Barrio Conquitadores \"La pequeña Manhattan de Medellín\"

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Descripción

Barrio Conquistadores:

“La pequeña

Manhattan

de Medellín” Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín

BARRIO CONQUISTADORES Facultad de ELArquitectura Grupo de investigación “Urbanismo antes centro de investigación”



Barrio

Conquistadores

El patrimonio de los barrios en la ciudad como elemento estructurante del desarrollo urbano

Serie “Recuperación de la memoria” Volumen 1 Facultad de Arquitectura Escuela de Urbanismo Medellín 2008

Universidad Nacional de Colombia – sede Medellín. Facultad de Arquitectura Grupo de investigación en Urbanismo Barrio Conquistadores: “La pequeña Manhattan de Medellín” Investigadoras principales: Beatriz Gómez Mg. Gilda Wolf Amaya Co investigadores: Alba Lucía Pérez Osorio Samuel Esteban Padilla Llano Estudiantes auxiliares: Andrés Felipe Sierra Uribe Liliana Arteaga Valencia Textos: Gilda Wolf Beatriz Gómez (basado en proyecto Memoria Cultural de la Alcaldía de Medellín) Edición: Juan Fernando Rojas Diseño: Ginsu

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Los patrimonios barriales como elemento estructurante del desarrollo urbano

PRESENTACIÓN El Grupo de Urbanismo, antes Centro de Investigaciones, ha dedicado su vida investigativa a la mirada integral de la ciudad. Es una mirada en que se mezclan las trazas urbanas, los momentos históricos de configuración de los distintos territorios, las diferentes formas de habitar. También se entrecruzan miradas estéticas y poéticas donde la ciudad deviene en múltiples ciudades habitadas, narradas, relatadas, imaginadas y sentidas por los habitantes acorde a sus vivencias y significados, cuando se refieren a su entorno, llámese barrio, comuna o ciudad. Se presenta hoy la primera publicación de la Serie Recuperación de la Memoria que recoge parte del trabajo que la profesora Arquitecta Urbanista Beatriz Gómez Salazar realizó y dirigió como investigadora principal en 1996, en el contexto del trabajo “Construcción de las diferentes expresiones evolutivas del barrio en Medellín1”. Este texto denominado Barrio Conquistadores: “la Pequeña Manhattan de Medellín”, en un nuevo proceso investigativo con la colaboración de la profesora Gilda Wolf, profundiza y actualiza aquellos presupuestos iniciales del trabajo sobre este barrio del occidente de Medellín. Así se da cuenta de la especificidad que tiene Conquistadores en la vida de la ciudad, en especial, porque vive en su interior el fuerte impacto de las transformaciones de su entorno construido y, sobre todo, de los modos de vida y formas de habitar de sus residentes, producto de la densificación presente y de los procesos de especulación inmobiliaria que han aprovechado las nuevas oportunidades de más altos índices de construcción2 por la disminución de la restricción en altura que imponía el aeropuerto Olaya Herrera en su cono de aproximación. Hoy Conquistadores se identifica por la mixtura de una traza urbana de gran valor paisajístico y urbanístico producto del Plan Urbano que elaboró Nel Rodríguez Imagen 1 Universidad Pontificia Bolivariana y Barrio Conquistadores Fotografía 1996

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para este barrio, el cual ha mostrado que su forma urbana tiene una gran capacidad de adaptación a los cambios provenientes por la presión constructiva sobre las formas tradicionales de ocupación de vivienda unifamiliar y por el nuevo escenario que se enmarca en la especulación inmobiliaria que ha variado la calidad estética y arquitectónica por la búsqueda del aprovechamiento de los atributos existentes, aportando poco al entorno encontrado, especialmente por el desmedro del espacio público. También es un hecho que Conquistadores ha dejado de ser un barrio en el sentido exacto del término por este dinamismo de construcción y ha venido convirtiéndose en un territorio de la ciudad rodeado de construcciones colectivas y comerciales y ejes de circulación urbana que lo conectan a ella. Este trabajo desarrolla en profundidad los procesos vividos en el barrio, desde su existencia como ruralidad y sus primeros habitantes, pasando por la urbanización a partir del plan mencionado y los primeros desarrollos de la Cooperativa de Habitaciones, hasta nuestros días, cuando la especulación del suelo y los altos costos de construcción marcan a Conquistadores, a modo de metáfora por su alta densificación, como “la pequeña Manhattan de Medellín”. Este trabajo detalla de manera didáctica, pensando en los residentes del barrio y los lectores no especializados, la descripción de las transformaciones del barrio en los diferentes periodos históricos de la ciudad, las fases de crecimiento del barrio, algunas de las particularidades de la población que lo habitó y lo habita, algunos componentes de centralidad e identidad, su inserción en el contexto urbano, el impacto del crecimiento y valoración del suelo, los bordes del barrio, la estética que guarda y algunas reflexiones sobre su prospectiva de futuro, según las tendencias que vive su territorio inserto en la ciudad de Medellín. El Grupo de Urbanismo considera que este texto mostrará un camino que contribuye a la comprensión de la ciudad y a la manera de vivirla y apropiarla de parte de sus habitantes. Nora Elena Mesa Sánchez Medellín, 21 de octubre de 2008 GOMEZ SALAZAR, Beatriz Investigadora principal et.al. (1996) “Construcción de las diferentes expresiones evolutivas del barrio en Medellín” Centro de Investigaciones, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Memoria Cultural, Municipio de Medellín. 2 El índice de Construcción fijado por normativa de la municipalidad define el potencial de aprovechamiento que puede tener un territorio en el tiempo de aplicación de la norma. Fija la capacidad de carga inmobiliaria de un territorio y, acompañado por el índice de ocupación, determina las calidades urbanas, estéticas, urbanísticas y arquitectónicas de un entorno. 1

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AGRADECIMIENTOS Levantamiento de Fachadas en 1996. William Prada, arquitecto. Dina Maribel Ramírez, arquitecta. Dibujo Planimetría del barrio escala 1:2000, en 1996. Copelia Vargas, arquitecta. Beatriz Montoya. arquitecta. Levantamiento de usos y altura de las edificaciones en 2007. Andrés Felipe Uribe Sierra, estudiante de arquitectura. Lilliana Arteaga Valencia, estudiante de arquitectura. Fotografía Histórica: Gabriel Carvajal John Jairo Jaramillo Fotografía - 1996: María Eugenia Arango Fotografía 2007: Andrés Felipe Uribe Sierra Lilliana Arteaga Valencia Entrevistas: Beatriz Gómez Salazar Alba Lucía Pérez

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INDICE 15

Introducción

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Capítulo 1: Ubicación histórica de un barrio que fue hacienda Los inicios rurales Condiciones geográficas y topográficas Marcas y memorias del barrio inundado

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Capítulo 2: Diseño urbano, paisajístico y ambiental Proceso de asentamiento Los bordes del barrio

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Capítulo 3: Fases de desarrollo de Conquistadores El aeropuerto, un referente La forma de Conquistadores Marcas del barrio, referentes próximos Unicentro Sitios de encuentro: nodos Los parques: la centralidad reconocida, el núcleo Colseguros: la unidad cerrada Ejes viales determinantes La carrera 65 La Avenida 33 La Avenida Bolivariana La Autopista sur Intercambio vial de Bulerías

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Capítulo 4: Demografía como condición de lugar Familias que habitaron el barrio Relaciones de vecindad y vida cotidiana

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Capítulo 5: La centralidad como parte de identidad del barrio Entre la Parroquia, los Parques y Unicentro La Parroquia: elemento articulador de relaciones.

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Capítulo 6: La inserción en el contexto: relaciones con el entorno La trama: huella digital del territorio

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INDICE Capítulo 7: Crecimiento y valoración del suelo. Conquistadores se revaloriza y crece hacia adentro: 1970 – 1990. Conquistadores, “la pequeña Manhattan”: 1995 – 2008. Crecimiento en altura y expresión arquitectónica. Conquistadores en cifras. Un barrio de ilustres. Políticas públicas sobre Conquistadores Análisis de costos del suelo Costos del suelo en un barrio privilegiado



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Capítulo 8: Los bordes del barrio: usos y vocaciones Vida nocturna del barrio Los usos de hoy

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Capítulo 9: Las estéticas de Conquistadores Toponimia: los nombres y el imaginario

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Capítulo 10: La comunidad, la vida de barrio Proyección e iniciativas comunitarias

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Capítulo 11: El futuro, prospectiva de Conquistadores Un barrio verde en clave de futuro Las vías, valor agregado Iniciativas públicas y privadas

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Fuentes de consulta

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Bibliografía

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Imagen 2 Parte de Otrabanda 1892. Paisaje por Francisco Antonio Cano Colección de arte Suramericana de seguros

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INTRODUCCIÓN La forma única e irremplazable que asume un barrio se debe entender como resultado de una serie de relaciones y decisiones que lo afectan, y que también afecta a sus habitantes. La forma final y siempre cambiante del barrio es expresión de una estructura interna que va más allá de lo que se ve a simple vista. Aristóteles en su Metafísica nos recuerda que la forma es tanto acción como energía, es propósito y elemento activo. Las maneras en que el barrio cambia son un asunto complejo que se conecta con la técnica, la materialidad, la función social y el lugar —afirma el reconocido arquitecto español Josep Muntañola—. Y dichos cambios siempre remiten a marcos culturales, comparten criterios sociales y se refieren a significados. Este libro indaga estos ámbitos en el escenario del barrio Conquistadores, tomado como modelo para el desarrollo de una propuesta que quiere darle al patrimonio construido, tangible e intangible, el carácter de elemento estructurante del desarrollo. Con esta publicación comienza una serie editorial para indagar sobre la forma y la apropiación de algunos de los barrios de Medellín y, al tiempo, analizar las condiciones actuales del lugar, compararlas con estados anteriores y proyectarlas al futuro en un ejercicio de prospectiva fundamentado en el patrimonio. La prospectiva, que no debe confundirse con especulación, es entendida como la posibilidad de construir juntos un futuro posible para la ciudad, basado tanto en las condiciones actuales y las tendencias, como en vocaciones y deseos. Para ello se usa la escala de barrio, olvidada en la planificación moderna, pero fundamental en los procesos de memoria histórica. También se indaga en la escala barrial porque se quiere que esa construcción supuesta sea la base para otro patrimonio fundamentado en la identidad y el sentido de comunidad. En ese contexto, la razón de ser de esta publicación es el intento de encontrar los patrimonios tangibles e intangibles de cada uno de estos lugares de la ciudad. Así se convertirán en objeto de estudio dándolos a conocer y creándoles un espacio en los planes, programas, estrategias y proyectos formulados para el desarrollo local, y que sirven como forma de reafirmar el carácter único e irrepetible de cada sitio. Como principio reconocemos que la ciudad es un objeto complejo que conserva y actualiza las huellas de los múltiples mitos que le dieron su forma, mitos que son reinterpretados y circulan con cada una de las intervenciones urbanas y arquitectónicas que se construyen. El barrio como división territorial cargada de historia y de sentido tiene aún unos mitos legibles como los del origen, siempre noble; los del buen salvaje; los del retorno a la naturaleza; los del comienzo feliz del género humano; los del progreso, en su carácter ambiguo de libertad y opresión; el

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culto a la novedad, muy bien recibido en la cultura paisa; el de la técnica y el temor a la técnica; el mito del futuro, incluido el de los ecologistas y la destrucción final. Todos estos mitos mayores están acompañados de otros de menor escala y mayor precisión, centrados en la localización específica del barrio y formados desde sus historias locales. Cada uno de estos mitos hace parte de la historia local y modela nuestra particular manera de construir y habitar los espacios, al tiempo que son fuente de la memoria colectiva que compartimos porque somos de Medellín. La localización de estos vestigios o ruinas mitológicas y los medios que los hacen efectivos y presentes son una indagación pertinente para comprender el sentido de la ciudad que ocupamos en sus dos denominaciones espaciales básicas: el espacio público y el espacio privado. En la actualidad, si bien no se da de igual manera nuestra relación con estas dos espacialidades en la ciudad y en nuestro barrio, sí se limita la oportunidad de transición que podría ser el barrio entre lo privado y lo público. Así se constituye el barrio como un elemento más de la esfera pública de los individuos, en el sentido de que han dejado de ser espacios de encuentro o de “interconocimiento”, esto significa —al decir de Muntañola—, donde cada persona es conocida a partir de un determinado número de particularidades de su vida privada, por gentes con las que no tiene nada que ver y que no ha escogido, pero sin embargo, que no son extraños: los vecinos. Esta realidad se da, entre otras razones, porque la permanencia de los habitantes en los barrios se ha tornado variable, temporal, y los efectos del urbanismo moderno —definido como los sectores, las grandes edificaciones, la presencia de centros comerciales y la infraestructura vial—, los ha “abierto” y convertido en espacios para la circulación masiva, donde las calles ya no le pertenecen sólo a los barrios. En los fantasmas de nuestra propia modernidad, para algunos solo formal, para otros inconclusa, y para algunos más apenas en construcción, se encuentra el origen de la mitología por medio de la que y con la que se construye y se ha construido la ciudad hoy. En esa indagación posible hay mitos de mitos, algunos tienen más que decir en la elección y valoración de lugares y sectores, otros tienen más relación con las formas construidas, y algunos están relacionados con las formas de apropiación, pero todos se nutren de alguna manera con los acontecimientos que los crean o los acentúan. Así, por ejemplo, en la Medellín de principio del siglo XX, las exposiciones mundiales de Londres, Paris y New York tuvieron un efecto tangible sobre las determinantes elaboradas para su desarrollo futuro y sobre la forma y apropiación de la ciudad, a través de visionarios como Ricardo Olano y los demás miembros de la Sociedad de Mejoras Públicas.

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Más tarde, los barrios Prado y San Joaquín, las bienales de Coltejer, el concierto de Ancón, el trazo de la Avenida Oriental, la construcción del Metro y últimamente las bibliotecas, comienzan a ser piezas claves en la construcción de los imaginarios que configuran el espacio que habitamos, porque los imaginarios son tan definitorios de las formas como los mismos materiales con las que se elaboran. Las imágenes que devienen en imaginarios son claves para entender las lógicas de creación formal. Por ejemplo, si se piensa en el momento en que entró la televisión a Colombia (1954) y el cambio de la palabra por la imagen, se volvieron contornos sensibles lo que antes se construía con sonidos y letras. Podríamos especular un primer momento de creación de imaginarios donde esas formas que nos entregaba la pantalla eran pasadas por el filtro de la historia particular. Así cada uno al frente del televisor construyó una realidad propia y de corto alcance que marcó la diferencia básica entre un lugar y otro, entre un barrio y otro, entre una forma de ser y de sentir y otra. En el papel de los imaginarios como agentes de configuración de mundos, es válido indagar por el puesto que ocupa la utopía. Las utopías preceden la configuración de ciudad, y si el sentido de la imaginación es crear la ficción, la ficción es una forma de conocimiento que no parte de la afectación que tienen los objetos, no es una intuición, sino una relación nueva construida con los vestigios de nuestra historia particular y colectiva: no se para en el objeto o en la forma, sino que lo usa como trampolín de acceso a una realidad que se inventa. De esa manera, la historia es la imagen común de una ficción también común, la cual nos permite entender las lógicas con las que miramos y valoramos un lugar o cualquier otra cosa. La ficción no tiene un lugar, un espacio, pero tiene tiempo: es una creación interior alimentada por la particular manera de relacionar asuntos, acontecimientos y objetos, por tanto, es la base de lo real sensible. El barrio asume la forma de esa ficción y la evidencia. Lo sensible de la ciudad se manifiesta en composición de volúmenes construidos y espacios, así como en normas y en discursos. El ejercicio que se emprenderá con algunos barrios de Medellín es prospectivo, en la medida que toma la prefiguración, la configuración y la refiguración de lo urbano. Para ello se vale de cartografías, historias de vida, entrevistas, documentos de prensa, levantamientos, proyecciones y fotografías. Éstas ayudan a comprender el momento actual de cada lugar investigado y proyectarlo hacia el futuro. Este ejercicio lo entendemos como una forma de sensibilizar a la población sobre su entorno y conseguir que por medio de tal valoración se desaten procesos de autonomía y control sobre los cambios que algunos agentes, en especial la administración municipal y los inmobiliarios, han introducido en detrimento del patrimonio colectivo, el cual es tanto el barrio particular como la ciudad misma que ellos constituyen.

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La ciudad es esa experiencia fragmentada y no voluntaria que bien construida genera satisfacciones estéticas desinteresadas y libres a través de las cosas sensibles que nos la presenta: el juego de volúmenes y sus espacios de relación, la normativa y las formas de apropiación, que están condicionados por los imaginarios urbanos nutridos de mitologías reeditadas presentes en otras manifestaciones. Con esta propuesta, consignada en una serie de libros y videos sobre algunos barrios, proponemos la alternativa de devolverle el poder de la planificación y construcción de la ciudad a la base de los propietarios y usuarios que han depositado en cada uno de los barrios, sus energías, su historia y su futuro, para dotarlos de argumentos que surgen de un proceso educativo en el cual las universidades tienen necesariamente que estar comprometidas. Tenemos la convicción de que las leyes del mercado, presentadas como inamovibles, pueden ser aprovechadas por un grupo más amplio de ciudadanos que se agrupen en comunidades propositivas antes que contestatarias. La relación amigable de la ciudad antigua y la moderna es posible, aún en el marco de una economía neoliberal como la nuestra, pero el requisito para conseguirlo pasa por asumir a la ciudad como el patrimonio común. En ese sentido, la dinámica económica de la ciudad no es excusa para validar los procesos de desplazamiento interno, justificados con argumentos insostenibles como la construcción de vivienda de interés social, la modernización de la ciudad o el desembotellamiento vial. Por tanto, capacitar las comunidades y hacerlas concientes de las cualidades de sus patrimonios locales es una estrategia que permite paliar los efectos de los dos asuntos que más han desvirtuado el patrimonio construido en la ciudad: la especulación urbana y la falta de sensibilidad sobre el espacio. En conclusión, los propósitos más amplios de este trabajo pasan por tomar conciencia de lugar, del barrio habitado; conocer al detalle las armas del capital especulativo, entender sus lógicas; y construir conjuntamente en el lugar otras alternativas posibles.

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CAPITULO 1

Ubicación histórica

de un barrio que fue hacienda EL BARRIO CONQUISTADORES

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Capítulo 1

Ubicación histórica de un barrio que fue hacienda “…al principio uno salía a corretear sapos en los charcos y a jugar en las mangas. Todo era mangas y montes, habían vacas y los sapos, los vendíamos en el colegio (…) era divertido salir, porque había pocas casas, la niñez se divertía…” Habitante del Barrio conquistadores (05 de agosto de 2008) El desarrollo del barrio Conquistadores está ligado al desarrollo de la margen occidental del río Medellín, desarrollo tardío de mitad del siglo XX por convertirse el río en una barrera infranqueable sólo cruzada por tres puentes de no muy buenas especificaciones. La idea de que se llamara Conquistadores proviene de una de las dos vías paralelas al río que se construyeron como parte del saneamiento básico de Medellín para rectificarlo y controlar su caudal con la construcción de un gran colector. Cabe anotar que a diferencia de otras ciudades que ajustaron su modelo de ocupación a la propuesta del algún río que las atravesaba, en Medellín las autoridades resolvieron constreñirlo y darle la espalda en una expresión de dominio técnico de la naturaleza, muy propio de esta cultura antioqueña. Las vías paralelas llevan el nombre de Los Libertadores, en la margen derecha, y Los Conquistadores, en la margen izquierda. Este trabajo hidráulico convirtió un terreno pantanoso y arcilloso, lleno de mangas, charcos y humedales, donde era visible la ruralidad dentro de una estructura de crecimiento de la ciudad, en un sitio para el desarrollo urbano intenso, tal como se dio. Esta transformación recibió para la época el nombre bastante significativo de “Otrabanda”, que hoy corresponde a la zona centro occidental de la ciudad.

Los inicios rurales del barrio Cuentan que el sitio que hoy ocupa el barrio Conquistadores fue una hacienda propiedad de Don Hello Londoño. Allí se ubicaron inicialmente tres viviendas rurales que convirtieron a este sector en la primera frontera agrícola de la ciudad. Tiempo después, estas tierras fueron compradas por la Cooperativa de Habitaciones, como proyecto de la tercera etapa de la urbanización que construían en la zona. La cooperativa realizó un loteo ofrecido al sector privado que se decide por una arquitectura permeada por los modelos de los barrios San Joaquín JARAMILLO, Roberto Luis; SUÁREZ, Diego. La sede de Otrabanda. Medellín. Compañía Suramericana de Seguros. 2004. p 209.  Ibid.

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y Laureles con sólo dos viviendas por manzana, lo que preservaba su carácter rural. Conquistadores se caracterizó históricamente por ser un barrio residencial de casas unifamiliares y mucha zona verde, al que llegan tarde las unidades residenciales, como la diseñada por Elías Zapata y la de Colseguros. A estas construcciones se suman en la actualidad los edificios individuales de mediana y alta densidad que reemplazan las antiguas viviendas y todo este auge constructor fundamentado en los valores urbanos y de localización del barrio. De cuenta de estas transformaciones habitacionales de Conquistadores, las condiciones socioeconómicas del barrio se han modificado, de hecho, en un principio era una zona semirrural, debido a su escasa vinculación con el centro de la ciudad de entonces, más tarde asumiría un estrato medio. En cambio hoy, por los desarrollos del barrio en las últimas décadas, el estrato socioeconómico es alto y llega a cinco, en una escala de uno a seis.

Condiciones geográficas y topográficas El Cerro Nutibara, el río Medellín, la topografía plana y la quebrada La Picacha son los accidentes geográficos más definitivos que, junto con el trazado vial de la ciudad, determinaron la forma, la apropiación y, de alguna manera, el futuro del barrio. Así tenemos que Conquistadores se comporta como un enclave residencial delimitado por fuertes y contundentes bordes, sobre una topografía con ligera pendiente atravesada por la quebrada La Picacha. Con un trazo urbano de vías discontinuas hacia el interior, el barrio tiene visuales cortas donde la posición dominante que podrían tener algunos de sus apartamentos tampoco es posible por las restricciones que le impone su proximidad al aeropuerto Olaya Herrera.

Imagen 3,4,5 Fotografías Gabriel Carvajal Vistas de vías paralelas al rio Medellín: Los Libertadores y Los Conquistadores

Estas condiciones espaciales hacen del barrio un lugar ensimismado, que condicionado por lo físico y por el tipo de vida que propone, no logra una conexión fluida con sus barrios vecinos y con el resto de la ciudad.

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Imagen 6 Rectificación del Río Medellín 1875. Libro La Sede de Otrabanda

Este aislamiento resultante de la suma de los factores geográficos y los viales ha permitido la preservación del carácter residencial. De igual manera, parecería otorgarles a los habitantes de Conquistadores una cierta libertad en la construcción de un universo propio, manifestado en las propuestas que han acogido y que hacen parte de su propia historia, como es el caso del movimiento hippie y de la iglesia de la liberación de los padres del Verbo Divino. Por otro lado están las características del suelo de Conquistadores. Recordemos que el sitio de asentamiento de Conquistadores corresponde a una basta zona verde ubicada en terreno cenagoso de arcillas expansivas y con un nivel freático alto, es decir, que acumula aguas en su subsuelo. El suelo de Conquistadores tiene una alta impermeabilidad, lo cual hizo necesarios una serie de drenajes y de estudios para superar las fallas presentadas —como fisuras en las viviendas— y que en un principio requirieron normas de control y permiso para hacer sótanos. Sobre este particular, Ignacio Soto, ex gerente de la Cooperativa de Habitaciones, recuerda en una entrevista que la Cooperativa imponía el nivel de las casas y lo máximo que permitía era descapotar el terreno. “El problema con las fisuras en los pisos se debía a que la arcilla del suelo de Conquistadores no se dejaba penetrar por el agua, la cual circulaba hasta encontrar salida y en ese punto se producía la fractura del suelo durante su proceso natural de secado. Como para la época no se sabía mucho de suelos, las casas se hacían sin tratamiento hasta que la Cooperativa hizo un estudio que dio la solución para evitar que se rajaran las fundaciones y se le cedía gratuitamente a quien iba a construir”.

Marcas y memorias del barrio inundado Y si la quebrada La Picacha es un accidente geográfico determinante en la manera como se desarrolló el barrio Conquistadores, también es una marca en su memoria.

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Antes de su canalización, la quebrada recorría el barrio con su cauce irregular de occidente a oriente hasta verter sus aguas en el río Medellín. Pero con la canalización y rectificación a mayor altura que el río generaron un problema repetitivo para el barrio y sus habitantes: los desbordamientos. Este hecho ha marcado a sus habitantes hasta llevarlos a decir que “la tragedia ha sido un factor de unión”, pues en las impresiones recogidas se reitera que cada año se repetían las inundaciones y se refieren a la quebrada como “bravísima” y a los aguaceros como “el acabose”. Los residentes recuerdan los semi sótanos inundados y los carros naufragando en lo que ellos llaman “el edificio redondo”, uno de los primeros edificios del barrio diseñado por Elías Zapata. Todos opinan y todos tienen un conocimiento: “al estar la quebrada tan próxima al río, éste llega a un punto en que se llena tanto que se devuelve, un problema que no se ha solucionado por estar muy bajitos” (sic), un problema crónico desde la década del 70 y con momentos críticos desde 1987 en adelante. Los prensa local ha dado cuenta de esta tragedia: “No es si no que caiga un aguacero fuerte para que las vías, garajes, vivienda y negocios de Conquistadores, Naranjal y el Estadio se llenen de agua” (El Colombiano, martes 8 de octubre de 1985, página 12 A); “Si no quieres que te inundes… déjala correr” (El Mundo, jueves 9 de abril de 1987); “Aguacero vendaval nunca antes visto en la ciudad y que causó desbordamiento de las quebradas Ana Díaz, La Hueso, La Picacha y La Iguaná” (El colombiano, martes 20 de septiembre de 1988, página 18 A). Con los desbordamientos, la parte plana de la cuenca es la más afectada, es decir, el sector comprendido entre Bulerías y el río Medellín. La causa se atribuye a la sedimentación en el tramo canalizado, a la sobre elevación del flujo en la carrera 65 y a la insuficiencia hidráulica de los cruces de quebrada a la altura del que era el Mercado Cafetero, como quedó consignado en el informe técnico presentado en su momento por la Oficina de atención de desastres y prevención de emergencias de la Alcaldía de Medellín. En 1988 se presentó una de las peores catástrofes que llevó a recordarla como “la más azarosa”. Los gastos del municipio en ese año fueron de 80 millones de pesos para atender la emergencia de La Picacha en Bulerías. Para 1989, la suma invertida fue de 35 millones de pesos y en 1992 paso de los 25 millones. Estos recursos se emplearon para uso de maquinaria, equipos, personal de limpieza de alcantarillado, bombeo de aguas, reparación de vías, reparación de barandas de puentes, remoción y transporte de escombros y material residual, según cuenta el estudio de prefactibilidad de la quebrada La Picacha, adelantado por el Instituto Metropolitano de Valorización de Medellín.

Imagen 8 Universidad Bolivariana, barrio San Joaquín y terrenos hoy Barrio Conquistadores

Imagen 7 Barrio San Joaquín

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Planos del barrio Conquistadores 1932-1950

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Imagen 9 Planos resultantes de la investigaciòn “Construcción de las diferentes expresiones evolutivas del barrio en Medellín” - 1996. Investigadora: Beatriz Gómez.

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Planos del barrio Conquistadores 1963-1985

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Imagen 10 Planos resultantes de la investigaciòn “Construcción de las diferentes expresiones evolutivas del barrio en Medellín” - 1996. Investigadora: Beatriz Gómez.

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CAPITULO 2

Diseño urbano,

paisajístico

y ambiental EL BARRIO CONQUISTADORES

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Capítulo 2

Desarrollo urbano, diseño urbano, dos dinámicas que confluyen Si nos referimos al diseño urbano, paisajístico y ambiental de Conquistadores, podemos decir que este es un barrio que ha tomado carácter con los años, hasta consolidarse como “uno de los mejores vivideros de la ciudad”.

Imagen 11 Ebenezer Howard, “les cites / jardín de Demain” Donod Paris 1969

Al igual que Laureles, goza de singularidad, ya no porque rompa con el damero tradicional, es decir, con la organización urbana en cuadros o rectángulos de las manzanas, sino por la trama urbana que entrevera en sus espacios construidos una sucesión de parques o zonas verdes que le proporcionan calidad ambiental al hábitat. Por esta razón, desde 1965 ya se auguraba a Conquistadores como “el barrio del futuro”, el cual recogía e interpretaba los lineamientos de “la ciudad jardín” propuesta por Europa.

Imagen 12 Trama urbana Barrio Conquistadores 2007

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Imagen 13 Panorámica Medellín. Sector Bolivariana y parte Conquistadores

Como nueva alternativa de distribución urbanística, el principio organizador de la traza urbana —disposición de las manzanas de casas, vías y espacios públicos—, se compone de tres ejes que parten del ángulo inferior hacia donde vierte su caudal la quebrada La Picacha, después de cruzar el barrio. Así, tenemos la canalización como un primer eje que conforma una franja lineal verde arborizada con una vía colectora paralela, la calle 34, que regula los flujos y comunica con la trama vial principal. Los otros dos ejes son los parques o áreas verdes que fluyen alternados con vivienda. (Ver esquema 1). En ese sentido, Aurelio Arango, nos cuenta que “se plantea la construcción de dos parques lineales, uno paralelo a la Avenida Bolivariana y otro paralelo a La 65. Esos son los parques que estructuran a Conquistadores”. Por su parte, el sistema vial en serpentina funciona lateralmente sin cruzar los parques y abrazando las manzanas ubicadas a lado y lado y a lo largo de estas áreas verdes. Para los habitantes del barrio “la forma de las calles es muy particular”, “no llevan a ninguna parte”, “son calles cerradas que no

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conectan”. Sin embargo, esa característica es su valor ya que induce a la tranquilidad, al reposo, de hecho, cuentan que las calles “sirvieron para aprender a manejar ya que no pasaban carros”, y para ese fin la carrera 64A era muy usada.

Proceso de asentamiento En el proceso de asentamiento de Conquistadores es evidente su desarrollo por etapas a partir de tres grandes proyectos que concurren en la traza urbana del barrio: primero, la Cooperativa de Habitaciones (1952-1953); más tarde la urbanización “Risaralda”, de Inversiones Restrepo Uribe (1965) que realiza un reloteo; y después se construye el Conjunto Residencial Colseguros (19781979) que se incrusta como una isla en la zona y se erige de cara al río con sus edificios multifamiliares, consecuente con los presupuestos modernos que en la margen occidental del río recomiendan ubicar los bloques de vivienda multifamiliar en una altura que mire hacia la autopista. El esquema de la manzana tradicional de paramento (límite señalado por los muros de la construcción), acera y zona verde se rompe para llegar a la introducción del antejardín que separa el paramento de la acera. El manejo de la arborización en las calles también fue pensado usando la flora tropical urbana, árboles de crecimiento medio que garantizaran una sana profundidad de las raíces. Para que no se dañaran las redes de acueducto se sembraron búcaros, casco de buey y casco de vaca. Con los años la gente ha intervenido la arborización y aparecen palmeras y otras especias más dañinas para la zona, sin negar su valor paisajístico. Es indudable que “Conquistadores tiene una arborización muy bonita, un gran bosque con unas casas debajo”. La relación con los árboles era también un punto de unión en el barrio

Los bordes de Conquistadores En la actualidad es un barrio sin posibilidad de expansión horizontal, contenido entre las avenidas Bolivariana y La 33, y la Autopista. Tiene un tope de un ángulo sobre la antigua glorieta de Bulerías que en 1988 dio paso al intercambio vial y con restricciones para su desarrollo en altura por encontrarse en el cono de aproximación del aeropuerto. Estas dos condiciones le otorgan un valor agregado al precio del suelo, o plusvalía, acentuado por los proyectos que la ciudad ha hecho a su alrededor. Es un barrio que no da lugar a dudas respecto a sus límites, siendo vecino de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), el cerro Nutibara y los barrios Fátima y San Joaquín, desarrollados por el Instituto de Crédito Territorial.

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Imagen 14 Barrio Conquistadores ubicado en Medellín. Fotografía 1997

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CAPITULO 3

Fases

de desarrollo

de Conquistadores

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Capítulo 3

Fases de desarrollo de Conquistadores En el proceso de hacer de Medellín la ciudad industrial de Colombia aparece la necesidad de construir soluciones habitacionales. Para ese fin se configuran sociedades cooperativas que dan origen en 1934 a la Cooperativa para Empleados de Antioquia, la cual pasó a llamarse Cooperativa de Habitaciones para Empleados Limitada – Medellín, en 1940. Esta empresa construyó las primeras 20 casas de Laureles, antes llamada “Ciudad del empleado”, como testimonio de su trabajo que se extendió luego hacia el barrio Conquistadores. Imagen 15 Barrio Conquistadores ubicado en Medellín. Fotografía 1997

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La conquista de la margen occidental del río se plasma en el toponímico de la avenida y del barrio Conquistadores. En su significado pareciera emular los héroes de nuestra historia que abrieron trocha en Colombia y colonizaron regiones inhóspitas. Y no es para menos, si pensamos en el lu-

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gar escogido para levantar el barrio, un suelo cenagoso que con el tiempo fue sometido a drenajes hasta adaptarlo a su nueva razón de ser, es decir, apoyo de la infraestructura habitacional que requería la Medellín de mitad del siglo pasado. “Transcurrido el año 53 y sobre un terreno de 276.000 varas cuadradas se inició la construcción de las primeras casas, atendiendo sobre manera los diseños tanto urbanísticos como arquitectónicos, hasta el punto de crear una zona residencial confortable y de buen gusto que ha sido modelo habitacional de Medellín (…). La Cooperativa construyó un total de 353 habitaciones unifamiliares de un costo desde $70.000°°, casas con amplias zonas verdes interiores, antejardín y garaje” (Cooperativa de Habitaciones: 1980). El diseño urbanístico de Nel Rodríguez está inspirado en los principios de la modernidad, razón para entender el valor de la concepción higiénica y racionalista que veía en el verde la posibilidad de oxigenación y aireación propia para un sector residencial, deducción hecha a partir de la lógica de los ejes o parques sobre los cuales se desarrolla la vivienda en el barrio. Hoy es posible apreciar un valor ambiental en donde el aire se incrementa y el ruido se aminora, gracias al diseño de las vías interiores por donde los vehículos circulan a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. La ciudad no fue ajena a las virtudes propuestas por la modernidad que también impulsó la Sociedad de Mejoras Públicas con sus comisiones de trabajo que nos dejan ver la conciencia de la época. Entre otras estaban las comisiones de higiene, de obras públicas, de transporte, de urbanizaciones y del cerro Nutibara. En 1956 se programó y realizó el más ambicioso de los programas integrales de obras de valorización en todo el sector suroccidental, reconocido como la obra 203, la cual hizo posible el crecimiento vertiginoso de la ciudad en su aspecto residencial. “La obra rectificó y canalizó en canales, zonas abiertas y zonas verdes, varias corrientes de agua (quebradas y zanjones), abrió avenidas y calles, amplió las existentes” (Restrepo: 1992). A raíz de esto, los barrios Belén y La América tuvieron mucho auge y el barrio Conquistadores quintuplicó el valor de la tierra, recuerda Ignacio Soto, testigo de la valorización de la zona con la apertura de las avenidas La 33 y La 65, la canalización de las quebradas Altavista y La Picacha y el puente de la calle 33 sobre el río Medellín. La apertura en 1958 de la avenida 33 acoge las directrices del plano regulador “cuyos conceptos de diseño están definidos por vías arterias y vías peatonales con el comercio localizado inicialmente sobre una vía de alto flujo”. Esto explica la forma del loteo en la zona inmediata a la vía, la misma que sirve de pantalla frente al ruido del tráfico, y el uso del comercio que se predispuso a lo largo de La

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Imagen 16 Áreas de influencia de Medellín crecimiento y poblamiento hacia Belén, siguiendo ejes como la calle San Juan y Colombia en el sector Otra Banda

Imagen 17 Avenida 33 sector Conquistadores

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Imagen 18 Calle interior del barrio Conquistadores

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Imagen 19 Corredor del río Medellín. En primer plano el puente de San Juan se aprecia el edficio inteligente de Empresas Públicas de Medellín y al costado derecho el Barrio Conquistadores

33. Paralela a esta avenida aparece una vía interna que aminora el tráfico y lo distribuye hacia el interior de Conquistadores. La construcción de La 33, además de ser un límite claro, adentra más a los habitantes del barrio en la ciudad y aumenta el tráfico en la zona y, por ende, el ruido. El puente de La 65 sobre La 33 fue el primer viaducto que se hizo en Medellín (1978) e hizo conscientes a los residentes de Conquistadores de la existencia de La 65: “el puente cambió absolutamente todo. Mientras no hubo puente nadie se dio cuenta de La 65”. Hasta entonces, la Avenida Bolivariana era la vía que más se sentía en el barrio, ya que todo fluía desde y hacia San Juan y el barrio Naranjal.

El Aeropuerto, un referente El aeropuerto Olaya Herrera, inaugurado en 1921, trasladado parcialmente a Rionegro en 1985 con la apertura del José María Córdova, debatido entre “parque SÍ, aeroparque NO”, ha sido siempre un referente de Conquistadores, que está sujeto al cono de aproximación de los aviones que aterrizan y despegan, y debe atender las normas que limitan las construcciones en altura. El aeropuerto impacta ambientalmente la zona por el ruido que generan los aviones con todos sus efectos: los vidrios flojos en las casas y el ruido, al que terminaron acostumbrándose los habitantes del barrio, y llegaron a darse casos de llegar a insonorizar la vivienda. “A muchos los puso a hablar a los gritos cuando pasaba un avión grande”, hoy es raro que eso suceda, aunque “algunas veces pasan aviones de motores grandes y helicópteros por la noche”.

Imagen 20, 21

Aeropuerto Enrique Olaya Herrera. Comienzos de los años 80. Fotografiás Hervásquez

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La forma de Conquistadores La forma contenida y bien delimitada del barrio Conquistadores, las visuales cortas, la importancia de sus vías y sus vecinos, son características que crean una serie de referentes próximos para sus habitantes, de pequeñas marcas que ubican en forma inmediata en los recorridos: si en otro tiempo fueron los supermercados Ley y La Candelaria, hoy es Unicentro y el Exito. También El Cafetero sigue vivo en la memoria de quienes iban de toda la ciudad a mercar allí, e igual permanece el campus de la UPB como referente para toda la ciudad y eje que desencadenó el desarrollo del sector. En cuanto a la escala barrial, los habitantes entrevistados reconocen y califican así los referentes de Conquistadores: La 65, “la vía que divide”; Colseguros, “la unidad cerrada”, “la isla”, “la fortaleza”; la Avenida 33, “el mal vecino por el ruido, los bares los almacenes de motos y las casas de masajes”. Aún se mantiene en la memoria colectiva la panadería Pan Pan, así como Tupinamba, el sitio de las hamburguesas para los jóvenes. Al tiempo sobrevive “el carrito de los perros en la 33” y el recuerdo de una vía que los adentró más en la ciudad, la avenida Bolivariana, la ruta que los conecta con la calle San Juan, con Belén, Laureles y la autopista, vía que es al mismo tiempo límite y fachada urbana

Marcas del barrio, referentes próximos. UNICENTRO. Los laureles, los manzanos y los guayabales aún viven en el recuerdo de los más antiguos habitantes de los barrios Conquistadores y Laureles. Todos ellos ahora ven un panorama muy distinto al de aquellas épocas de casas señoriales y calles tranquilas, convertidas hoy en una pequeña ciudad al interior de la gran urbe transformada por el paso acelerado de la modernidad y la posmodernidad. Nuevos usos del espacio público se han tomado por entero las calles y avenidas de estos barrios. Una imagen más dinámica y moderna, con edificios y numerosos establecimientos sociales y de comercio que se han ubicado donde antes estaban las amplias casas. Así se ha transformado un sector que era únicamente residencial en una zona comercial y de servicios. Como pilar fundamental de esa imponente transformación llega Unicentro a Medellín, un centro comercial que marca un hito en la construcción moderna y que influye y cambia los estilos de vida de los habitantes del occidente de la ciudad: ya no hay que recorrer las calles buscando satisfacer sus necesidades de compras y de servicios, porque el concepto de centro comercial les brinda todo bajo un mismo techo, desde restaurantes y teatros, pasando por zonas de recreación, bancos y corporaciones, hasta salones de reunión, locales comerciales y diversión. Imagen 22

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Unicentro se ubica en la Avenida Bolivariana, entre las calles 34A y 34B, conformando la manzana con la carrera 66ª. Su construcción en el occidente de la ciudad fue estratégica porque para la época de su apertura (6 de noviembre de 1991) no existían muchos servicios complementarios capaces de satisfacer las necesidades y requerimientos de la población de la zona. La idea de su construcción nace hacia 1984, pero sólo 4 años después se ve materializada con el inicio de las obras. Empresas tan importantes como Multicentros S.A., Concreto S.A., Suramericana de Seguros S.A., Cadenalco y Urcol, se unen como promotores de esta importante obra, y Unimedellin como firma encargada de planear y dirigir toda su construcción. La primera piedra en la construcción de Unicentro Medellin la constituyó el Superley, que abrió sus puertas al público en 1989, dos años antes de la inauguración de la ciudadela comercial, y actuó como ancla para lograr un reconocimiento que capitalizó luego el centro comercial. Durante la construcción de Unicentro, el país y la ciudad en particular se enfrentaban a una dura crisis económica y de orden público, pero a pesar de estas dificultades, la construcción de la ciudadela siguió adelante y se desarrolló justo en el tiempo presupuestado. El centro comercial tiene una incidencia en su contexto urbano para zonas residenciales como Laureles, Conquistadores, La América, La Castellana, El Estadio, Calasanz, La Floresta y Belén, por su fácil acceso por la Avenida 33, San Juan, La 65, La 70 y la Avenida Nutibara.

Sitios de encuentro: nodos Los nodos o sitios de encuentro tienen dos temporalidades: los del pasado y los del presente; y dos especialidades: la pública y la privada. Estos nodos se anclan a la memoria y son referentes para los habitantes del barrio y de la ciudad entrados en años y otros más jóvenes. Unos y otros crean una forma muy específica de leer el territorio, forma que es compartida por todos y que se da como el más evidente signo de identidad territorial. Los teatros fueron uno de los nodos más representativos del pasado. Éstos señalan una forma de diversión barrial con un alto impacto en la creación de los imaginarios. El Rivolí, El Teatro América, El Tropicana y muy especialmente el teatro de Suramericana, los cuatro teatros de Otrabanda, marcaron la juventud de muchos, pues fueron el medio propicio para cambiar costumbres y formas de ver el mundo, no sólo para el sector sino para la ciudad. El otro nodo del pasado anclado a Consquistadores fue el mercado El Cafetero, el cual creó una forma de mercar parecida a la norteamericana, en competencia de precios y productos, y donde se daba carné, signo de privilegio a las señoras de toda la ciudad que lo frecuentaban.

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La llegada de El Cafetero marcó un hito y fue un referente inolvidable para los vecinos, “allí mercaban felices de la vida”. Fue el primer gran superalmacén. “El Cafetero significó la modernidad, bolsas de plástico, carritos, sección por departamentos”, era un centro muy particular que le dio un vuelco a la cultura de mercar en la plaza de mercado de Guayaquil con canasta incluida. En El Cafetero “se iba con carné y era el lugar de encuentro de los padres”, “fue fabuloso”, pagaban acción y mercaban. Era una construcción muy buena y muy moderna hecha por la Cooperativa de Cafeteros. Hoy es un espacio que le pertenece a la cadena de Almacenes Exito. Otros sitios que siguen como referentes del pasado son la esquina Tarapacá, que aun es farmacia con otro nombre y sirve de orientación, el Ley de La 70 y el Superley, en Unicentro, que jugó también con el imaginario de prestigio otorgándole un valor agregado a la compra. La tienda núcleo “Javier”, Manjares y Can Cán, son otros nodos de menor escala reconocidos sólo por los habitantes de Conquistadores.

Los parques: la centralidad reconocida, el núcleo Los parques estructuran a Conquistadores a partir de dos ejes o centralidades que manejan dos ambientes diferentes divididos físicamente por la canalización y por la carrera 65, “por eso se habla de ‘Conquistadores de arriba’ y ‘Conquistadores de abajo’. La diferenciación con los del sector de arriba no era por ser de la Cooperativa, sólo por la separación física”. Esto explica la percepción de propios y extraños cuando se refieren a dos sectores el de “arriba” y el de “abajo”, pero de ambos reconocen su carácter de centralidad, aunque antes “los parques nucleaban, hoy se han vuelto amenazantes”, dice uno de los habitantes entrevistados. El papel de la red de servicio que pasa por debajo (en los parques hay unas cajas grandes, altas, que son de la subestación eléctrica) es un principio básico de racionalización en la distribución y que cruza muy superficialmente por ser el terreno pantanoso. Esto ha servido de argumento para impedir que los parques sean cruzados por vías, que darían al traste con el valor ambiental que poseen. “Cuando la alcaldía de Juan Gómez —cuenta un entrevistado— los promotores inmobiliarios comenzaron a comprar casas en Conquistadores y a decir que el barrio no tenía transversalidad y que por eso la gente no llega fácil a sus casas, vamos a romper los parques para generar esa transversalidad y ahí si Conquistadores es un buen vividero para la ciudad, filosofía del promotor inmobiliario de hoy” (sic). Imagen 23

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Desde sus inicios, las construcciones han estado en medio de los parques, casas en un principio y edificios posteriormente. La idea no fue la de un solo parque para el sector, sino que se dejaron lotes más grandes, alternos, para no romper la comunicación. Así se tornaron los parques en zonas verdes y fluidas, de ello da testimonio la gente: “en los parques había casas, en la de atrás estaba la casona de Luis Fernando Echavarría y cuando éste se fue a vivir a los Estados Unidos se quedó con la casa Samuel Muñoz Duque, la casa era como una isla”; “la construcción de edificios fue mucho tiempo después, se veían feos, como muelas”; “eran terrenos muy grandes con parques hacia afuera como la de la esquina que era del hijo de don Alejandro Ángel”; “eran una fantasía, desde Otrabanda hasta allí no había un lugar que tuviera tanta zona verde, son como cuatro o cinco parques pegados unos con otros”. Los parques tuvieron mucha importancia en la vida cotidiana de Conquistadores. En ellos se daban cita para jugar al fútbol, al béisbol, allí se hacían los amigos… siempre fueron centro de sociabilidad, pero también molestia para algunos vecinos que usaron “piedrotas que se ponían para evitar que jugaran al fútbol”, las mismas que se tornaron parte del juego: “nunca fueron obstáculo, eran la base del béisbol”. A la lucha con las piedras se añade la lucha con el municipio que los alambró varias veces.

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Los niños no fueron ajenos a estos espacios: “los domingos se reunían como 20 muchachitos a hacer el chocolate y las mamás rondaban”. En la década del 70, en plena época de hippies, las fogatas y acampadas fueron comunes, “se fumaba marihuana, se hacían conciertos montados por ellos mismos, se juntaba el que tocaba la batería con el de la guitarra y hacían como se dice hoy, el ‘parche’”; “por las tardes salían a ver quién había en el parque”; “en Conquistadores la cosa era entre el laberinto del parque y la casa”. “Los parques eran abiertos, sólo estaban las guaduas o bambúes, no tenían caminos”. La gente recuerda también “una que otra ´miona´ y casco de vaca”. “Antes era un pantanero intransitable, eran caminos que la gente iba haciendo”, “los andenes se hicieron a partir de Unicentro”. Mucha de la arborización actual se le debe al ingeniero forestal Sergio Londoño G. y a que “en algunos parques no han faltado los vecinos que en actitud cívica le han sembrado jardines y los mantienen arreglados con muchas flores”. En los primeros tiempos no faltaron los ladroncitos, aunque no era muy común. Cuando había algún atraco “se hacía justicia en el mismo parque debido a que existían los ‘parches’ de los muchachos que, al grito de ¡ladrones!, los cogían, les quitaban la mochila y los entregaban a la policía”. Pero también “en los 90 el barrio empezó a ser muy central e inundado de pordioseros y con violencia en los parques”.

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En la actualidad, los parques son centros de sociabilidad por la costumbre de sacar a pasear el bebé en cochecito y, dependiendo de la hora, se encuentran niños jugando, muchachos tirando vicio, caminantes a las seis de la mañana y viejitos unas horas más tarde. También se convirtió en espacio de relación vecinal sacar los perros a pasear. A eso de las seis de la tarde se pueden ver 20 ó 30 mascotas con sus dueños recorriendo los parques. Esto antes no se presentaba, pues no era usual que en las casas se tuvieran perros: “Los Naranjo salían a los parques con su perros pastor alemán, lo que llamaba la atención de la gente por la belleza de esos animales de raza, de los mejores criaderos, y porque no era usual en esa época que en las casas se tuviera mascotas, a excepción de los perritos de las salesianas que trataban de ahuyentar a los niños que llegaban al huerto a robar mangos”. Imagen 25

Colseguros: la unidad cerrada La aparición de la Unidad Residencial Colseguros a finales de los años 70 siempre fue vista por los vecinos como una isla, ajena al sentido de barrio, encerrada, autosuficiente. Uno de los entrevistados decía: “no hemos tenido una vida grande de barrio, todo se circunscribe a Colseguros”. Para sus habitantes no han significado nada las calles ni los parques, debido a que en su interior cuentan con salón social para primeras comuniones, cumpleaños y matrimonios; con zona recreativa que incluye piscina y profesor, espacio que fue lugar de competencias y donde los niños aprendían a nadar desde los tres años; y además una cancha de tenis, recuperada como espacio para la ciudadanía desde la municipalidad —después de cinco años de lucha por parte de los miembros de la copropiedad—, que está ubicada en la calle 38 con la carrera 63 y es frecuentada los vecinos que llevan allí a sus mascotas durante los fines de semana. Además, Colseguros también cuenta con un área médica y odontológica que presta los servicios a lo afiliados y físicamente tiene comunicación interna con la zona de vivienda. Por sus condiciones de cerramiento, esta unidad residencial en la época de la violencia narcoterrorista de Medellín se consideraba muy segura, “era como una fortaleza”. La vida de vecinos dentro de Colseguros se restringe al área enmarcada por las mallas, vecindad de ensimismamiento una que otra vez interrumpida por los jóvenes de las torres vecinas de Unicol y Jardines. Los otros jóvenes, ajenos a la unidad, “la veían como un club”, como “algo muy exclusivo”. Los amigos se hacían internamente, eran todos de la torre “y se hacían hasta 20 y 30 ‘barras’ entre grandes y chiquitos”.

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Actualmente, “la unidad es de viejitos”, ya no se ve la cantidad de niños que había cuando las torres empezaron a funcionar: “la mayoría de la gente ha permanecido, por esta razón es normal ver viejitos que salen a caminar por la mañana acompañados de la empleada o de enfermera”, “es un lugar amable para los abuelos”. En esas condiciones sólo un centro barrial logró captar el sentimiento de los habitantes de Conquistadores: la parroquia del Verbo Divino, de la que todos saben que es la de su barrio, tanto los de Colseguros como los de “arriba” y los de “abajo”. Hoy, la contemporaneidad ha logrado quebrantar este lazo hasta desplazarse al nuevo templo de consumo: Unicentro. Cabe anotar que en el pasado, la vida del barrio también se vio afectada con la ampliación de La 65; la época de la mafia, las bombas, los Prisco; el cierre del colegio María Auxiliadora de las salesianas —que no fue el colegio donde se educaron la mayoría de niñas del sector—,“las monjitas tenían mucha presencia por la relación con los curas”; la aparición en 1991 de Unicentro que “irrumpe como cuerpo extraño” —según Ignacio Soto, ex gerente de la Cooperativa de Habitaciones— y a partir del cual los habitantes sienten que perdieron intimidad, privacidad, tranquilidad: “Unicentro trajo muchos ladroncitos a su alrededor”.

Ejes viales determinantes La carrera 65 A partir de esta vía se comprende el manejo de los territorios en Conquistadores. Su papel pareciera de frontera y límite, el tránsito y la velocidad actual generan fractura: es una vía que parece pasar, más que pertenecer al barrio. Sin embargo, La 65 está dentro del lenguaje expresivo de los habitantes del barrio que siempre la nombran, no son ajenos a ella, la miran entre desarrollo y deterioro. Conquistadores es de La 65 para arriba hacia la iglesia del Verbo Divino, y de la 65 para abajo, hacia el río. Es tan clara la división que ya está formalizada desde el Plan de Ordenamiento Territorial que reconoce como código de área de planeamiento al sector de “arriba” y al sector de “abajo”, fruto del reconocimiento por parte de la comunidad de las territorialidades que se labraron a lo largo del tiempo y de la forma como las han habitado. En el entorno inmediato de La 65 se ubicaron las casas más grandes y bonitas que sufrieron impacto con la ampliación y construcción del primer viaducto de la ciudad en 1978: “se hicieron casas muy bonitas”, un ejemplo era “la casa de los Lalinde”, “a unas casas las mató el puente (sobre La 33) por quedar hundidas y las vendieron por cualquier cosa, a partir de ese momento llegó gente muy regular” (sic), y “los que estaban más arriba comenzaron a vender y a hacer los primeros edificios”. Con el viaducto se desvalorizó el uso residencial a lo largo de su trayecto y dio lugar a la migración de sus habitantes ante el impacto por el aumento del tráfico y por la llegada de los mafiosos que

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generaron una atmósfera pesada: “Momento en que aparecen cosas raras”, se habla de “El Padrino”, balaceras, rockers y fiestas descomunales: el narcotráfico desplazó a mucha gente en una década difícil entre 1985 y 1995. Hoy la Clínica Conquistadores le apostó al cambio de La 65 y poco a poco absorbió varios lotes, impactó la zona y proyectó a la ciudad hasta convertirse en la mayor representante del sector salud en la comuna 11. Así ven los habitantes del barrio este hecho “La 65 desvalorizó las casas y por esto se convirtieron en la Clínica Conquistadores que generó movimientos fuertes en la carrera 64 B”. La gran acogida de la clínica por “poner los servicios a la mano” lleva a decir a los residentes que “ha beneficiado al barrio”, aunque se han congestionado las vías con los carros y taxis que se parquean a lado y lado. Bajo el lema de ser “la estructura de salud más moderna de Latinoamérica”, actualmente la clínica invierte en su remodelación y ampliación, obras que incluyen un parqueadero para 300 vehículos como respuesta a las condiciones que actualmente más la afectan, pues el sector se caracteriza por contar con varios servicios básicos de salud que se multiplicaron con la implementación de la Ley 100 de 1993 o ley de Seguridad Social. Ya es notorio en el barrio el desplazamiento de viviendas para clínicas como la de Conquistadores, la de Occidente, los servicios de EPS de Colseguros, así como otros centros menores hospitalarios, de estética y odontológicos. Los demás usos que se presentan a lo largo de La 65 impactan negativamente y afectan la estética del lugar, hablamos de comercio de partes de vehículo, lavado de autos, llantas, reparaciones, maquinaria para lavandería industrial, entre otros. En suma: La 65 parte, divide, comunica, es la velocidad, es el límite de la intimidad, desde ella no se descubre el barrio, por allí sólo se pasa. La Avenida 33 Constituye un corredor de servicios comerciales e institucionales para la población del barrio y la ciudad. En la última década la vocación de esta avenida se ha visto marcada principalmente en torno a la vida nocturna, locales comerciales, licoreras y centros nocturnos. Sin embargo, también se marca la presencia de clínicas, centros estéticos, odontológicos y otros tipos de actividades del área de la salud y la estética, que se instalan en casas originales del barrio, dejando claro el desplazamiento de lo residencial hacia el interior del barrio. Esta avenida constituye un corredor comercial importante en la ciudad. Se desarrolla desde la margen izquierda del río Medellín y sube hasta la carrera 80. En su extensión se localizan locales comerciales de baja, mediana y alta Imagen 26

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capacidad (tiendas, licoreras, bares, restaurantes y discotecas); al igual que es un corredor de servicios institucionales, oficinas administrativas de redes hospitalarias, entidades bancarias, entre otras. La 33, como se le conoce, constituye un eje vial que toca varios barrios de la ciudad, tales como La Castellana, Las Acacias, Laureles, Conquistadores, El Nogal, Los Almendros, Rosales, Fátima, Miravalle, Nueva Villa de Aburrá, Las Mercedes, además de su relación con el cerro Nutibara, la cercanía al río Medellín y al parque natural La Asomadera. Esta relación inter barrial establecida por el eje que representa la Avenida 33 es un aspecto importante en el desarrollo urbano. En el plano regulador propuesto por los arquitectos Winner y Sert en la mitad del siglo pasado, a La 33 le correspondía dar una imagen moderna de la ciudad. Para ello se recurrió a bordear a Conquistadores por unas super manzanas de más de 100 metros en sentido longitudinal, y medias manzanas de menos de 50 metros en sentido transversal. A las super manzanas se les intercalan algunos parquecitos y cruces viales con la aparente intención de que quienes pasaran en automóvil por la vía pudieran mirar la oferta sobre La 33 y buscar parqueadero por detrás. Esto último no se cumplió aquí porque los carros invadieron con el parqueo la vía y las zonas verdes. Lo anterior obligó a un nuevo diseño que recuperó la acera para los peatones, delimitó el parqueo, generó procesos de concertación. Sin embargo esto afectó el comercio y es objeto de queja permanente de los vecinos por el ruido que producen los locales destinados a licoreras, bares, discotecas, restaurantes, instituciones médicas, bancos, oficinas y comercio. La vitrina en que se convirtió La 33 expulsó por los costos de oportunidad a la vivienda de estas manzanas de borde, y sumado a lo largo de los recorridos, hacen que no sea amable para los peatones y sea inseguro caminar por esta avenida en las horas que están cerrados los locales. La Avenida Bolivariana. Es una vía diseñada con un criterio más ambiental que funcional, porque si bien enlaza la autopista con el sector de la Universidad, su diseño corresponde más a la idea de bulevar que se planteó en su momento para París. Sobresalen sus muy buenas especificaciones, que marca un acceso muy digno para la Universidad y que a pesar de sus dimensiones no logra romper cierta continuidad entre uno y otro de sus lados. Esta vía desemboca en el parque de Belén que, hasta el momento de su construcción, actuaba como un municipio independiente y de vocación agrícola. La Autopista sur Es la misma avenida Conquistadores que le dio el nombre al barrio. Su trazo responde a la idea general

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de la ciudad de tener una vía expedita entre el norte, donde residen los obreros, y el sur, donde se localiza la industria. Esta vía fue, de manera conveniente y previsora, dotada de una zona verde de 60 metros que ahora arborizada hace de barrera visual, olfativa y sonora sobre el tráfico que soporta hacia el barrio. Intercambio vial de Bulerías Fue construido por el sistema de valorización y el proyecto es de Estruco S.A, empresa hoy desaparecida. La obra tuvo un retraso considerable que no fue bien recibida por la comunidad, porque además de desvalorizar las viviendas de este borde del barrio, no hubo mucha confianza sobre la parte estructural que necesitó reforzarse. De igual manera, los constructores tuvieron contratiempos por las redes de acueducto, alcantarillado y teléfono que afectaron las pilas. Algunos plantean que este intercambio fue construido al revés, porque el mayor tráfico se da sobre la Avenida 33 y no sobre La Bolivariana, la cual quedó continua. En los anteriores ejes viales predominan en el día los establecimientos institucionales, las clínicas, los bancos, oficinas y restaurantes. En la noche, estas actividades se apagan y dan paso a establecimientos como bares, tabernas, restaurantes y discotecas. De esta condición se deducen dos momentos y dos dinámicas, que si bien están relacionadas en su localización y entorno, se diferencian totalmente en los usos y sobre todo en la población que la frecuenta. La primera dinámica se da en función de las actividades diurnas y la segunda está dada en el espacio nocturno.

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CAPITULO 4

Demografía

como condición

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Demografía como condición del lugar Familias que habitaron el barrio En el libro La sede de Otrabanda de Roberto Luis Jaramillo y Diego Suárez, elaborado para la compañía Suramericana de Seguros (2004), se dan los apellidos de los primeros pobladores del barrio Conquistadores: los Granda, los Posada, los Upegui, los Moreno Tamayo, los Franco, los Burgos y Yepes, los Trujillo y los Gaviria. A continuación se presenta una lista de los habitantes del barrio construida a partir de los entrevistados. Es importante aclarar que esta lista no da cuenta de todos las familias del barrio y seguro se pasaron por alto numerosos personajes que merecen su presencia en la historia de Conquistadores. Sin embargo, se deja constancia de aquellos que afloraron oralmente en boca de los consultados como parte de su memoria y, como tal, sujetos a fallas y a vacíos: “Infantino De Greiff, Sacco, De Fex, Lalinde Aristizábal, Lalinde Londoño, Eusebio Arango y familia, Horacio Villa y familia, los Reyes, Polo Villa y familia, los Tejada, los Londoño González, Tiberio Escobar, los Sáenz Vásquez, el doctor Cano y familia, los Naranjo Bonilla, los Ochoa —que vivían al lado de Alejandro González—, los Naranjo Correa, Los Ramírez Arango, don Javier Molina y doña Dolly, Juan Manuel Echavarría, los Restrepo Isaza, los Ríos Puerta, los Isaza Mesa, los Mesa, los Gaviria Gutiérrez, la hija de Nel Rodríguez —el arquitecto que hizo el diseño urbano del barrio—, Luis Fernando Echavarría, Marina Ángel —hija de don Alejandro Ángel—, Hernán Gaviria, los Tamayo —de la fábrica de bocadillos—, los Duperly Posada, Los Pérez Arango, la familia Rico, don Leo Frankel —judío—, los Soto, los Mejía Arango, los Calle, los Jaramillo, los Gómez, los Taborda, los Restrepo, los Saldarriaga —dueños de Pintuco—, los Penagos —dueños de Tierra Negra—, los Aramburo Misas, Los Mondragón, Juan Luís Rodríguez, los Barrera, los Hinostroza, los Aristizábal, Joaquín Mora, Diego Sánchez, los Salazar Maya, los Vieira, los Duque Pavajeau, Camilo Guzmán, Inés Escobar, los García Bustamante, Amalia Londoño, los Villegas Estrada, Gabriel Jaime Restrepo, Otto Estrada, los García Vieira —dueños de Mil Novedades—, la familia Giraldo Salazar, María Cristina Vargas, Eugenia Salazar, Guillermo Márquez y Luís Fernando Mejía.”

Relaciones de vecindad y vida cotidiana Conquistadores, como barrio recién creado, contaba entre sus habitantes con matrimonios jóvenes de familia numerosa, que empezaron a poblarlo desde 1952 y 1953. Los primeros habitantes llegaron cuando sólo había tres casas, además de la comunidad de las salesianas, hasta poblarse rápidamente y tener entre 30 y 50 casas. Las primeras urbanizaciones fueron de la Cooperativa de Habitaciones. En los primeros años, los niños fueron los privilegiados, pues habitaron en un lugar con tantas man-

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gas y quebradas que les permitían elevar cohetes y avioncitos: “era tener casa en Medellín pero con mangas, renacuajos, pescados y lagartijas que cazaban en los lotes”. “Conquistadores era absolutamente inexplorado, tenía culebras, pantanos y bichos”, situación que “los llevaba a dormir con mosquitero debido a la cantidad de zancudos”. Para esa época la red de acueducto y alcantarillado no se había acabado de construir, “los amigos de Conquistadores vivían en la frontera de la civilización”. Como estructura de la vieja Medellín, arriba de la 65 subsistían los tejares de don Luis Gaviria, y abajo, hacia la autopista, el establo de vacas de don Abacuc Londoño. Allí se vendía leche transportada en canecas por un caballo que la llevaba a las casas: “cada casa tenía su cantinita marcada con el número de la casa y el nombre de la señora”. Las vacas, entrados los 70, pastaban por la zona y hasta llegaban a comerse los sembrados de los antejardines de las casas. Su cercanía con el aeropuerto rompía con el ambiente sereno y campestre: “a las seis de la mañana los despertaba el avión lechero y en el transcurso del día se interrumpían las conversaciones mientras pasaba el avión”, sin embargo, el sitio mismo fue lugar de paseo para muchos que “iban los domingos a ver despegar aviones”. Conquistadores era “una familia grande” que hacía de las inundaciones y los censos, un hecho social. “En los censos la gente salía a la calle, se sentaba, conversaba, tomaba aguardiente”. En las inundaciones “todos salían a limpiar el barrio que quedaba empantanado. Sacaban mangueras, escobas. Toda la familia se unía en torno al problema”. “Era folclórico, los niños aprovechaban y compraban neumáticos, se montaban y recorrían el barrio a pesar de ser aguas sucias”. Era un barrio unido, una vida de barrio deliciosa. Con la misa de doce era como un pueblo, una verdadera familia parroquial donde todo el mundo se conocía y estrechaba su amistad en medio de las empanadas pro templo. En su mayoría eran creyentes. Entre los imaginarios de la gente es de grato recuerdo don Hernán Gaviria, el de Promúsica, quien llevaba los niños a conocer los pueblitos de Antioquia, “organizaba un bus, sacaba permisos e invitaba a las mamás”, y los llevaba a conciertos. También el barrio gozó de grupo de teatro al que pertenecieron Juan Luís Mejía, Natalia Tejada y Alejandro González, entre otros. Fueron estos eventos junto con los de la parroquia claves para el desarrollo cultural de la gente del barrio que hoy, en su edad adulta, reconoce la semilla que se sembró y la forma cómo ha trascendido en el tiempo. A pesar de los años, hoy la gente de Conquistadores se reconoce y muchos están vinculados con el área de la cultura. La época de la adolescencia para las niñas fue “muy cuidada”, de fiestas en casa y empanadas bailables, coca cola y ron los domingos a las tres de la tarde. Eran los tiempos de las conocidas “recochas”. Para la juventud de los 60 quedaron atrás las fogatas y el fútbol en los parques, las bicicletas, las

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bolas de cristal, las carreras de observación, los carritos de rodillo y los patines con los que conformaban grupos de 40 niños que patinaban juntos hasta el primer parque de Laureles. De los 15 a los 20 años se dio una fusión para actividades como “callejear, ir al parque, al muro de la esquina”. Laureles era su modelo en pinta y comportamiento: “hacíamos trashumancia hacia Laureles donde vivía el que había traído los primeros zapatos trompones, los jeans de bota ancha, los collares, la música y los discos”, “eran jóvenes con un contacto real con Europa”, lo cual era un privilegio, distinto al momento actual del mundo globalizado que permite estar al tanto de la situación en cualquier lugar geográfico en tiempo real. Del festival de Woodstock les llegó el hippismo que los marcó: “aunque no fueron militantes, igual les gustaba la música y se disfrazaban”. Para muchos fueron eventuales las fumadas de marihuana, para otros se insertó en su forma de vida. El rock acompañaba las tertulias, y hasta ensayos de bandas se hicieron en los parques del barrio. Estos eran los de “abajo”, el sector “moderno” y más exclusivo que marcaba la diferencia, no sólo desde lo geográfico y físico espacial, sino en la forma de concebir el mundo, más abiertos al cambio. Entre 1975 y 1980 se desperdigaron “fue la época del colegio” y en los 90 comenzaron a casarse. En el caso de los de “arriba”, su propia percepción era de “juventud sanísima”, “no había marihuana ni viciosos, los viciosos venían de la parte de ‘abajo’ de la parte moderna”, se dice que “allí se empezó a sembrar”. De la música hacen referencia de Los Hispanos, Leo Dan, los Black Star, los Teen Agers. De niños fueron comunes “los sancochitos en el parque, la vuelta a Colombia con tapitas, el lazo, la golosa, policías y ladrones”. Se juntaban los de las cuadras más cercanas para jugar. Fue común entre los vecinos compartir frutas de las fincas y en Navidad la natilla y buñuelos. “Era una convivencia muy sana”. Como vemos, la cotidianidad se marca en dos ambientes diferentes, “los de abajo” y “los de arriba”, y divididos, por un lado, por la quebrada La Picacha, y del otro, por La 65 que al ser ampliada ahondó más ese sentimiento de límite y barrera.

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CAPITULO 5

La centralidad

como parte

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La centralidad como parte de identidad del barrio Entre la Parroquia, los parques y Unicentro En el interior del barrio, la huella, el sello más claro, su punto de identificación, su centralidad está referenciada en los parques. Estos ambientes son los que hacen a Conquistadores distinto de cualquier otro barrio de la ciudad, son su marca de origen, el valor de su especialidad pública. Desde un ámbito más espiritual y social, la parroquia jugó un rol fundamental en el crecimiento de los lazos de vecindad, fue un sitio de convergencia, de comunión, de centro. Hoy permanece, pero no con la fuerza de su primera época, pues el anonimato es la peculiaridad del barrio actual donde cada torre de habitaciones es una unidad, es un encierro, con repercusiones en el entorno inmediato: la iglesia es una de las instituciones afectadas.

La Parroquia: elemento articulador de relaciones La Santa Sede propuso a la congregación religiosa Verbo Divino enviar sacerdotes para Ecuador, México y Colombia. En 1961 llegó a Colombia el padre Francisco Knoblauch SVD para una misión en la ciudad de Medellín. La parroquia “El Verbo Divino” fue fundada el 4 de julio en 1962. Los terrenos donde está el templo y el salón parroquial los entregó la Cooperativa de Habitaciones en calidad de préstamo por dos años, después fueron donados bajo el compromiso de “nunca dejar de ser parroquia”, por lo tanto, “no se puede vender”, como señala doña Merceditas Arango de Mejía. En principio los sacerdotes eran atendidos por los pocos vecinos que vivían en el sector (unas tres mil personas) y se construyó una iglesia provisional en una estructura metálica con tejas de eternit, mientras se construía la definitiva en material. Con la ayuda de todos los feligreses, la parroquia fue terminada el 7 de diciembre de 1972. Desde el comienzo ha sido atendida por los misioneros del Verbo Divino hasta hoy. Su área de influencia está situada en la parte occidental de la ciudad: avenida 33, desde la autopista Sur hasta la Avenida Bolivariana con calle 42C. Semanalmente la parroquia interesada en la propagación del evangelio reparte 2.300 ejemplares de un boletín llamado “Entre Nosotros”. Han sido párrocos, en orden de antigüedad, los siguientes sacerdotes: Francisco Knoblauch SVD., Enrique Grosse Darrelmann SDV., Fernando Villanueva SDV., Armando Escurel SVD., Germán Baumgratz SVD., Emilio Reyes SVD., Maciej Gula SVD., Noel Rebancos SVD., y el actual P. Henryk Piotrowski SVD.

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Los primeros habitantes del barrio pertenecieron a la parroquia de Fátima que se extendía hasta el barrio Naranjal, y si bien iban a misa a esta iglesia o a San Joaquín, no fueron ajenos al ofrecimiento de la comunidad de las salesianas que en el intento por reunir a todos los feligreses, pusieron al servicio su capilla donde “decían” misa los domingos. Fue en este lugar donde se hospedó inicialmente en 1961 el padre Francisco Knoblauch, procedente de Alemania. A partir de ese momento la comunidad del Verbo Divino comenzó su tarea evangelizadora y de avanzada a través de padres alemanes, primero, y argentinos, en los 80, todos imbuidos del pensamiento eclesial moderno. Su acción le dio un vuelco importante al barrio donde llegaron a organizar la comunidad, no de una manera impositiva sino como consejeros. Al mismo tiempo la imagen del sacerdote tradicional cambia con estos jóvenes extranjeros del Verbo Divino, con edades entre 24 y 25 años, que se vestían con chaquetas negras, manejaban motos BMW y utilizaban barba, pelo largo y cola, es decir, “la antítesis del cura”. Esto atrajo a la juventud de la época que se sintió comprometida y muchos viajaron con ellos en expedición a la Amazonía y otros tantos lugares de Colombia para “ayudar a la gente pobre” y hacer labor social y misionera. La función emprendedora del padre Knoblauch SVD, primer párroco del Verbo Divino, reconocida por la mayoría de los entrevistados, da cuenta de las diferentes dinámicas organizativas que se gestaron en ese momento y a través del tiempo con el apoyo de los otros sacerdotes que han formado parte de la parroquia. En ese sentido, se recuerda con gran admiración al padre Eugenio Lakatos que trabajó con el movimiento bíblico del cual formaba parte el ingeniero Horacio Villa, miembro de la parroquia. También permanece en la memoria todo el empeño puesto en la construcción del templo, tarea en que la comunidad se sintió comprometida hasta referirse a “una verdadera familia parroquial”. Las familias se ingeniaron la forma de “levantar la platica para el templo” y como la mayoría de las parroquias de la ciudad “ésta se hizo a punta de empanadas”. Los sábados en la ramada con techo de eternit se trabajaba hasta las dos de la mañana con este fin, además de las fritangas, serenatas y el huevo de la parroquia aportado por cada casa. No faltaron tampoco las fiestas parroquiales con reinas, bailes y bazares donde los hombres se involucraban “de pies, manos y corazón” y administraban la plata, mientras los jóvenes daban vueltas en bicicleta. Con las empanadas se fueron levantando los muros y un altar muy sencillo. A Imagen 29

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medida que se conseguían los fondos, se hicieron los planos, se tumbó la primera estructura hasta obtener la iglesia actual terminada el 7 de diciembre de 1972. El edificio de la iglesia es moderno en su concepción interna donde toma el carácter de un auditorio con manejo de pendiente y silletería de teatro. No en vano, el comienzo de la parroquia coincide con los cambios litúrgicos dictados en los 60 y la apertura de la iglesia: “cuando se pasa de la misa en latín y de espaldas a los feligreses a la misa en español y con el sacerdote de frente”. Era entender el ritual y más cuando aún hoy en esta parroquia “la misa va acompañada de videos y proyección del evangelio en la pared”, con homilías expuestas en términos más cotidianos. Externamente la fachada no hace gala de ninguna ostentación, maneja una escala más humana, en ese sentido comulga con los presupuestos del Concilio Vaticano II que impulsa una iglesia más cercana al hombre, a sus fieles. A diferencia de las iglesias tradicionales, no posee ningún atrio que le dé realce, éste es reemplazado por un hall interior, ni está al frente de algún parque, aspectos de índole formal y geométrica que ayudan a remarcar la centralidad. Su ubicación es en un costado de la calle 34, vía colectora paralela a la quebrada. “La iglesia queda detrás del barrio, en un lote común y corriente, entonces no genera ese sentido de centralidad y pertenencia de barrio desde los físico sino que son los curas los que construyen ese sentido”.

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Como iglesia de la época moderna cumple con la limpieza en los elementos de fachada, y si desde la geometría y del espacio físico no es evidente la centralidad de la parroquia, sí lo es desde la forma como convoca y como convocaba en sus primeros años: “el barrio giraba en torno a ella”, “aglutinaba mucha gente”. Muchos coinciden en que entre varias cosas que son centrales en Conquistadores, una de ellas es la iglesia del Verbo Divino. Las misas congregaban. Se recuerda con cariño que “antes iban a misa de 12 todas las familias”, “era el punto de encuentro” de donde surgían programas para salir juntos. La parroquia ayudó a que todo el mundo se conociera. Fue una verdadera familia parroquial y sigue en el fondo del corazón

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de los pocos que quedaron del viejo barrio, ellos se ufanan y se sienten honrados de pertenecer al Verbo Divino. “Hoy se va a la misa de 12 y no es lo mismo, ya no se saluda a nadie”. “Hoy todo el mundo es anónimo”, “ya los viejos van a misa más temprano o se cumple con el precepto dominical los sábados”, además, la misa de Unicentro ha cortado esa unión. Las misas son otra oferta más de los muchos productos y espectáculos que convoca hacia las grandes superficies comerciales. El templo como construcción, como espacio sagrado sigue anclado. El acto, la liturgia se mueve, ya no sólo es la misa de los domingos en Unicentro, sino también la misa de los primeros jueves de cada mes en la Unidad Residencial Colseguros. Entre 1960 y 1968 vino la fundación del Centro Parroquial en un lote donado por la Cooperativa de Habitaciones que tenía allí su depósito. Como hecho tradicional de la época en la ciudad, no le faltó la sala de cine barrial, se llamaba el teatro Verdi, administrado por la misma parroquia que prestaba tres o cuatro películas. “Allí, en vez de traer ‘La pasión de Cristo’, se presentaban películas de los movimientos de rock, películas del momento, pero no porno, con límite de edad y escenas de besito que había que mocharlas”. El cine fue algo muy importante y contribuyó a la formación cultural de los habitantes de Conquistadores. Fueron comunes los clásicos del cine, se recuerda por ejemplo Lo que el viento se llevó. No faltaba el cine foro al que “los padres de familia asistían para analizar las películas vetadas por la curia”. El edificio del Centro Parroquial, de tres pisos, fuera de teatro, tenía áreas para reuniones sociales, banquetes, matrimonios y reuniones de otro tipo como, por ejemplo, la de scouts. El primer piso lo arrendaron para una salsamentaría reconocida en el barrio como “la salsamentaria de don Antonio”. En el proceso de las entrevistas no faltaron algunas opiniones discrepantes frente a la comunidad del Verbo Divino que regenta la parroquia, específicamente frente a los padres alemanes de quienes se dijo que “no funcionaban como comunidad, como buenos alemanes estaban dentro de su parroquia, no más”, mientras otros decían que más que la iglesia como edificio, “han sido los curas los que han construido el sentido de pertenencia”. Bajo otra mirada, la importancia se da a la familia como eje del barrio: “para mí, el eje del barrio siempre fue la familia y sigue siéndolo porque ni siquiera la parroquia es el eje, ni siquiera Unicentro. El eje eran los amigos, los vecinos, la familia que era lo que unía a todos. Éramos todos de la misma edad”. Posición que aclara los lazos de vecindad tejidos en el tiempo donde no necesariamente los espacios de la parroquia fueron los únicos que llevaron a la unión, sino que contaban con otros espacios de sociabilidad que contribuyeron, entre todos, a forjar alianzas entre grupos y sectores.

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Hoy se ha perdido la conexión con la parroquia, con el crecimiento poblacional de los últimos años —la parroquia habla de 30 mil habitantes—. El anonimato ha tomado fuerza y los lazos que se establecen son más funcionales y menos orgánicos, sin desconocer que perviven habitantes de la vieja guardia que aún se sienten comprometidos y “cuentan en cada manzana con su celador que lucha porque los nuevos párrocos conserven la tradición, pero ya no es lo mismo en los edificios, porque no se puede entrar con la misma confianza”. “Antes, el barrio lo dividían por manzanas para establecer la responsabilidad de las empanadas parroquiales y cada manzana llevaba los materiales que le tocaba. Allí trabajaban hijos y yernos”. Con todo, siempre la parroquia está atenta para recibir a los nuevos vecinos y presentarse para ofrecer sus servicios en el momento de la primera asamblea de los nuevos propietarios que llegan a habitar el barrio. Es una comprensión cabal de su rol como congregante.

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CAPITULO 6

La inserción

en el contexto:

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La inserción en el contexto: relaciones con el entorno La trama: huella digital del territorio El tejido que se agregó a la ciudad no es resultado sólo del proyectista o proyectistas que intervienen. Las condiciones geográficas, las transacciones entre propietarios y compradores, los sistemas viales y de infraestructura, y la marca de la quebrada La Picacha definen la trama del lugar sobre la que se instala posteriormente Conquistadores. La urdimbre, conformada por el loteo y las edificaciones termina de configurar el tejido urbano. En la urdimbre se pueden leer una serie de manzanas que no se corresponden con el damero tradicional, al contrario: hay super manzanas, largas pero estrechas en el borde de La 33; en forma de triángulos, en la esquina de La 33 con La Avenida Nutibara; manzanas con el frente estrecho hacia La Avenida Nutibara y la quebrada La Picacha; calles continuas hacia el sector de la Universidad Pontificia Bolivariana; mientras que las calles, al otro lado de la quebrada, son discontinuas e intercaladas con parques y zonas verdes. Todas estas formas nos hablan de los múltiples imaginarios que le dieron la forma definitiva a la trama urbana que en todas partes actúa como la huella digital del territorio y es la que menos se modifica en el tiempo. Las diferencias de tramas han establecido el carácter del barrio que se percibe como de baja densidad, con vías tranquilas y sosegadas y un número considerable de espacios verdes. Así se preserva la imagen de barrio residencial, a pesar del cambio de usos de sus bordes y de la transformación de sus construcciones habitacionales. En los últimos 20 años las edificaciones pasan de ser casas de un solo piso a convertirse en edificios en altura. La proporción según el último censo del DANE (2005) es de 3.079 apartamentos y 604 casas, en una proporción de cinco a uno. La trama de calles discontinuas es clave en la preservación del carácter del barrio a pesar del aumento de población. Este tipo de trama hace que el vehículo se desplace despacio, lo que a su vez genera más confianza para el peatón, quien tiene la mayor jerarquía en el desplazamiento. Esta condición también es buscada por gente de mayor edad y por familias con niños pequeños o con limitaciones, lo que explica que en Conquistadores haya un 5% de la población con alguna discapacidad. Las condiciones de la trama desarrollada sobre un terreno de tan baja pendiente y de visuales próximas le da el carácter de barrio ensimismado y auto contenido.

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La continuidad La continuidad más larga se presenta en la quebrada La Picacha porque al interior del barrio no existe un recorrido que de manera continua supere las cuatro manzanas. La conexión más fuerte es con la UPB a través de La Avenida Bolivariana, aunque la universidad no ha respondido con una fachada urbana sobre esta vía y sus edificios parecen responder a unos lineamientos internos que poco se relacionan con los del vecindario.

Imagen 31, 32, 33, 34

Edificios y viviendas Barrio Conquistadores Fotografías 2007

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Diferenciación de la población Debido a las pocas relaciones con los barrios vecinos y producto posiblemente de su aislamiento, Conquistadores ha tenido su propia lógica de implantación y apropiación. Las cifras del Censo ayudan a configurar un perfil que permite diferenciarlos así: el 43% de la población tiene educación superior y de posgrados; el 87% de las familias están compuestas por padre, madre e hijos o padre o madre e hijos; el 48% de los vecinos nacieron en este municipio; y el 84% de las mamás vivían en Antioquia al nacer. Todos estos datos nos hablan de una población económicamente pudiente, que otorga gran valor a la educación y a la familia, donde el mayor motivo que aducen para el cambio de residencia son las razones familiares, 1.551 veces, que contrasta con 451 con la dificultad de conseguir trabajo, 97 por amenaza de su vida, 405 por necesidad de educación y los 1.768 por ser parte de una de las tribus nómadas de la ciudad.

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CAPITULO 7

Crecimiento y valoración

del suelo EL BARRIO CONQUISTADORES

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Crecimiento y valoración del suelo Conquistadores se revaloriza y crece hacia adentro: 1970 – 1990 Si desde la década del 70 a Conquistadores se le miraba como el barrio del futuro, es innegable que las obras de valorización contribuyeron a hacer realidad este sueño al conectar al barrio con la ciudad. Conquistadores se sitúa en un lugar privilegiado por ubicación que goza además de buen servicio vial y de numerosas rutas de transporte. Es un espacio central, pero liberado de la carga que una centralidad conlleva debido a la condición ambiental de su diseño que a su vez le proporciona aislamiento. El tamaño de los lotes y el aprecio del sector por la calidad del hábitat condujeron a su renovación en los años 90. Se podría decir que hay una ley de arrastre propiciada por el crecimiento en altura del barrio Laureles, donde de nuevo la Cooperativa de Habitaciones interviene mediante la compra y unificación de lotes con el fin de densificar el área vecinal. En Conquistadores sucede el mismo fenómeno impulsado por la misma Cooperativa. Para esta primera época el auge de la construcción en altura no fue masivo, edificios muy puntuales como El Plaza de Conquistadores, Las Vegas, Ipanema, Alexandra, Ingrumá, Cantarrana, Los Sauces, Los Naranjos, Farallones 1 y 2 se destacaban como hitos en una zona netamente de vivienda unifamiliar. Estos proyectos tuvieron lugar dadas las facilidades que propició el decreto 1335 de propiedad horizontal aprobado en 1959 —reglamentando la Ley 182 de 1948— y que tomó fuerza desde 1962 (Uribe: 1967), así como el auge de la industria de la construcción como sector líder, señalado en el Plan de las Cuatro Estrategias durante el gobierno de Misael Pastrana Borrero en 1972, y que tuvo el apoyo financiero a través de las Corporaciones de Ahorro y Vivienda y los Upac. Según el observatorio del mercado inmobiliario de Medellín, en 1976 en algunos lotes se comenzaron construcciones multifamiliares de unos 4 a 5 pisos, al tiempo que se demolían algunas viviendas. A partir de 1991, se presenta la construcción de multifamiliares de mayor altura, siete pisos en adelante, proceso en el cual se encuentra el barrio actualmente. (Departamento Administrativo de Planeación – PNUD: 1999). Así tenemos que en los límites entre la autopista y La 33, a finales de los 70 cambia el perfil del barrio con la aparición de la Unidad Residencial Colseguros y con ella los edificios Jardines, Unicol N° 1 y N° 2, Colseguros N° 2, N° 3 y N° 4, y por fuera de la unidad cerrada Torres del Río N° 1 y N°

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2. El carácter de este ángulo, contenedor de los edificios de mayor altura en la zona, está dispuesto en el Plano Regulador de 1962, siendo el único que goza de una reglamentación sobre densidades distinta al resto del barrio y que por tanto le permite crecer en altura. El Plano Regulador dispone para este ángulo una densidad por hectárea de 198 habitantes y área mínima de construcción de 350 metros cuadrados, mientras que en el resto del barrio es de sólo 120 habitantes y un área mínima de 500 metros cuadrados. En tanto, el resto del barrio obedece al control que ejerce el cono de aproximación del aeropuerto que restringe el crecimiento en altura y exige el visto bueno previo de la Aeronáutica Civil para los proyectos arquitectónicos que se vayan a realizar en el área. Se puede decir que éste es otro impacto del aeroparque, además del ruido y sus interferencias, razón para que el ingeniero Gabriel García Márquez, más conocido como “el cura García”, habitante de Conquistadores, luchara incansablemente por dos vecinos que siempre consideró incómodos: la iglesia del Verbo Divino que lindaba con su vivienda y el aeropuerto, del cual esperaba su traslado. A esta última causa se unieron varios vecinos que tomaron parte en la opinión acerca de “Parque SÍ, Aeroparque NO”. Algunos de los argumentos de este movimiento cívico salían del reporte sobre el aeropuerto Olaya Herrera publicado el 20 de julio de 1983 en el periódico El Mundo de Medellín, en el cual se leía que el terminal aéreo “presenta problemas de inseguridad, contaminación por ruido. Las naves que sobrevuelan la ciudad producen unas 280 veces al día ruidos por encima del nivel que soporta el oído humano originado por aviones 727, 724, y 707 que pueden alcanzar los 120 decibeles”, cuando el oído humano sólo soporta hasta 90 decibeles. También se puso de de presente la recomendación de los planificadores Wiener y Sert, quienes en 1950 recomendaron el traslado del aeropuerto, cuando Medellín contaba con sólo 300 mil habitantes. A la final se dio el resultado que todos conocemos. Ahora se cuenta con aeroparque inmerso en la vida del barrio y definitorio de un perfil urbano que, paradójicamente, lo favorece ambientalmente y restringe la especulación del suelo en la medida del tope exigido para su crecimiento. Sin duda que se debe tomar con beneficio de inventario al favorecer la escala humana y un paisaje equilibrado entre la naturaleza y lo construido. En sentido figurado podríamos decir que Conquistadores tiene un techo, una bóveda celeste que lo protege y que a diferencia del resto de las barreras de la ciudad poseen otro límite en la tercera dimensión que coincidencialmente es otra vía o ruta, la de los aviones.

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Conquistadores, “la pequeña Manhattan”: 1995 – 2008 Tener casa unifamiliar en Conquistadores se ha tornado en un lujo, en algo relativamente escaso y costoso, en presa fácil de las inmobiliarias que, ante la alta demanda por espacio en una de las zonas más cotizadas de la ciudad, presiona por la compra de las que aún quedan en pie para seguir el proceso de crecimiento en altura mediante unión de lotes. Este hecho se ha reglado en los últimos años con el Plan de Ordenamiento Territorial (POT – Acuerdo 62 de 1999, artículo 152) que dispone los planes parciales, mediante propuestas de desarrollo o “tratamiento urbanístico” que pueden intervenir varios lotes o una manzana entera para tratamiento de consolidación y re desarrollo, o también sin plan parcial donde la intervención se hace predio a predio. En el POT es claro el seguimiento de la política nacional, impulsada por el Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) que hace referencia a “orientar el crecimiento hacia adentro y racionalizar el uso y la ocupación del suelo” en sectores con buena infraestructura y buenos equipamientos, buscando así una ciudad compacta y densa. La reglamentación ciñe los aprovechamientos que se establecen en términos de densidad, altura máxima e índice de ocupación y construcción. Esto explica el auge inusitado de la construcción en este sector a partir de 2003, pero con plena conciencia de que desde la década del noventa, cuando el barrio consolidó su centralidad a raíz del surgimiento de Unicentro —algunos de sus habitantes señalan el año 1995— “se empezaron a tumbar las casas y a construir edificios”. “Hoy se puede observar edificios de 14 y 16 pisos, hecho que antes no se concebía debido a la reglamentación tan determinante por la cercanía con el aeropuerto”. Con la construcción del aeropuerto en Rionegro se habilita el aeroparque y se libera parte del área restringida por el cono de aproximación y comienza el apogeo de la construcción. Para los habitantes “el barrio ha cambiado mucho su perfil”, hoy es otro el panorama: “a raíz de los edificios la gente le dice a Conquistadores “La pequeña Manhattan’”. Sin embargo, “el barrio se sigue pareciendo en su aspecto formal, sigue conservando cierta tranquilidad debido a la estructura de las calles”, pero sí se afecta el paisaje: “la construcción en altura los encerró”, antes dominaban el entorno, se veía el poniente, las cordilleras de Santa Fe de Antioquia y Rionegro, El Picacho, la panorámica del barrio, la torre de Tejicondor. “El cerro Nutibara formaba parte del paisaje, una vista muy bonita, hoy no se ve, la taparon los edificios”. “Hoy se sale a la ventana y sólo se ve el edificio del frente”. La queja generalizada es sobre “la cantidad de obras que están haciendo, de los edificios” y piensan en “un futuro horrible” porque “todo se volvió en altura, sin contar con la infraestructura de acueducto y alcantarillado. En 2008 apenas se empieza el cambio de alcantarillado desde la calle 35 hasta la 39”.

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De este proceso de desarrollo histórico destacamos la anécdota de que el primer edificio de propiedad horizontal de Conquistadores fue lo que la gente llama “el edificio curvo de Elías Zapata”, su diseñador; el nombre del edificio es “Meléndez”. Y de los últimos, ya terminados, el edificio “Ariza” que funciona desde mediados de 2007: tiene 20 pisos, para su construcción se usaron cuatro lotes que compraron los Ospina. Estos lotes “los ocupaban casas muy bonitas”. Hoy, el promedio de altura de los edificios oscila entre los 8 y 17 pisos. Se ofrecen con parqueadero y cuarto útil. Para las áreas sociales disponen de sky club, sauna, turco, jacuzzi, solarium, club house, gimnasio dotado, juegos infantiles y piscina en algunos casos. Todos valores agregados muy distintos a los ofrecidos a mitad de la década del noventa, cuando la oferta centraba sus beneficios en el centro comercial Unicentro. Imagen 35

Por el carácter de la zona, estrato alto, cada edificio ofrece su signo de distinción, bien sea en las áreas de los apartamentos, como en la expresión de la fachada, los materiales, los acabados, el diseño sofisticado de los espacios, sobre todo de las áreas sociales, máxime hoy en día cuando se le da tanta importancia al acceso exterior y al hall de llegada o lobby, según los términos actuales, donde la doble altura se resalta como parte de esa oferta. Conquistadores se encuentra en una transición de unifamiliar a multifamiliar, y de residencial a comercial en su perímetro, carta representativa hacia el exterior y diferente respecto a su imagen interna. Según el Observatorio del mercado inmobiliario de Medellín, (Departamento Administrativo de Planeación Metropolitana -PNUD: 1999), las manzanas que en la actualidad presentan más dinámica en el mercado inmobiliario están ubicadas entre las calles 33 y 38 y las carreras 63 y 64.

Crecimiento en altura y expresión arquitectónica El Conquistadores de hoy da una impresión arquitectónica heterogénea y compleja, presa de las modas. Cada época deja su huella y hoy es otra la escenografía que acompaña el ambiente. Atrás van quedando las casas y lotes vacantes a la espera de su ocupación. Ante todo prima el lenguaje de los edificios.

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Imagen 36

El manejo de los remates, los balcones y el uso del ladrillo en fachada se evidencian en la mayoría de los proyectos de edificios en altura. También se unifica el conjunto con el manejo del ladrillo en fachada y la riqueza arquitectónica representada en la disposición y forma de los balcones: llenos y transparentes, con antepechos en aluminio, curvilíneos y con quiebres, fluidos y serpenteantes. El color blanco hace el contraste con el material de fondo que es el ladrillo. Volúmenes curvos y transparentes dejan ver los tacos de escaleras. Remates de edificio circulares o en ángulo muestran el aporte de su autor. En general, se juega con el volumen en entrantes y salientes. Fuera de su papel funcional y decorativo, los balcones son la característica más destacable. Demuestran el valor ambiental y paisajístico de la zona y el afán de los diseñadores por impregnar de luz y naturaleza el hábitat circundante. Por esta razón se diseñan los edificios de tal forma que se abran directamente a los parques, los cuales dan un valor agregado a los edificios. Sin embargo, las edificaciones no respondieron de similar manera hacia los parques, porque sus contenedores son las fachadas cerradas de los parqueaderos: los parques son de apropiación visual, pero no convocan a los residentes. Volúmenes y planos de geometrías puras resurgen en la arquitectura de hoy donde es posible hablar de un destello del Deco combinado con un racionalismo donde prima el blanco en propuestas volumétricas que todavía no generan una tipología diferenciable.

Conquistadores en cifras Según el censo de 2005, sobre el área de 59,2 hectáreas que comprende el triángulo del barrio Conquistadores, el barrio tenía una población de 12.505 personas, es decir, un promedio de 211,2 habitantes por hectárea, índice un tanto menor al promedio de la ciudad que es de 250 habitantes por hectárea. En el mismo censo se contabilizaron 3.723 viviendas, para un promedio de 3,35 habitantes por vivienda, que se ajusta al promedio de habitantes por vivienda para Medellín, fijado en 3,4. Los rangos de edad dejan entrever que la gran población se sitúa entre los 15 y 28 años con 3.155 jóvenes, y entre los 43 y 56 con 2.893 adultos. En el caso de los adultos están en un rango de edad que

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lleva a suponer que residen en Conquistadores desde su comienzo, en 1953. También podría pensarse que es un barrio que busca la población en la etapa cumbre del desempeño laboral, y que sus hijos son la mayoría de los jóvenes del barrio. De esto se puede concluir que Conquistadores se va estableciendo como un barrio donde se desea vivir, y que no es para familias en formación, sino ya muy consolidadas. Aunque esta conclusión parece desvirtuarse con lo que ha pasado de 2005 hasta hoy en el mercado inmobiliario, tiempo en el que la oferta de apartaestudios se ha disparado. Esto significa que son jóvenes de alto poder adquisitivo quienes encuentran en Conquistadores el lugar idóneo para vivir; y que además le dan más valor a la localización y calidad del espacio público y los servicios, que al tamaño de la vivienda, irrelevante para su particular universo en el que los acercamientos los permite la tecnología. Hay una constante que se percibe en los datos del barrio, y que aparentemente tiene conexión con cierta manera de vivir que valora la tradición, las costumbres y la familia. De esa manera se configura un territorio nostálgico, vinculado con el placer de la memoria. Esta percepción se infiere de algunos de los datos que arroja el censo, de las conversaciones con los habitantes y de las estéticas que se leen en los locales y edificaciones de la zona.

Habitantes por edades Rango de edad (años)

No. de habitantes

0-7 484 8 - 14 663 15 - 21 1.783 22 - 28 1.372 29 - 35 989 36 - 42 1.320 43 - 49 1.546 50 - 56 1.347 57 - 63 1.078 64 - 70 900 71 - 77 565 78 - 84 243 85 y más 128 De esta población el 43% son hombres (5.373) y el 57% son mujeres (7.132).

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En el censo, a la pregunta de donde vivía hace 5 años, el 94% respondió que en Antioquia, el 84% de las mamás vivían en Antioquia al nacer y el 48% nació en este mismo municipio. Estos datos nos hablan de una baja movilidad urbana y social. Hay otra cifra curiosa: cuando se indaga al 4% de la población perteneciente a la etnia de negro(a)s, mulatos o afrocolombianas, así como cuando se pregunta si se tiene empleados domésticos, el 4% dice que sí.

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La condición socioeconómica de estrato medio y alto se comprueba indirectamente con el número de automóviles: el 25% de las familias (1.054) no tiene carro, mientras que el 39% (1.613) tiene uno; el 10% y 3% tienen dos y tres automotores, respectivamente. No informa el 23% (946). Así tenemos que el 52% de las familias de Conquistadores tienen carro, un promedio muy alto para una ciudad con el 60% de su población clasificada como pobre. Al margen del censo, hay un dato por destacar: se dice que 67 familias tienen bote, para una ciudad del interior este dato es significativo porque confirma que algunas familias tiene otra casa en la costa o en algún lago, y que en sus vacaciones buscan la playa, lo que se corresponde con una cierta forma de entender el descanso en Antioquia.

Un barrio de ilustres Los habitantes de Conquistadores gozaban de cierta similitud en cuanto a capacidad económica, vínculos afectivos, prácticas religiosas, sociales y culturales. Algunos sectores fueron habitados por gente de mayores recursos, hecho que se hacía evidente en el tamaño y acabados de las casas, por las posibilidades de hacer uso de los servicios profesionales de los arquitectos del momento, por la forma de obtener sus ingresos desde negocios propios (librería, laboratorio, litografía, almacén de zapatos, pasamanería, fábrica de bocadillos etc.), también por los personajes de reconocida importancia en nuestra ciudad debido a los cargos que llegaron a ocupar. En cambio, otros sectores del barrio residían profesionales jóvenes asalariados que no contaban con un gran capital, ni un gran patrimonio y que hicieron uso del ahorro programado a través de la cooperativa para obtener sus viviendas, o mediante préstamos en el Banco Central Hipotecario. Por tanto tenían menos holgura, menos ostentación en sus viviendas, pero no por ello con menos aspiraciones respecto al desarrollo cultural y educativo de su familia. De allí que fuera generalizada la formación de la juventud en colegios privados reconocidos como San Ignacio, que quedaba cerca, San José, Jorge Robledo y Bolivariana. En el caso de las niñas estaba El Sagrado Corazón, La Enseñanza, Jesús María y Las Bethlemitas. El barrio gozaba de ingenieros, economistas, abogados, médicos, cirujanos plásticos, gerentes, obispos. Vivieron allí los dueños de Gacela, Sonolux, Oduperly, Ángel y Ángel, Pintuco, Gaudenzzi, Lealón, Mil Novedades, Mil Variedades y Tierra Negra, entre otros. En las entrevistas con los habitantes se destacaron a Eusebio Arango, que fue gerente de la cementera Argos y presidente de Colcafé; Alberto Vásquez Restrepo que fue gobernador; Tiberio Escobar, directivo de Ingeominas; Samuel Muñoz Duque, de la Nacional de Chocolates; Adolfo De Greiff,

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gerente de Coltejer; Luis Eduardo Londoño, gerente de Cine Colombia; el obispo de Barranquilla, monseñor Villa; Juan Peláez Sierra, rector de la Universidad de Medellín; Hernán Gaviria, de Promúsica; Pastor Arango, quien manejó el Instituto de Crédito Territorial; Gabriel García Moreno, más conocido como el “Cura García”, ingeniero de la Facultad de Minas y controvertido en el barrio por su intolerancia; Luis Alfonso Ramírez G., médico y pintor. También se resalta entre los primeros habitantes de Conquistadores a doña Merceditas Arango de Mejía, esposa del doctor Juan Mejía Ferrer, quien fue miembro de la junta de la Cooperativa de Habitaciones, y al ingeniero Horacio Villa y sus señora Maruja Lopera, quienes fueron los primeros en edificar en la parte de ‘abajo’. De la época del narcotráfico también se recuerdan unos vecinos temibles: Los Prisco, y cómo en su casa ocurrió una matanza. Señalan además las primeras bombas incendiarias que le pusieron a Iván Restrepo Gómez por sus escritos contra el narcotráfico en el diario El Colombiano, que vivió en la urbanización Risaralda. Entre los personajes destacados de la época actual, que pasaron su juventud en el barrio, se encuentran: Juan Luis Londoño, ministro de Protección Social en el primer gobierno de Álvaro Uribe y que murió en un accidente aeronáutico; Juan Luís Mejía, rector actual de la universidad EAFIT; Lucía González, directora del Museo de Antioquia; Natalia Tejada, ex directora del Museo de Arte Moderno de Medellín; Darío Aramburo, gerente de Inquietudes Inmobiliarias y quien ha tomado parte en la construcción de centros comerciales como Unicentro y El Tesoro; y Luis Alfonso Ramírez A., artista plástico. Pero con todo, el hoy es anonimato. Las relaciones vecinales de otra época se han perdido y sólo se mantienen entre aquellos que siguen anclados a su barrio a pesar de los años. Entre ese anonimato hoy saben que allí vive la senadora Piedad Córdoba y su familia, así como también vivió, por los lados de Colseguros, uno de los miembros de Ekimosis, primer grupo del famoso cantante Juan Esteban Aristizábal, “Juanes”. A Javier Jaramillo, el dueño de la “tienda de Javier”, hermano de Roberto Luis Jaramillo, historiador, hoy se le reconoce como quien más conoce de la historia de Conquistadores y que “ha encanecido con el barrio”. Hay un personaje que marcó una época: Boris Infantino. A él se le recuerda como el primero que llegó al barrio de bota ancha y ropa de colores. La gente dice que “era notorio por su rebeldía, era fuera de lo común, muy creativo. A una caneca le ponía cuerdas y eso sonaba. Ágil, tanto que pudo haber sido gimnasta o atleta”, “era de ascendencia italiana, una persona físicamente bien dotada”, “todas en Conquistadores morían por él”, “es un personaje clásico”. “Los Infantino junto con los Cano y Enrique González fueron los más alborotados”. También están en la memoria pero

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con su apodo: ‘Cuzca’, ‘Pernicia’, ‘Poloncho’ y ‘Tombo’. También se recuerda a Antonio Villa, el mayor de don Horacio Villa, “era muy creativo, pintó los primeros afiches psicodélicos, construyó las primeras bicicletas shocker con tenedor largotote y espaldar” (sic). Entre los personajes que hicieron parte de esa historia también figura ‘Perque’ el vendedor de mangos, don Elías que alquilaba burritas y don Abacuc Londoño, el del establo. De más bajo perfil, pero también reconocidos están: “La loca de los trapos que se ponía ropa sobre ropa y vivía debajo de los puentes” y Terry que se paraba, hasta hace poco, por la canalización cerca a la 65, “le habla a la gente en inglés y de acuerdo con el ánimo se dejaba arrastrado o se vestía bien”.

Políticas públicas sobre Conquistadores En primera instancia, la política pública más clara sobre Conquistadores es la vinculación de la zona de Otrabanda al desarrollo de Medellín por medio de los puentes construidos sobre el río. A esta apuesta se sumó otra política relacionada con el saneamiento de los terrenos pantanosos que conformaban Otrabanda y la domesticación de la quebrada La Picacha, aunque su cauce deja de vez en cuando ver sus ímpetus, y ha convertido las inundaciones en parte de la historia contada y vivida por los habitantes de Conquistadores; recordemos la prohibición que alguna vez rigió de estacionar en sótanos. Esta política se complementó con otra de parques y arborización que conforman la imagen de Conquistadores. Las políticas urbanas que la ciudad ha trazado ponen en este barrio como en muchos otros, el acento sobre lo vial. Desde un primer momento el trazado de vías ha sido el componente de mayor jerarquía y es claro este aspecto en el plano director de Winner y Sert, elaborado en 1955. También influyeron en el barrio las restricciones a la altura de los edificios por el cono de aproximación al aeropuerto, que si bien se respetaron en un principio, ahora no se cumple por una aparente mayor confianza en la tecnología aeronáutica o por la presión sobre el suelo de un sector que termina con una localización envidiable, a causa de las obras que se han construido en su entorno: centro administrativo La Alpujarra, edificio inteligente de las Empresas Públicas de Medellín, el teatro Metropolitano, el Palacio de Exposiciones, las adecuaciones del Cerro Nutibara, entre otras intervenciones que corresponden a la política general de que la ciudad le dé la cara al río Medellín y hacer un centro lineal a lo largo de él. Sin embargo, hoy no hay una política pública propiamente dicha en este sector sometido a la presión especulativa y sin una comunidad organizada que defienda sus propios intereses en la preservación

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de la calidad ambiental y la baja densidad de la que gozan cada vez menos.

Costos del suelo en un barrio privilegiado El análisis de los cambios en los costos del suelo lo hacemos con base en 33 proyectos construidos por 16 firmas, aunque suele suceder que para evitar compromisos futuros, algunas firmas se unen a través de una razón social que desaparece cuando el edificio se termina, y los mismos socios conforman otra firma para el siguiente edificio y así sucesivamente. En los proyectos elegidos se ofertan apartamentos con una alcoba en seis proyectos, de dos alcobas en 16 y de tres alcobas en 22. Este es un indicador de un barrio residencial para familias, pero su composición puede comenzar a variar. Se toman estos 33 proyectos por la única razón que figuran en las tres revistas de distribución gratuita de oferta inmobiliaria (La Guía, Informe Inmobiliario y Propiedad) que recogen los proyectos vinculados con Camacol. La pesquisa se hace desde 1996 hasta el 2008, pero no hay proyectos entre 1998 y el 2002, porque la fuente no estaba completa. La primera conclusión es el cambio sustancial de precios que tiene un proyecto cuando se inicia y cuando se termina. En segundo lugar, se advierte que mientras más tiempo dura la oferta de un proyecto, menos exitoso parece porque la variación de precios no es tan grande como en otros proyectos de la misma zona. La tercera conclusión está relacionada con el cambio en las áreas que se ofrecían en 1995 y las presentadas en 2008. La vivienda acomoda tres alcobas, dos baños y balcón, elementos constantes, en áreas que en 1995 variaban entre 106 y 175 metros cuadrados, mientras que la misma disposición se ofrece en 2008 en unas áreas de 77 a 116 metros cuadrados.

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En 1995 ya Conquistadores había superado el límite significativo de un millón de pesos por metro cuadrado. Por ejemplo, los apartaestudios de una alcoba costaban $1´425.000 el metro cuadrado, aunque a precios de julio de 1995 la misma área en apartamentos grandes de 115 metros cuadrados costaban $845.217.

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En 1996 los precios no se incrementaron sustancialmente y los apartamentos grandes de 111 metros cuadrados tenían un valor de $ 956.955 por metro cuadrado, para diciembre del mismo año el precio era de $1´025.641. Al año siguiente las dimensiones de los apartamentos comenzaron a reducirse y las viviendas más amplias que se ofrecían tenían 95 metros cuadrados A comienzos de 2004, el área mínima ofrecida era de 43 metros cuadrados a un costo de $995.000. Para marzo del mismo año el metro se cotizaba a $1´166.670. Para 2005 los precios se mantuvieron e incluso un proyecto disminuyó el valor del metro cuadrado de $1´100.000 a $1´094.167, y hasta $882.353. Al hacer seguimiento a un proyecto particular se aprecia el crecimiento gradual del precio del metro cuadrado: en junio costaba $ 1´649.630, en julio subió a $1´656.159, en septiembre aumentó a $1´658.330 y para diciembre ya estaba a $ 1´812.157. Empezando 2006, se conseguían proyectos de $1´204.349, el metro cuadrado, área que luego aumentaban su valor a $1´365.217. Proyectos de 78 metros cuadrados, para finales del mismo año, se ofrecían por $2´217.948 (metro cuadrado), en enero de 2007 ya se cotizaban a $ 2´237.179, diez meses después a $ 2´460.128 y en abril de 2008 a $ 3´315.308. En otros proyectos, para octubre de 2007 el precio del metro cuadrado estaba en $2´044.737, para marzo de 2008 en $ 2´256.410 y para junio de este mismo año en $2´364.102. Así tenemos que los precios se han duplicado en la misma proporción en que se disminuyen las áreas: a casi la mitad de área ofrecida por los proyectos en 1995, equivale el doble del valor por metro cuadrado en 2008. Con estos resultados evidenciamos que Conquistadores, en relación con la ciudad, ofrece un valor agregado por su ambiente y su localización. A eso debemos agregar la imposibilidad de crecimiento en altura que restringe el aprovechamiento dado en otros sectores. Por tanto, se provoca una reacción expresada en una enorme plusvalía que ni los dueños de las casas que se derrumban para hacer los edificios, y ni la ciudad aprovechan: tal utilidad se queda en los bolsillos de los constructores y los impuestos derivados de este desarrollo tampoco se aplican a un mejoramiento barrial que propicie el disfrute de los patrimonios locales.

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Los bordes del barrio:

usos y vocaciones EL BARRIO CONQUISTADORES

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Los bordes del barrio: usos y vocaciones Vida nocturna del barrio El barrio parece apagarse en la noche. Sus habitantes se encierran o se desplazan hacia otros lugares. No hay vida de barrio, no hay relación entre vecinos más allá de la que puede haber entre la señora que saca a pasear a su perro y se saluda con el señor que hace lo mismo con su mascota. Ese acto se convierte en un sencillo y cordial saludo protocolario, no trasciende a la vecindad. Tríos o cuartetos, en su mayoría abuelos, caminan desde la iglesia hasta sus casas, pasan por los parques, pero no los habitan, sólo son espacios de tránsito. Las familias se insertan en sus viviendas, se da paso a otra población, la pasajera, la que sólo habita un instante, sin reflexión de la comunidad, la que se establece bajo la música y el festejo de un momento en la taberna, o bajo el gusto gastronómico en un restaurante. Con el fin de la faena diaria se termina la conciencia del espacio urbano que ocupan los establecimientos, y la importante vida de barrio. Uno de los principales conflictos planteados con estos sitios y demás actividades dadas en el barrio, sobre todo en los bordes, es que cambian la visión netamente residencial de Conquistadores para darle un carácter más comercial. Conquistadores aparece en la memoria colectiva de algunos residentes pioneros del barrio como un espacio urbano independiente, netamente residencial y “protegido” de todo aquello que pudiera trastornar la tranquilidad. Esa idea es reforzada por la extensiva arborización del barrio y su actual sistema de parques (que aparecen desde la organización y loteo de Conquistadores), teniendo en cuenta que el aspecto paisajístico y la relación con la naturaleza viene desde sus inicios. No se quiere decir que la presencia de espacios de servicio como locales comerciales e instituciones de educación, de salud entre otras atenten contra el desarrollo, estabilidad y permanencia del barrio y de sus habitantes. El punto importante es la responsabilidad de estas ofertas en la pérdida del tejido de comunidad y las relaciones, así como en el reemplazo de espacios que antes eran para vivienda, y que de alguna forma mantienen la vida familiar y comunal del barrio. Ahora la oferta comercial e institucional presente en el barrio establece dinámicas sociales itinerantes y pasajeras. Estos establecimientos, casi en su totalidad, son administrados por personas que no son ni residen en el barrio. Esto señala que no son dolientes de Conquistadores, desatando una ausencia de diálogo entre los usos residenciales, comerciales e institucionales.

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Por otra parte, están los conflictos que crean algunos de estos espacios no residenciales. Por ejemplo en la Avenida 33, se tiene que para el año 2000 se registraban 69 locales nocturnos. Tal cantidad de establecimientos, en su gran mayoría bares, por su condición amplifican música en volúmenes elevados, que perturban la tranquilidad de la población y las residencias contiguas. En la actualidad, hay cuatro locales con 10 años de funcionamiento en la calle 34, que han logrado conciliar con los vecinos y regulan sus actividades. Los usos que se han instalando recientemente en Conquistadores son otra pista para prefigurar el carácter del barrio. Sobresalen restaurantes y cafeterías con el 11% del total de establecimientos, salud y servicios sociales (6%), salones de belleza y peluquerías (5%), consultorios odontológicos (5%) y otros servicios como cafés, expendios de licor, bancos, oficinas de abogados y entidades de salud registran cada uno entre el 3% y 4%. Cabe destacar como datos interesantes que el 31% de los establecimientos comerciales “compra y vende productos no fabricados”, y que el 13% de la población del barrio trabaja y reside en el mismo lugar: es un barrio vital, lejos de los barrios dormitorio que se presentan en Medellín. Dentro de las políticas de intervención y gestión de la junta de acción comunal (JAC) del barrio se mantiene vigente el dialogo en la regulación de los efectos generados por bares y otros establecimientos como lavaderos y parqueaderos, clínicas, peluquerías, centros de estética e instituciones de educación. Estas actividades atraen durante el día y parte de la noche gran cantidad de personas, con el consiguiente parqueo de vehículos en buena parte del espacio urbano, de los espacios públicos que avivan la relación en comunidad. Si bien la presencia de estos establecimientos no constituyen un deterioro del barrio, su desorganización y mal uso sí son un problema y repercute en aspectos propios de la vida comunitaria y la estructura “pacífica” del barrio.

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4 Figura 1, 2, 3, 4: Usos dados al interior del barrio Conquistadores.

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Menor concentración de actividades

Mayor concentración de actividades

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Las estéticas

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Las estéticas de Conquistadores En Conquistadores la normatividad urbanística no ha sido consecuente con los valores patrimoniales del barrio y por tanto no se han hecho exigencias en torno a la vinculación del espacio público a los proyectos que se construyen. Más bien, los promotores inmobiliarios ofrecen como valor agregado dos niveles de parqueo que por las condiciones del terreno no pueden ser en sótano. Esta condición aísla más el interior del edificio de la calle, y se asocia a ofertas como porterías a triple altura y balcones. Entre los ofrecimientos y “ganchos de venta” de los edificios se resalta servicios de televisión satelital e Internet alámbrico e inalámbrico. Esto refuerza la condición ensimismada de las nuevas edificaciones que se traslada al interior de los apartamentos, cuyos residentes se vinculan más con el mundo informático y televisivo que con las pequeñas comunidades. Este comportamiento está ligado a la imagen con la que se describen los habitantes de Conquistadores “la pequeña Manhattan”. Solarium, turco, jacuzzi, vestier y localización cerca de Unicentro, la UPB, los hipermercados Macro y Carrefour, por ejemplo, son aditamentos que hablan de una población distinta a la fundadora del barrio. Ahora la vivienda no se concibe para la familia sino para la recreación individual, en una prolongación de otros sitios de relación como los clubes sociales. En cuanto a los acabados de las más recientes edificaciones se resalta que son naturales, en cedro y mármol, huella del prestigio asociado a unos materiales que lucen contemporáneos, escasos y caros. De hecho, el prestigio es el imaginario con más presencia en los enganches publicitarios de los proyectos inmobiliarios: “Sitio exclusivo y tranquilo”, “el mejor punto”... También se presenta alternativas de diseño, “único en su género”, “imponente fachada”, “diseño innovador”, “alta rentabilidad” y “el mejor comienzo”, son las frases empleadas para ganar el beneficio de los compradores. Por la localización y reconocimiento del barrio, los proyectos no recurren a la publicidad para la venta de la mayor parte de su oferta, “los apartamentos se venden solos”, anclados a un aura por el valor agregado que da el patrimonio construido y ambiental.

Toponimia: los nombres y el imaginario Los nombres con que se bautizan a los edificios marcan los cambios del imaginario de prestigio, no sólo para el barrio Conquistadores, sino para el resto de la ciudad.

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La primera urbanización que hizo el Estado cerca de Conquistadores fue San Joaquín. Su concepción era muy pertinente con la manera de hacer barrios en Medellín alrededor de la iglesia que servía de referencia e identificación, y también para crear una comunidad por medio de su construcción. La forma de la iglesia resultaba siendo la imagen con que se sentía identificada una comunidad. En este sector las iglesias de Fátima y San Joaquín, si bien responden a una estética de la modernidad, su concepción del mundo difieren: San Joaquín impone la monumentalidad y Fátima hace presencia con la rampa que permite el acceso solemne hacia la iglesia, y por esta razón tuvo su acogida en una época para matrimonios, gracias a que permitía el lucimiento de los vestidos de novia. Llamarse Conquistadores es también un homenaje al imaginario de progreso y prestigio. Se traslada el nombre de la vía más significativa, en tiempos de desarrollo urbano ligado al plan vial, en una figura de lenguaje que se llama sinécdoque, donde el nombre de una parte pasa a ser el nombre del todo. El edificio de Elías Zapata sobresale aun hoy por la forma con la que se resolvió y que crea una contención sobre la autopista. Luego fueron apareciendo otros edificios como El Plaza de Conquistadores, Las Vegas, Ipanema, Alexandra, Ingrumá, Cantarrana, Los Sauces, Los Naranjos, Farallones 1 y 2, nombres que son una mezcla de cosas, ciudades, árboles, nombres y geografía sin una clara relación con el barrio ni sus alrededores, tal como sucede hoy. Sin embargo, se resalta que no se use la quebrada La Picacha, ni la referencia a Otrabanda, a los cerros o al agua como referencia toponímica. A finales de la década del 70 aparece la Unidad Residencial Colseguros, y con ella los edificios Jardines, Unicol N° 1 y N° 2, Colseguros N° 2. N° 3 y N° 4, y por fuera de la Unidad, Torres del Río N° 1 y N° 2. Con estos edificios las empresas comienzan a hacer presencia en la morfología urbana. Los edificios Colseguros y Unicol marcan una forma distinta de vivir, más hacia adentro, con servicios complementarios a la vivienda, pero sólo para el grupo exclusivo de propietarios y no para los del barrio y la ciudad.

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Es importante notar que el edificio de Colseguros prima como marca, como sello, al igual que

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el edificio de Suramericana, en el sector de Otrabanda, por los lados de Carlos E. Restrepo. Este último edificio, en contraste con el edificio Coltejer, marcó su presencia con un edificio bajo, de líneas puras, excelentes acabados y un manejo de exteriores en que sobresale el espacio público disfrutado por muchos. Con el edificio de Suramericana llegó una oferta cultural importante en su teatro y galería, complementado con Bazarte, una feria donde los artistas y artesanos tenían la posibilidad de mostrar y comerciar su obra. Al decir de los habitantes del barrio, en 1995 cambia definitivamente el perfil del barrio y se convierte en un sitio altamente deseado para vivir. Desde entonces los nombres de los edificios comenzaron a usar la localización como parte de la estrategia publicitaria, gracias a la valorización por obras públicas, y también se respaldaban en la tradición de los edificios, de alguna manera, “empresariales”. Así tenemos que en los últimos 13 años han aparecido diversos nombres de edificios: en 1995, Bahía del Cerro, Conquistadores Real, Esquina del Parque, Portal de Conquistadores, Escazzú; en 1996, Edificio Manhattan, Alsacia, San Sebastián, Juanes y Orvieto; en 1997, el edificio Conquistador continúa la tradición de hacer referencia al lugar y que permanece para muchos de los edificios construidos posteriormente; en 2004, Bosques del Cerro, Torres de San Joaquín y Márquez de Cáceres; en 2005, Ochorríos, Palmaserino y Pie del Cerro; en 2006, Conquistadores, El Parque y Ariza; en 2007, Dijón, Calanthe e Innova; y para 2008 Zafiro y Plaza Conquistadores. Así vemos que algunos recursos retóricos comunes en los nombres de los edificios no se utilizan en Conquistadores, pero sí en otros sitios de la ciudad, por ejemplo, los referidos a balcones, miradores, terrazas, ni tampoco a jardines, prados, arboledas ni a aguas, manantiales o riachuelos.

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La comunidad: la vida de barrio Hay puntos de ruptura, de quiebre, que inciden en la vida de un barrio. En ese ayer colectivo era común la “bajada al centro”, bien fuera a comerciar o a trabajar, no había otra la opción. Con el tiempo y a propósito de la infraestructura vial y el poblamiento de Medellín, la centralidad comienza a desplazarse lentamente: aparece el eje de la carrera 70 que satisface algunas de las necesidades, por ejemplo, el Ley. Esta misma cadena de mercados se instala luego en Conquistadores, en un lote que fue de las salesianas “era como una cacharrería grandota con estantes, muy diferente al local del tendero”. El tráfico, los taxis, el nuevo tipo de comercio, la modernidad, dejaron atrás los personajes de la calle: las lavanderías suplantaron a las lavanderas que bajaban de Santa Elena, que cargaban la ropa en costales y que la distribuían de casa en casa; esta era una relación orgánica, familiar, de tradición. Los tenderos vieron disminuida su clientela. Ya no se oye el dejo del vendedor de gasolina blanca y varsol, del afilador de cuchillos, del carro de paletas con campanitas, de la vendedora de parva en canasta. También se extinguió ese vozarrón de “sanitarios y lavamanos se arreglan, para soldar”, y no volvió a pasar el carro de leche con caballito y tertulia de las muchachas alrededor. Tampoco se volvió la venta ambulante de gelatina de pata ni “Pereque”, el vendedor de mango biche. Esos anuncios de otra época hoy se volvieron ruido molesto, el estrés agota, la conclusión es contundente: “los vendedores ambulantes de legumbres y aguacate en carretilla con megáfono dañaron la tranquilidad del barrio”. Imagen 43

Con la llegada de Unicentro a comienzos de los noventa, se afectó la zona, cambió su entorno inmediato, ahora ocupado por comederos y locales. Más que un centro de barrio, Unicentro es un centro comercial de la ciudad: “se pasó de una situación muy familiar a un asunto muy comercial”, “concentración de necesidades primarias”, “se tiene todo a la mano”. Como estructura tiene que ver con todo el perfil del barrio: Unicentro es hoy el caminadero, el paseadero. A 56 años de fundando, Conquistadores es un barrio que se ha venido renovando: “hasta hace unos 7 u 8 años no se veían niños en el parque, era un barrio de viejos”. Hoy se ven parejas jóvenes y niños en triciclos, sin embargo el silencio prima: “no hay gritos, no hay nada, y cuando alguien grita la gente se enoja”. ¿Y en los parques?, pues se pasean los perros y los ancianos salen a tomar el sol en las mañanas. De aquel Conquistadores de casas unifamiliares donde todos conocían a sus dueños, se pasó a la vida impersonal de los edificios en propiedad horizontal donde las relaciones son

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más funcionales, donde se cumplen trámites y procesos, donde se reglamenta y se controla. “La condición de barrios que viven al ritmo de la metrópoli, con infraestructura moderna, que se traduce en vías e intercambios, conjuntos residenciales complejos, edificios, grandes construcciones y lugares comerciales de todo tipo, imponen circunstancias de cambio y conformación de las familias que los habitan y que poco a poco se han amoldado a esta dinámica cambiante y agitada. “Las condiciones físicas, sociales y económicas que se contextualizan dentro de Medellín como ciudad moderna y abierta –en todo sentido- a las variaciones que impone el mundo contemporáneo, hacen que se diluya la imagen de vida familiar tradicional en estos barrios de estratos medios y altos.

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“Se trata de un transcurrir acelerado, al paso del exigente ritmo que implica mantenerse bien en ellos, cumpliendo con las demandas constantes propias del entorno. Hace parte de esta dinámica, por ejemplo, la participación laboral de la pareja organizada (ambos padres trabajan) para asegurar un alto nivel educativo de sus hijos, lo que exige programas extraescolares educativos o lúdicos y la presencia del servicio doméstico, como aspecto fundamental de ayuda para el desempeño laboral de la mujer o madre profesional”. (Echeverri: 2000). Hoy la gente de Conquistadores ha vendido sus casas para vivir en los edificios del mismo barrio. Se perdió la familiaridad, “hoy sólo se conocen los vecinos de al lado, de ahí para arriba no conocemos a ninguno”, “se ha perdido de conocer al vecino y mantener relaciones con ellos”, “vivir en un edificio es como vivir en un archivador, sólo te identifica el número de tu apartamento”. La calle permanece como el simple espacio funcional, atrás quedó la sociabilidad que implicaba el hecho de callejear. La tecnología ha cambiado las costumbres, ya son otros los juegos: el espacio público pasó a un segundo plano.

Proyección e iniciativas comunitarias La comuna 11 está conformada por los barrios Carlos E. Restrepo, Suramericana, Naranjal, San Joaquín, Los Conquistadores, Laureles, Las Acacias, La Castellana, Lorena, El Velódromo, Estadio, Los Colores y Florida Nueva.

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En 2008, todos estos barrios en su conjunto disponen de 2.248 millones de pesos adjudicados a 48 proyectos comunitarios, de los cuales tan sólo seis se están ejecutando. De esa manera, el Simpad trabaja en la conformación en toda la comuna de comités de emergencia ante posibles desastres; Los Colores le apostó a la dotación de varios clubes de la tercera edad. Las instituciones educativas Cuarta Brigada, Marco Fidel Suárez, Iguaná, Carlos Obando, Mater Dei y Lucrecio Jaramillo, recibieron un total de 88 millones de pesos en material didáctico. Por último, la comunidad socializó el 23 de mayo de 2008, en la sede de la Junta de Acción Comunal de San Joaquín, el Plan de Desarrollo Integral y Participativo de la Comuna, el cual intenta fijar políticas de desarrollo a largo plazo, que tengan eco en la comuna 11 durante los próximos cinco años.

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Capítulo 11

El futuro, prospectiva de Conquistadores

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Tanto el crecimiento de Medellín, con su cambio de “ciudad industrial” a “ciudad del servicio”, como la construcción los proyectos públicos y privados que se han construido en la ciudad, especialmente el edificio de Bancolombia, generaron su impacto en los alrededores, en la medida que presionan por vivienda, para ejecutivos jóvenes, hecho del cual no es ajeno el barrio Conquistadores que en el futuro cercano impactará los precios del suelo continuarán en alza. Los estilos de vida que se corresponden con esta población esperada en el barrio, no se corresponden con el viejo sentido comunitario alrededor de la familia, tan fuertemente arraigado en Antioquia. Más bien las actividades complementarias a la vivienda parecen prescindir del soporte urbano público y los procesos tímidos de socialización se dan en espacios privados, muy cultivados en relación con ese sentido hedonista del culto al cuerpo, lo cual se expresa en la proliferación de SPA, restaurantes, gimnasios, almacenes de moda y tecnología, bares y clínicas estéticas. De la calle han salido la compra, el juego, el rito, la relación, la comunicación, la exhibición y el reconocimiento, acciones simples de la vida cotidiana que se correspondían al ámbito del barrio y a una condición que por todos los medios negamos, la de “pueblerinos”. En cambio, hoy hacemos negocios y transacciones económicas y sociales donde se modifica no sólo el ser por el tener, sino el tener por el parecer. Volver a recuperar el carácter residencial del lugar, prohibir y controlar usos que contradicen la atmósfera familiar, cuidar las densidades, exigir la relación perdida entre el espacio público y el espacio privado, abrir las fachadas sobre los parques para que tengan vida, propiciar la toma de los parques con una programación cultural y recreativa que sirva de excusa para el encuentro entre vecinos, utilizar el afecto por las mascotas como punto de encuentro, todos estos elementos pueden llegar a ser el punto de partida de proyectos que establezcan otra relación entre el barrio, la ciudad y los habitantes.

Un barrio verde en clave de futuro Conquistadores alberga en su interior una estructura paisajística en potencia, constituida básicamente por 15 parques delimitados por las edificaciones, la presencia de la quebrada La Picacha en toda

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la extensión del barrio, el sistema de senderos que amarran cada uno de los parques y los puentes peatonales que cruzan la quebrada en varios puntos de su recorrido. La arborización es constante y visible en todo el barrio. En total se cuentan 329 árboles de variadas especies, distribuidos en su gran mayoría en los parques y sobre los márgenes de la quebrada La Picacha.

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Esta estructura ha permitido que la baja densidad de habitantes por hectárea se conserve y que en el Plan de Ordenamiento Territorial, aprobado para Medellín en 1999, el sector se declare de consolidación nivel 1(ver ficha anexa) donde se dispone “cualificar, mantener y ordenar la infraestructura existente” y se preserva el carácter residencial del barrio. Un dato revelador es que en el barrio no existe ningún edificio que tenga declaratoria de bien de Interés municipal ni nacional, pero se podría abogar porque el edificio de Elias Zapata tuviera ese privilegio. Los valores patrimoniales que se tienen son un tanto intangibles y se generan por la atmósfera del lugar, su relativa tranquilidad, sus proporciones, las visuales cortas que se refieren a zonas verdes, las calles sin continuidad que se prestan para ser espacios interiores más que públicos y la baja altura, restricción que se le agradece a la cercanía con el aeropuerto. Los temores asociados a los aspectos medioambientales se derivan del agua. Ya vimos cómo desde siempre La Picacha ha impuesto su ley, lo que en parte se debe a riesgos como la deforestación de su nacimiento en el corregimiento de Altavista, los procesos de construcción intensa en su parte alta, la contaminación general del afluente y lo más preocupante: que la quebrada cae al río Medellín a una mayor altura, lo que puede socavar las fundaciones de las edificaciones y se constituye en la mayor amenaza medioambiental. Sin embargo, estos riesgos no han influido en los costos del suelo. En un artículo del periódico local de El Colombiano —reseñando el programa Momento Inmobiliario de Cosmovisión Televisión—, se comparan los precios por metro cuadrado en la ciudad al 23 de mayo de 2008, según datos entregados por la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín. Así tenemos que el metro cuadrado en la Loma de Los Bernal (suroccidente) asciende a $1´937.631, en La Pilarica (noroccidente) a $1´441.268, Belén - Las Mercedes (centro occidente) a $ 1´397.450, pero en Conquistadores el precio es de $ 2´265.950, uno de los más altos de la Ciudad.

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Las vías, valor agregado Las vías de Conquistadores le dieron un sello particular e incidieron en el ambiente que disfruta el barrio, ellas son el cerco que lo separa de los demás y dentro de él actúan como una especie de patios interiores que bordean los parques. Las vías fueron las que acercaron el barrio a la ciudad y fue a través de ellas que se da la primera y más alta valorización, a través el proceso de adecuación de tierras, desecamiento de humedales, control de aguas y quizás lo más importante, otorgar al barrio la imagen de progreso y prestigio de la que goza. La carrera 65 fue en un principio factor de depreciación, porque rompía el carácter residencial, incluso un edificio que se estaba construyendo paró durante muchos años la construcción y se vio económicamente afectado, pero eso hoy es inconcebible por los precios que alcanza la edificación allí. Una ventaja adicional es que los proyectos viales de la ciudad ya no afectan al barrio y no hay planes parciales en el sector que requieran una modificación en la disposición de las vías. Además Conquistadores goza de tener a disposición rutas de transporte que le pasan por el lado y el privilegio de no tener rutas al interior que afecten su condición residencial.

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Iniciativas públicas y privadas En este momento está pendiente de ejecutarse el proyecto de recanalalizacion de la quebrada La picacha desde Aguas Frías hasta el río Medellín, dispuesto en un programa del Plan de Ordenamiento Territorial. En tanto, como iniciativa privada, comunitaria, están los frentes de seguridad local, una expresión del fortalecimiento del trabajo mancomunado entre autoridades y comunidad para mejorar las condiciones de convivencia. Por un lado, la Secretaría de Gobierno organizó a 42 vigilantes nocturnos del barrio, en un grupo que se llama Uvicon (Unión de Vigilantes de Conquistadores), que hace parte del programa Vigías de Mi Barrio. También se han conformado diez frentes de seguridad, ha instalado alarmas comunitarias en sitios estratégicos y se logró la iluminación de los parques con 46 lámparas en los sitios más oscuros. Así mismo se ha hecho mantenimiento a las placas deportivas y juegos infantiles, se ha realizado la poda de algunos árboles peligrosos o en mal estado y se ha destinado una inversión para el embellecimiento de los parques, con recursos priorizados por la comunidad como parte del programa de Planeación y Presupuesto Participativo. “La intención de la comunidad es recuperar estos parques con amoblamiento, para que estos lugares sean verdaderos sitios de encuentro y esparcimiento para las familias porque como están ahora solo son unos senderos”, dijo Dora Alicia Garcés al periódico Centrópolis.

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FUENTES DE INFORMACIÓN CONSULTADAS Fuentes documentales: • JARAMILLO, Roberto Luis y SUÁREZ, Diego. La sede de Otrabanda. Medellín. Compañía Suramericana de Seguros. 2004. 209 p. • DANE. Departamento administrativo nacional de estadística. Sistema de consulta del Censo de 2005. Disponible en http://www.dane.gov.co • Archivo histórico de la administración de la Ciudadela comercial Unicentro–Medellín. Información disponible en: www.unicentro.com • Hemeroteca de las publicaciones: El Colombiano, El Mundo, Centrópolis, La Guía, Informe Inmobiliario y Propiedad, Gente de Laureles. • ALCALDÍA DE MEDELLÍN. Plan de Ordenamiento Territorial de Medellín (Acuerdo 62 de 1999). Departamento Administrativo de Planeación Municipal. 1999

Fuentes testimoniales • Merceditas Arango de Mejía. Habitante del Sector • Ignacio Soto Ex gerente de la Cooperativa de Habitaciones • Juan Luís Mejía Arango Antiguo habitante de Conquistadores • Alejandro Mejía Antiguo habitante del barrio Fátima y vecino de Conquistadores • Horacio Villa Habitante del Sector • Margarita Villa L. Habitante del Sector • Nora Salazar Pineda. Habitante del Sector • Aurelio Arango. Habitante del Sector • Eugenia Pérez. Antigua Habitante del Sector • Martha Ramírez. Antigua Habitante del Sector • Federico Londoño. Antiguo Habitante del Sector • Nora Elena Mesa. Habitante del Sector

BIBLIOGRAFÍA • BOTERO, Fabio. La Planeación del Desarrollo Urbano de Medellín 1995 – 1994. En: Historia De Medellín, (1996). Medellín: Compañía Suramericana de Seguros • CÁMARA DEL COMERCIO DE CALI. La Casa en la Arquitectura Moderna 1930 – 1990. Bogotá - Cali – Medellín. Cali: Plenty. 1990. • COOPERATIVA DE HABITACIONES. Cooperativa de Habitaciones Ltda. 40 años 1940 – 1980, Medellín: A.M. Publicaciones. 1980. •

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SALDARRIAGA ESCOBAR, Lina. Sociabilidades Urbanas Emergentes en la Ciudad de Medellín. Tesis de Maestría Medellín: Posgrado en Planeación Urbano Regional, Universidad Nacional. 2003.

Barrio Conquistadores:

“La pequeña

Manhattan

de Medellín”

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