BREVES APUNTES SOCIO-HISTÓRICOS SOBRE LA VIOLENCIA SEXISTA
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Historia de Canarias y revista Canarii
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20
(Marzo
de
2011)
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BREVES
APUNTES
SOCIO HISTÓRICOS
SOBRE
LA
VIOLENCIA
SEXISTA
Canarii
20
Historia
Social CONOCER
PARA
TRANSFORMAR:
BREVES
APUNTES
SOCIOHISTÓRICOS
SOBRE
LA VIOLENCIA
SEXISTA Por Noemí Parra La
violencia
sexista
es
una
grave
vulneración
de
los
Derechos
Humanos
y,
en
este
sentido,
quiebra
los valores
sobre
los
que
se
sustenta
nuestra
democracia.
Una
reflexión
sociohistórica
sobre
este
tipo
de violencia
en
nuestra
sociedad
nos
lleva
a
preguntarnos
qué
ha
cambiado
y
qué
nos
queda
por
hacer. A
nuestro
entender,
ejercicio
fundamental
para
comprender
que
la
realidad
actual
es
transformable. Como
punto
de
partida,
nos
parece
importante
destacar
que
la
violencia
tiene
un
carácter
cultural: “el
ser
humano
es
agresivo
por
naturaleza
pero
pacífico
o
violento
por
cultura”.
Esta
intervención
de los
condicionamientos
socioculturales
en
la
modulación
de
las
conductas
nos
permite
incidir
en
que igual
que
los
aprendemos,
podemos
deshacernos
también
de
los
lastres
socioculturales
legitimadores de
la
violencia.
De
ahí,
que
para
aprehender
la
violencia
sexista
sea
necesario
desvelar
las
normas, creencias
y
factores
sociales
que
favorecen
los
comportamientos
violentos,
potenciando
asimismo
la capacidad
de
las
personas
para
hacernos
a
nosotras
mismas. Conviene
hacer
memoria
y
atender
a
las
transformaciones
sociales
y
culturales
en
el
tratamiento
y percepción
de
la
violencia
sexista
en
nuestra
sociedad.
Cambios
importantes
en
poco
más
de
tres décadas,
que
quizá
todavía
no
hemos
terminado
de
asimilar,
pero
que
nos
muestran
la
capacidad
de incidencia
que
tenemos
las
personas. Nuestra
tradición
sociocultural
está
impregnada
de
altas
cotas
de
violencia
social
e
interpersonal, herencia
de
las
atrocidades
del
franquismo.
En
ese
contexto,
los
derechos
de
las
mujeres experimentaron
un
inmenso
retroceso.
Las
concepciones
sexistas,
enraizadas
en
siglos
de
historia, fueron
alimentadas
por
las
instituciones
públicas
y
la
legislación
franquista,
e
interiorizadas
por
unos www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista
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Historia de Canarias y revista Canarii
y
otras.
La
subordinación
de
las
mujeres
a
los
hombres
ha
sido
un
factor
legitimador
esencial
de
la violencia
contra
las
mujeres
en
múltiples
planos. La
legislación
del
momento
nos
proporciona
una
valiosa
fuente
de
información
para
comprender
la posición
de
la
mujer,
aunque
no
fuese
para
todas
igual.
Así,
por
ejemplo,
la
mujer
en
el
ámbito legislativo
era
un
objeto
de
derecho.
La
consideración
de
sujeto
la
tenían
el
padre,
marido
u
otro varón
tutor
de
la
mujer.
Se
expresaba
así
la
base
del
discurso
tradicional
de
género:
la
dependencia
y la
falta
de
autonomía
de
las
mujeres
a
quienes
se
les
niega
la
condición
de
sujeto
político,
racional
y autónomo. Esto
facilitó
la
impunidad
y
justificación
de
la
violencia
sexista.
Por
ejemplo,
en
el
ámbito
sexual,
la violación
era
considerada
un
delito
contra
la
honestidad
(del
sujeto
de
derecho:
el
varón
tutor)
y
no será
hasta
el
año
1983
cuando
se
modifique
la
ley
contemplándose
las
agresiones
sexuales
como atentados
contra
la
libertad
de
la
mujer.
En
el
mismo
sentido
el
adulterio
femenino
estuvo
penalizado hasta
el
año
1979. La
violencia
en
el
ámbito
familiar
se
caracterizaba
por
la
impunidad
y
la
privacidad
que
daban
los rígidos
e
impermeables
muros
de
la
institución
familiar
unido
a
la
indisolubilidad
del
vínculo matrimonial
heterosexual,
cuyo
ideal
era
profundamente
patriarcal
y
fue
uno
de
los
elementos principales
de
la
moral
social
del
franquismo. Nos
estamos
refiriendo
a
un
tipo
de
sociedad
con
altos
niveles
de
tolerancia
hacia
la
violencia,
no
sólo hacia
las
mujeres,
también
a
los
hijos,
a
través
del
papel
corrector
ejercido
por
la
autoridad
paterna. A
esto
se
añadía
el
débito
conyugal,
bajo
el
cual
se
justificaba
la
violación
del
cónyuge
a
la
esposa
y que,
bajo
la
misma
ideología,
como
destacamos
antes,
castigaba
a
las
mujeres
adúlteras. Así,
los
asesinatos
a
mujeres
a
manos
de
sus
parejas
eran
denominados
crímenes
pasionales
(con eximente
de
arrebato),
que
llevaban
a
la
revictimización
de
la
mujer
responsabilizándola
socialmente de
su
fatal
destino. Pero
el
sexismo
iba
más
allá.
Los
rígidos
modelos
de
masculinidad
y
feminidad,
reforzados
con
la complementariedad
natural
de
los
sexos
en
el
ámbito
familiar,
provocaba
que
quienes
no
se ajustaban
a
la
norma
heterosexista
fueran
duramente
discriminados.
De
esta
forma,
la homosexualidad
y
el
lesbianismo,
al
igual
que
la
transexualidad,
eran
despreciados
y
considerados como
una
desviación
de
la
norma
natural
o
una
enfermedad.
Además,
como
delincuentes
se
les aplicaba
la
“Ley
de
peligrosidad
y
rehabilitación
social”.
En
Canarias,
más
de
un
centenar
de homosexuales
procedentes
de
todas
las
Islas
estuvieron
internos
desde
1954
hasta
1966
en
la
colonia agrícola
penitenciaria
de
Tefía,
en
Fuerteventura. Apenas
han
transcurrido
35
años
y
se
han
dado
enormes
transformaciones
en
el
terreno
de
las mentalidades,
de
los
derechos
sociales
y
políticos.
El
avance
de
la
igualdad
y
la
libertad
de
las mujeres
y
el
arrinconamiento
del
sexismo,
ha
ido
creciendo
en
paralelo
al
rechazo
social
de
la violencia
de
sexista.
En
referencia
a
esto
último,
el
95,20%
de
las
personas
encuestadas
consideran www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista
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Historia de Canarias y revista Canarii
que
la
violencia
hacia
las
mujeres
es
un
problema
grave
y
no
constituye
un
fenómeno
raro
o
aislado. Ha
sido
fundamental
en
este
proceso
de
cambio
el
impulso
del
movimiento
feminista,
que
va
a plantear
un
nuevo
modelo
de
relaciones
sociales,
entre
mujeres
y
hombres
y
que
“una
vez
pasado
el primer
momento
de
reivindicación
de
los
derechos
democráticos
y
de
aquellos
relacionados
con
la sexualidad
y
la
reproducción
(…),
sin
abandonar
otros
campos,
se
centró
en
la
denuncia
de
la violencia
en
las
relaciones
entre
hombres
y
mujeres,
tanto
en
el
ámbito
doméstico
como
en
la sexualidad”. Además,
en
los
últimos
años,
se
vienen
impulsando
medidas
desde
la
administración
pública
canaria y
estatal,
que
se
han
hecho
eco
de
este
problema
y
también
han
abundado
en
esta
conciencia
social de
rechazo. En
Canarias,
contamos
desde
el
2003
con
la
Ley
de
la
Comunidad
Autónoma
de
Canarias
de Prevención
y
Protección
Integral
de
las
Mujeres
contra
la
Violencia
de
Género,
pero
hemos
tenido que
esperar
a
2009
para
contar
con
un
Protocolo
de
Coordinación
Interinstitucional
para
la Atención
de
las
Víctimas
de
Violencia
de
Género
en
la
Comunidad
Autónoma
de
Canarias,
y
al
2010 para
tener
una
Ley
Canaria
de
Igualdad. Las
investigaciones
sobre
violencia
sexista
en
Canarias
son
escasas
e
insuficientes,
lo
que
complica poder
profundizar
sobre
los
factores
derivados
de
nuestra
realidad
que
pueden
estar
incidiendo
de manera
específica
en
este
problema,
lo
que
dificulta
impulsar
medidas
que
se
ajusten
a
las necesidades
de
Canarias
para
erradicar
la
violencia
sexista. Aún
estamos
esperando
la
puesta
en
funcionamiento
del
Observatorio
sobre
la
Violencia
de
Género anunciado
la
Directora
del
Instituto
Canario
de
Igualdad,
quien
afirmaba
que
se
haría
en
el
2009
y cuya
función
consistiría
en
“recabar
toda
la
información
relativa
a
este
problema
social
que
sufren
las mujeres”. Sin
embargo,
a
pesar
de
las
enormes
transformaciones,
es
mucho
lo
que
queda
por
hacer
como demuestra
la
pervivencia
de
elevados
niveles
de
violencia
sexista,
actualmente
con
una
mayor incidencia
en
el
ámbito
de
la
pareja.
Este
tipo
de
violencia
afecta
a
400.000
mujeres
mayores
de
18 años
en
el
estado
español
y
Canarias
viene
soportando
una
de
las
tasas
más
altas
de
mujeres asesinadas
a
manos
de
sus
parejas
o
exparejas.
Destacamos,
además,
que
no
se
ha
dado
un
corte generacional
al
respecto,
es
decir,
que
entre
la
juventud
también
hay
violencia
sexista. Esto
nos
lleva,
cuando
menos,
a
plantearnos
qué
está
pasando.
El
sexismo,
aún
siendo
un
elemento fundamental,
se
nos
queda
corto
para
explicarlo.
Es
necesario
atender
a
las
especificidades
que
se dan
en
el
núcleo
más
importante
de
la
violencia
sexista
hoy,
la
que
se
da
en
el
ámbito
de
la
pareja.
En este
sentido,
“los
mecanismos
de
apego
y
reconocimiento
propios
del
vínculo,
atravesados
por concepciones
problemáticas
sobre
el
amor
e
insertos
en
unas
relaciones
asimétricas
constituyen potentes
venenos”
favorecedores
de
la
violencia. Además,
son
necesarios
más
recursos
y
mejorar
los
que
tenemos.
Tampoco
ha
desaparecido
del www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista
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14/04/15
Historia de Canarias y revista Canarii
imaginario
social
la
culpabilización
de
las
mujeres
víctimas
de
este
tipo
de
maltrato,
como
reiteran diversas
investigaciones:
el
23%
de
las
personas
encuestadas
afirman
que
las
mujeres
víctimas
de violencia
de
género
aguantan
porque
quieren. Realidades
y
discursos
contrapuestos
conviven
en
la
actualidad.
La
tradición
sexista
que
hemos comentado
dejó
una
huella
muy
profunda,
pero
al
mismo
tiempo
avanzan
el
valor
de
la
igualdad entre
mujeres
y
hombres,
así
como
el
rechazo
social
de
la
violencia
sexista.
Pero
todavía
nos
queda consolidar
esos
valores
sociales
y
derechos
conquistados.
Además,
como
venimos
insistiendo,
es imprescindible
mejorar
el
diagnóstico,
la
investigación
sobre
los
diversos
factores
que
interactúan
en la
violencia
sexista
y
evaluar
los
recursos
que
se
vienen
activando,
para
de
una
vez
por
todas
acabar con
ella.
La
existencia
misma
de
la
violencia
de
género,
además
de
generar
sufrimiento
a
miles
de personas,
socava
las
bases
de
nuestra
convivencia
democrática.
Erradicarla,
por
tanto,
además
de
un imperativo
ético
es
una
necesidad
democrática. Noemí
Parra
es
Antropóloga
y
trabajadora
social.
Coordinadora
del
Programa
Por
los
Buenos Tratos
de
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