Bienestar, valores y necrofilia simbólica.

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Descripción

Bienestar, Valores y Necrofilia Simbólica

Mtro. José García Franco

¿Es esto la vida?, le diré a la muerte.
¡Muy bien! ¡Pues que vuelva a empezar!
Friedrich Nietzsche

El tema de necrofilia simbólica me interesó en 1989, y cambió mi vida, comencé a investigarlo hasta el año 2007 y ahora pienso que podría proporcionar conciencia y bienestar social a otras personas.
Para iniciar es necesario definir el concepto de necrofilia simbólica. Fromm, (1985) adoptó una posición frente a la agresividad humana y parte de que el hombre es mucho más destructivo y cruel que el animal. El animal no es sádico, no es hostil a la vida, pero la historia humana es un documento de la inimaginable crueldad y la extraordinaria destructividad del hombre. Cree que las raíces de la agresividad no residen en la animalidad del hombre, sino que al ser mayor la agresividad humana que la de los animales, la primera debe originarse en las condiciones específicas de la existencia humana. La agresividad es mala, la destructividad es mala, y no solo un "pretendido" mal, pero es humana. Es una posibilidad que reside en el hombre y que se manifiesta cuando uno no se ha desarrollado de una manera más adaptada y madura.
Fromm (1966) menciona, que algunas características de los necrófilos son: atracción y fascinación por lo no vivo (cadáveres, marchitamiento, heces, basura, etc.), vive de sus sentimientos pasados, aficionados a hablar de enfermedades y muertes, temor al cambio, futuro que le inspira odio y temor, ama todo aquello que no crece, todo lo que es mecánico, frío, esquivo, devotos de la ley y el orden, siente atracción por la oscuridad y la noche, ordenado, obsesivo, pedante, sádico, prefiere tener y no ser. Para él la mayor hazaña del hombre no es dar vida, sino destruirla; el uso de la fuerza no es una acción transitoria que le imponen las circunstancias, es un modo de vida.
Aquí es necesario aclarar que "el vocablo "necrofilia", amor por lo muerto, se ha aplicado generalmente tan sólo a dos tipos de fenómenos: 1] la necrofilia sexual, o sea el deseo de un hombre de tener coito o cualquier otro tipo de contacto sexual con un cadáver de mujer, y 2] la necrofilia no sexual, el deseo de manejar, de estar cerca o de contemplar los muertos y en particular el deseo de desmembrarlos.
Pero en un sentido caracterológico puede describirse como la atracción apasionada por todo lo muerto, corrompido, pútrido y enfermizo; es la pasión por transformar lo viviente en algo no vivo, de destruir por destruir, y el interés exclusivo por todo lo enteramente mecánico. Es la pasión de destrozar las estructuras vivas (Fromm, 1974).
Todo lo anterior suena horrible, pero en palabras más llanas: ¿Qué es la necrofilia? Bueno la necrofilia en su sentido caracterológico, significa amor por todo aquello que simbólicamente está muerto. El hombre es retrospectivo, sólo se da cuenta de que fue feliz al otro día, no en el momento, así la persona lejos de disfrutar el sonido de lo vivo, prefiere coleccionar música en discos o más modernamente en memorias, por cierto a veces de música pasada y se queda atrapada en los 60´s, 70´s u 80´s. El necrófilo en lugar de disfrutar el momento y percibirlo y cobrar conciencia de estar vivo, prefiere pasarlo tomando fotografías, los cuales no son otra cosa que cadáveres de momentos idos, pero sé que todavía no me creen, entonces bastaría preguntar algo más preocupante, ¿Cuándo han sentido que quieren más a alguien? La respuesta es sencilla cuando no está, porque cuando está se nos pasa el tiempo en encontrarle defectos, la siguiente pregunta es ¿Por qué?, la respuesta también es sencilla, le tenemos miedo al dolor, y mientras lo vivo lastima lo muerto ya no, por ello preferimos amar lo muerto porque ya no exige, no representa algún problema.
Pablo Neruda lo diría con menor número de palabras en uno de sus poemas.
No te quiero sino porque te quiero...
No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.
Pablo Neruda

El necrófilo entonces prefiere animales y plantas de plástico en la casa que ya no ensucian, o que tal amigos por la red o cientos de novias en el ciberespacio o porque no el colmo, cibersexo. Después de todo el necrófilo actualmente no se interesa ya solamente en lo pútrido ni en los cadáveres; sus símbolos son ahora máquinas limpias y brillantes, estructuras de aluminio y vidrio. Pero la realidad que oculta esta fachada antiséptica se hace cada vez más visible y en nombre del progreso el hombre está transformando el mundo en un lugar pestilente y envenenado.
Finalmente, el necrófilo se inventa enfermedades y piensa constantemente en la muerte y en el suicidio.
Como se puede advertir la biofilia que es la contraparte se convierte por lo tanto en una guía, en un precepto, en un mapa verdadero del mundo.
Biofilia significa, por supuesto, amor a la vida. Para Fromm, biofilia es la esencia de la ética humanista y es tema central en todos sus libros. Él considera que si hemos de sobrevivir, una actitud productiva, creativa y cuidadosa hacia la vida es crucial para nuestra noción de salud mental, la de nuestros pacientes y de la humanidad. (Eckardt, 2006). Pero amar lo vivo representa de entrada además, compromiso, esto es, estar ahí cuando el otro (vivo) lo necesite, ver al otro como sujeto y no como objeto, responsabilidad, para con uno, para con el otro y para con la naturaleza, es respeto por todo lo que está vivo, es ser productivo, constructivo y creativo, es vivir el presente, en el entendido de que no existe otro momento más, sino este pequeño instante de la vida y disfrutarla con todos los sentidos y la plena conciencia de estar ahí y ser uno y no otro o peor, algo ajeno, es ser maduro en todos los sentidos. El biofilo prefiere construir a conservar; quiere ser más, pero no tener más, es capaz de maravillarse y hacerse preguntas y prefiere ver algo nuevo a hallar confirmación de lo viejo. Ama la aventura del vivir más que la certidumbre, quiere moldear e influir por el amor, la razón y el ejemplo, no por la fuerza.
La biofilia representa así un problema filosófico de carácter ontológico acerca del ser y la conciencia de ser, que el hombre debe resolver.
Hasta aquí parecía que la visión psicológica estaba dominada, pero pronto advertí que necesitaba llenar este problema filosófico y entonces me di a la tarea de buscar las bases filosóficas de esta postura psicológica. De esta manera comenzaron a surgir visiones que conducen a una revolución del pensamiento y que siempre han estado ahí, pero que no tienen cierre o insight, porque aunque uno vea, ello no significa percibir. Así, todo lo que buscaba lo encontré en un solo filósofo, él cual inicia con el concepto de hombre, al que considera como un ser concreto e individual; se esfuerza en resaltar la especificidad de todos los casos; de esta forma el ser hombre describe un proceso a lo largo del cual un individuo consigue superar los determinantes ambientales con una decidida voluntad de ser fiel así mismo, después continúa con la crítica de la teoría de neuróticos, que para él es la teoría del medio ambiente: el intento de explicar las peculiaridades de un ser humano apelando a factores pertenecientes al entorno en que surgió y se desarrolló, continúa expresando la necesidad que siente de exigirle a la sociedad que invierta radicalmente los valores de acuerdo con los cuales ha ordenado y regulado su existencia durante siglos. Este filósofo lucha por situarse fuera de la historia social para hablar desde la perspectiva y desde el interior del fluir cosmobiológico. Esto último y el hecho de que su peripecia biográfica signifique un testimonio de afirmación constante de la vida, son los dos títulos que le confieren autoridad para enfrentar a toda una humanidad decadente que adora un mundo irreal y cadavérico, y que niega lo único auténticamente existente. También rechaza el sentimiento de culpa, la virtud cristiana de humildad y la virtud burguesa: la modestia.
Finalmente advierte que su amor por la vida no se trata de una oposición a la muerte, sino entre dos formas de afrontar la vida: vivir la vida decadente o la vida ascendente. El que elige la vida ascendente siempre elige los medios oportunos para salir de las peores situaciones. Por el contrario, quien solo es un decadente elige siempre los remedios que más le perjudican.
La afirmación de la vida que realiza el fuerte no extrae su energía y su poder de la negación de lo débil y de lo decadente sino del placer de saberse diferente. Así por ejemplo, cuando se piensa en el bienestar social, es inevitable pensar también en los valores culturales que inculca un país, un pueblo o una clase social y que impiden o facilitan el que la gente crezca y se desarrolle plenamente; de esta forma es muy importante conocer cuáles son estos valores y juzgar su pertinencia. En México los estudios psico-culturales de Díaz Guerrero (1994) muestran lamentablemente una predominancia del factor obediente -afiliativo, esto hace que se desarrolle en el común de la gente un perfil en donde lo que se premia es la humildad, la sumisión y la desvalorización, esto sólo puede conducir como común denominador a una condición neurótica, la cual se entiende como aquella en la cual el sujeto se niega a crecer y por ello se mantiene o tal vez se puede decir que se da una fijación en el léxico psicoanalítico. La psicología social hasta ahora se ha encargado de justificar esta condición con teorías ambientalistas y por lo tanto también neuróticas, en donde la motivación, es decir, la fuerza interior del individuo se minimiza o desaparece y entonces las teorías pretenden explicar la situación o condición de malestar social por lo económico, lo cultural, lo social y el medio. En donde queda fuera toda explicación del por qué hombres en condiciones verdaderamente desventajosas consiguen salir y sobresalir.
¿Dónde están las teorías psicológicas que hablen de la fuerza interior del hombre, al que no lo limitan las condiciones externas? Por lo tanto, hablar de bienestar social, significa revelarse contra los valores y reorientar la vida hacia una vida ascendente y no a una decadente como la Necrofilia Simbólica.


Referencias.
Díaz, R. (1994) Psicología del mexicano. México. Ed.Trillas.
Eckardt, M. (2006) Fromm y su concepto de biofilia. En Journal of the American Academy of Psychoanalysis, 20 (2), 233-240.
Fromm, E. (1966). El corazón del hombre. Su potencia para el bien y para el mal. México: Fondo de Cultura Económica.
Fromm, E. (1974). El arte de amar: una investigación sobre la naturaleza del amor. Argentina: Paidós.
Fromm, E. (1985). El amor a la vida. Barcelona: Paidós Ibérica.


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