Bienestar subjetivo, calidad de vida y envejecimiento en Chile

August 3, 2017 | Autor: A. Plaza Reveco | Categoría: Subjective Well-Being, Aging, Quality of life
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Descripción



El ingreso autónomo, también llamado ingreso primario, se define como todos los pagos que recibe el hogar como resultado de la posesión de factores productivos. Incluye sueldos y salarios, ganancias del trabajo independiente, la auto-provisión de bienes producidos por el hogar, rentas, intereses, pensiones y jubilaciones.


Bienestar subjetivo, calidad de vida y envejecimiento en Chile

Ximena Alvarado y Alejandro Plaza

Introducción
Según el XVIII Censo de Población y Vivienda, los adultos mayores representan el 14% de la población (Instituto Nacional de Estadísticas, 2014), bordeando los 2,4 millones de habitantes. Para el año 2050, este porcentaje se duplicará –ascendiendo al 28% (Instituto Nacional de Estadísticas, y Comisión Económica para América Latina, 2005)– lo que se traduce en que de cada 4 personas, habrá 1 con 60 años o más. Lo acelerado del proceso, hace del envejecimiento en Chile un fenómeno sin precedentes, si se compara con otras sociedades y momentos históricos
El proceso de envejecimiento es el resultado de la convergencia de dos fenómenos interrelacionados: la transición demográfica y la transición epidemiológica. La primera, es el resultado del aumento de la esperanza de vida y del descenso de la fecundidad; mientras que la segunda, es producto del cambio de los patrones de morbilidad y mortalidad durante los últimos cincuenta años según sexo y edad. A partir de lo anterior, hoy nacen menos chilenos pero, a la vez, estos viven más. A su vez, hoy los chilenos mayormente padecen enfermedades crónicas no transmisibles y degenerativas, entre las que destacan los factores de riesgo cardiovascular. A partir de lo anterior, la tercera edad es hoy la etapa más larga y concentra la mayor proporción de la población chilena (Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2011). Sin embargo, "los cambios físicos, psicológicos, y sociales asociados al proceso de envejecimiento hacen de los adultos mayores un grupo social vulnerable" (González, 2010, p. 370).
Ante este escenario, es preciso reconocer que el envejecimiento conlleva, muchas veces, la pérdida de autonomía, limitando la participación activa de los adultos mayores en la sociedad, de realizar actividades cotidianas, y de mejorar su calidad de vida (Expansiva, 2008). Por consiguiente, ante este aumento demográfico, se hace necesario pensar las políticas públicas vinculadas con la calidad del proceso de envejecimiento. En este sentido, el Gobierno de Chile ha lanzado el Plan Integral de Envejecimiento Positivo (Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2011), cuyos principales objetivos son: proteger la salud funcional de las personas mayores, mejorar su integración en distintos ámbitos de la sociedad, e incrementar sus niveles de bienestar subjetivo.
No es trivial que, desde la política pública, se interrelacionen conceptos tales como envejecimiento, bienestar subjetivo y calidad de vida. Si se considera que la transición demográfica se asocia a una epidemiológica, es posible señalar que, en el mediano plazo, las enfermedades crónicas degenerativas afectarán a un mayor porcentaje de la población debido a que aumentará el número de adultos mayores. De este modo, el envejecimiento trae consigo: por un lado, que el organismo no responda del mismo modo a las patologías y condiciones ambientales que lo amenazan; y por otro, la pérdida de autonomía y de integración de los adultos mayores (Expansiva, 2008). Sin embargo, una manera de prevenir que estas situaciones acontezcan es privilegiar políticas que se orienten en torno a la calidad de vida del proceso de envejecimiento, ámbito en el cual el bienestar subjetivo juega un rol fundamental.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la calidad de vida puede ser definida como "la percepción individual de la posición en la vida en el contexto de la cultural y sistema de valores en el cual se vive y su relación con las metas, expectativas, estándares, e intereses" (WHOQoL GROUP, 1995, p. 41). En términos operativos, este concepto suele centrarse en indicadores objetivos (como el estado de salud o el nivel de condiciones de vida); sin embargo, de su definición también puede entenderse la inclusión de elementos subjetivos respecto a distintas dimensiones de su vida. En efecto, con el objetivo de ampliar el espectro evaluativo e incluir indicadores comprensivos de este proceso, la OMS llamó a la acción para cambiar las actitudes, políticas, y planes en torno al envejecimiento. Es aquí donde la perspectiva del bienestar subjetivo toma relevancia.
El bienestar subjetivo refiere a las evaluaciones que las personas realizan sobre su vida, las cuales pueden ser juicios respecto a la satisfacción con su vida, basadas sobre sus sentimientos, incluyendo estados de ánimo y emociones (Diener y Chan, 2010). De este modo, es una categoría heterogénea, que combinan las perspectivas aristotélicas de felicidad "hedónica" y "eudaimónica": el primero, define al bienestar como la presencia de afecto positivo y la ausencia de afecto negativo; mientras que el segundo, refiere a vivir en forma plena y a dar realización a las capacidades humanas más valiosas (Ryan y Deci, 2001).
En este contexto, la literatura señala que el bienestar subjetivo es un detonante de la salud y la longevidad (Comisión para el Estudio y la Promoción del Bienestar en América Latina, 2012). En efecto, en relación al proceso de envejecimiento la evidencia es concluyente: "Si bien la mayoría de los estudios señalan que la salud aumenta la satisfacción con la vida, los hallazgos también sugieren que la satisfacción con la vida es detonante de la buena salud (Cohen y Pressman, 2006; Diener y Chan, 2010)" (Comisión para el Estudio y la Promoción del Bienestar en América Latina, 2012, p. 54). Asimismo, se ha demostrado que el bienestar subjetivo reduce la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares, a la vez que tendría una relación positiva con la esperanza de vida (Blanchflower y Oswald, 2005; Diener y Chan, 2011) y una relación negativa con problemas de salud mental (Florenzano y Dussaillant, 2011). A su vez, cambios en el bienestar subjetivo se traducen en cambios fisiológicos y de participación social (Calvo y Martorell, 2008).
En suma, hoy es necesario desarrollar investigaciones y políticas que vinculen los desarrollos en calidad de vida y en bienestar subjetivo en los adultos mayores, que progresivamente se van constituyendo como un sector etario importante, y que la política no puede dejar de lado. En este sentido, el presente artículo constituye un primer esfuerzo por dar a conocer un panorama general de las características del bienestar subjetivo y calidad de vida en la población de 60 y más años en Chile.

1. Caracterizando al bienestar subjetivo de los adultos mayores chilenos
En el último tiempo, Chile se ha inscrito entre los países que han incorporado en las estadísticas oficiales la medición del bienestar subjetivo. En efecto, por primera vez, en la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) del año 2011, se incorporó la escala de Cantril (también conocida como "Overal Life Satisfaction") que consulta por la satisfacción global por la vida, preguntando por: "Considerando todas las cosas, ¿cuán satisfecho está usted con su vida en este momento? En una escala de 1 a 10 donde 1 significa que usted está 'completamente insatisfecho' y 10 significa que está 'completamente satisfecho'. ¿Dónde se ubica usted?".
Esto constituye un primer esfuerzo en la exploración de las declaraciones de bienestar subjetivo de la población chilena, permitiendo realizar análisis con niveles de alta confiabilidad y representatividad. Por consiguiente, desde esta perspectiva, es posible considerar a la Encuesta Casen 2011 como una línea de base, que permitirá monitorear la evolución de este indicador a través del tiempo; tal como lo confirma la inclusión de este ítem en su versión 2013 (cuyo proceso de levantamiento terminó hace solo algunos meses).
A continuación, se presenta el análisis descriptivo de este indicador para el grupo de la población que, al momento de la encuesta, tenía 60 años o más, correspondiente a 31.438 casos (donde el 44,2% son hombres y el 55,8%, mujeres). Específicamente, se abordan las variables vinculadas a descripción sociodemográfica y a temas de salud y calidad de vida.

2. Descripción general
En Chile, a nivel general, las personas de tercera edad alcanzan un promedio de satisfacción vital de 7,0, siendo un valor levemente inferior a la media de la población general que es de 7,2 puntos (Oyanedel y otros, 2013). No obstante, en el Gráfico 1, la mayoría de los encuestados de tercera edad reporta un grado importante de satisfacción global con la vida, en consideración con que el 59% se sitúa con una nota de 7 o más dentro de la escala de 1 a 10.
Gráfico 1
Satisfacción global para el total de la muestra (porcentaje, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

En cuanto a la distribución de la satisfacción global según edad, se observa en el Gráfico 2, que los segmentos con edades más longevas (80-89 años y 90 o más años) reportan mayor nivel de satisfacción con la vida respecto a los dos rangos anteriores (60-69 años y 70-79 años). Estos resultados van en relación con otras mediciones (Treas, Lippe y Chloetai, 2011), en donde se observa que los extremos etarios (jóvenes y adultos mayores) declaran mayor satisfacción, mientras que alrededor de la mitad de la vida (cerca de los 40 años) el nivel de bienestar alcanza su nivel más bajo (la curva adopta la forma de "U"), elemento característico del ciclo vital del Bienestar (Blanchflower y Oswald, 2007).
Gráfico 2
Satisfacción global según rango etario (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

Según sexo, los niveles de satisfacción con la vida difieren tanto a nivel general como en los tramos etarios. A nivel general, las mujeres (con un promedio de 6,9) declaran niveles significativamente inferiores que los hombres (con un promedio de 7,2), tal y como se reporta en anteriores investigaciones (Treas, Lippe y Chloetai, 2011). No obstante, al disgregar los datos por rango etario –como aparece en el Gráfico 3– se puede apreciar que los hombres reportan mayores niveles de satisfacción que las mujeres solo hasta el rango de 70 a 79 años. Esta tendencia se revierte en el rango 80-89 años, donde las mujeres reportan niveles de satisfacción en promedio de 7,3 y los hombres niveles de satisfacción de 7,2. Ya en el rango de 90 o más años esta tendencia se acentúa, en donde las mujeres alcanzan en promedio 7,5 de nivel de satisfacción vital, mientras que los hombres descienden a una media de 7,0. Estas brechas a nivel de ciclo vital probablemente están relacionadas con la calidad de vida asociada a la especificidad de cada sexo en edades tardías.
Gráfico 3
Satisfacción global según sexo y rango etario (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

En cuanto a las zonas residenciales, el Gráfico 4 registra que la media de satisfacción vital es significativamente mayor en las zonas urbanas (promedio 7,1) que en las zonas rurales (promedio 6,8). Sin embargo, para el nivel de este análisis, no es posible determinar si estas diferencias se explican a partir de variables socioeconómicas, territoriales o demográficas.
Gráfico 4
Satisfacción global según zona de residencia (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

Asimismo, en el Gráfico 5 es posible distinguir que el promedio de la escala de satisfacción vital en la tercera edad difiere entre las regiones del país, mostrando las puntuaciones más altas en las regiones de Aysén y Magallanes (ambas con un promedio de 7,4); y las más bajas en las regiones del Maule (promedio 6,4) y de La Araucanía (promedio 6,6). Estos resultados están probablemente relacionados con que las primeras son regiones extremas en donde, a nivel general, hay un fuerte sentido de comunidad y autonomía. Y a su vez, las segundas corresponden a regiones que registran los mayores niveles de pobreza y de segregación urbana en sus capitales. Estos datos guardan relación con lo reportado por Oyanedel, y otros (2013), donde a nivel general los valores por regiones se mantienen.
Gráfico 5
Satisfacción global según región del país (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

2. Aspectos socioeconómicos del bienestar
Teóricamente, los ingresos deberían predecir niveles más altos de bienestar subjetivo, en la medida de que poseer más recursos dota a las personas de mayores capacidades para alcanzar sus metas. En relación a la pirámide de necesidades deficitarias de Maslow, el ingreso provee ventajas en términos de asegurar desde las necesidades fisiológicas y de seguridad, hasta las de autorrealización. Sin embargo, Easterlin (1995) precisó que las diferencias de ingreso proveen mayores niveles de bienestar subjetivo en la medida de que existe una comparación entre pares o cercanos (vecinos, amigos, compañeros de trabajo, etc.), por lo que mientras más alto se perciban en la escala social, más felices son. A partir de lo anterior, en el caso de Chile, al presentar altos niveles de desigualdad social, el factor económico cobra suma importancia para entender la desigualdad que se genera a nivel del bienestar global entre los adultos mayores.
El Gráfico 6 presenta diferencias significativas en los niveles de satisfacción vital en cada quintil de ingreso autónomo familiar. El quintil V (de mayor ingreso) obtiene un promedio de 7,6 de nivel de satisfacción vital, mientras que el quintil I (de menor ingreso) obtiene un promedio de 6,5. A nivel general es posible observar que los promedios de satisfacción vital según quintil corresponden a una línea ascendente, es decir, la satisfacción con la vida aumenta en la medida que se asciende de quintil de ingreso. Sin embargo, es preciso señalar que la diferencia de satisfacción vital reportada entre los quintiles I y V entre los adultos mayores (1,1 puntos) es menor a la reportada por la población general (1,5 puntos) (Oyanedel y otros, 2013).
Gráfico 6
Satisfacción global según quintil de ingreso autónomo familiar (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente. Casen 2011

3. Salud y bienestar
Como ya fue planteado anteriormente, la salud en adultos mayores es fuertemente potenciada por aspectos vinculados a su calidad de vida tanto física como mental. Ambas dimensiones se retroalimentan mutuamente. Esto se condice con la relación entre satisfacción global y la evaluación (en un rango de notas entre 1 y 7) que atribuyen los encuestados a su estado de salud actual. Es posible observar en el Gráfico 7, que los promedios más altos de satisfacción global se alcanzan en las mejores evaluaciones que recibe el estado de salud actual. De este modo, la media más alta se encuentra en un estado de salud con nota 6 (7,7); y la más baja, en la nota 2 (5,3).
Gráfico 7
Satisfacción global según nota de 1 a 7 de estado de salud actual (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

La Encuesta Casen 2011, además, consiga el padecimiento de algún tipo de dificultad de salud prolongada en el tiempo. Al respecto, en el Gráfico 8 se puede apreciar que las personas que no han tenido ninguna condición de larga duración reportan altos niveles de satisfacción vital en junto con personas que padecen de sordera o dificultad para oír (ambas con un promedio de 7,2). Por otro lado, aquellas que padecen dificultades mentales, intelectuales o psiquiátricas, son quienes reportan menor nivel de satisfacción con la vida, con promedios de 5,2 y 5,8, respectivamente.
Lo anterior, se condice con lo planteado por Florenzano y Dussaillant (2010), quienes demostraron que el estado de salud mental es uno de los predictores más potentes de satisfacción con la vida: en efecto, las dificultades psicológicas disminuyen la probabilidad de ser feliz en 38 puntos porcentuales, mientras que quienes tienen problemas intelectuales tienen una probabilidad de ser felices de 16 puntos porcentuales por encima de quienes cuentan con puntajes normales.
Gráfico 8
Satisfacción global según discapacidad (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

Siguiendo en la línea anterior, en el Gráfico 9, es posible observar que –justamente– de las personas que declaran tener alguna enfermedad, las con depresión obtienen el promedio más bajo de satisfacción vital (5,9) en comparación con el resto. Luego, le siguen las personas que tienen dificultades de salud oral y odontológica (6,0), y problemas renales o digestivos (6,2)
Gráfico 9
Satisfacción global según padecimiento de enfermedad (promedio, escala de 1 a 10)


Fuente: Casen 2011



4. Participación social, asociatividad y bienestar
De igual forma, el nivel de asociatividad que tienen las personas, es decir, su participación en agrupaciones o colectivos, generan diferencias en la satisfacción vital. Al respecto, en el Gráfico 10 se observa que quienes sostienen participar en, al menos, una organización, se declaran con una mayor satisfacción vital (promedio 7,2), que aquellos que afirman no participan en ninguna (promedio 7,0).
Gráfico 10
Satisfacción global según participación en alguna organización o grupo organizado (promedio, escala 1 a 10)


Fuente: Casen 2011

Además, entre quienes participan en alguna organización, quienes declaran mayores niveles de satisfacción son aquellos que forman parte de alguna agrupación ideológica o corporativa, en voluntariados, y en agrupaciones juveniles o de estudiantes (cada una de ellas con un promedio de 7,9, respectivamente). Por otro lado, es posible apreciar que las personas que afirman ser parte de grupos de identidad cultural y de grupos de autoayuda en salud, manifiestan los menores niveles de satisfacción con la vida (con un promedio de 6,5 y 6,6, respectivamente).
Gráfico 11
Satisfacción global según tipo de organización en que participa (promedio, escala de 1 a 10)

Fuente: Casen 2011

5. Conclusiones
En Chile, todavía queda mucho por discutir acerca de las políticas enfocadas en la tercera edad, y más aún, en las políticas relacionadas con el bienestar subjetivo y calidad de vida para este grupo etario.
El análisis descriptivo realizado a partir de la escala de bienestar subjetivo de la Encuesta Casen 2011, permite establecer que los adultos mayores poseen una media de satisfacción vital de 7 puntos, promedio levemente inferior al obtenido a nivel de población general (7,2). Asimismo, es posible establecer que la satisfacción con la vida en la tercera edad también es desigual a nivel de sexo, ingresos, región, zona de residencia, estado de salud, condición de salud y participación social. En este sentido, son particularmente relevantes las diferencias en la satisfacción vital asociadas a ciertas condiciones de salud y participación social. Así, y de acuerdo a lo señalado por la literatura, la presencia de alguna enfermedad psiquiátrica, mental, o intelectual es central al momento de evaluar la calidad de vida de los adultos mayores.
En suma, es relevante considerar que hay elementos que pueden atenuar los efectos de la salud física en la satisfacción (como vivir con seres queridos, tener acceso a servicios de salud, entre otros). Estos elementos están relacionados con la autopercepción de salud y satisfacción vital, por lo que en la planificación de las políticas enfocadas al bienestar, se hace necesario promover su desarrollo a nivel de la salud mental e integración social de los adultos mayores.
En un contexto de transformación de las estructuras poblacionales en el país, hoy se hace preciso prestar atención a la información que está detrás de las estadísticas, puesto que revelan necesidades y temas sociales vigentes, pero además, fenómenos que se producirán en el futuro a raíz de esta situación. Esto último es fundamental al minuto de diseñar y evaluar políticas públicas útiles acordes a la realidad nacional.
Finalmente, la salud necesariamente deberá abordarse desde enfoques multidisciplinarios, en los que confluyan tanto las familias, la sociedad civil y el Estado, promoviendo condiciones y estilos de vida saludables a nivel de las regiones, la ciudad, la escuela, el hogar y el trabajo. Condiciones necesarias para mejorar la calidad de vida no solo de los adultos mayores, sino que de la sociedad en su conjunto. Solo ahí, Chile alcanzará verdaderamente el desarrollo.


Referencias
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Calvo, E. y Martorell (2008). La Salud del adulto mayor en Chile: Una responsabilidad compartida por las personas, las empresas y el Estado. En: Construyendo Políticas Públicas para una Sociedad que Envejece.
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Easterlin, R. A. (1995). Will Raising the Incomes of All Increase the Happiness of All? Journal of Economic Behavior and Organization, Vol. 27, (pp. 35-47).
Expansiva (2008). Construyendo Políticas para una Sociedad que Envejece. Santiago de Chile: Expansiva.
Florenzano, R. y Dussaillant, F. (2012) Felicidad, salud física y salud mental: evidencia empírica en Chile. En: Alarcón, R. (Ed.) Psicología Positiva. La Molina, Perú: Universidad Femenina del Sagrado Corazón.
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