. Y éstas no financian ni compra de coches, ni tarjetas de crédito,
ni reciben Ipab, sólo financian actividades productivas y necesidades
básicas.

El gobierno de Fox no fue neutral. No comprendió que su papel consistía en
alentar nuevas soluciones para aliviar la crisis. Le apostó todo a la
rehabilitación de los bancos. Primero nacionalizó el quebranto; luego
inventó un corto que se tradujo en pago de intereses a la banca por los
montos retirados de la circulación, y en paralelo estableció un marco
jurídico que facilitó la inversión extranjera y la generación de reservas.
Todo esto lo hizo con la idea de resolver los problemas de insolvencia que
afectaban al sistema bancario. Pero no fue capaz de diseñar una política
hacendaria que asistiera a las nuevas entidades de crédito. Al contrario,
desde el sexenio anterior, lo que buscó el gobierno fue dividir al cajismo
mexicano con una ley que en lugar de regularlos a todos, sólo sirvió para
fortalecer a los más grandes. Más tarde, a través del Senado, rechazó los
intentos de autorregulación que los organismos cooperativos proponían al
gobierno. No puede verse de otra manera la congelación que se dio de la
iniciativa de Ley Reglamentaria del Artículo 25 Constitucional que aprobó
la Cámara Baja desde 1999, y el que se hubiera archivado toda iniciativa
para apoyar a las cooperativas. En 2007 está de nuevo a discusión esa ley.
Esperemos que ahora sí estemos ante un Congreso dispuesto a sacar adelante
al sector social y solidario.

El resultado de todos estos desaciertos es la incertidumbre tanto de los
horizontes de financiamiento, como sobre la suerte de los organismos
nuevos. Y dentro de esa incertidumbre persiste una guerra no declarada que
liderean los bancos contra los organismos de tipo cooperativo, a la que se
suman oficiosamente algunos funcionarios, como el Director del Bancefi.

De cuando en cuando se acusa a los nuevos organismos de lavar dinero, de
ofrecer altas tasas de interés que parecen inexplicables, o de otorgar
préstamos sin cumplir con las normas. Se justifican intervenciones o
suspensiones de actividades y se genera desconfianza entre los socios o los
usuarios. Pero la gente no retorna a la banca y no lo hace porque el
esquema sigue siendo el mismo.

Es previsible que estas batallas por el mercado financiero cubran un
periodo largo, que sólo definirá sus horizontes cuando el nuevo marco legal
otorgue el triunfo y la estafeta a los vencedores. Hasta entonces habrá que
seguir peleando. Y para estar del lado de los vencedores, habrá que trazar
una estrategia general de lucha, definir una logística de operaciones,
preparar las escaramuzas necesarias, y calcular los costos, procurando que
siempre resulten menores a la inversión y aseguren capitalizaciones de
mediano y largo plazo. Este documento pretende esbozar ese camino.


2 Objetivos

Vivimos en una economía de mercado. Comprender esto es un punto de partida
fundamental, porque en una economía así sólo prosperan las iniciativas que
son negocio. Se trata entonces de crear un organismo que resuelva las
demandas de crédito de los sectores de la población que no tienen acceso a
los servicios bancarios. Pero a diferencia de lo usual, no nos proponemos
un negocio que sólo favorezca a un pequeño grupo de accionistas que
capitalicen las necesidades de los demás. Para revertir esta tendencia,
alentaremos la formación de diversos grupos de socios solidarios, que se
irán integrando con el capital que puedan aportar, mismo que a su vez los
convertirá en sujetos de crédito. El negocio está en dos ámbitos: primero
hacia el interior de cada grupo que se constituya, en la medida que el
capital común sirve a todos y a cada uno; y en segundo lugar porque la
iniciativa aspira también a capitalizarse, es decir, a jugar un papel
coordinador que participe del valor agregado del conjunto de organismos.

En sentido general, se trata de diseñar un instrumento financiero que
ofrezca las ventajas que brinda el sistema bancario tradicional, pero que
no cargue con los estigmas que este representa. Que tenga la misma solidez
de las instituciones nacionales de ahorro y crédito; que guarde los ahorros
sin riesgo para los ahorradores; que ofrezca certeza sobre la
disponibilidad del dinero en todo momento y dé a conocer en forma expedita
el estado de cuenta. Que al mismo tiempo, en reciprocidad, permita una
disponibilidad inmediata de capital; y que con base en nuestro historial y
antecedentes, sepa evaluar las propuestas de inversión y acepte construir
una relación de confianza entre la institución y cada uno de sus socios. En
pocas palabras un instrumento financiero estrictamente diseñado y regulado,
que destierre todo manejo populista o demagógico del dinero, y que defina
reglas muy claras de préstamos y financiamiento.

En lo particular, se trata de diseñar una institución que pueda realizar
inversiones de cartera con el ahorro de sus cuenta habientes, pero que no
lo haga a sus espaldas o semejando una solidez que no tengan los destinos
del dinero. Una institución que explique la colocación de cartera y reciba
autorización de sus socios para aplicarla. Que sepa moverse en el mundo de
las finanzas, pero no arriesgue el capital constituido por la suma de los
cuentahabientes.

Se trata también de construir un instrumento que, sin desdeñar el manejo de
inversiones, ponga el acento en la actividad productiva de cada uno de sus
socios o clientes, y fortalezca la perspectiva del ahorro que reciba, no en
el circuito impersonal del mercado, sino en el coto cerrado de sus propios
socios, propietarios y beneficiarios. Un organismo que sepa invertir, pero
no en la bolsa, sino en los proyectos productivos de sus socios, y en las
comunidades donde éstos viven.

Esta perspectiva es ciertamente opuesta a la que predomina en el sistema
bancario actual, y sólo puede construirse si desde un inicio se hace
explícita descripción de su sentido. Nuestro propósito es crear una
organización financiera que sirva a la producción y que no dependa de la
actividad especulativa.

Necesitamos una organización financiera que pueda considerar la modesta
actividad de un grupo de socios rurales, campesinos, microempresarios, o de
un pequeño taller de artesanos de la ciudad. Una institución que tenga los
instrumentos y el personal para calificar el proyecto de una empresa
familiar o un profesionista liberal. Una institución con la versatilidad
para agrupar por actividad y por capacidad de ahorro a sus socios y sus
clientes, y que sabiendo definir las líneas de crédito que correspondan a
cada uno, no discrimine a nadie, ni desdeñe el tamaño del ahorro o el monto
de la operación.


3 Cobertura

Generalmente, los organismos de ahorro se constituyen entre la población
inmediata al organismo promotor. Pero esta iniciativa es un negocio y es
también una estrategia solidaria de financiamiento, que no puede limitarse
ni constituirse únicamente a partir de los amigos y los conocidos. Nos
planteamos abrir varios frentes de lucha. Nuestra prioridad será otorgar el
crédito a los más necesitados, a los que con sacrificio ahorran y tienen
imperiosa necesidad de financiamiento. Pero también se trata de atender a
los profesionistas libres que requieren capitalizar su actividad con
equipo, o ampliar su infraestructura de operación; a los comerciantes que
no están dispuestos a pagar las altas tasas comerciales; a los campesinos
que sólo pueden ahorrar en cosecha, pero que podrían diversificar su
producción si un pequeño capital les permitiera hacer aprovechamiento de
otros recursos que cuentan y hoy están desaprovechados.

En pocas palabras, nos planteamos establecer una caja en cada sitio donde
se requiera y con ahorradores de distinto perfil, pero agrupados según su
nivel de ingreso y su perspectiva de mercado. Lo detallaremos adelante.

Cada grupo o caja llevaría su contabilidad por separado y desarrollaría una
política de crédito acorde con la naturaleza de sus socios y sus
capacidades específicas. En el caso del ahorro popular nuestra aspiración
sería manejar un volumen grande de socios. Respecto a los profesionistas
liberales o los microempresarios lo que buscaríamos sería un grupo muy
sólido, solvente y estable, que mostrara las bondades de la solidaridad a
través de un sistema cooperativo de ahorro y financiamiento.

No proponemos algo sobre la base de nuestra propia imaginación, sino lo que
en muchas latitudes se está construyendo, pues la crisis de la banca no es
un fenómeno nacional, ni las cooperativas y la economía solidaria son
privativas de los mexicanos.

Si convertimos correctamente nuestras ideas y conocimientos en programas de
organización y en un diseño de una nueva realidad jurídica, llegaría un
momento en que la realidad tendría que ser reconocida, y en que las cajas y
organismos solidarios tendrían reservas y excedentes. Y estos excedentes
constituirían un fondo común. De esta manera los pequeños ahorradores
accederían al ámbito de las finanzas, y los profesionistas apoyarían
proyectos a realizar entre la población más necesitada, demostrando, con
hechos, que es rentable ayudar a los pobres.

No pensamos crear organismos de beneficencia, sino impulsar una economía
solidaria. Tampoco pretendemos construir una oficina de transferencias. Lo
que proponemos es el establecimiento de una administradora eficiente de
capitales. De los muchos capitales que la sociedad es capaz de crear con la
suma de pequeños esfuerzos.

Su universo será tan amplio como el mercado y las actividades libremente
elegidas, y su rentabilidad general dependerá de la combinación de todas
las opciones posibles, aunque algunas puedan ser más rentables que otras.
Ojo, y cuando decimos que unas serán más rentables que otras, no querrá
decir, como en el sistema bancario, que sean desdeñables por no pagar la
tasa media de interés.


4 Metas

Nuestra meta es de orden cualitativo. No creemos que nuestra iniciativa
pueda llegar a crecer al tamaño de alguna institución tomada como
referencia. Tampoco podemos hablar de montos de capital en movimiento. Lo
que sí podemos anticipar es que pretendemos demostrar que el ahorro de
muchos puede financiar la creación de riqueza, y que esta orientación puede
ser cimiento para organismos financieros sanos que se expandan y extiendan.


Aspiramos también a demostrar que la tasa de rentabilidad que se obtiene de
la generación de bienes y servicios es la única fuente de riqueza real,
tangible, que soporta los problemas del mercado y no pone en riesgo los
ahorros de la gente. Y al decir esto hacemos referencia indirecta a la
actividad que le permite hoy a los bancos acumular, y que es, en primer
término la exacción del presupuesto público (IPAB o Fobaproa), la
especulación, la capitalización de obra pública con alza de precios
inmobiliarios, y la inversión en valores de deuda.

La meta general puede resumirse así: construir varios grupos de ahorradores
solidarios; cada uno de los cuales esté claro de la responsabilidad que
todos los socios tienen respecto de los otros, y sepa que el esfuerzo y la
responsabilidad de cada uno va a ser la única garantía del capital común.

Estos grupos establecerán un monto individual de aportaciones iniciales; un
monto semanal o quincenal de ahorro de cada socio del grupo, un monto de
aportación al fondo común; un monto o porcentaje para la administración del
capital; un monto disponible para préstamos, y un procedimiento de deudores
solidarios para que ninguna deuda deje de saldarse

En esta tarea estarán apoyados por una oficina de compensación y
administración, que es la promotora de la iniciativa y es la que recibirá
el porcentaje acordado para la administración. Esta oficina realizará los
ejercicios y estimaciones de crédito o financiamiento; evaluará los
proyectos que se presenten; orientará a los socios sobre las opciones que
tenga y mantendrá transparentemente informados a todos de la marcha de cada
caja y de la situación general.

Parecería una modesta aspiración, pero en el panorama actual representa
algo muy ambicioso. Nos proponemos construir un sistema financiero que lo
mismo pueda atender al pequeño ahorrador que al capital solidario, para
demostrar que se pueden atender las necesidades de crédito de los pobres, y
al mismo tiempo, ganar dinero. Propuestas que, en las circunstancias
actuales, no pueden ser adoptadas por ningún banco, ya sea privado o
público. Lo hizo Yunus en su región, lo podemos hacer aquí.


5 Estrategia

Ganar la guerra a los bancos no significa sacarlos del mercado, sino crear
nuevas opciones de crédito para atender la demanda que la banca tradicional
ya no puede cubrir, e incluso hacerlo mejor de lo que el sistema bancario
llegó a hacerlo cuando todavía operaba este tipo de programas. También
significa --y posiblemente esto sea lo más importante-- que los ahorradores
habrían comprendido que existen otras maneras de ahorrar y de compartir sus
expectativas. Lo que se plantea es que los socios solidarios aprendan a
administrar su capital en forma colectiva; a vigilar que se aplique con
probidad y con rentabilidad, y a que se cumpla el objetivo solidario.

La garantía última del éxito de este programa, es el hecho real de que
genere confianza entre quienes depositen su dinero, y en las personas que
requieran de financiamiento. La viabilidad del proyecto descansará en la
capacidad para que la solidaridad se haga efectiva como garantía del
crédito de cada uno, ya que nadie avalaría el crédito de un compañero si no
estuviera seguro de recuperarlo.

Para alcanzar nuestras metas, necesitamos promotores que sean dueños
absolutos de los conceptos y de la lógica de operación expresados en cada
uno de los puntos del proyecto. Promotores que tengan la capacidad de
exponer, con los argumentos aquí planteados y que la experiencia
enriquezca, algunos de los asuntos que sean del interés de los aspirantes a
formar parte de la sociedad. Como por ejemplo: que sepan explicar el por
qué los bancos están en crisis. Pero que lo hagan no solamente en términos
de informar, como si se tratara de una noticia, sino al detalle, aportando
datos técnicos que complementen su exposición.

En todo momento, los promotores deben tener la claridad y la certeza, de
que promover este tipo de opciones financieras, significa ir mas allá de
la noción de las finanzas convencionales. Y esto no sería posible lograrlo,
si no se tiene una clara conciencia de la política financiera del gobierno;
sin una comprensión cabal de sus limitaciones, y sin un pleno
convencimiento de que lo que estamos proponiendo no es una posibilidad sino
un compromiso y una estrategia de éxito.

El perfil de nuestros promotores requiere, entre otras cualidades, que
tengan la absoluta convicción de que es posible crear organismos rentables
entre los pobres, y, al mismo tiempo, convocar a otros sectores de la
población que cuenten con mayores ingresos. La principal tarea de los
promotores consistirá en hacer comprensible a los ahorradores de un sector,
la lógica de vida y de trabajo que tienen los otros, porque la solidaridad
se fundamenta en la capacidad de comprensión, y sin ella, no puede
confirmarse el contrato social que nos permitirá que juntos salgamos
adelante.

Capacitaremos a los promotores para que lo mismo un día defiendan el
proyecto ante funcionarios públicos o privados, y otro día estén dispuestos
a organizar campesinos, o mujeres de los barrios pobres, o acompañar
proyectos de microempresarios. No les exigiremos un apostolado, pero sí una
militancia comprometida.


6 Logística

Desplegar la iniciativa no es declarar la guerra en todos los frentes, sino
buscar al grupo potencial, atraer su atención y hacer una labor de
convencimiento. Tenemos que plantearnos una estrategia audaz e imaginativa,
que tome en cuenta las condiciones particulares de este sector de la
población, y mostrarle cómo sería un modelo hipotético del funcionamiento
nuevo de las cajas de ahorro, destacando sus cualidades y su propósito
solidario.

Colocando un grupo de promotores en cada nicho del mercado, podemos
localizar los primeros agrupamientos de socios potenciales. Para
identificar el perfil de un grupo o núcleo de candidatos, debemos tomar en
cuenta los elementos siguientes: Que presenten, tanto en lo individual,
como en grupo, una problemática común, como por ejemplo, que cuenten con
recursos y no sepan aprovecharlos; que todos se encuentren desempleados del
sector formal ––aunque sea parcialmente–. Que todos reciban ingresos
–aunque sean insuficientes desde la perspectiva global–. Que todos estén
decididos a mejorar su situación, y que todos se hallen en condiciones de
compartir la misma iniciativa, en la medida de que la situación en la que
se encuentran es semejante y sus perspectivas son similares.

La comunicación entre los candidatos a convertirse en socios es
indispensable, dado que la solidaridad y la corresponsabilidad que nos
proponemos establecer así lo requiere. El nivel de ingresos tiene que
mantenerse dentro de ciertos rangos para que no se generen procesos de
dependencia de los socios con menor capacidad de ahorro, y para que las
aportaciones de cada uno sean equiparables a las de sus socios inmediatos.
Si se dan estas condiciones, estaremos cumpliendo con nuestro objetivo
solidario.

En el proceso, y al agruparse las cajas de manera progresiva en organismos
superiores podrían entonces canalizarse recursos de las cajas más boyantes
hacia las menos capitalizadas. Pero eso será en una etapa siguiente.

El crédito, en este sentido, no debe ser entendido como un factor externo,
sino como un mecanismo para fortalecer y desatar potencialidades que ya
existen y que deben organizarse y potenciarse. El ahorro sería una forma de
hacer patente el compromiso y la voluntad de salir adelante en forma
colectiva.

La institución no viene a salvar a nadie. Viene a mostrar el potencial que
los mismos socios pueden desplegar. Es solamente un know how, una
franquicia que enseña a tejer vínculos solidarios a partir de actividades
financieras.

La logística implica, en forma ineludible, que cada uno de los socios
reciba un curso de capacitación en finanzas, mismo que le permitirá tener
conocimiento y control sobre cómo operan los circuitos por donde pasan sus
ahorros, y vigilar que se apliquen como capital. Se trata de que todos los
socios se enteren de qué manera se multiplica su esfuerzo y se distribuye
como bienestar. Los socios participarán en cada etapa del proceso
financiero, tanto para capacitarse como para contar con la experiencia
necesaria, lo que les permitirá corregir errores y desviaciones, tomar
decisiones, y sistematizar las operaciones con el fin de convertirse en un
mando colectivo. En cierta forma eso irá sustituyendo la inercia que
existe para abordar o buscar soluciones desde la perspectiva individual con
la conciencia de que sólo pueden superarse muchos obstáculos y carencias
desde la perspectiva solidaria, colectiva. Construir el ente colectivo es
tomar los elementos sociales que existen en nuestra sociedad y darles forma
institucional. Es construir las bases de la autogestión.

La logística que proponemos incluye, de manera general, algunas tareas que
cada uno de los responsables de la administración –a quienes podría
nombrarse como capitanes de la economía popular– tiene que ir efectuando.
Para que se cumplan los objetivos y las metas que nos hemos propuesto
alcanzar, es indispensable que aprendan a diseñar proyectos; a descubrir
oportunidades de financiamiento; a organizar grupos de producción; a
proponer tasas de interés y calcular utilidades. Y al decir esto más
explícitamente queremos decir que sepan poner por escrito cómo se
invertiría el dinero, según sus diversos rubros, cuánto costaría el proceso
de producción y cada unidad del producto, qué mercado se tendría asegurado,
y en qué flujo de efectivo se traduciría, en cuánto tiempo se recuperaría
la inversión con sus respectivos intereses, y qué significaría el proyecto
en empleo, riqueza y sustentabilidad. Hoy, si bien necesitamos economistas
de lo social, necesitamos todavía más técnicos capaces de formular
proyectos, pues los proyectos son el núcleo de toda estrategia productiva.

Durante las campañas de promoción, muchos socios se integrarán e irán
descubriendo por sí mismos los renglones que el entorno les permita
aprovechar, así como las posibilidades de desarrollo que cada propuesta
tiene. En cierto sentido la estrategia se centra en capacitación y
entrenamiento. Formar sujetos solidarios es la base del cooperativismo.
Pero su formación no puede cumplirse a la manera convencional de la
transmisión pasiva de conocimientos, sino que se trata de un proceso
teórico práctico de aprender construyendo.

Ojo, cuando decimos que deben "proponer tasas de interés y calcular
utilidades", estamos de hecho deslindando esta propuesta del mecanismo
convencional a través de la cual se fijan hoy las tasas. En el sistema
bancario existe lo que se denomina costo del dinero y tasa interbancaria.
En términos convencionales, sostener una oficina de banco es amortizar la
inversión en equipo e instalaciones, pagar la nómina y los servicios que la
mantienen en operación. Adicionalmente, existe lo que se llama costos de
colocación, es decir, el monto que hay que invertir en conseguir clientes a
quienes prestar; por ejemplo en promoción de tarjetas o propaganda. A ello
hay que agregar el costo de recuperación y la tasa de morosidad e
insolvencia; es decir, cuánto cuesta, adicionalmente, recuperar cada
crédito, así como prorratear las morosidades y cubrir las carteras
insolventes.

Pero en un sistema solidario el costo del capital no está determinado por
esas convenciones bancarias, sino por el esfuerzo marginal que cada socio
realiza para juntar su ahorro. Su monto es mucho mayor o mucho menor. Mayor
en esfuerzo, menor en valor. Y en el mismo sentido, la aplicación de ese
dinero, en el abanico de opciones de inversión, puede reportar poca
utilidad monetaria, pero mucho bienestar o descargo de problemas. Por
decirlo de alguna manera, el costo de oportunidad del uso de capital es
mucho más flexible.

Al describir esto tratamos de dejar claro que el dinero tiene capacidades
de pago relativas, según se convierta en capital bancario o capital
solidario. Y su utilidad, finalmente, como la de cualquier otra mercancía,
puede ser mucho mayor en el caso solidario que en el caso convencional.
Cien pesos pueden ser una suma irrisoria en el caso de un crédito bancario,
pero pueden significar el paso de la frontera entre algo rentable y algo
deficitario en proyectos comunitarios o de población marginada. Y esto no
es decir algo figurado sino literal.

"Proponer tasas de interés y calcular utilidades" quiere decir entonces que
los promotores deben ser capaces de evaluar cuánto pueden pagar de interés
determinados socios de un proyecto o crédito, no en función del costo
bancario del dinero, sino en función de su costo de oportunidad; al mismo
tiempo que la caja prevea sus utilidades, no como un porcentaje de
participación fijo sobre créditos otorgados, sino como la suma y
combinación de créditos de muy diversa revolvencia, rentabilidad y
dimensión. Mientras la tasa de recuperación supere la inflación todo
proyecto es financieramente viable. Aunque no pague la tasa bancaria.

7 Imagen corporativa

La imagen que proyectaremos a nuestros socios se fundamentará en la
confianza y la ayuda mutua. Y la imagen que nos proponemos mostrar hacia el
exterior, es la de la solidez y el profesionalismo de nuestras
organizaciones.

Para nosotros, la imagen que proyectaremos debe ser lo más importante,
porque estará respaldada por las ideas y las normas que seamos capaces de
crear a partir de las experiencias que iremos asimilando, día con día,
hasta convertirlas en la clave del éxito. Para lograrlo, aprenderemos a
distinguir qué factores hacen posible o no la integración de un grupo de
socios, y cuáles de ellos son capaces de garantizar que ese grupo funcione.
También sabremos reconocer qué métodos debemos establecer para asegurar la
corresponsabilidad entre los asociados, y cuáles deben ser los criterios de
elección o aprobación de los socios. La combinación correcta de todos estos
factores, dará por resultado una imagen corporativa que refleje la solidez,
la eficacia y la solvencia de nuestra institución.

Con el fin de dar un seguimiento oportuno a las tareas encomendadas,
contaremos con un manual de operación y procedimientos. Pero no olvidemos
que la materia esencial que sustentará nuestro trabajo, será la de aplicar
los criterios que nos permitan cumplir con los objetivos que nos hemos
planteado, pero sobre todo y más allá de las formas convencionales, hoy más
que nunca, debemos hacer uso de la creatividad y de la imaginación que
todos los hombres poseemos. Los promotores y responsables serán los
encargados de que la imagen de la institución despliegue sus alas y vuele,
gracias a la integración de las ideas y de la experiencia que de ella
misma emanen.

La imagen debe ser una síntesis de la propuesta, y debe concretarse en un
logotipo que la proyecte ante los socios y el público. De hecho será la
primera presentación del proyecto, la cara con la cual llegue ante los
nuevos prospectos. Su explicación podrá ser el comienzo de la promoción.
Por ello la sistematización de las normas es un camino a recorrer en el
proceso de la promoción. El diseño del logo se podrá cumplir sintetizando
esas normas en una simbología.

Los bancos han hecho de su imagen una figura impersonal y corporativa.
Nosotros tenemos que encontrar la forma de recoger en nuestra imagen la
solidaridad, lo nuevo, lo bello, el desafío de lo que significa ser
consistentes y constantes, y de ambicionar un mundo mejor para nosotros y
nuestros hijos, y también para los otros.

Para alcanzar las metas que nos hemos trazado, debemos obligarnos a
promover y gestionar la constitución de diversos grupos de personas que
hagan suyos los principios en los que se fundamenta la solidaridad. Lo que
proponemos es que cada uno de los miembros esté dispuesto a garantizar que
los socios solidarios sean corresponsales del crédito otorgado, y que
dentro de cada grupo no se tenga derecho a un préstamo mientras no se esté
al corriente en los pagos de los créditos otorgados a cualquier miembro del
mismo grupo.

La imagen de la institución debe hacer énfasis en el hecho de que es
posible construir cosas grandes a través de pequeños esfuerzos. Pensemos,
por ejemplo, en una ballena, ese gran animal de los mares que se alimenta
de los peces pequeños y que han utilizado a manera de emblema las
cooperativas del noroeste del país y que nos da la idea de cómo la unidad
crea fortaleza y tamaño.

Siguiendo el ejemplo de los pescadores, lanzaremos la red de la solidaridad
a la mar, para que se convierta en el símbolo que nos une, nos captura y
representa.


8 Espacio inicial de trabajo

Con la idea de no gastar recursos al inicio de las operaciones, se sugiere
que el primer espacio para la instalación de nuestras oficinas de trabajo y
promoción se elija tomando en consideración a los socios que cuenten con un
local apropiado para el caso y estén dispuestos a facilitarlo. Se
recomienda nombrar a un socio que tenga la capacidad y solvencia para
organizar las tareas iniciales y ponga en marcha el proyecto, partiendo de
la idea de que éste tiene que autofinanciarse.

Dado que la administración y operación necesitan garantizar un ingreso
inmediato por intermediación, se propone que se forme un primer grupo de
arranque en que manejen sumas medias de ahorro y financiamiento. Veamos un
ejemplo de Célula madre. Con aportaciones de 1000 se aspira a llegar a
15,000 de ahorro inicial. De él se aplicarán por ejemplo tres préstamos,
uno de comercio por 2,500, otro de producción por 7,000 y un tercero de
4,000 para servicios. La velocidad de retorno del primero será de un mes,
de seis meses la del segundo, y de tres meses el último. Como los pagos
empezarán al mes en el primer caso, la caja agregará a la tasa de interés
comercial el costo de la intermediación, y volverá a colocar ese dinero al
mes siguiente. En el segundo caso tendrán que concederse seis meses de
gracia, sin pago alguno, pues la producción requiere tiempo para consolidar
y vender; y el cobro por intermediación deberá ajustarse a la tasa de
retorno del proyecto respectivo. En el tercer caso, que es previsible que
reporte flujos de efectivo desde el primer mes, podrá aplicarse alguna tasa
de intermediación, además de la amortización parcial. En los tres casos
hablamos de tasas diferenciadas de interés, costos de intermediación
variables, plazos de pago distintos, y periodos de gracia particularizados.
Nada que ver con la banca múltiple.

Esto no quiere decir que no se inicie ya el proceso de promoción y
organización entre otros grupos y sectores. Pero estos no aportarán sumas
significativas para arrancar el proyecto.

Sin embargo no perdamos de vista que el proyecto aspira a ser fuerte sobre
la base del número y no del monto de pocos socios. De tal manera que si en
un principio se puede arrancar con medio centenar de socios, sólo se podrá
consolidar la estrategia con miles de pequeños ahorradores.

La producción de tamales no es competitiva, financieramente hablando, con
otras actividades profesionales, como por ejemplo las realizadas por los
dentistas o por los fabricantes de prótesis. Pero esto sólo es cierto si
comparamos un ejemplo aislado, porque la fabricación de miles de tamales
por cientos de pequeños microempresarios representará un volumen de capital
mayor respecto al que pueden generar decenas de odontólogos. La inversión
será infinitamente menor en la producción de tamales que en la puesta de
consultorios, y la velocidad de circulación de capital será mucho mayor en
la tamalería que en la industria extractiva de dientes. No solamente por la
suma total de crédito resultará mucho más rentable produciendo tamales que
sacando dientes, además sin contar con la capacitación pagada para cada
productor, sino principalmente por la enorme revolvencia.

Consolidado el grupo de arranque todos los otros núcleos que se organicen
deben diseñarse en función de su significación como nichos de mercado, con
claridad sobre su masa crítica, su velocidad de circulación de capital, su
tasa de retorno, y sus costos de operación. Cuando decimos masa crítica
estamos diciendo que para producir tamales sólo se requieren mil pesos. Y
para sacar un diente probablemente hablamos de una inversión de muchas
decenas de miles.

La caja de cajas o la administradora podrá combinar o sumar la operación de
cada una sobre la base del volumen de capital y sobre la base de las
reservas que cada ejemplo requiere, según sea la experiencia, y no la norma
bancaria.


9 Políticas de reclutamiento de socios

En general, podemos considerar como socios potenciales de una cooperativa a
todas las personas que las estructuras financieras convencionales no
contemplan como sujetos elegibles para otorgarles un crédito. La idea es
ofrecer una salida al problema estructural que no resuelve la banca.
Hablamos de micro crédito, y este está concebido como un instrumento para
ayudar al socio a conseguir su máximo potencial productivo. Lo que se trata
de aprovechar es su potencial para generar capital, y al mismo tiempo
incrementar su capital humano. El crédito es, en este caso, un crédito al
capital humano. Los bancos sólo prestan al capital dinero.

Para escoger a los socios deben seguirse tres orientaciones básicas.
Primero que sean responsables, segundo que propongan proyectos viables, de
acuerdo con el monto del crédito, y tercero que sean capaces de organizar,
elaborar y distribuir el producto de los bienes solidariamente, para
alcanzar las metas que nos proponemos lograr. Pero cada uno de estos
requisitos es diferente de su connotación bancaria. Ser responsable no
quiere decir que pongan a disposición de la institución sus propiedades
como garantía de pago, sino que tengan necesidad del crédito y de
demostrarse a sí mismos que su actividad es rentable. Esta rentabilidad,
por lo demás, debe poderse ver en un flujo constante y desde el inicio
previsto de las actividades. No se habla de expectativas de mediano o largo
plazo, sino de resultados tangibles inmediatos.

La viabilidad se refiere a que la actividad del socio le permita ganar lo
suficiente para ahorrar, y luego para generar un ingreso adicional con el
crédito que va a recibir, de tal manera que pueda rembolsar el crédito y
tener además un nivel de vida más alto. ESFUERZO TRABAJO y TESON. Ojo. eso
no necesariamente va a estar reflejado en un análisis de factibilidad
crediticia como los que realizan los bancos. En el caso de los bancos el
proyecto es viable si además de pagar la tasa de interés obtiene el
rendimiento promedio de utilidades. En el caso de la empresa solidaria es
viable si además de la recuperación con algún beneficio hacia la caja por
encima de la tasa de inflación, mejora el nivel de vida y las condiciones
de vida digna.

La organización social o solidaria es requisito porque el crédito al
capital humano no tiene por objeto el incremento del dinero, sino el
desarrollo, y este sólo es posible cuando se fortalece la integración
social y se potencian las capacidades humanas sobre la base de la
organización.

El crédito se otorga a un miembro de un grupo y no a un sujeto individual.
Y todos los miembros de ese grupo son solidarios con el deudor. De la misma
manera como todos tendrán ingerencia en la aplicación del dinero y en la
buena suerte de la producción y distribución de los bienes o servicios que
se generen.

Cada sujeto propuesto debe encontrar otro sujeto elegible. Los vínculos
entre ellos preferentemente no deben ser consanguíneos; y si uno de los
miembros no cumple con sus inversiones o con sus pagos, ninguno de los
otros podrá obtener nuevos créditos. De esta manera se previene que una
familia o un pequeño grupo de parientes se aprovechen de la necesidad de
otros socios y se asegure la solidaridad y la organización colectiva.

10 Criterios de selección de personal

El promotor deberá tener un perfil y una formación que le permitan entender
las generalidades de la economía, puesto que su tarea consiste en atraer a
los socios potenciales y convencerlos de las bondades del proyecto. Para
cumplir a cabalidad con su tarea, tendrá que argumentar y explicar, a los
candidatos a socios, por qué la propuesta y la estrategia que proponemos es
una alternativa mejor que la que ofrece la banca. También deberá ser capaz
de evaluar a grandes rasgos las propuestas; valorar el perfil de los
candidatos a ser incorporados como socios, y establecer las condiciones de
organización de los grupos.

Los candidatos a ser reclutados como promotores –de acuerdo con el perfil
que proponemos–, tienen que convertirse, en el corto plazo, en los adalides
del proyecto, dado que su tarea inicial requiere de su capacidad de
liderazgo, tanto para acercarse a la gente, como para organizarla y ganarse
su confianza. Es primordial que los promotores sean capaces de proyectar
una imagen que genere respeto a su propuesta, y que al mismo tiempo atraiga
el interés de los socios potenciales. En todo momento el promotor deberá
tener presente que su trabajo se cimentará en la confianza que logre crear
en su relación con los futuros socios. La confianza es el fundamento de la
promoción.

Como complemento a su formación, se recomienda que los promotores conozcan,
de manera general, el marco jurídico de las finanzas, así como los sectores
que componen la economía. Sería deseable que hubieran cursado alguno de los
diplomados o seminarios sobre el sector social; la economía solidaria, o
las cajas populares. Si en un momento dado y en determinado lugar no hay
personal disponible con el perfil que se requiere, será necesario instaurar
cursos de capacitación. La cooperativa se crea con cooperativistas. Y los
cooperativistas tienen que ser formados y capacitados. Desterremos la idea
de que hacer una cooperativa es llenar un machote y registrar una razón
social o figura asociativa.

No hablamos de contratar especialistas ni elementos de postgrado, ya que
los profesionales del ramo manejan esquemas preconcebidos sobre la
macroeconomía y las finanzas, los cuales chocarán de entrada con la
estrategia planteada. No se trata de volver a implantar un modelo inspirado
en la economía neoclásica que en la práctica ha fracasado. Tampoco nos
proponemos establecer un sistema tradicional de aprendizaje. Tenemos la
certeza de que resulta más fácil enseñar a mentes abiertas, que rectificar
paradigmas ajenos. En principio, no queremos contratar personal que haya
trabajado en los bancos. Lo que buscamos son sujetos que sean capaces de
promover y organizar el desarrollo, a partir de la solidaridad, y el
financiamiento al capital y las capacidades humanas. Esto no lo aprenden
los estudiantes de economía de orientación neoclásica, ni los que se basan
en la mercadotecnia. . La economía solidaria se fundamenta en valores
solidarios, en principios probados por la experiencia social, y en
criterios de rentabilidad que forman parte de la historia universal, pero
no necesariamente del capitalismo salvaje que hoy domina.

Tampoco podemos reclutar personal entre los teóricos que conciben sus ideas
alejados de la realidad y encerrados entre cuatro paredes. El propósito que
nos mueve requiere de nuevas estrategias de promoción basadas en la idea de
la solidaridad, misma que lleva implícito un hondo sentido humano y social
capaz de transformar el entorno económico en que la mayoría de nosotros
vivimos inmersos, sin darnos cuenta de que sólo cambiando un poco nuestros
hábitos y costumbres, podremos acceder a una mejor calidad de vida. No hay
nada más bello que las relaciones humanas bien entendidas, fincadas en el
trabajo y la mutua corresponsabilidad. Por todo esto es de vital
importancia desencadenar un proceso de relaciones interpersonales que
reaviven y animen la comunicación entre las personas, lo que equivale a
despertar en los otros --y en nosotros mismos, aquellas cualidades y
valores sociales que conforman a todo ser humano, pero que por el enorme
peso que nos impone la disparidad social --manifiesta en las actuales
condiciones de vida-- no nos permiten pensar en otras formas de afrontar
los problemas económicos que afectan nuestro desarrollo personal y
familiar.

Para cumplir con su tarea, cada promotor deberá identificar su zona de
influencia, partiendo de su entorno familiar y laboral, por ser esta la
forma natural de crear su propio campo de acción, pero también podrá abrir
otros espacios si aplica correctamente las ideas y los principios
contenidos en cada uno de los puntos del programa. La primera etapa del
trabajo de un promotor, consiste en realizar un determinado número de
entrevistas por día, y en caso necesario, el promotor puede citar a varias
personas en un local adecuado para impartir una amena charla y despertar el
interés de los asistentes; otra manera de trabajar es visitando negocios,
fábricas, oficinas públicas y privadas, escuelas etc. Debe hacerse a la
idea de estar en contacto permanente con los socios potenciales;
proporcionarles información confiable, hacer un seguimiento de sus
actividades, crear su agenda propia, relacionarse con personas destacadas
de su comunidad, tanto del sector público como del privado. Pero deberá
privilegiar la entrevista personal con cada uno de los prospectos que
juzgue más interesantes, o sea con aquellos que tengan el perfil para pasar
a integrarse de inmediato, y que a su vez puedan invitar a participar en el
proyecto a otros conocidos. En cierta forma nuestra institución es un
banco portátil o móvil. No una institución fija. Si habláramos de las
cualidades de nuestro promotor ideal diríamos que entre otros atributos,
debe tener gran capacidad de comunicación, poseer y utilizar cierta
psicología para descubrir a los socios potenciales, y ser capaz de convivir
con ellos en diferentes espacios y situaciones. El desarrollo de una
empresa como la nuestra es un asunto humanitario, y por lo tanto requiere
del concurso de personas dignas que puedan impulsarlo.


Segunda parte



Conceptuación de una nueva estrategia financiera


1 Sobre las tasas pasivas y activas

Se ha vuelto norma que las tasas que se pagan a los ahorradores sean
menores que las que se cobran a los clientes. Parece obvio. Sin embargo,
definir una tasa debería implicar bastante más que la garantía de una
utilidad. Cuando los bancos fijan sus tasas pasivas –supuestamente– toman
en cuenta cuánto les cuesta captar un peso. Y cuando los bancos prestan,
–supuestamente– consideran, además de los costos de administración, el
valor presente de la moneda. Incluso hay bancos que llegan a considerar la
relación entre la demanda total de crédito y la oferta del mismo.

En todo esto, sin embargo, no aparece por ningún lado la producción. Es
solamente un conjunto de consideraciones técnicas de relaciones que tienen
lugar en el ámbito financiero o de la circulación, pero no en el terreno
donde se generan bienes y servicios, no en el ámbito de la economía real,
es decir, de la generación de riqueza.

Cómo obtienen los ahorradores su monetario, y qué capacidad de ahorro
alcanzan, serían un punto de partida más sano para estimar cuánto debe
ofrecérseles para que lo depositen. Pero el otro componente paralelo a
considerar sería: si lo ahorran, ¿cuál es su provecho?, ¿obtener alguna
utilidad financiera?, o financiar una actividad propia que requiere una
suma acumulada de dinero en un periodo determinado?

Estas consideraciones conllevan el ejercicio de pensar en el dinero o
capital como algo que se obtiene de la producción, y que sirve, como fin
último, para financiarla. El dinero no suda dinero, y cuando los depósitos
no crecen, es la inversión la que consigue conjuntar el trabajo y el
capital, para que estos se incrementen al convertirse en mercancía. Sin la
asociación trabajo/capital, y sin la mercancía real, no tendríamos ni más
riqueza, ni la posibilidad de pagar una suma por el uso del dinero. El
abandono de este paradigma es la causa de la crisis monetaria
internacional.

Esto es justamente lo que hoy en día le sucede a nuestra economía, y por
eso está enferma. Los que invierten no se preguntan a dónde va su dinero. Y
los que lo captan, a menudo lo depositan en la bolsa o en valores
gubernamentales. En la bolsa esos capitales van parcialmente a lo que
conocemos como emisión primaria. Es decir, a financiar nuevos proyectos
productivos. Pero cada vez más las inversiones se han caracterizado por
aplicarse a emisión secundaria, a la oferta y demanda de acciones de
compañías que no aumentan necesariamente su tamaño o que no amplían su
producción, y que sólo venden expectativas de utilidad, y ponen precio a
esas esperanzas. Las muchas apuestas por las esperanzas son la fuente de
las llamadas burbujas financieras.

El resultado es un mercado de capitales que crece en una proporción menor
que la economía real. Es decir, un aumento del monto de ahorro e inversión,
que no sale de la órbita de las finanzas. Que no llega a producir nada, y
que consecuentemente no incrementa la riqueza real. Lo que incrementa es el
volumen del dinero, sin su correspondiente valor en bienes o servicios.
Produce utilidad sin generar riqueza. Paradójico pero real.

Esta disparidad nos arrastra a una situación en la que los inversionistas
pueden ganar dinero sin que sus capitales se hayan invertido, nunca, en
generar riqueza. Lo que cobran los intermediarios, es el haberle atinado a
que algunas acciones reportan mejores dividendos. Y lo reportan porque
existe demanda sobre ellas. Otro asunto es describir de dónde sale el
dinero que obtienen los especuladores sin que se incremente la riqueza
real.

Esto nos lleva a preguntarnos lo siguiente: si se obtienen dividendos sin
generar mayor riqueza, entonces ¿de dónde sale la suma adicional de
capital? Bueno, en principio podemos pensar que sale de los que no le
atinaron a su apuesta, respecto a las acciones o valores que reportarían
las mejores ganancias. Pero también debemos pensar en aquellos que ven
reducir su ingreso en el proceso de circulación de capitales y mercancías.
Si la cantidad de riqueza no aumenta en relación a la población, y si
algunos ganaron mucho, es señal inequívoca de que otros la perdieron.
Algebra simple. Pero si hubiera incremento de riqueza, y sin embargo el
saldo del valor distribuido sumara más que ese incremento, no sólo
estaríamos viendo que unos ganaron a costa de los otros, sino que algunos
gastan más de lo que se ha producido en general. Lo cual nos traslada de
hecho a la economía ficción.

Lo explicaremos brevemente: Si alguien está empeñado en que las acciones de
su negocio reporten más ganancias, pero no es capaz de aumentar la
productividad de la empresa, tiene dos caminos: El primero es subir los
precios de sus mercancías, y conseguir de esa manera que los consumidores
le aseguren una masa mayor de ingreso y consecuentemente de capital. El
segundo procedimiento es que, cuando vea que las acciones de su negocio
bajan, como consecuencia de su mal desempeño –en ese momento– le apuesten a
sus propias acciones, para que se coticen mejor.

En el primer caso la utilidad de los inversionistas la pagan los
consumidores. En el segundo caso la utilidad se consigue engañando a los
inversionistas, o mejor dicho, distorsionando el funcionamiento libre y
real del mercado.

A esto es lo que muchos llaman una burbuja inflacionaria, es decir, un
aumento del monto total de inversiones y valores sin que exista un
correspondiente aumento de mercancías. Este hecho ha llegado, en nuestro
mundo actual, a registrar hasta diez veces más inversión y utilidades de lo
que se incrementa la producción de bienes y servicios en escala planetaria.


Eso nos obliga a plantearnos, como camino de retorno a la realidad, el
criterio de determinar las tasas de interés en relación con los hechos
productivos, y en contraposición con la voracidad o búsqueda artificial de
utilidades.

Cierto es que la publicidad y las campañas de captación de ahorro son parte
de los costos de captación del dinero. Cierto también que los costos de
administración forman parte de lo que una institución financiera debe
considerar para la estimación de lo que vale el dinero, pues el dinero no
es el papel o la moneda física, sino la capacidad de compra y de inversión.
Si no fuera de esa manera no existirían los derechos de giro. Sin embargo
esos costos, así como los costos que tiene el determinar cuáles son las
mejores opciones para prestar, para colocar el ahorro que la institución
administra, con menor riesgo y mejores expectativas, son también algo que
se incluirá en el costo de las tasas activas. Pero todo ello es bastante
apartado de lo que hoy acostumbran los bancos.

Resumiendo podríamos decir que las tasas pasivas tendrían que ser
subordinadas de las tasas activas. O dicho en otras palabras, según lo que
es posible esperar de la producción y el incremento de la riqueza, sería
posible pagar a quienes los financien.

En ese sentido depende de que establezcamos cajones de inversión, y plazos
de recuperación según estos renglones. En función de ello podemos ofrecer a
los ahorradores las opciones que quieren financiar y la velocidad de
rotación de su capital.

Desde luego, los renglones más rentables y rápidos deberán ser opciones que
puedan escoger los ahorradores que nos interesa privilegiar. Por ejemplo
los ahorradores de sumas más pequeñas o los ahorradores que aportan sumas
con mayor sacrificio. De hecho, esta acción estaría cumpliendo con los
principios económicos del costo de oportunidad y el pago al mayor esfuerzo.
Pero también podríamos darle ahí cabida a los ahorradores puntuales y
constantes. Buena combinación resulta del esfuerzo con la constancia, y del
costo de oportunidad con la puntualidad.

Se sobreentiende que las opciones de inversión deberán ser explicadas de
manera muy sencilla a los socios fundadores, pero tendrá que ser muy
completa para los futuros socios ahorradores de la misma, con el fin de que
puedan tomar una decisión informada, puesto que los riesgos pueden ser
clasificados en términos operacionales y dinámicos, más que en niveles o
grados. De esa manera los ahorradores sabrán de qué dependen sus probables
rendimientos o pérdidas, cuando sea variable; y de qué tipo de acciones y
relaciones dependerán, tanto la recuperación constante, como su pago
puntual. En ese caso, la caja puede recomendar y dejar claras las opciones.
Trasladar la decisión a los socios, hará posible la transparencia que nos
enriquecerá a todos.


2. Sobre las líneas de crédito

Desde la perspectiva de la necesidad inmediata de cada socio, los préstamos
se piden para necesidades básicas, es decir, para solventar un imprevisto,
como gastos médicos, o para pagar una necesidad que rebasa el ingreso
mensual, como unos quince años o un bautizo. Algunos utilizan el crédito de
manera más juiciosa, por ejemplo para añadir un cuarto a su casa
habitación, o para financiar una iniciativa comercial que debe reportarles
un ingreso adicional al de su trabajo permanente o estable. Sin embargo,
más allá de esa perspectiva individual, y de esas necesidades inmediatas,
está el grupo al que pertenecemos. O somos burócratas que se desempeñan en
un área determinada de la administración, o taxistas, o investigadores
universitarios, o artesanos, obreros, o campesinos.

Esa condición social de grupo nos abre una posibilidad u horizonte más
importante de crédito. Como taxistas, por ejemplo, tenemos que cuidar de
nuestro taxi de manera individual, tenemos que amortizarlo, o que darle
mantenimiento para poder seguir trabajando. Los servicios que le damos al
vehículo los pagamos de nuestro trabajo, y el taller donde lo hacemos,
aunque sea de un conocido, opera bajo la lógica de lo micro y de las
compras de insumos al menudeo, es decir, más caras.

Pero si las necesidades y la problemática que vivimos como taxista nos las
planteamos como parte de un colectivo, entonces la perspectiva se modifica
radicalmente:

Podemos comprar las refacciones acorde con la frecuencia promedio que
impone el desgaste de la flotilla, podemos pagar un mecánico entre varios,
y al que le demos una iguala mensual según servicios, o una cantidad fija;
incluso podemos montar un taller de mantenimiento si el grupo es
suficientemente grande.

Como burócratas podemos contemplar nuestra perspectiva a futuro dependiendo
de las políticas gubernamentales de salarios, prestaciones y pensiones.
Pero si en lugar de ver la problemática individual nos la planteamos como
colectivo, entonces no necesariamente dependemos del talento o los recursos
del estado, sino también de nuestra propia capacidad de administración y
creatividad. Por ejemplo para crear o administrar nuestro propio ahorro de
afore o pensiones.

En los gobiernos estatales el sistema de pensiones está generalmente
descentralizado. Y los sindicatos y trabajadores pueden plantearse la
administración de los mismos. En el caso privado puede negociarse con el
patrón que en lugar del pago del Seguro Social se convenga la entrega de
ese fondo a un fideicomiso de los mismos empleados. Tan es esto posible que
en Yucatán encontramos casos particulares autorizados por la SHCP bajo la
figura cooperativa.

Si las Afores fueron a parar a los bancos no solamente fue porque la
voracidad del sistema financiero pretende expropiar a los futuros
pensionados, sino también porque la sociedad sigue pensando en mecanismos
estatales trillados de administración de pensiones y seguridad social.
Mientras la sociedad espera, las pensiones son sustraídas de su objetivo
original y convertidas en fuente de acumulación del sistema especulativo
global. Y es tal la ceguera generalizada sobre estas implicaciones que
¡hasta el Congreso autorizó a los bancos para que invirtieran esas reservas
en acciones del sistema financiero internacional!


3 Sistema de pensiones

Si el Fobaproa fue el fraude del siglo XX en México, las Afores y las
Siefores serán el fraude del Siglo XXI. Y por una razón muy simple: lo que
representan es la transferencia de los fondos de pensiones, es decir del
ahorro para el retiro de la mayoría de los trabajadores, de las manos de
las finanzas públicas a las manos de los bancos.

Cierto es que el estado ha demostrado ser un pésimo administrador de largo
plazo de los recursos financieros, pero resulta mucho peor colocar en los
bancos el recurso del que depende la jubilación y la vejez de millones de
compatriotas. Junto con los bancos, que ya están quebrados, se perderán
todos los fondos en cuanto se termine la garantía estatal de los bancos, se
vuelva impagable el Ipab, o simplemente se retiren los bancos porque sus
matrices lo juzguen no rentable.

Actualmente, los depósitos en Afores, es decir en las cuentas para el
retiro, que manejan los bancos, asciende a un porcentaje considerable del
Producto Nacional. Lo que suma aproximadamente millones de
pesos. Ello debería ser aprovechable para financiar actividades
productivas, rentables, que multiplicaran esos ahorros y los tradujeran en
un sólido respaldo para la jubilación de los que hoy laboran. Sin embargo,
para lo que esos fondos hoy sirven es para alimentar la dinámica
especulativa de los bancos y para sustraer más recursos al sistema
productivo y en privilegio de la bolsa.

Durante los primeros tres meses del año 2000 el entonces titular del Seguro
Social, Genaro Borrego, había reconocido que las reservas técnicas del
Seguro no alcanzaban ni para pagar las jubilaciones de ese año.
Casualmente, se ha reconocido que la situación es la misma en varios
estados. Así lo testimonian las declaraciones hechas por las autoridades
del D.F. en febrero del citado periodo en las que explican que sólo
endeudándose podrían sostener los ritmos de jubilación. Lo
que también han declarado las autoridades de otros estados desde aquella
fecha.

Pero el problema no es nuevo ni reciente, ya durante la administración de
Sócrates Rizzo en Nuevo León, vimos que el ISSSTELEON había anunciado la
insuficiente disponibilidad de reservas técnicas para afrontar sus
compromisos con los derechohabientes. El origen no solamente estaba en la
mala planeación de varios gobiernos sucesivos y, en particular, en la mala
previsión y proyección de la pirámide de edades y de las proporciones entre
la población ocupada y la población dependiente, también estaba en la mala
administración financiera, en la mala inversión de los recursos.

Y la causa última de que hoy los sistemas nacionales de pensiones estén en
quiebra, esta en la práctica irresponsable de los gobiernos priístas que
dispusieron de los ahorros de todos los mexicanos para el gasto corriente
o, en general, para cualquier otro uso distinto al que estaban destinados.
Pero también es un resultado indirecto del paradigma que había venido
planteando que sólo bajo administración pública podía crearse un sistema de
retiros. Esa rigidez ideológica tuvo su contraparte: pues hoy se cree que
la solución estuvo en transferir la responsabilidad de esa administración
no solamente a la esfera privada, sino al ámbito bancario, es decir, a los
bancos que hoy por hoy, y probablemente por mucho tiempo más, son
extranjeros, no tienen ningún compromiso con la población, no operan con
criterios de servicio o compromiso social, y no se tentarán el corazón
cuando sus dificultades les lleven a disponer de esos fondos para el fin
que mejor les parezca.
Además, todavía cobran una cuota de administración. En lugar de que pagaran
una utilidad a tasas bancarias por la utilización de ese recurso, le cobran
a los depositantes por "guardarles dinero". Es simplemente el mundo bizarro
del capitalismo decadente del siglo XXI.

En algunos sistemas estatales existe un fondo local, que se administra
desde una oficina de pensiones. Generalmente está en una cuenta de cheques.
Ni siquiera en una de valores o inversiones. Y además se utiliza para dar
el servicio de préstamos a los mismos empleados públicos. En algunos
estados, hemos visto, llega a estar prestado hasta un tercio del fondo en
cuestión. Es de notar que los préstamos que se otorgan a los
derechohabientes no están condicionados a su uso o aplicación productiva.
Por lo que es presumible que se trate de créditos para el consumo en la
mayor parte de los casos. Además, el dinero que no está prestado se
deposita en la banca, formando parte del ahorro que sirve al sistema
bancario y no incide ni se aplica dentro del estado.

A nivel nacional, las reservas de pensiones representan el % del PIB,
y son la fuente más significativa de recursos, superiores en su fortaleza,
regularidad y solidez a la captación de divisas por emisión de valores
gubernamentales. Solamente compite con ella en su proyección temporal el
volumen de remesas que hacen los trabajadores mexicanos desde los Estados
Unidos.

De lo que se trata, en este caso, es de establecer los mecanismos que
reorienten ese importante fondo hacia las actividades productivas, de tal
manera que sirvan a la generación de riqueza real, es decir, a la
multiplicación de bienes y servicios, que son lo único que realmente
constituye valores tangibles, aprovechables, que aumentan el bienestar.

Y eso no lo van a emprender ni instrumentar los sistemas estatales de
pensiones, o los bancos. Solamente pueden planteárselo y realizarlo los
mismos interesados. Claro que organizados técnicamente para captar,
administrar e invertir.


4. La seguridad social

De la mano del sistema de pensiones está la seguridad social y,
particularmente, los servicios médicos. Todos hemos escuchado de la crisis
del Seguro Social o de los malos servicios que dan en el cuadro básico del
ISSSTE; sin embargo muy poco se entiende de lo que ahí sucede. La mayor
parte de los planteamientos bordan en torno a la necesidad de mayor
presupuesto o la franca privatización del servicio. Los que plantean que
simplemente se trata de cambiar de prioridades presupuestales y dejar de
apoyar a los bancos para aumentar el presupuesto de los servicios médicos
no dejan de tener algo de razón. Sin embargo el problema no es solamente de
asignación de partidas o montos de gasto. En un Reporte de Investigación
del CIDE, publicado hace alrededor de un año (estamos en febrero de 2007),
decía el investigador John Scott, que "a casi un siglo de la formulación de
lineamientos constitucionales de vanguardia en materia de seguridad social
(1917), a más de medio siglo de la creación del IMSS (1943) y a 10 años de
legislarse una reforma profunda en el sistema de pensiones de este
instituto (1995), cerca de la mitad de la población permanece excluida de
los beneficios de la seguridad social en México. ... La cobertura –añadía
el investigador—se concentra en los sectores de mayores ingresos 90% en el
decíl más rico, donde cuando menos uno de los miembros de la familia es
derechohabiente de alguna de las instituciones de seguridad social (IMSS,
ISSSTE, u otra pública), pero sólo el 1.5% de los derechohabientes
pertenece al decíl más pobre."

Es evidente que el fondo de la cuestión tiene que ver con el proceso de
empobrecimiento del estado, y con las causas que han reducido las
disponibilidades presupuestales. Si fuéramos estrictos diríamos que un país
endeudado a los niveles del nuestro no podría sostener una cobertura como
la que se tuvo hace veinte años sin reducir los pagos de la deuda. Cierto
es que el sistema de seguridad social tiene que recapitalizarse, y que el
estado tiene una responsabilidad central en la tarea. Pero hay que diseñar
la forma de reconstituir las reservas.

En marzo de 2005 la Corte negó el amparo al Sindicato del Seguro Social que
exigía ser parte en el proceso de contratación. Sin duda se rompía, con la
resolución de la corte, el carácter tripartito o bipartito de las
contrataciones. La sentencia dictó, literalmente, que "por lo que hace al
derecho de contratación y sustitución de plazas, no es una facultad propia
de los sindicatos (...) sino que es una potestad del patrón (...)" De nada
sirvió que se caracterizara la posición de la corte como neoliberal. Detrás
del neoliberalismo existe un problema financiero al que no se le ha dado
salida. En las notas periodísticas del 11 de junio pasado se denunciaba que
en el Seguro Social están "congeladas" diez mil plazas y que se dejaron de
cubrir más de 15 mil vacantes. La razón de esos ajustes de personal están
en el imperativo de reducir el gasto o presupuesto. Con las reducciones la
institución ahorró mil ochocientos millones de pesos.

Evidentemente que esos hechos se tradujeron en la cancelación de cirugías,
y en la diferación de consultas médicas o la entrega de surtidos
incompletos de recetas, tal y como ha denunciado el sindicato. El saldo es
que ya hace meses la institución opera al 30 o 40% de su capacidad, y se ha
dejado de surtir el equipo indispensable para cumplir sus objetivos. Este
es el panorama de la institución que debe brindar atención a 55 millones de
mexicanos. Los más optimistas piensan que en dos sexenios podría
capitalizarse la institución. Pero no conocemos los planes para
conseguirlo. Y por lo mismo pensamos que se trata de simples frases.

La capitalización del sistema de pensiones, como lo han explicado algunos
analistas, está estancada, pues la estructura del empleo sustrae al 55% de
los trabajadores del sistema de cotización. Esto es, si más de la mitad de
los que constituyen la mano de obra ocupada laboran sin contrato, o por su
cuenta, más de doce millones dejan de contribuir a la constitución de
reservas. Este hecho fundamental podría leerse como una limitante
estructural para superar la insolvencia o quiebra técnica de la seguridad
social. Tendríamos que modificar la estructura del empleo, conseguir que la
mayor parte laborara dentro del marco de la Ley Federal del Trabajo, según
contratos colectivos, y obligando a la cotización de trabajadores y
empleadores.

No parece ser precisamente el horizonte más probable. Al contrario. La
economía informal se ha convertido en la característica dominante, y con
ello, la estructura de la población ocupada de manera regular no podría
modificar la desproporción entre los recursos necesarios para asegurar la
cobertura y el número de los que contribuyen. La solución, según su
servidor, es que quienes están en la economía informal creen su propio
sistema de salud bajo formas mutualistas o cooperativas.

Además existe un elemento adicional que condiciona o impide que el camino
tradicional de atención de la salud pueda mantenerse. Hoy en día los
hospitales privados han establecido, según los colegios de cirujanos y
médicos, una tasa de utilidad de mil por ciento. Sí leyeron bien ustedes:
MIL POR CIENTO. Si una aspirina cuesta cincuenta centavos, ella se cobra en
quinientos pesos.

La tasa de utilidad que los médicos han calculado sobre los costos de las
medicinas y sobre el costo de los servicios, que subrayo llega al mil por
ciento en muchos casos, y que sólo beneficia a los dueños o accionistas
propietarios de los hospitales, hace incosteable la atención de los que no
pueden pagar esos servicios. En el futuro mediato, los que necesiten
servicios médicos tendrán que aportar, en un principio, el proyecto de
atención, con sus respectivos estudios demográficos, actuariales,
financieros, de ingeniería, de equipo y de funcionamiento.

Cuando cada grupo o cooperativa de salud defina el tamaño o dimensión con
el cual sienten que debe nacer el proyecto, y cuando conozcan entonces la
capacidad de atención que tendrían sus instalaciones --y por ende su
cobertura--, podrán hacer una convocatoria a instituciones y a población
abierta para suscribir ese capital. Si en esos proyectos se incluye al
mismo gremio médico, a los colegios de cirujanos y las agrupaciones civiles
de la medicina, la convocatoria tendrá inmediata respuesta.
Las personas físicas podrán clasificarse estadísticamente, en función de su
edad, su incidencia de enfermedades y accidentes y, consecuentemente, por
frecuencias de atención médica según especialidades. Las organizaciones que
decidan suscribir su afiliación, tendrán de la misma manera una pirámide de
edades, con clara previsión de las coberturas necesarias. Este ejercicio lo
realizan hoy las empresas de seguros, pero también las que otorgan primas
por gastos médicos, con la diferencia de que sólo benefician a los
accionistas de las aseguradoras y a los dueños de los hospitales.

a) Las reservas de riesgo corriente para cubrir la salud.
Cuando los grupos hayan conseguido la suscripción del capital necesario
podrán subdividir ese capital en las porciones que cubran los distintos
renglones de un negocio. En primer lugar el de la construcción y
amortización de las instalaciones; en segundo lugar el fondo de riesgo
corriente, que será la suma necesaria para cubrir el anticipo o pago de
servicios del personal que labore en la institución, así como el costo de
operación, las medicinas y sustancias y el mantenimiento. Ésta constituirá
la primera reserva. Y estamos hablando aquí de que la salud puede ser
considerada, en este caso, como una condición que enfrenta riesgos
perfectamente previsibles desde el punto de vista estadístico. Riesgos que
estarán cubiertos con un fondo prorrateado entre todos los beneficiarios.
Cuando se trata de un seguro ese fondo se recaba con el pago de primas. Y
en el caso de una cooperativa se constituye con el pago del certificado de
aportación, que debe equivaler a no menos del capital necesario para
garantizar las coberturas. Es probable que este certificado tenga que
complementarse con un pago de prima.




b) Las reservas de riesgo contingente para garantizar los servicios en
el futuro.
Además de ese fondo, se requerirá un fondo adicional para las fluctuaciones
en el comportamiento estadístico de la cobertura; es decir, una suma para
garantizar la atención de pandemias, medicina preventiva y cambios en la
morbilidad de la población objetivo. Es de mencionar que si el certificado
de aportación y la prima por cobertura del servicio suman una cantidad que
sobrepasa lo necesario para los riesgos corrientes, el remanente puede
invertirse en actividades que no tengan riesgo, y al mismo tiempo tengan
liquidez para cubrir precisamente los adicionales riesgos contingentes.
Esta parte del trabajo requiere experiencia, dominio de la economía social,
y mucha imaginación.

c) La suscripción pública de certificados de aportación para socios
del sistema.
Durante el periodo de presentación y difusión de cada proyecto de este
género toda persona física o que forme parte de una persona moral, pero que
se asocie individualmente, suscribiendo los certificados de aportación --
como se denominan estos títulos de asociación, que no son transferibles ni
tendrán la posibilidad de venderse en el mercado abierto una vez conformado
y legalizado el grupo de socios--, podrán ser heredados o distribuidos
entre los mismos fundadores, pero nunca con la posibilidad de concentración
en unos cuántos.
Los certificados de aportación, a diferencia de las acciones de una empresa
privada, constituyen un capital social, pero vacunado de origen contra la
concentración en pocas manos. Cada certificado representará un voto, como
en todas las cooperativas, y sólo un voto en la sociedad.

d) La suscripción de certificados de capital con riesgo y con
participación de utilidades futuras.
Es evidente que existirán personas u organizaciones interesadas en
suscribir inversiones adicionales. Esto es posible mediante la suscripción
de certificados de capital de inversión. Pero estos certificados,
asemejándose a lo que en algunas sociedades se denomina acciones tipo B, no
otorgan derecho a participar en los órganos directivos de la cooperativa,
ni confieren voto alguno dentro de las asambleas. Sólo representan títulos
de inversión que estarán sujetos a un rendimiento que determine la
asamblea, y que --puesto que se trata de una institución de servicio y
compromiso social--, podrán tener rendimientos, contra los resultados
negros del estado de resultados, por debajo de los instrumentos de
inversión de acciones en bolsa, en títulos bancarios o en pagarés. Quien
invierta en este caso en una cooperativa de salud lo hará por convicción y
compromiso antes que por buscar el cobro de jugosos intereses. Pero al
mismo tiempo tendrá una ventaja respecto de las inversiones de alta
rentabilidad: podrá estar seguro de la ausencia de riesgo, y dormirá
tranquilo porque quienes administren su dinero serán profesionales
altamente calificados en la inversión en proyectos ambientalmente justos,
socialmente necesarios y transparentemente administrados.

e) La formulación del proyecto según la población objetivo.
El proyecto tendrá que ajustarse al tipo de población en el que se recluten
los socios. Si la promoción y el reclutamiento se da entre la población que
concentra su demanda en hospitales de primer nivel, tanto las instalaciones
como los servicios respectivos tendrán que adoptar esa lógica.
Si la promoción se concentra en la población que demanda atenciones de
tercer nivel, el proyecto se deberá ajustar a esa población y necesidades.
Puede ser que se construyan varios escenarios, donde se comprenda una parte
ancha de la pirámide en primer nivel de atención, y una parte necesaria de
servicios e instalaciones para algunos padecimientos en la medicina
especializada.
La experiencia de los médicos será en este caso indispensable y la
cobertura que se defina deberá traducirse en los estudios estadísticos de
población, y en la presupuestación de las instalaciones y el cuerpo
docente.

f) La cobertura contra epidemias y catástrofes.
De la misma manera como las compañías de seguros se cubren contra
eventuales desastres en su cobertura, una cooperativa puede o debe
constituir un fondo o contratar un reaseguro para que, en caso de que una
epidemia o una tragedia colectiva demanden la atención a una cifra de
socios que rebase la estadística prevista, la institución pueda hacer
frente a sus compromisos y obligaciones. Habrá infinidad de organismos
cooperativos que estén dispuestos a tomar ese reaseguro. Para eso tenemos a
la Asociación Cooperativista Internacional u organismos como los alemanes o
los canadienses, que tienen una gran fortaleza financiera.


5 Oficina de inversiones.

Tener un fondo de pensiones o un sistema colectivo de salud es tener una
suma de capital que debe incrementarse para que las jubilaciones o la
atención médica no sean solamente la recuperación de sumas nominales de
ahorro, sino cobro de beneficios por una inversión bien hecha. De hecho los
fondos de pensiones, que hoy funcionan como alcancías, en el mejor de los
casos, deberían ser oficinas de inversiones, que para invertir, deberían
tener capacidad para evaluar un abanico de oportunidades. Esto no lo hacen
ni lo harán los bancos. Figúrense ustedes, el poder legislativo, decíamos
arriba, le autorizó a los bancos ¡invertir en las bolsas de valores del
exterior! O sea apostar al inversionista en el mercado especulativo
arriesgando el futuro de los mexicanos!!

Contar con capital es importante, pero sólo tiene sentido si sabemos para
qué utilizarlo. Una estrategia de capitalización y reorientación financiera
tiene por objeto principal una identificación de prioridades de inversión.
Inversión que debe ser rentable, recuperable, y necesaria.

La planeación del desarrollo, es, en este sentido, un ejercicio que
comienza por la identificación de oportunidades de inversión y por la
formulación de los proyectos respectivos.

Los fondos que han creado algunos gobiernos estatales para financiar el
desarrollo son un paso importante en esta dirección. Pero deben
consolidarse en un marco más ambicioso de manejo de recursos que, además de
trazar una estrategia general de financiamiento del desarrollo, distinga
entre cajones de financiamiento según se trate de proyectos productivos
agrícolas, pecuarios, de la industria de transformación, de desarrollo de
mercados, de capacitación o desarrollo del capital humano, o de
reconversión productiva.

Para cumplir con esta estrategia lo que requerimos es una sociedad de
inversión de capitales. Sociedad bien diferenciada de las anónimas; una
sociedad de cooperativas y cooperativistas a la que deben fluir los
recursos captados en el sistema de pensiones, en las mutualidades, en las
cajas de ahorro, y en el conjunto de servicios que cada uno de los fondos
impulse. Suena obvio, pero nadie lo plantea ni lo considera, pues sería
reencaminarnos a la economía real y romper los paradigmas de la economía
globalizante y especulativa.

Imaginémonos sin embargo, el impacto que podría tener el que con los fondos
de pensiones se financiara la reconversión del riego, de riego rodado en
riego por goteo. Podríamos duplicar en dos o tres años la superficie
irrigada, abatir los costos de la producción agrícola, aumentarla
considerablemente, reducir las importaciones de alimentos, generar mucho
empleo, mejorar la alimentación, reducir el desperdicio de agua, demandar
mangueras e impactar otros sectores productivos, etc.

Imaginemos que las cooperativas, apegadas al marco jurídico vigente,
producen energía eólica o de sistemas minihidráulicos y aprovisionan
pueblos. Imaginemos que rescatan fábricas quebradas, como lo hicimos en lo
que fue Euzkadi. Imaginemos que establecen cajas de cambio para recibir
remesas y proporcionar el servicio sin las altas cuotas que cobran los
bancos. Imaginemos que pueden establecer supermercados –como en Tacámbaro--
; pequeñas fábricas –como en el pueblo donde nació Zapata--, financiar
centrales de maquinaria o de almacenaje –como en Delicias Chihuahua o en
los pueblos Menonitas de ese estado--, o crear cooperativas de transporte
que incluyan el mantenimiento y la renovación del parque vehicular. En
síntesis, imaginemos que la naturaleza y fundamento del sector social puede
contribuir, sustancialmente a la generación de empleo, la reactivación
económica y el desarrollo. Seguramente más de lo que hoy consiguen los
otros dos sectores de la economía.


6. Programa de vivienda


Pensemos ahora en que las sumas acumuladas por los ahorradores se
invirtieran en un proyecto de vivienda. Cómo no se trata de una iniciativa
del sector inmobiliario, sino de una empresa social, sus características
variarían. Por ejemplo se utilizarían materiales de mejor calidad, se
buscaría cierta ergonomía, o en más claras palabras, espacios más adecuados
a la vida y convivencia, a la necesidad de movimiento; se garantizarían
áreas verdes, lugares de guardería o de actividades deportivas, etc. Pero
lo más importante, se estaría invirtiendo en algo que no conlleva riesgo de
no recuperación o quebranto, pues aún en el caso de que alguno o alguno de
los compradores --que seguramente serían parte de los conglomerados
sociales o cooperativos-- no pudiera pagar, la empresa no perdería, pues
la propiedad se habría vendido con reserva de dominio, es decir, con la
condición de que si no era saldada retornaba a su propietario original, y
podía volver a ser colocada o colocadas en el mercado.

Una inversión así, que además se revalúa; (y ojo, no decimos que tiene
plusvalía, como acostumbran los mercaderes de bienes raíces --desconociendo
el significado del concepto) es una inversión sin riesgo, que puede
representar, además, buenos dividendos para quienes hayan aportado el
capital original para urbanizar, construir y vender.

Pero tendría un factor de ventaja adicional. Como un proyecto de vivienda
cooperativa no perseguiría los mismos niveles de rentabilidad que las
inmobiliarias, sino una rentabilidad equilibrada entre los criterios de
negocio y la rentabilidad social, podría comprar terrenos en greña, y
proceder a su urbanización completa, con lotes de tamaño decoroso, áreas
verdes cuidadas, anchas banquetas, entradas de concreto hidráulico, tubería
de alimentación eléctrica y de gas subterráneas, aljibes comunes, pozos, y,
lo más importante, plazos distintos a los que ponen las hipotecarias
privadas, definidos por la capacidad de pago de cada grupo, imputando en
esas mensualidades los costos de establecimiento y urbanización, sin tasas
de interés. De hecho eso ya se está haciendo. Aunque no es precisamente por
parte de una cooperativa sino por un empresario con sentido social. En
Michoacán este hombre ha vendido 17 mil lotes bajo este esquema, y
construye ya una ciudad a la que ha puesto por nombre La Universidad de la
Ciénega, pues ahí ha obsequiado terrenos a la UNAM, el Tec, y otras
universidades.


7. Fondos de autoaseguro


Otra experiencia muy valiosa que ha demostrado ser una estupenda inversión,
es la reducción de riesgos. Piénsese que históricamente hablando, en este
país la pérdida de cosechas ha tenido una incidencia promedio nacional que
fluctúa entre seis y siete por ciento. Piénsese sin embargo que ese
promedio no refleja el que algunos de los afectados por plagas agrícolas,
epidemias pecuarias, o fenómenos climatológicos adversos, lo pierden todo.
Los daños se dispersan en el territorio nacional, pero se concentran en la
propiedad o heredad de aquellos donde ocurre el siniestro.

A nivel individual no existe forma alguna de resarcir la pérdida. Pagando
por una inscripción para que se prorrateen esos daños, o dicho en otras
palabras, para que entre todos o muchos se paguen los quebrantos de los
pocos, el costo que cada uno repone es infinitamente menor. Y el ejemplo
sirve también para ilustrar, una vez más, cómo el grupo o la colectividad
tienen frecuentemente ventajas ante la opción individual.

Yo agricultor siembro. Yo agricultor financio mi siembra y mi cosecha. Yo
agricultor me embolso la utilidad de esa operación. Pero las condiciones no
son tan simples. Yo agricultor asumo toda la responsabilidad por mi
iniciativa y corro de manera solitaria los riesgos. Así como me puedo
embolsar toda la utilidad, también puedo cargar con toda la pérdida. En
cambio, si yo agricultor me agrupo con otros vecinos del mismo oficio y
juntos compramos la semilla, la conseguiremos más barata, si además
vendemos juntos cuando llegue la cosecha, conseguiremos mejor precio. Ojo,
pero si además nos comprometemos en un pacto solidario para que en caso de
que alguno tenga pérdidas las paguemos entre todos, eso convierte al grupo
en una garantía de la utilidad y la eficiencia. Esto implica una dimensión
determinada de tierra. No se puede constituir un fondo de autoseguro
agrícola en una superficie de unas cuántas ha. Como dice la teoría
económica, ahí si está condicionado el asunto por las economías de escala.

Así como no es rentable tener un tractor para sembrar veinte ha., tampoco
es rentable establecer un fondo de autoseguro en superficies menores a mil
ha., por decir algo. Ello implica una organización muy bien estructurada y
mecanismos de administración muy transparentes. Pero hemos demostrado que
es posible.

Como decíamos arriba, la siniestralidad en este país no ha rebasado el
siete por ciento en los cultivos. Y si nos imponemos un ahorro superior a
ese porcentaje, entonces no sólo estaremos garantizando que todos ganen y
ninguno pierda. Pero ojo, como además necesitamos que la siniestralidad o
pérdidas se reduzcan, pues todo ahorro en el pago de daños incrementará
nuestro ahorro neto, nos volveremos más cuidadosos de lo que sembramos, del
momento en lo que estemos haciendo, de las labores que se requieren para
que el cultivo o los cultivos vayan bien, y para que se cumplan todas las
recomendaciones técnicas. Ese ser responsable nos hace también más
solidario. Al constituir un fondo para el pago de los daños eventuales
establecemos un pacto de apoyo mutuo.

Si los daños son menores a la suma aportada, el remanente se puede destinar
parcialmente a un ahorro permanente que cubra otros riesgos, o a ser
invertido en actividades que eleven la productividad, la calidad o la
eficiencia. Se pueden construir bodegas, tecnificar los procesos,
perfeccionar la investigación de campo, pagar técnicos asesores, o
financiar la comercialización.

De paso, como dijimos arriba, esos grupos de carácter mutual ya han
existido en México, y si no se les menciona o promueve es porque el
neoliberalismo los ha considerado una competencia de las aseguradoras
privadas. Hace seis años, es decir hacia el fin del siglo, los muchos
fondos de autoseguro –de los que fui asesor económico-- habían llegado a
dar cobertura a la mitad de la superficie de riego del país, habían
contribuido a elevar significativamente la productividad de la agricultura,
y habían sido un mecanismo permanente de capacitación técnica de los
ejidatarios y pequeños agricultores, al mismo tiempo que eran una escuela
de cooperativismo. La reforma de 2004 los suprimió sin más.

Sin embargo, el que una ley haya suprimido de tajo la existencia de estos
organismos no impedirá que resurjan, y que cubran muchos más rubros de los
que venían alcanzando. A los daños que pueden sufrir la agricultura y la
cría de animales, se agregarán los seguros de transporte, los seguros de
vehículos y los seguros de vida. Y no pasará una década sin que veamos
resurgir estos fondos de autoseguro con un renovado brío y una mayor
creatividad.


8. Sobre la vinculación entre cajas y la constitución de un fondo


Llegar al punto en que entre muchas cooperativas o cajas se financia un
proyecto común es un camino de tiempos muy distintos a los que tienen los
plazos bancarios o los ritmos de acumulación de capital. Existen
"empresarios" de las finanzas que en una sola apuesta se han hecho de miles
de millones. Célebres son los casos de Slim y de Sörös. Las cajas no pueden
atinarle a una gran inversión ni reunir las sumas críticas de capital en
una noche.

Para imaginarnos o prever el proceso de construcción de esta economía
debemos pensar más bien en ejemplos como los del padre Tembleque, el viejo
tonto que removió las montañas o el Banco Grameen de Mohamad Yunus.
Tembleque solicitó a su arquidiócesis un presupuesto para construir la
arquería y el acueducto que le diera a los pueblos de Hidalgo la
posibilidad de sobrevivir. Pero en su tiempo se había iniciado la
construcción de la Catedral de la Ciudad de México, y la arquidiócesis le
negó todo financiamiento, por considerar de mayor prioridad el
levantamiento del centro de culto en la capital. Tembleque, consciente de
su deber y conociendo el tamaño de la necesidad, organizó a los pueblos de
los llanos de Apam, y de lo que hoy es Cd. Sahagún, y asumió personalmente
la obra con trabajo voluntario. Él la hizo de ingeniero, maestro de obras y
guía espiritual, y las almas que lo acompañaron trabajaron sin suspender un
solo día la obra durante diecisiete años. Él vivió bajo los arcos de la
construcción todo ese tiempo.

La majestuosidad de los arcos del padre Tembleque prevalece hoy. Más altos
que la Catedral de México, tanto en el sentido arquitectónico como humano,
son el ejemplo más notable de construcción del siglo XVII en la América
Hispana, pero son además una lección para los siglos de los siglos sobre lo
que es posible levantar sin presupuesto cuando la necesidad lo exige y el
esfuerzo lo sostiene.

En China, donde encontramos ejemplos de presas que se excavaron sin
maquinaria, o de la gran muralla, existe una leyenda sobre un viejo que
decidió remover unas montañas. La leyenda refiere que "hace mucho tiempo,
vivía en el norte de China un anciano conocido como el Viejo Tonto de las
montañas del Norte. Su casa miraba al Sur y frente a ella, obstruyendo la
pasada, se alzaban dos grandes montañas: Taijang y Wangwu. El Viejo tonto
tomó la decisión de llevar a sus hijos a remover con azadones las dos
montañas. Otro anciano, conocido como el Viejo Sabio, los vio y dijo
riéndose: "Qué tontería!" Es absolutamente imposible que vosotros, tan poca
gente, logréis remover montañas tan grandes". El Viejo Tonto respondió:
"Después de que yo muera, seguirán mis hijos; cuando ellos mueran, quedarán
mis nietos, y luego sus hijos y los hijos de sus hijos, y así
indefinidamente. Aunque son muy altas, estas montañas no crecen y cada
pedazo que les sacamos las hace más pequeñas. ¿Por qué no vamos a poder
removerlas?"

El Banco Grameen, nuestro tercer ejemplo, lo fundó un profesor
universitario, que desde su cátedra en la Capital de Bangladesh, veía a lo
lejos a través del ventanal, los villorrios de los miserables. Preocupado
de vincular lo que enseñaba de economía con la solución de problemas reales
salió con sus alumnos a visitar a los pobres. Ahí descubrió que un grupo de
mujeres que desgranaban cereal no alcanzaban más que a pagar sus alimentos
de sobrevivencia porque la mayor parte de su ingreso les era arrebatado por
un rentista a quien debían pagarle por el uso de unos cuencos de madera con
los cuales trabajaban. El costo de los cuencos era de unos cuántos dólares,
pero la pobreza y necesidad de estas mujeres les impedía todo ahorro, y
así, vivían en un círculo vicioso.

Yunus se presentó al banco para solicitar que se les otorgara un préstamo a
estas mujeres. Pues había hecho cuentas y estaba seguro de que les era más
fácil pagar el crédito que el alto precio de la renta de los cuencos. El
banco negó el préstamo porque las mujeres no podían ofrecer garantías.
Yunus tuvo que pedir el préstamo para él y ser él quien prestara a las
mujeres. Las mujeres pagaron y confirmaron así que los pobres generan
excedentes y pueden acumular su propio capital. Las mujeres habían
adquirido su modesto medio de producción. A partir de entonces su nivel de
ingreso les permitió mejoras su nivel de vida. La frontera entre la
infrasubsistencia y la pobreza fue superada.

Con esa experiencia Yunus desarrolló diversas propuestas para financiar a
los grupos de pobres, particularmente mujeres, que se constituían en
unidades de producción solidaria. Y la historia es larga. Pero décadas más
tarde el Banco Grameen llegó a ser al banco más importante del sudeste
asiático. Su operación generó millones de empleos y sacó de la miseria a
millones de personas. Y Yunus ha sido reconocido el año 2006 como merecedor
al Premio Nóbel de la Paz. Aunque a decir verdad debió recibir el premio
Nóbel de economía.

Vincular a las cajas y cooperativas en un proyecto general será tarea de
tiempo. Y frente a nosotros se yerguen dos montañas que tenemos que
remover: la Secretaría Neoliberal de Hacienda, y la ignorancia de los
servidores públicos que pretenden resolver los problemas de México sin los
azadones del conocimiento histórico y universal. Y pues tenemos que empezar
a removerlas. Una parte de nosotros tiene como tarea destruir el mito de
que la política económica de los últimos cinco lustros es la correcta. Para
conseguirlo no servirán frases de denuncia, sino sesudos trabajos teóricos
y prácticos de demostración. Otra parte de nosotros tenemos que educar a
los servidores públicos, tanto a aquellos que se desempeñan en los
gobiernos, como los que llegan al poder legislativo. Sin quitar de encima
las pesadas piedras de la ignorancia, y sin dotar a un número suficiente de
las herramientas de comprensión, no habrá marco jurídico ni políticas
públicas favorables.

Pero al mismo tiempo, los ejemplos que se vayan construyendo han de
constituir una masa crítica que reinvente la realidad. Yunus nunca hubiera
conseguido la autorización de su banco si no hubiera demostrado que los
pobres pagan, y que la forma de organización que él proponía era correcta y
viable. En nuestro caso se trata de multiplicar los ejemplos como Euzkadi o
como los fondos de autoseguro, de crear cooperativas como las que hemos
descrito o mencionado, en todos y cada uno de los ámbitos del territorio
nacional y su economía.

Ante esos hechos las cooperativas y empresas sociales no permanecerán
impasibles ni ajenas. Y la vinculación entre ellas sentará las bases para
la cooperación y la complementariedad. Lo que hoy despliega la Alianza
Cooperativista Nacional como creación de un mercado intercooperativo va en
esa dirección.

Así como mencionamos que un conjunto de taxistas puede abatir el costo de
las refacciones si compra de manera colectiva, así las cooperativas pueden
reducir los precios de los bienes ofrecidos a sus socios si entre muchas
compran o procesan los productos de primera necesidad. Así como la
cooperación ha demostrado ser una palanca más importante para aumentar la
productividad en lo que fue Euzkadi, hasta sobrepasar toda expectativa del
modelo neoliberal, así las cooperativas agrícolas o de comercialización
están empezando a rebasar la eficiencia de las empresas privadas, como en
Cupanda.

La suma de iniciativas se irá traduciendo en la suma de capitales. Y cuanto
mayor sea el capital disponible mayor podrá ser la envergadura de los
proyectos que puedan financiarse. No estamos lejos de que el sector social
coloque las primeras piedras de lo que será la banca social. Con todo y los
obstáculos que ha puesto hoy en día la Comisión Nacional Bancaria; y aun a
pesar de los planes de Bancefi para expropiar el ahorro que en cincuenta
años ha reunido el sector social.


8 Sobre la constitución de un catálogo de proyectos

En los últimos años las organizaciones o figuras asociativas del Sector
Social han emprendido las más diversas iniciativas. Algunas se han
concretado o se encuentran en proceso de ejecución. Otras han recibido
bloqueo permanente por parte de organismos gubernamentales o por
funcionarios específicos muy bien identificados. La Comisión Nacional
Bancaria jugó un papel de impulso a varios organismos de carácter
cooperativo hasta mediados de los años noventa. Hacia finales de esa
década, sin embargo, ocurrió un vuelco espectacular y su papel se volvió
francamente adverso. Las explicaciones tienen la siguiente vertiente, por
una parte la generalización de los criterios monetaristas y favorables a
las empresas trasnacionales y los esquemas financieros ligados a la
globalización. Por la otra la presencia de funcionarios que se han
comportado como militantes ortodoxos y hasta perversos del neoliberalismo
(entre ellos un argentino que inexplicablemente ha sido subsecretario en
México de nombre Martín Werner, y un profesor de teoría friedmaniana de
nombre Javier Gavito Mohar que dirige el Bancefi, antes Bonos del ahorro
nacional).

El recuento y sistematización de esas experiencias es de la más alta
prioridad para el sector cooperativo. Sus propuestas de modificación a las
leyes, así como sus iniciativas y definición de políticas, sólo tendrán
sustento si se apoyan en lo que el conjunto ha estado haciendo, padeciendo
y persiguiendo.

En Tlaxcala se diseñó lo que fue el primer sistema de agrupación de todas
las empresas sociales, incluyendo pensiones, seguros, cajas de cambio,
cooperativas de ahorro y préstamo, cooperativas de transporte y
cooperativas de producción. Incluso se elaboró una ley respectiva que ha
sido inspiración o ejemplo para otras iniciativas en Querétaro y el D.F.
(Sin embargo el proyecto no se concretó porque el gobierno de Sánchez Anaya
le retiró su apoyo.) En Jalisco se constituyó la primera empresa de capital
mixto, es decir, mitad privada y mitad propiedad de los mismos
trabajadores. Pero en lugar de que sirviera como ejemplo para sacar
adelante otros casos de quiebra, ha sido ignorada por el conjunto del
cooperativismo y presa fácil de los grupos trotskistas que buscan
convertirla en un reducto de sus dogmas.

En Chihuahua la empresa Menonita de seguros ha conseguido incrementar sus
reservas hasta tal punto que por ley debió transitar a la condición de
mutualidad. En Morelos, una cooperativa debió asumir la forma de
administradora de salarios para no ser objeto de sanciones por parte de la
ley y poder así financiar diversos proyectos productivos, tanto agrícolas
como agroindustriales.

Entre algunas cooperativas se adoptó el mecanismo del peso solidario para
apoyar a los socios que tenían algún fallecimiento. La suma de cooperativas
que aceptó ese acuerdo le ha representado el pago de más de cien mil pesos
a cada deudo desde hace ya varios años.

Y tenemos así organismos que financian compra de materiales de trabajo.
Cooperativas que dan crédito de avío en la agricultura. Cooperativas que
realizan estudios de mercado o diseñan publicidad. Cooperativas que hacen
encuestas de opinión o levantan estadísticas y muestreos de pobreza. Los
médicos agrupados en los colegios discuten la forma de fundar cooperativas
de salud, y algunos gobiernos de la federación crean programas de fomento
del cooperativismo. Incluso existen en Hidalgo cooperativas de
construcción. Todo esto debe ser sistematizado y convertido en un
patrimonio común.

Los proyectos deben agruparse por sector económico, tasas de retorno, nivel
de ingreso de los participantes y dimensión. Esa sistematización permitirá
que las sumas crecientes de ahorro tengan un abanico de opciones de
inversión. Cuando el capital sea pequeño no podrá pensarse en una
siderúrgica, pero podrán combinarse proyectos de comercio en diversa escala
con talleres de transformación que agreguen valor al producto y le permitan
entrar a nuevos mercados. Una cosa debe estar clara sin embargo: TODO ES
FACTIBLE DE COOPERATIVIZARSE. Toda actividad lícita puede ser parte del
sector social.



Tercera parte. El contexto del proyecto

1 La caja de cajas y el sector financiero
La caja de cajas, que se sustenta en el proceso de integración ascendente
de las reservas técnicas de las cajas, representa las sumas que no tienen
circulación inmediata en sus centros captores de origen; es decir, que no
tienen que estar líquidas para sustentar el funcionamiento de cada una de
las cajas que lo hayan reunido. Son en cierta medida la parte del capital
que soporta la circulación como garantía o reserva, y que debe generar
utilidad para justificar su sustracción del ámbito de los préstamos o
financiamientos particulares.
Por constituir sumas crecientes representan sin embargo posibilidades que
en la escala de lo personal o microempresarial no suelen plantearse, pero
que abren nuevas oportunidades.
Su éxito y eficiencia depende del equipo de proyectos para identificar las
opciones de inversión elegibles, esto es, de que quienes evalúen las
propuestas u oportunidades tengan las herramientas de análisis y la
destreza para tomar las mejores decisiones.
Un economista con idea del desarrollo regional es en ese caso importante,
pues los proyectos no deberían ser completamente independientes, sino
preferentemente parte de una o varias cadenas económicas.
Por ejemplo, un socio de una caja puede solicitar un financiamiento para
sembrar tuna, o empacar tuna, pero su horizonte no le permite ir más allá
de salir a probar suerte en el mercado. En cambio la oficina de proyectos
regional puede identificar a todos los socios que producen bienes
comercializables, y plantearse, entre otras cosas, una empacadora que
seleccione según calidades, y una comercializadora que identifique nichos
de mercado o potenciales clientes.

Para el sector financiero el punto de partida sería ver la tasa de retorno,
que debería ser significativamente mayor a la tasa de interés sumada a la
amortización y los costos de producción y la utilidad respectiva. Sus
parámetros para considerar viable el proyecto son básicamente financieros o
monetarios. En la caja de cajas y su oficina de proyectos una inversión
puede ser viable siempre que no tenga riesgo, genere empleos permanentes,
garantice la comercialización, incremente la suma de capital invertido por
encima de la inflación y potencialice la cadena productiva. Ojo, su tasa de
utilidad directa puede ser menor que una inversión de las que realiza la
banca, pero su impacto socioeconómico ha de ser generalmente mayor, y en
ese sentido puede tener una solidez que no tendría un proyecto aprobado
desde la perspectiva bancaria, y puede conducir a que la cadena en su
conjunto reporte una tasa de retorno y un impacto en bienestar que no
podría conseguirse desde la perspectiva convencional de financiamiento
bancario. En cierto sentido hablamos de rentabilidad social.

2 La caja de cajas y el sector social y solidario
Plantearse el financiamiento de proyectos donde la rentabilidad a
privilegiar es la social no siempre coincidirá con proyectos individuales o
de microempresarios. Lo cual no querría decir que las cajas no deban
prestar o financiar a socios en lo particular. De ninguna manera, pues el
espíritu de empresa nace como iniciativa de la persona, y sólo en un largo
proceso deviene institución, formas de trabajo adoptadas por un conjunto
hasta volverlas una tradición y prestigio. Las cajas deben valorar en toda
su dimensión esta naturaleza del hombre y la economía. Es la voluntad y el
interés de quienes quieren vivir mejor y capitalizar su esfuerzo lo que
gesta la organización de la empresa.

Cultura de esfuerzo y tradición familiar forman generaciones de
empresarios. Los empresarios no se hacen en la escuela. En la escuela se
aprenden las experiencias de las empresas, o sus tecnologías, o sus modelos
de operación. Pero la cultura se adquiere no se consigue por precepto o a
través de la cátedra. Así como el campesino aprende a sembrar a través del
ejemplo, el empresario se forja en el trabajo duro de planear, diseñar,
batallar, conseguir, juntar, conjuntar y producir. El sector privado hoy
está lleno de gente que carece de espíritu de empresa, pero que tiene sin
embargo muchos recursos para mantener la utilidad o para incrementarla.

En la sociedad existen sin embargo muchas iniciativas empresariales,
familiares, de pequeños núcleos de amigos, compañeros de trabajo o de
estudio. Las cajas, y particularmente la caja de cajas ha de identificar a
estos empresarios y atraerlos a sus filas, a su perspectiva. Los bancos
financian a los que ya ganan dinero y no representan esfuerzo de
organización. Las cajas tienen que crecer con los que emprenden y luchan.

El sector social y solidario se alimenta de la iniciativa y creatividad de
las personas. Lo social se adquiere por principio, compromiso y
experiencia. Lo empresarial por esfuerzo personal y el aprendizaje de las
ventajas del trabajo cooperativo y en equipo.

El sector social, es decir, las cooperativas, los ejidos, las comunidades
indígenas, las empresas de propiedad de trabajadores, las sociedades de
solidaridad social, no necesariamente son empresas. Ni su registro o
condición de figuras asociativas, ni su permanencia en la economía y la
sociedad son prueba de su operación eficiente o de que estén cumpliendo los
requisitos mínimos de una empresa. Muchos organismos todavía hoy existen
por el corporativismo del estado y porque los hombres del poder reiteran y
recrean los mecanismos de control y corrupción de las iniciativas
populares. Por ello una de las cosas fundamentales de una política
auténtica de impulso a lo social ha de tener como punto de partida su
auténtica autonomía de todas las esferas del estado y el gobierno, y su
verdadera gestión económica independiente.

Todavía en el régimen de Fox se repitió el corporativismo en el sector
pesquero. Sin proyectos verdaderos que probaran su rentabilidad, o su
organización democrática, el estado financió, a través de Sagarpa, a las
supuestas cooperativas pesqueras, que sólo alimentan una capa de líderes y
burócratas que se apropian de los subsidios y excedentes de la actividad.
La confederación de cooperativas tiene inclusive un edificio en plena Zona
Rosa de la Ciudad de México, evidentemente subocupado.

En la Cd. De México, por su parte, el gobierno de la ciudad ha capacitado
innumerables voluntarios en técnicas y generalidades para la organización
de cooperativas, sin atender a proyecto alguno, y sin estudiar la
viabilidad de cada una. Se trataba de crear cooperativas sin más. No es
casual que el componente ideológico distorsione en este caso el ejercicio
público. Peor aun, cuando una cooperativa refresquera prefirió un pleito
legal contra la propietaria de un predio, en lugar de depositarle el pago
del mismo donde estaba ubicada la planta de producción, se procedió a una
expropiación, sin justificar el "interés social".

El camino del sector social no puede reiterar esos desvíos. Ni es una forma
de competir con la iniciativa privada, ni deberá ser parte de las
estrategias estatales o del poder. Tiene que ser independiente, y tiene que
darse como parte de una actividad económica donde tres lógicas de
producción convergen y coexisten. El sector social competirá con empresas
privadas de la misma forma que competirá con empresas sociales. Porque la
competencia mercantil es sana y vacuna contra el conformismo, la economía
ficción o la ineficiencia.

Pero el sector social tiene sin duda una ventaja sobre el sector privado, y
es que privilegia el empleo y la satisfacción de necesidades. Esos valores,
que permitieron al sector privado crecer y consolidarse en su etapa de
ascenso, se han perdido en los empresarios de hoy, que acumulan gracias al
monopolio –como Telmex--, gracias a los favores o complicidades con el
poder –como Televisa--, o gracias a que controlan el mercado de manera
artificial –como Minsa o Maseca--.
Construir el sector social en un proceso de integración vertical y
horizontal de cadenas económicas es la estrategia. Una estrategia que tiene
que caracterizarse por su espíritu empresarial, cumplido bajo los siete
principios cooperativos.

3. La caja de cajas y las SAPS

El origen de las Sociedades de ahorro y préstamo no estuvo en iniciativa
alguna del sector social, ni de sus organizadores, ni de sus experiencias.
Fue resultado de la perversidad de Carlos Salinas para dividir al
movimiento cooperativo. Ante el anuncio de registrarse o desaparecer muchos
solicitaron su conversión de cajas o cooperativas en Saps.

No es casual que se negara el registro a la gran mayoría. A las que no
reunían un monto de capital apetecible o una operación que pudiera ser
ligada a la banca. Con el tiempo se ha visto el sentido real de la reforma
de ley: había que forzar a las cajas más grandes a su conversión en
entidades que formaran parte del sistema convencional de banca y crédito.

Por desgracia no lo vieron así ni los dirigentes o administradores de las
cajas, ni los mismos cooperativistas. Y hoy tenemos un movimiento
cooperativo o de economía social y solidaria dividido y confundido. Nadie
puede negar que saps o cajas forman parte del cooperativismo, o tienen un
carácter solidario. Si bien hay organismos más solidarios que otros, y si
bien en algunos existen los regímenes de asambleas, como dictan los
preceptos del cooperativismo internacional, y en otros no.

Pero la reforma de ley ciertamente ha creado una división real. Tenemos
cooperativas que operan de manera local y muy modesta, y organismos que
tienen cobertura nacional y han adoptado una lógica financiera muy
semejante a la de los bancos, llegando incluso a olvidarse de los
principios cooperativos. Ya ni educación cooperativa dan a sus socios.

El sistema bancario ha pretendido sobre esa base dar el golpe final. Los
bancos han reducido sus sucursales eliminando aquellas que tenían un costo
de colocación o captación mayor al promedio. Esto desde luego es de alguna
manera resultado de que hoy que se han trasnacionalizado, calculan la
pertinencia de las sucursales en referencia a lo que les cuesta operar en
otros países. Reducida su cobertura sin embargo, no desdeñan el capital que
están captando las cajas y cooperativas, y aspiran a convertirlas en sus
sucursales o entidades de nivel más bajo. Las cajas, en este caso y según
criterios bancarios, deberían cubrir sus altos costos de operación, pero
conducir el ahorro hacia los depósitos del sistema bancario. Más o menos
una forma figurada y parecida a la que establece un esclavista o un
saqueador de riqueza.

Desde mi punto de vista, las Saps han caído en la trampa, y no alcanzan a
ver que existe una alternativa en la agrupación progresiva del sector sin
relación con los bancos y, en particular, sin su subordinación al Bancefi.

Quienes sí comprendan que se trata de construir un sistema diferente al que
hoy domina están emplazados a emprender su camino independiente.

4. La caja de cajas y otros organismos de ahorro y préstamo

Existen en México diversos sistemas de ahorro y préstamo. Muchos hemos de
haber visto a Mi Casa o Mi Casita, Autofinanciamientos de vehículos
automotores, tandas, y organismos que anuncian en sus paredes que se presta
con garantía del vehículo o sobre la base del salario. La tienda Elektra ha
abierto también un sistema de ahorro de tal manera que los que ahí acuden
estén próximos a la condición de consumidores de sus productos.
Sin embargo no se trata de cooperativas ni organismos solidarios. Al
contrario. Son empresas que han identificado las diversas necesidades de
financiamiento de las clases populares y han diseñado sistemas de crédito
muy caro para cubrir esa necesidad cuando no existe proximidad física de
las cajas o cooperativas.
En cierto sentido compiten con el sector social en la conquista del mercado
de consumidores y demandantes de crédito.
El que las cajas no presten para determinadas necesidades puede colocarlas
en desventaja ante tales organismos, pero el que las cajas y cooperativas
contemplen ese conjunto de necesidades y se planteen atenderlas, les dará
infinitas ventajas sobre las empresas privadas que incursionan en estos
segmentos del crédito.
Las cooperativas tendrán, en ese sentido, que crear premios, sistemas de
ahorro y financiamiento de todo lo que esos organismos privados hoy
financian.

Convendría sin embargo que alguna vez se comparen las cuentas. Si bien
estas empresas parecen resolver las necesidades o cubrir un hueco que no
llenan los bancos, a la hora de ver con detalle las cifras resultan tan
caros o más que los créditos bancarios. No solamente cobran apertura de
cuenta, sino también gastos de administración mensual. Y cuando alguien
decide retirar sus ahorros el castigo o pena pecuniaria es hasta de un 30
por ciento sobre la suma ahorrada.

Las cooperativas y cajas no han operado nunca de esa manera. La única
institución que se ostenta como parte del sector y funciona con lógica de
banco privado es el Banco de la Buena Fe, que fundó Fox en Guanajuato,
supuestamente inspirado en la experiencia de Yunus, pero más bien acorde
con la lógica de Roberto Hernández.

5. La caja de cajas y el pago de remisiones

Toda familia de mexicanos que tiene un pariente "del otro lado", sabe que
los costos de cada envío son exagerados, y que los bancos se aprovechan de
la necesidad. Por ello desde hace años, una sap, la Caja Monarca, había
inaugurado un convenio con organismos residentes en los Estados Unidos,
para ser vehículo de traslado de las remesas.

Bajando notablemente los costos de envío por utilizar la banca pública, y
reduciendo sus costos de intermediación al mínimo, sólo sugería a los
beneficiarios abrir una cuenta de ahorro. Haciendo esto el costo de
transacción o envío se reducía a la cuarta parte de lo que cobraban los
bancos.

Por razones incomprensibles, en lugar de que esa iniciativa se generalizara
al sector, hoy sigue bajo control de los bancos. Hoy, que las remesas
representan ya el primer renglón de ingresos de divisas, y que son al mismo
tiempo alrededor de la mitad del ingreso monetario de las familias del
campo.

Es evidente que una tarea indispensable de los organismos del sector será
establecer convenios y promociones con los braceros mexicanos y sus
organismos en Estados Unidos. Ellos son por naturaleza parte de la economía
social, sus envíos así lo confirman. Han de ser cimiento fundamental del
nuevo sistema social de ahorro.

6. La caja de cajas y la tarjeta de débito

En Chihuahua se fundó no hace muchos años, en la región de Delicias, una
sociedad de nombre Progresa. Mario González, su líder, se inspiró en lo que
otros habían ya conseguido en la misma zona impulsando agrupaciones y
negocios. La localidad se ha caracterizado por el empuje y eficiencia de
sus productores, y por la capacidad de inventiva o creatividad.

Primero se creó una sociedad que juntaba fuerzas para producir. Con el
tiempo crearon otra figura para comercializar. Y llegó el momento que entre
todos, y bajo una figura adicional tuvieron una central de maquinaria. Con
el paso del tiempo llegaron a constituir dieciséis figuras asociativas. Con
los mismos socios. Hoy con una especie de corporación, que comprende desde
seguros y hasta administración fiscal de cada afiliado.

Cuando consolidaron sus exportaciones la banca de Texas les ofreció
tarjetas a sus afiliados. Progresa lo negoció para que fueran tarjetas de
la Corporación amparadas o garantizadas por sus exportaciones. La
prosperidad los llevó a plantearle a Banamex que le vendiera su edificio.
Hoy funciona en lo que había sido la sede de ese Banco Nacional en
Delicias.

La solvencia y prosperidad de Progresa les llevo a poner en circulación
vales de la misma, que tenían la misma validez que un cheque, de tal manera
que la SHCP les autorizó la emisión de cheques sin tener registro de banco.
Estrictamente hablando eso es ilegal, pero es parte de lo que resulta de
una realidad concreta que las leyes no pueden ni negar ni impedir.

En lugar de que las reformas recientes recogieran esa experiencia, la Ley
de Ahorro y Crédito Popular niega expresamente que las cajas o cooperativas
puedan otorgar tarjetas de débito o crédito a sus socios, a menos que pasen
a formar parte de los bancos, claro.

Será una batalla o un conjunto de luchas la que se requerirá para que las
leyes y las políticas se lleven a coincidir con la realidad. Pero lo
importante en este caso es que los organismos del sector social entiendan
que lo que hagan con rigor y eficiencia tendrá que ser aceptado.

Una tarjeta de débito estuvo en germen en las líneas de Monarca. Ahí se
contaba con tres depósitos. Uno a la vista, uno que no podía retirar el
socio, pero que servía de garantía para obtener un crédito, y uno de largo
plazo. El depósito a la vista no pagaba ni costaba. El de garantía no
pagaba porque otorgaba el beneficio de obtener una suma mayor a lo que ahí
se tenía. Sólo el tercer depósito producía intereses, y estos dependían de
la rotación de ese renglón de capital que movía Monarca.

Las tarjetas de débito y de crédito tendrán el mismo fundamento.





7. La caja de cajas y los seguros

Va a cumplirse una década que la Asociación Nacional de Fondos de
Autoseguro realizó una reunión nacional para plantear y aprobar que las
reservas sociales de los más de 150 fondos, que existían en aquél entonces,
se reunieran en un Fideicomiso común para crear una mutualidad nacional de
seguros. Con la ingenuidad y buena voluntad que caracteriza a quienes
emprenden algo nuevo sobre la base de sus logros y alcances, la Directiva
de ANFA se presentó ante el Subsecretario de Hacienda para comunicarle sus
intenciones.

El fundamento de esta iniciativa no estaba solamente en la buena operación
que habían conseguido los fondos, sino también en la Ley de Mutualidades
que databa del periodo cardenista y que hacía posible que un conjunto de
usuarios de un servicio crearan sus propias reservas para darse seguros. La
respuesta de Martín Werner, el mencionado subsecretario, fue de enviar fast
track al poder legislativo una iniciativa para modificar los requisitos de
registro de una mutualidad. Esto sin decirles nada a los representantes de
ANFA. Sin reparar en el papel que venían jugando los fondos como la palanca
más importante de las siembras en las tierras de riego, o tal vez
precisamente por ese papel desempeñado y para impedir claramente que
pudieran consolidarse como una figura superior, en la reforma de ley se
planteó que era necesario reunir una suma de Udis tal que ningún organismo
–excepto los bancos—tenía en sus arcas.

Esa reforma que irresponsablemente aprobaron los legisladores fue preludio
de la que se agregó el año pasado y que no solamente limita a los fondos
sino que ahora les niega su carácter cooperativo y las obliga a regirse por
las leyes que norman a las sociedades anónimas.

Sin embargo nunca una ley podrá impedir la existencia de la realidad. Los
fondos existen y en algunas regiones se han agrupado para constituir
figuras superiores. Incluso han podido asumir el avío de cientos de miles
de hectáreas. El nombre que han adoptado no expresa ni su naturaleza ni sus
funciones. Ahí aguardan por días propicios.

Toda actividad humana conlleva riesgos. Reducir estos o crear un sistema o
mecanismo de previsión y remedio ha sido parte de un mundo que se aventura
siempre más allá de lo que puede controlar. Por ello hoy existen seguros de
vida, de daños, de transporte. Todos tienen como fundamento una estadística
sobre la incidencia de cada una de las eventualidades respectivas. En
función de esa estadística es posible conocer su extensión y su costo.
Crear la reserva para cubrir éste último es el papel de estas
instituciones.

Las empresas privadas calculan el tamaño del mercado al que van a vender
las coberturas, y las primas que establecen, es decir, la suma a pagar por
la cobertura, es infinitamente superior a la que pagarían los mismos
asegurados si en lugar de pagársela a las compañías se pusieran de acuerdo
para constituir un fondo que amparara el riesgo que están contemplando y
cubriendo.

En esto los organismos sociales tienen una ventaja insuperable. No venden a
mercado abierto sino a sus propios socios, y por lo tanto las reservas
pueden estimarse con precisión estadística. Las primas a pagar serán mucho
más bajas, y seguramente los servicios, desde el ajuste hasta la
restitución del costo o la reparación del daño, mucho más eficientes, pues
serán parte de un ejercicio solidario.

9. La caja de cajas como caja de compensación

El conjunto de cajas y cooperativas efectúa miles de operaciones diarias.
La velocidad de circulación del capital por sus canales de préstamos,
financiamientos y depósitos es sin duda mucho mayor que en el sistema
bancario. De otra manera no se podría contabilizar ese crecimiento del 14 %
anual que reconoce la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Sin embargo
cada caja tiene una velocidad diferente, pues dependen sus operaciones de
las actividades económicas que se realizan en su entorno y por parte de sus
socios.
Al momento de que los registros que lleva cada una nos permitan estimar y
cuantificar la liquidez necesaria en cada una, podremos descubrir cuánto
tienen de ahorro muerto o inaprovechado. Es ese ahorro el que conviene
conjuntar en un fondo común para aplicarlo en nuevos proyectos.
Estos proyectos de nueva escala podrían elegirse entre las muchas
propuestas que presentaran los socios de todas las cajas y cooperativas
agrupadas. No dependería necesariamente de que una competencia sobre la
base de la rentabilidad que ofrezcan, pues como hemos ido exponiendo son
diversos factores los que se tendrían que evaluar, tales como empleos
permanentes generados, derrama económica, construcción de cadenas
productivas, así como velocidad de circulación, bajo o nulo riesgo, y
probidad y eficiencia administrativa de los solicitantes y de su organismo
fiscalizador.
En todo caso, la caja de cajas sería el administrador del ahorro que no se
presta de por sí porque el ahorro rebase la demanda promedio históricamente
registrada, en cada caja.
Ya mencionamos los muchos proyectos o renglones en que puede y debe
incursionar el sector. Se trata entonces de armar ese abanico de proyectos
y de planear el financiamiento de los mismos.
Una parte de las inversiones tendrá que tener una recuperabilidad e corto
plazo para cubrir eventuales aumentos en la demanda de las sucursales o
afiliados. Otra parte deberá invertirse en proyectos que incrementen el
capital en el mediano plazo, pero no medido en años sino meses, y sólo una
parte podrá ir a inversiones de largo plazo como los proyectos
inmobiliarios. Es justamente todo esto lo que tiene que diseñar una cámara
de compensación.
Ahí deberán trabajar cuadros que puedan prever la inflación real,
eventuales devaluaciones o encarecimiento de operaciones. Cuadros que
puedan evaluar proyectos, como dijimos en la primera parte de este escrito,
y cuadros que además tengan pleno dominio de lo fiscal y lo contable.

Esta cámara se integraría por miembros muy solventes que tuvieran además la
mejor reputación. Ellos dejarían un depósito especial por pertenecer a esa
instancia. Y todo el personal estaría afianzado por el manejo de dinero.
Además, todo colocador de dinero o que formara parte del Comité Técnico que
aprobara créditos o financiamientos tendría que depositar un pequeño margen
por concepto de cada transacción operada en la Cámara, creando así un fondo
de contingencia al que se podría recurrir en caso dado.

Como todas las operaciones se cancelan entre sí, esto es como a toda
inversión deberá corresponder con un nuevo ahorro o depósito, al cierre
semanal o mensual de operaciones no deben existir diferencias, siempre un
mismo monto de contingencia inmediato. En la eventualidad de que el
porcentaje de operaciones que llegara a su vencimiento anunciara sobrepasar
la existencia de reservas necesarias, la Cámara tendrá siempre la opción de
buscar nuevos socios o depositantes del sistema.

Desde luego que esto no quiere decir que la Cámara pueda suplir la
existencia capital real, pues en última instancia lo que sostiene el
proyecto y las operaciones son las cooperativas y cajas que cotizan o
realizan aportaciones al fondo común, es decir, el conjunto de socios
totales del sistema.

Si lo que se pregunta es qué garantías tienen de que lo contratado para
financiamiento se pague, entonces eso dependerá de la rigurosidad de los
proyectos, en el monto de las reservas financieras constituidas para
garantizarlo. Ahora; el riesgo de incumplimiento por parte de algún socio o
proyecto siempre existe, pero para eso está la Cámara de compensación, y
para eso dispone la Cámara de sus propios recursos, para que nunca quede un
contrato sin cumplimiento o cobertura.

Hay que establecer un fondo de contingencia que cubra márgenes de
fluctuación en precios y costos. Los márgenes son las garantías que ofrecen
o depositan quiénes contraen compromisos de recibir financiamiento para que
las oscilaciones de precio que sufren los bienes a que se refiere la
operación queden siempre cubiertas. Esta garantía, como de alguna manera ya
lo abordamos, puede ser en una prima, en un crédito por ejercer (o en stand
by), o puede ser un compromiso para estar cubriendo sumas adicionales
conforme lo requiriera el aumento de precios.

En términos muy genéricos el significado de la palabra nos da su función.
Dice el diccionario que un margen es una reserva o espacio de una cosa para
ofrecer seguridad. En este caso del margen de garantía de un proyecto o
beneficiario de crédito está dado por el saldo positivo entre el precio
pagado por los bienes necesarios para la ejecución de un proyecto y el
valor de los mismos bienes en cada momento. Cuando no hay saldo no hay
margen.

Todos aquellos que a través de la subasta de suscripciones o certificados
de aportación entre los socios (cajas y cooperativas) adquieran un título
de propiedad, serán dueños. Desde luego que en la reglamentación de esta se
asentará que nadie podrá comprar más de un determinado porcentaje de estos
títulos, de tal manera que se limite estructuralmente la tenencia o
dimensión de la propiedad sobre la institución. Esa será una gran
diferencia con las sociedades de inversión de capital o los bancos no
bancos, en la que menos de diez sujetos son los propietarios mayoritarios.
Diluyéndose la propiedad, y habiéndose lanzado, desde ahora un llamado a
todas las organizaciones de productores, a las comercializadoras y Uniones
de crédito, y los demás organismos del sector social, podemos prever que
todos aquellos que comprenden el papel de Cámara de Compensación, y todos
aquellos que han emprendido el camino de la rentabilidad, la eficiencia y
el funcionamiento empresarial, podrán ser socios de este nuevo organismo.


10. Futuro del sector financiero no bancario


El futuro no está definido. Si fuera cuestión de la legalidad vigente no
tendría solución. Si se deja al arbitrio gubernamental estamos perdidos. Si
no estudiamos la problemática y sólo actuamos por inercia o costumbre
veremos cómo las cajas terminan como sucursales de Bancefi, y éste a su vez
vendido a la banca extranjera. Para que el sector juegue su mejor papel
como impulsor del desarrollo y generador de empleo tiene que luchar, tanto
en el terreno legal, como en el terreno político. Pero sobretodo tiene que
construir. Lo único que se impone es la realidad de los hechos.
Las cajas que se crearon desde hace cincuenta años no respondieron a una
política gubernamental ni a una estrategia financiera. Pedro Velásquez y
Manuel Velásquez decidieron que en el atrio de cada templo tenía que
funcionar una caja, y las fundaron y las desarrollaron. Fue una gran
iniciativa.

Los fondos de autoseguro nacen cuando desaparece la aseguradora
gubernamental en medio de la peor corrupción e ineficiencia del sistema.
Así lo testimonian los organismos de los valles del Yaqui y el Mayo.

Las Uniones de Crédito fueron el resultado de la insuficiente cobertura de
los bancos ejidal y rural. Todos fueron regulados en proporción directa a
su presencia y su fuerza.

No hubo ningún Martín Werner que impidiera a los curas que multiplicaran
las cajas. Tampoco hubo un bancefi que absorbiera a las Uniones de Crédito.
Yunus pidió crédito, pero al ver que el sistema no fue capaz de otorgarlo
decidió construir uno nuevo. Hoy es ejemplo.

El movimiento cooperativo se debate entre amparos jurídicos para impedir
que se cumpla la Ley de Ahorro y Crédito, o en cortejar al Bancefi para que
sea permisivo, tolerante y siga subvencionando la operación, que otra
manera fuera impagable. Sin un vuelco radical en la estrategia y sus
acciones el movimiento pasará por un periodo largo de estancamiento y
absorción. Eso es lo que ocurrió en Colombia con los embates del
neoliberalismo. Y les llevó más de una década iniciar su nuevo crecimiento.
Aquí las cooperativas financieras se niegan a reconocer que sin vínculos
estrechos con la producción no se fortalecerán ni podrán resistir.

El objetivo de los liberales de separar la producción de los
financiamientos se ha cumplido. Y sólo el sector cooperativo y solidario
tiene los recursos en su naturaleza y capital para corregir esa
incongruencia. Las cajas solidarias fomentadas por lo que hoy es la
Sedesol obedecieron a una estrategia corporativa del programa Solidaridad
del salinismo. Sin su independencia y autonomía plena de esa institución no
podrán marchar al lado del cooperativismo real.

El futuro requerirá nuevas leyes y nuevas políticas. Pero éstas no van a
surgir de la iniciativa de buena fe de unos cuantos legisladores. Ya lo
vimos en las legislaturas LVII a LX. Y no es un signo de partido. En la
legislatura LVII un panista aceptó la constitución del Consejo Consultivo
del Cooperativismo y sobre esa base formuló propuestas consensadas. Se
quedaron en eso ante la resistencia de Hacienda. En la legislatura LVIII
otro panista revirtió el trabajo anterior y cumplió todos los caprichos de
Bancefi y de la Comisión Nacional Bancaria. En la LIX un perredista impulsó
nuevamente la legislación social, tan sólo para quedar en minoría.

La mayor parte de los legisladores promueven leyes para justificar su dieta
o para quedar bien con sus patrocinadores, nunca con el elector, y menos
con un proyecto de Nación. Todas las leyes aprobadas en los últimos diez
años –excepto la ley reglamentaria del artículo 25 de la Constitución, que
aprobó la cámara baja y fue congelada por el senado—han sido leyes a modo
de la banca y por iniciativa de sus empleados. Las leyes tendrán fundamento
cuando los hechos lo exijan, y cuando las luchas se multipliquen para
corregirlas. Legislar sin conocer es hoy la norma; cuando la presencia de
las cajas y cooperativas se imponga, los legisladores tendrán que hacer un
esfuerzo para enterarse sobre lo que van a legislar.


11. Por un modelo de desarrollo con finanzas sustentables


Los planificadores de negocios hoy establecen horizontes temporales que
responden a los ciclos de acumulación o de reposición de capital. Alguna
vez las finanzas coincidían con el calendario, la siembra y el
financiamiento iban de la mano. También empataban los ritmos de la vida con
la economía. El hombre no había establecido sus propios ritmos, sino que
dependía y se apegaba a los ritmos naturales. Hoy el vértigo de la
globalidad y las finanzas dejaron atrás al hombre. O mejor dicho se fueron
a otra parte. No expresan o recogen nuestros latidos sino las pulsaciones
de la bolsa y la especulación. El sector social y solidario no funciona, ni
ha funcionado con esa dinámica. En las cajas y cooperativas los ritmos los
establece la actividad productiva y los negocios que financiamos con
recursos reunidos con esfuerzo y hasta sacrificio. En ocasiones, los
cooperativistas son seducidos por los señores del dinero o los mercados.
Sobretodo cuando ven que nuestra organización o empresa es eficiente y le
ven tamaños para entrar a la esfera de lo grande o lo estrictamente
comercial.

Hace muy poco asistí a la asamblea de una cooperativa ejemplar. No
mencionaré de cuál se trata porque confío en que los compañeros recularán a
tiempo y rectificarán sus pretensiones. En la citada asamblea se introdujo
como quien no quiere una importante exposición hacia el final de la misma.
Durante el desahogo del punto tres técnicos que no eran socios expusieron
que venían desarrollando un proyecto para que la cooperativa diera un gran
salto. Según las cifras contenidas en los informes de gestión y
administración, la cooperativa tenía remanentes por más de un millón de
pesos, finanzas sanas, un capital en libros que rebasaba los 17 millones,
se había posicionado en los mercados nacionales y en tres mercados del
exterior; y por si fuera poco había conseguido desarrollar nuevas
actividades y mejorar siempre las percepciones de los socios que aportaban
producto o de los socios que aportaban trabajo.

Esta cooperativa me es y era conocida. De hecho la había visitado la
primera vez hacia 1991, cuando solicitaron información y orientación para
consolidar sus ventas en nuevos mercados. De entonces a la fecha he sido
testigo de un crecimiento y desarrollo notables, y de una operación
ejemplar. Hace dos años incluso llevé a socios de otra cooperativa muy
distante para que aprendieran de ellos. En esta ocasión asistí acompañado
de mi hijo, que sentí debería ser testigo de tan notables avances, y de una
estudiante del doctorado que ha escogido como uno de sus ejemplos a
documentar el de esta cooperativa.

Los tres especialistas plantearon que ya tenían un proyecto para
incrementar el procesamiento y diversificarlo, aprovechando el potencial de
la cooperativa y los mercados a los que estaba llegando. Proponían ahora
que los remanentes no se repartieran sino que fueran invertidos. Estaba en
trámite un subsidio de cinco millones más, y con ese capital semilla se
podría ahora contratar un crédito por el triple para arrancar una nueva
etapa con veinte o treinta millones de pesos de inversión en una nueva
planta.

Quedé aterrado. No por la propuesta que era a todas luces insustentable,
sino por el entusiasmo de mis compañeros cooperativos que aprobaron sin más
la iniciativa y dieron luz verde a los trámites. Quienes creemos en la
necesidad de recuperar el sentido humano y duradero de la civilización,
aceptamos agregar el calificativo de sustentable al concepto del desarrollo
porque creemos que todo proyecto debe apegarse a nuestro ritmo recorrido y
nuestra experiencia. No creemos en la adopción del vértigo que caracteriza
a la empresa privada. No nos apura ganar mucho y pronto, sino consolidarnos
y avanzar firme..

Queremos decir con la noción de sustentable que aspiramos a que desde hoy
deje de hablarse de crecimiento si sólo significa un volumen global más
alto de valores monetarios generados, sin un correspondiente mecanismo de
redistribución que signifique mejores condiciones para todos, o sin un
control democrático del proceso. Queremos decir que se trata de un
desarrollo que considera también el bienestar de las generaciones futuras,
a las que nadie tiene el derecho de privar de los recursos, ni heredar
problemas, tan sólo porque hoy se trate de aprovechar una oportunidad de
negocio. Queremos decir, en fin, que la naturaleza y sus frutos, más allá
del valor contable que algunos le imputan en sus estados financieros, posee
un valor intangible que sólo se mide con nuestro corazón y nuestros
sentimientos
Ningún programa económico es humano, es sustentable, o es parte del
desarrollo, si sólo puede engrosar los grandes indicadores de las cuentas,
o si sólo alcanza a sumarse en los estados financieros de los bancos.
Postulamos y aspiramos a una nueva manera de hacer economía, y de cumplir
con las responsabilidades sociales: que la producción genere mayor
riqueza, pero distribuida entre todos, y no concentrada entre pocos.
Postulamos que el crecimiento en las ventas sea el resultado del aumento de
la producción de la mayoría y no el resultado del aumento de la producción
de los más fuertes o de unos cuantos que han desplazado a muchos.
Postulamos que la sustentabilidad quiere decir justicia, no porque esta
forme parte de las frases manidas de la política, sino porque sólo con ella
el desarrollo es verdaderamente humano y realmente perenne.

La base de la economía del futuro no descansará en la generación del ahorro
y la inversión de capital, sino en la capacidad para movilizar la fuerza de
trabajo y aprovechar los recursos naturales sin romper equilibrios,
equilibrios de trabajo y equilibrios de esfuerzo, equilibrios entre partes
de un ecosistema o de un sociosistema..


12. Dónde y cómo comenzar


Si eres un socio cooperativo, lector, empieza por discutir lo que estás
leyendo. Empieza por corregirlo según tu experiencia. Discútelo; arma
equipos para diseñar la forma de emprender el cambio que necesita nuestro
movimiento. No esperes que otros lo hagan, ni desdeñes tu esfuerzo. Lo
primero que tiene que reconocer un cooperativista es que no se trata de que
grandes personajes asuman la responsabilidad o la iniciativa. Es la fuerza
de nuestra unión y nuestro número lo que podrá gestar y construir el nuevo
movimiento. Yo te estoy entregando mi grano, pon tú el que te toca.
Si eres un legislador, ten confianza en que lo aquí escrito recoge muchos
esfuerzos de muchos cooperativistas y que merece ser tomado en cuenta. No
hablamos colgados de la utopía que algunos imaginan, sino de las evidencias
que el camino nos ha ido dejando. Nos gustará que compartas con nosotros la
enmienda legal que requiere el país para que el sector social y solidario
pueda jugar el papel que tiene potencial de cumplir.
Si eres funcionario no estorbes, mantente al margen, respeta lo que a la
sociedad le toca. Si eres político no contemples al cooperativismo como
base de tu desarrollo o trampolín de tus ambiciones. Nuestra política no es
de partido, es de humanidad y de compromiso con los que más necesitan. Si
eres caudillo tampoco serás bienvenido. Los cooperativistas aspiramos a eso
que hoy llaman la autogestión, y que se concreta en una forma de
participación colectiva responsable; donde la información libremente
circulada y ampliamente discutida alimenta las decisiones.
Si tu espíritu es religioso ayuda a tus hermanos a sostener la tarea, e
inspírales confianza en la justeza de sus intereses y anhelos. Tus
bendiciones serán bienvenidas.
Y si eres un ciudadano común, eres muy importante para nosotros porque
nuestra fuerza crecerá de los que se sumen y nos fortalezcan. Piensa que en
escala planetaria millones de hombres y mujeres solidarios están
construyendo una nueva economía, y que esa misma tarea te requiere y
convoca. Abraza nuestra causa que es la que mejor horizonte puede construir
para ti y los tuyos. Levanta estas banderas y apréstate a marchar. ¡Te doy
la bienvenida!
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