Avance a las primeras campañas de excavación en La Oruña (Vera de Moncayo-Zaragoza)

July 25, 2017 | Autor: J. García Serrano | Categoría: Celtiberian History
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Descripción

16 AVANCE A LAS PRIMERAS CAMPAÑAS DE EXCAVACIÓN EN LA ORUÑA (Vera de Moncayo - Zaragoza) Por 1. 1. Bienes Calvo 1. Á. García Serrano

dades y con gran número de pobladores como así lo cuentan los geógrafos e historiadores romanos Apiano o Polibio al narrar los primeros enfrentamientos contra los celtíberos y la Guerra Numantina. Aunque los historiadores exageran el número de guerreros para ensalzar las victorias romanas, tal contingente de celtíberos no solamente vivían en pequeños poblados dispersos, sino en grandes recintos amurallados como el que se encuentra en el Cerro de La Oruña, del cual se desconoce su nombre en la antigüedad, aunque también existen en las fuentes escritas algunos nombres de ciudades -Complega, Ergavia, etc.- cuyos restos no tienen una atribución fidedigna.

SITUACIÓN DEL YACIMIENTO El Cerro de La Oruña se sitúa en las cercanías del Monasterio de Veruela, en una confluencia de pequeños valles -el antiguo cauce del Huecha y la Valluenga-, dominando una extensa zona de vega cerca de las estribaciones de la sierra del Moncayo. En sus laderas se aprecian muros de aterrazamiento formados por piedras colocadas en seco que nada tienen que ver con edificaciones de épocas pasadas, si bien el material de que están formados provenga en su mayor parte de muros de viviendas. Salvo por las recientes excavaciones, apenas se aprecian restos constructivos en el yacimiento, sepultados por las labores agrícolas de viñedos, almendros, y algunos campos abandonados debido a su poca rentabilidad. Sin embargo, sí existen, y en gran cantidad, otros restos que indican que allí hubo un importante núcleo de población: la cerámica dispersa por los campos; y algo más sintomático como es una gran concentración de escorias de hierro que implica la existencia de una potente actividad «industrial» de elaboración de acero.

De lo que no hay duda alguna es de su importancia. Por las pruebas de la actividad industrial de forja, con la excelente materia prima que obtenían de las minas de hierro del Moncayo, tuvo que estar dedicada a la fabricación de armamento con que abastecer a las numerosas tropas celtíberas. Tras la conquista del territorio celtíbero comenzó un decaimiento hasta su abandono; la pacificación de esta parte de Hispania implicó un descenso en la producción armamentística con el consiguiente traslado de población a zonas urbanas con mejores condiciones de vida.

CONTEXTO HISTÓRICO Simplemente por la prospección superficial, se puede dar una fecha para ubicar el poblado en una etapa histórica concreta: la que enfrenta a los pueblos hispanos con el ejército romano y su posterior aculturación.

LAS ANTERIORES EXCA VACIONES Ante la presencia de restos de cerámicas y escoria que aparecían superficialmente, no es de extrañar que la Comunidad de HH. Jesui-

La zona, ocupada por el pueblo celtíbero de los Lusones, contaba con importantes ciu239

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tas que regentó el Monasterio durante la mayor parte del presente siglo comenzase unos importantes trabajos arqueológicos aprovechando la cantera de jóvenes seminaristas que estudiaron aquí.

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especialidad, sino como una actividad complementaria a su trabajo.

Aunque se trabajó durante muchos años, poco se sabe de aquellas excavaciones, y el material arqueológico que hay actualmente en el Monasterio no es la totalidad de los objetos que se encontraron. De referencias escritas sólo poseemos un artículo del Padre J. M: Mundó publicado en un Certamen mariano de Lérida en 1917y un pequeño artículo de don Blas Taracena que apareció en el periódico de Zaragoza El Noticiero en 1923. Supieron la existencia de los hornos de fundición y de un alfar situado en una zona superior del poblado, pero no los excavaron. Sus trabajos se centraron en la Acrópolis, parte alta y dominante, donde encontraron casas y calles.

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La publicación del P. Mundó nos explica que hallaron casas con muros en mala y buena conservación, pero apenas hace referencia concreta a un par de ellas, aunque sí menciona gran cantidad de cerámicas y objetos encontrados. En ningún momento se dispuso de un plano que definiera las calles y las casas y las pusiera en relación con los materiales hallados en cada una de ellas, ni tampoco un inventario.

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Ello nos induce a pensar que la razón más importante que tuvieron para continuar aquella excavación durante tantos años no fue la de profundizar en el conocimiento del pueblo celtíbero, sino la de rescatar un patrimonio olvidado que pasara a engrosar los fondos de un museo que se situaba en las dependencias del Monasterio.

El aspecto que ofrecía el terreno no mostraría demasiada diferencia de como lo encontraron al empezar las primeras excavaciones, pues apenas se veían algunas piedras alineadas con otras, porque todo había vuelto a cubrirse y en alguna zona a cultivarse.

Cuando en 1971 los HH. Jesuitas dejan el Monasterio, se desmontó el museo, desapareciendo una importante cantidad de objetos arqueológicos, algunos de los cuales habían sido citados en las publicaciones.

Nuestros trabajos comenzaron en la zona sur. En seguida aparecieron muros de habitaciones, estando los suelos a muy poca profundidad. Durante 1989, se descubrieron siete casas del barrio sur que, como indicaba el P. Mundó, estaban muy destruidas y sus muros levantaban apenas dos o tres palmos del suelo.

LA EXCA VACIÓN DE LA ESCUELA-TALLER. MONASTERIO DE VERUELA. 1989-90

Como estábamos en zonas excavadas anteriormente, apenas encontramos cerámicas u objetos.

Tras una etapa teórica en la que los alumnos, además de recibir clases de Historia, conocieron la Arqueología, sus métodos y técnicas, empezó la labor de campo en el Cerro de La Oruña, eligiéndose la misma zona de la Acrópolis.

También durante 1989 se descubrió un tramo de calle, con 4 m de anchura, en el que no se apreció ningún tipo de pavimento, descubriendo zonas abruptas de la roca propia del monte. Durante la campaña de 1990, se prosiguió al otro lado de la calle con el Barrio oeste, descubriendo 7 viviendas con unos resultados evidentemente mejores que el año anterior.

Para estos trabajos nunca existió un grupo estable que realizase esta actividad, sino que todos los alumnos, de cualquiera de los oficios impartidos por la Escuela-Taller -Albañilería, Carpintería, Cantería y Jardineríafueron rotando sucesivamente, de esta manera la Arqueología no se imparte como una

Primeramente, por la altura de los muros conservados, llegando a máximos de 1,20 m y en segundo lugar al encontrar que si las tres primeras casas de este barrio habían sido exca240

AVANCE

A LAS PRIMERAS

CAMPAÑAS

DE EXCAVACIÓN

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Durante los trabajos de 1989 se descubrió un tramo de calle, de una anchura de 4 m en la que no apareció pavimento, llegando hasta la roca que conforma una calzada tortuosa. 1

Las viviendas son de planta rectangular, de longitud muy acusada, características del mundo Celta del Valle del Ebro. La buena conservación de los muros, con alturas que oscilan entre 0,5 y 1,20 m permite una buena identificación del espacio, con viviendas que presentan desde un espacio único, o dividido en dos y tres habitaciones. Las dimensiones medias de las viviendas son 10 m de longitud y 4,5 m de ancho.

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Los muros están formados por piedras de pequeño y mediano tamaño cogidas con tierra. Merece destacar que algunos paños de estas paredes presentan, aunque no de una forma generalizada, un rudimentario «Opus Spicatum» que indica que el tipo de construcción tiene cierta influencia romana. Los suelos son de tierra batida, aflorando en todos ellos la roca del monte. Sólo en un caso se ha utilizado para la formación del piso una tierra diferente, arcilla, con una consistencia mayor. La tierra de los suelos rellena las grietas de la roca, llegándose en algunas habitaciones a picar las partes más salientes para tener un piso más llano. Se han encontrado algunos ladrillos romboidales de suelo, pero sin estar colocados, posiblemente recogidos de una casa más rica, como objeto curioso.

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vadas anteriormente, no lo habían sido las restantes, o sólo las habían descubierto superficialmente, con lo cual los hallazgos no sólo aumentaron en cantidad, sino en importancia.

En algunas habitaciones se ha llegado a conservar el fogón, levantado unos centímetros del piso, con la característica costra cerámica que recubre su superficie debido al recalentamiento de la arcilla. Su situación no es centralizada, sino con tendencia a colocarse cercano a una pared, o en un rincón del que poseemos un solo caso.

Los niveles arqueológicos que presenta el yacimiento no tienen complicación, definiéndose un nivel único que finaliza en el suelo de las viviendas sin que haya bajo el mismo resto de etapas anteriores a la última remodelación del poblado. Sólo se diferencian una capa revuelta de mayor o menor potencia dependiendo de que la vivienda haya sido excavada y vuelta a cubrir en las excavaciones anteriores y, por supuesto, el nivel único e intacto de aquellas habitaciones excavadas por primera vez.

De huecos en los muros sólo tenemos los de las puertas, lógicamente debido a la reducida altura de las paredes, pero debido a la disposición de las viviendas, en la mayor parte de ellas sólo se pueden presentar ventanas en la fachada, junto a la puerta, ya que los otros tres lados limitan con viviendas vecinas. Un aspecto muy parecido a las reconstrucciones de los barrios del poblado de Cortes de Navarra.

URBANISMO Tras las campañas de la Escuela-Taller, aunque sólo han afectado a una mínima parte del yacimiento, contamos con una buena información sobre el urbanismo de La Oruña.

La ausencia de lajas de piedra indica que la cubierta de los techos sería vegetal. Sólo en una habi tación encontramos troncos, de pocos centímetros, carbonizados en todo el suelo. Esporádicamente aparece algún fragmento de tégula, incluido uno de «antefixa» (Fig. 9), pero no podemos decir que de las viviendas excavadas tuviera alguna tejado de esta clase.

La Acrópolis está compuesta por manzanas alargadas de viviendas, orientadas de norte a sur, separadas por sus respectivas calles. Cada manzana está formada por dos alineaciones de viviendas adosadas por su parte posterior. Cerrando la Acrópolis por la parte sur, una manzana de una sola fila de viviendas orientada de este a oeste, igual que la calle a la que dan su fachadas, y de la que saldrán las calles que delimitan las otras manzanas orientadas de norte a sur.

MATERIALES

ARQUEOLÓGICOS

El hecho de que el poblado fuese destruido por su abandono da como consecuencia 7.41

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que los materiales encontrados sean pocos y de mala calidad, ya que al hacerse el desplazamiento a otra población, sólo se abandonan los objetos pesados, grandes cerámicas y molinos, y otras piezas inservibles.

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dad de clavos, anillas, fragmentos de filos y varillas, Como pieza más importante se halló una pequeña hoz sobre el suelo de una de las viviendas (Fig. 14). Hay que señalar que el estado en que se encuentra el hierro tras 2,000 años de estar enterrado es excepcional, debido a la calidad del metal.

La escasez de objetos se incrementó al actuar en zonas excavadas anteriormente, recogiendo algunas cerámicas y objetos de metal allí donde los Jesuitas no habían llegado a localizar el suelo en toda su profundidad.

También hay que destacar la excelente conservación de los objetos de bronce, más escasos todavía, entre los que destacan dos fíbulas (Figs, 11 y 12) de tipologías y cronologías muy diferentes, pero halladas en el suelo de la misma vivienda, y una campanilla (Fig. 13).

Mucho más fructíferas fueron aquellas viviendas con el nivel arqueológico intacto. Curiosamente en una de las habitaciones en que finalizaría una de las campañas de la excavación anterior, presentó un gran pozo central colmatado con tierra revuelta estando los rincones sin tocar.

Debido a ese abandono lento, sólo se ha encontrado una moneda. Es un denario ibérico, con muy buena conservación, acuñado en TURIASO,con las iniciales CATU,bajo la cabeza.

El mayor número de restos corresponde a la cerámica, habiéndose recogido una gran cantidad de fragmentos con una extensa gama de formas, tanto de almacén, de cocina (Fig. 3) o de mesa (Figs. 1 y 2). La mayor parte de las cerámicas corresponden a las denominadas de tradición indígena, con una manufactura prerromana, pero con tal variedad de formas que indican una plena romanización.

CONCLUSIÓN y CRONOLOGÍA Los restos de cerámicas y objetos hallados en las campañas ponen en evidencia que el abandono de la población no comienza tras la etapa de conquista y que la decadencia es muy lenta, pues la parte alta del poblado se está habitando hasta el último cuarto del siglo 1. a. C.

Importantes, sobre todo para las cronologías, han sido los hallazgos de cerámicas puramente romanas. Debido a que la Acrópolis sea una de las partes más pobres de la ciudad, la de peor acceso, aparecen escasos fragmentos de Campanienses B (Fig. 4) y C (Fig. 5) y Sigillatas Itálicas (Fig. 6). Más numerosos son los ejemplos de paredes finas (Figs. 7 y 8), uno de cuyos ejemplares (Fig. 8) imita una típica forma de Sigillata Itálica.

Las Guerras Civiles tampoco supusieron su abandono, ya que no aparecen niveles de destrucción, salvo algún incendio aislado en alguna vivienda, pero quizás marcaron el comienzo de su despoblamiento hacia ciudades en vías de un mayor crecimiento, como Turiaso o Bursao, ante una actividad metalúrgica que había ido en disminución desde el final de las Guerras Celtibéricas.

En barro cocido no sólo se han encontrado las vasijas, también aparecen algunos objetos como son fusayolas (Fig. 17), canas, algunas de ellas con decoración (Fig. 16), pero casi siempre lisas; y pesas con variedad de tamaños, contando con la particularidad de que una gran parte de ellas tienen decoración impresa (Fig. 15). En hueso sólo han aparecido fragmentos de agujas (Fig. 10) y restos de cuernos de ciervo.

La remodelación del poblado en la etapa romana, como así lo demuestran los restos de «Opus Spicatum» que aparecen en los muros, aunque sin perder su fisonomía indígena, y al estar asentado sobre la roca, supuso la destrucción de estructuras anteriores. Solamente cuando se excaven zonas con mayor profundidad de niveles se podrán recoger datos de la fase más importante del poblado -siglo n a. c.- y de sus etapas más antiguas; estando pendientes de excavación el alfar y los hornos de fundición metalúrgica, fuente de la prosperidad y decadencia del poblado,

Mucho más escasos son los objetos de metal. El mayor número corresponde a los de hierro, habiendo encontrado una gran canti-

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