BUENA CONVIVENCIA EN LA SEPARACIÓN O TERAPIA POST CONYUGAL

May 30, 2017 | Autor: Marcelo Ceberio | Categoría: Psicología, Psicología clínica, Pensamiento sistémico, Psicologia Clinica, Terapia De Pareja
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Descripción

Marcelo R. Ceberio Libro: "Apuntes en terapia sistémica" de David Villarreal. 2016. Perú. Ed. IPOPS.

BUENA CONVIVENCIA EN LA SEPARACIÓN O TERAPIA POST CONYUGAL

Me gustaría pasar el resto de mis días Con alguien que no me necesite para nada, Pero que me quiera para todo Mario Benedetti

Resumen Los procesos de separación son un fenómeno complejo en donde se desarrollan diferentes complicaciones relacionales, como alianzas, coaliciones, agresiones y se depositan en diferentes especulaciones cuyo blanco principal son los hijos. Las parejas acumulan diferentes resabios relacionales problemáticos que estallan en el postseparación, dificultando acuerdos. El concepto de terapia post-conyugal, es una tercer instancia en que la asistencia de parejas no puede incluirse en una terapia parental: la pareja separada o divorciada asiste a consulta y los temas que se desarrollan en la terapia son remanentes de vicios comunicacionales que los han llevado a separarse y continúan perpetuándose post separación convirtiendo al vínculo en disfuncional.

Palabras claves: pareja, separación, terapia de pareja, problema

Algunas particularidades de la pareja La pareja humana puede ser considerada el germen de la familia. De ese  

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intercambio electivo que realizan dos personas que tratan de complementarse, surge una unidad: la pareja. Campo y Linares (2002) señalan que una pareja se conforma cuando dos personas procedentes de familias distintas toman la decisión de conformar un vínculo afectivo, para compartir juntos un proyecto. Esto incluye intercambiar mutuamente actividades, situaciones, economía y demás elementos de importancia, en un espacio que excluye a otros y que a la vez interactúa con el entorno social. Compartir un proyecto común, estaría íntimamente relacionado con la idea de compartir expectativas con respecto al futuro. Aunque también la pareja debe construirse como un proyecto de interdependencia, es decir, dos personas que comparten pero no pierden su individualidad. La pareja no comparte todo, hay cosas (actividades, gustos, lugares, salidas, etc.) personales que no se pueden compartir en pareja pero si con otras personas. Este casi precepto, es de difícil aceptación en las parejas que se sitúan en polaridades independencia-dependencia –o estas conmigo o estás solo-. Posición desde la cual puede emerger un camino irreversible hacia la separación si no hay acuerdo en la filosofía de la relación. Compartir un proyecto consolida el vínculo y, por ende, el futuro de la relación (aunque no lo asegura) y diferencia a una pareja de un simple encuentro esporádico. Los novios son pareja aunque no vivan en la misma casa. El requisito indispensable para la consustanciación de la pareja es que piensen un futuro en común, donde cada uno de los miembros de la pareja siga valorando lo que el otro le complementa, donde ambos se retroalimenten. Otra característica de la pareja es el carácter de exclusividad, es decir, en donde los otros quedan excluidos, aunque sus miembros interactúan con el medio. La pareja humana es una institución que debe contar con bases sólidas para que le permita consolidarse con el paso del tiempo. Es una de las relaciones más intensas que se puede

 

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establecer, constituyendo la única comunidad de máxima significación fuera de la familia de origen (Campo y Linares. 2002). En la familia de origen se encuentra no solo un lazo de amor, sino fundamentalmente un lazo de sangre, el vínculo viene otorgado por las circunstancias biológicas y de crianza. La pareja es un proceso de co-creación en donde ase ensamblan los preceptos, mandatos, estilos relacionales, funciones, creencias, etc., de dos familias de origen encarnadas en cada uno de los miembros de la pareja, ensamble que culmina en la laboriosa acomodación de dos identidades individuales, aunque portavoces de sus propias familias. Los integrantes negociarán, tácita o explícitamente la primacía de aquello que traen de cada familia de origen. Así conformarán la pareja y la próxima familia creada cuando aparezcan los hijos. Cuando dos personas componen una pareja, integran un sistema de alta complejidad. Ambos, como adultos aportan a la relación enormes potenciales de pensamiento, estilos emocionales y acciones más o menos sistematizadas, y que interactúan entre sí en un tiempo presente, en convergencia con la historia personal de cada uno, sino que lo hacen con cada uno con sus respectivos pasados, cargados de recuerdos y experiencias. La pareja no se construye en el vacío, sino en interacción con otras figuras significativas. (Campo y Linares. 2002). La impronta de figuras parentales identificatorias tanto en los contenidos de figura masculina y femenina, como en estilos relacionales personales de pareja parental y conyugal, erige a sus integrantes representantes representativos de la familia de origen por oposición o adhesión. Esto da como resultado que una pareja es el resultado de la interacción de dos figuras reales y cuatro fantasmas: los padres de ella y los padres de él. La pareja es un vínculo que se construye cotidianamente en donde ambos miembros se implican mutuamente para que éste vínculo afectivo sea duradero. Un vínculo complementario donde se conjugan tradiciones, costumbres, códigos familiares

 

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que se aportan a la relación y deben articularse con el otro para lograr una armonía. Esto está íntimamente relacionado con la aceptación del otro, con sus aspectos positivos o negativos (que no son positivos o negativos en sí mismos sino para la persona que realiza la elección y se enamora), ya que no se trata del amor como una idealización del otro, como de hecho sucede en las etapas primeras de la relación, sino de una aceptación madura. Sostener una relación de pareja puede entenderse como todo un desafío para las personas singles. Un desafío a la intimidad, a compartir el propio territorio, al egoísmo y la generosidad, a la entrega o la defensa. La constitución de una pareja ha variado tanto como han variado los ciclos evolutivos. La esperanza de vida en el mundo, de acuerdo a los datos que proporciona la Organización Mundial de la salud (2013) muestra a 33 países con Japón a la cabeza, cuyo promedio de deceso va de los 84 a los 80 años. La longevidad, no necesariamente implica la mejora de la calidad de vida, pero muestra los avances tecnológico-médicos y una farmacología de avanzada, que hacen que la tercera edad no sea el último tramo de la vida, sino que se estructure una cuarta edad a partir aproximadamente de los 75 años. (R. Ceberio 2013). Al final de cuentas, la sociedad crea los instrumentos que curan los mismos males que ella produce. Estrés, cardiopatías, enfermedades autoinmunes, trastornos gástricos, colon irritable, entre otras, son los síntomas resultantes que imponen los ritmos de vida actuales. (Ceberio 2013) Esta nueva vejez es donde los mayores tienen una actitud más juvenil, ya que hace 30 años atrás se encontraban esperando la muerte y hoy se encuentran planificando el futuro. Este cambio en este período conlleva una modificación del resto de ciclos evolutivos, la pubertad se ha transformado en adolescencia y los adolescentes alcanzan 22 años y más, por ende, los adultos retardan su proyecto de pareja y matrimonio, con

 

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el problema que genera el hecho de que el ritmo biológico marca la pauta de maternidad límite. En síntesis, toda una nueva estructura que modifica la organización de la sociedad misma. En un estudio de hace más de diez años atrás, describimos alrededor de 40 indicadores que comparaban lo que se llamó Viejas y nuevas estructura familiares (Ceberio. 2011, 2013), que bien puede aplicarse a los estilos y características de la pareja. Hasta la década del 50, se era adulto a los 22 años –hoy adolescentes tardíos-, edad en que los hombres contraían matrimonio y los matrimonios eran largos por la temprana edad del enlace y con numerosos hijos. Hoy se inician más tarde, la longevidad los alarga y la clase media opta el límite de dos hijos. La conformación de la pareja y las funciones masculinas y femeninas, han variado de cuajo en su concepción: desde la cantidad de hijos, la asimetría en up de los hombres (hombre autoritario/mujer sumisa), la atención del bebé, hasta el trabajo fuera de casa de la mujer, entre otras diferencias. Si la familia es considerada la célula nuclear de la sociedad y una matriz de intercambio donde se cuecen a fuego lento desde creencias centrales, estructura de significados, funciones, identidad, etc., y se constituye en uno de los pilares principales de la vida psíquica de las personas, para cada uno de los miembros de la pareja, la familia será siempre la matriz, el baremo, el patrón de referencia. Es la familia, la que provee a cada uno de sus integrantes un sentimiento de identidad independiente que se encuentra mediatizado por el sentido de pertenencia. Desde esta perspectiva, una pareja puede ser definida como un sistema conformado por dos personas, voceras de 2 sistemas que fueron conformados, a su vez, por 4 sistemas que, a su vez, fueron constituidos por 8 sistemas, así en una relación geométrica ad infinitum. Linares y Campos (2007) definen a una pareja como dos

 

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personas de igual o distinto sexo procedentes de dos familias, que instauran un vínculo con proyecto y objetivos comunes e intentan trabajar en equipo (apoyo, motivación) en un espacio propio que excluye a otros, en interacción con el entorno. Esta descripción demarca claramente las fronteras de la consolidación de una pareja a la que cabría agregarle que ambos cónyuges son portadores de pautas, normas, cultura, funciones, códigos, mandatos, valores, creencias, significados, ritos, estilos de emocionar y procesar información, etc., que es lo que trae cada uno de los integrantes en su maleta y que está dispuesto con mayor o menor resistencia a intercambiar y acordar. De la sinergia de todos esos componentes que trae cada uno a la relación, se construirá una pareja. Es decir, de la misma manera que en el proceso de individuación familiar, del somos vamos a constituir al ser, en la construcción de la pareja del ser vamos al somos. Es decir, lo que cada uno aporta a la relación (propiedades y atributos) conforma una pareja con identidad propia, la identidad de pareja. Si bien, un integrante puede tener algunas de sus propiedades en común con el partenaire, por lo general existe la complementariedad. Es decir: Que tienes tú que no tengo yo, que tengo yo que no tienes tú. En esta matriz relacional radica la esencia del vínculo. No obstante, estas mismas diferencias que dan la estocada en la elección, pueden ser categorizadas en el paso del tiempo como antagonismos y fuente de reclamos de un partenaire a otro, exigiéndole ciertas características que nunca tuvo. Esto puede dar lugar a descalificaciones, agresiones y diferentes tipos de defensas donde uno de los cónyuges se halla desacreditado por el otro. Pero esta distinción se establece desde la interacción, es decir, desde el pragmatismo relacional, cabe preguntarse como surge entonces el amor de pareja.

Oh! l´amour

 

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Una de las características distintivas de la pareja humana con otras parejas animales es el amor. Muchos han sido y son los autores que han intentado definir al amor. Románticos, poetas, científicos, artistas, terapeutas, se han embarcado en semejante tarea, imponiendo desde sus modelos de conocer las más disímiles descripciones. Es cierto, que como la mayoría del repertorio de términos abstractos, el amor resulta sumamente difícil de explicar, más aún cuando se apela a recursos racionales o que competen a la lógica. Tratar de traducir al amor a significaciones racionales e imponerle, si se quiere, una cuota de lógica, puede sumergirnos en una profunda complicación, puesto que el amor no posee fundamentos lógicos y racionales (Maturana. El amor es un sentimiento que emerge poderoso de las fauces del sistema límbico. No se elabora en el hemisferio izquierdo, aunque a veces se intentan evaluar cuáles fueron las características, particularidades o actitudes por la que una persona a enamorado a otra. Es, entonces, cuando el amor se piensa. Pero se piensa cuando ya se halla instaurado. O cuando se duda. Cuando no se está convencido que el sentimiento hacia el otro es el amor. El partenaire enamorado, siente y convierte en acciones que tratan de ser consecuentes y coherentes con ese sentimiento. Y el amor, eso es, un sentimiento. A diferencia de la emoción que es intempestiva, inmediata, el sentimiento involucra variables emocionales, cognitivas y pragmáticas y un factor fundamental: el tiempo, que es el encargado de ejercer las tres variables anteriores. Aunque en ocasiones, el amor se confunde con otras emociones. Estar enamorado no es estar entrampado, enlazado, atrapado, cazado, enganchado, apresado, ligado, pegado, absorbido. Esas son falsas concepciones del amor, son sentimientos y emociones que confunden y que tienen su progenie en enlaces psicopatológicos, disfuncionalidades comunicacionales, engarces de tipos de personalidad. En el amor

 

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siempre hay una cuota de pasión. Pero la pasión no es obsesión; la pasión motiva, la obsesión agota, la pasión promueve pasión, la obsesión asfixia, la pasión entusiasma, la obsesión enloquece, la pasión atrae y la obsesión genera rechazo. Básicamente, entonces, afirmamos que el amor no es una palabra, sino un acto, es decir, el amor no tiene definición precisa sino que es definido en el seno de la pragmática mediante acciones que conllevan interacciones. Un ser humano traduce en gestos, movimientos, acciones, palabras o frases, orales o escritas, en la necesidad de hacer saber al otro y de transmitirle ese afecto profundo. Transmisión que encierra la secreta expectativa de reciprocidad amorosa, de complementariedad relacional que produce en el protagonista el saber que no está solo en semejante empresa (el amar sin ser amado es una de las causales más frecuentes de la desesperación). Transmisión que busca la creencia de una seguridad. Una utópica seguridad, tanto, que la búsqueda de reaseguramiento amoroso hace que se descuide el presente de amor en pos de reafirmar el futuro hipotecándolo. Y ese descuido, posee lamentables consecuencias cuando la mirada preocupada se centra en adelante y no en mientras y durante. En el amor, en ese complejo neurohormonal y de neurotransmisores, emociones y cogniciones e interacciones, las palabras fluyen en armonía y también con miedo al rechazo donde se mueven los estantes de la seguridad. Las frases se impostan casi poéticamente, adquieren cadencia, un ritmo especial, una impronta seductora impregna las palabras. La gestualidad se modifica. La mímica es más sutil y los movimientos se suavizan y enllentecen. Los ojos se entrecierran, la boca se mueve más provocadoramente y las miradas de los partenaires, retroalimentan todo este juego (Miret Monsó.1972, Ceberio. 2009). Todo un complejo comunicacional que intenta cautivar y seducir al otro en pos de generar unión amorosa. La atracción y seducción entonces, muestran un interjuego de todas estas particularidades en donde ambos

 

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partenaires intentan cautivar al otro, mostrando de manera para nada inocente qué es lo que necesita el otro que yo tengo para ofrecer. El crecimiento del vínculo, léase el conocimiento del otro en sus valores, gustos, virtudes y defectos, etc., genera una complementariedad que permite el lento avance hacia la conformación de una familia. Pero la génesis de una buena relación de pareja se halla, entre otras cosas, en estar con el otro de la misma manera y la misma libertad que cuando estamos con nosotros mismos. No obstante la pareja es un gran enigma, de hecho como lo es el sentimiento amoroso. ¿Porque un ser humano elige a otro y se enamora?: A esta pregunta cabría responder desde multiplicidad de modelos y puntos de vista y cada uno de ellos poseerían diferentes formas de explicarlo con buen tino de complementariedad. De todos modos tampoco responderían objetivamente y menos con criterios de verdad a tal enigma, solamente teorías que expresarían el abastecimiento en la incertidumbre. Es cierto que la relación complementaria se produce como un fenómeno-base que muestra que una pareja se elige como pares complementarios cognitiva y emocionalmente: Veo en el otro aquellas cosas de las que adolezco y que me muestran lo que me falta, a la vez siento y me expreso emocionalmente de manera diversa que mi pareja. Estas mismas diferencias se cuecen en la dinámica de las interacciones en donde los niveles de acción se entretejen alternativamente y con características y peculiaridades de cada interlocutor. Hasta neuroendocrinamente son hormonas complementarias tanto los estrógenos como los andrógenos y nuestro cerebro anatómica y químicamente dista del cerebro de nuestra pareja conformando tanto el cerebro femenino como el masculino, un solo cerebro: el cerebro de pareja.

Toxicidades relacionales

 

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El trabajo terapéutico con parejas, es un trabajo terapéutico fascinante pero sumamente complejo. Quien se jacte de ser un buen terapeuta encontrará en el tratamiento de parejas, un verdadero desafío: no por las dificultades que ofrece las problemáticas, sino el cómo se transmite la información. La comunicación es un fenómeno complejo y en una pareja como grupo de dos, se instauran una serie de vicios relacionales, supuestos, confusiones que, de no metacomunicarse, se sistematizan y crean arrolladores efectos dominó que provocan desgastes que horadan la relación hasta destruirla. Un hombre le intenta transmitir su construcción ideacional a su mujer. Para lograr expresarla en una construcción sintático-semántica del mensaje, dependerá de obstáculos y facilitadores del contexto (lengua, retórica, aspectos analógicos de interlocutor, tranquilidad o alteración del contexto, entre otros). Su mujer recepciona esta información, más bien, construye ideacionalmente algo: una codificación (puesto que solo se decodifican los símbolos de la lengua) a la que le confronta una construcción ideacional que intentará responder mediante una estructura sintáticosemántica del su mensaje. Así en un feed-back permanente. Como se verá la mujer se contesta a sí misma, puesto que se responde a su propia construcción ideacional. A todo este proceso se le debe agregar el lenguaje paraverbal con todo un impacto de gestos, movimientos, posturas, cadencias, ritmos, etc. Con lo cual se acrecienta la complejidad y la posibilidad de complicación. El emergente de supuestos es un mecanismo prototípico, donde se otorga per se la codificación que uno realiza del interlocutor y responde a ella sin realmente confirmar si lo que se recepcionó es lo que intentó transmitir el otro. Mas grave es la situación en donde se monta el supuesto sobre la estructura del mensaje: el interlocutor cree que lo que el otro va a responder es lo que previamente intuye por el conocimiento que posee del otro. Cuando responde, responde

 

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de manera directa hacia su supuesto, desconcertando a su interlocutor. La metacomunicación o el comunicar sobre lo comunicado como acto aclaratorio, bien puede ser una cuña que suprime el supuesto, aunque pocas veces se utiliza dejando paso a la profecía autocumplidora (Watzlawick 1988). Como se observa este mecanismo de forma de desarrollar el acto comunicativo excede la pareja, pero hace blanco profundo en dos personas que llevan tiempo de relación. La comunicación humana es un acto interactivo de construcciones que se retroinfluencian: construcciones de mensaje que son producto de construcciones ideacionales que se colocan en construcciones de mensaje. Existen diferentes tipos de parejas, como lo expresa la siguiente lista recabada por la investigación en LINCS (1), de la experiencia de una serie de especialistas de pareja que van de la pareja simple, hasta un entramado complejo que involucra a otros miembros. •

Parejas heterosexuales: Noviazgo. Matrimonio. Convivientes. Con un hijo. Con dos hijos. Con tres o más hijos.



Parejas homosexuales: Parejas de dos hombres. Parejas de dos mujeres. Noviazgo. Matrimonio. Convivientes. Con hijos de matrimonios anteriores. Con hijos por “alquiler de vientre”.



Parejas a distancia: Vía skp, chats, etc. sin conocimiento en vivo. Vía skp, chats, etc. Con conocimiento en vivo esporádico. Convivientes esporádicos



Tipo de unión de Parejas: Convivientes (desde inicio, paulatino o “síndrome del cepillo de dientes”, decidido y explicitado, decidido tácito). Casamiento. Matrimonio con diferentes cuartos. Matrimonio con diferentes casas.



Parejas ensambladas: Con hijos de ambos de parejas anteriores. Con hijos del hombre de parejas anteriores. Con hijos de la mujer de parejas anteriores. Sin

 

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hijos de parejas anteriores. Con hijos comunes. Combinaciones de los puntos anteriores •

Parejas de tres integrantes: Parejas heterosexuales sostenidas con un amante heterosexual del hombre. Parejas heterosexuales sostenidas con un amante heterosexual de la mujer. Parejas heterosexuales sostenidas con un amante homosexual. Parejas homosexuales sostenidas por amante homosexual de alguno de los integrantes. Parejas homosexuales sostenidas por amante heterosexual de alguno de los integrantes.



Parejas de cuatro o más integrantes: Parejas heterosexuales sostenidas por amantes “fijos” heterosexuales de ambos. Parejas heterosexuales sostenidas por amantes ocasionales heterosexuales de ambos. Parejas heterosexuales sostenidas por relaciones heterosexuales ocasionales del hombre. Parejas heterosexuales sostenidas por relaciones ocasionales de la mujer. Parejas homosexuales sostenidas por relaciones homosexuales ocasionales o fijas de ambos. Parejas homosexuales sostenidas por relaciones heterosexuales ocasionales o fijas de ambos. Swinger.



Parejas mixtas: Diferente nacionalidad. Diferente religión. Diferente raza.



Parejas con diferencias de edad y ciclos evolutivos (a favor del hombre o de la mujer). Menor de 10 años. Excede los 10 años. Excede los 20 años. Excede los 30 años. Excede los 40 años



Parentalidad en la pareja: Parentalidad tradicional. Mujer single. Hombre single. Parejas homosexuales

Como se observa en la información precedente, hay variaciones en las formas y dinámicas de relación de pareja que la llevan a tipificar de diferentes conformaciones.

 

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Más de una oportunidad esos dos integrantes que comparten su vida hace muchos años, se encuentran relatando anecdóticamente el problema pero ofreciendo versiones en las que parece que han vivido momentos, historias, experiencias, abrumadoramente diferentes. Es decir, tal cual fuesen dos situaciones completamente distintas aunque con alguna arista que se comparte –en el mejor de los casos-. En un trabajo exploratorio de terapia de pareja se ha recopilado una serie de dinámicas relacionales disfuncionales que se llamó Los juegos del mal amor, juegos que llevan a que una pareja se autodestruya en el intento de resolver problemas o mejorar la pareja y se obtiene el resultado contrario. (Ceberio en Eguiluz 2007; Ceberio 2012). Es decir, la pareja aborta sus capacidades, se descalifica (tanto sus integrantes en manera personal,

como

hacia

el

otro),

con

la

consecuente

frustración,

angustia,

hipersensibilidad (…) y con una alerta paranoide a la posibilidad de ataque del otro, se encuentra inmersa en la intolerancia y las emociones de angustia, bronca y tensión que son moneda corriente en la relación (R. Ceberio 2007). En el desenvolvimiento de estos juegos se observaron, a su vez, una serie de coreografías disfuncionales (o funcionales a la destrucción de la relación) que se originan tanto en los aspectos de contenido como de relación –de qué y el cómo- (P. Watzlawick, J. Beavin y D. Jackson. 1981) y se sintetizan en cuatro niveles que describen niveles lógicos de complicación de la complejidad:

1. Complicación 1: está estructurado en una complejidad doble, donde tanto el contenido como el estilo relacional son el problema. Son parejas que no poseen un pronóstico alentador, dado que se dan pocas opciones para encontrar un umbral de acuerdo. Las irreconciliables diferencias, son irreconciliables porque

 

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el estilo conversacional está soportado en rivalidades, descalificación y competencia, razón por la cual, la convergencia es utopía.

2. Complicación 2: sostenido por una complejidad simple, donde el contenido no es problemático pero sí el estilo relacional. Son esas parejas que después de escucharlos discutir, nos preguntamos ¿porqué están discutiendo si están hablando de lo mismo?. Poseen muchos puntos de convergencia en sus puntos de vista acerca de diferentes aspectos de la vida, pero un estilo relacional confrontativo lleva a escalar simétricamente de manera frecuente haciendo honor a la alegórica frase que dice No se de que se trata pero me opongo.   3. Complicación 3: también es de complejidad simple. Aquí el contenido es el problema y estilo relacional no. Son de buen pronóstico. Son parejas que si bien poseen formas de pensar la vida de acuerdo a perspectivas diferentes, con respecto a valores, gustos, creencias, ideología, etc., pero tiene una forma de intercambiar información que respeta los puntos de vista del otro, que intenta reflexionar e incorporar la información del partenaire aprendiendo.

4. Complejidad 4: es una complejidad simple que no se transforma en complicación, donde el contenido no es problema y estilo relacional tampoco. Estas parejas no asisten a consulta, son funcionales y equilibradas en la resolución de las diversas alternativas de su experiencia.

Son numerosos lo juegos nocivos en las relaciones de pareja. Algunos, de una burda simpleza, generan un arrollador dominó en dirección al desorden emocional. Un gesto sencillo conlleva una acción a la que puede atribuírsele semánticas equivocadas

 

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(malas interpretaciones). Una acción implica una interacción y de allí en más toda una coreografía que puede exceder el marco de la relación e involucrar a otros miembros. Esta reacción en cadena está sostenida en las soluciones intentadas fracasadas, que de no ser colocada una pauta solucionadora que detenga la reacción, se estructura desde el error hacia la dificultad, que en la medida que no es resuelta se transforma en problema. En la medida que el problema se sostiene en el sistema, es transformado en síntoma que afecta a todo el sistema y, a su vez, es el sistema que ha construido el síntoma. Entonces no solo es el síntoma, sino también el sistema que danza alrededor del despotismo sintomático (el sistema crea a su sometedor), un sistema disfuncional que con el paso del tiempo se transformará en trastorno psicopatológico. En la mayoría de las parejas observadas, podría afirmarse que la base de todas sus discusiones (los juegos del mal amor), se asientan sobre una plantilla relacional que posee ingredientes similares que se perpetúan también en la forma de comunicarse post separación (Ceberio 2007): 1. La mayoría de las parejas ven el mundo, reaccionan, hipotetizan bajo procesos lineales. 2. Tienen su base en la disputa en el patrimonio personal de la razón y la verdad. Es decir, el sostén de la objetividad y de una realidad única. 3. Los cónyuges están más preocupados en decirle al otro, que en escucharlo. Cuando la pareja confronta, cada uno de los partenaires está más pendiente de cómo pueden dominar la relación. 4. La pareja es proclive a escaladas. Los parámetros anteriores constituyen los argumentos para la simetría relacional. Es decir, siempre está presente un juego de poderes, del cual uno de los cónyuges saldrá o desea salir victorioso. 5. Siempre existen las inculpaciones, quejas y críticas acerca del otro.

 

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6. Se realizan lecturas lineales que apuntan al otro y que no involucran a ambos en una dinámica interaccional (sincronía) Yo hice esto porque tu me llevaste a hacerlo…. 7. Se estructuran supuestos lineales (interpretaciones psicoanalíticas salvajes que identifican a los padres de cada cónyuge) dados como realidades per se (diacronía). 8. Se expresan descalificaciones, desvalorizaciones, falta de reconocimiento y demás rabias, mediante gritos o ironía. 9. Puede aparecer violencia física y verbal. 10. La pareja confunde contenido de relación. Muchas de las respuestas de un cónyuge al otro, es sobre la gestualidad de la alocución. Gestualidad que se contrapone con el mensaje transmitido por el interlocutor. 11. Intentar aclarar la discusión con las mismas reglas de comunicación que la originaron. 12. Querer escuchar en el otro, la respuesta que confirma lo que el interlocutor piensa, atribuye o supone del otro. 13. Casi siempre se menciona o invoca a figuras parentales. 14. Aparecen reproches y pasafacturerismo sobre sedimentos actuales y del pasado de la pareja, y del pasado remoto cuando no eran pareja.

Sostener una relación de pareja durante años, sin duda, implica un trabajo cotidiano. Trabajo que significa redefiniciones parciales, para dejar estables algunos perfiles de la relación. El pasaje de años hace variar los estilos relacionales amorosos, las formas de expresión afectiva, las necesidades, expectativas de respuesta, actividades,

 

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gustos y preferencias, entre otras cosas. No se trata de que la persona con quien se formó pareja sea otra persona. Los ciclos evolutivos demarcan cambios en una serie de aspectos que, necesariamente, deberán compatibilizarse con el partenaire. Ciclos evolutivos de la pareja y de los miembros en particular, más allá de las diferencias de edad de ambos que pueden acentuar distinciones y diferencias entre los integrantes. Los mismos hijos que transforman y amplían a la pareja conyugal en pareja parental, hacen que se rectifiquen estructuras relacionales y se fomenten triangulaciones nocivas. Estos cambios desestructuran complementariedades y reciprocidades. Esta es una de las causas porque la pareja deberá someterse a reformulaciones en pos de encontrar los acoples complementarios que los unen. La creatividad y la constancia deben estar al servicio de tal reingeniería relacional, pero principalmente las ganas de estar con el otro mediante el sentimiento amoroso. Claro que no se trata del mismo amor. El amor varía de acuerdo a las experiencias que vive la pareja, experiencias que modifican al amor de los primeros tiempos de la relación. Muertes, nacimientos, mudanzas, enfermedades y un sinnúmero de situaciones críticas, varían la calidad del amor. Esto no implica que el amor se modifique en términos cuantitativos. No se ama más o menos, sencillamente se ama de maneras diferentes. Equivocadamente, estos cambios cualitativos del amor se viven como modificaciones de intensidad amorosa. Se interpreta que se ama menos o que se ha dejado de amar, tomando como baremo ese amor apasionado de los primeros tiempos de la relación.

Terapia post-conyugal

 

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En estos últimos años en nuestro Laboratorio de investigación de Neurociencias y Ciencias sociales LINCS (Universidad de Flores y Escuela Sistémica Argentina), hemos realizado un registro de datos de consultas de parejas que no se adaptaban a los estereotipos de trabajo clínico tradicional. En general la psicoterapia de parejas se ciñe a dos categorías: A. Pareja unida: se realiza psicoterapia de pareja conyugal en pos de resolver problemas a la dinámica relacional marital o conviviente o noviazgo; o psicoterapia de pareja de padres, para ayudar a organizar la tarea y resolver conflictos en el trato con los hijos. B. Pareja separada: se realiza terapia de pareja de padres a razón de citaciones escolares por problemas de conducta o de aprendizaje del hijo.

Dentro de esta última categoría, hemos acuñado el concepto de terapia postconyugal, como una tercer instancia en que la asistencia de parejas no puede incluirse en una terapia parental: la pareja separada o divorciada asiste a consulta y los temas que se desarrollan en la terapia son remanentes de vicios comunicacionales que los han llevado a separarse y continúan perpetuándose post separación convirtiendo al vínculo en disfuncional. Las sesiones se consolidan en temáticas no elaboradas post separación, de formas estereotipadas de transmitir información, de culpas y enojos antiguos no metabolizados y que se manifiestan a través de los hijos o en la forma en que se conducen con el dinero, la organización de horarios, las triangulaciones con los abogados, las citaciones con la justicia, la repartija de bienes, la sensación de injusticia, la agresión y la violencia, la actualización de los viejos problemas, la búsqueda incesante del porqué de los actos actuales y antiguos, entre otras temáticas.

 

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La terapia Post-conyugal se establece por diferentes vías de entrada. Nunca hemos observado que la pareja directamente concurra para solucionar problemas de la cotidianidad relacional en la separación. Casi siempre han concurrido por vías indirectas entre las que hemos registrado, entre las que se encuentran: A. Por pareja de padres: la pareja asiste a consulta motivado por algunos de los miembros que casi siempre está realizando una psicoterapia personal, para mejorar el ejercicio de ser padres. B. Uno de los integrantes está en terapia individual y el terapeuta plantea ampliar el espacio para solucionar problemas de organización de pareja de padres. C. Es el colegio que por problemas del niño ya sea en aprendizaje o de conducta, solicita a los padres que el niño haga psicoterapia y el terapeuta cita a los padres. D. Síntomas del niño, psicológicos u orgánicos y la guardia de hospital o el médico recomienda psicoterapia para el niño o para los padres del niño.

Cualquiera de estas vías de entrada terminan transformando el motivo inicial (la terapia parental o del hijo) en temas que atañen a la ex conyugalidad. La terapia toma un viraje paulatino transformándose en una terapia Post-conyugal, donde empiezan a aparecer resentimientos y rencores, estilos comunicacionales destructivos donde es imposible el acuerdo, escaladas simétricas y una completa reactualización del pasado tanto por ambos ex partenaires como de uno de ellos. En general este viraje se produce por el desenmascaramiento de las vías indirectas donde se canalizan toda la resaca emocional no elaborada de cuando la pareja era pareja conyugal. Por lo general, son los hijos el blanco adjudicatario de la disputa sedimentaria de los ex cónyuges, en donde se desenvuelven numerosos juegos triangulares relacionales que se colocan en las diversas alternativas de los devenires de

 

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la separación como organización de horarios, día y hora de visitas, pautación del dinero, transmisión y manipulación de información, demandas económicas, etc. Además de los 14 signos observados en las discusiones de la terapia de pareja que hemos discriminado renglones arriba, en terapia post-conyugal, los ingredientes comunicacionales que se han reiterado son: 1. Usar el mismo tipo de comunicación que llevó a la destrucción de la pareja. 2. Afirmar que el otro es un violento y provocarlo hasta que el otro responda agresivamente, cuestión de argumentar la violencia con que se lo rotuló al comienzo (profecía autocumplidora). 3. Escaladas simétricas como forma comunicacional. 4. Acusar al ex partenaire de abusador y violento. 5. Cualquier acción del ex partenaire puede ser tomada como justificación o aval de maltrato. 6. Aparece descalificación y desvalorización en general. 7. Ejercicio de juego de dominación y poder tomando como vehículo lo económico. 8. Manipulación del poder de la pareja parental mediante los hijos en digitación horarios y visitas, cuando se pueden ver y donde. 9. Uso de los hijos como frente de disputa y moneda de cambio. 10. Uso de mensajes escritos (mail, watsap, texto) como fuente de comunicación que se somete a interpretaciones del que recepciona, que casi siempre son entendidas negativamente. 11. Hablarle a los hijos de manera negativa sobre el o la ex partenaire. 12. Prohibirle a la ex pareja ver a los hijos.

 

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13. Detonar conductas agresivas o conflictivas cuando la ex pareja conforma una nueva pareja. 14. Inculpación permanente del otro. 15. La injusticia y problematicidad en la separación de bienes. 16. Tratar de que el otro acepte la versión de los hechos que propone el interlocutor. 17. Triangulación con los abogados.

La separación: adiós pero te voy a volver a ver Tal cual el proceso de duelo que se desencadena de cara la muerte de un ser querido, las instancias de una separación se desarrollan bajo parámetros similares. Aunque cabe diferenciar que en la muerte de un ser querido nunca más se lo volverá a ver, mientras que en las separaciones, más aún cuando hay hijos y se comparte la parentalidad, los divorciados o separados se verán por el resto de sus vidas. Cuando una pareja se separa, la elaboración del duelo obviamente dependerá del estado y condición de la pareja. Es decir, en la tramitación del duelo y la organización de la separación existen diferentes niveles de complejidad y complicación: si se trata de novios, convivientes o matrimonio; si tienen hijos o no; si hay bienes materiales a repartir. Todos estos factores alientan a complicar su desenvolvimiento y a retrasar procesos madurativos de la pérdida. En torno a la separación se desarrollan diferentes coreografías relacionales. En la relación de dos puede encontrarse un up relacional a favor del que abandonó la relación. El que colocó límites a la continuidad de la relación puede erigirse como el dominador del juego, en un franco manejo de la situación por sobre el cónyuge (en down relacional) que no quería separarse. Si en cambio, hubo un común acuerdo en donde ambos decidieron separarse, pueden desplegarse diversos juegos up-down position.

 

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La separación en una pareja implica como en toda situación de pérdida, la elaboración de un duelo que dependerán de multiplicidad de factores, puesto que la pérdida del ser querido no muestra la irreversibilidad de la muerte, razón por la cual, alguno de los integrantes, ambos o ninguno, puede albergar las esperanzas de reconciliación. En la separación, la resucitación es una posibilidad. Y este no es un factor menor, puesto que no permite cerrar la puerta de la vida de relación: la reversibilidad dificulta la elaboración y es lo que desencadena numerosas conductas que se triangulan con los hijos y depositan las angustias y las rabias en los procesos de organización de la convivencia post-separación. En los procesos relacionados al duelo de una separación y sus efectos intervienen: •

La etapa de desarrollo individual: el desarrollo personal, laboral, profesional, impacta sobre la actitud de separación.



El ciclo evolutivo: no será lo mismo un divorcio en la madurez temprana que en la adultez tardía. Los factores de amor, las concepciones de la vida en pareja, la dimensión filosófica acerca de la vida en general, hace tramitar al divorcio de manera cualitativamente diferente.



Los hijos: puesto que la organización de la familia, una separación en general se hace más sencilla cuando no hay hijos de por medio. Los hijos hacen a la permanencia relacional y son un factor decisivo en la elaboración del duelo.



Los años de pareja: es un factor que conlleva a múltiples factores que pueden ser elementos controversiales y de disputa. Los años hacen al compartir desde la organización familiar hasta bienes materiales, como así también hay más experiencia de vida compartida: muchos ex cónyuges han llevado más vida juntos que solos.

 

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El contexto: el medio ambiente en que se desarrolla también favorece o desfavorece la separación. Un contexto de agresiones, no solo de los protagonistas sino de la familia en general, la irrupción de síntomas, etc. dificultan la buena separación.



La experiencia de vida: el haber vivido otras separaciones o situaciones difíciles emocionalmente entrenan a la persona a lograr afrontar la pérdida de manera digna y minimizar los conflictos.



Las actitudes de los familiares y amigos también es importante, si se comportan contenedores o incentivan a la confrontación.



La actitud resiliente: Si hay una actitud de superar las situaciones, o acciones positivas que impidan complicar la complejidad que implica el acto de la separación (Cyrulnik. 2013).



Las figuras de apego (Bowlby. 1980, 2013, Cyrulnik. 2013 ) o tutores de resiliencia: Búsqueda de personas afectivamente cercanas que operen como respaldo y sostén emocional en la situación de crisis.

La Real Academia de la Lengua (2001) define el Duelo (del lat. Dolus, dolor) como dolor, aflicción, lástima, aflicción o sentimiento que se tiene por la muerte de alguien. La definición nos remite inmediatamente a emociones negativas (dolor, lástima, aflicción), pero es poco precisa respecto a con qué se relacionan estas emociones (sentimiento que se tiene por la muerte de alguien). En efecto, no es cualquier muerte la que nos suscita las citadas emociones. Podemos conocer una noticia que hable de la muerte de miles de personas, sin que se ponga en marcha en nosotros lo que conocemos por duelo. (Pereira. 2010, Vannotti y Pereira. 2004)

 

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La separación implica una muerte metafórica, puesto que la persona de la que el cónyuge se separa no está muerta. Pero es una pérdida y como tal emergen naturalmente una serie de sentimientos como angustia, ansiedad, tristeza, dolor, rencor o resentimiento, entre otros, que exceden la decisión y los motivos de la separación. Las causas pueden ser muy valederas pero no implican abortar los sentimiento que desencadena la pérdida. Bowlby (1980), define al duelo como el proceso psicológico que se pone en marcha debido a la pérdida de una persona amada y como todo proceso lleva una serie de pasos emocionales y reflexivos que deben respetarse, por así decirlo. Como señala Pereira (2006, 2010) Esta definición nos aclara que el duelo no es un momento, una situación o un estado, sino un proceso: es decir, algo que tiene un comienzo y un fin. Que es un proceso psicológico o emocional (por más que en algún momento de ese proceso pueden aparecer síntomas físicos), y que se pone en marcha debido a la pérdida de una persona, pero no de una persona cualquiera, sino de una persona amada. El mismo Bowlby (1980, 2013) asoció sus célebre Teoría del apego con la situación de separación y duelo, ya que ambas situaciones se accionan una con otra: en toda situación de duelo buscamos referentes afectivos de protección y confianza. Define a la conducta de apego como un un mecanismo biológico de protección que asegura la supervivencia del individuo y de la especie. Es un comportamiento instintivo que excede al humano que se produce en los primeros años de vida entre madre e hijo. Como se observa, Bowlby para definir esta conducta apela no solo a teorías psicológicas sino etológicas. El mero indicador que indique a un niño la ruptura del contacto con su madre produce una reacción psíquica y somática el Síndrome de respuesta a la separación analizado por el autor, en niños en cuya primera infancia separados de sus madres. En pos de restaurar la

 

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proximidad del objeto amoroso perdido, los niños, cuando pierden el contacto visual con la madre, desarrollan el síndrome mencionado compuesto por conductas en tres fases: protesta, desesperación y desvinculación. Freud (1967), en su ensayo Duelo y Melancolía señala que en las situaciones de duelo la persona pasa por un estado de ánimo profundamente doloroso donde existe una pérdida de interés por el mundo exterior, es decir, por los intereses básicos de la vida, la sensación de desgano e inhibición de funciones que conectan a la persona con la vida, como también una pérdida de la capacidad de amar. Si bien, Freud lo refiere al duelo por la muerte, el separado pasa en mayor o menor medida emocional por este tipo de proceso. C. M. Parkes (1983, 1991), uno de los autores más prolíficos y que en mayor profundidad ha estudiado el Duelo en sus diversos aspectos, sostiene que la reacción de duelo debe entenderse como una transición psicosocial. Las transiciones psicosociales son los cambios vitales que requieren que las personas revisen profundamente su concepción del mundo, llevando consigo la necesidad de cambios rápidos y permanentes de una cantidad masiva de reglas, hábitos, rituales, premisas, construcciones de la realidad. Serían aquellos cambios que más afectan emocionalmente a las personas. Cuantas más numerosas y de mayor importancia sean las reglas que se deben cambiar, más doloroso y difícil será adaptarse a la nueva realidad, y más tiempo y energía requerirá. (Pereira 2010) En estas definiciones acerca del duelo, específicamente referidas a la muerte de un ser querido, dejas pistas claras acerca de lo que sucede en términos de emociones, reflexiones y acciones, a una persona que sufre un proceso de separación. Una separación como una pérdida relevante de alguien con quien se ha compartido, crecimiento, proyectos, hijos, espacios, vacaciones, tiempos difíciles y de bonanza,

 

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fiestas, temores, alegrías y angustias y todo mediatizado por el amor profundo, el duelo puede ser tan intenso como la muerte misma de ese alguien. Toda separación es una crisis, donde el mundo se abate frente a los protagonistas, más allá de los motivos justificados y acertados que llevaron a ejecutarla. Aunque se viva como una liberación o un cese de la tortuosidad relacional. Aunque sea de menor intensidad emocional que sostener la relación a toda costa: como muchas parejas que por miedo al dolor que implica separarse, se quedan en la relación sintiendo cotidianamente un dolor más profundo. La separación como una pérdida, es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida. No es una muerte en sentido literal, pero es una muerte. La pérdida es seguida de un período de tristeza y de aflicción y el proceso de duelo puede durar unos meses o en casos patológicos no terminar nunca. En este sentido, no existen patrones de tiempo y el duelo dependerá de multiplicidad de factores. Es importante para favorecer un duelo saludable, no minimizar la situación, afrontarla y no entrar en juegos negadores que indefectiblemente alargan el proceso de separación. El poder expresar las emociones, llorar, hablar, buscar tutores de apego con quien sentirse sostenido y contenido emocionalmente, posibilitan aceptar la pérdida y aceptar el dolor y el extrañar a la persona de la que se ha separado. A diferencia del duelo por una muerte, la persona está viva y siempre resulta una tentación recurrir a los momentos gratos y negar los malos tragos, lo que hace entrar en una instancia de resucitar al difunto, recurriendo a un repertorio de intentos de solución que fracasan y empeoran el duelar en paz. En este sentido, en el tiempo de duelo existe una relación directamente proporcional: cuanto mayor haya sido la expresividad, la aceptación y la claridad de la despedida del ex-cónyuge, más rápidamente la persona se repondrá y saldrá de la

 

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situación de duelo. Pero cuánto mayor sea la negación, la resistencia a despedirse y la represión de la expresividad de las emociones, mayor será el período de duelo y más conflictos acarreará no solo entre los ex partenaires, sino irradiará a las familias extensas, a los hijos, amigos, etc.

El momento de separarse: la puesta en escena El hecho de separarse implica toda una maniobra estratégica que se complejiza más aún en las parejas que tienen hijos. En parejas que no tienen hijos en general, las acciones se simplifican, puesto que es un acuerdo de dos y existe menos puesta en escena que si hay hijos de por medio. Debe quedar en claro que -tal un imperativo categórico- todas las separaciones son complejas: Las hay de menor complejidad hasta llegar a las de mayor complicación, pero absolutamente todas las separaciones que hemos observado llevan diferentes grados de complejidad. Lo más común en toda separación es que es el hombre quien se va de casa, puesto que es la esposa la que se queda con los hijos. En el caso de que no tengan hijos esta es una decisión que debe tomarse de a dos y dependerá si la casa es un bien común, si se encuentra alquilada y quien se quedará con esa renta, o es propiedad de alguno de los miembros de la pareja. Pero esta decisión es tomada bajo otros parámetros cuando hay hijos. Una separación implica también una separación del hábitat físico, el lugar de vivienda. Se deben evitar separaciones bajo el mismo techo, solamente son posibles como breve transición a cambiar de domicilio (y menos dormir en habitación de los hijos y que uno de los hijos duerma con la madre). En matrimonio con hijos es importante que la pareja planifique la salida del hombre con antelación. Si la separación, como muchas, se realiza intempestivamente

 

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mediante el impuso del enojo y la bronca, no existe planificación alguna, pero si no es así, es importante que el hombre se vaya cuando no hay nadie en casa: por ejemplo, cuando los hijos están en la escuela. El objetivo es evitar el melodrama y el dolor de una escena, en donde los chicos se aferran al padre y no lo dejan ir, el llanto, los gritos, la angustia. Por supuesto que esta imagen es solo un ejemplo de los que puede suceder en una separación donde el padre se prepara una valija o un bolso con una muda de ropa y parte a su exilio frente a sus hijos. Esta escena es riesgosa y sobretodo muy dolorosa. Es importante reducir el dolor -aunque siempre esté presente, porque hasta las más razonables y justificadas separaciones generan dolor-. Otro detalle a saber: ¿se habla con los hijos antes o después de la salida del cónyuge?. El padre puede irse de la casa cuando no están los chicos y a posteriori reunirse con la madre de sus hijos para hablar y explicarles que se han separado. Sea antes o después, es conditio sine qua non que se reúnan para ofrecerles un mensaje en común a los hijos. Un mensaje de cierre de una relación conyugal y de apertura a un nuevo y único vínculo entre los miembros de la pareja: la parentalidad. Lo único que tendrán de vínculo de aquí en más, hasta la muerte, son los hijos. En la reunión para informarles a los hijos de la separación de sus padres, siempre deben estar ambos cónyuges. Es un momento doloroso y es importante que los padres hagan un esfuerzo en desdramatizarlo. Reunirán a los hijos de edades similares, de lo contrario ambos se reunirán con cada hijo de manera individual. No es lo mismo, una pareja con hijos muy pequeños de 3 o 4 años e hijos adolescentes, puesto que ni el lenguaje ni las actitudes ni la pedagogía serán las mismas. En esos momentos se deberán evitar discusiones ad hoc y menos delante de los hijos, es decir, todo lo que implique reducir la complicación.

 

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La estructura del mensaje debe estar unificado en los dos cónyuges, es decir, se debe utilizar la misma versión para evitar cualquier tipo de confusión y discusión. El mensaje debe ser firme, claro y corto, de pocas palabras y simples, explicativo, principalmente en niños pequeños. No hay que sacarse de encima el mensaje, no es un trámite: por doloroso que sea es la salud emocional y psicológica de todos los integrantes de la familia y fundamentalmente de los hijos. Hay que dar, entonces, la oportunidad de preguntar, para que no queden dudas. Entre los tips generales que deben incluir el mensaje para explicarles a los hijos que los padres se van a separar, discriminamos: •

Papá y mamá no van a vivir mas juntos.



Han dejado de ser novios/pareja.



Siempre, absolutamente siempre, vamos a estar juntos como papás para ustedes, pero no como novios/pareja.



Van a tener dos casas.



Van a compartir con papá y mamá en diferentes días.



Papá y mamá se quieren, han estado años juntos, pero decidieron no ser más novios.



Papá va a tener una nueva casa.



Van a ayudar a papá a decorar la nueva casa y tendrán una habitación para ustedes..



Los vamos a amar por toda la vida, son lo más importante para nosotros. La actitud siempre será afectiva y contenedora. El abrazo y el beso siempre

estarán presentes y trasuntar que esto será mejor para todos.

Separaciones saludables o separaciones disfuncionales

 

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Coexisten en las personas que duelan diferentes reacciones frente a una separación. Se hallan las reacciones emocionales, en donde la persona se angustia, se entristece, se llena de odio y ansiedad, desvalorización, o toma actitudes maníacas y negadoras, grita, llora, está susceptible e intolerante, se enmudece, en síntesis toda una serie de manifestaciones que bien manifestadas permiten ser analizadas y entendidas (por ejemplo, en un espacio terapéutico). Las emociones detonan reacciones fisiológicas, como taquicardia, sudoración, se eleva el cortisol, baja la serotonina, se puede padecer de insomnio, o somatizaciones. (Aguado, L. 2014; Damasio, A. R. 1994; Gracia, L. M. 2012; Pert C. 2003). Se pueden observar reacciones cognitivas, como confusión de pensamientos, rigidez y estereotipación de la forma que se elucubra la reflexión, supuestos rígidos, pensamientos automáticos y distorsiones cognitivas, ideas parasitarias, pensar lo que el otro piensa, entre otros. (Riso, W. 2006; Abrahms E. 2005; Beck, A.; Rush, J; Shaw, B.; Emery G. 1979). O reacciones contextuales que remiten al entorno en donde se desenvuelve el proceso de separación: las personas cercanas, los familiares, los amigos de la pareja y personales, los hijos, compañeros de trabajo y demás integrantes del ambiente cercano a los protagonistas. Kubler Ross (2006, 2008) sobre el duelo de una muerte, señala 5 pasos que generalmente desarrolla la persona que duela. Hemos traducido estos pasos a la separación: 1. Negación: es el primer impacto de cara a la decisión de separarse. No puede ser, No puedo creer que este sucediendo después de tantos años. Esta defensa se enarbola en primera instancia a manera de barricada contra toda posibilidad de pérdida.

 

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2. Ira: cuando se traspasa la defensa, la persona se llena de bronca –Porque a mi-. La rabia lo inunda y proyecta su rabia en su ex partenaire, su entorno próximo: amigos, familiares, el terapeuta y hacia sí mismo. 3. Negación–racionalización: como forma de socavar la rabia y el odio que genera la posibilidad de separarse, la negación se retoma en forma de racionalización. Se justifica lo que está sucediendo y se puede intentar la resucitación, en pos de tentar reconquistar para amenguar el dolor. 4. Depresión: La bronca que se racionalizó recreando expectativas, se transforma en una profunda tristeza frente al fracaso de los métodos implementados. La inminencia de la separación definitiva conecta con una angustia intensa y la depresión. 5. Aceptación: esa es una etapa de reflexión y de introspección. La persona se replantea qué significa para ella una pérdida. Es una etapa filosófica donde la persona se vuelve sabia e incorpora la crisis como un gran aprendizaje, aceptando la nueva etapa que está por venir.

La aceptación de la pérdida implica que en la antesala de la separación, explícita o implícitamente, se logre expresar todo lo que se desee en una despedida plena en donde se pueda manifestar lo que la ex pareja nos deja en la vida. Este vaciamiento implica soltar a la persona, dejarla ir. Implica no solo liberarla, sino la propia liberación del egoísmo de posesión afectiva. En una situación de duelo se conjugan algunas pérdidas que exceden al objeto amoroso perdido, es decir, cuando un amor se va, varios duelos se elaboran. Más allá del contenido de la pérdida (la persona del ex cónyuge), la pérdida en sí misma provoca dolor y angustia. También se siente dolor por el contenido de la pérdida, o sea, la

 

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identificación de la persona a quien se pierde, como además se siente dolor por aquellas cosas que se depositaron en la relación y el otro se las llevó (ilusiones, deseos, proyecto, amor, por ejemplo). En general, el dolor se acrecienta en la presencia de la ausencia. El dolor del duelo siempre acarrea una serie de lesiones emocionales, orgánicas y psicológicas que deben soportarse y que pueden ser el pasaporte a la elaboración de la pérdida. Hay un dolor natural por el duelo, más allá de la causa que motivó la separación; el duelo siempre provoca angustia puesto que se rompe un sistema y con ello todo lo que sedimenta. Ese dolor se agudiza en los momentos que habitualmente se compartían y aparecen sentimientos de desvalimiento, baja autoestima e impotencia. La persona puede sentirse como una pobre víctima abandonada, lo que muestra la necesidad de recuperar al partenaire perdido hasta la desesperación: Me quiero morir si él/ella ya no está. El dolor adquiere formas espasmódicas en donde cada ciclo marca un sentimiento que complementa al ciclo que sigue: Me siento triste, me lleno de bronca, me siento triste, me lleno de bronca, me siento triste, etc. La persona es invadida por pensamientos automáticos y negativos que entorpecen la vida cotidiana y enllentecen la elaboración del duelo. También aparece bronca y descalificación al objeto amoroso perdido como parte final de un prólogo de seducción, amabilidad y dulzura.

Duelo disfuncional En cambio en el duelo disfuncional, coexisten una serie de emociones, reflexiones, conductas y acciones y pensamientos, que entorpecen y bloquean la resolución de la pérdida. Por ejemplo, resistirse a despedirse, no lograr decir Basta frente a frente con la ex pareja. O negar intensamente desoyendo lo que dice el cónyuge, como si la separación no fuese inminente, como si el otro no se hubiese muerto.

 

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Extrañar recordando mas allá del tiempo normal y recordar lo positivo de la relación, sesgando lo negativo (que son esos factores que llevaron a la separación). y autorecriminarse: Si hubiese hecho.../ Quizá si le respondía que si, ya no habría problemas. La culpa es otro sentimiento tóxico que invade y liga a la persona con su ex cónyuge. Los mecanismos reparatorios descalifican al partenaire y lo hacen desenvolver acciones en pos de recuperar al objeto perdido. En esta misma dirección se puede llegar a la desesperación de no soportar la pérdida e intentar por todos los medios poder retornar al vínculo. Esta concentración extrema en la pérdida y en los recuerdos de la ex pareja, hace que todas las actividades de la vida sean satélites de ella. Nada importará más, mostrando indiferencia y apatía hasta indiferencia hacia cosas o actividades que antes le despertaban interés y las ideas parasitarias y rumias mentales danzan alrededor de la figura perdida y la añoranza y el dolor se intensifican. Es la sensación de vacío: sentir que la vida no significa nada o no tiene sentido. Una tristeza permanente invade a la persona que deambula entre arranques de rabia y de angustia que lo inhabilitan a disfrutar la vida y para conectarse con sus actividades y entorno habitual, en síntesis para llevar a cabo una rutina normal pudiendo llegar a la depresión o tristeza profunda. Estos sentimientos, pensamientos, emociones y acciones, de un duelo disfuncional, son principalmente sentidos por un ex cónyuge en posición down, es decir, una persona que se separó por decisión de su pareja y en contra de su propia voluntad, más allá de la razonabilidad y coherencia de la decisión del partenaire. Habría que agregar la propia autodescalificación y desvalorización personal que desde esta posición relacional por debajo, son sensaciones asesinas de la dignidad que cada persona debe sentir en un proceso de separación. El cónyuge en up, tiende a distanciarse aún más de

 

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su ex cónyuge puesto que se siente asfixiado por el acoso de las múltiples tentativas de acercamiento que realiza. Estos juegos por debajo y por arriba a los que se someten los integrantes de la ex pareja, entorpecen la despedida y la elaboración del duelo, acentuando las posiciones y sosteniendo el fracaso por los intentos de solución fallidos. No obstante, el juego paradojal e ilusoriamente es una forma de que el ex partenaire en down mantenga viva la relación aunque sea a través del rechazo. El extrañar es un sentimiento común que emerge en toda separación funcional o disfuncional. El extrañar puede ser definido como recordar con deseo o necesidad de estar con el otro. La aparición del recuerdo viene acompañada de la necesidad. La sensación de extrañar crea una sensación de extrañeza –me siento extraño cuando te extraño- que implica no estar en el propio eje identitario, donde se perdieron los parámetros de la habitualidad con el otro, más aún si estamos velando un muerto con quien compartimos muchos años y habitualidad vincular. Pero el extrañar se potencia cuando se presenta la ausencia de la ex pareja: te extraño en aquellos momentos donde cobra presencia tu ausencia. Los momentos de la cotidianidad como desayunos, cenas y fines de semanas, son los preponderantes en el extrañar. Son los lapsos donde los fantasmas del pasando rondan y generan la añoranza. En este tránsito, el dolor se reactualiza por el rencor que produce las imágenes del recuerdo. Estas imágenes instauran un resentimiento que provoca accesos de bronca que es una forma de vía de salida de angustia. La bronca se puede manifestar mediante explosiones (confrontaciones, ataques de ira, enojos momentáneos) o implosiones (trastornos psicosomáticos), cuando no, se expresa mediante la angustia de manera directa. La angustia es el sentimiento que permite la reflexión y de allí puede surgir el perdón como moneda de trueque. La reflexión angustiosa permite entender razones,

 

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aclarar motivos, y establecer niveles de comprensión. Cuando la decisión de separación fue mediatizada por una situación confusa o cuando resulta difícil entender que el otro ha dejado de amar.

El perdón La posibilidad de perdonar es un recurso liberador de todas las preguntas que puede hacerse un partenaire agraviado o dolorido en pleno duelo. Pero hemos observado en nuestra investigación clínica que un vehículo del perdonar se encuentra en la comprensión previa, aunque no es una condición que siempre implique el perdonar. Entre las variables comprensión y perdón que registramos en la observación clínica se encuentran: •

No te comprendo y no te puedo perdonar: la incomprensión impide el perdonar y esta asociación en este caso es categórica y ratifica la separación.



Te comprendo y te perdono, pero ya estoy muy lejos de ti: el tiempo permite la distancia suficiente para comprender por ejemplo, el agravio o la acción que llevó a la separación, pero el sistema ha construido un nuevo sistema en su vida que no incluye a su ex pareja.



Te comprendo, te perdono, pero no te justifico: el partenaire comprende y esa comprensión lo lleva a perdonar pero no justifica las acciones que agraviaron. Entiende que se podrían haber tomado otros caminos.



Te comprendo pero no te perdono y no te quiero ver más: la persona comprende lo sucedido pero a pesar que lo intenta no logra perdonar y decide separarse definitivamente. Por ejemplo, la persona comprende pero sus creencias son tan rígidas que le impiden el perdón.

 

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Te comprendo, te perdono y quiero que lo intentemos nuevamente: la comprensión y el perdón subsecuente abren una nueva posibilidad de encuentro relacional.



Pasafacturerismo eterno: en donde la persona perdona o al menos cree perdonar pero en realidad no perdona y reinicia el vínculo, entonces surge una repertorio cotidiano donde todo se asocia al agravio y el vínculo se torna tortuoso.

La recomendación terapéutica que cae como una sentencia en el trabajo terapéutico post-conyugal, es Te perdono o no te perdono, pero a medias NO. Si se perdona al partenaire, se aceptan las condiciones de un nuevo contrato de la pareja y el reanudar el vínculo implica no entrar con el martirio cotidiano de desarrollar planteos acerca del agravio (el pasafacturerismo) puesto que perdonar es perdonar en toda su magnitud. Esto no quiere decir que la persona en momentos de enojo pueda surgir su rabia argumentando el hecho que fundamentó la separación, pero este hecho es un hecho aislado y no está sistematizado en lo cotidiano.

Juegos relacionales en el intento de recuperar a la pareja El cónyuge que no ha decidido separarse puede enrolarse en una serie de mecanismos con la finalidad de recuperar a su pareja. Intentos en general infructuosos que terminan confeccionando profecías autocumplidoras: tanto se intenta acercar al otro que termina alejándose. Uno de esos mecanismos muestra la idealización por el otro, en donde se intenta benevolizar al objeto amoroso y se sesga los aspectos negativos. Este encumbramiento del otro dificulta la despedida y lo acerca más a la relación. Mientras que el benevolizar transcurre en el plano de lo cognitivo, buscar compulsivamente al otro lleva el plano de las acciones. Esta búsqueda insistente cabalga

 

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con mecanismos culposos y manipulatorios como la posición de la pobre víctima abandonada a la que aludíamos anteriormente, tratando de apelar a golpes bajos emocionales que imprimen culpa en el interlocutor: Porque a mi...!- . En otros casos se observa un cónyuge que ha pedido y reclamado durante años a su pareja una serie de actitudes o acciones a favor de la relación y el otro no realizó ninguna de esas acciones propuestas, o las llevó a cabo por un tiempo y después retornó al statu quo inicial. De cara al hartazgo el que solicitó cambios decide abandonar el barco y frente a tal decisión el partenaire casi compulsivamente inicia a realizar los cambios pedidos, aunque fuera de tiempo. Hace todo lo que el otro reclamaba y no hizo, y ahora que se pone en marcha su pareja se encuentra muy lejos de la relación. Hemos analizado que casi en un 80% de las separaciones el cónyuge dejado intenta racionalmente encontrar la lógica en las acciones del otro. Esta tentativa conduce casi siempre a la intención de comprender como una forma tranquilizadora de saber o creer saber porque el otro decidió separarse. Muchas de estas decisiones no tienen que ver con decisiones racionales sino con el plano de los sentimientos: la persona dejó de estar enamorada. Esto resulta incomprensible para el cónyuge que recibe la noticia y trata denodadamente de buscar explicaciones: es allí donde resulta muy difícil encontrar sentido al desamor y la búsqueda en muchas oportunidades resulta infructuosa y entrampante. Otro juego de intentar fracasadamente de recuperar la relación es tratar de acercarse y obtener el alejamiento de la ex pareja. El cónyuge que desea reiniciar la relación, producto de su ansiedad apela a múltiples recursos para tan siquiera hablar con el otro. Emplea varios canales (chats, skype, watsap, mail, Facebook, etc.) y ante la no respuesta multiplica el más de lo mismo. Obteniendo más del mismo resultado, puesto

 

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que los silencios comunican. Este juego paradojal de Cuanto más me acerco más me alejo, es uno de los Juegos del Mal amor. (Ceberio en Eguiluz 2007) Muchos partenaires que desean separarse y culposos de no afrontar la decisión, manipulan tratando de encontrar en el otro el nock out definitorio. De esta manera, pasan a la instancia de la separación sin adoptar la responsabilidad de la decisión y tienen la oportunidad de colocarse en rol de víctimas. Otras de las formas es, como hemos referido anteriormente, llamar por teléfono, mandar mail, pin, skype, chat, wasap, etc., y si como si esto no alcanza, también se intenta frecuentar los lugares para encontrar de casualidad al otro, como también recurrir a la familia o los amigos del otro con el fin de acentuar el vínculo victimizándose y tratando de que convenzan al ex cónyuge de las ventajas de reiniciar la relación y de las bondades y virtudes del postulante. Aunque no es extraño que la desesperación por la pérdida lleve a consultar a brujas, tarotistas, videntes y toda la fauna de esotéricos que en nombre del pensamiento mágico realizarán rituales, actos de magia y demás trabajos con el fin de recuperar el amor. Además de victimización como forma de manipulación, están los ex cónyuges que son detectores de los sentimientos culpógenos del otro. Hablarán tocando los talones de Aquiles, los flancos débiles del otro, por ejemplo, hacer referencia a los hijos que extrañan, de las cosas que hacían todos juntos, de situaciones de cuando la pasaban muy bien, de comentarios enternecedores familiares que recuerdan a la ex pareja, y comentarios del mismo tenor. Cuando las amabilidades seductoras y las conductas persuasivas no hacen mella en el otro, el dejado podrá transformar su actitud amorosa en arranques espasmódicos de rabia, una verdadera ametralladora emocional que descarga su bronca hiriendo gravemente al ahora su oponente y, por supuesto, alejándolo aún más de la relación.

 

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La persona que ha sufrido la decisión de su pareja de cesar la relación, es sobrecargado por una serie de autoreproches, quejas y rumias, producto del incesante énfasis que le coloca a la figura de su ex pareja. Todas sus actividades, pensamientos y emociones, giran entorno al recuerdo de la relación. Por ejemplo, la creencia ilusoria de que si se hubiese realizado una acción contraria a la desarrollada posiblemente no se hubieran separado (¿Porque no lo hice??”/ Podría haber ido y entonces / Yo le tendría que haber contestado). O el uso de explicaciones para todo, algunas suntuarias o poco profundas que funcionan como ansiolíticas, un verdadero Ribotril explicativo. Tampoco entender que los silencios son respuestas y que cuando el otro no contesta no es por un desperfecto ni de la compañía telefónica, ni error del mail, es que la ex pareja rechaza cualquier propuesta que venga del ex cónyuge. También una verdadera fábrica creativa de supuestos se elaboran sin corroborar en la comunicación concreta si es así como se imagina. De esta manera las profecías que se autocumplen pasan a ser comunes en los partenaires dejados. Es común que el tema de la relación de pareja sea el monotema, es decir, en todas partes se desarrollan asociaciones con el tema separación. Siempre es una buena oportunidad para linkear temas que se emparientan con las situaciones relacionadas con el duelo de la ex pareja. Todo el tiempo se encadenan pensamientos, imágenes y recuerdos alusivos a la vida en pareja, en donde cualquier tema por contrapuesto que sea puede ser la ocasión para hablar de la separación. Se cuentan versiones de los hechos y se busca opinión y respuestas en pos de alivianar el dolor. Es una forma de narcisismo por lo negativo: el problema de la separación es el eje de todos los temas y se tiende a des-escuchar al interlocutor sobre sus propios temas porque se está más preocupado en manifestar su tema (la separación).

 

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Esta misma tendencia a monopolizar el tema de la separación consiste en otorgarle a las acciones del otro un significado que alienta a creer que el otro sigue interesado en la relación. Un llamado telefónico puede ser entendido como el desear acercarse a la relación Porque sino me hubiese escrito un mensaje de texto, a pesar que el llamado fue para que el señor pague el colegio del hijo. Este tipo de elucubraciones enfatizan el propio deseo del un ex cónyuge que lejos puede estar del deseo de su interlocutor.

Los consejos de los amigos El círculo afectivo cercano, tanto amigos como compañeros de trabajo, siempre alientan en una separación a amenguar el dolor del duelo de los protagonistas. Muchas de estas sugerencias son intentos de solución que fracasan y lejos de motivar a las personas a resolver y elaborar la pérdida, terminan sosteniéndola. Los amigos tratan de evitar el dolor, cuando éste es parte del proceso del duelo y es el vehículo para metabolizarlo. Se exploraron algunos de estos consejos y se recolectaron ciertas expresiones, por ejemplo: •

Ya vas a ver, vamos a salir…, está lleno de mujeres: pero él solo piensa en ella y se encuentra desganado para salir y más desganado para conocer a otras personas de sexo opuesto.



¡Quédate tranquila, no te preocupes… todo pasa!. Estas expresiones si bien están dichas con la mejor intención, resultan poco contenedoras puesto que el protagonista no se siente comprendido en lo que siente y le sucede.



Tu eres linda, inteligente, seductora… vas a tener muchos pretendientes. Pero ella está viviendo el dolor del presente y le es imposible proyectarse al futuro y menos con otro hombre como pareja.

 

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¡Sal a divertirte, a bailar, distráete!. Las personas con tal de solucionar el dolor de la pérdida de su amigo/a, hacen lo posible para distraerlo/a, por ejemplo, entrando en resoluciones maníacas y elusivas.



Tengo un amiga para presentarte... Parece que todo se subsanara con ingresar a otra relación, cuestión de anular el dolor y la angustia, cuando, reiteramos, son sentimientos ineludibles en la elaboración de la pérdida.



¡No llores, no vale la pena, se fuerte!!!. Al igual que en los velorios que trata de suprimirse el llanto por entenderse como síntoma de debilidad, el asociar no llorar como síntoma de fortaleza, hace que los consejos sean antinaturales a los sentimientos y emociones que se detonan frente a la pérdida.



¡El era un miserable, mal tipo… no te trataba bien!. El cargar las tintas contra la ex pareja es aliarse con la persona demonizando al otro. Estas actitudes son riesgosas, principalmente en cónyuges muy dependientes que, si lograran reiniciar el vínculo, trasmiten todas las opiniones del círculo afectivo a su partenaire, que empoderado cerrará las puertas de la amistad con la persona que realizó comentarios adversos. Con lo cual, se gana una relación de pareja pero se perdió una amiga.

Buen convivir en la separación Hemos recopilado una serie de consejos preventivos que intentan reducir la complicación en pos de que la convivencia de los ex cónyuges más saludable. Una separación exitosa implica el respeto, el buen trato y el afecto de los protagonistas, todo efecto salutogénico generará salud mental y emocional en los hijos, que por cierto, son los que mas se pierden de vista en una ex pareja en litigio simétrico.

 

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Es importante evitar criticar al ex-cónyuge delante de los hijos. Esto los lleva a triangularse y a generar malhumor y locura entre los niños que se hallan en medio de dos fuegos. Si se habla de la ex pareja, se hablará connotando positivamente, en una actitud cuidadosa hacia ella pero qué repercute en los hijos. De todas maneras, más allá de esta disquisición, es preferible que NO se hable del ex-cónyugue. También es relevante, no compartir mucamas. Las mucamas son chismosas llevan y traen información y en muchos casos son sobornadas por alguno de los integrantes que intenta dominar el territorio como un macho cabrío. Tampoco se puede vivir en la cercanías de donde vive el ex-cónyugue: se puede vivir cerca pero no tan cerca, para evitar persecuciones, controles y fundamentalmente respetar la independencia de cada uno de los miembros de la ex pareja. Por otra parte, el hombre puede vivir en casa de los padres o de amigos como una transición. Es importante que los hijos deban tener su lugar en casa de papá. Si es un problema económico que no permite cierta independencia, hablar con los hijos mostrando las dificultades y reduciendo la omnipotencia. Una comunicación clara y frontal se agradecerá el día de mañana en los hijos en la vida adulta. Mostrarles a los hijos las imposibilidades es tan positivo como mostrarles las virtudes. Se debe evitar enviar mensajes al ex cónyuge a través de los hijos puesto que la triangulaciones siempre son nocivas y llevan a la conflictualidad relacional. Además los chicos terminan entrampados en el litigio de los padres y terminan absorbiendo las angustias, tensiones y broncas que deberían ser canalizadas entre ellos. Se pueden utilizar mensajes de texto, chat o mail como forma de transmitir información, pero este método también tiene su riesgo, puesto que ante la ausencia de gestualidad y entonación, los mensajes son codificados por el interlocutor de acuerdo al baremo de la bronca, de la angustia o de la connotación positiva. Una forma de restringir el mal trato

 

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es hablar estrictamente sobre cuestiones pertinentes a los hijos, prohibiendo preguntas personales. Siempre se debe metacomunicar cuando los mensajes no son claros (preguntar en cambio de suponer). Por ejemplo, es importante aprender que cuando se habla de temas económicos no siempre se está hablando de lo económico y más cuando es un tema problemático. En toda ex pareja una buena organización logra minimizar problemas: la pautación de acordar días, horarios, dinero y otras responsabilidades por escrito, es un artilugio que no deja lugar a dudas. Y principalmente respetar los acuerdos económicos, puesto que no hay que involucrar a los hijos en temas de dinero o en cualquier tema atinente a la pareja de padres. Los padres no deben competir por ser el mejor papá o mamá. En general el padre o la madre deben aprender a conformar el equipo de padres. Pero también hay que tener en cuenta que los hijos invitan a triangular y se meten en las fisuras que deja la ex pareja, aunque los hijos triangulan aún cuando la pareja de padres no muestre fisuras. Bajo la tutela de un terapeuta resulta muy útil redactar un listado de tips de buena convivencia. El terapeuta colaborará con la co-construcción del listado de las cosas, actividades, obligaciones, por parte de ambos ex cónyuges. Si ambos pueden ceñirse a lo que se escribe en el listado, la organización post separación funciona mucho mejor. La lista opera como regla y es un parámetro del acatamiento y buena voluntad de la pareja de padres.

Conclusión A pesar de la experiencia clínica que desarrollamos con parejas, parece inconcebible que dos personas que se han amado tan profundamente como para llegar a

 

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una convivencia y elegirse para tener hijos, puedan llegar a semejante catástrofe emocional en la separación. La violencia entre ambos partenaires, gritos, insultos, manipulaciones, agresiones verbales y física, desagarra el interior de cada uno sin medir consecuencias. Pero, el factor más grave es que se involucran a los hijos en la disputa y se los utiliza como moneda de cambio. Restricciones en las visitas, especulaciones en los horarios, dominaciones mediante cuota alimentaria y otros gastos, hacen que tanto el hombre como la mujer, intenten salir victoriosos de una contienda que no mide a quien se arrastra. El espacio de una terapia post conyugal, intenta limpiar aquellos sedimentos del pasado relacional de la pareja que siguen teniendo una vigencia perturbante en los actores. Entonces la historia se yergue en el presente: contenidos y mecanismos, formas y estilos, se ensamblan para dificultar el duelo y fastidiar el vínculo. El espacio que se construye con la persona, es un lugar y un tiempo que se comparte y es sanador. Es en este espacio donde se crea un modelo de comunicación a replicar fuera. También es la posibilidad de aplicar nuevas categorías a donde se inscriben cada acción; en este sentido también es lugar donde se alienta a cambiar significados. Estas ligazones post separación pueden perdurar en el tiempo, no permiten elaborar el duelo, por ende, dificultan la construcción de una nueva pareja, son destructivas de la vida emocional y psíquica no solo de los ex partenaires sino de los hijos y hacen que la vida toda se centre en este juego y que el resto de las actividades de la vida se secundaricen. La correcta elaboración del duelo por la separación implica un gran crecimiento y un salto hacia la madurez de los afectos; implica soltar, dejar, respetar, proyectarse al futuro, amar, en síntesis, vivir, en el sentido más profundo de este término.

 

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