BRONCES FENICIOS EN PORTUGAL: A PROPÓSITO DEL HALLAZGO DE UN JARRO PIRIFORME EN LA NECRÓPOLIS DO SENHOR DOS MÁRTIRES (ALCÁCER DO SAL)

June 9, 2017 | Autor: Ana Margarida Arruda | Categoría: Archaeology, Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Ancient Metallurgy
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Descripción

JAVIER JIMÉNEZ ÁVILA (ED.)

PHOENICIAN BRONZES IN MEDITERRANEAN

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

PHOENICIAN BRONZES IN MEDITERRANEAN

Phoenician bronzes in Mediterranean / edited by Javier Jiménez Ávila. – Madrid: Real Academia de la Historia, 2015 548 p.: il., plan. ; 30 cm. – (Bibliotheca Archaeologica Hispana; 45) Bibliografía. Índices Textos en inglés, español, italiano, francés D.L. M 37600-2015 ISBN 978-84-15069-77-5 1. BRONCES FENICIOS – Mediterráneo (Región) arqueológicos fenicios I. Jiménez Ávila, Javier, ed.

2. MEDITERRÁNEO (Región) – Restos II. Real Academia de la Historia (España)

Esta obra forma parte del programa de colaboración de la Real Academia de la Historia con:

Aiyasa

Cover image: Phoenician palmette in the handle of the bronze jug from Angorrilla (Alcalá del Río, Spain). Archaeological Museum of Seville. Photo Ceferino López.

© De esta edición, REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA © De las imágenes y los textos, los autores I.S.B.N.: 978-84-15069-77-5 Depósito Legal: M-37600-2015 Maquetación: Marten Kwinkelenberg Impresión: Service Point

BIBLIOTHECA ARCHAEOLOGICA HISPANA 45

PHOENICIAN BRONZES IN MEDITERRANEAN edited by

Javier Jiménez Ávila

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA MADRID 2015

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA COMISIÓN DE ANTIGÜEDADES Presidente: Excmo. Sr. D. José María Blázquez Martínez Vocales: Excmos. Sres. D. Martín Almagro-Gorbea, D. Francisco Rodríguez Adrados, D. Luis Agustín García Moreno, D. José Remesal Rodríguez y Dª Pilar León-Castro Alonso PUBLICACIONES DEL GABINETE DE ANTIGÜEDADES

BIBLIOTHECA ARCHAEOLOGICA HISPANA 45

LIST OF CONTENTS

Presentation: Agency and Religious Traditions in Phoenician Metalworking . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Sergio Ribichini Phoenician Bronzes, an introduction . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 Javier Jiménez Ávila PART ONE: Phoenician Bronzes on Antique Sources 1. Bronze and Metallurgy in Phoenician Sources . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 José Ángel Zamora López 2. La economía de prestigio en los poemas homéricos. Los bienes fenicios . . . . . . . . . . . . . . . . . 47 Susana Reboreda Morillo PART TWO: Types and Repertories 3. Los cuencos decorados fenicios o “Phoenician bowls” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Martín Almagro-Gorbea 4. Patere Baccelate Fenicie. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Ferdinando Sciacca 5. Phoenician Metal Jugs . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119 Maria Taloni 6. Phoenician bronze candelabra and Incense Burners . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147 Bärbel Morstadt 7. Les œillères de chevaux proche-orientales (phéniciennes et araméennes) en bronze en Méditerranée: quelques perspectives . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183 Hélène Le Meaux

8. Figuras fenicias del Mediterráneo: caracterización y novedades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197 Javier Jiménez Ávila 9. I rasoi votivi punici in bronzo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231 Enrico Acquaro PART THREE: Regional development 10. Bronzework in the Phoenician Homeland: a preliminary Survey . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241 Eric Gubel 11. Phoenician Bronzes in Cyprus . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269 Christian Vonhoff 12. The “Phoenician” Bronzes from the Italian Peninsula and Sardinia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295 Paolo Bernardini – Massimo Botto 13. Bronzi fenici e bronzi etruschi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 375 Alessandro Naso 14. Phoenician Bronzes in Spain. A western metalworking . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 395 Javier Jiménez Ávila 15. Bronces fenicios en Portugal: A propósito del hallazgo de un jarro piriforme en la necrópolis do Senhor dos Mártires (Alcácer do Sal) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443 Ana M. Arruda – Pedro Lourenço – Joana Lima 16. Bronces púnicos de la Isla de Ibiza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453 Beatriz Miguel Azcárraga PART FOUR: Technical Approaches 17. Phoenician Metalwork: Composition and Techniques . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 481 Alessandra Giumlia-Mair 18. Technical and analytical issues concerning some Phoenician and Orientalizing Bronzes from the Iberian Peninsula . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517 Ignacio Montero Ruiz – Alicia Perea – Javier Jiménez Ávila List of figures and credits . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 531 List of authors . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543

BRONCES FENICIOS EN PORTUGAL: A PROPÓSITO DEL HALLAZGO DE UN JARRO PIRIFORME EN LA NECRÓPOLIS DO SENHOR DOS MÁRTIRES (ALCÁCER DO SAL) Ana Margarida ARRUDA Pedro LOURENÇO Joana LIMA

En el transcurso de una intervención arqueológica llevada a cabo en 2009 en la necrópolis del Senhor dos Mártires, en Alcácer do Sal (Portugal), nos fue dada a conocer la existencia de un jarro de bronce que ahora publicamos. Su posesor, que colaboraba con nosotros en los trabajos de campo, había recogido en unos arrozales próximos, al sur del espacio funerario, junto al río, un objeto de bronce que nos entregó para su estudio. Se trata de un jarro piriforme del que, conforme al lugar de su hallazgo, podemos garantizar, prácticamente con certeza, su procedencia de la necrópolis del Senhor dos Mártires, en Alcácer do Sal, constituyendo así uno de los raros casos peninsulares en los que el conte to uede ser erificado Bien conocida en el panorama de la arqueología protohistórica peninsular, la necrópolis del Senhor dos Mártires corresponde al espacio sepulcral del yacimiento orientalizante de Alcácer do Sal cuya área habitacional se localiza en la colina alargada sobre la que actualmente se yergue el castillo medieval (Figs. 1 y 2). Para las dos áreas existe una abundante bibliografía disponible, lo que nos exime aquí de describir detalladamente el contexto arqueológico, aunque la interpretación funcional y el estudio cronológico de la pieza nos obliguen a hacer continuas referencias al mismo en las páginas que siguen.1 A pesar de esto, parece importante recordar, al menos, que la necrópolis, incluso para los enterramientos que pueden datarse entre los siglos vii y vi a.C., presenta una cierta diversidad en cuanto al ritual funerario, que se concreta en la convivencia de urnas

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Correia 1925a; 1925b; 1925c; 1928; 1930a; 1930b; Silva et al. 1980-81; Arruda 1999-2000; 2000; 2004.

de tipo Cruz del Negro con cremaciones in situ, existiendo aún, en este último caso, sepulturas simples y de canal central. Dentro de este esquema, resulta poco menos que imposible proponer una secuencia cronológica para cada tipo de sepultura, ni tampoco es viable asociarlas a ningún tipo de mobiliario concreto or uc o ue estos a uares re e en unas privilegiadas relaciones con el mundo mediterráneo en general y andaluz en particular. Otros elementos, sin embargo, tienen claros paralelos en contextos funerarios del Bajo Guadalquivir, como sucede también con los hallazgos de otra zona arqueológica de la ciudad de Alcácer do Sal, concretamente, la Rua do Rato.2 1. EL JARRO DE ALCÁCER DO SAL: DESCRIPCIÓN, CLASIFICACIÓN Y CRONOLOGÍA El jarro de la necrópolis de Alcácer do Sal está incompleto, faltándole parte del cuello y del cuerpo, el borde, la base y el asa (Fig. 3). Lo que subsiste del cuerpo y el cuello corresponde, grosso modo, a un tercio de la pieza (Fig. 4). A pesar de eso, la parte conserada er ite una c asificaci n for a es ec fica tanto a ni e orfo gico cuanto en o ue se refiera a a palmeta que remataba el asa. El jarro poseía un cuerpo ovoide y un cuello troncocónico, incluyéndose, por tanto, en el grupo A o de os arros irifor es de as c asificaciones de

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Arruda et al. e.p.

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Altitud superior a 400 m 0

200 K m

Fig. 1. Localización de Alcácer do Sal en el contexto peninsular.

Celestino3 y de Jiménez Ávila,4 permitiéndonos el tipo de palmeta ir más allá en su encuadre tipológico. En efecto, la palmeta con caulículos, que está presente en la parte superior del cuerpo, posibilita su integración en el Tipo 2 (o de Las Fraguas) del referido Grupo A de la última tipología señalada. La unión entre el cuerpo y el cuello está marcada por una moldura. El segmento intermedio, entre la palmeta y el asa (desaparecida), está sobre la moldura de separación entre el cuello y el cuerpo. A juzgar por la altura conservada (23 cm), así como por el diámetro en el área medial (20 cm), nos encontramos ante un recipiente de dimensiones considerables, comparable, por tanto, con los restantes componentes del grupo en el que puede ser incluido, concretamente con el ejemplar de Las Fraguas, de 35,5 cm de altura, el de Niebla, de 37,4 o, incluso, el de Siruela, de 31,4.5

Celestino 1991. Jiménez Ávila 2002. 5 Ibidem.

La palmeta invertida, como en los restantes casos de jarros de bronce, cuenta con 12 pétalos (Figs. 5 y 6). De su base brotan dos volutas abiertas que simulan unos sépalos y que están decoradas, en la parte superior, por dos ángulos en forma de “V” invertida. De la misma base parten dos pistilos, decorados con líneas o icuas entrecru adas ue definen un reticu ado En a intersecci n de as o utas se identifica una o a de forma subtriangular, de lados rectilíneos y base redondeada (amigdaloide). Entre la base y la ova se visualiza el llamado triángulo basal, que aparece decorado con líneas que dibujan ángulos en ‘V’ invertida. A partir de la palmeta se desarrollan dos caulículos, abiertos y con yema redonda, de los que sólo se conserva uno íntegramente. Del otro, únicamente resta el arranque. En la cola del caulículo conservado, en las proximidades de la yema, se observa la existencia de una decoración constituida por ángulos en ‘V’ invertida. El segmento intermedio, que separa la palmeta del asa, y que está colocado sobre la moldura que separa el cuello del cuerpo, muestra dos espacios decorados con líneas que se cruzan formando un motivo reticular, dividido en pequeños rombos. Estos dos espacios se se aran entre s or un gru o de tres finas o duras de la palmeta a través de cuatro. Todo está rematado por una moldura más ancha que lo separaría del asa. Estas características permiten la integración de la palmeta del jarro de Alcácer do Sal en el grupo 1 de Jiménez Ávila,6 denominado de “palmeta fenicia”. En este gran grupo, se integra el tipo “con caulículo”, del que se conocen, en la Península Ibérica, los ejemplares de Las Fraguas, Siruela y Niebla.7 Sin embargo, algunos detalles diferencian la palmeta de Alcácer de sus homólogas españolas. En el ejemplar salaciense, las volutas y pistilos se desarrollan desde la base, lo que permite distinguir perfectamente el triángulo basal de aquellos, a diferencia de lo que sucede en el de Las Fraguas, el único con pistilos, donde los elementos forman un cuerpo orgánico. Parece imprescindible mencionar aquí que estas características de la palmeta de Alcácer están presentes en el Mediterráneo Central, concretamente en Cartago (Byrsa), pero también en jarros meálicos de la península itálica, idénticos morfológicamente pero realizados en plata.8 En cuanto a las técnicas de fabricación, podemos avanzar que se trata de una pieza fundida en molde siguiendo la técnica de la cera perdida. La observación minuciosa del jarro permite avanzar algunas conclusiones sobre el proceso técnico seguido para su elaboración. Efectivamente, en el interior del recipiente son visibles, a la altura de la moldura de separación entre el cuello y el cuerpo, vestigios de clavos, al igual que sucede en la zona del segmento intermedio y en otros

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Ibidem: 80. Jiménez Ávila 2002. Botto 2014.

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Fig. 2.El castillo de Alcácer do Sal, visto desde el Sur.

puntos (Fig. 7). Uno de estos clavos, aunque fracturado, es bien visible, y se puede observar, incluso desde la cara exterior. Estos clavos serían de hierro y tendrían la función de separar el núcleo refractario durante el proceso de colada, como se ha descrito en otros vasos peninsulares de la misma serie. Al interior, a la altura del baquetón, se observa un profundo surco (Fig. 7). Sin embargo, esta hendidura no parece coincidir con una línea de junta de dos partes de bronce, pues no se aprecia la menor interrupción del metal ni al interior ni al exterior, por lo que carecería de función. Da entonces la impresión de que el proceso de fabricación sería diferente del descrito para el vaso de Niebla, de su mismo grupo, que está fundido en dos partes separadas por el baquetón,9 y que se aproximaría más a otro tipo de procedimientos técnicos. Quizá se usara el que mismo que se puso en práctica para el vaso de Siruela, fundido en una única pieza, aunque no es fácil que ello sea así, porque este sistema constituye una excepción en todo el conjunto de jarros fenicios peninsulares;10 lo más probable es que, como la mayoría de los vasos hispano-portugueses, se fundiera la base por separado,11 modalidad que no es extraña a este grupo tipológico, pues es la que parece que se aplicó al jarro de Las Fraguas.12 Jiménez Ávila 2002: 70. Ibidem. 11 Ibidem: 68-69. 12 Jiménez Ávila 2004; con anterioridad se había descrito para este jarro un procedimiento similar al de Niebla (Jiménez Ávila 2002: 71). Agradecemos a J. Jiménez Ávila las observaciones sobre los componentes técnicos de este jarro.

El jarro de bronce de Alcácer do Sal ha sido objeto de an isis u icos a i ndose erificado co o or otra parte era de esperar, la semejanza existente con sus congéneres peninsulares también en lo referente a la aleación metálica con que fueron fabricados.13 En este caso se trata, igualmente, de un bronce ternario, con un 81,1% de cobre, un 8% de estaño y un 8% de plomo. Las presencias de hierro (1%) y plata (0,6%) son irrelevantes.14 En su trabajo de 2002, J. Jiménez Ávila desarrolló, de manera pormenorizada, las bases en las que asentó sus propuestas sobre la cronología de los jarros de bronce peninsulares.15 Concretamente para el grupo A (jarros piriformes), recuerda el reducido número de hallazgos efectuados en contextos primarios, basándose luego en las sepulturas de Huelva y en los ajuares allí localizados para realizar una aproximación a la cronología de dichos recipientes.16 También fueron traídos a colación, a efectos de proponer una datación, os arros de ronce de erfi irifor e de i re de la península itálica, conjuntamente con otros vasos de la misma morfología –pero no metálicos–, hallados en una vasta área que sobrepasa, incluso, los límites del propio Mediterráneo. El análisis contextual exhaustivamente realizado le permite concluir que “…al siglo vii y solo al siglo vii debe adscribirse la producción y difusión del modelo de jarro piriforme…”,17 añadiendo

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13 14 15 16 17

Jiménez Ávila 2002. Manso et al. 2015. Jiménez Ávila 2002 58-67. Ibidem 58-59. Ibidem: 64.

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Fig. 3. El jarro piriforme de Alcácer do Sal.

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5 cm

Fig. 4. Jarro piriforme de Alcácer do Sal.

que “La pervivencia de la forma en el siglo vi es, según los casos, inexistente, muy dudosa o residual”.18 Para el caso de los jarros del tipo 2 de este grupo, cuya paleta resenta cau cu os desarro ados refiere a a arición de este motivo en vasos italianos de la primera mitad de ese siglo, aunque de diferente tipología.19 2. EL JARRO DE ALCÁCER DO SAL EN EL CONTEXTO DE LOS JARROS RECUPERADOS EN EL ACTUAL TERRITORIO PORTUGUÉS La importancia que reviste la aparición de este jarro en la necrópolis de Alcácer do Sal es grande desde el momento en que este tipo de piezas no resulta (más bien todo lo contrario) nada frecuente en la Península ibérica, y aún menos en Portugal. En efecto, hasta este momento eran conocidos apenas 20 jarros de bronce, de los que tan solo dos eran originarios del actual territorio portugués. Por otra parte, de cara a valorar su importancia, hay que señalar que es posible relacionar este nuevo jarro con un ambiente sepulcral concreto, situación que no es común para la gran mayoría de los hallazgos conocidos.. De hecho, de los 21 ejemplares hasta ahora repertoriados, apenas 11 cuentan con un contexto ar ueo gico es ec fico siendo rocedentes en su mayoría, de necrópolis.

En todo caso, parece imprescindible tener en cuenta que el ejemplar ahora dado a conocer se diferencia en varios aspectos de los otros dos hallados en Portugal. Hay que recordar que el jarro de Torres Vedras (Fig. 8)20 puede incluirse también en el grupo A, pero pertenece al Tipo I – Carmona-Tamassos.21 El de Faião,22 aunque igualmente piriforme (Grupo A), no puede ser c asificado dentro de os ti os creados or Ji nez Ávila, habiendo sido considerado por este autor como atípico.23 A pesar de esto, en ningún caso podría integrarse en el Tipo 2 de Las Fraguas, toda vez que la palmeta no posee los caulículos que caracterizan a esta división, incluso aunque se incorpore al grupo de “palmetas fenicias”.24 La misma situación es válida para el jarro de Torres Vedras (palmeta sin caulículos). En términos de fabricación, el jarro de Alcácer se distancia de los otros dos jarros portugueses que, por otra parte, tampoco comparten entre sí los mismos procedimientos tecnológicos. Como ya ha sido referido, el de Alcácer se integra en el 2º grupo tecnológico de Jiménez Ávila,25 el de Torres Vedras pertenece al 1º y el de Faião al 3º,26 o ue significa ue est n todos fundidos de acuerdo con la técnica de la cera perdida, en dos

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21 22 23 24

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Jiménez Ávila 2002: 64. Ibidem.

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Trindade y Ferreira 1965; García Bellido 1970; Arruda 19992000; Jiménez Ávila 2002. Jiménez Ávila 2002: 47. Gomes 1986; Arruda 1999-2000; Jiménez Ávila 2002. Jiménez Ávila 2002. Ibidem: 80. Ibidem: 70. Ibidem: 69 y 71.

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Fig. 5. Palmeta del jarro de Alcácer do Sal localizada junto a la moldura de separación entre el cuello y el cuerpo, siendo visible el segmento intermedio.

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piezas. Sin embargo, las dos piezas del jarro de Torres Vedras son cuerpo/cuello (con borde, asa y palmeta) por un lado y base por otro, mientras que de el de Faião el cuerpo (con base) y cuello (con borde) corresponden a una de las piezas y el asa a otra. En el jarro alcazarense, la división se hace por un bloque de borde/ cuello/asa que se une después al cuerpo y a la base. Las diferencias se observan también en lo que se refiere a a a eta sin cau cu os en Torres edras en Faião y con ellos en Alcácer. Igualmente, las dimensiones son un elemento a considerar a a ora de erificar se e an as disi i itudes entre los jarros portugueses. El de Alcácer do Sal conforma, juntamente con los de Niebla, Las Fraguas y Siruela, el grupo de mayor tamaño, con capacidades de entre 2000 y 3000 cc, mientras que los otros dos, de más reducidas dimensiones, pertenecen a un conjunto que raramente sobrepasa los 1000 cc.27 Pero más relevante que estas diferencias parece la oca i aci n geogr fica de os tres asos ortugueses que sí es coincidente, ya que todos se sitúan en la zona litoral y, más concretamente en el área donde los contactos entre poblaciones orientalizantes y/u orientalizadas se hacen sentir con intensidad. Considerado fuera de toda duda que el jarro de Faião es, efectivamente, originario del litoral, en la península de Lisboa y no de la región de Beja, como fue inicialmente publicado,28 su distribución parece coincidir con la llegada, por vía marítima, de poblaciones exógenas, que trajeron consigo objetos y ritos igualmente foráneos. Y a este respecto, las diferencias observables en términos tipológicos y de manufactura no restan importancia al ec o de erificar su significado en re aci n a roceso de orientalización del territorio actualmente portugués. 3. EL JARRO DE ALCÁCER DO SAL EN EL CONTEXTO PENINSULAR En el momento en que escribimos estas líneas, son ya 21 los jarros de bronce de esta época conocidos en la Península Ibérica. A los 19 que recopiló Jiménez Ávila, se sumó recientemente otro, oriundo de una necrópolis excavada en Alcalá del Río –La Angorrilla—donde estaba acompañado por el respectivo “brasero”.29 El grupo piriforme, cuenta actualmente con 13 ejemplares. Entre todos ellos los de Las Fraguas y Niebla son los que más parecido tienen con el ejemplar salaciense, separándose del grupo el de Siruela, tanto por la técnica de fabricación como por la morfología de la palmeta. Pero las dimensiones y la tecnología de la producción de los dos primeros y de éste que ahora se publica son, efectivamente, muy

27 28 29

Jiménez Ávila 2002: 97. Gomes 1986; Arruda 1999-2000. Ji ne Á i a : fig

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Fig. 6. Detalle de la palmeta, en la que se aprecian los pistilos, las volutas, la ova central y el triángulo basal, así como parte de los pétalos.

semejantes, y la palmeta que remata el asa de los tres vasos pertenece también al mismo grupo, es decir, todas tienen los caulículos laterales desarrollados. Las diferencias a nivel de pequeños detalles no impiden, a nuestro uicio erci ir as enor es afinidades ue existen entre estos tres jarros. En J Ji ne Á i a antea a gunas dificu tades a la hora de establecer la zona de producción concreta de los vasos del grupo de Las Fraguas y, en general, de todo el grupo piriforme, aún cuando queda bien establecida para todos ellos una fabricación peninsular.30 Para el tema de las escuelas o los talleres responsables de su producción consideró que ni los criterios tipológicos ni los morfológicos permitían establecer, con toda certeza, su localización. La distri uci n geogr fica de os di ersos ti os ta oco contri u e a definir as reas donde a r an sido roducidos. Hay que recordar, a este propósito, que el jarro de Torres Vedras se aproxima a los del Valle del Guadalquivir mientras que el de Alcácer se asemeja al de Niebla, en la región de Huelva, y al de Las Fraguas, en Toledo.

30

Jiménez Ávila 2002: 89.

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4. CONTEXTO, FUNCIÓN Y SIGNIFICADO

i r i int rna n a ona a o ra on s observa uno de los clavos (de hierro?) que unirían el cuerpo al cuello.

A pesar de todo, los datos que el investigador extremeño trató exhaustivamente le permitieron concluir que habría “…dos ‘escuelas’ o mejor, tradiciones artesanales, en su fabricación…”31 La primera inspirada en modelos mediterráneos, con una producción relativamente homogénea que abastecería, fundamentalmente, el área del Guadalquivir y una segunda, con formas más libres (vasos de mayores proporciones y con decoraciones más originales) con mayor arraigo en la región de Huelva, pero también en Extremadura y en la propia Meseta.32 Los dos vasos portugueses tendrían su origen en las dos escuelas diferentes, el de Torres Vedras en la primera y el de Alcácer en la segunda, pero creemos que este último desmiente en alguna forma la posibilidad que J. Jiménez Ávila apunta de no ser “…descartable que una tercera escuela abastezca, siquiera parcialmente, el mercado portugués”.33 Pero la posibilidad de que hayan llegado al litoral portugués a través de un mismo distribuidor parece evidente.

Aunque el contexto primario del jarro se haya erdido definiti a ente o cierto es ue su a arici n en las proximidades de la necrópolis del Senhor dos Mártires no deja dudas razonables sobre su origen. Se trata, por tanto, de una pieza que estaba asociada a un ambiente sepulcral, lo que encaja a la perfección con la función que ha venido siendo comúnmente atribuida a este tipo de artefactos. Esta asociación, que resulta recurrente en la península Ibérica (pero no solo allí), evidencia el carácter ritual de los jarros de bronce. De hecho, todos ellos, ya sean de tipo piriforme o de tipo rodio, cuando han sido hallados en contextos primarios, proceden de necrópolis, apareciendo la gran mayoría asociados a un recipiente de asas móviles de tipo “brasero”. Es el caso del ejemplar de Torres Vedras,34 en Portugal, de los de La Joya (tumbas nos. 15, 17 y 18) y del del túmulo 2 de Santa Marta-Parque Moret, en Huelva,35 al igual que el de La Angorrilla, en Alcalá del Río, recientemente publicado.36 Y también los de Carmona (túmulo de la Cañada de Ruiz Sánchez), Las Fraguas, Niebla (Cabezo del Palmarón) y Villanueva de la Vera son, con toda probabilidad, provenientes de necrópolis habiendo proporcionado sus respectivos “braseros” las tres primeras.37 Lo mismo sucede en la Península itálica y en Chipre, donde los jarros metálicos de este tipo aparecen, casi siempre, en necrópolis.38 La morfología, el origen y la prácticamente sistemática asociación al “brasero” facilitan la interpretación funcional, que deberá leerse en el contexto de una r ctica ritua re acionada con a i aci n a urificación, prácticas que, ciertamente tenían lugar durante las ceremonias del funeral. 5. CONCLUSIONES Como ya hemos referido en la introducción, el hallazgo de este artefacto no resulta en absoluto sorprendente si atendemos al hecho de que Alcácer do Sal es reconocida desde hace mucho como uno de los más importantes núcleos orientalizantes del actual territorio portugués. Y aunque la excavación del área funeraria a a sido u deficiente ente u icada tanto en o ue se refiere a os tra a os rea i ados en a década de los años veinte del siglo pasado,39 cuanto a los de los años ochenta,40 el conjunto de los materiales, así como algunos aspectos de la arquitectura funeraria

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Jiménez Ávila 2002: 96. Ibidem. Ibidem: 104.

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Trindade y Ferreira 1965. Jiménez Ávila 2002. Ji ne Á i a : fig : Jiménez Ávila 2002. Botto 2014; Taloni 2012. Correia 1925; 1928; 1930. Paixão 1970; 1971; 1982; 1983.

B R O N C E S F E N I C I O S E N P O RT U G A L : A P R O P Ó S I T O D E L H A L L A Z G O D E U N J A R R O P I R I F O R M E E N L A ...

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Fig. 8. Jarro de Torres Vedras.

son relativamente bien conocidos.41 Y lo que existe, de a trans ucir una sociedad ue reci e fuertes in uencias mediterráneas. En efecto, las incineraciones en urnas tipo Cruz del Negro y las realizadas in situ, en sepulturas en fosas, con o sin canal central,42 ponen de anifiesto estrec as re aciones con un uni erso si bólico y ritual exógeno, y más concretamente oriental. Por otra parte, e incluso aunque sea muy difícil –si no imposible en la mayoría de los casos– asociar tipos de sepulturas a ajuares concretos, estos últimos muestran que los grupos humanos que se enterraron en este espacio pertenecían con casi total certeza, a una elite. Los escarabeos, las fíbulas, las lanzas de tipo Alcácer do Sal, los brazaletes acorazonados, los broches de cinturón y, sobre todo, los carros, dejan entrever la existencia de bienes de prestigio pertenecientes a segmentos sociales de considerable importancia. El jarro de bronce no desentona, por tanto, en un ambiente de este tipo, incorporándose, al contrario, en un contexto vinculado con prácticas funerarias destinadas a grupos sociales privilegiados. 41

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Paixão 1970; 1971; 1982; 1983; Schüle 1969; Gamer-Wallert y Paixão 1983; Rouillard et al. 1988-89; Arruda,1999-2000; 2000, 2004. Correia 1925; 1928; 1930; Paixão 1970; 1971; Arruda 19992000; 2000; 2004.

La cronología apuntada para esta pieza, el siglo vii a.n.e., muy probablemente en su primera mitad, también es compatible con lo que se conoce de la necrópolis, al menos de las sepulturas de tipo 4 de V. Correia (incineración in situ en fosa con canal central).43 A este tipo de tumbas pueden asociarse las fíbulas de doble resorte, arco engrosado y Acebuchal;44 los escarabeos,45 tal vez el ánfora en miniatura correspondiente al tipo 10.1.2.1. de Ramon Torres46 y el broche de cinturón de “tipo tartésico”. Por otro lado, las excavaciones que tuvieron lugar en la zona del hábitat, es decir, en el castillo, muestran una ocupación a partir de mediados del siglo vii a.n.e., ocupación con evidentes paralelos en el mundo fenicio occidental y/o orientalizante tartésico, tanto en lo que se refiere a o i iario ar ueo gico co o en o ue respecta a las técnicas constructivas. Otras áreas del actual casco urbano de Alcácer do Sa an enido a ostrar ocu aciones de id ntica fi iación cultural, aunque de otras cronologías algo más recientes.47 43 44 45 46 47

Correia 1928. Correia 1930; Paixão 1970; Ponte 1985. Gamer-Wallert y Paixão 1983. Ramón 1995. Arruda et al. e.p.

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PHOENICIAN BRONZES IN MEDITERRANEAN

Así, y al contrario de lo que ocurre con los bronces de Torres Vedras y de Faião el jarro piriforme de Alcácer do Sal se encuentra perfectamente contextua i ado en un a iente cu tura es ec fica ente orientalizante y conectado con las navegaciones mediterráneas hacia la península ibérica a partir del

siglo i a.n.e. Se trata de una pieza con fuerte carga si ica ue se refiere a un ritua ue se e resa a través de nuevas (y exógenas) prácticas religiosas y cultuales que no resultan extrañas en su contexto concreto, la necrópolis, no en el más general de Alcácer do Sal.

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