Black Coal Thin Ice: el noir chino, en la encrucijada

September 22, 2017 | Autor: Paula Arantzazu Ruiz | Categoría: Film Studies, Cinema, Film Criticism, Chinese film, Chinese film study
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Descripción

PANTALLAS

‘Black coal, thin ice’ En la película triunfadora en la pasada Berlinale, el realizador Diao Yi’nan ahonda en el filme de género para poner en escena los terrores ocultos de un país en perpetuo cambio

El ‘noir’ chino, en la encrucijada Guión y dirección: Diao Yinan Con Liao Fan, Kwai Lun-Mei, Wang Xuebing, Yu Ailei, Wang Jingchun y Ni Jingyang China

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Cultura|s La Vanguardia

Miércoles, 5 noviembre 2014

Black coal, thin ice

Imágenes de este reciente cine negro chino. El actor Liao Fan interpreta al arquetipo de expolicía con una vida personal desgraciada. El actor ganó el Oso de Plata por su interpretación

PAULA ARANTZAZU RUIZ

Mucho antes de que se convirtiera en uno de los filmes canónicos del género noir, a Perdición, el clásico de Billy Wilder y con Raymond Chandler comandando el guión, se le consideraba un melodrama criminal, según recuerda Rick Altman en su seminal Los géneros cinematográficos. No es un detalle nimio recordar la naturaleza indefinida, más bien bastarda, del noir, sobre todo por el dilatado forcejeo a la hora de encontrar su lugar como género y las sucesivas derivas que han sufrido las películas catalogadas como tal con la llegada del nuevo siglo. Probablemente el neo-noir tenga mucho más que ver con la disolución de sus fronteras genéricas que con la estilización de sus códigos, o quizá habría que buscar justo en esa encrucijada y en ese contraste el denominador común del corpus de policiacos contemporá-

neos entre los que se encuentra la película de Diao Yi’nan Black coal, thin ice, ganadora contra todo pronóstico del Oso de Oro en la pasada Berlinale. Resulta inaudito en el circuito de festivales un filme chino que no oculta sus filiaciones genéricas extranjeras (en Black coal, thin ice resuenan maestros como Hitchcock y renovadores como el JeanLuc Godard de Al final de la escapada y es asimismo significativo que el productor de la cinta, James

Schamus, sea estadounidense), aunque tampoco ha de parecernos tan extraño si incluso Jia Zhangke se atrevió con el relato de género en Un toque de violencia, provocando un halo de perplejidad cuando se presentó en Cannes del 2013. Pero con su tercer largometraje Diao parece decidido a lograr casi

La película no oculta sus filiaciones genéricas extranjeras, como Hitchcock o Jean-Luc Godard lo imposible: pasar la censura, entretener a los espectadores, en concreto ganarse al público chino como lo hace Feng Xiaogang –el cineasta más taquillero de China–, y elaborar un discurso de varios niveles que no sólo trate de dar respuesta a una sociedad entre la angustia

y el absurdo a causa del desarrollismo económico desmesurado, sino también mediante un lenguaje híbrido que conjugue estructuras del noir y del melodrama sobre un sustrato del digámosle cine social del que Wang Bing emerge como su indiscutible ejemplo, un discurso entre la dicotomía de lo personal y lo genérico, entre el protagonismo de una relación sentimental plagada de peligros y los terrores ocultos de un país en perpetuo cambio. “Ella está conectada con los tres

asesinatos. Cada hombre que se le arrima acaba muerto”, le advierte al protagonista, un expolicía venido a menos que le da demasiado a la bebida, su ex compañero en el cuerpo. Esas dos líneas de diálogo podrían aparecer en cualquier noir estadounidense realizado a partir de 1940, pero en Black coal, thin ice nos encontramos en el 2004 en la provincia de Heilongjiang, al nordeste de Manchuria, y los que mantienen esa inquietante conversación en el interior de un coche son el ex detective Zhang y el agente Wang. Poco importarán las recomendaciones, porque a pesar de que alrededor de los ojos hinchados y la mirada caída de la femme fatale, una joven llamada Wu, viuda del primer cadáver troceado que aparece en el carbón negro que titula el filme, gravite un halo de misterio y muerte, el malogrado Zhang no podrá escapar de su sortilegio.

Otra razón empuja al protagonista a dejarse arrastrar por el vaivén enigmático de su objeto de deseo: dar respuesta a un crimen acontecido cinco años antes con el que está relacionado esa mujer y que tuvo lugar justo cuando la vida de Zhang también quedaba despedazada a causa del abandono de la que entonces era su esposa. Salir del círculo en el que se ha convertido su existencia, como señala el director en una brutal y precisa elipsis en forma circular a los quin-

ce minutos del arranque de la cinta, se antoja finalmente como el principal móvil del personaje para dejar de estar sumido bajo el hielo de los recuerdos. Círculos y fuegos artificiales

Esa elipsis circular no será la única circunferencia que veamos en el fil-

me de Diao Yi’nan, porque los círculos rodean los encuentros entre Zhang y Wu: los vemos en los tambores de las lavadoras que giran sin parar en la lavandería en la que ella trabaja, pero también en la pista de patinaje donde tiene lugar su primera cita, en la que suena El Danubio Azul, el bello vals circular de Johan Strauss, o en esa noria que pasa de enclave romántico a escenario de revelación y dolor: todo gira y todo vuelve en una película que avanza retrocediendo merced a una poderosa fuerza dialéctica entre pasado y presente, dolor y verdad. Hay cuestiones emocionales que sólo pueden resolverse a través de la catarsis entre la tensión de la ida y la vuelta, del movimiento que parece repetirse una y otra vez para devolvernos al punto de origen hasta que al final consigue hacer saltar el engranaje que provoca ese turbador giro. No deja de ser sintomático que la catarsis venga de la mano del sugerente nombre de un club nocturno Fuegos artificiales a la luz del día, y al que hace referencia el título en chino del filme: entre su nombre internacional, ese negro carbón y fino hielo que une y separa a los dos amantes, y el de su idioma original, la pirotecnia que con su estruendo esconde la tristeza de sus protagonistas pero al mismo tiempo celebra el fin de un anhelado y desdichado ciclo, hay un desplazamiento sinuoso que entrelaza los distintos tonos y géneros del trabajo. Como nos recuerda Diao, tan sólo es una cuestión de saber aprovechar las transiciones. |

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