Biopoder y eretismo de los cuerpos

Se trata de una de las tesis principales en la Voluntad de saber (1976) sobre la analítica del poder.  “El poder estaría impregnado en cualquier espacio arquitectónico o cualquier relación social,  de arriba abajo; en los espacios más privados, en los lugares más discretos o donde parece que el poder se coagula, en las privaciones microfísicas de la fuerza o en decisiones capilares del Estado”. Sobre la analítica del poder específicamente en la Voluntad de saber, M. Foucault se encuentra bajo la imposibilidad de definir los espacios legislados de la resistencia. Los cuerpos microfísicos estarían atravesados por discursos muy bien elaborados históricamente; el dispositivo de la sexualidad retomaría su formalidad histórica y el sexo develaría -bajo las disciplinas ‘psí’- toda producción de saber-poder. El sexo es un nuevo signo histórico. No sólo se trata de una erupción epistemológica sobre la el cuerpo- el sexo- la verdad, si no que dicha producción histórica del dispositivo de la sexualidad, tejió nuevas producciones discursivas que funcionan como campos de eretismos de los cuerpos. Se sabe que en la ‘modernidad’ todo el tejido social, y la subjetivación misma está impregnada bajo los estatutos históricos de un eretismo inmanente; la psiquiatría moderna y su problema con las perversiones, la medicina y su interrogatorio exhaustivo, la pedagogía y el cuidado del cuerpo del infante, el psicoanálisis y el espacio quimérico: el diván- el analista- y la palabra sobre el sexo: el pago económico de una sexualidad que debe hacerse cargo. Todos y cada uno de estos espacios disciplinarios son espacios económicos de saber-poder. La analítica de la economía del  placer, será uno de los puntos capilares de la preocupación del estado en el Nacimiento de la Biopolítica (1978), la fecundidad y las prácticas sexuales serán cuestionadas bajo la idea de la muerte y el poder sobre la vida. El sexo toda preocupación y germen de la vida y la muerte. Es uso y norma.M. Foucault nos invita en su obra al análisis polifacético de una sociedad occidental, moderna impregnada de relaciones de saber- poder. Sobre su economía y su régimen Estatal, la sexualidad ahora es producto y cuidado reglado de los cuerpos eréctiles. Los tensores de la verdad serán las relaciones inmanentes de los sujetos de la sociedad occidental, bajo las curvas discursivas de sus propios eretismos y placeres. Si el poder se ha irradiado, habrá que seguirle la pista bajo la mirada arqueológica del acontecer siempre histórico del hombre y sus cuerpos inmanentes de su saber sobre el sexo. El poder entonces, es toda posibilidad histórica de producción; no se fija en los límites de una represión que coagule la sexualidad, ni en el problema de la Ley- fijación de la tradición de Monarquía.