Breve reflexión sobre la enseñanza en San Agustín de Hipona

Share Embed


Descripción

LA ENSEÑANZA EN SAN AGUSTÍN Dr. Carlos Novella García La enseñanza en el maestro agustiniano propone enseñar con palabras, aprender por uno mismo. La estructura del hecho educativo parte de la antropología del alumno, de su consideración como persona humana y como tal, necesita ser amado para amar. Por tanto elementos como la antropología y el concepto de Amor en San Agustín conforman los cimientos de la pedagogía adecuada. La antropología entendida como ciencia que estudia el origen y el comportamiento humano permitirá al maestro saber cómo piensa, siente y actúa su alumno. Analizar su antropología le facilitará detectar sus necesidades y guiarlo hacia su propio proceso de aprendizaje. San Agustín define el amor como un tipo de anhelo ligado a un objetivo determinado que le provee de una meta. Lo contempla como la posibilidad del ser humano de tomar posesión del bien que le hará feliz, pero también en esa posesión se crea el temor a perder. La felicidad sería, por tanto, el tener y conservar nuestro bien y estar seguros de no perderlo. Distingue entre el amor a una persona y el amor a las cosas. “Los que aman el mundo” es un amor mundano, material y equivocado, que se aferra al tiempo y que está sujeto al cambio (cupiditas). El amor justo busca la eternidad y el futuro absoluto (caritas). Cada uno es como es su amor. El amor entre seres humanos dimana de una fuente enteramente distinta del apetito y del deseo. Para San Agustín, el amor es el peso del corazón, que lo hace inclinarse en un sentido o en otro. El objeto tras el que corre el amor es siempre el bien, no en sentido moral, sino en sentido ontológico: lo bueno en general. La meta última de esa tendencia amorosa del hombre es la felicidad, es decir, la posesión del Bien Supremo, que es Dios mismo. "Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti". Todos están de acuerdo en que quieren ser felices. Pero no están de acuerdo acerca de en qué consiste la felicidad: en los honores, los placeres, las riquezas, el poder, la fama, en Dios...San Agustín enseña que el amor de suyo es neutro, y que puede ser bueno o malo según sea ordenado o desordenado. Y es ordenado o desordenado según se pliegue o no a las exigencias objetivas del orden real, ontológico de los bienes. Este orden consiste en la primacía absoluta de Dios, Bien Supremo, sobre todos los otros bienes,

finitos y limitados. Es ordenado, entonces, el amor que ama Dios por sobre todas las cosas, y por Él mismo, y a todo lo demás, en Dios, por Dios, según Dios, y por tanto, de acuerdo con su Ley. Es la muerte de Jesucristo, Hijo de Dios, en la cruz, la que, abriendo para los hombres las compuertas de la gracia celestial, potencia el amor humano por encima de sus mismos límites creaturales, haciéndolo participar, en la fe y en la esperanza, de la Caridad divina. Porque "Dios es Amor" (1 Jn. 4, 8). San Agustín afirma que “no hay nadie que no ame; pero sí hay quien se pregunta qué amar. Por tanto no os exhorto a que no amemos sino a elegir qué amar”. El Amor que se establece como nexo entre la antropología y la pedagogía proviene del cultivo de los siguientes principios: la indulgencia, la alegría, la generosidad, el agradecimiento, la humildad, la esperanza, la justicia, la misericordia, la dedicación plena, la renovación, la redención, el compromiso, la autenticidad, la posibilidad del cambio y la semilla para el recuerdo. La indulgencia necesaria para romper con privilegios mundanos que no hacen más que generar la diferencia. El alumno precisa este reconocimiento para no sentirse apartado de un mismo camino compartido hacia la Verdad y ofrecido por el Padre a sus hijos a través de su mensaje. La alegría que invita a florecer el mensaje del Padre de nuestros corazones con el fin de alimentar la reflexión y la preparación. La generosidad para compartir el don recibido de la enseñanza proveniente del mensaje del Padre. Lo aprendido necesita ser enseñado. El maestro debe compartir su reflexión y preparación fruto del Amor al Padre. Quedarnos con alguna parte de lo aprendido es impedir al alumno el acceso y cultivo de la semilla sembrada en nuestros corazones. El agradecimiento en cuanto que se convierte en recompensa humilde del trabajo, esfuerzo y sacrificio del alumno. La humildad que nos permite caminar firmemente hacia la Verdad. Amar al prójimo como a nosotros mismos. Somos hijos de un mismo Padre e iguales ante Él. Enseñar para aprender y aprender para enseñar. La esperanza en alcanzar la recompensa del Amor del Padre. Tener fe en las posibilidades de mejora de los alumnos, guiarles para que esa esperanza de logro sea una luz en su camino de preparación.

La justicia para analizar la situación del alumno y establecer la recompensa adecuada por su esfuerzo y sacrificio. Reconocimiento por su voluntad incondicional. La misericordia, garantizando así el perdón y facilitando la posibilidad del cambio. La dedicación plena que asegure la armonía de la preparación y de la construcción integral del ser humano con el mensaje del Padre. La renovación que permita en cada momento conocer y determinar las necesidades del prójimo para ayudarle y guiarle hacia la vida plena. La redención para que la alegría, la felicidad y la esperanza del prójimo no se vean mermadas por actuaciones y decisiones equivocadas. El compromiso que nos sitúe en el mismo camino y con un mismo fin. La autenticidad en la que lo mundano no eclipse la luz interior de nuestros corazones y nos permita reconocer la Verdad sembrada en el ser humano. La semilla para el recuerdo que nos ofrende cada día el para qué, el por qué y el por quién hemos sido creados. El alumno aprende con la ayuda del maestro. Aprender es recordar y la enseñanza es el desencadenante de ese recuerdo. Las destrezas le son inculcadas por el ejemplo y por el ejercicio, no son ni pueden serle inculcadas por una simple exposición verbal. El maestro explica, el alumno comprende. El maestro no enseña el saber sino el modo de adquirirlo, es una conquista personal, fruto del diálogo y la comunicación. El conocimiento no es solo una idea innata sino que está depositado de un modo específico en la memoria como sede de la conciencia. En conclusión, analizar el origen y el comportamiento del alumno, con el objetivo de guiar su enseñanza a través del amor para que le conduzca a la reflexión interior necesaria para el descubrimiento de la Verdad. La posibilidad de descubrir el conocimiento sembrado en nuestro interior hará que el alumno muestre interés por alcanzar la felicidad y compartir con los demás lo que ha aprendido.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.