Avance de Resultados de la Primera Intervención Arqueológica en La Peña del Castro (La Ercina, León)

June 29, 2017 | Autor: F. Muñoz Villarejo | Categoría: Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Iron Age, Walls, Visibility, Hillforts and oppida, Iron Age Hillforts
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Descripción

Avance de Resultados de la Primera Intervención Arqueológica en La Peña del Castro (La Ercina, León) Fernando Muñoz Villarejo - [email protected] Victor Bejega García - [email protected] Eduardo González Gómez de Agüero Emilio Campomanes Alvaredo - [email protected] Talactor S.L.

RESUMEN Pasamos revista a la primera intervención realizada en La Peña del Castro, presentando los resultados de la misma que abarcan una cronología de la Iª y la IIª Edad del Hierro. Así mismo se analiza la construcción de la muralla como elemento no sólo defensivo sino también como marcador territorial. ABSTRACT We show the first archaeological intervention in Peña del Castro, showing the results of this one, in a chronological period which include the First and the Second Iron Age. Also, we analyze the build of the wall, not only like a defensive item but also territorial mark. PALABRAS CLAVE Edad del Hierro, Muralla, Territorio

PRESENTACIÓN El término municipal de La Ercina se sitúa en la zona de transición entre dos grandes Unidades Morfoestructurales. Por un lado la Montaña, y por otro lado las Tierras Altas de León. Dentro de las Unidades Naturales Homogéneas, también ocupa una posición de encrucijada, ya que se sitúa en la zona sur de la LE 1.5 Riaño y Prioro, y también en el sur de la LE 1.7 Valdeón y Sajambre, por otro lado, estaría en el límite norte de las LE 2.2 Rueda – El Payuelo y la LE 2.3. Condado – Sobarriba (CABERO DIÉGUEZ, 1988). Tanto al norte, como al sur, el emplazamiento se encuentra delimitado por sendas fallas geológicas con dirección este-oeste. Los materiales sobre los que se asienta la Peña del Castro son del devónico, se trata de litología consolida-

da de caliza. La geomorfología se corresponde con un macizo karstico, con una pendiente este – oeste, estando su punto mas elevado entorno a los 1313 metros y una altitud relativa de 59,03m sobre un entorno de 800m, y que se amplía hasta los 115,57m en un entorno de 2km. Durante el año 2013 se han realizado sendos sondeos arqueológicos financiados por ADSACIER1 a través del Ayuntamiento de La Ercina. EL YACIMIENTO La Peña del Castro se localiza a unos 2 km de la localidad de La Ercina. Se sitúa sobre una plataforma triangular (70x100m) de caliza de Portilla, cuyo vértice se asienta hacia el

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Asociación para el Desarrollo de Sabero, Cistierna y La Ercina.

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Fig. 1. Situación del municipio de La Ercina.

S/SW, rodeada por farallones que lo definen por su lado S/SE y un gran afloramiento de rocoso por el N. La disposición de éste, como la de otros yacimientos de la zona, se corresponde con la línea de falla E-W que recorre el borde sur de la Cordillera Cantábrica, abriendo numerosos valles. (A. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, 1986-87:330). A efectos prácticos, durante la intervención dividimos el yacimiento en cuatro zonas. La primera de ellas sería la parte mas elevada, o terraza superior, la segunda un espacio intermedio entre las terrazas, la tercera zona sería la terraza inferior, y por última la cuarta zona, situada al norte del recinto amurallado, que denominamos zonas de taludes. Es necesario señalar, que en toda la superficie del monte se pueden apreciar restos arqueológi82

cos, incluso en la zona mas elevada, se identifican pellas de barro cocido. Avelino Gutiérrez (1986-87:333), ya otorga de forma acertada una primera cronología al yacimiento que nos ocupa, señalando que se trataría de un castro de la II Edad del Hierro avanzada, vinculado posiblemente a los momentos previos a la conquista romana del noroeste. La Primera Edad del Hierro En la actualidad, contamos con pocos estudios arqueológicos sobre los castros de la Montaña Leonesa. En la mayoría de las ocasiones, se suelen expresar generalidades con escaso fundamento para toda esta zona, a la que se hace bailar entre diferentes “culturas

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arqueológicas” (del Noroeste, astur transmontana y soteña). Debido a esto es muy complejo el estudio de los castros, y mucho más intentar entender el origen de determinados fenómenos como la sedentarización generalizada. No obstante creemos que, por los paralelismos culturales e históricos de esta zona con el sector asturiano y cántabro, podemos definir un origen del fenómeno castreño en la transición entre el s. IX y el VIII cal AC. (F.J. JORDÁ PARDO et alii, 2009). Conocemos una serie de castros en el Norte de León en cuyos alrededores han aparecido hachas planas de bronce tanto en la montaña central y como en la oriental, por ejemplo el hacha de Redipollos, cerca del Castro Velloso (A. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, 1985:191-192). Este tipo de hallazgos indican que dichos lugares fueron frecuentados ya por las comunidades de la Edad del Bronce en los momentos previos al levantamiento de los poblados de la Edad del Hierro. Quizás tengamos mayores probabilidades de acierto al aventurar niveles del Hierro Antiguo para el castro de Torre de Babia, ya que de este lugar proceden unas hoces de bronce muy similares a las aparecidas en castros bien datados en la Primera Edad del Hierro o en poblados leoneses del Soto formativo como el Castro de la Magdalena (Castrillo de los Polvazares) Hinojo y Sacaojos (Santiago de la Valduerna). Más complejo es aventurar fechas similares para los castros de Lois y Villaceid por los calderos de bronce allí encontrados, pues debemos tener en cuenta que en el primero de ellos el caldero apareció al fondo de una mina asociado a una azuela/martillo de hierro, por lo que la cronología puede ser más moderna. Otras fechas antiguas pueden ser las del castro de Burón 2 por un fragmento de asa trilobulada de caldero; o las del conjunto de brazaletes acorazonados y laciformes del castro de La Majúa, fechado por tipología comparada entre el s. VI y IV a.C. (A. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ 1985:4754; J. CELIS SÁNCHEZ 2002a; E. PERALTA LABRADOR 2003) Durante la campaña del año 2013, se observó que la erosión había desmontado gran par-

te de la estratigrafía, en el sondeo de la terraza superior, y en la poca que quedaba, se produce la combinación de materiales, que en principio, parecían de cronologías diferentes. Esto no es óbice para reconocer algunas estructuras y aportar un marco temporal, tanto a las evidencias del propio sondeo, como a la cronología general del yacimiento. En un primer momento, los materiales de la IIª Edad del Hierro, se asemejan en los aparecidos en el sondeo de la terraza inferior. Las pellas de barro, tan abundantes en los sondeos antes citados, aquí también están presentes, y son visibles en la superficie de toda la plataforma donde ubicamos el sondeo. La cerámica a torno, vendría a confirmar la ocupación de esta parte del yacimiento entre los siglos II-I a.C. Mas problemático es el momento antiguo que nos muestran las cerámicas a mano y la estructura de bloques de caliza reubicados. En efecto, la única estructura que podemos identificar, no sin reparos, es un cuarto de circunferencia en donde no existen calizas, que engloba hacia el noreste, un grupo de bloques de caliza colocado también en forma de arco de circunferencia. Al exterior parecen reconocerse la ubicación de dos hoyos de poste, debido a los calzos de piedra que han llegado hasta la actualidad. También al exterior, se reconoce una cubeta con cenizas que proporciona cerámica a mano y una fusayola de talco, elemento este, como se ha dicho, que posiblemente sea una intrusión de los niveles superiores. La pertenencia de estas estructuras a un momento de la fase Soto de Medinilla, vendría dado por dos de las escasas formas de las cerámicas a mano que se han podido recuperar. Una de ellas, sería un fragmento de borde de tapadera, mientras que la segunda, se corresponde con un vaso bitroncocónico. El final de la IIª Edad del Hierro Los tamaños y ubicaciones de los castros de la Montaña Oriental Leonesa durante la IIª Edad del Hierro, muestran rasgos cantábricos, mostrando similitud en los materiales (cerámica, metalurgia) y en las estructuras. 83

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Fig. 2. Vista desde el oeste.

Fig. 3. Vista desde el sur.

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Aunque en esta región existe cierta variabilidad locacional, con castros en oteros no excesivamente elevados, la mayoría sigue los parámetros cantábricos, pues son castros de pequeño tamaño que se sitúan en auténticos farallones rocosos con escarpes calizos o cuarcíticos, en emplazamientos tales como cerros cónicos, troncocónicos, mesetas tabulares, espolones o cordales calizos, colgados sobre las vegas de los ríos, pero no en ellas. Las defensas monumentales consisten en fosos, terraplenes, entradas protegidas, antecastros o fortines, añadidas sobre las defensas naturales. (A. GUTIÉRREZ GONZÁLEZ 1986-87; J. CELIS SÁNCHEZ 1996) Como ya ha señalado algún autor (J. CELIS SÁNCHEZ, 2007), al final de lo que será la IIª Edad del Hierro y el comienzo de la conquista y posterior romanización del territorio cántabro, aparecen un conjunto de castros que comparten una cultura material común. Este área estaría comprendida por el norte de la provincia de Palencia, del que sería un claro exponente el castro de La Loma (Peralta Labrador 2008), sur de Cantabria, con yacimientos como el de Celada Marlantes (R. BOHIGAS ROLDÁN 1986-87), y noreste de León con el castro de Morgovejo (J.M. LUENGO 1940, T. MAÑANES PÉREZ 1977:324). Respecto a la ocupación de la Peña del Castro, podemos señalar la presencia de dos estructuras de habitación una de ellas tendente a circular, y la otra con muros rectilíneos, en las cuales se localizaron molinos circulares in situ, que nos permiten inferir el carácter doméstico de las mismas, junto a ellas, durante la primera campaña se pudo observar la presencia de una construcción de mayores dimensiones cuyo uso no doméstico parece evidente. LAS MURALLAS Al oeste de las construcciones y separado por un nivel de circulación realizado con pequeños fragmentos calizos sobre arcilla, se localiza la muralla. El sistema defensivo de la Peña del Castro era visible en la fotografía aérea, lo que nos permitió hacernos una prime-

ra idea del mismo y del espacio que delimitaba. Después del cotejo de las ortofotografías y del trabajo de campo, podemos hablar de la presencia de varias líneas de muralla2, así como la presencia de varios recintos delimitados por la misma. A una cota inferior del muro excavado y visible en la actualidad, se constató durante las campañas de excavación de 2013 y 2014, la existencia de otra línea de muralla que abarcaría la mayor parte de los laterales oeste y norte del yacimiento. La presencia de esta construcción en la zona meridional es mas compleja de observar debido a la existencia de paredes verticales del afloramiento que han podido cumplir esta función. Esto es especialmente significativo en la zona este, donde la geología cumple la función de muralla natural. Las características generales del muro en la zona excavada es que se trata de una construcción similar a las observadas en otros recintos de la misma época3 . Construida sobre la pendiente de la Peña del Castro, no descartamos que se realizase un acondicionamiento previo del terreno que no hemos observado, tiene la cara interna ligeramente mas elevada que la externa. Realiza los paramentos externos con la caliza local trabajada en sillarejos, y pequeñas cuñas del mismo material para mantener las alineaciones. El relleno está compuesto por fragmentos de caliza y tierra, fuertemente compactada como se ha podido ver en aquellas zonas donde las pérdidas del forro han dejado ver el interior.

2 Cuando hablamos de la muralla no nos referimos únicamente a su función defensiva, como tradicionalmente se vienen considerando estas construcciones, si no también a su función social (FERNANDEZ-POSSE y FERNÁNDEZ MANZANO 2000:82-91) y simbólica (GONZÁLEZ GARCÍA 2006:141149) aspectos estos que tal vez se han sobrevalorado como han puesto de manifiesto recientes estudios (PARCERO 2013). En nuestro caso entendemos como aparato defensivo la combinación de la muralla, fosos y terraplenes, y efectivamente otorgamos a la muralla un papel simbólico además del defensivo. 3 Excepción hecha de aquellos yacimientos situados en la zona oriental del que será el “conventus asturum” algunos de los cuales poseen las denominadas “murallas de módulos” (BERROCAL RANGEL 2004:50)

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Fig. 4. Sondeos realizados durante el año 2013 y líneas de muralla observadas.

Fig. 5. Planta, alzado y secciones del área de la muralla excavada en 2013. 86

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El tramo oeste, que es donde se han realizado las intervenciones arqueológicas, presentaba antes de nuestra llegada un aparatoso derrumbe con forma curva, en el límite occidental y septentrional de esta zona. Las excavaciones sacaron a la luz un muro en buen estado, con algunas pérdidas, que han podido tener su origen en acciones antrópicas, posible hoguera, pero sin descartar totalmente otras de carácter natural. El derrumbe exterior de dicha estructura, es muy limpio, únicamente piedra, sin apenas tierra, elementos estos que suponen una rápida destrucción (Mª D. FERNÁNDEZ-POSSE y J. FERNÁNDEZ MANZANO 2000:89) La puerta occidental Identificada ya en la fotografía aérea, durante la campaña del año 2013, se puedo observar sobre el terreno una zona despejada del derrumbe de la muralla, que se identificó como un acceso de la misma. Las dimensiones son de 2,68m de ancho en la entrada, una longitud de 3,20m hacia el interior. La transición entre los paramentos de la muralla y el acceso se produce rebajando las piedras de las esquinas, dejándolas en cuarto de circunferencia. El acceso se realizaría a través de unos escalones, cuya contrahuella era de sillarejo, mientras que el descansillo es de tierra pisada con fragmentos de caliza. Sobre éstos se depositó un nivel con abundantes carbones, que era mas notable en la zona sur de la entrada y que estaría indicando la existencia de un gran incendio, posiblemente de elementos de madera existentes en este punto. El acceso norte Identificado a través de la fotografía aérea y posteriormente en el yacimiento. Se trataría de un acceso flanqueado por dos posibles torres, los derrumbes así parecen indicarlo, que daría acceso al espacio intermedio entre las terrazas superior e inferior. Esta entrada parece mas monumental que la occidental y

estaría precedida por una serie de taludes y terraplenes que conformarían el camino de acceso a este punto. Sin embargo, será necesaria una excavación para poder definir si nos encontramos con este tipo de entrada. ¿Cual sería la altura de la muralla? La excavación del exterior de la muralla, cumplía una doble función, por un lado conocer el estado del muro en este sector y a partir de ahí, proceder a su restauración, y por otro acercarnos a la puerta occidental. El estado general de la construcción era bueno, excepto en la zona próxima a la entrada donde se podía observar la falta del paramento exterior, dejando a la vista el núcleo. Los sillarejos correspondientes a la cara vista de la construcción se localizaron en la parte inferior del derrumbe, como era de suponer. Pretender conocer la altura original de la muralla es algo que en el estado actual de nuestros conocimientos no es posible. Al no contar con el alzado original desconocemos si existían antepechos y la altura de los mismos, o saber si se remataban con piedra o con materia vegetal, como indican algunos investigadores (J. TORRES-MARTÍNEZ, M.L. SERNA GANCEDO 2010:79). Sin embargo creemos necesario hacer una aproximación a la posible altura que tendría el muro. El estudio realizado para la muralla de Borrenes (Mª D. FERNÁNDEZ-POSSE y J. FERNÁNDEZ MANZANO, 2000), nos muestra una serie de paralelismos (cronología, rápida destrucción, fábrica) con la muralla occidental de la Peña del Castro, y por este motivo la hemos tomado como modelo. Para ello hemos tomado la imagen de la página 89 de dicho trabajo, y la sección norte del sondeo 1 de la Peña del Castro. Basándonos en la escala del dibujo se han calculado las superficies correspondientes a los derrumbes y a la altura reconstruida4. El cálculo que se ha realizado es la suma del

Si quisiéramos trabajar con volúmenes podríamos multiplicar por 1, y así tener metros cúbicos.

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Fig. 6. Control visual de yacimientos contemporáneos en la zona oriental de la línea de falla.

material derrumbado (al interior y exterior) dividido entre la superficie recrecida, obteniendo así un índice (id → 1,47). Aplicamos ese mismo índice a la muralla de la Peña del Castro en su zona norte. En este caso, la superficie del derrumbe exterior es de 7m2 y la de la muralla 3,25m2. Aplicando el índice anterior nos daría 4,6m2, es decir que la altura de lo derrumbado sería mayor que la conservada hasta ahora. Por lo cual según esta primera aproximación, la altura de la muralla en este punto, pasaría de los tres metros y podría llegar hasta 4m. Será necesario hacer una batería de secciones de la zona excavada para aquilatar estas primeras mediciones. Otra opción aportada por el mundo de la arquitectura, consiste en equiparar 1m3 de escombro a 1m2 x 0,60m de anchura, según la cual para una anchura de 2,20m tendríamos otros 2m de altura, dándonos un resultado similar al anterior, es decir por encima de los 3,5m de alto. 88

De ser esto así, plantea un serio problema con las escaleras localizadas en el interior, cuyas dimensiones no van mas allá de lo visto en la excavación, y tampoco se observan mechinales que pudiese haber sostenido una estructura de madera. El interior de la muralla occidental Durante la campaña del año 2013, se localizó una escalera en el lienzo interior de la muralla. La excavación de la misma localizó una serie de escalones que estaban por debajo del último nivel de circulación del poblado. Así mismo, se localizó un pequeño muro que había caído sobre los escalones. Tanto al este, como al norte, delimitaban un espacio, cuya función hoy por hoy es desconocida. La base de dicha estructura viene marcada por el final de los escalones, es de tierra arcillosa de color negro, y es donde se apoya la muralla. La

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longitud del mismo es de 1,24m y la anchura 0,39m, lo que supone una superficie de 0,57m2. EL TERRITORIO Dado que el tema del presente congreso se centra en las murallas y el control del territorio, podemos hablar de un nivel medio como aquel que controla un entorno próximo y explota los recursos en él incluidos y otro nivel semi-micro, que sería la organización del propio asentamiento, con un elemento fundamental como es la muralla. De hecho, la delimitación de cualquier yacimiento es lo que va a marcar la distribución interior del mismo. Podríamos hablar de un nivel mas amplio, como aquel que incluye las relaciones a larga distancia, y el intercambio de bienes o de materias primas, sin embargo en el estado actual de nuestros conocimientos, nos parece un poco prematuro aventurar datos al respecto. Un nivel micro, sería aquel que se ocupa de la distribución interna de las estructuras, tema que también es un poco prematuro debido a la superficie excavada y que será objeto de próximos estudios. En ese nivel medio, podemos observar que en un radio menor de dos kilómetros al sur del asentamiento se localizan yacimientos de óxidos de hierro, pirolusita, en rocas de cuarcita y de radiolarita. Esto, unido a la presencia de escorias y material de hierro en el interior del poblado, nos permiten considerar la extracción y el trabajo de dicho metal como una de las actividades que allí se realizaban. A pesar de las altitud del yacimiento, la agricultura debió tener un papel importante, como en todas las sociedades tradicionales, y esto se certifica por la aparición de numerosos molinos, tanto circulares, como algunos barquiformes, si bien estos últimos formando parte del derrumbe de las murallas. El estudio de la fauna, actualmente en curso, también muestra una importante cabaña ganadera de ovicápridos, junto a la relativa abundante presencia de caza y también de equinos. Es importante señalar que la visibilidad entre los castros contemporáneos cronológica-

mente, como pueden ser el de La Cildad hacia el Este, como hacia San Adrian, hacia el Oeste, es nula. Sin embargo, todos controlan amplios territorios al norte de los mismos, con preferencia al valle situado entre Boñar y Sabero. Esta situación puede chocar con la pretendida línea castreña de la falla Este – Oeste, ya indicada en el trabajo de Avelino Gutiérrez, no obstante, la visibilidad entre yacimientos se puede complementar de modo sencillo mediante puntos intermedios. BIBLIOGRAFÍA BOHIGAS ROLDÁN, R. 1986-87. La Edad del Hierro en Cantabria. Estado de la cuestión. Zephyrus, 3940: 119-138. CABERO DIÉGUEZ, V. (Coord.) 1988. Análisis del medio físico. Delimitación de unidades y estructura territorial. León. Junta de Castilla y León. CELIS SÁNCHEZ, J. 1996. Origen, desarrollo y cambio en la Edad del hierro de las tierras leonesas. ArqueóLeón. Historia de León a través de la Arqueología, Actas: 41-67 2002. El Bronce Final y la primera Edad del Hierro en el noroeste de la Meseta. Los poblados fortificados del noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la cultura castreña: 97-126. 2007b. Gordón y la Montaña Leonesa. De la Prehistoria Reciente a los inicios de la Edad Antigua. En Cimadevilla Sánchez, P. (coord.). “Gordoneses”, suma historiográfica para el Concejo de Gordón. :75110. FÁBREGA ÁLVAREZ, P. 2004. Poblamiento y Territorio de la Cultura Castreña de la Comarca de Ortegal. CAPA 19. Santiago de Compostela. FERNÁNDEZ-POSSE, Mª.D. y FERNÁNDEZ MANZANO, J. 2000. Los recintos de los castros. La función social de la muralla. En Sánchez-Palencia (ed.) Las Médulas (León). Un paisaje cultural de la «Asturia Augustana»:82-91. Ed. Instituto Leonés de Cultura FONTE, J., VALDEZ, J., LEMOS, F.S. y CRUZ, G. 2011. Citânia de Briteiros e médio vale do Ave (NW de Portugal): SIG e analise arqueológica do territorio. En Mayoral Herrera, V. y Celestino Pérez, S. (Eds.) Tecnologías de información geográfica y análisis arqueológico del territorio. Anejos Archivo Español de Arqueología LIX:359-366.

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