AZKARATE, A., ESCRIBANO, S. (2014): De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo, Una reflexión desde la experiencia europea: \"Arqueología de los primeros asentamientos urbanos españoles en la América Central y Meridional, Actas del I seminario internacional RII_UC\": 87-109

July 21, 2017 | Autor: A. Azkarate Garai... | Categoría: American History, Latin American Studies, Archaeology, Colonialism, Spanish History
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Descripción

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo Ä·È»Ų»Î¿Ĥĺ»Éº»·»Îƻȿ»Ä¹¿·»ËÈÅÆ»· Agustin Azkarate y Sergio Escribano-Ruiz

A

gradecemos al profesor Vela su invitación para participar en este Seminario Internacional, invitación cursada, imaginamos, por contar con algunas líneas de investigación relacionadas con el continente americano, como los asentamientos balleneros vascos del siglo XVI en Canadá o un fuerte colonial en Argentina (Figura 1 y Figura 2), así como cuestiones más generales relacionadas con el patrimonio de Argentina y Uruguay. A lo largo de esta experiencia hemos encontrado diferentes tradiciones arqueológicas con las que hemos trabajado de forma interactiva. Este proceso nos permitió conocer de primera mano las diferencias que existen hoy tanto en la forma de entender la arqueología que se ocupa de la Época Moderna como en su práctica. La percepción de esta realidad nos ha lleVADOAUNAREmEXI”NCRžTICAENTORNOAUNA historiografía en la que la diversidad de puntos de vista -cargados frecuentemente con una calculada ambigüedad- es la regla general. Pedimos disculpas por distanciarnos, quizá, del tema principal de este Seminario y poner sobre la mesa unas re-

Figura 1 Imagen superior: proceso de excavación de la estación ballenera de Stage Island (Labrador, Canada); imagen inferior: detalle de los hornos de fundición de grasa de ballena construidos por los marinos vascos.

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de los nacionalismos nacientes. Como el brillo de la genealogía de un país dependía básicamente de su antigüedad, fue normal QUE EL INTERS SE CENTRARA EN LOS TIEMPOS prehistóricos, extensísimo periodo que -de MANERA INEVITABLEMENTE ARTIlCIOSA  lNALIzaba en un momento distinto dependiendo de la región del Viejo Mundo en la que nos encontráramos.

Figura 2 Excavación del asentamiento español de Sancti Spiritus (Puerto Gaboto, Argentina).

mEXIONESEFECTUADASDESDELAARQUEOLOGžA española y pensadas no para arqueólogos latinoamericanos, sino para arqueólogos europeos, españoles particularmente, que con frecuencia ignoran (y malinterpretan, en consecuencia) tanto la propia naturaleza como las bases conceptuales y temáticas de la llamada “arqueología histórica”. ,AAlCI”NPORLAARQUEOLOGžAFUE DESIEMPRE  UN RASGO QUE CARACTERIZ” A LAS LITES europeas, preocupadas por buscar raíces antiquísimas a la construcción imaginaria 88

Todo ello conllevó a la institucionalización DEUNDISCURSOACADMICOQUEDIFERENCI” pronto la Prehistoria -concebida como un larguísimo periodo del pasado que recurría BÂSICAMENTEALMTODOARQUEOL”GICOPARA llevar a cabo sus investigaciones-, de las POCASCONESCRITURA QUEPARASUSINVESTIgaciones contaban con otras fuentes, además de las estrictamente arqueológicas1. Se pensó entonces que la necesidad del MTODO ARQUEOL”GICO ERA MAYOR CUANTO más escasos (o más tardíos) fueran los documentos escritos y menor (incluso innecesario) cuando estos fueron abundantes Y DIVERSIlCADOS ,A CONSECUENCIA FUE EL temprano y poderoso desarrollo de algunas “arqueologías históricas” (la llamada “arqueología clásica” constituye el ejemplo más relevante) y la lenta irrupción de otras: la “arqueología medieval”, por ejemplo, habrá de esperar prácticamente hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo 88PARASURECONOCIMIENTOACADMICO %L ESTUDIO DE LA ¯POCA -ODERNA A TRAVS de los restos arqueológicos resulta mucho más reciente y más reciente aún la aparición de la novísima arqueología contemporánea. Como más adelante veremos, entre el medioevo y las sociedades actuales se abrió un largo capítulo de la historiografía

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

europea para el que nadie ha demando durante mucho tiempo el valor del registro material como otra fuente con la que construir la historia del mundo moderno y contemporáneo. %STEDESINTERSEUROPEOCONTRASTAPODEROsamente con lo que iba a ocurrir al otro lado DEL!TLÂNTICODONDEENLADCADADELOSSESENTADELPASADOSIGLOIRRUMPIRžA ENRGICA  una arqueología que reivindicaba para sí el estudio de los siglos de la Época Moderna. Y se dio a sí misma una denominación (“Historical Archaeology”) que ya existía en Europa para otros periodos muy anteriores, dado lugar a un equívoco que todavía estamos padeciendo. Hay que comenzar diciendo que en la arqueología europea –al menos en la arQUEOLOGžAACADMICA TENEMOSUNPROBLEMACONCEPTUALNORESUELTOSUlCIENTEMENTE cuando nos relacionamos con lo que en buena parte del planeta se conoce como arqueología histórica. Con la excepción de Gran Bretaña y, en mucha menor medida de Italia, en Europa no se ha encarado este PROBLEMADEFRENTE SEPRElEREMIRARPARA otro lado, considerar la cuestión con un tema de americanistas o arrojarla sencillamente a las afueras de la academia. El desconocimiento, sin embargo, ha sido mutuo. En un conocido trabajo de Kathleen Deagan, publicado en los 80 y reeditado recientemente (2007), la conocida antropóloga estadounidense, reconociendo que “la mayor parte de los arqueólogos norteamericanos” pensaba que la arqueología histórica era una subárea de la arqueología relativamente reciente, se sintió obligada a

recordar a los colegas de su país que “muchos de los trabajos más tempranos conducidos por arqueólogos en Europa fueron parte de la arqueología histórica” (Deagan 2007:63), obviedad que hubiera dejado estupefactos, de haberla escuchado, a muchos ilustres arqueólogos europeos que trabajaban en la arqueología grecolatina o de Oriento Próximo desde el siglo XIX. En este contexto, el objetivo principal de nuestra ponencia no es otro que intentar UNAEXGESISCRžTICADETALSITUACI”NYCOMparar ambas tradiciones -la americana y la europea-, tratando de acotar el problema de manera racional e introducirlo, a nivel ESPA¤OL ENUNDEBATEACADMICOQUE INcomprensiblemente, ha sido ignorado hasta la fecha2. 2EALIZAREMOSTAMBINUNAREFERENCIAEXPLžcita a la arqueología del colonialismo, para acercarnos un poco más a la temática esPECžlCA DEL CONGRESO 9 CONCLUIREMOS RElacionando el potencial interpretativo de la arqueología del colonialismo con su potencial axiológico en el presente. Un aspecto CREEMOSNOSEHADESARROLLADOSUlCIENTEmente.

La arqueología histórica americana %LINICIODENUESTRAREmEXI”NSESITœAEN%Stados Unidos, cuna de la autodenominada “arqueología histórica”. Obviando los priMEROSTRABAJOSDENATURALEZAPRECIENTžlCA de aquel país, habrá que esperar hasta la DCADA DE LOS SESENTA DEL SIGLO 88 PARA que la práctica arqueológica en contextos históricos comience a reclamar, para 89

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SžMISMA UNADElNICI”NUNžVOCA$EAGAN 2007:63; Funari 2006:17). Todavía a inicios de los 60, en el contexto de la Society for American Archaeology, se hablaba de la “Historic sites archaeology”  RECONOCINdose que, bajo tal denominación, cabían SIGNIlCADOSDISTINTOSYENOCASIONESCONfusos. Para solventar tal carencia, Bernard L. Fontana escribió en 1965 un breve trabajo DElNIENDO LA hARQUEOLOGžA DE SITIOS HIST”ricos” como la arqueología desarrollada en yacimientos o sitios que contienen evidencia material no aborigen o que están relacionados con un registro escrito (obviamente europeo3). Más interesante aún QUE LA DElNICI”N NOS PARECE LA TIPOLOGžA de sitios históricos que propone, en un gradiente de hasta cinco categorías: yacimientos protohistóricos (sitios aborígenes con evidencias materiales europeas eventuales4); yacimientos-contacto (sitios aborígenes con un contacto estable con los europeos5); yacimientos-postcontacto (sitios aborígenes que se originaron exnovo tras la presencia europea6); yacimientosfrontera (sitios esencialmente europeos y fundados por ellos, aunque se caracterizan por una gran interacción con los nativos7) y yacimientos no-aborígenes (yacimientos que incumben a los indios sólo de una forma mínima o nula8). Sorprende el silencio que existe en la historiografía actual sobre dicha propuesta, con algunas excepciones importantes, como las de Orser (1992) o Silliman (2005)9. Lo interesante de Fontana es la articulación de su tipología sobre la idea de encuentro, de contacto entre dos mundos muy 90

distintos, llamando la atención sobre la diversidad de situaciones que tal encuentro produjo. Lamentablemente, su propuesta apenas tuvo eco, quizá porque su tipología pivotaba precisamente sobre las culturas aborígenes y no sobre los blancos angloSAJONES  AUNQUE QUIZ TAMBIN PORQUE EL PESO DE SU CLASIlCACI”N GRAVITABA SOBRE los “tipos de artefactos presentes” (Silliman, 2005:73)10. 3”LO DOS A¤OS DESPUS  EN   LA ANTIgua Historic sites archaeology se dotará de un estatus formal con la creación de la Society for Historical Archaeology (Deagan 2007:63) que, en adelante y alejándose de PROPUESTAS COMO LA DE &ONTANA  PRElRI” centrar su objeto de estudio en la sociedad protestante anglosajona, los WASP o White Anglo-Saxon Protestants (Funari 2006:17). La antigua “arqueología de sitios históricos” se denominará en adelante “arqueología histórica”, un apelativo que, como veremos, planteará numerosos problemas de entendimiento con la arqueología europea. Con ánimo de centrar la cuestión y poder comparar luego la trayectoria americana con la europea, distinguiremos en la “arqueología histórica” americana tres fases, atendiendo a un desarrollo temático condicionado sin duda por la agenda política de los EEUU.

Su institucionalización (décadas de los 60 y 70) A pesar de propuestas como la de Fontana que ponían el acento en las sociedades originarias y proponía una grada-

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

ción de contacto cultural que plasmara la complejidad del proceso de colonización, con la creación de la Society for Historical Archaeology SE PRElRI” OPTAR POR LA VIEJA concepción binaria entre sociedades con y sin escritura, entre la arqueología histórica y la arqueología prehistórica. No hubo lugar para los matices; más bien se produJO UNA REAlRMACI”N DE INDUDABLE TRASFONdo ideológico. Como ha señalado Funari, el pasado de las sociedades con escriTURA SE CONlGUR” COMO EL ÂMBITO ESPECžlCO DE LA ARQUEOLOGžA HIST”RICA  SIRVIENDO como pretexto para centrar el campo de ESTUDIOENLOSBLANCOSEN!MRICA&UNARI 2007:52). La arqueología histórica dejó de lado el colonialismo y sus implicaciones, y se centró en el estudio de las instalaciones COLONIALESYDELASlGURASDISTINGUIDASPOR la Historia (Jordan 2009:33). 3E HA QUERIDO JUSTIlCAR ESTA OPCI”N  ALUdiendo “a la aparición relativamente abrupta e intrusiva de las sociedades con escriTURAENLAHISTORIACULTURALDE.ORTEAMRICA  lo cual brindaba una división natural entre los temas de estudio”, pero se acaba reconociendo que “la orientación de la antropología norteamericana comúnmente apoyó esta separación” (Deagan 2007:66). La celebración del bicentenario de su independencia (1976) coadyuvó, sin duda, a su desarrollo: “no sólo transformó el periodo colonial en un tema popular y oportuno, SINOQUETAMBINPROVEY”DEFONDOSPARA ampliar la escala de la arqueología histórica” (Ibidem). Pero, ya desde sus inicios, la arqueología HIST”RICA TUVO PROBLEMAS DE DElNICI”N Como ha señalado la propia Deagan, des-

de su mismo nacimiento la arqueología histórica norteamericana tuvo “una consideRABLE CONFUSI”N SOBRE QU ERA  QU HACžA O QU DEBžA REALMENTE HACERv   generando una crisis de identidad que ha perdurado hasta nuestros días, como veremos más adelante. En estas primeRAS DOS DCADAS FUERON MUCHAS LAS DElniciones que se dieron de la “Arqueología histórica”, considerada como el estudio de los restos materiales de cualquier periodo histórico (R. L. Schuyler), la arqueología de la dispersión de las culturas europeas a lo largo del mundo desde el siglo XV, así como su impacto sobre los indígenas (J. Deetz), el estudio de los restos materiales del pasado remoto y reciente, en relación con la historia documental y la estratigrafía en que se los encuentra (N. Hume) o los estudios que usan información arqueológiCAEHIST”RICA33OUTH DElNICIONESTODAS ELLASQUE PORDIVERSASRAZONESDENFASIS y restricciones en el tema de estudio, nunca resultaron completamente satisfactorias (Deagan 2007:64). El contencioso principal se dirimía, por aquel entonces, entre los partidarios de la orientación antropológica (mayoritaria entre los arqueólogos norteamericanos, y preocupada por la investigación de los procesos culturales) y quienes seguían defendiendo los enfoques histórico-culturales y difusionistas de la primera mitad del siglo XX. La orientación procesual de buena parte de la arqueología norteamericana coadyuvó decididamente para que la arqueología histórica dejara de ser consideRADA COMO UN CONJUNTO DE TCNICAS QUE proveían de información complementaria y se convirtiera en una herramienta antro91

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pológica para la reconstrucción de los estilos de vida y el estudio de los procesos culturales del pasado (Deagan 2007:72). Y fueron estos últimos quienes acabaron TENIENDOMAYORPESOESPECžlCO

Del estudio de los colonizadores a la atención a los colonizados (décadas de los 80 y 90) Cabe considerar esta segunda etapa como una transición entre una arqueología centrada en el estudio de las sociedades EUROPEAS EN !MRICA Y OTRA PREOCUPADA por analizar con la misma legitimidad las consecuencias que tuvo la colonización sobre las sociedades no europeas. Esta preocupación explícita por hacer visibles a las sociedades y clases subalternas se MATERIALIZ” DESDElNALESDELOS ENEStudios preocupados por la interacción entre las sociedades europeas, americanas originarias y africanas11 o por papel de la mujer12. ,AAGENDAPOLžTICANORTEAMERICANAINmUY”  sin duda, en este cambio. Los movimientos sociales y políticos que habían criticado el modelo histórico defendido en el bicentenario de la independencia estadounidense, centrado sólo en la historia de los blancos (Funari 2006:17), lograron que el quinto centenario del descubrimiento DE!MRICA SECELEBRARAENUNAATmósfera intelectual mucho más incluyente. 3ElNANCIARONPROGRAMASDEINVESTIGACI”N del colonialismo en general, incorporando a todas las sociedades implicadas, y se fomentó el trabajo con las comunidades originarias (Silliman 2005:56). 92

El intento de dar voz a las sociedades y clases subalternas (Orser 2006:277-282) SUPUSOTAMBINUNAREIVINDICACI”NDELPOder epistemológico de la arqueología frente a la investigación efectuada sobre fuentes escritas. Pero obligó, asimismo, a dar una NUEVA DElNICI”N DE LA ARQUEOLOGžA HIST”rica. Su principal responsable será Orser (1996). En desacuerdo con que la arqueoLOGžA HIST”RICA FUERA DElNIDA S”LO POR LA existencia de documentación escrita, este AUTOR PROPUSO UNA DElNICI”N QUE RESPONdiera además a la dimensión mundial que estaba tomando la arqueología histórica. Sin renunciar a los planteamientos de sus predecesores, redimensionándolos, planTE”UNADElNICI”NBASADAENLACOMPRENsión de la naturaleza global del Mundo Moderno. Para ello propuso un programa de investigación centrado en cuatro temáticas de estudio: el capitalismo, el colonialismo, la modernidad y el eurocentrismo (Orser 1996:26-28)13. En este cambio en los objetivos epistemoL”GICOS INmUY”  SIN DUDA  LA IRRUPCI”N DEL postprocesualismo en la escena historioGRÂlCANORTEAMERICANA CONUNINTERSEN abordar el estudio de la acción individual y la diversidad sociocultural, proporcionando la construcción de múltiples visiones del pasado (Zarankin, Salerno 2007:22). Estas nuevas tendencias convivirán, no obstante, CONUNIMPORTANTEEINmUYENTESUSTRATOPROcesual, que hacen más complejo el cuadro HISTORIOGRÂlCOYEVIDENCIANLAPUJANZAYLA profunda renovación conceptual de la Arqueología Histórica por aquellos años.

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

El estudio de los colonizados a nivel mundial (siglo XXI) ,A INDUDABLE INmUENCIA DE LA HISTORIOGRAfía norteamericana expandió muy rápido los marcos teóricos anglosajones, aunque pronto se observó que tales modelos, desarrollados para analizar la realidad social en contextos occidentales, no respondían necesariamente a los intereses de los investigadores y las comunidades locales de otras regiones (Zarankin, Salerno 2007:22) dada su naturaleza occidentalizante. El estudio del Mundo Moderno resultaba muy problemático para ser aplicado a nivel mundial como se reclamaba, porque pivotaba sobre aspectos -como el capitalismo o el colonialismo- que no fueron compartidos igualitariamente por las sociedades europeas y las no-europeas (Funari 2007:53) y porque usaba esa demarcación temporal para realizar una distinción entre Nosotros, los modernos, y Ellos, los anteriores (Croucher, Weiss 2011:3). Hay que decir, en este sentido, que la arqueología histórica latinoamericana14, ha tenido una importancia singular en esta reformulación, HACIENDOQUE!MRICA,ATINADEJARADESER mera aportadora de materia prima, para convertirse en parte esencial de la propia DElNICI”N EPISTEMOL”GICA DE LA DISCIPLINA (Funari 2007:57). En esta tercera fase, las tendencias postprocesuales se hacen todavía más sólidas, reclamando de forma generalizada que se preste mayor atención a la existencia de CONTEXTOSPOLžTICOSYSOCIALESESPECžlCOSA lo largo del mundo. Siguiendo los pasos de la arqueología latinoamericana, se reclama una localización o provincialización de la arqueología histórica: construir la historia

de abajo arriba, de lo local a lo global, y no a la inversa como se proponía en la etapa anterior (sensu Croucher, Weiss 2011). Se considera que la Arqueología Histórica no debe procurar un pasado único y común ATODOELSERHUMANO SINOSURAMIlCACI”N en diferentes sociedades con espacios y temporalidades distintas (Costa 2010:31), abordando “el estudio de la acción individual y la diversidad sociocultural en CONTEXTOS HIST”RICOS Y GEOGRÂlCOS DIVERsos” (Trigger 1990; cit. Zarankin, Salerno 2007:22). ,AINmUENCIADELATEORžAPOSTCOLONIALTAMBIN CARACTERIZA ESTA ETAPA  PREOCUPADA por la necesidad de dotar de acción al discurso arqueológico y por descolonizarlo (Croucher, Weiss 2011:28), enfatizando en la idea de que la arqueología histórica, además de un ejercicio de construcción del pasado, sea a su vez una herramienta de deconstrucción del presente (Costa, 2010:11-31).

Europa, las arqueologías del pasado reciente15 Mientras en Estados Unidos y, en general, en el continente americano se gestaba el nacimiento y desarrollo de la Arqueología Histórica, en Europa se había producido otra revolución arqueológica, aunque de naturaleza y alcance muy distintos, centrada fundamental en contextos urbanos, y ORIENTADAHACIALARENOVACI”NDELASTCNIcas de excavación y registro. Es lo que en la historiografía de nuestro continente se conoce como el nacimiento de la arqueoloGžAESTRATIGRÂlCA 93

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Gran Bretaña ,A DCADA PRODIGIOSA DE LA ARQUEOLOGžA ESTRATIGRÂlCAEN%UROPAFUELADCADADE los setenta, aunque hay que remontarse UNOS A¤OS ATRÂS PARA CONOCER SU GNEsis. Tras los bombardeos sufridos en la Segunda Guerra Mundial, ciudades como Londres, Canterbury, Exeter, Southampton o Winchester fueron objeto de excavaciones sistemáticas de urgencia durante los 60 y los 70. Los trabajos de Martin Biddle en Winchester marcaron un hito en la arqueología urbana europea. A pesar de que los propios británicos hayan criticado LAFALTADECOORDINACI”NYLASDElCIENCIAS de aquellos programas (Cleere 1982; Hobley 1985), lo cierto es que constituyeron la base de la futura arqueología urbana europea. El enorme volumen de información acumulado en sus registros generó TAMBINUNAREVOLUCI”NMETODOL”GICADELA que es deudora buena parte de la arqueología de campo en la actualidad (Azkarate, García Camino 1996). Martin Biddle -con su ejemplar intervención en Winchester- no fue ajeno a la progresiva toma de conciencia del colectivo britáNICO DE ARQUE”LOGOS QUE  YA PARA lNALES DELADCADADELOSSESENTA COMENZABA a articular los primeros programas sistemáticos sobre la práctica arqueológica en contextos urbanos. La constitución del Department of Urban Archaelogy (D.U.A.) del Museo de Londres en 1973 supuso un hito en la arqueología urbana europea y un modelo, sin duda, tanto para las ciudades británicas como para muchas continentales. Las experiencias británicas en el ámBITO DE LA EXCAVACI”N ESTRATIGRÂlCA QUE 94

Ph. Barker, M. Biddle, B. Cunliffe y otros lleVARONACABOENLADCADADELOSSETENTA fueron sintetizadas y divulgadas por el propio P. Barker (1977) y, sobre todo, por E. C. Harris (1975; 1979), hasta el punto de que, en la actualidad, se habla del “sistema Harris” para referirse a la renovación que la arqueología de campo conoció en Europa DURANTEESTADCADA.ADAIBAASERIGUAL en adelante. Pero lo que ahora nos interesa resaltar son las consecuencias que todo ello iba a tener en relación con el tema que tenemos entre manos. Frente a la arqueología histórico-cultural europea de la primera mitad del pasado siglo, en la que se priorizaba EL INTERS POR LOS PERžODOS MÂS ANTIGUOS  la naciente arqueología urbana iba a revertir radicalmente la situación al concebir la arqueología de la ciudad como la comprensión integral del fenómeno urbano. Se trataría, en palabras de quien dirigiera la importante experiencia de Winchester, de un proyecto que abarca -sin distinción de períodos- desde los orígenes de una ciudad hasta su historia más reciente; que se ocupa de los testimonios de todas las escalas sociales, desde las estructuras más suntuosas promovidas por el Poder hasta la más humilde de las viviendas urbanas; QUETRATA lNALMENTE DEAPREHENDERLATOtalidad del fenómeno urbano16 en sus asPECTOS CRONOL”GICOS  GEOGRÂlCOS  ECON”micos y sociales (Biddle 1982:51). Es en este contexto en el que se va a gestar lo que pronto se conocerá como “arqueología postmedieval”. El abandono de las inercias anticuaristas de la “arqueología en la ciudad” y su sustitución por la “arqueo-

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

logía de la ciudad”, es decir, por el estudio integral de su historia, conllevó unas obligaciones deontológicas que conducirían a la toma en consideración de los niveles ESTRATIGRÂlCOSMÂSRECIENTESCONLAMISMA atención con la que tradicionalmente se VENžAN ESTUDIANDO LOS ESTRATOS DE POCA protohistórica, romana, tardoantigua o altomedieval. Y ello planteó un nuevo probleMAzQUHACERCONLOSTESTIMONIOSMATERIALES INlNITAMENTESUPERIORESENNœMERO  de los siglos que hasta entonces no habían MERECIDO INTERS ALGUNO POR PARTE DE LA ARQUEOLOGžA ACADMICA z1U HACER CON las evidencias, por ejemplo, de los siglos XVIII, XIX e incluso XX, cuando no había estudiosos que los investigasen, ni había tampoco museos arqueológicos que los acogiesen? El panorama que dejó en evidencia la reVOLUCI”N ESTRATIGRÂlCA EUROPEA PARA LOS siglos más recientes era sencillamente desolador. Los británicos trataron pronto de responder a estas carencias con la creación de la Society for Postmedieval Archaeology en el año 1966 (casi coincidente en el tiempo con la creación de la Society FOR(ISTORIC!RCHAEOLOGY ,ADElNICI”NDE su marco cronológico (1450-1750), su adjetivación como postmedieval y la creación de una revista homónima (Postmedieval Archaeology), fueron los principales hitos fundacionales. En lo que a la investigación respecta, una de las primeras iniciativas fue el estudio tipológico de los materiales recuperados en las excavaciones urbanas, que se convirtió en la principal línea de investigación durante los 70 y los 80.

La naturaleza empírica y descriptiva de los ESTUDIOS LLEVADOS A CABO HASTA LA DCADA de los 90 generó pronto las primeras actitudes críticas y la aparición de las primeras propuestas que se materializarán en la SEGUNDAMITADDELADCADA(ICKS  Trabajos como los de Johnson (1996), Tarlow (1999) o West y Tarlow (1999), superaron pronto el enfoque exclusivamente descriptivo de la arqueología postmedieval y se acercaron a la tendencia más interpretativa de la arqueología histórica americana, hasta el punto que ambas tradiciones comenzaron a celebrar periódicamente conferencias conjuntas. La primera conferencia conjunta, Old and New Worlds, tuvo lugar en 1997 en Williamsburg y Londres (Egan, Michael  ,AœLTIMA YAUNIlCADA HATENIDOLUgar en Leicester en 2013, bajo el título de Globalization, immigration, transformation. Sobre estas bases se ha reformulado la arqueología postmedieval británica, caracterizándose en adelante por la diversidad de perspectivas y enfoques, y por la incorporación de nuevas preocupaciones como el valor público de la arqueología, su potencial para la inclusión social o su capacidad para estudiar la identidad británica y el pasado más reciente.

Italia Italia importó muy pronto la experiencia esTRATIGRÂlCABRITÂNICAY DELAMISMAMANERA QUELOSBRITÂNICOS SINTI”TAMBINLAAUSENcia de tradición de una praxis arqueológica orientada al estudio material de los tiempos modernos. La revista Archeologia Postmedievale, cuyo primer número se editó en 1997, pronto situó a Italia en la vanguardia 95

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de la arqueología postmedieval europea. Sin embargo, en una conferencia internacional reciente (Gelichi, Librenti 2007a) alGUNOS ARQUE”LOGOS ITALIANOS nDESPUS DE realizar una evaluación de la experiencia ITALIANA EN TRMINOS NO MUY POSITIVOS  HAN reclamado una nueva agenda que replantee el enfoque teórico de la disciplina (Gelichi, Librenti, 2007b). Hacen renuncia explícita de la denominación americana Historical Archaeology, PRElRIENDO MANTEner el apelativo de Archeologia Postmedievale (Gelichi 2007). Proclaman, no obstante, la necesidad de buscar un nuevo rumbo QUENOESTCARACTERIZADOCOMOAHORAPOR la improvisación y la práctica esporádica, SINOQUESEINCORPOREALDEBATEACADMICO (Gelichi 2007:10).

España %SPRECISAMENTEESTEDEBATEACADMICOEL QUEDEMANDAMOSTAMBINPARA%SPA¤AEN este texto. Al igual que en Italia, la gran mayoría de las intervenciones en España tieNENLUGARCOMOUNSIMPLEAPNDICEDEACtuaciones arqueológicas centradas en los PERIODOSMEDIEVALODEPOCAROMANASE carece generalmente de un programa de INVESTIGACI”N PROPIO  CORRINDOSE EL RIESGO de convertir la arqueología postmedieval en UN MERO APNDICE DE LAS S”LIDAS TRADICIOnes arqueológicas que se ocupan de períodos anteriores. Otro tanto cabe decir de SU SITUACI”N ACADMICA  APENAS IMPARTIDA en Sevilla (Courtney 2010:317) y en alguna otra universidad (como Alicante, Granada o Cádiz), en la que lo postmedieval aparece SIEMPRECOMOUNAPNDICEDELPERIODOANterior. 96

Pero donde mejor se evidencia su precariedad es en su escasa producción hisTORIOGRÂlCA !MORES   6ELA #OSSžO  2011), en la ausencia de un foro de debate propio, en la naturaleza descriptiva de sus trabajos, en la situación de dependencia respecto a la arqueología medieval y en su subordinación a las circunstancias derivadas de la arqueología de gestión. No es extrañar, en consecuencia, que -salvo algunas intervenciones en tierras americanas como el estudio de los asentamientos balleneros de Canadá (Azkarate et alii 1992) o de algunos yacimientos coloniales de Nicaragua o Perú (Vela Cossío 2011)los temas trabajados tengan relación con materiales arqueológicos de contextos urbanos, especialmente la cerámica y a menor escala las pipas de caolín o el vidrio. Los primeros años del siglo XXI parecen apuntar hacia un escenario más dinámico pero igualmente calidoscópico y confuso, tal y como podrá observarse en los párrafos que siguen17. %N EL MUNDO ACADMICO SE MANTIENE  EN general, la idea que de la “arqueología histórica” se ha tenido y se tiene en buena parte de Europa. Es el caso, por ejemplo, en los programas de la universidad de Sevilla en los que existe una Arqueología Histórica I y II para atender a una horquilla cronológica se inicia en el III Milenio a.C. y se extiende hasta el mundo contemporáneo18. Sin embargo, son cada vez son más quienes restringen dicha horquilla a los siglos estrictamente postmedievales, acercándose de esta manera a la “arqueología histórica” americana. Es el caso de investigado-

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

res que trabajan al otro lado del Atlántico (como F. Vela Cossío, J. García Targa, J. Buxeda, J. G. Iñáñez, S. Escribano Ruiz) O EN EL 0ACžlCO - #RUZ "ERROCAL  0ERO  INCLUSOACEPTANDOELlNDELA%DAD-EDIA como el punto de partida de su arqueología histórica, no todos están de acuerdo ENELLžMITECRONOL”GICOlNAL-IENTRASQUE para algunos el marco temporal debe ceñirse estrictamente al de los siglos de Época Moderna (Muñoz Villarreal 2006:137; Vela Cossío 2011:79-81; Trujillo 2004:2-3), para otros, su rango temporal abarcará hasta el presente (Barrachina, EscribanoRuiz 2012: 220; García Targa, 2000:89). %XISTEN  TAMBIN  QUIENES PRESCINDEN DEL TRMINO DE hARQUEOLOGžA HIST”RICAv  PRElriendo adjetivar su disciplina de acuerdo al objeto de estudio, como en el caso de algunos arqueólogos canarios que hablan directamente de “arqueología colonial” (Onrubia et alii 1998; Trujillo 2004, aunque STEœLTIMOLIMITASUEXTENSI”NCRONOL”GICA ALOSSIGLOS8)6Y86 9 lNALMENTE QUIEnes se decantan abiertamente por los enfoques propios de la Teoría postcolonial, con un fuerte componente reivindicativo de los valores axiológicos, como demuestran los trabajos en África de V. Martínez Fernández o A. González-Ruibal, o algunos planteamientos de nuestro propio grupo de investigación (GPAC).

Otros casos europeos En el resto de Europa, el panorama es similar a descrito para el caso de España. No nos detendremos en un análisis porMENORIZADO REMITINDONOSPARAELLOALOS

excelentes trabajos de Johnson (2006)19 o Courtney (2009) al respecto. Mencionaremos únicamente algunos ejemplos, como la reciente creación (2009) en las universidades de Kiel y Viena de la revista Historische Archäologie, orientada a un público de habla alemán, que no oculta sin embargo LA INDIFERENCIA DE LA MAYORžA ACADMICA para este periodo. Francia representa un caso especial que, sin embargo, proporciona un diagnóstico similar. A pesar de ser uno de los países pioneros en el estudio de la arqueología POSTMEDIEVAL  COMO REmEJA LA CREACI”N en fecha muy temprana de la revista RA-!'% 2EVUE DARCHOLOGIE MODERNE ET DARCHOLOGIE GNERALE  LA ACTUALIDAD NO es tan halagüeña: se carece todavía de síntesis nacionales, siguen siendo prioritarios los estudios cerámicos y los nacidos de contextos de intervención urbanos y EL VACžO ACADMICO PARA EL ESTUDIO DE LA cultura material de unos siglos que, ante la ausencia de la arqueología, ha sido monopolizado por historiadores y geógrafos. Estas circunstancias han tenido mucho que ver, sin duda, en la muerte de la revista RAMAGE en 2002. La conferencia realizada en Helsinki en 2012, en el contexto de la reunión anual de la EAA (European Association of Archaeology), proporciona un claro ejemplo de esta situación. Las arqueologías posteriores a 1500 son, con diferencia, las menos repreSENTADASENLOSFOROSDEENCUENTROACADmicos y profesionales de arqueología. Las ponencias que incorporan la designación postmedieval no llegan al 1%, mientras que las que abordan una cronología pos97

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terior al siglo XV no superan el 5%. De la 80 sesiones, sólo una fue dedicada explícitamente a la arqueología postmedieval, Death and burial in Post-Medieval Europe, sesión monopolizada por Suecia y Finlandia, con presencia de colegas alemanes, franceses, holandeses y norteamericanos. Hubo otra sesión dedicada explícitamente a la arqueología histórica pero su contenido contsituye una miscelánea que deja en muy mal lugar la coherencia de la historiografía europea.

Conclusiones Gran parte del tiempo se nos ha ido en el análisis comparativo de las tradiciones ACADMICASQUE ANIVELINTERNACIONAL SE ocupan del estudio de la colonización de !MRICA (EMOS VISTO QUE LA ENORME PUjanza de la Arqueología Histórica del conTINENTEAMERICANODURANTELASDCADASDE los 80, 90 y primeros años del siglo actual (con su ricos debates epistemológicos ENTREELINmUYENTEPROCESUALISMO LASNUEvas corrientes post procesuales y las aún más recientes propuestas postcoloniales) contrasta enormemente con la arqueología postmedieval de los países europeos, carente de programas de investigación, perdida en el descriptivismo, desprovista de los debates necesarios. Hemos comprobado que el abismo que separa las tradiciones arqueológicas a ambos lados del Atlántico es enorme y que la situación de la arqueología histórica americana, contradictoria aunque pujante, no resiste comparación con la arqueología postmedieval europea, igualmente contradictoria, aunque pusilánime. Urge, en consecuencia, una reacción. Esta reacción quizá podría 98

darse en el contexto de la renovación de los estudios coloniales que se está produciendo en la actualidad. El colonialismo de Época Moderna ha asuMIDOENLASœLTIMASDCADASUNROLPROMInente en la arqueología histórica americana (Silliman 2005:55). Pero, recientemente, autores como Gosden han criticado su reclusión en el periodo posterior a 1500 'OSDEN   PRElRIENDO ANALIZAR EL colonialismo en un contexto histórico uniVERSAL QUE NO ESTUVIERA DElNIDO POR UNAS pautas cronológicas tan estrechas. De esta manera, el colonialismo, entendido como un proceso acontecido a lo largo de LAHISTORIA SECONVIERTEENUNAESPECIlCAción temática provista de un marco comparativo que reconoce la diversidad de situaciones en cada momento y lugar de la historia. El estudio del colonialismo se sienTEAHORAMÂSC”MODOENESTACLASIlCACI”N temática y ofrece unos modelos interpretativos más ricos, que los de la Arqueología Histórica que encorsetaba la comprensión del proceso de colonización al no estudiar las sociedades americanas originarias por su naturaleza ágrafa (Silliman 2005:5556). Esta tendencia se ha hecho popular recientemente en arqueología (Courtney 2009:181), mediante nuevas propuestas como la arqueología del colonialismo (Lyons, Papadopoulos, 2002; Gosden 2004), la arqueología de los encuentros coloniales (Stein 2005) o la arqueología del colonizado (Given 2004). Aunque algunos de los trabajos recientes a los que nos hemos referido proceden de las Islas Británicas, y han colaborado en la reorientación de la arqueología histórica, la

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

preocupación por el estudio del colonialismo ha sido mucho más temprana y mayor en los EEUU que en Europa. Paul Courtney reconoce en su trabajo que muchos arqueólogos norteamericanos le expresaron en privado su sorpresa por la falta de inTERSDELOSEUROPEOSPORELCOLONIALISMO Courtney (2009: 181) trata de buscar exPLICACI”NAESTEDESINTERSENLAAUSENCIA DE UNA TRADICI”N ACADMICA Y QUIZ TAMBINENCIERTACULPAOVERG¿ENZAQUEPUDO haber coadyuvado a la implantación de una amnesia colectiva. Es probable que LA MALA CONCIENCIA HAYA INmUIDO EN EL RElegamiento de los estudios de colonialismo en Europa. Pero nosotros pensamos que ESMÂSINmUYENTEELCONTEXTOIDEOL”GICOY POLžTICODELA%UROPADElNALESDELSIGLO88 y comienzos del XXI, un contexto que pivota sobre la creación de una Europa unida en torno a un eje centroeuropeo. Es muy SIGNIlCATIVO QUE UNO DE LOS PERIODOS QUE MÂS lNANCIACI”N HA RECIBIDO DE "RUSELAS A TRAVS DE LA European Science Foundation, haya sido precisamente el de la transformación y construcción de Europa tras la desarticulación del Imperio Romano (Wood 1997:217-227). Interesa mucho más la construcción de la Europa altomedieval, germánica, carolingia que el mea culpa por los excesos del colonialismo y del imperialismo. En vista a los factores aludidos, no parece casualidad, ni debería sorprendernos, que el estudio del colonialismo español SEHAYADESARROLLADOMÂSEN!MRICAQUE en España. El estudio crítico del fenómeno colonial hace tiempo que está en curso. Ejemplo de ello son la síntesis de M. Van Buren sobre la arqueología del colo-

NIALISMOESPA¤OLDESARROLLADAEN!MRICA (2010), en la que se analiza buena parte del trabajo desarrollado desde 1992 hasta 2010. En su artículo, que cuenta con algo más de veinte hojas de referencias biblioGRÂlCAS  SE REmEJA LA LABOR DE CIENTOS DE investigadores que se han dedicado al estudio del colonialismo español en las Américas. El trabajo de A. Zarankin y M. A. Salerno (2007) sobre la arqueología colonial EN 3UDAMRICA  CENTRADO ESPECIALMENTE EN !RGENTINA  5RUGUAY Y "RASIL  TAMBIN REmEJA EL NOTABLE DESARROLLO DE LA ARQUEOlogía del colonialismo en el Cono Sur. La síntesis de Charlton, Fournier y Otis sobre -ESOAMRICA OELTRABAJODE&OWLER   SOBRE !MRICA #ENTRAL  SUPONEN otros trabajos de referencia que retratan el FECUNDOCUADROHISTORIOGRÂlCOAMERICANO Los trabajos realizados por arqueólogos ESPA¤OLES  TAMBIN SE ESTÂN EXTENDIENDO progresivamente al estudio del colonialismo, pero aún son escasos y se desarrollan todos fuera de España.Tras unas intensas y enriquecedoras experiencias pioneras (J. Campos), las últimas excavaciones se han extendido a sitios coloniales de Etiopia (V. M. Fernández Martínez, A. González Ruibal), Guinea Ecuatorial (A. González Ruibal), Taiwan (M. Cruz Berrocal, S. Montón), Perú (F. Vela Cossío) o Argentina (GPAC)20. Estamos asistiendo, por tanto, a la emergencia de estudio del colonialismo español por arqueólogos españoles, como demuestran los trabajos anteriores. Pero todavía son escasos los trabajos que se ocupan de Europa y menos aún los que analizan el fenómeno de forma general. %NTRE STOS œLTIMOS CABE DESTACAR EL PROyecto Tecnolonial, en el que se compara la 99

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CERÂMICADELSIGLO86)DELA0ENžNSULA)BRICACONLARECUPERADAEN!MRICA"UXEDA    #ONlAMOS QUE ESTE ESTADO EMERgente vaya consolidándose con iniciativas como el seminario organizado por la Red Iberoamericana del Urbanismo Colonial, en la que presentamos una primera versión del presente texto; la sesión Territory, Settlement and Material Culture in the Iberian Colonial Empires (16-18th centuries) organizada en la conferencia anual de la Society For Historical Archaeology (Leicester 2013), o el workshop organizado por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, Archaoelogies of Early Modern Spanish Colonialism (Junio de 2013). No queremos terminar sin decir algo muy brevemente sobre el potencial axiológico de los estudios que, en línea con la teoría postcolonial, (Crouher, Weiss 2011:10-15; Gosden 2008; Silliman 2005:59) comienzan a preocuparse por corregir las injusticias del pasado (Leone 2009). Que en este poSICIONAMIENTOLAARQUEOLOGžAESPA¤OLAEST bien representada (González-Ruibal, 2010, Fernández Martínez, 2006), evidencia el dinamismo de la arqueología española y arroja esperanza sobre el futuro cercano. Frente a la tendencia sumisa de la arqueología del siglo XIX y buena parte del XX, QUE FUE UTILIZADA PARA JUSTIlCAR EL COLONIAlismo autores como González-Ruibal (2010) o V.Fernandez Martínez (2006), reclaman la necesidad de una arqueología postcolonial que devuelva a las sociedades americanas originarias el sentido de historia robado (Fernández Martínez 2006). Dar voz a las sociedades colonizadas, testigos mudos de las grandes narrativas occidentales, 100

permite devolverles su historia, recuperar sus tecnologías tradicionales e incorporar su “saber local” al mundo globalizado. Sin embargo, hemos constatado que las reclamaciones postcoloniales, con frecuencia no actúan más allá de la proclama, centrada en descolonizar el discurso oral, escrito (Croucher y Weiss 2011:10) y material (Silliman 2005:59), pero se está todavía lejos de pasar a la acción. Establecer el desarrollo local sostenible como un punto esencial de las agendas de investigación de la arqueología del colonialismo nos parece un ejercicio obligatorio para el futuro. &INALIZAMOSNUESTRAREmEXI”NCONUNASCONsideraciones que ya hemos hecho públicas en otras ocasiones (Azkarate, 2011, 2013). Mientras discutimos sobre la naturaleza teórica y conceptual de la arqueología hisT”RICA  EL PATRIMONIO CONSTRUIDO DE POCA colonial está siendo devastado por una preSI”N INMOBILIARIA SALVAJE EN ,ATINOAMRICA El diagnóstico es ya conocido y apunta a la tiranía del “fachadismo” y la destrucción sistemática de tipologías constructivas, a LAINSUlCIENTEPREPARACI”NDEALGUNOSPROfesionales que participan en actividades restauradores sólo circunstancialmente y al predominio de criterios utilitaristas y forMALES QUE OLVIDAN QUE EL EDIlCIO HIST”RICO posee valores documentales que deben TAMBIN SER RESPETADOS Y PROTEGIDOS 2ESULTANDODOLOROSALAPRDIDAIRREVERSIBLEDE la memoria, lo es doblemente por la proliferación paradójica de arquitecturas pesuDOHISTORICISTAS Y hRPLICAS COLONIALESv QUE salpican algunas ciudades.

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo

En esta situación, creemos que la arqueología latinoamericana (extraordinariamente AVANZADAYMODLICAENMUCHOSÂMBITOS  AUNQUEQUIZÂNOHABITUADASUlCIENTEMENte a trabajar sobre cota 0 en arquitecturas en uso) puede cometer el grave error de ABANDONAR EL PATRIMONIO EDIlCADO DE LAS ciudades en manos de quienes lo estudian DESDE ”PTICAS HISTORIOGRÂlCAS CONSERVAdoras y/o de quienes sólo lo contemplan como un conjunto de espacios susceptibles de ser refuncionalizados caprichosamente o simplemente derribados para extraer de ellos una rentabilidad económica aún mayor y más rápida.

%N UNA POCA DE GLOBALIZACI”N EN LA QUE las propuestas formales y explicativas se parecen cada vez más entre sí, la reivinDICACI”NDELASTEXTURASBIOGRÂlCASYSUS ESPECIlCIDADES RESULTA UN EJERCICIO ESPEranzador, saludable y necesario.

Es importante que se tome conciencia de ello porque el patrimonio construido no es S”LO UN LUGAR DE DISFRUTE ESTTICO  NI S”LO un contenedor de funcionalidades diversas y caprichosamente intercambiables, El patrimonio construido es, además, un lugar de la memoria, un reservorio de lo ya acontecido. Y no hay que olvidar que cuando hablamos de memoria estamos relRINDONOSNOALAEVOCACI”NOBJETIVADELO que aconteció, sino más bien a la reconstrucción que, desde el presente, se hace en un momento determinado de acuerdo a unos intereses concretos. Estamos, por TANTO ANTEUNCONSTRUCTOSOCIALDESIGNIlcados cambiantes en el tiempo, ante una RESIGNIlCACI”Ndel pasado. Y es en este contexto en que la Arqueología debe asumir su responsabilidad y su compromiso, coadyuvando desde su ESPECIlCIDADMETODOL”GICAALACOMPRENsión de la arquitectura no como un modelo congelado en el tiempo sino como el preciPITADOlNALDEUNDENSOPROCESOHIST”RICO 101

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Notas 1

Puede verse un buen ejemplo de ello en el (OMENAJE A *OS -IGUEL DE "ARANDIARÂN  PUblicado en la revista Munibe (vol. 42, 1990), en el que la obra se divide en tres grandes apartados: la “Arqueología prehistórica” (con 31 aportaciones), la “Arqueología histórica” (con 9 aportaciones dedicadas a la arqueología clásica y medieval) y la “Etnografía” (con 13 aportaciones).

2 Sólo un territorio, sintomáticamente el más lejano, ha mostrado su preocupación por el tema que planteamos. Las Islas Canarias, colonizadas durante la Baja Edad Media, cuentan desde hace tiempo con un acuerdo no escrito en TORNO A LO QUE ENGLOBA EL TRMINO ARQUEOLOGžA histórica (Arnay 2009: 21), gozando, incluso, de propuestas alternativas (Onrubia et alii, 1998; Trujillo, 2004). Sin embargo, el debate postulado por las propuestas que se distancian del acuerdo general sigue sin resolución, y aún hoy se reclama la necesidad de una revisión profunda de estas cuestiones (González Marrero, Tejera, 2011). (Agradecemos a M. C. González Marrero, la información facilitada a este respecto). 3h(ISTORICSITESARCHAEOLOGYMAYBEDElNEDAS

archaeology carried out in sites which contain material evidence of non-Indian culture or concerning which there is contemporary non-Indian DOCUMENTARYRECORDvh)NDIANvINTHISDElNITION refers to the American Indian, that is, to the New World aboriginal population) (Fontana 1965: 21).

4

Llegados, por ejemplo, mediante el comercio y normalmente ausentes en las fuentes escritas.

5

Los vestigios de ambas culturas subsisten de FORMAHOMOGNEA

6

La cultura material será predominantemente NATIVA  AUNQUE PODRžA DENOTAR INmUENCIAS EXternas.

102

7

Puestos militares, misiones, puestos de correo, y algunos asentamientos coloniales cuyos conjuntos de artefactos o datos documentales deberían evidenciar a culturas indias y no indias. 8

Ranchos, pueblos, ciudades, centros artesanos, establecimientos militares no relacionados con los indios con una cultura material que es casi por completo no-india. La historia cultural derivada de este análisis de estos sitios es nuestra historia (es decir, no-aborigen). No fueron establecidos para tratar con los nativos y hubieran existido al margen de la presencia de STOS 9

A pesar del reconocimiento de su obra, premiada con la J.C. Harrington Award in Historical Archaeology por la Sociedad de Arqueología Histórica norteamericana en 1993. 10 Sus planteamientos, no obstante, fueron premonitorios y perviven en los planteamientos actuales sobre las modalidades de los contactos interculturales, la emergencia de middle ground EN LAS ZONAS FRONTERIZAS O LA GNESIS DE NEW PEOPLESATRAVSDECOMPLEJOSPROCESOSDEETNOGNESISYETNIlCACI”N"OCCARA   11 Como demuestran, por ejemplo, los trabajos recopilados en dos obras colectivas tempranas Y MUY SIGNIlCATIVAS ,EONE  0OTTER   -CGuire, Paynter, 1991. 12 Sobre todo a partir del trabajo de J. D. Spector (1993). 13 Creyó que así podía superarse la crisis de identidad que marcó a la arqueología histórica desde su institucionalización. De forma signilCATIVA USO LA MISMA EXPRESI”N QUE $EAGAN (1982, traducido al castellano en 2007), crisis de identidad, para titular el capítulo en el que HACE SU DElNICI”N DE LA ARQUEOLOGžA HIST”RICA /RSER   ,ASCRžTICASQUERECIBI”Alnes de los 90 (Funari et alii, 1999), en cambio, DEMOSTRARONQUENOERASINOELPRINCIPIODELlN de la crisis. Estas críticas cerrarán esta etapa de transición.

De la arqueología histórica a la arqueología del colonialismo 14

La estrecha relación entre la política y la arqueología, se hace de nuevo evidente, por ejemplo, en la relación entre la caída de las dictaduras del Cono Sur con la renovación y auge los estudios de arqueología histórica en la región. 15(ACEMOSUSODELTRMINORECIENTEENELSENTI-

DOQUELECONlEREN7EST Y/RSER  para hacer referencia al conjunto de arqueologías que se dedican al estudio del lapso cronológico que arranca en torno a 1500 y acaba en el presente.

fuentes escritas; argumenta, sin embargo, que en la práctica se usa para referirse a la arqueoLOGžAPOSTERIORALAPOCAROMANAYCONCLUYE  lNALMENTE QUELLOUSARÂPARADESIGNARELPEriodo posterior a 1500 (2006:314). 20

La revista Informes y Trabajos, en sus números 7 (2012) y 9 (2013) dedicados las excavaCIONES ESPA¤OLAS EN EL EXTERIOR  REmEJA PERFECtamente esta situación. Ver Vela Cossío, 2011, para una contextualización anterior.

16

Referido no únicamente a la ciudad, sino TAMBINASUTERRITORIO#ARVER  P  17 Para una síntesis general de los temas tratados, ver Bengoetxea, 2006: pp. 480-512, para UNAVISI”NESPA¤OLAMÂSESPECžlCA 6ELA#OSsío, 2011. Un buen ejemplo de esta tímida pero contundente ampliación de la mirada puede ser la sesión ¿Arqueologías o arqueología postmedieval? celebrada en las “IV Jornadas de Jovens em Investigaçao Arqueológica” (Cascalheira, Gonçalves, 2012). 18 3EGœN CONSTA EN SUS PROGRAMAS OlCIALES uno de los objetivos de la Arqueología Histórica I sería la “obtención de un conocimiento básico sobre la Cultura Material (en sentido amplio) de las culturas y sociedades que se desarrollaron en el Próximo Oriente y el Mediterráneo Oriental desde el IIIº milenio a.C. hasta la Tardoantigüedad y (en particular) los procesos que afectaron a la organización social, económica y de pensamiento los cuales produjeron cambios trascendentales para la vida en comunidad del hombre”. Y en la Arqueología Histórica II uno de los objetivos perseguiría el conocimiento de “las formaciones políticas, estructuras socioeconómicas y procesos históricos que se desaRROLLANENLA0ENžNSULA)BRICADESDElNALESDE LA!NTIG¿EDADHASTALAPOCACONTEMPORÂNEAv 19 *OHNSON DESCRIBE BIEN LA INDElNICI”N A LA que aludíamos antes al hablar de España. AdMITEQUEEN%UROPA DEFORMAGENRICA SEUSA la expresión “Arqueología Histórica” para hacer referencia a los periodos en los que existen

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