Busco trabajo en el trabajo

Primer día que busco trabajo en el trabajo. Espero que se vuelva una constante como la pinche desesperación de encontrar trabajo que me trajo hasta aquí. Ahora me acuerdo de la llegada, pura pinche oferta pendeja donde quieren a alguien haciendo madres rutinarias o ganando migajas.
Otro día tirado a la basura; oyendo a los pendejos que se visten como pingüinos y, sobreactuando sus formas, dando instrucciones. Palabras mecánicas indefinibles que, sin embargo, significan algo y que todos los pendejos que habitamos esta oficina le damos el mismo término de realidad. Ya me imagino a mi jefa llegando preocupadísima por una de esas mamadas.
Ahora me llegó un mail de la próxima revisión de mi chamba, en 2 días. Una pequeña amenaza para que nos dejemos de hacer pendejos. Me entran mariposas en la panza y me hago el atento cuando pasa mi jefa. Pero aun así no hay nada que hacer.
Odio todas estas putas formas que me rodean; y más a las caras que las representan. Todos metidos en personajes del empleado ideal. ¿Qué tanto nos diferenciamos de la vida en casa? ¿O entre los cuates? ¿Qué tanto me ha ayudado la oficina a entender que mi vida es vacía? ¿La odio?
Hastío y desesperación son nuestro pan de cada día. Como católicos o sujetos inmersos en su estilo creemos que el sufrimiento nos hará chingones por no sé qué calidad moral, espíritu le decimos porque se siente caliente en el pecho; sin percatarnos que es el vómitos de nuestro intelecto.
Espíritu me río de ti, puta fantasía para reconfortar nuestros miedos a la muerte y el olvido. Pero lo vivimos a diario y sólo sería cuestión de abrir los ojos y vernos, frente al espejo, desnudos. Llenamos nuestra vida de relaciones con características de ropa y cuando nos entregamos tenemos que engañarnos con el cuento de I´m in love.
Creo que UNOTV es mi mejor amigo por sonar 3 veces al día y por fin entiendo el trabajo de las velas en Islandia (un supuesto sujeto que prendía velas en las entradas para que la gente no estuviera tan deprimida en los inviernos/ nevados). Es cagado que hasta ahí llegue mi vacío en la época de las telecomunicaciones; y, no nos hagamos pendejos, todos vivimos igual.
Algún psicólogo me llamaría deprimido, pero es que estoy viendo la realidad social. ¡Nadie en esta oficina está disfrutando del tiempo! Afortunados, en serio afortunados, son los que tienen algo que hacer. Nadie va a quedarse después de su hora más que los perros que ven cerca un ascenso.
Réquiem social e industrial. Pallaniuk vió putizas y anarquía. Easton valiums y amargura. Yo veo unas pinches ganas de explotar y coger, gritar o reír, siempre llorando, pero desahogado en una constante ida al baño de la oficina. Cada vez más cerca de desgarrarme al ano. Cada vez zurrando menos. Con su respectivo aumento de pedos.
Eso pensaba mientras escribo mamadas y eso escribo mientras no doy para más.