Bondades de la invisivilidad

La lucha por destacar en la sociedad es una carrera de fondo, porque la creencia habitual es que a mayor popularidad y visibilidad más probabilidades de ser un triunfador. Es la premisa básica para forjarse un futuro y poder bienvivir alejándose de las temidas calamidades y vaivenes de la vida. Sobresalir es el pasaporte a una felicidad endulzada por los éxitos de sentirse mejor que los demás, ser admirado, envidiado y encumbrado por los que con su mediocridad se quedan rezagados en la carrera o abandonan por completo las pocas aspiraciones que pudieran tener, dejando paso a los proto vencedores. Ser visible es estar y ser. Estos son los argumentos que se alejan de otra realidad, que además de oculta, alberga beneficios intangibles pero imprescindibles para una auténtica autorrealización, la invisi-bilidad. Saint-Exupéry en su obra cumbre expresaba una verdad insoslayable “lo esencial es invisible a los ojos”. Pero no siempre se entiende adecuadamente este principio, porque para la gran mayoría de los mortales aquello que no puede verse en realidad no existe, excepto para los niños, que con su ambición imaginativa crean al amigo invisible que nunca lo traiciona.