BIOGRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZA EN AMADÍS DE GAULA Y OTROS LIBROS DE CABALLERÍAS

May 23, 2017 | Autor: J. Martín Romero | Categoría: Libros de caballerías, La Nobleza En El Siglo XVIII
Share Embed


Descripción

BIOGRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZA EN AMADÍS DE GAUL A Y OTROS LIBROS DE CABALLERÍAS José Julio Martín Romero U N I V E R SI DA D D E JA É N

Garci Rodríguez de Montalvo reescribió los viejos libros de aventuras de Amadís de Gaula en la última década del siglo XV con notable éxito editorial, según se revela en la enorme cantidad de reediciones de la obra, así como en sus continuaciones e imitaciones (Lucía Megías; Eisenberg y Marín Pina). El éxito de este libro puede sorprender en una época en la que en el resto de Europa ya había pasado la moda de la ficción artúrica (Cacho Blecua, “Los cuatro libros de Amadís de Gaula” 95), en unos años en los que la sociedad vivía importantes cambios y en los que el propio concepto de nobleza se veía puesto en tela de juicio. Es precisamente durante el siglo XV cuando el debate sobre la nobleza alcanza en los reinos hispánicos su punto culminante (Pérez de Tudela Velasco 815), lo cual puede explicar en parte el éxito de la obra de Rodríguez

LA CORÓNICA 40.2 SPRING 2012

231-57

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

de Montalvo.1 En este sentido, coincido con la opinión de María del Pilar Carceller Cerviño, quien señaló la relevancia que cobró el tema caballeresco en esta época a causa de la “polémica relación que la institución caballeresca tenía con la nobleza” (“Nobleza cortesana” 252). Este debate no fue sino un reflejo más de la confrontación entre nobleza y monarquía tan bien estudiada por Marie-Claude Gerbet, confrontación en la que se intentó definir precisamente los conceptos de nobleza y caballería –y la relación entre ellos– atendiendo a los intereses respectivos de cada grupo. En el presente estudio se va a analizar el concepto de nobleza que se propone en Amadís de Gaula, imprescindible para una cabal comprensión tanto de esta obra como de sus continuaciones e imitaciones. Este análisis permitirá además señalar las diferencias entre el modelo y las otras obras del género, y explicar su éxito. Me centraré para ello en Amadís de Gaula, en Florisando de Ruy Páez de Ribera (1510, la primera continuación de la saga amadisiana; véase María Aurora García Ruiz) y en Palmerín de Olivia (1511, la primera imitación de la obra de Rodríguez de Montalvo).2 Previamente se hace necesario ofrecer unas nociones relativas al debate sobre nobleza y caballería. En esos últimos años de la Edad Media, se situaban, por un lado, aquellos que seguían defendiendo el linaje como fundamento de la nobleza, de manera que sólo aquel que pertenecía a una estirpe noble era considerado como tal; así la antigua aristocracia pretendía situarse por encima de los recién ennoblecidos. Por otro lado, estaban aquellos que seguían las ideas de Bartolo de Sassoferrato (1313-1357). Este jurista italiano proponía que el origen del estado nobiliario era el príncipe o regente, que lo concedía. La monarquía defendía esta postura con el fin de controlar el acceso al estado noble. En esta pugna, las ideas de Sassoferrato fueron calando cada vez más hondo. 1  Para un estudio en profundidad sobre el debate véase Jesús D. Rodríguez Velasco, El debate

sobre la caballería del siglo XV.

2  Siguiendo unos presupuestos parecidos, Carlos Heusch analizó la visión caballeresca en

El Victorial y su relación con el debate de la caballería, y consideró que en la defensa de la función caballeresca –intención del biografiado Pero Niño– se ocultaba la orientación ideológica de Díaz de Games, que pretendía dejar claro que el caballero debía limitarse a la guerra y no intentar ocupar el lugar del letrado (324-26).

232

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

Su propuesta de que la nobleza era una distinción que otorgaba el príncipe –en Castilla, el rey– a un determinado plebeyo y el que dicha distinción se extendiera sólo a unas cuantas generaciones no gustaba a la vieja nobleza castellana, que veía sus privilegios puestos en duda e identificados con los de otros grupos nobiliarios de creación más reciente. La propuesta de Sassoferrato, en cambio, resultaba especialmente útil a la monarquía. En definitiva, se establecieron dos posturas fundamentales: la de aquellos que defendían que la nobleza era un asunto de linaje y la de quienes la consideraban concesión regia en virtud de unos méritos. ¿Cuál de estas posturas se propone en los libros de caballerías? Los tres títulos caballerescos en los que centro este estudio siguen una fórmula narrativa muy clara que se repetirá –con variantes significativas– en otros libros, aunque no en todos: los héroes, engendrados en circunstancias poco ortodoxas, son abandonados o se pierden, de forma que se crían y se educan alejados de sus padres biológicos; de esta manera, desconocen su origen y, por tanto, su estirpe, y sólo tras haber sido armados caballeros y haber ganado fama gracias a sus hazañas caballerescas son reconocidos por sus padres y recuperan así su linaje. Este patrón –el héroe criado fuera de su verdadero entorno familiar e ignorante, por tanto, de su verdadero origen hasta su ulterior descubrimiento– forma parte del esquema folclórico propuesto por Lord Raglan, lo que se ha llamado “biografía heroica”. Esta línea argumental, que se apoya en la pérdida y recuperación posterior del linaje, se vincula, además, con modelos artúricos – los cuales también revelan una deuda folclórica con la biografía heroica. Aunque el análisis de este modelo en los héroes caballerescos ha recibido considerable atención, el concepto de nobleza que se deriva de dicho esquema no ha sido objeto de un estudio detallado. Por ello, en este trabajo me propongo definir qué idea de nobleza se defiende en estos libros, y, por tanto, plantear una nueva interpretación de la biografía heroica desde ese concepto de nobleza. Empecemos por la obra paradigmática, Amadís de Gaula. ¿La nobleza de Amadís es hija de sus hazañas? ¿es resultado lógico de su linaje? La respuesta no es sencilla. En primer lugar, es cierto que el héroe, como hijo natural del rey Perión de Gaula y la princesa Elisena de Bretaña, es noble por linaje,

233

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

pero también lo es que, al mismo tiempo, se ve forzado a ganar de forma individual un rango en el aristocrático mundo en el que vive logrando sonadas victorias; la fama de sus hazañas precede a la de su linaje, que sólo se conocerá posteriormente.3 Tal como analizó Avalle-Arce, la vida de Amadís cumple dieciséis rasgos de la biografía heroica propuesta por Lord Raglan, precisamente los mismos que se dan en la vida del rey Arturo (103-12). El primero de ellos consiste en que su madre es una virgen de sangre real, y, el segundo, en que su padre es un rey; por otra parte, dicho esquema también recoge –en su punto octavo– la adopción y educación del héroe por otros personajes fuera de los reinos de sus padres biológicos.4 Este esquema narrativo de la pérdida y recuperación del linaje seguramente influyó en otro, el de la biografía caballeresca, en el que los aspectos linajísticos son igual de importantes, así como las proezas que el caballero ha de cumplir, según indica Rafael Beltrán en la introducción a su edición de El Victorial (Díaz de Games 68-81).5 Seguramente en el caso de Amadís el esquema narrativo es un recuerdo de las vidas de Lanzarote, criado por la Dama del Lago, y de Perceval, cuya madre pretende apartarlo de la caballería. Estos momentos de Amadís recuerdan claramente a la historia de Lanzarote, tal como se narra en el Lancelot en prose. Éste es raptado al nacer por la Dama del Lago, que lo educa en sus territorios haciéndole creer que ella es 3  Adelanto que la biografía heroica (y el acceso al mundo de la caballería) se presenta, a pesar

de esta aparente uniformidad, con notables diferencias en cada texto. Aunque la historia de Amadís sobrevuela como modelo paradigmático, dicho modelo se sigue sólo parcialmente, se modifica atendiendo a distintas formas de entender la nobleza y el acceso a ella, de manera que cada versión de la pérdida y recuperación del linaje (pieza fundamental en la biografía heroica en los libros de caballerías) presenta unas connotaciones diferentes. Por esto, se debe estudiar cada texto de forma individualizada para no caer en generalizaciones erróneas. 4  El esquema que propuso otro folclorista, Otto Rank, también indica el origen real del héroe,

su educación en un entorno adoptivo y el reconocimiento posterior de sus padres (AvalleArce 65). 5  Rodríguez Velasco propone, para referirse a esta pérdida y recuperación del linaje, el

sintagma “fábula caballeresca” (“Teoría de la fábula caballeresca” 347-48). Sin duda, son fundamentales para comprender este esquema los estudios de referencia de Cacho Blecua, sobre Amadís de Gaula, (Amadís: Heroísmo mítico-cortesano), y, para el caso de Palmerín de Olivia y su ciclo, de María Carmen Marín Pina (176-83).

234

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

su madre. El héroe ignora su verdadero origen, pero es educado como noble y, como tal, honra a los de su clase; su belleza, su comportamiento y sus virtudes revelan su alto origen (Lanzarote del Lago 1: 53-55). Tal como se narra, la educación que recibe no explica todas sus bondades, sino que es su naturaleza, su propia sangre, la que justifica su nobleza. Resulta significativo que otros personajes reconozcan su linaje simplemente observando su comportamiento y virtudes; así, cuando durante una cacería se encuentra casualmente con un joven caballero, éste “se dio cuenta de su elevada condición” (Lanzarote del Lago 1: 56); y otro caballero pobre con el que se encuentra le comenta: “parecéis de elevada condición tanto por vuestro aspecto como por vuestro comportamiento” (1: 59). El propio Galván reconoce que “es muy hermoso y parece de alto linaje” (1: 79) –por cierto que son razones que, para este personaje, justifican las ansias del héroe por ser armado caballero– y considera que, precisamente por ello, “honrará a la orden de caballería” (1: 179). Esto demuestra un determinado pensamiento sobre la caballería, un pensamiento en el que se vincula claramente con nobleza y con linaje; es cierto que Lanzarote en una ocasión expresa que la nobleza ha de ser hija de la virtud y de las obras individuales (“Me han contado que de un hombre y una mujer proceden todas las gentes; no sé por qué razón ellos son más nobles que los demás, pues creo que la nobleza se debe conquistar con esfuerzo, igual que las tierras y los demás honores” 131), pero lo cierto es que el héroe se alegra enormemente cuando se entera de que pertenece al linaje del rey Ban de Benoic (177). En realidad, todas las bondades que adornan a este caballero se presentan en el texto como resultado lógico de su estirpe: es hijo de rey y como tal es educado por la Dama del Lago. La historia de Perceval, otro caballero de la Mesa Redonda, también pudo influir en el esquema que analizamos. Perceval es el protagonista del poema del mismo nombre compuesto por Chrétien de Troyes en la segunda mitad del siglo XII; gracias a esta obra, el personaje ganó cierta fama y se convirtió en uno de los principales caballeros del universo artúrico.6 Su historia 6  Perceval apareció después en muchas otras obras europeas, entre las que destaca el

famosísimo Parzival de Wolfram von Eschenbach, obra que inspiró la ópera Parsifal de

235

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

recuerda ligeramente a la de Lanzarote, pero, frente a éste, que desde niño es tratado como noble, aunque desconociendo su estirpe, Perceval es criado como rústico y alejado conscientemente por su propia madre del mundo de la caballería (y, por tanto, de la nobleza). La mujer pretendía así evitar a su hijo los riesgos de este tipo de existencia, pero las inclinaciones del joven lo llevan a desear una vida caballeresca desde el momento en que por vez primera contempla a unos caballeros a los que, por su hermosura, confunde con ángeles. Estos modelos bien pueden explicar algunos rasgos de la vida de Amadís, criado y educado fuera de su reino. Los puntos en común con las vidas de los héroes artúricos citados no son pocos: tanto Amadís como Lanzarote se crían en un ámbito ajeno a su reino; tanto Perceval como Amadís ignoran lo elevado de su estirpe; en los tres casos deberán incorporarse a la vida caballeresca para alcanzar su destino. Aunque también hay marcadas diferencias: Amadís, al contrario que Lanzarote, ni siquiera intuye su sangre real, y, frente a Perceval, no es criado en un ámbito rústico, sino, inicialmente, en la corte del caballero Gandales y, posteriormente, en una corte real. No obstante, considero que las circunstancias sociales son demasiado distintas como para acudir a una única explicación para todos estos casos. Los contextos históricos son forzosamente diferentes. El éxito de esta estructura biográfica en las novelitas en verso de Chrétien de Troyes se ha vinculado con el grupo social de los “jóvenes”, como estudió Georges Duby, Jean Frappier (89-92) y ha recordado Victoria Cirlot: Una circunstancia real se oculta tras la ficción novelesca. La figura del caballero errante corresponde a un grupo social concreto, conflictivo en las capas elevadas de la segunda mitad del siglo XII, aquel que con toda probabilidad componía la mayor parte del público receptor del género: los jóvenes, condenados al celibato por las nuevas estrategias matrimoniales, carentes también de tierras destinadas a los primogénitos, ociosos por la ausencia de guerras, errantes para ocupar sus vidas en los torneos. La novela Wagner. Para un acercamiento a éste y otros personajes, y en general al mundo artúrico, resulta fundamental el magno trabajo de Alvar (331-34), así como su introducción a su traducción de Chrétien de Troyes, El cuento del Grial, donde analiza, entre otras cosas, la difusión de este personaje en otras literaturas (35-37).

236

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

poseyó esa función mediatizadora tan característica del género permitiendo que los jóvenes caballeros alcanzaran el objeto codiciado (esposa y tierras) al menos en la ilusión, al identificarse con personajes como Erec o Yvain. (65)

No hay que olvidar que esos “jóvenes” eran segundones de familias nobles, y no villanos, de igual manera que ni Lanzarote ni Perceval eran plebeyos, por mucho que fueran criados ajenos a su entorno linajístico. Con respecto a Lancelot en prose, hacia 1215-1230, fecha de su composición, se estaba produciendo en la caballería un cambio de énfasis de la investidura al linaje (Keen 143-47), lo que explica las características del pensamiento de Lanzarote, que una veces comenta que sólo la virtud y las hazañas han de redundar en nobleza y otras demuestra la importancia que le concede a la estirpe, a la sangre. Esas situaciones históricas son ciertamente distintas a la que se vivía en los reinos hispánicos de finales del siglo XV y, por tanto, en la época de la reescritura de Amadís de Gaula que realizó Rodríguez de Montalvo, época en la que predominaba el deseo nobiliario de recuperar un pasado supuestamente glorioso. Es más, opino que la misma estructura de pérdida y recuperación del linaje (y el concepto de nobleza y caballería que ello implica) se ha de analizar de forma distinta en el caso del Amadís primitivo y en el de la reescritura cuatrocentista de Rodríguez de Montalvo. La versión primitiva seguramente es hija de la situación política trecentista; es posible que esa recuperación de la vida caballeresca se tenga que vincular con los intereses de Alfonso XI por intentar controlar las ansias de poder de los nobles levantiscos, proponiéndoles acciones bélicas de índole más noble, fundamentalmente la lucha contra el infiel (Rodríguez Velasco, “El debate” 24-31). En este sentido, la búsqueda de la fama del caballero andante bien podía servir de modelo a los nobles que en ese momento estaban enzarzados en luchas de poder entre ellos y –enfrentándose incluso al monarca– en rebeldías que Alfonso XI supo cortar con mano de hierro. Coincido así con las ideas de Fernando Gómez Redondo, que vincula la obra con la “revitalización de la ideología militar y religiosa con que se quiere diseñar una nueva nobleza, que sea fiel a los dictados de la monarquía” (Historia de la prosa medieval castellana II

237

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

1543). La literatura caballeresca servía para ensalzar virtudes como la lealtad hacia el monarca y, de esa manera, mostraba modelos de comportamiento caballeresco que a Alfonso XI le interesaba inculcar en sus súbditos.7 Por su parte, los Reyes Católicos quisieron centralizar el poder y recuperar el ideal cruzado de la caballería en empresas como la Guerra de Granada (Cacho Blecua, “Los cuatro libros” 95); y justamente tras el final de la Reconquista, Rodríguez de Montalvo pone mano a la pluma para reescribir las aventuras de Amadís. Seguramente la obra servía bien a los intereses de la nueva soberana, Isabel, cuyo entorno cultural y literario, que ha estudiado en detalle Nicasio Salvador Miguel, requería enmiendas al modelo caballeresco bretón para presentar unos ideales de caballería distintos, en los que la motivación no fuera tanto el honor personal como el bien común y la defensa de la fe (Gili Gaya; Amezcua). Pero, para promover ese nuevo modelo caballeresco, se debía previamente recuperar el antiguo, en el que el linaje era fundamental. Este contexto ayuda a entender la biografía heroica de Amadís. Como es sabido, este caballero no alcanzará su nombre hasta que Oriana, su amada, lo descubra de forma casual entre las pertenencias que la madre del héroe, Elisena, había dejado al recién nacido al que abandonó. Hasta ese momento era simplemente el “Donzel del mar”. Su origen es supuestamente menor –hijo de Gandales– pero su comportamiento y su actitud hace pensar que realmente no es así. Es un niño de una extraordinaria hermosura, con un corazón virtuoso y que demuestra grandes dotes para la caza, actividad propia del que está siendo educado como noble: su ingenio era tal, y condición tan noble, que muy mejor que otro ninguno y más presto todas las cosas aprendía. El amava tanto caça y monte, que si lo dexassen nunca dello se apartara tirando con su arco y cevando los canes. (Rodríguez de Montalvo 1: 262) 7  Podría objetarse que Amadís se rebela contra el rey Lisuarte y el Patín, pero no ha de

olvidarse que el héroe es también de sangre real y en ningún caso súbdito del rey, lo que impide considerar el episodio como un ataque contra la monarquía. Otro de los personajes, don Cuadragante, también alude a su estirpe real para señalar que no le debe obediencia a Lisuarte y que, por tanto, puede atacarlo si considera que actúa de forma incorrecta: “que no es él de más d[e]rechos reyes de ambas partes que yo” (Rodríguez de Montalvo 1: 951).

238

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

Evidentemente, no es su dedicación a esta actividad (algo esperable en quien vive en el castillo del caballero Gandales) sino su excelencia en ella lo que revela su alto linaje. La caza, como uno de los ejercicios propios de la nobleza, ya había sido recomendada por Alfonso X; en palabras de Gómez Redondo, esta actividad “se concibe, así, como un ámbito que permite mantener unas destrezas físicas y cultivar unas bondades morales, que redunda en un cierto grado de beneficio espiritual” (Historia de la prosa medieval castellana I 838-39); don Juan Manuel se inserta en esta línea de pensamiento al componer su Libro de los Estados y, claro está, su Libro de la caza. Ya en el siglo XV, la actividad cinegética había sido mencionada y analizada entre las excelencias del príncipe en el Vergel de los príncipes por Rodrigo Sánchez de Arévalo (325-31), que recoge algunas ideas de Alfonso X; entre ellas está la necesidad de descansar de las preocupaciones por medio de actividades virtuosas, como la montería, que, además, permite ejercitar la forma física y mental necesarias para la guerra. El hecho de que no sólo los nobles se dedicaran a cazar ha dejado un curioso debate inserto en De perfectione militaris triumphi, una alegoría que Alfonso de Palencia compuso hacia mediados del siglo XV en latín y que después él mismo tradujo con el título La perfeçión del triunfo; allí se lamentaba de que los rústicos practicaran la caza: “¿Lo que en otros tiempos prinçipalmente usavan los muy nobles varones, ya los rudos labradores, y ombres en ninguna cosa polidos no dudáys exerçitar?” (113). El debate, que ha sido analizado por Javier Durán Barceló en la introducción a su edición (25-28), refleja la doble vertiente de esta actividad: la del ocio cortesano y la de la supervivencia del pueblo. En Amadís es la primera consideración de la caza (como ejercicio o recreación propia de la nobleza) la que se evidencia en estos infantes que, aun cuando desconocen su linaje o cuando no son educados como nobles, no pueden evitar comportarse como lo que son, siguiendo los impulsos de su naturaleza. Amadís se singulariza especialmente en el episodio en el que defiende a su hermano de leche, Gandalín, de muchachos de más edad y acepta con toda

239

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

humildad –pero sin arrepentirse, pues sabe que ha actuado de forma justa– la reprimenda de su ayo (Rodríguez de Montalvo 1: 259). De esta manera sobresale por este acto de verdadera nobleza, que se corresponde bien con el motivo del conflicto: Gandalín intentaba que el otro muchacho se apropiara del arco de Amadís – preludiando su futura labor como escudero de éste. Ello puede hacer pensar en la solidaridad del grupo caballeresco estudiada por Wendell P. Smith (165), junto con la evidente relación de hermanazgo por crianza. Cuando Amadís descubre que no es hijo de Gandales y que, por tanto, desconoce sus orígenes, lamenta ignorar su estirpe, pero, al mismo tiempo, se considera hidalgo, pues así lo percibe en su propia naturaleza: “Mas a mí no me pesa de quanto me dezís, sino por no conoscer mi lenaje, ni ellos a mí. Pero yo me tengo por hidalgo, que mi coraçón a ello me esfuerça” (Rodríguez de Montalvo 1: 272-73).8 Por cierto, estas palabras recuerdan claramente a las de Lanzarote del Lago en el Lancelot en prose, cuando la Dama del Lago le pone a prueba diciéndole que no es hijo de rey, aunque así lo llamen, a lo que él responde: “lo siento, pues mi corazón estaba dispuesto a serlo” (Lanzarote del Lago 1: 62). En términos semejantes se expresa cuando se le pregunta si se considera más noble que otros personajes: “Tened por seguro que si tener un gran corazón hiciera nobles a los hombres, yo creo que sería uno de los más nobles” (Lanzarote del Lago 1: 131).9 Pero no hay que olvidar que su corazón, su ánimo, derivan de su naturaleza noble, es más, de su linaje real. Lo mismo sucede en el caso de Amadís, cuya nobleza es también percibida por otros personajes, como Oriana, quien al ver partir a su amado, no puede dejar de decirle: “Donzel del mar, yo os tengo por tan bueno que no creyo que seáis hijo de Gandales” (Rodríguez de Montalvo 1: 278). No sólo se intuye su hidalguía, sino su mayor estatus, que apunta a su sangre real. La 8  El personaje siente que no es plebeyo, se siente noble, pero ignora más detalles, desconoce

el rango de sus padres y lo único que puede afirmar, por tanto, es su hidalguía (esto es, que no es de sangre villana), pues “hidalgo” parece funcionar como genérico del heterogéneo grupo de la nobleza. El término, no obstante, merece un estudio más detallado del que se puede ofrecer aquí. 9  La semejanza ya fue puesta de relieve por Grace Sara Williams (71).

240

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

afirmación de Oriana resulta especialmente significativa, pues indica que el linaje es algo que se percibe, que se revela en el comportamiento y, lo que es más relevante, en la bondad; en esto vuelve a coincidir con el modelo de Lanzarote del Lago. Entonces, ¿qué concepto de nobleza se defiende? El propio Amadís parece tener en cuenta la posibilidad de demostrar su linaje en sus hazañas cuando afirma: “Y ahora, señor, me conviene más que ante cavallería, y ser tal que gane honra y prez, como aquel que no sabe parte de donde viene, y como si todos los de mi linaje muertos fuessen, que por tales yo los cuento, pues me no conoscen ni yo a ellos” (Rodríguez de Montalvo 1: 273). Una vez más la actitud de este héroe es pareja a la de Lanzarote en los pasajes antes citados, pero en ambos casos, sus ánimos y sus ansias por ganarse un nombre y una fama por sus propios méritos no son sino indicios del noble linaje del que proceden. Amadís ignorará su alta estirpe hasta haber ganado honra por sus prodigiosas proezas, pero incluso en esa etapa inicial demuestra que no es de bajo origen. Hay que tener en cuenta que no se trata de un caso de promoción como recompensa por sus hazañas. Amadís no es armado caballero en reconocimiento de sus méritos, sino por su inquebrantable deseo de llevar una vida caballeresca, deseo que es prueba de su linaje noble, junto a su hermosura, comportamiento y virtudes. Su conducta posterior no es lo que ennoblece al héroe, sino la constatación, la demostración de su nobleza innata. No es un personaje ennoblecido por un príncipe y, en ese sentido, la idea de nobleza propuesta por la obra no parece coincidir con la de Bartolo de Sassoferrato ni con sus derivaciones hispánicas, fundamentalmente la de Diego de Valera (Rodríguez Velasco, El debate); éste, en su Espejo de verdadera nobleza, seguía la definición de nobleza de Sassoferrato: “Nobleza, es una calidad dada por el príncipe, por la qual alguno paresce ser mas acepto allende los otros onestos plebeos” (92-93). Valera también afirmaba, siguiendo al italiano, que la nobleza tenía su origen en el príncipe, que la concedía: “E que la nobleza venga de los príncipes, o dignidades por ellos dadas, asaz claro paresce por todo lo suso dicho” (100). No es esto lo que se encuentra en Amadís.

241

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

Por tanto, en esta obra no parece aceptarse la tesis de Sassoferrato, sino más bien la idea opuesta, que el linaje da la nobleza. En Amadís se evidencia un pensamiento cercano al de Juan Rodríguez del Padrón, para quien “la virtud sola por sí nunca es nobleza, aunque la nobleza alguna vez es virtud” (266). Es cierto que para Juan Rodríguez del Padrón la concesión regia es fundamental, al igual que para Valera, pero esa concesión ha de recaer en un personaje de linaje noble.10 Amadís es criado en un entorno caballeresco como noble, aunque su padre adoptivo, Gandales, admite que no es su hijo biológico; y se le trata así porque, como he indicado, la hermosura y conducta de Amadís son prueba de su linaje noble para todos los demás.11 De forma casi contemporánea a la refundición de Rodríguez de Montalvo, el giennense Hernán Mexía compuso su Nobiliario Vero, texto en el que defendía que los miembros de la nobleza se comportaban virtuosamente de manera natural e incluso consideraba que los nobles eran más hermosos que los plebeyos (Martín Romero, “Bartolo”), ideas que explican los citados pasajes de la obra de Rodríguez de Montalvo. La postura de Rodríguez del Padrón y de Hernán Mexía parecen coincidir plenamente con las de Amadís de Gaula. No obstante, si bien es cierto que aparentemente el concepto de nobleza de Amadís, en tanto que vinculado con el linaje, parece reforzar la postura de la antigua nobleza defendida en obras como la Cadira de Honor y el Nobiliario vero, hay que tener en cuenta otros factores. No hay que olvidar que Amadís no es un simple noble, sino que está marcado por su destino para convertirse en el mejor caballero del mundo. Pero ese destino heroico requiere, precisamente, que pertenezca a una estirpe de reyes.12 Este hecho 10  Para Rodríguez del Padrón se requieren cuatro condiciones para adquirir la nobleza:

“abtoridad del prínçipe o del prinçipado, claridad de linaje, buenas costumbres e antigua riqueza” (269). Si la decisión de conceder una dignidad recae en un plebeyo, no será noble ni él ni sus herederos hasta la cuarta generación. 11  También se toma como muestra de su alto estado las riquezas con las que se le había

encontrado. Como he señalado en la nota anterior, Rodríguez del Padrón también considera necesaria en el noble la riqueza. 12  El destino heroico ha sido estudiado desde perspectivas comparatistas y antropológicas

por Paloma Gracia; considera que la superación de esas dificultades iniciales, que revelan la supremacía del héroe frente a los demás, se vincula con la problemática de quién ostenta

242

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

es un punto fundamental: el héroe no es sólo de alto linaje, sino que por sus venas corre sangre real. Por tanto, en esta obra, el mejor caballero del mundo, el más noble, el que está llamado a ser modelo para todos es, en potencia, un rey. Precisamente en este punto encontramos una posible causa que explique el éxito de la obra, pues si, por una parte, Amadís satisfacía la ideología de la antigua nobleza, por otra, la monarquía había logrado fecundar los textos caballerescos con una tesis que la beneficiaba: la nobleza más pura, la mejor, era la que derivaba de la sangre real. Aunque en estos textos no se admitía como origen de la nobleza la concesión regia (como postulaban Bartolo de Sassoferrato y Valera),13 era la figura del rey la que aparecía como dechado de caballería y, por tanto, de nobleza. Este recurso –rechazo de Sassoferrato simultáneo a la defensa de la monarquía– fue utilizado por Hernán Mexía en su Nobiliario Vero, pero el giennense supo aprovecharse de ello para sus propios fines: defender la nobleza de linaje. Mexía deja claro que la sangre real es la más noble, e indica la importancia del linaje en la monarquía, no sólo la que tiene carácter hereditario (como en los reinos hispánicos) sino también en las coronas alcanzadas por designación divina, por tiranía y por elección, siguiendo la clasificación de las cuatro formas de gobierno que había establecido Rodríguez del Padrón en su Cadira de honor (Martín Romero, “Bartolo”). Si el linaje justifica la monarquía, ésta no puede rechazar –defiende Mexía– la concepción linajística del estado nobiliario. el poder (204). En los libros que analizamos, esa supremacía se apoya en su nobleza, pero también en su sangre real. 13  Por ello no comparto la idea de Rodríguez Velasco, que afirma: “Aunque el caballero de la

fábula caballeresca resulte ser un noble, cuya nobleza ha sido olvidada o arrebatada en algún momento de su historia o de su genealogía, lo que late en el fondo de esta idea es el concepto de reemplazo o de sustitución. La idea, pues, de que un caballero cualquiera, a través de un acto de virtud, puede sustituir, en el ejercicio del poder, cualquier estructura establecida, en especial en el caso de un vacío de poder o de un poder ilegítimo. Es decir, la idea, a fin de cuentas, de que la nobleza y el poder ya no se pueden aceptar como resultado exclusivo de un proceso histórico-genealógico y linajístico inevitable, sino que tanto la nobleza como el poder pueden ser modificados” (“Teoría de la fábula caballeresca” 347). En mi opinión, con este patrón narrativo se intenta demostrar la superioridad de aquellos que pertenecen al linaje nobiliario y, más aún, al linaje de reyes; no existe un “reemplazo”, sino una justificación de por qué no ha de haberlo.

243

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

La idea de nobleza vinculada con el linaje es aún más evidente en la primera continuación del ciclo amadisiano, Florisando de Páez de Ribera, así como en la primera imitación con personajes ajenos a este ciclo, Palmerín de Olivia. En la obra de Páez de Ribera se menciona de forma expresa la “naturaleza”, la “sangre” y el “natural” al referirse a la inclinación del héroe a una vida caballeresca, lo que se deriva claramente de su linaje noble. Coincide así con Rodríguez del Padrón. Como se ha indicado con anterioridad, este autor definió nobleza de manera tajantemente opuesta a la de Sassoferrato (y, por tanto, de Valera): “sólo aquel se puede llamar noble, que noble es por sí, e de noble linaje desçiende” y rechaza la vinculación entre nobleza y virtud, o riquezas: “e ninguno otro, aunque las virtudes theológicas, cardinales e morales, políticas intelectuales, riquezas, fuerças corporales, dones e graçias de la naturaleza junta mente posea, non se puede verdadera mente llamar noble, fidalgo, nin gentil ombre” (276). Pero más significativa es la coincidencia ideológica de este libro de caballerías con Hernán Mexía, pues también éste propone una consideración casi racial de la nobleza (Martín Romero, “Bartolo”), cuando afirma que las virtudes “produxeron naturas e linajes espeçificados en natura humana, porque diferençia fuese conservada en diferentes linajes” (Nobiliario Vero, libro 2, párrafo iii, conclusión iii). Además, aunque Mexía coincide con la opinión de la Cadira sobre la nobleza, entiende que existe cierta vinculación entre virtud y nobleza, al afirmar que si un noble se comportara de forma viciosa, podría considerarse un comportamiento contra natura (Martín Romero, “Bartolo”). La procreación, el nacimiento, la infancia y la investidura de Florisando resultan hasta cierto punto semejantes a los de sus antecedentes amadisianos: educado por un ermitaño en la vida virtuosa y santa (como Esplandián), revela una evidente tendencia a la vida caballeresca. También Florisando había mostrado su gusto por la caza y una enorme destreza en ella: “Muchos días passaron que no entendía Florisando en otra cosa sino en caça, e tenía en ello tanta dicha e fuerça e maña donde era menester que le acaesció algunas vezes él por sí solo matar muchas bestias fieras” (García Ruiz 98). Por otra parte, este niño disfruta especialmente cuando oye hablar de las

244

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

hazañas bélicas: “E él holgava mucho de oírlo e de saber los grandes fechos de Amadís e de Galaor e don Florestán. E más folgara si supiera el deudo que les tenía” (97). Esta actitud agrada a otros personajes que sí conocen su origen, como Panifor, criado de Corisanda, madre del héroe; las palabras de Florisando sobre estos temas demuestran su linaje: “E hablava tan altamente, que bien parescía que le venía más por sangre que por uso e costumbres de su vida” (97). En otra ocasión, un caballero intenta recabar información sobre el héroe del hermitaño que lo había criado, pero sólo obtiene como respuesta lo que se evidencia del comportamiento del joven: “E el cavallero hablava mucho con el hermitaño por saber quién fuesse Florisando. Él le dixo cómo ni él ni el donzel lo sabían más de cuanto a lo que d’él se conoscía que según su natural e criança e inclinaçión él devía ser de alta sangre” (106). El ermitaño responde cuando Florisando le comenta su deseo de ser armado caballero: “Sometéis os a una cosa muy trabajosa e peligrosa. E esto cáusalo los altos pensamientos que tenéis, que el coraçón os llama a grandes cosas” (107). El corazón refleja la naturaleza noble, como sucedía en Amadís de Gaula y en Lancelot en prose. Los anhelos del héroe por llevar una vida caballeresca se evidencian desde muy temprano. Cuando Florisando escucha las proezas de otros caballeros andantes, no puede evitar que su naturaleza noble (esto es, de caballero) le incite a ese tipo de vida: “Con estos dichos e otros, e con aquello que su sangre e natural le inclinava, levantávansele tanto los pensamientos que siempre hablava en grandes desseos que tenía. E como el mayor desseo en que pensava era de ser cavallero, e hallarse en aquellas batallas contra los infieles” (98). Los otros personajes, que conocen su linaje, no se sorprenden, lo que implica la consideración del impulso caballeresco como propio del linaje noble: “Panifor no se espantava d’esto porque bien sabía que era aquello de su naturaleza, e cada cosa muy ligeramente torna a su natural e plazíale que vía en él aparejo e disposición e criança e fuerça e esfuerço para ser muy señalado cavallero” (98).14 14  La vida de caballero se presenta como dura, sacrificada y llena de riesgos, sólo apta para

los mejores, esto es, para los nobles. En Florisando (105-06) se puede leer una interesante disquisición que recoge las ideas que hemos comentado sobre la vida del caballero, al hilo de la petición de Florisando de ser armado como tal, que imita seguramente las palabras de aviso a Amadís en la misma situación en la obra de Rodríguez de Montalvo (Amadís de Gaula, 1: 270), y en el Lancelot en prose (1: 164-68).

245

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

Además, en esta obra se afirma que el estado de caballería implica un determinado comportamiento y que, si no se sigue, se pierde necesariamente dicha dignidad. Así, cuando el héroe, antes de ser investido, encuentra a una doncella maltratada por dos caballeros, no duda en enfrentarse a ellos, pues considera que su proceder los convierte en villanos: Bien sé –dixo Florisando– que la ley de la cavallería es que el que no fuese cavallero no puede poner mano en el que lo es. Pero aquella ley se entenderá cuando el cavallero faze batalla con otro o otros cavalleros, o faze acto o exercicio de cavallería, pero no lo que vosotros agora fazéis, que no fazéis como cavalleros sino como verdugos en matar a essa donzella e como ladrones en despojarla. Por esta causa bien puedo poner las manos en vosotros. (99)

Obsérvese que se concibe la posibilidad de que la caballería pueda no implicar virtud, como afirmaba Rodríguez del Padrón, al estar en manos de personas indignas de ella. En este sentido, Florisando se presenta como la primera obra que de forma explícita indica que un comportamiento deshonroso implica la pérdida del estatus caballeresco, lo que coincide con el pensamiento de la época, que recoge ideas que aparecían ya en la Segunda partida alfonsí (Martin 232-34). Sin duda, se hacía necesario presentar malos comportamientos para señalar el castigo que debían sufrir. No en vano estas obras tienden a mostrar modelos de conducta y más en el caso de esta obra escrita por Páez de Ribera, conocido moralista. Por otra parte, aunque Florisando no haya sido armado caballero todavía, en este lance se comporta de forma más caballeresca que sus adversarios, así se demuestra que la caballería no es un asunto de concesión ajena, sino de nobleza interior, de sangre, en definitiva, de linaje. Ideas parecidas se encuentran en Palmerín de Olivia, obra en la que el carácter hereditario, natural, de la nobleza se evidencia todavía más en la infancia del héroe. El caso de Palmerín presenta claras diferencias frente a su modelo. El héroe es igualmente abandonado y criado por padres adoptivos, pero, a diferencia de la situación amadisiana, no se encuentra expuesto a un ambiente aristocrático, sino que vive en un entorno villano. El autor quiere así probar que la nobleza es innata y hereditaria, pues nada desvía al niño de lo que se espera de un noble: rechaza los trabajos considerados “viles”

246

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

en la época, se dedica a la caza y demuestra una clara tendencia a la vida caballeresca. El modelo de Palmerín bien pudo ser el de Perceval, que también se cría alejado de un entorno caballeresco, lo que no impide que desarrolle una clara vocación de ser caballero (Alvar 331-34).15 Cuando Florendos pregunta a Palmerín (su hijo, aunque ninguno de los dos lo sabe a esas alturas del relato) por su linaje, responde: “Yo, señor –dixo Palmerín–, no conozco mi linaje, que no fue tal mi ventura, mas yo me tengo por fidalgo e a esto me esfuerça mi coraçón” (37). Se comprueba cómo sigue el modelo amadisiano casi al pie de la letra; Amadís de Gaula transmitirá este recuerdo del Lancelot en prose a sus continuaciones –se ha visto en Florisando– e imitaciones, con lo que ello implica de ideología nobiliaria. Por tanto, también en Palmerín de Olivia el linaje se evidencia en la naturaleza noble, en el comportamiento cortesano y en la valentía caballeresca. Incluso en este caso en el que el héroe es criado por un rústico, su estirpe lo determina, le impide que se comporte como hijo de villano, rechaza cualquier tarea que no sea propia de la nobleza e incluso en su aspecto demuestra su linaje. En el siguiente pasaje se descubre el retrato perfecto de un niño noble: desdeña todo oficio “vil” y se dedica a la caza, de la que ya he hablado: E parescía en él el alto linaje de donde él venía, aunque era criado entre villanos, porque después que algo sopo entender no se le davan los officios viles como a los otros sus hermanos, que su plazer d’ellos era apacentar los ganados de su padre e andar entr’ellos. Palmerín no entendía en otras cosas sino en caçar aves e criar perros para andar en los montes caçando venados e puercos. D’esto salía él tan gran maestro que Geraldo era maravillado, e amávalo tanto que dexava fazer qualquier cosa que él havía gana e no le mandava fazer otros officios sino aquellos que él quería, que era cavalgar en cavallos que criava su padre, e corríalos muy sin miedo. (Palmerín de Olivia 30)

Especialmente significativo es que entre los “oficios” que él quería realizar 15  No obstante, la conducta de Perceval es tosca hasta que es educado por Gornemans de

Goort, que le enseña el comportamiento cortés que se espera de todo caballero. Véase la introducción de Alvar a su magnífica traducción de Chrétien de Troyes, El cuento del Grial, en la que analiza el proceso de formación de Perceval (9-14).

247

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

se encuentre “cavalgar en cavallos”. Además, su aspecto indica también su nobleza: era “grande” y “hermoso”. Pero ante todo, sorprendía especialmente su comportamiento y sus virtudes: “buen seso”, “buenas maneras”, “gran coraçón”.16 Cuando Palmerín se marcha con el mercader al que acaba de salvar la vida, vive en su casa. El autor no da demasiados detalles sobre la vida del comerciante (“E desde allí adelante Palmerín tomó en cargo todas las cosas del mercader y era tan sesudo que deprendió en poco tiempo cuanto le era menester” 34). Esta irrupción del mundo urbano parece reflejar la situación de las ciudades a fines del siglo XV; el comerciante se presenta como una persona adinerada (“muy honrrado e rico era” 34), un miembro de una clase intermedia entre los linajes y el común de vecinos, un nuevo grupo social que, como ha estudiado Val Valdivieso (“Indicios” 193-94; “Aproximación” 75), rivalizaba por el poder de las ciudades con los miembros de linaje, la hidalguía. Puede sorprender que Palmerín dedique parte de su vida a “oficios viles” (en la consideración de la época); pero en la obra, paradójicamente, se presenta como un medro frente a la vida rústica que había llevado hasta ese momento. No obstante, el autor se ve forzado a señalar la fuerte inclinación natural del héroe a la vida caballeresca y cómo es respetado por los caballeros de esa ciudad, presentados como un grupo cohesionado y solidario (Smith 163-65). Por tanto, el autor deja claro que la naturaleza noble del héroe lo lleva a ansiar el estado de la caballería, y, finalmente, a rechazar el “vil” oficio del comercio: “Yo no sé si mi padre es villano –dixo Palmerín–, mas mi coraçón mucho me esfuerça a las nobles cosas” (34). Esta respuesta recuerda claramente a la que da Amadís cuando defiende su deseo de ser armado caballero, reminiscencia, como se ha dicho, de Lancelot en prose. Pero en Palmerín de Olivia se percibe más claramente el recuerdo de Perceval, ya que, igual que el héroe artúrico, Palmerín, que se siente obnubilado ante el brillo de la vida caballeresca, demuestra pronto sus aptitudes para dedicarse a ella: 16  “E siendo ya de edad de quinze años, era tan grande e tan fermoso que era maravilla

mirarlo. Más se maravillava su padre de su gran seso e buenas maneras e del gran coraçón que tenía en sus caças, que no havía bestia brava en toda la montaña que él no matasse” (30).

248

BIBLIO GRAPHÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

Mas queremos que sepáys de tanto que mejor le parescía a él la vida de los cavalleros e sus maneras que no la de los mercaderes, aunque él tratava grandes riquezas. Todo su plazer era en ver los cavalleros mancebos, -que muchos en aquella cibdad havía-; e qualquier cosa de armas que se fiziese él yva a verlo e deprendía todas las cosas muy bien e tenía tanta voluntad de obrarlo que lo dezía a Estebon. (34)

En Palmerín resulta indicativo que el héroe pronto se revele como el más mesurado y civilizado de toda aquella ciudad; recordemos que allí vive en casa del mercader, e incluso así se gana el respeto incluso de los caballeros.17 Por tanto, también en Palmerín de Olivia se siguen las ideas sobre la nobleza defendidas por autores como Rodríguez del Padrón o Hernán Mexía. Así se explican las palabras de una misteriosa doncella que descubre que el recién armado caballero es efectivamente de alto linaje: “no dudéys de fazer cavallero a Palmerín, que de ambas a dos partes es de tan alto linaje que lo meresce ser” (39); estas palabras revelan que no pertenecer a la nobleza ha de impedir el acceso a la caballería, que armar caballero a quien no tiene linaje es incorrecto, lo que se corresponde con las reservas que a este respecto muestran autores como Hernán Mexía: “Pues luego injuria faze el prínçipe e gran vituperio a la generosa nobleza en dar el título o calidad d’ella al villano o al obscuro de linaje o al plebeo o al çibdadano defectuoso o sin virtud” (Capítulo 12, libro 2, conclusión tercera) (Martín Romero, “Bartolo”). También Alonso de Cartagena, aunque seguía en otra de sus obras la definición de nobleza propuesta por Bartolo, parece defender en el Doctrinal de los cavalleros el concepto de nobleza por linaje cuando afirma que éstos han de ser escogidos entre los hidalgos, idea que, por supuesto, siguió (prácticamente al pie de la letra) Hernán Mexía, y que deriva en última instancia de la Segunda partida de Alfonso X, que marcó en buena medida el pensamiento caballeresco medieval (Rodríguez Velasco, “Los mundos modernos” 7-8; Nieto Soria 9). 17  “De todos los cavalleros era muy honrrado por ver su bondad e havían gran sabor de

fablar con él” (34). En este sentido, conviene recordar que, cuando aparece la temática pastoril en el universo caballeresco, uno de los tópicos es el del pastor que finalmente se descubre como noble, aun habiendo sido criado como pastor e ignorante, por tanto, de su verdadero origen, aunque ya antes su comportamiento hacía sospechar que no era verdaderamente de clase baja. Véase Martín Romero, “La temática pastoril” 507 y 604.

249

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

El esquema narrativo de la pérdida y recuperación del linaje en los casos expuestos puede estructurarse en los siguientes puntos: 1. Los héroes son apartados de los miembros de su linaje. 2. Son educados, por tanto, fuera de dicho entorno e ignorando su estirpe. 3. A pesar de ello, su corazón les incita a adoptar la vida caballeresca. 4. Demuestran las cualidades propias del caballero. 5. Estas cualidades propias del estado de la caballería coinciden con las del noble. 6. Los héroes son armados caballeros. 7. Alcanzan un nombre y una fama por sus propios méritos. 8. Tras haber alcanzado ese reconocimiento, se produce la anagnórisis que implica la recuperación de su linaje.

De todos estos aspectos, hay que resaltar el cuarto y el quinto: las cualidades que demuestran de forma innata los héroes, cualidades que en estos libros se presentan como propias del caballero y, por tanto, del noble. Esa idea se presenta en cada texto de forma matizadamente distinta: Amadís es juzgado noble por las riquezas con que lo habían abandonado y esa consideración se ve demostrada por su hermosura, conducta y virtudes; Florisando es criado por un ermitaño que conoce su origen noble, aunque que lo oculta al héroe, cuyas inclinaciones caballerescas surgen de forma natural; el caso más peculiar es el de Palmerín, que, quizá reflejando la historia de Perceval, es criado como plebeyo, lo que no evita que actúe como noble. En este sentido, los tres libros estudiados proponen una nobleza vinculada con la estirpe. Así, parecen apoyar la idea de que la antigüedad de linaje implicaba una mayor nobleza. Coinciden de esta forma con el sentir común, tal como confesaba Diego de Valera; este autor, que defendía las tesis de Sassoferrato en lo relativo a la caducidad de la nobleza a partir de una determinada generación, se veía forzado a admitir que lo más extendido era la opinión contraria: “Este derecho es derogado por contraria costunbre en el mundo, que en toda parte tanto es avido por alguno por más noble, cuanto de mayor antigüedad trae la nobleza” (105). Por otra parte, no hay que olvidar que ninguno de estos héroes es investido

250

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

caballero como recompensa por haber actuado valientemente en la batalla, sino para que puedan hacerlo en momentos posteriores. Esto es, la investidura no es lo que les permite acceder al estatus nobiliario, como sucedió en casos históricos, como Miguel Lucas de Iranzo, por poner un ejemplo (Rodríguez Molina 237-47; Carceller Cerviño, “El ascenso” 22-25), sino una consecuencia (lógica en la narrativa caballeresca) de su propio linaje.18 En este sentido hay que recordar un caso semejante de la materia artúrica y que fue recordado por Nelly R. Porro Girardi. Se trata de un episodio narrado en el Baladro del sabio Merlín: Tor, hijo del villano Dares, demuestra un inquebrantable propósito de ser armado caballero y, por tanto, de vivir como noble y no como villano; este fuerte deseo hace pensar al rey Arturo que está motivado por la sangre noble del muchacho, y accede a su petición. Y no sin razón, ya que, como Merlín se encargará de explicar, Tor era hijo del rey Pelinor y, por tanto, noble: “ca si fuesse tu hijo, no lo hallaría la fidalguía más que a sus hermanos lo hallaron, e ante sería derecho villano como su natura gelo daría” (Porro Girardi 328). Por tanto, en el universo artúrico y en el de los libros de caballerías españoles herederos de dicho universo, nobleza, caballería y linaje se encuentran fuerte e indisolublemente unidos: la virtud caballeresca es hija de la nobleza, de la estirpe. Por supuesto, existen malos caballeros y nobles que se comportan como villanos, pero nunca a la 18  Se conserva la cédula de ennoblecimiento de Miguel Lucas concedida por Enrique IV

en 1455. El lenguaje protocolario evidencia el planteamiento bartolista: “yo os ennoblezco y os crío y fago noble, y os constituyo y pongo en linaje, estado y grado de nobleza para que perpetuamente vos y vuestros hijos, nietos y biznietos . . . seáis y os podáis llamar y llaméis nobles, y seáis tenidos por tales”. Inmediatamente después se indica la investidura del recién ennoblecido: “yo por mi mano y con mi espada desnuda, sacada fuera de la vaina os armé caballero de espuelas doradas, con aquella solemnidad que demanda y requiere la caballería” (Quintanilla Raso, Nobleza y caballería 71-72). Enrique IV se apoya para el ennoblecimiento e investidura en el valor demostrado por Miguel Lucas, si bien puede entenderse como resultado de una estrategia para contrarrestar el poder de otros nobles. No obstante, las relaciones entre este monarca y Miguel Lucas serán cambiantes a lo largo de los años (Martín Romero, “Miguel Lucas ante Enrique IV” 47-49 y 80-81). El proceso de ennoblecimiento sorprendió en gran medida a la sociedad aristocrática, y fue visto como ejemplo del acceso de hombres oscuros al estatus nobiliario. Véase Carceller Cerviño 26; y Martín Romero, “El condestable Miguel Lucas en su crónica” 130.

251

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

inversa. Esto implica una consideración linajística de la nobleza, vinculada con la caballería, y alejada, por tanto, de los presupuestos de Sassoferrato. Pero no se ha de olvidar el linaje al que pertenecen estos héroes; no son simples nobles, sino que por sus venas corre sangre real (en ocasiones, incluso imperial). Y este detalle no se puede obviar, ya que impediría comprender la ideología propuesta en estos textos, porque, en mi opinión, no se trata únicamente de la repetición de un esquema folclórico, sino que está marcado por una determinada orientación ideológica. Quizá ahí podamos encontrar otra de las claves que expliquen el éxito de este tipo de literatura: por una parte, la nobleza de linaje contemplaba en ellos una imagen idealizada de sí misma, la que querían ofrecer al resto de la sociedad en torneos y justas –esas “fiestas de estatus” como con gran acierto se han denominado en ocasiones (Quintanilla Raso, “La nobleza” 98)–, imagen que responde al espíritu que Johan Huizinga estudió.19 Por otra parte, la caballería propuesta en estas obras no rompía con los presupuestos de la monarquía de los Reyes Católicos, ya que el mejor caballero, el héroe, siempre es de sangre real.20 Recuérdese asimismo que Alfonso X había pretendido vincular la investidura caballeresca con el vasallaje de quien era investido; eso explica por qué Fernando III y Alfonso X se invistieron ellos mismos como caballeros (Porro Girardi 277-80) y Alfonso XI decidió serlo por un autómata que representara a Santiago apóstol (Rodríguez Velasco, “Los mundos modernos” 7-9). En este sentido, es relevante el hecho de que Amadís sea investido por su propio padre, y que su hermano Galaor lo sea por el mismo héroe (también Palmerín será armado por su padre Florendos).21 Estos caballeros, en tanto que reyes, no podían servir a otro 19  Aunque los datos sobre los torneos y la vida caballeresca tardomedieval que ofrece

Huizinga es esencialmente correcto, su interpretación de la caballería como algo caduco ya en esas fechas no lo es tanto y ha sido convenientemente matizada por Martín de Riquer y por Ángel Gómez Moreno. 20  Ello hace que su enfrentamiento contra Lisuarte no pueda considerarse un ataque contra

la monarquía, pues el héroe, insisto, no es su súbdito, sino otro miembro de linaje real: es un conflicto horizontal y no vertical. La lealtad del súbdito a su monarca no se ve comprometida por estos pasajes. 21  El caso de Florisando es distinto, lo que no ha de extrañar. Páez de Ribera propone un ideal

de caballería al servicio de la fe, no de la gloria personal ni de la monarquía. Y quizá esto

252

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

que los invistiera: la solución narrativa parece apoyar la idea de que la sangre real es la más noble, y, precisamente por ello, se esfuerzan por señalar la importancia del linaje, lo que veía con agrado la antigua nobleza. Pero seguramente estos matices escapaban a los lectores menos instruidos, de capas más bajas, que también disfrutaban con estas obras. Para aquellos hombres del siglo XVI que no eran nobles, estos libros les permitían imaginar un mundo en el que el esfuerzo personal se viera recompensado por un medro social, no en vano algunos héroes son armados caballeros antes de que se conozca su linaje, e incluso, como en el caso de Palmerín, suponiendo su ascendencia villana.22 No obstante, dudo de que ni siquiera ellos pudieran olvidar el alto linaje de este héroe; las extrañas condiciones de su nacimiento y de su infancia se convierten en un conflicto fundamental que se ha de resolver, y que mantiene el suspense de la historia hasta su desenlace. De esta manera, Amadís de Gaula, y varios de sus herederos, lograron que la heterogénea sociedad del Renacimiento coincidiera en su gusto por estas obras que satisfacían sus ansias de aventuras y que reflejaban de forma utópica sus anhelos.

Este estudio se inscribe en el proyecto de la “Creación y desarrollo de una plataforma multimedia para la investigación en Cervantes y su época” (FFI2009-11483).

pueda explicar su escaso éxito, junto al tantas veces aludido carácter sermonístico del texto. 22  Ruiz-Doménec analiza los textos caballerescos en relación a lo que él llama “sugestiones

masculinas” (18-19); Rodríguez Velasco, a su vez, habla de “esperanza pública” (“Teoría de la fábula caballeresca” 350). No obstante, frente a la opinión de éste, no considero que en estos textos se proponga que los héroes deban aislarse de su contexto linajístico para desarrollar sus virtudes; creo que la idea propuesta en estos libros consiste en que su nobleza heredada es tal que incluso cuando desconocen su estirpe alcanzan grandes logros, y no que estos personajes no se hubieran podido desarrollar igualmente como nobles en sus entornos naturales.

253

M A R T Í N R O M E R O

LA CORÓNICA 40.2, 2012

Obras citadas Alvar, Carlos. El rey Arturo y su mundo: Diccionario de mitología artúrica. Madrid: Alianza Editorial, 1991. Amezcua, José. “La oposición de Montalvo al mundo del Amadís de Gaula”. Nueva Revista de Filología Hispánica 21.2 (1972): 320-37. Avalle-Arce, Juan Bautista. Amadís de Gaula: El primitivo y el de Montalvo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1990. Cacho Blecua, Juan Manuel. Amadís: Heroísmo mítico-cortesano. Zaragoza: Cupsa-U de Zaragoza, 1979. —. “Los cuatro libros de Amadís de Gaula y Las sergas de Esplandián: Los textos de Garci Rodríguez de Montalvo”. Edad de Oro 21 (2002): 85-116. Carceller Cerviño, María del Pilar. “El ascenso político de Miguel Lucas de Iranzo: Ennoblecimiento y caballería al servicio de la monarquía”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 175.1 (2000): 11-30. ——. “Nobleza cortesana, caballería y cultura: La casa ducal de Alburquerque”. Títulos, grandes del reino y grandeza en la sociedad política: Fundamentos en la Castilla medieval. Ed. María Concepción Quintanilla Raso. Madrid: Sílex, 2006. 215-63. Cartagena, Alonso de, Doctrinal de los cavalleros. Ed. José María Viña

Liste. Santiago de Compostela: U de Santiago de Compostela, 1995. Chrétien de Troyes. El cuento del Grial. Trad. Carlos Alvar. Madrid: Alianza Editorial, 1999. Cirlot, Victoria. La novela artúrica: Orígenes de la ficción en la cultura europea. Barcelona: Montesinos, 1987. Díaz de Games, Gutierre. El Victorial. Ed. Rafael Beltrán. Madrid: Taurus, 2005. Duby, Georges. “Dans la France du Nord-Ouest au XIIe siècle: Les ‘jeunes’ dans la société aristocratique”. Annales, Economies, Sociètès, Civilisations 19 (1964): 835-46. Eisenberg, Daniel, y María Carmen Marín Pina. Bibliografía de libros de caballerías castellanos. Zaragoza: P U de Zaragoza, 2000. Frappier, Jean. Amour courtois et Table Ronde. Ginebra: Librarie Droz, 1973. García Ruiz, María Aurora. Florisando (Salamanca, Juan de Porras, 1510) de Páez de Ribera: Edición del ejemplar C.20.e.34 de la British Library de la obra y análisis del pensamiento del autor. Jaén: U de Jaén, 2010. Gerbet, Marie-Claude. Las noblezas españolas en la Edad Media: Sigl o s X I - XV. M a d r i d : A l i a nza Editorial, 1997.

254

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

Gili Gaya, Samuel. “Las Sergas de Esplandián como crítica de la caballería bretona”. Boletín de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo 23 (1947): 103-11. Gómez Moreno, Ángel. “La militia clásica y la caballería medieval: Las lecturas de re militari entre Medievo y Renacimiento”. Euphrosyne: Revista de Filología Clásica 23 (1995): 83-97. Gómez Redondo, Fernando. Historia de la prosa medieval castellana I: La creación del discurso prosístico: El entramado cortesano. Madrid: Cátedra, 1998. ——. Historia de la prosa medieval castellana II: El desarrollo de los géneros: La ficción caballeresca y el orden religioso. Madrid: Cátedra, 1999. Gracia, Paloma. Las señales del destino heroico. Barcelona: Montesinos, 1991. Heusch, Carlos. “De la biografía al debate: Espejismos caballerescos en El Victorial de Gutierre Díaz de Games”. eHumanista 16 (2010): 308-27. Web. Huizinga, Johan. El otoño de la Edad Media. Madrid: Alianza Editorial, 2005. Keen, Maurice. Chivalry. New Haven: Yale UP, 2005. Lanzarote del Lago. Trad. Carlos Alvar. 7 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1987-1988. Lucía Megías, José Manuel. Imprenta

255

y libros de caballerías. Madrid: Ollero & Ramos, 1999. Marín Pina, María Carmen. Edición y estudio del ciclo español de los Palmerines. Zaragoza: U de Zaragoza, 1989. Martin, Georges. “Control regio de la violencia nobiliaria: La caballería según Alfonso X de Castilla (comentario al título XXI de la Segunda partida)”. Annexes des Cahiers de Linguistique et de Civilisation Hispanique Médiévales 16 (2004): 219-34. Martín Romero, José Julio. “Bartolo de Sassoferrato y Hernán Mexía: El Nobiliario vero en su contexto histórico”. Actas del XVII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Roma: U di Roma “La Sapienza”. En prensa. ——. “El condestable Miguel Lucas en su crónica”. Revista de Filología Española 91 (2011): 129-58. ——. “Miguel Lucas ante Enrique IV: Desobediencia y lealtad en Los Hechos del Condestable Iranzo”. Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo 86 (2010): 47-81. ——. “La temática pastoril en los libros de caballerías de la época de Felipe II”. Nueva Revista de Filología Hispánica 56.2 (2009): 563-605. Mexía, Hernán. Nobiliario Vero. 1492. Madrid : Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, Instituto Bibliográfico Hispánico, 1974.

M A R T Í N R O M E R O

Nieto Soria, José Manuel. “La Segunda Partida en los debates políticos de la Castilla del siglo XV”. E-Spania: Revue Interdisciplinaire d’Études Hispaniques Médiévales 5 (2008). Web. Abril 7, 2011. Palencia, Alfonso de. De perfectione militaris triumphi: La perfeçión del triunfo. Ed. Javier Durán Barceló. Salamanca: U de Salamanca, 1996. Palmerín de Olivia. Ed. Giuseppe Di Stefano. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2004. Pérez de Tudela Velasco, María Isabel. “La ‘dignidad’ de la Caballería en el horizonte intelectual del s. XV”. En la España Medieval 5 (1986): 813-29. Porro Girardi, Nelly R. La investidura de armas en Castilla del Rey Sabio a los Católicos. Valladolid: Junta de Castilla y León, 1998. Quintanilla Raso, María Concepción. “La nobleza”. Orígenes de la monarquía Hispánica: Propaganda y legitimación (ca. 1400-1520). Ed. José Manuel Nieto Soria. Madrid: Dykinson, 1999. 63-104. ——. Nobleza y caballería. Madrid: Arco Libros, 1996. Raglan, [FitzRoy Richard Somerset], Lord. The Hero: A Study in Tradition, Myth and Drama. Londres: Methuen, 1936. Rank, Otto. The Myth of the Birth of the Hero and Other Writings. Nueva York: R. Brunner, 1959. Riquer, Martín de. Caballeros andantes españoles. Madrid: Espasa, 1967.

LA CORÓNICA 40.2, 2012

——. Caballeros medievales y sus armas. Madrid: Instituto Univ. “General Gutiérrez Mellado”–U Nacional de Educación a Distancia, 1999. Rodríguez de Montalvo, Garci. Amadís de Gaula. 2 vols. Ed. Juan Manuel Cacho Blecua. Madrid: Cátedra, 1991. Rodríguez del Padrón, Juan. Obras completas. Ed. César Hernández Alonso. Madrid: Editora Nacional, 1982. Rodríguez Molina, José. La vida de la ciudad de Jaén en tiempos del condestable Iranzo. Jaén: Ayuntamiento, 1996. Rodríguez Velasco, Jesús. El debate sobre la caballería en el siglo XV: La tratadística castellana en su marco europeo. Salamanca: Junta de Castilla y León, 1996. ——. “Los mundos modernos de la caballería antigua”. Ínsula 584-585 (1995): 7-10.  ——. “Teoría de la fábula caballeresca”. Libros de caballerías (de Amadís al Quijote): Poética, lectura, representación e identidad. Ed. Belén Carro Carbajal, Laura Puerto Moro y María Sánchez Pérez. Salamanca: Semyr, 2002. 343-58. Ruiz-Doménec, José Enrique. La novela y el espíritu de la caballería. Barcelona: Mondadori, 1993. Salvador Miguel, Nicasio, Isabel la Católica: Educación, mecenazgo y entorno literario. Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2008.

256

BIO GRAFÍA HEROICA Y CONCEPTO DE NOBLEZ A

Sánchez de Arévalo, Rodrigo. “Vergel de los príncipes”. Prosistas castellanos del siglo XV. Ed. Mario Penna. Madrid: Atlas, 1959. 311-41. Smith, Wendell P. “From Round Table to Revolt: Amadís de Gaula and the Comuneros”. La corónica 39.2 (2011): 163-90. Valera, Diego de. “Espejo de verdadera nobleza”. Prosistas castellanos del siglo XV. Ed. Mario Penna. Madrid: Atlas, 1959. 89-116. Val Valdivieso, María Isabel del. “Indicios de la existencia de una clase en formación: El ejemplo de Medina del Campo a fines del siglo XV”. Anales de la Universidad

257

de Alicante: Historia medieval 7 (1988-1989): 193-224. ——. “Aproximación al estudio de la estructura social de una villa mercantil castellana a fines de la Edad Media: Medina del Campo”. Les sociétés urbaines en France méridionale et en péninsule ibérique au moyen âge: Actes du Colloque de Pau, 21-23 septembre 1988. París: Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique, 1991. 73-104. Williams, Grace Sara. “The Amadís Question”. Diss. Columbia U, 1907. Spec. issue, Revue Hispanique XXI (1909): 1-167.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.