Bronze Age burials of La Orden-Seminario Site (Huelva, Spain) / Los enterramientos de la Edad del Bronce del yacimiento de La Orden-Seminario (Huelva). Rituales funerarios y diferenciación sexual en la transición del tercer al segundo milenios cal a.C. en Andalucía occidental.

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Descripción

23 HUELVA Arqueológica

Edita: Servicio de Publicaciones y Biblioteca. Diputación Provincial de Huelva. Intercambios, correspondencia y distribución: Diputación Provincial de Huelva. Servicio de Publicaciones y Biblioteca. C/ Fernando el Católico, 20 Entreplanta. 21001 Huelva (España). Tfno: (34) 959 49 47 16 Correo electrónico: [email protected] El Catálogo de Publicaciones de la Diputación de Huelva, puede consultarse en la siguiente página web: diphuelva.es/publicaciones Consejo de Dirección: Juan Aurelio Pérez Macías Josefa Feria Martín Consejo Asesor: Antonio Tejera Gaspar (Universidad de La Laguna). Juan Manuel Campos Carrasco (Universidad de Huelva). María Belén Deamos (Universidad de Sevilla). Juan Luis Carriazo Rubio (Universidad de Huelva). Nuria Vidal Teruel (Universidad de Huelva). Juan Clemente Rodríguez Estévez (Universidad de Sevilla). Maquetación e impresión: Técnicas de Fotocomposición, S.L. © Diputación de Huelva (de la edición) © De los textos, notas e ilustraciones, sus autores. Huelva Arqueológica es una revista de periodicidad anual, destinada a la difusión de la investigación arqueológica, y se intercambia con toda clase de publicaciones sobre Prehistoria, Arqueología e Historia (Antigua y Medieval), tanto españolas como extranjeras. D.L.: M-5063-1970 I.S.S.N.: 0211-1187

LOS ENTERRAMIENTOS DE LA EDAD DEL BRONCE DEL YACIMIENTO DE LA ORDEN-SEMINARIO (HUELVA). RITUALES FUNERARIOS Y DIFERENCIACIÓN SEXUAL EN LA TRANSICIÓN DEL TERCER AL SEGUNDO MILENIOS CAL A.C. EN ANDALUCÍA OCCIDENTAL Bronze Age burials of La Orden-Seminario Site (Huelva, Spain). Death rituals and sex differentiation in the transition from Third to Second millennia cal BC western Andalusia Mª José Martínez Fernández1 Juan Carlos Vera Rodríguez2

Resumen:

Abstract:

La necrópolis de la Edad del Bronce de La Orden-Seminario (Huelva, suroeste de España) muestra la transición entre los rituales de enterramiento del Calcolítico tardío y el Bronce local (primera fase del denominado “Bronce del Sudoeste”). Las dataciones de C14 disponibles nos han permitido diferenciar una primera fase epicampaniforme relacionada con el final del megalitismo (2200-1950 cal a.C.) y una segunda de Bronce Antiguo propiamente dicho (2100-1750 cal a.C.). Esta segunda fase presenta aspectos rituales consistentes en la inhumación de los cadáveres en decúbito lateral izquierdo para los varones y derecho para las mujeres, diferenciación sexual de los ajuares metálicos (armas para los hombres y punzones para las mujeres), la recurrencia de conchas de pecten, y la utilización de fosas y no de cistas de piedra, como suele generalizarse para la mayor parte del suroeste de la Península Ibérica.

The Bronze Age cemetery of La Orden-Seminario (Huelva, southwest of Spain) shows the transition between the burial rites of Late Chalcolithic and local Bronze Age (first stage of the so-called “Southwestern Bronze”). C14 available datings have allowed us to differentiate a late Beaker first phase related to the end of megalithism (2200-1950 cal BC) and a second phase of Early Bronze strict sense (2100 y 1750 cal BC). This second phase has ritual aspects consisting in the inhumation of dead bodies in left lateral decubitus for males and right for females, sexual differentiation of the metallic grave goods, (weapons for men and awls for women), the recurrence of pecten shells, and the use of pits and not stone cists, as is generalized for most of the southwest of the Iberian Peninsula.

Palabras Clave:

Key Words: Early Bronce Age; burials; funerary rituals; Huelva.

Bronce Antiguo; enterramientos; rituales funerarios; Huelva.

1. Universidad de Huelva, Facultad de Ciencias Experimentales, Avda. Tres de marzo s/n 21071 Huelva. [email protected] 2. Universidad de Huelva, Departamento de Historia I, Facultad de Humanidades, Avda. Tres de marzo s/n 21071 Huelva. [email protected] Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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I. Introducción Al norte del actual casco urbano de la ciudad de Huelva se localiza el yacimiento de La OrdenSeminario. Abarcando alrededor de 23 ha de superficie protegida, hasta la fecha se han documentado varios millares de estructuras arqueológicas excavadas en el subsuelo que abarcan desde el Neolítico final hasta época contemporánea. En esta ocasión presentaremos la necrópolis del Bronce Antiguo así como algunos de los contextos funerarios correspondientes a la transición del Calcolítico final a la Edad del Bronce. La base documental procede de un conjunto de intervenciones arqueológicas llevadas a cabo en los viales y las parcelas de la urbanización por la empresa Ánfora GIP, con la que la Universidad de Huelva suscribió dos Contratos de Investigación sucesivos de asesoría científica y apoyo técnico en paralelo a las excavaciones. En este contexto se enmarcan los trabajos e informes de Antropología realizados en su totalidad por I. López Flores a excepción de la Estructura 2711 que se debe a Mª.S. Magariño. El trabajo que aquí presentamos es una síntesis actualizada de un TFM de la UHU realizado por uno de los firmantes (Mª.J.M.F.) en el curso 2009/2010.

II. Distribución espacial de las necrópolis Las diecisiete estructuras funerarias que presentamos se diseminan por los sectores occidental y meridional de La Orden-Seminario, estando ausentes en los sectores central, nororiental y suroriental (Fig. 1). En la mayor parte de los casos aparecen agrupadas y en muchas ocasiones mantienen estrechas relaciones espaciales, ya sea entre ellas mismas o bien con áreas funerarias anteriores que se remontan al Calcolítico e incluso al Neolítico final. Es por ello que en sentido estricto podemos hablar de diferentes necrópolis o áreas de enterramiento diferenciadas espacial y cronológicamente. Dentro de los sectores aludidos destaca por su densidad la porción suroeste donde se concentran doce de las estructuras que, como veremos, son las que conforman el grueso de la necrópolis de la Edad del Bronce propiamente dicha. Una agrupación compacta dentro de 12

este conjunto es la formada al norte del sector (Vial 2B) por las Tumbas 37, 38, 40 y 1195, que ocupan una superficie de unos 25 m2 con separaciones medias de en torno a los 2-2,5 m de distancia. Se da la circunstancia de que muy probablemente este grupo estuviese compuesto por más unidades, pero los desmontes llevados a cabo por la empresa adjudicataria de la ejecución de los viales de manera previa al inicio de las intervenciones arqueológicas eliminaron las evidencias afectando parcialmente a las estructuras 37 a 40. Algo más al sur (Vial 1) se localizan las estructuras 1157, 1164, 1736, 1804 y 639, entre las que se intercala en el límite meridional del vial 2B la tumba 1177, que en conjunto se disponen formando un arco de círculo con la concavidad hacia el sur en cuyo extremo suroriental se ubicarían, ya a cierta distancia (unos 63 m) las tumbas 428 (Peatonal 1) y 2711 (Parcela 2.2). Hacia oriente se localizan las estructuras 2668 (Parcela 3.2), 9240 (Parcela 4.1) y 2515 (Peatonal 3) más o menos alineadas en eje oeste-este con las dos últimas citadas del grupo principal, pero sin relación espacial clara entre sí, si bien la 2668, a unos 107 m al este de la 2711, comparte determinadas características tipológicas con las primeras. Finalmente, en el sector noroccidental del yacimiento se localizan las estructuras 1788 (Zona Verde) -literalmente en el corte del talud de la Avenida de Santa Marta- y 1305 (Vial 5B) a 27 m al noreste de la anterior, en la periferia inmediata de uno de los sectores de las necrópolis del IV y III milenios.

III. Las estructuras y sus contextos funerarios Estructura 37. Fosa de planta casi circular de diámetro oscilante entre 1,80 y 1,60 m con una potencia conservada de tan solo 18 cm. En su zona central, la base adopta una morfología de cubeta ovoide alargada en sentido noroeste-sureste, de 1,10 m de longitud por 0,70 m de anchura que acoge la deposición funeraria y su ajuar. Se trata de un enterramiento primario en posición lateral izquierdo, con extremidades inferiores hiperflexionadas y Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

Figura 1. Distribución de las tumbas de la Edad del Bronce de La Orden-Seminario.

Los enterramientos de la Edad del Bronce del Yacimiento de la Orden-Seminario (Huelva). Rituales funerarios y diferenciación sexual en la transición del Tercer al Segundo milenios cal A.C. en Andalucía Occidental

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Estructura 37 5

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Estructura 38

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Figura 2. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 37 (1 a 6) y 38 (7 a 11). 14

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orientado con sagital al noroeste, correspondiente a un individuo adulto no específico de sexo no determinable (Fig. 2, 1-2). El ajuar consiste en tres elementos, siendo el primero una pequeña punta de cobre con base recta (32 x 9,5 x 1,2 mm)3 (Fig. 2, 3). El segundo es la porción inferior de un cuenco o vaso cerámico carente de borde debido a la destrucción previa al inicio de las intervenciones arqueológicas, pero cuya inflexión del galbo permite restituir una dirección entrante, aunque no se puede descartar que se trate del cuerpo de una botella o vaso con cuello de galbo ligeramente achatado (Fig. 2, 4). De superficies alisadas, tiene un diámetro de 12,2 cm próximo al borde, 17,7 cm de diámetro máximo en el galbo y la altura máxima conservada es de 10,2 cm, aunque debió tener mayor altura por la citada ausencia del borde. El tercer elemento de ajuar consiste en la valva derecha de un molusco marino del Género Pecten, probablemente de la especie Pecten maximus, debido al tamaño del ejemplar, el mayor de todos los hallados en el yacimiento, con un diámetro de 14,2 cm (Fig. 2, 6). La valva se encuentra prácticamente completa aunque fracturada y conserva restos de colorante rojo al interior y una ligera mancha de carbonización o negro al exterior. En lo que respecta a la disposición del ajuar, la pieza metálica y la concha de Pecten se disponían a la altura de la cabeza, delante de la cara del individuo, formando un conjunto en el que la punta quedaba tapada por la valva (Fig. 2, 5), mientras que el cuenco cerámico se encontraba a la altura del pecho, sobre las rodillas. Estructura 38. Fosa de forma ovoide alargada, incompleta por la destrucción de la excavadora. Su eje mayor tiene una orientación noroeste-suroeste, con unas medidas de 1 m de longitud por 0,65 m de anchura y profundidad máxima conservada reducida (0,12 m). Esta fosa contuvo los restos de un individuo adulto no específico, de sexo probablemente masculino, colocado sobre

3. Salvo indicación expresa, las dimensiones de los ajuares metálicos se expresan según el siguiente orden: longitud máxima, anchura máxima y grosor. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

su lateral izquierdo, con la cabeza (sagital) hacia el suroeste, el brazo izquierdo flexionado y el derecho en ángulo sobre el pecho y dirigido hacia el cuenco del ajuar (Fig. 2, 7). Por la colocación de la pierna izquierda, la única conservada, tendría las extremidades inferiores fuertemente flexionadas. La altura del individuo se ha estimado en 1,59 m ±6,969 cm. El ajuar consta de tres piezas, destacando un puñal triangular de cobre de tres remaches de los que se conserva uno, lados rectilíneos y base redondeada (65 x 36 x 2,9 mm) (Fig. 2, 9). Los tres remaches se disponen en curva en paralelo a la morfología de la base, pero a una distancia de 7 mm de la inserción central, sobre el eje de la pieza, se observa claramente un intento bipolar de realizar una cuarta perforación circular. La oxidación diferencial de filo a filo de la pieza permite observar las trazas de la delineación curva de un enmangue de 19 mm de anchura y, a juzgar por la curvatura del remache cuyo vástago es de sección cuadrada de 3 mm, al menos una de las cachas de la empuñadura mediría 3,4 mm de grosor. La segunda pieza de ajuar es un cuenco carenado (Fig. 2, 11) de borde entrante y labio plano (13,4 cm de diámetro en el borde, 16,3 cm de diámetro en la carena y altura máxima de 8 cm), acabado superficial alisado fino exterior y alisado interior, del que se conserva aproximadamente un tercio del recipiente, por el arrasamiento parcial de la estructura. La última pieza consiste en una valva derecha de molusco bivalvo marino del Género Pecten con un diámetro de 9,4 cm que, aunque fracturada, se encuentra prácticamente completa (Fig. 2, 10). Respecto a la disposición del ajuar, el puñal se localizaba a la altura de la cara del inhumado, el cuenco a la altura del pecho y la concha sobre las rodillas (Fig. 2, 7 y 8). Estructura 40. Fosa ovoide alargada en forma de pequeña cubeta de base prácticamente horizontal (1,40 m de longitud en eje N-S, 0,75 m de ancho y profundidad máxima conservada de 11,5 cm). En ella se localizó un enterramiento primario con los restos de un individuo adulto no específico y sexo no determinable, colocado en posición decúbito lateral izquierdo, con las extremidades inferiores hiperflexionadas, orientado con sagital 15

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Estructura 40

5

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Estructura 428 1,20

(38,19m) 0 A



428.3 -0,50

PEX 428

7 11

Figura 3. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 40 (1 a 5) y 428 (6 a 11). 16

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al norte y cara hacia el este (Fig. 3, 1). Según el informe antropológico, el medio de descomposición fue aerobio. Su ajuar consta, al igual que las dos tumbas descritas anteriormente, de tres piezas: un puñal corto de cobre (58 x 24,5 x 2,2 mm) cuyos lados presentan una delineación cóncava y que conserva parte de al menos cuatro perforaciones de sujeción dispuestas de dos en dos en oblicuo hacia la base, que es rectilínea (Fig. 3, 3). La oxidación diferencial de filo a filo de la pieza permite observar las trazas de la delineación recta de un enmangue de 18 mm de anchura. La pieza cerámica es un cuenco semiesférico de borde entrante (Fig. 3, 4) de 15 cm de diámetro próximo al borde, 16,7 cm de diámetro máximo en el galbo y altura máxima conservada de 8 cm, originalmente algo mayor por la ausencia de borde, que recibió un acabado alisado al exterior y alisado tosco al interior. Este ejemplar presenta una impronta de semilla, tal vez de cereal, impresa en la superficie exterior. La tercera pieza es una valva derecha de Pecten sp. prácticamente completa (Fig. 3, 5) de 8,5 cm de diámetro. El puñal se encontraba depositado a la altura de la cara del individuo, la vasija a la altura del pecho y la concha sobre las rodillas (Fig. 3, 2). Estructura 428. Fosa de planta rectangular con los extremos redondeados y sección en “U” muy abierta (Fig. 3, 7), presentando unas dimensiones superiores a la media de las del yacimiento: 2,02 m de longitud en eje noreste-suroeste, 1,02 m de ancho y 0,40 m de profundidad máxima en la zona central. La fosa estaba obliterada por una masiva capa de cantos de río (Fig. 3, 6) de entre 0,21 m hasta 0,30 m de espesor, entre los que aparecen esporádicamente fragmentos de adobe dispersos, un fragmento de sustrato carbonatado hacia la zona más septentrional (noreste) y un par de fragmentos de conglomerado en el límite meridional (suroeste). En el relleno de la fosa no se detectaron restos óseos humanos aunque sí un ajuar funerario rodeado por una capa de cantos de río y colocado muy próximo a la pared oriental de la fosa (Fig. 3, 8). Consiste en un fragmento de posible lezna metálica de sección irregular (9,3 x 3 mm) (Fig. 3, 9), un cuenco de borde entrante y labio semiplano (Fig. 3, 11) cuya sección supera la media esfera (15,8 cm de diámetro en el borde, 18,5 cm en el galbo y 10,7 cm de altura), Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

con acabado superficial alisado fino y, finalmente, tres fragmentos de una misma valva de Pecten sp (Fig. 3, 10). En cuanto a su disposición destacaremos que el elemento metálico se encontraba depositado debajo del recipiente. Estructura 639. Fosa de planta oblonga en superficie pero sub-rectangular con los extremos redondeados en su base (Fig. 4, 2 y 3), de orientación general norte-sur, y medidas máximas oscilantes entre 1,63 m de largo, 0,78 m de ancho y una profundidad máxima conservada de 0,15 m. Al igual que la anterior descrita, la excavación permitió detectar una primera capa de acumulación de cantos fluviales de mediano tamaño y algunos restos de adobe sobre la interfacies de la fosa (Fig. 4, 1), alcanzando una potencia máxima de 0,15 m. Esta estructura contiene los restos de un individuo adulto no específico y de sexo no determinable. Corresponde a un contexto primario de enterramiento, pero dado el mal estado de conservación en el que se encuentra, no se puede deducir la posición original del individuo (Fig. 4, 4). El único ajuar aparecido es una valva derecha, bastante completa pero muy fracturada, de Pecten sp cuyo diámetro es de 10 cm (Fig. 4, 5). En el relleno de la estructura también fueron recogidos dos fragmentos de malacofauna fósil: una valva incompleta de un ostreido, de aproximadamente 5,5 cm, que presenta dos pequeños orificios circulares que se disponen paralelos y un reducido fragmento de otro pectínido con un orificio. Estructura 1157. Fosa de planta con tendencia ovalada irregular y de base ligeramente cóncava (Fig. 4, 7) de 1,48 m de largo, 1,10 m de ancho, y 0,25 m de profundidad media conservada. Cubriendo la fosa se localizó una unidad estratigráfica consistente en una capa de arcilla rojiza con abundantes cantos de río de mediano y gran tamaño (14 x 7 y 10 x 12 cm), ocasionalmente fracturados que, junto a otra más arcillosa y arqueológicamente estéril, cubría al individuo inhumado y a su ajuar (Fig. 4, 6). En su interior se documentaron los restos de un enterramiento primario correspondientes a un individuo adulto joven, de 20-25 años y de sexo probablemente masculino que ofrece una estatura aproximada de 1,59 m ±6,969 cm. El 17

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individuo se encontraba con el tórax en supinación y las extremidades inferiores lateralizadas sobre el lado izquierdo, con la pierna derecha sobre la izquierda, el brazo derecho flexionado y el izquierdo hiperflexionado, la cara orientada al este y sagital 330° al noroeste (Fig. 4, 8 y 9). Tenía asociado un ajuar consistente en una hoja de cuchillo o punta muy alargada de cobre (59 x 8,5 x 1,3 mm) de base ligeramente redondeada (Fig. 4, 10). A esta pieza le acompañaba un cuenco de tres cuartos de esfera (15,2 cm de diámetro en el borde y 13,7 cm de altura), borde entrante, labio redondeado y superficies exterior e interior de acabado alisado/alisado tosco (Fig. 4, 11). El cuenco se disponía a la altura del hombro izquierdo del individuo y la punta metálica debajo del mismo. Estructura 1164. Fosa deformada en planta por otra más reciente que afectaba a buena parte de la zona meridional de la estructura (Fig. 5, 1 y 2), cuya base, de planta subcircular, alcanzaría unas medidas comprendidas entre 1,29 m en eje este-oeste, alrededor de 1,35 m en eje norte-sur, y 0,40 m de profundidad. Su relleno consistía en una abigarrada capa de cantos fluviales de diverso calibre, fundamentalmente de tamaño grande y mediano que buzaban en sentido norte-sur hacia una extensión meridional de la estructura que podría corresponderse con una covacha lateral cuya sección no pudo ser documentada con claridad debido a la ya aludida presencia de una interfacies de destrucción. Bajo una nueva capa sin cantos, muy homogénea y de composición limo-arcillosa y compacta, se encontraba el contexto primario de enterramiento de un individuo adulto no específico, probablemente de sexo femenino (Fig. 5, 3). Ocupando la zona meridional de la estructura, yacía colocado en decúbito lateral derecho, aunque con el tórax parcialmente en supinación, los brazos flexionados y las piernas hiperflexionadas, con la cara orientada al suroeste, pudiendo estimársele una estatura de 1,50 m ±5,969 cm. El estudio antropológico detecta la posible existencia de un sudario o mortaja. El ajuar se compone de una lezna o punzón biapuntado de cobre (72 x 3-2,5 mm), de sección cuadrangular en la mayor parte de su extensión 18

pero circular en sus extremos, especialmente en el activo (Fig. 5, 4), y dos cuencos cerámicos, de distinta morfología y uno mayor que el otro, ambos con un acabado superficial alisado tanto por el exterior como por el interior. El primero, de 11,7 cm de diámetro en el borde y una altura de 7,6 cm, presenta un borde de dirección recta y labio semiplano (Fig. 5, 6). El más pequeño, de 9,4 cm de diámetro de borde y 6,7 cm de altura, presenta un único pequeño mamelón macizo muy cerca del borde, que es entrante y de labio redondeado/apuntado (Fig. 5, 5). Estos elementos cerámicos aparecieron colocados uno tras el cráneo -el del mamelón- y el otro, entre las manos. El punzón se localizó junto al cuenco, cerca de las manos. Estructura 1177. Fosa de planta ovalada y sección en “U” que se encuentra destruida por su extremidad sur (Fig. 5, 7 y 8). Las dimensionas conservadas son 1,45 m de longitud en el eje norte-sur y una anchura que oscila entre los 0,60 m en su parte más estrecha (zona norte) y 1,03 m en su extremo sur. En el relleno, cubriendo el enterramiento, aparecieron abundantes cantos de río de tamaño irregular, gran cantidad de adobes, algunos de ellos con improntas, un fragmento de un molino de conglomerado y un pequeño bloque de piedra exógena. Bajo la inhumación también se identificó un nuevo nivel con cantos fluviales. Los restos humanos aparecidos se corresponden con un individuo adulto joven de aproximadamente 20-25 años y sexo femenino. Con una estatura aproximada de 1,50 m ±5,969 cm, se encontraba colocado en posición decúbito lateral derecho hiperflexionado, con la cara orientada al oeste y la sagital al norte (Fig. 5, 9). En el interior del cuenco que forma parte del ajuar, apareció un resto óseo perteneciente a un segundo individuo interpretable como un contexto secundario de enterramiento, asociado a un fragmento de malacofauna fósil y a un pequeño gasterópodo. Como ajuar primario se recuperó un punzón “Tipo Brújula” (41,5 x 8 x 2 mm) cuya base, de sección rectangular, se encuentra fracturada (Fig. 5, 10). Conserva una marca de oxidación diferencial ligeramente oblicua que señala la huella de un posible enmangue. Completa el Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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Estructura 639

1

2 1 A´

A

639.3 -0,40

PEX 639

3

4

6

9

10

Estructura 1157

8 (41,53m) 0

A



1157.3

-1

PEX 1157

7

11

Figura 4. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 639 (1 a 5) y 1157 (6 a 11). Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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ajuar un cuenco semiesférico de borde entrante y labio redondeado de 9,4 cm de diámetro y 6,6 cm de altura, de acabado alisado (Fig. 5, 11). Respecto a la disposición del ajuar, el cuenco se encontraba colocado junto al antebrazo izquierdo de la mujer y el punzón metálico bajo el cuenco, asomando sólo la punta. Estructura 1195. Fosa de planta cuadrangular con paredes verticales y base irregular, cuyas dimensiones son 1,50 m de longitud en el eje noreste-suroeste y 1,50 m de ancho, con una profundidad máxima conservada de 0,52 m. La fosa contuvo el contexto primario de enterramiento de un individuo infantil II de entre 10-11 años y de una estatura aproximada de 1,43 m, colocado en posición decúbito lateral derecho, basculado hacia delante, con los brazos flexionados (Fig. 6, 1). Las piernas también se encontraban flexionadas, con la derecha más cerca del pecho que la izquierda, mientras que la cara estaba orientada hacia el suroeste y la sagital 330° al noroeste. El estudio antropológico identificó la existencia de un posible sudario o mortaja. El ajuar asociado consistía en un pendiente o arete de plata subcircular, de diámetro comprendido entre 10 y 8 mm, realizado a partir de una varilla de plata de sección circular de 1,5 mm de grosor (Fig. 6, 3) y un cuenco semiesférico de borde saliente y labio redondeado (9,5 cm de diámetro, 5,3 cm de altura) y acabado alisado (Fig. 6, 4). Completan el ajuar dos valvas -derecha e izquierda- probablemente de un mismo ejemplar, de bivalvo marino fósil, de la especie Chlamys multiestriata (Fig. 6, 5). La valva más completa, la derecha o inferior, tiene un diámetro aproximado de 3 cm, mientras que la izquierda conserva la característica aurícula en forma de ala de esta familia de pectínidos. El cuenco cerámico apareció frente a la cara del individuo inhumado, las conchas delante del hueso frontal, mientras que el arete de plata podría identificarse como un pendiente al localizarse a la altura del maxilar izquierdo del esqueleto (Fig. 6, 2). Estructura 1305. Consiste realmente en una estructura negativa de cronología medieval y planta 20

circular que corta y destruye a una fosa prehistórica de la que solo se ha podido recuperar un vaso cerámico perteneciente con probabilidad al ajuar de un enterramiento. Se trata de un cuenco de tendencia semiesférica ligeramente achatada (Fig. 8, 1), borde de dirección entrante y labio redondeado/apuntado, de 16,4 cm de diámetro máximo y una altura de 9,4 cm. Sus paredes son finas, con un grosor regular de 4 mm y presenta un acabado bruñido muy cuidado, tanto de la superficie exterior como de la interior. Por último destacamos la existencia de dos agujeros de laña unipolares realizados a aproximadamente 2 cm del labio, ejecutados desde la parte exterior del recipiente. Estructura 1736. Fosa de planta circular irregular cuyas dimensiones oscilan entre 1,10 m de longitud en eje norte-sur, un ancho de 0,91 m en el eje este-oeste y 0,21 m de profundidad conservada. Contuvo el contexto primario de enterramiento de un individuo adulto no específico y alofiso en mal estado de conservación (Fig. 8, 2) cuya estatura se aproximaría a 1,40 m. Se encontraba colocado con las piernas hiperflexionadas sobre el lado izquierdo, la cara orientada al este y la sagital orientada 10° al norte y no se le asociaba ningún elemento de ajuar. Estructura 1788. Fosa de planta ovalada con fondo irregular y sección en “U” (Fig. 6, 6 y 7) de dimensiones comprendidas entre 1,26 m de longitud en sentido este-oeste, 0,90 m de ancho en sentido norte-sur y 0,65 m de profundidad media conservada, en la que se inhumó un individuo adulto no específico y de sexo femenino cuya estatura aproximada sería de 1,58 m. El cuerpo se encontraba colocado en decúbito lateral izquierdo, fuertemente hiperflexionado -posición fetal- con las manos situadas en torno a la cara, que estaba orientada mirando al noroeste y la sagital 230° hacia el suroeste (Fig. 6, 8). El medio de descomposición se identificó como aerobio, señalándose el posible uso de un sudario o mortaja. El único elemento de ajuar localizado es un gran vaso de cuerpo globular y cuello, borde recto y labio redondeado, diámetro de 13 cm en el borde, diámetro máximo de 16,9 cm en el galbo, Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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1

1

(41,92m) 0

B´ B

1164.4 1164.6

-0,70

1164.5

2

3

Estructura 1164

Perfil O

4

5

6

7

9

Estructura 1177 (42,93m) 0

1

1,30 A´

A

1177.3 -0,50

PEX 1177

10 8

11

Figura 5. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 1164 (1 a 6) y 1177 (7 a 11). Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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2

Estructura 1195 3

1 5

2

1

6

2,40 A´

A

Estructura 1788

1788.4

1788.5 1788.3

-1,40

4

7

8

PEX 1788

9

10

Figura 6. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 1195 (1 a 5) y 1788 (6 a 10). 22

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17 cm de altura y superficies muy bien tratadas, bruñida la exterior y alisada muy fina la interior (Fig. 6, 9 y 10). La superficie interior del fondo del vaso se encuentra muy alterada debido a huellas de uso. Este vaso se encontraba colocado a la espalda de la mujer, a la altura de las caderas. Estructura 1804. Fosa de planta oblonga o subrectangular con los extremos redondeados y sección en “U”, orientación norte-sur (Fig. 8, 3), de 1,48 m de longitud, 0,76 m de anchura máxima y profundidad de 0,60 m. Se trata de una estructura rellena por una acumulación de cantos de río de los que se conservaban al menos 4 tongadas y algunos pequeños fragmentos de adobes, nódulos de cal, varios fragmentos de piedra exógena y un fragmento de pizarra “recortada”. No aparecieron restos óseos humanos ni ajuar. Estructura 2515. Fosa de planta ovalada (1,01 m de largo por 0,66 m de ancho) de orientación general este-oeste y 0,14 m de profundidad máxima conservada. En su interior se documentaron los restos de un individuo adulto no específico, de sexo probablemente masculino, sin ajuar funerario. Ante la escasez de los restos no se pueden inferir más datos. Estructura 2668. Fosa de planta rectangular con esquinas redondeadas y sección en “U” bastante abierta, de dimensiones comprendidas entre 1,80 m en eje norte-sur y 0,90 m en el esteoeste y 0,47 m de potencia máxima (Fig. 8, 4). Contenía varias capas de cantos de río en los extremos de la estructura que dejaban un vacío central, a excepción de un canto de tendencia esférica bastante regular localizado en el centro de la fosa. Aunque se detectó algún material arqueológico en el relleno, no contiene restos óseos humanos ni elementos de ajuar. Estructura 2711. Se trata de una fosa de enterramiento localizada entre un palimpsesto de estructuras de diferente cronología y forma, por lo que la morfología y medidas de la estructura no se han podido determinar con exactitud (Fig. 7, 1 y 2). Contiene los restos del enterramiento primario de un individuo adulto no específico de Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

edad superior a los veinte años, de sexo probablemente femenino, en posición inicial decúbito lateral izquierdo, con las extremidades inferiores flexionadas y las superiores también flexionadas. Los huesos no aparecen articulados pero guardan relación anatómica (Fig. 7, 3). Según el informe antropológico, se detectan golpes postmortem que evidencian una cierta remoción de los restos en un momento posterior a la deposición original. El ajuar consiste en un cuenco de carena media (Fig. 7, 4), borde redondeado y labio entrante, de 11 cm de diámetro en el borde, 12,6 cm de diámetro máximo a la altura de la carena y una altura de 6,5 cm, de superficies alisada por el exterior y alisada fina por el interior. Se observa la reparación de una fractura en el momento de la fabricación del recipiente, probablemente cuando se encontraba en “estado de cuero”, antes de la cocción. La otra pieza de ajuar es una valva derecha completa de Pecten maximus, ya que se pueden observar las 7 cóstulas o finos filamentos radiales de las costillas exteriores de la concha, número que caracteriza a esta especie, de 9,2 cm de diámetro (Fig. 7, 5). Formando parte del ajuar, también se recuperó una valva completa de Cardium que presenta un agujero en el umbo que no parece de origen antrópico, al presentar fracturas perimetrales de manera sistemática. El fémur derecho descansaba parcialmente sobre la parte inferior del cuenco cerámico y parte de la tibia sobre la concha de Pecten. Ambos, cuenco y concha de pecten, se encontraban boca abajo, posición que concuerda con las observaciones relativas a la remoción parcial de los restos durante el proceso de descomposición. Estructura 9240. Consiste en un enterramiento en covacha lateral de sección acampanada aneja a la zona suroccidental de una estructura de planta oval, con la que se comunica a través de un acceso escalonado excavado en el sustrato (Fig. 7, 6). Sus medidas globales se encuentran comprendidas entre 1,7 m en eje este-oeste y 1,36 m en eje norte-sur, con una profundidad máxima conservada de 0,75 m. La covacha propiamente dicha tiene una longitud de 1,48 m en el eje sureste-noroeste y una anchura de 0,66 m en eje noreste-suroeste. Se detectaron elementos líticos dispersos -guijarros de río, fragmentos de pizarra- y bloques calcáreos, estos 23

Mª José Martínez Fernández / Juan Carlos Vera Rodríguez

3

1 (38,09m) + 0

-0,5

1 +

2 +

3 +

4 +

5 +

Estructura 2711

+

+

-1

-1.5

2

+

Sección suroeste-noreste

4

5

8 7

Estructura 9240

9

N 3

UE 2

F 37,47 m

UE 14

37,51 m

UE 16 37,58 m

E

10

0

UE 12

37,50 m

Cerámica (UE 14) Restos oseos (UE 13)

UE 13

37,62 m

6

Metal (UE 16)

1

2

PLANTA PEX 9240 (PROCESO)

Figura 7. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 2711 (1 a 5) y 9240 (6 a 10). 24

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1

Estructura 1305

Estructura 1736

2

4

3

Estructura 2668 Estructura 1804

8

7

5 6

9

Figura 8. Contextos funerarios y ajuares de las estructuras 1305, 1736, 1804 y 2668 (1 a 4). Detalles de readaptaciones de los sistemas de sujeción y de huellas de enmangue: puñales de las tumbas 38 (5 y 6) y 9240 (8). Detalle de las huellas de uso al interior del recipiente cerámico de la Tumba 1788 (9). Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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últimos acumulados sobre y tras las caderas y extremidades inferiores de los restos óseos. El esqueleto se corresponde con un individuo adulto joven de unos 20-25 años de edad y de sexo masculino, que tendría una estatura aproximada de 1,63 m ±6,969 cm. Se encontraba colocado en decúbito lateral izquierdo, con los brazos y las piernas hiperflexionadas y la cara orientada al este (Fig. 7, 7) y el estudio antropológico de los restos señala la utilización de un posible sudario o mortaja en la preparación del cuerpo. El ajuar consta de dos elementos. El primero, un puñal de lengüeta de cobre (115 x 30,5 mm, pedúnculo de 42 mm, 3 mm de grosor máximo en la base y 2 mm de grosor medio en la hoja), cuya oxidación diferencial permite observar las trazas de la delineación recta de un enmangue de 25 mm de altura (Fig. 7, 9). La lengüeta se va estrechando hacia la base, adoptando una morfología más parecida a un pedúnculo a lo que coadyuva la huella del enmangue a una altura muy baja. El segundo elemento es un vaso cerámico de suave perfil troncocónico invertido de tendencia cilíndrica y base redondeada (Fig. 7, 10), diámetro máximo de 15 cm en el borde, diámetro mínimo en la carena de 11,8 cm, altura de 13,2 cm, borde saliente y labio redondeado. Las superficies están bien tratadas, bruñidas o alisadas muy finas. Respecto a su disposición, la vasija aparece colocada delante del tórax mientras que el puñal aparenta estar asido por la mano derecha del individuo (Fig. 7, 8).

IV. Estudio de los contextos materiales y antropológicos IV.1. Tipología de las estructuras La totalidad de las tumbas estudiadas consisten en estructuras negativas excavadas en el sustrato terciario que presentan una planta subrectangular, circular u ovalada y, en general, secciones en “U”. No obstante, podemos realizar una primera división tipológica entre ellas: covachas, fosas propiamente dichas e indeterminadas. -Covachas: Representadas por la estructura 9240, aunque tal vez fuera posible incluir en esta categoría a la 1164, destruida parcialmente en 26

planta por la interfacies de una estructura posterior, si bien su sistema de cubrición sería sensiblemente diferente. La principal característica de la 9240 consiste en la forma acampanada que su sección adquiere por la zona suroccidental de manera que el propio sustrato geológico conforma parte del techo o visera del enterramiento. -Fosas: De diferentes dimensiones, este sería el grupo más numeroso, en donde se incluyen la mayoría de las estructuras funerarias, si bien podemos establecer subdivisiones significativas. Un primer subgrupo lo forman las tumbas 428, 639, 1157, 1164, 1177, 1804 y 2668, que independientemente de su morfología en planta –más o menos subrectangulares o más ovaladas- comparten la característica de haber estado cubiertas por una estructura pétrea compuesta fundamentalmente por cantos de río acarreados con tal fin. En la mayor parte de los casos la estratigrafía documentada permite comprobar que la posición de estas abigarradas capas es compatible con un derrumbe y colmatación de una superestructura con posterioridad al inicio de su proceso de relleno por causas físicas universales. No obstante, en determinados casos como la 428, la 639 y la 1177, el derrumbe de cantos se superpone directamente sobre el fondo de la fosa, rodeando a los restos óseos humanos y a los elementos del ajuar, lo que es compatible con un derrumbe en ambiente aerobio tiempo después del sellado de la tumba, provocando desplazamientos laterales y verticales de algunos de estos elementos que, por esta circunstancia, aparentan reposar sobre una cama primaria de cantos. Cabe interpretar que estas fosas contaron con un sistema de cubierta adintelada compuesta de material perecedero, muy probablemente de naturaleza lígnea, que se complementaría con una superestructura cuya morfología tumular tan solo podemos intuir, formada al menos parcialmente por la acumulación en seco de cantos de río que las haría perceptibles en superficie. El segundo subgrupo serían las estructuras 37, 38, 40, 1195, 1736 y 1788, cuya estratigrafía no permite documentar el sistema de cubrición mediante cantos de río, aunque sí la existencia de algún sistema de cerramiento, puesto que el Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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análisis antropológico permitió detectar la existencia de un ambiente de descomposición aerobio en el caso de los inhumados en alguna de las estructuras. -Indeterminadas: Finalmente, este grupo estaría compuesto por las estructuras 2711 y 2515 que, al verse afectadas morfológicamente por otras estructuras en el primer caso y por su arrasamiento casi total en el segundo, no permiten su adscripción a ningún grupo. IV.2. Las inhumaciones Todas las estructuras excavadas responden a contextos primarios de enterramiento. En total ascienden a 13 inhumaciones correspondientes a un número equivalente individuos, de los que ocho son adultos, cuatro son adultos jóvenes de entre 20-25 años y el restante, un individuo infantil II de aproximadamente 10-11 años. Del total de los adultos, tres son femeninos, uno probablemente femenino, uno masculino, tres probablemente masculinos, un alofiso y cuatro de sexo no identificado. Entre los adultos jóvenes encontramos la misma representación de sexo femenino que de masculino (López, 2006 y 2009; Magariño, 2010). De la composición de la muestra se deduce una variada representación poblacional en cuanto a sexo y rangos de edad. Los únicos que no aparecen representados claramente en este yacimiento son los extremos: ni individuos seniles ni neonatos e infantiles por debajo de los 10 años. En relación con el sexo de los individuos enterrados, en los yacimientos que nos sirven de marco comparativo se están obteniendo similares resultados. Respecto a la representación infantil, aun siendo escasa en este yacimiento con un solo individuo, nos sirve para confirmar la tendencia que se observa en otras necrópolis, es decir, la idea de que los individuos infantiles eran reconocidos como integrantes de la sociedad y tenían derecho a ser enterrados al igual que los adultos apareciendo tanto con ajuar asociado como sin ajuar, tratamiento que coincide con el del resto de la población documentada. En la necrópolis de Chichina (Sanlúcar La Mayor, Sevilla), el úniHuelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

co enterramiento en fosa hallado contenía los restos de un enterramiento infantil, en este caso de menor edad que el nuestro, puesto que tenía algún diente de leche (Basabé y Bennassar, 1982, 81) y se presentaba sin ajuar (Fernández et al., 1976). Por su parte, en Cobre Las Cruces se constata que la población infantil analizada de forma conjunta para los yacimientos SE-B y SE-K (Salteras, Sevilla) se encuentra en torno al 35% (Pecero, 2012, 60) destacando la presencia de niños de entre 0-6 años (Ibidem). En Carmona (Sevilla) la significación social que representan estos hallazgos y que traemos a colación en estas líneas ya se puso de manifiesto (Belén et al., 2000, 394) a propósito de las tumbas infantiles, destacando la de C/ General Freire 12 y de la Tumba 3 de Plazuela de Santiago (Belén et al., 2000; Gómez Saucedo, 2003), ambas con ajuar asociado. Los inhumados adultos recuperados en La Orden-Seminario tienen una altura media aproximada de 1,60 m en el caso de los individuos masculinos, medida que se reduce a tan solo 1,52 m en los femeninos. Se trata de individuos de talla mediana, probablemente debido a la dieta y otros factores al igual que ha ocurrido en otros periodos históricos. En el estudio realizado sobre las Necrópolis de la Edad del Bronce de Cobre Las Cruces (Pecero, 2012) también se obtiene una escasa altura en los individuos femeninos de la muestra, con una media de 1,53 m, si bien los masculinos sí son más altos que los de La Orden-Seminario, con una media de 1,69 m (Ibidem, 62). En base al estudio antropológico realizado sobre los individuos exhumados (López, 2006 y 2009; Magariño, 2010) se puede concluir que en las estructuras 40 y 1788 el ambiente de descomposición del cuerpo fue aerobio. Este ambiente aerobio igualmente se documenta en la necrópolis SE-K (Hunt et al., 2008; Vázquez y Hunt, 2012b, 44) y en la SE-B (Vázquez y Hunt, 2012a, 29). En La Orden-Seminario también es interesante destacar la determinación en cuatro casos (1164, 1195, 1788 y 9240) de la posible existencia de un sudario o mortaja que envolvería a los difuntos. A este respecto podríamos añadir que, en algún caso, interpretando la disposición 27

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microespacial del ajuar respecto al cuerpo, tal dispositivo podría haber envuelto tanto al difunto como a su ajuar. El estado de conservación de los restos óseos en general no es bueno con algunas excepciones. Debido a ello, de las estructuras excavadas se extrajeron muestras de sedimento adherido a los restos para análisis de PH que arrojaron en todos los casos un sedimento básico de entre 9,16 y 8,97, en principio compatible con una buena preservación del material óseo. No obstante, otros aspectos que inciden en la conservación de los huesos como la humedad, los agentes biológicos, el rozamiento o fricción, etc, pueden provocar un deficiente nivel de conservación de la materia orgánica, incluso la desaparición total de la materia ósea en alguna de las estructuras, como podría haber sido el caso de la tumba 428. Por último recordaremos que se han hallado los restos óseos muy parciales de un posible enterramiento secundario en el caso de la estructura 1177. En el interior del recipiente que formaba parte de su ajuar se localizó un fragmento de hueso humano, sin que podamos deducir si se trata de los restos de un enterramiento anterior en la estructura que indicase una reutilización del espacio, si se trata de parte del mismo individuo removilizado, o de los indicios de algún ritual. El hallazgo de restos óseos humanos de más de un cuerpo en tumbas individuales y la coexistencia de las tumbas individuales con algunos enterramientos múltiples comienzan a ser bastante habituales para esta etapa cultural en todo el sector suroccidental andaluz, fundamentalmente documentados en cistas los primeros y en fosas los enterramientos múltiples, aunque no de manera exclusiva ni excluyente. IV.3. Los ajuares: objetos metálicos Los elementos metálicos que forman parte de los ajuares de La Orden-Seminario son de pequeño formato y en general están muy usados, presentando en algunos casos signos de reconfiguración y/o readaptación. El inventario asciende a nueve objetos metálicos, agrupables en tres apartados distintos: piezas de armamento (4), 28

útiles o herramientas (4) y elementos de adorno (1). Composicionalmente se trata de objetos metálicos de base cobre a excepción del adorno, que es de plata. En el primer apartado contamos con un puñal corto de lengüeta (9240) cuya morfología basal y huella de enmangue le atribuyen un cierto matiz de punta muy alargada (Fig. 8, 8). En la provincia de Huelva, ya contábamos con el puñal de lengüeta de Zufre (Rivero y Vázquez, 1988, 216), atribuido en su día al Horizonte de Ferradeira (Schubart, 1975, 122, Fig. 13). Tipológicamente nos encontramos ante una pieza generalmente asociada a contextos campaniformes y/o epicampaniformes, por lo que se trata de una de las más antiguas de la serie que estudiamos, tan solo comparable en el propio yacimiento con un puñal recuperado en el tholos 7055 y una punta de Palmela en la cueva artificial con cubierta de falsa cúpula 7016 (Vera et al., 2010). Más característicos de la Edad del Bronce son los puñales de las Tumbas 38 y 40, que presentan como medio de sujeción tres y cuatro remaches respectivamente. Sus dimensiones son reducidas, de ahí que podrían denominarse puñales “cortos”, pero todo hace pensar, especialmente en el segundo caso, que originalmente sus dimensiones fueron mayores. La delineación cóncava de sus filos documenta un intenso reavivado que indicaría su uso habitual para realizar acciones de corte, siendo utilizado más como un útil –funcionalmente hablando- que como un arma, -en el sentido de objeto dedicado exclusivamente a la defensa personal o al ataque- y lo mismo podríamos aducir en el primer caso debido a la morfología redondeada de su extremidad distal. El intento posterior de una cuarta perforación (Fig. 8, 6) y la conservación de un único remache en la pieza de la tumba 38 (Fig. 8, 5), unida a la fragmentación de las perforaciones de la base del puñal de la tumba 40 cuyo óxido ha conservado la impronta de la madera del enmangue (Fig. 8, 7), expresan una readaptación morfológica de los sistemas de sujeción originales, todo ello sin menoscabo de su pertenencia “tipológica” a la categoría de “puñales”. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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A nivel provincial se conocían hasta la fecha un puñal de dos remaches recuperado por Garay y Anduaga, según su propio relato, en una tumba de Almonaster (Garay, 1923, 44) y otro de tres remaches en la Tumba 2 de la Papúa II (Pérez, 1997, 21, Fig. 7). Fuera de contexto funerario establecido, podríamos igualmente citar el puñal de tres escotaduras procedente de El Santuario del Castañuelo (Pérez y Ruiz, 1986, 76, Fig. 5). En el sur de Portugal se muestran mucho más abundantes asociados al Horizonte Atalaia o Bronce del Suroeste I (Schubart, 1975, Fig. 26). Por su proximidad geográfica cabe citar el pequeño puñal triangular de tres remaches recuperado en la estructura funeraria de Los Páramos (Aznalcóllar) (Hunt, 2003, 1200, Lám. V) y un fragmento de hoja de puñal sin adscripción tipológica al tener desaparecidos sus extremos distal y proximal, que apareció en una tumba del yacimiento SE-K (Vázquez y Hunt, 2012b, 52,54). De recogida superficial es el puñal de remaches procedente de SE-B (Vera Cruz, 2012, 40-41). Incluimos en este apartado de armamento la atípica punta de la Tumba 37, cuya base aparenta haber sido reconfigurada tras la pérdida del hipotético pedúnculo, y la aún menos diagnóstica pieza de la Tumba 1157, una lámina metálica apuntada, aparentemente con nervadura central, sin zona de enmangue identificable y filo configurado en todo su perímetro, a caballo entre lo que podríamos calificar de “cuchillo”, punta, e incluso “puñalito” o “estilete”. Ello debe hacernos reflexionar de nuevo respecto a las distinciones que aplicamos al clasificar un objeto determinado dentro de la categoría de “armamento” o bien como “herramienta”. En el apartado de útiles o herramientas incluimos dos piezas que tipológicamente suelen ser incluidas sin grandes polémicas en tal categoría (Tumbas 1164 y 1177) y una tercera (Estructura 428) cuyo tamaño y estado de conservación puede ofrecer cierta incertidumbre. La pieza metálica de la estructura 1164 es una típica lezna biapuntada, también denominada “tipo Fontbouisse” (Rodríguez, 2005, 99) o punzón. Se trata de un útil extremadamente común desde los inicios de la metalurgia del cobre en el III milenio hasta el campaniforme, sin que falten abundantes Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

ejemplos a lo largo de toda la Edad del Bronce en gran parte de la geografía española, desde la Meseta al Sureste, en la Extremadura española y en el Mediodía portugués. Sin embargo, hasta la actualidad no habían sido descritas para la provincia de Huelva y tan solo recientemente en la de Sevilla para los inicios de la Edad del Bronce. En SE-K se han documentado al menos cinco punzones biapuntados de cobre en otras tantas tumbas (Vázquez y Hunt, 2012b) y en El Jardín de Alá (Salteras) se identifica otro más en la Estructura IV (Hunt et al., 2008, 220-221). La segunda pieza, que forma parte del ajuar de la estructura 1177, pertenece a una tipología mucho menos habitual. Se trata de un punzón enmarcable entre los conocidos como “Tipo Brújula”. Con respecto a este tipo de punzones, el primer hallazgo reconocido en el sur de la Península Ibérica lo constituye el procedente de la Tumba T-4B de SE-B (Hunt et al., 2008, 219) al que se añaden ahora otros dos más en SE-K (Vázquez y Hunt, 2012b). En cronologías de Bronce Medio se revelan relativamente abundantes en contextos funerarios en el País Vasco, Navarra, La Rioja y el Valle del Ebro e incluso zonas del nordeste (Rodríguez, 2005, 99 y ss.), pero se conocen ya desde momentos del Bronce Antiguo en el Languedoc Occidental con los cuales, y por diversos motivos, se piensa que mantienen “grandes afinidades tipológicas” (Ibidem, 132) y que se podría aceptar la hipótesis de que estos tipos (Fontbouisse y Brújula) puedan proceder de ámbitos del Mediodía Frances (Ibidem, 150). Por nuestra parte, debemos añadir además la presencia de este tipo de punzón brújula en ambientes insulares mediterráneos, concretamente en la Isla de Cerdeña. El Museo Arqueológico Nacional de Cagliari exhibe en la vitrina correspondiente al Bronce Antiguo (planta 1ª, vitrina 6), un conjunto de seis “spilloni o lesine” procedentes de una localidad sarda desconocida que formaron parte de la Collezione Erriu, de los cuales al menos tres ejemplares pertenecen claramente a esta tipología. Más cercano a nuestra zona de estudio cabe citar el punzón hallado junto con una punta tipo Palmela y un cuenco de tres cuartos de esfera en el enterramiento en fosa de Valencia del Ventoso (Prada y Cerrillo, 2004, 458, Fig. 4). 29

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Este punzón se localizó retorcido o torsionado, además de muy alterado su material, motivo por el cual, en su día, pudo no reconocerse como tal. También se puede atribuir a esta tipología el objeto metálico localizado entre los elementos de ajuar de la cista nº 3 de la Necrópolis del Cortijo de Chichina, (Martínez, 2010, 153), descrito como un pequeño objeto incompleto de cobre de forma romboidal, con un par de extremos muy prolongados y de sección rectangular muy fina. Tiene unas dimensiones conservadas de 48 mm y un grosor medio 0,5 mm (Fernández et al., 1976, 365-366, Fig. 10). Esta posibilidad ya fue tanteada por sus investigadores cuando observaron que “Guilaine, que los encuentra en necrópolis del Sur de Francia, piensa se trata de leznas” (Ibidem, 1976, 373). Respecto a este objeto metálico, sus excavadores aducen que es demasiado frágil para ser una lezna, y a juzgar por la posición en la que lo hallaron, lo interpretan como algún adorno de cuello o de aguja para sujetar el vestido. Finalmente, la pequeña y muy alterada pieza de la Estructura 428 podría tratarse de un fragmento mesial correspondiente a una posible lezna, o incluso a una porción de pasador o remache de sujeción. Por último, en la categoría Adornos, incluimos el arete o pendiente localizado a la altura del maxilar izquierdo del individuo infantil enterrado en la estructura 1195. Está realizado en una plata muy pura según los resultados preliminares de los análisis realizados a la pieza (M. Hunt, comunicación personal) y es idéntico morfológicamente al de oro dado a conocer por Garay y Anduaga (Garay, 1870; 1923; Schubart, 1975, Taf. 44) sin que podamos conocer la escala real del segundo. Aunque la simpleza de la morfología de este arete no permite mayores precisiones, es la característica forma en la que ha sido enrollado lo que resulta paralelizable. Estos aretes también se han hallado en la Necrópolis de Atalaia (Schubart, 1968) y otro ejemplar similar, pero realizado en “plomo”, aparece en una de las cistas de la Necrópolis de las Palomas (Gil et al., 1986, 32 y Fig. 4), en este caso algo más grande y abierto, no cerrado como nuestro ejemplar, aunque igualmente apareció en la zona de la cabeza del difunto. 30

IV.4. Los ajuares: la cerámica El número de recipientes cerámicos localizados en los enterramientos asciende a trece. Son facturas modeladas a mano, con cocciones en general alternantes o mixtas, propias de cocciones abiertas u hornos rudimentarios en donde fuego y atmósfera se controlan parcialmente. Las coloraciones que muestran las superficies no indican demasiado interés en la consecución de piezas uniformes o estandarizadas lo que estaría en consonancia con vajillas en el marco de economías domésticas básicas con producciones orientadas más a la funcionalidad que a un carácter votivo y decorativo. La inexistencia de decoraciones corroboraría, además, este extremo. En cuanto a su distribución en los enterramientos, lo habitual es que se deposite un vaso por tumba, a excepción de la 1164 que contenía dos recipientes, ambos de pequeño tamaño y la fosa 639, que conteniendo restos óseos humanos, no tenía ningún recipiente asociado. Respecto a los tamaños del conjunto cerámico, de visu se reconocen dos agrupaciones bastante claras: Un formato de mayor y otro de menor tamaño. Las mayores se corresponden con las estructuras 37, 38, 40, 428, 1157, 9240, 1788, 1305. De pequeño formato son los dos recipientes de la 1164, 1195, 1177 y 2711, esta última, la versión reducida de la forma aparecida en la estructura 38. Que la gran mayoría de los recipientes cerámicos sean de gran formato es un hecho que no coincide, en este caso, con la baja capacidad contenedora de los recipientes recuperados en contexto funerario de la Sierra Norte (Sierra Morena Occidental) que ha manejado García Sanjuan (1998, 129 y ss.) para quien estos tendrían escasa o nula utilidad en contextos de producción, almacenamiento o consumo, planteándose una disyuntiva: o bien los recipientes eran producidos para fines específicamente rituales o bien son sólo representativos de una pequeña porción del utillaje cerámico utilizado en contextos funcionales domésticos (Ibidem, 134). Para el caso de las cerámicas que aquí presentamos, la opción más plausible es la segunda de las propuestas por García, puesto que no Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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BRONCE ANTIGUO

Estructura 1195

Estructura 1164a

Estructura 1177

Estructura 2711

Estructura 1164b

Estructura 38

Estructura 40

Estructura 37

Estructura 428

Estructura 1157

EPICALCOLÍTICO

Estructura 1788

Estructura 9240

Estructura 1305

Figura 9. Tipología cerámica de los ajuares de la necrópolis de la Edad del Bronce. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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solo la capacidad contenedora de nuestros recipientes -en relación con su tamaño- muestra que su fin no parece ser específicamente ritual sino que hay elementos de juicio que nos indican una utilización previa, y en algunos casos continuada, a la deposición y amortización de los mismos en el contexto funerario, como son las reparaciones y las huellas de uso. La evidencia de labores de mantenimiento la encontramos en el recipiente de la 1305, que consiste en una reparación mediante dos lañas. La de las huellas de uso la encontramos en el interior del recipiente de la estructura 1788, en donde se observa un intenso “picado” en el fondo interno del vaso, probablemente como consecuencia de un uso frecuente como contenedor de líquidos de base ácida, asociado, probablemente, a la acción de remover el contenido con algún objeto duro que provoca el roce continuo contra la base del recipiente y su deterioro superficial (Fig. 8, 9). Por todo ello, podemos concluir que estos recipientes parecen representar una pequeña parte de la vajilla de los contextos funcionales domésticos de quienes los utilizaron, aseveración apoyada igualmente por la recurrencia de tan sólo tres o cuatro tipos morfológicos: los cuencos con la más alta representación, ocho o nueve ejemplares (dependiendo si incluimos en esta gran categoría el de la estructura 37), los dos cuencos carenados y, por último, los vasos, uno troncocónico y otro con cuello. La cerámica, siguiendo la tónica de austeridad que suelen presentar los ajuares cerámicos para este momento cultural, no presenta decoración de ningún tipo, a excepción del pequeño mamelón macizo en uno de los recipientes localizados en la estructura 1164, cuyo tamaño y la ausencia de pareja en el otro extremo del recipiente, no nos permite hacernos una idea clara de su funcionalidad. Por otro lado, los elementos de prehensión y suspensión propiamente dichos son inexistentes. Las paredes son gruesas, excepto las del recipiente de 1305, un recipiente de delgadas paredes que muestra unas características técnicas destacables, no solo por la finura de éstas sino también por su excelente acabado y cocción. 32

Estas paredes gruesas, en lo funcional, han sido puestas en relación con la búsqueda de una mayor estabilidad y resistencia mecánica de las piezas (Melchor, 1995). Atendiendo a los aspectos funcionales que presenta, bases curvas y paredes gruesas, esta cerámica podría estar destinada al servicio individual y/o preparación de comida sin calor (Ibidem), acabando en última instancia por depositarse en la tumba de un individuo para contener viandas sólidas y/o líquidas como ofrenda o para propio sustento del muerto en su viaje al otro mundo, en la misma línea de interpretaciones realizadas para contextos funerarios de diferentes épocas. Los acabados de las superficies son generalmente cuidados. Los exteriores tienen buen tratamiento en particular, siendo más usual el alisado y el alisado fino. La excepción son tres casos en donde las superficies exteriores están muy cuidadas con acabados bruñidos. Se da la circunstancia que dos de estos recipientes tan bien tratados son los adscritos al Epicampaniforme, es decir, el vaso acampanado y el vaso globular con cuello de las estructuras 9240 y 1788 respectivamente (Fig. 9). El tercer recipiente con excelente tratamiento mediante bruñido, es el cuenco hallado en la estructura 1305 que por otros detalles de su morfología y técnica, también se podría adscribir a un Campaniforme tardío aunque no tenemos para este ejemplar más elementos de juicio que utilizar debido a su particular contexto de hallazgo. Como ya hemos comentado anteriormente, se observan algunos fallos técnicos como el de la pieza 2711, con una rotura reparada que parece se produjo en estado “de cuero” de la pieza, antes de la cocción. Las reparaciones identificadas, que evidencian que la pieza tiene un valor intrínseco o extrínseco importante para sus poseedores o bien una dificultad económica y/o técnica para conseguir o repetir de nuevo el objeto, son los dos agujeros de laña realizados para reparar la fractura de la pieza 1305, ampliando con ello la vida media de la vasija y marcando la importancia, bien material o sentimental, de dicho objeto para sus poseedores. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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La tipología de la cerámica que acompaña a estas inhumaciones no ofrece grandes dificultades en lo que respecta a su encuadre cronológico y cultural (Fig. 9). Cuantitativamente esta alfarería se caracteriza por la abundancia de formas simples derivadas de la esfera –un total de ocho-, cuyas principales diferencias estriban en sus dimensiones relativas, en la dirección de los bordes y en su mayor o menor achatamiento. Respecto a esta variedad de cuencos con la que contamos, su simplicidad nos permite establecer múltiples paralelos para cada uno de los ejemplares en buena parte de las necrópolis en cista onubenses, encuadrándose en los prototipos Forma 1, 3 y 4 de García Sanjuan (1998, 149) así como en los Grupos A y B de Amo (1975, 145). No en vano, según el estudio estadístico de distribución de los recipientes cerámicos realizado para La Traviesa (Almadén de la Plata, Sevilla) y el suroeste peninsular, los porcentajes de representación de estos tres prototipos de cuencos en contextos funerarios, alcanzan el 40% (García, 1998, 127, Tabla III.6). En cuanto a las seriaciones cerámicas de la zona portuguesa nuestro elenco de cuencos encontraría ejemplares parangonables en el Horizonte Atalaia, pero sobre todo en el Horizonte Ferradeira, como es el caso de Monte Outeiro (Aljustrel) (Schubart, 1971, Fig. 6) e incluso en el Calcolítico, como ya apreció M. del Amo (1975, 145) al encuadrar sus Grupos A y B de cuencos dentro de lo que denominó “facies de tradición eneolítica”. En la Orden-Seminario le siguen en representación las formas de carena media de las que contamos con dos ejemplares (38 y 2711), ambas con borde entrante, encuadrables en el Prototipo Forma 5 de García Sanjuan (1998, 149) y con mucha dificultad en la Forma C de Amo (1975, 145). Este prototipo alcanza una distribución del 40,1% para el suroeste peninsular en contextos cultuales (García, 1998, 127, Tabla III.6). Volviendo la vista de nuevo hacia el suroeste portugués, encontramos ejemplares muy próximos a los nuestros en el sepulcro F de Alcaria do Pocinho (Vila Real de S. Antonio) (Schubart, 1975, Taf. 16, nº 166) y cista 2 de Serro da Eira da Estrada (Castro Marim) (Ibidem, Taf. 18, nº 151). Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

Por último, aparecen dos formas específicas epicalcolíticas asimilables al Horizonte de Ferradeira, las correspondientes a las estructuras 9240 y 1788 en las que nos detendremos brevemente. El primero es un vaso con suave perfil troncocónico invertido de tendencia cilíndrica, borde ligeramente saliente y base redondeada, sin forma prototípica a la que adscribirse en la tipología de La Traviesa. Morfológicamente este vaso es muy parecido al hallado en el Tholos del Moro (Niebla, Huelva) (Garrido y Orta, 1967, 19 y Fig. 9,1) si bien el de este sepulcro es de dimensiones algo mayores (diámetro 20 cm; altura 19,5 cm). El ejemplar de Niebla apareció formando conjunto con un cuenco de pequeñas dimensiones depositado en su interior (diámetro 10 cm, altura 5 cm), descrito como “hemiesférico, pulido, con umbo rehundido y borde reentrante a modo de las copas argáricas” (Ibidem, 34). Este hallazgo sirve a su investigadores para establecer la cronología del monumento en fecha posterior al 1500 a.C., en la consideración propia del momento de que el cuenco es de “tipo argárico” y deduciendo que podría pertenecer a una de las “últimas inhumaciones” realizadas en el monumento, ya que se encontraba con el vaso acampanado y los restos óseos que “estaban colocados a la entrada de la cámara, obstruyendo en parte la entrada a la misma desde el corredor” (Ibidem). El vaso encuentra también parecido morfológico, a excepción de la base que en el nuestro es más redondeada, en un ejemplar adscrito al Horizonte Ferradeira recuperado en la segunda fase de inhumación de la sepultura de cúpula de Monte Outeiro (Aljustrel, Portugal) (Schubart, 1971, Fig. 5 g). El ejemplar de la estructura 1788 es un gran vaso de cuerpo globular con cuello y borde recto. Tipológicamente podría ser asimilable al Prototipo Forma 2 de García Sanjuán y no sin dificultades en la forma H de Amo, ya que realmente nos encontramos ante una forma campaniforme no decorada, más relacionada con las tipologías del Horizonte de Ferradeira y muy especialmente, como en el caso precedente, con algunos materiales de la segunda fase de inhumación de Monte Outeiro (Aljustrel) (Schubart, 1971, Fig. 5 d-f). 33

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Para terminar con estos comentarios tipológicos, señalaremos que el recipiente de la estructura 37, al ser la porción inferior de un vaso carente de borde y debido a la inflexión que muestra su galbo podría ser considerado bien un cuenco, bien el cuerpo de una botella o vaso con cuello. IV.5. Los ajuares: las conchas En siete de las tumbas estudiadas se identifican conchas de bivalvos formando parte de los ajuares funerarios. Este hecho unido a la reciente aparición en otras necrópolis de elementos de malacofauna entre los ajuares nos obliga a detenernos en ellos. Las conchas localizadas en las estructuras 37, 38, 40, 428, 639, 1195 y 2711 pertenecen a la Familia de los Pectínidos, concretamente al Género Pecten, excepto los dos ejemplares de la estructura 1195 de los que hablaremos luego. Dentro de este Género, los casos de las estructuras 37 y 2711 se han podido identificar a nivel de especie como ejemplares de Pecten maximus. En cinco de las estructuras las conchas se presentaban completas o casi completas, habiendo desaparecido algunas porciones por fenómenos de disolución. Sólo en la estructura 428 el hallazgo se limita a fragmentos que casan entre sí pero que no proporcionan una valva completa. El ejemplar de la estructura 37 es la pieza más grande de todo el conjunto, siguiéndole en tamaño la valva de la 639. El resto de los ejemplares mantiene regularidad en las medidas, aproximadamente 9 cm de diámetro. En la estructura 2711 además de un pecten en muy buen estado de conservación se localizó una concha entera de Cardium en contexto de ajuar. Queremos destacar los ejemplares de la estructura 1195, correspondiente al individuo infantil. Se trata de dos valvas -derecha e izquierdaprobablemente de un mismo ejemplar, de Chlamys multiestriata. Chlamys es un género de pequeño formato, parecido morfológicamente al pecten pero de menor tamaño. Aunque en este caso se trata de ejemplares fósiles, creemos que estas conchas conforman parte del ajuar del niño, versión diminuta del ajuar malacológico de un adulto. 34

En la búsqueda de paralelos para nuestros ajuares tan característicos, dejando en esta ocasión a un lado contextos neolíticos y calcolíticos anteriores, localizamos la aparición de dos conchas formando parte del ajuar funerario de la Cista de Beas, intervenida por M. del Amo (1975, 173175). En esta tumba se documentaron los restos óseos de un individuo adulto con un ajuar compuesto por dos vasos cerámicos, uno de ellos carenado de grandes dimensiones y un cuenco achatado más pequeño. Junto a ellos yacían dos conchas de Pecten jacobaeus, ambas correspondientes a las “valvas abombadas”, con un diámetro de 10 cm, que fueron interpretadas en su momento como “indicio de actividad pesquera y consecuentemente como una base de alimentación” (Ibidem, 174). También hallamos conchas de pectínidos formando parte de los ajuares de algunas inhumaciones en fosa y cista de los yacimientos sevillanos de SE-B y SE-K (Hunt et al., 2008; Vázquez y Hunt, 2010; Vázquez y Hunt, 2012a y 2012b). En SE-B aparece una valva de P. maximus en la denominada T-2B, que corresponde a una inhumación femenina en cista. La concha se encontraba fragmentada pero casi completa y era el único elemento de ajuar aparecido en esa tumba. Un mayor número de valvas de pecten aparecen en los ajuares de la necrópolis SE-K, en unos casos asociadas a elementos metálicos y, en otros, a recipientes cerámicos, casi siempre en tumbas de adultos pero también alguna infantil (Pecero, 2012, 59; Vázquez y Hunt, 2012a y 2021b). Otro hallazgo novedoso es la tumba de la Edad del Bronce excavada en la calle Torre del Oro nº 1 de Carmona (Román, 2010), que constituye la primera referencia de inclusión entre los elementos de ajuar de una valva de pecten en contextos funerarios de esa localidad. Se trata de una tumba que contiene los restos de un individuo femenino en conexión anatómica y los restos de otro reubicado en la tumba, así como varios elementos de ajuar entre los que destacamos un ejemplar de una gran concha de pecten y una cuenta de collar realizada sobre una concha marina, que según el dibujo publicado (Roman, 2010, Fig. 3) bien pudiera tratarse de algún tipo de Conus. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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La aparición de otras malacofaunas distintas al pecten en los rellenos de las estructuras de la Orden-Seminario es escasa y tan solo se han localizado algunos ejemplares en tres de las estructuras. La representación se limita a una valva incompleta de un ostreido fósil con dos pequeños orificios circulares paralelos y un fragmento de pectínido, también con un orificio, ambos aparecidos en el relleno de la fosa de la estructura 639. Respecto a las perforaciones que muestra la concha fósil de la 639, y tras un examen somero y no concluyente, resulta extraña la disposición natural de ambos agujeros, planteándose la posibilidad de que uno de ellos se trate de un Oichnus simplex y el otro, por su disposición y la sección troncocónica que muestra, tal vez tenga un origen antrópico. No obstante son datos preliminares que necesitan de mayor estudio para ser concluyentes (E. Mayoral, comunicación personal). Otra estructura que aporta malacofaunas distintas al pecten es la 2711 en la que se localizó una concha de Cardium formando parte de los elementos del ajuar del individuo, y en el relleno que colmata el recipiente cerámico de esta misma estructura, se ha encontrado la valva de un ejemplar de Tellina sp., y dos fragmentos de Navaja, ambas especies también comestibles. Por último en la 1788 se localizan varios fragmentos de Cardium sp. y Tapex sp., especies con destacado valor bromatológico, aunque debido a lo exiguo de la muestra, poco se puede concluir al respecto.

V. Consideraciones finales y discusión El mundo funerario de las primeras fases de la Edad del Bronce, junto con el megalitismo y la minería prehistórica, ha sido uno de los tópicos que más ha capitalizado los estudios de la Prehistoria reciente de la provincia de Huelva desde, al menos, mediados del pasado siglo. Si el devenir de la investigación ha permitido conocer un elevado número de necrópolis de cistas y de elementos de cultura material, diversos factores como son el expolio sistemático y procesos tafonómicos relacionados con la acidez de buena parte de los suelos sobre los que se asientan, no han permitido a la investigación avanzar en determinados aspectos rituales y demográficos de las poblaciones inhumadas. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

En relación con estos factores, los enterramientos de la Edad del Bronce que estudiamos en este trabajo presentan la novedad de ejemplificar por primera vez en Huelva una necrópolis no ya de cistas, sino de inhumaciones exclusivamente en fosa, en el sector geográfico costero de la Tierra Llana, que hasta la fecha era el que menos evidencias había proporcionado respecto al mundo funerario de la Edad del Bronce, y en unas condiciones de conservación y recuperación de los contextos exentas de algunas de las problemáticas que han afectado a otros yacimientos. A lo largo de este primer apartado final de nuestro trabajo expondremos y discutiremos las cuestiones en las que La Orden-Seminario aporta novedades a la investigación. Una primera asignatura pendiente es, hasta la fecha, el establecimiento de la cronología calendárica de las manifestaciones funerarias de la Edad del Bronce en el territorio onubense. Durante más de una década, las dos únicas dataciones absolutas extrapolables por proximidad geográfica a nuestra provincia fueron las de la sevillana necrópolis de La Traviesa (García, 1998, 166). Recientemente han venido a sumarse a éstas las siete dataciones de las necrópolis SE-K, SE-B y Jardín de Alá (Hunt et al., 2008), de especial interés para el presente estudio. En el caso de la necrópolis de La Orden-Seminario aún no contamos con dataciones directas para las tumbas que hemos estudiado. No obstante, de los diecisiete análisis de C14 ya disponibles para las inhumaciones de algunas de las sepulturas colectivas del III milenio presentes en el yacimiento (Linares, Vera y García, en preparación), tres fechas de dos estructuras pueden servirnos como referencia. Todas las dataciones, inéditas hasta el momento, han sido obtenidas sobre pequeñas muestras óseas de individuos concretos que han sido convenientemente tratadas para la extracción de colágeno, lo que les proporciona un margen de confianza muy elevado respecto al evento concreto que en cada caso se está datando4. 4. La calibración de las dataciones ha sido realizada mediante Calib Radiocarbon Calibration Program* Versión 6.0. Copyright 1986-2010, M. Stuiver and P.J. Reimer. 35

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Figura 10. Diagramas de calibración BC de las dataciones (arriba) y de Sumas de Probabilidades (abajo) a 1σ (68% de probabilidad, en negro) y 2σ (95% de probabilidad, en recuadro blanco).

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La primera estructura de referencia es la 7055, un tholos o sepultura de falsa cúpula con corredor construido en pizarra. De las cuatro dataciones de C14 disponibles, tres corresponden a la utilización colectiva de la cámara principal durante el pleno III milenio y la última se refiere a una inhumación individual en el interior de una covacha añadida ex profeso en una fase constructiva posterior. Esta inhumación primaria corresponde a un individuo Infantil I-Infantil II (6-7 años) en decúbito lateral izquierdo, con brazos flexionados y piernas flexionada e hiperflexionada, junto al que se depositó un ajuar consistente en dos recipientes cerámicos, un brazalete de arquero y un puñal romboidal de base cobre. La datación obtenida (CNA330) es 3700±50 BP, cuya calibración a 2σ arroja un intervalo de mayor probabilidad centrado en 2208-1945 [0,98165] cal BC. La segunda estructura es la 7016, una cueva artificial con cámara y corredor excavada en el sustrato, cuya cubierta de margas de la cámara, tras sufrir dos episodios de derrumbe, fue finalmente sustituida por otra de lajas de pizarra mediante el sistema de aproximación de hiladas. Dos de las cuatro fechas obtenidas se refieren a la fase colectiva de la cueva artificial durante el Calcolítico, por lo que nos detendremos en las restantes. La primera (CNA327) fecha un evento posterior al derrumbe de la cubierta original correspondiente a la inhumación individual de un adulto no específico masculino acompañado de un ajuar consistente en una punta de Palmela y dos cuencos de cerámica, arrojando un resultado de 3795±50 BP que calibrado a 2σ enmarca un intervalo de 2351-2125 [0,848738] cal BC. La segunda (CNA622) se refiere a la última fase de utilización funeraria de la cámara con la cubierta tipo tholos que queda cifrada en 3600±60 BP, es decir, 2136-1865 [0,891748] cal BC a 2σ. En conjunto, estas tres fechas nos permiten situar en el tiempo la data final del uso de monumentos megalíticos y los primeros momentos de la adopción del ritual de enterramiento individual a finales del Calcolítico y la transición a la Edad del Bronce. Se da también la circunstancia de que uno de los recipientes depositados en la Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

covacha aneja al Tholos 7055 pertenece a la misma tipología del vaso de la estructura 9240 por nosotros estudiada. La fecha CNA330 es así mismo idéntica a la obtenida para la fase final del Dolmen 4 de Los Gabrieles (Beta-185650, 3700±50), correspondiente a la U.E. 2 de la Cámara 2, que cubre a los dos niveles previos de deposición funeraria sucesivos, ambos ya con dataciones absolutas bien encuadradas en el tercio central del III milenio (Linares, 2006, 211). Pasando a la provincia de Sevilla, de las estructuras funerarias excavadas en el yacimiento SE-B se han obtenido un total de tres dataciones (C14 AMS) sobre colágeno extraído de piezas dentales (Hunt et al. 2008, Vázquez y Hunt, 2010). La primera determinación corresponde a la Tumba 12B, una inhumación masculina en fosa y sin ajuar, que arrojó un resultado (Beta 225413) de 3720±40 BP, cuyo intervalo calibrado a 2σ es 2209-2015 [0,951057] cal BC. La segunda estructura -Tumba 4B- es otra fosa con cubrición de bloques de arenisca en la que fue inhumado un adulto femenino con ajuar consistente en un cuenco cerámico y un punzón tipo brújula. La datación (Beta 225412) de 3660±40 BP calibrada a 2σ sería 2141-1925 [0,989807] cal BC. La tercera y última fecha (Beta 225411), 3640±50 BP = 2141-1887 [0,994485] cal BC, es la obtenida para la Tumba 2B, una cista en la que se inhumó un adulto femenino con único ajuar compuesto por una valva de pecten. Otras tres unidades de enterramiento han sido datadas en SE-K de nuevo a partir de colágeno dental (Hunt et al., 2008). La Tumba 23 es una fosa en la que fueron inhumados tres individuos femeninos, de los cuales fue datado el central (23b) con un ajuar consistente en un cuenco y una concha pecten. La muestra, con código de laboratorio Beta 225416, ofreció un resultado de 3570±50 BP, que calibrada a 2σ se encuadra entre 2035-1754 [0,998364] cal BC. Las dataciones restantes corresponden a dos cistas -Tumba 7 y Tumba 25- de inhumación individual, la primera con un individuo masculino que tenía como ajuar un recipiente con cuello tipo botella, y la segunda con uno femenino junto al que se depositó un punzón o lezna de cobre 37

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y, de nuevo, una valva de pecten. La Tumba 7 ofreció una datación (Beta 225415) de 3500±40 BP o 1929-1737 [0,980812] cal BC, y la Tumba 25 (Beta 225417), 3460±40 BP o 1889-1684 [1] cal BC, respectivamente a 2σ. En el yacimiento Jardín de Alá (Hunt et al., 2008) se dató una única estructura funeraria -Estructura IV- consistente en una fosa cubierta por lajas pizarra donde se inhumó un individuo femenino acompañado por un punzón o lezna. La fecha obtenida (Beta 225410) de 3520±40 BP, una vez calibrada a 2σ abarca el intervalo 1950-1743 [1] cal BC. Finalmente, en la necrópolis serrana de La Traviesa las dos fechas a que antes aludimos fueron obtenidas a partir de sendas muestras de carbón recogidas en la base de la Cista 20. Los resultados fueron 3520±60 BP (RCD-2110) y 3420±60 BP (RCD-2111) (García, 1998, 166). Puesto que en este caso la materia prima datada son carbones y no colágeno humano, y puesto que las fechas centrales del “mismo evento” que se pretende datar se separan exactamente un siglo, hemos optado por calcular la media de ambas: 3470±42 BP (1899-1686 [1] cal BC), como aproximación estadística más fiable que además mitigaría el posible efecto de “madera vieja” que parece afectar a la primera datación, ya que se desconoce la especie vegetal datada y la procedencia anatómica de la muestra carbonizada, es decir, si se trataba de ramas jóvenes o del núcleo de un tronco. La expresión diagramática de los resultados de la calibración son los que recogemos en la Figura 10. Las dataciones CNA327 y CNA330, claramente dentro del último tercio del III milenio, son indicativas del inicio de la adopción del ritual de enterramiento individual en el interior de sepulcros de falsa cúpula, destacando por sus típicos ajuares campaniformes. Jalonan cronológicamente a la muestra Beta 225413, correspondiente a la Tumba 12B (inhumación hiperflexionada individual en fosa) de la necrópolis SE-B, lo que demuestra la contemporaneidad de estas prácticas rituales en lo que podemos 38

calificar de transición a la Edad del Bronce. A los efectos de la necrópolis de La Orden-Seminario, en atención a la naturaleza de los ajuares y de los aspectos rituales, podemos asociar a esta fase las Tumbas 9240, 1788 y, muy probablemente la 1305. Por su parte, Beta 225412 y 225411 (Tumbas 4B y 2B de SE-B) expresan la normalización de unos ajuares característicos asociados al ritual de inhumación individual (hiperflexionado y en decúbito lateral) en una necrópolis caracterizada tanto por deposiciones en fosas como en cistas que, a caballo entre el III y el II milenios a.C., podemos ya calificar propiamente de Edad del Bronce. Contemporáneamente, la datación CNA622 manifiesta la conocida utilización funeraria de monumentos megalíticos pre-existentes (García, 2005, 92). La continuidad y extensión de esta fase queda enmarcada en el primer cuarto del II milenio con un límite inferior hacia aproximadamente el 1750-1700 cal BC, gracias a las dataciones Beta 225416, 225410, 225415 y 225417 correspondientes a las algo más recientes necrópolis SE-K y Jardín de Alá -coetáneas al parecer también a la necrópolis de Los Páramos (Hunt, 2003; Hunt et al., 2008, 233)- cuyas cistas más modernas entroncarían ya con la única cista datada en la necrópolis de La Traviesa (media de RCD-2110 y RCD-2011). En resumen, resulta patente que es en estas coordenadas cronológicas, entre la última centuria del III milenio y el primer cuarto del II milenio a.C., en las que pueden ser inscritas el resto de las tumbas de La Orden-Seminario estudiadas por nosotros, según las dataciones absolutas y la comparación de los componentes rituales y materiales de la necrópolis onubense con los propios de las necrópolis del sector oriental del Campo de Tejada, ya en el Aljarafe sevillano. No obstante creemos que esta datación general puede ser completada a partir de otras observaciones. En la figura 10 hemos representado diagramáticamente el cálculo de la suma de probabilidades, que no la media, de las dataciones disponibles para cuatro prácticas que consideramos culturalmente relevantes. El epígrafe Sumprob 1 (2348-1953 [0,979538] cal BC), hace referencia Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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a la cronología de los enterramientos campaniformes individuales en tholoi de La Orden-Seminario, que como indica el gráfico correspondiente, sería la práctica más antigua, mientras que Sumprob 2 (2198-1756 [1] cal BC) se refiere al lapso temporal mucho más reciente ocupado por los enterramientos en fosa. Continuando la secuencia descendente, Sumprob 3 (2113-1691 [1] cal BC) representa las fechas extremas de los ajuares normalizados con valvas de pecten y, finalmente, Sumprob 4 (2132-1690 [1] cal BC) refleja una cronología paralela a la anterior para los más antiguos enterramientos en cista.

la Edad del Bronce y tal vez próximas al primer grupo, tendríamos las tumbas 2668 y 1804, con cubierta de cantos y expoliadas de época y la 1736 (asociada espacialmente a esta última). Intermedias entre ambos grupos por presentar cubierta de cantos y pecten, la parcialmente destruida tumba 639 y la 428. Finalmente restaría la tumba 2711, tal vez más cercana al segundo grupo por carecer de cubierta y por la tipología carenada de su recipiente, además de presentar valva de pecten entre su ajuar, quedando aislada y sin criterios de datación dentro del conjunto la estructura 2515.

Teniendo en cuenta la combinación de cada práctica determinada y de sus variantes rituales en cada tumba concreta (tipología de enterramiento + composición del ajuar) con respecto a las fechas extremas del rango de cada suma de probabilidades, consideramos que podemos proponer la siguiente tentativa de periodización:

Respecto a esta última estructura, cabe la posibilidad de que se trate de una manifestación funeraria posterior, relacionable con la práctica de enterramientos secundarios en pequeñas fosas como los documentados en el interior de la estructura 577, una cabaña de época orientalizante (López y Vera, e.p.), solo que en este caso asociada espacialmente a una zanja de límite compartida por los Sistemas 0 y 1 de los parcelarios y campos de cultivo protohistóricos definidos en el yacimiento (Vera y Echevarría, 2013).

La datación más probable para la fase de enterramientos en fosa individual con ajuar epicampaniforme (Tumbas 9240, 1788 y 1305) se situaría alrededor de 2198-1953 cal BC, por combinación de las fechas extremas de las Sumprob 1 y 2. La segunda fase, que ya con propiedad podríamos denominar Bronce Antiguo, se desarrollaría con altos márgenes de probabilidad [1] entre 2113 y 1756 cal BC por combinación de los extremos de las Sumprob 2 y 3 (normalización de ajuares + ritual en fosa) e incluiría al resto de las estructuras. Dentro de estos últimos límites calendáricos cabría hacer algunas apreciaciones como son la probable mayor antigüedad relativa de las estructuras 1164, 1157 y 1177, las tres con túmulo/cubierta de cantos de río, objeto metálico “simple” y sin valva de pecten en los ajuares, frente a las tumbas 37, 38, 40 y 1195, que además de agruparse espacialmente, no presentan cubierta de cantos, incluyen una concha de pecten y contienen objetos metálicos consistentes, la mayor parte de los casos, en piezas de armamento con remaches o bien un elemento de adorno en plata, tipos que seguirán caracterizando momentos posteriores de la Edad del Bronce (hasta circa 1690 cal BC, Sumprob 4). En posición indefinida, pero dentro de Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

Volviendo a la necrópolis del Bronce Antiguo, otra posible interpretación diferente de la estrictamente secuencial de fases sería que nos encontremos ante la manifestación de disimetrías sociales en el seno de un mismo grupo humano, de manera que la agrupación de tumbas 37, 38, 40 y 1195 representase a un determinado grupo familiar concreto junto al que se depositaron elementos de armamento metálico y adornos de plata, reflejando de esta manera un diferente estatus. En este sentido adquiriría un nuevo significado la presencia en este grupo de la única inhumación infantil –1195-, en cuanto a la transmisión hereditaria vertical del hipotético estatus diferencial. De esta forma, la distribución de las tumbas, sus atributos formales y su contenido expresarían simbólicamente los aspectos ideológicos subyacentes a la concreta forma de organización social de esta comunidad determinada pues, al fin y al cabo, la escenificación de la muerte se realiza por y para los vivos. Un segundo e importante aspecto al que la necrópolis de La Orden-Seminario aporta mayor y 39

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novedosa información es la que hace referencia a los aspectos rituales. El ritual de enterramiento en la necrópolis onubense consistía invariablemente en la colocación de los cuerpos de los inhumados en decúbito lateral derecho o izquierdo y las extremidades flexionadas e hiperflexionadas, sobre todo las inferiores. Sólo en el caso de la estructura 1157 el tronco se encuentra en supinación y el resto del cuerpo lateralizado e hiperflexionado. Por el contrario, la orientación concreta de las cabeceras y de los cuerpos con respecto a los puntos cardinales no parece presentar regularidades indicativas de su importancia o significación ritual. Este tipo de colocación del individuo es el mismo que el hallado en fosas y cistas de las zonas del suroeste peninsular en las que los restos osteológicos se han conservado, como son determinadas zonas de Portugal, sur de Extremadura y Aljarafe sevillano y Carmona. Resulta interesante señalar que, sin embargo, desde finales del III milenio no constatemos la posición en decúbito supino y extendida que Schubart propugnaba como característica diferencial del Horizonte de Ferradeira. Un comportamiento ritual novedoso detectado en al menos cuatro tumbas de la necrópolis es el de la utilización de un sudario o mortaja que envolvía al difunto y tal vez a su ajuar, lo que puede ser puesto en directa relación con la propia postura hiperflexionada, en cuanto que el envoltorio permitiría la sujeción del cuerpo en una determinada postura. Igualmente la detección de un ambiente aerobio de descomposición nos permite asegurar la existencia original de cubierta incluso en las tumbas en las que ésta no se ha conservado. Exceptuando la estructura 2515, para la que como hemos visto, no contamos con indicios cronológicos claros, la práctica totalidad de los individuos de la Edad del Bronce exhumados en la Orden-Seminario fueron enterrados con algún ajuar. Incluso la estructura 428 –sin restos óseos- presenta una asociación típica de tres objetos. La excepción es la Tumba 1736, con restos óseos humanos sin ajuar alguno, al menos en el momento de su excavación. Este hecho no 40

resulta nada extraño en el mundo funerario de la Edad del Bronce del Suroeste, con gran número de enterramientos intervenidos aparentemente carentes de ajuares, si bien ya comentamos que en muchos casos su ausencia se puede atribuir a expolios. En cualquier caso sí se documentan claramente determinadas estructuras como es el caso de la fosa de Chichina o algunos enterramientos de las necrópolis de SE-B y SE-K que carecen de ellos. Una primera apreciación a realizar al respecto es que en el caso de que los ajuares estuvieran compuestos de objetos elaborados sobre materiales orgánicos perecederos –madera, corcho, tejidos e, incluso, hueso-, no llegarían a conservarse ni siquiera en unas condiciones tafonómicas no demasiado desfavorables. Por otro lado, en el mismo yacimiento hemos podido documentar tumbas claramente expoliadas de época como son las estructuras 2668 y 1804, esta última, de forma significativa, asociada espacialmente a la 1736, por ubicarse a tan solo tres metros de distancia. Como comentaremos más abajo al tratar del caso de la tumba 2711, también contamos con indicios de determinadas manipulaciones de los contextos de deposición posteriores al enterramiento. Finalmente, la existencia o no de ajuar y su variabilidad podría ponerse en relación con la posición social del individuo (estatus, rango personal), o bien con disimetrías relativas a la edad o el sexo, división del trabajo incluida. De las estructuras que contienen ajuar, solo un caso –639- carece de contenedor cerámico, lo que tal vez podría ser atribuido a su alto nivel de arrasamiento, y a la contra, también en un solo ejemplo –1164- aparecen dos recipientes cerámicos para un solo inhumado. Esto lo interpretamos como que el recipiente cerámico es un elemento indispensable en el ritual de enterramiento, bien sea por su contenido -viandas para el tránsito al otro mundo- o por su significado material -cotidianeidad en la vida del difunto, objeto de su uso personal...-. En segundo lugar de frecuencia, los elementos metálicos aparecen en nueve casos. Las excepciones son la 1788, de cronología Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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epicampaniforme y sexo femenino, y la 2711, cuya ausencia del contexto original puede estar justificada por una probable sustracción de época. El elemento metálico debía jugar también un papel esencial en vida, tanto que debía acompañar al individuo en la muerte, bien para poder reproducir su vida en otro mundo, bien porque ello le confería rango social, tal vez conveniente para asegurarse el tránsito al más allá. La abundancia relativa de elementos metálicos en el limitado número de tumbas de la necrópolis de La Orden-Seminario contrasta con la escasez de evidencias a escala provincial, con tan solo cinco piezas de armamento y siete de adorno para los varios centenares de cistas mejor o peor conocidas y divulgadas (Martínez, 2010). En siete casos aparece una concha de pecten entre el ajuar. Estas conchas tendrían relevancia bien por la funcionalidad -un tipo de cuchara, un contenedor, un elemento de medida, una herramienta...-, bien por su significación simbólica, ritual y/o cultural. El caso es que tal significación, como la del resto del ajuar, se nos escapa, pero debiera ser un requisito que trasciende las costumbres rituales del grupo humano de La OrdenSeminario, puesto que se localiza en otras necrópolis como ya hemos tenido ocasión de ver. Respecto a las agrupaciones de elementos en los ajuares, destaca la normalización de elemento cerámico, metálico y malacológico con al menos cinco casos –37, 38, 40, 428 y 1195- a los que cabría sumar la 2711, posiblemente profanada pocos años después de la deposición primaria, y, de nuevo, tal vez la arrasada 639. La siguiente combinación significativa es la de contenedor cerámico y elemento metálico, con un total de cuatro casos –1157, 1164, 1177 y 9240-. Observamos también en la necrópolis determinadas recurrencias en lo que respecta a la distribución microespacial de los ajuares en el interior de las tumbas. En la mayor parte de los casos el ajuar se dispone frente al tercio superior del cuerpo del cadáver, en el espacio comprendido entre las rodillas –más o menos flexionadas- y la cara del difunto, es decir, en norma frontal. En las tumbas mejor conservadas la secuencia más típica sería: concha junto Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

a las rodillas, cuenco a la altura del tórax y pieza metálica frente a la cara, o cuenco sobre las rodillas y pecten y metal más arriba, si bien la casuística es relativamente variada. En cuatro casos el elemento metálico se recuperó bajo el recipiente cerámico –1157, 1177 y 428- o bien bajo la valva de pecten –37-. En dos casos distintos –9240 y 1164, respectivamente- el puñal y la lezna están situados cerca de las manos del difunto: el puñal en concreto está colocado en la mano derecha del individuo mientras que la lezna está cerca de las manos y de uno de los cuencos. Por último señalaremos las cuatro tumbas –37, 38, 40 y 1157- en las que los objetos metálicos se disponen frente a la cara del individuo: Puesto que los brazos hiperflexionados o flexionados acaban situando las manos cerca o frente a la cara, podría interpretarse igualmente que estuviesen asidos por las manos del difunto como se documenta en los casos anteriores. En lo que respecta a los recipientes cerámicos, las excepciones a la norma frontal son el enterramiento con dos piezas –1164- en la que una está tras el cráneo pero la otra entre las manos y el 1788 (epicampaniforme) en el que el vaso se localiza tras las caderas. Para las piezas metálicas la excepción es la tumba 1195, en este caso debido a la particular funcionalidad del arete de plata. Mención especial merece el contexto de la tumba 428, puesto que desde mediados de los años 70 uno de los debates que se ha mantenido respecto al mundo funerario del Bronce del Suroeste ha sido si las cistas fueron o no concebidas para recibir el cuerpo de un difunto. Nos encontramos ante una fosa en cuya base se depositaron tres elementos que por comparación con otras estructuras que hemos analizado podemos considerar como típicos del ritual funerario de la Edad del Bronce en el yacimiento de La OrdenSeminario, si bien no llegó a ser documentado ningún resto óseo humano. Esto puede ser debido a factores tafonómicos relacionados con química del terreno, con procesos biológicos (raíces, microorganismos…) o físicos (acción erosiva de los cantos de río). Tampoco puede ser descartado a priori que la estructura consistiese en un cenotafio. En cualquier caso, a la 41

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presencia de ajuar normalizado (cerámica + metal + pecten) hay que sumar el hecho, compartido con otras tumbas, de presentar originalmente una cubrición de cantos de río y otros materiales. La disposición documentada de los diferentes elementos dentro de la fosa es compatible con un derrumbe y colmatación de la estructura con posterioridad a su cubrición. Otra cuestión de máximo interés a abordar es plantearnos si es posible reconocer comportamientos rituales diferenciales en el tratamiento de individuos de distinto sexo y/o edad. Si bien la identificación clara de los sexos no ha sido posible en un alto número de casos, existen elementos de juicio para pensar que así podría ser, al menos en los enterramientos que hemos datado en la fase de Bronce Antiguo. La primera observación haría referencia a la disposición del cuerpo en función del sexo. Del total de seis individuos cuya atribución sexual ha podido ser determinada con probabilidad en el estudio antropológico, los tres masculinos –38, 1157 y 2515-, se encuentran en decúbito lateral izquierdo, mientras que dos de los femeninos –1164 y 1177- lo fueron en decúbito lateral derecho. El tercer caso femenino –2711- presenta indicios de removilización con el ajuar –cuenco y pecten- en posición invertida o boca abajo. Debido al mantenimiento parcial de la conexión anatómica es más que probable que tanto el cuerpo de la inhumada como su ajuar estuviesen contenidos dentro de algún tipo de envoltorio, una mortaja, saco o estera, que fue girado aproximadamente unos 180º durante el proceso de removilización. A este respecto cabría también la posibilidad de que en ese momento hubiera sido retirada o sustraída la pieza metálica que como hemos visto suele formar parte “canónica” de los ajuares funerarios en esta necrópolis. Por lo tanto, todo parece indicar que la disposición original de la difunta fue decúbito lateral derecho. Esta misma observación que establece una relación directa entre el sexo y la disposición del cadáver ha sido también constatada en las necrópolis SE-B y SE-K donde todas las mujeres aparecen en decúbito lateral derecho y todos los varones hacia el lado izquierdo (Vázquez y 42

Hunt, 2010, 417), lo que ha sido corroborado en la campaña más reciente (Vera Cruz, 2012, 39), realizándose cómputos muy significativos sobre un total de 33 adultos, 9 masculinos y 24 femeninos (Pecero, 2012, 58). Lo mismo cabe afirmar de los cuatro enterramientos en cista de Chichina, de los cuales las Cistas 1, 3 y 4 son femeninos en decúbito lateral derecho y el único varón (Cista 2) fue inhumado en decúbito lateral izquierdo (Basabe y Bennassar, 1982; Fernández et al. 1976); y, con la oportuna cautela debido a la exigüidad de la muestra, también es extensible a las dos inhumaciones de Carmona que cuentan con determinación de sexo, la de Torre del Oro nº 1, femenina, en decúbito lateral derecho (Román, 2010) y la de General Freire 12, masculino sobre el izquierdo (Anglada et al., 1999, 525; Belén et al. 2000, 391). Continuando con este hilo argumental, cabría hacer mención a la asociación de sexos con determinados elementos de ajuar característicos. Mientras que las conchas de pecten aparecen asociadas en nuestro caso tanto a individuos masculinos como femeninos, los punzones –lezna 1164 y tipo brújula 1177- aparecen asociados a mujeres. Cabe recordar que los punzones en general se consideran una herramienta de trabajo relacionada con la producción de tejidos y que en el mundo argárico se adscriben sistemáticamente a las tumbas femeninas (Sanahuja, 2007, 138). Un dato interesante es que, cuando es posible la determinación del sexo con rotundidad, todos punzones brújula localizados hasta la fecha están asociados a individuos femeninos. Además del que aquí damos a conocer, recordaremos el de la Tumba 4B de SE-B (Hunt et al., 2008, 219) y el ejemplar de la Tumba 17 de SE-K (Vázquez y Hunt, 2012, 51) y, si nuestras apreciaciones tipológicas son acertadas, el de la Cista 3 del Cortijo de Chichina asociado a un individuo subadulto femenino (Basabe y Bennassar, 1982, 78). El punzón brújula restante, recuperado con su enmangue en la T-21 de SE-K, se asocia a un individuo de sexo no precisado que significativamente yacía en decúbito lateral derecho (Vázquez y Hunt, 2012b, 51). Todo lo dicho puede aplicarse igualmente a las leznas o punzones biapuntados tipo Fontbouisse. Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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Además del ejemplar procedente de la estructura 1164 de La Orden-Seminario, y del punzón de Torre del Oro nº 1 cuya tipología no se especifica (Román, 2010), cabe citar los cinco contabilizados en las tumbas de SE-K, dos de ellos depositados junto a individuos femeninos (T-25 y T-23b), y el resto a dos alofisos y a uno no determinable (T-1, T-13 y T-16, respectivamente), pero todos ellos asociados, de nuevo significativamente, a inhumados en decúbito lateral derecho (Vázquez y Hunt, 2012b). Por el contrario, las piezas de armamento de las tumbas 38 y 1157 son parte del ajuar de individuos masculinos como hemos visto. Igualmente, la única pieza metálica de estas características recuperada en la T-5a de SE-K, descrita como fragmento de hoja de puñal, se asocia a un adulto masculino en decúbito lateral izquierdo (Ibidem, 52). Si tenemos en cuenta que los ajuares metálicos de las tumbas 37 y 40 de La Orden-Seminario son igualmente elementos de armamento y que los individuos de sexo no determinable que contienen se encuentran en decúbito lateral izquierdo, cabe proponer a modo de hipótesis que los inhumados perteneciesen al sexo masculino, lo que podría ser extensible a la 1736. A la contra, el individuo infantil de la 1195, con arete de plata y sobre el lado derecho resultaría adjudicable al femenino.

VI. Conclusiones Los enterramientos de la necrópolis de La Orden-Seminario presentan la novedad tipológica de estar realizados en fosas excavadas en el sustrato, variedad estructural prácticamente desconocida hasta hace pocas fechas en el contexto del suroeste peninsular, y no en cistas, modalidad arquitectónica que la historiografía ha venido consagrando, no sin razón, como característica del Bronce Antiguo-Pleno onubense. A través de los análisis tipológicos de las formas cerámicas y de las piezas metálicas de los ajuares, unidos al tratamiento estadístico de las cronologías absolutas disponibles que hemos implementado, hemos podido despejar dos fases cronoculturales sucesivas. La primera de ellas, Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

que hemos denominado Epicampaniforme, entroncaría con las últimas fases de utilización funeraria de los sepulcros colectivos calcolíticos y tendría sus raíces en el III milenio con una cronología calibrada entre 2200-1950 a.C. En esta fase los enterramientos constatados se practicarían tanto en covachas como en fosas en las que se inhumaron individuos masculinos con ajuar metálico consistente en piezas de armamento y al menos uno femenino sin metal, en posición decúbito lateral flexionada. Los enterramientos de esta fase se distribuyen entre dos sectores de La Orden-Seminario: el noroccidental que ocupa la elevación más próxima al río Odiel, y el meridional al oriente de la vaguada que divide en dos al yacimiento, más cercano ya a la elevación suroriental. Creemos que no deja de ser significativo el hecho de que se ubiquen en las proximidades de las zonas previamente ocupadas por los sepulcros de inhumación colectiva calcolíticos existentes en el yacimiento. La segunda fase, ya propiamente caracterizable como Bronce Antiguo, se iniciaría en el paso del III al II milenios y abarcaría el primer tercio del II, dentro de un arco cronológico calibrado comprendido entre 2100 y 1750 a.C. El ritual de esta fase consistía en inhumaciones en fosas de planta ovoide o subrectangular dotadas de sistemas de cubierta -¿lígneos?-, que creaban un ambiente de descomposición aerobio, en muchos casos completados por una sobrecubierta o tumulación a base fundamentalmente de cantos de río, traídos exprofeso, cuyos derrumbes acabaron finalmente obliterando las fosas. La deposición de los cadáveres se realizaba en posición decúbito lateral con las extremidades flexionadas e hiperflexionadas, contando con suficientes indicios para defender que la lateralización de los cuerpos dependía del sexo de los individuos: sobre el costado izquierdo para los hombres y sobre el derecho para las mujeres. Las tumbas de esta fase se concentran en el sector suroccidental del yacimiento, careciendo por tanto de asociación espacial con los sepulcros colectivos del III milenio. Junto a la práctica totalidad de los inhumados se depositó un ajuar consistente, en su expresión más “canónica”, en una pieza metálica y un 43

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recipiente cerámico, a los que suele sumarse significativamente una concha de pecten, elemento que podemos considerar recurrente a la luz de los contextos que hemos estudiado y a la vista de los nuevos hallazgos publicados para el sector sevillano del Campo de Tejada, ya en el Aljarafe, con extensiones hacia Carmona, en el Valle del Guadalquivir. Algunos de estos elementos de ajuar parecen ser privativos de un determinado sexo, como es el caso de los punzones, asociados invariablemente a mujeres y tal vez las piezas de armamento u otras herramientas, en este caso, a hombres, lo que puede ser interpretado como demostrativo de la existencia de una división sexual del trabajo, tal vez en referencia a la práctica de actividades textiles específicas. Toda esta serie de características combinadas, vienen a incidir en la diversidad de fórmulas funerarias existentes en estos momentos transicionales y de inicios de la Edad del Bronce de Andalucía occidental, reivindicando la mayor importancia que los enterramientos en fosa adquieren en el panorama de la investigación de la zona meridional y suroccidental de la Península Ibérica, junto a la reutilización de monumentos megalíticos, a las covachas y a las clásicas cistas más o menos monumentales. Desde su ubicación en la península ocupada por la ciudad de Huelva, la necrópolis de La OrdenSeminario adquiere personalidad frente a las evidencias funerarias propias de la Sierra y de la zona más próxima al Guadiana y a Portugal. Las particularidades de sus ajuares, la abundancia relativa de objetos metálicos que incluyen armamento, utillaje y elementos de adorno; el indicador en cierta medida “etnológico” en el sentido de costumbre común de la deposición ritual de conchas de pecten; la manifestación de diferencias de género en la disposición de los cadáveres y en los ajuares; así como la selección mayoritaria de las fosas como contenedores funerarios, la dotan de unos rasgos característicos que a inicios del II milenio son compartidos por una red de poblaciones diseminadas a lo largo y ancho de las campiñas que desde Huelva y el curso bajo del Tinto, se extienden a través del Guadiamar hasta el Valle del Guadalquivir. La identidad cultural que 44

ponen de manifiesto estas estrechas relaciones trasciende las contraposiciones habitualmente expresadas entre Bronce del Suroeste y Bronce del Bajo Guadalquivir, más allá del establecimiento de meras afinidades entre la cultura material y las producciones de ambos sectores geográficos.

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Mª José Martínez Fernández / Juan Carlos Vera Rodríguez

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Huelva Arqueológica, 23, 2014, 11-46, issn 0211-1187

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