Barnatán contra Borges

May 24, 2017 | Autor: Garcia Hamburg | Categoría: Jorge Luis Borges, Biografías
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Descripción

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Carlos García (Hamburg) [[email protected]]

Barnatán contra Borges Reseña de: Marcos Ricardo Barnatán: Borges. Biografía total. Madrid: Temas de Hoy (Biografías), 1995, 519 pp. [Versiones previas aparecieron en Lateral 18, Barcelona, junio de 1996 (“Buzón”), Páginas Interdisciplinarias de Estudios Literarios (PIEL), N° 0 [sic], Holanda, 1997; en mi libro El joven Borges, poeta (1919-1930). Buenos Aires: Corregidor, 2000, 189-195, y en “Libros sobre Borges. Tres reseñas”: Letras Uruguay, Montevideo, 6-VII-2006.]

Dos caminos básicos se ofrecen, a mi entender, al género biográfico: el que consiste en recabar datos fehacientes sobre la realidad objetiva de la persona biografiada, persiguiendo las huellas que dejó en la historia o en otros, y el que consiste en reconstruir casi imaginariamente su personalidad, sirviéndose para ello de su obra, y de mejor o peor aprendidas nociones de psicología. Prefiero el primero, pero hay casos en que el segundo, o una atinada mezcla de ambos, han dado buenos frutos. El caso “Borges”, por su parte, plantea dudas radicales acerca de la pertinencia del género. Según su propia visión de lo literario, el conocimiento de lo meramente biográfico nada agrega a la producción de un autor. La realidad, díscola maestra de la teoría, ha desautorizado esos compartibles pruritos. Nos agrade o no, se escriben, se publican y se leen biografías de Borges, y no se ve llegar el día en que desaparezcan. Aceptada, pues, como ineludible realidad, queda el resignado estudio de la literatura biográfica sobre Borges. Tres males la aquejan, a mi entender. El más difundido es el intento de imitar su prosa, tarea no siempre grata para quien lee, y que seduce a quien la practica, por lo general, a ese estilo que Borges atribuyera (no del todo injustamente) a parte de su obra juvenil: “lo grandioso de tercera categoría”. Otro es la pobreza de los medios materiales e intelectuales invertidos en la investigación. La mayoría de los autores copia con mayor o menor celo, con mejor o peor vista, lo que otros ya han escrito, no sin esconder el fruto de su laboriosa pereza bajo palabreros reordenamientos. El tercer mal, quizás derivado del anterior, es la profusa utilización de citas de Borges (en general, sin mención de la fuente). Personas cuyo juicio respeto gozan de este método, o lo tienen en gran estima. Por mi parte, nada opondría a él, si las citas fuesen contemporáneas de los hechos a los cuales aluden, o si, cuando menos, se sopesara debidamente su respectiva validez. Inocentes de ese cuidado, la mayoría de los biógrafos opta por repetir recuerdos de Borges separados por varios decenios de los hechos que narran, y confunde eso con biografía. “Embelesados y erróneos”, no advierten que falsean así la historia, ya sea porque Borges tendió a la mistificación, ya porque su memoria era prodigiosa, pero no infalible. (c) Carlos García (Hamburg)

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Los biógrafos de Borges, por su parte, se dividen en dos bandos principales: quienes lo conocieron personalmente, y quienes se interesaron por él sólo a través de su literatura, o de las equívocas promesas de su fama. El primer grupo, a su vez, está conformado mayormente por “viudas” y “huérfanos”. Me permito llamar así a las mujeres que compartieron, en alguna imprecisable medida, etapas de la vida de Borges, y a algunos de los jóvenes admiradores que lo trataran con más devoción que frecuencia. Este grupo, por su parte, se escinde en “pródigos” y “réprobos”, siendo éstos los “desheredados”, ya sea por Borges mismo o por alguna de sus “viudas”. Según mi somera tipología, Barnatán pertenece a la última de las sectas mencionadas: la de los “huérfanos réprobos”. Él mismo alude varias veces al acto traumático (cf., por ejemplo, 414; últimamente parece haber ascendido en el cambiante escalafón: a comienzos de 1999 se le permitió organizar un acto sobre Borges en Mallorca). No me regodeo por malicia en ese detalle intrascendente, sino porque muestra desde qué perspectiva escribe Barnatán su ambiciosa Biografía total, de la que me ocupo aquí paradigmáticamente, y no porque posea algún valor intrínseco. Casi todas las características negativas mencionadas hasta ahora descuellan, en mayor o menor medida, en el infausto volumen confeccionado por Barnatán, quien ya recibiera un inexplicable número de veces ocasión de vapulear vida y obra de Borges. Inolvidable es, por ejemplo, su falaz “edición crítica” de algunos relatos de Borges, que no se avergüenza de repetir ingenuamente las mejores erratas de las atribuladas Obras Completas. Barnatán ha permanecido también aquí fiel a esa malhadada genealogía. El lector es sobresaltado cada tanto por divertidos errores de imprenta, que no sabe si imputar a los cajistas o al autor, así como por menos divertidos errores de lenguaje: “la familia al completo” (86, 189) en vez de “toda la familia” o “la familia entera”; “mención a” en vez de “mención de” (82), “sectores de Juan Ramón” en vez de “parte de la obra de Juan Ramón” (143), y otros que ahorro a mis lectores. No me detendría en esas minucias si Barnatán hubiese cumplido con más solvencia el oficio que se arroga. De un argentino radicado en España cabía esperar un poco más de interés por su tema y alguna eficacia al tratarlo, sobre todo teniendo en cuenta los medios de que para ello se dispone en bibliotecas de Europa, menos accesibles desde Buenos Aires. Con terco desdén, Barnatán prefirió renunciar a esa fácil ventaja. Que Barnatán trabaja de segunda mano, y que ello puede ser funesto, se comprueba, por ejemplo, en las páginas 93 y 96. Habla allí, siguiendo puntualmente a los descuidados tipógrafos de Edna Aizenberg, de un inexistente “Johannes Behar”, autor del no menos inexistente “Aneuropa”. Se trata, en realidad, del poeta expresionista Johannes R. Becher, tan admirado por el joven Borges, y de su obra An Europa (1916), de la cual él tradujera un poema en 1920 (“Lusitania”). La fidelidad de Barnatán para con el trabajo de otros es, a menudo, digna de mejor objeto de culto. La misma página 93 contiene un error de traducción, que recojo, meramente, como síntoma, ya que no es el único: La traducción correcta del verso alemán (c) Carlos García (Hamburg)

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citado en el epígrafe (“Musik, Musik kann Euch vom Tode lösen”) no es la ofrecida por Barnatán, sino la siguiente: “Música, música puede libraros de la muerte.” Las “simpatías y diferencias” de Barnatán son difíciles de catalogar. Por un lado, parece tener cuentas pendientes con Emir Rodríguez Monegal, a quien moteja varias veces, sin nombrarlo expresamente, de “espeso crítico uruguayo” (386, 399, 414). Ello no le impide, por otro lado, aprovechar su obra con frecuencia, en general sin declarar el préstamo. Así ocurre, por ejemplo, con una imperdonable especie inventada por Monegal (Borges. Una biografía literaria, 1987, 132), y puntualmente repetida por Barnatán (95), según la cual Wilhelm Klemm, expresionista alemán de quien Borges publicara varias traducciones en su juventud, se habría convertido más tarde en simpatizante nazi. Por el contrario, Klemm fue perseguido por el nazismo, que robó o destruyó sus empresas editoriales y le mató dos hijos. Su última publicación de la preguerra es, por lo demás, de 1922, con lo cual apenas pudo haber apoyado al detestable régimen. Se ignora qué llevó a Monegal a cometer su error, pero puede saberse quién ha malguiado a Barnatán. Tampoco sus preferencias incitan a Barnatán a trabajar mejor. Parece profesar alguna variante mística del judaísmo, lo cual es en sí respetable, pero no excusa la aberrante explicación que balbucea sobre el poema “El Golem” (359-360; en su descargo, puede agregarse que otros comentaristas de lo “cabalístico” en Borges comparten ese deplorable nivel). Es asimismo insuficiente, en especial bajo esa perspectiva, que deje al lector en ayunas acerca de Orígenes, la planeada “revista bimensual de estudios judíos” para la cual Borges reseñara originalmente “Las luminarias de Hanukah” (139), de Cansinos, o que apenas mencione de pasada a Carlos M. Grünberg e ignore a muchos otros amigos judíos de Borges. Mención destacada merece el aspecto biográfico de esta “biografía”. Resalto el punto, a riesgo de plagiar a Perogrullo, porque la biografía de Borges es apenas uno de los temas que Barnatán trata. Su proyecto debería haber llevado por título “Borges y yo”, o más precisamente, “Yo y Borges”. Pero dejo este aspecto de lado, porque ya lo trató con su habitual solvencia Annick Louis (Variaciones Borges 3, Aarhus, enero de 1997). Si la biografía difiere de otros géneros, es porque quien la lee espera encontrar datos que le ayudarán a reconstruir la vida del biografiado. Barnatán es más modesto que los lectores para quienes escribe. La vida de Borges no le interesa, o sólo le interesa en la medida en que encuentra material propuesto por otros, sea éste correcto o no. Borges pasó una parte importante de su juventud en Europa (1914-1921, 19231924). Las biografías aparecidas hasta 1995 ignoran esa importante etapa de formación, o se ocupan de ella como de un penoso deber. También Barnatán desaprovecha la oportunidad de corregir errores o de ensanchar nuestro conocimiento, aunque vive en España, cerca de las fuentes básicas para este capítulo de la vida de Borges. Para desengañar a quienes se dejen obnubilar por el compacto volumen, listaré algunos de los errores que contiene. Me concentraré a propósito en los prime(c) Carlos García (Hamburg)

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ros decenios de la vida de Borges, porque son, por un lado, los menos conocidos, y por otro, los más maltratados por Barnatán. (Ello no implica, por cierto, que el resto de la obra carezca de fallos.) Con encomiable esfuerzo, Barnatán se trasladó a Ginebra en 1983, para localizar la pensión en que vivieran los Borges, ubicada en la rue Malagnou, número 17. La calle ha cambiado entretanto de nombre, y se llama ahora Ferdinand Hodler. Barnatán fotografía la casa que “ostenta el número 17” (72), y aunque compara su foto con otra de la época, no advierte que ha elegido la casa errónea. La pensión en que habitaron los Borges se encuentra actualmente en la calle Ferdinand Hodler N° 9, y no 17, porque la municipalidad cambió hace años la numeración. Barnatán no ha sido el primero en cometer ese error; recelo que no será el último. En página 77, Barnatán atribuye a Borges la publicación de varios artículos en innominadas “revistas germanas” antes de haber cumplido los 20 años. Hasta prueba de lo contrario, aseguro que esos artículos son engendro de su imaginación o, más probable, de su descuido de copista. Borges y Cansinos no se conocieron, según pretende Barnatán, “en el Madrid de finales de 1919” (129), época en que aquél se encontraba en Sevilla, sino en el Madrid de mediados de marzo de 1920. Quizás hubo, como quiere Barnatán, carta de presentación de Isaac del VandoVillar, pero quien introdujo a Borges en la tertulia de Cansinos fue el poeta Pedro Garfias. Borges mismo refirió el episodio en una carta de la época al poeta sevillano Adriano del Valle. (Esta correspondencia fue dada a conocer por Rosa Pellicer, Zaragoza, en 1990. Es falaz, por lo tanto, la pretensión de Javier Herrera Navarro, quien volvió a publicarlas como “inéditas” en 1991). Barnatán sigue la opinión de autores europeos (Meneses, Pellicer, Bernés, y otros a quienes no nombra en este contexto) cuando repite que Borges participó en la velada madrileña de “La Parisiana”, a fines de enero de 1921 (117). Si bien plausible, es más probable que Borges no haya participado en ella, a pesar de que la reseña de la velada aparecida en Ultra de febrero lo mencione. Por esa época estaba, según mis investigaciones, en Palma de Mallorca, preparándose para una diatriba con un crítico de sobrenombre “Pin”. (La mención en Ultra se explica porque Borges estaba invitado a la función; el cronista copió la lista de invitados como si hubiese sido la de los participantes.) En página 127, Barnatán reproduce una cita de Borges: “Un poeta, de cuyo nombre no quiero acordarme, le entregó un día [a Cansinos] un libro que se titulaba Música en verso...”. Barnatán no sólo no se toma el trabajo de aclarar al lector que el título pertenece a una obra del poeta y crítico musical argentino Mayorino Ferraría, radicado en esa época en Madrid; de haber estudiado el asunto, habría comprobado que el libro aludido apareció recién a comienzos de 1926, casi dos años después del segundo regreso de Borges a Buenos Aires – a destiempo, pues, para ser comentado por Cansinos delante suyo. La anécdota podrá ser verídica, pero, en ese caso, toca a otro poeta o a otro libro, confundido por Borges en el recuerdo, o, cuando más, al manuscrito del libro de Ferraría antes de su impresión. Barnatán pierde también ocasión de mencionar (c) Carlos García (Hamburg)

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que Borges y Ferraría estuvieron al mismo tiempo en Madrid, hacia marzo de 1924 (donde el segundo permanecería más tiempo), y que remitieron incluso una breve misiva conjunta a la redacción de la revista Nosotros. Barnatán tampoco elude repetir desaciertos ajenos en cuanto a la fecha de la segunda partida a Europa, que no ocurrió entre febrero y marzo de 1923 (186), sino en el último tercio de julio de ese año, inmediatamente después de la publicación de Fervor de Buenos Aires. También la fecha del segundo regreso a Buenos Aires es equivocada (189, 438). Borges no abandonó Lisboa a fines de 1923 (en esa época estaba aún en Ginebra, y no había cruzado aún la Península por segunda vez), sino hacia fines de junio de 1924. Las interesantes cartas de Borges a su “maestro” Rafael Cansinos Assens están fechadas con menos precisión de la posible y mal ordenadas (el orden cronológico correcto es: 1, 2, 4, 3, 5). Desdeño proseguir la larga lista de errores. Si me he ensañado con algunos, no es porque esos datos sean relevantes considerados por sí mismos, sino porque su cantidad y calidad revelan una abrumadora falta de accuratezza de parte del autor. Prefiero cerrar este comentario resaltando los méritos del libro. Apenas uno encuentro en él: la novedosa reproducción de un temprano prólogo que Borges compusiera hacia 1915 para un cuadernillo de su hermana Norah (si bien Barnatán no alcanza a esclarecer de quién es la letra). Aparecida a diez años de la muerte de Borges, la falaz Biografía total presentada por Barnatán es indigna del gran hacedor.(1996 / 2006) .....

(c) Carlos García (Hamburg)

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