Bienestar y Religion en Chile

June 15, 2017 | Autor: Dario Paez | Categoría: Religion, Happiness and Well Being
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Descripción

1. Bienestar y Religión en Chile

Salvador Vargas1, Francisco Vargas, Javier Torres, M. Ángeles Bilbao 2, Felipe García3 y Darío Páez4 En MA Bilbao, D Páez & JC Oyanedel (Eds.) La Felicidad de los Chilenos (Pp.151-166). Santiago de Chile: RIL ISBN 978 956 01 0189 1

Antecedentes El hecho religioso es una experiencia universal constituyente del ser humano, y que trasciende épocas y culturas. Incluso se ha afirmado que la predisposición a la creencia religiosa es una fuerza potente e inextirpable de la condición humana (Wilson, 1998). Comprendido así, el hecho religioso forma parte de la existencia humana y por lo tanto, constituye una porción de su historia. Esto a pesar de que hace ya bastante tiempo que la historia de las religiones ha dejado de intentar explicar cuál sería el origen empírico de las religiones, (es decir cuándo el ser humano empezó a ser religioso) para abocarse más bien a descifrar ciertos signos antiguos de la vida religiosa que nos han dejado “rastros” de épocas que nos preceden. De hecho existen diversos registros arqueológicos anteriores al año 300 A.C. que dan cuenta de existencia de ritualidad atribuible a ceremonias de tipo religioso y bien conocidos, como por ejemplo los ritos funerarios que datan de al menos hace 40.000 años (Phillips, 1980). Se utilizará aquí la expresión «hecho religioso» en el mismo sentido que dan a esta expresión las modernas ciencias de las religiones, es decir, como un conjunto de hechos históricos muy diferentes entre sí, pero que comparados arrojan varios rasgos comunes con los fenómenos que la tradición ha llamado religión o espiritualidades (Velasco, 2006). Aunque en varios ámbitos se habla de una especie de extinción o declive del hecho religioso, lo cierto es que existen signos que parecen validar la idea de que asistimos a un fenómeno de desafiliación de la religión institucionalmente establecida, lo que por cierto no representaría necesariamente un decrecimiento en la fe religiosa de las personas. Esta desafiliación institucional, debe ser situada en un declive creciente de todas las instituciones (Dubet, 2006), rasgo característico de la postmodernidad o modernidad tardía (Giddens, 1991). Esto se suma a una creciente diversificación religiosa, la que se ve reflejada en la existencia de alrededor de 10.000 religiones, movimientos religiosos y espiritualidades repartidas en todo el mundo (Barret, Kurgan y Johnson, 2001). En el caso más específico de Latinoamérica, el escenario hasta acá descrito no resulta muy diferente. Las proyecciones de fines de la década de los años ochenta señalaban que América Latina se volvería progresivamente protestante (Martin, 1990; Stoll, 1990). Sin embargo, hoy se sabe que esto no fue así, sino que más bien la tendencia ha sido hacia un cada vez más 1

Universidad de Santiago de Chile Pontificia Universidad Católica de Valparaíso 3 Universidad Santo Tomás 4 Universidad del País Vasco 2

marcado pluralismo religioso (UC – ADIMARK, 2014). Parece ser entonces que el continente latinoamericano está pasando de ser católico/cristiano a ser religiosamente pluralista (Parker, 2005). Este fenómeno global, ha sido estudiado ya en varios países de Latinoamérica tales como Brasil (Teixeira y Menezes, 2006), Argentina (Forni, Mallimaci y Cárdenas, 2003), México (De la Torre y Gutiérrez, 2007) y Chile (Parker, 1996; Bahamondes 2013). En el caso específico de Chile, los datos (UC – ADIMARK, 2014) señalan que las tradiciones religiosas históricamente más arraigadas en nuestro país (catolicismo y protestantismo) decrecen en su número de adherentes dando paso a un aumento sostenido en diversas creencias muy plurales y en donde resulta importante el aumento de los chilenos(as) que se declaran como ateos o agnósticos (alrededor del 22%). Aún así, el hecho religioso amplio, descrito como religiosidad, es un fenómeno social relevante ya que incluso en este porcentaje de la población chilena, los participantes autodeclaran que experimentan numerosas creencias que se encuentran en el ámbito de lo trascendente. Sin embargo, ¿de qué se habla cuándo se dice “religioso”? No resulta sencillo ofrecer una definición univoca acerca de qué es lo religioso, especialmente por el hecho de que este elemento posee una dimensión intrínseca (definiciones sustanciales de lo religioso) y extrínsecas (definiciones funcionales de lo religioso). Las primeras de ellas entienden que lo religioso hace referencia a lo sacro, lo otro, lo inexplicable, misterioso y trascendente, y por lo tanto, sería lo único que puede ofrecer respuestas a las preguntas fundamentales del ser humano, como por ejemplo aquellas relacionadas a la experiencia de la muerte (Berger, 1967). El segundo tipo de definiciones (las extrínsecas) entienden a lo religioso siempre en un contexto de rol social y como un sistema de interpretación del mundo que articula la autocomprensión de las personas y su lugar en el mismo, por lo tanto se trata de un sistema de creencias y de prácticas por medio de las cuales un grupo de personas enfrenta los problemas fundamentales de la vida (Yinger, 1961). En este estudio se entenderá a lo religioso como un concepto amplio que al menos engloba los conceptos de religión y espiritualidad. Lo religioso se define como un sistema de creencias en un poder divino o sobre-humano, que considera un conjunto de prácticas de adoración o rituales dirigido a ese poder supremo (Furnham y Heaven, 1999). Sin embargo, es importante poder distinguir entre religión y espiritualidad. Para el primer caso el término hace referencia a la pertenencia a una iglesia/institución claramente definida y por lo tanto, considera la participación de sus miembros en ciertos rituales de doble orden, esto es públicos y privados. Supone también una pertenencia de tipo social a un grupo de creyentes que se sienten identificados y parte de un mismo credo, que aunque posee elementos comunes con otras religiones, se distingue de ellas especialmente por la manera de comprender y vivir los elementos que le son más propios (mito, rito y ethos). El segundo término, se asocia más bien con creencias de tipo espiritual no necesariamente vinculadas a una religión en particular, donde generalmente los aspectos sociales de la religión aparecen más difusos y menos presentes, por lo tanto se caracterizan por una práctica ritual menos comunitaria y por lo mismo más privada. Específicamente interesa en este capítulo investigar el efecto positivo que podría conllevar la pertenencia y práctica religiosa en el bienestar de las personas (Valiente y García, 2010). Al

respecto, los trabajos de Furnham y Heaven (1999), los de Diener, sumando a los posteriores estudios sobre afrontamiento de actos terroristas (Campos, Páez, Fernandez-Berrocal, Igartúa, Méndez, Moscoso, Palomero, Pérez, Rodríguez, Salgado-Velo & Tasado, 2004), demuestran que la participación en rituales públicos se asocia más robustamente con el bienestar subjetivo que aquellas prácticas de tipo privado. Estos fenómenos de orden religioso presentan un análisis amplio de larga data, sin embargo, su tratamiento científico es muy reciente. De hecho ya Charles Darwin (2004) había propuesto que la religiosidad podía ser explicada como un proceso de selección natural que proporcionaba ventajas en término de supervivencia para el homo sapiens. Sin embargo, son los trabajos de William James quienes en definitiva proponen que se considere al fenómeno religioso como un asunto de debate psicológico (1999). Él distinguió entre una actitud religiosa sana caracterizada por actitudes positivas, optimistas y felices; y una actitud religiosa enferma caracterizada por sufrimiento, tensión y melancolía. Esta distinción efectuada por James estableció una clara línea de tendencia que ha sido preservada por la psicología contemporánea, especialmente al interpretar el hecho religioso desde el punto de vista de las manifestaciones institucionales (Fizzotti, 1996). En el ámbito de las ciencias sociales Max Weber (2012) y Emile Durkheim (1982) atribuyeron importancia teórica al estudio de la religión al mostrarse particularmente interesados en atribuir a la religión una condición de categoría fundamental para comprender la transformación de la sociedad en cuanto que ofrece a ella una matriz de sentido (Bajzek y Milanesi, 2006). Contemporáneamente estudios en este ámbito (Greenfield y Marks, 2007) afirman que la teoría de la identidad social provee bases teóricas para postular que mayor participación religiosa formal estaría asociada a tener una identidad social religiosa más fuerte. Además, estos teóricos de la identidad social han postulado vínculos entre identidades sociales y bienestar psicológico. En su conceptualización original, la teoría sostiene que una mejora positiva respecto de los sentimientos hacia sí mismo es una motivación primaria para la formación de identidades sociales. Se ha sugerido así, en tanto las personas están motivadas a compararse en el endogrupo respecto de los exogrupos de manera favorable, escogiendo dimensiones de comparación en las cuales el endogrupo es superior a otro. Además, las identidades sociales son consideradas como funcionales porque son teorizadas en términos de proveer individuos y sociedades con estructura para el comportamiento. Esta teoría de la identidad social sugiere que mayor participación religiosa formal podría estar asociada con una mayor identificación como miembro de un grupo religioso, y que esta experiencia más fuerte de identidad social valorada podría dotar a los individuos de mayores niveles de bienestar psicológico. En ese sentido, las creencias religiosas con sus ritos asociados, cumplen importantes funciones psico-sociales (Campos et al., 2004). Dentro de éstas, Campos y cols. destacan la atribución de sentido y percepción de control del azar de la vida cotidiana, entregando los ritos religiosos particularmente la organización cognitiva y social del mundo (Díaz 1998, en Campos, et al. 2004). Congruentemente, también aportan a reforzar la auto-eficacia, al entregar creencias que potencian el optimismo y posibilitan la resignificación de los fracasos o desgracias (Headey, Schupp, Tucci y Wagner, 2010), al entregar parámetros conductuales que suponen un conocimiento grupal acumulado y que predeciría el logro de los objetivos individuales al ser

cumplidos. Finalmente, las creencias y prácticas religiosas cumplirían con una función afiliativa y de regulación emocional, aumentando el bienestar subjetivo a través de la pertenencia a un grupo humano significativo que entrega apoyo social, fortalece la autoestima, da oportunidades para vivenciar emociones de alegría, solidaridad, paz, entre otras, y facilita un afrontamiento efectivo contra situaciones de estrés (Campos, et al. 2004; Greenfield, y Marks, 2007). Por otro lado, también se ha estudiado la evidente asociación entre la participación en rituales religiosos y el malestar (Diener, Tay, y Myers, 2011). En esto se ha evidenciado que éstos pueden refuerzan la afectividad negativa, intensificando emociones como la culpa, la vergüenza, así como estrategias de afrontamiento poco eficaces ante el estrés como es la rumiación y atribución interna de situaciones negativas (Campos, et al. 2004). Por otra parte, varios rituales religiosos buscan generar barreras ante los tabúes del grupo social y culpabilidad ante la transgresión. Aunque, a su vez, estas barreras a los tabús, junto con otros rituales ceremoniales o de corte mágico, estarían ayudando a la regulación de la ansiedad (directa o indirectamente) al entregar mecanismos para conectarse con una entidad o fuerza superior que da sentido y ayuda a manejar la ansiedad existencial ante la muerte (Folkman y Moskowitz, 2004, en Campos, et al. 2004). Por otra parte, Moreira y Lotufo (2006) revisaron cien estudios que han examinado la relación entre prácticas y comportamiento religioso e indicadores de bienestar psicológico (satisfacción vital, felicidad, afectos positivos y moral alta). De ellos, setenta y nueve reportaron al menos una correlación positiva entre estas variables. Las correlaciones son usualmente modestas, a menudo igualadas o excedidas por la asociación del bienestar y otras variables psicosociales como apoyo social, estatus marital o ingreso. Estas asociaciones positivas han sido consistentemente similares en muestras de diferentes países, involucrando una diversidad de religiones, razas y edades. La mayoría de estos estudios muestran una asociación entre religión y bienestar incluso después de controlar por edad, género y nivel socioeconómico. Existen además algunos estudios que obtienen como resultados un efecto significativo en la felicidad a causa de pertenecer a una religión. En ellos, la frecuencia de asistencia a servicios religiosos está positivamente correlacionada con la felicidad (Cuñado, Sison y Reyes, 2013). Un paradigma teórico importante en investigación del bienestar subjetivo es la teoría del punto de ajuste. Esta teoría sostiene que el bienestar de las personas adultas es más bien estable, porque depende de rasgos de la personalidad y otros factores genéticos que son precisamente estables. Sin embargo, existe nueva evidencia sobre los efectos en el bienestar, a causa de objetivos vitales conscientemente escogidos, (que incluyen a los de tipo religioso), lo que hace complejo conciliar la teoría del punto de ajuste al menos tal y como ha sido frecuentemente entendida (Headey et al., 2010). Estos autores hipotetizan que los altos niveles de bienestar en el largo plazo provienen de una vida caracterizada por sentido y compromiso, en donde las creencias y comportamientos religiosos son vistos como una aproximación válida al bienestar. Específicamente, plantean que la vida sólo aparecerá como significativa para las personas, y sólo será satisfecha en el largo plazo, si sus objetivos o prioridades vitales son prosociales (altruistas) y son percibidos como valores intrínsecos, más

que orientados puramente al “yo” y a la satisfacción estrictamente material. El compromiso en el logro de estos objetivos es hipotetizado como benéfico para el desarrollo de varias fortalezas del carácter, el que incluye amor, esperanza, curiosidad y entusiasmo. Por lo tanto, la importancia que las personas atribuyen a la religión en sus vidas y la frecuencia de participación en actividades religiosas, incidiría en la satisfacción vital aumentando los niveles de bienestar psicológico. Bienestar que es definido como el grado en que una persona está satisfecha con su vida en su conjunto, libre de depresión y teniendo sentimientos de esperanza y felicidad. Estudios previos han demostrado que el aislamiento social afecta al bienestar psicológico (Momtaz, Hamid, Ibrahim, Yahaya y Chai, 2011) y que existen asociaciones positivas entre religiosidad y creencias religiosas con al menos salud mental, salud psicológica, felicidad, satisfacción con la vida y autoestima. Por otra parte se demuestran relaciones negativas entre todas las variables mencionadas y ansiedad (Abdel-Khalek, 2012). No obstante lo anterior, y a pesar de los beneficios que se ha demostrado de la religión sobre el bienestar y la salud, existen evidencias de que muchas personas especialmente en los países más ricos tienden a dejar las organizaciones o afiliaciones religiosas. Por lo tanto, también se maneja la hipótesis que plantea que en estos países se podría lograr niveles de bienestar por vías alternativas a la religión (Diener, Tay y Myers, 2011). Tal y como se puede apreciar, la religión y sus prácticas asociadas son fenómenos persistentes en la actualidad y sus evidentes transformaciones e implicancias en la vida de las personas la convierten en un fenómeno interesante de ser estudiado, especialmente en lo que respecta a sus posibles vínculos con el bienestar subjetivo. En el presente capítulo, aunque se está en plena consciencia de que los conceptos de religión y espiritualidad, estrictamente hablando, no serían identificables, desde la lógica de la argumentación se utilizarán como realidades intercambiables; así, el capítulo se centrará en lo que de común denominador ambos podrían ofrecer. Tal como se ve, de una forma u otra el fenómeno de lo religioso se halla presente de manera protagónica en el escenario cultural presente ya sea por su afirmación desmedida o por su creciente nostalgia (Debray, 2002). Metodología Los datos utilizados para el estudio que se presenta corresponden a la encuesta desarrollada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el año 2011, en el marco del Informe de Desarrollo Humano 20125. En la ocasión se diseñó una muestra probabilística y representativa a nivel nacional, encuestando a 2.532 personas, donde las dos primeras mayorías se identifican con la religión católica (60.5%) y la evangélica (18.8). Tabla 1 Distribución de religiones con la cual se identifican Religión con la que se identifica

5

%

Católica

60.5

Evangélica

18.8

La base de datos se encuentra disponible para su descarga gratuita en el sitio web de la organización www.desarrollohumano.cl

Otras religiones cristianas

2.8

Iglesia Mormona

1.1

Otras religiones no cristianas

0.8

Judía

0.3

Ninguna

15.6

Al considerar las dos religiones con mayor proporción, los encuestados que declararon identificarse con la religión o iglesia católica, presentan la edad promedio de 48.29 años (DE = 17.212), en mayor proporción mujeres (65.3%) y de estrato socioeconómico medio (42.2%). En el caso de la religión evangélica, en la muestra tienen una edad media de 44.52 (DE = 16.704), también mayoría de mujeres (65.9%), y principalmente ubicados en estratos socioeconómicos medio (39.4%) y medio alto (36.6%). Tabla 2 Características demográficas de encuestados identificados con religión católica y evangélica Religión Católica (%)

Evangélica (%)

Mujeres

65.3

65.9

Hombres

34.7

34.1

Muy bajo

3.3

0.4

Bajo

4.2

1.5

Medio bajo

27.3

17.9

Medio

42.2

39.4

Medio alto

21.0

36.6

Alto

2.0

4.1

Sexo

Estrato socioeconómico

Instrumentos/Variables utilizadas Escala de satisfacción con la vida. Este instrumento corresponde a la media de las preguntas de satisfacción con la actividad principal, situación económica, vivienda, salud, imagen o apariencia física, oportunidades de divertirse y posibilidades de comprar cosas. Las respuestas para cada uno de los reactivos oscila entre 1 y 10, donde la primera cifra significa “muy insatisfecho” y la segunda, “muy satisfecho”. Considerando todos los casos seleccionados para el análisis, la consistencia interna alcanza a 0.849 para alfa de Cronbach, aumentando a 0.854 en católicos y disminuyendo a 0.827 en evangélicos. Frecuencia de asistencia a servicios religiosos. Para indagar en el involucramiento religioso, se escogió el ítem de la encuesta “Aparte de ceremonias religiosas tales como casamientos, bautizos y funerales, ¿usted…?”, que tiene como categorías de respuesta 1 “asiste regularmente a servicios religiosos”, 2 “asiste de vez en cuando a servicios religiosos” y 3 “no

asiste a servicios religiosos”. La variable fue recodificada, de modo tal que los valores más altos indicaran una mayor frecuencia en la asistencia, mientras que los más bajos, menor concurrencia. Apoyo social percibido. Esta escala breve se compone de tres ítems que indagan en el grado de acuerdo respecto de las siguientes afirmaciones “me siento una persona muy querida y valorada”, “frecuentemente me siento solo” y “la gente que me rodea se preocupa mucho por mí”. Las categorías de respuesta son 1 “muy de acuerdo”, 2 “de acuerdo”, 3 “en desacuerdo” y 4 “muy en desacuerdo”, siendo recodificadas las variables para que los valores más altos indicasen mayor apoyo social. En católicos, la escala alcanza a 0.471 para el estadístico alfa de Cronbach, mientras que en evangélicos, a 0.619. Propósito en la vida. La última variable considerada en el análisis corresponde al ítem que indaga en el grado de acuerdo con “a veces pienso que a mi vida le falta un sentido o propósito claro”, con categorías de respuesta 1 “muy de acuerdo”, 2 “de acuerdo”, 3 “en desacuerdo” y 4 “muy en desacuerdo”. Este indicador fue recodificado de modo tal que los valores más altos indicasen mayor propósito en la vida. Variables de control. Se incluyen las variables sexo (1 “hombre”, 2 “mujer”), edad y nivel socioeconómico (1 “muy bajo”, 2 “bajo”, 3 “medio bajo”, 4 “medio”, 5 “medio alto” y 6 “alto”) como indicadores de control sociodemográficos para los modelos multivariados. Técnicas de análisis En primer lugar, se presentarán los estadísticos descriptivos de los diferentes instrumentos, segmentando los casos en católicos y evangélicos, utilizando la prueba t de student para identificar diferencias estadísticamente significativas. Luego se expondrá la matriz de correlaciones de las variables incluidas en el análisis. Finalmente, se desarrollará un modelo de ecuaciones estructurales multigrupo, utilizando el programa Mplus v. 6.12, permitiendo así identificar semejanzas y diferencias entre las dos muestras contempladas en el estudio, así como el posible efecto mediador del apoyo social percibido y el propósito en la vida en la relación de la asistencia a servicios religiosos y el bienestar. Resultados En primer lugar, los resultados evidencian que la asistencia a servicios religiosos alcanza a la media 1.89 (DE = 0.73) en los encuestados que se identifican con la religión católica, ascendiendo hasta 2.14 (DE = 0.79) en los evangélicos, siendo estadísticamente significativa esta diferencia, t(2023)=-6.192, p
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