Bernardo del Carpio y Roncesvalles en el Chronicon mundi de Lucas de Tuy

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Descripción

Papers of the Medieval Hispanic Research Seminar 75 Publications of the Magdalen Iberian Medieval Studies Seminar 3

EL POEMA DE MIO CID Y LA ÉPICA MEDIEVALÍCASTELLANA: NUEVAS APROXIMACIONES CRÍTICAS

Papers of the Medieval Hispanic Research Seminar Founding Editor Alan Deyermond General Editor Rosa Vidal Doval Editors Francisco Bautista, Andrew M. Beresford, Juan-Carlos Conde, Trevor J. Dadson, Louise M. Haywood, David G. Pattison, Ralph Penny, Brian Place, & Christopher J. Pountain International Editorial Committee Carlos Alvar (Univ. de Alcalá) Robert Archer (King’s College London) Lola Badia (Univ. de Barcelona) Rafael Beltrán (Univ. de València) James F. Burke (Univ. of Toronto) Pedro M. Cátedra (Univ. de Salamanca) José Manuel Díaz de Bustamante (Univ. de Santiago de Compostela) Martin J. Duffell (Queen Mary, University of London) Margit Frenk (Univ. Nacional Autónoma de México) Michel Garcia (Univ. Sorbonne Nouvelle - Paris III) L. P. Harvey (Oxford Centre for Islamic Studies) Maxim P. A. M. Kerkhof (Katholieke Univ. van Nijmegen) Eukene Lacarra (Univ. del País Vasco) Jeremy Lawrance (Univ. of Nottingham) Peter Linehan (Univ. of Cambridge) John S. Miletich (Las Vegas) Juan Paredes (Univ. de Granada) Carmen Parrilla (Univ. da Coruña) Regula Rohland de Langbehn (Univ. de Buenos Aires) Nicholas G. Round (Univ. of Sheffield) Dorothy S. Severin (Univ. of Liverpool) Harvey L. Sharrer (Univ. of California, Santa Barbara) Joseph T. Snow (Michigan State Univ.) Barry Taylor (British Library) Louise O. Vasvári (State Univ. of New York, Stony Brook) Julian Weiss (King’s College London) Business Manager Lisa Stubbings

EL POEMA DE MIO CID Y LA ÉPICA MEDIEVALÍCASTELLANA: NUEVAS APROXIMACIONES CRÍTICAS

Edited by

Juan Carlos Conde & Amaranta Saguar

Department of Iberian and Latin American Studies Queen Mary, University of London 2015

The PMHRS logo on the half-title is redrawn from the Cancionero de Herberay.

Typeset using XETEX Printed and bound by Printondemand-worldwide.com

© Department of Iberian and Latin American Studies, Queen Mary and Westfield College, London, 2015

ISBN 978-1-910195-18-5 ISSN 1460-051X

All rights reserved. Except as permitted under current legislation no part of this work may be photocopied, stored in a retrieval system, published, performed in public, adapted, broadcast, transmitted, recorded or reproduced in any form or by any means, without the prior permission of the copyright owner.

Índice general

Introducción Juan-Carlos Conde & Amaranta Saguar

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CUESTIONES TEÓRICO-LITERARIAS Épica, historicidad, historificación Alberto Montaner Frutos

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CUESTIONES TEXTUALES Y EDITORIALES A minimis incipe: problemas lingüísticos en el códice y de las ediciones del Poema de mio Cid Javier Rodríguez Molina

Decisions! Decisions! Problems of Re-editing the Cantar de mio Cid Ian Michael

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CUESTIONES HISTÓRICAS Y DE FUENTES Bernardo del Carpio y Roncesvalles en el Chronicon mundi de Lucas de Tuy Francisco Bautista

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CUESTIONES LITERARIAS E INTERPRETATIVAS Reflections on some Medieval Spanish Manifestations of the Heroic Catalogue and other Enumerative Passages David Hook

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El Poema de mio Cid: educación de nobles. Espejo de príncipes (I) Eukene Lacarra Lanz

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Rango social en el Poema de mio Cid David G. Pattison

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Índice de autores y materias

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Bernardo del Carpio y Roncesvalles en el Chronicon mundi de Lucas de Tuy Francisco Bautista (Universidad de Salamanca)1

1. Introducción El examen de la leyenda épica de Bernardo del Carpio, transmitida por varios textos cronísticos del siglo xiii, al margen de otras referencias, presenta dificultades a menudo desconcertantes. No parece casual, por lo tanto, que no exista apenas acuerdo entre los filólogos acerca de cuestiones como la hipotética evolución de esta tradición o el contenido narrativo atribuible a las fuentes literarias usadas por los cronistas.2 Ciertamente, la interpretación de estos testimonios, que resumen y adaptan la materia, es delicada y a menudo incierta, pero cabe señalar también que los propios historiadores del siglo xiii se enfrentaron ya a grandes problemas para introducir el relato en el tejido de la narración histórica, en buena medida por el hecho de que los textos históricos anteriores no hablaban en absoluto de este personaje. De ello dan cuenta, por ejemplo, los numerosos comentarios críticos en la Estoria de España, mediante los cuales se ponen en evidencia las divergencias entre las fuentes y también la resistencia del material a subordinarse a la cronología de otros hechos y personajes.3 La misma dificultad 1

El presente trabajo se inscribe en las actividades del Proyecto del Plan Nacional de I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación (con subvención de Fondos Feder) FFI2009-13058: Formas de la Épica Hispánica: Tradiciones y Contextos Históricos II. 2 Esta leyenda ha dado lugar a una amplia bibliografía; véase el estado de la cuestión proporcionado por Deyermond (1995: 107–11), y los estudios posteriores de Stoppino (1995–96), Catalán (2001: 22–26, 67–75, 86 y 103–05), Luongo (2001), Pattison (2006) y Orazi (2009). Lamentablemente, cuando escribo estas líneas no se han publicado aún las actas del congreso ‘Bernardo del Carpio y la batalla de Roncesvalles’ (Oviedo, 4–6 de febrero de 2008). 3 Para las características del relato en las versiones alfonsíes de la Estoria de España, véase Fernández-Ordóñez (1993: 144–57 y 178–85); para la Versión amplificada,

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para integrar la leyenda puede apreciarse sobre todo en la primera crónica que incluye informaciones sobre Bernardo del Carpio, el Chronicon mundi de Lucas de Tuy (c. 1237). Puesto que los textos posteriores que tratan del héroe siguen, directa o indirectamente, el diseño trazado por don Lucas, me centraré aquí en el examen de su relato, que a menudo ha sido objeto, por lo que respecta a Bernardo del Carpio, de interpretaciones contrapuestas. Trataré, en concreto, las tres siguientes cuestiones: en primer lugar, la cronología de la narración, es decir, las razones que pueden estar detrás de la división de la biografía del héroe entre los reinados de Alfonso II (790–842) y Alfonso III (866–910); en segundo lugar, la posición de la batalla de Roncesvalles en el relato; y finalmente, los problemas que afectan al resto de noticias en torno a nuestro personaje proporcionadas por el cronista.

2. Cronología Lucas de Tuy habla por primera vez sobre Bernardo dentro del reinado de Alfonso II. Después de recoger las construcciones del rey en Oviedo, refiere el nacimiento de Bernardo, fruto de los amores ilegítimos entre la hermana de Alfonso (‘Xemena’) y el conde Sancho, el encarcelamiento de este (‘sub iuramento perpetuo’) y la reclusión de la madre en un monasterio, tras lo cual el cronista detalla que el rey acoge y educa al pequeño. Dentro del mismo reinado, Lucas cuenta a continuación la expedición de Carlomagno a España, quien efectúa algunas conquistas al sur de los Pirineos y escribe a Alfonso II instándole a convertirse en su vasallo. Entonces Bernardo, junto al rey moro de Zaragoza, Marsil, lucha contra el ejército franco, que sufre una importante derrota, en la que mueren algunos de los caballeros más importantes. Más adelante, Carlos logra recomponer su hueste, se venga de los musulmanes y peregrina hasta Santiago, y a su vuelta a Francia lleva consigo a Bernardo (Falque 2003: 234–36). El resto de las referencias al héroe se producen más adelante, ya durante el reinado de Alfonso III, y tras haber dado cuenta de los reinados de Ramiro I y Ordoño I. Lucas de Tuy señala que Catalán (1997: 334–36) y Bautista (2008: 90–91).

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Bernardo pobló el castillo del Carpio, y se rebeló contra Alfonso III, dado que este no le entregaba a su padre, todavía cautivo en el castillo de Luna. A continuación, el rey le promete liberarlo, se reconcilian señor y vasallo y Bernardo participa en las diversas campañas militares de Alfonso III. Por el mismo tiempo se produce un nuevo intento de invasión del rey de Francia, ‘Carolus tercius imperator Romanorum’, que es vencido en los Pirineos por Bernardo, quien en esta ocasión lucha nuevamente junto al rey moro de Zaragoza, ahora llamado ‘Muza’. Después de esa derrota, se establece una alianza entre Alfonso III y Carlos, quien peregrina hasta Santiago y obtiene del papa Juan la dignidad metropolitana para esta sede y para Oviedo. Tras estos hechos solo se vuelve a recordar el nombre de Bernardo para señalar de forma lacónica su muerte (Falque 2003: 245–47 y 249). Como puede observarse, en esta narración llaman poderosamente la atención dos rasgos: por un lado, el reparto de la vida de Bernardo entre los reinados de Alfonso II y Alfonso III, y por otro, la duplicación de una batalla en los Pirineos en la que Bernardo lucha victoriosamente contra un ejército franco. Ambos rasgos, señalados reiteradamente por la crítica, no han recibido, sin embargo, una explicación satisfactoria. William J. Entwistle (1928: 313) sugirió que estos podrían encontrarse ya en una hipotética historia latina dedicada exclusivamente a Bernardo, aunque en realidad no hay ninguna prueba de la existencia de dicha historia, ni resulta claro en qué sentido tal fuente habría de explicar estas singularidades.4 Otros críticos las han conectado a la propia configuración de la leyenda épica, que se dividiría entre un Bernardo ‘carolingio’ y un Bernardo ‘leonés’, pero tampoco es evidente de qué modo ello pudo influir en la construcción ofrecida por Lucas de Tuy.5 A mi juicio, los motivos que están detrás de este extraño diseño 4

La hipótesis de Entwistle fue acogida favorablemente por Horrent (1951: 77). Sin embargo, rechazan con buenos argumentos la suposición de esta ‘estoria’, entre otros, Catalán (2001: 71–73) y Orazi (2009: 9–11). Los datos que presento a continuación corroboran, a mi juicio, la idea de que se trata de una hipótesis innecesaria y carente de sustento. 5 Véase el resumen de la cuestión ofrecido por Deyermond (1995: 109–11) y Pattison (2006: 354–55).

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tienen que ver con las fuentes cronísticas manejadas por don Lucas y con los problemas cronológicos que implicaba la inserción del héroe en el relato histórico, es decir, se explican como parte de los problemas en la composición del Chronicon mundi, en un caso en que el autor innovaba frente a sus modelos cronísticos.6 Al margen de Bernardo, sobre quien nada se dice en los textos históricos anteriores a Lucas de Tuy, otros dos personajes de la leyenda podían servir al autor para la inserción del personaje en su obra: el rey del que Bernardo es vasallo y Carlomagno. Por lo que hace al primero, es inverosímil que el relato legendario precisase si la vida del héroe transcurría en concreto bajo Alfonso II o bajo Alfonso III, pues se trata de una distinción que solo interesaría dentro de un relato histórico. Puede darse por seguro, ciertamente, que el rey recibiera el nombre de Alfonso, el más común dentro de la dinastía astur-leonesa, y presente también en otros relatos épicos, pero ese nombre dejaría entonces un ancho margen de posibilidades para la deducción de una época histórica determinada.7 Ahora bien, otro componente del relato heroico posibilitaba, en principio, acotar una cronología; en efecto, la presencia, en la leyenda, de Carlomagno, contra quien Bernardo lucha en los Pirineos, es algo en lo que coinciden todos los testimonios de la misma, que de acuerdo con algunas variantes sería incluso tío de Bernardo. Dejando a un lado, por el momento, la posición de la batalla de Roncesvalles en el relato, que plantea cuestiones algo distintas, exploraré las informaciones con las que contaba Lucas de Tuy a propósito del rey franco. Significativamente, la tradición cronística hispánica anterior a él presentaba noticias muy discordantes sobre la cronología de Carlomagno. Me referiré, en primer lugar, a las fuentes estructurales del Chronicon mundi en esta sección: la Historia Silense (c. 1120) y el llamado Liber chronicorum (c. 1142) de Pelayo de Oviedo.8 La primera de estas obras, de la que toma Lucas de Tuy algunos datos 6

Se trata de algo sugerido ya agudamente por Fernández-Ordóñez (1993: 151 y n68), aunque no se explora allí el origen de estos problemas. 7 Coincido en esto con Catalán, quien señala: ‘Naturalmente, la pregunta erudita de si el rey de la gesta es Alfonso II el Casto o Alfonso III el Magno sólo pudieron hacérsela los historiadores en latín, no los cantores épicos’ (2001: 70 n43). 8 Sobre las fuentes de Lucas de Tuy, véase Falque (2003) y Jerez (2006).

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al narrar la batalla de Roncesvalles bajo Alfonso II, es el primer texto histórico, dentro de la tradición de las crónicas generales de España, en incluir la derrota de Carlomagno en los Pirineos, tomada de la Vita Karoli de Eginhardo y de algunos anales carolingios, con posibles reminiscencias de la leyenda épica de Roncesvalles. Se inserta con una cronología indefinida, después de haber referido la caída del reino visigodo de Toledo, y el objetivo principal del autor parece haber sido el de negar la participación de los francos en la luchas contra los musulmanes en Hispania (Santos Coco 1921: 16– 17). La Historia Silense, que presenta una narración abiertamente antifrancesa, bastante distinta en este sentido a la orientación del Chronicon mundi, no le ofrecía a don Lucas, así pues, una estructura cronológica aprovechable que le permitiera solucionar el problema de la inserción de Bernardo en su crónica. Pelayo de Oviedo, en la miscelánea mencionada, que constituye una de las fuentes fundamentales del Chronicon mundi desde los últimos reyes godos hasta Alfonso VI, se refiere a Carlomagno en dos momentos distintos, ambos conocidos por Lucas. En primer lugar, dentro de su reelaboración de la crónica de Sampiro, cita al rey franco al dar cuenta del llamado ‘Concilio de Oviedo’, situado aquí bajo Alfonso III, en el año 872 (‘era dccccx’; Pérez de Urbel 1952: 305). Cuenta don Pelayo que el concilio fue llevado a cabo con el consejo de Carlos (‘cum consilio Caroli principis magni’), e insiste en que algunos de los preceptos se inspiraban en las recomendaciones de dicho príncipe, transmitidas por Teodulfo: ‘sicut princeps magnus Karolus per Thedulfum episcopum nobis significauit’ (Pérez de Urbel 1952: 294 y 297). Más adelante, en esta misma miscelánea, Pelayo de Oviedo incluye una copia del Liber historiae Francorum (obra de comienzos del siglo viii), y al final de ese texto introduce una serie de interpolaciones que hablan del mismo príncipe Carlos, ahora inequívocamente identificable con Carlomagno.9 Nombra a siete de sus caballeros más importantes, todos de clara ascendencia épica, entre quienes se cuentan Turpín, Roldán y Oliveros, y señala que algunos de ellos se dirigieron hacia España, conquistando solamente ciertas ciudades cercanas 9

He señalado en Bautista (2011) la existencia de estas interpolaciones, que han pasado inadvertidas a los estudiosos de la épica medieval; remito a ese trabajo para más precisiones.

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a los Pirineos. Finalmente, habla de la amistad entre el rey franco y Alfonso, ‘filius Ordonii’, y sitúa los hechos en la misma fecha que el ‘Concilio de Oviedo’ anteriormente narrado (era 910). Vale la pena citar el pasaje que contiene estas últimas informaciones: Predictus autem Carolus princeps Spaniam nunquam intrauit, sed ex predictis patriciis cum magno exercitu uenerunt usque Pampilonam, Cesaraugustam siue et Oscam, et non amplius. Prefatus itaque Carolus princeps post persecuciones quas primitus habuit in magna pace, et in magna tranquilitate principauit annos .V. mortuusque et supultus est in Nouioma ciuitate. Era dcccc.x. Karolus princeps et Adefonsus rex Galiciarum, filius Ordoni regis, contemporanei fuerunt amiciciasque maximas dum uixerunt ad inuicem habuerunt.10

En este caso, la identidad de los dos reyes no deja lugar a dudas: Alfonso, hijo de Ordoño, en la era 910 (año 872), solo puede ser Alfonso III; y Carlos, rodeado por los caballeros de los que se ha hablado poco antes, quienes se dirigen hasta Pamplona y Zaragoza, solo puede ser Carlomagno. El conocimiento de este pasaje por parte de Lucas de Tuy es, además, seguro, pues de aquí toma la referencia a la amistad entre Carlos y Alfonso III que incluye también en su obra: ‘Carolus postea cum rege Adefonso amiciciam fecit’ (Falque 2003: 246). De este modo, si la Historia Silense no ofrecía ninguna pista para la cronología de Carlomagno, el Liber chronicorum de Pelayo de Oviedo parecía solventar el problema, sugiriendo su inclusión, y por tanto la de Bernardo, en el reinado de Alfonso III. Sin embargo, esta localización anacrónica no era la única que proporcionaban los textos hispánicos, y algunos de ellos fueron manejados también por Lucas de Tuy, aunque ya no se encontrasen entre sus fuentes principales. En particular, una tradición compostelana situaba a Carlomagno en la época de Alfonso II, y colocaba entonces, bajo esta doble referencia, el hallazgo de los restos de Santiago. Así lo hace el Chronicon Iriense (siglo xii), obra transmitida en una misce10

Biblioteca Nacional de España (BNE), ms. 1513 (comienzos del siglo xiii), fol. 101r–v y Biblioteca Universitaria de Salamanca, ms. 1975 (fines del siglo xvi), fols. 74v–75r. El pasaje subrayado corresponde al Liber historiae Francorum; el resto pertenece a don Pelayo.

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lánea (cuyo ejemplar más antiguo es el ms. BNE 1358) indudablemente utilizada por don Lucas en su crónica, y también la Historia Compostellana (de la primera mitad del siglo xii), obra esta que quizá también conociera, aunque no es tan seguro.11 El primero de estos textos asegura que Alfonso el Casto murió a la vuelta de Compostela, después de haber visitado la recién descubierta tumba del apóstol, cuando iba a reunirse con Carlomagno: ‘Deinde Adefonsus castus in Asturias reuersus, ut uideret se cum Carolo magno rege Francie, mortuus est’ (García Álvarez 1963: 111). Por su parte, la Historia Compostellana refiere la implicación de Alfonso el Casto en el descubrimiento de la tumba de Santiago, y añade que muchos contaban que tales hechos habían sucedido en tiempos de Carlomagno (Falque 1988: II, 1). Esta tradición aflora también en algún otro documento compostelano, y no hay duda de que Lucas de Tuy, que recoge la peregrinación de Carlomagno a Compostela en su obra, había de conocerla.12 11

La miscelánea que contiene el Chronicon Iriense transmite también los Annales Castellani o el llamado ‘Privilegio de los votos’, y estos dos textos fueron ampliamente utilizados por don Lucas en su crónica. Véase el índice de fuentes de Falque (2003: 348 y 362), aunque la anotación al respecto es incompleta. 12 Para la tradición que sitúa el hallazgo de la tumba de Santiago en época de Carlomagno, que parece surgir a principios del siglo xii, véase López Alsina (1988: 109–10) y Bautista (2011: 92 n101). Otros textos de amplia difusión, como la Epístola pape Leonis (Díaz y Díaz 1999), conectaban a un papa llamado León con el descubrimiento de los restos del apóstol; en este sentido, la sincronía, de origen erudito (basada probablemente en un catálogo de emperadores y papas, tal vez en el Chronicon pontificum et imperatorum romanorum de Gilberto (c. 1221); véase Holder-Egger (1879: 130) y Jerez (2006: 343 y n737), que don Lucas establece entre Carlomagno y León III, a quien atribuye la concesión del privilegio metropolitano a Compostela (‘saniore eius [de Carlomagno] consilio rex Adefonsus […] sancti Iacobi apostoli ecclesiam […] reuerendi patris Leonis tercii, Romani pontificis, assensu metropolinato sublimauit honore’, Falque 2003: 236), había de avalar para él la conexión de Carlomagno con el hallazgo de la tumba de Santiago, lo que favorecía, en última instancia, su localización en época de Alfonso II. Por otro lado, Pelayo de Oviedo sitúa a Carlomagno en época de Alfonso II en las versiones del ‘Concilio de Oviedo’ previas al Liber chronicorum, tanto en el Liber testamentorum (c. 1112) como en otra miscelánea (c. 1108) transmitida en un códice ovetense utilizado por Ambrosio de Morales hoy perdido, pero del que se realizaron varias copias quinientistas (Barrau-Dihigo 1921: 91–106). Sin embargo, todo apunta a que estos textos no circularon fuera de Oviedo, y no parece que fueran conocidos por Lucas de Tuy. Otra obra más, la Chronica Naierensis (c. 1190), inserta la batalla de Roncesvalles entre los reinados de Aurelio

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Las diferencias en la ubicación de Carlomagno en la cronística anterior a Lucas de Tuy justifican la vacilación entre Alfonso II y Alfonso III a la hora de incluir las noticias sobre Bernardo en el tejido del Chronicon mundi, y en última instancia explican el hecho de que quedaran repartidas entre ambos reinados. Es más, el propio autor alude a estos problemas, cuando al narrar, bajo Alfonso III, una segunda batalla en los Pirineos entre Bernardo y Carlos (en este caso Carlos III) explica que hubo tres reyes francos de nombre Carlos, los distingue, relacionándolos con dos papas diferentes (León y Juan), a partir probablemente de un catálogo de emperadores y papas, como el Chronicon de Gilberto (HolderEgger 1879: 130), y dice que esta identidad de los nombres es causa de duda a veces en las historias, lo que provoca que los hechos de uno se atribuyan a otro: ‘unde sepius in istoriis ambiguitas oritur et unius factum alteri atribuitur’ (Falque 2003: 247).13 Sin embargo, pese a situar a Carlomagno en época de Alfonso II, el propio Lucas no resolvió realmente el problema, ya que lo que hizo, ante la imposibilidad de decidir entre las fuentes que manejaba, y ante el hecho de que sendos reyes francos de nombre Carlos hubieran coincidido con los reinados de Alfonso II y Alfonso III, y en ambos casos sus fuentes refiriesen una expedición militar franca en Hispania, fue dividir la historia de Bernardo entre estas dos y Silo, fechándola correctamente (con un desfase de un año) en el año 777 (Estévez Sola 1995: 105). Aunque es probable que Lucas de Tuy conociera esta obra, con la que coincide en algunos detalles en la sección que nos ocupa, no resulta extraño que no prestase crédito a la cronología que le ofrecía, ya que no hablaba de contemporaneidad entre Carlomagno y un rey leonés de nombre Alfonso y era distinta e irreconciliable con los otros textos que manejaba, que tenían para él una mayor autoridad. Podría haber contribuido a restar credibilidad a la cronología de la Chronica Naierensis el que el relato de la batalla de Roncesvalles en el que se basa Lucas de Tuy, el Pseudo-Turpín, colocara el hecho en la vejez del emperador (véase el siguiente apartado). 13 La utilización de las interpolaciones de Pelayo de Oviedo al Liber historiae Francorum podría relacionarse, por otro lado, con el hecho de que Lucas se refiera equivocadamente a Carlos III, contemporáneo de Alfonso III, como ‘Carolus Martellus’ (nombre que aparece, aplicado de forma correcta, en el Pseudo-Turpín dentro de una secuencia de reyes francos; Herbers & Santos Noia 1998: 203), ya que Pelayo justamente había confundido a su vez a ese Carlos (Martel) con el rey franco del mismo nombre a cuyos caballeros atribuye la expedición a España (véase, para esta confusión, Bautista 2011: 74–76).

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épocas.14 Todo ello se relaciona también, en efecto, con la extraña duplicación del enfrentamiento entre Bernardo y un rey franco en los Pirineos. Lucas sitúa la batalla de Roncesvalles en el reinado de Alfonso II, y añade la participación de Bernardo en la misma, combatiendo al lado de navarros y musulmanes. Sin embargo, puesto que Pelayo de Oviedo situaba, como hemos visto, una expedición a España de ciertos caballeros de Carlos en la época de Alfonso III, nuestro autor incluye una segunda batalla, librada también en los Pirineos, en la que habría participado nuevamente Bernardo, quien, del mismo modo que en el caso anterior, pelearía aquí junto al rey de Zaragoza, ahora llamado Muza (nombre que procede de las fuentes cronísticas, que hablan para estos años de dicho personaje). Tras referir esta segunda contienda, de contenido narrativo mucho más limitado, don Lucas alude a la amistad de Carlos y Alfonso III, siguiendo a Pelayo de Oviedo, y deduce, a imagen de la narrada anteriormente, una peregrinación del rey franco a Compostela, en cuyo marco se inserta la concesión de la dignidad metropolitana a esta sede y a Oviedo, también inspirada, por lo que hace a la última, en el obispo ovetense (Pérez de Urbel 1952: 294). De este modo, Lucas habría completado y transformado la escueta noticia de Pelayo de Oviedo retomando ciertos detalles de la batalla de Roncesvalles.15 En suma, la dificultad para situar cronológicamente a Carlomagno en el tejido de la historia de España, lo que a su vez había de servir de clave para la inserción de las noticias sobre Bernardo, derivaba de las contradicciones al respecto en las fuentes 14

No resulta clara la razón por la que Lucas identifica a este segundo Carlos con Carlos III y no Carlos II; nótese que antes, cuando asegura que, tras la batalla de Roncesvalles, Bernardo acompañó a Carlomagno (Falque 2003: 236), afirma que este permaneció en Germania bajo Luis y Lotario, pero no incluye a Carlos II. Si fuera cierto que Lucas de Tuy manejó el Chronicon de Gilberto, ello podría relacionarse quizá con el hecho de que su gobierno imperial tuviera, como señala esta obra, tan solo una duración de un año y diez meses (Holder-Egger 1879: 130), aunque también es un indicio de la precaria construcción que rodea a Bernardo en el Chronicon mundi. 15 La transferencia de algunos rasgos entre los reinados de Alfonso II y Alfonso III se extiende a otros detalles, como el hecho de que se dé un origen franco a las esposas de ambos reyes, las dos parientes de Carlomagno (Falque 2003: 237 y 246; Bautista 2011: 54).

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manejadas por don Lucas. Si bien textos compostelanos como el Chronicon Iriense o la Historia Compostellana colocaban al emperador en la época de Alfonso II, Pelayo de Oviedo, una de las fuentes fundamentales del Chronicon mundi, situaba un príncipe franco de nombre Carlos, asimilable a Carlomagno, en tiempos de Alfonso III, momento en el que, según el mismo autor, habría tenido lugar una expedición de sus caballeros a la Península Ibérica, limitada a zonas cercanas a los Pirineos. Lucas de Tuy, en lugar de decidir entre una u otra opción, optó por conservar las informaciones básicas que le ofrecían estas fuentes, y repartió la vida de Bernardo entre los reinados de Alfonso II, dando cuenta de su intervención en la batalla de Roncesvalles, y de Alfonso III, refiriendo una nueva incursión franca, inspirada en las noticias de don Pelayo, y deduciendo la participación en ella del héroe. Este diseño histórico muestra una clara supeditación del relato legendario a la cronología extraíble de las fuentes cronísticas, que en última instancia da lugar a una secuencia de la vida de Bernardo defectuosa e inverosímil, traspasada por un hiato de más de dos decenios. Aun así, tal construcción será respetada en lo sustancial por Rodrigo Jiménez de Rada en su Historia gothica (c. 1243), y la autoridad de éste y del propio Lucas de Tuy impondrá la misma cronología a los compiladores de la Estoria de España, para quienes la organización de esta materia supuso un auténtico desafío. De este modo, al tratar de ajustar las informaciones de procedencia épica a la anómala construcción levantada por Lucas de Tuy, esta acabó perpetuándose en todos los textos históricos.

3. Roncesvalles Al margen de la cronología del relato, otros aspectos de la narración del Chronicon mundi resultan dudosos o ambiguos. Trataré aquí de la posición de la batalla de Roncesvalles y de su articulación con el resto de datos que el cronista ofrece sobre Bernardo. Me referiré en lo que sigue a una única batalla contra un ejército franco que se dirige a la Península Ibérica, ya que, como hemos visto, la duplicación de este episodio en el Chronicon mundi se debe a su autor. De hecho, tanto Jiménez de Rada como los compiladores de la Estoria de España desestimarían la noticia de esa segunda

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batalla, lo que evidenciaría quizá que no existían informaciones (legendarias o de otro tipo) que la avalaran. En este sentido, puede concluirse que tal contienda no formaba parte del relato épico usado por Lucas de Tuy y por las historias posteriores. Ahora bien, si la segunda batalla contra los francos en los Pirineos es fruto de la labor de compilación de Lucas de Tuy, cabe preguntarse si algo similar no podría suceder con la participación de Bernardo en el enfrentamiento en Roncesvalles. ¿Formaba parte esta del relato legendario de Bernardo del Carpio? ¿Qué lugar tendría dentro de él y cuáles serían los rasgos atribuibles a tal batalla? Daré un breve resumen del episodio, antes de entrar en su análisis. Carlomagno, ya en una venerable vejez, vence a los musulmanes en Borgoña, Pictavia y Galia, llegando hasta los Pirineos, y restituye estas tierras al cristianismo. Traspasa Roncesvalles (‘Roscideuallis’) y somete las regiones de Cataluña, Navarra y Vasconia. Entonces escribe a Alfonso II para que se convierta en vasallo y súbdito suyo, pero Bernardo, al oírlo, movido por la ira, se decide a pelear contra los francos al lado de los musulmanes. Carlos asedia Tudela, que habría tomado de no ser por la traición de Ganelón, se dirige luego hacia Nájera y Monjardín, conquistando ambas plazas, y se dispone a volver a Francia. Entonces Marsil, rey de Zaragoza, convoca un ejército de innumerables guerreros, en el que se integran Bernardo y algunos navarros, y pelean contra los francos, venciéndolos y dando muerte a importantes caballeros de Carlomagno, como Roldán, prefecto de Bretaña, el conde Anshelmo y Eggihardo, maestresala del rey. Carlos iba al frente de su ejército y había cruzado Roncesvalles, pero en la retaguardia, donde iban los caballeros más valiosos, se libra la batalla, en la que, pospuesto el temor de Dios, participa Bernardo junto a los moros. Más tarde, sin embargo, reparada su hueste, Carlomagno consigue vengarse de la derrota y vence a multitud de sarracenos. Visita entonces la tumba de Santiago, y Alfonso II, por su consejo, destruye la iglesia de Iria y logra del papa León III la dignidad metropolitana para Compostela. En el mismo momento, Alfonso establece también que la iglesia de Compostela y las de toda España vivan según la regla de san Isidoro, y tras ello Carlomagno retorna a su tierra, llevando consigo a Bernardo. Muere el emperador en Aquisgrán, y Bernardo continúa combatiendo

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contra los enemigos del Imperio carolingio bajo sus sucesores, Luis y Lotario (Falque 2003: 235–36). Casi toda esta narración deriva de fuentes cronísticas latinas. La más importante aquí es, sin duda, la Historia Karoli Magni del Pseudo-Turpín (c. 1140), de donde procede la mayor parte de las informaciones: el dato de que Carlomagno, ya viejo, vence a los moros desde Borgoña hasta los Pirineos (caps. IX-X); la posterior toma de Nájera y Monjardín (XVI-XVII); la traición de Ganelón, la derrota del ejército franco en la retaguardia y la venganza del emperador (XXI); y finalmente la muerte de Carlomagno en Aquisgrán (XXII). También remontan a la misma fuente los datos sobre la visita de Carlomagno a Santiago, la instauración de la regla de san Isidoro y la elevación de Compostela a iglesia metropolitana (caps. V y XIX).16 Pese a que algunas de estas noticias podrían ser transmitidas por otras vías, no hay duda de que Lucas sigue esta fuente, ya que reproduce informaciones propias de ella, como la mención de la regla de san Isidoro o la toma de Monjardín (Bautista 2011: 88). Por otro lado, ello no resulta tampoco sorprendente, si tenemos en cuenta la vinculación del Pseudo-Turpín a Compostela y la amplísima difusión de este texto, y el hecho de que una copia del mismo se encuentre junto al Chronicon mundi en un manuscrito del siglo xiii de probable procedencia leonesa.17 Además del Pseudo-Turpín, Lucas empleó la Historia Silense, de donde toma el dato de la participación de los navarros en el ejército que lucha contra Carlomagno y también los nombres de los guerreros francos más importantes que perecieron en Roncesvalles.18 Por otro lado, es posible que la noticia de que Alfonso II trasladó 16

Doy la numeración de capítulos de acuerdo con el Codex Calixtinus (Herbers & Santos Noia 1998: 199–229). El uso del Pseudo-Turpín por parte de Lucas fue reconocido ya por Milá y Fontanals (1959: 212 n1). A los detalles procedentes de esta obra relativos a Compostela, el cronista añade la implicación de León III (véase, arriba, n12), que no se encuentra en ella. 17 Biblioteca Universitaria de Salamanca, ms. 2248; de este derivan otros dos que contienen también el Pseudo-Turpín (Falque 2003: cvii–cviii, cxxxiv–cxxxviii y cl). 18 A este respecto, es interesante que don Lucas antepusiera aquí, contrariamente a la Historia Silense (fiel en esto a la Vita Karoli de Eginhardo, de donde en última instancia procede el pasaje), el nombre de Roldán a los de Eggihardo y Anshelmo, tal vez inspirándose en el Pseudo-Turpín, como señaló Milá y Fontanals (1959: 212 n1), o de forma más general en la leyenda de Roncesvalles.

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el episcopado de Iria a Compostela proceda del Chronicon Iriense (García Álvarez 1963: 110) o de la Historia Compostellana (Falque 1988: II, 1).19 Finalmente, para otros detalles, como el nombre de Roncesvalles (‘Roscideuallis’; Cirot 1926 y Anguita Jaén 2000: 467) y la formulación de la noticia de la venganza de Carlomagno, el cronista podría haberse inspirado quizá en la Chronica Naierensis.20 Solo unos pocos datos carecen de fuente conocida: la indicación de que Carlomagno escribió a Alfonso conminándole a que se convirtiera en su vasallo, la mención de Tudela, vinculada a la traición de Ganelón, y la participación de Bernardo en el ejército de navarros y musulmanes que derrota la retaguardia del ejército carolingio. Dejaré de lado el dato sobre Tudela, que carece de paralelos y podría ser deducción del cronista, y me centraré en las otras dos informaciones.21 Diego Catalán supuso que la noticia del mensaje de Carlomagno a Alfonso habría de inspirarse en la Vita Karoli de Eginhardo, y a partir de ahí llegó a proponer que la intervención Bernardo contra los franceses fuera ‘una atrevida invención de don Lucas elaborada para paliar la noticia, de origen documental, del vasallaje y regalos del rey Casto al Emperador’ (2001: 74–75), noticia esta que correspondería a la Vita Karoli. De acuerdo con tal hipótesis, la presencia de Bernardo en Roncesvalles no sería un dato procedente de la gesta relativa a este héroe, sino una invención historiográfica, repetida después por las obras que 19

El Pseudo-Turpín señala que Carlomagno no estableció obispo en Iria y ordenó que estuviese sujeta a Compostela (cap. xix), pero no se refiere al traslado ni habla de Alfonso II. 20 Aunque la victoria de Carlomagno sobre los musulmanes después de Roncesvalles aparece en el Pseudo-Turpín, la redacción del Chronicon mundi (‘Carolus […] uindicavit ex Sarracenorum’) se encuentra cercana a la Chronica Naierensis: ‘Carolus Romanum Imperium uendicauit’ (Estévez Sola 1995: 105; sobre esta información, Bautista 2011: 95). Por otra parte, Lucas señala que Carlomagno se dirigió a Compostela por Álava (‘per deuia Alaue’), información que remite a la ampliación de la ruta de peregrinación por Sancho el Mayor, transmitida por la Historia Silense, la Chronica Naierensis y las Genealogiae Naierenses (Cirot 1934), y se encuentra ligada a la limitación de las conquistas de Carlomagno en Hispania, que se ceñirían, como hemos visto, a los territorios de Vasconia, Navarra y Cataluña. 21 Tudela aparece mencionada en la Chanson de Roland (v. 200), pero no hay ningún episodio que se centre en dicha localidad, ni, desde luego, guarda relación con la traición de Ganelón, por lo que es probable que sea una peculiaridad propia del resumen de la leyenda efectuado por Lucas de Tuy.

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utilizan el Chronicon mundi. Tal deducción vendría apoyada a su vez por el hecho de que la Estoria de España no presente a este respecto innovaciones frente a las fuentes latinas a las que pudiera atribuirse un origen tradicional (2001: 26). Sin embargo, el propio Catalán reconoce que esta suposición choca con los datos ofrecidos por otra obra temprana, el Poema de Fernán González, de mediados del siglo xiii, que ofrece un detallado relato de la participación de Bernardo en Roncesvalles, con detalles desconocidos del Chronicon mundi y la Historia gothica, y deja en suspenso la resolución del problema planteado por él mismo.22 En realidad, no puede haber duda, a mi juicio, de que la intervención de Bernardo en Roncesvalles no es atribuible en modo alguno a Lucas de Tuy. La hipótesis de Catalán se fundamenta en la idea de que el cronista conoció la Vita Karoli, de donde este habría deducido la contemporaneidad entre Alfonso II y Carlomagno, y de donde procedería la información sobre las cartas del emperador exigiendo al rey de Asturias que se convirtiera en su vasallo. Sin embargo, pese a que no es completamente descartable el conocimiento de la Vita Karoli por parte de don Lucas, pues fue usada un siglo atrás en León en la Historia Silense, lo cierto es que ninguna de las dos informaciones mencionadas parece proceder de dicha obra. En efecto, aunque, como es sabido, la biografía de Eginhardo menciona en una ocasión a ‘Hadefonsus Galleciae atque Asturicae rex’ (Halphen 1923: 44), no es posible saber ahí si se trata de Alfonso II o de otro rey astur-leonés del mismo nombre. Además, según hemos visto, todo indica que Lucas de Tuy dedujo la contemporaneidad de ambos reyes a partir de otras fuentes, mucho más claras y contundentes en este sentido. Por otro lado, Eginhardo no habla de regalos de Alfonso ni dice que Carlos le llamase vasallo, sino que aquel, cuando se dirigía por carta al emperador o le enviaba embajadores, se designaba a sí mismo como su hombre: ‘non aliter se apud illum quam proprium suum appellari juberet’ (Halphen 1923: 46). Esta referencia podría interpretarse, quizá, como una fórmula de respeto (Riquer 1999: 22

Véase su análisis del Poema de Fernán González, donde concluye que ‘el testimonio del poema de Fernán González tiene el interés de mostrarnos que la participación de Bernardo […] en la famosa derrota del ejército de Carlomagno […] pudiera no ser una invención historiográfica del diácono leonés’ (2001: 105).

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79), pero, en cualquier caso, es demasiado distinta de la noticia sobre las cartas de Carlomagno exigiendo vasallaje a Alfonso II en el Chronicon mundi como para localizar ahí la fuente de dicho pasaje. Por todo ello, la suposición de que don Lucas inventó la intervención de Bernardo en Roncesvalles para contrarrestar esa referencia de la Vita Karoli, que no habla en absoluto de la exigencia de vasallaje a Alfonso por parte de Carlomagno, resulta forzada e inverosímil. Por lo demás, la ascendencia épica de este dato, que no hay razón para cuestionar, viene corroborada por la narración al respecto en el Poema de Fernán González (López Guil 2001: coplas 127–44), sobre cuya importancia insistió justamente Catalán (2001: 65 y 105). Es cierto que el autor del poema conoció un relato cronístico que hablaba de Bernardo, ya fuera el Chronicon mundi o la Historia gothica de Jiménez de Rada, pues incluye la batalla al tratar de Alfonso II, pero más allá de esa referencia cronológica todo lo que encontramos en el poema es no solo independiente de estas historias sino también algo más detallado.23 De acuerdo con el Poema, Carlos se dispone a conquistar España e insta a Alfonso a que se convierta en su vasallo; los franceses llegan a Fuenterrabía, y allí son derrotados por un ejército del rey capitaneado por Bernardo; Carlos rehace su hueste e intenta entrar en España por los Pirineos, pero Bernardo, aliado con el rey Marsil de Zaragoza, logra una victoria definitiva sobre Carlomagno (‘bien fue esa mas negra que la primera vez’, v. 144d). A mi juicio, todo este relato, que supone una réplica literaria a la tradición rolandiana, solo puede ser de ascendencia épica. En efecto, mientras que en la Chanson de Roland, Carlomagno, después de la derrota de su retaguardia, vuelve a cruzar los Pirineos y consigue vengarse de ello, de acuerdo con el Poema de Fernán González el emperador no habría podido vencer tampoco una segunda batalla.24 El poema, por tanto, nos acerca 23

El uso de una de esas dos historias está corroborado además por otros pasajes del Poema de Fernán González. Generalmente, se tiende a pensar que su autor conoció el Chronicon mundi de Lucas de Tuy (Catalán 2001: 104 n76), aunque juzgo más probable que haya manejado la Historia gothica de Jiménez de Rada, según trataré de mostrar en otra ocasión. 24 Nada hay en la narración del Poema de Fernán González que permita suponer que el episodio fuera inventado por su autor. Por otro lado, la geografía, de

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hasta cierto punto a la tradición épica de Bernardo en Roncesvalles, y confirma que no se trata de una invención de Lucas de Tuy. Otro texto más, cuya importancia para nuestra leyenda ha sido destacada por primera vez nuevamente por Catalán (Catalán & Jerez 2005: 98–99), confirma la conclusión aquí planteada. Me refiero al romanceamiento de la Historia gothica conocido como Estoria de los godos, fechable hacia 1253, que amplifica el relato sobre Roncesvalles de su fuente con algunas informaciones interesantes. De acuerdo con esta obra, Bernardo, exiliado con Marsil en Zaragoza a causa del encarcelamiento de su padre por parte de Alfonso, tiene noticia del enfrentamiento entre su tío y Carlomagno, y decide participar en la guerra contra el ejército franco, para lo cual pide ayuda a los musulmanes: E de la otra parte Bernalrt, su sobrino del rey don Alfonso, por pesar que ouo que tenie el conde don Sancho so padre en la carçel, otrosi que non osaua parar ante su tio, uinose para Caragoça, e guerreaua a christianos e fazie mucho mal. Era buen cauallero e amauanlo mucho los moros. Maguer el quando oyo que su tio auie de auer fazienda, pesol e demando ayuda a los moros por aiudar a su tio, e pero contra christianos, que por lo uno que por lo otro dierongela. (Ward 2006: 103–04; regularizo la transcripción)

El exilio de Bernardo en Zaragoza es noticia que no aparece en ninguno de los otros textos que hablan de Bernardo, y permite comprender mejor la narración de la contienda en los Pirineos que ofrecen el Chronicon mundi y el Poema de Fernán González, por lo que se trata de un dato cuya vinculación con la gesta puede darse por segura.25 Así pues, este eco de la leyenda de Bernardo en la Estoria resonancias épicas en su mayor parte, conecta con otros momentos de la biografía de Bernardo, según el testimonio de la Estoria de España, y adquiere mayor significación dentro de ese conjunto, lo que avala la conclusión de que formaba parte de él (véase, abajo, n31). 25 El Poema de Fernán González habla de la llegada de las cartas de Carlomagno pidiendo vasallaje (c. 127) y de la reacción de Alfonso (c. 128–29), pero introduce a Bernardo en un segundo momento (‘Sopo Bernald del Carpyo que françeses pasavan’, v. 132a), como si no se encontrase en la corte de Alfonso; y a continuación, el héroe convoca un gran ejército y se reúne con Alfonso, quien le deja al mando (‘ovol todas sus gentes el rey Casto a dar’, v. 133c). Esta secuencia solo adquiere todo su sentido a la luz del testimonio de la Estoria de los godos, según

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de los godos probaría una vez más que el episodio de Roncesvalles formaba parte de ella.26

Por otro lado, si tenemos en cuenta el conjunto de la narración sobre la batalla de Roncesvalles que ofrece Lucas de Tuy, se hace patente que esa supuesta invención por parte del cronista de la presencia de Bernardo contra el ejército franco resultaría incoherente con el resto de sus decisiones en este paso de la historia. Lo que más llama la atención en el Chronicon mundi es el posicionamiento favorable hacia Carlomagno, que contrasta de forma ostensible con el relato de una de sus fuentes básicas, la Historia Silense. Esta última obra, de forma apasionada, aseguraba que los franceses, corrompidos por el oro, según su costumbre, no hicieron ninguna conquista al sur de los Pirineos, y que la derrota del ejército franco cuando volvía a su tierra permaneció impune ‘usque in hodiernum diem’ (Santos Coco 1921: 17). Nada más alejado del Chronicon mundi, donde se afirma la conquista por parte de Carlomagno de Cataluña, Navarra y Vasconia, se eliminan todas las notas negativas sobre los francos, y se asegura que el emperador se vengó de lo sucedido en Roncesvalles con una triunfal victoria sobre los musulmanes. Como hemos visto, Lucas de Tuy reemplaza casi todos los datos de la Historia Silense por un apretadísimo resumen del Pseudo-Turpín, un panegírico de Carlomagno y sus guerreros, y no olvida incorporar las informaciones que concedían al rey franco un protagonismo central en el culto jacobeo. Su versión de la intervención de Carlomagno en la Península Ibérica es, pues, no solo decididamente ajena al tono antifrancés de la Historia Silense, sino también favorable a la figura del emperador, de quien se da un retrato en general positivo.27 En este contexto, es claro que la cual Bernardo se encontraba exiliado en Zaragoza. Por lo demás, pace Catalán & Jerez (2005: 99), debe señalarse que la innovación de la Estoria no guarda ninguna relación con el Chronicon mundi. 26 Por otra parte, el hecho de que los compiladores de la Estoria de España no añadieran aquí datos tradicionales al relato que ofrecían las fuentes latinas, no obliga a pensar que la gesta conocida por ellos careciera del episodio de Roncesvalles, según plantea Catalán (2001: 26), sino simplemente que consideraron suficientes y más autorizadas las informaciones, ya diversas en algunos puntos, de Lucas de Tuy y Jiménez de Rada, cuyas diferencias trataron de armonizar trabajosamente. 27 Todo en el relato de Lucas apunta en esta dirección; así, por ejemplo, al anotar la

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no puede atribuirse a don Lucas la invención de la participación de Bernardo en Roncesvalles, algo que solo tendría sentido de encontrarnos ante un relato similar, por ejemplo, al de la Historia Silense, o, más adelante, de la Historia gothica de Jiménez de Rada. A mi juicio, Lucas de Tuy habría intentado aquí lograr un equilibrio entre dos tradiciones hispánicas concernientes a Carlomagno: una que contemplaba su figura como un potente instrumento de legitimación, ligado al culto jacobeo, útil para contrarrestar las aspiraciones eclesiásticas de Toledo; y otra que discutía las exageradas y falsas afirmaciones sobre las conquistas de Carlos en España, y aseguraba la independencia hispánica frente al imperialismo francés. La primera tiene en el Pseudo-Turpín uno de sus pilares fundamentales, y no es extraño que don Lucas tomara ese texto como su fuente básica para la narración de todo lo que rodea a la batalla de Roncesvalles.28 La segunda no solo se hace presente en la Historia Silense, sino también, aunque con menor vehemencia, en las interpolaciones de Pelayo de Oviedo al Liber historiae Francorum (véase el texto citado arriba), y penetró además en la tradición épica española (Bautista 2011), llegando esta corriente hasta las Mocedades de Rodrigo. La narración del Chronicon mundi sería el resultado de un intento de armonización entre estas dos posturas, de modo que si, por un lado, ofrecía un retrato positivo de Carlomagno e incluía su intervención en Compostela, por otro limitaba sus conquistas en Hispania, que en modo alguno alcanzan en la crónica las dimensiones del PseudoTurpín, y colocaba a Bernardo al frente del ejército que derrota al emperador en Roncesvalles, de modo que un caballero leonés se convertía en el garante de la independencia hispánica frente a los francos. Así pues, puede concluirse que, al referir la participación muerte de Roldán, Eggihardo y Anshelmo indica que ello sucedió ‘exigentibus peccatis nostrorum’ (Falque 2003: 235). 28 Nótese que don Lucas incluye aquí la noticia de la concesión de la dignidad metropolitana a Compostella, y más adelante, al narrar una segunda batalla franco-hispana bajo Alfonso III, reafirma esa idea y añade algo similar para Oviedo. Todas estas precisiones se encuadrarían en el intento de Lucas de Tuy de justificar y contrarrestar las aspiraciones eclesiásticas de Toledo, una motivación analizada brillantemente por Linehan (1993). No resulta casual así que, poco más tarde, Jiménez de Rada rechazara expresamente las tradiciones que vinculaban a Carlomagno con Compostela.

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de Bernardo en la batalla de Roncesvalles, Lucas de Tuy aceptaba una información que le ofrecía la fuente épica por él conocida sobre este personaje, de la que procede también el núcleo sustancial del resto de noticias en torno a Bernardo recogidas en su crónica, y mediante ella trató de dar un nuevo sentido a todo este episodio. Vengamos ya al segundo dato del Chronicon mundi mencionado arriba que carece de correlato en las fuentes latinas, esto es, al mensaje de Carlomagno instando a Alfonso a proclamarse su vasallo. Si es cierto que no puede plantearse ninguna relación entre esta noticia y la Vita Karoli de Eginhardo, ¿cabe pensar entonces que nos encontramos ante otra huella de la gesta de Bernardo? Como hemos visto, una versión similar ofrece el Poema de Fernán González, donde Carlos escribe a Alfonso anunciándole su intención de cruzar los Pirineos y de convertirle en su vasallo, ante lo cual este ironiza sobre su pretensión de conquistar España en cinco años, en clara alusión a la tradición rolandiana. Cabe la posibilidad, aunque no es seguro, de que el poeta conociese y se inspirase aquí en el Chronicon mundi, si bien tampoco habría razón para pensar que la coincidencia en ambos casos, cuyas informaciones, por lo demás, no son idénticas, excluyera la posibilidad de que se tratase de un motivo procedente de la gesta de Bernardo. Más aún, a esa ascendencia épica apunta el hecho de que una escena similar reaparezca en otro cantar de gesta en un contexto parecido. Me refiero a las Mocedades de Rodrigo y al momento en que el rey de Francia, junto al emperador y al papa, escribe a Fernando exigiendo tributo: En esta querella llegó otro mandado cartas del rey de Françia e del emperador alemano cartas del patriarcha e del papa romano que diese tributo España desde Aspa fasta en Santiago. El rey que en España visquiese siempre se llamase tributario, diese fuero e tributo cada año. (Funes 2004: 137)29 29

Compárese con los versos del Poema de Fernán González: ‘Emos esta razon por fuerça de alongar, / quiero en rey Carlos este cuento tornar; / ovo el al rey Alfonso mandado de enbiar / que venie para España para gela ganar. // Enbio el rey Alfonso al rey Carlos mandado / ca en ser atributado non era acordado, / por dar parias por el non queria el reignado, / seria llamado torpe en fer atal mercado’ (c. 127–28; López Guil 2001: 150; cito por su transcripción paleográfica, que regularizo).

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La similitud de ambas escenas, en dos relatos distintos, afianza la procedencia legendaria de la noticia proporcionada por Lucas de Tuy, quien se basaría ahí, nuevamente, en la gesta de Bernardo.30 Para cerrar este análisis de la narración relacionada con Roncesvalles en el Chronicon mundi quisiera referirme a dos detalles más que afectan a nuestro personaje: por un lado, la alusión a que Bernardo ataca la retaguardia del ejército franco, y por otro la noticia de su viaje a Francia tras la visita de Carlomagno a Compostela. Lucas de Tuy señala que Carlomagno había cruzado ya Roncesvalles, cuando Bernardo, dejando a un lado el temor de Dios, atacó con los sarracenos la parte posterior de su ejército, derrotándolo: Transierat iam quidem Carolus in primo suorum agmine Alpes Rocideuallis dimissa in posteriore parte exercitus manu robustorum ob custodiam, qui, Bernaldo, postposito Dei timore, super eos cum Sarracenis accerrime incursante, interfecti sunt. (Falque 2003: 235–36)

Esta información, salvo el detalle de la intervención de Bernardo, es conforme con la narración de la batalla de Roncesvalles ofrecida por el Pseudo-Turpín, que, como la Chanson de Roland, sitúa el ataque musulmán sobre la retaguardia. Los textos posteriores al Chronicon mundi ofrecen, sin embargo, variantes distintas a la de esta obra. Así, Rodrigo Jiménez de Rada asegura que los ejércitos se encontraron frente a frente (‘in prima acie’), y que, tras la derrota de los francos, Bernardo habría atacado nuevamente sobre la retaguardia (‘extrema exercitus […] postrema exercitus inuasurus’; Fernández Valverde 1987: 127–28). En el Poema de Fernán González, las huestes de Carlomagno y Bernardo luchan frente a frente; vencidos los primeros, estos se preparan para una nueva incursión 30

Rodrigo Jiménez de Rada transforma la antesala de la batalla afirmando que fue Alfonso, cansado ya por los largos años de su reinado y sin herederos, quien escribió en primer lugar a Carlomagno, prometiéndole que le entregaría su reino (Fernández Valverde 1987: 126). A mi juicio, se trata de una variante erudita, que puede atribuirse a don Rodrigo, pues requiere la identificación del rey de la gesta con Alfonso II el Casto, quien, en efecto, carecía de herederos. Es posible, incluso, que don Rodrigo se inspirase aquí además en la Vita Karoli de Eginhardo, que, como hemos visto, hablaba de las cartas y embajadas de Alfonso a Carlomagno. Una interpretación distinta propone Catalán 2001: 86 (para algún otro detalle en el que don Rodrigo podría haberse inspirado en la Vita Karoli, véase abajo n33).

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por los puertos de Sícera y de Aspa, que es rechazada por Bernardo, quien pelea aquí junto a Marsil (c. 132–34 y 142–44).31 Esta batalla frente a frente, que presupone que el ejército franco no llegó a entrar en España, es claramente contraria a la tradición rolandiana, y está en consonancia con la leyenda de Bernardo, según la cual Carlos se dirige a España anunciando a Alfonso que conquistará toda la península y lo convertirá en su vasallo. Así pues, todo apunta a que la precisión que ofrece Lucas de Tuy, al señalar que Bernardo atacó la retaguardia, es el resultado de la combinación de un dato de la leyenda épica (la participación de Bernardo en Roncesvalles) con el relato del Pseudo-Turpín, que, de acuerdo con el resto de los textos rolandianos, refería la derrota del ejército carolingio en su regreso a Francia. Ello es coherente con la aceptación, en el Chronicon mundi, de la idea de que Carlos llevó a cabo algunas conquistas al sur de los Pirineos, y está también en consonancia con la forma de proceder del cronista, que supedita las escasas informaciones que recoge procedentes de la gesta de Bernardo a la narración que le proporcionaban las fuentes latinas. Por lo demás, se diría que don Lucas transformó la segunda derrota del ejército carolingio (de la que hablan, con pormenores diversos en algún punto, Jiménez de Rada y el Poema de Fernán González) en una victoriosa venganza de Carlomagno sobre los musulmanes, siguiendo nuevamente la narración que le ofrecía el 31

En la Historia gothica, el primer enfrentamiento tiene lugar en Roncesvalles (con la denominación ‘Hospita Vallis’, después de que Carlomagno, precisa don Rodrigo, hubiera pasado el valle ‘que Vallis Caroli dicitur’), y el segundo en los puertos de Aspa (‘per partes Aspe et Soule’); la geografía en el Poema de Fernán González es un poco distinta (y en algún punto inverosímil): coloca la primera batalla en un puerto de mar, en Fuenterrabía, y la segunda de forma un tanto confusa en los puertos de Sícera (‘Gitarea’) y de Aspa. Catalán (2001: 105) ha señalado que la mención de Fuenterrabía se entendería al hilo del desarrollo de esta población a mediados del siglo xiii, de modo que se trataría de una innovación introducida en ese momento, no sabemos si de origen tradicional o debida al autor del Poema. Sea como fuere, lo más probable es que los lugares de las batallas en la gesta fueran originalmente los que cita don Rodrigo: la primera en el Pirineo navarro, en Roncesvalles (en el puerto de Sícera: ‘portum de Sicera’ en la Nota emilianense, ‘porz de Sizer’ en la Chanson de Roland, al término del cual se encontraba el ‘valle de Carlos’) y la segunda en el puerto de Aspa o el Somport (denominado en un documento de 1104 ‘Summo Portu Aspę’), al norte de Jaca. Este último puerto aparece nuevamente al final de la narración sobre Bernardo ofrecida por la Estoria de España (Menéndez Pidal 1955: II, 375b).

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Pseudo-Turpín.32 En definitiva, cabe concluir que la leyenda épica de Bernardo hablaba de dos batallas entre los ejércitos de Carlomagno y de Bernardo, ambas frente a frente, inspirándose en la secuencia de derrota y venganza de la tradición rolandiana, pero con un posicionamiento abiertamente opuesto. Además, atendiendo a los diversos testimonios de este episodio de la leyenda, lo más probable es que la primera batalla se librara en Roncesvalles, y en ella participasen conjuntamente Alfonso y Bernardo, quien se uniría al ejército del rey desde su exilio zaragozano (como sugiere la Estoria de los godos), y la segunda tuviera lugar en los puertos de Aspa, en la cual intervendría nuevamente Bernardo, ahora al lado del rey Marsil de Zaragoza.33 Por otro lado, Lucas de Tuy refiere que Carlomagno, al regresar a Germania después de su viaje a Compostela, llevó consigo a Bernardo, quien permaneció allí tras la muerte del emperador, luchando al lado de sus descendientes Luis y Lotario (Falque 2003: 236). Rodrigo Jiménez de Rada, que niega a Carlomagno cualquier 32

El Poema de Fernán González y la Historia gothica difieren en la descripción de este segundo enfrentamiento, ya que el primero lo presenta de nuevo como una batalla frente a frente, y la segunda como un ataque de Bernardo sobre la retaguardia, en el momento en que los guerreros francos, dispersos y asustados, se acogen a ella. Puesto que don Rodrigo, que añade el detalle de que Carlos, viendo el descalabro de su ejército, hizo sonar su corneta (‘buccina’), parece hacerse eco de un texto de la Chanson de Roland (Catalán 2001: 87), y puesto que tiene como fuente principal el Chronicon mundi, cabe pensar que en este segundo caso acepta la variante que le ofrecía dicha obra, que situaba el ataque de Bernardo sobre la retaguardia, de modo que la secuencia más próxima a la gesta de Bernardo sería aquí la que ofrece el Poema de Fernán González. Por su parte, la Estoria de los godos (Ward 2006: 105) reproduce en este punto el relato de su fuente, la Historia gothica (nada indica, en efecto, que deba suponerse ahí la consulta del Chronicon mundi, como proponen Catalán & Jerez (2005: 98). 33 Así ocurre en el Poema de Fernán González, donde efectivamente Marsil solo se relaciona con el segundo enfrentamiento. La Historia gothica de Jiménez de Rada presenta una secuencia próxima a esta, aunque solo señala la participación de Bernardo en el segundo enfrentamiento y elimina completamente el nombre de Marsil y con él a los musulmanes, convirtiendo la batalla en un enfrentamiento entre francos e hispanos. Al margen de la clara intencionalidad de este último cambio, ¿se inspiraría aquí don Rodrigo en la Vita Karoli de Eginhardo o en la Historia Silense, que solo mencionan a los navarros al narrar la derrota en los Pirineos?

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participación en el Camino de Santiago, no recoge esta noticia, y los compiladores alfonsíes se refieren a esa ida de Bernardo solo de forma hipotética, como posible justificación para el hecho de que el héroe no apareciera en la historia entre los reinados de Alfonso II y Alfonso III (Menéndez Pidal 1955: II, 355b y 370a).34 La alusión de Lucas de Tuy a los sucesores de Carlomagno, Luis y Lotario, claramente de origen erudito, sugiere que con este expediente el cronista pretendía resolver el hiato que afecta a la biografía del personaje en su obra, que, como hemos visto, no vuelve a aparecer en la historia hasta el reinado de Alfonso III.35 Ahora bien, si tenemos en cuenta que la Estoria de España recoge, como procedente de los cantares de gesta, la ida de Bernardo a Francia tras la muerte de su padre, en la última parte de la biografía del héroe, entonces puede concluirse que Lucas de Tuy conoció un relato que incluía ya este motivo, aunque lo desplazó a un momento anterior, ligándolo a su propia narración de la batalla de Roncesvalles, que incluye el peregrinaje de Carlomagno a Compostela, con el objetivo de solventar el silencio sobre Bernardo en su crónica entre los reinados de Alfonso II y Alfonso III. Esta constatación no deja de tener interés, por varios motivos. Muestra una vez más que Lucas de Tuy supeditó los elementos de la leyenda a las necesidades cronológicas y estructurales de su obra, desarticulando la trama de la misma. Aclara además la posición en el relato épico de la salida de España de Bernardo, que se situaría en la última parte de la vida del héroe (como se narra en la Estoria de España), y pone en evidencia, en fin, que ese componente ‘carolingio’ era efectivamente parte de la gesta conocida por Lucas de Tuy, aunque él lo desplace dentro de la trayectoria biográfica de Bernardo y no ofrezca ningún detalle más al respecto de procedencia legendaria.36

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La Versión crítica de la Estoria de España suprime esta ida de Bernardo a Francia junto a Carlomagno (véase Fernández-Ordóñez 1993: 154–55). 35 Así lo han entendido también otros estudiosos; véase, por ejemplo, Entwistle (1928: 433–34). 36 La presencia de un núcleo ‘carolingio’ en la gesta conocida por Lucas de Tuy tiene implicaciones para la discusión de los orígenes y la evolución de la leyenda de Bernardo, algo que espero poder estudiar en otra parte.

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4. Lazos familiares y relaciones feudales Discutiré en lo que queda el resto de informaciones que Lucas de Tuy ofrece a propósito de Bernardo. Estas se concentran en tres núcleos: los detalles del nacimiento del héroe, bajo Alfonso II, antes de la batalla de Roncesvalles, sus luchas junto a las huestes de Alfonso III y la fundación del castillo del Carpio, originada por la prisión de su padre. En todos los casos, la narración del Chronicon mundi es extremadamente escueta. Se señala solo que el rey tenía una hija llamada Jimena, a la que amaba el conde Sancho, y en la que este engendró un hijo llamado Bernardo. Cuando Alfonso conoció la noticia encarceló al conde en el castillo de Luna, jurando tenerlo allí siempre preso, metió a su hermana en un convento, y acogió al niño, al que educó cuidadosamente en la corte. Tras la batalla de Roncesvalles no volvemos a tener noticias de Bernardo hasta el reinado de Alfonso III. Lucas de Tuy señala que el caballero participó en las guerras del rey contra los musulmanes, en las que se mostraba como fuerte león (‘tamquam leo fortissimus’). Puebla el castillo del Carpio, en tierras de Salamanca, y desde allí comienza a rebelarse contra el rey (‘Bernaldus regi rebellare cepit’), ya que este mantenía a su padre en la prisión del castillo de Luna decretada por Alfonso II. Como los musulmanes aprovecharan la situación para saquear las ciudades de León y Astorga, el rey promete a Bernardo que liberará a su padre, y se establece la paz entre señor y vasallo, tras lo cual Bernardo vuelve a combatir junto a Alfonso en las guerras contra los musulmanes. Se incluye también la derrota de Carlos en los Pirineos frente al ejército de Bernardo, de la que ya he tratado, y, más adelante, una fugaz indicación informa sin más detalles de la muerte del guerrero: ‘Eo tempore mortuus est Bernaldus fortissimus miles’ (Falque 2003: 249). En esta narración se mezclan datos tradicionales con otros que son indudablemente el producto del cruce de la leyenda con las informaciones proporcionadas por las crónicas en las que se basa Lucas de Tuy (aquí la Historia Silense y el Liber chronicorum de Pelayo de Oviedo). Por lo que hace a estos últimos, y como señaló ya Manuel Milá y Fontanals (1959: 212 n2), las batallas contra los moros en las que participa Bernardo proceden todas de las

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fuentes cronísticas, cuyos detalles reproduce fielmente Lucas de Tuy, y lo único que se hace aquí es añadir la intervención de Bernardo. El único dato de origen tradicional sería, entonces, esa presencia destacada de Bernardo en las guerras de Alfonso contra los musulmanes, pero la geografía y los pormenores que al respecto ofrece Lucas de Tuy no pertenecen a la leyenda, sino que derivan de sus fuentes latinas.37 Propia del Chronicon mundi es también, como ya hemos visto, esa segunda batalla pirenaica entre Bernardo y Carlos, inspirada en Pelayo de Oviedo, que reproduce de forma muy resumida el esquema de la de Roncesvalles, y que es el producto de las dificultades de Lucas de Tuy combinar sus fuentes y para fijar la cronología de la leyenda. Finalmente, como ha señalado Inés Fernández-Ordóñez (1993: 152), la secuencia de algunos hechos es también responsabilidad de Lucas de Tuy. Concretamente, a él se debería la reconciliación entre rey y vasallo después de que este haya poblado el castillo del Carpio, tras los saqueos musulmanes de León y Astorga (que proceden de las fuentes cronísticas), pues se trata de un dato que carece de justificación (el rey promete nada más liberar al padre), y sirve tan solo para que Bernardo vuelva a pelear en las filas de Alfonso III.38 De este modo, quedarían como contenidos de probable origen tradicional el nacimiento ilegítimo del héroe, fruto de los amores entre el conde don Sancho y la hermana del rey, el encarcelamiento del padre, y la rebelión de Bernardo, que funda el castillo del Carpio. En estos motivos se descubre, en efecto, uno de los núcleos fundamentales de la leyenda, que, como se ha reconocido generalmente, tiene que ver con la búsqueda del padre por parte de Bernardo y con el conflicto que ello le ocasiona con su rey, a quien no solo debe obediencia por ser su señor, sino también gratitud por haberle acogido y educado. Se plantea aquí, entonces, un choque 37

Episodios de la participación de Bernardo en los ejércitos de Alfonso de acuerdo con la leyenda se incluyen, en cambio, en la Estoria de España (Catalán 2001: 24). 38 La Estoria de España proporciona aquí una secuencia distinta, según la cual el intento de reconciliación tras la rebeldía de Bernardo en el castillo del Carpio resulta fallido, pues cuando Alfonso acepta entregarle a su padre, este ya ha muerto; y tras ello, el héroe se dirige a la corte de Carlomagno. La transformación de don Lucas es solidaria del desplazamiento de la ida a Francia tras la batalla de Roncesvalles, ya que la leyenda la colocaba (como se ofrece en la Estoria de España) al final de la narración, tras la imposible reconciliación con el rey.

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entre lazos filiales y feudales, que conduce a Bernardo a rebelarse contra el rey, lo que conectaría la leyenda con la tradición épica de los vasallos rebeldes.39 El conflicto queda un tanto desarticulado con la inserción de la leyenda en el tejido cronístico de Lucas de Tuy, ya que, como hemos visto, este divide la biografía de Bernardo entre Alfonso II y Alfonso III, y el héroe se rebela contra el segundo por una prisión decretada por el primero. La versión del nacimiento que ofrece el Chronicon mundi es algo distinta a la que, señalada como procedente de los cantares de gesta, se transmite en la Estoria de España. De acuerdo con Lucas de Tuy, la madre de Bernardo es la hermana del rey Alfonso, que tiene una relación amorosa con el conde Sancho: ‘Erat regi Adefonso soror nomine Xemena, quam comes Sancius adamauit, et ex ea filium genuit nomine Bernaldum’ (Falque 2003: 234). La Estoria de España recoge esta noticia, procedente de la Historia gothica, que habla de un matrimonio secreto entre Jimena y Sancho, pero ofrece también una variante alternativa, según la cual Bernardo sería hijo de Sancho y de doña Timbor, hermana de Carlomagno: Et algunos dizen en sus cantares et en sus fablas que fue este Bernaldo fijo de donna Timbor hermana de Carlos rey de Francia, et que viniendo ella en romeria a Santiago, que la conuido el conde San Diaz et que la leuo pora Saldanna, et que ouo este fijo en ella, et quel reçibio el rey don Alfonso por fijo, pues que otro non auie que reynase en pos el. (Menéndez Pidal 1955: II, 351a)

¿Pertenecerían ambas variantes a la leyenda de Bernardo? La atribución explícita de esta última versión a los cantares de gesta no deja dudas acerca de su procedencia. En cuanto a la que ofrece Lucas de Tuy, Catalán señala que ‘convierte en incoherente la ida a Francia’ de Bernardo, y plantea que habría de tratarse probablemente de una modificación del cronista, con la que pretendería explicar su participación en la batalla de Roncesvalles, ‘al ser el “heredero” natural de un rey sin hijos’ (2001: 74). Esta interesante propuesta choca, sin embargo, con el hecho de que esa condición de heredero no cumpla en realidad ninguna función en la crónica, 39

Esta conexión ha sido señalada desde antiguo; véase Vaquero (1993) y Stoppino (1995–96: 126–38).

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y tampoco se explicite en ningún momento.40 De hecho, puede decirse que la relación de la madre de Bernardo con el rey Alfonso es condición indispensable para el desarrollo del conflicto familiar y político que vertebra la leyenda. Cabe señalar, a este respecto, que el autor de la Versión amplificada de la Estoria de España nota la necesidad argumental del parentesco entre el rey y la madre de Bernardo, al comentar críticamente la variante que se atribuye a los cantares de gesta: Mas si esto fuesse verdat [que Bernardo era hijo de doña Timbor], el rey don Alfonso non avié por qué gelo demandar nin avié razón por que resçibiese a Bernaldo por su sobrino. (Bautista 2008: 311)41

La condición de tío y sobrino de los protagonistas del relato es motivo común, por lo demás, a otras narraciones épicas (Luongo 2001: 288–89), lo que avala su procedencia legendaria. Y, en efecto, si se despoja a la trama de la vinculación entre Alfonso y Bernardo, al ser este hijo de la hermana del rey, el conflicto que recorre la mayor parte de la leyenda queda desprovisto de justificación y sentido. Puede decirse, entonces, que cada una de las variantes sobre el nacimiento de Bernardo se relaciona con una parte de la vida del héroe, bien con el conflicto que se desarrolla dentro de la corte leonesa, o bien con sus aventuras cuando marcha a Francia. Por otro lado, tales variantes tampoco se dejan explicar fácilmente como el fruto de una evolución en el relato épico, según la cual una versión (reflejada en la Estoria de España) habría sustituido a la otra (conocida por Lucas de Tuy), ya que los núcleos ‘leonés’ 40

La idea de que Alfonso II se encargó de la crianza de Bernardo porque carecía de hijos parece ser invención de Jiménez de Rada (véase, arriba, n. 30), por lo que no es seguro que, al margen de lo que concierne a la relación entre Sancho y Timbor, la indicación a este respecto en la cita de la Estoria de España proceda de los cantares de gesta, pues podría tratarse de un intento de los compiladores alfonsíes por racionalizar esa información secundaria, al hilo de lo señalado por Jiménez de Rada. 41 Esta sección de la Versión amplificada se conserva solo a través de la Crónica carolingia, aunque la atribución del pasaje a la primera parece segura (Bautista 2008: 90). Por su parte, la Versión crítica refuta sin dar argumentos la versión atribuida a los cantares de gesta: ‘Mas esto non podrie ser’ (Fernández-Ordóñez 1993: 461). La pertenencia a la leyenda del parentesco entre la madre de Bernardo y el rey Alfonso ha sido defendida, entre otros, por Horrent (1951: 468).

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y ‘carolingio’ conviven en el Chronicon mundi y en la Estoria de España, y son, por tanto, consustanciales a ambos testimonios de la leyenda. En consecuencia, ambas versiones habrían de coexistir de algún modo en el relato legendario sobre Bernardo, quien participa al mismo tiempo del universo carolingio y del hispano. Aunque esta anomalía se ha justificado habitualmente como el resultado de la precaria unión de dos núcleos legendarios distintos (por ejemplo, Horrent 1951: 468–69), resulta más verosímil que nos encontremos ante un proceso de geminación, frecuente en el desarrollo de otras leyendas heroicas (Deyermond 1995: 68), y que afecta a otros componentes del relato épico en torno a Bernardo. En efecto, la identidad de la estructura del motivo en ambos casos, en los que el héroe es hijo de la hermana de un rey (Carlomagno o Alfonso), y por lo tanto sobrino de este, no se aviene con la hipótesis de la unión de dos núcleos legendarios distintos. De forma independiente, Gaston Paris (1873: 363) y Milá y Fontanals (1959: 236) relacionaron ya el motivo del nacimiento ilegítimo de Bernardo con una de las leyendas sobre la concepción de Roldán, cuyos progenitores serían la hermana de Carlomagno y uno de los mejores guerreros de su corte, Milón, quienes mantienen una relación secreta y deben huir de la corte al poco de producirse el embarazo.42 A pesar de que esta leyenda solo se conoce en testimonios tardíos (el poema franco-véneto Berta e Milone, de la segunda mitad del siglo xiii, y ciertas referencias en el Charlemagne de Girart d’Amiens, de hacia 1301–03), su fuerte similitud con la del nacimiento de Bernardo apunta a que se trata efectivamente de uno de los muchos elementos de esta última que proceden del universo épico carolingio. En este sentido, cabe plantear que el parentesco de la madre de Bernardo con Alfonso constituya una repetición de un motivo previo, heredado de la leyenda de la concepción de Roldán, que lo hacía sobrino de Carlomagno, 42

Nada en el relato apunta a una relación con la tradición del incesto de Carlomagno, contra lo que propone Orazi (2009: 16, 19 y 23), pues en ningún caso se sugiere o se deja entrever que Bernardo pudiera haber sido hijo de Alfonso o de Carlomagno. La tradición del nacimiento de Roldán ajena a a la del ‘pecado’ de Carlomagno ha sido poco estudiada; puede verse ahora Reynolds (2010), aunque se trata de un trabajo con documentación muy incompleta, cuyas conclusiones no me parecen aceptables.

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repetición introducida cuando la leyenda se desplaza hacia el espacio leonés. Esta transformación tendría también una fuerte carga simbólica, ya que convierte a Alfonso y Bernardo en figuras análogas a las de Carlomagno y Roldán. En todo caso, la versión del parentesco de la madre de Bernardo con el emperador podría entenderse, en el relato conocido por los historiadores del siglo xiii, como un resto de esa variante primigenia, cuya funcionalidad queda desplazada y disminuida, ya que la relación entre Sancho y Timbor se produce aquí al margen de la corte carolingia y no tiene un efecto inmediato sobre la trama. En suma, tanto la versión del nacimiento de Bernardo que ofrece el Chronicon mundi como la que la Estoria de España atribuye expresamente a los cantares de gesta no solo han de pertenecer a la leyenda épica conocida por estas obras, sino que de algún modo ambas debían coexistir dentro de ella. Que el parentesco de la madre del héroe con el rey sea un motivo compartido con una de las leyendas del nacimiento de Roldán apunta a que la variante primigenia era la que presentaba a Bernardo como sobrino de Carlomagno, algo que está en sintonía además con la estrecha vinculación del núcleo original de nuestro relato heroico con la tradición carolingia.43 Al desplazarse la leyenda hacia el Occidente peninsular, se habría llevado a cabo una geminación de ese motivo, conectando ahora al héroe con el rey Alfonso, al convertirlo en su sobrino, hijo ilegítimo de su hermana con un noble de su corte. Como hemos visto, esta conexión es imprescindible para el desarrollo del choque entre Bernardo y Alfonso, entre el orden familiar y el orden político, vertebrador de toda la sección que cubre la biografía de Bernardo hasta su exilio a Francia. Sin embargo, la variante que hacía al héroe sobrino de Carlomagno era necesaria al mismo tiempo para sostener justamente esa segunda parte de su trayectoria, aunque hubo de permanecer de forma un tanto marginal en la gesta. A ello apunta el que esta variante experimentara una notable transformación, por la cual Bernardo no era engendrado en el marco de la corte (como sucede en el modelo rolandiano), sino en el curso de una peregrinación de la hermana de Carlomagno a Santiago, en la que era seducida por el 43

Véase, a este respecto, Catalán (2001: 26 y 247–49) y Bautista (2011: 60–69).

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conde don Sancho.44 Los otros detalles que Lucas de Tuy ofrece en relación con la leyenda de Bernardo se encuentran íntimamente ligados a las circunstancias de su nacimiento. Según el cronista, el rey, al tener noticia de los amores entre Sancho y Jimena, encarcela al primero en el castillo de Luna (‘in castro de Luna’), con el juramento de tenerlo allí para siempre, y mete a su hermana en un monasterio. Acoge, sin embargo, al pequeño, quien más tarde, puebla el castillo del Carpio (‘in territorio Salmanticensi castrum Carpium populauit’), y desde allí comienza a rebelarse contra Alfonso III, quien seguía manteniendo a su padre en la prisión decretada por Alfonso II: Et quia rex Adefonsus patrem eius tenebat comitem Sancium captum in castello, quod dicitur Luna, quem olim rex Castus ceperat Adefonsus, Bernaldus regi rebellare cepit. (Falque 2003: 245)

Para la designación de los lugares de la prisión del conde y del castillo fundado por Bernardo se ha propuesto en algún caso su vinculación con las circunstancias históricas en las que podría haberse desarrollado esta leyenda (Vaquero 1993), aunque no es descartable que ambos topónimos puedan interpretarse también como ecos literarios, ligados a la tradición épica. Así, la prisión del conde coincide con la localización que ciertos textos ofrecen para el encarcelamiento del rey García, ya se atribuya a Sancho II o a Alfonso VI. La primera obra donde se encuentra esta noticia es el Liber regum (c. 1200), y lo más probable es que se trate de un detalle de origen tradicional, ligado a la tradición épica de las guerras de Sancho II.45 En cuanto al castillo del Carpio, Milá y Fontanals (1959: 236 n2) señaló su coincidencia con un topónimo (‘Carpion’) que aparece en el Girart de Roussillon, ligado a un personaje con un 44

Este motivo de la relación entre un conde español y una infanta francesa en el contexto de la peregrinación a Santiago es compartido por otras tradiciones heroicas, como la leyenda cardeñense de Garci Fernández (Bautista 2006: 88–91), y, junto a otros detalles, parece ligar de algún modo el relato sobre Bernardo que resumen y adaptan las fuentes del siglo XIII al Camino de Santiago. 45 ‘E priso el rei don Sancho al rei don Garcia e misolo en Luna en la preson, et alli lo fizo morir en los fierros’ (Cooper 1960: 34). Sobre la prisión de García, véase Northup (1919).

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nombre (‘Boson’) que también encontramos en nuestra leyenda, en la narración que ofrece la Estoria de España.46 En el caso del lugar de la prisión, parece claro que la referencia al castillo de Luna había de tener claras resonancias, ya que tanto el conde Sancho como el rey García (según la leyenda) permanecen encarcelados allí toda su vida.47 Es menos nítido el alcance de la coincidencia por lo que hace al Carpio, aunque el eco del topónimo del Girart podría haber favorecido la ubicación concreta ahí del castillo fundado por Bernardo, y vendría a sumarse a los varios elementos de la leyenda inspirados en la épica francesa. Desde el Carpio, según Lucas de Tuy, Bernardo se rebela contra Alfonso, ya que este mantiene en prisión a su padre. La rebeldía del héroe y su vinculación a un castillo emparentan la leyenda con el ciclo de los vasallos rebeldes en la épica francesa. El castillo del Carpio, donde se asienta Bernardo, podría compararse, como ha señalado Eleonora Stoppino (1995–96: 132 y 134), a los castillos de Montessor y de Montauban en el Renaud de Montauban, donde se refugian los protagonistas, aunque en este caso esos enclaves son sitiados por Carlomagno, y no constituyen, por tanto, el punto de partida de las correrías de los rebeldes. En todo caso, la vinculación de la leyenda de Bernardo con los relatos épicos de los vasallos rebeldes es confirmada por el testimonio de la Estoria de España, que proporciona una narración mucho más pormenorizada.48 En la mínima información del Chronicon mundi encontramos, además, otro detalle que coincide con el relato de la historia alfonsí: la promesa del rey de que liberará al padre. Ahora bien, solo Lucas de Tuy presenta esa promesa como lo que permite alcanzar la paz entre rey y vasallo: ‘Rex autem Adefonsus promittens Bernaldo se patrem eius a uinculis soluere, pacem cum eo fecit’ (Falque 2003: 245). Sin embargo, en la Estoria de España Bernardo intenta con sus servicios militares conseguir del rey que libere a su padre, pero 46

Más bibliografía sobre esta correspondencia en Luongo (2001: 290 n26). No es seguro en qué leyenda se habría introducido por primera vez este dato, aunque el hecho de que se documente primero en relación con la tradición en torno a Sancho II y García sugiere la anterioridad de esta. 48 Véase el análisis de Stoppino (1995–96: 134–38), quien pone de relieve también las diferencias de la leyenda de Bernardo frente al paradigma de los vasallos rebeldes. 47

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este responde siempre con promesas que finalmente no cumple (Menéndez Pidal 1955: II, 371a–b). Que la promesa sea el elemento que resuelve el conflicto es algo que carece de lógica narrativa, y que puede atribuirse al cronista, como hemos visto, quien de esta forma restituía la armonía entre Alfonso y su mejor caballero. Por lo demás, si los relatos de vasallos rebeldes se caracterizan por presentar una estructura abierta, en la medida en que no existe espacio para la paz definitiva con el rey o no se repara la causa del conflicto (Stoppino 1995–96: 135–36), la reconciliación introducida por Lucas de Tuy desarticula la lógica y el sentido de la leyenda. La estructura de esta se conserva, en cambio, en la Estoria de España, donde rey y vasallo permanecen enfrentados, el conflicto queda abierto, y Bernardo acaba alejándose definitivamente del reino. Puede decirse, para terminar, que el choque entre lazos familiares y relaciones feudales que cabe entrever en el Chronicon mundi sugiere la centralidad de este tema en la gesta de Bernardo. A este respecto, la leyenda se muestra próxima a los cantares de gesta sobre vasallos rebeldes, que a menudo se construyen también sobre la tensión entre el orden familiar y el político. Otras conexiones con la épica francesa que hemos tenido ocasión de señalar muestran que esta era uno de sus modelos de inspiración fundamentales, y que no se limita a la sección que la crítica ha denominado ‘carolingia’, sino que afecta a todo el relato transmitido por los cronistas hispanos del siglo xiii. Junto a esta huella de la épica francesa, las parcas informaciones de Lucas de Tuy ofrecen algún detalle que puede conectarse también con la tradición castellana, como la localización de la prisión del padre de Bernardo en el castillo de Luna, y en conjunto nos sitúan ante un relato en cuya construcción tienen un peso fundamental los referentes épicos y legendarios. Cabe preguntarse, en fin, si esta fuerte impronta de los modelos literarios, algo en lo que la leyenda de Bernardo del Carpio se encuentra próxima a la de los Infantes de Lara, no habría de tener relación con la naturaleza básicamente inventada de la misma.

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5. Conclusiones La presentación que Lucas de Tuy ofrece de Bernardo del Carpio en el Chronicon mundi es esencial para el análisis general de la leyenda, ya que constituye el punto de partida para la inserción de otras noticias sobre el personaje en las crónicas posteriores. En este sentido, es tarea básica tratar de discernir los rasgos debidos al cronista de aquellos que toma de la tradición legendaria. Como hemos visto, Lucas de Tuy incluye solo unas pocas informaciones de origen tradicional, que trata en todo momento de acomodar a otros datos procedentes de las fuentes cronísticas. Así, ante las dudas sobre la época histórica de Bernardo y la dificultad para integrar los datos sobre Carlomagno ofrecidos por sus fuentes latinas, divide la biografía de Bernardo entre los reinados de Alfonso II y Alfonso III, y narra dos expediciones francas a la península ibérica en cada uno de esos reinados, en las cuales habría intervenido Bernardo. En el resto de informaciones, supedita la leyenda a las necesidades de su relato y al resto de obras que maneja. Ello ocasiona la desarticulación de la secuencia de la leyenda en varios puntos, como sucede al situar la ida de Bernardo a Francia después de la batalla de Roncesvalles (que le sirve para explicar su ausencia en la historia hispánica hasta Alfonso III), o al hablar de una reconciliación entre Bernardo y Alfonso III tras la fundación del castillo del Carpio, lo que permite eliminar su condición de ‘rebelde’ y transformar en algo armónico la relación entre rey y vasallo. Otros detalles muestran esa decisiva intervención del cronista sobre la tradición legendaria, como el hecho de que identifique las batallas de Bernardo en las filas del rey Alfonso con las que le ofrecían las fuentes cronísticas a propósito de Alfonso III, o el que en la narración de la batalla de Roncesvalles acoja solo unos pocos datos de la leyenda de Bernardo, supeditándolos por lo general a la narración del Pseudo-Turpín que le sirve de base. Ahora bien, si Lucas de Tuy no duda en transformar el relato legendario allí donde lo estima oportuno, bien por necesidades compilatorias, bien por el deseo de ofrecer una narración acorde con los puntos de vista que sostienen su obra, todo indica, en cambio, que no inventó los episodios y motivos que proporciona sobre Bernardo. En efecto, pese a que la narración de la batalla

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de Roncesvalles se basa en fuentes latinas (Pseudo-Turpín e Historia Silense, fundamentalmente), la adición de la participación de Bernardo en ella no puede atribuirse al cronista. Su aparición, con detalles importantes, independientes del Chronicon mundi, en el Poema de Fernán González y en la Estoria de los godos evidencia que se trata de un dato tradicional, que Lucas de Tuy, con algún pormenor más (como el amenazador mensaje de Carlomagno a Alfonso), recogió de la leyenda. Por otro lado, la versión que proporciona del nacimiento de Bernardo, como hijo de la hermana del rey Alfonso, y por tanto sobrino de este, tampoco puede considerarse invención suya, puesto que se trata de un elemento imprescindible para el desarrollo de la trama. En este sentido, mientras que Lucas de Tuy transforma la leyenda de Bernardo, rompiendo su andadura, y subordinándola a sus intereses o a las fuentes cronísticas, no puede decirse que haya inventado episodios o motivos de la misma, de modo que los que presenta su obra pueden remitirse con seguridad a la tradición legendaria. Las transformaciones del relato en manos de Lucas de Tuy dieron lugar en algunos casos a rectificaciones y contestaciones por parte de los cronistas posteriores, bien por Rodrigo Jiménez de Rada, bien por los compiladores de la Estoria de España. Algunas de estas rectificaciones se deben a los propios historiadores y a sus intereses (sobre todo en el caso de Jiménez de Rada), pero otras son el fruto de haber dado prioridad a los datos de los cantares de gesta, en particular en la Estoria de España, que ofrece una información mucho más amplia. En este sentido, la diversidad de los testimonios cronísticos no tendría que ver tanto con las supuestas transformaciones de la tradición épica, sino más bien con la orientación de cada texto y su propia visión del relato. Desde esta perspectiva, como ha señalado Alan Deyermond, lo más lógico es suponer que las variantes ‘se deben al deseo de los cronistas de acomodar los datos de la leyenda a su marco histórico’ (1987: 89), y a la necesidad de crear un relato significativo dentro de la narración más amplia de la historia de España que cada obra ofrece. A mi juicio, puede, por tanto, hablarse, en términos generales, de unidad en la tradición legendaria de la que parten los testimonios cronísticos del siglo xiii, sin necesidad de imaginar supuestas refundiciones épicas para explicar sus variantes, lo

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cual tiene también implicaciones decisivas para el estudio de esta tradición. Por lo demás, el testimonio del Chronicon mundi muestra conocer ya los núcleos fundamentales de la leyenda (el ‘carolingio’ y el ‘leonés’), aunque sea este segundo el que goza de una acogida más amplia en la obra. Esta constatación es importante para el estudio de los orígenes de dicha tradición, ya que la primera obra cronística que trata de Bernardo evidencia que el elemento ‘carolingio’ formaba parte de ella. Así pues, la coexistencia de estos dos núcleos, que reaparecen con mayor amplitud en la Estoria de España, sería uno de los rasgos distintivos de la leyenda, y aparece vinculado a algunas de sus inconsistencias (como la presencia de una doble versión del nacimiento de Bernardo). Tal coexistencia quizá se explique en función de la evolución del relato, aunque esa evolución sería en cualquier caso anterior a Lucas de Tuy, pues todo apunta a que los testimonios del siglo xiii conocieron ya una narración con dichas características. Por otro lado, la mayor parte de la leyenda puede conectarse con episodios o motivos de la tradición épica, muy en particular de la épica francesa, y ello está en sintonía con el hecho de que nos encontremos ante una historia eminentemente fabulosa, construida, a partir de un núcleo legendario pirenaico (Bautista 2011: 60–69), sobre el eco y la reacción a otras canciones de gesta francesas. La leyenda de Bernardo del Carpio es, en este sentido, próxima a la de los Infantes de Lara, con la cual guarda también otras similitudes directas, lo que pone en evidencia la naturaleza esencialmente literaria de ambos relatos. En suma, el estudio de la presencia de Bernardo del Carpio en el Chronicon mundi abre la puerta a una valoración renovada de la leyenda, que tenga en cuenta todos los testimonios que de la misma poseemos, y pueda discernir aquellos rasgos que son el producto de la incorporación del relato al tejido cronístico o que se deben a los intereses de los historiadores, de aquellos otros que remiten a la tradición épica.

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