Brigitte Adriaensen: Borges en el República mundial de las Letras

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venido preparando desde la universidad clandestina. Parece nimia la observación, pero debemos entonces al diálogo con los estudiantes argentinos algunas de las mejores páginas sobre Borges. El diálogo con los jóvenes se convirtió en práctica intelectual y en la base simpática del trabajo crítico de Sarlo. El segundo factor a mencionar es la nueva libertad intelectual que entra con la interpretación de Borges por Sarlo; la incorporación de los saberes “clandestinos” a las nuevas posibilidades intelectuales. En palabras de Gerbaudo: “La importancia del programa en la acción intelectual que se busca promover es explícita. Otra forma de defender el espacio recuperado después de tantos años de clandestinidad [...]” (p. 98). El Borges enseñado por Sarlo es, en consecuencia, el resultado tanto de un cambio cultural democrático como de impulsos generacionales. Esta práctica intelectual nos ha hecho ver, en su momento, un Borges que sigue generando nuevas interpretaciones.

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Regina Samson (Universität Bremen)

Brigitte Adriaensen / Meike Botterweg / Maarten Steenmeijer / Lies Wijnterp (eds.): Una profunda necesidad en la ficción contemporánea: la recepción de Borges en la república mundial de las letras. Madrid / Frankfurt a. M.: Iberoamericana / Vervuert 2015 (Ediciones de Iberoamericana, 76). 247 páginas. El Simposio Internacional “Una profunda necesidad en la ficción contemporánea: la recepción de Borges en la república mun-

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Sarlo, a la universidad posdictatorial y democrática. Gerbaudo se focaliza en la Universidad de Buenos Aires, por ser la institución en la que con más rapidez tiene lugar la renovación teórico-disciplinar (p. 93), y más concretamente en la cátedra de Literatura Argentina II, porque es en este departamento en el que se desarrolla más detenidamente la relación de Borges con la ciudad de Buenos Aires: la catedrática Beatriz Sarlo fue quien, como sabemos, situó a Borges desde una perspectiva sociológica en el marco de la vanguardia porteña y con ello le liberó de las interpretaciones estructuralistas y posestructuralistas para leerlo en un contexto cultural concreto. Dado que son bien conocidas las tesis de Sarlo (y también su inclinación hacia los modelos literarios de Carl Schorske, Marshall Berman, Edward Said y Raymond Williams), tiene sentido limitarse aquí a los aspectos más novedosos del artículo de Gerbaudo. Son sobre todo dos los factores que habría que subrayar. Por un lado, cabe destacar que la renovación de la interpretación de Borges por Sarlo es el resultado de un diálogo intenso con los estudiantes de la UBA. Dice Sarlo en una entrevista en 2009, citada por Gerbaudo: “Los alumnos que venían de la dictadura sentían las clases de la universidad de la democracia como una conquista y nosotros, la obligación de darles lo mejor: la literatura que leíamos, la teoría que importábamos [....]” (p. 97). Quiere decir que los resultados formulados por Sarlo en sus libros son el resultado de un intercambio intenso con los alumnos; en otras palabras, las intervenciones críticas de los jóvenes investigadores han pulido los resultados que ella ha

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dial de las letras” tuvo lugar en Nimega, Holanda, los días 20 y 21 de octubre de 2011. Ese encuentro académico se llevó a cabo como parte del proyecto de investigación del mismo nombre, financiado por el departamento de Estudios Hispánicos de la Radboud Universiteit. Uno de los intereses primordiales del proyecto es indagar, desde la perspectiva comparativa, sobre la primera recepción de Borges en varias naciones europeas y en los Estados Unidos. Probablemente, Jorge Luis Borges sea uno de los escritores del siglo xx que mejor permitirían ilustrar las ideas planteadas por Pascale Casanova en La república mundial de las letras (1999): las traducciones de Néstor Ibarra al francés en la década de 1940 (y la franca desnacionalización con la que se encargó de presentarlo: “Hispano-Anglo-Portugais d’origine, élevé en Suisse, fixé depuis longtemps à Buenos Aires où il naquit en 1899, personne n’a moins de patrie que Jorge Luis Borges”); la promoción realizada por Roger Caillois en Éditions Gallimard durante los años de 1950; el otorgamiento del Premio Formentor en 1961 por parte de los principales editores de Europa; la edición que se le dedicó en L’Herne en 1964; las célebres líneas inaugurales de Les mots et les choses (1966) de Michel Foucault… El volumen Una profunda necesidad en la ficción contemporánea: la recepción de Borges en la república mundial de las letras incluye una introducción de los editores y trece estudios, divididos en tres secciones. Algunos de los ensayos llevan la firma de connotados especialistas en la obra borgeana a nivel internacional. La primera de las secciones se llama “Borges y las repúblicas de las letras”. Los

dos trabajos iniciales (“Borges después de Borges” de Beatriz Sarlo y “Pensar en Borges, pensar con Borges: 1960-2011” de Nora Catelli) plantean un problema fundamental para la tradición literaria argentina (¿y latinoamericana?, ¿y occidental?): ¿es posible escribir después de Borges?, ¿cómo hacerlo?, ¿a partir de qué presupuestos? Por supuesto, estas ni son cuestiones novedosas ni pueden ser respondidas de una vez y para siempre. A las soluciones ofrecidas aquí por Sarlo y Catelli, yo recomendaría como un complemento notable la brindada por Josefina Ludmer en “¿Cómo salir de Borges?”1. La primera sección se completa con tres ensayos: “Recepción inaugural de Fervor de Buenos Aires en Francia y España”, de Antonio Cajero Vázquez; “Crear a Borges: los importadores de la obra de Borges en Francia y Estados Unidos”, de Lies Wijnterp; y “Usos críticos de Borges en el campo intelectual francés (de Blanchot a Foucault)”, de Max Hidalgo Nácher. En estos textos se revisan y comentan de manera detallada ediciones, traducciones, mediadores, reseñas, homenajes, premios, etc. Para mí, uno de los trabajos más reveladores es el de Hidalgo Nácher. Todos recordamos la carcajada con la que comienza Les mots et les choses y la consagración internacional de la figura del argentino a partir de ella. Sin embargo, Hidalgo Nácher examina lo que hay detrás de ese aparente ataque de risa: no la hilaridad incontrolable de una mera experiencia subjetiva; sí razones epistemológicas y de tipo estructural que ven1

En Annick Louis et al. (coords.): Jorge Luis Borges: intervenciones sobre pensamiento y literatura. Madrid: Paidós, 2000.

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colegas más reconocidas de ese momento fue de reconvención: “That’s no way to read Borges”. Desde luego, de acuerdo con la(s) corriente(s) de exégesis predominante(s), la frase podría aplicarse en periodos específicos. No obstante –y con esto iniciaría de verdad la presentación Aizenberg–, “Nunca existe ‘the right way to read Borges’, pero siempre existen (y seguramente existirán) intentos de imposición”. Los comentarios de la especialista se centran en dos de los Borges “vedados” del día de hoy: el de ser un escritor “no nacional” (ajeno a lo argentino, casi antiargentino); y el de su “postulación de la realidad” (o, como lo definió Daniel Balderston hace ya veinte años, “¿fuera de contexto?”). De forma inquietante, al final de su texto Aizenberg señala dos Borges “vedados” que aparentemente se vislumbran en el horizonte: el hebraísta y el comentado por la hermenéutica a favor de una nueva crítica genética. La tercera sección del libro, con los cuatro textos finales, se titula “La herencia Borges”: “Carlos Fuentes, autor de ‘El Aleph’: la recepción crítica y creativa de Borges en los ensayos de Carlos Fuentes”, de Reindert Dhondt; “De la crítica a la ficción: Michel Lafon y Pierre Menard”, de Camilo Begoya; “Figuraciones borgeanas en dos dramaturgias de circulación internacional: Borges de Rodrigo García y La estupidez de Rafael Spregelburd”, de Lucas Rimoldi; y “Epílogo: (re)Visiones de Borges, o ‘El Aleph’ como Greatest Hits”, de Rodrigo Fresán. El ensayo que me resultó más aleccionador fue el de Rimoldi. Desde hace poco más de una década, he procurado mantenerme informado de las principales novedades en torno a la obra del genio sudamericano. Sin embar-

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drían a oponer, en primer lugar, a Maurice Blanchot y a Gérard Genette. Y otros personajes detrás del desternillamiento foucaultiano serían Sartre, Barthes, Robbe-Grillet y Bataille (por no hablar de Sade, Lautréamont y Baudelaire). Así, a partir de la enciclopedia china borgeana, “Foucault retoma las tesis literarias de Blanchot y las lanza contra Genette: a una utopía literaria que había encontrado forma pero aún no nombre, Foucault opone la construcción de una heterotopía”. La segunda sección de Una profunda necesidad en la ficción contemporánea es “Lecturas disidentes”. Son cuatro los ensayos incluidos: “Una misteriosa colaboración: Borges y sus lectores”, de Daniel Balderston; “Otro mapa posible de Orbis Tertius: Borges, Sebald y los viajes de clásicos en traducción”, de Sergio Waisman; “¿Qué tiene un nombre? Borges y la traducción de The Wild Palms”, de Leah Leone; y “El Borges vedado, o ‘That’s No Way to Read Borges’”, de Edna Aizenberg. Sin restar valor a la lucidez y a las aportaciones de los otros estudios, por cuestiones de espacio solo podré detenerme en este último. Aizenberg comienza su exposición recordando una anécdota. En un coloquio durante la década de 1980, presentó una comunicación donde sugería que, para comprender la producción y la recepción de las ficciones borgeanas (las de los años cuarenta, digamos), era fundamental no perder de vista “la dinámica de los eventos mundiales, […] la postura político-cultural de Sur dentro del campo intelectual antinacionalista, […] la naturaleza intertextual de Sur como conjunto de varios géneros […]”. Y aunque estos principios de análisis hoy pueden ser moneda corriente, la respuesta de una de las

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go, no son numerosas las investigaciones sobre la relación de los dramaturgos con la obra o con las ideas de Borges. Rimoldi nos pone al corriente no solo con el comentario de las dos puestas en escena mencionadas en el título, sino de otras que serán una referencia de interés para los especialistas. Creo haber destacado de manera suficiente las diversas cualidades del volumen Una profunda necesidad en la ficción contemporánea: la recepción de Borges en la república mundial de las letras. Hay una más que debe subrayarse de este excelente libro. Si bien las tesis de Pascale Casanova son el punto de partida de los ensayos, no necesariamente son el punto de llegada: es conveniente y digno de destacarse que en varias páginas se cuestione –desde hace tiempo lo ha venido haciendo Ignacio Sánchez Prado, por ejemplo– la idea de París (o de Nueva York, en la actualidad) como capital de una república mundial de las letras.

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Daniel Zavala Medina (Universidad Autónoma de San Luis Potosí)

Diana Moro: Sergio Ramírez, Rubén Darío y la literatura nicaragüense. Raleigh: A Contracorriente 2015. 335 páginas. Existen muy pocas discusiones sobre el legado de Rubén Darío. Su obra integra, desde hace años, el canon poético de la modernidad y es usual que su nombre se destaque en las antologías y manuales modernistas. Este enfoque celebratorio no es el que origina este libro, a pesar de que su publicación coincidió con los múl-

tiples homenajes por el primer centenario del fallecimiento del poeta nicaragüense en 1916. El libro de Diana Moro es disruptivo y profundamente original. A diferencia de la gran cantidad de estudios que analizan la universalidad del clásico, la autora se plantea leer a Darío en el proceso de formación de la literatura nicaragüense. Intenta develar los procedimientos por los cuales un poeta errante, que solo vivió en Nicaragua en su niñez y primera juventud, devino un símbolo cada vez más potente de una literatura nacional. No busca al Darío audaz y cosmopolita, sino a los proyectos culturales que, en la intrincada historia del siglo xx e inicios del xxi, se disputaron su legitimidad consagratoria y convocaron su figura en pos de objetivos tan disímiles como sorprendentes. Identifica cuatro momentos en este periplo singular: la monumentalización que siguió a su muerte; los distanciamientos vanguardistas de los años veinte y treinta; las oscuras estrategias de incorporación al régimen somocista en la década del cuarenta y, años más tarde, su reconfiguración antimperialista en el período revolucionario. En este amplio espectro temporal, ideológico y literario, la autora compulsa los indicios de apropiación del legado dariano y encuentra un punto culminante en el proyecto literario de Sergio Ramírez, uno de los artífices del posicionamiento del modernista como epítome de la literatura nacional. La investigación se articula en tres partes subdivididas en diez capítulos. En la primera, se aborda la construcción histórica de la figura de Rubén Darío en tanto lugar de la memoria. La segunda parte se concentra en la autofiguración de Ramírez en los textos previos a su actua-

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