Breve síntesis de la historia del Partido Liberal

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BREVE INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DEL PARTIDO LIBERAL (*) EL LIBERALISMO EN EL MUNDO El Liberalismo en el mundo surgió de la lucha contra el absolutismo, inspirando en parte en la organización de un Estado de Derecho con poderes limitados —que idealmente tendría que reducir las funciones del gobierno a seguridad, justicia y obras públicas— y sometido a una constitución, lo que permitió el surgimiento de la democracia liberal durante el siglo XVIII, todavía vigente hoy en muchas naciones actuales, especialmente en las de Occidente. El Liberalismo también es una corriente filosófica que en su dimensión política promueve las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de Derecho como la Democracia Participativa. El Liberalismo Político moderno adopta el sistema republicano de división de poderes de Montesquieu1. El sistema liberal aboga por el desarrollo de los derechos individuales y el progreso de la sociedad. Al mismo tiempo, el establecimiento de un Estado de Derecho donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de un mismo marco legal que resguarde la libertad y el bienestar de las personas. El padre del liberalismo político es el filósofo inglés John Locke (1632-1704), ideólogo de la Revolución Liberal de 1688. Después de un siglo de guerras civiles entre liberales y conservadores, esta revolución llevó por primera vez al poder a los liberales. Los conservadores, partidarios de la monarquía absolutista, fueron derrotados. Los liberales, partidarios de una monarquía constitucional, triunfaron. Así se estableció en Inglaterra el primer gobierno democrático del mundo moderno, que hasta hoy perdura, después de haberse impuesto con líderes como Winston Churchill (1874-1965) a todas las formas totalitarias que conoció Europa2. El principio axiológico principal en el Liberalismo es la LIBERTAD, razón por la cual en el campo político esa libertad se traduce en la pluralidad de opiniones, que puede ser ilustrada a través de una de las máximas inmortales de Voltaire que dice: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Es por este motivo que los partidos liberales en todo el mundo pueden varíar en tendencia ideológica de un país a otro y aún dentro mismo del Partido Liberal de un país.

El sistema jurídico distribuye el poder del Estado en tres órganos: el Legislativo, representante de la voluntad general del pueblo que expresa a través de las leyes; el Ejecutivo, encargado de dar cumplimiento a dicha voluntad, y el Judicial, que juzga los delitos y las diferencias entre particulares. 1

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“Fundamentos del liberalismo paraguayo” de Juan Manuel Marcos

La palabra "ideología" fue inventada en 1796 por el filósofo francés Destutt de Tracy con la intención de servir de nombre a una "ciencia de las ideas", que nunca se desarrolló. Actualmente se usa la palabra IDEOLOGÍA para designar un conjunto sistemático de ideas sobre el Estado, la persona humana, la economía y el mundo en general desde el punto de vista de un determinado grupo social o político3. Si bien el Liberalismo Filosófico sirvió de fundamento al Liberalismo Económico y al Político, la congruencia del Liberalismo Económico con el Liberalismo Político no es ni debe ser necesariamente equiparada, puesto que mientras en la primera se defiende la libertad económica pura, en la segunda se defiende principalmente la libertad política pura, que es algo totalmente distinto. La misma “Escala de Nolan” creada por el político estadounidense David Nolan en 1969 para producir la famosa división entre derecha e izquierda, utiliza como vectores en sentidos opuestos a la libertad económica y a la libertad personal. Los críticos de distintos sectores con frecuencia atacan a la política liberal con epítetos como “capitalistas”, “usureros” o “neoliberales”, confundiendo totalmente los conceptos. FUNDACIÓN DEL PARTIDO LIBERAL PARAGUAYO El Partido Liberal en el Paraguay, fundado el 10 de julio de 1887 con el nombre original de Centro Democrático se creó a partir de personas trabajadoras e intelectuales que no comulgaban con el régimen imperante durante casi dos décadas por parte de los vencedores de la Guerra de la Triple Alianza que habían impuesto y depuesto a cuantos gobernantes les eran leales a sus fines, mayormente por los “Legionarios”4 y otros oportunistas que se habían hecho con el poder bajo la sombra ignominiosa de la ocupación militar aliada. Los escandalosos negociados con los primeros empréstitos del extranjero, concesión de licencias, venta de tierras públicas a precios irrisorios a extranjeros e iniquidades de todo tipo eran denunciadas desde la campaña, donde persistían el hambre, la ignorancia y la miseria. Los gobernantes de turno habían rifado e hipotecado el país, comprometiendo gravemente su desarrollo, dejando en manos de grandes multinacionales las mayores y mejores extensiones de tierra de la Región Oriental, desposeyendo a los campesinos de sus tierras, obligándolos a servir de peones y trabajadores en yerbales u obrajes en sistemas de semiesclavitud, o desplazándolos hacia centros más habitados donde se practicaban la mendicidad. En en el mes de Febrero de 1887, en Villarrica se convocó a elecciones de senadores y diputados. El 7° distrito electoral -Villarrica- tenía que proclamar sus candidatos. Los hombres libres que repudiaban los métodos políticos arbitrarios y violentos, se agruparon en la tarde del 19 de Diciembre de 1886, en un Club Político, bajo la denominación de Club Popular, cuya presidencia ejerció el señor 3

“Fundamentos del liberalismo paraguayo” de Juan Manuel Marcos

Recibían este adjetivo, en forma específica y bajo rigor histórico, aquellos paraguayos que en torno a la “Asociación Paraguaya” de Buenos Aires habían formado la “Legión Paraguaya”, una unidad militar conformada por paraguayos bajo las órdenes del Ejército Argentino comandado por el Gral. Bartolomé Mitre para luchar contra “el gobierno de López” 4

Marcelino Rodas, héroe y demócrata, condecorado con la Cruz de “Corrales” y las medallas de “Acayuaza” y “Tuyutí”, y la Vicepresidencia, el señor Bernardino Bordón, uno de los más apasionados luchadores civiles. El referido Club Popular proclamó la candidatura de Don Esteban Gorostiaga, para Senador y Don Antonio Taboada para Diputado. Por su parte, el General Bernardino Caballero y Don Claudio Gorostiaga lo fueron de los gubernamentales. Don Antonio Taboada aceptó el cargo a condición de que su dieta fuera empleada en beneficio de la instrucción primaria de su pueblo5. El Juez de Paz encargado de abrir los actos comiciales no se presentó a la mesa mientras el oficialismo preparaba su acostumbrada maquinaria electoral. Sin embargo, a partir de las 7 de la mañana, en un costado de la Iglesia, formaron en apretadas filas centenares de ciudadanos que llevaban como distintivo un pañuelo azul en el cuello (que se convertiría en la enseña y color del Partido), liderados por Marcelino Rodas y escoltado por una juventud que alentaba ansias de renovación, de libertad, y que se decidía a desafiar a los mandones en romántico gesto. Bien sabían los futuros liberales que la lucha sería desigual. Pero el Gobierno, buscando perpetuarse en el poder ya había montado la máquina del fraude y la persecución. La noche antes, las casas próximas al lugar del comicio fueron convertidas en cantones por las bandas armadas de Gómez Sánchez, que había llegado exprofeso de Asunción. El día de la elección, Villarrica presentaba más el aspecto de una ciudad lista para una batalla que para las definiciones incruentas de una lucha electoral. Las fuerzas gubernamentales fueron distribuidas estratégicamente, de tal modo que dominaban desde los cantones los locales en que funcionarían las mesas receptoras de votos. A pesar de todo, Don Esteban Gorostiaga y sus amigos se presentaron a cumplir con su deber y a defender sus ideales. Los oficialistas adoptaron como distintivo cintas coloradas y los futuros liberales las referidas cintas azules. A medida que el acto comicial se desarrollaba, los oficialistas presentían, con creciente certeza, la derrota. Y para evitar el triunfo inminente de los futuros liberales, las fuerzas policiales hicieron fuego sobre ellos, con el pretexto de una provocación, y les obligaron a dispersarse. En esa ocasión cayeron las primeras víctimas del futuro Partido Liberal. Y sobre sus cadáveres fueron ungidos como senador el General Bernardino Carballero y como Diputado el Sr. Claudio Gorostiaga (futuros colorados). El candidato opositor Don Esteban Gorostiaga y sus compañeros Marcelino Rodas, Bernardino Bordón, José A. Laterza, Francisco Medina, Patricio Echauri, Antonio y Evaristo Fernández, Rómulo Decamilli, Marcelino Arias y otros, fueron apresados y remitidos a la Capital, haciendo el camino a pie hasta Paraguarí, y de allí en ferrocarril hasta Asunción. Los presos políticos guaireños fueron objeto de toda clase de demostraciones de simpatía en todo el trayecto. Luque detuvo el tren para llenar de flores el coche donde viajaban los presos. Una gran manifestación popular organizada por las damas de todos los núcleos ciudadanos esperó en la estación ferroviaria la llegada de los presos, a quienes “Reseña histórica y doctrina del Partido Liberal Paraguayo (hoy Partido Liberal Radical Auténtico)” de Gustavo Adolfo Schaerer del Puerto 5

recibió con una lluvia de flores. Este acontecimiento selló la decisión de constituir un partido político cuya misión fuera encauzar la corriente opositora que surgía en toda la República. El 26 de Junio de 1887, se reunió un grupo de ciudadanos en la casa N° 50 de la calle Villarrica, de la Capital (actualmente calle Presidente Manuel Franco), y acordó fundar un centro político “con el objeto de propagar, por todos los medios, los derechos que asisten a los hombres, defender lo que nuestras leyes nos acuerdan y luchar en la medida de nuestras fuerzas por el triunfo de todas las causas justas del pueblo”. Para el efecto se resolvió celebrar una Asamblea General el día 2 de Julio, siendo los invitantes los señores Antonio Taboada, Juan Ascencio Aponte, Bernardo Dávalos, Favio Queirolo y José Ayala. El 2 de julio de 1887 se echaron las bases del Partido Liberal. Fueron sus principales precursores José Zacarías Caminos, Fabio Queirolo, José de la Cruz Ayala (Alón), Juan Bernardo Dávalos, Víctor M. Soler, Antonio Taboada y Juan Ascencio Aponte. En la casa de Juan Bernardo Dávalos, se reunieron aquel día algunos ciudadanos que acordaron fundar un núcleo político con la denominación de "Centro Democrático". El acta definitiva de la fundación fue signada el 10 de julio del mismo año. Formaban parte de esta entidad "gente recia y selecta, que iba a lanzarse con verdadero espíritu de sacrificio a una lucha desigual, y cuyos hombres harían vibrar el ambiente patrio por muchos años, excepción hecha de José de la Cruz Ayala, que moriría prematuramente y en el destierro, como primera víctima propiciatoria de nuestra democracia6". He aquí el acta de fundación, redactada por José Zacarías Caminos: "En la ciudad de la Asunción, a los diez días de julio de 1887, por cuanto el pueblo paraguayo, en su constitución política ha acordado a los ciudadanos entre otros derechos como el de la libertad de prensa y el de la palabra, el de la reunión y declarado asimismo inviolable la ley electoral, a fin de que por estos medios, que se consideran los más eficaces, pueda establecerse ara los actos de los gobiernos, no solamente una barrera a sus avances posibles, sino también un medio de ilustrar a los mismos en el examen y resolución de las cuestiones de su competencia que afecten los intereses de la comunidad e intervenir espontánea y libremente en la formación de los poderes del Estado que deban encargarse de los destinos de la República. Y considerando que en el derecho de la reunión está comprendido el de la formación de asociaciones políticas para hacer más eficaz el uso de esos mismos derechos, por cuanto la unidad de acción lleva consigo mayor cooperación de inteligencia en los exámenes de los negocios del Estado e imprime mayor autoridad moral en el ánimo de los gobernantes, encaminándolos de este modo por el sendero que les señala la verdadera voluntad del pueblo. Y teniendo presente la necesidad sentida de un tiempo a esta parte, de una, agrupación semejante nos, los abajo firmados, nos hemos reunido espontáneamente y constituido por resolución unánime en una sociedad política que denominamos "Centro Democrático", para hacer uso de los derechos que nos acuerda la Constitución Nacional y las leyes de la República en la forma que se determinará en los Estatutos respectivos. Cirilo Solalinde, I. Benegas, José Ayala, F. Soteras, Octaviano 6

“La fundación de los partidos políticos tradicionales” de Carlos R. Centurión

Rivarola, Pedro J. Alarcón, Florencio Quintana, Juan Filisbert, P. P. Domecq, F. Ramírez, S. Ibarra Legal, Manuel Paradeda, Evaristo Torres, Pedro V. Gill, Rosendo Fernández, Eduardo D. Doria, Emilio Cabañas, José Franco, Cornelio Escobar, Mariano Riquelme, Simeón Irigoitia, Pedro Antonio López, Victoriano Palacios, Guillermo González, M. Fleitas, Rafael A. García, J. C. Mendoza, A. S. Echanique, Adolfo R. Soler, Liborio Palacios, L. Rivarola, G. Viveros, José M. Fretes, Avelino Garcete, Patricio Gadea, F. Torrens, M. Ávila, Diego Téllez, Teófilo Manzano, José F. Fernández, F. Bogado, Z. González, Pedro P. Caballero, D. Candia, Cecilio Báez, Miguel G. Ortiz, Juan B. Dávalos, Luis Caminos, Genaro Pérez, P. Bobadilla, M. Rodas, Juan I. Vargas, E. Giménez, Sinforiano Cano, José Z. Caminos, F. Queirolo, J. G. Gómez, Venancio León, Vicente F. Espínola, A. Zayas, Liberato M. Rojas, J. Mena, A. Fernández, A. Gaona, A. Taboada, F. Fernández, Evaristo Román, Ignacio Ibarra, José Z. Ibarrola, Víctor M. Soler, Juan A. Jara, Pastor Idoyaga, J. M. Collar, José J. Goiburú, E. Núñez, J. Martínez, Tomás Armoa, Jesús María Carrillo, P. Ríos, José Astigarraga, H. Gayoso, Salvador Fernández, Faustino Díaz, Juan A. Aponte, Juan J. Alvarenga, Juan de la Cruz Ayala, R. Decamilli, Manuel I. Frutos, Silvano Castelví, E. Fernández, José M. Ortellado, Jaime Téllez, Fernando Franco, Apolinario Ortiz, José Vera, Lucas Amarilla, Onofre Romero, Elías Maldonado, José M. Delvalle, Serapio Méndez, F. E. Mena, Antonio Peralta, Donato Ugarte, Victoriano López, Juan B. Villalba, M. Urdapilleta, Anselmo Mareco, José C. Ríos, Pedro R. Ortiz, Juan Martínez, Lorenzo Palacios, Enrique Regis, Lino Bogado, Juan A. Duarte, Manuel Sosa, Ignacio Astigarraga, Francisco Sosa, José María Meza, Félix Rodríguez, José Domingo Gayoso, José Valiente, Valentín Gómez, Sebastián Báez, Miguel Castro, Lino Vergara, Manuel Velázquez, Antonio González, C. Talavera, Marcos Riera, Juan B. Ayala, Constantino Arrúa, Doroteo Trujillo, J. A. Alfaro, Benjamín Moliné”. Se fundaba así el partido político más antiguo del Paraguay, con el objetivo claro de levantar al país desde sus escombros. No cabe duda de que otro elemento de singular importancia en la formación política del Partido Liberal, principalmente durante su período de formación y consolidación hasta llegar al poder en 1904 lo constituiría la reconocida intelectualidad de sus principales referentes. En efecto, una gran parte de los intelectuales y pensadores paraguayos de la llamada “Generación del 900” trabajaron en el seno del Partido Liberal y tuvieron destacado protagonismo en el devenir nacional por décadas. LA LLEGADA AL PODER EN 1904 La Revolución de 1904 que derivó en el “Pacto del Pilcomayo” no fue sino el punto culminante de un movimiento, principalmente cultural y generacional que se inició con la creación misma del Centro Democrático y el fallido golpe del 18 de octubre de 1891, donde caería muerto el líder militar de aquella gesta, Mayor Eduardo Vera, héroe de la Guerra de la Triple Alianza y principal colaborador del General José Eduvigis Díaz. El malestar expresado por los distintos sectores de la sociedad que impulsaban el cambio y reclamaban, desde la libertad de expresión y prensa hasta la entrega del territorio paraguayo del Chaco.

En las filas del Partido Liberal surgieron, en la prensa, además de Ignacio Ibarra, otros valores intelectuales como el ya conocido José de la Cruz Ayala (Alón), Juan Manuel Sosa Escalada y Alejandro Audibert. El Dr. Audibert, respetado jurista compatriota oriundo de Acahay, se había doctorado en Buenos Aires y desempeñaba funciones en la fiscalía en lo criminal, cargo en que actuó hasta 1884, y que renunció para cumplir el de miembro adjunto del Superior Tribunal de Justicia. En 1887, ocupó la presidencia de ese alto poder del Estado. Durante su permanencia en esa función emprendió una campaña moralizadora, sosteniendo con verdadera independencia y firmeza de carácter, los fueros judiciales contra los avances de la Cámara de Diputados que pretendía abrogarse funciones jurisdiccionales en lo criminal ordenando arrestos a directores de medios de prensa. Siendo Magistrado, profirió una valiente frase que se inmortalizaría en defensa de la autonomía del Poder Judicial: "La Cámara de Diputados puede producir las acusaciones que estime oportunas y el Poder Ejecutivo puede dirigir sus cañones contra el despacho del Poder Judicial; por mi parte, iré a pronunciar el fallo que me dicta la conciencia". Ya en su faz política, actuó principalmente en la oposición, y era su fuerte el periodismo. Redactaría en “El Independiente” y desde este diario combatiría vigorosamente la candidatura presidencial oficialista de Juan G. González. También atacó duramente los proyectos de tratados de límites con Bolivia – desde dicho diario y “La Opinión” – el de 1879 y el de 1887, y, más tarde, desde “La Democracia” y “El Pueblo”, el de 1894, hasta llevarlos al fracaso total7. El inicio del siglo XX encontraba al Partido Colorado fracturado en diversas facciones, muchas de ellas consecuencia de las constantes luchas de poder que tuvieron como protagonistas principales a antiguos “Legionarios” y a otros jefes militares excombatientes de la Guerra de la Triple Alianza. Los principales caudillos del último período, ya con los partidos políticos formados fueron los legionarios José Segundo Decoud y Juan Bautista Egusquiza; y los veteranos Bernardino Caballero y Patricio Escobar, sin embargo, las alianzas y rupturas no seguían ninguna lógica histórica o ideológica sino simplemente las conveniencias particulares de los intereses en juego de cada uno y la coyuntura del momento. Mientras en el Brasil había sido derrocada la Monarquía imponiéndose un sistema Republicano, y tanto la Argentina como el Uruguay daban pasos agigantados en su vida política, traducidos en los cientos de miles de inmigrantes llegados de Europa que iban transformando la fisonomía de las ciudades y ayudaban a colonizar y producir el vasto interior; el sistema político paraguayo seguía respondiendo al caudillismo de principios del siglo XIX, que se evidenciaba en los constantes golpes de Estado, magnicidios, corrupción y pobreza generalizada en la capital y la campaña, con campesinos despojados de sus tierras y los gobernantes disfrutando de las mieles del poder.

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“La fundación de los partidos políticos tradicionales” de Carlos R. Centurión

Antes de estallar la revuelta, el doctor Cecilio Báez comenzó una campaña periodística publicando una serie de artículos polémicos en “El Cívico”. La venta de las tierras públicas, autorizadas por las leyes de 1883 y 1885 durante el gobierno de Bernardino Caballero, tuvo consecuencias sociales negativas. Una de las grandes beneficiarias fue “La Industrial Paraguaya, empresa de donde el mismo Caballero figuraba como directivo. Los liberales criticaban a los colorados por la venta de las tierras públicas; por el arreglo con los tenedores de bonos ingleses; por los tratados de límites con Bolivia sobre el Chaco; por la creciente inflación y el estancamiento económico. Intelectuales de la “Generación del 900”, no sólo liberales sino también colorados y de otras ideologías se unirían en la Revolución de 1904 que buscaba cambiar el viejo sistema del caudillaje por una política moderna que lograse concretar las nuevas ideas en pro de una verdadera regeneración de la Patria. Los viejos generales perdieron control del Partido Colorado, un hecho claramente demostrado durante el año tumultuoso de 1902, cuando el oscuro coronel Juan Antonio Escurra ganó el control del golpe que derrocó al presidente Emilio Aceval, quien apoyaba la cooperación con los liberales. Así el escenario quedó listo para la revuelta de 1904. Escurra tenía pocas calificaciones para la presidencia, que ganó en la elección de 1902. Nacido el 6 de mayo de 1869 en Caraguatay, pudo haber recibido alguna educación elemental antes de enrolarse en el ejército el 16 de junio de 1879. Soldado competente y obediente, ascendió rápidamente en el escalafón hasta llegar a coronel y comandante de caballería. El Ministro brasileño en Asunción, Itiberé da Cunha lo describía así: “El coronel Escurra [...] es realmente una nulidad política, no siendo más que un hombre de los cuarteles, lo cual en este país significa una persona sin conocimientos ni preparación, pues la carrera militar todavía se considera despreciable en el Paraguay y, para organizar el ejército, el Gobierno está obligado a incorporar a sus filas a cualquiera que pueda tomar. A pesar de su supina ignorancia, pues su conocimiento del español no va más allá de lo estrictamente necesario para atender necesidades básicas, el coronel Escurra mostró prudencia y carácter considerables en los tres años y medio en que administró el Ministerio de Guerra, donde más de una vez prestó valiosos servicios a esta legación, hacia la cual siempre ha mostrado consideración8”. Escurra se ganó el apoyo brasilero oponiéndose al aumento del impuesto a la yerba y apoyando la libertad de emigración para quienes quisieran ir al territorio brasilero para trabajar en los yerbales, en las estancias y otras empresas. Escurra, aunque un mero candidato de compromiso puesto por Caballero y Escobar, probablemente seguiría favoreciendo al Brasil. Los conocedores de la política paraguaya sabían que los viejos generales no podían seguir dominando el Gobierno y que Escurra no podía reemplazarlos. Para aprovechar la ocasión, los liberales debían unirse, y por eso los cívicos dirigidos por (Benigno) Ferreira y su secretario

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Citado en “Paraguay: Revoluciones y finanzas” de Harris Gaylord Warren

Adolfo R. Soler comenzaron un gradual acercamiento a los radicales dirigidos por los doctores Cecilio Báez y Emiliano González Navero9. “La revolución civilizadora" -como la llamaron algunos periodistas-, triunfaría por muchos motivos, entre ellos la popularidad de la revuelta, la adhesión de la clase mercantil de Asunción, la caída de Encarnación, la brusca negativa del Brasil de suministrarle ayuda a Escurra, y el éxito de Gaona al convencer finalmente a los colorados de que no podían triunfar. Escurra comenzó las negociaciones directas con los rebeldes enviando a Villeta a Rufino Mazó, presidente de la Cámara de Diputados, para invitar a Ferreira a una conferencia. Dos pequeñas flotillas partieron para el Pilcomayo en la mañana del domingo 12 de diciembre. Desde Asunción, el monitor argentino Las condiciones de la rendición ya habían sido suficientemente discutidas en reuniones anteriores, y sólo se necesitaba una carta del general Caballero para poner término a la guerra civil. Los términos del “Pacto del Pilcomayo” significaban una capitulación total del régimen colorado, con algunas pocas provisiones para salvar las apariencias. Escurra se comprometió a renunciar a favor de Juan B. Gaona; el ejército debía reorganizarse, conservando su rango todos los oficiales superiores y regulares; todo el equipo militar debía entregarse al nuevo Gobierno, que asumía los costos de la revuelta y las deudas del Gobierno anterior; los rangos militares concedidos por los rebeldes quedaban confirmados; se celebrarían elecciones libres; Elías García sería jefe de la Policía de la Capital; se concedía amnistía por todos los delitos políticos10. LA ERA LIBERAL La conocida como “Era Liberal” comenzaba primordialmente con un acuerdo interno entre las principales facciones del Partido que eran los Cívicos y los Radicales. Ambas se reunieron conjuntamente en asamblea el 13 de abril de 1905 y acordaron fundirse en una sola entidad política, con el nombre de Partido Liberal Unido. Fue formado un comité de reorganización, presidido por Antonio Taboada. Un manifiesto, fechado el 19 de mayo, expuso los objetivos de la revolución, ratificando la unidad que se había logrado "con el objeto de llevar a cabo la revolución que acaba de redimir al país del sistema de desquicio y corrupción en que se hundía". Integraban el comité las siguientes personas: Secretario, Adolfo Riquelme (radical); tesorero, Félix Paiva (radical); y vocales, Gualberto Cardús Huerta (radical), Manuel Benítez (cívico), José Tomás Legal (cívico) y Adolfo Soler (cívico)11. Durante aquel tiempo predominaba el tono conciliatorio entre grupos que antes parecían irreconciliables. En un banquete que sus amigos le ofrecieron con motivo del inminente viaje a la sede de sus funciones, Gondra pronunció un discurso que se hallaba acorde con el tono general. Abogó por la pacificación definitiva del país, "que no consistirá en el mantenimiento del orden público, sino en esa paz íntima y 9

“Paraguay: Revoluciones y finanzas” de Harris Gaylord Warren “Paraguay: Revoluciones y finanzas” de Harris Gaylord Warren

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“El siglo XX, la revolución de 1904 y la Era Liberal” de Helio Vera

profunda del espíritu del pueblo, que se consigue cuando cada ciudadano sabe que puede ejercer libremente sus derechos sin temer que el espionaje lo aceche ni la arbitrariedad lo detenga... Debemos de coadyuvar todos, comenzando por dar pruebas de tolerancia en nuestras luchas cívicas, principalmente los que componen las clases dirigentes del país". Este nuevo período que se iniciaba no estuvo desprovisto de revueltas que involucrarían, además de los cívicos y radicales, a otras facciones internas dentro del liberalismo y distintos sectores del Partido Colorado que demostraban que el “caudillismo” aún quería imponerse por sobre el nuevo sistema. El Paraguay, pese a esto y por primera vez desde la finalización de la Guerra de la Triple Alianza, empezaba a dar sus primeros pasos firmes hacia una verdadera reconstrucción nacional y un desarrollo que permitiría mejorar las condiciones del país en el campo económico. Se amplió la red telegráfica y ferroviaria donde además de la extensión a Buenos Aires por Encarnación, se planeaba unir Asunción con Paranaguá y Santos en el Océano Atlántico, buscando sortear la hiperdependencia que el país tenía de la Argentina, se fomentó la inmigración y se priorizó la educación. Sin embargo, entre todos estos desafíos, no cabe duda de que el hecho histórico que ocupó la mayor parte del tiempo de nuestros gobernantes liberales fue la preparación y defensa (diplomática y militar) del Chaco Paraguayo. La victoria paraguaya en la Guerra del Chaco fue resultado de un proceso de décadas, que comenzó incluso antes de la Revolución de 1904, pues la prensa liberal e independiente defendió los derechos paraguayos sobre el territorio en disputa, criticando sucesivamente los contenidos de los tratados “Decoud-Quijarro”, “Aceval-Tamayo” y “Benítez-Ichazo” firmados en su mayoría durante gobiernos colorados o referentes de ese Partido. Sería recién en 1907 ya en el Período Liberal que con el tratado “Soler-Pinilla” nos acercaríamos (siempre en el papel), a los límites ancestrales reivindicados por el Paraguay en el Chaco. La instrucción de oficiales paraguayos en el extranjero tuvo su corolario con la creación de la Escuela Militar en año 1915 durante el gobierno del presidente Eduardo Schaerer, siendo designado como primer Director el Cnel. Manlio Schenoni Lugo. Durante el gobierno del Dr. Eligio Ayala continuaron los preparativos de defensa, las adquisiciones de armamento moderno -incluidas las cañoneras “Humaitá” y “Paraguay”- en Europa diseñadas por el Tte. Ing. Arq. Naval José Bozzano Baglietto, egresado del Massachussets Institute of Technology de Estados Unidos, donde pudo estudiar gracias a una beca de nuestro gobierno y las gestiones de nuestra Cancillería durante las presidencias de Manuel Franco y José P. Montero. Una vez estallada la guerra, al trabajo silencioso pero tesonero y la austeridad de los gobiernos de preguerra se sumó la extraordinaria conducción política de Eusebio Ayala, y la responsable administración de las finanzas paraguayas que encontró en Benjamín Banks, su Ministro de Hacienda, la encarnación de lo que verdaderamente debe entenderse como “economía de guerra”.

El gobierno de Eusebio Ayala movilizó el campo creando 155 Juntas de Economía en el interior del país. Como casi todas las familias tenían algún pariente en la guerra, los trabajadores rurales se esforzaron por aumentar la producción y parte de ellos se incorporaron a las “brigadas rurales” existentes en casi todas las ciudades del interior, que eran pequeñas cooperativas organizadas por el gobierno. En el año 1929, los agricultores poseían casi 10.000 arados de tierra y más de 15.000 de madera; mientras que para fines de 1933 la administración de Eusebio Ayala consiguió proveerles casi 4.000 arados adicionales, lo que se tradujo en el aumento del área cultivada que pasó de 120.000 hectáreas en 1932 antes del estallido del conflicto, a casi 190.000 hectáreas en plena guerra en el año 1934, registrándose un incremento de casi el 60%. Pero no sólo basta citar los ejemplos de honestidad, probidad y madurez política que demostraron gobiernos como los de Manuel Franco, José Montero, Manuel Gondra, Eusebio y Eligio Ayala, José P. Guggiari, entre otros, sino que debemos estudiar la conformación de los gabinetes de estos grandes estadistas, analizar sus políticas de Estado en materia educativa, que lograron elevar el número de alumnos en las escuelas y catapultar al Paraguay al tercer lugar en porcentaje de escolares en toda América sólo detrás de los Estados Unidos y Chile. Debemos conocer la política exterior enfocada a una clara de defensa de los intereses nacionales representada por personajes de la talla de Cecilio Báez, Adolfo Soler, Manuel Peña, Rogelio Ibarra, Enrique Bordenave, Gerónimo Zubizarreta, Justo Pastor Benítez y cuándo no, Eusebio Ayala y Manuel Gondra en funciones de Cancilleres. La finalización del conflicto y las negociaciones multilarerales para lograr un tratado definitivo de paz, con una gran cantidad de militares regresados del frente, exacerbaron los ánimos y derivaron en la Revolución Febrerista de 1936. El Dr. Ayala, el Gral. Estigarribia y muchos otros prohombres conocieron el gris exilio. Los últimos gobiernos liberales del siglo XX serían los de Félix Paiva y José Félix Estigarribia, que imbuido de las ideas que iban dominando el mundo sancionó la Constitución de 1940, dando un giro en la política tradicional y preparando el terreno para gobernar por mucho tiempo, pero como sabemos, un accidente aéreo terminó por enterrar su proyecto personal. La lista completa de los presidentes liberales durante este período fueron: Juan Bautista Gaona (1904-1905); Cecilio Báez (1905-1906); Benigno Ferreira (19061908); Emiliano González Navero (1908-1910); Manuel Gondra (1910-1911); Albino Jara (1911); Liberato Rojas (1911-1912); Emiliano González Navero (1912); Eduardo Schaerer (1912-1916); Manuel Franco (1916-1919); José P. Montero (1919-1920); Manuel Gondra (1920-1921); Félix Paiva (1921); Eusebio Ayala (1921-1923); Eligio Ayala (1923-1924); Luis Alberto Riart (1924); Eligio Ayala (1924-1928); José Patricio Guggiari (1932-1932), quien delegó en Emilio González Navero provisoriamente su cargo mientras se sometía a Juicio Político; Eusebio Ayala (1932-1936); Félix Paiva (1937-1939) y José Félix Estigarribia (1939-1940).

DESDE MORÍNIGO HASTA STROESSNER La Constitución de 1940 sin embargo quedaría vigente, y con esta poderosa arma en la en la mano y su animadversión hacia la clase política, el nuevo presidente Higinio Morínigo, que asumió el cargo tras la muerte de Estigarribia comenzó la persecución contra miembros del Partido Liberal. El terror se impondría oficialmente el 25 de abril de 1942 cuando a través de un insólito Decreto disolvió el Partido Liberal y le canceló su personería política. Presionado sobre todo desde el exterior luego de la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la caída de los regímenes fascistas, tuvo que aceptar, en 1946 el retorno de dirigentes de varios sectores políticos como el Cnel. Franco, José Patricio Guggiari y Oscar Creydt. La “Primavera Democrática” sin embargo duró muy poco, ya que en enero de 1947, la maniobra realizada por Morínigo con el autogolpe colocando a varios colorados en su gabinete desencadenaría en la sangrienta Guerra Civil del 47, que sellaría a fuego y sangre un nuevo período histórico de lucha. La cruenta Guerra Civil de 1947, el más sangriento enfrentamiento interno de la Historia del Paraguay no fue debidamente estudiado en todos sus alcances hasta la fecha. En menos de un año, el número de muertos casi alcanzó a los producidos durante los tres años de la Guerra del Chaco, mientras que el número de exiliados se calcula en cientos de miles, muchos de ellos profesionales e intelectuales que se vieron obligados a emigrar, significando una pérdida irreparable para el país en materia de caudal intelectual. Durante esos difíciles años de lucha y resistencia, el Partido contó con la dirección de ilustres presidentes, como los doctores Carlos Pastore, Gustavo González, Efraim Cardozo, Carlos Alberto González y Domingo Laino. Líderes políticos como ellos, pastores religiosos como Ramón Bogarín Argaña e Ismael Rolón, y grandes artistas populares como José Asunción Flores y Maneco Galeano se convirtieron con el tiempo en auténticos símbolos nacionales por saber encarnar la dignidad del pueblo paraguayo en momentos tan difíciles12. El gran literato Augusto Roa Bastos fue otra de las víctimas de la “Revolución del `47”, y a partir de allí le tocó vivir en el exilio en forma prácticamente ininterrumpida hasta la caída del dictador Stroessner, regresando recién en 1996. Si bien las mentiras y la falsificación de la historia comienzaron con Morígino cuando sin ningún rigor histórico y movido sólo por su ambición de poder buscó infringir un golpe moral a los liberales acusándolos y presentándolos ante la sociedad como “antiparaguayos” y “legionarios”, la persecución política recrudecería y se agravaría durante la dictadura stronista. La Constitución de 1967 fue promulgada prácticamente sin oposición, ya que los dos partidos liberales que participaron junto al PRF en una proporción de 1 opositor cada 9 oficialistas, se allanaban sin mayor reparo a la voluntad del dictador. El Partido Liberal Radical Auténtico se creó en la clandestinidad en el año 1978, buscando recuperar los ideales originales del Partido Liberal originario y aglutinando a su alrededor a los auténticos liberales, luchando contra la dictadura y convirtiéndose nuevamente en el principal baluarte de la defensa de la 12

“Fundamentos del liberalismo paraguayo” de Juan Manuel Marcos

democracia y los derechos humanos. No sólo tuvo que hacer frente a los aparatos represores que proscribían la libertad de expresión y de prensa, sino que a todo un sistema que por décadas buscó eliminar de la historia y minimizar las figuras de prominentes hombres de Estado del Partido Liberal en la historia paraguaya, continuando con las mismas infames e infundadas acusaciones de la “era Morínigo” que buscaban desprestigiar al Partido. Profundas y graves son las consecuencias que dejaron en la sociedad paraguaya décadas de desinformación y propaganda, divulgadas por todos los medios de comunicación posibles y aún insertas en los programas educativos, donde los niños no contaban con el derecho de conocer su historia y eran más bien adoctrinados, siendo inducidos a creer la “historia oficial”, y no a pensar y juzgar con objetividad. Varios de estos problemas subsisten hasta hoy día en los programas de estudio en los distintos niveles. Como vimos, la historia del Partido Liberal y de sus hombres es prolífica y en gran parte desconocida. Tampoco se halla exenta de errores políticos e incluso marcada con sangre por las estériles luchas libradas entre distintas facciones dentro del partido; pero creemos que el conocimiento de la historia y de nuestros errores pasados debe servir para capitalizar experiencia y encarar el futuro buscando no repetir antiguos vicios y enfrentamientos. La Academia Liberal de Historia no combatirá la falsificación de la historia con más falsificación, trabaremos sí una lucha frontal contra ella sin otra arma más que el estudio serio, objetivo y científico de la historia partidaria buscando, como dice nuestro lema, que la verdad siempre prevalezca: VINCIT OMNIA VERITAS !

EDUARDO NAKAYAMA, Director (*) En colaboración con el Lic. CLAUDIO FUENTES ARMADANS JUNTA DIRECTIVA - ACADEMIA LIBERAL DE HISTORIA (*) Abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción con Posgrado Internacional en Dirección Estratégica por la Universidad de Belgrano en Buenos Aires. Especialista en Derecho de Seguros, es miembro de la Asociación Internacional de Derecho de Seguros (AIDA) con sede en París, del Grupo Mundial de Seguros Marítimos de la Universidad de Hamburgo, Alemania y fundador del Instituto Paraguayo de Derecho de Seguros. Es asesor jurídico de varias compañías de seguros en Paraguay, de la Asociación Paraguaya de Compañías de Seguros, de otras aseguradoras del Mercosur y fue asesor jurídico externo a la Itaipú Binacional. En el campo histórico y cultural, ha realizado investigaciones sobre la historia del seguro en Paraguay, sobre Historia Paraguaya con énfasis en las relaciones bilaterales entre Paraguay y Brasil, las cuestiones de límites con los países vecinos y la Guerra de la Triple Alianza. Socio fundador y ex presidente de la Asociación Cultural Mandu’arâ de fomento y difusión de la historia y la cultura paraguaya, Miembro Correspondiente del Instituto de Historia y Geografía de Mato Grosso do Sul, del Instituto de Geografía e Historia Militar del Brasil en Río de Janeiro, del Instituto de Investigaciones Históricas y Culturales de Corrientes (Argentina), del Comité de Fortificaciones y Herencia Militar de la UNESCO y Miembro Correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia.

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