BREVES APUNTES SOCIO-HISTÓRICOS SOBRE LA VIOLENCIA SEXISTA

July 24, 2017 | Autor: Noemi Parra Abaúnza | Categoría: Violence Against Women
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14/04/15

Historia de Canarias y revista Canarii

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 de
 2011)
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 BREVES
 APUNTES
 SOCIO­ HISTÓRICOS
SOBRE
LA
VIOLENCIA
SEXISTA

Canarii
20
­
Historia
Social CONOCER
PARA
TRANSFORMAR:

BREVES
APUNTES
SOCIO­HISTÓRICOS
SOBRE
LA VIOLENCIA
SEXISTA Por Noemí Parra La
violencia
sexista
es
una
grave
vulneración
de
los
Derechos
Humanos
y,
en
este
sentido,
quiebra
los valores
sobre
los
que
se
sustenta
nuestra
democracia.
Una
reflexión
socio­histórica
sobre
este
tipo
de violencia
en
nuestra
sociedad
nos
lleva
a
preguntarnos
qué
ha
cambiado
y
qué
nos
queda
por
hacer. A
nuestro
entender,
ejercicio
fundamental
para
comprender
que
la
realidad
actual
es
transformable. Como
 punto
 de
 partida,
 nos
 parece
 importante
 destacar
 que
 la
 violencia
 tiene
 un
 carácter
 cultural: “el
ser
humano
es
agresivo
por
naturaleza
pero
pacífico
o
violento
por
cultura”.
Esta
intervención
de los
condicionamientos
socioculturales
en
la
modulación
de
las
conductas
nos
permite
incidir
en
que igual
que
los
aprendemos,
podemos
deshacernos
también
de
los
lastres
socio­culturales
legitimadores de
 la
 violencia.
 De
 ahí,
 que
 para
 aprehender
 la
 violencia
 sexista
 sea
 necesario
 desvelar
 las
 normas, creencias
 y
 factores
 sociales
 que
 favorecen
 los
 comportamientos
 violentos,
 potenciando
 asimismo
 la capacidad
de
las
personas
para
hacernos
a
nosotras
mismas. Conviene
 hacer
 memoria
 y
 atender
 a
 las
 transformaciones
 sociales
 y
 culturales
 en
 el
 tratamiento
 y percepción
 de
 la
 violencia
 sexista
 en
 nuestra
 sociedad.
 Cambios
 importantes
 en
 poco
 más
 de
 tres décadas,
que
quizá
todavía
no
hemos
terminado
de
asimilar,
pero
que
nos
muestran
la
capacidad
de incidencia
que
tenemos
las
personas. Nuestra
 tradición
 socio­cultural
 está
 impregnada
 de
 altas
 cotas
 de
 violencia
 social
 e
 interpersonal, herencia
 de
 las
 atrocidades
 del
 franquismo.
 En
 ese
 contexto,
 los
 derechos
 de
 las
 mujeres experimentaron
 un
 inmenso
 retroceso.
 Las
 concepciones
 sexistas,
 enraizadas
 en
 siglos
 de
 historia, fueron
alimentadas
por
las
instituciones
públicas
y
la
legislación
franquista,
e
interiorizadas
por
unos www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista

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Historia de Canarias y revista Canarii

y
otras.
La
 subordinación
 de
 las
 mujeres
 a
 los
 hombres
 ha
 sido
 un
 factor
 legitimador
 esencial
 de
 la violencia
contra
las
mujeres
en
múltiples
planos. La
legislación
del
momento
nos
proporciona
una
valiosa
fuente
de
información
para
comprender
la posición
 de
 la
 mujer,
 aunque
 no
 fuese
 para
 todas
 igual.
 Así,
 por
 ejemplo,
 la
 mujer
 en
 el
 ámbito legislativo
 era
 un
 objeto
 de
 derecho.
 La
 consideración
 de
 sujeto
 la
 tenían
 el
 padre,
 marido
 u
 otro varón
tutor
de
la
mujer.
Se
expresaba
así
la
base
del
discurso
tradicional
de
género:
la
dependencia
y la
falta
de
autonomía
de
las
mujeres
a
quienes
se
les
niega
la
condición
de
sujeto
político,
racional
y autónomo. Esto
facilitó
la
impunidad
y
justificación
de
la
violencia
sexista.
Por
ejemplo,
en
el
ámbito
sexual,
la violación
era
considerada
un
delito
contra
la
honestidad
(del
sujeto
de
derecho:
el
varón
tutor)
y
no será
 hasta
 el
 año
 1983
 cuando
 se
 modifique
 la
 ley
 contemplándose
 las
 agresiones
 sexuales
 como atentados
contra
la
libertad
de
la
mujer.
En
el
mismo
sentido
el
adulterio
femenino
estuvo
penalizado hasta
el
año
1979. La
 violencia
 en
 el
 ámbito
 familiar
 se
 caracterizaba
 por
 la
 impunidad
 y
 la
 privacidad
 que
 daban
 los rígidos
 e
 impermeables
 muros
 de
 la
 institución
 familiar
 unido
 a
 la
 indisolubilidad
 del
 vínculo matrimonial
 heterosexual,
 cuyo
 ideal
 era
 profundamente
 patriarcal
 y
 fue
 uno
 de
 los
 elementos principales
de
la
moral
social
del
franquismo. Nos
estamos
refiriendo
a
un
tipo
de
sociedad
con
altos
niveles
de
tolerancia
hacia
la
violencia,
no
sólo hacia
las
mujeres,
también
a
los
hijos,
a
través
del
papel
corrector
ejercido
por
la
autoridad
paterna. A
esto
se
añadía
el
débito
conyugal,
bajo
el
cual
se
justificaba
la
violación
del
cónyuge
a
la
esposa
y que,
bajo
la
misma
ideología,
como
destacamos
antes,
castigaba
a
las
mujeres
adúlteras. Así,
 los
 asesinatos
 a
 mujeres
 a
 manos
 de
 sus
 parejas
 eran
 denominados
 crímenes
 pasionales
 (con eximente
de
arrebato),
que
llevaban
a
la
revictimización
de
la
mujer
responsabilizándola
socialmente de
su
fatal
destino. Pero
 el
 sexismo
 iba
 más
 allá.
 Los
 rígidos
 modelos
 de
 masculinidad
 y
 feminidad,
 reforzados
 con
 la complementariedad
 natural
 de
 los
 sexos
 en
 el
 ámbito
 familiar,
 provocaba
 que
 quienes
 no
 se ajustaban
 a
 la
 norma
 heterosexista
 fueran
 duramente
 discriminados.
 De
 esta
 forma,
 la homosexualidad
 y
 el
 lesbianismo,
 al
 igual
 que
 la
 transexualidad,
 eran
 despreciados
 y
 considerados como
 una
 desviación
 de
 la
 norma
 natural
 o
 una
 enfermedad.
 Además,
 como
 delincuentes
 se
 les aplicaba
 la
 “Ley
 de
 peligrosidad
 y
 rehabilitación
 social”.
 En
 Canarias,
 más
 de
 un
 centenar
 de homosexuales
procedentes
de
todas
las
Islas
estuvieron
internos
desde
1954
hasta
1966
en
la
colonia agrícola
penitenciaria
de
Tefía,
en
Fuerteventura. Apenas
 han
 transcurrido
 35
 años
 y
 se
 han
 dado
 enormes
 transformaciones
 en
 el
 terreno
 de
 las mentalidades,
 de
 los
 derechos
 sociales
 y
 políticos.
 El
 avance
 de
 la
 igualdad
 y
 la
 libertad
 de
 las mujeres
 y
 el
 arrinconamiento
 del
 sexismo,
 ha
 ido
 creciendo
 en
 paralelo
 al
 rechazo
 social
 de
 la violencia
 de
 sexista.
 En
 referencia
 a
 esto
 último,
 el
 95,20%
 de
 las
 personas
 encuestadas
 consideran www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista

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Historia de Canarias y revista Canarii

que
la
violencia
hacia
las
mujeres
es
un
problema
grave
y
no
constituye
un
fenómeno
raro
o
aislado. Ha
 sido
 fundamental
 en
 este
 proceso
 de
 cambio
 el
 impulso
 del
 movimiento
 feminista,
 que
 va
 a plantear
un
nuevo
modelo
de
relaciones
sociales,
entre
mujeres
y
hombres
y
que
“una
vez
pasado
el primer
 momento
 de
 reivindicación
 de
 los
 derechos
 democráticos
 y
 de
 aquellos
 relacionados
 con
 la sexualidad
 y
 la
 reproducción
 (…),
 sin
 abandonar
 otros
 campos,
 se
 centró
 en
 la
 denuncia
 de
 la violencia
 en
 las
 relaciones
 entre
 hombres
 y
 mujeres,
 tanto
 en
 el
 ámbito
 doméstico
 como
 en
 la sexualidad”. Además,
en
los
últimos
años,
se
vienen
impulsando
medidas
desde
la
administración
pública
canaria y
estatal,
que
se
han
hecho
eco
de
este
problema
y
también
han
abundado
en
esta
conciencia
social de
rechazo. En
 Canarias,
 contamos
 desde
 el
 2003
 con
 la
 Ley
 de
 la
 Comunidad
 Autónoma
 de
 Canarias
 de Prevención
 y
 Protección
 Integral
 de
 las
 Mujeres
 contra
 la
 Violencia
 de
 Género,
 pero
 hemos
 tenido que
 esperar
 a
 2009
 para
 contar
 con
 un
 Protocolo
 de
 Coordinación
 Interinstitucional
 para
 la Atención
de
las
Víctimas
de
Violencia
de
Género
en
la
Comunidad
Autónoma
de
Canarias,
y
al
2010 para
tener
una
Ley
Canaria
de
Igualdad. Las
 investigaciones
 sobre
 violencia
 sexista
 en
 Canarias
 son
 escasas
 e
 insuficientes,
 lo
 que
 complica poder
 profundizar
 sobre
 los
 factores
 derivados
 de
 nuestra
 realidad
 que
 pueden
 estar
 incidiendo
 de manera
 específica
 en
 este
 problema,
 lo
 que
 dificulta
 impulsar
 medidas
 que
 se
 ajusten
 a
 las necesidades
de
Canarias
para
erradicar
la
violencia
sexista. Aún
 estamos
 esperando
 la
 puesta
 en
 funcionamiento
 del
 Observatorio
 sobre
 la
 Violencia
 de
 Género anunciado
la
Directora
del
Instituto
Canario
de
Igualdad,
quien
afirmaba
que
se
haría
en
el
2009
y cuya
función
consistiría
en
“recabar
toda
la
información
relativa
a
este
problema
social
que
sufren
las mujeres”. Sin
 embargo,
 a
 pesar
 de
 las
 enormes
 transformaciones,
 es
 mucho
 lo
 que
 queda
 por
 hacer
 como demuestra
 la
 pervivencia
 de
 elevados
 niveles
 de
 violencia
 sexista,
 actualmente
 con
 una
 mayor incidencia
en
el
ámbito
de
la
pareja.
Este
tipo
de
violencia
afecta
a
400.000
mujeres
mayores
de
18 años
 en
 el
 estado
 español
 y
 Canarias
 viene
 soportando
 una
 de
 las
 tasas
 más
 altas
 de
 mujeres asesinadas
 a
 manos
 de
 sus
 parejas
 o
 exparejas.
 Destacamos,
 además,
 que
 no
 se
 ha
 dado
 un
 corte generacional
al
respecto,
es
decir,
que
entre
la
juventud
también
hay
violencia
sexista. Esto
nos
lleva,
cuando
menos,
a
plantearnos
qué
está
pasando.
El
sexismo,
aún
siendo
un
elemento fundamental,
 se
 nos
 queda
 corto
 para
 explicarlo.
 Es
 necesario
 atender
 a
 las
 especificidades
 que
 se dan
en
el
núcleo
más
importante
de
la
violencia
sexista
hoy,
la
que
se
da
en
el
ámbito
de
la
pareja.
En este
 sentido,
 “los
 mecanismos
 de
 apego
 y
 reconocimiento
 propios
 del
 vínculo,
 atravesados
 por concepciones
 problemáticas
 sobre
 el
 amor
 e
 insertos
 en
 unas
 relaciones
 asimétricas
 constituyen potentes
venenos”
favorecedores
de
la
violencia. Además,
 son
 necesarios
 más
 recursos
 y
 mejorar
 los
 que
 tenemos.
 Tampoco
 ha
 desaparecido
 del www.revistacanarii.com/canarii/20/breves-apuntes-socio-historicos-sobre-la-violencia-sexista

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Historia de Canarias y revista Canarii

imaginario
 social
 la
 culpabilización
 de
 las
 mujeres
 víctimas
 de
 este
 tipo
 de
 maltrato,
 como
 reiteran diversas
 investigaciones:
 el
 23%
 de
 las
 personas
 encuestadas
 afirman
 que
 las
 mujeres
 víctimas
 de violencia
de
género
aguantan
porque
quieren. Realidades
 y
 discursos
 contrapuestos
 conviven
 en
 la
 actualidad.
 La
 tradición
 sexista
 que
 hemos comentado
 dejó
 una
 huella
 muy
 profunda,
 pero
 al
 mismo
 tiempo
 avanzan
 el
 valor
 de
 la
 igualdad entre
 mujeres
 y
 hombres,
 así
 como
 el
 rechazo
 social
 de
 la
 violencia
 sexista.
 Pero
 todavía
 nos
 queda consolidar
 esos
 valores
 sociales
 y
 derechos
 conquistados.
 Además,
 como
 venimos
 insistiendo,
 es imprescindible
mejorar
el
diagnóstico,
la
investigación
sobre
los
diversos
factores
que
interactúan
en la
violencia
sexista
y
evaluar
los
recursos
que
se
vienen
activando,
para
de
una
vez
por
todas
acabar con
 ella.
 La
 existencia
 misma
 de
 la
 violencia
 de
 género,
 además
 de
 generar
 sufrimiento
 a
 miles
 de personas,
socava
las
bases
de
nuestra
convivencia
democrática.
Erradicarla,
por
tanto,
además
de
un imperativo
ético
es
una
necesidad
democrática. Noemí
 Parra
 es
 Antropóloga
 y
 trabajadora
 social.
 Coordinadora
 del
 Programa
 Por
 los
 Buenos Tratos
de
acciónenred­Canarias.

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