Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación

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Descripción

1 Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación Cristopher Yáñez-Urbina, Estudiante 4° año de Psicología, Usach (…) Recuerdo que la primera vez que follé con un tío su polla me pareció un objeto secundario de motricidad involuntaria, cuyo funcionamiento no podía ser un indicador fiable del deseo o de la excitación. Al contrario. Me parecía como si estuviera frente a un significante impostor, frente a un resto biopolítico ancestral cuya presencia era capaz de eclipsar el lugar del que emerge en realidad el deseo (Preciado, 2008 p.168) Al momento de mi nacimiento se me etiquetó como hombre por el simple hecho de haber tenido un pene de alrededor de un centímetro y medio, al devenir de esta forma fui instruido en las artes de la hetero-masculinidad durante gran parte de mi vida. Recuerdo especialmente que alrededor de los 14 años, cuando comienza a nacer el mito de la masturbación y del porno entre los pequeños machos, mis compañeros comentaban cuan imponentemente erecto era el pene de sus porno-ídolos, cosa que después pasarían a argumentar de sus propios genitales. También viene a mí mente la proliferación de los insultos referidos a la incapacidad de tener una erección: “cachoparaguas” comienza a ser una expresión que se dirige a aquellos a los cuales se les pone en duda la capacidad de ser como el porno-ídolo, el castigo por no ser un semidiós de la erección. No menos curiosas eran las constantes performances de estos hetero-machos en los vestidores, me refiero al ejercicio de exponer sus cuerpos desnudos bailar/gritar/masturbarse vanagloriándose de lo que ellos reconocían como su gran miembro, su pene que según cuenta la leyenda podría follar a una mujer toda la noche si ellos deseaban. Las prácticas en donde se defiende la propia capacidad de ser el semidiós pornográfico, el claro heredero de los porno-ídolos en el mundo de les 1 paganes, son muy recurrentes dentro del diario vivir, tal como la negativa de muchos hombres a juntar las piernas cuando están sentados, argumentado que sus gónadas son constreñidas; o como los repetitivos cuentos de las aventuras sexuales del fin de semana pasado. Este afán por la erección, por la capacidad de poder tener un pene firme e imponente, no es una cosa nueva: en la historia de la humanidad se puede apreciar 1

He recurrido al uso de la letra “e” como un neutro rechazando las opciones “a” y “o” porque no todes pueden identificarse en dicha dicotomía; así como también he excluido las opciones “x” y “@” por la incapacidad de ser leídas sin tener que remontarse a las nociones de “a” y “o” nuevamente. Por lo tanto aquí se pone en juego un uso político del lenguaje, con el fin de comenzar a reparar esta falencia del plano de lo simbólico. Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

2 cómo desde la cultura griega hasta nuestros días ha existido este interés en su funcionamiento (McLaren, 2010). El periodo actual llama especialmente la atención, pues vivimos en una era donde las imágenes de super-pollas son fácilmente accesibles con un simple click en nuestros computadores, al mirar la televisión, al ir al cine o al mirar la publicidad; por otro lado también se puede lograr ser un semidiós de la erección con una simple visita a la farmacia en búsqueda de una píldora de Sildenafil, vasodilatador y compuesto activo del conocido Viagra (Preciado, 2008). ¿A dónde quiero llegar con todo esto? Precisamente, mi interés radica en decir algo ya dicho por muches, reelaborarlo, darle una vuelta al tornillo. Quiero trabajar la tesis de que la gran industria cultural de nuestros días, que tiene como paradigma la pornografía (Preciado, 2008), se ha aliado a una amplia red de poder que ha calado hasta las capas más profundas de la subjetividad generando que el Sildenafil sea sinónimo de masculinidad, generando una necesidad de consumo que impediría caer en la muerte social o en el rechazo por parte de sus pares. Dicha artimaña del poder tiene como cristalización en Chile la llegada del Sildenafil a la canasta básica del Índice de Precios al Consumidor [IPC] en el año 2009, lo que indicaría que esta pastilla comienza a formar parte de los artículos de consumo regulares en los hogares chilenos, es decir, se introduce dentro de los índices del costo de la vida. ¿Cuál sería la relevancia de trabajar dicha tesis? ¿Qué importa que el Sildenafil comience a representar la masculinidad? ¿Acaso la masificación de la píldora azul no significa el comienzo de una liberación sexual masculina? ¿Existe gente beneficiada y/o perjudicada por dicha masificación? ¿Cuáles son las fuerzas que promueven este fenómeno? Adelantando lo que será el análisis teórico-experiencial, puedo decir que trabajar este tema nos mostrará cómo la farmacología, la pornografía y la economía de consumo y su inmiscusión en la vida social administran la sexualidad delimitando lo que debe ser el signo de la excitación de un pene normal, o mejor dicho normalizado, de tal forma que generan el movimiento de grandes masas de dinero, es decir, estamos frente a una de las diversas forma de explotación del potentia gaudendi o capacidad orgásmica de los cuerpos, estamos frente a una tecnología del género que tiene como fin último la ganancia de capital por parte de la industria farmacéutica a costa de la delimitación de la excitación de los cuerpos con pene. Una vez ya expuestos los ejes de análisis, podemos dar paso a la reflexión.

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3 Pensemos en el Chile del 2009, en primer lugar su industria televisiva. Hace unos cuantos años les jóvenes son bombardeados por imágenes tanto de mujeres como de hombres que han sido, como diría Preciado (2008), farmacopornográficamente intervenidos en programas como Yingo, Mekano y Calle 7, shows de televisión con un formato en dónde se incluyen bailes, concursos y música destinados a los adolescentes. En ellos estaba la mujer con implantes mamarios, la lipoescultura, el Botox, higienizada al máximo, con las medidas exigidas y la ropa que demostrara su etiqueta de femenina. También estaba el hombre esculpido en gimnasio, farmacológicamente estimulado con esteroides, de cuerpo higienizado, de actitud seductora y viril que dejara en claro su masculinidad. Estas imágenes no solo estaban en los programas dirigidos a les jóvenes sino que también a programas del horario estelar: desde Morandé con Compañía hasta los exitosos reality shows, que hace bastantes años encantaban a les espectadores. No menos importante sería la industria musical en donde el reggaetón ya estaba instaurado en la sociedad chilena con canciones cuyas letras exaltaban la masculinidad de sus intérpretes vanagloriándose de sus capacidades sexuales, adquisitivas, entre otras. Tampoco deja de lado a la feminidad interpretada en las canciones de este género musical como sumisa y sexualmente disponible a este hetero-macho. Por estos años, también, era muy extraño conocer a alguien que no tuviera acceso a internet, ya sea en su propia casa o a costar de los llamados cyber café, y junto con él el acceso a la cyber industria del porno a un click de distancia. Se comenzaba a viralizar videos pornográficos amateur o caseros y no amateur o profesionales por las ya creadas redes sociales; nacen los mitos chilenos de “Wena Naty” y “La Pelatomates”, porno amateur que en el caso del primero mostraba a una adolescente dando sexo oral a un compañero de colegio, mientras que el segundo se exhibía a una pareja manteniendo una penetración mientras la mujer pelaba un tomate. Ambos videos dejaban en claro cómo se veía y practicaba la sexualidad en el Chile de aquellos años: la mujer disponible y sumisa al hombre, siendo este último viril y dominante. ¿Qué nos dice este Chile? ¿Qué podemos decir nosotres de su industria televisiva, musical y tecnológica? Estamos ante imágenes, representaciones audiovisuales de cómo debe expresarse la virilidad masculina y la feminidad, tecnologías de producción de subjetividad, de producción de ficciones somaticopolíticas (Preciado, 2008). Nuestro país en esta época no se escapa de lo que Foucault (2007) describía como la forma de administración de los cuerpos y la gestión de la vida, Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

4 existía (y existe aún) un despliegue de técnicas destinadas a normalizar los cuerpos. Si bien estas formas no coercitivas de la gestión de la vida se llevaron a cabo tanto en lo femenino como en lo masculino, me centraré en este último dejando de lado a la feminidad en esta ocasión, debido a la novedad que representa el control de la masculinidad y al crecimiento exponencial que ha tenido la industria farmacológica gracias a este fenómeno. Volvamos a los hombres de los programas de televisión, al intérprete de reggaetón y al actor porno amateur y no amateur ¿Qué tienen en común? ¿Será un cuerpo esculpido a base de gimnasio o vestimenta adecuada a la masculinidad que representan? ¿Podría ser su capacidad adquisitiva? Desde mi perspectiva uno de los puntos en común de estas imágenes es la fantasía de la virilidad, la representación de su capacidad para penetrar que en el caso del hombre del espectáculo se ve bastante oculta bajo una serie de movimientos de baile, mientras que en el cantante solamente son enunciados en las letras de sus canciones, y en el actor porno son explícitos en sus performances filmadas. Los tres representan el gran fantasma que asecha a la masculinidad desde hace siglos, la capacidad de lograr una erección (McLaren, 2010). Estas representaciones audiovisuales, tecnologías del género que se instauran en lo público que performativamente se fueron normalizando y aceptando por les espectadores, no funcionan de manera aislada, pues trabajan en conjunto con representaciones discursivas provenientes de las distintas instituciones sociales como la familia, el colegio, la iglesia, etc. (Preciado, 2008). Así vemos cómo expresiones como “cachoparaguas” forman parte del juego de las tecnologías productoras de una subjetividad que asocia la erección a la masculinidad y, como fantasma, a la imagen de la juventud (McLaren, 2010). De esta manera se han instaurado ideales de masculinidad que no sólo quedan en la representación, sino que más bien son deseados por los sujetos por el hecho de que dichos ideales los llevarán a posicionarse como objetos deseables en el mercado social. Hasta este punto se ha ignorado el rol de la economía en la vida de las personas, el paso de una sociedad que produce a una sociedad que consume, tal como lo plantea Bauman (2007) estamos en un mundo líquido donde las leyes de la economía se han inmiscuido en las relaciones sociales haciendo que respondan a los mismos principios: el fin del producto es ser consumido, es consumido si satisface un deseo y el precio que le consumidore esté dispuesto a gastar debe ser proporcional a la satisfacción que promete el objeto. En este nuevo escenario los sujetos son objetos de consumo que compiten en el Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

5 mercado por ser deseados, de lo contrario son reemplazados por los objetos que si cumplen su función, les actores sociales son les publicistas de un producto y el producto en sí. Por lo tanto si un sujeto no quiere ser asesinado socialmente, desechado por obsoleto en el mercado social, debe ser deseable; de ahí proviene el deseo de ser como la representación ideal de la masculinidad ¿Es así de simple? ¿Cuáles son los mecanismos que actúan en este mundo líquido? Ahondando más en este fenómeno, podemos decir que la promesa de la felicidad de modernidad líquida radica en el aumento constante de los deseos en el aquí y ahora, los cuales a la larga no pueden ser satisfechos por los objetos, ante lo cual lo anticuado debe ser eliminado y reemplazado por una versión actualizada que prometa la satisfacción en este universo ahorista ¿Se logra ver la trampa detrás de todo? La economía de consumo es una economía del engaño, promete una satisfacción que nunca llega de tal forma que el consumo nunca se detiene (Bauman, 2007), mecanismo muy similar al circuito excitación-frustración-excitación de la industria pornográfica (Preciado, 2008). Analicemos a un nivel más profundo. Tomemos la nociones de Freud (1930 [1929], 1933 [1932]) y digamos que el hecho de vivir en una cultura ya nos genera un malestar debido a la necesidad de inhibir la pulsión de agresividad de les seres humanes, la hostilidad de unes contra otres, para lograr la vida en comunidad. La forma de dejar inocua dicha pulsión es la introyección o interiorización de esta último; proceso que se da gracias a una serie de estrategias de la propia cultura, como lo sería le mandamiento de “ama a tu prójimo como a ti mismo”, lo cual genera que la pulsión sea redirija al yo en forma de una instancia sádica, vigiladora y castigadora que delimitará que es lo bueno y lo malo de acuerdo a una angustia de perder al objeto amado (o de deseo). Esta instancia denominada superyó en un primer lugar cobra sus fuerzas en la identificación con la figura paterna que restringe, pero luego se ira combinando con la influencia de diversas figuras que pasan a ocupar el lugar de los padres volviéndose cada vez más impersonal y pasando a contener las imágenes del ideal con el cual el yo se mide, la figura de “perfección” a la cual aspira alcanzar. Entonces ya sabemos que existe todo con conjunto de tecnologías del género que muestra a una masculinidad ideal como aquella que puede mantener una imponente erección, dichas imágenes son transmitidas en los procesos de inserción a la cultura en donde pasaran a formar parte de la instancia sadica-vigiladora del aparato psíquico de los sujetos, pero aún no se ve claramente la necesidad de ser como la representación ideal. Pongamos atención en que el superyó delimita lo Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

6 bueno y lo malo a raíz de una angustia de perder su objeto de deseo (Freud, 1930 [1929]) y como la relación con otres (objetos de deseo) forma parte del espectro social es que debemos volver a las leyes de la economía (Bauman, 2007). Para trabajar de forma adecuada este punto debemos tener conocimiento de la noción de tiempo en modernidad liquida que ya no corresponde al tiempo líneal y mucho menos al cíclico de antaño. Dentro del actual encuadre social podemos hablar de la existencia de tiempo puntillista, es decir, el tiempo adquiere características del punto de la geometría: no tiene longitud ni volumen, es un tiempo ahorista; lo importante es el ahora y no existen las segundas oportunidades, pues no hay continuidad. La noción de tiempo actual conlleva a que les consumidores desechen todos los productos que no cumplan con la satisfacción del deseo que prometían, pues no hay una segunda oportunidad en el universo puntillista. Esto incluye a las relaciones amorosas y/o eróticas adquiriendo una fragilidad e inestabilidad que las hace tan fáciles de disolver como lo son de armar, característica indiscutible de la inseguridad del periodo líquido de la modernidad (Bauman, 2007). En este sentido podemos decir que la erección al estar ligada a una representación de dar placer sexual a la pareja, además de estar ligada a la masculinidad (McLaren, 2010), juega un rol principal en las promesas de satisfacción del objeto-hombre para con su pareja, ya sea estable o casual. El no cumplimiento de la erección es considerada como un fallo en el objeto, el “cachoparaguas” no es solo un insulto a la virilidad, es una etiqueta de objetos fallados que ameritan ser reemplazados por otros que sí cumplan las promesas, es decir, la angustia por perder el objeto de deseo juega un rol fundamental en la necesidad de querer ser como ese prototipo ideal implantado por las tecnologías del género. Al no cumplir con el estereotipo de género masculino los sujetos se ven sometidos a dos tipos de juicios: el interno liderado por las fuerzas sádicas del superyó que amedrentarán al yo, y el externo que es una versión renovada de los antiguos juicios eclesiásticos que concedían el divorcio (McLaren, 2010), que corresponde al rechazo o a la muerte social. A este punto es necesario que nos cuestionemos la posibilidad de que les sujetos representen la imagen de masculinidad en su totalidad. Mi postura es que dichas imágenes son inalcanzables, pues cada vez nos vemos sometidos a ideales más difíciles de conseguir, ligado a la idea de la economía del engaño del mundo líquido; por ejemplo durante los años 70’ y 80’ la industria del porno nos presentaba cuerpos velludos, no esculpidos y con performances poco Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

7 elaboradas; en contraste hoy encontramos cuerpos higienizados al extremo, esculpidos y performances cada vez más acrobáticas. También es necesario destacar cómo los ángulos de las cámaras pueden hacer ver un pene más erecto de lo que está, más grande, más grueso, etc. técnicas no muy usadas en antaño. Esta es la forma en la cual la economía se encarga de que se continúe consumiendo, es la frustración del circuito pornográfico que sigue a una primera excitación de pretender ser el ideal, siendo así ¿Dónde está la segunda excitación? Esta segunda excitación está destinada a ser producida por la farmacología y el saber biomédico, ya no basta con una representación teatral de lo que significa ser masculino, es menester que la representación pase a formar parte del orden biológico, es decir, estamos en frente de un bio-drag (Preciado, 2008) de la masculinidad, una administración biopolítica (Foucault, 2007) de lo que se ha considerado como la expresión de la excitación del cuerpo con pene, la erección (McLaren, 2010). ¿Qué es lo que produce esta segunda excitación de la masculinidad? Hablamos de una píldora azul, del Sildenafil mejor conocida por su nombre comercial Viagra. Este fármaco es una de las nuevas tecnologías de la sexualidad, es una sofisticación de las antiguas formas de administración de los cuerpos; es un panóptico comestible, doméstico y portable que vigila constantemente que la forma en la cual el cuerpo con polla demuestre su excitación sea mediante el mero acto de la erección, una erección fingida y molecularmente actuada. He querido acuñar el nombre de bio-drag de la masculinidad al proceso de normalización del consumo de este medicamento con el fin de expresar la masculinidad debido a que, tal como les drag queen y drag king, es una exageración del estereotipo de género, solamente que en esta ocasión dicha dramatización no se realiza mediante una vestimenta o un estilo corporal; es una amplificación de lo que representa la masculinidad mediante una performance de la totalidad biológica viviente, un producto farmacopornográfico de ficciones somáticas, un travestismo biológico. Lo que se pone en juego aquí no es la apariencia en cuento vestimenta o actitud como productores de subjetividad, sino que más bien es la modificación biológica del cuerpo como productora de subjetividad (Preciado, 2008). Si bien desde hace muchos años atrás se buscaba una forma de producir esta masculinidad mediante el uso de hierbas, ungüentos, inyecciones, intervenciones quirúrgicas, etc. es recién en el año 1998 que el Viagra sale a la luz en el mercado. Su mecanismo de acción radica en mantener la sangre dentro del cuerpo cavernoso, transformando así la noción de impotencia como un problema Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

8 del carácter a la noción de disfunción eréctil (McLaren, 2010), es decir, la medicación como la segunda excitación reivindica al cuerpo con pene haciéndolo aceptable ante el mercado social, siempre y cuando continúe consumiendo los productos de la industria farmacológica, en otras palabras, es el (fármaco)silenciamiento del (porno)malestar generado por la instancia sádica en relación con el mundo exterior. De esta manera se logra una explotación de la capacidad orgásmica de los sujetos, penetrando en las capas más profundas de la subjetividad y logrando que deseen ser como la imagen impuesta y ¿qué mejor forma de hacerlo que consumiendo los productos del mercado farmacológico? Bajo este proceso el Viagra ha pasado a ser uno de los medicamentos más vendidos en la historia y ha llevado a que la farmacéutica que lo produce aumente en gran cantidad el precio de sus acciones (McLaren, 2010). Pareciese que está todo dicho, pero aún quedan algunas cosas por decir sobre el tema. Algunes podrían argumentar que si bien el Sildenafil representa hoy en día la capacidad eréctil éste es solamente consumido por cuerpos que no pueden lograr la dichosa erección, grupo asociado a la vejez, quedando fuera de este dominio todos aquellos que si pueden, grupo asociado a la juventud. Esta es una mirada bastante inocente, diría yo. McLaren (2010) en su reconstrucción histórica sobre la impotencia nos informa que al poco tiempo de surgir el Viagra la propaganda de éste fue dirigiéndose cada vez más al público joven; también ha sido ingerido por personas que consumen esteroides para apalear los efectos secundarios de dicha molécula y por juerguistas que lo mezclan entre sus cócteles de drogas. Por otro lado, basta con hacer una simple búsqueda en internet para darnos cuenta que la píldora azul es consumida por jóvenes y con fines recreativos, según dicen diversos sitios web, lo cual vendría a apoyar la idea de McLaren (2010) de que en realidad el Viagra desde sus inicios fue consumido por jóvenes que no lo necesitaban. Podemos decir que esta es la entrada al falocontrol, ya no estamos en un falocentrismo donde el hombre se podría ver como un ser privilegiado fuera de las garras de la administración de la vida, pues a partir de 1998 el hombre es controlado al igual como lo ha sido la mujer desde los años 60’. Actualmente todes somos un laboratorio biopolítico con “patas”, el poder ya no es el que se infiltra desde afuera, porque nosotres mismos lo incorporamos a nuestros cuerpos, le deseamos cada vez más dentro de nosotres, somos les rameras de un poder que nos folla constantemente (Preciado, 2008). Entonces, quisiera volver a una pregunta no contestada anteriormente ¿Es el Sildenafil, y por extensión la píldora anticonceptiva junto con el resto de las tecnologías Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

9 farmacológicas, una forma de lograr la liberación sexual de los cuerpo? A simple vista se podría decir que sí, estamos en una época donde se puede tratar los problemas de la sexualidad, pero yo me pregunto ¿Por qué hay problemas de la sexualidad? ¿Hay una sexualidad no problemática? Es tiempo de tomar una postura política, para mí no deberían existir los problemas sexuales, pues de ser así estaríamos hablando de una sexualidad normalizada, estandarizada bajo ciertos cánones o como se nos ha enseñado durante nuestra vida: una sexualidad natural. Lamentablemente estamos bajo un régimen normalizador, en donde tanto mi cuerpo como el tuyo son instruidos mediante una serie de complejos dispositivos a sentir placer de cierta forma y a expresarlo de determinada manera, todo esto bajo la promesa del bienestar general y la prosperidad de la vida de nosotres y de nuestres descendientes (Foucault, 2007). ¿Somos libres? Si, lo somos, pero de escoger que hacemos con las cartas que nos fueron dadas en este juego que no escogimos y cuyas reglas no elaboramos (Bauman, 2007). Somos libres de escoger si tomar Viagra, Levitra o Cialis (los tres nombres comerciales de Sildenafil); somos libres de tomar esta píldora anticonceptiva o esta otra; de ver la penetración anal, la doble penetración, el blowjob o la penetración vaginal; de ver las imágenes ideales en este canal de televisión o este otro. Tenemos la capacidad de movernos dentro de las limitadas opciones que nos da el mercado en conjunto con el sistema farmacopornográfico ¿Hay libertad en la sexualidad? No, solamente hay administración. A lo largo de esta reflexión creo haber expresado la forma en la cual concibo los mecanismos por los cuales la píldora azul ha pasado a ser el bio-drag de la masculinidad, pero hay un tema que no he tocado y que no tocaré: ¿Cuál es la consecuencia subjetiva de dicho bio-drag? Si bien he descrito una serie de consecuencias de Viagra, no puedo decir nada más de lo que está escrito en libros o artículos, no puedo hablar sobre la sensación de estar intoxicado en Sildenafil porque no sé cuál es la sensación al consumir este fármaco. Esa ha sido la gran limitante de este trabajo, no he aplicado el principio de la autocobaya (Preciado, 2008), no he autoexperimentado cómo es la reacción molecular de este fármaco en mi sangre y en mis órganos, hecho que daría un material mucho más enriquecedor para un análisis. Por otro lado, me interesa dejar en claro que está pastilla no funciona de manera aísla con otras tecnologías administrando los cuerpos. Existe toda una serie de tecnologías que no he trabajado en el análisis y que unen sus fuerzan con el Viagra: podríamos hablar de los efectos del poppers y su uso dentro del mundo de lo recreativo y el de las penetraciones anales hetero y Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

10 homosexuales; o también su uso combinado con el Viagra. Otra tecnología podría ser el condón y el curioso hecho de que en el porno straight sea tan extraño su uso mientras que el porno gay es bastante común, sin dejar de lado que tanto en colegios como en pequeños puestos en universidades y otros recintos solamente se enseña el uso del condón para el falo sin mostrar el uso del así llamado condón femenino. Podríamos hablar del uso de juguetes eróticos donde existe un gran variedad de temas: fundas para penes, anillos, bolas chinas, vibradores, masajeadores de próstata, aceites con feromonas, extensores de dedos y lengua, bombas de vacío, disfraces, arneses, etc. todo un mundo del entretenimiento sexual destinado a promover la satisfacción de deseos. También es imposible dejar de lado al porno mismo y sus curiosidades como el hecho de ingresar en el buscador de cualquier sitio web de porno la palabra gay y ser redireccionado a un servidor totalmente distinto, con publicidad distinta e incluso un diseño distinto, mientras que al colocar palabras como bisexual, shemale, dominatrix, lesbian o lesbiana, etc. se nos mantiene en el mismo servidor ¿Qué diferencia al sexo gay del sexo lesbiano? ¿El sexo bisexual es más straight que el sexo gay? Si el hecho de la penetración anal con un pene del porno shemale no diferencia al sexo hetero del gay ¿Cuál es la diferencia? La quinta tecnología, no menos importante, es la píldora anticonceptiva y sus variedades, dígase inyecciones, anticonceptivos de emergencia, etc.; que actualmente se encuentra inserta dentro de una serie de mecanismos de control como el hecho de estar asociada al tratamiento del síndrome de Stein-Leventhal (síndrome de ovarios poliquísticos), como también a la reducción del acné y aumento del volumen del pecho. Todas estas tecnologías y otras más pueden estar funcionando al mismo tiempo que la píldora azul generando toda una variedad de efectos y formas de subjetivar que serán distintas, añadiendo complejidad al fenómeno que en esta ocasión no se ha podido analizar, debido a que dicha hazaña es digna de un libro. Finalmente, es momento de dejar en claro una idea: la función del Sildenafil dentro de los mecanismos de administración es ligar la excitación del cuerpo con pene a la erección y esta con la masculinidad (excitación = erección = masculinidad), siendo la masculinidad hegemónica aquella que demuestra su excitación por medio de la erección, estereotipo que ha logrado normalizarse tanto en las representaciones del porno straight como del gay. Razón por la cual creo que es necesario comenzar a desligarse de esta heteromasculinidad que se ve alimentada y reforzada por prácticas de pauperización de los cuerpos (Preciado, 2008) dentro de las cuales Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

11 podemos encontrar al racismo, el clasismo y el etnocentrismo (Bargueiras , García, & Romero, 2005), tal como se puede ver en las imágenes que nos proporciona el porno del asiático con el pene pequeño, el hombre de raza negra con el pene enorme, el jardinero o repartidor de pizza que penetra a su jefa, la secretaria, nana o niñera que desea el pene de su jefe, la latina con un gran trasero, la asiática fetichista, la milf (mom I’d like to fuck you 2) que busca a un jovencito, etc. Ante lo cual el comenzar a subvertir estas prácticas en lo más cotidiano no solo es un acto de política sexual sino que también racial, de clase y de cultura. (…) Ella me habla de la dificultad que representa para una mujer que siempre ha sido heterosexual detectar la excitación en un cuerpo sin polla. Me dice: “¿Cómo estar segura que la otra persona te desea?”. Yo nunca había pensado cómo una polla en erección parece decir: “Me pones, me empalmo, me corro”. Me habla de cómo estaba desconcertada la primera vez que hizo el amor con una mujer. Dice que ahora entiende mejor a los hombres, su fragilidad frente al deseo que carece de signos anatómicos visibles, como si en los cuerpos sin polla eréctil existiera siempre la posibilidad de un fallo en la detección de la excitación, de una decepción última de los sentidos. Como si para los cuerpos desprovistos de polla existiera la posibilidad de disociar lenguaje y anatomía. En los cuerpos sin polla eréctil existe un espacio poético, un territorio del sexo como saber internalizado (…) En la sexualidad lesbiana los signos de la excitación se leen sobre una cartografía anatómica expandida: la mirada, el movimiento de las manos, la precisión del tacto, el grado de apertura de la boca, la cantidad de sudor o de flujo. Recuerdo que la primera vez que follé con un tío su polla me pareció un objeto secundario de motricidad involuntaria, cuyo funcionamiento no podía ser indicador fiable del deseo o de excitación. Al contrario. Me parecía como si estuviera frente a un significante impostor, frente a un resto biopolítico ancestral cuya presencia era capaz de eclipsar el lugar del que emerge en realidad el deseo (Preciado, 2008 pp. 167-168)

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Mamá me gustaría cogerte Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

12 Referencias Bargueiras , C., García, S., & Romero, C. (2005). Introducción... El eje del mal es heterosexual. En Grupo de Trabajo Queer, El eje del mal es heterosexual. Figuraciones, movimientos y prácticas feministas queer (pp. 17-28). Madrid: Traficante de Sueños. Bauman, Z. (2007). Vida de Consumo. Mexico: Fondo de Cultura Económica . Foucault, M. (2007). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber (Trigesimoprimera ed.). México D.F.: Siglo xxi. Freud, S. (1930 [1929]). El malestar en la cultura. En S. Freud, Obras Completas (Vol. XXI, pp. 57-140). Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (1933 [1932]). Nuevas conferencias de introducción al psicoanalisis. En S. Freud, Obras Completas (Vol. XXII, pp. 1-168). Buenos Aires: Amorrortu. McLaren, A. (2010). Impotencia. Una historia cultural. València: Universitat de València. Preciado, B. (2008). Testo yonqui. Madrid: Espesa Calpe.

Yáñez-Urbina, C. (2015). Bio-drag de la masculinidad: la administración de la polla-excitación. Periferias Revista de Psicología Crítica y Crítica de la Psicología. Recuperado de: http://periferias.cl/archivos/79

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