Bibliofilia y poder: el mecenazgo librario femenino en las cortes hispanas medievales

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Descripción

Reginae Iberiae

El poder regio femenino en los reinos medievales peninsulares

Coordinadores Miguel García-Fernández Silvia Cernadas Martínez

Universidade de Santiago de Compostela

Reginae Iberiae

El poder regio femenino en los reinos medievales peninsulares

Coordinadores Miguel García-Fernández Silvia Cernadas Martínez

2015 UNIVERSIDADE DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

© Universidade de Santiago de Compostela, 2015 A edición deste volume contou cunha subvención da Consellería de Educación e Ordenación Universitaria e de FEDER a través da Rede de Estudos Medievais (R2014-012).

Ilustración de cuberta Montaxe sobre a fotografía do cadro Berenguela I de Castela, retrato imaxinario por José María Rodríguez de Losada

Edita Servizo de Publicacións e Intercambio Científico da Universidade de Santiago de Compostela Campus Vida 15782 Santiago de Compostela usc.es/publicacions Maquetación Marcial Martínez Imprenta Universitaria Imprime Imprenta Universitaria Pavillón de Servizos Campus Vida Depósito legal: C 0000-2014 ISBN: 000-00-00000-00-0

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Índice 7 Prólogo Miguel García-Fernández & Silvia Cernadas Martínez 11

Daughters, wives, widows, lords: Dynastic identity and affective bonds among infantas in twelfth-century León-Castile Janna Bianchini

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Las exequias de Reinas e Infantas en los reinos cristianos de la Península Ibérica (siglos XI-XIII) Sonsoles García González

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Ser rainha e ser presente, ser mulher e ser potente: o suposto primeiro jacente régio português e as dúvidas geradas em torno da pertença a D. Urraca (1187-1220) ou D. Beatriz Afonso (1244-1300) Joana Ramôa Melo

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A imagem do poder no feminino: selos de rainhas portuguesas da Idade Média Maria do Rosário Barbosa Morujão

111 La espiritualidad de las reinas de la casa real de Mallorca Gabriel Ensenyat Pujol 131

Il protagonismo d’Isabel d’Aragona, regina del Portogallo, nella guerra civile alla luce delle fonti portoghesi, aragonesi e dei Regesta Vaticana (1321-1322) Giulia Rossi Vairo

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María de Portugal, infanta de Aragón (1342 – c. 1373), una rehén en tiempo de guerra Elena Cantarell Barella 193

El mecenazgo femenino en los monasterios y conventos de Castilla (1350-1474): poder y espiritualidad Juan Antonio Prieto Sayagués

223 Juego de tronos: las infantas de Lancaster y Aragón y su encaje político y cultural en la Península Ibérica entre los siglos XIV y XV Francisco José Díaz Marcilla 245 Mujeres aristocráticas y el poder del linaje en la Castilla bajomedieval: la reina viuda Leonor de Alburquerque y la defensa de la casa real de Aragón (1416-1435) Víctor Muñoz Gómez 277

Tejiendo redes, estrechando lazos. Amistad femenina, protección y promoción social en la Casa de la Reina de Castilla (1406-1454) Diana Pelaz Flores 301 Bibliofilia y poder: el mecenazgo librario femenino en las cortes hispanas medievales Helena Carvajal González

Bibliofilia y poder: el mecenazgo librario femenino en las cortes hispanas medievales1 Helena CARVAJAL GONZÁLEZ Universidad Complutense de Madrid

Resumen: El artículo analiza los diferentes usos que del libro hicieron algunas figuras femeninas esenciales en el panorama de las cortes hispanas medievales. Mediante el análisis de la documentación conservada se plantea la influencia de ciertas reinas en la difusión de nuevas modas artísticas y literarias en las cortes hispanas. Se estudia el cariz de la bibliofilia de una saga regia de la Corona de Aragón y sus diferentes vínculos con el libro de lujo. Finalmente se perfila el uso político que ciertas reinas hicieron de los libros en los siglos medievales. Palabras clave: Bibliofilia, mecenazgo, manuscritos, códices, reinas. Abstract: The article studies how certain emblematic figures of Spanish Medieval courts used books. By analysing documents it suggests the influence of some queens in the assimilation of new artistic and literary fashions. The tenor of bibliophilia in a royal saga in the Corona de Aragón and their bond with luxury books is established. Finally, it analyzes how several queens made a political use of books in the Iberian Middle Ages. Keywords: Bibliophilia, patronage, manuscripts, codex, queens.

“Et desque hobieren entendimiento para ello, débenlas facer aprender a leer, en manera que lean bien cartas et sepan rezar en sus salterios”. Alfonso X, Segunda Partida, título VII, ley XI

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l estudio de la bibliofilia masculina en las cortes medievales ha ido progresivamente aportando luz sobre los usos lectores y las empresas artísticas de los reyes hispanos pero quedan aún notables lagunas en lo referente al mecenazgo y las lecturas de la amplia pléyade de reinas, infantas y otras mujeres nobles de estos mismos reinos. 1 Este trabajo se ha realizado con el apoyo del Proyecto de I+D+i de la Secretaría de Estado de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación HAR 2011-23196.

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La importancia histórica y política de reinas como Sancha de Castilla (10131067) e Isabel la Católica (1451-1504) las convierte en los extremos mejor estudiados de un amplio conjunto menos conocido de mujeres amantes de los libros o, al menos, de su valor simbólico y material. Dada su influencia como difusoras de nuevos gustos artísticos y el papel que ejercieron como educadoras, regentes e incluso gobernantes de facto se hace esencial conocer dichos aspectos. A través del estudio de la información conservada en inventarios, testamentos o cartas y de la producción artística y la iconografía, es posible aproximarse al análisis de dichos usos librarios por las reinas hispanas, algunas procedentes de dinastías tan destacadas en el ámbito del libro medieval como los Evreux o los Berry.

nuevas reinas, nuevas modas En los siglos medievales, los vástagos de las familias reales y nobiliarias se convirtieron con frecuencia en piezas esenciales de las complejas relaciones internacionales que marcaron el discurrir de los diversos Estados. Estas alianzas matrimoniales sirvieron para afianzar políticas comunes, desarrollar empresas militares e, incluso, dar empaque a estados de reciente formación pero, además, fueron un excelente vehículo para la difusión de modas artísticas, así como de nuevas técnicas y usos culturales que provocaron desde la Plena Edad Media una internacionalización artística sólo vista con anterioridad en el Imperio romano. Las figuras de las reinas Leonor Plantagenet y María de Navarra constituyen un excelente ejemplo de la introducción de influencias culturales externas o de géneros librarios foráneos a los reinos castellano y aragonés respectivamente. Opacadas hasta cierto punto por la brillante trayectoria de sus esposos —aún más en el caso de María, debido a su temprana muerte— su influencia como promotoras de la cultura libraria ha sido solo esbozada. Leonor Plantagenet (1160-1214), hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, fue reina de Castilla por su matrimonio con Alfonso VIII. La importancia política de Leonor en la consolidación del Reino de Castilla y su relevancia en la europeización del mismo han sido puestas de manifiesto en varias de ocasiones2. Además de este papel político, la reina tuvo sin duda una gran trascendencia 2 Sobre su importancia política véase José Manuel CERDA, “Leonor Plantagenet y la consolidación castellana en el reinado de Alfonso VIII”, Anuario de Estudios Medievales, 42/2 (julio-septiembre, 2012), 629-652. Su importancia artística ha sido tratada, entre otros, en Dulce OCÓN ALONSO, “Alfonso VIII, la llegada de las corrientes artísticas de la corte inglesa y el bizantinismo de la escultura hispánica a fines del siglo XII”, en Alfonso VIII y su época, Aguilar de Campoo, Centro de Estudios del

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en los aspectos culturales, participando en obras tan notables como la fundación del Monasterio de las Huelgas3 o la creación del Estudio General de Palencia. Varios autores consideran que muy probablemente Leonor trajo consigo una copia de la Historia Regum Britanniae de Godofredo de Monmouth, obra esencial para la difusión de la literatura artúrica en la Península4.También se ha considerado como de patrocinio regio una serie de obras esenciales para la difusión en la Península del estilo desarrollado en los scriptoria ingleses, particularmente a través del maestro iluminador Hugo de Bury St. Edmunds5. Fruto de esa influencia son la Biblia de Burgos (Biblioteca Provincial, ms. 846), en la que se detecta la mano de un artista inglés6, así como el Gran Antifonario (c. 1180), regalado por los reyes a las Huelgas para su fundación, o el Martirologio (c. 1200), muy probablemente encargados ambos a Inglaterra7. Poco después, su hija Constanza, abadesa de las Huelgas, encargaría el Beato hoy conservado en la Pierpont Morgan Library (Ms. 429) cuyo estilo responde a estos nuevos estímulos artísticos venidos de las Islas Británicas8. Por su parte, María de Navarra (1326-1347) casa a la corta edad de 12 años con el rey Pedro IV de Aragón. A los 17 da a luz a su primera hija, la infanta Constanza, y muere a los 21 tras el parto de su cuarto vástago, el infante Pedro. Su breve

Románico, 1992, pp. 307-320 y Dulce OCÓN ALONSO, “El papel artístico de las reinas hispanas en la segunda mitad del siglo XII. Leonor de Castilla y Sancha de Aragón”, en VII Jornadas de Arte: La mujer en el arte español, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1996, pp. 27-40. 3 Rodrigo XIMENEZ DE RADA, Historia de los hechos de España, transl. Juan Fernandez Valverde, Madrid, 1989, p. 303. 4 José Manuel CERDA, “Leonor Plantagenet…”, p. 638, nota 44, siguiendo a D. HOOK, W.J. ENTWISTLE y M. R. LIDA DE MALKIEL. En el mismo estudio José Manuel Cerda llega a incluso a plantearse el papel de Leonor en las primeras versiones del Cantar de Mio Cid, obra que afianza la identidad del reino, del mismo modo que el matrimonio de Alfonso con la hija del rey inglés daba empaque a la monarquía castellana; véase p. 640. Pese a ser atractiva, esta hipótesis resulta arriesgada debido a los múltiples interrogantes que todavía hoy rodean al poema. Al ser la Historia Regum Britanniae una crónica no se acopla a un texto como el Cantar de Mio Cid y, por otro lado, se desconoce a ciencia cierta cómo serían las primeras versiones del Cantar. Además, dada la posición de poder que los cluniacenses mantenían ya desde la época de Alfonso VI, y siendo algunos de estos monjes originarios de Francia es posible que trajeran consigo ecos reflejados en el Cantar de Mio Cid, lo cual viene reforzado por su reciente clasificación como cantar de aventuras, uniéndose así a toda la corriente que, a lo largo de Europa, producía este tipo de cantares, híbridos entre los antiguos poemas épicos, las romans caballerescos y el cuento folclórico. Todo ello, junto a otros interrogantes como el de su datación, hacen que, hoy por hoy, sea imposible confirmar si la reina Leonor influyó de algún modo en la composición del venerable poema castellano. Véase Alfonso BOIX JOVANÍ, El Cantar de Mio Cid: adscripción genérica y estructura tripartita, Vigo, Academia del Hispanismo, 2012. 5 José Manuel CERDA, “Leonor Plantagenet…”, p. 638, nota 41. 6 Dulce OCÓN ALONSO, “El papel artístico…”, p. 33. 7 Dulce OCÓN ALONSO, “Alfonso VIII…”, pp. 307 y 312, nota 7. 8 Ídem.

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vida no permite formar una imagen clara de una mujer del linaje de los Evreux emparentada con mecenas tan importantes como su madre Juana II o su hermano Carlos, el malo9 aunque se conserva un número interesante de menciones a libros en la relativamente escasa documentación generada por María de Navarra. A través de estos documentos se conoce que en febrero de 1345 se pagan a Bernat Nabinal dos cierres de plata para un salterio y un trozo de correa de seda para el misal que el rey entrega a la reina, así como un ordinario que ha comprado a Domingo Jorda para la capilla de María. Un mes después se pagan 40 florines de oro a Tomas Benet, capellán mayor de la reina, por un gran libro officier con cubiertas rojas y cierres de latón para la capilla y 30 sueldos al platero Pere Bernés por los cierres de plata dorada y esmaltes que realizó para el ya citado misal de la reina10. La fuente más abundante de información, sin embargo, es el inventario realizado a la muerte de la reina en el que se consignan, entre otros muchos objetos, los siete libros que pertenecieron a su capilla11. Los títulos indican que se trata de obras destinadas al oficio litúrgico y muchos aparecen descritos como ejemplares de gran riqueza, tanto por su decoración y composición interna como por la encuadernación. Llama la atención especialmente un “test d’Euangelis ab les posts cuberts de fulla dargent daurada ab pedres, perles, vores; e de la una part lo crucifix, e de la altra Sedes Mayestatis” así como “un misal complit ab cuberta de drap o li, e ab tancador dargent, ab esmalts en los tancadors, a senyal de Franca e de Nauarra, ab correges de seda vert”12. Varias de estas obras debieron pasar a manos de las hijas de la reina María, como queda patente en el testamento realizado a favor de Constanza y Juana, en el que se mencionan los Evangelios cubiertos en plata dorada con la imagen del Calvario y la Maiestas, un officier, un misal y un ordinario13. En el inventario que se realizó tras la muerte de la infanta Juana, Joaquín Yarza identifica algunos libros como procedentes de la herencia materna14. Por último, existe un docu9 Sobre el mecenazgo de Carlos II puede consultarse, entre otros, Javier MARTÍNEZ DE AGUIRRE ALDAZ, “Carlos II de Navarra en la vida artística y cultural del Reino”, Príncipe de Viana, XLVIII (1987), pp. 687-703. 10 Archivo del Real Patrimonio, cuenta de Ponç de Villaragut, tesorero de la reina, f. 38. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents per l’Historia de la cultura Catalana Mitgeval, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2000 (Reprod, facs. de la ed. de Barcelona, 1908-21), vol. II, doc. LXXV. 11 Florencio IDOATE, “Inventario de los bienes de la reina Doña María, esposa de Pedro IV, rey de Aragón”, Príncipe de Viana, VIII (1947), pp. 417-435. 12 Florencio IDOATE, “Inventario…”, pp. 434-435. 13 Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CLXXIII. 14 Xavier SALAS, “Inventari de bens mobles de l’Infanta Joana”, Analecta Sacra Tarraconensia, VIII (1932) pp. 117-126 y Joaquín YARZA LUACES, “María de Navarra y la ilustración del Libro de

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mento en el que el rey reclama un salterio que fue de su difunta mujer y que en 1351 se encontraba en posesión de Nicolau de Janvilla, conde de Terranova; en opinión de Yarza, podría tratarse del salterio conservado en la Biblioteca Nacional de Francia con signatura Ms. Lat 884615. Sin duda, el mejor testimonio de la riqueza libraria de este momento es el magnífico Libro de Horas (Biblioteca Nazionale Marciana, Ms. Lat. I 104/12640) de la reina María, uno de los códices medievales iluminados más excepcionales que se han conservado y el más antiguo de su género conocido en España. Realizado por Ferrer Bassa probablemente entre los años 1340 y 1342, fue objeto de gran aprecio por parte del monarca, como queda patente en uno de los escasos textos conservados al respecto, la carta de 1342 que Pedro IV envía a María para que le haga llegar el manuscrito. Basándose en un documento de 1340, Joaquín Yarza considera que pudo ser un regalo de Pedro IV para su esposa con motivo de su matrimonio, lo que explicaría la aparición de sus armas conjuntas, pero cuesta creer que la reina no tuviera papel alguno en la introducción en la Corona de Aragón de un género de origen foráneo que ella probablemente conocería y que tuvo un enorme éxito en años posteriores. En este sentido resulta revelador que el libro de horas esté confeccionado al uso de París e incluya el oficio de San Luis16. Son frecuentes además los textos copiados en francés aunque con numerosas erratas, revelando un modelo galo que un copista nacional trata de adaptar sin entender plenamente el texto17. La reina no solo aparece retratada en él con frecuencia (fig. 1) sino que uno de los ciclos iconográficos que se representan, el oficio del Bautista, aparece en honor a la madre de la reina, doña Juana II18.

Hacia una tipología de la bibliofilia femenina en la Casa Real de Aragón Si bien la monarquía aragonesa ha recibido la atención de los historiadores del libro, dicho interés se ha concentrado en figuras pertenecientes a los años Horas de la Biblioteca Nazionale Marciana”, en Libro de Horas de María de Navarra, Barcelona, Moleiro Editor, 1996, p. 103. 15 Joaquín YARZA LUACES, “María de Navarra y la ilustración, p. 102, nota 37. 16 Susy MARCÓN, “Noticias codicológicas y sobre su procedencia” en Libro de Horas de María de Navarra, Barcelona, Moleiro Editor, 1996, p. 16. 17 Josefa ARNALL, “Estudio paleográfico”, en Libro de Horas de María de Navarra, Barcelona, Moleiro Editor, 1996, p. 45. 18 Joaquín YARZA LUACES, “María de Navarra“…, p. 209.

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finales de la Baja Edad Media y, sobre todo, ha atendido a personajes tan ilustres desde el punto de vista de la promoción libraria como Alfonso el Magnánimo y su esposa María de Castilla. Sin embargo, el interés por el libro en la Corona de Aragón se registra desde época relativamente temprana, aunque el cariz de dicha bibliofilia ha variado en función de los intereses personales, devocionales y artísticos de cada promotor. Desde los primeros años del siglo XIV, el rey Jaime II de Aragón regalará con frecuencia a sus parientes y servidores objetos Fig. 1. Libro de Horas de la reina María de Navarra, Biblioteca Nazionale Marciana, valiosos, entre los que destacan abundanMs. Lat. I 104/12640, fol. 254 (Edición tes libros que aparecen equiparados en los facsímil © Ed. Moleiro). inventarios a otros objetos suntuarios de alto valor, como piezas de orfebrería, eboraria o textiles19. Todas sus esposas e hijas (a excepción de Isabel de Castilla cuyo breve matrimonio fue disuelto) recibirán del monarca códices en diferente número, si bien la figura de Elisenda de Montcada, su última esposa, muestra notables diferencias con el resto de las mujeres del entorno del monarca. Así Blanca de Anjou, madre de sus diez hijos y consorte entre 1295 y 131020, recibió ocho libros de muy diversa temática por parte del monarca mientras que otra de sus esposas, María de Chipre, y las hijas del rey Jaime, entre las que se encontraban María y Blanca, ambas monjas en el Monasterio de Sigena, recibieron de su padre un número mucho menor de obras. Elisenda de Montcada (c. 1292-1364), fue la última de las esposas de Jaime II por su matrimonio celebrado en 1322. Fundó el Monasterio de Pedralbes en 1326 y a él se retiró, aunque sin tomar hábitos y habitando un pequeño palacio anejo,

19 J. Ernesto MARTÍNEZ FERRANDO, “La cámara real en el reinado de Jaime II (1291 -1327): relaciones de entradas y salidas de objetos artísticos”, Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona, vol. XI (1953-1954), pp. 1-230. 20 Blanca de Anjou ordena en 1310 a Berenguer ça Riera una traducción al romance del Regimen sanitatis que Arnaldo de Vilanova había escrito para los reyes. Manuel Alejandro RODRÍGUEZ DE LA PEÑA: “Mecenas, trovadores, bibliófilos y cronistas: los reyes de Aragón del Casal de Barcelona y la sabiduría (1162-1410)”, Revista Chilena de Estudios Medievales, nº 2, julio-diciembre 2012, p. 98. En 1326 Jaime II le regala el texto a Elisenda, hija de Ot de Moncada y sobrina de su última esposa. Véase Montserrat CABRÉ, “From a Master to a Laywoman: A Feminine Manual of Self-Help”, DYNAMIS. nº 20 (2000), p. 379.

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un año más tarde al quedar viuda y hasta su muerte acaecida en 1364. Durante los breves años de su matrimonio, el rey Jaime le regaló varios libros para uso personal entre los que se encuentran misales, evangeliarios, libros de horas, salterios, así como lo que probablemente sea un Comentaria in Apocalipsin Sancti Iohannis y otras obras de difícil identificación21. Muy interesante resulta el lote de nueve libros procedentes de los bienes incautados a la orden del Temple que Jaime entrega a Elisenda para su recién fundado monasterio de Pedralbes, del que la reina fue protectora y mecenas hasta su muerte22. Parte de esta empresa artística suponía, sin duda, dotar a la biblioteca de suficientes libros, así como proveer al monasterio de aquellos textos necesarios para el servicio divino. En su testamento, Elisenda continuó beneficiando al monasterio en este sentido pues le hizo depositario de sus valiosos libros litúrgicos23. En total, en los cinco años de matrimonio, Elisenda recibió de su esposo 22 obras, lo que puede indicar una preferencia de la reina por este tipo de objetos más acordes a la vida que la soberana decidió emprender tras la muerte de Jaime II. De gran interés en este recorrido resulta la figura de Leonor de Sicilia (13251375), tercera esposa de Pedro IV de Aragón, con quien casa en 1349, y madre de Juan y Martín, futuros reyes de Aragón, así como de Leonor, esposa de Juan I de Castilla y madre Fernando I de Antequera. La reina Leonor de Sicilia educará además a María de Luna, prometida desde niña a su hijo Martín. La figura de Leonor no ha gozado de una gran atención por parte de los historiadores del libro pero resulta esencial como iniciadora, junto con su esposo, de una saga de reyes amantes de los libros que ocuparán el trono de Aragón hasta su culminación en las figuras de Alfonso V y María de Castilla. El amor por los libros de la reina Leonor se traduce en los más de 20 ejemplares ricamente iluminados y encuadernados que pasaron por sus manos en el intervalo que va de 1348 a 1374, entre los que contamos misales, salterios, libros de oficios, un breviario, un libro de himnos, un santoral, un Flos Sanctorum, un Vitas Patrum, una Summa Colleccionum y cuatro ejemplares de libros de horas, Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, docs. XLV, XLIX y LI. En el lote figuran salterios, epistolarios, responsorios así como otras lecturas piadosas tales como el Liber scintillarum o vidas de santos. Archivo de la Corona de Aragón, Reg. 285, fol. 237v. Jordi RUBIÓ, Ramón de ALÓS y Francisco MARTORELL, “Inventaris inèdits de l’Ordre del Temple”, Anuari de l’Institut d’Estudis Catalans, 1 (1907), p. 407. 23 J. Ernesto MARTÍNEZ FERRANDO, Biografía de Elisenda de Montcada, “Regina de Pedralbes”, Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona, 1953, p. 28. Eulalia ANZIZU, Fulles històriques del real monestir de Santa Maria de Pedralbes, Barcelona, Estampa de F. Xavier Altés, 1897, p. 70. 21

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algunas dedicadas a la Virgen. En concreto, por un Offici de Corpore Christi, la reina pagó 236 sueldos y 5 dineros barceloneses por escribir y encuadernar dicho libro que contenía 545 letras floreadas, 202 letras hechas a pincel y 7 historias, así como dos cierres de plata y cubiertas de cuero rojo24. Además de estos libros de temática religiosa, la reina poseyó también obras algo más peculiares, como un libro de medicina o un libro de muestras cuya naturaleza específica se desconoce25. Precisamente, la primera esposa de su hijo Juan, Mata de Armagnac, le pedirá en 1375 “lo ver libre de medicina, car man dit, senyora, que vos n’avets un bon libre”26. Según Montserrat Cabré, dicho libro podría corresponder al ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de España (Ms. 3356, fols. 1r-33v) conocido como Tròtula y atribuido a un maestro de nombre Joan, quizá el médico de la reina Leonor, Joan de Foligno, quien precisamente había cobrado del Concejo de la ciudad de Barcelona 5 libras y 10 sueldos en 1370 por un trabajo de compilación de textos médicos27. El encargo fue la forma más habitual de adquisición por parte de Leonor pero, además de los libros directamente encargados por la reina, su colección libraría se enriqueció con una serie de compras y regalos que recibió, sobre todo, del rey Pedro IV. También regaló Leonor en varias ocasiones libros a religiosas y monasterios de su devoción, en concreto a las monjas franciscanas (menoretes) de Teruel y a las dominicas de Zaragoza. Comparando estos números con las cifras de otras bibliotecas de reinas hispanas contemporáneas, la colección de Leonor fue relativamente notable, superando cualquier otra femenina anterior que conozcamos en la Casa de Aragón e iniciando una corriente que tanto sus hijos como sus nueras continuarán ampliamente en los años posteriores. Precisamente una de sus nueras, la reina Violante de Bar (1365-1431), segunda esposa de Juan I de Aragón y sobrina del rey de Francia, se convertirá en destacada amante de los libros como digna heredera de su estirpe. La forma de adquisición de éstos por la reina, sin embargo, resulta ciertamente peculiar, ya 24 Archivo del Real Patrimonio de Cataluña, compte V de Berenguer de Relat, f. 62v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, doc. XCVI. 25 Ulla DEIBEL, La Reyna Elionor de Sicilia: monografía premiada en el cinquè dels Concurses Rafel Patxot y Ferrer corresponent al any 1924. Barcelona, Casa Prev. de Curitat, 1927, p. 385. 26 Archivo de la Corona de Aragón, Cancillería 1811, fol. 64. Montserrat CABRÉ, “From a Master …”, p. 379 y DEIBEL, La Reyna… p. 385, nota 5. El texto fue editado por Ramón MIQUEL Y PLANAS, en Recull de Textes Catalans Antichs. Aplech IV, 1917 y se encuentra digitalizado a texto completo en la Biblioteca digital hispánica http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000049016 [consulta 29-052014]. 27 Montserrat CABRÉ, “From a Master to a Laywoman…” p. 379 y DEIBEL, La Reyna… p. 385.

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que son minoría las obras costeadas de su bolsillo frente a los préstamos voluntarios y forzosos. La documentación conservada permite identificar un Salterio y unas Horas de Madona Santa María con historias y letras de oro pagadas por la reina en el año 1391 a Bernat Aguiló, capellán de su casa que cobró 713 sueldos28; este libro probablemente sea el mismo iluminado por el maestre Gregori al que se refiere un año antes en otro documento29 y que Josefina Planas considera obra de Rafael Destorrents30. Además, la reina poseía otras horas petitas cuya encuadernación en oro fue encargada al platero judío Atzarach de la ciudad de Zaragoza31. En diciembre del mismo año se paga a Mestre Nicolau ça Costa 25 florines de oro por un salterio que había escrito para la reina32. No volverá Violante a centrarse en obras religiosas hasta su edad madura cuando, ya viuda, encargue a fray Antoni Canals en 1413 un Tratado sobre confesión y una traducción de los Evangelios33 y en 1421 una biblia en romance al capellán Antoni Palomar que habría de basarse en la prestada por Carroça de Villaragut. Un gran grupo de obras que pasaron por las manos de Violante fueron aquellas procedentes de préstamos. La relación familiar de la reina con su tío el Duque de Berry, quizá el mayor bibliófilo de la época, favoreció el trasiego de libros entre ambas cortes, tanto en época de su esposo Juan como del hermano de este, Martín34. Así, Juan recibió del Duque de Berry en 1383 una copia del De civitate Dei de San Agustín, así como una Biblia miniada y le solicitó además las Décadas de Tito Livio y el Compendieux moral de la chose publique de Raoul de Presles35. En correspondencia, el aún infante aragonés le hizo llegar una copia del Livres des

28 Archivo del Real Patrimonio de Cataluña, compte III de Berenguer dez Cortey, tesorero general, f. 87v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, doc. CCCXXXVII. 29 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2039, f. 6. Jeanne VIELLIARD, “Nouveaux documents sur la culture catalane au Moyen Âge”, Estudis universitaris catalans, t. XV (1930), pp. 21-40, doc. XXII. 30 Josefina PLANA BADENAS, “El poder religiós: llibres il·luminats per als bisbes catalans baixmedievals (Segles XIV-XV)”, Ars Longa, nº 20, 2011, p. 39. 31 Idem. 32 Archivo del Real Patrimonio de Cataluña, compte III de Berenguer dez Cortey, tesorero general, f. 123v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, nota 1 al doc. CCCXXXVII. 33 Isabel de RIQUER, “Los libros de Violante de Bar”, Las sabias mujeres: educación, saber y autoría (siglos III-XVII), p. 170. 34 El trasiego de libros entre ambas cortes ha sido analizado por Lluís CABRÉ y Montserrat FERRER. “Els llibres de França i la cort de Joan d’Aragó i Violant de Bar”, en Anna ALBERN (et al.): El saber i les llengües vernacles a l’època de Llull i Eximenis. Estudis ICREA sobre vernacularització, Barcelona: Publicacions de l’Abadia de Montserrat, pp. 217-30. 35 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1667, f. 143. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CCCXXXVI y CCCXXXVII.

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merveilles du monde de Marco Polo36. Unos años antes en 1380, Juan solicita a su suegra, la duquesa de Bar, que le haga llegar unas Crónicas de Francia, un Tito Livio y el libro de viajes de Juan Mandeville. En 1389 el Conde de Foix le envía su tratado de caza, obra que gustó mucho al rey Juan I37. Por su parte, Violante de Bar recibió de su tío Juan de Berry un ejemplar del Roman de la Rose, merced que le agradece en una carta fechada el 8 de Marzo de 138338. De su cuñado Martín tomó prestada la Vita de Jesuchrist (dedicada por Eiximenis a su esposa María de Luna)39 así como la obra de tema caballeresco Guron lo Cortes40. En septiembre de 1382 pide al conde Pere de Urgel el libro de “Godofré de Billó” en francés41, quien se lo envía al año siguiente, y en 1387 escribe al pariente de su marido, Jaime de Aragón, obispo de Valencia, para solicitarle su Cançoner42. También recibió en préstamo de Gastón III, conde de Foix, conocido como Febus, un libro del poeta y músico Guillaume de Machault en 138943. Este magnífico manuscrito, que la reina define como molt bell e bo, fue confeccionado en el norte de Francia, quizá en París hacia 1370-1372 y se custodia actualmente en la biblioteca de Corpus Christi College de Cambridge44. Violante pidió asimismo libros a particulares para copiarlos, con la condición de devolverlos, aunque no existe constancia de que así se hiciera. En 1386 escribe a Guillem de Perapertusa para solicitarle el libro de Guillaume de Machault, obra que, como ya se ha señalado, volverá a pedir al conde de Foix, probablemente por ser Machault un poeta habitual en la corte durante su infancia y encontrarse la copia de la reina aún inacabada45. En 1390 escribe a Guillem Nicolau, rector de 36 Matilde MIQUEL JUAN, “Martín I y la aparición del Gótico internacional”, Anuario de Estudios Medievales, 33/2 (2003), p. 785. 37 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2053, f. 101v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CCC. 38 Matilde MIQUEL JUAN, “Martín I…”, p. 786, nota 17. 39 Ídem. 40 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1817, f. 95v. Jeanne VIELLIARD, “Nouveaux documents…”, doc. XII. 41 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1817, f. 35, Jeanne VIELLIARD, “Nouveaux documents…”, doc. VIII. 42 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2037, f. 16. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CCCLXXXVII. 43 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 2053, f. 107v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CCCIII. 44 Francesca ESPAÑOL BERTRAN, “Artistas y obras entre la Corona de Aragón y el Reino de Francia”, en María C. COSMEN (Coord.), El intercambio artístico entre los reinos hispanos y las cortes europeas en la Baja Edad Media, León, Universidad de León, 2009, p. 283. Corpus Christi College, Ferrell-Vogüé MS 1. Private Collection of James E. and Elizabeth J. Ferrell. Digitalizado a texto completo en http://diamm2.cch.kcl.ac.uk/jsp/Descriptions?op=ITEM&itemKey=1321 [Consulta 28-05-2014]. 45 Isabel de RIQUER, “Los libros...” pp. 164-165.

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Maella, para que le haga llegar su copia de las Epístolas de Ovidio en romance para así poder copiarla, afirmando que fuentes fiables le han informado de que posee la obra46. Más enérgica se muestra Violante con Ramón Alamany de Cervelló a quien solicita los “Morales de Job en romanç”, libro que no debió recibir pues el rey Juan alude al hecho años más tarde cuando le solicita al gobernador unas Crónicas de Inglaterra47. En una carta de octubre de 1383, el infante Juan escribe a su esposa para saber si ella se ha llevado una serie de libros de tema caballeresco que no logra encontrar en su cámara, a lo que la reina responde de modo afirmativo, rogando además, que se los permita conservar48. El caso más sorprendente fue cuando en 1391 la reina entró en la biblioteca del castillo de Caspe y sustrajo varios libros contra la voluntad de los frailes49. No hacía Violante sino imitar la actitud de su esposo que en abril del mismo año escribía al maestre de la orden sanjuanista, Juan Fernández de Heredia, para exculpar a fray García, guardián de la biblioteca que trató de impedir el robo del De re militari de Vegecio por parte del monarca50. La suma de las referencias a los libros de Violante arroja una cifra que sorprendentemente parece algo reducida para la consideración de reina bibliófila que la historiografía le ha venido atribuyendo. Además, resulta difícil establecer la naturaleza del vínculo de Violante con estas obras que encargó y pagó en escasas ocasiones y que, sin embargo, en otras muchas tomó prestadas, mostrando quizá un mayor interés por la lectura que por la posesión material de los libros. Muy diferente fue el cariz de la bibliofilia de la reina María de Luna (h. 13581406), primera esposa de Martín el Humano, y, sin duda, una de las figuras de la corona de Aragón que mayor interés demostró por los libros, si bien desde una concepción piadosa de la lectura. Hija de Lope, primer conde de Luna, y Brianda d’Agout, fue prometida en matrimonio desde niña al infante Martín. Desde 1362 pasó a estar bajo la tutela de reina Leonor51, de quien probablemente tomó el gusto por la lectura, y a los 14 se desposó con el futuro rey de Aragón en la catedral de Barcelona. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. I, doc. CCCCV. Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1817, f. 119. Jeanne VIELLIARD, “Nouveaux documents…”, doc. XII. 48 Isabel de RIQUER, “Los libros…”, p. 166. 49 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1961, f. 105v. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, nota 1 al doc. CCCCXIII. 50 Archivo de la Corona de Aragón, reg. 1959, f. 188. Antonio RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, doc. CCCCXIII. 51 Nuria SILLERAS FERNÁNDEZ, Poder, piedad y patronazgo de una reina bajomedieval, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2012, p. 38. 46

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Pese al tipo de lecturas seleccionadas, la reina deseaba que los libros estuviesen bellamente ornamentados, llegando en ocasiones a elegir y supervisar su confección52. Entre los miniaturistas que trabajaron para la reina aparecen los nombre de Fray Guillem Carbonell, monje del monasterio de San Bernardo de Valencia, que le escribió e iluminó un misal53, o Guillem Fontana, scriva de letra formada, a quien la reina pagó 42 florines de oro por la escritura e iluminación de un libro con las Passions e mandat de Jhesu Xrist y las Meditacions de San Bernat54. También figuran Martín Duncastiello, que compondrá para la reina un Ordinari dels sagraments y para su capilla un Cant d’orgue de motets55 y Matheu de Rada que escribirá un Libre de oracions56. Más complicado resulta trazar la historia de una serie de alusiones a breviarios que aparecen recogidos en la documentación de María de Luna, pues entre 1401 y 1406 se contabilizan seis pagos diferentes a copistas e iluminadores referidos a una obra del mismo título. Según la documentación aportada por Rubió y Lluch y Javierre Mur, la reina realiza en 1401 dos pagos por sus trabajos en un breviario a Juan del Vall, iluminador del rey Martín57, y Pere Blanch, que al año siguiente realizará también un salterio para ella58. Al año siguiente, en 1402, figuran pagos a Simón Ballester, quien compuso las iniciales en azul y oro59, y Pere Soler que recibió 220 sueldos barceloneses “por iluminar, historiar y capletrar de oro y de diversos colores” el texto60 y que además elaboró para la reina un libro de oraciones al precio de doce florines61. En diciembre de 1402 la reina María, actuando como una verdadera editora, dirige los trabajos que se hacen en un breviario: “La reyna. Com nos vullam veure lo breviari que vos transladats per nostre servey e que en aquell mudar o afegir algunes coses. Manam vos que de continent vingats a nos e Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna, reina de Aragón, Madrid, CSIC, 1942, p. 17. RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, doc. CCCLXXXVI 54 Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 273, doc. CIV. 55 RUBIÓ Y LLUCH, Documents… vol. II, doc. CCCLXXXV y CCCLXXXVII. 56 RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, doc. CCCLVIII. 57 A.R.P., Reg. 534, f. 68. Aurea JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 18 58 Aurea JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 236, doc LXVI y Rubió y Lluch, Documents, vol. II, doc. CCCLXXIV. 59 RUBIÓ Y LLUCH, Documents..., vol. II, doc. CCCLXXXI 60 RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, nota 1 al doc. CCCLXXXI. Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 259, doc. XC. 61 Archivo del Reino de Valencia, Compte XII de Jaume Pastor, f. 65v. Nuria RAMÓN MARQUÉS, La iluminación de Manuscritos en la Valencia Gótica (1290-1458), Valencia, Generalitat Valenciana, 2007, p.180. Documents per l’Historia de la cultura Catalana Mitgeval, Barcelona, Institut d’Estudis Catalans, 2000 (Reprod, facs. de la ed. de Barcelona, 1908-21), vol. II, doc. CCCLXXXVII. Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 272, doc. CII. 52 53

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portets los dit breviari ensemps ab lo exemplar de quel transledats, e aço per res no larguiets o mudets”62.

En 1406 vuelve a realizarse un pago al ya citado Guillem Salvatge de 96 sueldos y 10 dineros barceloneses por la iluminación de un breviario63 y, finalmente, en 1407 se manda detener al escribano que había huido con el dinero de una obra del mismo título64. A la luz de la documentación, y como ya ha planteado Matilde Miquel65, es probable que varios de estos pagos respondan a una misma obra que pasase de mano en mano hasta verse terminada, aunque no se puede descartar tampoco que la soberana contase con más de un ejemplar de dicha tipología libraria en su haber. También regaló María libros religiosos; en concreto envía un Vita Christi a la Condesa de Urgel66 y regala al convento de frailes menores de Murvedre (Sagunto) un misal que había encargado a un corredor de libres de la ciudad de Valencia, Gabriel Moliner, y que será llevado al convento por el fraile Francesc Eiximenis67. La afinidad de María con importantes pensadores de las órdenes mendicantes puede explicar la orientación de sus lecturas que también compartirá su marido el rey Martín, apodado en vida “l’Eclesiàstic”68. Francesc Eiximenis contó con la protección de los reyes, especialmente de María, para quien compuso el Regiment de la Cosa Pública así como el Tractat de la Contemplació, más conocido como Scala Dei69. El actualmente desaparecido manuscrito del Tractat, se conservó hasta 1923 en la Biblioteca Imperial de San Petesburgo con signatura Hisp. Q.I.770 y mostraba al comienzo una inicial en la que la reina entronizada y rodeada de tres ángeles recoge el libro de manos de Eximenis (fig. 2)71. El confesor de la reina, también de la orden franciscana, fue Joan Eximeno (c. 1360-1420) quien le dedicará su obra Vida de Jesucrist72. El dominico Antoni Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 259, doc. XC. Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 287, doc. CXVII 64 RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol., doc.CCCCLXXXVI. 65 Matilde MIQUEL JUAN, “Martín I …”, p. 799-800. 66 Aurea JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 258-9, doc. LXXXIX. 67 RUBIÓ Y LLUCH, Documents…, vol. II, doc. CCCLXXXII 68 Núria SILLERAS-FERNÁNDEZ: “Paradoxes humanistes: Els escrits de Francesc Eiximenis i de Bernat Metge i la seva recepció a la Baixa Edat Mitjana i el Renaixement”, eHumanista. A Journal of Iberian Studies IVITRA 1 (2012), p. 159. Sobre la relación de María con los franciscanos véase Jill R. WEBSTER: “Franciscanismo de la reina de Aragón doña María de Luna (1396-1406)”, Archivo IberoAmericano, año nº 42, Nº 165-168, 1982, pp. 81-124. 69 Matilde MIQUEL JUAN, “Martín I…”, p. 789. 70 Josefina PLANAS BADENAS, “Los códices ilustrados de Francesc Eiximenis: análisis de su iconografía”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.). Vols. IX-X. 19971998, p. 77. 71 Reproducido en Aurea L. JAVIERRE MUR, María de Luna…, p. 19. 72 Manuel Alejandro RODRÍGUEZ DE LA PEÑA: “Mecenas, trovadores…”, p. 111. 62

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Canals, discípulo de Vicent Ferrer, traducirá para los reyes varias obras y dedicará a la reina la traducción del De arra anima de Hugo de San Víctor, recomendándole además que evite ciertos textos deshonestos que circulaban por la corte como el De vetula, el Lancelot, el Tristany, el Roman de Renard o el Ars amandi de Ovidio73, muchas de las cuales, como ya se ha visto, se contaban entre las lecturas de sus antecesores en el trono, Juan y Violante.

El libro como instrumento político Además de servir como objeto litúrgico y cultural o símbolo de prestigio, el libro en la Fig. 2. Francesc Eiximenis, Tratat Edad Media fue también eficaz instrumento de la Contemplació, Bibliotreca Imperial de San Petesburgo, Hisp. político, usado para transmitir determinaQ.I.7. (Desaparecido), según Aurea L. dos mensajes y para dar carácter institucioJAVIERRE MUR, María de Luna, reina de Aragón, Madrid, CSIC, 1942, p. 19. nal a ciertas voluntades, como demuestra su utilización por tres importantes monarcas de los reinos de León y Castilla: Sancha I, María de Molina e Isabel la Católica, Sancha (1013-1067), hija de Alfonso V de León, casa en 1032 con Fernando, conde de Castilla. El heredero del reino de León era el hermano de Sancha, Vermudo III, pero tras su muerte en la batalla de Tamarón (1037), Fernando heredará como cónyuge de Sancha el reino, uniendo así durante unos años ambos territorios en la figura de los esposos. La reina Sancha se convertirá en destacada mecenas de las artes patrocinando, a veces junto a su esposo y otras en solitario, obras esenciales del siglo XI hispano destinadas muchas de ellas a enriquecer el monasterio de San Juan Bautista y San Pelayo, actual San Isidoro de León. Entre las obras que se le atribuyen con cierta seguridad figuran las Etimologías de San Isidoro conservadas en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial (RBM, Ms. &.I.3) y el conocido como Beato de Fernando I y Sancha custodiado en la Biblioteca Nacional de España (Ms. Vitr. 14-2), ambos realizados en el 104774. Asimismo, fueron patrocinados por la corona un libro de oraciones Núria SILLERAS-FERNÁNDEZ: “Paradoxes humanistas…”, p. 158. El patrocinio de la reina en relación con estas obras ha sido analizado, entre otros, por Sandra SÁENZ LÓPEZ PÉREZ, “El mundo para una reina: los mappaemundi de Sancha de León (101373

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(Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela, ms. 609 Res. 1), compuesto según Díaz y Díaz de un Psalterium, un Liber Canticorum y un devocionario, y que ha sido llamado indistintamente Diurnal o Libro de Horas75, y el Liber canticorum et horarum conservado en la Universidad de Salamanca (Ms. 2668)76, fechados respectivamente en 1055 y 1059. Estas magníficas piezas suponen, sin duda, un deseo de honrar y enriquecer el monasterio de su devoción pero, además de constituir un ejercicio de mecenazgo, fueron, como ha planteado Elisa Ruiz, un medio para la legitimación política de Fernando y Sancha y uno de los instrumentos empleados para crear una imagen modélica del monarca que había llegado al trono de forma cuanto menos conflictiva77. En ellas es especialmente significativa la presencia de Sancha que aparece en solitario como impulsora o usuaria tanto en las Etimologías, realizadas probablemente para la educación del infante Sancho, como en el Liber canticorum et horarum de Salamanca, una obra quizá reutilizada, que pasaría luego a manos de la infanta Urraca. En el Beato y el Diurnal de Santiago sin embargo son ambos nombres, Fernando y Sancha, los que figuran, aunque en el segundo el de Sancha aparece por duplicado, tanto en la dedicatoria (fol. 6r) como en el colofón (f. 208v). En este sentido es muy significativa la escena contenida en el fol. 7v en la que un personaje hace entrega del libro al rey pero vuelve la cabeza hacia Sancha, señalándola a ella como probable promotora del encargo78. María de Molina (1264-1321) fue reina consorte de Castilla entre los años 1284 y 1295 por su matrimonio con Sancho IV y además ejerció en diversas ocasiones la regencia del reino. Su vinculación con la palabra escrita como instrumento político surge en fecha temprana y en relación a un hecho tan decisivo como su boda con Sancho IV, celebrada en Toledo en 1282, y autorizada, pese a su parentesco en tercer grado, mediante la bula de dispensa Proposita nobis. Dicha autorización fue supuestamente emitida en 1292 por el papa Nicolás IV pero en realidad 1067)”, Anales de historia del arte, nº Extra 2 (2010), pp. 317-334 y Junko KUME, “Transmisión y enriquecimiento de programas iconográficos en la Alta Edad Media: el caso de las Etimologías de doña Sancha de León”, en Actas del XVII Congreso Nacional de Historia del Arte, CEHA-2008, Art i memòria (Barcelona, 2008) (en prensa). 75 Manuel Cecilio DÍAZ Y DÍAZ, Códices visigóticos en la monarquía leonesa, León, Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro” (C.S.I.C.), 1983, pp. 289-291. 76 Manuel Cecilio DÍAZ Y DÍAZ, Códices visigóticos…, pp. 349-350. 77 Elisa RUIZ GARCÍA “Arma Regis: los libros de Fernando I y doña Sancha”, en prensa. Agradezco a la Dra. Elisa Ruiz su amabilidad al permitirme consultar su artículo. 78 Esta visión ha sido planteada entre otros por Manuel Cecilio DÍAZ Y DÍAZ, Códices visigóticos… pp. 283-287. Por el contrario Francisco PRADO-VILAR en su artículo “Lacrimae rerum: San Isidoro de León y la memoria del padre”, Goya, 328 (2009), pp. 195-221 considera que se trata de una imagen del infante don Alfonso.

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se trataba de una falsificación orquestada en el convento romano de Santa María sopra Minerva por un fraile dominico de nombre Petrus. Años más tarde, en 1297, el papa Bonifacio VIII descubrió el ardid e invalidó la bula falsa aunque finalmente, en 1301, reconoció como legítimos a los hijos habidos en el matrimonio regio79. La influencia de la reina María puede rastrearse también en algunos ejemplares de la producción cronística de la época como es Fig. 3. Semblanzas de Reyes, s. XIII, BNE la Crónica de tres reyes, que insiste en estaMs. 7415, fol, 35v. blecer una línea sucesoria continuada entre Sancho IV, Fernando IV y Alfonso XI80, y sobre todo en el manuscrito de la BNE Ms. 7415 conocido como Semblanzas de Reyes (Fig. 3). Dicho códice, de factura e iluminación mediocre, tiene sin embargo un gran interés ya que, al igual que en la mencionada Crónica de tres reyes, el autor establece una saga sucesoria ininterrumpida que conecta a Alfonso X con Alfonso XI a través de la línea de Sancho y Fernando, obviando intencionadamente a los De la Cerda. Según Rodríguez Porto, habría sido la reina María de Molina quien habría encargado dicho manuscrito para la educación de su nieto Alfonso XI, haciendo una vez más uso del libro como forma de legitimación de sus intereses81. La relación de Isabel la Católica (1451-1504) con los libros ha sido estudiada desde múltiples puntos de vista generando una amplísima bibliografía que ha abordado, entre otros aspectos, sus gustos lectores, su función de mecenas y el Salustiano MORETA VELAYOS, “Notas sobre el franciscanismo y el dominicanismo de Sancho IV y María de Molina”, en José Ignacio de la IGLESIA DUARTE et al. (coord.) VI Semana de Estudios Medievales: Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Nájera, Semana de Estudios Medievales de Nájera, 1996 p. 175-177. 80 Pablo Enrique SARACINO, “Las crónicas de Sancho IV: un indicio de la producción cronística durante los “oscuros” años posteriores a la muerte de Alfonso X”, en Jornadas Internacionales de Literatura Española Medieval y de Homenaje al Quinto Centenario del Cancionero General de Hernando Del Castillo, 10, 24-26 agosto 2011. Universidad Católica Argentina, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Letras. Buenos Aires [en la red]. Disponible en http://bibliotecadigital. uca.edu.ar/repositorio/ponencias/cronicas-sancho-indicio-produccion-cronistica.pdf [Consulta: 1901-2014] y María Fernanda NUSSBAUM, Monarquía y consejeros en la Crónica de tres reyes: un modelo de gobierno para el reinado de Alfonso XI, E-Spania: Conseil, conseillers et conseillères, 12, décembre 2011 [en la red]. Disponible en: http://e-spania.revues.org/20670] [Consulta 12-12-2013]. 81 Rosa María RODRÍGUEZ PORTO, “María de Molina y la educación de Alfonso XI: las semblanzas de reyes del ms. 7415 de la Biblioteca Nacional”, Quintana: revista de estudios do Departamento de Historia da Arte, nº 5 (2006), pp. 219-231. 79

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devenir de su colección82. Pero además Isabel I supo servirse con gran clarividencia del invento llamado a revolucionar la cultura en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna. La imprenta, desarrollada a mediados de siglo en Centroeuropa, llegaría a España primero a través de sus productos impresos83 y más tarde mediante la creación de talleres locales84. En los primeros años del siglo XVI, Isabel promovió la edición de ciertas obras que satisfacían sus gustos personales y que, además, se englobaban dentro de un proyecto más amplio de reforma espiritual, para el que contó con la ayuda de Francisco Jiménez de Cisneros. Entre las obras editadas destacan la versión castellana del Vita Christi del cartujo alemán Ludolfo de Sajonia, impresa en Alcalá a lo largo de 150385, el Comentario de San Juan Crisóstomo sobre San Mateo86 así como textos legislativos costeados por el escribano de cámara de la Reina, Juan Ramírez87. Por otra parte, la imprenta se convirtió en un instrumento para la divulgación y unificación legislativa buscada por Isabel y Fernando en sus reinos, ya que mediante la publicación de cédulas, pragmáticas y otro tipo de documentos normativos, los reyes se aseguraban la difusión de la ley, así como su presencia simbólica en la sociedad mediante el uso de ciertos elementos emblemáticos como son los heráldicos88. 82 Es extensa la bibliografía dedicada a las lecturas y al patrocinio editorial de la Reina Católica. Especialmente interesante resulta el trabajo de Elisa Ruiz Los libros de Isabel la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, Salamanca, Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2004 así como los textos de Joaquín YARZA LUACES, “Los manuscritos iluminados de la Reina», en El arte en la Corte de los Reyes Católicos. Rutas artísticas a principios de la Edad Moderna, Madrid, Fundación Carlos de Amberes, 2005, pp. 373-402 o Nicasio SALVADOR MIGUEL, Isabel la Católica: educación, mecenazgo y entorno literario, Alcalá de Henares, Centro de Estudios Cervantinos, 2008 entre otros muchos. 83 En el inventario de los libros de la cámara de don Álvaro de Zúñiga realizado en 1468 aparece un título de Séneca “escrito de molde”. Véase Miguel Ángel LADERO QUESADA y María Concepción QUINTANILLA RASO, “Bibliotecas de la Alta Nobleza Castellana en el siglo XV”, en Livre et lecture en Espagne et en France sous l’Ancien Régime, Madrid, 1981, pp. 47-62. 84 En la actualidad se considera que el primer libro impreso en España es el Sinodal de Aguilafuente, realizado por Juan Párix de Heidelberg en 1472 a instancias del obispo Juan Arias Dávila en la ciudad de Segovia. 85 Elisa RUIZ GARCÍA y Helena CARVAJAL GONZÁLEZ, La Casa de Protesilao: Reconstrucción arqueológica del fondo cisneriano de la Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” (1496-1509), Madrid: Universidad Complutense de Madrid, Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla”, 2011, p. 61. Sobre estos aspectos puede consultarse también la obras de Dorothy Sherman SEVERIN, Del manuscrito a la imprenta en la época de Isabel la Católica, Kassel, Reichenberger, 2004. 86 José GARCÍA ORO, J. y María José PORTELA SILVA, La monarquía y los libros en el Siglo de Oro, Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá; Centro Internacional de Estudios Históricos “Cisneros”, 1999 p. 50 y notas 4* y 5. 87 RUIZ GARCÍA, Elisa y Helena CARVAJAL GONZÁLEZ, La Casa de Protesilao…, p. 61. 88 El tema ha sido tratado ampliamente en la reciente publicación de Elisa RUIZ GARCÍA, La balanza y la corona: la simbólica del poder y los impresos jurídicos castellanos (1480-1520), Madrid,

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Sin embargo es la normativa promulgada por los Reyes Católicos al respecto de la imprenta el elemento que mejor pone de manifiesto cómo Isabel y Fernando comprendieron la utilidad y trascendencia política que podía ofrecer al Reino la nueva forma de hacer libros y, por tanto, la necesidad de que dicha invención estuviera regulada desde fecha temprana89. En las Diligencias que deben preceder a la impresión y venta de libros del Reyno, y para el curso de los extranjeros los Reyes establecen “que ningun libero ni impresor de moldes, ni mercaderes ni factor de los suso dicho, no sea osado de hacer imprimir de molde de aquí adelante por via directa ni indirecta ningun libro de nunguna Facultad o lectura o obra, que sea pequeña o grande, en latin ni en romance, sin que primero tenga para ellos nuestra licencia y especial mandado (...). E mandamos a los dichos libreros e imprimidores y mercaderes e factores que hagan e traygan los dichos libros bien hechos e perfectos e enteros y bien corregidos y enmendados y escritos de buena letra e tinta e buenas margenes y en buen papel, y no con titulos menguados, por manera que toda la obra sea perfecta, y que en ella no pueda haver ni aya falta alguna”90.

A modo de conclusión En los siglos medievales, al valor puramente crematístico del libro, emanado del coste de sus materiales y de la laboriosa tarea de copistas e iluminadores, es necesario añadir las connotaciones simbólicas con las que dicho objeto fue revestido al representar, por un lado, la palabra de Dios o la ley, y por otro, el conocimiento al que sólo podía acceder una élite. Si además el códice se hallaba iluminado podía sumar a todo lo anteriormente descrito el atractivo de la imagen que, sin duda, fue grande en una sociedad poco saturada de estímulos visuales. Como se ha analizado, este conjunto de cualidades que muy probablemente atrajo a las mujeres de las cortes ibéricas se ve en ocasiones rebasado por el uso que del libro hicieron las mencionadas figuras femeninas, entre las que se

Ollero y Ramos, 2011. En concreto, en la p. 36 de dicho estudio, la autora plantea que dentro del vasto programa de gobierno isabelino, desempeñó un papel capital la exhibición de la simbólica de poder como forma de compensar la posible falta de legitimidad en su acceso al trono. 89 Es amplia la bibliografía dedicada al tema. Entre otras pueden consultarse las obras de José GARCÍA ORO, Los reyes y los libros. La política libraria de la Corona en el Siglo de Oro, Madrid, Editorial Cisneros, 1995; José GARCÍA ORO y Mª José PORTELA, La monarquía y los libros en el Siglo de Oro, Alcalá de Henares, Servicio de Publicaciones, 2000 o Elisa RUIZ GARCÍA: “Isabel la Católica ante el impacto de la imprenta”, en Isabel I y la imprenta: Consecuencias materiales en el mundo cultural de esta revolución tecnológica (actas de las jornadas celebradas en Madrid, 18,19 y 20 de noviembre de 2004). 90 Véase Fermín de los REYES GÓMEZ, El libro en España y América: Legislación y censura (siglos XV-XVIII), Madrid: Arco Libros, 2000, vol. II, pp. 779-781.

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encuentran lectoras ávidas, introductoras de nuevos gustos, reinas de ferviente devoción y hábiles estrategas, capaces de modificar la historia de sus reinados a través de la palabra escrita. El análisis de las fuentes documentales permite apreciar la versatilidad de funciones que el libro desempeñó en los siglos medievales, ajustándose a las necesidades y gustos de sus poseedoras. Son frecuentes los ejemplos en los que aparecen empleados como objeto crematístico que se destina a cumplir mandas testamentarias; sobradamente conocido es el caso de los libros de Isabel la Católica que fueron vendidos por su esposo a la muerte de la reina para pagar deudas, algunos de los cuales se integraron en la biblioteca de la Universidad Complutense al ser adquiridos por el Cardenal Cisneros91. Los libros de las reinas poseyeron también un carácter afectivo, que se pone de manifiesto en su uso como regalos y legados testamentarios que las descendientes conservaron durante toda su vida92, sin obviar el valor práctico de estas lecturas, empleadas para la salvación del alma, en el caso de los libros de rezo, o el bienestar del cuerpo, en el de los de higiene y medicina. Aunque aún nos hallamos lejos de poder reconstruir las bibliotecas o colecciones librarias de las mencionadas reinas, la documentación conservada arroja cierta información sobre las temáticas preferidas por las mujeres de las casas reales. Las obras litúrgicas y devocionales constituyen una aplastante mayoría aunque, dentro de estas, misales, salterios, breviarios y horas son los títulos más mencionados. La temática caballeresca, las obras musicales y las vidas de santos son otros de los géneros que abundan y con una presencia menor se pueden mencionar los clásicos y la literatura científica. Con un interés por el libro que iguala y en ocasiones supera el de sus homólogos varones, muchas reinas medievales se implicaron en la confección de estas obras por ellas encargadas, superando con mucho las competencias asignadas al mero cliente y anunciando en ocasiones lo que constituirá la figura del editor en la Edad Moderna.

91 Elisa RUIZ GARCÍA, Los libros de Isabel la Católica: Arqueología de un patrimonio escrito, Salamanca: Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2004, p. 147 y Manuel SÁNCHEZ MARIANA, “Manuscritos que pertenecieron a Isabel la Católica en la Biblioteca de la Universidad Complutense”, Pecia Complutense, 2005, nº 3, pp.1-6. 92 Es el caso de los volúmenes que Isabel la Católica regaló a su hija Catalina y que ésta conservó toda su vida. Véase Emma Luisa CAHILL MARRÓN, “Serenissimae Anglie Reginae Erasmus Roterdami dono misit: Catalina de Aragón y la comisión de obras humanistas”, Titivillus, nº 1, 2015 [En prensa].

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